El Infortunio [Actualizado: 09-06-16]

Te leyeron tu futuro, predijeron que eras una amenaza ante la sociedad, todos te juzgaron por un hecho que aún no has cometido. Y aún te preguntas ¿Qué paso con tu libre albedrío? [Nostálgica]

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  1. Kira Uchiha
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    Facil es hablar de mi, Dificil que sean como Yo

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    En serio muchas gracias por sus comentarios, el siguiente capitulo si respondo. Bueno sin mas que decir. Feliz Lectura!



    Capítulo: Llévame a la Iglesia

    Vitacora 01: A veces las personas malas comienzan teniendo intenciones buenas.




    El viento cálido de la fortaleza militar del Estado Centro, reconfortaba cada corazón inquieto que habitaba en ella. Había escuchado rumores que el ejército se había revelado en contra del Rey por haber cometido un delito inhumado contra niños casi de su misma edad. El Ministerio formo un Consejos con las mejores personas letradas para que pudieron gobernar el Estado hasta que el próximo heredero al trono tuviera la edad suficiente para ejercer su función.

    -Misaki, presta atención- dijo un azabache de apenas trece años, quien sostenía un balón de futbol entre sus manos. El nombrado pestaño varias veces, hasta poder centrarse en lo que estaba haciendo. Un partido amistoso con sus demás amigos.

    -Lo siento. . . solo estoy un poco preocupado por mi hermano. . . y Usagi-san-

    -Tu hermano es fuerte y el estúpido de Akihiko también; así que no te preocupes tanto, siempre tienen misiones y siempre vuelven- no le tomo mucha importancia al asunto y con su mirar ecuánime se dirigió hacia los demás muchachos.

    -lo sé, Masamune. . .- su voz salió como un susurro, era inevitable para el pequeño castaño de once años que extrañara a su hermano, aunque los augurios que lo atormentaban se incrementaban cada vez que el mayor tuviera que emprender alguna misión, alejándose por completo de la ciudad. Suspiro cansado, volviendo sus pisadas más rápidas para seguir a sus amigos con el juego.

    Imploró que su hermano volviera a salvo, tanto como Akihiko. . . realmente esperaba que el último también llegara ileso, puesto que era alguien muy valioso en su vida, a pesar de ser un niño y tener una gran diferencia de edad con el anterior nombrado, sus sentimientos eran demasiado serios. Amaba a Usami desde que tenía memoria y quería que sus sentimientos fueran tomados no como un juego de un niño ni tampoco alguna fiebre de verano. Tenía la confianza y su determinación parecía ser inquebrantable. Es por ello pedía a un Dios amoroso, fuerzas y protección para las dos personas más importantes en toda su existencia.

    Puede que los ruegos de un niño, sea solo una indiferencia para el futuro, puesto que lo más divertido de la vida no son las peticiones para el mañana, sino las cosas inevitables que podría ocurrir en el presente, nadie sabe lo que te esperará el después, un juego de la vida que nadie está a salvo, más que la muerte.

    Los gritos y suplicas de Usami no podían combatir contra la resistencia de un muro interpuesto ante él, no se podía percibir ningún sonido proveniente adentro del laberinto y eso inquietaba a los presentes, algunos soldados utilizaba sus talentos para poder destruir aquella pared, pero todo fue en vano. El tiempo pasaba como si fuera un acto infernal, Akihiko estaba desesperado no teniendo ninguna idea de cómo rescatar a su amigo. Se concentró rápidamente, mirando detalladamente como entre sus manos empezaba a formar una esfera de energía pura y cuando ya estaba lista para ser lanzada, lo hizo sin ningún segundo pensamiento. Esta energía choco contra el obstáculo haciendo que algunas chispas se produjeran junto con un estruendoso sonido.

    Nada. Era como si aquel golpe solo hubiera sido una brisa de viento ante la muralla. Nuevamente. Unos incontables números de intentos continúo después del otro.

    -Pierden el tiempo- una nueva voz atrajo la atención de todos los mayores. El peliplata volteo hacia su atrás, mirando con recelo al niño que había hablado. Pudo distinguir su rostro, la cual mostraba un entrecejo muestra de su odio hacia todo su alrededor. Shin Haitani apretaba los puños con total fuerza mientras se paraba al frente de sus demás compañeros de cárceles.

    -¿Que estás hablando mocoso?- preguntó con total tirria Usami al notar a aquel joven pelirrojo no sentir nada de lastima o preocupación por su amigo. Fue Takahiro quien pidió el rescate de esos niños, ahora por rescatar a uno de ellos, había quedado atrapado. La cólera se estaba desbordando de su control al no notar ninguna pisca de emociones más que indiferencia resaltando en aquella expresión de aquel niño pelirrojo

    Haitani abrió la boca para decir una respuesta sarcástica y odio hacia las personas presentes, pero el sonido de una pared moverse interrumpió cualquier atención de los soldados.

    -¡Ritsu!- grito una de las niñas salvadas, levantándose del suelo y correr adentrándose al laberinto, pero uno de los mayores la detuvo ante cualquier movimiento en falso. Podría ser una trampa. Todos lo sospechaban, pero eso no fue impedimento para el peliplata quien nuevamente formo una esfera de energía en la palma de su mano y acercándose con cuidado, entró al laberinto.

    Pasos se escucharon mientras el sollozo reprimido del niño fue su primer umbral. Akihiko dedujo que aquel pequeño castaño era el culpable por la cual su compañero había sido encerrado. ¿Pero dónde estaba Takahiro? ¿Por qué solo se encontraba el joven solo?

    Se arrodillo en frente del menor, atrapándole por sus hombros. Sin ser cuidadoso de sus acciones, el toque fue brusco y fuerte, haciendo que el ojiverde temblara del miedo- ¡¿Takahiro?! ¡¿Dónde está Takahiro?!

    Ritsu tragó saliva, tratando de no llorar más. Giro levemente su cabeza, señalando el cuerpo que se encontraba en la esquina más cercana del laberinto. Usami no esperó más y se fue corriendo hacia Takahiro.

    La intranquilidad y el palpitar de su herido corazón no hicieron que se percataran de los rastros de sangre fresca que habían sido salpicados tanto en las paredes como en el suelo.

    Un crujir entre sus dientes, hizo que todo su enojo y desesperación no se descontrolará, al ver a la persona más importante de toda su vida, estar postrada en el suelo, encima de un notable charco de sangre. La respiración del sargento era entrecortada y lenta. La palidez de su rostro tampoco ayuda a disipar miedos en los pensamientos de su amigo. Quien con solo ver la imagen al frente suyo. Juró que algo dentro de él comenzaba a fracturarse sin tener alguna medicina para curarlo.

    -No. . . Por favor no. . . Takahiro, tú no- le importo un comino haberse ensuciado su ropa de sangre ajena, al arrodillarse a un costado del mencionado y sin resistirlo más, abrazarlo hasta acurrucarlo contra su pecho, queriendo transmitir su bienestar al prójimo. Quería llorar, pero olímpicamente estaba resistiendo, lo último que quería era derrumbarse al frente del azabache. Sus manos estaban temblando como nunca había podido imaginarse.

    El Gran Usami Akihiko tenía miedo, estaba totalmente asustado que solo se aferraba del cuerpo de su amigo como si fuera su vida la que se estaba yendo. Un quejido no sale de sus labios, pero lo pudo oír perfectamente, se aleja tan solo unos centímetros, pero no completamente para no romper el abrazo. Lo miró como si la cosa más hermosa del mundo y con tanto anhelo lo había cuidado, estaba agrietada. Ese dolor que se te incrusta en el corazón al ver algo que te parece totalmente injusto y triste, se te presente adelante tuyo y tú solo puedes mirar sin hacer nada al respecto.

    -Usa. . .

    -Shh. . . No digas nada, estás bien, todo estará bien- Con cuidado, lo cargó entre sus brazos. Pero un hecho lo estremeció de pies a cabeza cuando notó una parte faltante.

    -¿Ritsu. . . él esta. . . bien?- preguntó con dificultad, el peliplata sonrió con melancolía y asintió con la cabeza. No detuvo su caminar en ningún momento, al contrario de ello y sin darse cuenta, aceleró a toda prisa. Si llegaba a tiempo afuera, podrían notar cual grave era las heridas de Takahiro y no solo eso, podrían curarlo.

    Ni bien pisó una tierra diferente, Usami llevó al sargento junto a los soldados que tenían conocimientos médicos. Estos dejaron la atención de los niños por un momento, para dedicarse exclusivamente a su camarada.

    -¿Estas bien?- preguntó Haitani al castaño ojiverde, quien mantenía la mirada abajo y con un susurro afirmaba débilmente. Desviando su vista; notó que su amigo, Sumi, aún no despertaba de su inconciencia. Suspiro- Ritsu ¿Ese soldado mató al minotauro?

    Calmó su gimoteo para al menos poder hablar claramente, aunque su garganta solo soltaba sollozos y sintiera un nudo sobre ello, pudo responder lo necesario- No. . . Solo lo hirió. . . pero a cambio de eso, él. . .- las lágrimas y el llanto volvieron a aparecer en su rostro, se abrazó a él mismo mientras volvía a repetir las promesas que todos los días decía en su misma cárcel-

    -Vamos, Calma. . .- Haitani abrazó al muchacho mientras el menor solo se dejaba consolar, sabía que el contacto que ejercía le dolía inclusive a él, los moretones de sus brazos eran recientes y algunas cicatrices estaban abiertas, pero a pesar del ardor no se inmuto.

    -Es mi culpa. . . por mi culpa, él perdió. . .

    -No es tu culpa- cortó tajantemente el pelirrojo mientras apretaba más el abrazo contra Ritsu, nuevamente su mirada de odio volvió a aparecerse en contra del tumulto de soldados que atendían y se preocupaban por el sargento Takahiro, los gritos de dolor como quejidos se podían oír del sargento ante su atención médica- No es nuestra culpa. . . Son las de ellos- Afilo la mirada ocultando en lo más profundo de su ser, las ideas que muy pronto corromperían a las más frágiles mentes de las víctimas de aquel laberinto.-“Espero que muera”-

    Agradecían a todos los dioses existentes al haber tenido los implementos necesarios para una situación semejante a la que se presentaba. Detuvieron la hemorragia y limpiaron algunas heridas, aunque el trauma seguía latente. . . por ahora el paciente se encontraba fuera de peligro. El Sargento Takahiro Takahashi había salido vivo de esta misión, lástima que el enfrentamiento con el minotauro tuviera mayormente malas consecuencias.

    El sargento como buen soldado y merecedor del cargo pudo mostrar una pelea resistente con su espada contra la bestia, no lo llamaban un prodigio en el combate por solo elogiar. Desafortunadamente en un descuido, aquella criatura mostró la ferocidad y lo sanguinario que podía ser, mordiendo el brazo derecho del soldado, para no solo triturarlo sino también cortarlo y finalmente comérselo como si fuera la entrada de su próxima cena. Parecería que con ese acto, la lucha ya habría tenido un ganador, pero a pesar del infernal dolor que sentía romper su alma, Takahiro siguió luchando, hasta clavarle su espada en el lomo de la bestia profundamente. Este se retorció al no poder alcanzar y sacarse esa filosa espalda que había penetrado su gruesa piel, aunque lo escalofriante de la situación es que irónicamente, cada vez que intentaba hacer un intento de querer tomar aquella espada de su espalda, esta se incrustaba más hasta tocar un órgano.

    Rugió sumamente molesto y adolorido, el minotauro; abriendo entre las murallas un camino para su huida y así poder recuperarse del ataque, dejando nuevos muros detrás de él.

    Tomaron a los niños rescatados, colocándolos junto con algunos soldados paramédicos y un exhausto Takahiro en una carreta al estilo pionero, que estaban atados detrás de cuatro caballos. Akihiko fue quien tenía el mando del manejo de aquellos caballos. Respirando pausadamente para tranquilizar su inquietante palpitar ante el susto anterior.

    En el camino no hubo complicaciones ni algún percance. Todo el ambiente alrededor se había transformado en un tenso silencio. El sol brillaba como si fuera uno de esos días pacíficos y bonitos, las hojas de los árboles balanceándose ante la frescura del viento y el aroma a madera junto con los sonidos del cantar de los pájaros, acompañaban al armonioso final de una tragedia.

    -Ung. . .- gimió adolorido Takahiro, tratando de sentarse a lado de Usami, a pesar de estar dando la espalda al camino, mirando fielmente a los niños dentro de la carreta.

    -No te sobre esfuerces- Akihiko quería apoyar a su amigo, pero él solo hizo un ademán con la mano diciendo que estaba bien.

    El silencio nuevamente invadió entre ambos, pero esta vez era diferente, se pudo respirar el alivio y la satisfacción aún con los sucesos bajos que tuvieron que pasar. No hubo arrepentimiento de por medio. El sargento estaba totalmente contento por dentro al haber cumplido la misión, ahora tendría que aprender a manejar con mayor precisión la espada con la mano izquierda, puesta que el derecho lo había perdido en la batalla. Ahora lo importante, es volver a casa. . . una casa en donde lo esperaba su hermano con una tierna sonrisa. . . una casa a la cual pertenecer y sentirse cálido. Su conformidad se desvaneció por completo, ¿qué pasaría con los niños? ¿Su hogar, donde se iban a quedar? Pero la duda que lo estaba carcomiendo su mente era: ¿Qué había pasado con sus respectivas familias?

    El peliplata solo pudo contemplar de reojo a su amado Takahiro, aún con las punzadas en el corazón al ver todas esas vendas puestas en su cuerpo y algunas alrededor de su rostro, no quitaban lo hermoso que se veía Takahashi debajo de las sombras de los arboles a su entorno.

    -Lo que hizo el rey. . . fue denigrante- comentó el sargento para romper aquella extraña paz- no sé si realmente estos niños traerán destrucción a nuestro Estado. . . pero creo que había otra solución. . . no sé, más vigilancia ante sus movimientos y guiarlos por un buen camino, pero ¿esto?

    -No me sorprendería si realmente la profecía del rey se cumpliera- comentó Usami al atar cabos sueltos y tener una triste conclusión

    -¿Qué quieres decir?- preguntó con una increíble seriedad

    -¿Has visto la mirada de ese niño pelirrojo? Nos odia, como si fuéramos nosotros los que le obligamos a meterlo en esa cárcel-

    -Fue el rey- justificó rápidamente Takahiro molesto pero sin llegar a descontrolarse

    -Nuestro Rey- debatió el peliplata entre susurros para que los menores no escuchara. Ante la respuesta, el sargento solo se mantuvo callado.- Ellos no nos ven como sus salvadores, nos ven como unos incompetentes que se tardaron en salvarlos más de lo necesario. Protegiendo y alabando a un tirano que los juzgo por un crimen que aún no han cometido. Somos el ejercito del Rey. . . debíamos ser su sombra, pero confiamos demasiado en él para no darnos cuenta de lo que había estado planeando.- miró disimuladamente hacia su atrás, chocando sin querer con la mirada fría de un pelirrojo, quien se mantenía sentado junto con sus demás compañeros.- Querrán venganza, por todas las injusticias que tuvieron que pagar.- su mirar se desvió para la niña castaña de cabello corto quien tenía la vista perdida en un punto indefinido- no los culpo. . . están en todo su derecho- la siguiente niña quien no había hablado en ningún momento, mantenía la cabeza gacha, acariciando levemente los cabellos de su menor amigo inconsciente- querrán reclamarnos por no haber llegado antes. . . y nos señalaran como los verdaderos culpables- notó como el castaño ojiverde volvía caer en el llanto- lo que predijo el rey se cumplirá.

    -No.- respondió Takahashi seguro de sus palabras, obteniendo el interés de Usami sobre él- tengo fe en esos niños. . . el destino no está escrito, ellos pueden cambiarlo. Si nos señalan como culpables de todos sus males, no me importa. . . si ellos están bien y los guiamos al sendero correcto, la predicción del rey no se cumplirá.

    El peliplata dirigió su mirar hacia adelante, concentrándose en el camino, ese calorcito de esperanza que proyectaba el azabache eran tan bello. . . simplemente hermoso- Eso espero.

    -Solo dices esas cosas porque no te agradan los niños- bromeo suavemente el sargento para salir del pesado ambiente, Usami sonrió con picardía

    -Tú si me conoces.-

    -No seas tan serio con ellos, imagina que es Misaki y. . .-

    -Misaki es diferente.-

    -Es el único niño que no te hace rabiar. Es un milagro.-

    -Es lindo y obediente. ¿Quién no lo iba a querer?-

    -Misaki te admira demasiado, cuando estamos en casa no para de hablar de ti- rio por debajo, recordando las incontables adulaciones que le hacía a su compañero peliplata

    -No lo culpo, soy sorprendente.-

    -Que modesto.- rodó los ojos, mientras negaba la cabeza con una sonrisa. Se levantó para así caminar cuidadosamente hacía los pequeños rescatados. Estaban heridos, no solo físicamente, sino mental como emocionalmente. Quería curarlos, que confiaran en él y así guiarlos a un futuro en el que ellos pudieran ser feliz. Sonrió sinceramente y con una ternura en su mirar a los menores mientras se ponía de cuclillas delante de ellos.

    -¿Cómo están?- preguntó calmadamente, pero lastimosamente, ante la timidez y la defensiva que mostraban los contrarios, no contestaron a la pregunta. Esto no desanimo al mayor quien dio pase a la conversación

    -Me llamo Takahiro Takahashi, soy el que lidera este grupo ¿Ustedes cómo se llaman?- Miro a los presentes, pero nuevamente no obtuvo respuesta. Suspiro derrotado y quiso seguir el dialogo. Si no fuera por la voz aguada de la niña.

    -An. . . me llamo An Kohinata- la niña de cabello castaño corto, poco ondulado, habló débilmente

    -Mucho gusto An-chan, eres una niña muy bonita y. . .- su oración no pudo ser concluida al ver el temblor de la niña y el fruncir de su ceño, como si lo que hubiera dicho hubiera sido alcohol ante sus llagas; seguido de ello pudo escuchar unos chasquidos constante. Desvió su mirar hacia el producto de aquel extraño sonido y notó que unas pequeñas pero notables cargas eléctricas se ondeaban en los brazos del pelirrojo de mirada fría.- Calma. . . no les voy a hacer daño, mi intención no es ofender o aprovecharme de alguno- volvió a fijarse en la castaña- Quiero conocerlos y aprender de ustedes, ser su amigo. . . yo quiero protegerlos.-

    -Lo siento.-

    Ritsu trataba vanamente secar sus lágrimas, puesto que tanto llanto le estaba ardiendo los parpados inferiores de sus ojos. Takahiro solo se conmovía ante la ternura que proyectaba el menor. Dejando ese calorcito en su pecho que había hecho lo correcto para salvar aquella pobre e inocente alma.

    -No tienes por qué disculparte, Ritsu.-

    -Tu brazo.- Oda se sentía terriblemente culpable, pues sabía perfectamente que gracias a su existencia, tan solo fue una carga y desventaja para el sargento, quien con un apenas éxito pudieron salir del laberinto.

    -¿Esto?- preguntó mirando un tanto congojado por su brazo faltante, solo pudo respirar hondo para así poder expresar sus verdaderos sentimientos- Esto no es nada- trato de mantener su mirada fija a los bellos ojos verdes olivo del chico, para que pudiera creerle- Mientras tú estés a salvo, todo vale la pena. Créeme. . . si tuviera que hacerlo nuevamente, no lo dudaría ni un segundo.

    Oda Ritsu, bajó la mirada ante la protectora mirada del superior, apretando los puños al saber que por fin a alguien le importaba, hace tiempo que nadie se sacrificaba por él. . . se sentía tan solo y dolía hasta quebrantar todos sus ideales.

    -Haitani Shin- El sargento se sorprendió ante la voz, notó que el pelirrojo ya no lo miraba con entrecejo, se podía notar su seriedad en su rostro, pero el odio se había ido de su expresión.

    -Saiki Hamada- la joven de pelo negro corto, pudo finalmente hablar para terminar con la tensión- él es Sumi. . . debe tener el sueño profundo- no dejó de acariciar el cabello del mencionado, aun extrañándose de lo suave que era ante el tacto.

    -Los estamos llevando a nuestro pequeño pueblo, está a casi a la frontera del Estado Central, no se preocupen por la estadía, haré todo lo posible para que se sientan cómodos y. . .-

    -¿Qué harán con el Rey Ryota?- preguntó amargamente Haitani.

    -Se le ha condenado una pena de 30 años en la principal cárcel subterránea, esta se localiza en. . .-

    -¿No lo han matado?- preguntó con desdén el pelirrojo frunciendo su expresión, interrumpiendo nuevamente al mayor. Este solo pudo suspirar derrotado.

    -No es bueno la venganza, además yo no soy quien pone las penas, tenemos un consejo. . . y ellos dictaminan los actos correspondientes.-

    -¿Qué harán con nosotros?- preguntó An

    -No lo sé. . .- dijo honestamente, pero ante la mirada seria que puso el sargento, nadie puedo reclamar después- pero les prometo que mientras yo viva, nadie les hará daño.

    -No entiendo.- la voz de Sumi se hizo presente, hace unos diez minutos había despertado, pero el cansancio mental como físico hizo que no abriera tanto los ojos, fingiendo dormir. Él estaba consiente que ya no estaba en su asquerosa celda- ¿Por qué nos querrían hacer daño?- A pesar del dolor que le provocaba en su pecho, no se inmuto. Pequeñas lágrimas surcaron por sus mejillas mientras se sostenía con sus manos para así poder sentarse. Las caderas igual que la espalda baja le ardía, conteniéndose en no gritar y romper en llanto- ¿Por qué nos enviaron a ese lugar? ¡¿Por qué nos separaron de nuestras familias?!. . . ¡¿POR QUÉ?!. . . Si nosotros no hicimos nada. . . Entonces ¿Por qué?- No pudo aguantarlo, dejo al descubierto como se rompía por dentro. Que ingenuo era Takahiro, a pesar que la misión se cumplió. Había sido demasiado tarde.

    Nadie contesto. Ni los paramédicos que solo podían observar como fieles espectadores ni el inteligente sargento que sabía siempre qué responder. Pareciese que la tragedia hubiera acabado, pero lastimosamente sabían que esto recién comenzaba.

    Llegaron a su destino, algunos pobladores pudieron recibir a las tropas, mayormente familiares de soldados, quienes estaban aliviados de ver a sus hijos como padres llegar sanos y salvos.

    Todas las personas ajenas que vieron al Sargento Takahiro llegar, se sorprendieron enormemente al notar su estado. Usami lo llevaba hacia la clínica más cercana para así poder curarlo correctamente. Por el momento, los niños salvados irían a una cabaña cerca de la casa de la familia Takahashi para su estadía, hasta que el Consejo Real sepa qué hacer con ellos. Un soldado fue a reportar todas las acciones y resultados de la misión hacia sus superiores. Es ahí donde la gente habitante de ese pueblo supo del destino que traía aquellos niños forasteros. Las miradas de odio y temor se dirigieron especialmente a estos, algunos murmureos divulgándose como alguna clase de virus en el pueblo, fue propagándose cada vez más lejos.

    -No se separen - dijo un soldado quien era encargado de guiarles a su nueva casa a los nuevos muchachos, para la comodidad de los jóvenes, esta cabaña tendría las camas suficientes para que los cinco niños pudieran vivir juntos.

    Un joven de once años se acercó, sus cabellos castaños un poco despeinados, revoloteaban ante el viento y sus siempre vivos ojos verdes, se mantuvieron atentos ante el militar que tenía al frente suyo. Aunque no pudo aguantar la curiosidad de los cinco muchachos que estaban detrás del mayor.

    -No corras demasiado rápido Misaki- dos jadeantes muchachos, amigos del mencionado se posicionaron detrás. Uno mantenía su mirada indiferente y el otro con una expresión molesta. Odiaba correr.

    -Lo siento Yokozawa- volteó levemente hacia su atrás con una ligera sonrisa. Disculpándose apenado con Masamune y Yokozawa, quien en pleno partido de futbol les habían avisado que los soldados de la tropa liderado por su hermano habían llegado. Corriendo a toda prisa junto a sus dos amigos quisieron encontrar a su hermano mayor. Lástima que en ningún lugar pudo hallarlo.- Disculpe- se dirigió al soldado- ¿Sabe dónde está mi hermano, Takahiro Takahashi?

    Los ojos del soldado se oscurecieron, pasando saliva, pudo formar una forzosa sonrisa- Esta estable.- esa respuesta solo pudo confundir más al menor. Masamune se acercó más a Misaki, al notar el nerviosismo del militar. Repasando las caras de los jóvenes de casi su misma edad al frente suyo. Uno de ellos parecía que en cualquier momento iba a llorar, un castaño quien mantenía la cabeza agachada. Los demás niños solo se mantenían distantes y extrañados ante el nuevo panorama. Quien no le gusto para nada, fue ese joven pelirrojo, el cual estaba matando con la mirada a Misaki.

    -¿Dónde está mi hermano?- Preguntó nuevamente Misaki presintiendo un mal augurio.

    -Lo siento. . . él está en la clínica del pueblo- el desconcierto junto con el shock asaltaron la mente y cuerpo de Misaki, con terror volvió a emprender la corrida.

    -¡Espera! ¡Misaki!- Yokozawa también preocupado, persiguió los pasos del más menor. Masamune estaba por unos segundos pasmado ante la información. Desvió su mirar en el rostro de aquel pelirrojo, sorprendiéndose aún más cuando este formó una sínica sonrisa. Molestó siguió su camino. Estaba dicho, odiaba aquel muchacho.

    -Cálmate- consoló Haitani al castaño, pues había nuevamente empezado a llorar cuando notó el dolor del hermano de su salvador. Todo por su culpa. Se acercó para susurrarle en su oído y así nadie más lo ollera-Ritsu, no llores por personas que no valen la pena.-

    -él me salvo. . .

    -¿De qué? No sé si te das cuenta, pero aquí dejamos de ser las victimas para ser las bestias.- Ritsu alzó la mirada. Y es ahí donde se dio cuenta de todo. Los niños pudieron contemplar en carne propia el rechazo y los insultos ocultos detrás de sus espaldas. La gente no los veía como las presas de un pobre destino predicho. Para la gente de aquel pueblo, ellos eran conciderados como una bomba de tiempo. Uno puede convertirse en una persona que no es, por culpa de pánico ante una amenaza cercana. Lobos vestidos de ovejas. A veces las personas pueden ser malvadas, creando huecos y riéndose cuando sus enemigos caen en ellos. Ritsu pudo entender las palabras del pelirrojo, lo sacaron de una cárcel, para ponerlas en otra. No había un hogar dentro de ese pueblo. Solo filudas miradas, frías bienvenidas, Falsas sonrisa y seguramente una horca al final de su camino.

    La bestia había cambiado de forma. Ya no era un minotauro. Ahora eran simples personas con oscuros sentimientos.

    Edited by Kira Uchiha - 21/4/2016, 01:41
     
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