Amor infinito

No tenia idea de que la universidad seria mucho mas que estudiar. Solo me deje llevar por que Kyousuke aparecio en mi vida, hizo que mi corazon y mi alma ya no fueran lo mismo.

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    Bueno, espero que les guste y digan sus opiniones. No se como quedo.
    Aviso: Puede que al principio sea una historia normal pero en el tercer capitulo saldra contenido para mayores. En el segundo veran mas drama (?) Seraa una historia muuuy larga
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    Amor infinito




    Capítulo 1

    Mi despertador está programado para sonar en cualquier momento. Me he pasado media noche despierto, dando vueltas, contando las líneas que separan los paneles del techo y repitiendo el horario del curso mentalmente. Hay gente que cuenta ovejitas; yo planifico. Mi mente nunca deja de planificar, y hoy, el día más importante de mis dieciocho años de vida, no es ninguna excepción.

    — ¡Tenma! —oigo gritar a mi madre desde el piso de abajo.

    Gruñendo para mis adentros, me obligo a salir de mi pequeña pero cómoda cama. Me tomo mí tiempo remetiendo las esquinas de las sábanas entre el colchón y la cabecera, porque ésta es la última mañana que esto formará parte de mi rutina habitual. A partir de hoy, este dormitorio ya no será mi hogar.

    — ¡Tenma! —grita de nuevo.

    — ¡Ya estoy levantado! —le contesto.

    El ruido de los armarios abriéndose y cerrándose en el piso inferior me indica que está tan asustada como yo. Tengo un nudo en el estómago y, mientras dejo caer el agua de la ducha, rezo para que la ansiedad que siento vaya disminuyendo conforme avanza el día. Toda mi vida ha consistido en una serie de tareas que me preparaban para este día, mi primer día en la universidad. Me he pasado los últimos años anticipando nervioso este momento. Me he pasado los fines de semana estudiando y preparándome para esto mientras mis amigos salían por ahí, bebían y hacían las típicas cosas que hacen los adolescentes para meterse en líos. Yo no era así. Yo era el chico que se pasaba las noches estudiando con las piernas cruzadas en el suelo del salón con mi madre, mientras ella marujeaba frente al canal de tele venta buscando nuevas maneras de mejorar su aspecto. El día que llegó mi carta de admisión a la TCU, la Universidad de Tokyo Central, sentí una emoción tremenda, y mi madre lloró durante horas, o eso me pareció. No puedo negar que me sentí orgulloso de que todo mi duro trabajo hubiese dado los frutos esperados. Me aceptaron en la única facultad a la que había enviado solicitud y, debido a nuestros bajos ingresos, me conceden las becas suficientes como para que los préstamos de estudios que tenga que pedir sean mínimos. Una vez consideré, por un momento, marcharme a una universidad fuera de Tokyo. Pero al ver que el color abandonaba el rostro de mi madre al comentárselo y la manera en la que se estuvo paseando por el salón durante casi una hora, acabé diciéndole que no me lo había planteado muy en serio. En cuanto me meto bajo la ducha, parte de la tensión desaparece de mis músculos agarrotados. Y ahí permanezco, bajo el agua caliente, intentando apaciguar mi mente, pero consiguiendo justo lo contrario, y me quedo tan absorta que cuando por fin me enjabono el cuerpo y la cabeza apenas queda agua caliente como para pasarme una cuchilla por las piernas de las rodillas para abajo.
    Mientras envuelvo con la toalla mi cuerpo mojado, mi madre grita mi nombre de nuevo. Sé que está de los nervios por mi primer día en la universidad, de modo que me armo de paciencia con ella, pero me tomo mi tiempo para secarme el pelo. Llevo meses planeando esto hasta el más mínimo detalle. Sólo uno de nosotros puede estar histérico, y tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de no ser yo. Me tiemblan las manos al ponerme un vestido y al subirme la cremallera. Me daba igual qué ponerme, pero mi madre insistió en que llevara esto. Por fin consigo abrochármela y saco mi suéter favorito del armario. Una vez vestido, me siento algo menos nervioso, hasta que advierto un pequeño desgarro en la manga del suéter. Lo tiro sobre la cama y deslizo los pies en los zapatos, consciente de que mi madre está más impaciente a cada segundo que pasa.
    Mi novio, Taiyou, llegará pronto para venir con nosotras. Es un año más joven que yo, pero pronto cumplirá los dieciocho. Es muy inteligente y saca todo sobresaliente, como yo. Estoy muy emocionado porque también está pensando en ir a estudiar a la TCU el año que viene. Ojalá fuera este año, porque no conozco a nadie allí, pero me ha prometido que vendrá a visitarme siempre que pueda. Sólo quiero que me toque una compañera o un compañero de habitación decente; es lo único que pido, y lo único que no he podido controlar en mi planificación.

    — ¡Tenmaaaa!

    —Mamá, ya bajo. ¡Por favor, deja de gritar mi nombre! —digo mientras bajo por la escalera.

    Taiyou está sentado a la mesa enfrente de mi madre, mirando la hora en su reloj de pulsera. El color azul de su polo combina con el azul claro de sus ojos, y lleva el pelo perfectamente peinado.
    — Hola, universitario —me saluda con una sonrisa perfecta y amplia mientras se pone de pie. Me abraza con fuerza y yo cierro la boca al percibir la excesiva cantidad de colonia que se ha echado. Sí, a veces se pasa un poco con eso.

    —Hola. —Le sonrío con la misma intensidad, intentando ocultar mi nerviosismo

    —Cielo, podemos esperar un par de minutos para que te peines —dice mi madre tranquilamente.

    Me acerco al espejo y asiento; tiene razón. Mi pelo tiene que estar presentable hoy, y, por supuesto, ella no ha dudado en recordármelo.

    —Voy a ir metiendo tus maletas en el coche —ofrece Taiyou abriendo la palma de la mano para que mi madre le dé las llaves.
    Me da un beso en la mejilla y desaparece de la habitación con el equipaje en la mano.
    Mi madre va detrás de él. Mi segundo intento de peinarme acaba con un resultado mejor que el primero. Luego me paso el rodillo quita pelusas por el vestido gris por última vez. Cuando salgo y me aproximo al coche, cargado con mis cosas, las mariposas de mi estómago empiezan a revolotear, y me alivia pensar que nos esperan dos horas de viaje para conseguir que desaparezcan. No tengo ni idea de cómo será la universidad, y de repente la pregunta que sigue dominando mis pensamientos es: « ¿Haré amigos allí?».
    Ojalá pudiera decir que el ambiente familiar del centro de Tokyo me ha relajado durante el trayecto, o que el sentido de la aventura ha ido apoderándose de mí a cada señal que indicaba que estábamos cada vez más cerca de Tokyo Central. Pero la verdad es que me he pasado el viaje planificando y obsesionándome. Ni siquiera estoy seguro de qué estaba diciendo Taiyou, pero sé que estaba intentando darme ánimos y emocionado por mí.

    — ¡Ya hemos llegado! — Chilla mi madre cuando cruzamos el arco que da acceso al campus.

    En la realidad, la universidad es igual de magnífica que en los folletos y en la página web, y me quedo impresionado al instante al ver los elegantes edificios de piedra.
    Cientos de personas, padres que se despiden de sus hijos con besos y abrazos, grupos de estudiantes de primer curso ataviados de los pies a la cabeza con el uniforme de la TCU, y unos cuantos rezagados perdidos y confundidos inundan el área. El tamaño del campus intimida, pero espero que al cabo de unas pocas semanas me sienta ya como en casa. Mi madre insiste en acompañarme a la charla de orientación para novatos. Consigue mantener una sonrisa en la cara durante las tres horas que dura la sesión, y Noah escucha con atención, igual que yo.
    —Me gustaría ver tu dormitorio antes de irnos — Dice mi madre cuando todo ha terminado — Quiero asegurarme de que todo está correcto.
    Observa el viejo edificio con una mirada de desaprobación. Tiene la costumbre de sacarle defectos a todo. Taiyou sonríe, para calmar el ambiente, y mi madre vuelve a animarse.

    — ¡No me puedo creer que estés en la facultad! Mi única hija, estudiante universitaria, viviendo por su cuenta. No me lo puedo creer — Gimotea mientras se da unos toquecitos con un pañuelo para secarse las lágrimas sin arruinarse el maquillaje. Taiyou nos sigue con mis maletas mientras recorremos el pasillo.

    —Es la B22..., estamos en el pasillo C —les digo. Por suerte, veo una «B» enorme pintada en la pared—. Es por aquí —señalo al tiempo que mi madre empieza a volverse hacia el lado contrario. Me alegro de haber traído sólo unas cuantas prendas de ropa, una manta y algunos de mis libros favoritos. Así, Taiyou no tiene que cargar demasiado y yo no tendré mucho que sacar.

    —B22 —resopla mi madre.

    Sus tacones son extremadamente altos para todo lo que estamos andando. Al final del largo pasillo, introduzco la llave en la vieja puerta de madera y, cuando ésta se abre, mi madre sofoca un grito de espanto. La habitación no es muy grande, hay dos camas minúsculas, un armario, una pequeña cómoda y dos escritorios. Al cabo de un instante, mi mirada se desvía hacia el origen de su sorpresa: un lado del cuarto está repleto de pósteres de bandas de música de las que ni siquiera he oído hablar, y los rostros y los cuerpos que se muestran en ellos están cubiertos de piercings y tatuajes. Además, hay un chico tumbado en la cama. Tiene el pelo naranjo, y un mechón de pelo le tapa un ojo.
    —Eh —dice sonriendo. Para mi sorpresa, encuentro su sonrisa bastante fascinante

    Se incorpora apoyándose sobre los codos, de manera que su pecho queda completamente desnudo porque le camisa le queda ancha, y le doy un golpecito a Taiyou en el pie cuando sus ojos se centran en ellos.

    —Eh... Yo soy Matsukaze Tenma pero preferiría que me llamaras Tenma en vez de mi apellido —respondo olvidando todos mis modales.

    —Hola, soy Furetsu. Furetsu Hayami encantado de conocerte. Bienvenida a la WCU, donde las habitaciones son pequeñas pero las fiestas son enormes.

    La sonrisa del chico se intensifica. Inclina la cabeza hacia atrás, riendo, hasta que asimila las tres expresiones de horror que tiene delante. Mi madre está tan boquiabierta que la mandíbula inferior casi le roza la moqueta, y Taiyou se revuelve nervioso. Entonces, Furetsu se acerca, acortando el espacio que nos separa, y me rodea con sus delgados brazos. Me quedo paralizada por un instante, sorprendida ante su afecto, pero le devuelvo el amable gesto. Oigo unos golpes en la puerta justo cuando Noah deja caer mi equipaje al suelo, y no puedo evitar esperar que esto sea una especie de broma.

    — ¡Pasad! —grita mi nueva compañera de habitación.

    La puerta se abre y dos chicos entran antes de que ella termine de invitarlos. Por la expresión de angustia que refleja el rostro de mi madre, veo que sus pensamientos van en la misma dirección que los míos. Parece que la pobre mujer vaya a desmayarse de un momento a otro.
    —Eh, ¿eres la compañera de Furetsu? —pregunta uno de los chicos. Tiene el pelo azul, sus ojos son ámbares.

    —Eh..., sí. Me llamo Matsukaze Tenma. Llámame Tenma —consigo articular.

    —Yo soy Tsurugi Yuuichi. Relájate —añade él con una sonrisa al tiempo que alarga el brazo para tocarme el hombro—. Esto te va a encantar. —Su expresión es cálida y amistosa.

    —Estoy listo, chicos —dice Furetsu mientras coge un bolso negro y pesado de la cama. Desvío la mirada hacia el chico alto y de pelo azul y ojos ámbares al igual que Yuuichi. Seguro son hermanos pero no parecen ser cercanos. Está apoyado contra la pared. Lleva otro en el labio. Desciendo la vista hacia su camiseta roja y hacia sus brazos, también tatuados. No tiene ni un centímetro de piel sin decorar. Usa cadenas y es pálido. A diferencia de los tatuajes de Furetsu y Yuuichi que no mencione que tenían porque me acabo de fijar, los suyos parecen ser todos en tonos negros, grises y blancos. Es alto y delgado, y sé que debo de estar mirándolo de una manera bastante grosera, pero no puedo apartar los ojos de él. Espero que se presente como han hecho sus amigos; no obstante, permanece callado. Pone los ojos en blanco con fastidio y se saca el móvil del bolsillo de sus estrechos pantalones morados. Definitivamente no es tan simpático como Furetsu o Yuuichi. Pero me llama más la atención. Tiene algo que hace que me cueste apartar la vista de su rostro. Apenas soy consciente de que Taiyou me está observando, hasta que por fin aparto la mirada y finjo que lo miraba porque me había quedado pasmado. Porque lo hacía por eso, ¿no?

    —Nos vemos, Tenma —dice Yuuichi, y los tres salen de la habitación.

    Dejo escapar un largo suspiro. Decir que los últimos minutos han sido incómodos es quedarse corto.

    — ¡Pediremos que te cambien de cuarto! —ruge mi madre en cuanto la puerta se cierra.

    —No, no puede ser —suspiro—. No pasa nada, mamá. —Hago todo lo que puedo por ocultar mi nerviosismo. No sé si funcionará, pero lo último que necesito es que la controladora de mi madre me monte una escena el primer día de universidad—. Seguro que no pasa mucho tiempo por aquí de todos modos —digo en un intento de convencerla, a ella y a mí mismo.

    —De eso, nada. Vamos a pedir el cambio ahora mismo. —Su impoluto aspecto contrasta con la furia que refleja su rostro todos sus rizos se mantienen perfectamente intactos—. No vas a compartir habitación con alguien que deja que entren los hombres de esa manera, ¡y menos con esas pintas!

    Me quedo mirando sus ojos grises, y después miro a Taiyou.

    —Mamá, por favor, esperemos a ver qué pasa. Por favor —le ruego.

    No quiero ni imaginarme el jaleo que se armaría al intentar cambiarme de habitación en el último minuto. Y lo humillante que sería. Mi madre echa un vistazo al cuarto de nuevo. Observa la decoración del lado de Furetsu y resopla de manera teatral.

    —Está bien —dice a regañadientes para mi sorpresa—. Pero tú y yo vamos a tener una pequeña charla antes de que me marche.

    Una hora después, tras las advertencias de mi madre sobre los peligros de las fiestas y los estudiantes masculinos (usando un lenguaje que tanto a Taiyou como a mí nos ha resultado bastante incómodo oír de su boca), por fin se dispone a marcharse. Como de costumbre, me da un abrazo rápido y un beso, sale del cuarto e informa a Taiyou de que lo esperará en el coche.

    —Echaré de menos tenerte por ahí todos los días —me dice él con ternura, y me estrecha entre sus brazos.

    Inhalo su colonia, la que le regalé dos Navidades seguidas, y suspiro. Parte de su intensa esencia se ha evaporado, y entonces me doy cuenta de que echaré de menos esa fragancia y la seguridad y la familiaridad que me transmite, por mucho que me haya quejado de ella.

    —Yo también te echaré de menos, pero hablaremos todos los días —le prometo, y aprieto los brazos alrededor de su torso y entierro la cabeza en su cuello—. Ojalá empezaras aquí este año también.

    Taiyou mide sólo unos centímetros más que yo, pero me gusta que no sea mucho más alto. Mi madre solía bromear conmigo cuando era pequeña y decía que un hombre crece dos centímetros por cada mentira que dice. Mi padre era bastante alto, de modo que no voy a poner en duda su lógica.
    Taiyou acaricia mis labios con los suyos..., y entonces oigo el claxon del coche en el aparcamiento. Mi novio se ríe y se aparta de mí.

    —Tu madre es muy persistente. —Me da un beso en la mejilla y se apresura a salir por la puerta mientras grita—: ¡Te llamo esta noche!
    Una vez solo, pienso en su presurosa salida durante un instante y empiezo a deshacer las maletas. Poco después, la mitad de mi ropa está perfectamente doblada y guardada en un cajón de la pequeña cómoda; el resto está colgada en el armario. Hago una mueca de dolor al ver la cantidad de prendas de cuero y de estampado animal que llenan el de mi compañero. Aun así, la curiosidad se apodera de mí y me sorprendo pasando el dedo por un vestido confeccionado con una especie de metal y por otro cuyo tejido es tan fino que es prácticamente inexistente.
    Al sentir los primeros síntomas de agotamiento tras las emociones del día, me tumbo en la cama. Una extraña sensación de soledad comienza a apoderarse de mí, y no ayuda en nada que mi compañera de cuarto se haya ido, por muy incómoda que me hagan sentir sus amigos. Tengo la impresión de que no pasará mucho tiempo por aquí, o, peor aún, que tendrá invitados con demasiada frecuencia. ¿Por qué no podía tocarme un chico al que le gustase leer y estudiar? Supongo que podría ser algo positivo, porque tendré la pequeña habitación para mí solo, pero todo esto me da mala espina. Hasta ahora, la universidad no está siendo como yo imaginaba o esperaba que fuera. No obstante, me recuerdo a mí mismo que sólo llevo unas horas aquí. Mañana será mejor. Tiene que serlo. Cojo mi agenda y mis libros de texto, relleno mi horario con las asignaturas del semestre y anoto las posibles entrevistas para el club de literatura al que quiero apuntarme; todavía no lo tengo decidido, pero he leído las opiniones de algunos estudiantes y me gustaría informarme un poco más. Quiero intentar buscar a un grupo de gente con intereses similares a los míos con los que charlar. No espero hacer muchos amigos, sólo los justos con los que poder quedar e ir a comer de vez en cuando. Planeo una excursión fuera del campus para mañana, y así comprar algunas cosas que necesito para el cuarto. No quiero atestar mi lado de la habitación como lo ha hecho Furetsu, pero me gustaría añadir algunas cosas mías para sentirme un poco más como en casa en este espacio con el que no estoy familiarizado. El hecho de no tener coche todavía me dificultará un poco las cosas. Cuanto antes consiga uno, mejor. Tengo bastante dinero entre las estrenas que me dieron por mi graduación y los ahorros que conseguí trabajando en una librería en verano, pero no estoy seguro de querer sufrir el estrés que supone tener un coche ahora mismo. El hecho de vivir en el campus me proporciona acceso total al transporte público, y ya he estado investigando un poco las líneas de autobús. Mientras pienso en los horarios, las chicas pelirrojas y los chicos poco amistosos repletos de tatuajes, me quedo dormida con la agenda en la mano. A la mañana siguiente, Furetsu no está en su cama. Me gustaría conocerla, pero eso va a ser difícil si nunca está. Quizá uno de los chicos que estaban ayer con ella era su novio. Espero que sea Yuuichi el otro chico era muy atractivo... ¿Pero que estoy pensando? Yo tengo a Taiyou. Cojo mi bolsa de aseo y me dirijo a las duchas. Puedo decir ya que una de las cosas que menos me va a gustar de vivir en una residencia de estudiantes va a ser el momento de la ducha. Ojalá las habitaciones tuviesen su propio cuarto de baño.
    Bueno, es incómodo, pero al menos no serán mixtas. O... eso pensaba yo (y ¿quién no lo pensaría?). Cuando llego a la puerta convencido, veo que hay dos figuras impresas en el cartel, una masculina y una femenina. «Uf.» No me puedo creer que permitan esto. Y no me puedo creer que no leyese nada al respecto cuando estaba investigando sobre la TCU. Veo una ducha abierta y paso apresuradamente entre los chicos y las chicas semidesnudos, corro la cortina hasta que está bien cerrada, me desvisto y dejo la ropa en el colgador exterior palpando a ciegas con la mano al otro lado de la cortina. El agua tarda demasiado tiempo en calentarse, y durante todo ese rato estoy temiéndome que alguien abra la fina cortina que separa mi cuerpo desnudo del resto de los chicos y las chicas presentes. Todo el mundo parece sentirse cómodo con los cuerpos semidesnudos de ambos géneros paseándose por ahí; de momento, la vida universitaria me está resultando muy extraña, y sólo llevo aquí dos días. La ducha individual es minúscula y apenas hay espacio suficiente para poder estirar los brazos por delante de mí. Mi mente viaja hasta Taiyou y mi vida en casa. Distraída, me vuelvo, le doy con el codo a la ropa y la tiro al suelo mojado. El agua cae sobre ésta y la empapa por completo.

    — ¡Venga ya! —gruño para mí mientras cierro el grifo del agua con rabia y me envuelvo con la toalla.

    Recojo la pila de prendas empapadas y corro por el pasillo, esperando con todas mis fuerzas que nadie me vea. Llego a mi cuarto, introduzco la llave en la cerradura y me relajo al instante en cuanto cierro la puerta al entrar. Hasta que me vuelvo y veo al chico Peli azul, tatuado y grosero tirado sobre la cama de Furetsu.

    —Esto... ¿Dónde está Furetsu? —Intento que mi tono suene autoritario, pero mi voz surge más como un alarido.
    Me aferro con las manos a la suave tela de la toalla y compruebo al instante que ésta cubre perfectamente mi cuerpo desnudo.
    El chico me mira y las comisuras de sus labios se curvan ligeramente hacia arriba, pero no dice nada. — ¿No me has oído? Te he preguntado dónde está Furetsu —repito, intentando sonar algo más amable esta vez. La expresión de su rostro se intensifica y finalmente farfulla

    —No lo sé. —Y se vuelve hacia la pequeña pantalla plana que hay sobre la cómoda de Furetsu
    « ¿Qué está haciendo aquí? ¿Es que no tiene su propia habitación?» Me muerdo la lengua para intentar guardarme mis groseros comentarios.

    —Vale. Bueno, ¿te importaría... irte o algo para que pueda vestirme?
    Ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy envuelta en una toalla. O tal vez sí, pero le da lo mismo.

    —No seas tan creído, no pienso mirarte — Me suelta, y se vuelve y se cubre la cara con las manos.
    Sin saber muy bien cómo responder a su grosería, resoplo y me dirijo a la cómoda. Me pongo rápidamente mi ropa interior y después una sencilla blusa blanca y unos shorts de color rojo

    — ¿Has acabado ya? —pregunta agotando la poca paciencia que me quedaba.

    — ¿Por qué eres tan desagradable? Yo no te he hecho nada —grito mucho más alto de lo que pretendía hacerlo.

    Sin embargo, a juzgar por la sorpresa que se refleja en el rostro del intruso, mis palabras han surtido el efecto deseado. Me observa en silencio durante unos momentos. Espero una disculpa por su parte..., pero de repente se echa a reír. Tiene una risa profunda, y casi sería un sonido encantador si él no fuese tan antipático. Me siento como un idiota absoluto, sin saber muy bien qué decir o qué hacer. No me gustan los conflictos, y este chico tiene pinta de ser la última persona con la que me interesa iniciar una pelea. La puerta se abre entonces y Furetsu irrumpe en la habitación.
    —Siento llegar tarde. Tengo una resaca de mil demonios —anuncia dramáticamente, y nos mira a ambos—. Perdona, Tenma, olvidé decirte que Tsurugi se pasaría por aquí — dice, y se encoge de hombros a modo de disculpa.

    Me gustaría pensar que Furetsu y yo podemos llegar a un acuerdo de convivencia, e incluso establecer una especie de amistad, pero con su elección de amistades y sus juergas nocturnas, ya no lo tengo tan claro.

    —Tu novio es un grosero. —Las palabras escapan de mi boca antes de que pueda detenerlas.

    Furetsu mira al chico. Y entonces ambos se echan a reír. ¿Por qué no para de reírse de mí esta gente? Están empezando a tocarme las narices.
    — ¡Tsurugi Kyousuke no es mi novio! —exclama ella muerta de risa. Se relaja un poco, se vuelve hacia el tal Kyousuke y lo mira con el ceño fruncido—. ¿Qué le has dicho? — Después me mira a mí
    Kyousuke tiene una... una manera muy particular de conversar. Genial. Así que básicamente lo que quiere decir es que Kyousuke es, sencillamente, una persona grosera por naturaleza. Kyousuke se encoge de hombros y cambia de canal con el mando que tiene en la mano. Decidí llamarle Kyousuke ya que Yuuichi y él se apellidan de la misma manera al perecer si son hermanos pero parecen alejados además no quiero decir Tsurugi y que ambos me miren.

    —Esta noche hay una fiesta; deberías venir con nosotros, Tenma —me dice Furetsu
    Ahora ha llegado mi turno de reír.

    —No me van mucho las fiestas. Además, tengo que ir a comprar algunas cosas para mi escritorio y mis paredes.
    Miro a Kyousuke, que, por supuesto, actúa como si ninguna de las dos estuviésemos presentes.

    —Venga..., ¡es sólo una fiesta! Ahora estás en la universidad, una fiesta no te hará daño —insiste Furetsu —. Oye, y ¿cómo vas a ir a comprar? Creía que no tenías coche.

    —Iba a coger el autobús. Además, no puedo ir a una fiesta, no conozco a nadie todavía —digo, y Kyousuke se ríe de nuevo, indicándome de manera sutil que prestará sólo la suficiente atención como para mofarse de mí—. Pensaba quedarme a leer y a hablar con Taiyou por Skype.

    — ¡Ni se te ocurra coger el autobús un sábado! Van a tope. Tsurugi puede llevarte de camino a casa... ¿verdad, Tsurugi? Y en la fiesta estaré yo, y a mí sí me conoces. Venga, ven..., por favor... —Une las manos dramáticamente como si me lo estuviera rogando.
    Sólo hace un día que la conozco, ¿debería fiarme? Entonces me viene a la cabeza lo que mi madre me advirtió sobre las fiestas. Furetsu parece bastante agradable, por la poca interacción que he tenido con él, pero ¿una fiesta?

    —No lo sé... y, no, no quiero que Kyousuke me lleve en coche a la tienda — digo.
    Él se da la vuelta sobre la cama de Furetsu con una expresión burlona.

    — ¡Ay, qué pena! Estaba deseando pasar el rato contigo —responde secamente y de una manera tan sarcástica que me dan ganas de tirarle un libro a su cabeza — Venga, Furetsu, sabes que este chico no va a aparecer por la fiesta —dice riéndose.
    Mi lado curioso, que es bastante grande, se muere por preguntarle de dónde es. Pero mi lado competitivo quiere demostrar que este engreído insufrible se equivoca.

    —Pues ahora que lo dices, sí, iré —replico con la sonrisa más dulce que consigo esbozar— Será divertido.
    Kyousuke sacude la cabeza con incredulidad y Furetsu chilla de alegría y me envuelve con sus brazos para darme un fuerte apretón.

    — ¡Bien! ¡Lo pasaremos genial! —exclama.
    Y una gran parte de mí empieza a rezar para que tenga razón.



    Continuara
    ____________________________________________________
    Y si hay errores de nombre o de genero es por que mientras escribia esto mis padre me hablaban y eso por lo que me confundo. Eso es todo por ahora... Quizas suba el segundo capitulo mañana o mas tarde. Nos vemos
     
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    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

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    holi kyaaa me encanto tu fic jajajaj lo seguire jajajaj espero conti con ansias
     
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  3. Kaori Fudô
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    Hola!! El fic está genial pero, si hay que tener cuidado con la confución de género y nombre. No se si a alguien más le aturdió pero a mi si y no dejaba de imaginar a Tenma como una chica y a Furetsu también xD
    Por todo lo demás está genial.
    Espero conty!!
    Nos leemos luego! :=deeaaah:
     
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  4. kyosukextenma
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    Ajajjaja entonces ese fue el problema ? Ajajjaj y yo que me hacía un lio para entender quien era mujer o hombre ajajajja bueno pero tengo una duda entonces tenma y furetsu son mujeres no? Eso explicaría mis dudas espero respuesta graciass y tu Fic es integrante meraviglioso ! Eso de ambientar lo en la universidad fue una buena idea , y lo del novio tayou lo hace muy complicado pero interesante en la continuación ajajjaja tsurugi me impresionó me recuerda mucho otro personaje aunque si tiene muchas características de si mismo ! Es el inicio pero puede ser algo mítico espero conty!
     
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  5. Immature Overactive
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    Bueno aqui la continuacion tengo el tercer capitulo listo por si quieren que lo suba pero cuando escribia el primero me hablaban y hacia un trabajo por lo que me confundia demasiado
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    Capitulo 2


    Siento un gran alivio cuando Kyousuke se marcha por fin para que Furetsu y yo podamos hablar de la fiesta. Necesito más detalles para calmar mis nervios, y tenerlo a él cerca no ayuda.

    — ¿Dónde es esa fiesta? ¿Se puede ir andando? —le pregunto intentando sonar lo más tranquilo posible mientras coloco mis libros ordenadamente en la estantería.

    —Técnicamente, es una fiesta de fraternidad, y acudirá una de las fraternidades más importantes. —Abre la boca como un pez mientras se aplica más rímel en las pestañas — Se celebra fuera del campus, así que no iremos andando, pero Yuuichi vendrá a recogernos.
    Me alegro de que no sea Kyousuke, aunque sé que también irá. La idea de ir en un coche con él me resulta incómodo. ¿Por qué es tan grosero? En todo caso, debería estar agradecido de que no lo juzgue por la manera en la que ha destruido su cuerpo con tantos agujeros y tatuajes. Vale, puede que lo esté juzgando un poco, pero al menos no en su cara. Al menos yo respeto nuestras diferencias. En mi casa, los tatuajes y los piercings no son algo normal. Siempre he llevado la ropa limpia y planchada. La verdad es ésa.

    — ¿Me oyes? —me pregunta Furetsu interrumpiendo mis pensamientos.

    —Perdona..., ¿qué? —No me había dado cuenta de que mi mente se había desviado hasta el chico grosero.

    —He dicho que vamos a prepararnos. Quiero que me ayudes a elegir qué ponerme —dice.

    Los vestidos que selecciona son tan poco apropiados que no paro de mirar a mí alrededor a pesar de ser chico mi madre me hacía usarlos lo que no me molesta por que hoy en día es algo normal pero nunca algo así de atrevido. Buscando una cámara oculta y de esperar que de repente alguien aparezca de ninguna parte y me diga que todo ha sido una broma. Hago una mueca de horror al verlos todos y él se ríe. Al parecer, le hace gracia que no me guste. El vestido (o, mejor dicho, el harapo) que elige al final es una rejilla negra. Lo único que evita que enseñe todo el cuerpo son unas bragas. Apenas llega a cubrirle la parte superior de los muslos, y el no para de subirse más la tela para mostrar más pierna.

    — ¿Te dolieron los tatuajes? —pregunto mientras saco una camisa con unos vaqueros que me quedan algo suelto

    —El primero que me hicieron sí, pero no tanto como la gente cree. Es como un montón de picaduras de abeja —dice quitándole importancia.

    —Eso suena horrible —contesto, y se echa a reír.

    Entonces pienso que probablemente yo le resulte tan raro como el a mí. Y el hecho de que ambos seamos extraños para el otro se me antoja curiosamente reconfortante. Se queda boquiabierta al ver mi con lo que iré.

    —No irás a ponerte eso, ¿verdad?

    Es lo primero que encontré no pienso ir con esos trajes que deja que todo el culo se te note aunque tenga.

    — ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? —pregunto, intentando ocultar lo ofendido que me siento.

    —Nada..., sólo que... ocultado para tu potencial ¡Tienes un buen culo, Tenma! —dice.

    —No soy de mostrar mucho mi cuerpo —No sé si es consciente de que me ha ofendido o no, pero por alguna razón no quiero que lo sepa.

    —Es sólo que me parece demasiado formal para una fiesta. Si quieres, te presto algo mío —dice con toda la sinceridad del mundo.
    Me encojo ante la idea de intentar embutirme en uno de sus minúsculos vestidos.

    —Gracias, Furetsu, pero prefiero llevar éste —digo

    — ¿Quieres que te preste un poco de maquillaje? —pregunta Furetsu, y yo me miro al espejo de nuevo.

    Prefiero llevar cuanto menos maquillaje mejor, y normalmente sólo me aplico algo de rímel y brillo de labios. Ahora que me fijo es increíble cómo le cambia la cara a Furetsu con ese vestido y con maquillaje no parece que fuera un chico y creo que esa es la idea.

    — Supongo que podría agregarme brillo de labios

    Con una sonrisa, Furetsu me pasa tres brillos labiales uno rojo, uno rosa. Los hago rodar entre mis dedos y dudo entre ambos

    —El rosa quedaría genial—observa, y yo sonrío pero niego con la cabeza— ¿Sabes? Tienes unos ojos extraordinarios. ¿Nos los cambiamos? — bromea.

    Sin embargo, él tiene unos preciosos ojos, ¿por qué iba a querer cambiármelos? Cojo el brillo labial y me pinto de una manera que no se me note mucho. Y me sonríe con orgullo. Entonces, su móvil empieza a vibrar y lo saca del bolso.

    —Yuuichi ya está aquí —dice.

    Cojo mi bolso, me pongo mis zapatillas planas y blancas. Ella las mira, pero no dice nada. Yuuichi nos espera delante del edificio, con la música heavy sonando a todo volumen a través de las ventanas abiertas de su coche. No puedo evitar mirar a todas partes para ver si alguien nos está observando. Agacho la cabeza y, cuando levanto la vista, veo a Kyousuke sentado en el asiento delantero. Debía de estar agachado cuando hemos salido. «En fin...»

    —Señoritos —nos saluda Yuuichi haciendo como si se quitara el sombrero
    Kyousuke me mira mientras me meto en el coche detrás de Furetsu, y acabo sentado justo detrás de él.

    —Eres consciente de que vamos a una fiesta, no a misa, ¿verdad, Matsukaze-San? —dice.
    Miro el retrovisor derecho y veo una sonrisa burlona en su cara. Me dice “San” al final se “santo” ¿no? Mi padre hacia lo mismo me enoja que me llamen por mi apellido y pongan el san

    —No me llames así, por favor. Prefiero Tenma ya dije que no me gusta que me llamen por mi apellido —lo aviso.
    El único que me ha dicho así es mi padre me recuerda a mi padre, y preferiría no oírlo.

    —Claro, Matsukaze-san —replica.

    Me dejo caer contra el respaldo y pongo los ojos en blanco. Decido no seguir discutiendo con él. No merece la pena. Me quedo mirando por la ventana, intentando bloquear el estruendo de la música mientras avanzamos. Finalmente, Yuuichi aparca al lado de una calle bulliciosa repleta de casas enormes y aparentemente idénticas. El nombre de la fraternidad está escrito en letras negras, pero no distingo las palabras porque las enredaderas que trepan por la enorme vivienda que tenemos delante las ocultan. Largas tiras de papel higiénico se extienden por toda la casa blanca, y el ruido que emana desde el interior pone la guinda a la estereotípica casa de la fraternidad.

    —Es enorme. ¿Cuánta gente habrá aquí? —digo tragando saliva.

    El jardín está lleno de chicos y chicas con vasos rojos de plástico en la mano, y algunos de ellos están bailando, directamente ahí, sobre el césped. Me siento totalmente fuera de lugar.

    —Un montón. Vamos —responde Kyousuke al tiempo que baja del coche y cierra dando un portazo.

    Desde el asiento de atrás veo cómo varias personas chocan o le dan la mano a Yuuichi, pasando de Kyousuke. Lo que me sorprende es que los demás no están repletos de tatuajes como él, Yuuichi y Furetsu. A lo mejor, después de todo, voy a poder hacer algunos amigos esta noche.

    — ¿Vienes? —Furetsu me sonríe, abre la puerta y sale del coche.

    Asiento casi para mí mismo, salgo a mi vez. Kyousuke ya ha entrado en la casa y ha desaparecido de mi vista, cosa que me parece estupenda, porque quizá ya no tenga que volver a verlo en lo que queda de noche. Teniendo en cuenta la cantidad de personas que hay en este lugar, seguramente no lo haga. Sigo a Furetsu y a Yuuichi hacia el atestado salón y me entregan un vaso rojo. Me vuelvo para rechazarlo con un educado «No, gracias», pero es demasiado tarde, y no tengo ni idea de quién me lo ha dado. Lo dejo sobre una superficie y sigo recorriendo la casa con ellos. Nos detenemos cuando llegamos junto a un grupo de gente apiñada alrededor de un sofá; doy por hecho que son los amigos de Furetsu, dada su apariencia. Todos llevan tatuajes, como el, y están sentados en fila en el sofá. Por desgracia, Kyousuke está sentado en uno de los brazos, pero evito mirarlo mientras Furetsu me presenta al grupo.

    —Éste es Tenma, mi compañero de habitación. Llegó ayer, así que quiero que se lo pase bien en su primer fin de semana en la TCU —explica.

    Uno por uno, me saludan con la cabeza o me sonríen. Todos ellos parecen simpáticos, excepto Kyousuke, por supuesto. Un chico muy atractivo me tiende la mano y estrecha la mía. La tiene algo fría por la bebida que estaba sosteniendo. La luz se refleja en su boca, y me parece atisbar algo de metal en su lengua, pero cierra los labios demasiado rápido como para estar segura.

    —Soy Matatagi Hayato. ¿Cuál es tu especialidad? —me pregunta.

    Advierto que repasa sobre mí y sonríe ligeramente pero no dice nada. Kyousuke resopla en señal de burla, pero finjo no oírlo.

    —Genial —dice Matatagi—. A mí me van las flores. —Se echa a reír y yo me río también.

    « ¿Las flores? —me digo—. ¿Qué demonios significa eso?»

    — ¿Quieres tomar algo? —añade antes de que pueda preguntarle por lo de las flores.

    —No, no bebo —contesto, y él intenta ocultar su sonrisa.

    —Tenía que ser Furetsu quien trajera al señorito Remilgado a una fiesta — dice entonces entre dientes un chico de color blanco tiene una coleta baja y allí su pelo es ¿plateado?

    Finjo no oírla para evitar cualquier tipo de enfrentamiento. ¿«Señorito Remilgado»? Yo no soy en absoluto remilgado, pero me he esforzado y he estudiado mucho para llegar a donde estoy y, puesto que mi padre nos abandonó, mi madre ha estado trabajando toda su vida para asegurarse de que yo tenía un buen futuro.

    —Voy a tomar un poco el aire —digo, y giro sobre mis talones para marcharme.
    Tengo que evitar escenitas en las fiestas a toda costa. No quiero crearme enemigos cuando aún no tengo ningún amigo.

    — ¡¿Quieres que vaya contigo?! —grita Furetsu a mis espaldas.

    Niego con la cabeza y me dirijo a la puerta. Sabía que no debería haber venido. Debería estar en pijama, acurrucado con un libro ahora mismo. O podría estar hablando por Skype con Taiyou, a quien echo muchísimo de menos. Incluso dormir sería mejor opción que estar sentado fuera de esta horrible fiesta rodeado de un montón de extraños borrachos. Decido mandarle un mensaje a Taiyou y me acerco a un rincón del jardín que parece menos masificado.
    “Te echo de menos. De momento, la universidad no me está resultando muy divertida.” Le doy a «Enviar» y me siento en un muro bajo de mampostería para esperar su respuesta. Un grupo de chicas borrachas pasan por delante de mí, entre risitas y tropezando con sus propios pies.
    Taiyou responde al instante:
    “¿Por qué no? Yo también te echo de menos, Tenma. Ojalá pudiera estar ahí contigo.”
    Sonrío al leer sus palabras.

    — ¡Mierda, perdona! —dice una voz masculina, y un segundo después siento cómo un líquido frío empapa la parte delantera de mi camisa. El tipo tropieza, se incorpora y se apoya contra el muro bajo—. Lo siento, de verdad —farfulla, y se sienta.

    Esta fiesta va de mal en peor. Primero esa chica me llama remilgado, y ahora tengo la ropa empapada con sabe Dios qué clase de alcohol. Y apesta. Suspiro, cojo mi móvil y entro en la casa en busca de un cuarto de baño. Me abro paso entre el atestado vestíbulo y pruebo a abrir todas las puertas que me encuentro por el camino, pero están todas cerradas. Intento no pensar en qué está haciendo la gente en esas habitaciones.

    Me dirijo al piso de arriba y continúo mi búsqueda del baño. Por fin, una de las puertas se abre. Por desgracia, no es un baño. Es un dormitorio y, para mayor desgracia para mí, Kyousuke está tumbado sobre la cama, con el chico de pelo de dos colores a horcajadas sobre su regazo, cubriéndole la boca con la suya. Siento un puñetazo en el estómago ¿Quién sabe por qué? El chico se vuelve y me mira mientras yo intento mover los pies, pero éstos no me obedecen.

    — ¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta con cinismo.
    Kyousuke se incorpora, con el todavía sobre su torso. Su rostro no refleja diversión ni vergüenza. Debe de hacer estas cosas constantemente. Debe de estar acostumbrado a que lo sorprendan en casas de fraternidades practicando sexo con personas extrañas.

    —Esto..., no. Perdón, yo... Estoy buscando un baño, alguien me ha tirado la bebida encima —me explico rápidamente. Qué situación tan incómoda. La chica pega la boca contra el cuello de Kyousuke y aparto la mirada. Estos dos son tal para cual. Ambos tatuados y ambos groseros.

    —Muy bien —dice—. Pues sigue buscando.
    Pone los ojos en blanco y yo asiento y salgo de la habitación. Cuando la puerta se cierra, apoyo la espalda contra ella. Hasta ahora, la universidad no está resultando ser nada divertida. No consigo comprender cómo una fiesta como ésta puede considerarse algo divertido. En lugar de intentar encontrar el baño, decido ir a buscar la cocina y lavarme allí. Lo último que quiero es abrir otra puerta y ver a más universitarios borrachos y con las hormonas a flor de piel unos sobre otros. De nuevo. Encuentro la cocina con bastante facilidad, pero se encuentra plagada de gente, ya que la mayor parte del alcohol está en cubos con hielo sobre la encimera, y las cajas de pizza están apiladas sobre los bancos. Tengo que estirar el brazo por encima de una chica morena que está vomitando en la pila para coger un poco de papel absorbente y mojarlo. Mientras me lo paso por la camisa, las pequeñas fibras blancas de celulosa del papel barato cubren la parte mojada, empeorando el problema. Frustrado, gruño y me apoyo contra la encimera.

    — ¿Lo estás pasando bien? —pregunta Yuuichi mientras se acerca a mí. Me alivia ver una cara familiar. Me sonríe con dulzura y da un sorbo a su bebida.

    —No mucho... ¿Cuánto suelen durar estas fiestas?

    —Toda la noche... y la mitad del día siguiente. —Se ríe

    —Un momento —digo empezando a ponerme nervioso—. ¿Quién va a llevarnos de vuelta a la residencia? —le pregunto, consciente de que tiene los ojos inyectados en sangre.

    —No lo sé... Puedes conducir tú mi coche si quieres —repone.
    —Eres muy amable, pero no puedo conducir tu coche. Si tenemos un accidente o me para la policía con menores de edad ebrios en el vehículo, me metería en un buen lío. —Ya me estoy imaginando la cara de mi madre sacándome de la cárcel.

    —No, no, es un trayecto corto. Deberías coger mi coche. Tú no has bebido. O, si lo prefieres, pregunto por ahí a ver si alguien...

    —No te preocupes. Me las apañaré —consigo decir antes de que alguien suba el volumen de la música y no se oiga nada más que un bajo y unas letras que son prácticamente berridos. Conforme va avanzando la noche, veo cada vez más claro que mi decisión de venir a esta fiesta ha sido un gran error. Por fin, después de preguntarle a Yuuichi a gritos como unas diez veces dónde está Furetsu, empieza una canción más tranquila y él asiente y se echa a reír. Levanta la mano y señala hacia la habitación de al lado. Es un chico muy simpático.

    —Sólo están bailando, Tenma —dice Yuuichi, y suelta una risita al ver mi expresión de inquietud. Pero no «sólo están bailando»; se están manoseando y restregando el uno contra el otro.

    —Sí..., lo sé —respondo, y me encojo de hombros, aunque no es algo tan inocente para mí. Yo nunca he bailado de esa manera, ni siquiera con Taiyou, y llevamos saliendo dos años. ¡Taiyou!
    Me llevo la mano al bolso y compruebo mis mensajes. “¿Estás ahí, Tenma?” “¿Hola? ¿Estás bien? ¿Tenma?” “¿Llamo a tu madre? Estoy empezando a preocuparme.”
    Lo llamo con la mayor celeridad que me permiten mis dedos, rezando para que no haya llamado a mi madre todavía. No me contesta, pero le mando un mensaje para asegurarle que estoy bien y que no es necesario que la llame. Se volverá loca como piense que me ha pasado algo en mi primer fin de semana en la universidad.

    — ¡Eeehhh..., Tenma! —Exclama Furetsu arrastrando las palabras, y apoya la cabeza sobre mi hombro—. ¿Lo estás pasando bien, compi? —Le da la risa tonta, y es evidente que está demasiado
    Ebrio —. Creo que... necesito... La habitación me da cuentas, Tenma., digo, vueltas —dice riéndose, y su cuerpo se inclina violentamente hacia adelante.

    —Va a vomitar —le digo a Yuuichi, quien asiente, lo coge y se la echa sobre el hombro.

    —Sígueme —me indica, y se dirige al piso superior.

    Abre una puerta a mitad del pasillo y resulta ser el baño, por supuesto. Justo cuando la deja en el suelo junto al retrete, mi compañera empieza a vomitar. Aparto la mirada. Por fin, después de más vómitos de los que soy capaz de soportar, se detiene, y Yuuichi me pasa una toalla.

    —Vamos a llevarla a la habitación que hay al otro lado del pasillo y a tumbarlo sobre la cama. Tiene que dormir—dice. Asiento, pero en lo que estoy pensando en realidad es en que no puedo dejarle ahí solo, inconsciente—. Puedes quedarte ahí también — añade él, como si me leyera la mente.

    Juntos, la levantamos del suelo y la ayudamos a caminar por el pasillo hasta un dormitorio oscuro. Tumbamos con cuidado a Furetsu sobre la cama mientras el gruñe, y Yuuichi se apresura a marcharse y me dice que vendrá a ver cómo estamos dentro de un rato. Me siento en la cama. Mi vista repara inmediatamente en las estanterías de libros que cubren una de las paredes. Esto me anima y me acerco para ojear los títulos. Quienquiera que posea esta colección, es impresionante; hay muchos clásicos, toda una variedad de diferentes tipos de libros, incluidos todos mis favoritos. Al ver Cumbres borrascosas, lo saco de la estantería. Está muy deteriorado y la encuadernación revela la infinidad de veces que lo han abierto. Me quedo tan absorto leyendo las palabras de que ni siquiera me percato del cambio en la luz cuando la puerta se abre ni de la presencia de una tercera persona en el cuarto.

    — ¿Qué coño haces tú en mi habitación? —brama una voz furiosa a mis espaldas. Es Kyousuke —Te he preguntado qué coño haces en mi habitación —repite con la misma rudeza que la primera vez.

    Me vuelvo y veo sus largas piernas acercándose a mí. Me quita el libro de las manos y lo coloca de nuevo en la estantería. La cabeza me da vueltas. Creía que esta fiesta no podía ir a peor, pero aquí estoy, pillado en el espacio personal de Kyousuke. Se aclara la garganta de manera grosera y empieza a menear la mano delante de mi cara exigiéndome una explicación.

    —Yuuichi ha dicho que trajésemos a Furetsu aquí... —respondo con un hilo de voz apenas audible. Él se acerca más y suspira sonoramente. Señalo su cama y sus ojos siguen la dirección de mi mano—. Ha bebido demasiado y Yuuichi ha dicho...

    —Ya te he oído la primera vez. —Se pasa la mano por el pelo, claramente contrariado. ¿Qué más le da que estemos en su habitación? Un momento...

    — ¿Perteneces a esta fraternidad? —le pregunto, incapaz de ocultar el tono de sorpresa de mi voz. Kyousuke no tiene para nada el aspecto que imaginaba que tendría un miembro de una fraternidad.

    —Sí, ¿por? —replica, y se acerca otro paso. El espacio que nos separa es ahora de medio metro y, cuando intento alejarme de él, mi espalda golpea la biblioteca—. ¿Tanto te sorprende, Matsukaze-san o mejor dicho el santo?

    —Deja de llamarme así, llámame Tenma

    Me tiene acorralado.

    —Es tu nombre, ¿no? —Sonríe con malicia, de repente de mejor humor.
    Suspiro y me doy la vuelta, con lo que quedo de cara al muro de libros. No sé muy bien para qué, pero necesitaba apartarlo de mi vista para no darle una bofetada. O para no echarme a llorar. Ha sido un día muy largo, así que probablemente acabaría llorando antes de abofetearlo. Y menudo ridículo haría entonces. Me vuelvo otra vez y paso por su lado.

    —No puede quedarse aquí —dice.

    Cuando me doy la vuelta, veo que tiene el pequeño aro que atraviesa su labio inferior entre los dientes. ¿Qué lo llevó a perforarse el labio? Eso debió de doler..., aunque el pequeño metal destaca lo carnosos que son sus labios.

    — ¿Por qué no? Creía que erais amigos.

    —Y lo somos —dice—, pero nadie se queda en mi habitación.
    Cruza los brazos sobre el pecho y, por primera vez desde que lo conozco, distingo la forma de uno de sus tatuajes. Es una flor, estampada en medio de su antebrazo ¿Kyousuke con un tatuaje de una flor? El diseño en negro y gris parece una rosa desde la distancia, pero hay algo que rodea la flor que le arrebata la belleza e infunde oscuridad a la delicada forma. Envalentonada y cabreada a la vez, suelto una carcajada.

    —Ah..., ya veo. ¿De modo que sólo las personas que se lo montan contigo pueden entrar en tu cuarto?

    — Ése no era mi cuarto. Pero si lo que intentas decir es que quieres montártelo conmigo, podría intentarlo —replica.

    —Eres un... eres un... —No encuentro las palabras para expresar mi enfado. La música que atraviesa las paredes me agobia. Me siento avergonzada, cabreada y cansada de la fiesta. Discutir con él no merece la pena—. En fin..., pues llévalo tú a otro cuarto. Ya me las apañaré para volver a la residencia —digo, y me dirijo a la puerta. Mientras salgo y cierro tras de mí, incluso a pesar del ruido de la música, oigo la burla de Kyousuke

    —Buenas noches, Tenma

    Me ha llamado Tenma al fin pero no tengo tiempo para pensar en eso cuando llego a la escalera no puedo evitar que las lágrimas rueden por mis mejillas. Por el momento detesto la universidad, y eso que ni siquiera han comenzado las clases. ¿Por qué no podía tocarme un compañero de habitación que se pareciese un poco más a mí? A estas horas ya debería estar durmiendo, preparándome para el lunes. Esta clase de fiestas no van conmigo, y desde luego no quiero relacionarme con este tipo de gente. Furetsu me cae bien, pero no quiero tener que enfrentarme a escenas como ésta y a personas como Kyousuke. Ese chico es un misterio para mí; ¿por qué tiene que comportarse siempre como un capullo? Pero entonces pienso en los libros de su pequeña biblioteca. ¿Para qué los tiene? Es imposible que un capullo tatuado, irrespetuoso y grosero como él pueda disfrutar de esas magníficas obras. La única cosa que me lo imagino leyendo es la etiqueta de una botella de cerveza.

    Mientras me seco las mejillas húmedas me doy cuenta de que no tengo ni idea de dónde se encuentra esta casa, ni de cómo volver a la residencia. Cuanto más pienso en mi decisión de esta noche, más frustrada y angustiada me siento. Debería haberlo pensado bien; ésa es precisamente la razón por la que me gusta planearlo todo, para que no pasen estas cosas. La casa sigue abarrotada, y la música está demasiado alta. No encuentro a Yuuichi por ninguna parte; ni a Matatagi. Tal vez debería buscar una habitación cualquiera en el piso de arriba y echarme a dormir en el suelo. Hay al menos quince habitaciones, y con un poco de suerte a lo mejor encuentro una vacía. A pesar de mis esfuerzos por ocultar mis emociones, no lo consigo, y no quiero derrumbarme y que todo el mundo me vea así. Doy media vuelta, me meto en el baño donde ha vomitado Furetsu y me siento en el suelo con la cabeza entre las rodillas. Llamo a Taiyou de nuevo, y esta vez responde al segundo tono.

    — ¿Tenma? Es tarde, ¿estás bien? —dice medio adormilado.

    —Sí. No. He ido a una estúpida fiesta con mi compañero de habitación y ahora estoy atrapado en la casa de una fraternidad sin un sitio donde dormir y no tengo manera de llegar a la residencia — sollozo a través de la línea. Sé que mi problema no es de vida o muerte, pero me siento tremendamente frustrado conmigo mismo por haberme metido en esta situación tan agobiante.

    — ¿Una fiesta? ¿Con ese chico? —dice sorprendido.

    —Sí, con Furetsu. Pero en este momento está inconsciente.

    —Pero ¿cómo se te ocurre salir con él? Es tan... Bueno, no es alguien con quien tú te relacionarías habitualmente —dice, y el tono de reproche que destila su voz me irrita. Quería que me dijera que todo irá bien, que mañana será otro día..., algo positivo, y que me animara, no algo tan sentencioso y severo.

    —Pues a eso me refiero, Taiyou... —Suspiro, pero entonces alguien intenta abrir la puerta del baño y me pongo en guardia—. ¡Un momento! —grito a la persona que está fuera.

    —Ahora te llamo; alguien necesita entrar en el baño —le digo a Taiyou, y cuelgo antes de que proteste. La persona que está al otro lado de la puerta empieza a aporrearla, y yo gruño y me apresuro a abrirla, secándome los ojos de nuevo.

    — ¡He dicho un mom...!

    Me detengo al instante al encontrarme de frente con unos penetrantes ojos ámbares. Al observar esos magníficos ojos me doy cuenta de que Kyousuke no había establecido contacto visual conmigo hasta ahora. Tiene unos ojos increíble, profundos y, ahora mismo, de sorpresa. Aparta la mirada rápidamente cuando paso por su lado. Me agarra del brazo y trata de meterme de nuevo dentro.

    — ¡No me toques! —grito soltándome de un tirón.

    — ¿Has estado llorando? —pregunta en tono curioso. Si no fuese Kyousuke, hasta pensaría que se preocupa por mí.

    —Déjame en paz.

    Se coloca delante de mí, y su alta figura bloquea mis movimientos. No puedo seguir soportando por más tiempo sus jueguecitos, esta noche no.

    —Kyousuke, por favor. Te lo estoy suplicando y, si tienes la más mínima decencia, me dejarás estar. Guárdate la mezquindad que vayas a decir para mañana. Por favor.

    La vergüenza y la desesperación que transmite mi voz. Necesito que me deje en paz. Una chispa de confusión se refleja en su mirada antes de abrir la boca. Se queda observándome durante un instante antes de hablar.

    —Hay una habitación al final del pasillo donde puedes dormir. He llevado a Furetsu allí —se limita a decir.
    Espero un segundo a que suelte algo más, pero no lo hace. Simplemente me mira.

    —Vale —digo en voz baja, y se aparta de mi camino.

    —Es la tercera puerta a la izquierda —me indica. Después se marcha por el pasillo y desaparece en su cuarto.

    ¿A qué demonios ha venido eso? ¿Kyousuke sin nada grosero que decir? Sé que me espera una buena como me lo encuentre mañana. La tercera habitación a la izquierda es un dormitorio sencillo, mucho más pequeño que el de Kyousuke, y tiene dos camas. Se parece más a las de la residencia que al amplio espacio del que disfruta él aquí. Tal vez sea el líder o algo así. La explicación más lógica es que todo el mundo lo teme y que ha conseguido la habitación más grande a base de amedrentar a los demás. Furetsu yace tumbado en la cama que está más próxima a la ventana, de modo que me quito los zapatos y la cubro con una manta antes de cerrar la puerta con el pestillo y de tumbarme en la otra.
    Me quedo dormido dándole vueltas a un montón de pensamientos, y las imágenes de rosas sombrías y de unos ojos ámbares inundan mis sueños.

    _______________________________
    Disculpen si hay errores. Como dije si quieren que suba el tercer capitulo ahora lo subire rapido

    Edited by Immature Overactive - 1/9/2015, 01:44
     
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    yaoi ( ͡° ͜ʖ ͡°)
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    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

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    kyaaaaaaaaaaa
    me encanta tu fic es genial
    espero conti :3
     
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  7. kyosukextenma
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    No problema por los errores espero conty con ansias !! Por favor mete la tercera parte me deja intrigada !! Tengo muchas curiosidades !!! Onegaiii! !!
     
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  8. »Seiryu Urameshi«
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    ¡Hola!
    Gooood. Amo tu fic! La trama me pinta tan interesante, me atrapo por completo~ Es tan genial
    Solo me queda esperar el próximo capitulo, en fin. Nos leemos ✌
     
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  9. Immature Overactive
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    Bueno aqui la conti perdonen por no subirla antes estaba ocupada
    ______________________________________________________

    Capitulo 3


    Al despertarme necesito un momento para recordar los acontecimientos de la noche anterior que me llevaron a este extraño dormitorio. Furetsu sigue dormido, roncando sonoramente con la boca abierta. Decido esperar a averiguar cómo vamos a volver a la residencia antes de despertarla. Me pongo rápidamente los zapatos, cojo el bolso y salgo del cuarto. ¿Debería llamar a la puerta de Kyousuke o intentar buscar a Yuuichi? ¿Es Yuuichi miembro de la fraternidad también? Jamás habría imaginado que Kyousuke formara parte de un grupo social organizado, de modo que tal vez también sea así en el caso de Yuuichi. Sorteo los cuerpos durmientes que hay en el pasillo y me dirijo al piso inferior.

    — ¿Yuuichi? —lo llamo con la esperanza de oír una respuesta.

    Hay al menos veinticinco personas durmiendo sólo en el salón. El suelo está repleto de vasos rojos de plástico y de basura, lo que hace que me resulte difícil desplazarme a través del desastre, pero también me doy cuenta de lo limpio que estaba el piso de arriba a pesar de la gente que había allí. Cuando llego a la cocina, tengo que obligarme a no ponerme a fregar. Llevará un día entero limpiar la casa de arriba abajo. Me encantaría ver a Kyousuke recogiendo toda esta porquería, y, al imaginarlo, me entra la risa.

    — ¿Qué tiene tanta gracia?

    Me vuelvo y me encuentro a Kyousuke entrando en la cocina con una bolsa de basura en la mano. Pasa el brazo por la encimera y deja caer los vasos en el interior.

    —Nada —miento—. ¿Vive Yuuichi aquí también?

    No me contesta y continúa limpiando.

    — ¿Vive o no vive aquí? —pregunto de nuevo, esta vez con más impaciencia—. Cuanto antes me digas si Yuuichi vive aquí, antes me marcharé.

    —Vale, ahora tienes toda mi atención. Pues no, no vive aquí. ¿Te parece el típico chico de fraternidad? —dice con una sonrisa maliciosa.

    —No, pero tú tampoco —le espeto, y su mandíbula se tensa.

    Se acerca a mí, abre el armario que tengo junto a la cadera y saca un rollo de papel de cocina.

    — ¿Pasa algún autobús por aquí cerca? —pregunto sin esperar una respuesta.

    —Sí, a una manzana.

    Lo sigo por la cocina.

    — ¿Podrías decirme dónde está la parada?

    —Claro. Está a una manzana de distancia. —Las comisuras de su boca se curvan hacia arriba, mofándose de mí.

    Pongo los ojos en blanco y salgo de la cocina. Está claro que la cortesía momentánea que Kyousuke mostró anoche fue una excepción, y que hoy piensa atacarme a pleno rendimiento. Después de la noche que he pasado, no soporto estar cerca de él. Me dispongo a despertar a Furetsu, quien lo hace con sorprendente facilidad y me sonríe. Me alegro profundamente de que esté listo para salir de esta maldita casa de fraternidad.

    —Kyousuke dice que hay una parada de autobús por aquí cerca —le digo mientras bajamos la escalera juntos.

    —No vamos a coger el puto autobús. Uno de estos capullos nos llevará a la residencia. Seguramente sólo te estaba tomando el pelo —dice, y apoya la mano en mi hombro.

    Cuando entramos en la cocina y vemos a Kyousuke sacando algunas latas de cerveza del horno, Furetsu se pone autoritario.

    — Tsurugi, ¿nos puedes llevar de vuelta ahora? Me va a explotar la cabeza.

    —Claro, dame un minuto —dice él, como si hubiese estado esperándonos todo el tiempo. Durante el trayecto de vuelta a la residencia, Furetsu se pone a tararear la canción heavy que está sonando a través de los altavoces y Kyousuke baja las ventanillas, a pesar de que le pido con educación que las suba. Se pasa todo el camino callado, tamborileando absorto el volante con sus largos dedos. Aunque no es que yo haya estado prestándole mucha atención.

    —Luego me paso, Furetsu —le dice a mi compañero cuando baja del coche.

    El asiente y se despide de él con la mano mientras yo abro la puerta trasera.

    —Adiós, Matsukaze el santo —me dice con una sonrisa maliciosa.

    Pongo los ojos en blanco y sigo a Furetsu hacia la residencia.
    El resto del fin de semana pasa rápidamente, y consigo evitar ver a Kyousuke. Cuando salgo temprano el domingo para ir a comprar, me marcho antes de que él llegue a la habitación, y vuelvo cuando aparentemente ya se ha ido. La ropa nueva que he adquirido llena mi pequeña cómoda, pero justo cuando la estoy guardando la ofensiva voz de Kyousuke resuena en mi cabeza: « ¿Eres consciente de que vamos a una fiesta, no a misa?».

    Sospecho que diría lo mismo sobre mis nuevos modelitos, pero he decidido que no pienso volver a ir a ninguna fiesta con Furetsu, ni a ninguna parte donde Kyousuke vaya a estar. No es una compañía grata, y discutir con él resulta agotador. Por fin es lunes por la mañana, mi primer día de clases en la facultad, y no podría estar más preparado. Me despierto muy temprano para asegurarme de poder ducharme y no ir con prisas. Mi blusa blanca y mi pantalón de color azul están perfectamente planchados y listos para que me las ponga. Me visto, tomo mi mochila estoy a punto de marcharme, quince minutos temprano, para asegurarme de no llegar tarde, cuando suena el despertador de Furetsu. Pulsa el botón de repetición, pero me pregunto si no debería despertarlo. Puede que sus clases empiecen más tarde que las mías, o quizá no tenga intención de ir. La idea de perderme el primer día de clase me estresa, pero él está en segundo curso, así que tal vez lo tenga todo controlado. Me miro por última vez al espejo y me dirijo a mi primera clase. Estudiarme el plano del campus demuestra haber sido una buena idea, y encuentro el primer edificio al que tengo que ir dentro de veinte minutos. Cuando llego a mi clase de historia, el aula está vacía, excepto por una persona. Puesto que parece ser que esa persona también tiene interés en llegar puntual, decido sentarme a su lado. Podría convertirse en mi primer amigo aquí.

    — ¿Dónde está todo el mundo? —pregunto, y él sonríe.

    Su mera sonrisa hace que me sienta cómodo.

    — Probablemente corriendo por todo el campus para llegar aquí justo a tiempo —bromea, y siento aprecio por él al instante. Es justo lo que yo estaba pensando.

    — Me llamo Matsukaze Tenma pero preferiría que solo me dijeras Tenma —digo, y le sonrío de manera amistosa.

    — Fey Rune —contesta con una sonrisa igual de adorable que la primera.

    Nos pasamos el resto del tiempo previo a la clase charlando. Resulta que él también estudia Filología Inglesa, como yo, y tiene un novio llamado Saryuu Evan. Fey no se burla de mí y sigue hablando conmigo de manera animada cuando le cuento que Taiyou va un curso por detrás de mí. Decido al instante que es una persona a la que me gustaría conocer mejor. Conforme el aula empieza a llenarse, Fey y yo decidimos presentarnos al profesor. Después, según avanza el día, comienzo a lamentar haber escogido cinco clases en lugar de cuatro. Me apresuro hacia la optativa de literatura británica (menos mal que ya es la última asignatura del día) y llego con el tiempo justo. Siento alivio al ver a Fey sentado en primera fila, con una silla a su lado vacía.

    —Hola de nuevo —dice con una sonrisa mientras me acomodo.

    El profesor inicia la clase, nos explica el programa del semestre y se presenta brevemente. Nos cuenta qué lo llevó a hacerse profesor y su pasión por el tema de la asignatura. Me encanta el hecho de que la facultad sea distinta del instituto y de que los profesores no hagan que te levantes delante de todo el mundo para presentarte ni para hacer cualquier otra cosa embarazosa e innecesaria. Mientras el profesor nos explica nuestras listas de lecturas, la puerta se abre y oigo cómo un quejido escapa de mis labios al ver a Kyousuke irrumpiendo en la clase.

    —Genial —digo entre dientes sarcásticamente.

    — ¿Conoces a Tsurugi? —pregunta Fey.

    Kyousuke debe de haberse labrado una reputación en el campus si alguien tan agradable como Fey lo conoce.

    —Más o menos —digo—. Mi compañero de cuarto es amigo suyo. Pero a mí no es que me caiga precisamente bien, la verdad —añado en un susurro.

    Y, al hacerlo, los ojos ámbares de Kyousuke miran fijamente los míos, y me preocupa que me haya oído. Aunque, ¿qué haría de ser así? Sinceramente, me da igual que me oiga. Creo que es bastante consciente de que la animadversión que hay entre nosotros es mutua. Tengo curiosidad acerca de qué sabe Fey sobre él, y no puedo evitar preguntar.

    — ¿Tú lo conoces?

    —Sí..., es... —Se detiene y se vuelve ligeramente para mirar por detrás de nosotros.

    Levanto la vista y veo a Kyousuke sentándose a mi lado. Fey permanece callado durante el resto de la clase, sin apartar la vista del profesor ni un segundo.

    —Eso es todo por hoy. Nos vemos de nuevo el miércoles —dice el profesor Hill cuando termina la clase.

    —Creo que ésta va a ser mi clase favorita —le digo a Fey mientras salimos, y él coincide.

    Sin embargo, su rostro se ensombrece cuando nos percatamos de que Kyousuke está caminando a nuestro lado.

    — ¿Qué quieres, Kyousuke? —pregunto

    —Nada. Nada. Es sólo que me alegro tanto de que coincidamos en una clase —dice en tono burlón antes de llevarse las manos al pelo. Me fijo en un extraño símbolo del infinito que tiene tatuado justo encima de la muñeca, pero baja la mano mientras intento analizar la tinta que lo rodea.

    —Nos vemos luego, Tenma —dice Fey antes de marcharse.

    —Tenías que hacerte amigo del chico más soso de la clase —suelta Kyousuke mientras observa cómo se aleja.

    —No hables así de él; es muy simpático. A diferencia de ti. —Me sorprendo ante la crudeza de mis propias palabras, pero este chico saca lo peor de mí. Se vuelve de nuevo hacia mí.

    —Cada vez que hablamos te vuelves más beligerante, Matsukaze-el-santo

    —Como vuelvas a llamarme así... —le advierto, y él se echa a reír.

    Intento imaginarme qué aspecto tendría sin todos esos tatuajes y piercings. Incluso con ellos, resulta bastante atractivo, pero su agria personalidad lo eclipsa todo. Echamos a andar juntos hacia mi residencia, y no habremos dado ni veinte pasos cuando de repente y a cuento de nada grita:

    — ¡Deja de mirarme!

    Entonces, dobla una esquina y desaparece por un pasillo antes de que yo pueda siquiera pensar en una respuesta. Tras varios días agotadores pero emocionantes, por fin es viernes, y mi primera semana de universidad está a punto de terminar. Bastante satisfecho con cómo ha transcurrido ésta, tengo pensado quedarme a ver unas pelis en el cuarto, ya que Furetsu seguramente se irá de fiesta y yo podré estar tranquilo. Tener el programa de todas mis clases me facilita las cosas, y puedo adelantar mucho trabajo. Salgo temprano para ir a buscar un café que me aporte una inyección de energía adicional para recibir el fin de semana.

    —Eres Tenma, ¿verdad? —dice una voz que tengo detrás en la cola de la cafetería.

    Al volverme veo al chico de la fiesta. Si no recuerdo mal, Furetsu lo llamó Hakuryuu.

    —Sí, así me llamo —respondo, y me vuelvo de nuevo hacia el mostrador en un intento de evitar establecer más conversación.

    — ¿Vas a venir esta noche a la fiesta? —pregunta.

    Debe de estar mofándose de mí, de modo que, suspirando, me vuelvo de nuevo y estoy a punto de negar con la cabeza cuando añade:

    —Deberías. Va a ser genial.

    —Lo siento, tengo planes.

    —Vaya. Sé que Matatagi quería verte. —No puedo evitar reír al oír eso, pero el sólo sonríe—. ¿Qué? Justo ayer estuvo hablando de ti.

    —Lo dudo mucho... pero, aunque así fuera, tengo novio —le digo, y su sonrisa se intensifica.

    —Qué pena, podríamos haber tenido una doble cita —dice de manera ambigua, y yo doy gracias a Dios para mis adentros cuando el camarero me pregunta qué quiero.

    Con las prisas, cojo la taza demasiado rápido y un poco de café se derrama por el borde y me quemo la mano. Maldigo entre dientes y espero que ésta no sea la tónica general de mi fin de semana. Hakuryuu se despide de mí con la mano y yo sonrío amablemente antes de marcharme. Sus comentarios se repiten en mi cabeza. ¿Una doble cita con quién? ¿Con él y Kyousuke? ¿Están saliendo de verdad? Por muy agradable y atractivo que sea Matatagi, Taiyou es mi novio, y yo jamás haría nada que pudiera hacerle daño. Sé que no hemos hablado mucho esta última semana, pero es que los dos hemos estado muy ocupados. Tomo nota mental de llamarlo esta noche para ponernos al día y ver qué tal le está yendo sin mí. Tras mi incómodo encuentro con el señorito Hakuryuu, mi día mejora. Fey y yo habíamos hecho planes de empezar a quedar en la cafetería antes de las clases que tenemos en común, de modo que ahí está, apoyado contra la pared de ladrillo. Cuando me acerco, me recibe con una amplia sonrisa.

    —Hoy tengo que irme a la media hora de empezar la clase. Se me olvidó decirte que me marcho en avión a casa para el fin de semana —dice.

    Me alegro de que vaya a visitar a su novio, pero detesto la idea de pasarme la clase de literatura británica sin él, y con Kyousuke, si es que aparece. El miércoles no vino, aunque tampoco es que estuviera pendiente de si venía o no. Me vuelvo hacia él.

    — ¿Tan pronto? Si acaba de empezar el semestre.

    — Es el cumpleaños de Saryuu, y hace meses le prometí que estaría allí — dice encogiéndose de hombros.

    En clase, Kyousuke se sienta a mi lado pero no dice nada, ni siquiera cuando, como me había anunciado, Fey se marcha a los treinta minutos, cosa que de repente acentúa la presencia de Kyousuke en el asiento contiguo.

    —El lunes empezaremos con Orgullo y prejuicio de Jane Austen —anuncia el profesor Hill al final de la clase.

    Incapaz de ocultar la emoción, estoy casi seguro de que se me ha escapado un alarido de alegría. He leído esa novela al menos diez veces, y es una de mis favoritas. Aunque no me ha dicho absolutamente nada durante toda la clase, Kyousuke camina muy cerca de mí. Juro que sabía lo que iba a decirme al ver esa socarrona mirada en sus ojos.

    —Deja que lo adivine —dice—: estás perdidamente enamorado del señor Darcy.

    —Todas las personas que han leído la novela lo están —contesto sin mirarlo a los ojos.

    Llegamos a una intersección y miro en ambas direcciones antes de cruzar la calle.

    —Hombres como yo no pero los demás por supuesto que sí —se ríe, y continúa siguiéndome por la bulliciosa acera.

    —Seguro que eres incapaz de comprender el atractivo del señor Darcy — replico.

    Me viene a la cabeza el recuerdo de la inmensa colección de novelas que tiene Kyousuke en su habitación. Es imposible que sean suyas. ¿O no?

    — ¿Un hombre rudo e insufrible convertido en un héroe romántico? Es absurdo. Si Elizabeth tuviese algo de sentido común, lo habría mandado a la mierda desde el principio.

    Me echo a reír ante su elección de palabras, pero me cubro la boca y me detengo. La verdad es que estoy disfrutando de nuestra pequeña discusión, y de su presencia, pero sólo es cuestión de tiempo —tres minutos, con un poco de suerte— hasta que diga algo inconveniente. Al levantar la vista veo su sonrisa y no puedo evitar admirar lo guapo que es, a pesar de los piercings y demás.

    — ¿Estás de acuerdo en que Elizabeth es una estúpida? —Enarca una ceja.

    —No, es uno de los personajes más fuertes y más complejos que jamás se hayan escrito —digo en su defensa, usando las palabras de una de mis películas favoritas.

    Él se echa a reír de nuevo y yo también. Pero al cabo de unos segundos, al sorprenderse riéndose a gusto conmigo, para de repente y sus risas se disipan. Algo destella en sus ojos.

    —Ya nos veremos, Tenma —dice, y a continuación da media vuelta y desaparece en la dirección por la que hemos venido.
    «Pero ¿qué le pasa?», me digo. Antes de que pueda siquiera empezar a analizar su actitud, mi teléfono empieza a sonar. El nombre de Taiyou aparece en la pantalla, y me siento extrañamente culpable al contestar.

    —Hola, Tenma, iba a responder a tu mensaje, pero he pensado que era mejor llamar —dice Taiyou con la voz entrecortada y algo distante.

    — ¿Qué haces? Pareces estar ocupado.

    —No, voy de camino al asador; he quedado con unos amigos —explica.

    —Ah, vale, entonces no te retengo mucho. Menos mal que ya es viernes. ¡Estaba deseando que llegara el fin de semana!

    — ¿Vas a ir a otra fiesta? Tu madre aún está decepcionada.

    Un momento..., ¿por qué se lo ha contado a mi madre? Me encanta que tenga tanta confianza con ella, pero a veces salir con él es como tener a un hermanito pequeño que se chiva de todo lo que hago. Detesto pensar así de ese modo, pero es la verdad. En lugar de echárselo en cara, me limito a decirle:

    —No, me quedaré en la residencia este fin de semana. Te echo de menos.

    —Yo también a ti, Tenma. Muchísimo. Llámame luego, ¿vale?

    Le digo que sí e intercambiamos un «te quiero» antes de colgar. Al llegar a mi habitación, Furetsu se está preparando para otra fiesta, e imagino que es la que Hakuryuu me ha comentado, en la casa de la fraternidad de Kyousuke. Entro en la página de Netflix y echo un vistazo a las películas.

    —Venga, vente —dice Furetsu—. Te prometo que no pasaremos allí la noche esta vez. Vente aunque sea un ratito. ¡Ver películas sola en esta pequeña habitación será un rollo! —lloriquea, y yo me echo a reír.

    Sigue rogándome mientras se cambia de ropa tres veces hasta que se decide por un vestido verde que deja muy poco a la imaginación. He de admitir que el estridente color combina bien. Envidio su seguridad en sí mismo. Yo tengo seguridad en mí hasta cierto punto, pero soy consciente de que mi cadera es ancha y como dijo Furetsu “Tengo culo” aun así tengo tendencia a vestir prendas que lo oculten

    —Ya... —digo para contentarlo.

    Pero entonces, la pantalla de mi portátil se queda en negro de repente. Le doy al botón de encendido y espero... y espero. Nada, la pantalla sigue en negro.

    — ¡¿Lo ves?! Eso es una señal de que tienes que venir. Mi portátil está en el apartamento de Yuuichi, así que no puedo prestártelo. —Sonríe con malicia

    Al mirarla, me doy cuenta de que en realidad no me apetece quedarme en el cuarto solo sin nada que ver ni hacer.

    —Vale —digo, y mi compañero empieza a brincar y a dar palmas de alegría—. Pero nos iremos antes de la medianoche.
    Me pongo unos vaqueros nuevos que todavía no he estrenado. Son un poco más estrechos que mis pantalones habituales, pero todavía no he puesto ninguna lavadora, así que no tengo otra opción. En la parte de arriba llevo una sencilla blusa negra con mangas cortas

    — ¡Vaya! Me encanta lo que llevas puesto te ves cambiado —dice Furetsu.
    Sonrío mientras el intenta ofrecerme más maquillaje

    —Esta vez, no —le digo. Al acordarme que llore la última vez no es preferible ¿Por qué he accedido a volver a esa casa?

    —Vale. Hoy vendrá Hakuryuu a recogernos en lugar de Yuuichi; acaba de mandarme un mensaje para decirme que llegará en cualquier momento.

    —Creo que no le caigo muy bien —digo mirándome al espejo.

    Furetsu ladea la cabeza.
    — ¿Qué? Claro que sí. Es sólo que tiene un poco de mala leche y es demasiado sincero a veces. Y creo que se siente intimidado por ti.

    — ¿Por mí? ¿Por qué iba a sentirse intimidado? —Me echo a reír. Furetsu debe de estar confundido.

    —Creo que es porque eres muy diferente de nosotros —añade, y sonríe. Sé que soy distinto de ellos, aunque para mí los «raros» son ellos, no yo—. Pero no te preocupes por el: esta noche estará ocupado.

    — ¿Con Kyousuke? —pregunto antes de poder refrenarme.

    Sigo mirándome al espejo, pero no puedo evitar percatarme de cómo me mira Furetsu, con una ceja enarcada.

    —No, con Matatagi seguramente. Cambia de chico cada semana. No importa quién sea

    Decir eso de un amigo es bastante duro, pero el simplemente sonríe y se ajusta la parte de arriba del vestido.

    — ¿No está saliendo con Kyousuke?

    Me viene a la cabeza la imagen de los dos liándose en la cama. Qué horror

    —Qué va. Tsurugi nunca sale con nadie. Se tira a muchas personas, pero no sale con ninguno. Jamás.

    —Vaya. —Es lo único que consigo decir

    La fiesta de esta noche es igual que la de la semana pasada. El jardín y la casa están repletos de gente borracha. ¿Por qué no me habré quedado en la habitación a mirar a las paredes? Hakuryuu desaparece en cuanto llegamos. Yo encuentro un hueco en el sofá y me quedo ahí sentado durante al menos una hora. Entonces, de pronto, aparece Kyousuke

    —Estás... diferente —dice después de una breve pausa. Recorre mi cuerpo de arriba abajo con la mirada y vuelve a subirla y a fijarla en mi rostro. Ni siquiera se esfuerza en hacerlo con algo de disimulo. Yo permanezco callado hasta que sus ojos se encuentran con los míos—. Esta noche llevas ropa de tu talla.

    Pongo los ojos en blanco, deseando de repente llevar mi ropa holgada de costumbre.

    —Me sorprende verte aquí.

    —Y a mí me sorprende haber acabado aquí de nuevo también —digo, y me alejo de él. No me sigue, pero por algún motivo desearía que lo hubiera hecho. Unas horas después, Furetsu está borracho de nuevo. Bueno, como todos los demás.

    — ¡Juguemos a Verdad o desafío! —balbucea Matatagi, y su pequeño grupo de amigos se reúne alrededor del sofá.

    Hakuryuu le pasa una botella de alcohol transparente a Yuuichi, y él le da un trago. La mano de Kyousuke es tan grande que cubre todo su vaso rojo de plástico mientras da un sorbo. Otra chica con pintas similares a las de ellos se une al juego, de modo que ya son Kyousuke, Matatagi, Yuuichi, su compañero de habitación, Ibuki Munemasa el cual me acaban de presentas, Hakuryuu, Furetsu y la chica nueva.
    Estoy pensando que jugar a Verdad o desafío estando borrachos no puede traer nada bueno, cuando Hakuryuu dice con una sonrisa malévola:

    —Tú también deberías jugar, Tenma.

    —Preferiría no hacerlo —contesto, y centro la atención en una mancha marrón que hay sobre la moqueta.

    —Para jugar tendría que dejar de ser un mojigato durante cinco minutos —señala Kyousuke, y todos se echan a reír excepto Furetsu. Sus palabras me enfurecen. No soy ningún mojigato. Sí, admito que no soy salvaje ni alocado, pero no soy ningún monje de clausura. Fulmino a Kyousuke con la mirada y me siento con las piernas cruzadas en su pequeño círculo, entre Yuuichi y otra chica. Kyousuke se ríe y le susurra algo a Matatagi antes de empezar.

    Durante las primeras pruebas, Matatagi ha sido retado a beberse una lata de cerveza de un tirón; Hakuryuu a enseñarle es miembro al grupo, cosa que ha hecho, y Furetsu a revelar que tiene piercings en una zona privada

    — ¿Verdad o desafío, Tenma? —pregunta Kyousuke, y yo trago saliva.

    — ¿Verdad? —grazno.

    Él se ríe y masculla:

    —Cómo no.

    Decido pasarlo por alto mientras Yuuichi se frota las manos.

    —Vale. ¿Eres... virgen? —pregunta pillándome por sorpresa.

    A nadie parece sorprenderle la indiscreta pregunta aparte de a mí. Siento que me pongo colorado y veo que todos me miran con socarronería.

    — ¿Y bien? —me presiona Kyousuke.

    A pesar de lo mucho que quiero salir huyendo y esconderme, me limito a asentir. Por supuesto que soy virgen. A lo único que hemos llegado Taiyou y yo es a enrollarnos y a manosearnos un poco por encima de la ropa. Sin embargo, nadie parece sorprenderse con mi respuesta; sólo parecen intrigados.

    —Entonces ¿Taiyou y tú habéis estado saliendo dos años y nunca lo habéis hecho? —pregunta Furetsu, y yo me revuelvo incómodo en el sitio. Niego con la cabeza.

    —Le toca a Kyousuke —me apresuro a decir con la esperanza de desviar la atención de mi persona.

    —Desafío —responde Kyousuke antes de que llegue a preguntarle qué opción elige.

    Sus ojos ámbares me atraviesan con una intensidad que me dice que soy yo la que está en un compromiso, soy yo el que tiene el desafío de hacer algo. Y titubeo, porque no tenía nada pensado ni esperaba esa reacción. ¿A qué debería retarlo? Sé qué hará lo que sea, sólo por quedar como un gallito.

    —Hum... ¿A que no te atreves a...?

    — ¿A qué? —inquiere con impaciencia.

    Casi lo reto a decir algo agradable de cada una de las personas que conformamos el grupo, pero al final lo descarto, por muy divertido que hubiese sido.

    — ¡A quitarte la camiseta y no volver a ponértela durante el resto del juego! —grita Hakuryuu

    Yo me alegro, y no porque Kyousuke vaya a quitarse la camiseta, por supuesto, sino porque no se me ocurría nada y así no tengo la presión de tener que pedirle que haga algo.

    —Qué infantil —protesta él, pero se quita la camiseta por la cabeza.

    Sin pretenderlo, mis ojos van directos a su largo torso y se centran en el tatuaje negro que se extiende por su piel sorprendentemente pálida. Debajo de las aves de su pecho lleva tatuado un árbol grande dibujado en el estómago, con las ramas desnudas y un aire fantasmagórico. En los antebrazos tiene muchos más tatuajes de los que esperaba. Imágenes e iconos pequeños que aparentemente no guardan relación unos con otros cubren sus hombros y sus caderas. Furetsu me da un codazo y yo aparto la vista de él al tiempo que rezo para que nadie me haya visto mirarlo.

    El juego continúa. Hakuryuu besa a Ibuki y a Matatagi. Furetsu nos habla sobre su primera vez con Yuuichi. Yuuichi besa a otra chica lo que me parece que le molesta a Furetsu ¿Cómo he acabado en este grupo de macarras inadaptados con las hormonas a flor de piel?

    —Tenma, ¿verdad o desafío? —pregunta Ibuki.

    — ¿Para qué preguntas?... Todos sabemos que va a decir verdad —empieza Kyousuke.

    —Desafío —respondo para su sorpresa y también para la mía propia.

    —Hum... Tenma..., ¿a que no te atreves... a beber un trago de vodka? —me provoca Ibuki sonriendo.

    —No bebo alcohol.

    —Por eso es un reto.

    —Oye, si no quieres hacerlo... —empieza a decir Yuuichi, pero al levantar la vista veo a Kyousuke y a Hakuryuu riéndose a mi costa.

    —Vale, sólo un trago —accedo.

    Imagino que Kyousuke seguirá mirándome con desprecio ante mi respuesta pero, cuando nuestras miradas se encuentran, veo que tiene una expresión extraña. Alguien me pasa la botella de vodka blanco, y cometo el error de acercármela para oler el hediondo líquido. Me arden las fosas nasales. Trato de no pensar en todas las bocas que han pasado por esta botella antes que la mía. La levanto y le doy un trago. La bebida me abrasa todo, desde la lengua hasta el estómago, pero consigo tragármela. Sabe horriblemente mal. El grupo aplaude y se ríe un poco. Todos excepto Kyousuke. Si no lo conociera, pensaría que está enfadado o decepcionado. Es un chico muy extraño. Al cabo de un rato, siento el calor en mis mejillas, y algo más tarde, la pequeña cantidad de alcohol en mis venas que crece con cada ronda en la que me desafían a dar otro trago. Yo cedo, y he de admitir que me siento bastante relajado para variar. Me siento bien. Todo aparenta ser más fácil. La gente a mí alrededor me parece más divertida que antes.

    —Lo mismo de antes —dice Matatagi, riendo, y le da un trago a la botella antes de pasármela a mí por quinta vez.

    Ni siquiera recuerdo los besos, las verdades y los desafíos que han tenido lugar durante las últimas rondas. Esta vez doy un par de buenos tragos al vodka, hasta que me quitan la botella de las manos.

    —Creo que ya has bebido suficiente —dice Kyousuke, y le pasa la botella a Yuuichi, que bebe un sorbo.

    ¿Quién diablos es Tsurugi Kyousuke para decirme si he bebido suficiente o no? Todos los demás están bebiendo, así que yo también puedo. Le quito la botella a Yuuichi y me la llevo a los labios de nuevo, no sin antes dirigirle a Kyousuke una sonrisa de suficiencia.

    —No me puedo creer que no te hayas emborrachado nunca, Tenma. Es divertido, ¿verdad? — pregunta Matatagi, y yo suelto unas risitas.
    Me vienen a la cabeza los discursos de mi madre acerca de ser responsable, pero los descarto. Es sólo una noche.

    —Kyousuke, ¿verdad o desafío? —pregunta Hakuryuu

    Él responde desafío, cómo no.

    — ¿A que no te atreves... a besar a Tenma? —dice el, y le regala una falsa sonrisa.

    Kyousuke abre unos ojos como platos y, aunque el alcohol hace que todo me parezca más emocionante, tengo ganas de salir huyendo.

    —No, tengo novio —replico, y todos se ríen a mi alrededor por enésima vez. « ¿Por qué sigo con esta gente que no para de reírse de mí?»

    — ¿Qué más da? Es sólo un juego. Tú hazlo —dice Hakuryuu, presionándome.

    —No. No voy a besar a nadie —espeto, y me levanto.

    Kyousuke no me mira, sino que se limita a dar un sorbo a la bebida que tiene en el vaso. Espero que se sienta ofendido. En realidad, me da igual si lo está o no. Paso de seguir interactuando con él de esta manera. Me detesta, y es demasiado grosero conmigo. Cuando me levanto, siento de golpe los efectos del alcohol. Me tambaleo, pero consigo mantener el equilibrio y alejarme del grupo. No sé muy bien cómo, logro encontrar la puerta de la casa a través de la multitud. En cuanto llego al exterior siento la brisa otoñal. Cierro los ojos y respiro el aire fresco antes de ir a sentarme en el pequeño muro de piedra de la otra vez. Sin pensar en lo que estoy haciendo, de repente tengo el teléfono en la mano y estoy llamando a Taiyou.

    — ¿Diga? —contesta.

    La familiaridad de su voz y el vodka en mi organismo hacen que lo añore más todavía.

    —Hola..., cariño —digo, y me pego las rodillas al pecho.

    Pasa un segundo de silencio.

    —Tenma, ¿estás borracho? —me pregunta con la voz cargada de reproche. No debería haberlo llamado.

    —No..., claro que no —miento, y cuelgo.

    Decido apagar el teléfono. No quiero que me llame. Me está fastidiando la agradable sensación que me produce el vodka, más todavía que Kyousuke. Regreso tambaleándome al interior, pasando por alto los silbidos y los comentarios ordinarios de los miembros borrachos de la fraternidad. Cojo una botella de licor tostado de la encimera de la cocina y le doy un trago demasiado largo. Sabe aún peor que el vodka, y siento que me arde la garganta. Tanteo con las manos en busca de un vaso de algo que me quite el desagradable sabor de la boca. Acabo abriendo un armario y usando un vaso de cristal para beber un sorbo de agua del grifo. Esto me alivia un poco, pero no mucho. A través de un hueco entre la gente, veo que mi grupo de «amigos» sigue reunido en un círculo, jugando a ese estúpido juego. ¿Son mis amigos? No lo creo. Sólo me quieren aquí para poder burlarse de mi falta de experiencia. ¿Cómo se atreve Hakuryuu a decirle a Kyousuke que me bese? Sabe que tengo novio. A diferencia de el, yo no voy por ahí montándomelo con todos. Sólo he besado a un chico en mi vida a Taiyou ¿Habría llevado a cabo Kyousuke el desafío? Lo dudo. Sus labios son rosados y carnosos. Mi mente empieza a imaginarlo inclinándose sobre mí para besarme y el pulso se me acelera. «Joder. ¿Por qué estoy pensando en él de esta manera?» No voy a volver a beber jamás. Unos minutos después, la habitación comienza a darme vueltas y me siento mareada. Mis pies me llevan al baño del piso de arriba y me siento delante del retrete, esperando vomitar. No sucede.

    Gruño y me levanto. Quiero volver ya a la residencia, pero sé que Furetsu no querrá irse hasta dentro de varias horas. No debería haber vuelto aquí. Sin poder evitarlo, me encuentro girando el pomo de la única habitación que me resulta algo familiar en esta enorme casa. El dormitorio de Kyousuke se abre sin problemas. Dice que siempre cierra la puerta con llave, pero está claro que no es verdad. Está igual que la otra vez, aunque ahora todo parece girar bajo mis pies inestables. Cumbres borrascosas ha desaparecido de su lugar en la estantería, pero lo encuentro sobre la mesilla de noche, al lado de Orgullo y prejuicio. Me vienen a la cabeza los comentarios de Kyousuke sobre la novela. Está claro que ya lo ha leído antes, y que lo ha entendido, cosa rara para alguien de nuestra edad. Quizá tuvo que leerlo por algún trabajo de clase antes, eso lo explicaría. Pero ¿para qué ha sacado el ejemplar de Cumbres borrascosas? Lo cojo, me siento en la cama y abro el libro por la mitad. Mis ojos se centran en las páginas y la habitación deja de dar vueltas. Estoy tan perdido en el mundo de Catherine y Heathcliff que, cuando la puerta se abre, ni siquiera la oigo.

    — ¿Qué parte de que «Nadie entra en mi habitación» no has entendido? — ruge Kyousuke. Su expresión iracunda me estremece, pero me hace gracia al mismo tiempo.

    —P... perdona, es que...

    —Largo —dice con los dientes apretados, y yo lo fulmino con la mirada.

    Los efectos del vodka siguen en mi sistema, y son demasiado intensos como para dejar que me grite.

    — ¡No tienes por qué ser tan capullo! —le digo en un tono de voz más alto de lo que pretendía.

    —Estás en mi cuarto, otra vez, después de que te dijera que no entraras. ¡Lárgate! —me grita acercándose a mí.

    Y al ver a Kyousuke delante de mí, cabreado, destilando desprecio y haciéndome sentir que soy la peor persona del mundo para él, algo se rompe en mi interior. Pierdo la compostura y le planteo la pregunta que me ha estado rondando todo el tiempo por la cabeza, aunque no quiera admitirlo.

    — ¿Por qué no te gusto? —inquiero mirándolo a los ojos.

    Es una pregunta justa pero, sinceramente, no creo que mi ego, ya herido, pueda soportar la respuesta.
    Kyousuke me mira. Es una mirada agresiva pero vacilante.

    — ¿Por qué me preguntas esto?

    —No lo sé... Porque yo sólo he intentado ser amable, y tú no paras de mostrarte grosero conmigo. Y la verdad es que había llegado a pensar que podíamos convertirnos en buenos amigos. —Sé que suena tan estúpido que me pellizco el puente de la nariz con los dedos mientras espero una respuesta.

    — ¿Nosotros? ¿Amigos? —Se echa a reír y levanta las manos—. ¿Acaso no es evidente por qué no podemos ser amigos?
    —Para mí, no.

    —Bien, pues, para empezar, tú eres demasiado estirado. Seguramente te habrás criado en la típica casita perfecta de revista, idéntica al resto de las viviendas del vecindario. Tus padres te compraban todo lo que querías y nunca tuviste que anhelar nada. Con tus estúpidas faldas plisados pantalones y más..., en serio, ¿quién se viste así con dieciocho años siendo un chico?

    Me quedo boquiabierto.

    — ¡No sabes nada de mí, capullo condescendiente! ¡Mi vida no ha sido así en absoluto! El alcohólico de mi padre nos abandonó cuando yo tenía diez años, y mi madre tuvo que pencar de lo lindo para que yo pudiera ir a la universidad. Empecé a trabajar en cuanto cumplí los dieciséis para poder ayudarla a pagar las facturas, y resulta que me gusta mi ropa. ¡Lo siento si no visto como una puta o como Hakuryuu que tanto te gusta, como todos los que te rodean! ¡Para ser una persona que se esfuerza tanto en destacar y en ser diferente, juzgas con demasiada ligereza a los que son distintos de ti! —le grito, y siento que las lágrimas inundan mis ojos.

    Me vuelvo para no darle el gusto de verme de esta manera y veo que sus manos forman puños. Como si le cabrease lo que acabo de contarle.

    — ¿Sabes qué? De todas maneras, no quiero ser amigo tuyo, Kyousuke —le digo, y alargo el brazo hacia el pomo de la puerta. El vodka que me ha envalentonado también me está haciendo sentir lo triste de esta situación, de nuestros gritos.

    — ¿Adónde vas? —pregunta él entonces. Su carácter es tan impredecible, tan variable.

    —A la parada del autobús para volver a la residencia, y no pienso regresar aquí jamás. Estoy harto de intentar hacerme amigo vuestro.
    —Es demasiado tarde para coger el autobús solo.

    Me vuelvo de nuevo para mirarlo.

    —No estarás intentando actuar como si te importase lo más mínimo que pueda pasarme algo, ¿verdad? —Suelto una carcajada. Su tono no para de cambiar.

    —Yo no he dicho eso... Sólo te lo estoy advirtiendo. Es una mala idea.

    —Bueno, Kyousuke, pues es la única opción que tengo. Todo el mundo está borracho, incluido yo.

    Y entonces empiezo a derramar las lágrimas. Me siento tremendamente humillada de que sea precisamente Kyousuke, de toda la gente que hay aquí, quien tenga que estar viéndome llorar. Otra vez.

    — ¿Siempre lloras en las fiestas? —pregunta ladeando la cabeza, aunque sonríe ligeramente.

    —Sólo en las que estás tú. Y puesto que estas dos son las únicas a las que he ido nunca... — Alargo la mano hacia el pomo de nuevo y abro la puerta.

    —Tenma... —dice en un tono tan suave que apenas si lo oigo. Su expresión es difícil de interpretar. La habitación me da vueltas de nuevo y me agarro al armario que tengo a mi lado—. ¿Estás bien? —pregunta. Asiento, aunque tengo náuseas—. ¿Por qué no descansas aquí unos minutos y luego vas a la parada del autobús?

    —Creía que nadie podía pisar tu habitación —digo sentándome en el suelo.

    Me entra hipo y él me lanza una advertencia de inmediato:
    —Como vomites en mi cuarto...

    —Creo que sólo necesito un poco de agua —respondo, y me dispongo a levantarme.

    —Toma —dice apoyándome una mano en el hombro para que no me levante y pasándome su vaso rojo. Pongo los ojos en blanco y lo aparto.

    —He dicho agua, no cerveza.

    —Es agua. Yo no bebo —replica.

    Un sonido a medio camino entre un grito sofocado y una carcajada escapa de mis labios. Es imposible que Kyousuke no beba.

    —Venga ya. No vas a quedarte aquí a hacerme de niñera, ¿verdad?

    Quiero quedarme solo en mi patético estado, y ya se me está pasando el pedo, así que empiezo a sentirme culpable por haberle gritado.

    —Sacas lo peor de mí —farfullo en voz alta, sin pretenderlo.

    —Vaya, qué halago —dice en tono serio—. Y sí, voy a quedarme aquí a hacerte de niñera. Estás borracho por primera vez en tu vida, y tienes la costumbre de tocar mis cosas cuando no estoy presente. —Se aleja y se sienta en la cama con las piernas en lo alto.
    Cojo el vaso de agua y le doy un trago. Al hacerlo, advierto un ligero sabor a menta, y no puedo evitar preguntarme cómo sabrá la boca de Kyousuke. Pero entonces el agua impacta contra el alcohol que tengo en el estómago y ya no siento tanto calor. «Joder, no pienso volver a beber jamás», me recuerdo mientras me apoyo contra la pared de nuevo.

    Al cabo de unos minutos de silencio, por fin dice algo:
    — ¿Puedo hacerte una pregunta?

    La mirada en su rostro me indica que debería responderle que no, pero la habitación todavía no está del todo estable, así que pienso que hablar a lo mejor ayuda.

    —Claro —digo.

    — ¿Qué quieres hacer después de la universidad?

    Lo miro, esta vez con nuevos ojos. Eso es, literalmente, lo último que esperaba que me preguntara. Pensaba que iba a preguntarme por qué era virgen, o por qué no bebo.

    —Pues quiero ser escritor o editor, lo que surja primero.

    Seguramente no deba ser sincero con él; sólo se burlará de mí. Pero al ver que no me suelta ninguna impertinencia, me animo y le planteo la misma pregunta. Kyousuke pone los ojos en blanco pero no responde.

    Al final, digo:
    — ¿Esos libros son tuyos? —Aunque seguramente tampoco me responda.

    —Sí —farfulla.

    — ¿Cuál es tu favorito?

    —No tengo favoritos.

    — ¿Sabe el señor Perfecto que estás en una fiesta otra vez?

    — ¿El señor Perfecto? —lo miro de nuevo. No lo entiendo.

    —Tu novio. Menudo pringado.

    —No hables así de él. Él es... es... majo —tartamudeo. Kyousuke se ríe, y yo me levanto. No conoce a Taiyou en absoluto—. Ya quisieras tú ser tan majo como él —le espeto con aspereza.

    — ¿Majo? ¿Es ésa la primera palabra que te viene a la cabeza al hablar de tu novio? Majo es el eufemismo que utilizas para no llamarlo aburrido.

    —No lo conoces.

    —Ya, pero sé que es aburrido. Salta a la vista, con esa chaqueta de punto y esos mocasines...

    Kyousuke inclina el cabeza hacia atrás muerto de la risa, y no puedo evitar fijarme en su sonrisa

    —No lleva mocasines —replico, pero tengo que taparme la boca para no reírme con él a costa de mi novio. Cojo el agua y bebo otro sorbo.

    —Bueno, pero ha estado saliendo dos años contigo y no te ha follado todavía, así que es un carca.

    Escupo el agua en el vaso de nuevo.

    — ¿Qué narices acabas de decir?

    —Ya me has oído, Tenma. —Su sonrisa es cruel.

    —Eres un capullo, Kyousuke—le espeto, y le tiro el vaso medio vacío a la cara.

    Su reacción es justo la que esperaba: de absoluta sorpresa. Mientras se seca el rostro, me levanto como puedo agarrándome a la estantería con los libros para estabilizarme. Un par de ellos se caen al suelo, pero no los recojo y salgo corriendo de la habitación. Me tambaleo por la escalera y me abro paso a través de la multitud en dirección a la cocina. La rabia que siento es mayor que las náuseas, y lo único que quiero es borrar la sonrisa de superioridad de Kyousuke de mi cabeza. Veo el pelo de Matatagi entre la gente en la habitación contigua y me acerco hasta donde está sentado con un chico mono bastante pijo.

    —Hola, Tenma, éste es mi amigo Tetsukado —nos presenta.

    El chico me sonríe y me ofrece la botella que tiene en la mano.

    — ¿Quieres un poco? —me pregunta, y me la pasa.

    La abrasadora sensación del líquido descendiendo por mi garganta me resulta agradable; activa mi cuerpo de nuevo y consigo olvidarme de Kyousuke por un instante.

    — ¿Has visto a Furetsu? —pregunto, pero Matatagi niega con la cabeza.

    —Creo que se ha ido con Yuuichi.

    « ¿Que se ha ido? ¿Sin avisar?» Debería importarme más, pero el vodka me nubla el juicio y me sorprendo pensando que Yuuichi y el hacen una bonita pareja. Un par de tragos después, me siento de maravilla.
    Ésta debe de ser la razón por la que la gente bebe sin parar. Recuerdo vagamente haber jurado no volver a beber alcohol en mi vida pero, después de todo, no está tan mal. Quince minutos más tarde, me estoy riendo tan a gusto con Matatagi y Tetsukado que me duele la barriga. Son una compañía mucho más grata que Kyousuke.

    —Kyousuke es un auténtico capullo —les digo, y ambos sonríen ampliamente.

    —Sí, a veces puede serlo —responde Matatagi, y me pasa el brazo por la cintura

    Me gustaría apartárselo, pero no quiero violentarlo, porque no pretende nada con ello. Pronto, la gente empieza a disiparse, y yo me siento algo cansado. Entonces me doy cuenta de que no tengo manera de volver a la residencia.

    — ¿Hay autobuses toda la noche? —balbuceo.

    Matatagi se encoge de hombros, y justo entonces la cara de Kyousuke aparece delante de mí.

    — ¿Matatagi y tú...? —dice en un tono que soy incapaz de descifrar.

    Me levanto y lo empujo para pasar, pero él me agarra del brazo. No tiene límites.

    —Suéltame. —Busco otro vaso que tirarle a la cara y digo—: Sólo le estaba preguntando por el autobús.

    —Relájate... Son las tres de la mañana. No hay autobuses. Tu recién estrenado estilo de vida ha hecho que te quedes aquí tirado otra vez. —El brillo en sus ojos al decir eso es tan socarrón que me dan ganas de pegarle—. A no ser que quieras irte a casa con Matatagi...
    Cuando me suelta el brazo, vuelvo al sofá con Matatagi sólo porque sé que el hecho lo irritará. Él se queda dónde está, asiente por un momento y da media vuelta indignado. Con la esperanza de que la habitación donde pasé la noche la semana pasada siga vacía, le pido a Matatagi que me acompañe al piso de arriba para buscarla.

    Encontramos la habitación, pero por desgracia una de las camas está ocupada por un tipo que ronca durmiendo.

    — ¡Al menos la otra cama está libre! —exclama y se echa a reír—. Yo voy a volver andando a casa; si te apetece venir... Tengo un sofá en el que puedes dormir — añade.

    A través de mi estado de confusión, intento pensar con claridad por un segundo y llego a la conclusión de que Matatagi, como Kyousuke, se enrollan con muchas personas diferentes. Si accedo a esto, puede que lo interprete como que me estoy ofreciendo a besarlo. Y estoy seguro de que, con lo atractivo que es no debe de resultarle difícil conseguir que las personas hagan algo más que eso.

    —Creo que voy a quedarme aquí por si vuelve Furetsu —contesto.

    Su rostro refleja una ligera decepción, pero me ofrece una sonrisa comprensiva. Me dice que tenga cuidado y me da un abrazo de despedida. Cierra la puerta al marcharse y yo cierro el pestillo. Nunca se sabe quién puede entrar. Observo al roncador comatoso y estoy convencida de que tardará un buen rato en despertarse. El cansancio que sentía abajo ha desaparecido por alguna extraña razón, y ahora no paro de pensar en Kyousuke y en su comentario acerca del hecho de que Taiyou todavía no se ha acostado conmigo. Puede que a él le resulte extraño, porque se acuesta con una persona distinta cada fin de semana, pero Taiyou es un caballero. No necesitamos practicar sexo, nos divertimos juntos haciendo otras cosas como..., bueno..., vamos al cine y a pasear. Con eso en mente, me tumbo, pero pronto me encuentro mirando al techo, contando los paneles en un intento de dormirme. De vez en cuando, el tipo ebrio da media vuelta en la otra cama, pero finalmente mis ojos se cierran y empiezo a quedarme dormido.

    —No te había visto nunca por aquí —balbucea una voz grave en mi oreja.

    Doy un brinco y su cabeza me golpea en la barbilla, lo que provoca que me muerda la lengua. Tiene la mano apoyada sobre la cama, a tan sólo unos centímetros de mis muslos. Su respiración es pesada, y huele a vómito y a alcohol.

    — ¿Cómo te llamas, encanto? —exhala, y a mí me dan arcadas.

    Levanto un brazo para empujarlo y alejarlo de mí, pero no funciona. Él se echa a reír.

    —No voy a hacerte daño... Sólo vamos a divertirnos un poco —dice, y se relame los labios, dejando un hilo de saliva colgando sobre su barbilla.

    Se me revuelve el estómago y lo único que se me ocurre es propinarle un fuerte rodillazo. Con fuerza y justo ahí. Se agarra la entrepierna y retrocede como puede. Yo aprovecho la oportunidad y salgo disparado. Cuando mis dedos temblorosos abren el pestillo, corro por el pasillo, donde varias personas me miran como si fuera un bicho raro.

    — ¡Vamos, vuelve aquí! —Oigo que grita con su voz desagradable no muy lejos de mí.

    Por extraño que suene, a nadie parece sorprenderle que un tipo persiga a un chico por el pasillo. Se encuentra a tan sólo unos metros de distancia, pero por suerte está tan borracho que no para de tambalearse contra la pared. Mis pies se mueven a su libre albedrío, y me llevan por el pasillo hasta el único lugar que conozco en esta maldita casa.

    — ¡Kyousuke! ¡Kyousuke, abre la puerta, por favor! —Grito al tiempo que golpeo la madera con la otra mano e intento girar el pomo bloqueado—. ¡Kyousuke! —grito de nuevo, y entonces la puerta se abre.

    No sé qué me ha llevado a regresar a su dormitorio, pero espero que Kyousuke se muestre igual de categórico que antes con el tipo ebrio que intenta propasarse conmigo.

    — ¿Tenma? —pregunta confundido mientras se frota los ojos con la mano.

    Sólo lleva puesto un bóxer negro, y tiene el pelo todo revuelto. Estoy sorprendido por lo guapo que se ve

    —Kyousuke, ¿puedo pasar, por favor? Ese tipo... —digo, y miro a mis espaldas.

    Él me aparta y mira por el pasillo. Ve a mi perseguidor, y éste, al instante, pasa de dar miedo a parecer asustado. Me mira una vez más antes de dar media vuelta y volver por el pasillo.

    — ¿Lo conoces? —pregunto con un tembloroso hilo de voz

    —Sí, pasa —dice él, y tira de mi brazo hacia el interior del cuarto.

    En la espalda no lleva ningún tatuaje, lo cual es algo extraño, ya que tiene el torso, los brazos y el abdomen repletos. Se frota los ojos de nuevo.

    — ¿Estás bien? —Su voz suena más ronca de lo habitual.

    —Sí..., sí. Siento haber venido aquí y haberte despertado. Es que no sabía qué...

    —No te preocupes. —Se pasa la mano por el pelo alborotado y suspira— ¿Te ha tocado? — pregunta sin rastro de sarcasmo ni de socarronería.

    —No, pero lo ha intentado. No sé cómo se me ocurre encerrarme en un cuarto con un extraño bebido. Supongo que ha sido culpa mía.

    La idea de que ese baboso haya tratado de ponerme las manos encima hace que me entren ganas de llorar, otra vez.

    —No ha sido culpa tuya que haya hecho eso. No estás acostumbrado a este tipo de... situación. — Su tono es amable y totalmente distinto del habitual.

    Recorro la habitación en dirección a su cama y, sin hablar, le pido permiso para sentarme. Él golpetea el colchón y yo me siento con las manos sobre el regazo.

    —No tengo intención de acostumbrarme. Ésta es definitivamente la última vez que pienso venir aquí, o a cualquier fiesta. No sé ni por qué lo he intentado. Y ese tipo... ha sido tan...

    —No llores, Tenma —susurra Kyousuke.

    Y lo curioso del caso es que no me había dado cuenta de que lo estaba haciendo. Él levanta la mano y casi me aparto de un modo reflejo, pero entonces la yema de su pulgar atrapa la lágrima que rueda por mi mejilla. Separo los labios, sorprendida ante la ternura de su gesto. « ¿Quién es este chico y dónde está Tsurugi Kyousuke?» Levanto la vista para ver sus ojos ámbares y observo cómo se le dilatan las pupilas.

    —No me había dado cuenta de lo lindos que son tus ojos —dice en un tono tan leve que tengo que acercarme para oírlo.

    Su mano continúa en mi rostro mientras los pensamientos se agolpan en mi mente. Entonces atrapa el aro que perfora su labio inferior con los dientes. Nuestras miradas se encuentran, y yo bajo la vista, sin saber muy bien qué está pasando. Pero cuando él aparta la mano, miro sus labios de nuevo y siento la lucha interna entre mi sentido común y mis hormonas. Sin embargo, el sentido común pierde la batalla y mis labios impactan contra los suyos, cogiéndolo totalmente desprevenido.

    No tengo ni idea de qué estoy haciendo, pero no puedo evitarlo. Cuando mis labios tocan los de Kyousuke, siento cómo él inspira súbitamente, atónito. Sus labios saben tal y como había imaginado. Percibo el leve toque a menta en su lengua cuando abre la boca y me besa. Me besa con ganas. Su lengua cálida lame la mía y noto el frío metal de su labio en la comisura de los míos. Siento que me arde todo el cuerpo; nunca había sentido algo así. Levanta las manos y recoge entre ellas mis ruborizadas mejillas antes de bajarlas hacia mis caderas. Entonces se aparta un poco y me da un leve beso en los labios.

    —Tenma —exhala, y vuelve a pegar rápidamente la boca contra la mía y a introducir su cálida y deliciosa lengua en ella.

    El sentido común me ha abandonado; la agradable sensación se ha apoderado de todo mí ser. Kyousuke tira de mis caderas para acercarme a él y se tumba sobre la cama sin interrumpir nuestro beso. Sin saber muy bien qué hacer con las manos, las pego contra su pecho y dejo que asciendan por su torso. Le arde la piel y su pecho sube y baja violentamente a causa de su agitada respiración.
    Aparta la boca de la mía y yo expreso un quejido ante la falta de contacto, pero antes de que me dé tiempo a protestar, empieza a besarme el cuello. Sus dientes se aferran a mi clavícula y gimo. La intensa sensación recorre todo mi cuerpo cuando comienza a lamerme suavemente. Sentiría pudor de no estar tan embriagado, por Kyousuke y por el alcohol. Nunca había besado a nadie de esta manera, ni siquiera a Taiyou.

    « ¡Taiyou!»

    —Kyousuke..., para —digo, pero no reconozco mi propia voz. Es grave y rasposa, y tengo la boca seca.

    No se detiene.

    — ¡Kyousuke! —repito, esta vez con voz clara y firme, y entonces me suelta el pelo. Cuando lo miro a los ojos, veo que están más oscuros, aunque ahora parecen más cálidos, y sus labios están más rosados e hinchados de besarme—. No podemos hacerlo —digo. Aunque en realidad quiero seguir besándolo, sé que no puedo hacerlo. La calidez de sus ojos desaparece. Entonces se incorpora y me aparta hacia el otro lado de la cama. «¿Qué acaba de suceder?»

    —Lo siento. Lo siento —digo, pues es lo único que se me ocurre. Noto que el corazón me va a estallar en cualquier momento.

    — ¿Qué es lo que sientes? —dice, y se acerca a su armario.

    Saca una camiseta negra y se la pasa por la cabeza. Desvío la mirada hacia su bóxer de nuevo y veo que está visiblemente más tirante por la parte delantera.

    Me pongo colorado y aparto la vista.

    —Haberte besado... —contesto, aunque una parte de mí no quiere disculparse por ello—. No sé por qué lo he hecho.

    —Sólo ha sido un beso; la gente se besa sin parar —me suelta.

    Por alguna razón, sus palabras hieren mis sentimientos. Aunque en realidad me da igual que no haya sentido lo que he sentido yo... «¿Qué he sentido?» Sé que no me gusta de verdad. Sólo estoy borracho, y él es bastante atractivo. Ha sido una noche muy larga y el alcohol ha hecho que lo bese. Algo en el fondo de mi mente se esfuerza por contener unos pensamientos que dicen lo mucho que deseaba que eso sucediera. Pero es que estaba siendo muy agradable, por eso ha sucedido.

    — ¿Te importaría que esto no saliera de aquí? —pregunto.

    Me sentiría humillado si se lo contara a todo el mundo. Yo no soy así. Yo no bebo, ni engaño a mi novio en fiestas.

    —Créeme, yo tampoco quiero que nadie se entere de esto —me espeta—. Deja de hablar de ello.

    —Vaya, veo que vuelves a ser el de siempre.

    —Nunca he sido otra persona. No vayas a pensar que porque me has besado, básicamente en contra de mi voluntad, ahora tenemos alguna especie de vínculo.

    Vaya. «¿En contra de su voluntad?» Todavía siento la fuerza con la que su mano me agarraba del pelo, la manera en que tiraba de mí para que me pusiera encima de él, y cómo sus labios pronunciaban mi nombre antes de besarme de nuevo. Me levanto de la cama de inmediato.
    —Podrías haberme parado.

    —Habría sido difícil —replica, y siento ganas de llorar otra vez.

    Me pone los sentimientos a flor de piel. Me resulta demasiado humillante, demasiado doloroso, oírlo decir que lo he obligado a besarme. Entierro el rostro entre las manos por un momento y me dirijo hacia la puerta.

    —Puedes pasar aquí la noche, ya que no tienes adónde ir —dice tranquilamente, pero yo niego con la cabeza.
    No quiero estar cerca de él. Todo esto forma parte de su jueguecito. Me ofrece que me quede en su cuarto para que crea que es una persona decente, pero seguro que cuando me quede dormida me dibuja alguna vulgaridad en la frente.

    —No, gracias —replico, y me marcho.

    Cuando llego a la escalera, me parece oírlo gritar mi nombre, pero sigo avanzando. Fuera, mi piel agradece notar la fresca brisa. Me siento en el pequeño muro de piedra y enciendo el móvil de nuevo. Son casi las cuatro de la mañana. Debería despertarme dentro de una hora para darme una ducha y empezar a estudiar, y en lugar de eso estoy aquí sentado en este muro de mampostería, solo y a oscuras. Con algunos rezagados deambulando alrededor, y sin saber qué hacer, miro el teléfono y veo que tengo varios mensajes, de Taiyou y de mi madre. Por supuesto, ha tenido que contárselo. Muy típico de él...
    Sin embargo, no puedo reprochárselo. Acabo de ponerle los cuernos. No tengo derecho a enfadarme.
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    Bueno hasta mañana o quizas dentro de tres horas pues estoy algo ocupada pero les recompensare

    Edited by Immature Overactive - 2/9/2015, 03:43
     
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  10. kyosukextenma
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    Holissss fue fantástico !!!! Ame todo !!! La ingenuidad de tenma su emociones todo me llega !! Además. El beso y los fuentes sentimientosfueron ppreciosos !!!! Espero conty con ansia !! Que sucederá? me deja intrigada !!! Me quedé cada ora del día a ver si lo publicaste ! Eso demuestra lo mucho que me gusta este fic espero conty ! Bye by
    kyo x ten
     
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  11. Immature Overactive
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    Bueno senti que debia subir algo mas asi que el capitulo cuatro aunque es mas corto
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    Capitulo 4




    A una manzana de la casa de la fraternidad, las calles están oscuras y silenciosas. Las demás casas de fraternidades no son tan grandes como la de Kyousuke. Al cabo de una hora y media de caminar consultando el GPS de mi móvil como un poseso, por fin llego al campus. Totalmente sobrio ya, pienso que, en vista de la hora que es, casi es mejor que ya no me acueste, de modo que entro en el 7-Eleven a por un café. Cuando la cafeína hace su efecto me doy cuenta de que hay muchas cosas que no entiendo de Kyousuke. Como por qué está en una fraternidad con un montón de niños de papá cuando él es un macarra, y por qué pasa de un extremo a otro tan rápidamente. Sin embargo, son sólo cavilaciones teóricas, ya que ni siquiera sé por qué pierdo el tiempo pensando en él, y después de lo de esta noche definitivamente no voy a seguir intentando hacerme amigo suyo.

    No me puedo creer que lo haya besado. Ése ha sido, posiblemente, el peor error que podría haber cometido, y en el instante en que he bajado la guardia, me ha atacado con mayor crudeza que nunca. Creo que no soy tan ingenuo como para pensar que no se lo va a contar a nadie, pero espero que la vergüenza de confesar a la gente que ha besado al «virgen» haga que mantenga la boca cerrada. Si alguien me pregunta, lo negaré hasta la muerte. Tengo que pensar en una buena explicación que darles a Taiyou y a mi madre por mi comportamiento de anoche. No por lo del beso, obviamente, de eso no se van a enterar jamás, sino por estar en una fiesta. Otra vez. Pero también debo mantener una charla muy en serio con Taiyou acerca de lo de ir contándole a mi madre las cosas. Ahora soy una persona adulta, y no hace falta que sepa lo que hago en todo momento.

    Cuando llego a la puerta de mi habitación, me duelen las piernas y los pies, y suspiro de alivio cuando giro el pomo. No obstante, casi me da un ataque al corazón cuando veo que Kyousuke está sentado en mi cama.

    — ¿Dónde estabas? —pregunta tranquilamente—. He estado dando vueltas con el coche intentando encontrarte durante casi dos horas.

    — ¿Cómo? ¿Por qué?

    Si iba a hacer eso, ¿por qué no se ha ofrecido a llevarme a casa antes? Y, lo que es más importante, ¿por qué no se lo he pedido yo en cuanto me he enterado de que no había bebido alcohol?

    —Es que no me parece buena idea que andes por ahí de noche, solo.

    Y, ante el hecho de que ya soy incapaz de interpretar sus expresiones, y de que Furetsu esté vete tú a saber dónde, y de que me encuentro a solas con él —con la persona que parece suponer el verdadero peligro para mí—, lo único que puedo hacer es echarme a reír. Es una risa nerviosa, frenética, poco típica de mí. Desde luego no me estoy riendo porque me haga gracia la situación, sino porque estoy demasiado agotado mentalmente como para hacer otra cosa.

    Kyousuke me mira con el ceño fruncido, y eso hace que me ría más fuerte aún.

    —Sería mejor que te fueras, Kyousuke.

    Él me mira y se pasa las manos por el pelo. Al menos eso me da alguna pista. En el poco tiempo que conozco a este chico llamado Tsurugi Kyousuke, he aprendido que cuando hace eso es porque algo lo estresa o porque se siente incómodo. Ahora mismo espero que sean las dos cosas.

    —Tenma, yo... —empieza, pero unos terribles golpes en la puerta y unos gritos interrumpen sus palabras.

    — ¡Tenma! ¡Matsukaze Tenma, abre la puerta ahora mismo!

    Mi madre. Es mi madre. A las seis de la mañana. Y hay un chico en mi habitación. Me pongo en acción de inmediato, como hago siempre que tengo que enfrentarme a su furia.

    — Kyousuke, métete en el armario —susurro agarrándolo del brazo para levantarlo de la cama.

    Él me mira con expresión divertida.

    —No pienso esconderme en el armario. Tienes dieciocho años.

    En cuanto lo dice, sé que tiene razón, pero él no conoce a mi madre. Gruño con frustración cuando ella golpea la puerta otra vez. Kyousuke se ha cruzado de brazos y su postura desafiante me indica que no voy a poder moverlo, de modo que me miro al espejo, me paso los dedos por debajo de los ojos, cojo la pasta de dientes y me echo un poco en la lengua para camuflar el olor a vodka, que se percibe a pesar de haberme tomado el café. Puede que las tres esencias combinadas confundan su olfato o algo. Compongo una sonrisa agradable y abro la puerta, pero entonces veo que mi madre no ha venido sola. Taiyou está a su lado, cómo no. Ella parece furiosa, y él parece... ¿preocupado? ¿Dolido?

    — ¡Hola! ¿Qué hacéis aquí? —les digo, pero mi madre me aparta y va directa hacia Kyousuke.

    Taiyou se cuela en silencio en la habitación, dejando que ella vaya primero.

    — ¿Ésta es la razón por la que no contestabas al teléfono? ¡¿Porque tienes a este... a este... —grita mientras hace aspavientos con los brazos en su dirección— este macarra tatuado metido en tu habitación a las seis de la mañana?!

    Me hierve la sangre. Suelo mostrarme tímido y temeroso en lo que respecta a ella. Nunca me ha pegado ni nada, pero jamás se corta a la hora de echarme en cara mis errores: «No irás a ponerte eso, ¿verdad, Tenma?». «Deberías haberte peinado otra vez, Tenma.» «Podrías haber sacado mejor nota en ese examen, Tenma»... Me ha presionado tanto para que sea el niño perfecto que resulta agotador. Por su parte, Taiyou se limita a quedarse ahí plantado, fulminando a Kyousuke con la mirada. Y yo quiero gritarles a los dos, bueno..., en realidad a los tres. A mi madre por tratarme como si fuera un niño. A Taiyou por chivarse de mí. Y a Kyousuke por ser... Kyousuke.

    — ¿Es esto lo que haces en la universidad, jovencito? ¿Pasarte la noche en vela y traer a los chicos a tu habitación? El pobre Taiyou estaba preocupadísimo por ti, y hemos conducido hasta aquí para sorprenderte relacionándote con estos extraños —dice, y Taiyou y yo sofocamos un grito.

    —En realidad, acabo de llegar. Y Tenma no estaba haciendo nada malo — interviene Kyousuke, lo que me deja boquiabierto.

    No tiene ni idea de a qué se está enfrentando. Aunque, bien pensado, él es un objeto inamovible y mi madre una fuerza implacable. Puede que fuera una pelea bastante igualada. Mi subconsciente me tienta a coger una bolsa de palomitas y a sentarme en primera fila para disfrutar del espectáculo. El rostro de mi madre se vuelve iracundo.

    — ¿Disculpa? No estaba hablando contigo. Ni siquiera sé qué hace alguien como tú cerca de mi hija.

    Kyousuke absorbe el golpe en silencio y simplemente permanece ahí de pie, mirándola.

    —Madre —digo con los dientes apretados.

    No estoy muy seguro de por qué lo estoy defendiendo, pero lo hago. Puede que en parte sea porque ella suena demasiado a como yo traté a Kyousuke el día que lo conocí. Taiyou me mira, después mira a Kyousuke, y a continuación me mira a mí de nuevo. ¿Intuirá que lo he besado? El recuerdo está tan fresco en mi memoria que se me eriza el vello sólo de pensarlo.

    —Tenma, estás descontrolada. Puedo oler el alcohol en tu aliento desde aquí, e imagino que eso ha sido gracias a la influencia de tu encantadora compañera de habitación y de éste —dice mi madre señalándolo con un dedo acusador.

    —Tengo dieciocho años, madre. No he bebido nunca antes ni he hecho nada malo. Sólo estoy haciendo lo que hacen todos los demás estudiantes. Siento que se me agotara la batería del móvil y que hayáis conducido todo el camino hasta aquí, pero estoy bien.

    Exhausto de repente tras los acontecimientos de las últimas horas, me siento en la silla de mi escritorio tras mi discurso y ella suspira. Al verme tan resignado, mi madre se relaja; no es un monstruo, después de todo. Se vuelve hacia Kyousuke y dice:

    —Joven, ¿te importaría dejarnos a solas un minuto?

    Él me mira como preguntándome si estaré bien. Cuando asiento, él también asiente y sale de la habitación. Taiyou lo sigue con la mirada y se apresura a cerrar la puerta a sus espaldas. Es una sensación muy rara, que yo y Kyousuke estemos unidos contra mi madre y mi novio. De alguna manera, sé que estará esperando fuera en alguna parte hasta que se hayan marchado. Durante los siguientes veinte minutos, mi madre se sienta en mi cama y me explica que sólo está preocupada porque no quiere que eche a perder esta increíble oportunidad de estudiar y no quiere que vuelva a beber. También me dice que no aprueba mi amistad con Furetsu, Kyousuke ni ningún otro miembro del grupo. Me obliga a prometerle que dejaré de salir con ellos, y yo accedo. De todas formas, después de esta noche no quiero estar de nuevo cerca de ellos, y no pienso volver a ir a ninguna fiesta con Furetsu, así que es imposible que mi madre sepa si sigo siendo amigo de él o no. Por fin se levanta y junta las manos.

    —Y, ya que estamos aquí, vayamos a desayunar, y tal vez de compras después.
    Asiento, y Taiyou sonríe desde su posición, apoyado en la puerta. Me parece una idea fantástica, y me muero de hambre. Mi mente sigue algo nublada por el alcohol y el cansancio, pero el paseo hasta la residencia, el café y la charla de mi madre han hecho que vuelva a estar sobrio. Me dirijo a la puerta, pero me detengo cuando ella carraspea.

    —Supongo que antes tendrás que ordenar un poco esto y cambiarte de ropa —dice, y me sonríe de forma condescendiente.

    Saco ropa limpia de la cómoda y me cambio junto al armario. Y ya estoy listo para salir. Taiyou abre la puerta y a continuación los tres miramos hacia el lugar donde espera Kyousuke sentado en el suelo, apoyado contra la puerta que hay enfrente en el pasillo. Cuando levanta la mirada, Taiyou me agarra fuertemente de la mano con actitud protectora. A pesar de ello, me sorprendo a mí mismo queriendo soltarme. «Pero ¿qué me pasa?»

    —Vamos al centro —le digo a Kyousuke.

    En respuesta, él asiente varias veces, como si estuviera contestándose alguna pregunta que se ha hecho a sí mismo. Y, por primera vez, parece vulnerable, y tal vez también un poco dolido. «Te ha humillado», me recuerda mi subconsciente. Y es verdad, pero no puedo evitar sentirme culpable cuando Taiyou pasa por delante de él tirando de mí, mi madre le lanza una sonrisa triunfal y él aparta la mirada.

    —No me gusta nada ese tío —dice Taiyou, y yo asiento.

    —A mí tampoco —susurro. Pero sé que estoy mintiendo. No me desagrada Kyousuke. El me da miles de sensaciones que Taiyou no ¿Y quién sabe por qué?

    El desayuno con Taiyou y mi madre se me hace eterno. Ella no para de sacar a relucir mi «noche salvaje», y aprovecha la menor oportunidad para preguntarme si estoy cansado o si tengo resaca. Es cierto que lo de anoche no es propio de mí, pero no necesito que me lo recuerde constantemente. ¿Siempre ha sido así? Sé que sólo quiere lo mejor para mí, pero la cosa parece haber empeorado ahora que estoy en la universidad; o a lo mejor el hecho de haber pasado una semana lejos de casa me ha dado una nueva perspectiva respecto a ella.

    — ¿Adónde vamos de compras? —pregunta Taiyou entre un bocado y otro de tortitas, y yo me encojo de hombros.

    Ojalá hubiese venido solo. Me gustaría pasar tiempo con él. Necesito hablar con él sobre lo de no contarle a mi madre cada detalle de mi vida, especialmente los malos, y si estuviéramos solos sería más fácil.

    —Podríamos ir al centro comercial que está a una manzana de aquí. Todavía no conozco muy bien la zona —les digo cortando los últimos trozos de mi tostada francesa.

    — ¿Has pensado ya en dónde quieres trabajar? —pregunta Taiyou.

    — No estoy seguro. Tal vez en una librería. Ojalá encontrara algún contrato de prácticas o algo relacionado con la industria editorial o la escritura —les digo, y mi madre sonríe con orgullo al oírme.

    —Sí, sería fantástico que encontrases algún sitio donde pudieras trabajar hasta que terminaras la facultad y que después te contrataran a tiempo completo —responde sonriendo de nuevo.

    Intento ocultar mi sarcasmo con un «Sí, eso sería ideal», pero Taiyou lo pilla y me agarra de la mano y me da un apretón conspirativo por debajo de la mesa.

    Al meterme el tenedor en la boca, el metal me recuerda el piercing del labio de Kyousuke y me quedo parado un instante. Taiyou se percata de ello, y me mira con ojos interrogantes. Tengo que dejar de pensar en Kyousuke. De inmediato. Le sonrío a Taiyou.


    Después de desayunar, vamos en el coche de mi madre al centro comercial Benton, que es enorme y está atestado.

    —Yo voy a entrar en Nordstrom, os llamaré cuando haya terminado —nos dice para mi alivio.

    Taiyou me coge entonces de la mano de nuevo y entramos en unas cuantas tiendas. Me habla del partido de fútbol americano que jugó el viernes, y de cómo marcó el gol de la victoria. Yo lo escucho con interés y le digo lo estupendo que suena todo.

    —Estás muy guapo hoy —lo piropeo, y él sonríe.
    Su sonrisa blanca y perfecta es adorable. Lleva puesta una chaqueta de punto granate, un pantalón y unos zapatos de vestir. Sí, la verdad es que lleva mocasines, pero son bastante monos y, en cierta forma, encajan con su personalidad.

    —Tú también, Tenma —dice, y me encojo.

    Sé que tengo un aspecto horrible, pero es demasiado educado como para decírmelo. A diferencia de Kyousuke. Él me lo diría sin pensarlo dos veces. «Uf, otra vez Kyousuke...» Desesperado por quitarme de la cabeza a Kyousuke, tiro del cuello de la chaqueta de Taiyou en mi dirección. Cuando me dispongo a besarlo, él sonríe pero se aparta.

    — ¿Qué haces, Tenma? Nos está mirando todo el mundo —dice, y señala a un grupo de adultos que se están probando gafas de sol en un puesto. Me encojo de hombros con aire juguetón.

    —No es verdad. Además, ¿qué más da? —Lo cierto es que me da igual.

    Normalmente sí me importaría, pero hoy necesito que me bese

    — Bésame, por favor — prácticamente le ruego.

    Debe de haber visto la desesperación reflejada en mis ojos, porque me levanta la barbilla y me besa. Es un beso tierno y lento, sin apremio. Su lengua apenas toca la mía, pero es agradable. Es familiar y cálido. Espero que el fuego se encienda en mi interior, pero no sucede. No puedo comparar a Taiyou con Kyousuke. Taiyou es mi novio, al que quiero, y Kyousuke es un capullo que se acuesta con un montón de personas.

    — ¿Qué te pasa? —bromea él cuando intento pegar su cuerpo al mío.

    Me pongo colorado y niego con la cabeza.

    —Nada, es que te echaba de menos, eso es todo —respondo. «Ah, y anoche te puse los cuernos», añade mi subconsciente. Descarto esos pensamientos y digo—: Pero, Taiyou, ¿puedes dejar de contarle a mi madre todo lo que hago? Me incomoda mucho. Me encanta que os llevéis tan bien, pero me siento como un niño cada vez que, básicamente, te chivas de mí.

    Me siento aliviado al haberme quitado esa espinita.

    —Tenma, lo siento muchísimo. Sólo estaba preocupado por ti. Te prometo que no volveré a hacerlo. De verdad. —Me pasa el brazo sobre los hombros y me besa la frente. Le creo.

    El resto del día transcurre mejor que la mañana, principalmente porque mi madre me lleva a un lugar, donde me arreglan un poco el cabello solo quedo más brilloso y con diferente olor. Taiyou me regala los oídos durante todo el trayecto de vuelta a la residencia, y me siento genial. Me despido de ellos en la puerta y prometo una vez más que me mantendré al menos a ciento cincuenta kilómetros de distancia de cualquiera que lleve tatuajes.

    Cuando llego a mi cuarto, me siento algo decepcionado al encontrarlo vacío, aunque no estoy seguro de si esperaba ver a Furetsu o a otra persona. Ni siquiera me molesto en quitarme los zapatos cuando me tumbo en la cama. Estoy demasiado agotado, y necesito descansar. Duermo durante toda la noche y no me despierto hasta el mediodía. Al hacerlo, veo que Furetsu está durmiendo en su cama. Salgo a comer y, cuando vuelvo, ya se ha ido. El lunes por la mañana todavía no ha regresado, y empiezo a sentir una acuciante necesidad de saber qué ha estado haciendo durante todo el fin de semana.

    Antes de dirigirme a mi primera clase, me paro a pedir mi café de siempre en la cafetería, y veo que Fey me está esperando con una sonrisa. Tras nuestros respectivos saludos, una chica nos interrumpe para pedirnos que le indiquemos una dirección algo complicada, de modo que no tenemos ocasión de ponernos al día hasta que nos dirigimos a la última clase de la jornada. La clase que llevaba todo el día temiendo, pero a la vez deseando que llegara.

    — ¿Qué tal el fin de semana? —me pregunta Fey, y yo gruño.

    —Fatal, la verdad. Fui a otra fiesta con Furetsu —le cuento, y él pone cara de dolor y se echa a reír—. Seguro que el tuyo fue mucho mejor. ¿Qué tal con Saryuu?

    Su sonrisa se intensifica cuando menciono su nombre, y caigo en la cuenta de que yo no le he dicho que vi a Taiyou el sábado. Fey me dice que su novio ha solicitado plaza en una escuela de Kyoto y lo feliz que está por él. Durante toda la conversación, no paro de preguntarme si los ojos de Taiyou se iluminan como los suyos cuando habla de mí. Al entrar en clase, Fey me cuenta que su padre y su madrastra se alegraron mucho de verlo, pero yo estoy inspeccionando el aula y no le presto mucha atención; el asiento de Kyousuke está vacío.

    — ¿No se te hará duro que tu novio se marche tan lejos? —consigo preguntar mientras nos sentamos.

    —Bueno, ya estamos separados ahora, y funciona. La verdad es que sólo deseo lo mejor para el, y si eso es Kyoto, pues ahí es donde quiero que esté.

    El profesor entra en clase y nos callamos. «¿Dónde está Kyousuke? No irá a saltarse las clases sólo para evitarme, ¿no?» Nos sumergimos en el mundo de Orgullo y prejuicio, un libro mágico que ojalá todo el mundo leyera y, sin apenas darme cuenta, la clase llega a su fin.

    —Tu cabello huele bien, Tenma. —Me vuelvo y veo a Kyousuke sonriendo detrás de mí.

    Fey y él intercambian unas incómodas miradas y yo intento pensar en algo que decir. No sería capaz de mencionar nuestro beso delante de Fey, ¿verdad?

    —Hola, Kyousuke —digo.

    — ¿Qué tal el fin de semana? —pregunta con aire engreído.

    Tiro del brazo de Fey

    —Bien. Bueno, ¡ya nos veremos! —grito nervioso, y Kyousuke se echa a reír.

    Una vez fuera, al percatarse de mi extraño comportamiento, Fey me pregunta:

    — ¿A qué ha venido eso?

    —A nada

    —No iba a decirte nada porque no quería que me asociases con él, pero — sonríe algo nervioso—el padre de Kyousuke está saliendo con mi madre.

    — ¿Qué?

    — Que el padre de Kyousuke...

    —Sí, sí, ya te he oído, pero ¿el padre de Kyousuke vive aquí? ¿Qué hace Kyousuke en Tokyo?

    Si su padre está aquí, ¿por qué no vive con él? Acoso a Fey con preguntas hasta que consigo refrenarme. Parece confundido, pero menos nervioso que hace un momento.

    —Es de Londres; su padre y mi madre viven cerca del campus, pero Kyousuke y su padre no tienen una buena relación. Así que, por favor, no le cuentes nada de esto. Ya nos llevamos bastante mal de por sí.

    —Claro, por supuesto.

    Me vienen a la cabeza un millón de preguntas más, pero permanezco en silencio mientras mi amigo empieza a hablarme de nuevo de Saryuu, y sus ojos se iluminan con cada palabra que pronuncia sobre él. De regreso en mi habitación, Furetsu todavía no ha vuelto, ya que sus clases terminan dos horas más tarde que las mías. Me organizo los libros y los apuntes para estudiar, pero decido que prefiero llamar a Taiyou. No me contesta, y de nuevo desearía que estuviera aquí conmigo en la facultad. Las cosas serían mucho más fáciles y cómodas. Podríamos estar estudiando o viendo una película juntos ahora mismo. No obstante, sé que pienso en estas cosas porque la culpabilidad que siento por haber besado a Kyousuke me está consumiendo. Taiyou es un encanto, y no se merece que le ponga los cuernos. Soy afortunado de tenerlo en mi vida. Siempre está ahí para mí, y me conoce mejor que nadie. Nos conocemos básicamente de toda la vida. Cuando sus padres se mudaron a nuestra calle, yo me alegré mucho de que hubiese alguien de mi edad con quien poder relacionarme, y esa alegría se fue intensificando conforme fui conociéndolo y vi que era un chico tradicional, como yo. Pasábamos nuestro tiempo juntos leyendo, viendo películas y dando vida al invernadero del jardín trasero de casa de mi madre. El invernadero siempre ha sido mi refugio; cuando mi padre bebía, yo me escondía allí, y nadie excepto Taiyou sabía dónde encontrarme. La noche en que mi padre nos dejó fue horrible para mí, y mi madre todavía se niega a hablar de ello. Al hacerlo se le caería la máscara perfecta que ha creado para sí, pero yo aún necesito sacar a relucir el tema de vez en cuando. Aunque lo odiaba por beber tanto y por maltratar a mi madre, en el fondo sigo sintiendo la necesidad de tener un padre. Aquella noche, refugiada en el invernadero mientras mí padre gritaba y perdía los papeles, no paraba de oír cristales que se hacían añicos en la cocina, y entonces, cuando todo terminó, unos pasos. Me aterraba la idea de que mi padre viniese a por mí, pero era Taiyou. Y nunca había sentido tanto alivio en toda mi vida de ver a alguien que me hacía sentir seguro. Ese día nos hicimos inseparables. Con los años, nuestra amistad se convirtió en algo más, y ninguno de los dos ha salido con otra persona desde entonces.

    Le mando un mensaje para decirle que lo quiero y decido echarme una cabezadita antes de empezar a estudiar. Saco mi agenda y compruebo el trabajo que tengo una vez más para asegurarme de que puedo permitirme una siesta de veinte minutos. No llevo ni diez dormido cuando oigo que alguien llama a la puerta. Supongo que Furetsu se ha olvidado la llave y abro la puerta medio grogui. Evidentemente, no es el. Es Kyousuke.

    —Furetsu aún no ha vuelto —digo, y vuelvo a la cama dejando la puerta abierta.

    Me sorprende que se haya molestado en llamar, porque sé que Furetsu le dio una llave por si él se la dejaba. Tendré que hablar con mi compañero de cuarto al respecto.

    —Lo esperaré —dice, y se deja caer sobre la cama de Furetsu.

    —Como quieras —gruño, y paso por alto su risita mientras me cubro con la manta y cierro los ojos. Bueno, más bien intento pasarlo por alto. Sé que no voy a dormirme sabiendo que Kyousuke está en mi habitación, pero prefiero fingir que duermo a tener que enfrentarme a la incómoda e irrespetuosa conversación que tendríamos si no lo hiciera. Trato de hacer caso omiso del ruido de su golpeteo en la cabecera de la cama hasta que suena la alarma de mi móvil.

    — ¿Vas a alguna parte? —pregunta, y yo pongo los ojos en blanco aunque no me vea.

    —No, quería descansar veinte minutos —le digo, y me incorporo.

    — ¿Te pones la alarma para asegurarte de que sólo te echas veinte minutos de siesta? —dice en tono divertido.

    —Pues sí —Cojo mis libros, los coloco en el orden de mis clases y apilo los apuntes correspondientes encima de cada uno de ellos.

    — ¿Tienes un trastorno obsesivo-compulsivo o algo así?

    — No, Kyousuke. No todo el mundo está chiflado por querer hacer las cosas de una manera concreta. No tiene nada de malo ser organizado

    Y, por supuesto, él se echa a reír. Me niego a mirarlo, pero veo con el rabillo del ojo que se levanta de la cama. «Por favor, no te acerques. Por favor, no te acerques...»Se coloca delante de mí, mirando hacia el lugar donde yo estoy sentado sobre mi cama. Coge mis apuntes de literatura y les da la vuelta un par de veces, exagerando como si estuviera ante un extraño artefacto. Intento cogerlos pero, como el capullo irritante que es, levanta más el brazo, de modo que me pongo en pie para quitárselos. Entonces, Kyousuke los suelta en el aire y éstos caen al suelo desordenados.

    — ¡Recógelos! —chillo.

    Él me mira con una sonrisa maliciosa y dice:

    —Vale, vale.

    Pero a continuación coge mis apuntes de sociología y hace lo mismo con ellos. Me apresuro a recogerlos antes de que los pise, pero eso también parece hacerle gracia.

    — ¡Kyousuke, para! —le grito justo cuando hace lo mismo con el siguiente montón. Enfurecido, me incorporo y lo aparto de un empujón de mi cama.

    —Vaya, parece que a alguien no le gusta que le toqueteen sus cosas —dice riéndose todavía.

    — ¡Pues no! ¡No me gusta! —replico, y me dispongo a propinarle un nuevo empellón.

    Él avanza hacia mí, me agarra de la muñeca y me empuja contra la pared. Su rostro está a unos centímetros del mío, y de repente me doy cuenta de que mi respiración es demasiado agitada. Quiero gritarle que me suelte y exigirle que recoja mis apuntes. Quiero abofetearlo y echarlo de mi cuarto. Pero no puedo hacerlo. Estoy paralizado contra la pared, y sus ojos me tienen hechizado.

    —Kyousuke, por favor. —Son las únicas palabras que consigo pronunciar.

    Y, por el tono suave en que lo hago, no estoy seguro de sí le estoy rogando que me suelte o que me bese. Mi respiración no se ha ralentizado; siento que la suya se acelera también, y su pecho se hincha y se deshincha a gran velocidad. Los segundos parecen horas. Finalmente, aparta una de sus manos de mis muñecas, pero la otra es lo bastante grande como para sujetarme las dos. Juraría que puedo oír su pulso cuando acerca los labios a los míos, y un fuego interior hace que me arda la piel. Esto es lo que he estado anhelando desde el sábado por la noche. Si tuviera que elegir una sensación para el resto de mi vida, sería ésta. No me permito pensar por qué lo estoy besando de nuevo; tampoco quiero plantearme qué cosas horribles me dirá después. En lo único que deseo concentrarme es en la manera en que presiona el cuerpo contra el mío cuando me suelta las muñecas y me acorrala contra la pared, y en el sabor a menta de su boca. Mi lengua danza con la suya y en cómo mis manos se deslizan sobre sus anchos hombros. Me agarra de la parte trasera de los muslos y me levanta. Mis piernas, como por instinto, rodean su cintura, y me quedo fascinado al comprobar que mi cuerpo, de alguna manera, sabe cómo responder a sus movimientos. Hundo los dedos en su pelo y tiro suavemente de él mientras Kyousuke retrocede hacia mi cama sin separar los labios de los míos.

    La vocecita responsable que oigo en mi cabeza me recuerda que esto no está bien, pero la hago callar. No pienso parar esta vez. Tiro de su pelo con más fuerza, hasta que gime. El sonido me hace gemir a mí también, y ambos gemidos se mezclan de una manera deliciosa. Es el sonido más sensual que he oído jamás, y estoy dispuesto a hacer lo que haga falta con tal de oírlo de nuevo. Se sienta en mi cama y me coloca sobre su regazo. Sus largos dedos se clavan en mi piel, y el dolor que siento es maravilloso. Mi cuerpo empieza a mecerse suavemente hacia adelante y hacia atrás sobre su regazo, y él me agarra entonces con más fuerza.

    —Joder —exhala en mi boca, y cuando lo hace experimento algo que jamás había sentido al notarlo duro contra mí.
    «¿Hasta dónde voy a dejar que llegue esto?», me pregunto, pero lo cierto es que no tengo la respuesta.

    Sus manos desabrochan los botones de mi camisa. No puedo creer que esté dejando que haga esto, pero no quiero detenerlo. Interrumpe nuestro beso acalorado para quitarme la camisa por completo. Me mira a los ojos, y después desciende la vista hacia mí abdomen mientras se muerde el labio inferior.

    —Eres muy sexi, Tenma.

    Nunca me ha atraído la idea de decir cochinadas pero, por alguna razón, esas palabras proviniendo de la boca de Kyousuke se convierten en la cosa más sensual que he oído en mi vida. Me agito con fuerza sobre su regazo y él me envuelve la espalda con los brazos y acerca mi cuerpo al suyo, hasta que nuestros torsos se tocan...

    Entonces oigo el pomo de la puerta. Despierto al instante del trance en el que me encontraba, salto del regazo de Kyousuke y agarro mi camisa. Furetsu entra por la puerta y se detiene de golpe al vernos a mí y a Kyousuke. Cuando asimila la escena que tiene delante, su boca forma una «O» enorme.

    Sé que tengo las mejillas coloradas, no por la vergüenza, sino por las cosas que me hace sentir.

    — ¿Qué coño me he perdido? —espeta mirándonos a los dos con una enorme sonrisa. Juraría que sus ojos prácticamente aplauden de alegría.

    —No mucho —dice Kyousuke, y se pone de pie. Se dirige a la puerta y no se vuelve cuando sale de la habitación.

    Dejándome a mí jadeando y Furetsu a riéndose....

    Continuara

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    Confieso que lo hice ahora y tengo sueño (?) y no se como habra quedado pero ojala lo hayan disfrutado
     
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  12. »Seiryu Urameshi«
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    Hola!
    OMGGG. Me eh quedado sin palabras, I swar!
    Tenma dice que no volverá a ir a una fiesta, pero lo hará, no lo afirmo pero lo presiento, y por una sola razón con nombre y ojos ámbares ♡
    GOOOD, Furetsu, hubiera tardado un poco más, en dos horas, ah.
    Te quedo genial, me encantó, me envolvió, me intrigó, todo(?)
    Ahora, a esperar la conti, nos leemos ✌
     
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  13. ines111
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    Nueva lectora! *-*
    Me encantó :=uuum: :=uuum:
    Ya quiero ver el siguiente capítulo :3
    Contii
     
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  14. kyosukextenma
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    Es demasiado !!! Todo fue magnífico !!! El pobre tenma no pudo resistirse a tsurugi !! Los sentimientos todo !!! Como funciona entre ellos es interesante ! Me hace dudar cada vez que siento o tsurugi decir algo no se lo que realmente piensa me es difícil entenderlo kyaaaa ! Es como si sintiera los sentimientos de tenma es muy interesante tu fic ! Espero conty con ansia !
    Bye by
    kyo x ten
     
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    yaoi ( ͡° ͜ʖ ͡°)
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    en el mejor lugar del mundo yaoilandia :3 oh yeaaa

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    como siempre genial
    kyaaaaa me encanto espero conti
     
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46 replies since 31/8/2015, 01:50   4704 views
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