El Infortunio [Actualizado: 09-06-16]

Te leyeron tu futuro, predijeron que eras una amenaza ante la sociedad, todos te juzgaron por un hecho que aún no has cometido. Y aún te preguntas ¿Qué paso con tu libre albedrío? [Nostálgica]

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  1. Kira Uchiha
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    Muchas gracias a : Emy sendou, Ciel-sama Michaelis, vera oda onodera, Kikuri-san Uf lo siento tanto la demora, la universidad, el centro de idiomas y mi instituto me estan chupando todo mi tiempo (pero me encanta estar ajetreada :D) ya bueno, aqui la conti, muchos saludos!! ah cierto, perdonen si hay falta en mi ortografía jajaja algunas son intencionales. . . solo una. . . ya luego lo notaran. Por cierto, un dato de la historia, se va a desarrollar de una manera lenta, pero con un toque rápido. . . mmm ya bueno lo notaran cuando lean, Feliz lectura!

    Capítulo: Corazón Elastico

    Vitacora 06: Tanta luz puede dejarte ciego ¡Cuidado!




    A veces la vida de un hijo de padres militares de alto rango, tenía sus desventajas. La mayoría de tiempo los militares cumplían misiones en cualquier horario del día, dejando abandonado el hogar y a los integrantes que vivían en ella. Los soldados del ejército estaban totalmente dispuestos y fieles a las palabras del rey, cualquier capricho que el superior decía, ellos sin objetar, se disponían a conceder.

    Takano Masamune, anteriormente perteneciente a la familia Saga, puesto que sus padres habían muerto en una de las misiones que le mandaron, al enfrentarse con un grupo pequeño de rebeldes, con los que se hacían pasar por una secta religiosa, para así camuflar a los verdaderos traidores del Estado Este. La batalla fue corta. Ganaron. . . pero para los ojos del pequeño Saga Masamune, habían perdido.

    Totalmente perdido en un mundo desconocido y frio, a los cuatro años tuvo que enfrentarse a la hambruna y soledad de las calles. Robaba diariamente, recibía golpes cuando los dueños de los puestos de mercado notaban su fechoría, trabajaba arduamente ayudando a inválidos por unos míseros centavos de cobre, pedía limosna y dormía debajo de los árboles, maldiciendo cuando era temporada de invierno, ya que el frío le calaba los huesos.

    A los ocho años descubrió su talento, obtuvo una súper fuerza eso ayudó a mucha gente en cargar cosas pesadas y recibir más monedas para comprar al menos los alimentos básicos. Lastimosamente, al no poder controlar muy bien su don, lo hacía dejar con una mala imagen. Masamune no sabía leer, pero sabía ver cuando una persona era de confiar y cuando solo tenía perversiones en el alma. No sabía los significados de muchas palabras, pero sabía el significado de No rendirse y salir siempre adelante. No sabía sumar, pero sabía que si juntabas muchas monedas de cobre, tendrías más comida.

    Su vida tuvo un rumbo diferente cuando quiso robarle a un soldado cuando estaba comprando víveres en el mercado, lástima que el pequeño niño no sabía de los rumores sobre cierto joven prodigio en las artes del combate, Takahira Takahashi. Ese día temió por su vida cuando aquel soldado saco su afilada espada para acercarla con total amenaza en contra de su cuello. Quien iba a pensar que el sonido de su estómago rugir hubiera salvado su vida.

    Masamune tuvo lo que quería, una buena comida, y Takahiro obtuvo una triste historia de un pequeño huérfano ante el intercambio de un largo dialogo. Con el pasar del tiempo, ambos jóvenes se encontraban a menudo puesto que la amistad fue lo que había florecido en aquel entonces. Saga Masamune se cambió de apellido y se cambió al de Takano, puesto que quería comenzar de nuevo. . . además no era como si quería mucho a sus padres, lo único que obtenía de ellos antes de haber fallecido, era una casa y dinero.

    Masamune no sabía lo que era familia, hasta que la propuesta de Takahiro al querer que viviera con él junto con su hermano le llamó la atención. La calidez de una sonrisa y una preocupación incondicional, lograron sacarlo de su eterna soledad. Pero a pesar de ello, el frío aún sigue ahí.

    -Misaki, por favor. . . deja de llorar, ya te dije que estoy bien- habló con ternura Takahiro al pequeño castaño, quien se aferraba a su pierna izquierda. Con los ojos cristalinos y un sigiloso sollozo, el ojiverde trató de contener su llanto.

    Takahiro había llegado a la clínica para que pudiera tratar su amputación de una forma correcta y no tener algún inconveniente luego. Cuando finalizaron su tratamiento, Misaki acompañado con Takano y Takafumi. Había pasado más de media hora tratando de calmar el llanto de su hermanito, y desafortunadamente Usami tuvo que retirarse porque era otro alterado en querer comprar puntualmente la medicina que le recomendaron. Si solo estuviera Akihiko presente, Misaki no estuviera tan preocupado; ellos realmente se congeniaban.

    -Entonces. . . ¿podrás usar tu espada?- preguntó Takano con pesar, despertando de sus pensamientos al mayor. Con una leve sonrisa, tomo su espada para luego otorgarla.- ¿Qué haces?- preguntó con un nuevo ceño fruncido

    -Claro que puedo manejar la espada, pero me falta una mano. . . Tú serás mi mano- la confianza de Takahiro parecía brillar, era tan pura y agradable. Takano con determinación tomó la espada, no defraudaría a Takahiro, nunca lo haría.

    -¿Realmente estas consiente de este Takahiro?. . . estamos hablando de Takano- Masamune miró mal a Yokozawa, sacando risas al mayor, gruñidos del pequeño huérfano y una pequeña sonrisa ante el ya calmado Misaki. Anteriormente el mayor había estado enseñándole algunos movimientos con la espada, tenía mucha fe en Takano, a pesar de ser un niño. . . sabía cuando una persona iba a ser alguien grande en la vida, no tenía que ver el futuro para saber que Masamune haría grandes cosas.

    Un nuevo día había llegado, la gente hacían de su vida una monótona, aunque las personas dejaban un camino libre a los soldados con relucientes medallas que mostraban en sus pechos, caminaban de una manera recta y segura, como si fueran los dueños del lugar ahora que ya no había rey al mando, solo era un comandante y tenía que seguir al pie de la letra todo lo que le mandaban.

    Con rigidez en la mirada, enfocaron a la pobre cabaña que estaba apartada de las demás viviendas, sabían perfectamente quienes estaban allí. Sin permiso, interrumpieron en la casa. Encontrándose a cincos jóvenes sentados dispersamente en tres camas juntas.

    -Buenos días- Saludó el líder del pequeño de soldados que se encontraban en la cabaña- Siento molestar a temprana hora, pero teníamos que hacer algunas revisiones a los jóvenes forasteros.

    -¿Revisiones? Están invadiendo nuestro hogar- pronunció con odio Haitani. Como si fuera un gato arisco, erizándose ante la amenaza en contra de los suyos

    -Esta cabaña es parte del Estado del Centro, así que técnicamente, ustedes forasteros, nos están invadiendo- Ritsu bajo la mirada por el miedo proyectado del hombre con uniforme, controlando sus lágrimas ante el temor de que en cualquier momento, el hombre descargara su ira en contra de ellos.- Bueno, pero los hombres del Centro, somos muy generosos ante víctimas como ustedes. . . así que por favor, espero que al menos nos aporte su apoyo en esto- con total pesadez en sus palabras, tomó un listado y un lápiz, para así comenzar su labor.

    -Necesito que me digan sus talentos- Los jóvenes, se quedaron callados, por unos largos segundos. . . sin intenciones de hablar- Necesito que me digan sus talentos- habló nuevamente pero con una voz más autoritaria, el cuerpo de Ritsu tembló y se escondió detrás de la espalda de Haitani, mientras el nombrado fruncía peor su ceño. Sumi se mordió el labio inferior tratando de hacerse el demente ante la pregunta, las dos mujeres se tomaron de las manos por debajo de las sabanas, para así apaciguar su miedo- ¡QUÉ ME DIGAN SUS-!

    -¿Qué conseguimos a cambio?- preguntó Haitani sin intimidarse- yo también quiero respuestas a mi pregunta. . . pero ningún soldado ha tenido la dignidad de contestarme. El mayor dio el listado a su subordinado, tratando de calmarse y no golpear a los forasteros para sacar la información por las malas, puesto que sus superiores había prohibido tocar a los cinco jóvenes.

    -¿Qué quieren saber?- preguntó con una sonrisa mal disimulada

    -¿Por qué nos encerraron?- la voz profunda de Haitani y esa actitud que cargaba, daba a entender de lo cual roto estaba por dentro, clamando a gritos un Por qué

    Todo se congeló y un sudor frio embargo el cuerpo del comandante. Hablar con total honestidad sería lo correcto, solo esperaba que no hubiera un mal desenlace después de esto.

    Respiró pausadamente, mirando directamente a los ojos de cada niño, se dignó al fin contestarles- El rey Ryota ha predicho que ustedes traerán la destrucción de cada ciudad. Esa fue su justificación para encerrarlos antes de que cometieran el crimen.

    An apretó fuertemente los puños conteniéndose en querer gritarles con toda el alma, los mayores se percataron de ello y siguieron con su pose defensiva.

    -Estoy aquí solo para tomar algunas anotaciones sobre ustedes. Quisiera saber de sus talentos. . . no quisiera ser drástico ni inoportuno, pero tienen que comprender que estamos tomando un gran riesgo en mantenerlos protegidos. Hay gente, allá afuera que creen que son unos criminales y tomándolos como una amenaza, quieren que sean estrictamente vigilados-

    -¿Nos llevaran nuevamente a una celda?- pregunto Saeki directamente

    -Nunca dije eso, habrá soldados encubiertos para vigilarlo, ni si quiera van a notarlo. . . pero necesitan saber a qué se deben enfrentar si es que alguno de ustedes. . . pierde el control- El comandante esperaba pacientemente algún movimiento de cualquier niño. Inesperadamente el pelirrojo le sonrió. Pensando que sería la última persona que hiciera eso.

    Unas ondas de cargas eléctricas rodearon a Haitani, dejando a relucir su poder, ante esa mirada soberbia y altanera dirigida hacia los militares. Mostrándose superior ante los presentes. Característica innata que no se perdió ante los dolores que sufrió en el laberinto, al contrario de ello. Lo fortalecieron.

    -Electrokinesis- informó el comandante a un subordinado para que pudiera anotar lo que decía, entre susurros para que los jóvenes no pudieran escucharlos- él controla y genera electricidad. Nivel de peligro 9 de 10- Haitani dejó las cargas eléctricas, asintiendo a sus demás compañeros y así generar confianza para que pudieran mostrar sus respectivos talentos.

    An formó en las palmas de sus manos un inquietante fuego de un color peculiar, haciendo que los mayores sudaran frio, reconociendo de dónde provenía aquella llama. La castaña propaga aquella flama por todos sus brazos, sin que estos la lastimaran.

    -Fuego negro, An Kohinata puede generar fuego del Clan Sheol, nivel de peligro 10 de 10-

    Saeki miró las camas desordenadas y con un rápido movimiento, tendió las sabanas y dejó cada cosa en su sitio. Una actividad humana normal, salvo que para los ojos de los demás no pudieran ver claramente sus movimientos, puestos que habían sido demasiado rápido, generando ventiscas de vientos a su alrededor

    -Super velocidad. . . nivel de peligro 8 de 10-

    Sumi alzó sus manos para crear un manto casi transparente alrededor de todos los presentes, quien poco a poco sentía cansancio en sus cuerpos. Uno de los soldados se alarmo y trato de retener al muchacho, queriendo detenerlo con su propio poder. Se sorprendió enormemente al notar que no podía hacerlo. En poco segundos el manto se desvaneció, dejando a unos confundidos adultos ante lo sucedido.

    -Supresor de talentos, tiene la capacidad de neutralizar poderes y robar energía, nivel de peligro 8 de 10-

    Ritsu se puso nervioso al tener las miradas de los mayores, pendiente de sus movimientos, sin poder evitarlo se ruborizo y bajo la mirada ante lo patético que se sentía. Después de las maravillosas presentaciones de sus compañeros, él quien tenía un talento poco usual, de seguro que no causaría ninguna impresión.

    -Niño, no tenemos todo el tiempo- el castaño dio un respingo ante la voz autoritaria del comandante, retrocediendo un par de pasos por causa de ello.

    -Yo ¡Lo siento!. . . Yo. . . mi talen-talento es no poder dormir, se-señor- habló bajito, el comandante frunció el ceño pensando que era una broma, pero al notar que ninguno de los jóvenes parecía reírse, supo que decía la verdad. Con un suspiro cansado, saco de su cinturón una lata de spray y de su bolsillo, un pañuelo. Roció un poco del contenido en la prenda, para luego acercarse al castaño.

    -Quiero que respires hondo, dime si te sientes cansado. . . esto es un somnífero potente, dormiría a un oso si es el caso- le tendió el pañuelo húmedo a Ritsu, sin prisa alguna, tomó la prenda, acercándosela a su nariz. Con grandes caladas de aires pudo aspirar del pañuelo. Para luego dejarla a un lado, sin ninguna muestra de fatiga en su rostro.

    -Puede que el Rey se halla equivocado con él.

    -Qué pena- entre soldados miraban con atención al castaño de ojos triste.

    El comandante al notar la normalidad del joven. Se acercó a su subordinado para nuevamente susurrarle- Nivel de peligro 5 de 10.

    -¿En serio?- preguntó confundido ante el inofensivo niño, quien ahora solo bajaba la mirada apenado- No lo veo tan peligroso.

    -Subestima a tu enemigo y tendrás una daga clavada en tu espalda- con pasos rígidos y resonantes, se retiró de la cabaña sin antes despedirse de los jóvenes.

    -Idiotas- Haitani miró con recelo la puerta en donde los mayores salieron- ¿acaso no lo notaron? Esos idiotas nos temen ¿Por qué más querrían saber nuestros talentos? Ellos saben muy bien que somos superiores. . . es por eso que quieren mantenernos vigilados- una media sonrisa apareció en su rostro mostrando lo confiado que estaba en sus palabras.

    -¿Y si realmente somos una amenaza?- preguntó An sentándose en la cama, casi a lado de Ritsu quien miraba por la ventana como si fuera la cosa más interesante del mundo.

    -No somos una amenaza, bueno ellos nos ven así, porque saben que nosotros podemos combatir ante sus injusticias, ellos son solo perros asquerosos fieles a la palabra del Rey. . .

    Ante el palabreo de Haitani, Ritsu no tomó atención, por el contrario que hacia sus demás compañeros. Su mirada había sido cautivada ante un pequeño grupo de muchachos, que mantenían una ropa casual y se entretenían con una simple conversación trivial. Un joven de pelo negro, con una estatura alta concorde a su edad; se separó del grupo, adentrándose al frondoso bosque. Con un toque de curiosidad y sorpresa, vio detrás de la espalda de aquel muchacho, reposaba una inigualable espada de acero y ligeramente arqueada.

    -Es cierto, nosotros no somos los malos. Ellos son los traidores que nos metieron en ese maldito laberinto- declaró Saeki totalmente molesta, apoyando los ideales de Haitani.

    -¡Sí!- dijo An con el ceño fruncido y un inquebrantable deseo de venganza nacer dentro de su corazón, al recordar a su hermana perdida.

    Ritsu se removió de su lugar, estando de pie para caminar hacia la salida de la cabaña.

    -¿Ritsu, tú que piensas?- se interpuso el pelirrojo ante el extraño movimiento de su compañero.

    -¡Eh!. . . ¿Yo? Bueno. . . no sé, quiero decir. . . voy a caminar un rato. . . y así despejar la mente- Y antes de que Haitani se ofreciera a acompañarlo, Ritsu había emprendido el camino, saliendo rápidamente de la cabaña y correr hacia el joven que había robado su atención.

    Se sentía invisible, aunque ese no era su talento, pero pudo recrearlo, puesto que la gente a su alrededor se mantenían concentrada en sus propias conversaciones y problemas. Un aire frío azoto su cuerpo y el bullicio de las personas comprar sus respectivos víveres, ya que sin querer se había adentro a un pequeño mercado. Algunos hombres tanto como mujeres ofrecían baratijas y algunos servicios desconocidos ante su ingenua mente. No importaba, siguió su camino, siguiendo los pasos del joven con la espada en la espalda. Aunque temeroso en adentrarse en el inmenso bosque, tragó saliva para darse el poco valor que tenía y así seguir su ruta. Con sigilo, visualizo al extraño joven, quien había dejado a un lado su espada, para hacer unos cuantos estiramientos con su cuerpo. Como calentando antes de hacer ejercicios.

    Ritsu posicionándose detrás de un árbol cercano, se quedó quieto para así poder seguir observando al desconocido. En un determinado tiempo, el joven tomó la espada y así comenzó a dar unos movimientos perfectos y precisos con esta arma, limpios como sigilosos. Nunca había visto algo tan hermoso. . . hasta podía compararlo ante la facilidad del manejo de la espada a ese sargento que le sacó del laberinto del minotauro. Habrían pasado largos minutos, ¿Horas?. . . que importaba, Ritsu estaba totalmente impresionado ante los movimientos de la espada de aquel joven, tan admirado estaba que no se percató que sus mejillas estaban teñidas de un color carmín intenso.

    Su corazón palpitó, cuando blandía la espada en contra de un enemigo imaginario, con una frialdad que repercutía sus huesos, una determinación en esos ojos de color miel que le sacó una sonrisa al notar aquel pequeño detalle. Él también quería manejar la espada, quería proteger a personas como lo había hecho aquel sargento. Dar la vida por sus compañeros, por los suyos. . . quería aprender a defenderse a pesar de su corta edad. Quería saber más de aquel joven.

    -¡Masamune!- aquel llamado hizo detener los movimientos del desconocido. La piel de Ritsu se erizo, pensando que estaba en peligro se ocultó totalmente detrás del árbol. Sabía que había otra persona que se había adentrado al bosque igual que él, pero al parecer este conocía al joven de mirada color miel. Puesto que estaba escuchando su lejana conversación.

    -Yokozawa está preguntando por ti.

    -Ahora no, Misaki. Seguro me regañará porque no fui a su casa en la mañana.

    -Mi hermano quiere verte- ante las palabras de preocupación de Misaki y la mención de su hermano, Masamune no pudo resistir. Dejando un derrotado suspiro en el aire, guardo su espada en su vaina que colgaba de su espalda y camino hacia el pueblo, el pequeño castaño sintió una extraña sensación a su espalda y con cuidado miró hacia su atrás, chocando miradas ante un temeroso Ritsu.

    Misaki fingió no haberle visto para así no causar problemas, pero su curiosidad ganó la partida- ¿Y quién es tu amigo?- Masamune frunció el ceño, sabía muy bien que alguien lo estaba observando desde lejos, era uno de esos jóvenes forasteros que habían sido rescatados de la última misión de Takahiro, pero no se quejó ante la extraña presencia del castaño para no causar más problemas y realmente él odiaba los problemas- ¿lo conoces? ¿Por qué no nos presentaste?

    -No conozco a ese acosador.

    -¿En serio? Mi hermano me ha dicho que son muy amigables cuando los conoces bien.

    -Misaki, no te acerques a ellos. . . son peligrosos- advirtió con voz seria el azabache

    -¿Que han hecho?- pregunto inocentemente Misaki, pero ni el mismo Masamune podía contestar a esa pregunta, puesto que no sabía la respuesta

    -Solo no te acerques tanto a ellos.

    Ritsu se mordió el labio inferior al notar que había perdido de vista al tal "Masamune", esperaba ver más de aquel joven, parece ser que tenía más años que él, casi la misma estatura que Haita. . .

    -Aqui estabas- esa voz era incomparable, el castaño miro a su costado, encontrándose con el mayor de su grupo- ¿Acaso no acordamos nunca separarnos?- la voz autoritaria hacía sentir inferior a Ritsu, a pesar de tener casi la misma edad, no podía evitar sentirse como un niño reprendido por su madre.

    -Lo siento, Haitani- Bajo la cabeza mientras jalaba con sus manos la basta de su polo, un claro tic de nerviosismo- ¿Me estabas buscando?- El pelirrojo bufó un poco fastidiado, para luego, sin consentimiento del menor, agarrar su mano y guiándole a las afueras del bosque.

    -Mucho te demorabas, el cielo está oscureciendo. Pensé que te había pasado algo. . . no vuelvas a preocuparnos así- El castaño sonrió débilmente, dejándose llevar por la rapidez del caminar de Shin. Haitani era como una figura paterna en su vida y ante las muestras de preocupación que mostraba ante sus demás compañeros de cárcel, sabía que siempre podía confiar en él.

    -Lo siento- Definitivamente necesitaba manejar la espada, no tenía un talento en especial para proteger a sus seres queridos, siempre ocultándose en las espaldas de los demás. Ya no más. . . quería luchar, por ellos.

    Esa día termino con la visita de Takahiro a su humilde cabaña, hablando sobre la cultura de su pueblo e informándole que el Consejo del Estado aún no concluía que hacer con los jóvenes. Dejando el ambiente pesado atrás, cada muchacho mostraba con toques juguetones y sorprendentes sus talentos. Dejando maravillado a un impresionado Takahiro, diciéndoles que iban a ser grandes guerreros si es que se alistaban en la milicia. Era cierto, solo eran simples jóvenes que eran inexpertos en controlar y sacar todo el potencial que requería su don. Pero con ayuda, podrían ser más fuerte que cualquier enemigo quien se interpusiera en sus caminos. Ritsu se sintió ligeramente excluido ya que él no tenía nada especial que manejar. Se avergonzaba de su propio poder, siendo como un libro abierto ante sus expresiones y sentimientos. El sargento pudo notar su pena.

    -¿Estas bien?- preguntó cuándo le pidió salir un momento de su vivienda

    -Sí- contesto avergonzado- siento preocuparlo.

    -No tienes por qué disculparte, dime ¿qué pasa?- preguntó con aquella voz calmada y cálida que reconfortaba cualquier corazón inquieto. Takahiro tenía un don al querer hablar con alguien de corazón frágil como lo era Oda.

    -Yo. . . no quiero ser una carga, quiero ser poderoso como ellos. . . quiero protegerlos, pero siempre seré el más débil- Takahiro sonrió ante el recuerdo de aquellas palabras, las mismas que siempre decía Misaki cada vez que quería entrenar con él- Por más que lo intento, son ellos los que finalmente me protegen. Cuando estaba en esa cárcel. . . Haitani siempre recibía el doble del castigo cuando ese monstruo trataba de. . .- calló de repente, mordiéndose el labio inferior para reprimir esos tortuosos recuerdos- solo quiero ser más fuerte y no depender más de ellos.

    -Puede que ahora no estés preparado para hacerlo, te entiendo. Alguien fuerte no puede aparecer de la noche a la mañana. . . a menos que seas Capitan América- ante la referencia Ritsu no evito reírse, de muy niño le gustaba leer cualquier libre, comics o periódicos que eran generalmente de la época contemporánea, esa información se lo había mencionado al mayor días anteriores- Mi talento no es tan sorprendente como los demás piensan, soy solo un chico que puede ubicar personas a lo lejos. . . tú puedes hacerlo con unos binoculares y ya.

    -Pero tú te enfrentaste al minotauro.

    -Eso. . . es porque dedique la mayoría de mi tiempo en practicar con la espada hasta volverme en un buen espadachín. Si tienes corazón, determinación y lo haces por alguien, yo sé que te volverás más fuerte que todos tus amigos y así podrás protegerlos- Ritsu no contesto, pero el mayor supo que sus palabras no habían calado tan profundo en sus pensamientos. Así que con una sonrisa, tomó la mano del pequeño castaño. Llamando su atención- Solo ten paciencia, para llegar a tu meta, necesitas hacer varios sacrificios y si piensas que tu camino será difícil, imagínate como será llegar a tu destino. . . solo debes convertir tus defectos en virtudes.

    ¿Convertir tus defectos en virtudes? Era algo extraño pensar que tus lados negativos se volvieran en una fortaleza, porque lo negativo. . . pues siempre será negativo en algún punto de vista.

    Todos dormían plácidamente en sus respectivas camas, con sigilo salió se sentó sobre ella, tomando un libro que el mismo sargento Takahashi le había obsequiado, la cual reposaba debajo de su almohada y gracias con una pequeña linternita pudo sumergirse en la lectura de inmediato. Una vez le había mencionado al mayor que le gustaba libros de literatura, este le regalo una colección de libros pero nunca se imaginó que iba a darle diarios de anteriores soldados de guerra, en donde escribían sobre sus tácticas de batallas, describían de cómo se ejecutaba sus misiones y algunos más explícitos, detallando como torturaban a sus víctimas.

    Muy bien. Demasiada lectura por hoy.

    Dejo el libro a un lado cuando escuchó el grito desgarrador de Sumi, despertándose de uno de sus constantes pesadillas. Con su cuerpo lleno de espasmos y temblores, se retorcía en su misma posición, llorando por alguna compasión contra sus demonios.

    -Sumi. . . Sumi, calma. Estoy aquí- Ritsu trató de ayudar, acercándose a su compañero entre gateos y con cuidado, evitando no pisar a sus demás amigos totalmente alejados a lo que estaba pasando.

    Acariciando los cabellos grises oscuros, trataba de tranquilar al muchacho de mirada castaña. Sumi se aferró a la cintura de Ritsu, dejando su llanto entre su regazo.

    -Tengo miedo- susurraba Sumi no dejando de temblar.

    Ritsu no contesto de inmediato. Sabía que Sumi no superaría fácilmente lo que habían vivido, él tampoco lo haría. Solo con falsas promesas de un futuro incierto, endulzó los temores de Keiichi, el cual poco a poco volvió a caer en los brazos de Morfeo.

    Siempre se avergonzó de su talento, pensando que era algo tan inútil. . . pero gracias a ello, podía estar al lado de sus compañeros, calmando pesadillas, vigilando sus noches. . . puede que no sea tan inútil después de todo.

    No duermas, Hoy no.

    Misaki estaba totalmente emocionado, este sería el día. Definitivamente lo había decidido. Hoy iba a confesarse a Akihiko, le iba a decir cara a cara. Puesto que con una indirecta al escribirle una carta sería algo demasiado vergonzoso para él. Y como buen valiente, hablaría seriamente con Usagi y le pediría que se hiciera cargo de sus sentimientos.

    Masamune gruño fastidiado, Misaki al igual que Yokozawa, era considerado como uno de sus grandes amigos. El pequeño castaño era como un hermano menor para él. Pero por más que le decía o advertía de alguna cosa, sus palabras eran siempre opacadas por la existencia de Usami Akihiko. No entendía cómo es que Misaki pudo enamorarse de alguien como él, no le veía nada en especial a ese tipo. Solo lo ridículamente soberbia de su mirar y sus diálogos totalmente indiferentes que no fueran de su persona.

    -Al parecer alguien está muy feliz- comentó Takahiro mientras caminaba junto con Misaki, Yokozawa y Masamune. El menor de todos no dejaba de sonreír y estar perdido en su mundo.

    -Hoy será un gran día- contesto muy animado su hermano

    -Amén.

    Los cuatro caminaban hacia el comedor público, ya que Takahiro no podía cocinar puesto que tenía que hacer asistir a una conferencia en donde se dictará el destino de los cinco jóvenes forasteros.

    -Odio comer en ese comedor- la cara de repulsión que sostenía Yokozawa expresaba todo lo que sentía.

    -No es tan mala la comida- defendió con una sonrisa tranquila el mayor

    -La última vez Misaki se intoxicó.

    -¡No es cierto! Solo que no me cayó bien ese atún.

    -Deja de quejarte como nena, Yokozawa. Acaso tu estomago es tan delicado como tú- se burló Takano poniendo sus brazos entre cruzados, añadiéndole una sonrisa pícara en su rostro.

    El mencionado se enrojeció y mirándolo directamente, lo reto a que volviera a decirle delicado.

    -Delicado.

    -¡Estás muerto Masamune!

    -Chicos cálmense- detuvo la pelea Takahiro al notar que estaban a las puertas de su destino- Por favor compórtense y coman toda la comida. De cena solo habrá té y un par de panes. Me voy- despeinando los cabellos de un risueño Misaki, el mayor tomó su partida- Masamune cuida a Yokozawa

    -¡¿EH?!- nuevamente el rubor de las mejillas del pobre muchacho de cabello negro azulado resurgieron

    -Yokozawa cuida a Misaki. . . y Misaki cuida a Masamune-

    -¡Hey, yo soy el mayor!- Renegó molesto Takano, pero sus quejas fueron en vano puesto que Takahiro se había perdido de su vista

    -Hay que pasar- comentó Misaki mirando divertido como Masamune rodaba los ojos y Takafumi trataba de volver a su color original

    Había mucha gente en aquel lugar, con mesas de madera y sus respectivas sillas, cada uno se sentaba tranquilamente después de haber recogido su respectiva ración de comida.

    Lo bueno del comedor público era que podías conocer a la mayoría de las personas, pobladoras de aquel territorio. Ya que la comida era gratis, los que no tenían dinero ni tampoco tiempo para cocinar, iba a aquel lugar para comer y también para socializar. Su pueblo era pequeño, por ello cualquier persona podía conocer la vida del vecino; del accidente que se produjo en la tienda de abarrotes en el mercado; de que el último matrimonio había sido un desastre ya que la novia le había sido infiel al esposo; que el abuelo quien siempre iba a recolectar semillas en el bosque había fallecido, ahora sus hijos se disputaban de su herencia.

    Todos conocían la vida de todos.

    Tan pequeño era el pueblo, que la información rebotaba sin descanso entre todas las personas y uno de los lugares en donde se intercambian los datos más importantes como chismes y algunos rumores se efectuaban en aquel comedor público.

    -Esos niños son unos criminales.

    -No sé por qué los rescataron.

    -Que miedo, que no se acerquen a mis hijos.

    -Son una mala influencia.

    -Espero que se larguen.

    -Fenómenos.

    Misaki no entendía nada de lo que se murmuraba entre la gente, las miradas estaban clavadas en aquella mesa apartada en la esquina del cuarto. Eran los jóvenes que habían llegado del exterior, los mismos muchachos que su hermano había rescatado. Desvió su mirar, enfocándose en como la cocinera le daba su ración de comida en su plato descartable. Después de haber recibido ello, siguió a Masamune y a Yokozawa quienes charlaban de la extraña apariencia de su puré de papas que le habían dado.

    Masamune escogió una mesa que por suerte estaba vacía. Misaki aún con los pensamientos confusos volvió a perseguir con la mirada a cada movimiento que hacia aquellos nuevos jóvenes. El quien le llamo la atención fue aquel pelirrojo de mirada divertida y semblante sobreprotector. Parecía ser un buen muchacho puesto que sonreía de una forma amistosa hacia sus cuatro demás compañeros.

    -Misaki, come- ordenó Masamune mientras picaba su plato.

    El castaño no hizo caso, se percató que las demás personas, quienes querían comer, esquivaban olímpicamente la mesa de aquellos jóvenes. Como si tuvieran peste o alguna enfermedad infecciosa. Le dio mucha pena al ver la indiferencia de los pobladores en contra de ellos.

    -Misaki- llamó la atención al menor, causando por fin su mirar en él, pero no con el fin que él pensaba

    -Hay que acompañar a esos chicos- señaló con cuidado a la mesa de los cinco forasteros

    -¿Qué?- pregunto desconcertado Yokozawa

    -Están solos, solo será comer y conversar con ellos.

    -No.

    Fue la palabra firme de Masamune que dejó más confundido a Misaki- ¿Por qué no?

    -Son peligrosos, Misaki. No te acerques a ellos.

    -¿Por qué?

    -Porque los demás dicen eso.

    -¡Si los demás dicen que te tires de un edifi-!

    -¡No me vengas con esas cosas, Misaki! No te acerques a ellos, te vas arrepentir.

    -No son malos como parece.- Misaki frunció el ceño ante la injusticia impuesta de terceros contra otros seres inocentes

    -Es mi última palabra- Masamune habló sin ninguna pisca de juego. Su mirar era seria que hasta a Yokozawa no quiso rebatir nada, la batalla estaba perdida cuando Takano dictaba algo de esa forma.

    Buena, una batalla perdida no significaba que habría perdido la guerra.

    Misaki apretó su plato y se paró de su asiento. Con esa determinación resplandecer en sus ojos, camino lejos de su mesa para ir donde los forasteros.

    Masamune gruño entre dientes al igual que sus puños fueron apretados hasta quedar los nudillos en blanco. El ambiente había quedado completamente pesado y tenso.

    Con pisadas seguras se acercó a la mesa destinada, colocándose al frente de ellos. Los jóvenes pararon su charla y enfocaron su atención en el pequeño castaño. Una sonrisa amigable se formó en su rostro, queriendo causar buena impresión.

    -Hola, soy Misaki Takahashi, un gusto en conocerlos-

    Un contundente silencio fue su respuesta, las miradas parecían dagas que parecían amenazar a su dignidad y toda clase de intención de querer socializar con ellos.

    -eh. . . ¿puedo sentarme con ustedes?- preguntó nervioso el ojiverde

    -No- con un tono tajante Shin cerró la conversación.

    -Pe-pero. . .

    -Largo- nuevamente el mismo muchacho le respondió pero con un gran ceño fruncido, como si su sola presencia lo hubiera ofendido

    -Esta mesa es pública, solo quise ser cortes. . . en sí yo no debería preguntar, solo sentarme- se defendió Misaki, no iba a permitir que alguien le hablara de esa manera, a pesar de haber dicho algo totalmente cierto, su voz parecía tambalearse y su cabeza semi cabizbaja no ayudaba al tener que ponerse firme- Además, no me parece justo que las personas estén divulgando cosas malas sobre ustedes. . . yo. . .

    -Pues bien. Siéntate- Haitani se levantó de su asiento de repente, acercándose peligrosamente al castaño y sin pedir permiso, tomó el plato del menor para colocarlo en su cabeza, derramando toda la comida encima de Misaki.

    Todos los que presenciaron lo sucedido, solo pudieron afilar sus miradas ante aquel grupo, con resentimiento fingieron demencia. El menor de los Takahashi estaba totalmente inmóvil y sin saber qué hacer, puesto que aún no comprendía lo que acababa de suceder.

    -No queremos tu lastima- Haitani lo empujo bruscamente, ocasionando que Misaki cayera de espalda

    Yokozawa quería intervenir y darle un buen escarmiento a ese pelirrojo por haber hecho algo como eso a Misaki, quien solo tenía buenas intenciones y estaba preocupado por esos desconocidos. Pero Masamune lo detuvo, colocando una mano sobre su pecho como diciéndole que no hiciera nada.

    -¡¿Qué haces?!- reclamó Takafami al ser detenido

    -Misaki tiene que aprender, la vida no es color de rosa. . . no todas las personas son buenas.

    - Vámonos- ordenó Shin a sus demás compañeros, dejando a Misaki atrás.

    Saeki persiguió fielmente a Haitani quien se dirigía hacia la salida del comedor, Sumi solo bufó fastidiado de presenciar la escena para luego tomar la mano de An y también retirarse del lugar.

    Los ojos comenzaron a arderle y como si una roca le hubiera golpeado su cabeza, el ánimo decayó rápidamente. Se sentía tan estúpido, que solo se enfocaba en mirar el piso para no notar las caras de pena y molestia de las personas. Él solo quería acercarse a esos jóvenes y ser buenos amigos, igual que Takano y Yokozawa. . . nunca pensó tener este desenlace.

    Un sonido de algún golpe junto con algunas piscas de comida había caído al suelo. Misaki extrañado ante ello, por fin levantó su mirada.

    Ritsu no había soportado el trato que hizo Haitani ante aquel muchacho, había sido muy tarde cuando quiso retenerlo. Pero suponía que debía dar la disculpa por parte del pelirrojo. Tomando su propio plato de comida, se lo coloco en su propia cabeza, para estar de igual manera que aquel joven ojiverde. Oda extendió su brazo para ayudar a levantar a Misaki del suelo. Admirando aquella aura de confianza y tranquilidad, que solo su hermano mayor podía otorgarle en momentos de amarguras y tristezas, Misaki aceptó la ayuda. Sin despegar las miradas fijas.

    Ritsu limpio con su dedo índice una partecita de la mejilla de Misaki, llevándose el dedo a la boca, con una pequeña sonrisa aparecer en su rostro, pudo dejar atrás el ardor en los ojos que el pequeño castaño tuvo que soportar- mmm. . . sabes rico

    Al mirarse mutuamente, no pudieron contener sus risas, pues las apariencias eran totalmente graciosas y el comentario indirectamente con doble sentido, había acabado con la tensión.

    Ambos rieron, descargando su frustración y recibiendo la alegría, Misaki obtuvo lo que quería: Un amigo; Ritsu, un momento en donde por fin pudo olvidar su pasado y reír como si fuera un niño normal, con soltura y sin temores.

    Los ojos ajenos se quedaron totalmente sorprendido ante la pequeña camarería de ambos niños, algunos quisieron ignorarlos, otros los miraron con pena y amargura. Todos sabían lo que le esperaba en el futuro a Misaki, iba a combatir contra un mal y ser el vencedor de aquel que quisiera destruir los estados y la armonía de los pueblos; y Ritsu estaba destinado a cometer un gran error en donde perjudicaría a todas las personas pecadoras como inocentes. Era un hecho, un momento memorable que nadie iba a sacar de sus mentes por el resto de sus vidas. Ver una linda amistad nacer, dos jóvenes alejados de la supuesta verdad, ya que ninguno de los dos sabía que en un futuro uno de ellos iba a morir por las manos del otro.

    -Misaki no aprenderá- sonrió Yokozawa con un pequeño entreceño, negándose con la cabeza ante la terquedad del menor

    -Puede que sea verdad- eso llamó la atención de Takafumi, notando la mirada clavada de Masamune en aquel forastero ojiverde, sorprendiéndose levemente al ser testigo de la pequeña sonrisa que surgió en Takano sin despegar esa mirada al nuevo castaño totalmente particular como cariñosa- Puede que realmente no todos sean tan malos como parecen.
     
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