El Infortunio [Actualizado: 09-06-16]

Te leyeron tu futuro, predijeron que eras una amenaza ante la sociedad, todos te juzgaron por un hecho que aún no has cometido. Y aún te preguntas ¿Qué paso con tu libre albedrío? [Nostálgica]

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    Título: El Infortunio.
    · Autor/a: Kira Uchiha.
    · Rating: M [Apto para adolescentes maduros y adultos].
    · Géneros: Multigenero [mayormente Drama]
    · Pareja(s): Takano x Onodera [+todas las parejas de SH y JR]
    · Advertencias: Escenas sexuales explícitas e implícitas, vocabulario vulgar, violación, “gore”, shota y mención de tortura
    · Descargo de responsabilidad: Ni Sekaiichi Hatsukoi, ni Junjou Romantic me pertenecen, sino a Nakamura [Porque si fueran míos, Onodera hace tiempo que se hubiera confesado]

    Notas del autor: no se lo tomen muy en serio las advertencias, lo del gore voy a tratar de que sea moderada; violación y Shota… pues… sí, va a ver pero más bien creo que les va a gustar ja ja ja Ok No ja ja ja tortura... no tanto, puesto que no me voy a poner a describirlo, pero si habrá mención (no soy muy sádica que digamos). ¡Feliz lectura! :D

    Prólogo:

    Vitacora 00: Nunca le jales el rabo al toro



    El mundo tuvo una bendición en un determinado tiempo, cuando la época contemporánea decayó. Las personas tuvieron el don de un poder en especial, algunos religiosos como monjes y sacerdotes agradecieron a sus respectivos dioses por tales bendiciones; los científicos creyeron que era un escalón más arriba de un simple Homo Sapiens, el hombre había evolucionado adquiriendo un gen único, pero peligroso. Todos vivían pacíficamente ante las monarquías que nuevamente empezaron a resurgir, la tecnología comenzaba a escarcearse puesto que ya no era importante ante el consumo humano, solo utilizaban las necesarias e importantes, estaba prohibido el uso de armas de fuego, estas dejaron de comercializarse, teniendo acceso solo los militares y desafortunadamente, ante la corrupción de algunos cercanos al rey, quienes pudieron comercializar estos al mercado negro por un poco de oro y beneficios de seguridad. El uso del talento que cada uno tenía no estaba prohibido, pero lo común era no utilizarlo si la ocasión no lo ameritaba, para así no fomentar disturbios en la sociedad ni destruir la paz de los ciudadanos.

    Las ciudades comenzaban a tener un modelo más rustico, teniendo como fronteras grandes bosques para separar a las demás ciudades, los estados principales tenían nombres de los puntos cardinales incluyendo el centro.

    El Rey del Estado Centro era un hombre de grandes decisiones e ideales fuertes como dictatoriales, cada mandato que se ejecutaba era totalmente acertada ante la opinión publica de su pueblo, a pesar de la seriedad que reflejaba su rostro, era un hombre de dulces sueños; queriendo plasmar en su ambiente un lugar sin guerras ni destrucción, defendería su pueblo con su vida si fuera posible, quería con igualdad a los habitantes que imponía una verdadera justicia, es por ello de los pobladores: Nobles, burgueses, artesanos como campesinos, creían de una manera sublime sobre las órdenes de su rey. Ryota Takatsuki, El Rey Vidente.

    Un gran silencio recorrió en la cercanía de los límites del Estado Central, la multitud que rodeaba la humilde casa se mostraban totalmente inquietos como silenciosos ante la cercanía del Rey que tenía con la familia señalada.

    La mujer de la casa, con un gran nerviosismos, mostró a su bebe envuelto en una suave manta azul, el bebe era tan pequeño que apenas podía abrir los ojos, adquiriendo ante la mirada de terceros una adorable ternura. El Rey Ryota cerró los ojos mientras posaba su palma delicadamente sobre la frente del niño. El padre de la familia agarro con protección a su primer hijo, quien estaba más que curioso de lo que le ocurría a su hermanito.

    El Rey sonrió con felicidad, sorprendiendo a la familia ante aquel gesto. Ryota miro hacia los demás pobladores que estaban atentamente escuchando como buenos e intranquilos espectadores. Tomo al niño con ambos brazos con orgullo y cuidado.

    -He tenido un sueño, se acercara un tiempo oscuro que no es tan claro para mí. . . es más fuerte que yo. . . pero no para este niño. ¡Miren bien de este niño, Él nos salvara a todos! ¡Obtendrá el don más poderoso que todos! ¡Su destino esta trazado, él peleara contra el mal que querrá gobernar no solo nuestro estado, sino el mundo! ¡Él es nuestro Salvador!- Alzó al niño mientras todos aplaudían y se regocijaban ante el heroísmo que iba a representar el futuro de aquel bebe, las alabanzas como el llanto de emoción de la familia inundaban el momento, el padre del bebe estaba totalmente orgulloso de su hijo por haber dado un gran honor a su familia- ¡Aplaudan a nuestro héroe! ¡Larga Vida, Misaki Takahashi!

    -¡Larga Vida, Misaki Takahashi!- gritaron todos con una sola voz el nombre del bebe.

    Los sueños del rey mostraban pasajes del futuro, imágenes que no eran totalmente concretas pero con el razonamiento del hombre podía descifrar lo que iba a ocurrir más adelante, lastimosamente, no especificaba fecha, un futuro incierto pero ya predicho. Habían sueño con pasajes de un futuro próspero como hermoso, pero también habían pesadillas, que pensaba el Rey que serían problemas que se avecinaban a su reino, problemas que se solucionarían. . . pero nunca espero eso.

    El cielo era teñido de un color rojo negrizo, su ciudad estaba cubierta en llamas, al igual que los pobladores quienes gritaban con verdadero dolor y agonía. Los ríos ya no brotaban agua, había sido suplantado por lava. Demonios volando en los cielos con sus grandes alas puntiagudas y esos cuernos que perforaban vidas humanas como si fueran algún pasatiempo en sus insanas vidas. Todo su alrededor se volvió a distorsionarse y los gritos desgarradores de más personas repercutieron en su sentido auditivo, frunciendo el ceño, rogando que se callaran, que los salvaría pero que le dijera quien fue el culpable. Nadie respondió, solo se oyeron más lamentaciones como llanto.

    El cielo empezó a crujir y una enorme grieta se formó en ella. Una voz profunda como amarga contesto las inquietudes del rey a lo lejano de él: Los Siete Ángeles del Apocalipsis se acercan, tocaran cada uno sus respectivas trompetas.

    Con gritos enunciaban sus respectivos nombres, para decir el último con una maquiavélica risa que erizo su piel, lo pronuncio como si fuera el peor de todos los nombrados.

    Ryota despertó sudoroso ante el sueño, había tenido pesadillas similares a estas que conllevaban al mismo hecho, pero esta reciente había sido la más clara.

    -Papá. . . perdón, pero. . . no puedo dormir- Un niño de cuatro años se asomó a la habitación del mencionado, frotándose con su pequeña mano su ojo izquierdo. Su padre se calmó, enternecido ante la imagen presente. Abrió las manos como muestra de bienvenida, haciendo que el pequeño caminara hacia él hasta refugiarse en sus protectores brazos.

    -No te preocupes Shinobu- lo atrajo hacia él mientras lo arropaba con sus sabanas sin soltar el abrazo

    -Tengo miedo a la oscuridad- confesó el menor; castaño de ojos grisáceo, de piel de porcelana digna de todo príncipe.

    -No te preocupes hijo- acaricio la pequeña espalda de Shinobu, mientras recordaba los nombres de sus futuro enemigos; estaba claro, tenía que deshacerse de esas personas antes de que cometan aquel atroz crimen y destruyan todas las ciudades. Por el bienestar de su gente. Por la promesa de su difunta esposa. Por sus hijos- Yo te protegeré.


    Varios años después. El grupo de observación pudo notar las inquietantes salidas secretas del rey de su ciudad, lo habían ya analizado, pero no era nada de preocuparse en ese entonces. Hasta que la última semana, lo descubrieron con sus ropas salpicadas de sangre. Sus sirvientes, guardaron el secreto ante ello, pero al divulgarse solo entre ellos, un tercero pudo escucharlo y mandarle un aviso hacia las fuerzas de la milicia.

    Nadie sospecho nada, pues confiaban en el buen juicio del rey. Mandando el caso en archivado, pero un curioso sargento tomó el caso aún dudoso de las salidas del rey.

    Infiltrándose como uno de los sirvientes adentro del gran castillo que habitaba el Rey, pudo escuchar varias teorías de donde se dirigía con tanto ahínco el rey. El que más le llamo su atención, fue la mención de un ser que pensaba que había muerto: El Minotauro del Laberinto de Dédalos

    Aquel monstruo era un asesino serial que había sido desterrado del Estado Sur ante sus crímenes atroces y sádicos, el hombre que era desconocido su nombre y apellido real, había perdido la cordura y el control de sus poderes, dejando que estos floten y gobierne su cuerpo, la facultad de convertirse en un minotauro.

    Comía carne humana, su raciocinio se desvanecía por completo cuando permaneció en ese estado monstruoso, poseía una gran fuerza como la capacidad de fabricar su propia fortaleza, unos muros impenetrables con las cuales las podía controlar con su propia mente. Con el cual pudo vivir, protegiéndose de cualquier estado que quiera tomar su vida antes sus viles antecedentes

    Muchos jóvenes valerosos trataron de matar aquella bestia, pero metidos en aquel laberinto que el mismo minotauro había construido, era imposible escapar de ello. Muriendo a manos de un psicópata hombre en forma de un semi-toro.

    El sargento infiltrado, con cautela pudo seguir los pasos del rey hacia un destino desconocido. Encontrándose con lo que más temía. Afuera de la ciudad, con pasajes secretos del bosque, se encontraba en el medio, el poderoso como sublime, laberinto al cual el rey se adentró.

    Muchas preguntas se formularon en la cabeza del militar, teniendo que rebuscar en documentos privados que el Rey mantenía en su oficina, con total alerta ante los súbditos o sirvientes del gobernador.

    El horror se produjo en su rostro al unir los cabos y descubrir la verdad de toda esta fachada de Rey amable del pueblo.

    -¿Qué está pasando aquí?- El rey quedó totalmente inquieto al ser de improvisto visitado por sus fuerzas militares y apresado por los mismos.

    -¿Papá?- Una chica de catorce años miró con preocupación lo que estaba presenciando, sus soldados estaban haciendo alguna clase de golpe de estado.

    -Calma Risako, ve con tu hermano- dijo el rey mientras veía a su amada hija salir corriendo de la habitación en la que se encontraba.

    -¡¿Qué está pasando aquí?!- preguntó molesto Ryota mientras los demás soldados se mantenía ecuánimes.

    -Déjeme presentarme mi rey- habló el quien estaba dirigiendo la operación, un joven de apenas 16 años pero prodigio ante el área estaba al frente del rey; de cabello azabache, piel blanca y sus ojos debajo de unos lentes delgados pero de forma casi esféricas, se mantenía seriamente ante sus palabras - soy el Sargento Takahiro Takahashi, he tomado el caso de usted ante las salidas prohibidas y secretas que ha tenido durante los anteriores años, infiltrándome como uno de su servidumbre, pude descubrir el contrabando de armas totalmente ilegales que comercializa con el mercado negro, pero el hecho por la cual se le sentencia a prisión por 30 años, es por secuestro de siete niños de diferentes pueblos y llevarlos hacia el laberinto de minotauro sin ninguna denuncia judicial. Esta no es una monarquía de un solo poder mi rey, son tres. . . y llevar a niños totalmente inocentes a ese calabozo que es solo para criminales de altos rangos de peligro, muestra de pena de muerte, es imperdonable.

    -¡No tienen pruebas!

    -Soldado Usami, dirige a la tropa B a la oficina del Rey, debajo de la alfombra roja, hay una madera falsa, la cual están ubicadas los papeles que describe los datos de cada niño desaparecido.- el Sargento se dirigió a un hombre de su misma edad, con cabello peliplata quien fumaba tranquilamente a pesar de lo tenso que estaba la situación, ni se inmutó ante la severa mirada de su gobernador

    -¡Traición! ¡No saben con quien se están metiendo, esos niños van a llevarnos a la muerte! ¡¡Yo tuve un sueño, ellos traicionaran a nuestro pueblo y traerán la destrucción en todas las ciudades!!- grito colérico Takatsuki, el rey trato con todas sus fuerzas liberarse de las manos de sus propios subordinados, pero todo fue en vano

    -Encerrar a niños por un delito que aún no han cometido es totalmente estúpido- respondió con tirria Usami

    -¡Esta en su futuro, lo he visto!

    -Había otras opciones, no está- esta vez contesto Takahiro con el ceño fruncido, era un trato realmente atroz lo que tuvieron que soportar aquellos niños, aún eran infantes; solo rogaba que estuvieran con vida. . . desafortunadamente, los que habían sobrevivido hasta el momento.

    Con resignación y aún el rencor apoderándose del corazón del antiguo rey, fue llevado a su respectiva cárcel. Después que las tropas del Sargento Takahiro recolectaran las evidencias de los crímenes de su anterior gobernador, pudieron completar el plan de rescate según el grupo de inteligencia de la milicia.

    Habían investigado anteriormente las estructuras del laberinto, en ella habitaba varias cárceles en donde el mismo minotauro almacenaba sus víctimas, en el centro de toda el área, se encontraría la habitación de la bestia en donde mayormente frecuentaba para retomar grandes descansos. Aprovecharían las siestas de la criatura para así poder rescatar silenciosamente a los cuatro niños. . . Al recolectar los datos de cada niño desaparecido, que en total eran siete, pudieron notar las tachas de tres de ellos, lastimosamente no habían podido sobrevivir al infierno.

    -Relájate Sargento, estamos muy cerca a nuestro destino- animó Usami, el fiel amigo Takahiro, quien cabalgaba su respectivo caballo igual que los demás soldados de su tropa ante la abundante vegetación que ofrecía el bosque.

    -No puedo creer que alguien pudiera meter a niños junto al minotauro. . . es horrible. . .

    -Lo sé- trató de calmar el peliplata, pero la cólera y frustración del militar era realmente palpable

    -Esos niños tienen casi la edad de Misaki, una tenía tan solo siete años. . . murió a tan temprana edad. No puedo creer que no nos hayamos cuenta de lo que ocurría en frente de nuestras propias narices

    Usami Akihiko no dijo nada, conocía muy bien a su amigo y era estos momentos en las cuales se ponía culpable cuando no podía detener la fechoría de algún criminal. Admiraba tanto la valentía de Takahiro y apreciaba tanto su amistad, que lo consideraba como parte de su familia. . . la única que le quedaba.

    Todos los soldados estaban asombrados y atónitos frente los límites del famoso laberinto de Dédalos. Cada uno tenía un plano del laberinto, tenían que rescatar a los niños antes que el minotauro despertará.

    Los soldados respectivos tomaron los instrumentos necesarios para entrar al laberinto, con cautela y rapidez pudieron observar por primera vez los alrededores de aquel tenebroso lugar mientras aceleraban la caminata.

    Todo estaba formado por piedras, había musgos totalmente húmedos en los techos, como rastros de sangre seca en las paredes, algunos huesos de algún ser humano como carne putrefacta llena de gusanos y moscas alrededor.

    Cualquier sonido se escuchaba como eco por el temible silencio que gobernaba. Uno de ellos saco una linterna, tenían que utilizarla responsablemente para no consumir toda la batería.

    El Sargento Takahiro estaba al frente de todos, dirigiendo al grupo pues su poder le facilitaba las cosas; él tenía la capacidad de sentir las presencias de cualquier individuo alrededor de largas distancias.

    Alzó su mano en símbolo de detener el caminar, se arrodillo para reposar su mano sobre el suelo y cerrar los ojos. En su mente pudo visualizar la ubicación de los niños que estaban buscando. Guiando a su tropa a seguirlo.

    Encontraron la primera celda en la cual adentro sollozaba una niña de pelo corto castaño, su ropa estaba totalmente sucia, embarrada de lodo y sangre. Su cuerpo cubierto de heridas como moretones. La cárcel en la cual se encontraba estaba muy descuidada y no había nada adentro de ella que no fuera una manta y huesos, deduciendo que el minotauro los alimentaba, pero con carne cruda, como si fuera simples animales carnívoros.

    Usami quien también estaba pendiente de todo, desenvaino su espada para romper las cadenas que encerraban la cárcel, los demás soldados tomaron a la niña y así poder rescatarla.

    -Ella debe ser An Kohinata del Estado Norte- informo Akihiko mientras miraba como dos de los soldados llevaban a la castaña hacia la salida del laberinto- Es una pena que su hermana no haya sobrevivido

    El sargento apretó los puños ante la verdad, molesto por los abusos que tuvieron que pasar aquellos niños. Con la culpa en la espalda siguió su camino hasta el siguiente en encontrar fue a dos niños más, cada uno en sus respectivas celdas. Al igual que la anterior, estos se encontraban igual de golpeados y maltratados.

    El azabache pudo notar como ambos niños tenían una cicatriz en sus brazos en forma de S, de seguro la niña castaña también había tenido una pero el sargento no lo pudo confirmar al ser rescatada rápidamente

    -Llévense a Haitani Shin y a Saiki Hamada del Estado Sur a la salida ¡Ahora!- ordenó seriamente el sargento mientras que sus subordinados cumplían el orden, después de haber sacado a los niños de su cárcel

    -Uno más y trabajo completo- Solo quedaban de recorrido unos veinte metros más hacia adelante, solo se encontraban ellos dos ya que los demás soldados estaban guiando a los niños a la salida

    Cumpliendo con el camino, pudieron ver al último niño, este igual que los anteriores se encontraba con el mismo estado, hasta casi podía jurar que peor. Akihiko abrió la cárcel, pero el niño que estaba adentro se encontraba inconsciente en el suelo, fue fácil su rescate al tenerlo que cargar sobre la espalda del peliplata sin ninguna protesta.

    -Keiichi Sumi del Estado Este, ahora sí, vámonos- Takahiro suspiro aliviado al poder concluir con la misión, camino junto con Akihiko un par de pasos, pero un pequeño chillido a lo lejos llamó completo su atención. Miró hacia su atrás confundido. . . ¿acaso había alguien más allá adentro?- ¿Qué haces? Tenemos que irnos- el peliplata miraba impaciente a su acompañante, puesto que estar en aquel escalofriante lugar no era de su total agrado

    -Creo haber escuchado a un niño- respondió frunciendo el ceño, seguido de hablar se arrodillo para efectuar su poder.

    -Tenemos a los 4 niños, están completos-

    Takahashi coloco sus palmas sobre el suelo al mismo tiempo que cerraba los ojos, para visualizar algún ser quien podría estar a su alrededor.

    -No hay tiempo, regresemos antes que el minotauro despierte- Usami trato de convencer pero sus palabras eran inútiles ante la determinación del azabache- Takahiro. . . ¡Takahiro!

    Pasaron varios segundos después de los gritos de Akihiko, con la cual pudo encontrar lo que había sospechado desde un principio

    -Hay un niño extra, lo encontré-

    -¿Uno más?. . . ¿Estás seguro, no será la bestia?-

    -cien por ciento seguro, voy a su rescate, te encuentro en la salida- corrió lo más rápido que pudo, dejando con la palabra en la boca a Usami, quien chasqueo la lengua al ver la terquedad de su amigo, pero suavizo la expresión hasta sacar un suspiro, pues aquella característica de Takahiro era lo que más le gustaba de su persona, solo pedía al futuro el bienestar de su amor secreto, no quería que nada le pasara a su compañero, si algo le pasara a Takahiro, él nunca se perdonaría de no haberlo protegido. . . Puesto que desde el primer momento en que sus pensamientos y sus sentimientos abarcaban el nombre de aquel muchacho, se había convertido en su responsabilidad

    El azabache daba pasos seguros y rápidos hacia donde creía que se encontraba la víctima, agudizaba su oído ante los pequeños ruidos que podían indicarle su ubicación, además que se memorizaba el camino que estaba tomando, pues lo último que quería era perderse en el complejo laberinto.

    Rogaba que el minotauro siguiera durmiendo puesto que no quería enfrentarse a esa bestia de descomunal fuerza y peor si esta mueve la murallas del laberinto, porque aquella criatura tenía el poder de cambiar la edificación mentalmente

    -lo siento. . .- un simple murmullo le llamo la atención por completo, dejo de moverse para enfocar su vista a su derecha, con cautela y total cuidado se aproximó hacia ella; la falta de luz opacaba todo a su vista, pero eso no le impidió seguir su camino.

    -¿Hay alguien ahí?- pregunto como si fuera un susurro, no recibió respuesta alguno sino fuera un increíble silencio, se quedó estático por un tiempo más hasta nuevamente escuchar el sollozo de un niño; esta vez, con mayor seguridad se adentró a la oscuridad, saco una linterna la cual estaba colgando de su cinturón y con ella pudo alumbrar un poco el lugar.

    Se quedó realmente sorprendido al ver que al final del corredor había una celda, con rapidez se acercó a ella y trato de iluminar todo lo que estaba adentro, el diseño de la celda era casi similar a las demás que había visto anteriormente, pero esta estaba demasiada abandonada, un cuerpo formando un ovillo estaba en la esquina del cuarto, alertándolo de inmediato.

    -¿Estas bien?- pregunto al notar los espasmos que sufría el niño

    -ya no hare ruido. . . por favor. . . no me lastimes- el hilo de voz que articulaba el pequeño achico el corazón del mayor

    -No lo hare, voy a sacarte de aquí- hablo suavemente para calmarlo y también para no despertar al minotauro

    -No. . .- gimió el menor aferrándose a sus propias rodillas soltando más lágrimas de dolor de lo que ya estaba acostumbrado a dar

    Takahashi desenvaino su espada que reposaba sobre su espalda y con ágil movimiento de ella pudo cortar el seguro de la celda, abrió le puerta de rejas para así poder entrar al cuarto.

    Cuando se acercó al niño con la linterna, pudo notar las heridas en sus brazos y piernas, el pelo estaba totalmente despeina y sucio, su apariencia era totalmente negligente, ropa sucia y malgastada. El mayor se arrodillo al frente del niño para así tener su misma estatura- Todo va a estar bien. . .- Necesitaba la colaboración del infante si es que quería salir del laberinto con éxito y sin ningún altercado, pero lo que el mayor no sabía era de la gravedad de la situación que repercutía en la mente del niño

    -Seré bueno. . . Lo prometo. . . no me golpees- pidió con dificultad ante su silencioso llanto

    Takahiro se compadeció por la pobre alma y con lentitud, coloco su mano sobre sus cabellos, esta acción hizo que el niño diera un respingo y se encogiera aún más- Jamás te hare daño, al contrario, estoy aquí para protegerte- una suave caricia hizo que tranquilizara un poco el temblor de su cuerpo, alzo la mirada dejando a relucir sus hermosos ojos color verde olivo bañados de tristeza y sufrimiento

    -Tengo miedo. . .

    -¿Cómo te llamas?- pregunto con una cálida sonrisa mientras con delicadeza trataba agarrar la mano del niño, quien con temor se dejaba llevar ante los movimiento del mayor

    -Oda. . . Ritsu. . .

    -¿Cuántos años tienes Ritsu?- hablo con serenidad mientras lo ayudaba a levantarse del suelo y emprender la caminata

    -Do-Doce…

    -¿En serio? Tengo un hermano que tiene casi la misma edad que tú, se llama Misaki. . . podrían ser muy buenos amigos- trato de hacer una conversación trivial para distraer al ojiverde de la situación

    Un estruendoso rugido resonó en el lugar, alertando a Takahashi del peligro que corrían- Es él. . .- las lágrimas volvieron a sobresalir de sus apagados ojos, aferrándose al mayor con sus débiles manos, tembló- Sálvame

    El azabache cargo al niño, quien escondió su rostro en la curvatura de su cuello y hombro, abrazándolo como si su vida dependiera de ello.

    Takahiro sabía que la bestia había despertado, pero eso no quería decir que el minotauro supiera del rescate de los niños, así que aún tenían tiempo en poder salir del laberinto antes de que la espeluznante criatura viera las celdas vacías y cambiara el camino correcto del laberinto.

    -Quiero irme. . . seré bueno. . .- faltaba solo unos cuantos giros y dentro de pocos minutos ubicaría el corredor final en la cual le conduciría hacia fuera.

    -Vamos a salir, te lo prometo- aferro al pequeño con su cuerpo para que no se cayera. La adrenalina, su acelerado pulsación de su propio corazón y la descoordinada respiración le jugaban en contra, su cuerpo comenzaba a traquetearse y su mente le estaba jugando en contra, tenía en sus manos no solo su vida, sino la de un pequeño niño que era inocente ante las predicciones de un tercero, ¿valdría la pena rescatarlo a pesar del futuro que tendría y traería Ritsu? ¿Y si realmente Oda de grande traería desgracias a su pueblo?

    El ojiverde empezó a llamar a su madre entre su llanto, haciendo que el mayor dejara de dudar y acelerada el paso. El niño ya había sufrido demasiado, el destino no está escrito, uno lo puede cambiar, él confiaba en ello.

    Doblando por última vez, diviso el sendero que lo llevaba directamente hacia la salida, en ella se encontraba sus demás compañeros que al verlo se emocionaron, pero la expresión de alivio de Usami no se comparaba a la de ninguno.

    Ya estaba a unos poco metro de salir, solo faltaba correr un poco más de prisa para poder tocar un suelo totalmente diferente que al de ahora estaba presenciando, solo eran unos pocos metros más. . .

    Un estruendoso rugido volvió a sonar pero esta vez más fuerte que el anterior, asustando a todos; pero lo que nadie había esperado, era que una muralla de improvisto, se alzara para interponerse en la única salida, tapándola completamente.

    Su nombre pronunciado por un aterrorizado Akihiko fue lo último que pudo escuchar, se detuvo al frente de la muralla, aun estando en shock de lo que acababa de pasar, no pudo articular ninguna palabra, más solo pudo dejar al menor en el suelo.

    -No. . . No. . .- se negaba rotundamente de que esto sería su fin, desenvainó nuevamente su espada para poder combatir contra la muralla, pero por más cortadas que hiciera eran solo malgaste de energía, las murallas del laberinto eran indestructibles, a pesar de aquel detalle golpeándolo contra su mente, no dejaba de blandir su espada contra ella.

    Tenía que vivir, tenía que salir del laberinto para cuidar a su hermano, habían perdido a sus padres en misiones como estas, Misaki sufriría demasiado si el también falleciera. No podía dejarlo solo, su hermano recientemente había cumplido once, aún era un niño, que muy a pesar su actitud, trataba de madurar, aún le faltaba mucho que aprender, muchas cosas que él quería ofrecerle, enseñarle, darle una vida de ensueño como sus padres habrían querido para Misaki, es por ello que se había prohibido morir, tenía que volver, por su hermano, tenía que. . .

    -Está aquí- Ritsu estrujo el pantalón de Takahiro, quien solo atino a abrir sus ojos totalmente sorprendido. Palideció de inmediato, este no era su día de suerte, probablemente, sería el último.

    Un rugido infernal se desato en el corredor, el monstruo conocido como el minotauro había llegado con sed de muerte y sangre, conociendo esta vez a una nueva víctima.

    Edited by Kira Uchiha - 10/6/2016, 03:13
     
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  2. vera oda onodera
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    Whooooouuuuuu!!!!! Me quede en shock!!!!
    Este fic se ve prometedor!!! El primer capítulo deja mucho ala imaginación

    Me gusta!!!!
    Hay de mi pobre Odita... Mi pobrecito bebe apenas el primer capítulo y ya esta sufriendo :(
    Takahiro salva a mi castaño!!!!

    Whaaaaaaaaa!!! Ese... Minotauro ya los alcanzo!!! Omy god!!!!
    Podrán salir de el laberinto con vida??? Hay que insrtidumbre!!!

    Ghulp!! *traga saliva con dificultad* enserio que hará sufrir a mis lindos ukes?? Nooooo!!!!!!
    Ok me calmo!
    Espero conty
    Bye bye
     
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  3. Ciel-sama Michaelis
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    Hola estoy en Shock , esto es totalmente diferente que leeido ,
    tiene mucha drama , podre de los niños pequeños , sobre todo mi querido
    Oda ritsu sufrío mucho , por ese moustro terrible .

    Espero continuación te deseo mucha suerte , siguen la Fics , tambíen
    quíero continuación pronto .

    Cuidate , estare apendíente de tí cuándo actualíces ... :=ewriting: .
     
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  4. Kikuri-san
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    Hola, me encanta la idea de tu fic y como lo escribiste

    Pobrecitos de los niños sobre todo de Ritsu, parece que es el que mas sufrio, pero el es tan lindo como podría provocar dolor?
    espero pronto la conty porque me dejaste super intrigada
     
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  5. Emy sendou
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    Hola

    me gusto el fics , pero siento lastima por lo niños y mi podre oda ritsu tambien
    Espero continación ...
     
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    En serio muchas gracias por sus comentarios, el siguiente capitulo si respondo. Bueno sin mas que decir. Feliz Lectura!



    Capítulo: Llévame a la Iglesia

    Vitacora 01: A veces las personas malas comienzan teniendo intenciones buenas.




    El viento cálido de la fortaleza militar del Estado Centro, reconfortaba cada corazón inquieto que habitaba en ella. Había escuchado rumores que el ejército se había revelado en contra del Rey por haber cometido un delito inhumado contra niños casi de su misma edad. El Ministerio formo un Consejos con las mejores personas letradas para que pudieron gobernar el Estado hasta que el próximo heredero al trono tuviera la edad suficiente para ejercer su función.

    -Misaki, presta atención- dijo un azabache de apenas trece años, quien sostenía un balón de futbol entre sus manos. El nombrado pestaño varias veces, hasta poder centrarse en lo que estaba haciendo. Un partido amistoso con sus demás amigos.

    -Lo siento. . . solo estoy un poco preocupado por mi hermano. . . y Usagi-san-

    -Tu hermano es fuerte y el estúpido de Akihiko también; así que no te preocupes tanto, siempre tienen misiones y siempre vuelven- no le tomo mucha importancia al asunto y con su mirar ecuánime se dirigió hacia los demás muchachos.

    -lo sé, Masamune. . .- su voz salió como un susurro, era inevitable para el pequeño castaño de once años que extrañara a su hermano, aunque los augurios que lo atormentaban se incrementaban cada vez que el mayor tuviera que emprender alguna misión, alejándose por completo de la ciudad. Suspiro cansado, volviendo sus pisadas más rápidas para seguir a sus amigos con el juego.

    Imploró que su hermano volviera a salvo, tanto como Akihiko. . . realmente esperaba que el último también llegara ileso, puesto que era alguien muy valioso en su vida, a pesar de ser un niño y tener una gran diferencia de edad con el anterior nombrado, sus sentimientos eran demasiado serios. Amaba a Usami desde que tenía memoria y quería que sus sentimientos fueran tomados no como un juego de un niño ni tampoco alguna fiebre de verano. Tenía la confianza y su determinación parecía ser inquebrantable. Es por ello pedía a un Dios amoroso, fuerzas y protección para las dos personas más importantes en toda su existencia.

    Puede que los ruegos de un niño, sea solo una indiferencia para el futuro, puesto que lo más divertido de la vida no son las peticiones para el mañana, sino las cosas inevitables que podría ocurrir en el presente, nadie sabe lo que te esperará el después, un juego de la vida que nadie está a salvo, más que la muerte.

    Los gritos y suplicas de Usami no podían combatir contra la resistencia de un muro interpuesto ante él, no se podía percibir ningún sonido proveniente adentro del laberinto y eso inquietaba a los presentes, algunos soldados utilizaba sus talentos para poder destruir aquella pared, pero todo fue en vano. El tiempo pasaba como si fuera un acto infernal, Akihiko estaba desesperado no teniendo ninguna idea de cómo rescatar a su amigo. Se concentró rápidamente, mirando detalladamente como entre sus manos empezaba a formar una esfera de energía pura y cuando ya estaba lista para ser lanzada, lo hizo sin ningún segundo pensamiento. Esta energía choco contra el obstáculo haciendo que algunas chispas se produjeran junto con un estruendoso sonido.

    Nada. Era como si aquel golpe solo hubiera sido una brisa de viento ante la muralla. Nuevamente. Unos incontables números de intentos continúo después del otro.

    -Pierden el tiempo- una nueva voz atrajo la atención de todos los mayores. El peliplata volteo hacia su atrás, mirando con recelo al niño que había hablado. Pudo distinguir su rostro, la cual mostraba un entrecejo muestra de su odio hacia todo su alrededor. Shin Haitani apretaba los puños con total fuerza mientras se paraba al frente de sus demás compañeros de cárceles.

    -¿Que estás hablando mocoso?- preguntó con total tirria Usami al notar a aquel joven pelirrojo no sentir nada de lastima o preocupación por su amigo. Fue Takahiro quien pidió el rescate de esos niños, ahora por rescatar a uno de ellos, había quedado atrapado. La cólera se estaba desbordando de su control al no notar ninguna pisca de emociones más que indiferencia resaltando en aquella expresión de aquel niño pelirrojo

    Haitani abrió la boca para decir una respuesta sarcástica y odio hacia las personas presentes, pero el sonido de una pared moverse interrumpió cualquier atención de los soldados.

    -¡Ritsu!- grito una de las niñas salvadas, levantándose del suelo y correr adentrándose al laberinto, pero uno de los mayores la detuvo ante cualquier movimiento en falso. Podría ser una trampa. Todos lo sospechaban, pero eso no fue impedimento para el peliplata quien nuevamente formo una esfera de energía en la palma de su mano y acercándose con cuidado, entró al laberinto.

    Pasos se escucharon mientras el sollozo reprimido del niño fue su primer umbral. Akihiko dedujo que aquel pequeño castaño era el culpable por la cual su compañero había sido encerrado. ¿Pero dónde estaba Takahiro? ¿Por qué solo se encontraba el joven solo?

    Se arrodillo en frente del menor, atrapándole por sus hombros. Sin ser cuidadoso de sus acciones, el toque fue brusco y fuerte, haciendo que el ojiverde temblara del miedo- ¡¿Takahiro?! ¡¿Dónde está Takahiro?!

    Ritsu tragó saliva, tratando de no llorar más. Giro levemente su cabeza, señalando el cuerpo que se encontraba en la esquina más cercana del laberinto. Usami no esperó más y se fue corriendo hacia Takahiro.

    La intranquilidad y el palpitar de su herido corazón no hicieron que se percataran de los rastros de sangre fresca que habían sido salpicados tanto en las paredes como en el suelo.

    Un crujir entre sus dientes, hizo que todo su enojo y desesperación no se descontrolará, al ver a la persona más importante de toda su vida, estar postrada en el suelo, encima de un notable charco de sangre. La respiración del sargento era entrecortada y lenta. La palidez de su rostro tampoco ayuda a disipar miedos en los pensamientos de su amigo. Quien con solo ver la imagen al frente suyo. Juró que algo dentro de él comenzaba a fracturarse sin tener alguna medicina para curarlo.

    -No. . . Por favor no. . . Takahiro, tú no- le importo un comino haberse ensuciado su ropa de sangre ajena, al arrodillarse a un costado del mencionado y sin resistirlo más, abrazarlo hasta acurrucarlo contra su pecho, queriendo transmitir su bienestar al prójimo. Quería llorar, pero olímpicamente estaba resistiendo, lo último que quería era derrumbarse al frente del azabache. Sus manos estaban temblando como nunca había podido imaginarse.

    El Gran Usami Akihiko tenía miedo, estaba totalmente asustado que solo se aferraba del cuerpo de su amigo como si fuera su vida la que se estaba yendo. Un quejido no sale de sus labios, pero lo pudo oír perfectamente, se aleja tan solo unos centímetros, pero no completamente para no romper el abrazo. Lo miró como si la cosa más hermosa del mundo y con tanto anhelo lo había cuidado, estaba agrietada. Ese dolor que se te incrusta en el corazón al ver algo que te parece totalmente injusto y triste, se te presente adelante tuyo y tú solo puedes mirar sin hacer nada al respecto.

    -Usa. . .

    -Shh. . . No digas nada, estás bien, todo estará bien- Con cuidado, lo cargó entre sus brazos. Pero un hecho lo estremeció de pies a cabeza cuando notó una parte faltante.

    -¿Ritsu. . . él esta. . . bien?- preguntó con dificultad, el peliplata sonrió con melancolía y asintió con la cabeza. No detuvo su caminar en ningún momento, al contrario de ello y sin darse cuenta, aceleró a toda prisa. Si llegaba a tiempo afuera, podrían notar cual grave era las heridas de Takahiro y no solo eso, podrían curarlo.

    Ni bien pisó una tierra diferente, Usami llevó al sargento junto a los soldados que tenían conocimientos médicos. Estos dejaron la atención de los niños por un momento, para dedicarse exclusivamente a su camarada.

    -¿Estas bien?- preguntó Haitani al castaño ojiverde, quien mantenía la mirada abajo y con un susurro afirmaba débilmente. Desviando su vista; notó que su amigo, Sumi, aún no despertaba de su inconciencia. Suspiro- Ritsu ¿Ese soldado mató al minotauro?

    Calmó su gimoteo para al menos poder hablar claramente, aunque su garganta solo soltaba sollozos y sintiera un nudo sobre ello, pudo responder lo necesario- No. . . Solo lo hirió. . . pero a cambio de eso, él. . .- las lágrimas y el llanto volvieron a aparecer en su rostro, se abrazó a él mismo mientras volvía a repetir las promesas que todos los días decía en su misma cárcel-

    -Vamos, Calma. . .- Haitani abrazó al muchacho mientras el menor solo se dejaba consolar, sabía que el contacto que ejercía le dolía inclusive a él, los moretones de sus brazos eran recientes y algunas cicatrices estaban abiertas, pero a pesar del ardor no se inmuto.

    -Es mi culpa. . . por mi culpa, él perdió. . .

    -No es tu culpa- cortó tajantemente el pelirrojo mientras apretaba más el abrazo contra Ritsu, nuevamente su mirada de odio volvió a aparecerse en contra del tumulto de soldados que atendían y se preocupaban por el sargento Takahiro, los gritos de dolor como quejidos se podían oír del sargento ante su atención médica- No es nuestra culpa. . . Son las de ellos- Afilo la mirada ocultando en lo más profundo de su ser, las ideas que muy pronto corromperían a las más frágiles mentes de las víctimas de aquel laberinto.-“Espero que muera”-

    Agradecían a todos los dioses existentes al haber tenido los implementos necesarios para una situación semejante a la que se presentaba. Detuvieron la hemorragia y limpiaron algunas heridas, aunque el trauma seguía latente. . . por ahora el paciente se encontraba fuera de peligro. El Sargento Takahiro Takahashi había salido vivo de esta misión, lástima que el enfrentamiento con el minotauro tuviera mayormente malas consecuencias.

    El sargento como buen soldado y merecedor del cargo pudo mostrar una pelea resistente con su espada contra la bestia, no lo llamaban un prodigio en el combate por solo elogiar. Desafortunadamente en un descuido, aquella criatura mostró la ferocidad y lo sanguinario que podía ser, mordiendo el brazo derecho del soldado, para no solo triturarlo sino también cortarlo y finalmente comérselo como si fuera la entrada de su próxima cena. Parecería que con ese acto, la lucha ya habría tenido un ganador, pero a pesar del infernal dolor que sentía romper su alma, Takahiro siguió luchando, hasta clavarle su espada en el lomo de la bestia profundamente. Este se retorció al no poder alcanzar y sacarse esa filosa espalda que había penetrado su gruesa piel, aunque lo escalofriante de la situación es que irónicamente, cada vez que intentaba hacer un intento de querer tomar aquella espada de su espalda, esta se incrustaba más hasta tocar un órgano.

    Rugió sumamente molesto y adolorido, el minotauro; abriendo entre las murallas un camino para su huida y así poder recuperarse del ataque, dejando nuevos muros detrás de él.

    Tomaron a los niños rescatados, colocándolos junto con algunos soldados paramédicos y un exhausto Takahiro en una carreta al estilo pionero, que estaban atados detrás de cuatro caballos. Akihiko fue quien tenía el mando del manejo de aquellos caballos. Respirando pausadamente para tranquilizar su inquietante palpitar ante el susto anterior.

    En el camino no hubo complicaciones ni algún percance. Todo el ambiente alrededor se había transformado en un tenso silencio. El sol brillaba como si fuera uno de esos días pacíficos y bonitos, las hojas de los árboles balanceándose ante la frescura del viento y el aroma a madera junto con los sonidos del cantar de los pájaros, acompañaban al armonioso final de una tragedia.

    -Ung. . .- gimió adolorido Takahiro, tratando de sentarse a lado de Usami, a pesar de estar dando la espalda al camino, mirando fielmente a los niños dentro de la carreta.

    -No te sobre esfuerces- Akihiko quería apoyar a su amigo, pero él solo hizo un ademán con la mano diciendo que estaba bien.

    El silencio nuevamente invadió entre ambos, pero esta vez era diferente, se pudo respirar el alivio y la satisfacción aún con los sucesos bajos que tuvieron que pasar. No hubo arrepentimiento de por medio. El sargento estaba totalmente contento por dentro al haber cumplido la misión, ahora tendría que aprender a manejar con mayor precisión la espada con la mano izquierda, puesta que el derecho lo había perdido en la batalla. Ahora lo importante, es volver a casa. . . una casa en donde lo esperaba su hermano con una tierna sonrisa. . . una casa a la cual pertenecer y sentirse cálido. Su conformidad se desvaneció por completo, ¿qué pasaría con los niños? ¿Su hogar, donde se iban a quedar? Pero la duda que lo estaba carcomiendo su mente era: ¿Qué había pasado con sus respectivas familias?

    El peliplata solo pudo contemplar de reojo a su amado Takahiro, aún con las punzadas en el corazón al ver todas esas vendas puestas en su cuerpo y algunas alrededor de su rostro, no quitaban lo hermoso que se veía Takahashi debajo de las sombras de los arboles a su entorno.

    -Lo que hizo el rey. . . fue denigrante- comentó el sargento para romper aquella extraña paz- no sé si realmente estos niños traerán destrucción a nuestro Estado. . . pero creo que había otra solución. . . no sé, más vigilancia ante sus movimientos y guiarlos por un buen camino, pero ¿esto?

    -No me sorprendería si realmente la profecía del rey se cumpliera- comentó Usami al atar cabos sueltos y tener una triste conclusión

    -¿Qué quieres decir?- preguntó con una increíble seriedad

    -¿Has visto la mirada de ese niño pelirrojo? Nos odia, como si fuéramos nosotros los que le obligamos a meterlo en esa cárcel-

    -Fue el rey- justificó rápidamente Takahiro molesto pero sin llegar a descontrolarse

    -Nuestro Rey- debatió el peliplata entre susurros para que los menores no escuchara. Ante la respuesta, el sargento solo se mantuvo callado.- Ellos no nos ven como sus salvadores, nos ven como unos incompetentes que se tardaron en salvarlos más de lo necesario. Protegiendo y alabando a un tirano que los juzgo por un crimen que aún no han cometido. Somos el ejercito del Rey. . . debíamos ser su sombra, pero confiamos demasiado en él para no darnos cuenta de lo que había estado planeando.- miró disimuladamente hacia su atrás, chocando sin querer con la mirada fría de un pelirrojo, quien se mantenía sentado junto con sus demás compañeros.- Querrán venganza, por todas las injusticias que tuvieron que pagar.- su mirar se desvió para la niña castaña de cabello corto quien tenía la vista perdida en un punto indefinido- no los culpo. . . están en todo su derecho- la siguiente niña quien no había hablado en ningún momento, mantenía la cabeza gacha, acariciando levemente los cabellos de su menor amigo inconsciente- querrán reclamarnos por no haber llegado antes. . . y nos señalaran como los verdaderos culpables- notó como el castaño ojiverde volvía caer en el llanto- lo que predijo el rey se cumplirá.

    -No.- respondió Takahashi seguro de sus palabras, obteniendo el interés de Usami sobre él- tengo fe en esos niños. . . el destino no está escrito, ellos pueden cambiarlo. Si nos señalan como culpables de todos sus males, no me importa. . . si ellos están bien y los guiamos al sendero correcto, la predicción del rey no se cumplirá.

    El peliplata dirigió su mirar hacia adelante, concentrándose en el camino, ese calorcito de esperanza que proyectaba el azabache eran tan bello. . . simplemente hermoso- Eso espero.

    -Solo dices esas cosas porque no te agradan los niños- bromeo suavemente el sargento para salir del pesado ambiente, Usami sonrió con picardía

    -Tú si me conoces.-

    -No seas tan serio con ellos, imagina que es Misaki y. . .-

    -Misaki es diferente.-

    -Es el único niño que no te hace rabiar. Es un milagro.-

    -Es lindo y obediente. ¿Quién no lo iba a querer?-

    -Misaki te admira demasiado, cuando estamos en casa no para de hablar de ti- rio por debajo, recordando las incontables adulaciones que le hacía a su compañero peliplata

    -No lo culpo, soy sorprendente.-

    -Que modesto.- rodó los ojos, mientras negaba la cabeza con una sonrisa. Se levantó para así caminar cuidadosamente hacía los pequeños rescatados. Estaban heridos, no solo físicamente, sino mental como emocionalmente. Quería curarlos, que confiaran en él y así guiarlos a un futuro en el que ellos pudieran ser feliz. Sonrió sinceramente y con una ternura en su mirar a los menores mientras se ponía de cuclillas delante de ellos.

    -¿Cómo están?- preguntó calmadamente, pero lastimosamente, ante la timidez y la defensiva que mostraban los contrarios, no contestaron a la pregunta. Esto no desanimo al mayor quien dio pase a la conversación

    -Me llamo Takahiro Takahashi, soy el que lidera este grupo ¿Ustedes cómo se llaman?- Miro a los presentes, pero nuevamente no obtuvo respuesta. Suspiro derrotado y quiso seguir el dialogo. Si no fuera por la voz aguada de la niña.

    -An. . . me llamo An Kohinata- la niña de cabello castaño corto, poco ondulado, habló débilmente

    -Mucho gusto An-chan, eres una niña muy bonita y. . .- su oración no pudo ser concluida al ver el temblor de la niña y el fruncir de su ceño, como si lo que hubiera dicho hubiera sido alcohol ante sus llagas; seguido de ello pudo escuchar unos chasquidos constante. Desvió su mirar hacia el producto de aquel extraño sonido y notó que unas pequeñas pero notables cargas eléctricas se ondeaban en los brazos del pelirrojo de mirada fría.- Calma. . . no les voy a hacer daño, mi intención no es ofender o aprovecharme de alguno- volvió a fijarse en la castaña- Quiero conocerlos y aprender de ustedes, ser su amigo. . . yo quiero protegerlos.-

    -Lo siento.-

    Ritsu trataba vanamente secar sus lágrimas, puesto que tanto llanto le estaba ardiendo los parpados inferiores de sus ojos. Takahiro solo se conmovía ante la ternura que proyectaba el menor. Dejando ese calorcito en su pecho que había hecho lo correcto para salvar aquella pobre e inocente alma.

    -No tienes por qué disculparte, Ritsu.-

    -Tu brazo.- Oda se sentía terriblemente culpable, pues sabía perfectamente que gracias a su existencia, tan solo fue una carga y desventaja para el sargento, quien con un apenas éxito pudieron salir del laberinto.

    -¿Esto?- preguntó mirando un tanto congojado por su brazo faltante, solo pudo respirar hondo para así poder expresar sus verdaderos sentimientos- Esto no es nada- trato de mantener su mirada fija a los bellos ojos verdes olivo del chico, para que pudiera creerle- Mientras tú estés a salvo, todo vale la pena. Créeme. . . si tuviera que hacerlo nuevamente, no lo dudaría ni un segundo.

    Oda Ritsu, bajó la mirada ante la protectora mirada del superior, apretando los puños al saber que por fin a alguien le importaba, hace tiempo que nadie se sacrificaba por él. . . se sentía tan solo y dolía hasta quebrantar todos sus ideales.

    -Haitani Shin- El sargento se sorprendió ante la voz, notó que el pelirrojo ya no lo miraba con entrecejo, se podía notar su seriedad en su rostro, pero el odio se había ido de su expresión.

    -Saiki Hamada- la joven de pelo negro corto, pudo finalmente hablar para terminar con la tensión- él es Sumi. . . debe tener el sueño profundo- no dejó de acariciar el cabello del mencionado, aun extrañándose de lo suave que era ante el tacto.

    -Los estamos llevando a nuestro pequeño pueblo, está a casi a la frontera del Estado Central, no se preocupen por la estadía, haré todo lo posible para que se sientan cómodos y. . .-

    -¿Qué harán con el Rey Ryota?- preguntó amargamente Haitani.

    -Se le ha condenado una pena de 30 años en la principal cárcel subterránea, esta se localiza en. . .-

    -¿No lo han matado?- preguntó con desdén el pelirrojo frunciendo su expresión, interrumpiendo nuevamente al mayor. Este solo pudo suspirar derrotado.

    -No es bueno la venganza, además yo no soy quien pone las penas, tenemos un consejo. . . y ellos dictaminan los actos correspondientes.-

    -¿Qué harán con nosotros?- preguntó An

    -No lo sé. . .- dijo honestamente, pero ante la mirada seria que puso el sargento, nadie puedo reclamar después- pero les prometo que mientras yo viva, nadie les hará daño.

    -No entiendo.- la voz de Sumi se hizo presente, hace unos diez minutos había despertado, pero el cansancio mental como físico hizo que no abriera tanto los ojos, fingiendo dormir. Él estaba consiente que ya no estaba en su asquerosa celda- ¿Por qué nos querrían hacer daño?- A pesar del dolor que le provocaba en su pecho, no se inmuto. Pequeñas lágrimas surcaron por sus mejillas mientras se sostenía con sus manos para así poder sentarse. Las caderas igual que la espalda baja le ardía, conteniéndose en no gritar y romper en llanto- ¿Por qué nos enviaron a ese lugar? ¡¿Por qué nos separaron de nuestras familias?!. . . ¡¿POR QUÉ?!. . . Si nosotros no hicimos nada. . . Entonces ¿Por qué?- No pudo aguantarlo, dejo al descubierto como se rompía por dentro. Que ingenuo era Takahiro, a pesar que la misión se cumplió. Había sido demasiado tarde.

    Nadie contesto. Ni los paramédicos que solo podían observar como fieles espectadores ni el inteligente sargento que sabía siempre qué responder. Pareciese que la tragedia hubiera acabado, pero lastimosamente sabían que esto recién comenzaba.

    Llegaron a su destino, algunos pobladores pudieron recibir a las tropas, mayormente familiares de soldados, quienes estaban aliviados de ver a sus hijos como padres llegar sanos y salvos.

    Todas las personas ajenas que vieron al Sargento Takahiro llegar, se sorprendieron enormemente al notar su estado. Usami lo llevaba hacia la clínica más cercana para así poder curarlo correctamente. Por el momento, los niños salvados irían a una cabaña cerca de la casa de la familia Takahashi para su estadía, hasta que el Consejo Real sepa qué hacer con ellos. Un soldado fue a reportar todas las acciones y resultados de la misión hacia sus superiores. Es ahí donde la gente habitante de ese pueblo supo del destino que traía aquellos niños forasteros. Las miradas de odio y temor se dirigieron especialmente a estos, algunos murmureos divulgándose como alguna clase de virus en el pueblo, fue propagándose cada vez más lejos.

    -No se separen - dijo un soldado quien era encargado de guiarles a su nueva casa a los nuevos muchachos, para la comodidad de los jóvenes, esta cabaña tendría las camas suficientes para que los cinco niños pudieran vivir juntos.

    Un joven de once años se acercó, sus cabellos castaños un poco despeinados, revoloteaban ante el viento y sus siempre vivos ojos verdes, se mantuvieron atentos ante el militar que tenía al frente suyo. Aunque no pudo aguantar la curiosidad de los cinco muchachos que estaban detrás del mayor.

    -No corras demasiado rápido Misaki- dos jadeantes muchachos, amigos del mencionado se posicionaron detrás. Uno mantenía su mirada indiferente y el otro con una expresión molesta. Odiaba correr.

    -Lo siento Yokozawa- volteó levemente hacia su atrás con una ligera sonrisa. Disculpándose apenado con Masamune y Yokozawa, quien en pleno partido de futbol les habían avisado que los soldados de la tropa liderado por su hermano habían llegado. Corriendo a toda prisa junto a sus dos amigos quisieron encontrar a su hermano mayor. Lástima que en ningún lugar pudo hallarlo.- Disculpe- se dirigió al soldado- ¿Sabe dónde está mi hermano, Takahiro Takahashi?

    Los ojos del soldado se oscurecieron, pasando saliva, pudo formar una forzosa sonrisa- Esta estable.- esa respuesta solo pudo confundir más al menor. Masamune se acercó más a Misaki, al notar el nerviosismo del militar. Repasando las caras de los jóvenes de casi su misma edad al frente suyo. Uno de ellos parecía que en cualquier momento iba a llorar, un castaño quien mantenía la cabeza agachada. Los demás niños solo se mantenían distantes y extrañados ante el nuevo panorama. Quien no le gusto para nada, fue ese joven pelirrojo, el cual estaba matando con la mirada a Misaki.

    -¿Dónde está mi hermano?- Preguntó nuevamente Misaki presintiendo un mal augurio.

    -Lo siento. . . él está en la clínica del pueblo- el desconcierto junto con el shock asaltaron la mente y cuerpo de Misaki, con terror volvió a emprender la corrida.

    -¡Espera! ¡Misaki!- Yokozawa también preocupado, persiguió los pasos del más menor. Masamune estaba por unos segundos pasmado ante la información. Desvió su mirar en el rostro de aquel pelirrojo, sorprendiéndose aún más cuando este formó una sínica sonrisa. Molestó siguió su camino. Estaba dicho, odiaba aquel muchacho.

    -Cálmate- consoló Haitani al castaño, pues había nuevamente empezado a llorar cuando notó el dolor del hermano de su salvador. Todo por su culpa. Se acercó para susurrarle en su oído y así nadie más lo ollera-Ritsu, no llores por personas que no valen la pena.-

    -él me salvo. . .

    -¿De qué? No sé si te das cuenta, pero aquí dejamos de ser las victimas para ser las bestias.- Ritsu alzó la mirada. Y es ahí donde se dio cuenta de todo. Los niños pudieron contemplar en carne propia el rechazo y los insultos ocultos detrás de sus espaldas. La gente no los veía como las presas de un pobre destino predicho. Para la gente de aquel pueblo, ellos eran conciderados como una bomba de tiempo. Uno puede convertirse en una persona que no es, por culpa de pánico ante una amenaza cercana. Lobos vestidos de ovejas. A veces las personas pueden ser malvadas, creando huecos y riéndose cuando sus enemigos caen en ellos. Ritsu pudo entender las palabras del pelirrojo, lo sacaron de una cárcel, para ponerlas en otra. No había un hogar dentro de ese pueblo. Solo filudas miradas, frías bienvenidas, Falsas sonrisa y seguramente una horca al final de su camino.

    La bestia había cambiado de forma. Ya no era un minotauro. Ahora eran simples personas con oscuros sentimientos.

    Edited by Kira Uchiha - 21/4/2016, 01:41
     
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  7. Emy sendou
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    Hola
    Solo espero qué Takahiro se salve , rescanto a mi podre ritsu ..

    Espero capitulos nos vemos ..
     
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  8. Ciel-sama Michaelis
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    Hola
    Podre niños ya no tiene confianza con los adultos , como no tenerlo si fuero encerrados con ese mostruo ..
    Ritsu no te sientas culpable ya veras que takahiro se recuperaran ...

    Esperare capitulos ..
     
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  9. vera oda onodera
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    Whaaaauuuuu!!!! Que buen capítulo!!! Enserio t luciste!

    Este fíc es cada vez mas interesante!

    Es lógico que los niños no confíen, además ahora que llegaron aun nuevo lugar... Donde las personas los ven con desprecio... Eso gatillonara a que los niños se vayan x un mal camino. Espero que no!

    Mi peque Ritsu se siente culpable de que Takahiro haya salido herido -_- No es su culpa
    Espero y se recupere pronto

    Espero conty
    Bye bye
     
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  10. Kikuri-san
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    que buen capitulo me encanto!!!

    pobres de los niños casi lloro, espero que Takahiro se recupere ya que salvo a mi lindo Ritsu
    estare esperando la conty
     
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    Muchas gracias a : Emy sendou, Ciel-sama Michaelis, vera oda onodera, Kikuri-san Uf lo siento tanto la demora, la universidad, el centro de idiomas y mi instituto me estan chupando todo mi tiempo (pero me encanta estar ajetreada :D) ya bueno, aqui la conti, muchos saludos!! ah cierto, perdonen si hay falta en mi ortografía jajaja algunas son intencionales. . . solo una. . . ya luego lo notaran. Por cierto, un dato de la historia, se va a desarrollar de una manera lenta, pero con un toque rápido. . . mmm ya bueno lo notaran cuando lean, Feliz lectura!

    Capítulo: Corazón Elastico

    Vitacora 06: Tanta luz puede dejarte ciego ¡Cuidado!




    A veces la vida de un hijo de padres militares de alto rango, tenía sus desventajas. La mayoría de tiempo los militares cumplían misiones en cualquier horario del día, dejando abandonado el hogar y a los integrantes que vivían en ella. Los soldados del ejército estaban totalmente dispuestos y fieles a las palabras del rey, cualquier capricho que el superior decía, ellos sin objetar, se disponían a conceder.

    Takano Masamune, anteriormente perteneciente a la familia Saga, puesto que sus padres habían muerto en una de las misiones que le mandaron, al enfrentarse con un grupo pequeño de rebeldes, con los que se hacían pasar por una secta religiosa, para así camuflar a los verdaderos traidores del Estado Este. La batalla fue corta. Ganaron. . . pero para los ojos del pequeño Saga Masamune, habían perdido.

    Totalmente perdido en un mundo desconocido y frio, a los cuatro años tuvo que enfrentarse a la hambruna y soledad de las calles. Robaba diariamente, recibía golpes cuando los dueños de los puestos de mercado notaban su fechoría, trabajaba arduamente ayudando a inválidos por unos míseros centavos de cobre, pedía limosna y dormía debajo de los árboles, maldiciendo cuando era temporada de invierno, ya que el frío le calaba los huesos.

    A los ocho años descubrió su talento, obtuvo una súper fuerza eso ayudó a mucha gente en cargar cosas pesadas y recibir más monedas para comprar al menos los alimentos básicos. Lastimosamente, al no poder controlar muy bien su don, lo hacía dejar con una mala imagen. Masamune no sabía leer, pero sabía ver cuando una persona era de confiar y cuando solo tenía perversiones en el alma. No sabía los significados de muchas palabras, pero sabía el significado de No rendirse y salir siempre adelante. No sabía sumar, pero sabía que si juntabas muchas monedas de cobre, tendrías más comida.

    Su vida tuvo un rumbo diferente cuando quiso robarle a un soldado cuando estaba comprando víveres en el mercado, lástima que el pequeño niño no sabía de los rumores sobre cierto joven prodigio en las artes del combate, Takahira Takahashi. Ese día temió por su vida cuando aquel soldado saco su afilada espada para acercarla con total amenaza en contra de su cuello. Quien iba a pensar que el sonido de su estómago rugir hubiera salvado su vida.

    Masamune tuvo lo que quería, una buena comida, y Takahiro obtuvo una triste historia de un pequeño huérfano ante el intercambio de un largo dialogo. Con el pasar del tiempo, ambos jóvenes se encontraban a menudo puesto que la amistad fue lo que había florecido en aquel entonces. Saga Masamune se cambió de apellido y se cambió al de Takano, puesto que quería comenzar de nuevo. . . además no era como si quería mucho a sus padres, lo único que obtenía de ellos antes de haber fallecido, era una casa y dinero.

    Masamune no sabía lo que era familia, hasta que la propuesta de Takahiro al querer que viviera con él junto con su hermano le llamó la atención. La calidez de una sonrisa y una preocupación incondicional, lograron sacarlo de su eterna soledad. Pero a pesar de ello, el frío aún sigue ahí.

    -Misaki, por favor. . . deja de llorar, ya te dije que estoy bien- habló con ternura Takahiro al pequeño castaño, quien se aferraba a su pierna izquierda. Con los ojos cristalinos y un sigiloso sollozo, el ojiverde trató de contener su llanto.

    Takahiro había llegado a la clínica para que pudiera tratar su amputación de una forma correcta y no tener algún inconveniente luego. Cuando finalizaron su tratamiento, Misaki acompañado con Takano y Takafumi. Había pasado más de media hora tratando de calmar el llanto de su hermanito, y desafortunadamente Usami tuvo que retirarse porque era otro alterado en querer comprar puntualmente la medicina que le recomendaron. Si solo estuviera Akihiko presente, Misaki no estuviera tan preocupado; ellos realmente se congeniaban.

    -Entonces. . . ¿podrás usar tu espada?- preguntó Takano con pesar, despertando de sus pensamientos al mayor. Con una leve sonrisa, tomo su espada para luego otorgarla.- ¿Qué haces?- preguntó con un nuevo ceño fruncido

    -Claro que puedo manejar la espada, pero me falta una mano. . . Tú serás mi mano- la confianza de Takahiro parecía brillar, era tan pura y agradable. Takano con determinación tomó la espada, no defraudaría a Takahiro, nunca lo haría.

    -¿Realmente estas consiente de este Takahiro?. . . estamos hablando de Takano- Masamune miró mal a Yokozawa, sacando risas al mayor, gruñidos del pequeño huérfano y una pequeña sonrisa ante el ya calmado Misaki. Anteriormente el mayor había estado enseñándole algunos movimientos con la espada, tenía mucha fe en Takano, a pesar de ser un niño. . . sabía cuando una persona iba a ser alguien grande en la vida, no tenía que ver el futuro para saber que Masamune haría grandes cosas.

    Un nuevo día había llegado, la gente hacían de su vida una monótona, aunque las personas dejaban un camino libre a los soldados con relucientes medallas que mostraban en sus pechos, caminaban de una manera recta y segura, como si fueran los dueños del lugar ahora que ya no había rey al mando, solo era un comandante y tenía que seguir al pie de la letra todo lo que le mandaban.

    Con rigidez en la mirada, enfocaron a la pobre cabaña que estaba apartada de las demás viviendas, sabían perfectamente quienes estaban allí. Sin permiso, interrumpieron en la casa. Encontrándose a cincos jóvenes sentados dispersamente en tres camas juntas.

    -Buenos días- Saludó el líder del pequeño de soldados que se encontraban en la cabaña- Siento molestar a temprana hora, pero teníamos que hacer algunas revisiones a los jóvenes forasteros.

    -¿Revisiones? Están invadiendo nuestro hogar- pronunció con odio Haitani. Como si fuera un gato arisco, erizándose ante la amenaza en contra de los suyos

    -Esta cabaña es parte del Estado del Centro, así que técnicamente, ustedes forasteros, nos están invadiendo- Ritsu bajo la mirada por el miedo proyectado del hombre con uniforme, controlando sus lágrimas ante el temor de que en cualquier momento, el hombre descargara su ira en contra de ellos.- Bueno, pero los hombres del Centro, somos muy generosos ante víctimas como ustedes. . . así que por favor, espero que al menos nos aporte su apoyo en esto- con total pesadez en sus palabras, tomó un listado y un lápiz, para así comenzar su labor.

    -Necesito que me digan sus talentos- Los jóvenes, se quedaron callados, por unos largos segundos. . . sin intenciones de hablar- Necesito que me digan sus talentos- habló nuevamente pero con una voz más autoritaria, el cuerpo de Ritsu tembló y se escondió detrás de la espalda de Haitani, mientras el nombrado fruncía peor su ceño. Sumi se mordió el labio inferior tratando de hacerse el demente ante la pregunta, las dos mujeres se tomaron de las manos por debajo de las sabanas, para así apaciguar su miedo- ¡QUÉ ME DIGAN SUS-!

    -¿Qué conseguimos a cambio?- preguntó Haitani sin intimidarse- yo también quiero respuestas a mi pregunta. . . pero ningún soldado ha tenido la dignidad de contestarme. El mayor dio el listado a su subordinado, tratando de calmarse y no golpear a los forasteros para sacar la información por las malas, puesto que sus superiores había prohibido tocar a los cinco jóvenes.

    -¿Qué quieren saber?- preguntó con una sonrisa mal disimulada

    -¿Por qué nos encerraron?- la voz profunda de Haitani y esa actitud que cargaba, daba a entender de lo cual roto estaba por dentro, clamando a gritos un Por qué

    Todo se congeló y un sudor frio embargo el cuerpo del comandante. Hablar con total honestidad sería lo correcto, solo esperaba que no hubiera un mal desenlace después de esto.

    Respiró pausadamente, mirando directamente a los ojos de cada niño, se dignó al fin contestarles- El rey Ryota ha predicho que ustedes traerán la destrucción de cada ciudad. Esa fue su justificación para encerrarlos antes de que cometieran el crimen.

    An apretó fuertemente los puños conteniéndose en querer gritarles con toda el alma, los mayores se percataron de ello y siguieron con su pose defensiva.

    -Estoy aquí solo para tomar algunas anotaciones sobre ustedes. Quisiera saber de sus talentos. . . no quisiera ser drástico ni inoportuno, pero tienen que comprender que estamos tomando un gran riesgo en mantenerlos protegidos. Hay gente, allá afuera que creen que son unos criminales y tomándolos como una amenaza, quieren que sean estrictamente vigilados-

    -¿Nos llevaran nuevamente a una celda?- pregunto Saeki directamente

    -Nunca dije eso, habrá soldados encubiertos para vigilarlo, ni si quiera van a notarlo. . . pero necesitan saber a qué se deben enfrentar si es que alguno de ustedes. . . pierde el control- El comandante esperaba pacientemente algún movimiento de cualquier niño. Inesperadamente el pelirrojo le sonrió. Pensando que sería la última persona que hiciera eso.

    Unas ondas de cargas eléctricas rodearon a Haitani, dejando a relucir su poder, ante esa mirada soberbia y altanera dirigida hacia los militares. Mostrándose superior ante los presentes. Característica innata que no se perdió ante los dolores que sufrió en el laberinto, al contrario de ello. Lo fortalecieron.

    -Electrokinesis- informó el comandante a un subordinado para que pudiera anotar lo que decía, entre susurros para que los jóvenes no pudieran escucharlos- él controla y genera electricidad. Nivel de peligro 9 de 10- Haitani dejó las cargas eléctricas, asintiendo a sus demás compañeros y así generar confianza para que pudieran mostrar sus respectivos talentos.

    An formó en las palmas de sus manos un inquietante fuego de un color peculiar, haciendo que los mayores sudaran frio, reconociendo de dónde provenía aquella llama. La castaña propaga aquella flama por todos sus brazos, sin que estos la lastimaran.

    -Fuego negro, An Kohinata puede generar fuego del Clan Sheol, nivel de peligro 10 de 10-

    Saeki miró las camas desordenadas y con un rápido movimiento, tendió las sabanas y dejó cada cosa en su sitio. Una actividad humana normal, salvo que para los ojos de los demás no pudieran ver claramente sus movimientos, puestos que habían sido demasiado rápido, generando ventiscas de vientos a su alrededor

    -Super velocidad. . . nivel de peligro 8 de 10-

    Sumi alzó sus manos para crear un manto casi transparente alrededor de todos los presentes, quien poco a poco sentía cansancio en sus cuerpos. Uno de los soldados se alarmo y trato de retener al muchacho, queriendo detenerlo con su propio poder. Se sorprendió enormemente al notar que no podía hacerlo. En poco segundos el manto se desvaneció, dejando a unos confundidos adultos ante lo sucedido.

    -Supresor de talentos, tiene la capacidad de neutralizar poderes y robar energía, nivel de peligro 8 de 10-

    Ritsu se puso nervioso al tener las miradas de los mayores, pendiente de sus movimientos, sin poder evitarlo se ruborizo y bajo la mirada ante lo patético que se sentía. Después de las maravillosas presentaciones de sus compañeros, él quien tenía un talento poco usual, de seguro que no causaría ninguna impresión.

    -Niño, no tenemos todo el tiempo- el castaño dio un respingo ante la voz autoritaria del comandante, retrocediendo un par de pasos por causa de ello.

    -Yo ¡Lo siento!. . . Yo. . . mi talen-talento es no poder dormir, se-señor- habló bajito, el comandante frunció el ceño pensando que era una broma, pero al notar que ninguno de los jóvenes parecía reírse, supo que decía la verdad. Con un suspiro cansado, saco de su cinturón una lata de spray y de su bolsillo, un pañuelo. Roció un poco del contenido en la prenda, para luego acercarse al castaño.

    -Quiero que respires hondo, dime si te sientes cansado. . . esto es un somnífero potente, dormiría a un oso si es el caso- le tendió el pañuelo húmedo a Ritsu, sin prisa alguna, tomó la prenda, acercándosela a su nariz. Con grandes caladas de aires pudo aspirar del pañuelo. Para luego dejarla a un lado, sin ninguna muestra de fatiga en su rostro.

    -Puede que el Rey se halla equivocado con él.

    -Qué pena- entre soldados miraban con atención al castaño de ojos triste.

    El comandante al notar la normalidad del joven. Se acercó a su subordinado para nuevamente susurrarle- Nivel de peligro 5 de 10.

    -¿En serio?- preguntó confundido ante el inofensivo niño, quien ahora solo bajaba la mirada apenado- No lo veo tan peligroso.

    -Subestima a tu enemigo y tendrás una daga clavada en tu espalda- con pasos rígidos y resonantes, se retiró de la cabaña sin antes despedirse de los jóvenes.

    -Idiotas- Haitani miró con recelo la puerta en donde los mayores salieron- ¿acaso no lo notaron? Esos idiotas nos temen ¿Por qué más querrían saber nuestros talentos? Ellos saben muy bien que somos superiores. . . es por eso que quieren mantenernos vigilados- una media sonrisa apareció en su rostro mostrando lo confiado que estaba en sus palabras.

    -¿Y si realmente somos una amenaza?- preguntó An sentándose en la cama, casi a lado de Ritsu quien miraba por la ventana como si fuera la cosa más interesante del mundo.

    -No somos una amenaza, bueno ellos nos ven así, porque saben que nosotros podemos combatir ante sus injusticias, ellos son solo perros asquerosos fieles a la palabra del Rey. . .

    Ante el palabreo de Haitani, Ritsu no tomó atención, por el contrario que hacia sus demás compañeros. Su mirada había sido cautivada ante un pequeño grupo de muchachos, que mantenían una ropa casual y se entretenían con una simple conversación trivial. Un joven de pelo negro, con una estatura alta concorde a su edad; se separó del grupo, adentrándose al frondoso bosque. Con un toque de curiosidad y sorpresa, vio detrás de la espalda de aquel muchacho, reposaba una inigualable espada de acero y ligeramente arqueada.

    -Es cierto, nosotros no somos los malos. Ellos son los traidores que nos metieron en ese maldito laberinto- declaró Saeki totalmente molesta, apoyando los ideales de Haitani.

    -¡Sí!- dijo An con el ceño fruncido y un inquebrantable deseo de venganza nacer dentro de su corazón, al recordar a su hermana perdida.

    Ritsu se removió de su lugar, estando de pie para caminar hacia la salida de la cabaña.

    -¿Ritsu, tú que piensas?- se interpuso el pelirrojo ante el extraño movimiento de su compañero.

    -¡Eh!. . . ¿Yo? Bueno. . . no sé, quiero decir. . . voy a caminar un rato. . . y así despejar la mente- Y antes de que Haitani se ofreciera a acompañarlo, Ritsu había emprendido el camino, saliendo rápidamente de la cabaña y correr hacia el joven que había robado su atención.

    Se sentía invisible, aunque ese no era su talento, pero pudo recrearlo, puesto que la gente a su alrededor se mantenían concentrada en sus propias conversaciones y problemas. Un aire frío azoto su cuerpo y el bullicio de las personas comprar sus respectivos víveres, ya que sin querer se había adentro a un pequeño mercado. Algunos hombres tanto como mujeres ofrecían baratijas y algunos servicios desconocidos ante su ingenua mente. No importaba, siguió su camino, siguiendo los pasos del joven con la espada en la espalda. Aunque temeroso en adentrarse en el inmenso bosque, tragó saliva para darse el poco valor que tenía y así seguir su ruta. Con sigilo, visualizo al extraño joven, quien había dejado a un lado su espada, para hacer unos cuantos estiramientos con su cuerpo. Como calentando antes de hacer ejercicios.

    Ritsu posicionándose detrás de un árbol cercano, se quedó quieto para así poder seguir observando al desconocido. En un determinado tiempo, el joven tomó la espada y así comenzó a dar unos movimientos perfectos y precisos con esta arma, limpios como sigilosos. Nunca había visto algo tan hermoso. . . hasta podía compararlo ante la facilidad del manejo de la espada a ese sargento que le sacó del laberinto del minotauro. Habrían pasado largos minutos, ¿Horas?. . . que importaba, Ritsu estaba totalmente impresionado ante los movimientos de la espada de aquel joven, tan admirado estaba que no se percató que sus mejillas estaban teñidas de un color carmín intenso.

    Su corazón palpitó, cuando blandía la espada en contra de un enemigo imaginario, con una frialdad que repercutía sus huesos, una determinación en esos ojos de color miel que le sacó una sonrisa al notar aquel pequeño detalle. Él también quería manejar la espada, quería proteger a personas como lo había hecho aquel sargento. Dar la vida por sus compañeros, por los suyos. . . quería aprender a defenderse a pesar de su corta edad. Quería saber más de aquel joven.

    -¡Masamune!- aquel llamado hizo detener los movimientos del desconocido. La piel de Ritsu se erizo, pensando que estaba en peligro se ocultó totalmente detrás del árbol. Sabía que había otra persona que se había adentrado al bosque igual que él, pero al parecer este conocía al joven de mirada color miel. Puesto que estaba escuchando su lejana conversación.

    -Yokozawa está preguntando por ti.

    -Ahora no, Misaki. Seguro me regañará porque no fui a su casa en la mañana.

    -Mi hermano quiere verte- ante las palabras de preocupación de Misaki y la mención de su hermano, Masamune no pudo resistir. Dejando un derrotado suspiro en el aire, guardo su espada en su vaina que colgaba de su espalda y camino hacia el pueblo, el pequeño castaño sintió una extraña sensación a su espalda y con cuidado miró hacia su atrás, chocando miradas ante un temeroso Ritsu.

    Misaki fingió no haberle visto para así no causar problemas, pero su curiosidad ganó la partida- ¿Y quién es tu amigo?- Masamune frunció el ceño, sabía muy bien que alguien lo estaba observando desde lejos, era uno de esos jóvenes forasteros que habían sido rescatados de la última misión de Takahiro, pero no se quejó ante la extraña presencia del castaño para no causar más problemas y realmente él odiaba los problemas- ¿lo conoces? ¿Por qué no nos presentaste?

    -No conozco a ese acosador.

    -¿En serio? Mi hermano me ha dicho que son muy amigables cuando los conoces bien.

    -Misaki, no te acerques a ellos. . . son peligrosos- advirtió con voz seria el azabache

    -¿Que han hecho?- pregunto inocentemente Misaki, pero ni el mismo Masamune podía contestar a esa pregunta, puesto que no sabía la respuesta

    -Solo no te acerques tanto a ellos.

    Ritsu se mordió el labio inferior al notar que había perdido de vista al tal "Masamune", esperaba ver más de aquel joven, parece ser que tenía más años que él, casi la misma estatura que Haita. . .

    -Aqui estabas- esa voz era incomparable, el castaño miro a su costado, encontrándose con el mayor de su grupo- ¿Acaso no acordamos nunca separarnos?- la voz autoritaria hacía sentir inferior a Ritsu, a pesar de tener casi la misma edad, no podía evitar sentirse como un niño reprendido por su madre.

    -Lo siento, Haitani- Bajo la cabeza mientras jalaba con sus manos la basta de su polo, un claro tic de nerviosismo- ¿Me estabas buscando?- El pelirrojo bufó un poco fastidiado, para luego, sin consentimiento del menor, agarrar su mano y guiándole a las afueras del bosque.

    -Mucho te demorabas, el cielo está oscureciendo. Pensé que te había pasado algo. . . no vuelvas a preocuparnos así- El castaño sonrió débilmente, dejándose llevar por la rapidez del caminar de Shin. Haitani era como una figura paterna en su vida y ante las muestras de preocupación que mostraba ante sus demás compañeros de cárcel, sabía que siempre podía confiar en él.

    -Lo siento- Definitivamente necesitaba manejar la espada, no tenía un talento en especial para proteger a sus seres queridos, siempre ocultándose en las espaldas de los demás. Ya no más. . . quería luchar, por ellos.

    Esa día termino con la visita de Takahiro a su humilde cabaña, hablando sobre la cultura de su pueblo e informándole que el Consejo del Estado aún no concluía que hacer con los jóvenes. Dejando el ambiente pesado atrás, cada muchacho mostraba con toques juguetones y sorprendentes sus talentos. Dejando maravillado a un impresionado Takahiro, diciéndoles que iban a ser grandes guerreros si es que se alistaban en la milicia. Era cierto, solo eran simples jóvenes que eran inexpertos en controlar y sacar todo el potencial que requería su don. Pero con ayuda, podrían ser más fuerte que cualquier enemigo quien se interpusiera en sus caminos. Ritsu se sintió ligeramente excluido ya que él no tenía nada especial que manejar. Se avergonzaba de su propio poder, siendo como un libro abierto ante sus expresiones y sentimientos. El sargento pudo notar su pena.

    -¿Estas bien?- preguntó cuándo le pidió salir un momento de su vivienda

    -Sí- contesto avergonzado- siento preocuparlo.

    -No tienes por qué disculparte, dime ¿qué pasa?- preguntó con aquella voz calmada y cálida que reconfortaba cualquier corazón inquieto. Takahiro tenía un don al querer hablar con alguien de corazón frágil como lo era Oda.

    -Yo. . . no quiero ser una carga, quiero ser poderoso como ellos. . . quiero protegerlos, pero siempre seré el más débil- Takahiro sonrió ante el recuerdo de aquellas palabras, las mismas que siempre decía Misaki cada vez que quería entrenar con él- Por más que lo intento, son ellos los que finalmente me protegen. Cuando estaba en esa cárcel. . . Haitani siempre recibía el doble del castigo cuando ese monstruo trataba de. . .- calló de repente, mordiéndose el labio inferior para reprimir esos tortuosos recuerdos- solo quiero ser más fuerte y no depender más de ellos.

    -Puede que ahora no estés preparado para hacerlo, te entiendo. Alguien fuerte no puede aparecer de la noche a la mañana. . . a menos que seas Capitan América- ante la referencia Ritsu no evito reírse, de muy niño le gustaba leer cualquier libre, comics o periódicos que eran generalmente de la época contemporánea, esa información se lo había mencionado al mayor días anteriores- Mi talento no es tan sorprendente como los demás piensan, soy solo un chico que puede ubicar personas a lo lejos. . . tú puedes hacerlo con unos binoculares y ya.

    -Pero tú te enfrentaste al minotauro.

    -Eso. . . es porque dedique la mayoría de mi tiempo en practicar con la espada hasta volverme en un buen espadachín. Si tienes corazón, determinación y lo haces por alguien, yo sé que te volverás más fuerte que todos tus amigos y así podrás protegerlos- Ritsu no contesto, pero el mayor supo que sus palabras no habían calado tan profundo en sus pensamientos. Así que con una sonrisa, tomó la mano del pequeño castaño. Llamando su atención- Solo ten paciencia, para llegar a tu meta, necesitas hacer varios sacrificios y si piensas que tu camino será difícil, imagínate como será llegar a tu destino. . . solo debes convertir tus defectos en virtudes.

    ¿Convertir tus defectos en virtudes? Era algo extraño pensar que tus lados negativos se volvieran en una fortaleza, porque lo negativo. . . pues siempre será negativo en algún punto de vista.

    Todos dormían plácidamente en sus respectivas camas, con sigilo salió se sentó sobre ella, tomando un libro que el mismo sargento Takahashi le había obsequiado, la cual reposaba debajo de su almohada y gracias con una pequeña linternita pudo sumergirse en la lectura de inmediato. Una vez le había mencionado al mayor que le gustaba libros de literatura, este le regalo una colección de libros pero nunca se imaginó que iba a darle diarios de anteriores soldados de guerra, en donde escribían sobre sus tácticas de batallas, describían de cómo se ejecutaba sus misiones y algunos más explícitos, detallando como torturaban a sus víctimas.

    Muy bien. Demasiada lectura por hoy.

    Dejo el libro a un lado cuando escuchó el grito desgarrador de Sumi, despertándose de uno de sus constantes pesadillas. Con su cuerpo lleno de espasmos y temblores, se retorcía en su misma posición, llorando por alguna compasión contra sus demonios.

    -Sumi. . . Sumi, calma. Estoy aquí- Ritsu trató de ayudar, acercándose a su compañero entre gateos y con cuidado, evitando no pisar a sus demás amigos totalmente alejados a lo que estaba pasando.

    Acariciando los cabellos grises oscuros, trataba de tranquilar al muchacho de mirada castaña. Sumi se aferró a la cintura de Ritsu, dejando su llanto entre su regazo.

    -Tengo miedo- susurraba Sumi no dejando de temblar.

    Ritsu no contesto de inmediato. Sabía que Sumi no superaría fácilmente lo que habían vivido, él tampoco lo haría. Solo con falsas promesas de un futuro incierto, endulzó los temores de Keiichi, el cual poco a poco volvió a caer en los brazos de Morfeo.

    Siempre se avergonzó de su talento, pensando que era algo tan inútil. . . pero gracias a ello, podía estar al lado de sus compañeros, calmando pesadillas, vigilando sus noches. . . puede que no sea tan inútil después de todo.

    No duermas, Hoy no.

    Misaki estaba totalmente emocionado, este sería el día. Definitivamente lo había decidido. Hoy iba a confesarse a Akihiko, le iba a decir cara a cara. Puesto que con una indirecta al escribirle una carta sería algo demasiado vergonzoso para él. Y como buen valiente, hablaría seriamente con Usagi y le pediría que se hiciera cargo de sus sentimientos.

    Masamune gruño fastidiado, Misaki al igual que Yokozawa, era considerado como uno de sus grandes amigos. El pequeño castaño era como un hermano menor para él. Pero por más que le decía o advertía de alguna cosa, sus palabras eran siempre opacadas por la existencia de Usami Akihiko. No entendía cómo es que Misaki pudo enamorarse de alguien como él, no le veía nada en especial a ese tipo. Solo lo ridículamente soberbia de su mirar y sus diálogos totalmente indiferentes que no fueran de su persona.

    -Al parecer alguien está muy feliz- comentó Takahiro mientras caminaba junto con Misaki, Yokozawa y Masamune. El menor de todos no dejaba de sonreír y estar perdido en su mundo.

    -Hoy será un gran día- contesto muy animado su hermano

    -Amén.

    Los cuatro caminaban hacia el comedor público, ya que Takahiro no podía cocinar puesto que tenía que hacer asistir a una conferencia en donde se dictará el destino de los cinco jóvenes forasteros.

    -Odio comer en ese comedor- la cara de repulsión que sostenía Yokozawa expresaba todo lo que sentía.

    -No es tan mala la comida- defendió con una sonrisa tranquila el mayor

    -La última vez Misaki se intoxicó.

    -¡No es cierto! Solo que no me cayó bien ese atún.

    -Deja de quejarte como nena, Yokozawa. Acaso tu estomago es tan delicado como tú- se burló Takano poniendo sus brazos entre cruzados, añadiéndole una sonrisa pícara en su rostro.

    El mencionado se enrojeció y mirándolo directamente, lo reto a que volviera a decirle delicado.

    -Delicado.

    -¡Estás muerto Masamune!

    -Chicos cálmense- detuvo la pelea Takahiro al notar que estaban a las puertas de su destino- Por favor compórtense y coman toda la comida. De cena solo habrá té y un par de panes. Me voy- despeinando los cabellos de un risueño Misaki, el mayor tomó su partida- Masamune cuida a Yokozawa

    -¡¿EH?!- nuevamente el rubor de las mejillas del pobre muchacho de cabello negro azulado resurgieron

    -Yokozawa cuida a Misaki. . . y Misaki cuida a Masamune-

    -¡Hey, yo soy el mayor!- Renegó molesto Takano, pero sus quejas fueron en vano puesto que Takahiro se había perdido de su vista

    -Hay que pasar- comentó Misaki mirando divertido como Masamune rodaba los ojos y Takafumi trataba de volver a su color original

    Había mucha gente en aquel lugar, con mesas de madera y sus respectivas sillas, cada uno se sentaba tranquilamente después de haber recogido su respectiva ración de comida.

    Lo bueno del comedor público era que podías conocer a la mayoría de las personas, pobladoras de aquel territorio. Ya que la comida era gratis, los que no tenían dinero ni tampoco tiempo para cocinar, iba a aquel lugar para comer y también para socializar. Su pueblo era pequeño, por ello cualquier persona podía conocer la vida del vecino; del accidente que se produjo en la tienda de abarrotes en el mercado; de que el último matrimonio había sido un desastre ya que la novia le había sido infiel al esposo; que el abuelo quien siempre iba a recolectar semillas en el bosque había fallecido, ahora sus hijos se disputaban de su herencia.

    Todos conocían la vida de todos.

    Tan pequeño era el pueblo, que la información rebotaba sin descanso entre todas las personas y uno de los lugares en donde se intercambian los datos más importantes como chismes y algunos rumores se efectuaban en aquel comedor público.

    -Esos niños son unos criminales.

    -No sé por qué los rescataron.

    -Que miedo, que no se acerquen a mis hijos.

    -Son una mala influencia.

    -Espero que se larguen.

    -Fenómenos.

    Misaki no entendía nada de lo que se murmuraba entre la gente, las miradas estaban clavadas en aquella mesa apartada en la esquina del cuarto. Eran los jóvenes que habían llegado del exterior, los mismos muchachos que su hermano había rescatado. Desvió su mirar, enfocándose en como la cocinera le daba su ración de comida en su plato descartable. Después de haber recibido ello, siguió a Masamune y a Yokozawa quienes charlaban de la extraña apariencia de su puré de papas que le habían dado.

    Masamune escogió una mesa que por suerte estaba vacía. Misaki aún con los pensamientos confusos volvió a perseguir con la mirada a cada movimiento que hacia aquellos nuevos jóvenes. El quien le llamo la atención fue aquel pelirrojo de mirada divertida y semblante sobreprotector. Parecía ser un buen muchacho puesto que sonreía de una forma amistosa hacia sus cuatro demás compañeros.

    -Misaki, come- ordenó Masamune mientras picaba su plato.

    El castaño no hizo caso, se percató que las demás personas, quienes querían comer, esquivaban olímpicamente la mesa de aquellos jóvenes. Como si tuvieran peste o alguna enfermedad infecciosa. Le dio mucha pena al ver la indiferencia de los pobladores en contra de ellos.

    -Misaki- llamó la atención al menor, causando por fin su mirar en él, pero no con el fin que él pensaba

    -Hay que acompañar a esos chicos- señaló con cuidado a la mesa de los cinco forasteros

    -¿Qué?- pregunto desconcertado Yokozawa

    -Están solos, solo será comer y conversar con ellos.

    -No.

    Fue la palabra firme de Masamune que dejó más confundido a Misaki- ¿Por qué no?

    -Son peligrosos, Misaki. No te acerques a ellos.

    -¿Por qué?

    -Porque los demás dicen eso.

    -¡Si los demás dicen que te tires de un edifi-!

    -¡No me vengas con esas cosas, Misaki! No te acerques a ellos, te vas arrepentir.

    -No son malos como parece.- Misaki frunció el ceño ante la injusticia impuesta de terceros contra otros seres inocentes

    -Es mi última palabra- Masamune habló sin ninguna pisca de juego. Su mirar era seria que hasta a Yokozawa no quiso rebatir nada, la batalla estaba perdida cuando Takano dictaba algo de esa forma.

    Buena, una batalla perdida no significaba que habría perdido la guerra.

    Misaki apretó su plato y se paró de su asiento. Con esa determinación resplandecer en sus ojos, camino lejos de su mesa para ir donde los forasteros.

    Masamune gruño entre dientes al igual que sus puños fueron apretados hasta quedar los nudillos en blanco. El ambiente había quedado completamente pesado y tenso.

    Con pisadas seguras se acercó a la mesa destinada, colocándose al frente de ellos. Los jóvenes pararon su charla y enfocaron su atención en el pequeño castaño. Una sonrisa amigable se formó en su rostro, queriendo causar buena impresión.

    -Hola, soy Misaki Takahashi, un gusto en conocerlos-

    Un contundente silencio fue su respuesta, las miradas parecían dagas que parecían amenazar a su dignidad y toda clase de intención de querer socializar con ellos.

    -eh. . . ¿puedo sentarme con ustedes?- preguntó nervioso el ojiverde

    -No- con un tono tajante Shin cerró la conversación.

    -Pe-pero. . .

    -Largo- nuevamente el mismo muchacho le respondió pero con un gran ceño fruncido, como si su sola presencia lo hubiera ofendido

    -Esta mesa es pública, solo quise ser cortes. . . en sí yo no debería preguntar, solo sentarme- se defendió Misaki, no iba a permitir que alguien le hablara de esa manera, a pesar de haber dicho algo totalmente cierto, su voz parecía tambalearse y su cabeza semi cabizbaja no ayudaba al tener que ponerse firme- Además, no me parece justo que las personas estén divulgando cosas malas sobre ustedes. . . yo. . .

    -Pues bien. Siéntate- Haitani se levantó de su asiento de repente, acercándose peligrosamente al castaño y sin pedir permiso, tomó el plato del menor para colocarlo en su cabeza, derramando toda la comida encima de Misaki.

    Todos los que presenciaron lo sucedido, solo pudieron afilar sus miradas ante aquel grupo, con resentimiento fingieron demencia. El menor de los Takahashi estaba totalmente inmóvil y sin saber qué hacer, puesto que aún no comprendía lo que acababa de suceder.

    -No queremos tu lastima- Haitani lo empujo bruscamente, ocasionando que Misaki cayera de espalda

    Yokozawa quería intervenir y darle un buen escarmiento a ese pelirrojo por haber hecho algo como eso a Misaki, quien solo tenía buenas intenciones y estaba preocupado por esos desconocidos. Pero Masamune lo detuvo, colocando una mano sobre su pecho como diciéndole que no hiciera nada.

    -¡¿Qué haces?!- reclamó Takafami al ser detenido

    -Misaki tiene que aprender, la vida no es color de rosa. . . no todas las personas son buenas.

    - Vámonos- ordenó Shin a sus demás compañeros, dejando a Misaki atrás.

    Saeki persiguió fielmente a Haitani quien se dirigía hacia la salida del comedor, Sumi solo bufó fastidiado de presenciar la escena para luego tomar la mano de An y también retirarse del lugar.

    Los ojos comenzaron a arderle y como si una roca le hubiera golpeado su cabeza, el ánimo decayó rápidamente. Se sentía tan estúpido, que solo se enfocaba en mirar el piso para no notar las caras de pena y molestia de las personas. Él solo quería acercarse a esos jóvenes y ser buenos amigos, igual que Takano y Yokozawa. . . nunca pensó tener este desenlace.

    Un sonido de algún golpe junto con algunas piscas de comida había caído al suelo. Misaki extrañado ante ello, por fin levantó su mirada.

    Ritsu no había soportado el trato que hizo Haitani ante aquel muchacho, había sido muy tarde cuando quiso retenerlo. Pero suponía que debía dar la disculpa por parte del pelirrojo. Tomando su propio plato de comida, se lo coloco en su propia cabeza, para estar de igual manera que aquel joven ojiverde. Oda extendió su brazo para ayudar a levantar a Misaki del suelo. Admirando aquella aura de confianza y tranquilidad, que solo su hermano mayor podía otorgarle en momentos de amarguras y tristezas, Misaki aceptó la ayuda. Sin despegar las miradas fijas.

    Ritsu limpio con su dedo índice una partecita de la mejilla de Misaki, llevándose el dedo a la boca, con una pequeña sonrisa aparecer en su rostro, pudo dejar atrás el ardor en los ojos que el pequeño castaño tuvo que soportar- mmm. . . sabes rico

    Al mirarse mutuamente, no pudieron contener sus risas, pues las apariencias eran totalmente graciosas y el comentario indirectamente con doble sentido, había acabado con la tensión.

    Ambos rieron, descargando su frustración y recibiendo la alegría, Misaki obtuvo lo que quería: Un amigo; Ritsu, un momento en donde por fin pudo olvidar su pasado y reír como si fuera un niño normal, con soltura y sin temores.

    Los ojos ajenos se quedaron totalmente sorprendido ante la pequeña camarería de ambos niños, algunos quisieron ignorarlos, otros los miraron con pena y amargura. Todos sabían lo que le esperaba en el futuro a Misaki, iba a combatir contra un mal y ser el vencedor de aquel que quisiera destruir los estados y la armonía de los pueblos; y Ritsu estaba destinado a cometer un gran error en donde perjudicaría a todas las personas pecadoras como inocentes. Era un hecho, un momento memorable que nadie iba a sacar de sus mentes por el resto de sus vidas. Ver una linda amistad nacer, dos jóvenes alejados de la supuesta verdad, ya que ninguno de los dos sabía que en un futuro uno de ellos iba a morir por las manos del otro.

    -Misaki no aprenderá- sonrió Yokozawa con un pequeño entreceño, negándose con la cabeza ante la terquedad del menor

    -Puede que sea verdad- eso llamó la atención de Takafumi, notando la mirada clavada de Masamune en aquel forastero ojiverde, sorprendiéndose levemente al ser testigo de la pequeña sonrisa que surgió en Takano sin despegar esa mirada al nuevo castaño totalmente particular como cariñosa- Puede que realmente no todos sean tan malos como parecen.
     
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  12. Emy sendou
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    Hola

    Podre takano siento lastima lo que paso con su vida siendo pequeño .
    Que pasara con misaki y ritsu una nueva amistad a nacido .

    Quiero continuación la estaba esperando y por fin hay capitulo .

    Gracias por la continuación .
     
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  13. Ciel-sama Michaelis
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    Hola de nuevo .

    Si yo esperando que haiga continuación y por fin .

    La vida de takano fue muy gruel muy triste para mi .
    Que malo es Haitani podre de misaki pero que bueno que ritsu lo ayudo .

    Que les espera a su futuro algo me dice que no es nada bueno .

    Suerte .
     
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    El "hubiera" no existe
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    en Usagilandia: vamos, vivo con Usagi-san XD

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    Ay! Todas la historias buenas que estoy leyendo parece no tener continuación
    😢😢😢😢😭😭😭😭😭

    Por fin, siguela si puedes, es triste ver como un buen fic no tenga final 😢

    Grn fic
     
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13 replies since 8/4/2016, 23:34   292 views
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