Azótame, por favor, azótame. YA DISPONIBLE EN WATTPAD -TERMINADA-

El destino es caprichoso. Un accidente marcara el inicio de una historia llena de amor, pasión y sobretodo, sexo. ¿Te atreves?

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  1. £Akemi£
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    A secret makes a woman woman

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    Capítulo 2:

    -Es usted muy autoritario.
    -Solo contigo.
    -¿Por qué?
    -Porque me obligas, siempre, ha hacerlo.
    -Debo de ser muy malo.
    Sonríe y se pasa un dedo por los labios. ¿Qué vas hacer? ¿Comerme?
    -Ya estamos listos para las pruebas.
    La Sra. Smith entra como una insolación y empuja al albino hacia la pared. Me río. Es muy gracioso.
    -Señor Usami, ¿qué hace? Deje de hacer el tonto.
    Una mujer entra. Una enfermera de cabello rubio y con un traje, pantalón y camisa de mangas cortas, azul.
    -No hago el tonto, Livia*.
    Aparta la puerta y deja entrar a la enfermera rubia, con una silla de ruedas. Por el modo en el que ha hablado el albino con la doctora, se ve que se conocen, y muy bien.
    -¿Nos acompaña o no?
    La mujer se da la vuelta y le mira impasible, como si nunca le huebra dado con la puerta en las narices. Me río mientras la enfermera me ayuda a sentarme en la silla de ruedas.
    -Por supuesto. No voy a dejar a Misaki solo, se lo prometí a Takahiro.
    En cuanto escucho ese nombre giro mi cabeza hacia él como un robot.
    -¿Quién es Takahiro?
    Ladeo la cabeza y la doctora me mira con un brillo en sus ojos amarillos. ¡Dios, da miedo!
    -Takahiro, es tu hermano.
    Mi hermano, ¿eh? No, no me suena ese nombre.
    -Ya veo.
    Bueno algo menos. Si él no es mi hermano, y no tiene la pinta de ser mi padre, ¿qué es?
    -Venga vamos. Que las pruebas no se van a hacer solas.
    La doctora sale en primer lugar, seguida del albino y por ultimo la enfermera y yo. El pasillo es largo y los colores que reinan en este angosto tubo, que llamamos pasillo, son el azul y blanco. Puff… ¡Deseo ver un amarillo o un verde!
    -Señorita, ¿cuanto llevo en coma?
    Le doy conversación a la señorita. El albino y la doctora están muy por delante de nosotros y no puedo oír nada.
    -Pues, creo que dos semanas.
    ¡Qué! Eso es… Dos semanas…
    -Vaya… Es mucho tiempo.
    -Si, pero ese hombre de ahí no se ha separado de ti ni un solo día. Creo que tuvo una pelea con su hermano y su padre. Ellos querían que se fuera a casa a descansar, pero él se negaba en redondo. Se ve que te quiere.
    Ella me lo cuenta todo con una voz de ángel y me fijo que tiene los ojos verdes. ¡Preciosos!
    Pero ese no es el tema. ¿Qué él no se ha separado de mí? Cada vez estoy más seguro. Soy algo más que un `inquilino´ para él. ¿Pero qué exactamente?
    -Oiga, ¿puede decirme como son el padre y el hermano de él?
    Ella me mira y dibuja una sonrisa de ángel en su cara.
    -Pues, por lo que sé, los dos estaban en la habitación cuando te despertaste. El hermano es un hombre alto, con gafas, tiene el pelo marrón y los ojos castaños. El padre, por el contrario, tiene el pelo y los ojos negros y es muy callado y reservado. Siempre viste de negro.
    Si, ya recuerdo a esas personas en mi cuarto. Supongo que el hombre mayor, que me explico lo del accidente, es el padre del albino y el que estaba a la derecha del albino, cuando desperté, debe ser el hermano. Pues, no se parecen en nada.
    -¿Me puede decir como se llaman?-
    -Veamos, el padre se llama Fuyuhiko Usami y el hermano Haruhiko Usami, creo.- ella sonríe.- La verdad es que aquí hubo un gran follón cuando las enfermeras y los pacientes vieron al Gran Akihiko Usami-sensei.
    -¿Gran Akihiko Usami-sensei?
    Ladeo la cabeza. ¿Qué es? ¿Acaso un dios griego? Porque tiene toda la pinta.
    - Si, es escritor. Uno de los más famosos.
    Los ojos de la chica brillan como una antorcha en medio de una caverna.
    -¿En serio?
    -Si. ¡A mi me encantan sus libros!
    -Vaya…
    -Pero, sabes…
    Sonríe y me mira.
    -Es extraño, pero, siempre que le veía estaba con una sonrisa de lado a lado. Tal vez, él ya sabía que despertarías. Sin duda, haría lo que sea para que eso pasara.
    -Pero…- mi voz suena como un leve suspiro.- Él esta, ahora, muy cansado y se ve que no ha dormido en días, por mi culpa.
    -Pero eso siempre pasa.
    -¿Qué?
    -Claro. Las personas que te aman no pueden evitar preocuparse por ti. Todas las personas que estaban en la habitación estaban igual. No podías saberlo. Ahora debes hacerlo lo que sea para recuperarte y así todos tus seres queridos no se preocuparan tanto, ¿verdad?
    Ella me sonríe y su sonrisa es como un bote salvavidas en medio de una tormenta. Me salva.
    -Si…
    -Bien.
    Ella deja de empujar la silla de ruedas.
    -Llegamos.
    -Venga, rápido.
    La doctora habla desde el interior de la sala. Cuando entró observo todo. Es una gran habitación, pintada de blanco de arriba-abajo. Nada más entrar en el cuarto, nos encontramos con una mesa blanca, menos las patas que son de metal, con una gran fila de ordenadores. A la izquierda hay paneles y un esqueleto muy divertido.
    -Vamos…
    La doctora abre la puerta, que esta a la derecha, y veo, otra habitación, muy grande y pintada de blanco con un gran aparato. Parece un cilindro, con un gran agujero y una pequeña plataforma que parece una camilla.
    -¿Me vais a meter ahí?
    -Claro.
    - ….
    Miro el aparto y me escandalizo. ¿Me van a embutir en eso? Dios…
    -Bien, ¡Mery!
    Grita y la mujer que me ha esto explicando quien era el Gran Akihiko Usami, entra.
    -¡Si!
    Ella entra y corre hacia mí. La doctora entra en la habitación contigua–a la que entre al principio–y no la veo más.
    La enfermera me da la mano y me ayuda a caminar el pequeño trecho que hay entre mi silla y el embutidor. Me duele todo. La venda de mi cabeza, de repente, me aprieta aun más. Las vendas de mis piernas y brazos, me oprimen como grilletes, y las costillas… Creo que las escucho crujir. Cuando menos me doy cuenta, ya estamos en el aparato del infierno. Parece una gran boca que me va a engullir en cualquier momento. Me ayuda a subirme y me acuesto.
    -¿Para que sirve esto?
    Pregunto con miedo. Espero que me escuchen.
    -Tranquilo, tu solo cierra los ojos y relájate.
    Después de poner en marcha la maquina del infierno, me hacen otros tipos de exámenes. Y, por supuesto, entre ellos, la linterna camuflada. Por fin acaban y ahora ya puedo preguntar.
    -¿Señorita Smith?
    -Si.
    Ella esta absorta en sus papeles.
    -¿Sabe usted cuál es mi relación con… el Señor Usami?
    Levanta su cabeza como una gacela, de inmediato.
    -¿Por qué lo preguntas?
    Estamos en mi habitación y, aunque a regañadientes, el Sr. Usami ha tenido que abandonar la habitación.
    -Él se preocupa demasiado por mí. Y, aunque, él me ha dicho que soy su inquilino, es demasiado. Traer a un medico de otro país, eso es…
    Me detengo y me miro las manos.
    -No te preocupes. Si quieres averiguarlo, tendrás que recordarlo, por ti mismo. Solo te puedo dar una pista. No vas mal encaminado.
    -¿Quiere decir, que no es solo mi casero?
    -Eso mismo quiero decir.
    Ella sonríe y sale de la habitación.
    Me levanto de mi cama y me dirijo al curto de baño. Enciendo la luz y mirando aun al suelo, me dirijo hacia al espejo. Ahora, que lo pienso, no me he visto a la cara. Seguro, estaré horrible. Levanto la cabeza, lentamente, y me miro con asombro. La persona que me devuelve la mirada, no parece haber tenido un accidente. Es una persona con los ojos esmeraldas, exageradamente grandes, tez blanca y un cabello marrón cae por su cara, pues la venda aprieta su cabeza. Ni un rasguño, nada.

    relatalia-separador-01

    -Bueno, pues todo esta en orden.- la doctora Smith, los ha citado a todos en mi cuarto. Ahora, todos, se ven mucho mas… humanos. Antes parecían esqueletos, muertos vivientes, si lo prefieren. Ella mira sus papeles y va pasando las hojas. Todos están de pie, a la derecha de mi cama.
    Ya han paso, casi, tres semanas desde que desperté.
    -¿Eso significa que Misaki ya puede salir?
    Mi hermano, Takahiro, habla por delante de todos.
    -Si, Misaki esta en plena forma. Aunque aun le faltan muchos recuerdos, por no decir que todos. Lo único, que debe tomarse las pastillas, por si acaso, nada más.
    Bueno todos, todos, no. He conseguido acordarme de mi hermano, de mis padres, que en paz descansen y de la esposa e hijo de mi hermano. También me acuerdo de mi niñez y otras cosas sin importancia. Pero la cuestión del asunto es con quién me iré.
    -Bueno, mi recomendación, es que Misaki regrese al lugar donde ha estado viviendo. De este modo su mente será estimulada con las imágenes de ese lugar, y así le será más fácil recordar. Por supuesto, y esto es opcional, Misaki debería regresar a trabajar. Cuanto antes regrese a su vida cotidiana, mejor.
    -¡Me rehusó!
    Grita mi hermano alterado. Manami se abalanza sobre él para qué se calme.
    -Vamos, Takahiro. Es por el bien de Misaki. Además, Akihiko sabrá cuidarle. Ya lo ha hecho casi seis años, creo que podrá hacerlo un poco más.
    ¡Alto ahí! ¿¡Seis años!? ¿¡Vivir con él!? Yo creía que vivía en un piso, solo, y que él era, eso, mi casero y que vivía solo.
    -Ya, pero…
    -Tranquilo, Takahiro, yo me encargare.
    -Ese no es el problema. Soy su hermano, quiero estar con él. Mi hermano pequeño ha tenido un accidente. Quiero tenerle cerca.
    -Sr. Takahashi, le entiendo. Pero, si quiere que Misaki recupere la memoria cuanto antes, debe dejarle volver a su casa. Así son las cosas.
    -Escucha a la doctora, Takahiro. Confía en mí.
    -Eso es.- Manami asiente y se pone de lado del Sr. Usami.
    -¡Además Akihiko es tu amigo! ¡Confía en él!
    La chica, que siempre, lleva kimono habla. Veamos, creo que me dijo su nombre. ¿Cómo era?... ¡Karouko!
    -Si, claro que confío en él, pero…
    -Vamos, estamos discutiendo sobre algo que no nos incumbe. Misaki, es quien debería elegir.
    El padre del Sr. Usami se quita las gafas de sol.
    -¿Misaki?- la doctora se gira y me mira.
    -Bueno… Yo…
    La doctora alza una ceja. Y mi mente vuela directamente hacia la pequeña conversación que mantuve con la enfermera. Recuerdo que me dijo que debía hacer todo lo posible por recordar. ¡Es lo menos!
    -Misaki, no tienes que responder ahora.- el Sr. Usami habla con una voz dulce y suave.
    -No, la verdad es que, si ir a su casa facilita las cosas, quiero ir. Claro, si a usted no le importa.
    -No, claro que no.
    -Bien, pues, me gustaría cambiarme.
    Sostengo entre mis manos una bolsa con ropa dentro.
    Un vaquero añil, un jersey de punto negro, botas marrones, calcetines y ropa interior.
    -Si, claro.
    La doctora obliga a todos a salir.
    Me he cambiado muy rápido. Y salgo de mi cuarto. Todos están sentados en la sala de espera. Mahiro, mi sobrino, esta sentado en el centro de todos, en el suelo, jugando y dibujando. Cuando, me mira, corre hacia mí y me abraza.
    -¡Tío! ¡Qué bien! Venga tío, vamos a jugar.
    Mahiro, me abraza las piernas y tira de mis vaqueros.
    -Vamos, Mahiro, no hagas eso.
    Manami, con su voz de madre, aparta a Mahiro de mis piernas.
    -Bueno, ya estoy listo.
    Sonrío y el Sr. Usami se levanta, los demás le imitan, y me mira con una sonrisa de lado.
    -Vamos.

    Estoy sentado en su flamante deportivo rojo. Miro por la ventana. La verdad es que los arboles, el cielo, todo me suena y a la vez, no las recuerdo. Que triste…
    -Bueno, Misaki, ¿cómo estás?
    -¿A qué se refiere?
    -¿Cómo te encuentras?
    -Ah, bien, bien. Estoy un poco cansado de estar siempre acostado, así que salir y estirar las piernas me sentara bien.
    Le miro y sonrío. Estar con él, de algún modo, me tranquiliza, me da paz y, cuando me mira, me enciende, me mata y me desarma. Me apacigua y me enciende, curiosa combinación, como sus ojos y el cabello.
    -Bueno, si quieres te puedo llevar a tu trabajo. Solo para que veas donde trabajas. Mañana ya iras, si quieres.
    -Claro. Eso me gustaría.
    -Bien.
    Conduce con tranquilidad. Hablamos de cosas muy diversas. Le pido que me explique como acabe en su casa. Me sorprende que para pagar mi alquiler, cocine y limpie. Debo ser muy bueno, o él un completo desastre.
    -Llegamos.
    Me bajo del coche y veo un gran edificio alargado hacia los laterales y un `pequeño´ cartel en el que pone:
    Editorial
    Marukawa Shoten


    -Tengo que ir un momento a ver a mi editora. Cuando acabe podemos ir a tu despacho.
    Vaya, ¿despacho?
    -Si no te importa, voy a dar vueltas por aquí.
    -Bien.
    Me sonríe y se me acelera el pulso
    -No te pierdas.
    -Lo intentare.
    No, este hombre es mucho más que mi casero. Entro detrás de él y las chicas de la recepción se quedan con la boca abierta. Supongo que es por como se a vestido. Unos vaqueros negros, que se ajustan a sus piernas, camisa blanca, chaqueta negra y zapatos negros. Se ve como un ladrón de guate blanco. Exquisito…
    -Nos encontraremos aquí. Tu despacho esta en la sexta planta. Busca al equipo de marketing.
    -Si, gracias.
    Sonrío tímidamente y me ruborizo. Él me sonríe y sus ojos se quedan fijos en mí. ¡Vete de una vez!

    Tomo el ascensor y subo hasta la sexta planta. Las puertas se abren y veo a una marabunta de gente ir y venir con papales en las manos, archivos, cafés, portátiles, y hay quien es tan increíble, de llevar todo. Camino con paciencia, buscando algo que diga `Marketing´. ¡Bingo! Hay una sala que esta cerrada en la que pone `Equipo de Marketing-Reuniones´. Bien, solo espero no encontrarme con un extraterrestre.
    Abro la puerta con mucha lentitud.

    En cuanto la abro, veo a un montón de gente agazapada en la mesa. Todos levantan la cabeza y me miran. En el fondo de la habitación, una chica, muy linda, con el cabello cortado estilo militar y naranja, ojos grises y con un vestido verde de lunares blancos, habla con otra chica un poco más alta. Ella tiene el pelo largo y negro. Ojos marrones y esta vestida con un pantalón, blusa y americana, negra. En la gran mesa, donde caben fácilmente 20 personas, hay cinco chicos. Uno esta bebiendo café y trabajando en su portátil. Tiene el pelo largo y lo tiene echado hacia atrás. Es rubio y lleva gafas. Sus ojos son verdes y afilados. Tres asientos más allá, un chico, sentado estilo indio y recostado en la mesa, se queja, por lo que parece, del café. Tiene el pelo negro y los ojos marrones. Enfrente de él, otro que también bebe café. Este, se ve, que es alto. Tiene el pelo teñido de rojo y los ojos negros. A su derecha un chico, con un sombrero negro, ojos miel y cabello negro esta sonriendo. Y por ultimo, un chico, que esta sentado dos asientos más allá del grupo de chicos, habla por teléfono a gritos. Lleva gafas, pero eso no esconde sus ojos avellana y su cabello rubio, aunque las putas sean negras.
    -¡Misaki!- grita la chica del vestido a lunares. Atraviesa la gran sala y me abraza. Correspondo el abrazo. Que incomodo. No sé quien es.
    -Hola, emmm….
    Bajo la mirada y ella sonríe.
    -No te preocupes, Usami-sensei, ya nos ha dicho que te has golpeado en la cabeza y que no te acuerdas de nada.
    Habla con una voz fina y muy activa. Me pone de buen humor.
    -Hola Misaki…
    La chica con la que estaba hablando se acerca a nosotros y me tiende la mano. Yo la correspondo.
    -Bien, como no te acuerdas, voy a presentártelos a todos. Yo soy Ai.
    Responde felizmente la chica del cabello naranja.
    -Ella es Ayumi.
    Dice señalando a la mujer de negro.
    -Este de aquí es Tamaki.
    Se recuesta sobre el chico del sombrero.
    -¡Quita de encima, Ai!
    Le grita.
    -Hola, Misaki. Me alegro de ver que estas bien. Nada de esto hubiera ocurrido si Shindo condujera mejor.
    Y su mirada se dirige hacia el que esta hablando por teléfono.
    -¿Qué quieres decir?
    -Shindo y Ai, iban contigo en el coche. Por suerte no se hicieron daño.
    Responde perezosamente el chico de cabello negro y ojos marrones, el que se quejaba del café.
    -Este es Matsumoto.- el chico se levanta y bosteza.
    -Yo soy Tadashi.
    El chico que esta enfrente de Matsumoto, el de pelo rojo, se da la vuelta y me sonríe.
    -El que esta tan callado al final de la mesa, es Kyoya.
    Me señala al chico que sigue inmerso en sus asuntos. Creo que no se ha dado cuenta de nuestra presencia.
    Me cuentan que soy el jefe del equipo de marketing y que soy muy bueno. Los chicos son mi equipo y uno de los mejores. Nos ocupamos de toda la publicidad de la editorial. Todos están tan estresados porque un libro nuevo acaba de salir y se esta haciendo muy famoso y el editor del escritor nos ha pedido que hagamos una gran campaña publicitaria. El plazo de entrega de los planes de publicidad se ha retrasado unos días y hoy es el último día. Por suerte lo más difícil ya esta hecho, solo les queda entregar las cuentas y una reunión con la junta directiva y el editor y escritor, para la confirmación.
    -Veo, que aquí estáis muy ocupados.
    Sonrío.
    -Bueno, hacemos lo que podemos. Pero tú eres muy bueno.
    Me suelta entre risas Ai.
    -Es cierto. Por algo eres el jefe.
    Ríe Tamaki.
    -¿Vendrás mañana a trabajar?
    Me pregunta con leve tono de autoridad, Ayumi.
    -Venga, no le digas eso. Seguro que quiere dormir.
    Corta Shindo, mientras se guarda el teléfono y se sienta con nosotros en este pequeño corrito que hemos formado en un segundo.
    -Dormir… ¿Puedo dormir mañana?
    La voz de Matsumoto suena muy adormilada. Es divertido. Sonrío y les observo.
    -¡NO!
    Responde todos al unisonó.
    -Viejos brujos…
    Se queja en voz baja haciendo un puchero.
    Todos estallan en carcajadas, yo incluido. En ese momento, no sé porque, miro hacia donde esta Kyoya. Sigue tecleando muy rápido y, como si se hubiera dado cuenta, me mira. Yo me sonrojo y miro hacia mis manos, que están apoyadas en mis rodillas, como un niño pequeño.
    -¡Kyoya! ¿Terminaste?
    Grita Ai.
    -Si, aunque lo hubiera terminado antes si no hubieras estado hablando tan alto.
    -Yo no hablo alto.
    Ai pone los brazos en jarra y frunce el ceño.
    -Hablas alto.
    Acusa Kyoya mientras se levanta de su silla y coge su portátil, y con paso vacilante, camina hacia nosotros.
    -Me alegro de verte, Misaki. Cuando fui al hospital aun estabas dormido, pero a los cinco días despertaste. ¡Un verdadero milagro!
    -Anda, ¿Cuándo fuiste tú al hospital?
    Ladea la cabeza Ai, mientras suelta esa pregunta, con su voz de terciopelo.
    -Cuando fui a verte, tonta.
    Ai se sonroja y se cruza de brazos.
    Seguimos hablando un rato más y me da mí en la nariz, que ya va siendo hora de irme. No se cuanto llevo, pero seguro que mucho.
    -Bueno, me tengo que ir. Usami, me esta esperando.
    Todos me miran y Ai me sonríe.
    -Bien, solo una cosa más: Llámale`` Usagi´´. Le va a encantar.
    Sus ojos brillan.
    -De-De acuerdo.
    Tartamudeo.
    Que apodo más raro. Incluso para un dios griego. Me despido de todos y salgo. Me dirijo al ascensor, cuando un hombre alto, de cabello avellana y ojos lilas muy claritos, se me cruza.
    -¿Misaki?
    Él me mira con verdadero asombro.
    -Disculpe, ¿le conozco?
    -Soy yo, Kyo Ijuuin.
    -¿Quién?
    Le miro de arriba abajo. ¡Estoy rodeado de dioses griegos! Es… Vaya, no es como el albino, pero tiene su punto.
    -Ah, es verdad. Te golpeaste la cabeza.
    Pero veo un brillo muy juguetón en sus ojos.
    -¿Baja?
    -Claro.
    Se sube, conmigo, en el ascensor y las puertas se cierran. Me muerdo el labio. Es muy guapo. Hace tiempo que se que soy homosexual, pero… Tener a la tentación a tu lado… Es como darle a un cocodrilo un mono, amordazado y envuelto en salsa de barbacoa; no esperéis que no se lo coma.
    -¿Misaki?
    -Si…
    Me saca de mis pensamientos.
    -Me alegro de verte. Espero que algún día volvamos a encontrarnos, ¿una cita tal vez?
    -No se. Puede…
    Le medio respondo con una voz suave y llena de promesas. ¿Pero qué me pasa? Esto es lo que siento cuando estoy con el albino, y al mismo tiempo, es diferente.
    -¿De verdad?
    -Si, claro.
    -Bien.
    El ascensor se detiene en la tercera planta.
    -Yo me bajo aquí.
    Sale del ascensor y me mira con ojos centelleantes.
    -Ha sido un placer, Misaki.
    -Kyo.
    Y las puertas del ascensor se cierran.


    Capítulo 3:


    Sale del ascensor y me mira con ojos centelleantes.
    -Ha sido un placer, Misaki.
    -Kyo.
    Y las puertas del ascensor se cierran.

    Llego a mi planta y me bajo. Saco mi teléfono rojo, que me dio Usami, no, quiero decir, Usagi. Que nombre… Pfff…. Miro la hora y ya pasan de las cinco y media.
    -¿Qué es tan gracioso?
    Me doy la vuelta y ahí esta, tan guapo como siempre.
    -Nada, Usagi.
    Le miro con los mismos ojos centellantes e insinuadores, con los que mire a Kyo. ¡Dios! Me ha dejado caliente. Tengo las mejillas rojas, seguro.
    -¿Tienes fiebre?
    ¡Lo sabía! Con paso firme se acerca. Con su mano, me toca la frente y su mano fría, me baja de las nubes.
    -No, es que en el ascensor hacia mucho calor.
    -Ah, bueno. Vámonos.
    Como un perro faldero, le sigo. Las grandes puertas de cristal se abren y el fresco día de verano, golpea en mi cara. ¡Menos mal! ¡Lo necesitaba!
    -¡Venga!-
    Me grita Usagi. Pfffff…. Vuelvo a sonreír.

    relatalia-separador-01

    Llegamos a su casa y la verdad, me sorprendo de lo grande que es. ¿Y yo limpio TODO esto? Imposible.
    -Bueno, tu habitación es esa.
    Me señala la un, dos, tres… ¡Quinta! Quinta puerta, contando desde las escaleras.
    -Voy a estar en el estudio de allí.
    Me señala una puerta que esta abierta. Bien creo que podre recordarlo.
    -Mi cuarto es ese.
    Deja su chaqueta en el sillón y me señala la puerta que esta entre las escaleras.
    -Bien, si no te importa, voy a mi cuarto.
    Camino hacia las escaleras y mientras él sube por las otras escaleras, yo subo a mi cuarto.
    Es un cuarto normalito, sin nada raro. Una mesa de estudio, una cama y una gran ventana por donde entra la luz del precioso día. Bueno, no tengo nada que hacer. Ya se. Voy a investigar un poco. Esta casa es grande. Seguro que me pierdo y todo.
    Para empezar el cuarto de Usagi. Bueno, ya no me río tanto como antes.
    Camino hacia la puerta de mi cuarto y la abro. Miro para ver si no hay nadie. ¡Bien! Salgo y camino con mucho cuidado, con el cuidado de un ninja. Me detengo delante de su puerta. Un montón de imágenes me vienen como una flecha. No puedo ver ninguna bien, pero me centro en una. Usagi me abraza y me esta besando con pasión.
    Con dedos temblorosos abro la puerta y me sorprendo. Es un cuarto grande, pero se ve pequeño pues esta abarrotado de juguetes, banderines y peluches. En el centro de la misma, hay una gran cama de sabanas blancas y encima de la cama una gran ventana, pero esta camuflada. Entro tambaleándome. Paso mis dedos por los banderines que cuelgan de los abarrotados muebles y estanterías. Me fijo en la cama y me siento. Me acuesto y siento algo puntiagudo golpear mi cabeza.
    -¡Ay!
    Me quejo en voz alta.
    Saco de debajo de las almohadas un álbum. Es azul y con letras blancas pone ``memories´´. Abro la portada y veo una foto nuestra. Usagi y yo estamos be-besandonos. Yo estoy sujetando una botella de vino blanco y él lleva un sombrero pequeño rojo con lentejuelas. Vaya estamos muy enamorados, ¿no? Es una pena no poder acordarme de nada. Suspiro.
    -Misaki, ¿Qué haces?
    Me doy la vuelta y veo a Usagi parado en la puerta. Lleva la camisa por fuera del pantalón y los dos botones del principio desabrochados.
    -Estoy…- me aclaro la garganta.- Estoy investigando.
    Sonrío y me muerdo el labio. Agacho la cabeza. Entra en la habitación.
    -¿Investigando en mi cuarto?
    Levanto la vista y le veo. Sin duda es un dios griego.
    -Perdón. Tenia que saciar mi curiosidad.
    Y enseguida me maldigo a mi mismo por haber dicho eso. No puedo decir eso. Bueno, no creo que le encuentre el doble sentido.
    -¿Y las has saciado?
    Entorna los ojos y veo como sus ojos violetas se vuelven más oscuros.
    -No, ahora tengo más dudas.
    Se sienta y me mira con ojos centelleantes.
    -Bien, pues pregunta.
    -¿Nosotros… estamos juntos?
    -Vaya, directo al grano.
    Mira hacia el frente y luego me vuelve a mirar.- Pues… Si, estamos juntos.
    -¿Cuánto llevamos juntos?
    -Pues… casi seis años.
    -¿Seis años?
    -Si…- sus ojos se clavan en mi y le sonrío.
    -Es mucho tiempo. ¿Qué dijo mi hermano de todo esto?
    -Tu hermano.- se aclara la garganta. Se pone recto y parece más alto.- Pues el no sabía nada hasta hace poco.
    Me responde muy nervioso.
    -¿Hace poco? ¿Cuándo lo supo?
    -Hace unas semanas, más o menos.- me mira nervioso.
    -Hace unas semanas… Pero, entonces… ¿él no sabía que estábamos saliendo hasta el accidente?-
    No puede ser. Hemos estado saliendo y mi hermano no lo sabía. Menudo Romeo…
    -Exacto. Bueno, ¿ya he saciado tu curiosidad?
    Me sonríe y veo sus dientes perfectos y blancos.
    -Si. Gracias.
    -Por cierto, ¿encontraste tu despacho?-
    Me mira y yo le sonrío.- ¿Vas a ir a trabajar?
    -Si, me gustaría. No encontré mi despacho pero si a mi equipo de marketing. Pero sabes… Me encontré con alguien cuando volvía.- hago una pausa.- Se llama Kyo Ijuuin. No se quien es, pero cuando le vi sentí….
    Creo que eso mejor me lo guardo. Y ni decir ya de esa propuesta indecente. Sus ojos echan chispas, por poco me mata. Si sus ojos fueran metralletas, estaría echo un queso.
    -Con Ijuuin. ¿Y que te ha dicho?
    Se acerca a mí y me mira de arriba abajo.
    -Nada, solo me ha dicho que se alegraba de verme.
    Bajo la vista y me miro las manos.
    -Nunca se te ha dado bien mentir, Misaki. ¿Qué te ha dicho?
    -Bueno, no es lo que me ha dicho, si no lo que le he dicho yo.
    Confieso con mucha pena.
    -Bien.
    Mira hacia delante. Esta enfadado.
    -¿Y qué le has dicho?
    -Puede que me haya insinuado.
    Busco sus ojos y cuando los encuentro, no muestran nada. ¡Dios, que miedo!
    -Bien, no me voy a enfadar. Después de todo tu no sabías que estábamos juntos.
    -No, pero tenía mis dudas.
    -¿A si?
    -Si…
    Me muerdo el labio y se lleva las manos a la cabeza. Se pasa las manos por el pelo y me regresa a ver. Sacude la cabeza y me vuelve a mirar.
    -¿Y aun así lo hiciste?
    -Si…
    Por favor, que no se enfade. Se levanta y me mira con esos ojos violetas y centelleantes. Suspiro y me levanto, para estar en las mismas.
    -¿Por qué? Solo dime por qué.
    -No lo sé. Mi cabeza me decía que no lo hiciera. Que no le conocía, pero mi cuerpo me pedía a gritos que lo hiciera. Que me iba a gustar. Lo siento.
    Usagi me mira y me sonríe. Pero es una sonrisa burlona y sus ojos me demuestran que esta sumamente cabreado.
    -¿Gustar? Sin duda no has cambiado… Te encanta provocarme.
    Me mira y camina de un lado a otro como un león enjaulado. Raudo como un lince se me acerca y me envuelve la cara entre sus manos.
    -Te encanta.
    Me mira a los ojos.
    -¿A si?
    Le susurro.
    -Si…
    Me acaricia, con las yemas, las mejillas.
    -¿Y qué vas ha hacer?
    No me responde. Con fervor, me besa y me empuja a la cama. Cae encima de mí y me besa con tanta pasión que me roba el aliento. Se separa de mi y me acaricia las mejillas.
    -Lo siento. No debería hacer esto. Tu… Yo…
    -Estamos saliendo, no pasa nada. La doctora dijo que debía recuperar mi vida cotidiana, ¿no?-se ríe y me da un casto beso en los labios.
    -Si, pero aun debe dolerte todo el cuerpo.- me río y le rodeo el cuello con los brazos.
    -No tanto. Llevo descansando mucho tiempo. Ahora quiero que me vuelva a doler todo el cuerpo.- me muerdo el labio y él pone sus manos en mi cintura.
    -Te amo, Misaki.- y me besa. Hundo mis dedos en su cabello y hago mas profundo el beso. Me suelta y gimo suavemente. Con su pierna me roza la entrepierna. ¡Por dios!
    -Usagi…- le susurro suavemente. Me abraza muy fuerte.


    Bueno, mis amores, lo prometido es deuda. Siento mucho el retraso pero juro que de ahora en adelante cumplire con lo que prometo. Por ahora, subire los fines de semana. No olviden comentar, si algo no les gusto, y compartalón con sus amigos, eso siempre me ayuda ;) ¡Les amo!
     
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