El Infortunio [Actualizado: 09-06-16]

Te leyeron tu futuro, predijeron que eras una amenaza ante la sociedad, todos te juzgaron por un hecho que aún no has cometido. Y aún te preguntas ¿Qué paso con tu libre albedrío? [Nostálgica]

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  1. Kira Uchiha
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    Facil es hablar de mi, Dificil que sean como Yo

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    Título: El Infortunio.
    · Autor/a: Kira Uchiha.
    · Rating: M [Apto para adolescentes maduros y adultos].
    · Géneros: Multigenero [mayormente Drama]
    · Pareja(s): Takano x Onodera [+todas las parejas de SH y JR]
    · Advertencias: Escenas sexuales explícitas e implícitas, vocabulario vulgar, violación, “gore”, shota y mención de tortura
    · Descargo de responsabilidad: Ni Sekaiichi Hatsukoi, ni Junjou Romantic me pertenecen, sino a Nakamura [Porque si fueran míos, Onodera hace tiempo que se hubiera confesado]

    Notas del autor: no se lo tomen muy en serio las advertencias, lo del gore voy a tratar de que sea moderada; violación y Shota… pues… sí, va a ver pero más bien creo que les va a gustar ja ja ja Ok No ja ja ja tortura... no tanto, puesto que no me voy a poner a describirlo, pero si habrá mención (no soy muy sádica que digamos). ¡Feliz lectura! :D

    Prólogo:

    Vitacora 00: Nunca le jales el rabo al toro



    El mundo tuvo una bendición en un determinado tiempo, cuando la época contemporánea decayó. Las personas tuvieron el don de un poder en especial, algunos religiosos como monjes y sacerdotes agradecieron a sus respectivos dioses por tales bendiciones; los científicos creyeron que era un escalón más arriba de un simple Homo Sapiens, el hombre había evolucionado adquiriendo un gen único, pero peligroso. Todos vivían pacíficamente ante las monarquías que nuevamente empezaron a resurgir, la tecnología comenzaba a escarcearse puesto que ya no era importante ante el consumo humano, solo utilizaban las necesarias e importantes, estaba prohibido el uso de armas de fuego, estas dejaron de comercializarse, teniendo acceso solo los militares y desafortunadamente, ante la corrupción de algunos cercanos al rey, quienes pudieron comercializar estos al mercado negro por un poco de oro y beneficios de seguridad. El uso del talento que cada uno tenía no estaba prohibido, pero lo común era no utilizarlo si la ocasión no lo ameritaba, para así no fomentar disturbios en la sociedad ni destruir la paz de los ciudadanos.

    Las ciudades comenzaban a tener un modelo más rustico, teniendo como fronteras grandes bosques para separar a las demás ciudades, los estados principales tenían nombres de los puntos cardinales incluyendo el centro.

    El Rey del Estado Centro era un hombre de grandes decisiones e ideales fuertes como dictatoriales, cada mandato que se ejecutaba era totalmente acertada ante la opinión publica de su pueblo, a pesar de la seriedad que reflejaba su rostro, era un hombre de dulces sueños; queriendo plasmar en su ambiente un lugar sin guerras ni destrucción, defendería su pueblo con su vida si fuera posible, quería con igualdad a los habitantes que imponía una verdadera justicia, es por ello de los pobladores: Nobles, burgueses, artesanos como campesinos, creían de una manera sublime sobre las órdenes de su rey. Ryota Takatsuki, El Rey Vidente.

    Un gran silencio recorrió en la cercanía de los límites del Estado Central, la multitud que rodeaba la humilde casa se mostraban totalmente inquietos como silenciosos ante la cercanía del Rey que tenía con la familia señalada.

    La mujer de la casa, con un gran nerviosismos, mostró a su bebe envuelto en una suave manta azul, el bebe era tan pequeño que apenas podía abrir los ojos, adquiriendo ante la mirada de terceros una adorable ternura. El Rey Ryota cerró los ojos mientras posaba su palma delicadamente sobre la frente del niño. El padre de la familia agarro con protección a su primer hijo, quien estaba más que curioso de lo que le ocurría a su hermanito.

    El Rey sonrió con felicidad, sorprendiendo a la familia ante aquel gesto. Ryota miro hacia los demás pobladores que estaban atentamente escuchando como buenos e intranquilos espectadores. Tomo al niño con ambos brazos con orgullo y cuidado.

    -He tenido un sueño, se acercara un tiempo oscuro que no es tan claro para mí. . . es más fuerte que yo. . . pero no para este niño. ¡Miren bien de este niño, Él nos salvara a todos! ¡Obtendrá el don más poderoso que todos! ¡Su destino esta trazado, él peleara contra el mal que querrá gobernar no solo nuestro estado, sino el mundo! ¡Él es nuestro Salvador!- Alzó al niño mientras todos aplaudían y se regocijaban ante el heroísmo que iba a representar el futuro de aquel bebe, las alabanzas como el llanto de emoción de la familia inundaban el momento, el padre del bebe estaba totalmente orgulloso de su hijo por haber dado un gran honor a su familia- ¡Aplaudan a nuestro héroe! ¡Larga Vida, Misaki Takahashi!

    -¡Larga Vida, Misaki Takahashi!- gritaron todos con una sola voz el nombre del bebe.

    Los sueños del rey mostraban pasajes del futuro, imágenes que no eran totalmente concretas pero con el razonamiento del hombre podía descifrar lo que iba a ocurrir más adelante, lastimosamente, no especificaba fecha, un futuro incierto pero ya predicho. Habían sueño con pasajes de un futuro próspero como hermoso, pero también habían pesadillas, que pensaba el Rey que serían problemas que se avecinaban a su reino, problemas que se solucionarían. . . pero nunca espero eso.

    El cielo era teñido de un color rojo negrizo, su ciudad estaba cubierta en llamas, al igual que los pobladores quienes gritaban con verdadero dolor y agonía. Los ríos ya no brotaban agua, había sido suplantado por lava. Demonios volando en los cielos con sus grandes alas puntiagudas y esos cuernos que perforaban vidas humanas como si fueran algún pasatiempo en sus insanas vidas. Todo su alrededor se volvió a distorsionarse y los gritos desgarradores de más personas repercutieron en su sentido auditivo, frunciendo el ceño, rogando que se callaran, que los salvaría pero que le dijera quien fue el culpable. Nadie respondió, solo se oyeron más lamentaciones como llanto.

    El cielo empezó a crujir y una enorme grieta se formó en ella. Una voz profunda como amarga contesto las inquietudes del rey a lo lejano de él: Los Siete Ángeles del Apocalipsis se acercan, tocaran cada uno sus respectivas trompetas.

    Con gritos enunciaban sus respectivos nombres, para decir el último con una maquiavélica risa que erizo su piel, lo pronuncio como si fuera el peor de todos los nombrados.

    Ryota despertó sudoroso ante el sueño, había tenido pesadillas similares a estas que conllevaban al mismo hecho, pero esta reciente había sido la más clara.

    -Papá. . . perdón, pero. . . no puedo dormir- Un niño de cuatro años se asomó a la habitación del mencionado, frotándose con su pequeña mano su ojo izquierdo. Su padre se calmó, enternecido ante la imagen presente. Abrió las manos como muestra de bienvenida, haciendo que el pequeño caminara hacia él hasta refugiarse en sus protectores brazos.

    -No te preocupes Shinobu- lo atrajo hacia él mientras lo arropaba con sus sabanas sin soltar el abrazo

    -Tengo miedo a la oscuridad- confesó el menor; castaño de ojos grisáceo, de piel de porcelana digna de todo príncipe.

    -No te preocupes hijo- acaricio la pequeña espalda de Shinobu, mientras recordaba los nombres de sus futuro enemigos; estaba claro, tenía que deshacerse de esas personas antes de que cometan aquel atroz crimen y destruyan todas las ciudades. Por el bienestar de su gente. Por la promesa de su difunta esposa. Por sus hijos- Yo te protegeré.


    Varios años después. El grupo de observación pudo notar las inquietantes salidas secretas del rey de su ciudad, lo habían ya analizado, pero no era nada de preocuparse en ese entonces. Hasta que la última semana, lo descubrieron con sus ropas salpicadas de sangre. Sus sirvientes, guardaron el secreto ante ello, pero al divulgarse solo entre ellos, un tercero pudo escucharlo y mandarle un aviso hacia las fuerzas de la milicia.

    Nadie sospecho nada, pues confiaban en el buen juicio del rey. Mandando el caso en archivado, pero un curioso sargento tomó el caso aún dudoso de las salidas del rey.

    Infiltrándose como uno de los sirvientes adentro del gran castillo que habitaba el Rey, pudo escuchar varias teorías de donde se dirigía con tanto ahínco el rey. El que más le llamo su atención, fue la mención de un ser que pensaba que había muerto: El Minotauro del Laberinto de Dédalos

    Aquel monstruo era un asesino serial que había sido desterrado del Estado Sur ante sus crímenes atroces y sádicos, el hombre que era desconocido su nombre y apellido real, había perdido la cordura y el control de sus poderes, dejando que estos floten y gobierne su cuerpo, la facultad de convertirse en un minotauro.

    Comía carne humana, su raciocinio se desvanecía por completo cuando permaneció en ese estado monstruoso, poseía una gran fuerza como la capacidad de fabricar su propia fortaleza, unos muros impenetrables con las cuales las podía controlar con su propia mente. Con el cual pudo vivir, protegiéndose de cualquier estado que quiera tomar su vida antes sus viles antecedentes

    Muchos jóvenes valerosos trataron de matar aquella bestia, pero metidos en aquel laberinto que el mismo minotauro había construido, era imposible escapar de ello. Muriendo a manos de un psicópata hombre en forma de un semi-toro.

    El sargento infiltrado, con cautela pudo seguir los pasos del rey hacia un destino desconocido. Encontrándose con lo que más temía. Afuera de la ciudad, con pasajes secretos del bosque, se encontraba en el medio, el poderoso como sublime, laberinto al cual el rey se adentró.

    Muchas preguntas se formularon en la cabeza del militar, teniendo que rebuscar en documentos privados que el Rey mantenía en su oficina, con total alerta ante los súbditos o sirvientes del gobernador.

    El horror se produjo en su rostro al unir los cabos y descubrir la verdad de toda esta fachada de Rey amable del pueblo.

    -¿Qué está pasando aquí?- El rey quedó totalmente inquieto al ser de improvisto visitado por sus fuerzas militares y apresado por los mismos.

    -¿Papá?- Una chica de catorce años miró con preocupación lo que estaba presenciando, sus soldados estaban haciendo alguna clase de golpe de estado.

    -Calma Risako, ve con tu hermano- dijo el rey mientras veía a su amada hija salir corriendo de la habitación en la que se encontraba.

    -¡¿Qué está pasando aquí?!- preguntó molesto Ryota mientras los demás soldados se mantenía ecuánimes.

    -Déjeme presentarme mi rey- habló el quien estaba dirigiendo la operación, un joven de apenas 16 años pero prodigio ante el área estaba al frente del rey; de cabello azabache, piel blanca y sus ojos debajo de unos lentes delgados pero de forma casi esféricas, se mantenía seriamente ante sus palabras - soy el Sargento Takahiro Takahashi, he tomado el caso de usted ante las salidas prohibidas y secretas que ha tenido durante los anteriores años, infiltrándome como uno de su servidumbre, pude descubrir el contrabando de armas totalmente ilegales que comercializa con el mercado negro, pero el hecho por la cual se le sentencia a prisión por 30 años, es por secuestro de siete niños de diferentes pueblos y llevarlos hacia el laberinto de minotauro sin ninguna denuncia judicial. Esta no es una monarquía de un solo poder mi rey, son tres. . . y llevar a niños totalmente inocentes a ese calabozo que es solo para criminales de altos rangos de peligro, muestra de pena de muerte, es imperdonable.

    -¡No tienen pruebas!

    -Soldado Usami, dirige a la tropa B a la oficina del Rey, debajo de la alfombra roja, hay una madera falsa, la cual están ubicadas los papeles que describe los datos de cada niño desaparecido.- el Sargento se dirigió a un hombre de su misma edad, con cabello peliplata quien fumaba tranquilamente a pesar de lo tenso que estaba la situación, ni se inmutó ante la severa mirada de su gobernador

    -¡Traición! ¡No saben con quien se están metiendo, esos niños van a llevarnos a la muerte! ¡¡Yo tuve un sueño, ellos traicionaran a nuestro pueblo y traerán la destrucción en todas las ciudades!!- grito colérico Takatsuki, el rey trato con todas sus fuerzas liberarse de las manos de sus propios subordinados, pero todo fue en vano

    -Encerrar a niños por un delito que aún no han cometido es totalmente estúpido- respondió con tirria Usami

    -¡Esta en su futuro, lo he visto!

    -Había otras opciones, no está- esta vez contesto Takahiro con el ceño fruncido, era un trato realmente atroz lo que tuvieron que soportar aquellos niños, aún eran infantes; solo rogaba que estuvieran con vida. . . desafortunadamente, los que habían sobrevivido hasta el momento.

    Con resignación y aún el rencor apoderándose del corazón del antiguo rey, fue llevado a su respectiva cárcel. Después que las tropas del Sargento Takahiro recolectaran las evidencias de los crímenes de su anterior gobernador, pudieron completar el plan de rescate según el grupo de inteligencia de la milicia.

    Habían investigado anteriormente las estructuras del laberinto, en ella habitaba varias cárceles en donde el mismo minotauro almacenaba sus víctimas, en el centro de toda el área, se encontraría la habitación de la bestia en donde mayormente frecuentaba para retomar grandes descansos. Aprovecharían las siestas de la criatura para así poder rescatar silenciosamente a los cuatro niños. . . Al recolectar los datos de cada niño desaparecido, que en total eran siete, pudieron notar las tachas de tres de ellos, lastimosamente no habían podido sobrevivir al infierno.

    -Relájate Sargento, estamos muy cerca a nuestro destino- animó Usami, el fiel amigo Takahiro, quien cabalgaba su respectivo caballo igual que los demás soldados de su tropa ante la abundante vegetación que ofrecía el bosque.

    -No puedo creer que alguien pudiera meter a niños junto al minotauro. . . es horrible. . .

    -Lo sé- trató de calmar el peliplata, pero la cólera y frustración del militar era realmente palpable

    -Esos niños tienen casi la edad de Misaki, una tenía tan solo siete años. . . murió a tan temprana edad. No puedo creer que no nos hayamos cuenta de lo que ocurría en frente de nuestras propias narices

    Usami Akihiko no dijo nada, conocía muy bien a su amigo y era estos momentos en las cuales se ponía culpable cuando no podía detener la fechoría de algún criminal. Admiraba tanto la valentía de Takahiro y apreciaba tanto su amistad, que lo consideraba como parte de su familia. . . la única que le quedaba.

    Todos los soldados estaban asombrados y atónitos frente los límites del famoso laberinto de Dédalos. Cada uno tenía un plano del laberinto, tenían que rescatar a los niños antes que el minotauro despertará.

    Los soldados respectivos tomaron los instrumentos necesarios para entrar al laberinto, con cautela y rapidez pudieron observar por primera vez los alrededores de aquel tenebroso lugar mientras aceleraban la caminata.

    Todo estaba formado por piedras, había musgos totalmente húmedos en los techos, como rastros de sangre seca en las paredes, algunos huesos de algún ser humano como carne putrefacta llena de gusanos y moscas alrededor.

    Cualquier sonido se escuchaba como eco por el temible silencio que gobernaba. Uno de ellos saco una linterna, tenían que utilizarla responsablemente para no consumir toda la batería.

    El Sargento Takahiro estaba al frente de todos, dirigiendo al grupo pues su poder le facilitaba las cosas; él tenía la capacidad de sentir las presencias de cualquier individuo alrededor de largas distancias.

    Alzó su mano en símbolo de detener el caminar, se arrodillo para reposar su mano sobre el suelo y cerrar los ojos. En su mente pudo visualizar la ubicación de los niños que estaban buscando. Guiando a su tropa a seguirlo.

    Encontraron la primera celda en la cual adentro sollozaba una niña de pelo corto castaño, su ropa estaba totalmente sucia, embarrada de lodo y sangre. Su cuerpo cubierto de heridas como moretones. La cárcel en la cual se encontraba estaba muy descuidada y no había nada adentro de ella que no fuera una manta y huesos, deduciendo que el minotauro los alimentaba, pero con carne cruda, como si fuera simples animales carnívoros.

    Usami quien también estaba pendiente de todo, desenvaino su espada para romper las cadenas que encerraban la cárcel, los demás soldados tomaron a la niña y así poder rescatarla.

    -Ella debe ser An Kohinata del Estado Norte- informo Akihiko mientras miraba como dos de los soldados llevaban a la castaña hacia la salida del laberinto- Es una pena que su hermana no haya sobrevivido

    El sargento apretó los puños ante la verdad, molesto por los abusos que tuvieron que pasar aquellos niños. Con la culpa en la espalda siguió su camino hasta el siguiente en encontrar fue a dos niños más, cada uno en sus respectivas celdas. Al igual que la anterior, estos se encontraban igual de golpeados y maltratados.

    El azabache pudo notar como ambos niños tenían una cicatriz en sus brazos en forma de S, de seguro la niña castaña también había tenido una pero el sargento no lo pudo confirmar al ser rescatada rápidamente

    -Llévense a Haitani Shin y a Saiki Hamada del Estado Sur a la salida ¡Ahora!- ordenó seriamente el sargento mientras que sus subordinados cumplían el orden, después de haber sacado a los niños de su cárcel

    -Uno más y trabajo completo- Solo quedaban de recorrido unos veinte metros más hacia adelante, solo se encontraban ellos dos ya que los demás soldados estaban guiando a los niños a la salida

    Cumpliendo con el camino, pudieron ver al último niño, este igual que los anteriores se encontraba con el mismo estado, hasta casi podía jurar que peor. Akihiko abrió la cárcel, pero el niño que estaba adentro se encontraba inconsciente en el suelo, fue fácil su rescate al tenerlo que cargar sobre la espalda del peliplata sin ninguna protesta.

    -Keiichi Sumi del Estado Este, ahora sí, vámonos- Takahiro suspiro aliviado al poder concluir con la misión, camino junto con Akihiko un par de pasos, pero un pequeño chillido a lo lejos llamó completo su atención. Miró hacia su atrás confundido. . . ¿acaso había alguien más allá adentro?- ¿Qué haces? Tenemos que irnos- el peliplata miraba impaciente a su acompañante, puesto que estar en aquel escalofriante lugar no era de su total agrado

    -Creo haber escuchado a un niño- respondió frunciendo el ceño, seguido de hablar se arrodillo para efectuar su poder.

    -Tenemos a los 4 niños, están completos-

    Takahashi coloco sus palmas sobre el suelo al mismo tiempo que cerraba los ojos, para visualizar algún ser quien podría estar a su alrededor.

    -No hay tiempo, regresemos antes que el minotauro despierte- Usami trato de convencer pero sus palabras eran inútiles ante la determinación del azabache- Takahiro. . . ¡Takahiro!

    Pasaron varios segundos después de los gritos de Akihiko, con la cual pudo encontrar lo que había sospechado desde un principio

    -Hay un niño extra, lo encontré-

    -¿Uno más?. . . ¿Estás seguro, no será la bestia?-

    -cien por ciento seguro, voy a su rescate, te encuentro en la salida- corrió lo más rápido que pudo, dejando con la palabra en la boca a Usami, quien chasqueo la lengua al ver la terquedad de su amigo, pero suavizo la expresión hasta sacar un suspiro, pues aquella característica de Takahiro era lo que más le gustaba de su persona, solo pedía al futuro el bienestar de su amor secreto, no quería que nada le pasara a su compañero, si algo le pasara a Takahiro, él nunca se perdonaría de no haberlo protegido. . . Puesto que desde el primer momento en que sus pensamientos y sus sentimientos abarcaban el nombre de aquel muchacho, se había convertido en su responsabilidad

    El azabache daba pasos seguros y rápidos hacia donde creía que se encontraba la víctima, agudizaba su oído ante los pequeños ruidos que podían indicarle su ubicación, además que se memorizaba el camino que estaba tomando, pues lo último que quería era perderse en el complejo laberinto.

    Rogaba que el minotauro siguiera durmiendo puesto que no quería enfrentarse a esa bestia de descomunal fuerza y peor si esta mueve la murallas del laberinto, porque aquella criatura tenía el poder de cambiar la edificación mentalmente

    -lo siento. . .- un simple murmullo le llamo la atención por completo, dejo de moverse para enfocar su vista a su derecha, con cautela y total cuidado se aproximó hacia ella; la falta de luz opacaba todo a su vista, pero eso no le impidió seguir su camino.

    -¿Hay alguien ahí?- pregunto como si fuera un susurro, no recibió respuesta alguno sino fuera un increíble silencio, se quedó estático por un tiempo más hasta nuevamente escuchar el sollozo de un niño; esta vez, con mayor seguridad se adentró a la oscuridad, saco una linterna la cual estaba colgando de su cinturón y con ella pudo alumbrar un poco el lugar.

    Se quedó realmente sorprendido al ver que al final del corredor había una celda, con rapidez se acercó a ella y trato de iluminar todo lo que estaba adentro, el diseño de la celda era casi similar a las demás que había visto anteriormente, pero esta estaba demasiada abandonada, un cuerpo formando un ovillo estaba en la esquina del cuarto, alertándolo de inmediato.

    -¿Estas bien?- pregunto al notar los espasmos que sufría el niño

    -ya no hare ruido. . . por favor. . . no me lastimes- el hilo de voz que articulaba el pequeño achico el corazón del mayor

    -No lo hare, voy a sacarte de aquí- hablo suavemente para calmarlo y también para no despertar al minotauro

    -No. . .- gimió el menor aferrándose a sus propias rodillas soltando más lágrimas de dolor de lo que ya estaba acostumbrado a dar

    Takahashi desenvaino su espada que reposaba sobre su espalda y con ágil movimiento de ella pudo cortar el seguro de la celda, abrió le puerta de rejas para así poder entrar al cuarto.

    Cuando se acercó al niño con la linterna, pudo notar las heridas en sus brazos y piernas, el pelo estaba totalmente despeina y sucio, su apariencia era totalmente negligente, ropa sucia y malgastada. El mayor se arrodillo al frente del niño para así tener su misma estatura- Todo va a estar bien. . .- Necesitaba la colaboración del infante si es que quería salir del laberinto con éxito y sin ningún altercado, pero lo que el mayor no sabía era de la gravedad de la situación que repercutía en la mente del niño

    -Seré bueno. . . Lo prometo. . . no me golpees- pidió con dificultad ante su silencioso llanto

    Takahiro se compadeció por la pobre alma y con lentitud, coloco su mano sobre sus cabellos, esta acción hizo que el niño diera un respingo y se encogiera aún más- Jamás te hare daño, al contrario, estoy aquí para protegerte- una suave caricia hizo que tranquilizara un poco el temblor de su cuerpo, alzo la mirada dejando a relucir sus hermosos ojos color verde olivo bañados de tristeza y sufrimiento

    -Tengo miedo. . .

    -¿Cómo te llamas?- pregunto con una cálida sonrisa mientras con delicadeza trataba agarrar la mano del niño, quien con temor se dejaba llevar ante los movimiento del mayor

    -Oda. . . Ritsu. . .

    -¿Cuántos años tienes Ritsu?- hablo con serenidad mientras lo ayudaba a levantarse del suelo y emprender la caminata

    -Do-Doce…

    -¿En serio? Tengo un hermano que tiene casi la misma edad que tú, se llama Misaki. . . podrían ser muy buenos amigos- trato de hacer una conversación trivial para distraer al ojiverde de la situación

    Un estruendoso rugido resonó en el lugar, alertando a Takahashi del peligro que corrían- Es él. . .- las lágrimas volvieron a sobresalir de sus apagados ojos, aferrándose al mayor con sus débiles manos, tembló- Sálvame

    El azabache cargo al niño, quien escondió su rostro en la curvatura de su cuello y hombro, abrazándolo como si su vida dependiera de ello.

    Takahiro sabía que la bestia había despertado, pero eso no quería decir que el minotauro supiera del rescate de los niños, así que aún tenían tiempo en poder salir del laberinto antes de que la espeluznante criatura viera las celdas vacías y cambiara el camino correcto del laberinto.

    -Quiero irme. . . seré bueno. . .- faltaba solo unos cuantos giros y dentro de pocos minutos ubicaría el corredor final en la cual le conduciría hacia fuera.

    -Vamos a salir, te lo prometo- aferro al pequeño con su cuerpo para que no se cayera. La adrenalina, su acelerado pulsación de su propio corazón y la descoordinada respiración le jugaban en contra, su cuerpo comenzaba a traquetearse y su mente le estaba jugando en contra, tenía en sus manos no solo su vida, sino la de un pequeño niño que era inocente ante las predicciones de un tercero, ¿valdría la pena rescatarlo a pesar del futuro que tendría y traería Ritsu? ¿Y si realmente Oda de grande traería desgracias a su pueblo?

    El ojiverde empezó a llamar a su madre entre su llanto, haciendo que el mayor dejara de dudar y acelerada el paso. El niño ya había sufrido demasiado, el destino no está escrito, uno lo puede cambiar, él confiaba en ello.

    Doblando por última vez, diviso el sendero que lo llevaba directamente hacia la salida, en ella se encontraba sus demás compañeros que al verlo se emocionaron, pero la expresión de alivio de Usami no se comparaba a la de ninguno.

    Ya estaba a unos poco metro de salir, solo faltaba correr un poco más de prisa para poder tocar un suelo totalmente diferente que al de ahora estaba presenciando, solo eran unos pocos metros más. . .

    Un estruendoso rugido volvió a sonar pero esta vez más fuerte que el anterior, asustando a todos; pero lo que nadie había esperado, era que una muralla de improvisto, se alzara para interponerse en la única salida, tapándola completamente.

    Su nombre pronunciado por un aterrorizado Akihiko fue lo último que pudo escuchar, se detuvo al frente de la muralla, aun estando en shock de lo que acababa de pasar, no pudo articular ninguna palabra, más solo pudo dejar al menor en el suelo.

    -No. . . No. . .- se negaba rotundamente de que esto sería su fin, desenvainó nuevamente su espada para poder combatir contra la muralla, pero por más cortadas que hiciera eran solo malgaste de energía, las murallas del laberinto eran indestructibles, a pesar de aquel detalle golpeándolo contra su mente, no dejaba de blandir su espada contra ella.

    Tenía que vivir, tenía que salir del laberinto para cuidar a su hermano, habían perdido a sus padres en misiones como estas, Misaki sufriría demasiado si el también falleciera. No podía dejarlo solo, su hermano recientemente había cumplido once, aún era un niño, que muy a pesar su actitud, trataba de madurar, aún le faltaba mucho que aprender, muchas cosas que él quería ofrecerle, enseñarle, darle una vida de ensueño como sus padres habrían querido para Misaki, es por ello que se había prohibido morir, tenía que volver, por su hermano, tenía que. . .

    -Está aquí- Ritsu estrujo el pantalón de Takahiro, quien solo atino a abrir sus ojos totalmente sorprendido. Palideció de inmediato, este no era su día de suerte, probablemente, sería el último.

    Un rugido infernal se desato en el corredor, el monstruo conocido como el minotauro había llegado con sed de muerte y sangre, conociendo esta vez a una nueva víctima.

    Edited by Kira Uchiha - 10/6/2016, 03:13
     
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