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.Ficha MissMuffy SPOILER (click to view)Nombre: Shen Li ho
Edad: 23 años.
Ocupación: Trabajador del estado en un orfanato.
Nacionalidad: China.
Sexualidad: Indefinida.
Uke/Doncel
Personalidad:
Es una persona que no se rige a las normas de la sociedad, Shen tiene un comportamiento cuestionable desde la mayoría de los ángulos así como un nulo sentido a la hora de clasificar las cosas como incorrectas o malas. Carece completamente de remordimientos, puede hacer las acciones más repulsivas para un ser humano normal y no perder el sueño, una larga lista de ataques e intentos homicidas (así como concretos) rellena su hoja personal. Es una persona cruel y violenta, incapaz de sentir empatía por los demás o socializar de una forma normal.
Conversar con él siendo una persona susceptible e influenciable es de masoquista, se necesita tener cierta tolerancia y “estómago” para mantener una charla de más de cinco minutos con el chico. Tener una amistad es más complicado aún, casi imposible. Tanto por su desapego emocional con lo que hay a su alrededor como por la persona tan podrida que es dentro. No muestra misericordia ni con su hijo ni con los demás niños del orfanato.
El amor es impensable, eso no solo no existe en su realidad de mundo si no que en su cerebro no está sentir esa clase de reacción por ninguna clase de ser viviente, ni por él mismo.
Historia:
Su camino torcido y personalidad de basura fue causada en su tierna infancia, a los tres años. El abuso que recibió por parte de su padre biológico desencadenó el trastorno de vinculación reactiva. A pesar de que fue removido de ese hogar por el servicio social y colocado con unos amorosos padres, él no olvidó su abuso, el daño era muy severo. Desde una corta edad Shen era un niño solitario, violento, con conductas desalmadas. Mostraba crueldad con los animales, un evento que causó el pánico en el kidergarden al que asistía fue cuando encontró un nido de ave. Tomó a los pichones y les quebró el cuello, sus compañeros comenzaron a llorar. Su violencia e ira no iba solo contra los pobres indefensos animales, sus compañeros, hermanastro no se libraron.
En repetidas ocasiones fue encontrado ahorcando a algún niño, golpeando la cabeza de los más pequeños con piedras y enterrando alfileres en su hermanastro. El temor llegó a tal en sus padres que por la noche encerraban a Shen con seguro en la habitación. El menor asistió a terapia con distintos especialistas, expresaba ampliamente su deseo de matar a quien estaba cerca de él. Cansados de la dificultad que representaba Shen, sus padres adoptivos le devolvieron al estado, el niño fue reubicado en un centro a convivir con otros pequeños que sufrieron abuso como él.
La terapia negligente que recibió en esa instalación pública no ayudó, Shen creció sin abandonar su rabia y resentimiento con el mundo.
A los dieciocho años dio a luz a un niño con síndrome de Down, el padre es desconocido, lo que uno se preguntaría es porque no lo abortó. No dio motivos, solo expresó su deseo por dar a luz a un engendro, se decepcionó cuando vio que su hijo nació como un retrasado.
En su lugar de trabajo no tiene problema en dejar a los bebés llorar y morir de hambre, así como golpear a los insistentes y a su propio hijo. Trabaja en uno de los orfanatos estatales más pobres de China y rudimentario, todavía con las “habitaciones de la muerte” funcionando.
Apariencia:
Su hijo
Extras:
-Fue forzado a tomar el trabajo en el orfanato por el Estado al graduarse como enfermero.
-Es el creador de una página en la Deep Web con fotos de cadáveres de niños y demás abusos.
-Ha vendido una gran cantidad de pequeños al mercado negro.
-Ha recibido palizas de personas que se enteran de sus crueldades.
Ficha DelPacificoSPOILER (click to view)Nombres:
Cain.
Apellidos:
Le Brun.
Nacionalidad:
Francesa || Canadiense.
Edad:
Treinta y dos años
Orientación Sexual:
Pansexual.
Ocupación:
Forense.
Posición:
Versátil.
Descripción Psicológica:
"Sombrío" es una palabra recurrente para describirlo. Desde la niñez a la juventud ha demostrado ser una persona introvertida. Rechaza cualquier plática que considere como banal, despreciando cualquier charla con aquellos que lo rodean. El tono de voz que emplea es cansino, reflejando que la sola acción de hablar le es tediosa. No es la clase de persona que siembra con esmero sus relaciones interpersonales, por lo general está muy atrapado en su trabajo. Su nivel de atención es mínimo si no está relacionado con su oficio, con suerte se pueden obtener dos palabras de él. Suele expresarse de forma directa, sin medir las consecuencias, por lo tanto es muy malo leyendo ambientes. Generalmente debe ser corregido por algún superior que conozca su carácter o su propio hijo debe ofrecer disculpas en su nombre.
Sin embargo, sus ojos con ojeras pronunciadas bajo ellos, muestran cierto brillo cuando se trata biología. Es apasionado hasta rayar lo enfermizo por el cuerpo humano. Los momentos en que un nuevo cuerpo aparece en su laboratorio son de "alegría" y una sonrisa feliz se cruza por su rostro, algo que podría ser considerado como "tétrico". Su naturaleza lo hace ser bastante curioso, aún si esto no se trata de biología, ha llegado a extremos de faltar a su trabajo en ocasiones por observar un documental que juzga como interesante.
Historia:
Nació en una familia con una larga tradición de doctores. Desde la niñez le han negado cariño, pues todos mantenían vidas muy ocupadas, de ahí surge su problema para relacionarse con las personas. A los seis años su curiosidad por la biología inicio, y a esa edad ya se encontraba disecando con emoción animales, los cuales guardaba en tubos en su habitación. Si no se encontraba cazando animales, se hallaba leyendo libros referentes a la medicina. Cuando cumplió diez desarrolló la manía de cortar sus brazos superficialmente, en un principio porque deseaba conocer la sensación de su bisturí cuando cortaba carne humana, más tarde se convirtió en una costumbre para fijarse en el filo de sus herramientas antes de diseccionar, cosa que se ha extendido a sus piernas. Al entrar en la juventud su hermano, mayor por unos cuantos años, murió. Desde ese momento en más le ha interesado la muerte más que la vida, y renunció a su ideal de convertirse en un doctor.
Pasaba tiempo leyendo libros relacionados con disecciones en humanos, cayendo en la rama de experimentos humanos, e incluso necromancia. La muerte le había fascinado, y se encontró deseando poner sus manos en un cuerpo real. Con los años terminó estudiando aquello que tanto le apasionaba. Fue en su primer año trabajando y ejerciendo su oficio que conoció a una mujer, de la cual si bien no se enamoró, la encontró fascinante, una mujer dotada de una inteligencia inigualable en el campo de la medicina. No se casaron formalmente y tras tres meses de relación ella quedó embarazada. Después de un año de que tuviera a su hijo, ella murió en un accidente, y fue él mismo quien se encargó de su autopsia, descubriendo que ella realmente era interesante, incluso por dentro.
Un mes luego de su muerte decidió partir de Canadá hasta Europa a trabajar, y ahí conoció a un hombre de ascendencia china quien le ofreció un empleo en su país. Terminó aceptando sin dudarlo debido a que nunca ha estado verdaderamente atado a nada en su vida. Lleva dos años viviendo en el país con su hijo de diez años.
Datos Anexos:
Aún conserva la costumbre de cortar sus brazos con las herramientas de trabajo.
El nombre de su hijo es "Abel", y fue elegido por su difunta esposa como broma de mal gusto.
Tiene problemas para recordar nombres.
Le gusta leer sobre rituales que estén ligados a resucitar a los muertos.
Apariencia:
Su hijo:
Es un día lluvioso. En ese momento, con el vehículo resguardándolo del agua, experimenta un sentimiento parecido a la tristeza, una desgarradora y profunda tristeza. Aún cuando en el baúl del automóvil guarda frascos con sus disecciones, no son suficientes. Sus más preciadas, y exóticas pertenencias, se encuentran en su propiedad, la misma en la cual no tiene permitido aproximarse hasta dentro de un mes más. Ahoga sus penas en ópera, la misma canción que produce una creciente irritación en su primogénito. Su hijo no comprende el nivel de devastación que aquella dolorosa pérdida le supone. Algunas de esas disecciones estaban destinadas a ser unidas a un cuerpo nuevo, para que así él logre por fin probar uno de los rituales de la necromancia. Lo ha estado esperando por meses, con extrema ansiedad, por lo tanto no puede evitar sentir la árida desazón. Infame destino.
Detiene el automóvil, aparcándolo en el sitio correspondiente. Ha conseguido el departamento con rapidez gracias a los beneficios que trae consigo el internet. No es muy dado a manejar la tecnología, sin embargo le ha ido bien. Baja del vehículo y va hasta el baúl tomando los frascos, decidiendo que su equipaje no es lo suficientemente importante para reparar en él. — Aaaabel, ayúdame.. la Sra. Constance no tolera la lluvia. — dice en un tono bajo, y aún así audible. Su hijo, con expresión de verdadera fatiga, se aproxima hasta su progenitor tomando el frasco que contiene el cadáver de una de las tantas ardillas disecadas de su padre. Espera, realmente espera, no verse en la obligación de actuar como intermediario, de nuevo, con los vecinos. Las costumbres de su progenitor son incomprensibles para la mayoría de las personas normales, y él para evitar una posible denuncia por el excéntrico comportamiento, debe explicar que esas disecciones son parte de su trabajo como médico. Lo cual es una absoluta y vil mentira.
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Si había algo peor que trabajar en ese apestoso y estresante lugar, era hacerlo con lluvia. Los niños se amontonaban y aburrían el doble, los pequeños truenos provocaban chillidos en los más nerviosos. Con fastidio y sin delicadeza alguna, Shen terminó de sujetar a la silla a la pequeña niña de tan solo seis años. Al ser demasiados niños para evitarse fatiga los pocos trabajadores utilizaban las sillas de madera con correas y un agujero en la sentadera para que hicieran sus necesidades en los cubos de aluminio colocados. Por eso el olor. Sujetó con fuerza las pequeñas y frágiles muñecas de la niña, le provocó el llanto.
Pero eso no le importaba, ahora tenía que tomar los cubos llenos de orina y heces y vaciarlos en el basurero. Con guantes y repulsión realizó esta tarea. Su hijo que rondaba por los pasillos lo tenía sin cuidado, si se lanzaba por las escaleras o algún niño decidía descargar su rabia contra él era irrelevante. Al volver con los cubos vacíos se detuvo frente a la silla con la pequeña llorando. Arrugó la nariz en una mueca de desprecio y dejó ir un golpe seco contra esta, el aluminio contra el cráneo de la pequeña produjo un estruendo en los pasillos. Ella cayó, embobada y en pánico. Shen colocó los cubos y siguió con las otras tareas.
Bañar a los bebés, era otra de esas labores tediosas que detestaba. Sacaba a los pequeños de las cunas sin el menor cuidado, los sumergía en la cubeta con agua fría y los restregaba con fuerza. La tierna piel de infantes quedaba enrojecida. Para secarlos era igual de brusco. Sin embargo el primer bebé tenía suerte, a ese le tocaba el agua limpia, el resto era sumergido en la oscura agua llena de las suciedades de los otros.
Al terminar estas labores revisaba las salas, los niños le temían por lo que estos se escondían. Los nuevos eran los únicos que inocentemente se acercaban a él. Que monótono resultaba.
Al terminar su turno, tomaba de la muñeca a su hijo y lo llevaba al apartamento donde vivían. El orfanato se encontraba en la parte marginal de una de las ciudades más ricas de China, escondido detrás de los rascacielos. Salió de este y abrió el paraguas, su residencia no era muy buena tampoco pero era mejor que ese mugroso edificio.
No le molestó que su hijo se mojara o se cayera, le arrastró hasta llegar al apartamento. En la entrada se refugiaron bajo el techo, cerró el paraguas, lo sacudió y se limpió los zapatos y se dispuso a entrar, el espectáculo del nuevo residente no pasó desapercibido para sus muertos ojos. Lo observó, los frascos con animales eran... eran sin duda agradables. Se detuvo, su hijo también, el pequeño se atrevió a jalar la manga de su camisa y pedirle comida, le miró con rencor.
"Más tarde" contestó, únicamente porque la casera estaba mirando, luego de daría alguna mierda de comer al engendro. Al estar lo suficientemente cerca del doctor estiró su mano y rozó la superficie del cristal con su dedo.
-- Hermoso --Exclamó con aquella lúgubre voz. Su hijo no pensaba lo mismo.-- ¿Sólo animales? --Cuestionó al ajeno, ignorando la manía de este por gritarle a quien parecía su hijo que salvara el resto de los ejemplares.. -
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Mientras Abel sostiene a su amada Constance intenta tomar el frasco que contiene la serpiente que planeaba disecar ese día. Un bello espécimen que logró conseguir el día anterior de camino al trabajo. — Ya mata a esa cosa, padre. — espeta molesto Abel. Al ser el único cuerdo en ese sitio debe cargar con su propio y pesado equipaje, el que su progenitor sostenga una jaula de cristal con una serpiente viva le produce nervios. — Pero quiero observar los latidos de su corazón al abrirla. — sostiene con la voz apagada. Abel observa entonces al hombre que se ha acercado a ellos, naturalmente Cain está muy ocupado observando con una sonrisa a su nuevo espécimen, nuevamente le corresponde la tarea responder. — Sería una molestia cargar con cuerpos humanos fuera del trabajo. — sorpresivamente es su progenitor el que toma la palabra, contestando a la pregunta con ligera emoción. Abel a veces piensa que su padre funciona como ser humano, o algo remotamente parecido, cuando se trata de la biología.
— Padre es forense. — agrega el hijo. Ya se han generado múltiples malentendidos con respecto a la palabra "cuerpos" si viene de su excéntrico padre. Entonces resuena un timbre vago, es ópera y también el tono que ha elegido al mayor como alerta de trabajo. Le tiende la jaula a su hijo para contestar. — ¿Si?.. Oh.. ¿En serio?.. Si iré ahora mismo.. — y con esto dicho corta la llamada. Sonríe cual niño, sin lograr ocultar su emoción. — Abeeel~, me han pedido tratar con un suicida, dicen que su cuerpo está destrozado, ya quiero verlo~ nunca traté con uno de estos — dice aún sonriente. Recae en la presencia del otro par y modera su vocabulario, Abel le ha dicho que no debe verse tan feliz cuando una persona muere frente a otras personas.. -
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Con su mirada analizó vehemente a ese par. El hijo, un niño que cumplía con las características físicas que esperaba para el adefesio de hijo que tuvo, pero no por eso deja de ser un pequeño molesto, detesta a los niños. El padre, un hombre excéntrico y con un buen gusto, porque claro, la forma en que ese animal se ve en aquel frasco no era la más feliz. Aparte de que escuchar sus planes con la serpiente hubieran sido suficientes para provocarle una sonrisa, si no estuviera tan de mal humor ese día. Cerró levemente los ojos, la voz del contrario le pareció increíblemente agradable, muerta como la de él.-- Los cuerpos de un bebé no son pesados, incluso un feto podría llevarlo facílmente -Habló con un tono similar al contrario.
El cambio en el ajeno le sacó un poco de sí, fue un contraste rápido de emociones, pero le recordó a la satisfacción que él tenía cuando provocaba daño en los demás. Retrocedió un paso, fue interesante su profesión y el cuerpo que vería a continuación. "Destrozado..." repitió en su cabeza y una sonrisa fugaz se deslumbró en su rostro.
Me encantaría verlo -Expresó sin rodeos, claro que ver a un suicida sería divertido y educativo desde su punto de vista.- En fin, disfruté su tarde, señor -Cortés como un asiático hizo una pequeña reverencia, ya habría otra ocasión para conversar, él tenía su propia colección en casa.
Se dio media vuelta y volvió arrastrando a su hijo, Hao por los escalones hasta llegar a su residencia, calmo, sin realmente inmutarse por lo que había a su alrededor. Su tarde no resultó tan mala como creía.. -
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Una sonrisa minúscula aflora en los labios del forense al oír la solución del doncel, es pequeña pero está ahí. Raramente logra relacionarse con otros miembros de la sociedad. Ese hombre es distinto, lo intuye. Por otro lado su hijo no lo ve de ese modo, y oculta su cuerpo tras su padre. Existe una diferencia entre el que su progenitor sea un retorcido, y que ese desconocido lo sea, pues con certeza sabe que Cain jamás le haría daño. La situación empeora tan pronto esa persona apoya el comentario del forense. — Oh~ — musita con pena. No está acostumbrado a tanta formalidad debido a sus costumbres ligeramente occidentales, solo se limita a despedirse con su mano. — Vamos, Abel, llevemos a tus hermanos dentro. — apremia volviendo a su expresión usual. Entre ambos cogen el equipaje pertinente, partiendo hasta el edificio que les corresponde. El menor despotrica contra su padre, alegando que el sitio es una pocilga. Era un comportamiento normal considerando que vivían en un sector del centro rodeados de lujos. Sin embargo no le presta la debida atención pues una vez más se encuentra sumido en su mundo.
Le recuerda a su progenitor la llamada del trabajo, y este parece despertar un poco. La única forma de llamar remotamente su atención es involucrando algún animal o muerto. Lo ve coger sus instrumentos de trabajo dispuesto a marcharse sin decir nada. Sabe que volverá tarde, y por ello le solicita efectivo para encargarse de comprar artículos de limpieza y comida para ellos dos. — Abeel~ eres un buen chico, te pareces a mamá..~ — dijo antes de marcharse. Al salir el temporal lo recibe, mojándolo hasta los huesos, pero no podría importarle menos, esta tan ansioso por reconstruir el cadáver que no puede esperar.. -
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Abrió despacio la puerta de su residencia. Concordaba en que era una especie de pocilga ese edificio, pero era lo más que el sueldo de hambre del orfanato le permitía pagar, otro motivo para odiar ese lugar, lo único positivo es que lograba hacer a sus anchas lo que quería. Dejaron los zapatos húmedos en la entrada, al igual que puso la sombrilla a secar. Sacó una lata de comida procesada, la abrió y se la dio a su engendro, esa era su comida. El niño sabía que no debía quejarse o le iría peor. Shen se adentró en la casa, la decoración lúgubre del lugar combinaba a la perfección con él.
Tomó una ducha rápida para quitarse el olor a orina que le dejaba su lugar de trabajo. Cuando salió se encontró con la típica escena; su hijo comiendo como un animal.
-- ... ¿Qué te he dicho de comer así? Desagradable. --No había ningún indicio de cariño o gracia en su voz. Tomó el pañuelo sucio de la cocina y limpió bruscamente su boca, poco le importaba lastimarlo.
Luego se colocó frente al computador, revisar su página y contestar mensajes. Ese día habían llegado dos bebés nuevas, una enferma y la otra sana, esperaba venderla, la otra iría directo al cuarto mortuorio. Suspiró, en algún momento sintió que necesitaba algo distinto, ya no sentía la misma satisfacción de siempre.
Tarde de la noche salió de su apartamento al pasillo para fumar, el balcón de su departamento estaba en tan mal estado que poner un pie sobre eso era un acto terrorista. Su hijo se encontraba dormido sobre el frío suelo de la diminuta sala de estar.. -
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Abordó el vehículo, dedicándose a escuchar ópera durante todo el trayecto. Las reacciones del cuerpo humano eran fascinantes ciertamente. Bajo su pecho el corazón palpitaba descontrolado. ¿Era permitida tanta felicidad, acaso? En esos momentos se encontraba rozando el éxtasis con la punta de sus dedos. Aquel sentimiento no podría ser proporcionado por otro ser humano, vivo al menos no. Ni los actos carnales resultaban tan placenteros. Detuvo el automóvil, estacionándolo donde correspondía. Hundió las manos en los bolsillos de su abrigo, descendiendo de su móvil, hasta el edificio. El aroma a desinfectante inundó sus fosas nasales, haciendo de la ocasión algo verdaderamente excitante. Ingresa al laboratorio sin detenerse a saludar de manera correcta a sus colegas, limitándose a elevar una mano a modo saludo. Cierra la puerta tras él, quedando solo en su "oficina". No desea interrupciones por parte de nadie, prefiere mantener aquella reunión de dos personas, él y su nuevo amigo el suicida.
Abel vuelve luego de conseguir los recados a altas horas de la noche. Está acostumbrado a lidiar con los horarios de su progenitor por lo cual la cena debe retrasarse. Al subir las escaleras en el pasillo divisa al mismo hombre de la tarde. Avanza hasta donde está la puerta de su departamento, sin embargo antes de abrirla voltea a mirar a quien supone es su vecino. — ¿Desea pasar a cenar con nosotros? — pregunta cortés. Si bien el hombre en general no le da una muy buena sensación, es muy poco común que su padre entable conversación con otros seres humanos, animales muertos a parte. — Padre no tardará en aparecer, seguro que le fascinarían sus historias del trabajo.. -
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Estaba atento mirando el horizonte, o al menos lo que esos rascacielos le permitían ver. Shen no tenía paz ni un solo momento, ni siquiera en esos momentos se olvidaba de la ira y de la "gran mano" que poseía su progenitor. No se dio cuenta del momento en que el pequeño hijo de su vecino caminó por su lado, ni los livianos pasos de este en el hueco concreto le parecieron reales. Sin embargo, la vocecita del pequeño llamó su atención.
Al no ser uno de sus mejores momentos, la mirada de desprecio salió intencionalmente, directamente de su corazón. Pensó en lo que propuso... le resultaba terrible, una abominación de invitación... ¿Pero qué más iba hacer?
-- Mi engendro tiene hambre, lo traeré. --Llevaría al mocoso que había dado a luz para que lo alimentaran, no le importaba pero al menos así no molestaría cuando se despertara. Entró a su departamento, no le sorprendió que el niño estuviera con los ojos abiertos, se desvelaba. Le puso el abrigo y lo llevó al lado.
Hao hablaba un mandarín complicado, Shen no se molestaba en educarlo, todavía no le inscribió en la escuela, lo consideraba un desperdicio de dinero educar a un retrasado. Entró al departamento ajeno, igual de podrido que el suyo, pero la decoración de animales le fascinaba. Su hijo caminó en círculos.. -
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La mirada que recibe le cala hasta los huesos, sin embargo mantiene la compostura. Está habituado a las incómodas y largas miradas por parte de Cain. Le intrigó esa manera de referirse a su hijo, pero no preguntó nada al respecto. Al entrar dejó la puerta sin seguro, yendo a acomodar los ingredientes para preparar la cena. Cuando los vecinos abordaron su nuevo e improvisado hogar, fue a servirle una cerveza a su invitado, dejando el vaso tanto como la botella por si deseaba más. — Pueden ponerse cómodos mientras preparo la cena. — dijo con total confianza. Para él era mejor mantener buenas relaciones con sus vecinos que verse obligado a explicar cada falta social de su incomprendido progenitor. Empieza por lavar los ingredientes, está bastante habituado a sobrellevar las tareas domésticas. No asiste al instituto como otros niños, en vez de eso tiene clases en línea con una profesora Europea. Ladea el rostro notando al pequeño de su vecino, no duda en aproximarse hasta él. Quizá debido a que cuida a una especie de adulto muy despreocupado posee una infinita paciencia con los infantes. Lo conduce hasta una de las cajas, y ahí le enseña algunos juguetes de su pertenencia, aunque realmente no los usa lo suficiente, por lo tanto están como nuevos.
Una sonrisa aflora en sus labios cuando su obra está completa. Ha reconstruido en un ochenta por ciento al hombre suicida. Ha sido un desafío interesante. Ciertamente los cuerpos humanos son fascinantes. La causa de muerte es obvia, muerte por traumas varios en el cráneo, de no morir por la caída probablemente lo haría por las hemorragias internas. Retira los guantes de sus manos, desechándolos al bote de basura más cercano. Toda aquella felicidad que desbordaba ahora se convierte en una mirada aburrida. Por ese día no tiene más trabajo que hacer, eso lo decepciona. Antes de marcharse, toma uno de los frascos pequeños del armario destinado a su uso. Es un globo ocular que ha extraído del suicida. Si alguna cuestiona la falta del mismo negará diciendo que no lo tenía. Guarda el frasco en su bolsillo y nuevamente se encamina hasta su hogar.
Es una verdadera pena, piensa. Ese frasco se vería estupendo junto con una de las cabezas encogidas que ha conseguido. Un sabor amargo inunda su boca. Ah, esperaba que los encargados de la fumigación no le hicieran nada raro a su hermosa colección. Aborda su vehículo y con calma conduce hasta su hogar, aparcando frente al departamento. Es una suerte que nadie más posea un automóvil ahí. Baja, y camina hasta su domicilio balanceando el frasco entre sus dedos.. -
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Le sorprendió ver como el pequeño se hacía cargo del contrario, estaba a punto de decir que simplemente le diera un golpe o lo encerrara en alguna habitación. Apoyó el codo en la mesa y apoyó su mejilla en la palma contraria. Ah... no, no le provocó la más mínima sensación de amor ver a Hao emocionado con aquellos juguetes. Abrió la cerveza y bebió, amarga. No era fan de aquella bebida. Saboreó aquella sensación en su cavidad bucal.
El tiempo pasó antes de lo esperado, entre ver como aquel pequeño se encargaba de cocinar y de las labores domésticas con una elegancia que él nunca había tenido para ese tipo de trabajos. El padre del contrario entró por la puerta. No sabía como ese sujeto iba tomarse el hecho de que su hijo hubiera invitado a ellos como si nada.
Hao no se había despegado de la caja.. -
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Con gran satisfacción, debido a que ese día logró divertirse tanto gracias a su trabajo, atravesó el umbral de la puerta. Su mirada se cruzó con el mismo hombre de esa tarde, confundido por su presencia buscó la mirada de Abel, quien rápidamente le explicó que por esa noche eran sus invitados. La incomodaba la presencia de otras personas alrededor, de hecho le crispaba los nervios. Generalmente era su hijo quien le evitaba esa clase de contactos con otras personas para evitar dar explicaciones mayores. Dejó a un lado la chaqueta que le correspondía como miembro de la policía, entre ellos su placa. Le molestaba cargar con ese tipo de cosas, él realmente no estaba muy interesado en quien asesinaba a las personas. Recordó entonces que su vecino parecía encontrar tanto como él atractiva la idea de animales disecados y le enseñó el pequeño frasco que sostenía. — Tome tu sugerencia, aunque claro no es un feto~ — habló con la voz monocorde, dejando entrever solo una porción de la felicidad, o algo parecido, que le producía tener en sus manos un genuino globo ocular. El menor, no muy ajeno a la plática suspiró con pesadez. Acomodó los platos en la mesa sin solicitar la ayuda de Cain, este tenía manos diestras al contar con un bisturí, sin embargo solo se limitaba a su trabajo, y no deseaba perder la vajilla fina por un descuido de su torpe padre.
Luego de acomodar correctamente la mesa fue por el pequeño y lo sentó sobre sus piernas. Seguramente su padre entretenería al vecino con sus monólogos, así que él se encargaría del más pequeño. Improvisó un babero, colocando una servilleta larga para evitar que manchara sus prendas. Había notado que el chiquillo tenía problemas, por ello intentaba ser paciente a la hora de alimentarlo, incluso cocinó algo fácil de tragar especialmente para él.. -
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La expresión del ajeno no pasó desapercibida por la atenta mirada de Shen. Su presencia resultaba incómoda para él... se imaginaba que el hombre venía deseando espacio y tranquilidad ahora que se había divertido en grande en su trabajo. Una sonrisa sádica se cruzó en sus labios, adoraba arruinar las cosas a los demás, sin embargo esta sonrisa desapareció tan rápido como se formó en él. El ojo le resultó llamativo. Estiró sus manos y tomó el frasco. Lo agitó con delicadeza y sonrió al ver como provocaba que las pequeñas venas hilaran en ese líquido.
-- No sería difícil encontrar un feto... en mi trabajo hoy murieron dos bebés desnutridos, no son pesados. --En su voz no se reflejó ni un atisbo de remordimiento o tristeza. Tampoco vergüenza por la clase de situación en la que estaban, cenando.
Entregó el ojo de nuevo a su dueño y miró a Hao, que paciencia la del pequeño, él ya lo hubiera aventado al piso al ver como deja caer la comida de la boca.
-- Le da por ahogarse por la baba, es un engendro molesto --Limpió con el mismo pañuelo sucio las burbujas de saliva que estaba formando su hijo. Con repugnancia. Volvió con el ajeno.
-- Nadie examina los cuerpos en el orfanato. Pero ahí estan, se van a la basura. ¿No quisiera darles provecho?. -
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Raramente dedicó plena atención a su respuesta, terminando por esbozar una sonrisa leve. Nunca había diseccionado el cadáver de un niño o bebé, generalmente eran todos adultos, esa clase de casos eran muy raros. Siempre deseó conocer la sensación al pasar un bisturí sobre una carne tan tierna, debía ser puro éxtasis. Abel por otro lado ignoraba los comentarios, conocía vagamente el tratamiento que recibían los niños en los orfanatos, pero le revolvía el estómago el que lo hablaran de forma tan tranquila. Ese sujeto en definitiva era peor que su padre, simplemente no era seguro tratar con él. — Suena interesante~ — respondió. Dejó el frasco sobre uno de los estantes, y nuevamente fue hasta la mesa, ocupando su lugar a un lado de su agradable nuevo vecino y de Abel. Llevó con extrema facilidad los alimentos, comiendo tranquilamente pues gracias a su oficio escuchaba y veía cosas sorprendentes, podría decirse que era inmune a su forma de expresarse. — Iré a visitarte tan pronto pueda, espero no tener mucho trabajo, sería una pena que entraran en estado de descomposición. — comentó. Su hijo se levantó cargando al pequeño, notificando que iría a tomar un baño en conjunto con el más joven, agregando que no era una molestia para él, ya que le gustan los niños.
— Abel es un buen niño. — susurró por lo bajo, más para si mismo. Ladeó su rostro buscando la mirada de su invitado. — ¿Te interesa ayudarme con la disección de la serpiente? — cuestionó. Vertió el alcohol en su vaso, bebiendo casi todo el contenido después.. -
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Con el mismo estómago que el contrario, comenzó a ingerir los alimentos, a pesar de recordar las llagas en el cuerpo del bebé al pasar todo el tiempo acostado, o las infecciones que tenía la mayoría de los niños, nada de eso afectaba a su persona. Tranquilo masticó la comida, para él sería agradable que el niño permitiera que su hijo se ahogara en la bañera... pero sabía que eso nunca pasaría.
-- Aunque tarde, mañana habrán nuevos cadáveres y pasado mañana... y siempre. Puedo darle uno vivo, agonizando si lo prefiere -- Se refería a ellos como juguetes, muñecos sin vida para él o consideración. Sonrió fugazmente, a diferencia del contrario comió una porción pequeña y bebió de igual forma, lenta y escasamente.
-- Sería fascinante... --Exclamó aceptando su propuesta.
No le interesaba, era cierto que el niño de su vecino entraría en el cuadro de "bueno" pero para Shen todos eran molestos.-- Es un niño eficiente. --Fue su comentario, era preferible así que un retardado como su hijo.. -
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Los ofrecimientos realizados por el doncel eran gratos, sin embargo rechazó la última oferta negando con la cabeza. — Soy parte de la policía, si descubrieran algo de esa talla, perdería el empleo. — respondió. Una mueca de decepción cruzó por su rostro, los asuntos legales por lo general arruinaban su diversión. Recuerda haber enfrentado una demanda por obtener una mano del laboratorio de investigación cuando apenas era estudiante. — No quisiera perder a mis lindos cuerpos~ — y ciertamente los asesinatos en Asia eran más crueles que en Europa, gracias a ello podía tener una vista más interesante de la composición humana. Se incorpora abandonando la vajilla sucia, de todos modos Abel no le permite poner sus dedos sobre nada que considere como frágil. Le indica con una seña que lo siga hasta su habitación, y al encender las luces revela el estante con varios tubos de animales disecados, además de herramientas varias sobre una mesa de trabajos. Se aproxima hasta donde está la jaula de cristal saludando con fascinación a su ejemplar. — Una cobra egipcia. — murmura. Deja la jaula sobre la mesa despejada, yendo ahora por los guantes de látex, ofreciéndole un par al doncel. — La obtuve a través de una subasta, es altamente venenosa. — dice embelesado.
Acomoda sus mangas de la camisa a la altura de sus codos. Toma uno de los tantos bisturís de sus herramientas y pasa el filo en su antebrazo. La sensación de dolor le hipnotiza, es casi adictiva. Elimina los restos de sangre con sus labios antes de ir nuevamente a la serpiente. — ¿No es excitante pensar que con solo una mordida puede matarte..? — inquiere. Con la mano libre libera a la cobra, sosteniéndola desde la cabeza para evitar la mordida, restando importancia a como se enreda sobre su brazo. — Los humanos son tan frágiles~.
F I N D the A B S O L U T E D || D E V I L in the F L E S H621/tumblr_nosg6e4i641rtrbefo2_500.jpg" class="tmb"> Con MissMuffy. |
