El camino que recorremos juntos 2

El nuevo año ha llegado Usagui y Misaki enfrentarán todo aquello que tanto temieron, tanto en sí como en los otros ¿Podrán salir adelante?

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    Yaoizando
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    Mis saludos después de mucho, mucho, muuucho tiempo. Antes que nada ¿Hay alguien que todavía me recuerde? Pero prometí una segunda parte y finalmente acá está. Déjenme aclarar que no estaba en mis intenciones demorar ¿años? pero como se ha dicho: toda gran obra tiene un momento de caos y, es este finc el caos duró mas de lo esperado. Por hoy dejo un primer capitulo muy largo que no encontré dónde cortar. Mis disculpas si no está perfecto no tuve tiempo de revisarlo como quería, pero si lo publicaba hoy tal vez nunca lo haría.
    Aclaraciones y notas en la segunda actualización.
    Espero que lo disfruten
    Gaia

    Primeros pasos
    Era de mañana, ciertamente de eso no había ninguna duda; era de mañana e inevitablemente tendría que levantarse. No tenía ganas de hacerlo, no porque tuviera sueño o se sintiera cansado, solo que se encontraba muy cómodo y a gusto como para dejar la cama. Era como si flotara, si eso era, estaba flotando y en calma, esa era la razón por la que no quería abandonar ese estado. El peli-plata se removió un poco entre las mantas, la temperatura perfecta que tenía en la cama lo hacía ignorar por competo que el día en realidad estaba frio. En el exterior un viento helado arrastraba desde el norte nubes negras que se quedaban en el cielo de Tokio como si una red invisible las contuviera, agolpándolas unas sobre las otras, dando un aspecto gris a la jornada recién comenzada.
    Akihiko buscó a tientas y uno de sus fuertes brazos se encontró con un cuerpo suave y peludito: Suzuki-san su compañero en soledad se encontraba dormido a su lado, sin dudarlo lo abrazó. El brazo libre buscó algo, ahora a su izquierda. No estaba allí. Como como siempre él se había levantado antes, pero su lugar todavía estaba tibio por lo que supo que no hacía mucho Misaki había abandonado el lecho. Su mano, siempre fría se calentó un poco estando allí, en el recuerdo de ese pequeño cuerpo. Sin saberlo Akihiko estaba sonriendo.
    Solo entonces se resignó a dejar la cama. Abrió pesadamente sus ojos violetas. Primero borrosamente y después ya completamente nítido, su mirada recorrió un panorama que conocía bien: banderitas de todos los países colgaba de techo justo encima de la cama en donde se encontraba. Un avioncito rojo modelo a escala del que usara el Varón Rojo en la Primera Guerra Mundial desencajaba por completo con la escena jurásica que tenía al lado donde un pterodáctilo articulado y de madera, se lanzaba en picada por una presa desprevenida que se encontraba en el piso, en el rincón derecho de la habitación y, tratando de esconderse entre una pequeña manda de broncosaurios de se paseaba indiferentes por su tamaño, del depredador que desde el cielo asechaba. Más allá un zepelín flotaba tranquilo si los riesgos de caer al suelo envuelto en llamas y, como contraste, un Concor rompía la barrera del sonido para llegar cuanto antes al aeropuerto de Paris y descargar a sus pasajeros que, mientras tanto, eran atendidos con el mayor de los esmeros por el personal de abordo. Más abajo, cerca de las puertas del enorme armario encastrado en la pared, una banda enteramente formada por animales descansaba ahora, pero los músicos no abandonaban sus puestos. El conejo seguía en la batería, el mono solo en con los platillos, el tigre sostenía el bajo, un poco alejado del león que ostentaba la guitarra principal y además era la vos y líder del grupo, un poco más atrás una jirafa se ocupaba del saxofón, en el otro extremo un zorro con aire astuto y todo vestido de negro se encargaba del piano. Por otro lado se distribuían estantes en los que destacaban varias cosa como el único modelo a escala del tren que quedaba en la habitación, además, claro del que estaba en el piso y casi ocupaba todo el cuarto pasando por debajo de la cama- allá la vieja locomotora recargaba el suministro de agua dando tiempo a los pasajeros que esperaban en la estación de subir tranquilamente y acomodar sus equipajes. Por encima de ese primer estante tenia peluches de todo tipo: leones tigres, perros, caballos –incluyendo unicornio- y algunos osos de pequeño tamaño. En la pared opuesta la situación era similar solo que los estantes iban hasta la altura de la ventana donde una cortina cerrada, negaba la vista al oscuro exterior. En esa sección del dormitorio solo había autos de juguete, los había de todos tipos y estilos, desde modelos a escala de autos de actuales que era exactos hasta en el tono de la pintura y también de modelos antiguos como un viejo Fort T, otros más infantiles que tenían ojos y bocas en lugar de parabrisas y para choque. También correspondía a esa sección una pista de carreras donde los mejores corredores del Mascar competían por el título bajo la atenta mirada de un público enardecido. En el anaquel inferior Akihiko había acomodado unas cuantas figuras de acción que recreaban una escena de Star War, él no había visto la película, pero le parecía gracioso la manera en que los muñequitos de extraña forma peleaban con espaditas de colores. Por si todo lo demás fuera poco sobre el respaldo de la cama donde seguía acostado a pesar de su resolución de levantarse, se encontraban cómodamente sentados varios conejitos en diferentes poses y expresiones: cruzados de piernas, recargados hacia atrás y hacia adelante, mirando al cielo, pensando, o riendo, con la cabeza recargada en sus propias manos o a punto de hablar. En la pared opuesta a la cama y rodeando la puerta había un armario de cada lado que, encastrados en la pared daban asilo a un sin número de trajes y ropa en general. Claro que en el piso muy cerca de los muebles tenía el dinosaurio con casco de motociclista, dos pingüinos gigantes ambos de peluche, que, junto con los robots que se alineaban de menor a mayor algunos osos más y otro conejo formando una discordante escena. Pero eso no era todo al pie de la cama se encontraba el conejo vestido de etiqueta que tocaba el tambor, ese de alguna manera había quedado atrapado por la cuidad antigua por la cual el tren hacia su recorrido cerrado. Se vía como un singular monumento o un tótem entre las pequeñas casas y la estación antigua.
    Juguetes y muñecos, eso que fueron testigos silenciosos de cientos de noches de amor y pasión entre él y su amado castaño. Ahora que lo pensaba, hacía mucho que no agrega algo nuevo a su colección, es decir tenía el oso que Misaki le dio en navidad pero su habitación no tenía nada nuevo desde hacía meses. Haría una vista a la juguetería a ver si se le antojaba alguna cosa, tal vez algo con motivo espacial estaría bien y ya que estaba en eso aprovecharía para tener una pequeña y modesta cita con su oji-verde en el centro comercial, también podría comprarle algo de ropa o una joya que fuera bien con su ojos y así pasar la tarde, podrían incluso cenar afuera e ir al cine. Si buen idea, lo haría tan pronto como tuviera oportunidad. No, si hacia eso y terminaba comprando más de cuatro o cinco juguetes Misaki se molestaría, ya decía que había demasiados en el cuarto y que estaba a punto de colapsar, si agregaba más terminaría gritándole algo sobre ahorrar dinero y no gastar en cosas innecesarias. Pero uno o dos no sería gran cosa ¿Qué sería bueno? Algo pequeño que se acodara con facilidad como soldaditos de plomo o muñecos de felpa, cuatro o cinco conejos todavía cabían en el aparador o podía ser algo articulado ¿Qué estaba de moda entre las familias normales? Tendría que preguntarle al vendedor qué era lo que más se vendía o lo que más querían los niños y llevarlo junto con los accesorios si tenía, además de algunas cosas más.
    Akihiko detuvo sus pensamientos consumistas en seco al darse cuenta de un hecho muy importante, no podía solo salir a comprar como siempre lo hacía no solo porque Misaki se enfadaría sin duda alguna, sino porque antes de disponer del espacio tendría que preguntarle, después de todo esa ya no era solo su habitación era de los dos, tanto de Misaki como suya y el pequeño tenía derecho a que escuchara su opinión. El escritor se sentó en la cama y se masajeo un poco la cabeza. La habitación era de los dos y por lo tanto Misaki tenía derecho a que se respetara su opinión, se reafirmó a sí mismo. Pensándolo mejor, acababa de darse cuenta que no había nada del castaño allí “Estoy siendo egoísta” se regañó y, en compañía de su oso abandonó la cama.

    Parado, junto al ventanal que daba a la terraza donde tendía la ropa después de lavarla, Misaki mantenía sus ojos verde clavados en las nubes oscuras que cubrían el cielo. Tendría que recoger la ropa y las sabanas antes de que empezara a nevar. Pero, ¿qué era aquello? No podía evitar sentir que esas nubes amenazadoras eran más que el augurio de una simple tormenta de nieve. Daban la impresión de ser un mal presagio, de que algo estuviera a punto de pasar. Se veía a si mismo impotente ante ese hecho fuera cual fuera, como si un vos en su interior le dijera que no podía detenerlo de la misma manera que no podía evitar que empezara a nevar. El castaño no quera salir a enfrentar las nubes, pero si no lo hacia la ropa se mojaría y todo su esfuerzo se echaría a perder. A pesar de saberlo no podía salir ni tampoco dejar de verlas. Bajó un poco la vista tratando de romper el encanto que las neblinosa masas le provocaban y, más allá del balcón vio los altos edificios alinearse a lo largo de las calles de la cuidad y perderse en formas fantasmagóricas. Todo parecía en quietud pero el oji-verde sabía que no era así; a pesar de ser sábado la gente circulaba por las calles, mas allá de todo, a pesar del día que fuera, a pesar de las nubes. Cerró los ojos con fuerza “¡solo son nubes idiota!”
    Misaki se dio vuela y recorrió el apartamento con la mirada, también estaba tranquilo por el momento; él todavía no despertaba pero no tardaría en hacerlo. Bajaría como todos los días por la escalera principal, abrazando a su oso, lo saludaría como de costumbre, después tomarían el desayuno juntos, igual que cada día.
    En realidad su vida no había cambiado en nada a pesar de ya habían celebrado el año nuevo hacia una semana, para su fortuna solo fue algo sencillo y solos los dos como en años anteriores y no tuvo que preocuparse por invitados ni protocolos ni por nada más que su cuerpo resistiera la “celebración” que tuvieron ya entrada la noche y hasta casi el amanecer.
    Si seguía ahí parado no lograría nada. Todavía no había hecho el desayuno y la ropa corría cada vez mayor riesgo de mojarse, tenía que ordenar el departamento, estaba hecho un desastre y la habitación del clan Suzuki demandaba una aspirada, el resto de los cuartos necesitaban arreglarse, a los juguetes de Usagui-san les caería bien una repasada para que no acumulasen polvo, mm… la batería de una cuantos trenes debían ser cambiados desde hacía tiempo. El escritor que tenía por casero era un desastre sin remedio y tenía libros por todo el piso de su estudio. NO espera… ¿Había dicho casero? “No, no, no” se repetía a sí mismo, ya no era correcto decirlo así, Akihiko decía que debía acostumbrarse a pensar en esa como SU casa, pero…
    Negó fuertemente con la cabeza para evitar que ese pensamiento se propagara. Se sacudió tanto que para cuando por fin abrió os ojos el lugar entero daba vueltas. Misaki trato de enfocar la vista en algo para que el mundo dejara de moverse tan rápido, seguía como atrapado en un sueños. Uno delos Suzuki-san más pequeños, que en ese momento vestía un moño rosa con florecitas de diferentes colores, había caído al piso la noche anterior y el pobrecito seguía ahí. Sus piernas por fin se movieron con el fin de auxiliar al muñeco. Con paso ligeros llego hasta él y pesadamente para después dejarlo cómodamente sentado en el amplio sofá. Cuando se enderezó para desgracia del castaño sus ojos se encontraron de nuevo con las nubes que cubrían ya, todo el azul del cielo.
    “¡Solo son nubes! Es una tormenta ¡nada más!” en ese momento un fuerte viento sopló en las afuera y azotó el vidrio del ventanal y de todas las demás ventanas de la casa.
    -¡Ah la ropa!- ya no había tiempo para sentirse asustado por unas cuantas nubes por mas negras y amenazadoras que fueran. Casi al instante la nieve comenzó a caer, y era mucha. Corrió para alcanzar su objetivo y haciendo un esfuerzo movió la puerta de vidrio. Apenas abrió un poco la violenta ráfaga de viento lo golpeó por completo, estaba helada y soplaba muy fuerte pero tampoco tenía tiempo de abrigarse, ni siquiera para calzarse. Luchando para caminar con el viento en contra logró llegara hasta su objetivo: sabanas, toallas, pantalones, camisas, medias, suéteres y chalecos ¡mierda! ya estaban siendo mojados por los blancos copos. Alcanzó la canasta de mimbre que rodaba por todo el lugar a causa del viento como si huyera de él. Pero recoger la ropa no era tarea fácil, las sabanas se agitaban pegándosele a la cara y al cuerpo, dejándolo sin aire, otras se enredaban por varias vueltas al alambre que los sujetaba tenía que desenredarlas, además el que estuvieran tan alto no facilitaba las cosa, tenía que alcanzarlas, desenredarlas y doblarlas para que terminara en la canasta que insistía en huir de él, rodando por el piso.
    -Misaki- la vos grave del escritor apenas le llego gracias a que el viento no silbaba sino que gritaba en sus oídos- ¡Misaki!
    -¡Usagui-san ayúdame con esto!- le pidió mientras trataba inútilmente de alcanzar una gran sábana blanca de la cama matrimonial del escritor que, en ese momento flameaba hacia arriba.
    Cuando Akihiko pudo ver que su pequeño estaba prácticamente enredado entre la ropa y las sabanas dejo a Suzuki-san en el sofá y salió como estaba al rescate del castaño como un caballero ataviado en un cómodo pijama. El oji-violeta también recibió el azote del viento y, cubriéndose los ojos con uno de sus brazos caminó con dificultad para llegar a donde su castaño estaba.
    -Sujeta eso- le decía el oji-esmeralda, señalando la flameante prenda de cama. Estirándose un poco el más alto logró atrapar la sabana mientras sostenía la canasta con un pie, la desenredó del alambre. Como dos soldados americanos doblando una bandera por fin lograron meter la primera cosa en su lugar.
    -¡Wua! ¡Hace frio!- se quejaba e menor descolgando un par de jeas azules- Ten toma- se los dio para que los guardara junto con la sabana. Ya que el mayor se quedó con la canasta.
    -Misaki rápido- nevaba copiosamente el viento convertía eso en una cortina blanca, no era bueno quedarse ahí.
    - Si, si trae eso para acá- le decía la distante vos a través del viento, ya no vía a Misaki- necesito ayuda con esta otra sabana.
    -Voy- le respondió, era aterrador parecía que estaba separados por muchos kilómetros. A pesar de estar a un par de metros apenas podía escucharlo. Sintió una gran opresión en el pecho- ¡¿Dónde estás?!
    -Aquí idiota en el último alambre. Ven que me estoy congel… ¡Ahh!
    -¡Misaki!- la vos del castaño se perdió en el sonido de la tormenta- ¡Misaki!- por un momento temió lo peor el ultimo alambre estaba muy cerca del borde, a pesar de que la barandilla era alta existía riesgo. No sabía por qué tenía esa sensación de pánico. El chico no respondía- ¡MISAKI! ¡CONTESTA! ¿DONDE ESTAS?- había llegado al lugar donde el chico supuestamente estaba pero no podía ver más allá de sus mano, comenzó mirar en todas direcciones desesperado- ¡¡MISAKI!!- su vos era un grito desgarrado.
    -Aquí- una manita tocó su espalda y una suave pero cálida vos le llegó a los oídos haciendo que el corazón del mayor volviera a latir. Se dio la vuelta para confirmar que en verdad estaba allí; sujetándose del alambre con un brazo y con unos pantalones negros en la mano lo miraba jadeante por el esfuerzo- dame esa canasta-
    Atónito y sin reacción todavía el oji-violeta solo optó por acercar la canasta.
    -¡No te quedes ahí! Te digo que necesito que me ayudes a descolgar esto- dijo el castaño señalando un sabana de color negro.
    Entre los dos pudieron con lo último que quedaba y Akihiko prácticamente arrastró al menor, sujetándolo desde el brazo de nuevo lo llevo a la seguridad del pent house para cerrar la puerta del ventanal tras de sí y correr la cortina. Él tampoco quería ver la tormenta.
    El castaño estaba jadeante, apoyando sus manos en las rodillas, Usagui-san pudo notar que el cabello estaba más alborotado de lo normal, específicamente parecía que cada mechón apuntaba a una dirección diferente, la ropa estaba mojada y todavía tenía nieve sobre los hombros. El peli-plateado pasó por sobre el canasto que había dejado caer apenas entró y por sobre las prendas esparcida en el piso. Todavía sentía sus músculos temblar un poco y le quedaba en el pecho la horrible sensación había tenido hacia unos instantes. Si decir nada el novelista rodeó con sus brazos el mojado cuerpo del menor que estaba de espaldas a él.
    -¿Qué paso? ¿Por qué gritaste? ¿Por qué no contestaba?- demandó un explicación sin soltarlo y con la vos un poco alterada por más que intentó disimularlo. Dios estaba helado.
    -Cálmate Usagui-san- le respondió- grité porque resbalé y me caí y si conteste solo que esa maldita sabana no me dejaba hablar y por eso fui hasta donde estabas.
    El mayor no contestó solo se quedó en silencio apoyando su cabeza en la revuelta melena de su amante.
    -Usagui-san, suéltame ya- le advirtió el menor, había soportado el abrazo porque la vos de su acompañante le pareció alterada, pero ya era suficiente. El hombre no respondió- suéltame te digo- empezó a retorcerse para liberarse.
    -Estas helado y empapado.-
    -Si, y tú también por eso de nuevo, suéltame- se estaba esforzando por mantener la calma.
    -No, debo darte calor- lo apretó más contra su cuerpo y, ya más tranquilo, se inclinó un poco par morder el lóbulo de la oreja izquierda.
    -¡Que pasa contigo!- protestó y logró zafarse- no uses cada oportunidad para hacerme caer un tus perversiones.
    -Incluso estas un poco pálido Misaki- era cierto que lo estaba- creo que es mi deber hacer que recuperes el color en las mejillas- le dedicó uno pequeña sonrisa de lado llena de ese algo que el castaño identificó de inmediato y comenzó a retorcerse con más fuerza- mira te pusiste más blanco aun. En verdad creo que como tu espo…
    -¡Es por el frio Usagui-san!- corto repentinamente y salió corriendo por las escaleras- me cambiaré de ropa ¡tú has lo mismo!- lo siguiente que Akihiko escucho fue el azote de la puerta al cerrarse.
    -Me daré una ducha- le dijo el peli-plata ya habiendo llegado al primer piso desde el otro lado de la puerta- eres bienvenido a acompañarme.
    -¡Ni lo sueñes!
    Misaki pudo escuchar ligeros pasos alejarse de la puerta de su habitación. Es decir su antigua habitación y solo entonces se relajó. “¿Qué pasa conmigo?” se preguntaba al tiempo que se desprendía de la camisa de algodón, dejándola caer al suelo para quedar solo en ropa interior y buscaba algo más que ponerse que fuera abrigado. Usagui-san iba a decir ESPOSO ¿cierto? Él lo sabía y no quiso escucharlo ¿Por qué había reaccionado así? Se quedó mirando sin mirar el armario abierto. Un escalofrió le recorrió la espalda recordándole que estaba desnudo, tomó casi al azar una pantalón verde con muchos bolsillos amplio y forrado por dentro, una camiseta de mangas largas y una sudadera de color marrón con el número 69 en tamaño gigante en blanco y, ya vestido salió del cuarto, todavía tenía que hacer el desayuno y, por supuesto el resto de las tareas de la casa. De solo pensarlo le dio pereza pero, ¿qué podía hacer? Era su deber hacerlo como pago por la renta.
    Fue directo al refrigerador sacando de inmediato todo lo necesario para un caldo de vegetales. Puso a cocinar el infaltable arroz mientras cortaba todo para ahorrar tiempo. Tuvo que preparar café fresco porque el que estaba en la cafetera ya tenía dos días. No importaba cuantas veces le dijera al escritor que era mejor preparar poco para evitar que se desperdiciara el muy terco seguía llenado la jarra aun sabiendo que él era el único que tomaba. En adelante escondería el café para que tuviera que volver a tirarlo. Mientras los vegetales ya se cosían a ritmo controlado, él se encargaba de que los huevos no se pasaran y, de reojo vigilaba el pescado que se doraba en mantequilla derretida con un poco de tomillo. Todo estaba listo para cuando el novelista bajó las escaleras. Él también había elegido un atuendo un poco más cómodo, es decir en lugar de saco y corbata llevaba solo un suéter negro bien ajustado al cuerpo y un pantalón azul oscuro. Se sentó en el sofá junta a Suzuki-san, que por alguna razón estaba abrazando a su compañero de moño rosa.
    -Está listo el desayuno- anuncio el chico, Akihiko fue directo a la mesa ya puesta mientras Misaki retiraba el último par de tostadas de la máquina y caminaba para sentarse en su lugar.
    El mayor de la pareja logró disimular su sonrisa de burla cuando vio el número que vestía su castaño al tiempo que se servía una taza de café
    -Deberías ponerle un poco de leche- aconsejó el menor y le acercó una jarrita blanca repleta del líquido humeante- si solo tomas café negro te puede hacer daño al estómago.
    Ahora si se permitió sonreír y sin objetar nada termino de completar su tasa con leche ¿Cómo negarse a los mimos y cuidados que su niño inconscientemente le hacía?
    -¿Sigue nevando?- pregunto el mayor mientras se llevaba un bocado de huevos a la boca.
    -No lo sé, creo que sí ¡ah! La ropa- el choco saltó de la mesa y fue corriendo hasta donde habían quedado las prendas tiradas- ¡ah! ¡No pude ser! ¡Que desastre!- se quejaba en lo que levantaba la canasta con expresión de enojo- mira tengo que lavar todo esto de nuevo.
    -Misaki ven.
    -Espera Usagui-san, ya casi termino.
    -Deja la ropa el desayuno se enfría- odiaba comer si no estaba él en la mesa.
    -Em… si ya voy ¡no!
    -¿Qué pasa?- pregunto preocupado Akihiko cuando el castaño pasó corriendo delante de él para volver con el trapeador en la mano- Misaki…
    -Ya voy – contestó sin escuchar el pequeño castaño y no era para menos, cuando la ventana estuvo abierta la nieve se metió y por efecto de la calefacción se derritió mojando el piso, amenazando con arruinarlo.
    -Ven o iré por ti- esa fue la última advertencia.
    -Ya voy, ya voy.
    Misaki volvió al armario de la limpieza y después de guardar el trapeador intentó ir por la ropa pero a mitad de camino se encontró con unos brazos que lo tomaron por la cintura, cargándolo como si fuera un saco y lo llevó hasta la mesa, dejándolo en su lugar.
    -Oye ¿Qué haces?
    -Como conmigo- sentenció el mayor mirándolo con el ceño fruncido- la ropa no irá a ningún lado. Le acercó un poco de pescado, invitándolo a que se sirviera- la comida sabe mejor caliente.
    -Está bien- se resignó Misaki, soltando un suspiro, pero eso solo agregaba otra tarea a la larga lista de quehaceres del día. Con un puchero terminó su desayuno.
    -¿Terminaste?- preguntó la vos ronca del escritor al ver que el castaño dejaba los palillos a un lago mirando los restos al tiempo que soltaba otro suspiro
    - Si ¿y tú?
    -También estoy satisfecho.
    -En ese caso lavaré los platos.
    -Yo lo haré- interrumpió entusiasta el novelista que ya levantaba una de las tradicionales tasas cuando violentamente las manos del menor lo sujetó por las muñecas.
    - ¡Ni hablar!- le arrebató la tasa de la mano- la última vez que lo intentaste gastaste un botella entera de jabón en una hoya, una sartén, dos platos y dos vasos ¡y para colmo dejaste derramaste espuma en el piso!
    El albino no supo que responder a esa protesta, sobre todo porque no sabía dónde estaba lo que había hecho mal. Solo era un poco de jabón y dos o tres gotitas de espuma en el piso.
    -Yo lo haré- afirmó el castaño con vos categoría sin dar lugar a discusión.
    -Pero entonces de ayudaré.
    -No- cortó otro- tú tienes que seguir con tu libro o Aikawa-san se molestará y vendrá a supervisarte seguro. No querrás hacerla trabajar en el fin de semana.
    -Pero si está bien que yo trabaje durante el fin de semana ¿cierto?- Akihiko hizo un gesto del que hasta el terco castaño se hubiera apiadado de no haber estado de espaldas llevando los platos a la cocina.
    -Es tu culpa por siempre atrasarte- decir “¿Cuándo aprenderás a ser más responsable?” era inútil, el caprichoso de su case… de Usagui-san no escucharía.
    Misaki se calzó el delantal de cocina y los guantes mientras el mayor pensaba que pasar el día encerrado en su estudio no era lo que quería en realidad
    -Mhh…- gruño llevándose la mano a la barbilla, pero a decir verdad ver a la bruja de pelo rojo y escuchar sus gritos de protesta no le parecía la mejor forma de comenzar el año- en ese caso trabajaré en la sala- brillante. De esa forma pasarían el día haciéndose compañía mutuamente mientras ambos se dedicaban a sus respectivos deberes.
    En cuestión de minutos Akihiko volvió con su lap top y tomo asiento en el amplio sofá de color rosa. Increíblemente su pequeño ya casi terminaba de lavar los trastos.
    -Oye debería trabajar en el estudio- los sentidos del joven castaño siempre estaban alerta y no se sentía seguro con el escritor ahí.
    -No.
    El oji-esmeralda miró al hombre con recelo, pero el otro no se movió ni dijo nada más, solo abrió su computadora mirando la pantalla. Si solo hacia eso estaba bien.
    Antes que nada, como la hacía habitualmente, Akihiko abrió una carpeta en especial y miró unas cuantas fotos al azar. Sonrió con sutileza ante las encantadoras y tiernas imágenes. Así pasaron unas pocos minutos y cuando el escritor levantó la mirada de la pantalla, su amado castaño ya dejaba la cocina, sin delantal y volvía frente al ventanal en busca de la ropa abandonada antes del desayuno.
    -Ah que bueno que ya no nieva- dijo un poco molesto que la nevada solo sirviera para arruinar su ropa limpia- pero sigue muy nublado.
    Cargando la pesada canasta Misaki se encaminó al lavadero y el mayor temió perderlo de vista por una hora al menos, pero no fue así, el chico volvió enseguida a la sala con un paño color naranja y un producto en aerosol además de guantes. Armado con esto Misaki comenzó a repasar todo aquello que estaba sobre los muebles, mesas y rincones, además de los mismos muebles.
    Akihiko lo miró por unos cuantos minutos hasta que nuevamente sus ojos violetas se centraron en la pantalla que estaba enfrente de él. Tenía que presentar un artículo sobre el índice de precios y la inflación con relación al crecimiento de la economía, los índices de desempleo y producción del país en el año anterior para el periódico de mayor tirada de Japón, por lo que primero consultó las tablas y estadísticas que Aikawa le mandó hacia un par de días. El articulo era sencillo y no le demandaría más de un par de horas pero no se le antojaba hacerlo. Levantó la vista preguntándose si esas extrañas masas negras por fin se habían marchado o si volvería a nevar ¿Nevaría mucho como la noche en que entre otras cosas maravillosas recibió nada menos que un beso de Misaki? En verdad tenía ganas de escribir, pero no precisamente un aburrido articulo político-económico. No, en lugar de eso escribiría una nueva historia entre Akihiko-san y el siempre adorable y sensual Suzuki Misaki. Mucho mejor. No tenía ningún contrato para una novela BL ese año todavía, pero lo tendría sin duda y eso era adelantar trabajo. Impresionante sentido de responsabilidad laboral.
    El novelista levantó la vista en busca de su musa pero no lo encontró ¿había desaparecido?
    -¿Misaki?- preguntó al vacío
    -¿Qué?- su vos se escuchaba cerca. Bajó la vista y se encontró al castaño de rodillas frente a la mesita de café, pasando ese aerosol y el paño con movimientos rápidos y enérgicos de forma circular, mientras se inclinaba un poco sobre el mueble.
    “Misaki de rodillas” solo dios sabe cuántas veces había fantaseado con eso. Se quedó mirando su perfil con el cabello castaño tapando parte de su carita y uno de sus ojos verdes.
    -¿Qué quieres?- le preguntó el pequeño al notar que el otro se quedaba callado.
    -Que te sientes en mis piernas y me beses- respondió con una sonrisa ladina
    -¡Ni lo sueñes! – Misaki se levantó de un salto y, rojo cual tomate bien maduro se alejó.
    -Fuiste tú el me preguntó qué quiero- le refutó con tono de inocencia.
    - ¡Ponte a trabajar!
    Akihiko escuchó el grito venir desde los estantes donde guardaban algunas películas, ya no sabía ni para qué, justo detrás de él. Al parecer Misaki limpiaba allí.
    -Claro, claro, trabajo- en eso estaba pero primero necesitaba inspiración.
    “Misaki de rodillas” le recordó su cabeza. Mm… si era una gran idea, sobre todo si él estaba de pie y el pequeño se dedicara a atender su miembro con su linda boquita de labios rojos. Pero eso era después, primero necesitaba un argumento y una locación excitantes. Podría ser Misaki de rodillas junto a él en una playa privada y su pequeño le pasara sus cálidas manitas por la espalda, aplicándole bloqueador, compartieran bebidas exóticas y terminaran amándose sobre el arena caliente bajo el sol; o mejor el de pie recargándose de una palmera entre a vegetación de la playa mientras el travieso Misaki lo llevaba al cielo con su boquita. No, era mejor que Misaki estuviera tendido y posiblemente desnudo y él recorriera con sus grandes manos toda la espalda, las piernas y más que nada las firmes nalgas. Pero esa idea no terminaba de convencerlo. Tal vez Misaki de rodillas sí, pero con una rodilla a cada lado de su cadera y sentado sobre sus glúteos, como empleado de un spa, le diera un insinuante masaje a un cliente ocasional –él por supuesto- y a medida que a excitación creciera jugar un poco con los roles de uke-seme, seme-uke, con una decoración tradicional iluminado solo con velas, entre aceites aromáticos para terminar haciéndolo en el salón de masajes con otros clientes del spa que pudieran oírlos o verlos. Si… podría ser.
    -Emm… Usagui-san- la tímida vos del chico sacó al autor de sus pensamientos.
    -¿Qué sucede?
    - Ya necesito aspirar.
    -¿Y que con eso?
    -¿No te molesta el ruido? Deberías ir a tu estudio.
    -No está bien - respondió el peli-plata.
    El pequeño castaño solo se encogió de hombros y se fue en busca de la aspiradora. No podía evitar pensar que su compañero se comportaba algo extraño ¿algo estaría molestándolo? O mejor dicho ¿Qué clase de pensamientos pasaban por esa cabeza plateada?
    Al cabo de unos segundos el escritor vio pasar la esbelta figura del oji-verde frente a él, arrastrando la máquina para la limpieza. Misaki comenzaba la limpieza por el comedor estilo occidental, había puesto las sillas de cabeza, todas ellas sobre la mesa quien sabe por qué. El mayor apenas alcanzaba a verlo pero instantes después le llegó el ruido del aparato. De verdad era molesto pero no podía encerrarse en su oficina cuando las ideas le llegaban una tras otra como ahora. Por más que ninguna lo convencía del todo para escribirlas en ese momento, podía dejarlas apuntadas para desarrollarlas después. De hecho eso era lo que estaba haciendo.
    Con que aspirando ¿eh? Qué tal si jugaba en un universo alterno donde su niño fuese un pobre chico huérfano sin nadie en el mundo y por azares del destino terminara trabajando como sirviente en una mansión para una poderosa familia. Entonces el joven amo de la casa pusiera sus lujuriosos ojos en la desvalida criatura y lo obligara a tener relaciones con él. Solo, indefenso, asustado y necesitando una forma de ganarse la vida el muchacho accedería. Pero lo que empezaría como un juego y extorción terminaría por convertirse amor. No, eso sonaba poco original, pero tal vez podría darle un giro para hacerlo espacial.
    El zumbido de la aspiradora era más y más fuerte.
    -…san- interrumpió la vos del chico- Usagui-san
    -¿Qué sucede?
    -Llevo llamándote un buen rato. Por eso te dije que te fueras a tu estudio.- lo miro con el ceño pero los labios se contraían de manera graciosa, como si fuera un patito.
    -¿Qué necesitas?
    -Lamento interrumpirte pero necesito limpiar aquí. Levanta los pies.
    Akihiko se recostó en el sofá para que su niño aspirara la sala. El fuerte ruido se hizo presente una vez más y Misaki comenzó a aspirar con gran detalle y atención.
    Mas el mayor en un momento dejo de escuchar. “¿Levantar los pies?” era como volar ¿y si planteaba un escenario totalmente extraño? Podría ser que en esta ocasión Misaki y Akihiko-san fueran un lindo extraterrestre y astronauta perdido en el espacio que va a dar a un planeta donde lo toman por un dios y el pequeño Sumo Sacerdote en el templo especialmente creado para complacerlo, y si a petición del dios los habitantes del planeta usaran su avanzada tecnología para clonar al sacerdote dando como resultado muchos Misakis cada uno con una “especialidad”. ¡Qué ridículo! No, no era una buena idea, empezando por el hecho de que su Misaki era absolutamente UNICO.
    El tentador aroma del salmón salteado con hierbas y mantequilla le llegó de repente haciéndolo salir de sus pensamientos, claro también hizo que su estómago se quejara con un fuerte ruido. ¿Desde cuándo tenía hambre? Espera ¿ya era hora de almorzar? Sin duda se estaba divirtiendo con su trabajo esta vez pero era tiempo de tomar un descanso. Cerró la computadora y tomó el periódico que en algún momento Misaki había puesto delante de él.
    Por encima de las enormes hojas del diario Usagui espió a su castaño vestido con ropa cómoda, preparar con esmero su comida del día. Bajo la vista y ojeo algunas noticias sin demasiado interés: el mundo seguía igual que siempre, conflictos armados aquí y allá, noticias económicas, había un artículo sobre un debate sobre la inflación el año anterior, como de eso se trataba su columna tenía que leerlo más tarde cuando su cabeza no estuviera tan llena de Misaki. También se informaba de algunos robos y otras noticias policiales, se comenzaba a hablar sobre quienes serían candidatos a primer ministro en las próximas elecciones. Se salteo por completo las secciones de deportes y espectáculos. Como de costumbre incluían algunas buenas noticias como un avance medico en una enfermedad que daba esperanzas a quienes la padecían. Lo de siempre. El clima al parecer seguiría muy frio esos días pero en la siguiente semana comenzaría a mejorar y se volvería apenas más templado.
    -Usagui- san – lo llamó la vos de su niño- el almuerzo está listo.
    Dejando el periódico a un lado el novelista pudo ver a Misaki dejar una última cosa en la mesa ya puesta ¡Diablos! Quería ponerla él para que no tuviera que hacer todo en la casa, ayudar con eso era lo menos que podía hacer. Ya era tarde, pero en la cena no se olvidaría.
    -¿Terminaste tu trabajo?- preguntó el chico, que por más que estaba en la mesa, no había dado un bocado.
    -No ¿y tú? Si terminaste podemos ir a algún lugar a pasear.
    -¡Ni hablar! Termina tu trabajo primero. Además a mi también me queda mucho por hacer.
    Misaki y su sentido de la responsabilidad. Sin duda lo gustaba eso, siempre cuidando o tratando de cuidar que él cumpliera con sus obligaciones. Estaba bien por esa vez, pero era seguro que la siguiente semana saldrían a una cita aunque tuviera que secuestrarlo.
    Todo estuvo delicioso, para variar, la comida caliente y cacera era lo mejor. Terminaron su comida hablando, como de costumbre, de cualquier cosa sin importancia. Akihiko vio como el castaño se disponía a lavar los platos que él mismo levantó.
    -¿No quieres que yo lave? –ofreció por segunda vez en el dia- me gustaría hacerlo de vez en cuando.
    - No Usagui-san, tu sigue con lo tienes que hacer.
    Con cierta molestia por el rechazo, el mayor camino hasta donde el chico estaba.
    -¡Suéltame!- se quejó Misaki cuando su novio lo atrapó por la espalda y recargó la cabeza en su hombro.
    -Yo lo haré
    -No y suéltame te dije.
    -¿Qué tiene de malo que quiera ayudarte?- inquirió el mayor en tono serio.
    - TÚ tienes trabajo que hacer- el castaño intentó liberarse pero solo consiguió un beso rápido en la mejilla- y te recuerdo que una de las veces que te deje hacerlo, dejaste caer un plato y terminaste lastimándote un dedo.
    -Solo fue un corte ligero, no es como si hubiera perdido el dedo- se defendió el hombre mientras intentaba dar otro lindo beso en la sonrojada mejilla.
    -¡Ve a hacer tu trabajo!- bien pero esa noche Misaki se las pagaría.
    Con una mueca en los labios Akihiko volvió a la computadora para pero no se acercó al archivo del articulo más bien se volcó de lleno a engrosar sus notas sobre Misaki. Lo vio sacarse el delantal de cocina y caminar escaleras arriba. Quizás un cambio de escenario estaría bien, pero también podía empezar con un escenario simple y cotidiano donde el romance y la pasión aparecieran solo porque sí entre Akihiko-san y Suzuki Misaki. Por ejemplo que su lindo niño vistiera solo un delantal de cocina, o una aún más simple donde el pequeño castaño se encontrara limpiando afanosamente la casa y entonces Akihiko sin necesitar mayor estimulación que esa lo rodeara amorosamente con sus cálidos brazos y empezara repartir besos y caricias, desprendiéndolo de la estorbosa ropa y después…
    ¡Ja! ¿Qué decía esa nota que la editorial siempre ponía en sus libros? “Los hechos y personajes que se describen son pura ficción. Cualquier parecido con hechos reales y personas vivas o muertas es pura coincidencia.“ Si como no. Las mejores partes de sus libros BL salían de la pura experiencia.
    Sus ojos violetas captaron la delgada figura acarreando la aspiradora al segundo piso, junto con un balde lleno de botellas de plástico de diferentes colores. Decidió seguirlo solo para no privarse de su compañía.
    -¿Qué haces aquí?- le preguntó una vos molesta del chico cuando lo vio entrar al baño detrás de él. Misaki se puso en alerta sospechando alguna oscura intención en el peli-plata -¿vas a usar el baño?
    Cierto no podía trabajar allí.
    -Tomaré un descanso
    -¿Y vas a descansar en el baño? Lord Usami si usted pretende…- comenzó a decir en tono tenebroso
    -¿Yo? Solo pensaba hablar- una sonrisa llena de maldad se le pinto en los labios- pero si tú quieres… podrías “entretenerme” en mi descanso
    -¡No! Usagui-san tu siempre con lo mismo.
    -Pero si el único que esta haciendo insinuaciones aquí eres tú- se acercó a donde estaba tratando de acorralarlo. Siempre disfrutaría de ese juego de persecución y coqueteo que se dada entre ellos cotidianamente.
    -No, no, no Usagui-san- le respondió tembloroso- mejor dicho ¿de qué quieres hablar?
    -De nada en particular- dijo Akihiko mientras el pequeño sacando una de las botellas y con ayuda de un cepillo comenzaba a lavar al mampara de la regadera fregando frenéticamente logrando una espuma blanca.
    -Si no tienes nada entonces deberías trabajar.
    -Después ¿Cómo va la tesis?-preguntó por decir algo.
    Misaki ni por un segundo despegó los ojos de lo que tenía delante pero Akihiko supo que su expresión había cambiado un poco por el tomo que usó.
    -Mm… la verdad es que no avancé nada desde el año pasado. Todavía me falta recolectar muchos datos.
    -Cálmate vas bien ¿Ya llamaste a Hiroki y al otro chico por lo de las entrevistas?
    -Aún no. Usagui-san no creo que sea buena idea- le respondió y sorprendentemente ya había terminado de enjuagar el jabón y ahora pasaba una goma para secar el vidrio por completo sin dejar rastro, como si fuera nuevo.
    -Créeme lo es. Fue una idea mi después de todo ¿Cuándo alguna de mis ideas no funcionan?
    “La arrogancia de Usami-sensei no tiene rival en este mundo.” Pensó el castaño mientras un aura de fastidio y cansancio lo rodeaba ¿Por qué ese hombre no veía la realidad tal y cual era?
    -No estoy seguro. Ellos solo preguntaron cómo podían agradecernos y tú te aprovechaste de su cortesía.
    -Por supuesto que no. No tiene nada de malo.
    -Lo correcto hubiera sido decir: “No es nada. Su agradecimiento es suficiente para nosotros”
    -Tranquilo, no es como si te estuvieras aprovechando de ellos.
    -Ese no es el punto- ¿Qué no entendía que prácticamente no conocía a esas personas?- ¿Te vas a quedar ahí?
    En algún punto de la charla el pequeño terminó con todo y estaba recogiendo las cosas ¡Que rápido! Misaki pasó a la siguiente habitación para repasar la limpieza en el cuarto de las anguilas. Akihiko fue detrás.
    Lo primero que hizo el pequeño fue deshacer la cama solo para volverla a armar. El porqué de aquello era desconocido para el novelista si ya estaba bien no era necesario arreglarla. Pero no quiso preguntar suponía que la respuesta sería algo como “¿Usagui-san no ves que las almohadas estaban torcidas?” Aprovechando que la cama estaba lista se sentó en ella. Con la velocidad de un tren bala Misaki encendió la aspiradora una vez más pasándola a lo largo y ancho del piso hasta el rincón más alejado. Mientras Akihiko siguió con sus notas para un posible libro BL. La última idea necesitaba pulirse un poco para llegar a ser viable. Es decir, necesitaba darle un toque para que fuera interesante. Para empezar Misaki-kun debía estar limpiando la casa que compartía con su hermano mayor, Takahiro, en una tarde cualquiera después de la universidad y Akihiko-san llegara sabiendo que el menor se encontraba solo, únicamente con la intensión de pasar unos momentos a solas pues hacía varios días que no se veían. El problema de la situación es que inevitablemente el hombre después de varias horas de charla y sonrisa desearía tomar al menor aun a pesar de saber que se acercaba la hora en que Takahiro salía del trabajo y que este jamás se demoraba en llegar a su hogar. Pero la pregunta era ¿en qué cuarto de la casa sería bueno tomar a Misaki? ¿Y en qué forma?
    -Levanta las piernas Usagui-san, necesito aspirar debajo de la cama- la vos del menor lo sacó de sus pensamientos.
    -Si claro- obediente subió sus largas extremidades y las cruzo en la cama mientras que el castaño se enfocaba en aspirar “¿Levantar las piernas?” podría ser una buena idea que el pequeño Suzuki tímidamente y, solo para complacer a su seme levantara las piernas y las abriera en forma de V- Me sorprende que no muevas la cama para aspirar debajo
    -Es que hoy es solo una limpieza superficial, eso lo hare la semana próxima.
    Ahora el oji-verde dejaba de lado la molesta aspiradora y tomando un paño junto con un aerosol de olor cítrico repasaba los anaqueles de la habitación.
    Humm… tal vez en lugar de hacerlo levantar las piernas Akihiko podría tomar el paño con el que su niño limpiaba y atarlo en algún lugar. No, ese olor a naranja y limón era agradable en los muebles pero nada sensual y no olía bien en la piel.
    -No es necesario que hagas eso. Está limpio.
    -Que parezca que está limpio no significa que lo esté. Y ya cierra la boca y ponte a trabajar.
    -Lo estoy haciendo ahora- replicó el albino con cierto tono dolido- pero me gusta hablar contigo mientras ¿A ti no?
    El castaño soltó un suspiro y no dijo nada, de alguna manera era menos pesado limpiar con la compañía de Usagui-san.
    - No me culpes si tu trabajo queda mal.
    El novelista no respondió nada la frase anterior quedó revotando en su cabeza. “Cierra la boca” cerrar la boca… en ese caso Akihiko-san amordazaría a su adoración castaña en lugar de atarlo con la excusa de que si no lo hacia los vecinos escucharían.
    En un parpadeo el chico termino y salió cargando con todo con su amate detrás como una sombra inusualmente parlanchina ese día. La siguiente habitación en ser “repasada” fue la de los trenes, allí el oji-esmeralda usaba una pequeña aspiradora de mano. Era imposible usar la normal en el piso porque los trenes a escala ocupaban toda la extensión del lugar. Esquivando vagones, locomotoras, casitas; saltando por encimo de rieles y estaciones a escala el joven universitario se encargaba de todo sin dañar nada, ni el más pequeño bosque que estaba en un rincón, ni la cuidad de casas bajas con techos rojos que descasaba a un lado de la estación principal. En opinión del escritor todavía faltaban algunas líneas más y claro, una montaña para que un túnel pasara por debajo y por supuesto otro puente colgante. Si, Akihiko tenía toda una red ferroviaria en aquella habitación, cualquiera de sus habitantes podía llegar al punto que deseara de su pequeño país sin problemas solo con abordar un tren. En ese cuarto el peli-plata tenía una banca que semejante a la de los parques en un rincón pero Akihiko no quería sentarse a escribir más bien aprovecho para encender sus trenes. Al instante las luces se encendieron, algunas de las maquinas silbaron y comenzaron a moverse lentamente.
    -Usagui- san no puedo limpiar si los trenes se mueven.
    -Está bien- con gesto infantil el escritor apagó las maquinitas y se sentó en el rincón y desde su banca miro los juguetes.
    Casi al instante su mente rememoró ese maravilloso viaje en tren a Sapporo cuando se amaron con locura solos en ese vagón que se mecía en la oscuridad. Tan profundo había sido el sentimiento de pedida que recordaba el dolor y la tristeza de aquellos días sin problemas. Pero no importaba ya el reencuentro fue muy dulce y cálido.
    Uno por uno, juguete tras juguete Misaki limpio trenes, estaciones y casitas con la velocidad de un rayo dejando todo el cuarto resplandeciente y se fue a seguir con su tarea. El novelista por su parte, estaba de lo más concentrado detalles salteados del pasado: las caricias en el tren en el cuarto del hotel, los helados por las tardes, la carita sonriente de su castaño en los paseos, las tiendas de marimo, la encantadora caminata en la que Misaki lo dejo tomarlo de la mano en público. Los ojos amatista recorrieron la habitación ¿dónde estaba el oji- esmeralda? No estaba, tampoco las cosas de limpieza. Lo encontró en la habitación del marimo, la cama ya estaba hecha y el pequeño comenzaba a aspirar.
    Akihiko se sentó en la cama y volvió a abrir su lap top volviendo a su trabajo ¿Qué lugar etaria bien para estar con Misaki? Cualquiera ¿pero cuál era el mejor para su libro? ¿La habitación? Muy aburrido ¿la cocina? Demasiado usado ¿el comedor sobre la mesa? Podría ser pero necesitaría una mesa con patas resistentes o terminarían estrellándose en el piso. Ahora que lo pensaba ¿Qué tan resistentes eran las patas de su mesa? En todos estos años no la había probado, obviamente tendría que hacerlo lo antes posible como parte de una investigación.
    -Usagui-san llamó su niño que al parecer había terminado con otro cuarto- ayer ordené tu estudio ¿puedo suponer que sigue habitable o debo limpiar otra ves?
    - No, está bien.
    -Bien
    El castaño salió acarreando sus cosas y desde luego que su novio fue detrás. En realidad en el estudio solo había unos cuantos libros de referencia en el piso y algunas revistas de economía ¡Ah! Era cierto que la noche anterior se le había roto una tasa pero él recogió los trozos y los tiró en el cesto además ya estaba vacía por lo que no quedo mancha de café en el piso y claro unas cuantos Suzuki’s todavía descansaban allí, también unos documentos en el escritorio y hojas sueltas con ideas que desechó, el estuche de sus anteojo debía estar por en algún punto de mueble, el periódico del día anterior y no estaba seguro si había recogido los bolígrafos que se rodaron por el piso antes de que se fuera a dormir. Pero si le decía todo eso a su lindo amante le gritaría por lo que esperaría para informarlo así podría decirle que le llevó dos días por lo menos generar ese desorden y no solo un par de horas. Por otro lado Akihiko pensaba que el dulce Misaki ya hacia demasiado por la casa, él mismo lo arreglaría después.
    El estudio sería una buena locación para su libro. No el de su casa, sino el que el hermano de su ficticio Misaki tenía en su hogar para trabajar que era estrecho e íntimo. Podía entrar encerrados en un beso desesperado y sin importarle nada Akihiko-san tiraría todo lo que el escritorio tuviera encima rompiendo en pedazos la computadora de su amigo para lo que después tendría que inventar una convincente justificación. Recostaría al pequeño sobre la madera y lo desnudaría con premura.
    Akihiko tipiaba rápidamente desde el pequeño asiento en el que estaba acomodado en la habitación del clan Suzuki con la computadora en sus piernas. Misaki lo vio un poco incómodo. Mientras se dedicaba al piso del cuarto
    -¿Vas a seguirme a todos lados?
    -Si- contestó sin levantar la vista de la pantalla
    Misaki se sintió un poco raro con el escritor pegado a él como una sombra de un lado para otro, por un lado estaba bien que le hiciera compañía, pero por el otro se sentía en peligro constante. Volteaba a cada rato a mirar sobre su hombro para ver en qué momento el peli-plateado se acercaba por la espalda con intenciones poco puras. Casi podía escuchar la música de Tiburón sonando en sus oídos. Pero no pasaba nada, solo lo seguía, escribía y le hablaba de vez en cuando ¿se había vuelto paranoico?
    Mientras el chico usaba de nuevo la aspiradora de mano en los osos Akihiko seguía con su flujo de ideas. Definitivamente el estudio era lo mejor y viendo a su pequeño manipular sus osos pensó que ya era hora que el alter-ego literario del castaño fuera un poco más osado, entonces usaría un lindo raje de oso solo para complacer a su seme. Unas tiernas orejas una linda camiseta que dejar a la vista el ombligo y por supuesto un diminuto pantalón corto que remarcara bien el redondo trasero y dejara libre el miembro sin necesidad de quitarlo, todo de una suave tela de peluche decorado con un esponjoso pompón ¡Como le gustaría que el Misaki real hiciera eso! Dejara de lado las inhibiciones que lo ataban y atreverse a cualquier cosa y dedicar todo su esfuerzo solo a él. Aunque… bueno pensándolo mejor Akihiko estaba enamorado del Misaki real lindo y tímido como era.
    Osos grandes, osos medianos, osos pequeños, los que solo usaban listón, los que vestían camisa y pantalones cortos o largos, los que tenían algún disfraz especial como de bombero o policía o piloto de avión, los que usaban ropa de verano, los usaban ropa de invierno con bufandas incluidas, los que tenían sombrero, las ositas que portaban vestidos o polleras, oso deportistas, osos oficinistas, osos astronautas; limpiarlos a todos ¡era una verdadera molestia! Así y todo uno por uno fueron aspirados con paciencia digna de admirarse por parte del castaño. Cierto, le tomo más de dos horas hacerlo pero Misaki pudo cantar victoria cuando por fin termino de repasar hasta la mamushka más pequeña y el oso robot que eran los últimos de la colección del mayor.
    Para entonces ya era más de media tarde y en el exterior parecía que fuera media noche, seguía nublado. Con un suspiro de cansancio el oji-verde se dispuso a salir de la habitación para pasar a la siguiente
    -Misaki- la vos del escritor rompió el silencio que hasta entonces solo estuvo matizado por el sonido de sus dedos en el teclado que, lejos de escribir, hacia un pequeña investigación sobre modelos de trajes de osos en internet. Encontró algunos muy interesantes incluso Akihiko pagaría un millón de dólares sin quejas si con eso lograba que su Misaki los luciera para él. No iba a pasar. Más allá de sus fantasías el escritor notó que el más joven estaba cansado- tengo hambre ¿quieres tomar un café?
    -Estoy ocupado, sírvete tú mismo.
    -Vamos, toma un café conmigo ¿o vas a dejar que muera de hambre?
    -Está bien- Misaki volvió a suspirar y se rindió, después de todo no le caería mal sentares unos minutos aunque fuera para cumplirle un capricho a Usagui.
    -Quiero un emparedado tostado, yo haré el café.
    Dicho esto bajo las escaleras directo a la cocina, en realidad el café ya estaba hecho por lo que solo tuvo que servir dos tasas y llevarlas a la mesa mientras el castaño tomaba el pan una lonjas de jamón y un poco de queso y en cuestión de minuto los dos emparedados estaban listos y en la mesa.
    -Hoy estoy algo cansado- se quejó el chico mientras disolvía un poco de azúcar en su bebida- suerte que tu estudio está limpio o tendría que pasarme el resto de la tarde en él.
    -Sii…-Akihiko solo dio un sorbo mirando a un lado- ¿Qué quieres hacer mañana?
    -No lo sé Usagui-san.
    -Salgamos ¿si? Deberíamos tomar unas vacaciones antes que tengas que volver a la editorial sería bueno…
    -NO- le respondió tajante- Usagui-san sé que todavía tienes una fecha límite dentro de dos semanas ¿cierto?
    El tono de reproche por un momento le recordó a la pesada de Aikawa. Definitivamente tendría que hacer algo para que esos dos no pasaran tanto tiempo juntos y, por otro lado parecía ser que su lindo castaño ya empezaba a sufrir síndrome del editor.
    -Entonces salgamos mañana,- dijo mientras observaba al pequeño dar una gran mordida a su sándwich
    -Emm…- tragó- faltan algunas cosas en la despensas por eso tendría que ir al supermercado, puedes venir si quieres.
    -Solo si después vamos al centro comercial.
    -Usagui-san ¿no estarás pensando en comprar cosas innecesarias otra vez?
    -No- claro que no solo algunos juguetes que se le antojaban para agregar a su colección y tal vez algo de ropa para Misaki, solo para verlo probársela y una visita a la librería para curiosear y un reloj nuevo porque el que tenía ya le aburría.
    Misaki suspiró profundamente casi adivinado las verdaderas intenciones del hombre frente a él, inhaló profundo por la nariz.
    -De acuerdo.
    - Entonces es una cita – Akihiko se dio por satisfecho solo con eso por el momento pero el chico terminó su merienda casi instantemente y era evidente que todavía tenía hambre.
    -¿Qué? ¿Cuál cita?-
    -Toma- el peli-palta le tendía si emparedado intacto- comételo por mi.
    -¿Ah? ¿No estabas hambriento?
    -Si pero con el café es suficiente. Además ya se enfrió, prefiero esperar a la cena.
    Misaki ya no se preguntaba por qué Usagui le pedía algo para luego decir que no, estaba tan acostumbrado a sus caprichos que si no era muy extravagantes los cumplía sin más asique se dedicó a terminar su comida hasta que no quedara nada.
    Akihiko por su parte solo lo miro entre sorbos de café pensando que Misaki era un poco extraño, la mayoría de los chicos de esa edad pasaba los sábados con sus amigos o saliendo por las noches no limpiando hasta el último rincón de una casa para terminar agotado. Los domingos solían pasarlo en algún sitio relajado y divertido no en el supermercado. Él mismo, años atrás a la edad de Misaki salía bastante con Takahiro, a pesar de no tiene mucho amigos si tenía compañía ocasionales y se divertía a su manera. Es decir, él no era partidario de bailar desenfrenado en medio de una pista y no gustaba las multitudes pero sin duda sus noches era mucho más interesantes que solo caer dormido del cansancio por haber limpiado todo el día, salía a clubes y bares recorría los lugares que le parecían interesantes conocía personas. Misaki no había tenido nada de todo eso, salió de casa de su hermano a la tierna edad de 18 años solo para empezar a vivir con él. Se veía de vez en cuando con su amigo de pelo claro y tenía un grupo de personas con la que se vía de la universidad o el trabajo pero nada especial. No salía por las noches. Era él quien no se lo permitía su maldito miedo a perderlo, lo estaba alejando de todo y ya era viejo para visitar discos y además no le gustaban ese tipo de lugares. Egoísta. Misaki no conocía nada de eso ¿acaso por su culpa Misaki estaba perdiendo una parte de su vida?
    -¿Ya terminaste?- la dulce vos de su castaño lo sacó de sus pensamientos- ¿Qué?- preguntó el chico después de que solo recibiera una extraña mirada como respuesta
    -Nada.
    - Entonces ¿ya terminaste o quieres mas café?
    -No ya terminé.
    -En ese caso deja la tasa en la cocina y la lavaré después de cenar, ya voy a terminar limpiar por suerte solo falta tu cuarto y el mío.
    -Misaki…- el castaño todavía no se acostumbraba.
    -¿Qué sucede?- preguntó ya desde el otro piso.
    - Lo que acabas de decir- le advirtió alcanzándolo en la puerta
    -¿Eh?
    -Dijiste tu cuarto y el mío. Misaki ¿de quién es esta casa?
    -Eso no importa Usagui –san- el castaño hablaba sin mirar a su interlocutor deshaciendo la cama individual de la que fuera su habitación para después volverla a armar. Al mayor le parecía que estaba muy nervioso.- En lugar de perder tiempo en eso deberías terminar tu trabajo
    -Lo haré en cuanto respondas- le dijo serio Akihiko una vez que lo alcanzó. Ese era un tema de suma importancia y nada lo detendría- ¿de quién es esta casa?
    Hubo un silencio que duró varios minutos hasta que el oji-esmeralda se puso rojo y muy bajito respondió
    - Nuestra.
    Solo entonces Akihiko tomo su lap top y se sentó en la cama recién hecha, mientras Misaki repasaba el escritorio con un paño anaranjado.
    Ahí estaba otra ves exigiendo más de él “No debo presionarlo- se recriminaba asimismo- con Misaki es mejor ser delicado, tener paciencia.” El escritor de mirar amatista suspiró profundamente y dejó sus oscuros pensamientos a un lado antes de que tomaran control de él. Decidió volver a lo que hacía antes, es decir algunas ideas sueltas para sus libros BL. El traje de oso era tierno pero había otros mucho más excitantes. Estaban los clásicos como el de maid ¿Qué tan sensual seria la vos de su Misaki llamándolo “Amo” entre gemidos? O el de colegiala con una diminuta pollera a cuadros camisa y corbata incluida, también el de enfermera, todo blanco con zapatos de tacón, de gato y conejo con sus orejas y la correspondiente cola. Siguiendo con su investigación en internet Akihiko encontró otros más extraños como de extraterrestre que tenía antenas verdes y un tercer ojo o ¿zombi? ¿Qué clase de persona encontraba erótico a unos cuantos harapos sucios y un poco de maquillaje pálido? En la amplia gama de posibilidades se topó con otros atuendos más inocentes y fantásticos como ángel, mago o caballero y hada, este solo consistía en unas alas de tonos claro y un frasco de brillo para el cuerpo por la persona que lo vestía en realidad iba desnuda ¡Un par de alas verdes que combinaran con sus ojos le sentaría tan bien!
    El escritor vio que Misaki salía de la habitación para ir a la última, es decir su cuarto. Era mejor dejar de pensar en “eso” por unos momentos o no podría contenerse. Después de su pequeña investigación y con sentir la constante presencia de su niño corría el riesgo de excitarse y terminar tomándolo y quería esperar a la noche para que Misaki no le reprochara que tuviera que limpiar, al menos ese día, esperaría.
    Desde la puerta el joven universitario respiro hondo y soltó el aire en un prolongado suspiro. Resignado a que la habitación de su casero le llevaría por lo menos otra hora probablemente hasta la cena. No, espera, esa no era ya la habitación de su casero… era…era… ¡como fuera tenía que limpiar o nunca terminaría!
    Como siempre el bastardo de Usagui se había levantado sin siquiera acomodar la cama y dejó tirado el pijama mojado en el suelo. Era mejor comenzar de una vez. Con gesto de cansancio el pequeño fue esquivando cosas hasta llevar a la prenda abandonado en el suelo, levantó el pijama así como una camisa azul que por alguna razón estaba allí también. Un traje gris plomo que estaba abandonado en una silla, y por supuesto algunos pares de medias dentro de los zapatos, un suerte color claro y otra camisa de color morado. Todo fue al seto y llevado al cuarto de lavado excepto el traje que necesitaba plancharse antes de volver a su lugar en el armario.
    Akihiko solo se acomodó en la cama y esperó a que su amante volviera dejando la computadora a un lado- ¿Qué quieres hacer mañana?
    -Ya te lo dije, hay que surtir la despensa. Tengo la lista asique no tardaremos mucho- Misaki hablaba mientras levantaba uno a uno los juguetes del piso y los iba acomodando en la cama (el único lugar donde cabían todo juntos, eso sí, casi amontonados)
    -Está bien pero ¿Qué haremos en nuestra cita?
    -¿¡Que!? ¿Cuándo dije que iríamos a una cita?
    -Claro que sí. Después del supermercado iremos al centro comercial ¿O estás diciendo que no vas a cumplir tu promesa? Podemos comprar algunas cosas o también hay salas de cine en el segundo piso ¿Te parece si vemos una película?
    -Em… no Usagui-san habías dicho que solo sería un paseo.
    “No lo que dije fue que no compraría cosas innecesarias” –Eso sería aburrido además…- se detuvo en su argumento cuando se dio cuenta que Misaki lo miraba de forma extraña y se tapaba la boca con las dos manos. Extrañado giro la cabeza y se dio cuenta que estaba totalmente rodeado por sus juguetes con él en centro.
    Misaki ya no podía Usagui se vía como el rey de los juguetes tan alto y con su porte siempre elegante y varonil rodeado de peluches, conejos y ositos ¿Qué pasaría si le tomara una foto y la llevara a la editorial? Estalló en risa y para su sorpresa Akihiko rio también Misaki se imaginaba la cara de Aikawa cuando la viera gritando emocionada seguramente diría que quería una copia amplificada y enmarcada y a Isaka-san tratando de destruirla para que no se filtrara y arruinara la imagen del galantes escritor o no, quedándosela para chantajearlo con ella, y es que era una imagen tan inusual y fuera de lo común.
    -Además- siguió el mayor una vez que su propia risa se calmara y que Misaki sofocara las ultimas carajadas, tratando de respirar y secando las lagrimitas de sus ojos- no tiene nada de malo pasar por la juguetería solo a mirar.
    -¡Ni se te ocurra! Usagui-san tú no sabes “solo mirar” y ya tienes demasiados juguetes.
    -Pero todavía me falta….
    -¿¡Lo ves!?- señalo el castaño al notar que el mayor ni siquiera sabía qué pretendía comprar- además si consigues más juguetes tendrás que salir de aquí ¿Por qué mejor no compras una fábrica de juguetes? De ese modo siempre tendrías…- el brillo amatista relampagueó en la habitación- no, no, no ¿Qué harías con una compañía de juguetes?- Misaki retrocedió varios pasos sacudiendo su mano frenéticamente- tendrías que ir a la reuniones y hacerte cargo de la presidencia.
    -Pero de ese modo tendría todo lo que quisiera gratis.
    -No, no y no Usagui-san piensa ¿de verdad quieres convertirte en empresario?
    -Mm… digamos que lo pensaré con cuidado.
    Misaki aceptó lo último un poco inquieto y rogando que al peli-plata no se le ocurrirá tomar en serio sus palabas, ya podía escuchar los llamados de los ejecutivos de la empresa que entre llantos desesperados suplicaban que su jefe apareciera para hacerse cargo de la compañía. Akihiko lo miró riendo por dentro. Más bien de tanto hablar de juguetes tuvo una buena idea. No se daría por vencido fácilmente en sus planes para la cita.
    -De cualquier manera digamos que solo pasaré a la juguetería para ver si necesito algo o no.
    El castaño volvió a suspirar mientras arrastraba la aspiradora hasta el rincón más alejado de la puerta - Pero promete que no gastaras mucho dinero- era imposible discutir después de todo él era así y sin sus caprichos infantiles no sería Usagui-san.
    Una vez que el molesto ruido de la aspiradora cesó y el castaño se disponía a volver cada cosa a su lugar Akihiko volvió a hablar.
    -Todavía no me respondiste ¿Qué quieres hacer mañana? ¿A dónde te gustaría ir?
    -No hay nada que quiera asique donde sea está bien. Además no es nada especial.
    -Tonto, siempre que estemos juntos será especial- le cortó el otro con una ligera sonrisa y usando ese tono en particular que lo hacía temblar. No entendía por qué Usagui-san decía cosas como esas, es decir sería un día como cualquier otro, solo que iría a comprar unas cosas y recorrerían algunas tiendas. Aunque tenía que reconocer que era una rara ocasión el trabajo de los dos los mantenía siempre ocupados casi nunca salían por lo que si, era especial. Eso no quería decir que estuviera esperando por su cita.
    - Esta decidido iremos al cine y después a cenar en algún buen restaurant.
    - ¿Ya terminaste tu trabajo?- inquiero el oji-verde antes de que su novio agregara más ítems a su improvisada salida y notando que no se movía de donde estaba y la computadora llevaba un buen rato cerrada, tanto que él había tenido tiempo de acomodar todos y cada uno de los juguetes en el piso y ahora se ocupaba de las repisas.
    -No estoy tomando un descanso.
    -Deberías terminar de una vez- le recordó por enésima vez en el día- no quisiera que la pobre Aikawa-san tenga que venir a gritarte.
    - Terminaré no te preocupes. Ni siquiera Aikawa trabaja los domingos. Nadie interrumpirá nuestra cita.
    -Ya te dije que no es una cita.
    Había pasado más de una hora desde que Misaki comenzó a limpiar ese cuatro y para su fortuna ya estaba casi terminado. Abrió el armario solo para verificar, si había un lugar donde el escritor era ordenado era allí, los trajes estaba todos colgados y los zapatos cada par en un compartimiento individual cerrado.
    -Misaki- le llamó el oji-violeta- ¿no crees que deberíamos traer tu ropa aquí también?
    -¿Eh? –Por alguna razón la pregunta lo puso nervioso- Eso no importa Usagui-san además ¿Dónde cabria mi ropa aquí?- le respondió sin mirar otro lugar que el interior del mueble.
    -Podemos arreglarlo. De esa forma no tendrías que salir cada vez que te cambies.
    - No, está bien- logro decir- y ya muévete de ahí que necesito arreglar la cama.
    El novelista se paró en silencio y dejó que el chico castaño sacara las sabanas y las almohadas y las cambiara por otras limpias junto con las fundas y finalmente terminara de colocar as mantas y algunos almohadones encima dejándolo todo en perfectas condiciones. Akihiko miró todo en silencio tenía una ligera sensación de insatisfacción “Paciencia” se recordó a sí mismo.
    -¡Ahhh!- Misaki soltó un suspiro que atrajo la atención del escritor- ¡Por fin terminé!- el pequeño contemplaba su trabajo terminado con las manos en la cadera y una pequeña sonrisa de triunfo. Akihiko olvidó qué era lo que le molestaba.
    -¿Qué?
    -Nada.
    -¿Puedes creer que ya es hora de la cena? ¿Qué quieres comer?
    Claro Misaki estaba ahí a su lado y eso era la total felicidad más de lo que podía pedir, todo lo demás solo eran caprichos suyos, detalles sin importancia que se darían con el tiempo, pero si no ¿qué más daba? Ya tenía lo más preciado de todo.
    -Lo que sea está bien, pero algo para el frio y el cansancio sería ideal.
    -Bien entonces haré sopa de miso con dashi.
    Mientras como de costumbre Misaki preparó la comida para los dos y puso la mesa a la velocidad de un rayo. Mientras el autor por fin leía el artículo del diario que le interesaba para empezar el trabajo que debía entregar.
    La verdad la comida caliente ayudaba para reconfortarse contra el día gris y alejaba los oscuros pensamientos que lo atormentaban. Miraba la ventana, las nubes negras seguían poblando el cielo llevándose todo rastro de luz, el viento aun soplaba helado e inclemente, alguno copitos solitarios caían arrastrados con violencia. Akihiko pensó que era una noche perfecta para acurrucarse en la cama con un tibio cuerpecito a su lado.
    Por su parte Misaki lavó los platos como siempre lo hacía vigilando su espalda esperando un inminente ataque que nunca llegó.
    -Estoy tan cansado- soltó en un suspiro- ¿Usagui-san vas a trabajar hasta tarde hoy?
    -Si.
    -En ese caso te dejo café recién hecho en la cocina.
    El hombre asintió mientras tecleaba en su computadora desde la sala. Misaki subió para tomar una ducha relajante. Alertado por su sexto sentido e instinto de auto-conservación cerró la puerta del baño con seguro. No quería que su baño se viera interrumpido y terminaran haciendo “eso” en lugar de asearse. Aunque tenía que reconocerlo (y no es que lo estuviera deseando o algo así) Usagui-san se portó muy bien todo el día.
    “Tal vez yo haya tenido algo que ver” pensaba mientras se secaba la cabellera castaña ya vestido con su pijama azul marino. Cansado en verdad, salía del baño con pasos vacilantes. Él estaba trabajando en la sala por lo que sería más fácil, el meterse a la cama matrimonial y dormir por alguna razón le costaba mucho. Todavía luchaba consigo mismo cada noche, se lo repetiría las veces que fuera necesario, él no dudarba de su decisión ni se arrepentía de haberla tomado, solo que en su interior quería que fuera de otro modo, él pensaba que tenía que ser más natural y el no poder hacerlo, de alguna forma lo hacía sentir como un cobarde.

    El depredador estaba al acecho, sabía que su presa esperaba ser atacado en el baño pero se equivocaba. En la oscuridad de la habitación, agazapado detrás de la puerta, esperaba. Paciente debía ser paciente ya faltaba poco. El tenue brillo plateado de su cabello era lo único que iluminaba el lugar. Los pasos ligeros se acercaron, la puerta se abrió despacio y la luz del pasillo se coló en el cuarto dejado ver su figura.
    -¡Woo!- Misaki de repente se vio atrapado por algo y solo sintió el dolor en la parte baja de la espada al caer al suelo- ¡Que te pasa! ¡No me asustes así!
    -Necesito recargar- le susurró al oído para después dar una ligera mordida en la oreja- Necesito Misaki.
    De alguna forma el pequeño se encontró atrapado por la cintura, preso de esas grandes y frías manos. Sentando en el piso con el escritor prácticamente sobre él.
    -NO- rotundo el chico fue escurriéndose hábilmente de su captor. Fruto de años de experiencia escapando del pervertido de su amante se zafó un poco y empezó a retroceder, logró levantarse del piso- dijiste… prometiste- chocó con algo suave y volvió al piso. El gigantesco dinosaurio motociclista de peluche.
    -Dije que no te haría el amor todos los días, y lo cumplí- Akihiko nuevamente se acercaba acorralando a su presa contra su aliado de peluche. Colocando un brazo a cada lado quedo situado justo a la altura de sus ojos esmeralda.
    - Pero solo pasó una semana.
    -Hmm… no sabía que estuvieras contado los días- la picardía y la satisfacción de un nueva victoria brillaron en el amatista de sus ojos- pero te equivocas fue una semana y un día.
    -¿¡Que?! Eso no importa Usagui-san deja de…
    Sin pedir permiso Akihiko dejo un beso suave en la boca del más joven, ligero y rápido, solo para ver la reacción del otro. Aun enojado. Sin perder tiempo otro igual de dulce fue robado un poco más largo y con más pasión.
    -par…- lo mismo. Debía seguir cuanto antes.
    Antes de que Misaki pidiera protestar Akihiko volvió a besarlo. Más intensamente que antes ahogando cualquier queja con su cálido aliento. En los labios que tanto conocía Misaki pudo saborear el puro amor que el novelista le profesaba. Semejante declaración no pudo ser negada en los gestos del castaño y correspondió el gesto con sutileza y lentamente. El oji-violeta por su parte se dejó llevar, sintió los tiernos labios moverse a su compas intentando devorar los suyos. La voluntad del chico estaba doblegada.
    Junto cuando el castaño esperaba algo tierno y amable lo inesperado pasó.
    -¡¿Queee!?-exclamó cuando el pantalón del pijama le fue arrebatado de un solo tirón. Los ojos hambrientos del escritor se posaron como atraídos por un imán en “esa” parte de la anatomía de su amante, cubierta por la tela gris de la ropa interior recién puesta que para él guardaba un profundo misterio que se insinuaba en sus forma sutiles.
    La excitación subía en él y la vergüenza se apoderaba del oji-verde.
    -¡Oh que mal!- dijo el mayor con vos suave- parece que te dolió la caída. Déjame compensarte.
    Cada una de las manos fue a posarse de las redondas nalgas.
    -¡Ah!- exclamó el castaño. No sabía si por el dolor que le provocó el apretón recibido o porque el pervertido peli-plateado lamió el cuello a la vez- Per…pervertido- se quejó y fue retrocediendo con las manos, sentado como estaba. Chocó de nuevo con el dinosaurio y se escucharon otros sonidos leves de juguetes al caer y entre sí.
    -Shhh- dijo el novelista poniendo un dedo sobre los labios de su novio- ya te lo dijo necesito Misaki- ya posicionado sobre el castaño volvió a besarlo con lujuria y con fuerza mientras uno solo de sus largos dedos pasó por sobre la tela del pijama pasando lento por el pecho y el vientre y sin detenerse fue directo a la virilidad del muchacho tocándola apenas como un gentil visitante que llama a la puerta. Delineo su largo para después atraparla con rudeza. Misaki abrió grandes los ojos verdes por la sorpresa e intentó terminar el contacto pero el mayor no lo permitiría. Apretó fuerte los labios dispuesto a no dejarlo ir esa noche y haciendo uso del peso de su cuerpo empujó la delicada figura para dejarla recostado en el cuerpo del juguete de peluche.
    -Usagui-san no… no me toques ahí- alcanzo a decir en un último intento de negar lo inevitable.
    Aun con la tela de por medio los diestros dedos del escritor se cerraron en torno al pene del joven. La experta mano subió y bajó, lenta, muy lentamente pero con firmeza. Misaki cerró los ojos con fuerza, de su garganta escapó un sonido, todavía no era un gemido pero le decía a Akihiko que iba por el buen camino. Intensificó la energía de sus movimientos ya con un poco más de confianza al notar al notar que esa parte de su querer tomaba temperatura y, al mismo tiempo mordía suavemente su oreja-¡Te deseo!- le dijo en un tono íntimo.
    -Ahhh- dulce y sutil, así sonó la vocecita de su pequeño.
    El castaño era torturado en dos puntos, la siempre hábil mano del novelista se movía a lo largo de su pene con rapidez mientras que la húmeda y caliente lengua bajaba por su cuello.
    Misaki templó cuando los fríos dedos dejaron de acariciarlo por encima de la tela y se colaron por dentro del bóxer con el fin de sentir bien la temperatura que iba tomando. El peli-plata dejó que una primera oleada de calor le sacudiera en cuerpo ante el contacto. No necesitaba mayor estimulación que esa ya estaba listo para lo que fuera. Sin pensarlo dos veces y como tenia calor, se separó del cuerpo del castaño para librase de su corbata y camisa.
    Esa era su oportunidad, si Misaki quería escapar solo debía hacerlo. Akihiko lo había soltado solo tenía que pararse e irse y después escabullirse a cualquier lugar seguro. Pero en lugar de eso su mirada verde se perdió en los movimientos del hombre delante de él, y en lo que dejaban a la vista ya con el pantalón desabrochado y la camisa a medio caer de sus brazos. Más allá de que tuviera o no la oportunidad de irse Misaki no lo haría. Esa era una rara ocasión el que solía quedar sin prenda alguna primero de los dos era él. Usagui-san solo actuaba así cuando había aguantado mucho tiempo. Pero solo habían pasado poco más de siete días ¿Cómo era posible que…?
    -¡No me muerdas!- Akihiko lo hizo solo para llamar su atención- me dejarás marc…
    En ese momento en la oscuridad de la habitación brilló una intensa luz azul seguida casi instantáneamente por un estruendo tan potente que las paredes temblaron.
    -¡Ah!- gritó Misaki y por acto reflejo se abrazó a la espalda del escritor.
    -¿Te asustan las tormentas?- tuvo el descaro de preguntar con su odioso tono burlón. – Definitivamente eres un niño. No te preocupes yo te protegeré de todo incluyendo de truenos, rayos y monstruos de armario.
    -¿Qué? Ya te dije que dejaras de tratarme como a un idiota.
    En ese momento les llegó a ambos el sonido de la lluvia cayendo igual que en un diluvio. La tormenta que había estado amenazando por fin había llegado; y se mostraba implacable.
    -Y yo te digo que no lo hago- las manos que creaban obras maestras se atrevieron a adentrarse por debajo de la camisa para dormir del joven, rodeando su estrecha cintura con seguridad y atrayendo al castaño a su cuerpo.
    El rostro del oji-violenta se hundió una vez más en el hueco del hombro del menor descorriendo la tela azul con la nariz y solo se quedó allí muy quieto si decir una palabra.
    La respiración de Usagui-san húmeda y caliente parecía quemar la blanca piel de Misaki pero era tan placentera la sensación que le daba que el pequeño solo la aceptó. Su verde mirar se perdió en algún punto de la oscuridad de la habitación y dejó que el hombre con un gentil movimiento lo recostara en la pansa del juguete caído.
    -¡Eres tan lindo!- le declaró con vos aterciopelada. “Soy hombre” hubiera protestado en cualquier otro momento pero no cuando Usagui lo besaba de la manera en que lo hacía en ese instante, dulce y gentil, ni cuando su mano bajaba lenta por su pecho, ni mucho menos cuando los ojos amatistas brillaban de esa manera especial al decirlo.
    Akihiko repartió besos por todo el rostro del menor: la frente, las mejillas, los parpados, la nariz, daba esporádicos toques en los labios. Mientras, hábilmente, aprovechado el descuido se metía entre sus piernas para tenerlo a su merced.
    -Usagui-san no, no sigas- pudo decir el chico, mas el escritor no hizo caso al balbuceo, en lugar de eso volvió a reclamar sus dulces favoritos y los besó con pasión revelando que esa noche no planeaba detenerse ante nada. Con sus ojos cerrados el novelista aprisionaba fuerte y demandaba cada vez más de la boca Misaki. Robándole el aliento, dándole el suyo a cambio, logrando que el corazón del chico entres sus brazo se acelerara. El oji-violeta no se separó ni un instante, a pesar de que empezaba a necesitar oxígeno, fue subiendo la intensidad más y más volviéndolo un beso desesperado y necesitado, cargado de sentimientos. Sin reparos empujo con la lengua los deliciosos labios rojizos para que abrieran y sin pedir permiso se introdujo en la exquisita cavidad para recorrerla hasta el último rincón.
    Akihiko se recostó un poco sobre el cuerpo de su pequeño acercando sus caderas y él mismo dio un respingo involuntario cuando su miembro endurecido chocó con el contrario. El estremecimiento bajo sus manos le confirmó que Misaki era víctima de la misma deliciosa descarga. Cierto, lo había dejado esperando, pero decidió jugar un poco más y se frotó con mayor fuerza. El sonrió para sí cuando un gemido de Misaki cortó el beso. Como castigo por terminar el dulce contacto no le dio lo que quería. En lugar de eso con las dos manos subió por la cintura levantando la camisa azul del pijama hasta dejar al descubierto los rosados pezones. Acarició el derecho pasando el dedo índice por encima y después delineando en círculos.
    -Usagui-san- dijo muy bajo
    Su vos muy suave llegó a los oídos del novelista a pesar del ruido de la lluvia que golpeaba la ventana y las paredes y, a pesar del viento que soplaba despiadado, el siempre escucharía la vos de su amado. Levantó la cabeza respondiendo a su llamado. La luz azul que con violencia entró al cuarto le permitió ver el gesto que su Misaki hacia: la boca un poco abierta, las mejillas ya ligeramente coloreadas sus ojos con un brillo que parecía suplicar por sus caricias. El estruendo que siguió asustó un poco al pequeño. Akihiko atrapó la mirada esmeralda con la suya y se quedaron así, sin alejarse ni hacer nada más.
    El mayor continuó acariciando le botoncito que había atrapado entre sus dedos. Miró, atento, como la carita se llenaba de placer con sus mimos.
    -Nh… ah- la boca roja se abrió más y los labios de Misaki temblaron en un gemido cuando Akihiko apretó con fuerza el botoncito que antes acariciaba.
    Con el brazo libre rodeó la espalda del joven y, usando el peso de su cuerpo recargó a Misaki en el juguete para que ya no tuviera que sostenerse de sus bracitos inclinados hacia atrás. Ahora tenía absoluta libertad.
    -Ah… ¡Usagi!- jadeo el castaño.
    Era un pecado ver esos labios rojos y húmedos mostrándose y no besarlos, asique lo hizo, a placer y tanto como quiso. Jugó con la lengua de su niño que la acompañaba en excitantes movimientos acariciándola con sutileza y sensualidad. El escritor se separó un poco de Misaki para recuperar el oxígeno y, contemplar de nueva cuenta la mirada enamorado que su querer le dedicaba, para su desgracia los ojos estaban cerrados.
    Afuera la tormenta se sacudia, otro rayo cayó a la distancia, la luz azul iluminó por un instante la habitación proyectando en las paredes las sombras deformadas de los juguetes que allí moraban.
    El peli-plata notó que los ojos de Misaki se abrían despacio, saliendo del trance en el que el beso anterior lo había dejado. Allí estaba. Con repentina urgencia abría los botones la pijama ¿por qué eran tantos? En el instante que brillo esmeralda se asomó cargado de deseo su propia excitación creció. Ya impaciente de un tirón terminó de abrir la camisa y no se percató que algunos botones salían volando. Ahí estaba, frente a él, el delicado cuerpo del castaño. Akihiko recorrió todo con la mirada, desde el inocente y provocador rostro hasta el abdomen plano, el largo cuello, el pecho decorado con sensuales puntos rosados. Más abajo un bulto se levantaba entre las piernas; todo iluminado tenuemente por la luz del pasillo que se colaba por la puerta entreabierta.
    Misaki todavía aturdido por el beso anterior no dijo nada cuando el mayor le bajó la ropa interior.
    Akihiko volvió a pasar su mirada amatista por la figura ya completamente expuesta del castaño. Ahora era capaz de ver el erecto pene de su pequeño y su cuerpo casi tendido en el piso de la habitación; su carita de niño excitada y sonrojada desnudo con juguetes esparcidos a su alrededor. Sin duda una imagen pervertida y por demás excitante, tanto que se decidía sobre qué parte probar primero.
    -No… no me mires así…pervertido- se quejó el más joven con vos apenada y jadeante.
    Existe un límite para la provocación y Misaki lo había roto. Sin decir una palabra se lanzó al ataque, presionó su cadera con el miembro del chico y estrujó el pezón que antes había sido tratado con tanta delicadeza, su lengua lamio lento el cuello para después empezar a repartir besos fuertes, casi desesperados. Al paso de sus labio una marca rojizas aparecían en la piel, huella y prueba de su deseo.
    El viento golpeaba con fuerza en las ventanas que retumbaron. El cuarto pareció temblar y un estruendo bloqueo cualquier otro sonido. Akihiko solo se aferró a Misaki.
    -Usa… ¡ah! Usagui- jadeo entrecortado – Aquí…no- era vergonzoso pero tenía que decirlo porque no quería terminar en el piso- la ¡ah! – una fuerte mordida cerca del hombro- la cama está ahí.
    Es que la posición en la que estaban era un poco embarazosa, él semi recostado en un juguete de peluche con solo la camisa de la pijama puesta pero abierta y resbalando por los brazos. Para colmo las piernas abiertas de par en par con el peli-plateado entre ellas e inclinado sobre él, tocando cada parte de su ser. Una de sus manos elevada por sobre la cabeza prisionera de los dedos del escritor
    -No puedo esperar tanto Misaki- le contestó en un susurro ronco en tembloroso a su oído, mordiendo un poco más su oído.
    No poder esperar dos segundos hasta llegar a la cama era demasiado ¿tanto así lo necesitaba? En esos íntimos momentos Misaki se permitía pensar que sí. Todos los colores del mundo se le subieron a la cara.
    -¡Ah. Misaki!- gimió el mayor rosando sus caderas una vez más y bajando un poco el ritmo con el que atacaba el cuello y los hombros del menor.
    El corazón de Misaki se aceleró más de lo que estaba solo por escuchar el tono de esa rasposa vos.
    El novelista soltó la mano de Misaki mas no para permitirle subir a la cama, por el contrario le castaño sintió los fríos dedo posarse en su pecho y el peso de la mirada amatista brillando caer sobre su persona, como si contemplara algo precioso.
    Akihiko movió sus dedos acariciado todo a su alcance, sintió debajo de ellos la suavidad de la piel blanca y el temblor que sacudía el cuerpo, el violento subir y bajar del pecho y la fuerza con la que el corazón golpeaba. Acercó sus labios allí donde su corazón habitaba y comenzó a repartir besos succionando de vez en cuando, mientras una de sus manos bajaba para ir a posarse en las caderas de Misaki.
    El chico gimió bajo cuando el calor de la legua del escritor le recorrió el pezón izquierdo. Primero arriba y luego abajo y después en círculos.
    -¡Usagui-san!- Llamaba a sus amante por el tierno apodo cada vez que sentía esos expertos labios succionar la piel de su pecho.
    ¡Esa textura! Los botoncitos estaban duros y erectos, Akihiko podía disfrutarlos eternamente. Él amaba cada parte de Misaki y sus labios intentaban devorarse esa pequeña y rosada porción al tiempo que sus manos la una aferrada a la cintura, la otra en la cadera, apretaron con firmeza al ser que adoraba. El mismo Usagui tenía el corazón acelerado y la respiración rápida.
    -Ah…ah…- era el sonido que le llenaba los oídos y que encendía más a Akihiko.
    Él termino su exquisito trabajo apretando entre los dientes el pezón izquierdo. No se privó de tomar el otro, lo besó y lo lamió, lo succionó y lo mordió tanto como quiso.
    -¡Ahh!- Misaki soltó un grito cuando el otro lo mordió con lujuria mientras que el pacer le recorría el cuerpo.
    Akihiko sufrió una punzada en su necesitada entrepierna, aun así todavía podía aguantar un poco más.
    Misaki temblaba de excitación ¿Por qué la tortura duraba tanto? Se preguntaba su mente nublada por el deseo.
    La tormenta arremetía contra el pent-house donde moraban, la fuerza del viento la convirtió en un monstruo temible.
    Por su parte Misaki solo notaba que la punta de los fríos dedos del escritor ahora se deslizaban por su vientre y su pecho como jugando sin decidir qué camino tomar. Después por fin bajaron lentamente por el abdomen lentamente.
    -Ah…- Akihiko no tocó el miembro, sus manos se desviaron a los muslos del menor. El novelista acarició todo el largo para después apretar con fuerza, haciéndole un suave masaje.
    Ya rendido a la voluntad del mayor Misaki se limitó a encoger sus piernas un poco, regalando una incitante imagen al famoso novelista que se regodeó en ella. Akihiko besó las piernas, primero una y luego la otra, acomodándose mejor entre ellas.
    -Usagui-san- susurró el castaño en una gemidito necesitado.
    El peli-plata levantó los ojos una vez más para ver el placer y el éxtasis pintado de rojo la dulce y tierna carita de su amante. Después centró su atención en el erecto miembro, que parecía llamarlo. Se inclinó y besó solo la punta.
    -¡Ah!- fue la reacción instantánea.
    El oji-violeta también tembló por dentro, tomando la virilidad de Misaki con una mano la lamió con devoción y lujuria ¿Cómo hacia eso Usagui-san? Primero lo envolvía con delicadeza y después la atacaba pervertidamente y con pasión.
    -¡Misaki!- lo llamó, pasó su lengua desde la base hasta punta del pene- ¡Misaki! – otra suave lujuriosa caricia le fue dada.
    -Ca…cállate
    Akihiko recorría sin piedad con su húmeda lengua todo el miembro del más joven una y otra vez, terminó lamiendo la punta jugando una ella con su lengua todo alrededor.
    -Ah… ng- Misaki se retorcía y temblaba a cada toque- ¡Ahg! Gritó cuando el peli-plata se llevó su pene completamente a la boca, envolviéndolo en el calor y la humedad de su cavidad. Agradeció encontrase recostado en el dinosaurio de peluche porque de lo contrario hubiera caído. Los labios previamente humedecidos se cerraron alrededor de la base. El cuerpo de chico de ojos esmeralda se sacudió, podía sentir la traviesa lengua del escritor acariciando su falo.
    Akihiko también disfrutaba de su tarea, de lo duro y palpitante del órgano que estimulaba. Comenzó a subir y bajar sobre él. Las manitos del castaño se enredaron en las suaves hebras plateadas tirando de ellas para alejar la cabeza de su entrepierna.
    -ah… Usagui-san… ahí no- el tono de la vos le dijo al mayor que, a pesar de sus palabras, lo último que quería su castaño era que se alejara.
    Akihiko se entregó a su tarea y, comenzó a succionar el necesitado pene con mayor fuerza. Los gemidos temblorosos se transformaron que gritos. El castaño se retorció, intentó escapar de la locura a la que lo arrastraba su novio de la mano del placer. Quiso zafarse de nuevo pero sus fuerzas no le respondieron. Misaki echó la cabeza hacia atrás, podía sentir la respiración calidad del autor chocar con la piel sensible de su entrepierna y, escuchaba su propia vos aun por encima de los sonidos que le llegaba desde el exterior. Mirando el techo en más de una ocasión vió figuras tenebrosas dibujarse gracias a la luz azulada de los relámpagos. Él también sentía una poderosa electricidad tomarle el cuerpo como si los rayos lo atravesaran…
    -¡Ahhh! ¡Usagui-san!- intentó avisarle. Akihiko alertado subió el ritmo de sus movimientos y la fuerza de las succiones. Misaki pronto terminaría.- ¡Usa…! Para… par…¡Ahhh!- sin poder evitarlo Misaki se arqueó a tal punto que se separó del juguete que lo sostenía y liberó su semilla en la boca del peli-plata, Akihiko la recibió gustoso y tragó todo lo que pudo.
    Cuando los ojos verdes volvieron a abrirse lo primero que enfocaron el rosto satisfecho de Usagui limpiándose algo de la comisura de los labios con un dedo que después se llevó a la boca.
    -Yo…- intentó decir mientras recuperaba la respiración- yo lo…
    Misaki estaba completamente rojo y jadeante, su cuerpito delgado todavía sufría ligeros espasmos y su mente seguramente seguía aturdida por el orgasmo y a pesar de todo todavía le quedaba ternura para sentirse apenado, parecía un habito que su niño no estaba dispuesto a abandonar. Lo encontraba encantador.
    Akihiko se sentó en el piso y tomado los bracitos de su amante lo acomodó en su regazo. Con un brazo le rodeó la cintura dejándolo bien cerca, mientras con la otra mano se ocupó de la cabecita castaño quedara recargada en su hombro para que terminara de recuperar el aliento allí. Pero no desaprovechó el tiempo, en lo que el joven recobraba el aire él se llenó los pulmones con el perfume despedían los hilos castaños. Lo que no supo fue que Misaki hacia lo mismo, disfrutaba del aroma varonil de Usagui-san… siempre le había fascinado.
    -¿Usagui-san?- la tímida y suave vos le llegó directo a oído. Akihiko d pronto se encontró con los ojos expectantes de Misaki, su rostro prácticamente pegado al suyo. Entendió lo que quería decirle pero aprovechando la oportunidad le robó un beso rápido.
    Enseguida el brazo que apresaba la cintura estrecha aflojó el agarre, sus manos principiaron a acariciar la espalada por debajo del pijama. Suaves y simples movimientos que, quien sabe por qué razón excitaron al castaño de nueva cuenta. Misaki se agarró de los amplios hombros de su novio mientras sentía esas grandes manos tocarle con descaro los glúteos, levantado su cuerpo precisamente desde ahí. Se inclinó un poco sobre Usagui cuando unos dedos largos y atrevidos comenzaron a buscar su entrada. Misaki deslizó una caricia por la espalda del escritor provocando que la camisa se resbalara.
    El oji-amatista tenía una erección que dolía en sus pantalones y la caricia de Misaki solo sirvió para avivarla.
    -¡Ahg!
    El primer dedo había entrado y el hombre motivado por su excitación comenzó a estimular de inmediato esa zona tan estrecha. Masajeó todo alrededor buscado despertar el gozo de su amante.
    -Ah..ah- fue un poco más rápido y alto.
    Un segundo dedo se adentró en el interior del más joven. Akihiko se movía en círculos. Poco a poco el pequeño abrasado a su espalda se relajaba haciéndole más fácil la tarea.
    -Usagui- gimió cuando finalmente el tercer dedo pudo entrar.
    Para el escritor la preparación se estaba convirtiendo en una agonía lenta. Es que por culpa de su pequeña investigación había estado deseando a su niño todo día. Misaki tenía una rodilla a cada lado de la cadera del peli-plata y ya no está sentado. Cuando el mayor sintió el pene de su novio chocar con vientre en un movimiento involuntario supo que estaba listo y sacó los dedos del interior. De alguna forma se las ingenió para sacar su necesito miembro de su prisión sin separar a Misaki de su hombro donde parecía estar muy cómodo ¿acaso seria que no quería dejarlo? ¿Esa era la razón por la que le permitió levantarlo un poco más del trasero sin dejar de tener la carita hundida en su cuello?
    Al novelista no le importó que en ese momento un estruendo sonara tan fuerte que parecía que el mismo mundo se sacudía. Solo le importo el calor del menudo cuerpo a su lado, las manitos en su espalda, el miembro rosando su pecho. Eso bastó para que llevara las manos a la cintura de Misaki y usando un poco de su fuerza tirara de él para que bajara.
    -Algún día lo harás por ti mismo- le aseguró en un susurro ronco. El castaño no refutó nada solo cerro con fuerza los ojos sintiendo como el falo de su novio posicionarse en su entrada. Respiró hondo y se dejó llevar.
    -¡Ahh!-
    Por más que ya estaba en el interior el novelista aún tenía que esperar un poco más, asique se dedicó a acariciar la suave piel de la espalda para lograr que se relajara y calmarse también. Los brazos que lo rodeaban lo apretaron un poco más fuerte, señal de que al fin podía moverse. Lentamente y con delicadeza embistió al castaño, mientras usaba el agarre de sus manos para mover el cuerpo al compás.
    -Usagui-san…ah- susurró bajito en su oído el castaño.
    -Ahg…- le respondió deslizándose lentamente en el interior de su amado.
    El peli-plata tuvo que inclinarse un poco hacia atrás y apoyar una mano en el piso para lograr llegar más profundo en el interior de Misaki, la otra mano se quedó en la cintura estrecha ayudando a impulsar el cuerpo arriba y abajo, una y otra vez. El castaño temblaba a cada estocada.
    Suspirando y jadeando Misaki se negaba a gritar. Sus gemidos eran suaves y bajos pero, ¡eran tan eróticos en el oído del escritor! Como en secreto contado en un lenguaje que solo ellos conocían. Lentamente fue subiendo el ritmo. Más fuerte, más rápido, más profundo.
    -¡Usa…Usagui…san!
    Misaki quería más y él no se lo negaría, justo a tiempo porque su cordura estaba llegando al límite.
    El viento aullaba afuera y, en todo era oscuridad en la cuidad, las luces de las calles eran inútiles ante la lluvia que caía como un manto oscuro.
    Akihiko embistió con fuerza y dio en el punto en el que Misaki tenía mayor gozo. Una luz azul brilló y el estruendo hizo temblar el edificio entero.
    -¡Ahhh!- fue el grito ronco que llenó la habitación por encima de todo sonido porque… ¡Misaki lo había mordido! Justo entre la base del cuello y el hombro.
    -Yo…mh…yo lo- escucho el tierno balbucea de parte del castaño cuando por su cuerpo todavía corrían los efectos que el sorpresivo ataque le hizo sentir.
    -¡Te amo Misaki!- fue su respuesta y sin esperar nada más comenzó a penetrarlo tan fuerte como podía.
    -¡Ah! ¡ah!... Usagui
    -Mi…Misaki- los delgados dedos de su amante se hundieron en su espalda.
    El placer era máximo y el castaño tuvo que echarse un poco atrás y se vio obligado a sostenerse de los firmes bíceps de su novio para no caer de espadas.
    El escritor ya había perdido la cabeza, estaba enloquecido por el calor y la estreches que el interior del oji-verde ofrecía. Sin permitirse ser egoísta se las ingenió para tomar el miembro endurecido y erecto e Misaki y masturbarlo casi con violencia.
    -¡ah! ¡AH!
    -¡Misaki, ahg!- lo embestía con potencia mientras veía su cuerpito agitado subir y bajar.
    Le castaño no podía con tanto estimulo, su cuerpo se estremecía con violencia y poderosas descargas electicas lo recorrían una tras de otra sin darle descanso.
    -Usagui…yo…¡AHHH!- con un potente grito Misaki se corrió entre los dos. Akihiko sintió las ardientes paredes del interior del castaño cerrarse con fuerza a su alrededor cuando este alcanzaba el clímax. No lo resistió, arrastrado por Misaki sucumbió al máximo placer liberando su esencia en el interior del castaño, llamándolo.
    Varios minutos después el novelista limpiaba la semilla de Misaki de su pecho, ya lo había dejado en la cama con el pijama “un poco” arrugada pero él necesitaba cambiarse, estaba cansado asique no se molestó, quedando solo en ropa interior. Akihiko sonrió adormilado cuando lo vio profundamente dormido en la cama matrimonial junto a Suzuki-san, solo se acostó a su lado, lo abrazó por la espalda y se durmió.

    -¡Tkz!- se quejó Akihiko saliendo del baño y azotando un poco la puerta. Eran apenas las 10 de la mañana y su dio ya estaba arruinado. A pesar de ser domino no podía pasarla tranquilo e ir a una pequeña cita con Misaki como tenía planeado. Para empezar el molesto ruido del celular lo despertó pasadas las 9, cuando se resignó a contestar se llevó la desagradable sorpresa de escuchar la vos de Aikawa que lo llamaba para decirle que pasaría por el articulo esa misma tarde y que tenía que entregarlo si o si porque era para publicar al día siguiente, cuando le dijo que no estaba listo tuvo que soportar el griterío de la mujer pelirroja hasta que accedió a tenerlo terminado para la tarde. Después de que le cortó y decidiendo que un rato más en la cama abrasando a su castaño no haría daño descubrió que otra vez el chico se había levantado antes. Ya de peor humor que hacía unos pocos minutos se levantó y se duchó pero para rematarla por más que busco y busco en su cuello y hombro frente al espejo no pudo encontrar ninguna marca de la mordida de Misaki. Bajando las escaleras pudo ver al castaño poner la mesa.
    -Ah ¡buenos días Usagui-san!
    -Buenos días- le contestó desganado
    El oji-esmeralda trató de ignorar la evidente mueca de enojo en el mayor atribuyéndosela solo a su habitual mal humor matutino. Él la había visto muchas veces, pero no podi evitar sentir un poco de miedo ante esa aura maligna.
    -Ya está el desayuno- le dijo tratando de no levantar la vos
    -¿Todavía no tomaste nada?- pregunto tomando su lugar en la mesa.
    -No- respondió simplemente el chico. Bueno por lo menos desayunarían juntos.
    - No podremos ir al centro comercial hoy- dijo en tono de disculpa tomando un sorbo de café- Aikawa me llamó- hizo un mueca -tengo que terminar el artículo.
    -Ah bueno… no importa- le respondió el chico y comenzó su desayuno para evitar mirar a su compañero ¿Qué se suponía que había estado haciendo toda la tarde anterior?
    Con la simple compañía de Misaki el mal humor del novelista se despejaba, al igual que el cielo que de a poco recuperaba su azul después de todo un día de lluvias y tormentas. Estaban a punto de terminar un cotidiano y tranquilo desayuno pero…
    -¡Hey!¡Hey! ¡Buenos días!- se escuchó en el pent house justo después de un portazo.
    -¿Qué hacen aquí? – inquirió el amatista cuando vio ese par atravesar la puerta.
    -Yo vine a supervisarlo sensei- se defendió Aikawa- si no usted no trabaja.
    -Entonces ¡¿Qué quiere aquí Isaka-san?!
    -¿De ti? Nada- respondió con una sonrisa y rápidamente corrió al castaño y lo abrazó por los hombros- estoy aquí para anunciar que mi futuro editor estrella ¡comenzará su entrenamiento mañana a primera hora!
    -¿Eh?- solo atinó a decir Misaki con dos platos por ojos.
    -Se suponía que empezaría hasta dentro de unos meses- se quejó el escritor irritado por el contacto innecesario.
    -Si pero por la partida imprevista de uno de mis editores- la mirada purpura se entristeció un poco- he decido adelantar el inicio de Chibi-tan
    -Pero mi trabajo de medio tiempo…
    -No te preocupes- dijo apretando al chico- solo recibirás entrenamiento por la mañana, por la tarde harás tus tareas habituales- Isaka se paró y comenzó a marcharse- mañana a las 9 en punto Chibi-tan ¡tengo muchas expectativas!- dijo ya con la puerta en la mano- ¡Ah! Asegúrate de llevar a Akihiko contigo, tiene una reunión con unos empresarios.
    Todos en la casa se quedaron en silencio mirando la puerta cerrada tras el portazo y, Akihiko solo sabía una cosa: su humor no podía ser peor.

     
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    Pollito taquero
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    Wow está increíble, poquito largo pero lo vale.

    Maldito Isaka arruinó la cita!
     
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    Yaoizando
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    Hola! como están? espero que bien. Primero quiero empezar por dar un agradecimiento a todas aquella personas que leyeron el capitulo anterior. en especial a 4 EVER Yaoi quien se tomó el trabajo de dejarme un comentario, gesto que valoro mucho.
    Aquí estoy con el capitulo de la semana (mas corto que el anterior) Como dije la semana pasada toca hacer algunas aclaraciones menores:1) esta segunda parte va ser mas larga y compleja que la primera, 2) he cambiado un poco las personalidades (injuin fue quién recibió la mayor alteración) y 3) algunos personajes creados por mí aparecerán de manera insignificante.
    Dicho esto, les entrego el capitulo y saluda deseando un linda semana
    Gaia

    Empinado y pedregoso.

    Un poco nervioso y sin duda incomodo por el silencio que reinaba en el interior del auto, así se sentía el joven de ojos verdes. Nervioso porque sorpresivamente se encontraba por empezar su primer día de trabajo. Bueno casi, en realidad era solo entrenamiento, pero estaba ansioso por comenzar. Incomodo, no por el silencio en sí, sino porque podía percibir el aura oscura que rodeaba a Usagui-san. Algo le pasaba y una vez más no quería hablarle de eso. Sin duda una reunión a primera hora un lunes era desagradable para el autor. Podía ser, además, la pequeña discusión que tuvieron antes de salir; pero él no podía enojarse así porque negó a vestir uno de los trajes que le había comprado, ninguno de los otros editores vestían traje todos los días. Dos caprichos no cumplidos en un solo día era mucho para el novelista. Si, tenía que ser eso ¿o había otra cosa? Lo miro de reojo, pudo notar el ceño de Usagui-san se fruncía sobre los ojos amatistas.
    -¿Para qué es la reunión de hoy?- pregunto, por decir algo.
    -Es con unos empresarios de Sudamérica. Al parecer quieren traducir mis libros al español.
    -¿Para venderlos?
    -Claro.
    -¡Genial Usagui-san!- no pudo evitar sonreír- eso es muy bueno para ti.
    -Mm… supongo.
    La respuesta fue dicha en tono tan seco que Misaki decidió solo callarse y mirar por la ventana. El día era lindo y soleado aunque frio. Algunas personas se atrevían a caminar y los autos llenaban de a poco avenida, autopistas y calles. El deportivo rojo se detuvo por el tráfico. No podía creerlo en una cuantas calles más empezaría su camino para ser un editor ¡en una de las más grandes editoriales del país! Sino la más importante. Él iba a trabajar en semejante lugar, parecía imposible, pero era la verdad ¿Qué tarea le darían primero? ¿Cuándo tendría su primer autor a cargo? Pronto estaría laborando junto a los mangakas a que admiraba y en el mismo lugar donde se lucían escritores talentosos y famosos como Usagui-san quien en poco tiempo tendría sus libros vendiéndose en lugares tan lejanos como Sudamérica. Eran impresionante cualquier otro autor estaría feliz ¿Por qué él no lo estaba? Era Usagui-san, más allá del beneficio económico y el reconocimiento el nuevo hecho solo representaba una molesta reunión más a la que lo obligaban a asistir. El deportivo se volvía a mover. Espera ahora que lo pensaba, ¿los libros de Usagui-san se vendían en otros países? ¿Cuáles? ¿Solo las novelas normales o también las noveles gays? Era algo que ignoraba por completo y eso lo enojaba un poco. Tener que reconocer que, a pesar de haber aceptado decirle a su hermano de la relación que mantenían, existían cosa básicas sobre el escritor que él desconocía.
    -Em… ¿Usagui-san?
    -¿Si?
    -Este...¿tus libros se venden solo en Japón?
    -No, también en Inglaterra, Estados Unidos y algunos países de Europa.
    -¡Wow! ¡Increíble! ¿En japonés?
    -No, los traducen distintas editoriales asociadas a Marukawa ¿Por qué tantas preguntas?
    -¿Eh? Por nada.
    Era evidente, Akihiko no quería hablar, lo mejor era dejarlo así por el momento.

    -¡Hey Chibi-tan! ¡Bienvenido!- escucho Misaki cuando ni siquiera terminaba de salir del auto.
    -¿Qué hace aquí Isaka-san?
    -Deja de sentirte tan importante Akihiko y por lo menos di buenos días.
    -Bue-buenos días Isaka-san- intervino el oji-verde solo para evitar una respuesta peor de parte del novelista.
    -¿Ves?- señaló el director mientras caminaba hacia el joven-Chibi-tan es un buen chico ¡Buenos días Chibi-tan! ¿Cómo estas hoy? ¿Ansioso?- saludo en tono burlón y se inclinó hasta quedar a la altura de la cara y por si fuera poco palmeó la cabeza.
    -¡Deje eso!- intervino el peli-plata- explique que hace aquí.
    -Nada, solo vine a recibir a mi nuevo editor- dijo caminado al ascensor y llevándose a Misaki de los hombros, lo que lograba que el autor caminara también- y para asegurarme que no escapes- añadió bajito.
    Akihiko notó que el contacto ya se había prolongado mucho y sin ningún reparo quitó la mano del intruso con un brusco movimiento del hombro del muchacho.
    -¿Por qué Misaki tiene que empezar hoy? Se suponía que empezaría hasta dentro de unos meses.- Estaba más que furioso, de un solo plumazo le habían quitado el tiempo extra que el castaño pasaría en casa y con ello arruinaron todos los posibles planes para citas y salidas.
    -¡Ahhh!- suspiró el oji-purpura al tiempo que las puertas el elevador se cerraban y él apretaba dos pisos distintos- En realidad es algo muy triste. Uno de nuestros editores de menor rango fue descubierto tratando de vender información ¡Ay, pobre chico! No creo que vuelva a conseguir trabajo con esta economía- dijo en tono ácido y escurriendo una lágrima inexistente con el dedo- por eso recurrí a ti Chibi-tan- tomó las dos manos del castaño entre las suya- tú si conoces el significado de la palabra “lealtad” ¿no es así?
    -S…s…si- contestó Misaki apenas. El tono era como de súplica pero la expresión de los ojos del director de Marukawa era de total amenaza. Además ¿qué era eso de que el chico no podría conseguir ningún otro trabajo en esta economía? Eso significaba que el hombre de traje azul tenía suficiente poder e influencia para arreglar que el ex-editor no pudiera conseguir nada en Japón ¿ o no? ¡Qué miedo!
    “¡Que divertido!” pensaba Ryu y hacia todo lo posible para no reír, ver temblar de miedo a Misaki por una simple mirada amenazante y, por otro lado ver la cara de enojo de Akihiko y sus gestos celosos y saber que al mismo tiempo tenía una odiada reunión de la que no podía escapar. Gran forma de comenzar el día. Pero era mejor no forzar mucho la muy limitada paciencia del escritor si quería que trabajar bien, por lo que dejó sus bromas.
    Akihiko solo miro la puerta metálica y guardó un indescifrable silencio.
    El elevador se detuvo y las puertas se abrieron.
    -Este es tu piso- se escuchó que indicaba Isaka al tiempo que daba fuertes palmadas en la espalda del oji-esmeralda para que saliera.
    -Em… Usagui-san.
    -¡Vamos date prisa o tu instructor se enojará!- le dio un empujón sacándolo al pasillo- ¡esfuérzate Misaki!- agregó sonriendo y despidiéndolo con la mano al tiempo que las puertas volvían a cerrarse.
    Misaki se quedó parado ahí unos momentos, bastante confundido, Isaka-san lo había llamado por su nombre ¿o solo fue imaginación suya? ¿Y qué dijo? ¿Instructor? ¿Quién? ¿Por qué? Dejando eso de lado Usagui-san no se había despedido de él… es mas no le dirigió la palabra ¿Qué le pasaba?
    No había tiempo de resolverlo en ese momento, tenía que concentrarse en su trabajo. Nervioso como si fuera su primer día en la escuela primaria Misaki caminó decido y feliz por el pequeño pasillo. Pronto tuvo enfrente el típico escenario de Marukawa: mucha gente -todos ocupados- muchos papeles, mucho trabajo. Era donde había estado trabajando los últimos meses y, a pesar de ello no podía evitar sentirlo diferente. Se agarró las manos jugando con ellas sin darse cuenta, se abrió paso entre escritorios y sillas. El oji-verde divisó a Kimura-san quien era su superior por las tarde y sin saber a quién buscar se acercó. El muchacho parecía ocupado por lo que no dijo nada y esperó a ser notado.
    -Ahh- una vos un poco fría y algo molesta se escuchó a espaldas del castaño- Takahashi al fin estás aquí.
    -¡Ishi-san!- Misaki giró rápidamente para saludar al editor- ¡Buenos días!
    -Llegas tarde.
    -¿Eh?
    -Diez minutos tarde, se suponía que estarías aquí a las 9:00.
    -Lo-lo siento. No se volverá a repetir.
    -Eso espero. No me gusta esperar –le dijo en tono monocorde que a su manera imponía miedo- estaré a cargo de adiestrarte. Espero que estés listo porque no tolero los errores. Ven conmigo- sin mas comenzó a caminar.
    Misaki siguió al chico de caballos oscuros en silencio. Si antes se sentía preocupado ahora era dos veces peor. No esperaba que Ishi-san resultara ser quien estuviera a cargo de educarlo, no esperaba que fuera tan severo y la palabra “adiestramiento” sumaba un plus de terror, parecía que de repente Misaki estaba enlistado en el Ejército Imperial.
    -Aquí- dijo el joven editor señalando un escritorio alargado pegado a la pared y una silla- ¿Qué esperas?
    Desconcertado por el trato el oji-esmeralda tomo asiento. Él sabía que Ishi-san era serio pero no imagino que tuviera semejante carácter, bueno tal vez era solo un mal día.
    -Bien empezarás con el fotomontaje- le informo su instructor a Misaki y con esto señaló una pila de papeles con las imágenes ya distribuidas y otra donde se podían ver los diálogos- los diálogos y las paginas ya están ordenados de la manera que van, no deberías tener problemas, solo ve colocándolas como están, incluso los cuadros de pensamiento, si ves un espacio en blanco sin motivos es que el siguiente texto va ahí, no vayas a confundir diálogos con pensamientos o descripciones o arruinarás el trabajo de otras personas y tendrás que corregir la hoja y todo lo que le sigue desde el error ¡Ten cuidado! Procurara hacerlo correctamente, sobretodo que quede prolijo y no toque las líneas. Cuando termines al menos la mitad ven a verme.
    Sin decir nada más ni dar mayores explicaciones el joven editor fue dejando al castaño solo. Misaki se fijó en las enormes pilas que tenía enfrente de él ¿Cuántos mangas habría ahí? Recorrió con la vista el panorama a su alrededor, el resto de los cubículos y los trabajadores habían quedado a sus espaldas. La mesa de trabajo disponía de más cosas y otras sillas, pero quienes fueran sus dueños no estaba ocupándolas en ese momento. Bueno por más que él no estaba ahí para hacer amigos precisamente o para charlar y tomar té una pequeña parte en su interior se sentía como si hubiera sido aislado. No, seguro eran imaginaciones suyas, primero Isaka-san llamándolo por su nombre, y ahora creer que Ishi-san tenía algo en su contra y lo maltrataba.
    Misaki examinó su lugar de trabajo y se dio cuenta que solo tenía las hojas por lo que tuvo que rebuscar en los cajones para encontrar tijeras, trincheta y adhesivo. Dio un largo suspiro y…puso manos a la obra. Primero separaba el texto con las tijeras, después arreglaba algún posible defecto del corte o enderezaba la línea o bien cortaba las puntas con ayuda de la trincheta, paso seguido lo media con el globo del dialogo y finalmente lo pegaba en su lugar tratando por todos los medios posibles que quedara derecho y más que nada que el papel no se arrugara por efecto del adhesivo.
    El pequeño castaño laboró en silencio por espacio de más de tres horas, casi cuatro, sin notarlo cuando se encontró con un obstáculo. Había una pequeña frase que estaba en letras más chicas que las demás, el problema era que no tena ningún globo en el que entrara ¿Dónde se suponía que la pondría? Misaki había visto ese tipo de texto muchas veces cuando leía mangas, recordaba que podían estar en cualquier parte pero no podía simplemente dejarlo al azar. Estudio la imagen con mas detenimiento, los personajes solo hablaban en la calle, de fondo se veía edificios. No decían nada particularmente importante, ninguna pista en el ambiente. Ya con el papelito separado en la mano el editor novato no apartaba la vista de la hoja y no podía decidirse, ninguna respuesta llegaba a su castaña cabecita. Era evidente que no la encontraría por sí mismo por lo que levantó la cabeza en busca de ayuda pero no había nadie con él, giró en su silla y se encontró otra vez rodeado de gente que iba y venía trabajando arduamente. Por varios minutos se quedó mirando las personas pasar, esperando que alguien notara su silencioso pedido de auxilio. Nadie, todos estaban demasiado ocupados.
    Bueno, tenía dos opciones: o dejaba el trabajo a la mitad y, mal hecho- “¡Jamás! Ni pensarlo”- o ir a preguntar a Ishi-san.
    Sin otro remedio se levantó llevando consigo la fuente de sus dudas y camino hasta el escritorio donde el pelinegro se encontraba trabajando, estaba atendiendo una llamada asique esperó. Cuando el editor colgó ni siquiera notó la presencia del castaño, solo giró sus ojos y bajo la cabeza para enfocarse en la carpeta que tenía delante. Le gustara o no tendría que interrumpirlo.
    -Em… Ishi-san- se atrevió a decir Misaki con vos tímida.
    -Ah Takahashi ¿ya terminaste?
    -… aun no.
    -¿Entonces qué sucede?- ¿era impresión suya o de nuevo el editor estaba enojado con él? Debía ser por el estrés del trabajo.
    -Tengo una duda- intentó no tartamudear.
    -¿Qué?
    -Es esta parte- respondido el oji-esmeralda acercándose apenas, temeroso de la mirada de su instructor, le puso delante el papel en cuestión- no entra dentro del globo y no sé dónde ponerla.
    El peli-negro hizo una mueca y una seña con la mano para Misaki se acercara más.
    -Mira el entorno. Si hay espacio ponlo debajo y fuera del globo, sino separa letra por letra y ponlo pegado a la línea, en ese caso asegúrate de no cortar recto para que quede bien en la curva. En el último de los casos y, si no hay mas opción, se puede poner arriba del globo en el borde izquierdo porque se supone que es una frase secundaria y no debe leerse primero que la frase principal del personaje, pero bajo ningún motivo lo hagas si empieza, por ejemplo, con una “y” o es claramente una continuación de lo anterior para que el dialogo quede con sentido ¿entendiste?
    -Si gracias- el otro se le quedó mirando por un segundo- Em… volveré al trabajo.
    -Takahashi- llamó el editor lo que provocó que el chico volteara rápidamente y volviera sobre sus pasos- si quieres continuar esta bien pero en20 minutos ¿no tienes que estar en tu puesto de medio tiempo? – señaló el reloj redondeado que colgaba en la pared opuesta.
    ¡Cierto! A la una de la tarde comenzaba su horario en su “otro trabajo.”
    -Her… este yo
    -Vete si quieres- atinó a decir el moreno con cierto tono ante el titubeo del más joven y sin prestarle otro segundo de su atención se volvió a lo que estaba haciendo antes de ser interrumpido.
    A Misaki se le había hecho tarde y obviamente no tenía tiempo de volver a la casa, sería mejor tomar algo como un emparedado en algún lugar cercano –que se viera fresco y limpio, eso si- y volver para no llegar tarde. Tomó sus cosas y salió pensando en qué comería. Odiaba la comida rápida, no es que no comiera una hamburguesa de vez en cuando o tomara una dona por desayuno que era frita y nada nutritiva, él siempre preferiría evitarlo, aun así, no tenía otra alternativa para el almuerzo, a menos que quisiera quedarse solo con el desayuno de la mañana que había sido ligero por culpa de la tensión. No, era mejor comer si quería trabajar adecuadamente además ya estaba buscando un lugar para comprar su comida entre las tiendas cercanas a Marukawa. Hablando de almuerzos no le había avisado a Usagui-san dónde estaba el suyo ni cómo calentarlo.

    Akihiko tecleaba rápidamente pero se vio obligado a parar cuando se dio cuenta que se estaba enredando y desviando un poco de las ideas principales, volvió a las páginas anteriores para revisarlas. Apenas estaba empezando por lo que podía cambiar cualquier cosa que no le gustara. El diseño y presentación de los personajes era importante, en las primeras páginas era donde el lector se decidía por continuar o no. Él era, obviamente, un experto y tenía eso muy en claro. Por supuesto que la atención del lector debía seguir atrapada a lo largo de todo el libro para que no lo abandonara. Suspiró ¿Cómo era que ya tenía un proyecto grande si apenas iniciaba el año? No sabía de qué manera pero Aikawa se las había ingeniado para atraparlo después de la reunión de la mañana y convencerlo de iniciar otro trabajo del que ya venían hablando desde el año anterior.
    Cuando por fin llegó a casa estaba solo, y por supuesto muy molesto por lo que se puso a trabajar para mantener ocupada su cabeza. Ahora que miraba el reloj ya pasaba del mediodía y Misaki no llegaba. No estaría para almorzar con él ¿Era de esperarse? No lo sabía, no sabía nada sobre las nuevas circunstancias de su castaña adoración, solo que tenía que empezar a trabajar ese mismo día así como así. Maldito Isaka-san que llegaba de un momento a otro y desorganizaba por completo sus vida o al menos sus planes para los próximos meses. Sin duda tendría que darle una lección. Pero más allá de eso y, volviendo a lo que en realidad importaba Akihiko se preguntaba qué estaría haciendo su Misaki ¿Dónde trabajaría? Y más inquietante aun ¿Con quién? Preguntas que lo mantenían preocupado desde el día anterior. Incluso lo habían llevado a tener una discusión con el castaño por la mañana. Él insistía a Misaki para que vistiera uno de los trajes que le dio como regalo por entrar a Marukawa -solo una marca sutil de su relación- y el oji-verde terco en llevarle la contraria diciendo que solo los ejecutivos usaban traje todos los días. Bien él no tenía la culpa de la mayoría de los empleados no tuvieran clase. Aunque siendo sincero la negativa de Misaki no era la causa de su malestar. La reunión inesperada y hecho de que tuviera que separarse del pequeño, también de manera inesperada, eran la verdadera causa. Se reprimió a si mismo porque de no haber estado enojado, podría haberle peguntado a su querer todas sus dudas en el desayuno.
    El ruido de su propio estomago lo sorprendió un poco, lógico el mediodía ya había quedado atrás por mucho y era natural que tuviera hambre. Terminó con el párrafo que releía y bajó a la cocina. Tendría que conformarse con una tasa de café. No estaba seguro de si Misaki había preparado su comida por adelantado como solía hacerlo o no. El aparato se encontraba vacío por lo que con desgano se dispuso a prepararse un poco de bebida. En eso estaba cuando el sonido de su celular se escuchó en todo el silencio del departamento. El aparato sonaba desde su saco porque había quedado ahí desde que volviera. Lo ignoró. Debía ser Aikawa para saber si ya había comenzado. El timbre se detuvo pero solo unos pocos segundos para volver a sonar. Tan pesada. Akihiko llenaba con agua la cafetera y el aparatito sonaba y sonaba, desconcentrándolo incluso de una tarea tan sencilla.
    Dando una larga espiración el peli-plata se resignó a contestar pero su semblante cambio cuando vio quién era.
    -Misaki ¿Qué sucede? ¿Quieres que vaya por ti?
    -No- la vos parecía ligeramente fastidiada, quizás por haber ignorado su llamadas- Usagui-san contesta el teléfono.
    -Si por supuesto.
    -Bueno no importa. Solo llamaba para decirte que no llegaré para el almuerzo.
    -Ya me di cuenta.
    -Y para decirte que tu almuerzo esta en refrigerador junta la ensalada. No es la ensalada, solo está junto a ella. Caliéntalo en el microondas por no más de tres minutos ¿entiendes?- le dijo todo como hablándole a un pequeño.
    -Seguro ¿Quién crees que soy ?- no pudo evitar sonreír- Misaki ¿Cómo…
    -Lo siento me tengo que ir- la vos apresurada y el sonido de la línea. Le había colgado cuando él tenía tantas ganas de hablar.
    El escritor guardó el teléfono otra vez el bolsillo, dejó lo que estaba haciendo y fue hasta el refrigerador. En efecto había una porción de cerdo salteado y unos vegetales al vapor ya servidos en un plato junto a un recipiente con ensalada. En los años junto al castaño siempre le sorprendió como Misaki podía cambiarle el humor con un simple gesto y al mismo tiempo generarle sentimientos contrarios entre sí. El que lo llamara para decirle donde estaba su comida y así asegurarse que no pasara el día sin alimentarse lo hacía feliz. Claro que en la simpleza de ese acto Akihiko encontraba una gran serie de implicaciones: como que el castaño lo cuidaba porque se preocupaba por él a su manera y se preocupaba porque lo quería. También el que le colgara de manera apresurada para seguir con su trabajo sinceramente lo preocupaba o más bien le asustaba un poco porque indudable e inevitablemente las cosas cambiarían.
    De frente al horno el escritor miró atentamente el plato que tenía en la mano. A lo largo d años de arruinar aparatos y comidas echadas a perder había aprehendido (a fuerza de rabietas castañas) que no todos los platos se pueden meter ahí porque la maquina tendía a romperse y era necesario comprar otra. Akihiko dudaba si meter a calentar su almuerzo con plato y todo no porque no quería tener otra discusión con el oji-esmeralda por un asunto insignificante. Solo había una forma de saber y por suerte después de tres minutos nada pasó.
    Por el momento todo estaba bien. El escritor se dijo a si mismo que lo resolvería, se sentó en la mesa con Suzuki-san a su lado y comió tranquilamente para después ir a seguir con su trabajo.

    Viernes. No podía creerlo pero era la verdad, ya estaban en viernes al fin. Lo que tampoco podía creer era en la semana se haya pasado tan rápido y a la vez le resultara pesada y cansadora, pero allí estaba de pie esperando el ascensor para llegar a tiempo a su trabajo. Respiró con pesadez, tenía sueño, la noche anterior llego muy cansado a pero no pudo dormir todo lo que quiso. Pero en esta ocasión Misaki no podía echarle a culpa de su desvelo a cierto peli-plata, sino a sí mismo por tener sus tareas atrasadas; en el hogar solo se limitaba a hacer la cena y dejar listo el almuerzo del novelista para el día siguiente. Toda la semana se la pasó comiendo en el trabajo por lo que debía asegurarse que el hombre comiera apropiadamente, Misaki estaba seguro de que si no dejaba los alimentos listos para ser consumidos Usagui-san se pasaría el día entero solo bebiendo café y fumando. No importaba cuanto se lo repitiera el escritor no entendía el valor de una buena nutrición. Tampoco podía confiar que se preparara algo porque por más que le dejara la receta escrita paso a paso sus experimentos culinarios terminaban de forma trágica y, una intoxicación era el precio menor. En fin, gracias a su flojera la casa estaba hecha un desastre. La sala toda desordenada con osos regados por aquí y por allá. No había entrado al cuarto de las anguilas más que alimentarlas, necesitaba limpiarlo a fondo, lo mismo para el cuarto del marimo y los trenes. No se había ni asomado al cuarto de los Suzuki ¡Ni siquiera quería imaginarse el polvo allí! El castaño volvió a suspirar por todo eso se había quedado hasta tarde la noche anterior ordenado un poco la sala para que cuando Aikawa-san llegaras no se callera de espaldas por el espanto. Además preparó un poco de comida por adelantado para el día siguiente.
    Misaki, ya enfrente del escritorio que era su lugar de trabajo por las mañanas, miró a los lados esperando que alguien llegara y se sentara en una de las tres sillas que tenía el mueble, pero ya sabía que nadie lo haría. Los papeles que se apilaban junto a los suyos solo lo hacían porque sus compañeros los dejaban cuando el lugar en sus propios escritorios se les agotaba.
    Su propia pila esperaba a que pusiera manos a la obra. Una vez agregados los diálogos era el turno de colocar el entramado de grises y otros detalles a la enorme pila. La trincheta de la que se había adueñado lo esperaba sobre el escritorio, al verla recordó lo que tenía que hacer y el primer regaño o mejor dicho corrección que recibió.
    -¿Aun no terminas Takahashi?- la vos monocorde del editor a su espalda lo había asustado un poco.
    -Aun no- contestó él- aunque me falta muy poco.
    -Muéstrame lo que has hecho- se acercó y empezó a revisar las hojas.
    -Está bastante bien…- dijo mientras pasaba hoja tras hoja- ¿para qué tienes las tijeras y el cúter?
    -Para cortar los diálogos.
    -¿Es decir que usas los dos?- Misaki asintió con la cabeza- ¿Por qué? Explícame cómo lo haces.
    -Porque primero separo el texto con las tijeras, después lo mido con el lugar y corrijo si hay algún error.
    -No- había sentenciado el chico.- Usa solo el cúter. Si estas inseguro de hacerlo bien primero traza una línea por donde vas a cortar con un lápiz suave y una regla y corta, de eso modo no tendrás que buscar errores después. Por eso vas más lento. Con el tiempo trata de cortar solo con la regla como guía, tarda menos todavía.
    -Lo…lo siento, no lo sabía.
    El pelinegro guardó silencio un momento.
    -Cierto no te lo había dicho- ¿Eso era una especie de disculpa?- Termina y ven, te daré algo más. De cualquier forma esto no es para esta semana- habían sido sus palabras antes de darse la vuelta y dejarlo solo.
    Misaki tenía una extraña sensación en cuanto Ishi-san, le parecía que el editor siempre estaba molesto con él pero no creía que en realidad fuera así. Cuando le dijo cómo tenía que cortar los textos parecía que se estaba disculpando por el tono de vos.
    El castaño soltó todo el aire de sus pulmones y ocupo su lugar. Según le había informado terminar con la pila de papeles le llevaría dos semanas más, justo a tiempo para llevarlo a la imprenta.
    Trabajo súper concentrado pero había algo más, aparte del trabajo, que estaba molestándolo desde un rincón de su mente. La noche anterior por su tardía sesión de limpieza por poco y no llegaba a meterse a la cama antes que el peli-plata. Le ganó por apenas unos minutos, tuvo que fingir estar dormido y, lograr despertase y levantarse antes le costó un esfuerzo más grande del que esperaba. Había dicho que compartirían la cama todas las noches y mantenía su palabra. Misaki no se arrepentía de su decisión, pero le estaba costando sostenerla ¡No pensó que fuera tan difícil! Más allá de lo que costara no pensaba dar marcha atrás, porque si lo hacía ¿cómo lo tomaría Usagui-san? Aunque dejara los sentimientos del escritor de lado Misaki no se retractaría. Si quería crecer tenía que seguir adelante por más que se sintiera extraño o le resultara difícil. Solo que… ¡es solo que la verdad no sabía cómo actuar! No conseguía que el simple acto de despertarse alado de Akihiko le saliera de forma natural. Ya habían dormido juntos muchas noche pero de alguna forma se sentía diferente ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Mirarlo dormir? Lo había intentado una vez y el resultado fue desastroso. Lo que sintió aquella mañana fue tan intenso que no se atrevió a adentrarse en el cálido sentimiento que lo embargaba por miedo a terminar ahogado en él. A tal punto que cuando se dio cuanta estaba inclinado muy cerca de Usagui y apunto de besarlo. Salió huyendo. Por más cobarde que sonara desde ese día se despertaba antes que el peli-plata aunque muriera de sueño, hacia todo lo posible para no voltear a ver el pálido rostro a su lado y salía de la habitación. Debía que resolverlo a como diera lugar.
    Antes que el castaño se diera cuenta su horario de salida llegó y pasó y él todavía tenía tareas pendientes. La inevitable llamada llegó.
    -¡Hola Usagui-san!
    -¿Misaki dónde estás?
    -En la editorial- le respondió un poco astiado.
    -¿Por qué?
    -¡Porque es mi trabajo Usagui-san!- no quería gritar en realidad estaba cansado- además todavía me falta.
    -¿Cuánto? Cuando termines iré por ti.
    -¡Sensei! ¿Qué hace? Salga de ahí- la vos de la pelirroja le llegó fuerte y clara a Misaki, junto con unos potentes golpes en lo que supuso sería una de las puertas.
    -¿Usagui-san en dónde estás?
    -En nuestra habitación. Solo me tomé un momento para hablarte porque no llegabas.
    -¡Sensei, salga! Sé que está ahí, tenemos cosas que preparar.
    -Usagui-san vuelve a trabajar- le recomendó el menor al escuchar cada vez más fuertes los golpes y temiendo seriamente que se quedaran sin puerta. Escucho un resoplido al otro lado de la línea.
    -…entonces ¿a qué hora voy por ti?
    -¡No vengas, solo vuelve al trabajo!- Le grito enojado, pero inmediatamente bajo la vos al recibir más de una mirada de reprobación. – Yo volveré a tiempo para cenar- agregó.
    -¡SENSEII!
    -Bien- dijo el novelista y colgó.
    El oji-esmeralda de pronto imaginó al gran Usami-san escondido en el armario como un niño escapando de su niñera que lo persigue para que coma espinacas, quizá por la conversación que habían tenido. Era bastante graciosos, un hombre adulto actuando de tal modo.
    -¿Qué es gracioso Takahashi? -Le preguntó Kimura-san cuando le entregó la última copia del día antes de que se fuera.
    -¿Eh?
    -¿Por qué estas sonriendo así?
    ¿Estaba sonriendo? ¿Desde cuándo?
    -Por nada- contestó Misaki, su interlocutor alzó los hombros- en fin aquí están las copias.
    -¡Bien! Anexando esto ya estamos listos para el lunes y por fin puedo ir a casa- exclamó el peli-claro con expresión de alivio.- Ayúdame con esto.- Le pasó a Misaki la mitad de los juegos y unas carpetas- Solo ponlas en la parte de atrás.
    Sin protestar el castaño lo hizo y rápidamente los dos se encontraron en el ascensor.
    -¿Sabes?- decía Kimura-san- eres bastante suertudo.
    -¿Por qué?
    -No a todos los entrenan como a ti.
    -¿Qué quieres decir?- la conversación no le gustaba.
    -Que no todos tienen la fortuna de tener a Ishi-san para que les enseñe, sin mencionar ser puesto como editor ¡es lo más difícil!- No había malicia ni insinuaciones en la vos el chico, pero sin duda no tenía idea del impacto que le causaban sus palabras al castaño- cuando pasó eso con el otro novato hubo varios candidatos, incluso yo ¡Ah! Pero parece que tengo más talento como administrativo y tú llenabas mejor los requisitos.
    El elevador se detuvo y Kimura-san se despidió amablemente. Misaki estaba consternado ¿otros candidatos? Si no tenía experiencia y ni siquiera se había graduado todavía ¿Por qué lo eligieron a él por sobre los demás? ¿Por qué Isaka-san se molestó en ir a decirlo personalmente? ¿Qué significaba todo eso?

    Las cosas no siempre salen como uno quiere. A veces hay que aceptar la realidad y tomar las cosas como son y sobre todo con calma… ¡un demonio! Él no lo haría, él Usami Akihiko-sensei no estaba dispuesto a aceptar que las cosas no fueran según sus deseos. No era del tipo que solo se sienta y espera que de alguna forma todo se solucionara. Jamás lo fue. Ese rasgo de su carácter empeoró desde que ese pequeño castaño apareció en su vida y más aun cuando se trataba de él. Ahora estaba molesto y conocía muy bien la razón. Era el segundo fin de semana desde que Misaki estaba en entrenamiento y otra vez su oji-verde lo dedicaba a una cosa ¿a qué? ¿A ser cariñoso con él? ¿A pasar tiempo juntos? NO. A limpiar el pent house. Claro no era tan ingenuo como para pensar que Misaki se pondría cariñoso con él así como así, pero al menos esperaba que pudieran compartir algo de tiempo uno con el otro como pareja, de ese modo podría aprovechar cualquier oportunidad para hacer algo más. Sin embargo el castaño insistía e insistía que el departamento estaba hecho una ruina y que tenía que limpiarlo a fondo ¡Si ya lo había aseado la semana pasada! Además de preparar varias comidas por adelantado, las que dejaba congelada para la semana tanto para él como para llevarse a su trabajo. Otro punto fastidioso, Misaki terminara su entrenamiento a las 12:00 y debía entrar a su puesto de medio tiempo a las 13:00 por lo que no tenía forma de volver a casa para comer juntos. Normalmente no se enojaría tanto solo por eso, no era la primera vez, pero en la situación actual…
    Akihiko exhaló pesadamente y miró la pantalla en blanco, llevaba un buen rato sin escribir ni una línea. Primero tenía que resolver ese problema ¿Por qué no estaba con su castaño mientras limpiaba como la última vez? Simplemente porque su humor no era el mejor y no quería decir algo que fuera hiriente, sabía que era una etapa importante en la vida de Misaki y no quería importunarlo. Asique ahí estaba él tratando de pensar una solución y conteniéndose, porque, para rematar la situación no había podido tocar a su castaño en todo ese tiempo. Si lo sabía de antemano se preparaba mentalmente, se fijaba ese periodo como un objetivo y lo cumplía ¡Cómo olvidar el mes de abstinencia que tuvo que pasar hasta que Misaki terminara sus entrevistas! Ahora era diferente a aquella ocasión y lo peor era que no tenía idea hasta cuando iba a durar. Sabía que sería muy fácil ir tomarlo en donde estuviera y si eso no era suficiente podía escapar con él. Hacia tanto que quería unas vacaciones reales con el castaño. Un viaje transoceánico sería lo mejor, podía volver a Inglaterra, claro solo por una días después irían a… volviendo a la realidad, Akihiko estaba consciente de que no podía hacer eso. No podía arrastrar a Misaki a un viaje cuando apenas estaba comenzando su carrera, sabia cuando anhelaba convertirse en editor. Akihiko no haría nada para generarle problemas, aun cuando cavía la posibilidad de que se encontrara con ese mangaka del que no quería acordarse. Misaki quería ese trabajo y a él le tocaba soportarlo. Sus celos salían a flote una y otra vez.
    Así las cosas, un conjunto de problemas y dificultes que trajeran consigo la nueva situación de Misaki. No pudo evitar que una leve sonrisa se dibujara en sus labios cuando meditó un poco sobre sus propias circunstancias: ahí estaba Usami Akihiko frustrado y enojado pero manteniendo la calma, sin cumplir su capricho, buscado la solución a sus problemas sin perder los estribos. En ese instante notó que algo había cambiado en su interior. Había madurado, se podía decir. Todo para poder permanecer al lado de su pequeño.
     
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    Yaoizando
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    Parece increíble que la misma situación se repitiera. Gracias por todo y ahora simplemente adiós
    Gaia
     
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  5. Star's Cano
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    Hola acabó de leerlo y sta super interesante no lo dejes :-) !!!!!!!....... Es una de las pocas veces donde se ve a un usami maduro por así decirlo :-P. ...spero q lo continues
    Bye bye :=PAMDAXX: :=carts:
     
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    Yaoizando
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    Volví
    Primero que nada me gustaría agradecer a Star' Cano por su lindo comentario.
    Segundo quiero decir que tomé la decisión de seguir con la historia hasta el final pase lo que pase y aunque esto se convierta en un monologo así que no quiero que nadie se sienta obligado a nada que no le surja hacer. Si mis palabras están destinadas a perderse en el viento, así sea.
    Sin más que agregar aquí el capitulo.

    De a poco.

    “¡Tan molesto!” Pensaba una y otra vez el joven castaño, llevaba toda la mañana encerrado en ese cuarto y no por gusto. La habitación de la familia Suzuki era el reino de la tierra, gracias a que la semana pasada no pudo poner un pie allí. La razón no fue flojera de su parte sino el caos creado por cierto autor, era otro de los talentos de Usagui-san, alborotar todo en una fracción de tiempo. Ahora que se pasaba todo el día solo y sin vigilancia se podía decir que en el pent house había “dos o tres cositas fuera de lugar”. Como ya era imposible atrasar la tarea otra semana (mejor dicho fin de semana) Misaki empezaba por el cuarto de los osos. Justo después del desayuno se vio a si mismo arrastrando la aspiradora y otros utensilios necesarios escaleras arriba. Ya tenía horas sacando uno por uno los osos de sus estantes, limpiando con un paño humedecido con producto y, volviéndolos a su sitio, solo después de sacudirlos un poco y aspirarlos. Era increíble el polvo que se acumulaba en las cosas solo estando ahí. Los muñecos de peluche son propensos al polvo y donde hay polvo hay ácaros que son peligrosos para la salud. También tenía que cambiar el listón de muchos y la ropa de otros para lavarlas luego. Por suerte el clan contaba con dos cajoneras repletas de listones de todos los colores imaginables, junto con chalecos, camisas, pantalones, incluso sombreros. Cada Suzuki que vinera con ropa de la juguetería contaba, al menos, con un cambio de vestuario. Tenía que admitir que al menos eso era divertido y la ropa linda. Espera… ¡no quería decir que admitía que le gustaban las locuras de Usagui-san! Ni mucho menos que le gustara estar cambiando la ropa de los muñeca como si fuera un niño de tres años. Estaba a un millón de años luz que los caprichos del escritor le parecieran lindos ¡Si! Esa clase de pensamientos nunca se le cruzaron por la mente.
    Misaki terminó de poner el último oso del primer pasillo, se desalentó un poco porque todavía tenía las dos terceras partes del trabajo por hacer. Siguió con lo que estaba por un rato, agradeciendo lo mecánico de la tarea, hasta que sintió su estómago quejarse ¿Ya era medio día? No podía ser ¡tenía que preparar el almuerzo! Dejó todo y bajo casi corriendo a la cocina. Prepararía algo rápido pero saludable. Sacando los vegetales del refrigerador notó que quedaban muy pocos, tendría que anotarlos en la lista de comprar para la semana. Ni siquiera sabía en qué momento las haría. Las tiendas de conveniencia tenían variedad pero no igual que un hipermercado y muchas de las marcas favoritas de Usagui-san que solo se conseguían buscando bien.
    Ya con los ingredientes listos de la nada la preocupación volvió a sus cabecita. Las pregunta que había estado evitando hacerse por 7 días ¿Por qué EL? ¿Cómo de entre todas las personas él había logrado que lo asignaran directamente al puesto de editor? ¿Por qué se tomaron la molestia de ponerle un instructor? Si no todos tienen semejante suerte entonces ¿por qué? el miso estaba casi listo. Era demasiada suerte para Misaki ¿Qué significaba? ¿Acaso quería decir que alguien interfirió por él? Tendría que ser una persona muy importante como para hacer que el mismísimo Isaka accediera a contratarlo ¿Quién? ¿Usagui-san? IMPOSIBLE Misaki sabía que el autor no haría nada que el castaño no quisiera y le dejó en claro que no quería palancas. Entonces nada tenía sentido.
    -¡Ah!- por muy poco logró salvar la sopa. Gran tonto se distrajo pensado. Por suerte no llegó a hervir.
    No podía estar tranquilo y no encontraba la solución. Si el novelista no había intervenido –eso seguro- y no a todos se les daba la oportunidad que él tenía…¡Ahhg! por más que pensara y pensara sentía que caminaba en círculos.
    -Usagui-san comida está lista- anuncio el castaño desde la puerta del estudio y, en una rápida inspección ocular vio que había varios papeles fuera del cesto.
    -Bajo en un momento – sin decir una palabra Misaki volvió a bajo y empezó a poner la mesa. Podía adivinar que el peli-plata se encontraba de mal humor.

    -¿Misaki aun te queda limpieza por hacer?- la vos grave del autor interrumpió el silencio que hasta entonces reinaba entre ellos, después de tomar un poco de té, casi terminado la comida.
    -Sí, mucho.
    -Mm… ¿y mañana?
    -Probablemente-
    Nadie habló por un rato.
    Misaki deseaba que el autor le comentara cualquier cosa, le hablara de sus osos o de un nuevo capricho que se le antojara. Lo que fuera con tal de romper el incomoda ambiente que los rodeaba, pero el mayor se dedicó a limpiar su plato y nada más. Ahora otra pregunta se sumaba a las que ya tenía en su cabecita ¿Qué rayos tenía tan molesto al novelista de ojos violetas? La verdad era que lo notaba extraño desde hacía unos días. Tenía que tratar de pensar en algo para conversar.
    -¿Y tú? ¿Estarás ocupado?
    -Si
    -¿Y Aikawa-san se encuentra bien? Hace tiempo que no la veo.
    -Vino ayer y toda la semana, pero como llegaste tarde todos los días no la viste.
    -Ah… salúdala de mi parte.
    -¿Esta semana también vas a llegar tarde casa?
    ¿Le estaba recriminando algo?
    -No lo sé.
    Era seguro, Usagui-san estaba molesto por algo. El tono de la vos y la mirada, le decían que sí pero no hablaría de eso con él ¿Podría ser por su nuevo trabajo? Quizás. No, Usagui era escritor y sabía que ser editor no era fácil, además se había puesto realmente feliz por el cuándo finalmente consiguió un puesto fijo. No podía ser el trabajo, Misaki podía percibir algo más.
    El castaño no agregó nada y el mayor tampoco abrió la boca para otra cosa que no fuera probar escasamente el postre. Se miraban el uno al otro, de vez en cuando sus miradas coincidían pero se apartaban una de la otra. Np podían seguir así por mucho tiempo más.

    Misaki entró a la última habitación que le faltaba por limpiar, con eso podría estar tranquilo, al menos por unos días. Llevando consigo aspiradora, paños y productos necesario se dedicó a su tarea. No se sentía del todo cómodo allí todavía, esa era la habitación de las anguilas, el pequeño no tenía nada contra los animalitos, solo que no olvidaba la sorpresa que se llevó cuando cambio las sabanas después que sus invitados se fueran. Al igual que con las sabanas del cuarto del marimo, unas pequeñas y casi imperceptibles manchas estaban sobre el blanco. Manchas que él conocía muy bien. Pero bueno, eso había sido semanas atrás y no era importante ahora.
    Era más de media tarde y la situación entre él y el peli-palta seguía igual de incomoda y peligrosa.se sentía un poco preocupado, podía preguntarle qué era lo que lo tenía tan molesto, pero la pregunta no era tan fácil de hacer como parecía. Misaki nunca fue bueno para hablar con Usagui-san por lo que solo le quedaba pensar sin descanso, aunque como siempre la respuesta no le llegaba. Hacía mucho le había dicho y repetido que se algo andaba mal se lo dijera ¿Por qué no lo hacía? Tal vez por la misma razón por la que él no le preguntaba directamente.
    Con cuidado repasó los estantes con libros de la habitación, sacudió los almohadones que adornaban la cama –solo después de rehacerla- y aspiró hasta el último rincón. Ya casi terminaba cuando volteado hacia sus mascotas acuáticas; estaban realmente grandes Unahiko y Unasaki apenas podían moverse en su pecera, aun así las alimentó un poco porque necesitaban mantenerse con vida, claro está. ¡La comida! Le quedaba poco tiempo para la hora de la cena y ahora que lo pensaba todavía tenía que preparar los almuerzos de la semana, sería solo después de lavar los platos. Realmente agotador el solo pensarlo.

    -Te ves cansado.- decía el peli-plateado para romper el prolongando silencio que se había formado entre ellos. Lo miró al tiempo que se llevaba una cucharada de chawanmushi a la boca, se le estaban formando ojera que opacaban sus hermosos ojos- deberías irte a dormir temprano hoy.
    -No puedo, aún tengo cosas que hacer.- fue la limitada respuesta.
    -A veces es mejor solo relajarse.
    -¡No puedo! tengo que dejar listos los almuerzos, la ropa…
    -Todo eso no importa tanto ¿Por qué no solo lo dejas? Ya terminé por hoy. Ven, duerme conmigo.
    -¡¡No puedo!!- le grito de nuevo y con más fuerza- no tengo energía para esas cosa… lo siento no quería gritarte.- hizo una pausa, por más fuera cierto que estaba cansado, no era excusa para desquitarse con las personas a su alrededor.
    -¿Te encuentras bien?- preguntó Akihiko más preocupado que enojado.
    -…si- quería cambiar el ambiente entre ellos- ¡ah! Usagui-san las anguilas se ven muy apretadas en su pecera, creo que necesitan una nueva.-sonrió
    -Bien- fue la escueta respuesta que recibió del mayor que se dedicó a terminar su sopa.
    Si le hacía falta una confirmación de que algo estaba definitivamente mal ya la tenía. Usualmente Usagui le respondería algo como “¿Por qué no aprovechamos la oportunidad para instalar un acuario que ocupe toda la pared?” o “ya que las anguilas se mudan deberíamos hacer lo mismo nosotros.
    -Seguiré trabajando un poco más- fue el remate que terminó de llenas la revuelta y preocupada cabeza de Misaki, vio al oji-amatista perderse escaleras arriba y encerrarse en su estudio.
    Sin embargo, la parte más cobarde y patética de Misaki lo agradecía, si hubiera tenido que meterse en la cama estando despiertos, con el tenso ambiente que flotaba entre los dos no habría sabido que hacer y, probablemente hubiera salido huyendo.
    El castaño se apresuró a terminar con la cocina lo más rápido que pudo, usando las cuatro hornallas a la vez, junto con el horno y el microondas; separó en porciones, envolvió todo por día para que quedaran en la heladera. Se duchó casi corriendo y de la misma manera se metió en la cama, eso sí, dejó a Suzuki-san en el medio para que actuara de separador.

    -¡Wow! ¡Me volví a quedar dormido!- un castaño muy alterado bajaba a toda velocidad por las escaleras.
    -No corras, es peligroso- por detrás en peli-plata lo veía recoger llaves, celular y demás objetos personales para meterlas en su bolso.
    -¡Llegaré tarde!
    -¿Otra vez vas a desayunar fuera de casa?- había logrado alcanzar a su castaño en la entrada mientras se ponía las zapatillas.
    -Si, tomaré algo en la editorial- se estiro para alcanzar el bolso.
    -¿Mañana vas a desayunar conmigo?
    -No lo sé. Me tengo que ir.
    -Misaki…-
    Se quedó con el picaporte en la mano, la vos de Akihiko se escuchaba triste.
    -¿Qué sucede?- cuando el castaño giró para verlo se topó por un breve instante con “aquella” expresión en el rostro del escritor.- ¿Qué sucede Usagui-san?
    -Que te vaya bien.
    -Vuelvo más tarde- Misaki salió corriendo para lograr llegar a tiempo, Ishi-san era una persona particularmente exigente con la puntualidad. Aunque llevaba consigo otro carga de intranquilidad.

    Akihiko vacío el aire de sus pulmones en un prolongado suspiro. Había hecho el esfuerzo de levantase temprano con el único fin de pasar un poco de tiempo con su castaño pero, por segundo día consecutivo no lograba su objetivo. Se decía a si mismo que se levantaría temprano para estar juntos y lo hacía, el problema era que Misaki no lograba despertarse a tiempo. Cosa rara en él, que solo se permitía dormir tarde cuando estaba absolutamente seguro de que no tenía nada por hacer, aunque últimamente… era solo la prueba tangible de lo fatigado que estaba su adoración.
    Akihiko miró el departamento pensado en qué ocuparía las horas que tenía por delante. Fue hasta la cocina a servirse el café de la mañana ¿Podía ponerse a escribir? No tenía ganas y, por loco que se escuchara llevaba un buen ritmo en su trabajo. Se sentó en el sofá y se dedicó a leer el diario, en realidad no puso atención a ningún artículo.
    Pasaron una cuantas horas y su ánimo de trabajar seguía en cero, necesitaba algo con que entretenerse por lo que subió a su estudio a buscar el último libro recomendado y prestado por Hiroki. En la biblioteca sus ojos se enfocaron en un grupo especial de tapa rosa, todos inspirados en una misma y única persona. En su rostro una frágil sonrisa nostálgica hizo intento de asomar. No importaba cuantas veces se dijera a sí mismo que era lo correcto, la sensación que le oprimía el pecho solo podía llamarse abandono. Akihiko sabía que estaba forzando sus límites. Que solo era temporal, que pronto todo terminaría,- se repetía- que todo era por el bien de su pequeño. Asique aunque Misaki insistiera en preguntarle que lo tenía molesto él no se lo diría. Nunca le mentiría y no quería confesarle que en realidad estaba celosos de su trabajo por quitarle su precioso tiempo juntos. Akihiko sabía lo importante que era, como Misaki se esforzaba día tras día por hacer su trabajo lo mejor posible, por cumplirle a un tutor especialmente exigente, según pudo saber, todo sumado a que se ocupaba de los quehaceres en la casa, el orden, la limpieza, y por si fuera poco se aseguraba de dejar lista la comida con anticipación. Era una carga pesada para su precioso castaño.
    Abrió la pasta del libro dispuesto a distraerse para calmar su mente.
    -¡Sensei! Con que ahí estaba- la vos de la mujer lo distrajo.
    -Buenos días Aikawa.
    -Ah sí buenos días sensei. No esperaba encontrarlo ya despierto y trabajando- el hombre la miro indiferente y al instante la editora percibió que algo no andaba bien, pero más importante vio la computadora apagada- asique no está trabajando ¡lo sabía! ¡Sensei póngase a trabajar! ¿Acaso tiene idea de cuánto falta para la fecha de entrega? ¿Qué hace en el estudio si no está trabajando?
    -Para empezar esta es mi casa Aikawa puedo estar en cualquier habitación sin tener que darte explicaciones. En cuanto al manuscrito está bien, no hay de qué preocuparse.
    -No puedo confiar en su “está bien”
    -Revísalo si quieres- dijo señalando la computadora y salió del cuarto ignorando por completo la presencia de la mujer, directo al sofá llevándose el libro en las manos.
    Aikawa sin perder tiempo tiro su bolso a un mueble y se zambullo a la máquina. ¿Acaso había entrado a un universo paralelo sin notarlo? ¿O seria que estaba soñando? Lo más probable era que en ese momento siguiera acurrucada en su tibia cama… ¡que placentero! Pero tenía que despertar por lo que se pellizcó el brazo por sobre la camisa rosa que llevaba ¡auch! No, era real, estaba despierta y si, el caprichoso sensei le había dicho la verdad, estaba a tiempo con el trabajo, n solo eso iba un poco adelantado.
    Le llevó unos cuantos minutos el recuperarse del shock, paralizada frente a la pantalla tratando de aceptar la realidad. Impresionada, Aikawa parpadeo varias veces y se levantó de donde estaba. Solo podía existir una razón para el inusual comportamiento del hombre.
    -Em… ¿sensei?
    -¿Hm?- le contestó sin ni siquiera tomarse el trabajo de mirarla.
    -¿Cómo decirlo?
    -¿Qué quieres? ¿Acaso no estaba como te dije? ¿O estaba mal?
    -Bueno… si estaba y estaba bien como siempre, pero…
    -¿Qué sucede entonces? ¿Por qué sigues aquí? ¡Vete!
    -Hay otra razón por la que vine- aclaró la pelirroja reaccionando- mañana tenemos una reunión con los empresarios de Sudamérica para arreglar los últimos detalles para difusión de sus libros en español. Isaka-san me envió para que definiéramos nuestra posición.
    -Eso no tiene nada que ver conmigo- contestó casi agresivo el peli-plata. Se encontraba al borde del colapso.- En el último de los casos no podría interesarme menos. – los supuestos detalles de los que hablaba podrían terminar por convertirse en horas y horas de reuniones aburridas, incluso días, ocupados con asuntos como la cantidad de traductores que se emplearía, cuantos de sus libros serian lanzados a la venta y en qué orden, con cuánto tiempo de diferencia entre si y así por el estilo. En resumen ¡no lo involucraba!- les corresponde a Isaka y ti ocuparse ¡largo!
    -Sensei no sea grosero- por más que casi sale corriendo por la mirada fulmínate que recibió Aikawa resistió. Era mejor cambiar de tema y suavizar el humor del escritor antes que insistir. Apostando a lo seguro la mujer sacó a flote aquello que siempre funcionaba.-Veo que Misaki-kun estuvo ocupándose de la limpieza el fin de semana ¡y con todo y entrenamiento! Hace tiempo que no lo veo ¿Cómo le va? ¿Está feliz con su trabajo?
    Akihiko hundió la cabeza en el libro para concentrarse en la lectura y no sacar a la mujer literalmente a patadas de su casa ¿Por qué tenía que tocar el tema? ¿Por qué no se callaba?
    Por más que recibió un gruñido a modo de respuesta la pelirroja no podía solo irse, decidió seguir intentando.
    -Por surte para nosotros también se tomó el tiempo para ordenar su estudio, ya empezaba a recordar la época en que vivía solo sensei. Estaba a punto de intervenir…- los ojos amatistas de pronto la miraron abiertos de par en par- ¿Qué sucede sensei? ¿Dije algo malo?
    Akihiko se paró de un salto, fue hacia su editara y la sujetó por los hombros zarandeándola ¡pero claro! ¿Cómo no la había pensado antes? Él haciéndose problemas y todo tenía una solución tan simple.

    Otra vez estaba de pie junto al escritorio de Ishi-san y otra vez Misaki sentí el impulso de salir corriendo. El castaño más parecía una estatua por lo rígido que se encontraba, sudaba mucho, de eso no le cavia duda y comenzaba a sentir que su estómago se estrujaba dándole algunas nauseas. El joven editor de cabellos oscuros le emitía un aura especialmente sombría y amenazante. Misaki empezaba a tenerle un poco de miedo. Se atrevió a mirar alrededor para distraerse, como apenas era u aprendiz no podía irse antes de recibir una devolución, por más que ya llevaba media hora parado allí y que su hora de salida hubiera dado hacía 15 minutos seguía aguardando. De cualquier manera no creía poder comer en el estado en que se encontraba. El escritorio de su superior estaba mucho más repleto que en los días anteriores, además de que todos los teléfonos estaban descolgados y mantenía muy cerca su celular al que miraba de reojo cada cuatro o cinco segundos. Mirándolo bien Misaki notó que el chico llevaba el mismo suéter verde y camisa blanca que el día anterior, junto con los mismos pantalones marrones amplios. Centrando sus ojos en el rostro no le costó mucho trabajo dar con unas pronunciadas ojeras, tal parecía que el Ishi-san no había dormido por noches y ni siquiera pudo llegar a su casa a cambiarse se ropa, era normal que emitiera esa aura perturbadora.
    -Takahashi- lo llamó el chico con vos raposa- ven acá.
    Un poco asustado el pequeño castaño se acercó al editor.
    -¿Por qué hiciste esto? – le cuestionó con gesto frio.
    Misaki había estado agregando detalles a las mismas hojas con las que venía trabajando desde que comenzó. En este caso Shizuku señalaba un cuadro en que los personajes estaban felices y tenía que agregar la palabra “SONRISA” para acentuar el sentimiento. El oji-esmeralda había recortado las silaba de la palabra colocándola alrededor del rostro del personaje.
    -¿De qué habla?
    -¿Por qué colocaste la palabra así?
    El hecho era que las silabas formaban un arco con la parte más alta arriba.
    -Pensé que poniendo las silaba de esa forma se veía más deslumbrante.- respondió algo dudoso
    -No-sentenció con firmeza el otro- así parece una mueca triste, y hace parecer que el personaje estuviera sonriendo menos- el editor guardó silencio que Misaki respetó, iba a irse, pero el chico respiró profundamente y siguió- Si vas a poner la letras de un forma en particular hazlo de manera que esté acorde con el contexto. En este caso en particular hubiera sido mejor que la palabra misma también pereciera una sonrisa o en todo caso como el tamaño es considerablemente más pequeño que el resto del texto ponerla en un ángulo de 45 grados debajo de la boca. Por lo general las palabras que van de cierta manera se imprimen así para facilitar el trabajo o con un estilo diferenciado, por ejemplo si esta sonrisa tuviera que quedar como está aquí la segunda silaba sería más grande que la primera y la tercera y el borde superior tendría forma de arco. Además si se quisiera que la expresión o el gesto resplandecieran tendría agregado algún tipo de efecto de luz o sombra en los detalles de grises o sea en el entramando.
    Si tienes alguna duda pregunta, no trates de agregar detalles si no estás seguro. Hasta que no conozcas el estilo del autor con el trabajes no supongas nada por tu cuenta. Es muy rápido para que tomes decisiones sin consultar.- con gesto de cansancio le entrego la hoja donde estaba el error- Ten presente- le recordó- que un error de este tipo puede arruinar el trabajo de otras personas, hay que volverlo a imprimir todo desde el grafico a los diálogos y los grises, no solo un cuadro, toda una hoja . Ve con Sato para que te de una copia.
    Misaki se disponía a irse con pasos lentos.
    -Espera Takahashi- lo llamó de repente- no dije que todo lo demás estuviera bien- buscó entre los papeles- en el tercer cuadro el dialogo esté torcido en el segundo globo, arréglalo también y tráemelo cuando termines. – Los ojos oscuros se volvieron a constatar el teléfono cuando vio la hora que se mostraba en la pantalla en números grandes.- No, ya es hora de tu salida. Bueno será para mañana.
    El teléfono por fin sonó y el editor se apresuró a contestarlo no sin antes recordarle a Misaki que debía poner más atención en un grito y como forma de despedida. Misaki lo escuchó gritar el nombre del mangaka con alivio y alegría mientras él tomaba sus cosas y se alejaba. El pequeño oji-verde se sentó en su escritorio unos minutos mientras que el temor que había estado sintiendo se disipaba lentamente, hasta que sus piernas se relajaron y movieron lentamente. Sacó su caja de almuerzo y salió de la editorial, le caería bien un poco de aire fresco.
    Misaki encontró un pequeño parque cerca de su trabajo y decidió comer ahí. Cómodamente sentado en una de las bancas se dedicó a tomar sus alimentos lo más lento que pudiese. Pensándolo con detenimiento lo de la sonrisa fue un error bastante tonto, cualquiera se hubiese dado cuenta antes de hacerlo y lo del dialogo también, estaba torcido por unos tres milímetros. Lo recordaba, se había apurado a terminar porque Ishi-san le dijo que estaba tardando mucho. Aunque no era escusa, además de rápido debía hacerlo adecuadamente. En cuanto lo otro en aquel momento le pareció buena idea. Tomó un poco de su té sintiéndose decepcionado de sí mismo, dos simples descuidos le costaron caro y ahora tenía que rehacer dos páginas completas. Un retraso en el trabajo. Por suerte sus mangas no eran para entregarse enseguida como le pasaba a Ishi que tenía encima la fecha límite de The Kant y parecía tener problemas con Injuin sensei. El chico se alegró de no encontrarse en su posición porque si lo estuviera un descuido como el que tuvo no solo le traería problemas a él sino también a sus compañeros e incluso a la editorial.
    Su frágil confianza se debilitaba, una vez más se preguntó por qué él de entre todos fue elegido si era obvio que todavía no se encontraba listo para ser editor. No podía dejar de pensar que existía otra razón detrás de su asignación y solo un nombre se le venía a la cabeza. Pero ya sabía que era imposible él nunca, jamás haría algo que Misaki no quisiera, cada vez que lo pensaba esa certeza se imponía por sobre todas sus dudas y lo golpeaba sin piedad.
    Terminó su almuerzo solo a medias, ya era casi tiempo de volver a presentarse en la editorial. Se estaba desesperando tratando de encontrar una respuesta a la pregunta de cómo solo un tipo normal como él, sin ninguna habilidad especial de pronto se veía en una situación de privilegio. El castaño había anhelado con fuerza obtener el puesto ¿Por qué ahora que lo tenía no se sentía satisfecho? Su falta de fe en sí mismo era la respuesta pero él no la veía.
    Era una tarde relativamente tranquila para el editor en entrenamiento, claro como ya era costumbre cada vez que se acercaba una fecha de publicación en la jump tenía más carga de trabajo, pero como no le requería mucha concentración se podía decir que estaba bien, al menos por fuera. Una vez más Misaki se veía parado frente a la computadora sacando juegos y juegos de copias que parecían no tener fin. Por otro lado Kimura se encontraba de nuevo enfrascado en su computadora e Ishi-san, que salió corriendo justo cuando el pequeño entraba, no volvía todavía. Mirando las copias el pequeño no dejaba de reprenderse una y otra vez por sus errores , por si fuera poco por el tono que usaba Ishi-san al hablarle era obvio que eran errores muy tontos y que al chico le molestaba tener que señalar algo así de básico, quizás esa era la razón por la que su actitud hacia él era tan…¿fría?¿cortante? el castaño no sabía muy bien cómo definirla solo sabía que no era precisamente del agrado del joven azabache y que este lo consideraba como un incompetente. Después de todo el chico tenía apenas dos años más que él y ya era el editor a cargo de, nada más ni nada menos, que The Kant, si se veía desde ese punto era lógico que le molestara tener que estar educando a un novato algo lento.
    Sumido en sus tristes y enredados pensamientos el joven castaño termino con sus copias y fue a entregárselas a Kimura.
    -Aquí tiene las copias
    -¿Eh?- el chico de pelo claro miraba a la distancia por el pasillo y no notó que Misaki le tendía sus papeles.
    Al no tener reacción el castaño se asomó también, era Isaka-san lo que su supervisor miraba, hablando con un hombre alto de cabellos oscuros, junto con otro más bajo y que tenía el cabello castaño y se notaba muy nervioso mirando el piso. Isaka parecía estarlos regañándolos o señalando algo o más bien enseñando algo porque el hombre de cabellos oscuros lo veía serio sin perderse detalles de nada de lo que el director decía y, aunque era más alto el que parecía más fuerte en esa conversación era Isaka. Al oji-esmeralda le sorprendió como el hombre al que siempre veía sonriendo de manera burlona y que siempre parecía comportarse de manera desobligada ante él, pudiera emitir semejante autoridad. La charla terminó y el hombre al que Misaki no conocía asintió con la cabeza, el director les dedicó una de sus sonrisas entre cínica y amable, dijo algo especialmente al castaño que también asintió sin mirarlo y los dos le dieron la espalda y se fueron.
    Isaka y su secretario –que todo ese tiempo había permanecido detrás de su jefe- atravesaron la sala pasando muy cerca de Misaki con rumbo al elevador que se encontraba del otro lado.
    -¡Isaka-san!- se escuchó de repente y un chico delgado y de cabellos negros se acercó corriendo. -¡Isaka-san! Espere por favor.
    El director borró entonces su sonrisa y rodó los ojos con gesto de fastidio e ignorando totalmente el llamado siguió caminado con pasos tranquilos a pesar de encontrarse con el chico de frente.
    -Isak…-intentó decir el chico cuando el secretario lo detuvo con un gesto de la mano.- Asahina-san necesito hablar con Isaka-san
    -Ahora no tiene tiempo.
    -Pero…
    -No. Ya conocemos tu caso y la respuesta es la misma, tu petición fue negada, es inútil insistir Kenta-kun
    -Pero estoy capacitado para ser editor ¿saben realmente quién soy? Trabaje con Ito-sensei ¡tengo una recomendación de él!
    -Poco importa las recomendaciones que tengas o no, o tus conexiones- dijo con desdén el hombre rubio- Marukawa es la que juzga y decide en donde ubicarte, tu solo debes aceptarlo. Pediste una re-evaluación y el resultado no cambio. Se agradecido, el puesto que se te asignó no es menor.
    El chico hizo un gesto de enfado y se disponía a replicar cuando Isaka en persona hizo su aparición luciendo una enorme sonrisa.
    -Sería un problema si se interpretara tu comportamiento como una falta de obediencia a tus superiores Kenta-kun. Ashahina vamos no tengo todo el día para esperarte- comenzó a caminar- sabes que no soy un hombre paciente.
    Sin saber cómo Misaki entendió que la última frase no iba dirigida a su secretario.
    El chico se quedó paralizado en el pasillo con la cabeza gacha y el enojo contrayéndole el rostro hasta que con aires de grandeza alzó una mirada de superioridad dio media vuelta y se fue por donde había venido.
    Mientras que el joven castaño, que como todos en el piso había visto y escuchado el espectáculo, seguía parado y con las copias extendidas hacia Kimura-san.
    -Espero que con eso se quede tranquilo- susurró el peli-claro
    -¿Quedarse tranquilo? ¿Por qué? ¿Quién es él?- pregunto el castaño.
    -Es Harada Kento- explico el chico que parecía recién notar la presencia de su compañero- entro a trabajar al mismo tiempo que yo lo hice y cuando se abrió un vacante de editor empezó a decir que él era el más capacitado para el puesto porque conoce a Ito-sensei y a otros mangakas, además de que viene recomendado, pero no fue elegido. Cuando se enteró se puso furioso y pidió una entrevista con el mismo Isaka-san y la obtuvo, aunque le negaron el puesto todavía insiste ¡Que tiene una recomendación! ¡Que conoce a Ito-sensei! ¡Es lo único que sabe decir!
    -Pero alguien que ya trabajó como editor de manga ¿no sería más conveniente? Así no habría necesidad de educarlo, además de que Ito-sensei es un mangaka importante.
    -Si es uno de los más importantes- concedió el rubio- pero eso no es importante para Isaka-san, él pone a los empleados en el puesto donde piensa que tendrán mejores resultados, porque su máxima prioridad es la editorial.
    -¿Isaka-san decide sobre cada uno directamente?
    -Si porque tiene el don de ver el potencial de las personas. Claro una contratación se decide por mayoría y no se ocupa de todos y cada uno como puestos menores por ejemplo un trabajador temporal, solo los más importantes, pero la asignación especifica es privativa de Isaka-san.
    -Pero si ese chico conoce a Ito-sensei y se queja con él ¿no sería un problema si se enoja y deja la editorial?
    -No lo creo, Isaka-san sabe cómo manejar a los autores y, el sensei como la mayoría aquí sabe de la capacidad de Isaka-san ¡No por nada llegó a donde está siendo tan joven! Asique tiene el respeto de todos por sus decisiones. Por otro lado no es de los que se deja asustar solo por un nombre ¿no viste como discutía con aquel hombre hace rato? Es un jefe de editores y de los mejores que tenemos…
    -Ah…- Misaki pensaba que, a esas alturas a Kimura solo le faltaba una banda en la cabeza y una playera con la cara del director para declarase un completo Isaka’s fan.
    -Que agradezca que Asahina-san se interpuso porque la verdad está cansado a todo el mundo y puedo asegurarte que esta fue la última advertencia que recibió. Si de verdad quiere trabajar aquí que se conforme con lo que tiene ¡un puesto en producción no es poca cosa!
    “¡Ah, las copias! Gracias puedes seguir con lo demás- dijo aceptado al fin los papeles y Misaki pudo irse.
    Mientras acomodaba las encuestas del mes Misaki asimilaba todo lo que Kimura-san dijo. Si el mismo Ryuichiro Isaka lo asigno al puesto de editor significaba que vio en él potencial y capacidad para lograrlo, lo suficiente como para que valiera la pena enseñarle primero. Sin necesidad de recomendaciones, sin contactos, sin que a quién el conociera o no influyera en algo. Ahora que había lograda encontrar su confianza podía sentirse orgulloso de haber logrado entrar a la prestigiosa Marukawa y daría su mejor esfuerzo. Todavía no podía decir que llegaría a ser de los mejores algún día, pero lucharía para ver qué tan lejos podía llegar y, bajo ningún concepto serie el peor. Había logrado algo importante y estaba bien sentirse orgulloso de sí mismo por eso, ya no sentiría vergüenza de sus errores y podría aceptar las duras lecciones de Ishi con más facilidad por el bien de dar su mejor esfuerzo.
    Con resolución renovada el castaño terminó sus tareas asignadas de manera impecable y rápida. Después de días lograría llegar a casa a tiempo para cenar.
     
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  7. Patty Unnie
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    Holaaa
    ME ENCANTA TU FIC! la continuación de la historia está buenisima, adoro los capitulos largos <3
    Me he logueado en este foro solo para dejarte comentario, quizás no sea mucho pero creo que no podía solo hacer lo de siempre: Leer y no dejar opinión
    Si lo he hecho es porque quería agradecerte que continuaras la historia (cosa que no muchas hacen por falta de comentarios o que se yo) y otra es para decirte que tengo la certeza de que así como yo habemos muchas que solo leemos un fic.
    No te desanimes, la historia promete para grandiosa :D
     
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    Yaoizando
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    Hola! se suponia que hoy subiría el capítulo pero no llegué a terminarlo. Sin embargo no quería dejar pasar más tiempo para agradecer a Patty Unnie por su lindo y alentador comentario.
    Proxima actualización entre miercoles y jueves
    Besos
    Gaia
     
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  9. Star's Cano
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    Hola !!!!.... Me encanto la continuación stubo GENIAL !!! ...... :=NOIP: y q bueno q la terminas ..... Escribes muy bien
    Q te valla muy bien
    Bye bye ....
     
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    Yaoizando
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    Buenas noches! como prometí aquí el capítulo. Antes mi gratitud a Star's Cano por su nuevo comentario.
    Dejo leer con la advertencia de que la siguiente actualización va a tardar.
    Saludos
    Gaia

    El señor.
    -Muy bien sensei- decía Aikawa desde la puerta del pent house- yo me ocuparé de eso, a cambio espero no tener que arrastrarlo mañana a la reunión, ni escuchar sus quejas, ni que escape estando a la mitad.
    -Ya te dije que lo haré. Solo vete.
    -Pero no escapara ¿cierto?- la pelirroja deseaba estar segura, después de todo ya no podía a buscar a Misaki y usarlo para que de algún modo convenciera al autor de portarse maduro y hacer su trabajo sin refunfuñar.
    -Si no te vas ahora cambiaré de opinión- amenazó Akihiko ya en el límite de su paciencia.
    -Vendré por usted mañana- dijo rápidamente la mujer y salió del departamento sin más.
    Akihiko se quedó en el sofá terminando el libro que había empezado en la mañana. Siempre era mejor devolver a Hiroki sus preciados libros en cierto lapso de tiempo antes que tener que enfrentar su ira.
    Se podía decir que se encontraba más tranquilo, había encontrado una solución a sus problemas más inmediato. No era la situación ideal y ciertamente podría llegar a ser un poco molesto y fastidioso, pero era la mejor solución posible.
    Se encontraba en un punto muy interesante de la historia cuando escuchó la puerta abrirse, grande fue su sorpresa cuando la figura de Misaki entró por ella. Llegaba temprano por primera vez en semanas. Se lanzó a abrasarlo sin contenerse. Por fin podía tenerlo solo para él.

    No lo creía, simplemente no podía creerlo o mejor dicho se negaba a asumirlo, ni mucho menor estaba bien con eso, no podía aceptar esa situación. No era que esperara tener que afrontar en su vida, si bien a lo largo de los años que compartió con Usagui siempre hizo su santa voluntad no creía que él Takahashi Misaki hubiera cedido tan fácil a sus pretensiones como la noche anterior, incluso dijo… bueno, lo que dijo no se atrevía a repetirlo ni en pensamientos.
    -Otra vez te levantaste temprano- le reclamaba aquel día el peli-plata durante en el desayuno.
    -No tuve otra opción- casi ahogando con el arroz. Por primera vez en su vida se puso rojo de ira y de vergüenza.- ¡Por tu culpa los platos de anoche quedaron sin lavar! Y no podía solo irme dejándolos sucios en la mesa todo el día.
    -No pasa nada por dejarlos así por unas cuantas horas más. Preferiría que te quedaras en la cama conmigo.
    - Claro que no, el departamento no puede quedar hecho un desastre.
    -Que exagerado eres Misaki- se burló el hombre- unos cuantos platos sucios y el departamento ya es un desastre.
    -¡Ja! ¿Y que hay con los días anteriores?
    -¿Qué problema hay con esos días?
    Misaki tragó el griterío que el escritor se merecía recibir junto con un poco de té y lo miró para saber si el mayor le estaba jugando otra broma.
    -Nada - respondió Misaki mirando su plato.
    -Al menos eso dejará de ser un problema.
    -¿Cómo? ¿De qué hablas Usagui-san?
    -A partir del mes siguiente alguien más se ocupará de la limpieza y el resto de los quehaceres.- le soltó mientras bebía café.
    -¡¿QUÉ?!- colérico el chico el chico golpeó la mesa-¡No! ¡Yo puedo hacerlo, además…
    -Ya lo decidí- le corto el autor se levantó de la mesa después de agradecer por la comida- debo cambiarme, también voy a la editorial por un reunión. Te llevaré asique espérame.
    Usagui subió a su habitación, en cambio Misaki se quedó en la mesa con el ceño fruncido de preocupación y aturdido por la noticia. Lo que le dijo el mayor no tenía sentido, hasta entonces él se ocupaba de todo ¿acaso había hecho algo mal?

    Asique más de una semana había pasado entre trabajo y otras cosas y ahí estaba el joven castaño el primer jueves de febrero a punto de conocer a quien lo reemplazaría en sus tareas de la casa. Subiendo en el ascensor el chico soltó todo el aire después de retenerlo por varios segundos en sus pulmones. No había nada que hacer Akihiko lo había decidido y, aunque el intentó hacerlo cambiar de opinión más de una vez el otro simplemente se negaba a escucharlo.
    Bueno solo le quedaba resignarse, después no tenía derecho a opinar ya que él solo era un inqui… Misaki detuvo sus pensamientos antes de terminar. La verdad no sabía qué pensar sobre qué era y qué no era dentro del lujoso departamento.
    Abrió la puerta con desánimo y antes que nada la vos de Aikawa-san lo recibió-
    -Misaki-kun te estábamos esperando ¡bienvenido!
    De hecho si la empleada no había comenzado antes fue porque Usagui-san insistió en que él la conociera primero y Misaki se había comprometido a llamar un día en que pudiera llegar a tiempo para conocerla. Lo había retrasado pero ya no podía seguir haciéndolo porque lo reclamos del peli-plata no cesaban.
    -Mira aquí están- le decía la editora mientras lo apuraba a entrar al departamento empujándolo por la espalda al ver que se quedaba en la puerta.- ¿Qué sucede Misaki-kun? ¿estás cansado?
    “¿Están?” Misaki no sabía por qué la pelirroja hablaba en plural. No tuvo tiempo de preguntar antes de darse cuenta se encontraba en la sala y TRES lo recibían con una respetuosa y cortes reverencia.
    -Aquí Misaki-kun- lo animaba Aikawa- mira ellas son Yakimioto Chiyoko, Takayama Kaedé y Niimura Aiko. Él es Takahashi Misaki uno de los señores de la casa.
    La mujeres volvieron a reverenciar.
    -Es un placer conocerlo Takahashi-dono- hablo la mayor de las mujeres, que Misaki creyó era la líder del pequeño grupo. Yakimioto-san era una mujer robusta y ligeramente más baja que el mismo Misaki, de cabello negro que ya contaba algunas canas recogido en un prolijo y tirante rodete. En su rostro que mostraba una expresión entre serio y amable se notaban algunas pocas y ligeras arrugas.
    El castaño no dijo nada, solo se quedó viéndola con los ojos muy abiertos, descolocado por la situación.
    -No te preocupes Misaki-kun- intervino la pelirroja ante su falta de reacción- puedes confiar en ellas, vienen de la mejor agencia de la cuidad y con las mejores referencias. Bueno los dejo para que se conozcan mejor. Misaki-kun nos vemos en editorial.
    -Soy Yakimioto Chiyoko- terminó de presentarse la mujer.
    -¿Ah? ¡Sí!- reaccionó el castaño de un salto, tenía que entender que las mujeres estaba ahí para trabajar y ganarse la vida, no podía tratarlas con descortesía, sin importar cuánto le desagrada su presencia- Soy Takahashi Misaki. Es un placer conocerla Yakimioto-san- se inclinó un poco.
    -Soy Takayama Kaedé- se presentó la mujer más alta de las tres, ella tenía el cabello corto de color negro con un poco de flequillo, ojos marrones. Misaki pensó que tendría alrededor de 35 años.- ¡Es un placer conocerlo Takahashi-sama!- se inclinó en una reverencia
    -Es un placer- repitió el castaño
    -Soy Niimura Aiko- habló entusiasta la tercer mujer. Era la más joven de unos 20 años, delgada y de la misma estatura que Misaki llevaba su largo cabello suelto y aunque se notaba que el color que lucía no era natural le quedaba bien. En cuanto a su rostro de la joven, si bien no era hermoso tampoco entraba en la categoría de feo. No hizo una reverencia sino hasta después de recibir una escalofriante mirada de parte de Yakimioto.
    -Igualmente- saludo el pequeño- Siéntense por favor.
    Las mujeres mecánicamente tomaron su lugar en el sofá mientras Misaki ocupo el lugar individual justo enfrente del grupo. No podía estar más incómodo, pensaba que ya que Usagui-san fue el de la idea de contratarlas y seria quien se asumiría el costo de sus salarios le correspondía a él el dar las órdenes, pero claro el autor no tenía idea de cómo mantener limpia una casa.
    -Lo siento- comenzó con una sonrisa nerviosa- Aikawa-san no me dijo mucho, solo que ustedes venían hoy.
    -Ella- respondió la mayor de las mujeres- no dijo que Takahashi-dono nos especificaría nuestras tareas.
    -¿Ah si? Ya... ya veo. Pero para empezar pueden llamarme Misaki si quieren- la verdad que una mujer mayor le hablara con semejante respeto y formalidad lo hacía sentirse pero todavía.
    -¡Claro! – se adelantó Aiko a lo que recibió otra mirada de puñal.
    -Gracias aunque la verdad ni siquiera sé cuánto tiempo estarán aquí.
    -Fuimos contratadas para venir de lunes a viernes en el horario de diez de la mañana a cuatro de la tarde Misaki-dono.
    -Ah… en ese caso ustedes tendrán que hacer la limpieza.
    Silencio, las tres se le quedaron viendo en espera de una respuesta más precisa. Claro, si era obvio que estaba en la casa para hacer el aseo.
    -Emm…-el chico de ojos vedes se puso nervioso y sabía que estaba rojo, nunca en su vida había dado órdenes a nadie y no sabía cómo hacerlo, pero si la pregunta era ¿Qué quería hicieran ellas? La respuesta era muy simple: NADA, absoluta y definitivamente nada, el podía encargarse de todo. Pasando por alto, los nervios y la furia del momento de repente calló en la cuenta que esas tres personas estaban ahí para hacer lo que él hacía antes de ser desplazado.
    -Creo que es mejor si les explico mientras les enseño la casa para que sepan dónde está todo.
    Se paró y las empleadas lo imitaron
    -Aquí es donde se guarda todo lo relacionado con la limpieza- indicaba el castaño mientras abría la puerta del pequeño armario- generalmente hay de todo pero si algo falta solo tienen que anotarlo en la lista de compras que está en la cocina, lo mismo si se acaba cualquier producto, por favor desechen el embace y apúntenlo de inmediato.
    Las mujeres asintieron en silencio y lo siguieron.
    -¿Saben cómo se usa este modelo?- inquiría el castaño ya en el cuarto de lavado señalando el lavarropas de última generación recién comprado.
    -Si.
    -Bien. La ropa sucia está en el cesto del rincón- señalando el cesto vacío- pero antes de lavar es mejor que se aseguren de que no haya ropa en alguna de las habitaciones para que no quede desentendida. Generalmente se saca a primera hora del día y después se plancha lo más rápido posible. Si hay algo en el otro- especificó el castaña señalando un canasto más pequeño- es porque tiene una mancha especial y necesita que la lleven a la lavandería, ya les diré dónde queda.
    Misaki siguió su recorrido por la sala y el comedor, allí le informó al grupo de atentas mujeres que debían dedicar la mayor parte de sus esfuerzos en mantener el orden y la limpieza, recalcando que el polvo era el enemigo a vencer y el vidrio del ventanal debía ser repasado por lo menos una vez a la semana o antes si algún pájaro que volara por allí le regalaba su atenciones.
    -La cocina es importante también, aunque yo me encargo de la comida- dijo con cierto tono de orgullo al recordar como una victoria personal la discusión que había tenido con el peli-plata sobre las cosa de las que se encargarían las empleadas y las que no y, donde al final le concedió el derecho a seguir cocinado ( solo porque decía que su comida era la mejor) y hacerse cargo del lavado de su propia ropa interior, por vergüenza más que nada.- Lo más probable es que solo haya platos sucios después de la hora del almuerza de Usag… Usami-san. En cuanto a lo demás tendrían que encargarse de mantener el horno libre de grasa al igual que las hornallas y, como siempre, que todo quede en su lugar ¿Ustedes estarán aquí para la hora de la comida, cierto?
    -Si- respondió esta vez la mujer de mediana edad.
    -Siéntanse libres de comer cualquier cosa que haya en el refrigerador, a menos que esté apartado para Usami-san, suele estar envuelto en papel film o de aluminio.
    -¿Tenemos que llevarle el almuerzo al señor?
    -No él baja cuando tiene hambre ¡ah! Pero asegúrense que no use mal el horno de microondas ¿Ustedes ya sabían de Usami-san?
    -Si-respondió la empleada de cabello canoso, omitiendo el mencionar que el muchacho lo había nombrado ya varias veces- la señorita Aikawa nos informó que es escritor y que usualmente está en la casa, aunque no lo conocemos todavía.
    -Luego se los presentaré, vengan conmigo.
    Las guió al segundo pido y ya que estaban en el tema aprovechó para hacer algunas recomendaciones básicas sobre el escritor, como que para él la tranquilidad era primordial, es decir que hicieran e menor ruido posible.
    -¿No se puede escuchar música?-preguntó la más joven un poco sorprendida.
    -Si puedes- respondió el castaño terminado de subir las escaleras- pero usa los auriculares y no cantes, por favor.
    -No se preocupe Misaki-sama.
    -Aquí- dijo el castaño refiriéndose al segundo piso, mientras la llevaba por el pasillo- es donde están las habitaciones- abrió la última puerta del largo corredor para enseñársela- este es cuarto para invitados, hay otro igual, además de la habitación de Usami-san y de la mía.
    -¿Ah? ¿Y para qué son las otras?
    -¡Aiko!- Yakimioto no oculto su enojo cuando habló a la joven – No interrumpas ala señor Misaki.
    -No, está bien- habló para tranquilizar las cosas- ya lo verán. Mientras tanto lo que deben saber aquí es que alcanza con se limpie de vez en cuando porque suele estar vacía. Lo único que deben verificar con frecuencia es que el agua de las peceras se mantenga limpia.- agregó señalando el marimo.
    Siguiendo con su recorrido el joven castaño le indicó los detallas de otros cuartos, enseñándoselos uno por uno.
    -¡Kya! ¡Que lindos!- gritó sorprendida la más joven de las tres mujeres cuando Misaki abrió la puerta de los Suzuki- ¿Todos son de Misaki-san?
    -N-no- reconoció un poco avergonzado el oji-esmeralda- son de Usami-san
    Aiko lo miró con los ojos muy abiertos y parecía que estaba a punto de responder algo pero se contuvo cuando la severa mirada de Yakimioto la congeló.
    -Como sea lo que hay que hacer aquí es aspirar, repasar las repisas de vez en cuando y sacudir los peluches porque tienden a acumular ácaros y puede ser dañino para la salud.
    -¡Waw! ¡¿Por qué hay anguilas?! –gritó la chica de cabello largo, impresionada.
    -¡Aiko! ¡Modera tus comentarios!- si seguía así tendría que golpear a la chica que se estaba portando como una niña tonta.- Lo siento mucho Misaki-dono.
    -No se preocupe, no todos les gustan- tranquilizó el muchacho mientras le dedicaba una sonrisa amable a Aiko para que no se sintiera asusta de él. Aunque las pobres Unahiko y Unasaki no se merecían semejante desprecio solo por ser anguilas.
    Siguieron la habitación de los trenes, la de la muralla china, su antiguo cuarto y el baño principal dónde fue en extremo detallista. a esta altura de las cosas Misaki ya daba la impresión de ser una persona totalmente obsesiva por la limpieza y el orden. No es que lo fuera en realidad.
    Cuando abrió la puerta de la habitación que compartía con el escritor Misaki esperó algún tipo de reacción en Aiko pero para su fortuna la chica solo se tapó la boca con la mano como conteniéndose a sí misma. Fue particularmente quisquilloso allí, y no porque él también lo ocupara.
    -También hay un baño aquí- explicó- por supuesto tiene que ser limpiado a fondo. Cada cosa debe quedar en el lugar que estaba antes. Sé que es muy molesto y lo siento pero…
    La mujer del rodete lo miró asintiendo.
    -Lo más importante de todo es que no entren si Usami-san esta aquí, solo Aikawa-san. Puede que él este durmiendo cuando ustedes lleguen porque suele desvelarse escribiendo. Por nada del mundo lo despierten- no les dijo que era por su propio bienestar físico que se lo advertía- ocúpense de todo abajo hasta que despierte, siempre que puedan.
    Siguió dándoles detalles sobre la frecuencia con la que debían cambiarse las sabanas y lavarse las cortinas, hasta que solo quedó el estudio donde el oji-amatista estaba encerrado.
    -Este es el estudio de Usami-san- decía señalando la puerta antes de abrirla o llamar a ella.- no entren si él está dentro, ni sin llamar primero. Si no es mucho pedir me gustaría que lo mantengan lo más ordenado posible, aprovechen cada oportunidad de hacer la limpieza. Si tienen algo que decirle solo hablen desde el otro lado de la puerta- sabia cuanto odiaba Usagui-san que las personas entraran en el cuarto que consideraba el más personal de su casa.- también tengo que pedirles que no tiren ningún papel antes de consultarlo con Aikawa-san pude que tenga escrito una parte de una de una novela en a que ellos este trabajando. Umm…¿qué más?- se preguntaba si también debía decirles que no era necesario que le tuvieran miedo al escritor, solo tratarlo con respeto, tampoco deseaba que ellas lo vieran como una especia de hombre cruel.- Creo que es todo. Se los presentaré ahora.
    “-Usagui-san- Misaki tocó suavemente la puerta y se reprendió a si mismo por haber llamado al autor por su apodo enfrente de ellas-sal un momento por favor.
    El novelista apareció unos instantes después vistiendo un pantalón marrón una camisa blanca, una corbata clara y un suéter beige con cuello en V, ajustado, que resaltaba lo ancho y fuerte de sus hombros.
    -Mira ellas son Yakimioto Chiyoko-san, Takayama Kaedé-san y Niimura Aiko-san, las personas que contrataste para los quehaceres; él es Usami Akihiko el dueño de la casa.
    Las tres mujeres reverenciaron a la vez muy respetuosamente.
    -Uno de los dueños de la casa- recalcó el hombre- Misaki no sabía que habías llegado ya.
    -Usami-sensei es un honor conocerlo- habló Yakimioto.
    -Es un placer- respondió el autor mirándolas con indiferencia- ¿Misaki les habló de sus tareas ya?
    -Lo hizo señor,
    -Bien, que quede claro que de ahora en adelante responderán ante él en todo lo referente a su trabajo- las mujeres asintieron en silencio- espero que se encuentren cómodas aquí. Misaki me avisas cuando esté lista la cena, tengo trabajo que hacer.
    -Claro- respondió el castaño mientras la puerta se cerraba, aunque la verdad dudaba que el novelista se dedicara a trabajar el tiempo que le quedara hasta la comida.
    Misaki se volvió a las empleadas para hablarles y se llevó una sorpresa desagradable ¿era impresión suya o Aiko-san se había quedado viendo a Usagui de manera extraña? Incluso parecía un poco sonrojada. ¡Oh, bueno! No tenía que molestarle era natural, después de todo, que una chica de su edad quedara impresionada ante un hombre tan apuesto como Usagui-san
    -Eso es todo- les decía un poco aliviado de terminar con la situación de una vez, llevándolas escaleras abajo-¿Tienen alguna duda?
    -¿Misaki-sama quiere que usamos uniforme?
    -Emm… no es necesario, pueden trabajar como sientan más cómodas.
    -¡Misaki-san es muy amable!- alabó Aiko entusiasta
    -Gra-gracia- respondió sintiéndose un poco extraño de golpe- entonces ¿cuándo empiezan?
    -La señorita Aikawa-san no dijo que mañana.
    -Ya veo…
    El oji-esmeralda se despidió de las tres empleadas en la puerta, no sin antes darla a Yakimioto la clave de la puerta para que pudieran entrar sin molestar Usagui.
    -Puede confiar en nosotras - le dijo la mujer que lideraba el pequeño grupo- haremos todo según las especificaciones de Misaki-dono y por nada del mundo perturbaremos a Usami-sensei.
    -Las espero mañana. Dijo por último el chico y cerró la puerta después que ellas se fueran.
    El castaño fue hasta la cocina dispuesto a preparar la una cena rápida. Pudiera ser que ellas vieran con las mejores referencias y no dudaban que harían un buen trabajo, pero él no estaba nada feliz con eso.
    Saco lo necesario para la cena y frunció todavía más el ceño cuando lo notó casi vacío tendría que hacer la lista de compras para el sábado cuando iría al supermercado, también vio que había leche de coco por lo ese fin de semana prepararía un curry, hacía tiempo que tenía ganas de uno. Con paciencia y velocidad profesional se dedicó a picar los ingredientes necesarios mientras en una sartén puso a calentar el aceite de canola… ¡¿Qué rayos pensaba Usagui-san?! ¡¿Qué era un inútil?! Él podía perfectamente ocupase de las tareas de la casa, no necesita ayuda ¡Lo venía haciendo desde que tenía 8 años! Y ahora de la nada ponía a esas personas a hacer lo que antes era SU trabajo. Cierto desde que comenzó a trabajar en Marukawa se atrasaba en sus tareas un poco ¿tanto le molestaba? Si se organizaba el castaño era capaza de hacerse cargo del asea como lo venía haciendo desde primaria ¡¡Podía con todo!!

    -¿Ocurre algo?- le preguntaba el peli-plata que para desgracia del más joven se veía irritantemente tranquilo.
    -No.
    -¿Estás seguro Misaki?- Akihiko adivinaba y con razón que algo tenia enojado a su castaño, sobre todo porque durante la cena casi no le dirigió la palabra, respondía solo con monosílabos y evitaba mirarlo.
    -No ocurre nada.
    -¿Tuviste problemas en la editorial?
    -No- comío un trozo de atún que era todo lo que le quedaba en el plato.
    Akihiko se entretuvo unos segundos con el puchero que mostraba la carita de su adoración, pero era más importante deshacerse de lo que fuera que le estaba haciendo mal.
    -¿Estas muy cansado?
    -Sí. Solo tomaré ducha y me iré a la cama- “por favor no te acuestes antes que yo.”
    -Bien por qué no descansas- el autor miró a su amante lamentando que estuviera tan fatigado- yo me quedaré leyendo un rato.
    -Lavaré los platos antes.
    -Déjalo las empleadas mañana…
    -¡No me cuesta nada! Son pocos.
    Misaki hizo lo que dijo rápidamente, lavó los platos y después subió a ducharse. Akihiko se limitó a seguirlo con la mirada cuando el chico castaño entró a su cuarto. Se preguntó cuántos años llevaba entenderse por completo y cuándo el pequeño le confiaría hasta la más insignificante de sus preocupaciones. Siguió con el libro de Hiroki para poder devolverlo al día siguiente.
    Seria cerca de media noche cuando el escritor entró a su habitación confirmando que, fiel a su palabra, Misaki estaba en la cama matrimonial, solo que ya dormido y… otra vez Suzuki-san actuaba como separador entre su cuerpos. Se dio ánimos. Ya pronto el pequeño estaría libre de las pesadas tareas domésticas y dejaría de sentirse cansado e irritable todo el tiempo y, por lo tanto, sus momentos juntos aumentarían. Por sobre el peluche Akihiko estiró su brazo y acarició dulcemente los castaños cabellos, pensó en abrazarlo pero desechó esa idea lo más rápido que pudo. Llevaba alrededor de nueve días sin hacerle el amor y su resistencia se encontraba al límite, no sería capaz de resistir la tentación que le daría el calor de su cuerpo pegado al suyo. Mejor dejarlo dormir bien, ya pronto se arreglaría todo.
    El oji-esmeralda se removió un poco pero no abrió los ojos, siguió fingiendo estar dormido. No pudo evitar que una punzada de culpa le invadiera el pecho por ignorar las caricias de Usagui-san, solo que el enojo no se apagaba y seguía sin tener la menor idea de cómo manejar la situación con su amante. No era algo nuevo y al mismo tiempo era algo no había experimentado en toda su vida.

    La mañana se presentaba como cualquier otra en la poderosa Marukawa. En el departamento de edición de mangas todo había vuelto a su ritmo más relajado, es decir solo a velocidad máxima, sin el turbo encendido, lo que era considerablemente menos a otros momentos. Misaki tenía una nueva carga de trabajo de fotomontaje, solo diálogos esta vez. No era mentira que ponía un gran esfuerzo en hacerlo pulcramente y sin fallas, sin embargo mientras lo ejecutaba como fantasmas que asechan en la noche sus múltiples preocupaciones lo atormentaban dándole vueltas en su cabecita. Por extraño que pareciera el castaño sentía que todo estaba de alguna manera relacionado, pero por más que pensara el hilo conductor de la enmarañada madeja problemas se le escapaba justo un segundo antes de que lograra alcanzarlo.
    Suspiró mirando el pequeño pedacito de papel que acaba de cortar y lo puso en donde iría, estaba un poco chueco, en la línea lateral se veía le marca que había hecho con el lápiz para guiarse. Lo sacó y repasó el corte, volvió a probarlo, esta vez sí quedó perfecto, por lo que agregó una mínima cantidad de adhesivo y lo pegó con cuidado.
    Por un lado estaba el asunto de los quehaceres, tenía que reconocer que las mujeres hacían bien su trabajo, aunque él no terminaba de aceptarlo. A eso se le llamaba estar herido en su orgullo personal ¿no? Además, aunque ahora sabía cómo Usagui-san había logrado sobrevivir sin terminar viviendo en un infierno de desorden antes de que él llegara, según había sabido de Aikawa-san por una conversación en el pasillo el escritor solo aceptaba la entrada del servicio cuando ella le gritaba, muy de vez en cuando ¿Por qué de repente metía a tres personas en su casa todos los días?
    Por otro lado y más grave, mucho más grave, estaba la sensación que tenía en ese mismo momento y que se acentuaba cada mañana al levantarse y cada noche al acostarse y era que no sabía cómo debía comportarse en su nueva situación. El hecho de aceptar semejante regalo de navidad y al mismo tiempo empezar a dormir en la misma cama todas las noches le hacía sentir que algo había cambiado en su relación. ¿Cómo decirlo? Como si fuera más profunda de lo que ya era, algo así como si estuvieran… ¿casados?... no, no, no y no, no estaba casado con Usagui-san. Dos hombres n poden casarse. Se puso rojo hasta las ojeras, tanto que una amable chica que pasaba cargando papeles le preguntó se sentía bien porque parecía que tenía fiebre. Por más vergonzoso que sonara esa palabra era la que más se acercaba o la que mejor explicaba la causa de su malestar. Tener que reconocerlo era aterrador. Tener que reconocer que se sentía como una mujer recién casada que no sabe cómo actuar frente a su marido, era aterrador. Usagui-san no ayudaba, siempre lo corregía haciéndole decir “nuestra” cuando hablaba de la casa, Misaki también sabía perfectamente que él preferiría dormir abrazados toda la noche y despertarse del mismo modo. Pretendía eso, y estaba en su derecho, después de todo el mismo castaño propuso que compartirán el lecho si presiones. Con todo eso Usagui parecía esperar que su comportamiento cambiara un poco ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Tenía que empezar a llamar al novelista por apodos tonto o cursis como cariño o mi amor? Imposible ¿tenía que dejar que el pervertido del peli-plata le hiciera cosas raras todas las noches? IMPOSIBLE. Sobre todo, por más que un papel con su firma dijera que ahora era el propietario de la mitad de la casa, no lograba sentirse el “dueño” de ese lujoso pent house donde vivía… mucho menos ahora que ni siquiera le dejaba encargarse de los quehaceres para merecer estar en el lugar.
    Terminó de pegar el último papel con suficiente tiempo para llevárselo a controlar al Ishi-san. Cuando entró a la oficina fue evidente el cambio todo se veía más limpio y ordenado, lo mismo con el chico que se notaba algo más descansado y con ropa limpia. Por lo visto Injuin-sensei logró terminar justo a tiempo otra vez.
    -Disculpe- llamó respetuoso.
    -ah…Takahashi ¿ya terminaste?-dijo dedicándole una mirada glacial.
    -Si
    -Mh…déjame ver- le extendió la mano con gesto de cansancio.
    A semejante altura de las cosas Misaki ya tenía asumido que por razones desconocidas no le agradaba a Ishi-san. De cualquier modo, tomando una actitud positiva, no veía motivos para no intentar llevarse bien con el editor, era su superior y trabajarían juntos le gustase o no. No aspiraba a ser amigos y pasar toda la noche hablando de The Kant como alguna vez soñó, ahora le bastaba con que dejara de mirarlo como si desease reducirlo a cenizas.
    -Aquí tiene- dijo extendiéndole los papeles, trató de dibujar una sonrisa-¿Se encuentra bien?
    -¿Hum?
    -Es que luce cansado.
    -Estoy bien, esta noche podré dormir un poco más y mañana estaré al 100 %
    -¿Ha dormido poco los ultimo días? ¿Cuánto?
    -Unas dos horas, ayer.
    -Waw y aun así puede trabajar hoy. Es increíble- Misaki había visto muchas veces a Aikawa-san trabajar por días durmiendo muy poco o nada, pero un pequeño cumplido serviría.
    -Déjame terminar con esto- le cortó el pelinegro.
    No, aparentemente el hombre era inmune a los halagos
    -Bien- afirmó Ishi después de un rato- ningún error en esta ocasión. La siguiente semana comenzaras con los tonos de grises, lo que resta de esta seguirás como hasta ahora.
    “Por cierto mañana te llegará más material, una de las editoras tuvo que viajar y no quieren que se atrase su trabajo por lo que nos lo están repartiendo. Tú te encargarás de una parte ¡hazlo bien! Recuerda que el nombre de otro está en juego- le devolvió todo con una orden implícita que implicaba comenzar con los bocadillos y las palabras fuera de dialogo al día siguiente- ya puedes retirarte.
    -Hasta mañana Ishi-san- se despidió el castaño haciendo una pequeña reverencia, dio media vuelta dispuesto a irse
    -Takahashi- lo llamó el editor cuando ya estaba a varios pasos
    -¿Si?- Misaki esperó que dijera algo pero el otro le quedó mirando, hasta que se empezó a sentir incomodo-¿Sucede algo?
    -Nada- finalmente contestó, desviando la mirada- hasta mañana.
    Misaki salió con el presentimiento que algo acaba de pasar.
     
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  11. Patty Unnie
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    Holaaaaaa
    Hasta que por fin puedo leer el capi :)

    Me ha gustado bastante, me da risa el ver a usagi san casi tan sumiso y conteniendo sus instintos sexuales por Misaki, creo que nunca lo había leído maduro xDD
    Sobre las tres empleadas....... no sé, siento que una tormenta se avecina pero igual es bueno meter a otros en aquel departamento y más si una de esas es medio alocada y pareciera que Usagi san le mueve el piso, quiero ver a un Misaki celoso, marcando territorio xD
    Quede intrigada por saber qué le quería decir Shizuku

    Gracias por la historia y bueno espero ansiosa el siguiente episodio <3
     
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    Yaoizando
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    Hola
    Siento decir que el capítulo de hoy no está listo mi trabajo me demanda tiempo y sobre todo energia y no voy al ritmo que querria en este finc, pero no importa lo que pase prometo actulizar mañana.
    Tambien y, mucho más queria agradecer a Patty Unnie por su alentador cometario.
    Nos leemos mañana
    Gaia
     
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    Yaoizando
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    Buenas noches! como lo prometido es deuda les traigo el capítulo del día. Tengo sueño asique no voy a decir mas.
    Que lo disfruten
    Gaia

    Lo que subyace.
    Era un día perfecto, fresco sí, pero a la luz del sol Misaki no lo sentía, como indicaba la época del año el clima comenzaba a templar con la primavera acercándose. Sentado en su ya habitual banca del parque cerca de su trabajo el castaño degustaba con lentitud su almuerzo. El lugar resultaba agradable y tranquilo, contaba con unas cuantas mesas además de bancas, como todo parque, además tenía plantados arboles de cerezo que ya lucían en sus ramas los brotes de los capullos de las flores que pronto se abrirían, estaba equipado con unos cuantos juegos y, por supuesto césped y flores de distintos tipos. Allí paseaba, jugaban o descansaban otras personas además de él, claro está. Misaki levantó la cabeza de su caja de almuerzo y respiró antes de tener que volver a la editorial. Sin darse cuento sus ojos se centraron en un grupo en particular: un hombre, una mujer y un pequeño niño. Ellos estaban en la parte de juegos pero no subían a ninguno, más bien daban vueltas alrededor. El padre y la madre tomaban cada uno una de las manitos de su hijo que reía y caminaba como podía. El pequeño no tendría más de tres años y era, por lo que se veía, el que lideraba el entretenimiento.
    -Uno- decía el niño pando un pacito- do…- daba otro paso- ¡tes!- gritaba y entonces sus padres lo levantaban con cuidado de sus bracitos y lo hacían dar lo que para él era un gran salto.
    Misaki se quedó mirando a la familia jugar alegremente por varios segundos más, después se levantó y se fue caminado a ritmo lento. Se preguntaba si su hermano y su cuñada jugarían así con Mahiro. Seguro que sí, ellos eran una familia perfecta y, sin duda eran cariñosos y le dedicaba tiempo a su hijo. Por otro lado… ¿él había jugado de esa manera con sus padres? No lo recordaba. Lógico, nadie recuerda cuando tenía tres años. Siendo sincero, y ya que lo pensaba solo un poquito no recordaba mucho de sus padres ni de sus momentos juntos. Hasta ahora lo notaba. Mas importante todavía ¿Por qué de la nada pensaba en esas cosas? ¿Por qué le afectaba de repente?

    Eran casi las tres de la tarde por lo que faltaba poco para que las empleadas se fueran y entonces podría estar más tranquilo. Se repetía una y otra ves que era por el bien de Misaki por lo que aguantaba todo el día, pero a pesar de todo no poda dejar de sentirse un poco asfixiado por su presencia. Viendo el lado positivo de las cosas fue capaz de sentarse a desayunar y cenar con Misaki esa misma semana y, aunque no hablaron mucho fue un momento agradable, además Aikawa también estaba allí y las mujeres no lo molestaban en lo absoluto, es más prácticamente no le hablaban.
    Akihiko terminó de escribir el último párrafo del capítulo quinto y de detuvo a revisarlo, tenía que confrontarlo con el octavo para que concordaran por completo. Solo los novatos y no muy buenos descuidaban así los detalles.
    -Pero es increíble ¿no lo creen?- escuchó un jovial vos femenina desde el otro lado de la puerta- ¿Cuántos años creen que tenga? ¿18?
    -No lo sé y no me importa- respondió otra vos.
    -Podría preguntarle- insistió la primer vos- no creo que se enoje, él es muy amable.
    Por lo menos podría bajar la vos, era muy aguda.
    -¿Cómo creen que llegó a ser dueño de una casa así?
    -Aiko…- intervino una tercera vos que parecía enojada.
    -Pero es verdad Misaki-san es ¡tan amable! Se nota por cómo nos trató. Además ¡es muy lindo! Los ojos de ese color son raros.
    “¡¿QUÉ?!”
    -Aiko-san modera tus comentarios.
    -¿Pero que creen que haga alguien como él con un hombre como Usami-san?- insistió la vos de la chiquilla, la cual ahora Akihiko odiaba con todo su ser por lo aguda y chillona que era pero más que nada por atreverse a pronunciar semejantes palabras.
    -¡Niimura Aiko!- reclamo la vos más grave de las tres mostrado su enojo- la vida de tus patrones no tiene por qué importarte a ti- recalcó Yakimioto hablando lento y en tono de advertencia.- limítate a hacer tu trabajo y guárdate tus comentarios y tus preguntas de niña tonta.
    -Pero…
    -Yakimioto –san tiene razón- intervino la otra empleada- No te metas en lo que tus jefes hacen o dejan de hacer, eso no tiene nada que ver contigo. Debes guardar tu lugar.
    -Y ya cállate niña que Usami-sama está en su estudio, recuerda que no debemos molestarlo.
    Silencio fue todo lo que siguió dando fin a la aterradora conversación que por desgracia o por fortuna Akihiko escuchó.
    ¡Mocosa insolente! ¿Cómo se atrevía a tener semejante descaro? Él era el único que podía apreciar lo hermosos y cautivadores que eran los ojos de Misaki ¡nadie más! Bien la chiquilla ya podía considerarse despedida. El peli-plata se paró de su silla dispuesto a decirle que se fuera en ese mismo momento pero se detuvo al instante y respiró varias veces para tratar de calmarse el escritor sabía que no era bueno seguir así para siempre; incapaz de controlar sus celos ante la menor amenaza. Tenia que se mas fuerte, dejar de sentirse intranquilo por lo que fuera. Si bien era posible que la mocosa estuviera interesada en su Misaki (lo que confirmaba su teoría de que los acosadores del castaño podían aparecer en cualquier lugar y forma) porque existían mujer a las que les atraían los hombres de carácter y rostro dulce justo como su niño, cavia preguntarse ¿era ella un peligro real? Llegaba cuando Misaki ya no estaba y se iba antes que regresara a casa. No existía forma de que pudiera intentar algo. Además era solo una mujer. Luchando consigo mismo volvió a su silla y fijó la vista en la pantalla.
    Si, justo así, debía calmarse y controlarse a sí mismo si su deseo era auto- superarse. Volvió a leer el párrafo recién escrito.
    De cualquier manera la tendría vigilada y a la menor señal de peligro…

    Dentro de todo Misaki tuvo una jornada bastante tranquila y sin problemas, solo una cosa lo molestaba: que no fue capaz de sacarse de encima la nostalgia que sentía desde el almuerzo. Se parecía al recuerdo de algo cálido o un lugar tibio en el que estuvo hace mucho tiempo. Lo ignoró toda la tarde y se concentró en sus tareas, en resolver sus problemas que no eran pocos como para sumar otro y se esforzó en contestar siempre con una sonrisa a todos.
    No era tiempo de pensar en eso. No después de tantos años.
    Ya era de salir, guardó todas sus cosas a velocidad sorprendente, tenía ganas de llegar al pent house cuanto antes. Gracias a la habilidad que estaba ganando de la mano de la práctica ahora terminaba a tiempo sus tareas y era capaz de volver a casa temprano, solo que no sabía qué haría al llegar porque de seguro todo estaría limpio y ordenado y, aunque quisiera adelantar algo para el día siguiente Usagui-san no lo dejaría. Entonces si sabía que no tenía tareas pendientes ¿por qué la prisa por volver?
    Se despidió de Kimura-san con un cortes “hasta mañana” y en un santiamén se encontraba en la puerta de los elevadores. En la casa lo esperaba Usagui-san con intenciones non santas y tal vez Aikawa-san que le gritaría al escritor pero un segundo después le hablaría a él con una sonrisa amable y cuando la mujer se marchara o. peor todavía con ella presente el hombre de cabellos de plata se arrojaría a abrazarlo diciéndole que lo había extrañado y otra cosa por el estilo igual de vergonzosas, después cenarían hablaría de cosas comunes, él se sentiría incomodo por dormir junto a Usagui y buscaría todos los medios que él no notara que seguía despierto cuando el otro entrara a la cama y se dormiría. Esa era su vida diaria, rara para una persona normal, rara para el resto de las personas ¿Qué era la urgencia que tenía por atravesar la puerta? ¡NO, no, no! No estaba deseando ver a Usagui-san, solo tenía hambre ¡si, eso! El almuerzo que llevó fue muy ligero y por eso tenía hambre quería volver para comer. Quería volver, a esa casa… ¿SU casa?
    Escuchó el elevador llegar y vio la puerta abrirse, había una persona parada allí pero antes de que el castaño pudiera hacerse a un lado para que la persona bajara escuchó una vos que no había oído desde el año anterior.
    -¡Misaki-kun!
    ¿Por qué tenía que encontrarse con él justo ahora?
    -¡Ah! Ijuuin-sensei- le sonrió tratando de ocultar su incomodidad y antes que pudiera irse o decir algo la mano del hombre lo tomo por la muñeca y con delicadeza lo jaló alejándolo de la salida- ¿Em…sensei? ¿A dónde vamos?- preguntó cuándo los dos estaba a varios metros del ascensor.
    -Lo siento Misaki-kun ya te ibas ¿no?
    -Si.
    -¡Qué bueno que logré encontrarte primero!- el peli-oscuro le hablaba luciendo la resplandeciente sonrisa que siempre le mostraba.
    -¿Por qué sensei? ¿Necesita algo?- dijo y enseguida se dio cuento de lo ingenuo que sonó.
    El hombre no respondió de inmediato, se quedó callado y lo miró por unos segundos.
    -Nada en realidad, solo que ha sido un largo tiempo desde que te vi por última vez y te extrañaba.
    No había nada que pudiera decir a semejante frase Misaki únicamente se sonrojó y bajó la mirada.
    -Es decir- agregó el dibujante- tenía muchas ganas de hablar contigo y si te hubieras ido hubiera perdido la oportunidad ¿Cómo has estado?
    -Bien ¿Y…y usted sensei?
    -También me encuentro bien, gracias por preguntar ¿Cómo estuvo tu fin de año? ¿Pasó algo divertido?
    Una respuesta que no pudo dar hizo que el pequeño aumentara en dos tonos el rojo de sus mejillas.
    -E-estuvo como siempre.
    -Si hubiera sabido que te encontraría hoy, te hubiera traído tu regalo, me hubiera gustado dártelo antes pero no lograba encontrarte y no quería enviarlo por correo o hacértelo llegar por otra persona. Entonces, por más que sea tarde ¿lo recibirías?
    -Emm- Misaki abrió los ojos verdes con sorpresa y un poco de angustia- sensei no tiene que molestarse por mi ¡No tiene que darme nada!
    -No es ninguna molestia, lo he tenido desde hace un tiempo.
    -Pero…sensei- no estaba bien aceptar un regalo de parte del mangaka, además ya podía imaginarse el escándalo que haría Usagui-san si llegaba con un regalo de su parte.
    -Es algo pequeño, no te preocupes. Vamos acéptalo, te gustará.
    -Sensei- una tercera vos llegó desde unos pasos- lo estaba esperando.
    -Shizuku-kun- el dibujante se giró para encarar a su editor y la expresión que le mostró no debió ser muy agradable porque el chico retrocedió un paso- ya iba para allá- El tono era el de siempre y el rostro suave y amable volvió cuando miró a Misaki de nuevo pero el editor mantuvo la distancia.- Misaki-kun tu ven también.
    Como si fuera la cosa más normal del mundo Ijuuin tomó la mano del castaño para arrastrarlo al escritorio de su editor.
    -¿Cómo vas con la instrucción Misaki?- preguntó el mangaka una vez que él y su editor estuvieron sentados, mientras que el castaño seguía de pie-¿te vas adaptando?
    -Si- se apresuró el oji-esmeralda- aunque creo que todavía soy un poco torpe ¡jeje!
    -Es natural que te cueste porque apenas estas empezando, pero no es bueno que pienses en ti mismo como en alguien torpe-los ojos se volvieron severos a su editor- Shizuku-kun no me digas que no estas siendo amable con él.
    Ishi abrió los ojos y parecía dispuesto a contestar pero su jefe se lo impidió con un gesto.
    -Tu habitual carácter puede asustar a las personas- el silencio fue lo único que recibió como respuesta por lo que prosiguió- sé por experiencia que tu instructor fue una persona gentil. No quiero pensar que estas siendo rudo con él cuando a ti se te trató siempre con respeto y amabilidad.
    La vos del sensei era suave pero logró ponerle la piel de gallina al castaño.
    -¡No!- intervino rápidamente- Ishi-san es muy amable conmigo y siempre me explica todo muy bien.
    -¿Es así?
    -Así es sensei, pero usted no tiene por qué preocuparse por este tipo de cosas.
    -Bien, creeré lo que Misaki dice.
    -Sensei tenemos que trabajar y Takahashi debe irse.
    -Lo traje por una razón Shizuku-kun, como su instructor necesito tu permiso para que Misaki venga a presenciar nuestro trabajo en el siguiente número y ayude en lo que pueda. Será bueno para él y para su carrera además, como sabes, una persona dándonos una mano siempre viene bien. No hay razón para oponerse.
    -Si usted lo dice…
    -¿Qué te parece Misaki?
    -S…si- se trataba de su trabajo después de todo.
    -Takahashi ya puedes irte.
    -Gracias. Me disculpo por tomar su tiempo- al fin podía irse. Se inclinó un poco en señal de respeto y saludo dispuesto a emprender la marcha.
    -Nos estaremos viendo muy pronto Misaki.- se despidió Ijuuin con una sonrisa de triunfo.
    Se acercaba una tormenta, una grande, pero por el momento solo quería llegar lo más rápido posible a tomar el tren y atravesar la puerta del lujoso pent house en el que vivía con uno de los más grandes escritores del país y cerrar detrás de sí.
    Los días poco a poco se alargaban, el invierno lentamente se retiraba, por esa razón cuando el joven de ojos esmeraldas entró después de un día trabajo se encontró con que algunos rayos de sol menguante iluminaba la sala en tonos anaranjados y dorados a través de la ventana dándole al lugar un ambiente entre cálido y melancólico. Casi en penumbra mas no en oscuridad. De cualquier forma era mejor encender las luces. Pesadamente se despojó de los zapatos y el abrigo, dejó sus cosas en la mesita cerca de la puerta. Adentrándose en la casa comprobó una vez más que todo estaba perfecto. No le gustaba no tener nada de qué hacer, si no se ocupaba en alguna cosa no podría sacarse la tierna y dolorosa imagen de la familia que jugaba alegremente en el parque. Si cerraba los ojos todavía los veía riendo. No, no sentía envidia el hecho eran que verlos le recordó una vieja herida, una que él mismo había provocado.
    -Usagui-san estoy en casa- dijo para romper el silencio que de golpe se le volvía muy pesado.
    Akihiko dejó todo lo que estaba haciendo ni bien escuchó la vocecita del oji-esmeralda llegar desde el piso inferior y bajó las escaleras con el único fin de verlo y estrecharlo. No sabía si se debía a los cometarios de esa chiquilla de vos aguda o a alguna otra razón pero lo había extrañado mucho por la tarde y agradecía el que hubiera llegado temprano.
    -Misaki bienvenido- dijo alcanzándolo en la cocina y sin dudarlo lo abrazó por la espada mientras el chico se servía té.
    -¿Qué haces?
    -Te abrazo- le respondió con total naturalidad asomando la cabeza por encima del hombro izquierdo como para espiar qué hacía.
    -Oye suéltame- se quejó pero tenía que reconocer que los brazos que lo rodeaban se sentían cálidos y la tibieza que tenían de alguna forma le aliviaba un poco la opresión que tenía en el pecho.
    -Hum… a cambio de que Misaki se siente a ver televisión conmigo.
    -¿No se supone que tienes trabajo que hacer?
    -Es eso o…es esto- las manos del novelista se deslizaron por el vientre directo a la hebilla de cinturón de Misaki, la nariz se hundió en los cabellos castaños para inhalar su aroma y ya instantes después los primeros besos iban bajando por el cuello.
    -¡Esta bien, está bien!- gritó el castaño y se movió un poco cuando una sutil mordida en su oreja le provocó un escalofrío que le sacudió el cuerpo. Se removió un poco para soltarse- veremos la televisión. Deja que me sirva una taza de té y enseguida voy contigo.
    -Trae una taza para mí también-lo soltó y fue a acomodarse en el sofá que tenían específicamente frente al aparato.
    Misaki llegó momentos después con una humeante taza en cada mano.
    -¿Eh? ¿No querías ver tv?- se extrañó el castaño al encontrar al hombre cómodamente sentado esperándolo con ojos expectantes pero con la televisión apagada.
    -Si.- Recibió su taza sin decir más.
    -¿Entonces qué quieres ver?
    -Lo que Misaki quiera ver.
    Con un suspiro de resignación el castaño encendió el aparato sabiendo que ese era otro de los extraños caprichos de Usagui-san que no lograba entender. Toudou le había hablado sobre un programa de preguntas que salía a esa hora que al parecer era entretenido por lo que decidió verlo.
    Akihiko se pegó a él en el instante en que se sentó, lo abrazó por los hombros y recostó su cabeza en el hombro izquierdo.
    -¡Oye! ¿Qué haces?
    -Nada.
    -No se te ocurra hacer ninguna cosa rara.- le advirtió algo sonrojado.
    El peli-plata no le respondió y Misaki tomando un sorbo de bebida se concentró en la pantalla.
    Un hombre de cabello decolorado y que vestía un traje de color llamativo y estridente decorado un gran moño en cuello de color naranja a lunares presentaba a los participantes cada uno en un atril. El castaño se preguntaba si Usagui-san seria de esas personas que para hacer gala de sus grandes conocimientos respondía correctamente todas las preguntas antes que los concursantes hasta que alguien les gritaba que se callaran o que fueran y concursaran, como Usagui si era un genio reconocido podía hacerlo sin problemas. Pronto conocería una faceta nueva del novelista, prestó mayor atención a eso antes que a lo que ocurría en la televisión.
    Para sorpresa del más joven el escritor se mantuvo callado todo el tiempo, tomando su té lentamente mientras miraba el programa. No obstante, se quedó pegado al cuerpo del menor en todo momento. Misaki por su parte pese a su queja inicial no dijo nada más. La fatiga del día le pesaba ahora no quería discutir. Se dedicó a mirar el programa, el que por cierto no era nada fuera de lo común, los participantes iban eligiendo categorías y les hacían preguntas, recibían un castigo si se equivocaban con dos errores era eliminado, si acertaban las respuesta pasaban a la siguiente etapa.
    Por otro lado el corazón del muchacho continuaba atormentado por las preocupaciones, sobre todo el por qué recordaba con tanta fuerza el pasado justamente ahora que los problemas venían de frente. Usagui-san se movió un poco como si se acomodara en la cama y se la ingenio para quedar casi recostado sobre el cuerpo menudo. El olor del escritor llegaba muy claro a Misaki, su colonia mesclada con un suave toque de tabaco, podía sentir su respiración calmada y el calor que emanaba de él. Ya no quería pensar en nada más.
    -¿Usagui-san que quieres comer?
    -Hamburguesas de carne de zetas y langostinos fritos.
    -Muy bien.
    -Todavía es temprano para cenar, espera a que termine el programa para saber quién gana.
    El castaño no dijo otra palabra ni tampoco se movió, esperó los minutos que faltaban hasta que uno de los hombres del juego recibió las llaves de un auto nuevo para preparar la cena a la que le agregó una porción de vegetales y se sentó a comer con el peli-plata.
    Akihiko miraba a su esposo en silenciosa contemplación, una de las cosas características de él era que no podía ocultar sus sentimientos, Misaki era trasparente a sus ojos, no existía la posibilidad de falsedades o engaños y ahora el escritor veía algo que no le gustaba.
    -¿Sucedió algo malo?- preguntó en medio de la cena. Estaba actuando tan extraño, no lo miraba y en su silencio se escondía algo diferente a la incomodidad que flotaba los últimos días. Se atrevía a decir que Misaki estaba triste.
    -No sucedió nada Usagui-san.
    El oji-amatista lo miró comer la tempura de langostinos en silencio. Pero ¡por dios hasta cuando estaba triste Misaki era hermoso! Su belleza se asemejaba a la belleza del otoño, aunque la verdad le restaba en lugar de sumar, a su castaño le sentaba mejor la primavera y el verano. Lo que fuera que lo puso así opacaba el brillo esmeralda que tanto amaba. Supo que tenía que encontrar la causa y exterminarla para que recuperaran su luz habitual. Terminó de comer también en silencio tratando de descifrar en la cara del castaño la causa de su ¿nostalgia? ¿melancolía? ¿dolor? No se veía asustado o nervioso por lo que descartaba de plano cualquier ataque por parte del mangaka pervertido u otra cosa parecida. Haciendo memoria había visto una expresión parecida una vez pero no recordaba cuándo.
    Akihiko continuó analizándolo con la mirada mientras Misaki terminaba de lavar los platos desde la distancia. No importaba que se lo repitiera hasta el cansancio nunca dejaba los trastos de la cena para que las domesticas se encargaran. Se acercó despacio y sin movimientos bruscos ni comentarios lo atrapo en sus brazos rodeándole el pecho y lo atrajo hacia su cuerpo.
    -Sabes que de verdad te amo ¿no?- preguntó susurrando en su oreja.
    Misaki se sobresaltó por el abrazo y se tensó aunque a diferencia de otras veces no forcejeo. Tampoco importaban las veces que le repitió que le compartiera sus preocupaciones el castaño no lo hacía.
    -¿Qué haces? ¿No tienes trabajo que hacer?
    -No- le besó dulcemente la mejilla. Misaki sentía que podría llorar por el gestó tan tierno que recibió su alma anhelaba ser amada- quiero irme a la cama temprano hoy.
    -Pues ve.
    -Tu vienes conmigo- no había nada más que hacer Akihiko cargó al castaño en uno de sus hombros y caminó como si no llevara nada. No estaba dispuesto a dejar el castaño cargara solo con su tristeza aunque no le contara el motivo por lo menos se encargaría de sanarlo.
    -BA-JA-ME- pataleaba el castaño mientras era llevado a la habitación.- Usagui-san deja de tratarme como un saco de patatas.
    -Si no te gusta- dijo sentándolo el borde de la cama- te trataré como una joya.
    Akihiko se acercó despacio y dulcemente tocó los labios de Misaki con los suyo. Confirmó entonces que sus sospechas eran acertadas, Misaki estaba triste. Calma yo limpiaré la tristeza de tu corazón. Con delicadeza, sin romper el casto beso que los unía fue empujado el cuerpo del castaño hasta dejarlo recostado en la cama. Con su cuerpo cubrió el más pequeño, mas este no notó el peso extra porque su ser se consumía en los húmedos y cálidos labios que acariciaban los propios. Sin fuerza, sin lujuria solo un sentimiento puro y profundo y al mismo tiempo tan poderoso que lo arrasaba por dentro.
    Apoyándose en sus brazos el peli-plata se separó un poco, dejó un beso en la frente del confundido Misaki. Hacía tiempo que Usagui-san no se tomaba las cosas con calma. Lo miraba con una tierna y ligera sonrisa.
    -Te amo- escuchó el castaño de labios del mayor. Eran las palabras de siempre y, como siempre el castaño no dijo nada y es que ¿Cómo podría decir algo? El brillo amatista cuando las pronunciaba no se comparaba ninguna otra luz que hubiera visto jamás. Simplemente dejó que su corazón se acelerara y le devolvió la mirada por largos momentos que no podía ser medidos por el tiempo.
    El escritor empezó a dar rápidos y tiernos besitos alrededor de los ojos del pequeño delimitando con suma delicadeza el contorno. No dejaría que de aquellas preciosas esmeraldas cayeran amargas lágrimas. Él incluso las detendría antes de que su acuosa presencia opacara su brillo. Bajando por la mejilla una vez más se encontró a las puertas de la boca que guardaba un dulce néctar. Akihiko inhaló y se zambulló en un beso en el entregaba todo lo que era. “Te amo” le dijo nuevamente pero sin palabras.
    Era abrumadora la fuerza que lo embargaba en ese momento. Misaki se sacudía por dentro, sin darse cuenta cuándo fue que comenzó a corresponder el gesto, sus tímidas manos se aferraron a los hombros del escritor. El castaño sintió que una húmeda y caliente lengua le recorría los labios pidiendo permiso. Abrió un poco más la boca y entonces la gentil visitante entró y con gusto anduvo por cada rincón de esa cavidad para después invitar a su propia lengua para que jugaran juntas. Acariciándose, enredándose entre sí, tocándose la una a la otra estuvieron hasta que el aire se los permitió. No quería que Akihiko dejara de besarlo por lo que solo permitió que sus labios se separan apenas para que el aliento se colara pero en ningún momento dejó el contacto con la lengua del mayor ¡Se sentía tan bien!
    Lentamente su cuerpo se volvía más ligero y la pena que antes lo atormentaba se fue diluía inmenso cariño que Usagui-san le daba.
    -¿Usagui-san?
    Misaki sin duda ya se sentía mejor pero todavía se escuchaba como si llorara en ese murmullo. Para el escritor no era suficiente, tenía que continuar hasta el fin. También su cuerpo cobraba temperatura, más cuando Misaki lo miraba como lo hacía en ese momento sin ocultarle nada de la pureza y la inocencia que llevaba dentro. Si lugar a dudas esa noche le haría el amor.
    Colocando una rodilla a cada lado de las caderas del menor el afamado novelista puso manos a la obra. La punta de los fríos dedos de Akihiko dibujaron una línea a lo largo del mentón del menor para luego pasar al cuello. Los bracitos de Misaki perdieron la fuerza y cayeron a un lado como dejándose a la voluntad del hombre. Las manos de Akihiko se posicionaron en la frontera de la ropa del castaño, entre la campera y el pantalón que portaba, solo entonces tuvieron el deleite de entrar en contacto con la suave y tibia piel, abrazó la cintura y una de sus manos subió a lo largo de la espalda rodeándola.
    Misaki llevaba puesta una campera y Akihiko ya quería desvestirlo por lo que aprovechando el abrazo se irguió él mismo quedando de rodillas y mientras su brazo izquierdo se negaba a deja el cuerpo que sostenía, lo levantó con él quedando muy juntos. La mano derecha empezó a bajar el cierre muy despacio mientras él se dejaba intoxicar por la fragancia que desprendían los cabellos de Misaki en donde hundía el rostro. El sonido de la cremallera se escuchó fuerte en la habitación y el escritor se atrevió a besar el cuello detrás de la oreja. El cuerpo del pequeño sufrió un leve estremecimiento y sus labios soltaron un gemido cuando los dientes del mayor le atraparon la oreja.
    -Misaki…- susurró ronco- entrégate a mi esta noche.
    -¿Q-que dices?- se quejó Misaki, aunque muy poco ¿Por qué le decía eso? ¿Acaso le pedía permiso? Se puso rojo de la vergüenza. Siempre lo ponía nervioso.
    -Como siempre lo haces- reafirmó el oji-amatista en lo que deslizaba la campera por los delgados brazos y la arrojaba a un costado, todo sin despegarse del oído - ¡como tantas otras noches!
    -¡Ah! Usagui-san- le había mordido el lóbulo de la oreja en la volcaba dulces y vergonzosas palabras solo que con más fuerza.
    El novelista se separó un poco y en un solo movimiento prácticamente le arrancó la sudadera que se encontraba debajo de la campera ¡Por fin podría contemplar la delicada figura! Pero en lugar se eso su ojos se toparon con otra prenda.
    -¿Por qué llevas tanta ropa?- pensó en vos alta y con el ceño fruncido.
    -Lo siento, hace frio.
    Adoraba cuando Misaki le contestaba sin pensar en la situación en la que estaban porque lo hacía verse más inocente y lo volvía irresistible.
    -Quítatela- ordenó.
    -¡¿Eh?! ¡No!- el chico se puso nervioso y acentuó el rojo de sus mejillas.
    Antes de darse cuenta Misaki se encontró sin camiseta y recostado nuevamente en la cama, sus brazos por encima de la cabeza siendo sostenidos por una sola de las manos del escritor que lo miraba con una sonrisa torcida.
    -Mucho mejor.
    El novelista frotó su pelvis con la del castaño moviendo las caderas varias veces, necesita elevar la temperatura de las cosas.
    El peli-plata, victorioso, se alegró de ver como su trabajo daba rápidamente sus frutos y el miembro del más joven se endurecía entre sus prendas. En cuando al suyo… bueno no podía dejar de reaccionar ante el contacto.
    Se acercó al joven y dejó un beso en el lado izquierdo del pecho, justo debajo de donde sentía ya los acelerados latidos. Justo un instante después la punta de la lengua se deslizó tortuosamente hacia el pezón que esperaba ansioso por una caricia. Lamió alrededor delimitando el perfecto círculo rosado. Maravilloso. El cómo Misaki respondía a sus estímulos en la misma sintonía en la él los daba. El mismo botoncito que podía llegar a ser caliente y abrazador ahora desprendía una tibieza única y, aunque enrudecido, tenía una textura muy suave. Siempre fue así, desde la primera vez que estuvieron juntos, sus cuerpos encajaban entre sí. Daba la impresión que sus almas se conocían desde hace mucho tiempo.
    -Ah…- un gemido bajo que proclamaba el placer que su cuerpo sentía al ser estimulado dulcemente en el pequeño botón rosa por una lengua que pasaba por encima una y otra vez, ahora en círculos, ahora lamiendo de arriba abajo y de abajo a arriba, luego recibía un beso y era succionado. A Misaki siempre le costó entender como tenía semejante sensación desde una parte tan pequeña de su anatomía y cómo terminaba solo aferrándose a las mantas y dejándose llevar por Akihiko.
    El castaño se preguntaba cómo sería si fuera él que llevaras las riendas de la situación y si algún día tendría el suficiente valor para hacerlo. Llevaba ya bastante deseando hace algo más que únicamente corresponder las caricias y tratar de seguir el ritmo que el mayor le marcaba. Claro solo tenía semejantes vergonzosos pensamientos en momentos como en el que estaba sumergido, cuando su consciencia y su raciocinio quedaban en segundo lugar. Tenía que admitir que, por más que lo desear, no se sentía del todo listo ¿qué tal si lo hacía mal? Quizás Usagui-san se reiría de él y entonces si, ya no se atrevería jamás a intentar nada.
    -¡Ah!- la mordida que recibió le sacudió el cuerpo y le erizó la piel. Una descarga de placer y calor lo recorrió y eso solo significaba que el novelista terminó de atender su pezón izquierdo y pasaba a tomar el otro que esperaba ya endurecido y erecto.
    -Usagui-san…- suspiró Misaki al sentir como el oji-amatistas tiraba con los dientes de la parte más sensible se su pecho y se avergonzaba porque semejante acción provocó que cierta zona allá bajo se endureciera un poco más. Para colmo de males tuvo que soportar la mirada triunfadora y la odiosa sonrisa pícara del hombre ya que, como se encontraba sentado en sus caderas lo notó perfectamente.
    Akihiko vio a su pequeño enrojecer y desviar la mirada de la suya con un puchero avergonzado ¡como lo excitaba! Un suspiro erótico, un gesto tierno y él ya se sentía en un límite peligroso. La ropa le molestaba, fue cuando cayó en la cuenta que iba totalmente vestido, levantándose sobre Misaki no tardó en despojarse del suéter y desabrochar los botones de su camisa lo más rápido que pudo. En este estado le parecieron demasiadas barreras, estaba ansioso de encontrarse piel con piel junto a su amado castaño.
    Akihiko dio un respingo de sorpresa y abrió los ojos lo más que pudo, no era para menos las manos de Misaki estaban posadas con ligereza en su cintura, apenas tocando, sus ojos esmeraldas brillando desde la cama, llamándolo con los brazos extendidos como diciéndole “ven a mí”. Lo incitaba para que continuara. Conmovido y excitado Akihiko cedió a su amor, se inclinó sobre el cuerpito y lo rodeo con sus brazos. Se dio el lujo de quedarse un ratito recostado en el hombro del más joven.
    -Eres hermoso- le dijo en un jadeo ronco y se entregó a sus instintos.
    Akihiko besó el largo cuello de Misaki marcado en rojo pasión la piel blanca. Sus labios recorrían a placer cada espacio disponible de esa tersa y perfecta piel que reclamaba como suya, su lengua no podía dejar de probarla. Cayendo en la tentación que le provocaba mordió con dulzura para que otra marca apareciera.
    -¡Ah!- oyó que la dulce vos del castaño se elevaba hasta perderse en los rincones de su habitación.
    Los deditos se hundieron en su cintura de la que se aferraban con fuerza.
    El calor recorría el cuerpo del oji-amatista, como un animal se dedicó a besar con fuerza la piel al alcance de sus labios recorriéndola, mientras ya percibía la temperatura del otro y su fragancia lo empujaba a la lujuria.
    Quería sentir más de las caricias del peli-plata. Misaki soltó el agarre de la cintura del mayor y se dejó hacer mostrándose sumiso. El dolor, la tristeza y las preocupaciones estaba muy lejos en ese momento, Akihiko las había ahuyentado. Usagui-san se alejaba un poco y tomaba unos instantes para mirarlo directo a los ojos, siempre lo hacía. Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro con ligereza. Después deslizó sus dedos a los largo del cuello llegando hasta el pecho dibujando formas. El chico recibió un escalofrío. El autor se inclinó sobre su amante mas no lo tocó, volcó su aliento caliente en la piel que se estremecía. De nueva cuenta besó el cuello con suma devoción. Se las ingenió para atrapar una mano entre la suya entrelazando sus dedos, grande fue su alegría cuando Misaki la apretó fuerte pidiéndole que no lo soltara ¡Cómo se fuera a hacerlo!
    La lengua del escritor fue bajando por el hombro hasta el pecho y continuó más abajo todavía. Usagui-san cubría su cuerpo con ardientes besos sin soltar su mano y él se dejaba llevar sumergiéndose con su amante en las delicias ´del éxtasis.
    Akihiko era feliz, besaba el vientre plano y dejaba sus marcas, marcas sutiles que lo volvían de su propiedad. Lo acariciaba con sus labios, lo sentía contraerse con cada respiración que se tornaba agitada.
    En la posición en la que estaba le fue imposible seguir su camino descendiente sin soltar la manito de su Misaki, a disgusto tuvo que hacerlo, solo consolándose con el hecho de que pronto entraría a la parte más intensa del acto. El escritor jugaba con el ombligo del pequeño cuando la manito que antes sostenía ahora le peinaba despacio los cabellos. Que el castaño lo tocar de cualquier forma lo hechizaba, lo hacía poner más esfuerzo en su exquisita tarea, él valoraba cada una de las caricias que recibía.
    Misaki tenía que reconocerlo, una de las cosas que más le llamaba la atención de Usagui-san era su cabello, no únicamente por el color (más raro que el suyo) sino porque era perfecto brillante y suave, sin importar qué siempre estaba peinado.
    El escritor siguió con lo suyo empujando con la lengua el ombligo adentro y afuera, simulando embestidas, mientras el castaño le cepillaba los cabellos con sus dedo finos. Sus grandes y frías manos sutilmente se iban deslizando a las caderas de su amante Él sabia disimular a la perfección lo mucho que le encantaban los tímidos toque de su novio, no los daba muy seguido pero valía la pena esperar por ellos. Ahora sus pequeños dedos se atrevían a más y tocaba el cuello y llegaba a palpar el hombro. Recibir semejante mimo era la gloria: suave tibio, cálido, tierno. El novelista no sabía muy bien como describirlo pero como todo lo que vinera de su adoración lo aceptaría y nunca se cansaría de ello.
    Akihiko había tenido que, de a poco dejar la cadera de Misaki y se encontraba ya totalmente fuera de la cama inclinado sobre el cuerpo del más joven. Tenía necesidad de más, se paró mientras el otro permaneció recostado con sus piernas colgando desde el borde.
    -Misaki- lo llamó al notar que el chico posaba la vista en el techo. Cuando lo miró con movimientos insinuantes se quitó la camisa dejado al descubierto el torso acho fuerte y algo agitado- tengo necesidad de ti.
    Cada una de las mejillas del más joven se convirtió en una tentadora manzana.
    El peli-plata posó en la abultada entrepierna del castaño una de sus manos y frotó esa zona.
    -¿Y tú?- sus ojos amatistas brillaban con deseo, apretó el bulto que sus mano sostenía en espera de una respuesta.
    -¡Ahh!- Misaki intentó sentarse.
    -No Misaki quédate como estas- le instruyó el mayor- hoy solo déjame todo a mí y disfruta de las sensaciones.
    Dicho esto Akihiko se arrodillo frente a él y le abrió las piernas para acomodarse entre ellas. El castaño tembló y soltó un suspiro cuando sus pantalones se deslizaron de sus piernas, quedando solo en boxer a merced del peli-plata. Vulnerable completamente sometido a su voluntad.
    El novelista con un dulce gesto dejó un beso en cada una de las piernas ante él. El que su pequeño se quedara acostado como si solo esperara representaba más que el deseo por el placer carnal que le daba, era la evidencia de que confiaba en él porque sabía que nunca le haría daño y Akihiko honraría esa confianza por el resto de su vida.
    Las frías manos de Usagui-san le masajeaban los muslos diciéndole que se relajara. Manteniendo sus ojos verdes en el techo por encima de las banderas colgantes Misaki intentaba no pensar en la posición en la que se encontraban, pero era imposible con el aliento del mayor quemándole “esa”. Sus deseos crecieron y su amante no dejó de notarlo.
    -¿Qué tenemos aquí? –pregunto la vos de Usagui llena de deseo y un toque de sarcasmo burlón. El novelista dio una mordida grande por encima de la tela gris de la ropa interior.
    -Usagui…- suspiró el castaño con urgencia- ah…
    Con gesto lleno de malicia Akihiko empezó a lamer la zona ¡estaba tan caliente! Pasó a ritmo lento su lengua una y otra vez sobre el miembro que todavía se encontraba aprisionado por la tela.
    Los agónicos gemidos de placer salidos de la boquita del menor llenaba la habitación, el oji-violeta podía imaginarse las mejillas del pequeño pintadas en rosa sus labios de un tono rubí provocador semi-abiertos y jadeante.
    La humedad de la lengua de Usagui-san comenzaba a emparar la tela de la única prenda que le quedaba, Misaki era dolorosamente consiente de la temperatura que desprendía el cuerpo de su novio, en sus piernas, en la parte más sensible se su anatomía podía sentirlo.
    -Ahg…- un gemido cargado de necesidad salió de los labios de Misaki y el novelista tuvo piedad de él.
    Akihiko se deshizo de la ropa interior y por fin miró la erecta virilidad de su niño.
    -U-usagui…san- el tímido susurro le recordó al novelista que su pequeño estaba esperando. Sin más demora tomó el pene con una mano desde la base y comenzó a lamerlo. Desde el punto más cercano a la ingle hasta la punta su lengua recorría con devoción y sin descanso, en ocasiones repartía besos o sutiles mordidas en la extensión
    -Ah… ah – el castaño no podía contener su vos, su cuerpo entero temblaba. Esa noche parecía que sus sentidos estaban agudizados y los estímulos repercutían el doble de lo normal. Nunca lo admitiría pero lo estaba disfrutando mucho.
    Desde donde estaba el escritor llenaba su ser con los dulces sonidos de Misaki, era increíble que solo escucharlos lo prendiera. Y él con tal de escuchar más jugaba descaradamente en la punta con su lengua haciendo círculos. Ya sin demoras se llevó esa parte de su Misaki la boca, lo que provocó que el cuerpito saltara por la sorpresa y un fuerte y tembloroso gemido resonara en el cuarto, el chico lo disfrutaba y eso lo hizo feliz, lo alentó a continuar.
    Sosteniéndose de uno de los suaves muslos Usagui-san comenzó a darle placer a ese miembro, succionaba de a poco y seguía acariciando con la lengua mientras que con la mano libre masajeaba un poco los testículos.
    -Ah.., nh…Usagui…san- con la mente en blanco Misaki se retorcía en la cama y se aferraba a las mantas con fuerza tratando de controlar lo que su cuerpo sufría.
    Akihiko se deleitaba con su tarea y ponía todo su esfuerzo en llevar a su amante al límite. Su propia entrepierna dolía, tuvo que dejar de acariciar el muslo del joven para poder librarse un poco del dolor por encima del pantalón que comenzaba a molestarle tremendamente. Continuó dándole placer a su adoración, succionaba, metía y sacaba el pene de sus boca mientras sus labios se negaban a soltarlo.
    De pronto los sonidos que escapaba de esa boquita color cereza si volvieron muy fuertes y acelerados, faltaba poco. Akihiko puso más esfuerzo en su tarea. Ya quería sentirlo.
    -Usagui-san para…por favor…yo… voy a… ¡ahhh!
    El mayor recibió encantado la semilla del castaño que se derramó en su boca y la tragó. Instantes después por fin liberaba el pene y lamia de la entrepierna un poco que se había derramado.
    -Muy rápido como siempre- se burló en un susurro.
    En realidad no tanto Misaki había adquirido un poco de resistencia en sus años juntos, solo lo decía porque sabía que le castaño se molestaba y hacia una linda carita de berrinche cada vez que le gustaba ver.
    “¡Otra vez!” pensó el castaño y como un resorte se sentó de golpe para enfrentar al escritor.
    -¡¡No me trates como un niño!!- le gritó con todas sus fuerzas y sin pensar, sus manos revolvieron frenéticamente los cabellos plateados. Sería su venganza por todas las veces que se lo hizo.
    …¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser así? Apenas terminó su regaño Misaki vio algo que nunca antes había visto. Con el cabello así Usagui-san se veía tan… salvaje, se-sensu…
    El castaño frenó sus pensamientos muy cerca del punto sin retorno sintiendo que la vergüenza lo invadía. Se dejó caer en la cama si gritarle nada de lo que había pensado al principio y trató de ocultar su cara con un brazo.
    Akihiko no entendía el por qué de esa reacción, justo cuando estaba por reírse de Misaki lo vio abrir los ojos más grandes de lo usual y mirarlo con sorpresa, casi al instante apartar la mirada, volverse rojo y dejarse caer en la cama.
    -¿Misaki?- preguntó con vos ronca mientras disimuladamente se subía a la cama para quedar frente a frente con el pequeño- ¿Por qué fue eso?- dijo apartando el brazo.
    Realmente quería saber a qué se debía ese inusualmente intenso carmesí que todavía le decoraba las mejillas. Misaki no respondió, es más, apenas le apartó el brazo para verle el rostro giró la carita con gesto enojado y nervioso. Aprovechando la ventaja y dispuesto a tener una respuesta Akihiko volvió a besar el delicioso cuello lamiendo de vez en cuando.
    -¡Ah! Usagui-san
    -Dime- le repetía mientras dejaba ardientes besos uno junto al otro en la piel. Sus fuertes manos tomaron la cintura para evitar cualquier posibilidad de escape. –Misaki…- susurró a su odio- vamos dime- estaba temblando y particularmente nervioso, el escritor podía decir con certeza que el corazón del castaño latía con fuerza - mírame- lo tomó de la barbilla pero incluso entonces se negó.
    Misaki solo sabía que no podía volver a ver semejante rostro, que además de lucir a-así tenía una intensa mirada de pasión ¡¿Quién sabe lo que sentiría entonces?! Pero Usagui insistía asique hizo lo único que podía hacer, veloz como el mejor de los estilistas le reacomodó las plateadas hebras a su sitio habitual. El rostro del escritor ya era lo suficiente perfecto masculino y atractivo como para agregarle algo más. Ahora si.
    ¿Eh? Akihiko ya no entendía nada primero lo despeinaba, después lo peinaba ¿Qué estaría pasando por esa cabecita de cabellos claros? No importaba por el momento, fue un lindo gesto, de esos que lo llenaba de ternura y lo hacían enamorase más de él.
    Sus labios se encontraron de nuevo en un beso lleno de pasión, el escritor se tomó la libertad de entrar en la boca del castaño y acariciar su lengua. Sus grandes manos fueron a dar al pecho que se agitaba debajo de él donde estrujó con fuerza uno de los delicados botoncitos rosados.
    Al sentir aquello en medio de un beso que lo dejaba sin aliento el cuerpo de Misaki saltó y ahogó sus vos en la boca del mayor. Sus ojos se abriendo cuando su carderas chocaron con las del mayor y su endurecido falo.
    El oji-amatista cortó un el contacto y miró al pequeño, juntó sus labios en un rápido beso como si se despidieran pero en realidad solo se separaba de él para desabrocharse los pantalones y liberar al fin su necesitado miembro de la ropa que lo aprisionaba.
    Excitado como se encontraba el castaño dio un vistazo rápido pero enseguida dejó de mirar antes de sentirse intimidado. Lo vio acercarse a él y flexionar sus finas piernas sobre la cama con delicadeza mientras era prisionero de una penetrante mirada amatista. Las manos del escritor le acariciaron las piernas hasta caer en sus nalgas, se detuvieron allí y las tocaron con delicadeza y después las apretaron hasta que los largos dedos se aventuraron en busca de su entrada. Era vergonzoso pero ahí estaba otra vez dejándose hacer.
    Largos y agónico eran los minutos que Akihiko tenía que soportar mientras preparaba a su amante para su intromisión. Su único alivio era contemplar las exquisitas expresiones del chico. El dulce rostro se crispó, sus ojos mostraron un poco de dolor, sus mejillas se volvieron más rosadas y contuvo el alientos un segundo para soltarlo después, al tiempo que el primer digito entró en el frágil cuerpo.
    -Ah…- con un suspiro Akihiko supo que Misaki ya se había acostumbrado y comenzó a mover su dedo masajeando esa zona.
    Como estaba ansioso el escritor no esperó mucho antes de ingresar el segundo dedo, los mismos lindos gestos que la vez anterior se repitieron intensificado, ahora Misaki jadeaba más fuerte y rápido, escuchó su apodo salir en un suspiro cuando soltó el aliento.
    “Solo un poco más” se repetía el novelista, la excitación lo estaba matando pero no podía entrar todavía porque su pequeño no estaba del todo listo.
    Misaki de debatía y se retorcía en la cama; era muy consciente de que tenía tres dedos moviéndose en su interior no soportaba esos ojos violetas en él ¿Por qué tenía que verlo directo a los ojos mientras le hacía eso? Lo avergonzaba, pero también era cierto que era él quien mantenía cerca el jadeante rosto del peli- plateado agarrándolo desde la nuca. Es que tenía una expresión que le gustaba ver aunque no sabía darle nombre.
    Ya era tiempo, Usagui sacó sus dedos, Misaki lo dejó apartarse. El escritor acomodó más piernas de su novio en sus hombros. Miró con deseo al chico que le devolví la mirada expectante desde la cama.
    -¡Ahg!
    Con un suave pero certero movimiento Akihiko penetró a su amado Misaki. Respiró profundo para controlarse, todavía no podía moverse. La sensación de estar el tibio interior del castaño era maravillosa.
    Misaki tembló, la sensación lo abrumaba también. El escritor se inclinaba sobre él quedando con el rostro casi pegada al suyo. Tuvo suerte, Usagui-san cerraba fuertemente los ojos asique pudo apreciar el gesto tanto como quiso en secreto. Usagui era muy apasionado y eso lo sabía muy bien el chico pero eran raras las veces en que él se permitía verlo o mejor dicho contemplarlo con deseo como ahora, su nariz, su boca semi-abierta y jadeante, eso hilos plateado cayendo sobre el rostro pálido, sus fuertes brazos afirmado a cada lado de su cabeza.
    El castaño fue sacado de sus pensamientos por un par de amatistas que se abrieron lentamente y lo miraron con ternura, amor y pasión si es que tal combinación es posible. Usagui-san le dedicó una dulce sonrisa y le dio un besito en la mejilla. Se acercó más a su oído, mordió el lóbulo para después lamerlo.
    -Misaki…- le susurró con vos ronca.
    Comenzó a moverse.
    -Ah- Akihiko gimió sin pena liberando un poco de la tensión que había tenido que soportar en los momentos previos. Contenerse siempre era difícil pero tenía un recompensa, que Misaki lo recibiera tiernamente mientras repetía su nombre entre gemido susurros y jadeaos.
    El novelista se movía con gentileza para empezar, volvió a mirarlos ojos esmeraldas y buscó en ellos la sombra de tristeza que tenían horas atrás. No la encontró. No la tenía. Misaki lo miraba con ese brillo especial que solo él había visto. Saliendo y entrando de ese cuerpecito el oji-amatista se permitió sonreír un poco, ser refugio de su castaño, curar su tristeza, estar a su lado para recordarle que no estaba solo, cuidarlo era una de sus mayores dichas.
    Misaki no se sentía capaz de afrontar el inmenso cumulo de sensaciones que le transmitía el escritor con los ojos fijos en los suyos intentó voltear el rostro pero lo largos dedos lo detuvieron de hacerlo obligándolo a quedar frente a frente con el hombre que en ese momento lo penetraba con tanta dulzura. Los labios de Usagui buscaron los suyos y los besaron. Fue tanta la amabilidad, gentileza y entrega que recibió de esa boca que solo pudo llamar amor al sentimiento que transmitían. Tuvo ganas de llorar. Una parte de su ser le decía que no merecía ser tratado de semejante forma y la otra que abrazara ese amor sin rodeos y solo se dejara llevar sin temores.
    -Yo estaré contigo- le susurró Usagui cuando se separaron del contacto- siempre sin importar qué.
    El castaño se quedó en silencio, abrumado por las dulces palabras ¡Usagui-san era tan amable!
    Su boquita semi-abierta parecía necesitar otro beso y Akihiko como adivinando el anhelo de su corazón se lo concedió. Sin embargo no fue lo que el oji-esmeralda esperaba Akihiko lo devoraba con pasión y lo embestía con más fuerza y velocidad.
    -¡Ah!- el pequeño cortó el beso porque necesitaba gritar- ¡Usagui-san!- ya no tenía control de su cuerpo, el placer comenzaba a invadirlo cada vez que el mayor salía para volver a arremeter contra él subía un peldaño en la escala del éxtasis. Esos eran los momentos en que dejaba de ser el Misaki de siempre para convertirse por completo en le Misaki de Usami Akihiko. – ¡Ahh! Usagui…
    -Mh… Misaki- Akihiko se movía dentro de Misaki. Cálido y tierno, sensual y estrecho. Excitante.
    Sin poder contenerse el escritor comenzó a repartir besos en el rostro y el cuello del castaño y en todo otro lugar a su alcance para que no quedara ni un solo rincón de su adoración que no reclamara como suya.
    -¡USAGUI!- el oji-verde se arqueó repentinamente y su cuerpo tembló. El placer ya era por completo dueño de su ser, el escritor había dado en “ese” punto.
    Cuando el grito cargado de erotismo llegó a oídos del peli-plata su propia virilidad creció en el estrecho interior. No había nada que hacer el castaño lo llevaba más allá de sus límites.
    -Ahg… ¡Misaki!- embistiendo con firmeza de nuevo en el mismo lugar intentó ir más profundo.
    -¡Ahh!- Misaki se retorcía desordenado las mantas y las sabanas del lecho, su cuerpo se arqueaba en busca del calor del contrario- Usagui…-algo en la vos temblorosa le dijo al escritor que estaba avergonzado alguna razón. Los inmensos ojos verdes dieron rápido vistazo hacia abajo.
    ¡Por supuesto! Akihiko estaba olvidando un asunto importante por encontrarse sumergido en su propio gozo. No tomó en cuenta las necesidades de su amante. Sin dudarlo su manó sujetó el pene del chico encontrándolo caliente y palpitante, lo masajeó con movimientos ascendentes y descendentes para librarlo de su martirio.
    El oji-verde se mordió el labio para ahogar en su garganta un grito de placer.
    -Mi Misaki- le dijo jadeante a su oído- no te contengas, grita si tienes que hacerlo- lo dio una fuerte estocada para que se relajara y le mostrara todo el placer que estaba sintiendo.
    El chico no lo defraudó su vos sonó alta y clara al decir su nombre seguido de un grito. Akihiko se hundía con más potencia cada vez en su castaño.
    Las palabras ya sobraban, gemidos, jadeos y suspiros coparon el cuarto.
    Sus cuerpos moviéndose al unísono victimas del placer que se daban, esclavos del amor que se profesaban.
    Akihiko ya no resistiría mucho, supo que Misaki tampoco, llevó sus penetraciones al máximo.
    -¡Usagui-san! Ah… ¡AHH!- gritó sintiendo que un rayo lo atravesaba de pies a cabeza y se corrió entre ellos, manchándolos. “Somos un solo ser” pensó, pero no supo de quién era el pensamiento.
    -¡Misaki!- el escritor llenó el interior de su amante con su semilla. Él mismo se arqueó cerrando los ojos y apretando la mandíbula para que su cuerpo resistiera lo que estaba sintiendo.
    Sublime, así era el orgasmo del que ambos eran presa.

    Un rato más tarde el escritor luchaba contra su propio cansancio. Quería mirar dormir al pequeño otro poco. Misaki debió haber estado realmente agotado porque no protestó cuando lo cargó desnudo como estaba, y lo acomodó en la cama para acostarse a su lado. Lo último de lo que fue consiente el chico era unos brazos fuertes que lo rodeaban para acercarlo a una piel pálida y cálida.
    Akihiko con un brazo mantenía cerca al muchacho abrazándolo por la cintura y con la mano libre cepillaba las suaves hebras castañas acariciando ocasionalmente las mejillas y los labios. Le encantaba dormir abrazándolo, más si estaban desnudos bajo las mantas como ahora. Cambió de posición y recostó la cabeza de Misaki en su pecho y siguió con los mimos al cuerpo dormido que también repartió en la espalda. Se preguntaba si todavía seguirían abrazados cuando despertaran. Mas importante los pensamientos del escritor volvieron a tratar de buscar la fuente de la tristeza que vio horas atrás ¡Como le gustaría que Misaki se lo contara! Ese deseo se repetía ya dos veces en el día, pero de verdad lo deseaba, que hablara con él, que le pidiera ayuda de vez en cuando, él se la daría. Quería que compartiera sus dolores en lugar de intentar cargar con todo solo. Cierto, habían avanzado mucho desde que se conocieron pero Akihiko quería más. Quería que entre ellos no hubiera secretos…Secretos ¿podría ser que él tuviera la culpa de que Misaki no se sintiera con confianza de decirle todo? Él, Usami Akihiko, no le había hablado al amor de su vida de su pasado ni de él mismo antes de conocerlo. Misaki concia al Akihiko del presente con sus virtudes y sus defectos y lo amaba tal y como era. Su castaño intuía muchas cosas sobre su persona y adivinaba otras tanas. Akihiko había cambiado mucho desde que se enamoró de Misaki. Pero aquel que había sido también era él. No se había abierto del todo con su pequeño entonces ¿con que derecho pretendía que Misaki lo hiciera?
    Después de Misaki ya no vendría ningún otro, estaría con él hasta el final de sus días, de esos estaba 100% seguro, él solo seguiría sumergiéndose más y más en el sentimiento que tenía por el resto de su existencia porque todo lo que necesitaba lo tenía ese pequeño que ahora dormía tranquilo en sus brazos. Siendo así, tal vez, ya era hora de empezar a enfrentar sus propios demonios. No tenía por qué tener miedo Misaki estaba con él y lo amaba.
     
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    Yaoizando
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    Hola! finamente pude terminar otro capítulo, siento mucho la demora, a partir de ahora prometo ser más constante.
    Sin otra cosa que decir dejo el capítulo para que lean (si es que alguien lo hace)
    Hasta la próxima
    Gaia

    Enfréntate.

    Otra vez algo andaba mal durante la cena de esa noche y, Akihiko otra vez miraba comer a Misaki tratando de adivinar la causa. Para ser sinceros, lo correcto era decir que los problemas que tenían seguían entre ellos pese a todo. No se necesitaba ser un genio para darse cuenta que el pequeño estaba nervioso, comía atragantándose de cuando en cuando y se removía como buscando una postura más cómoda y no la encontrara. Más alarmante todavía el peli-plata lo sorprendió más de una vez mirándolo de reojo y abriendo la boca intentando hablar para arrepentirse y callar. Odiaba el hecho de que de nuevo había algo que no le compartiera. Había logrado deshacerse de la pesada de su editora con la promesa de asistir a una quinta y última reunión con los sudamericanos con tal de pasar un tiempo a solas con el castaño en tranquilidad y un estrobo que sentía tan incómodo y odioso como una piedra en el zapato no se lo iba a impedir.
    -¿Cómo te fue hoy?- preguntó como para comenzar la charla, quedarse callado no serviría de nada.
    -Si
    -¿Pasó algo interesante?
    -Si…
    No le estaba prestando atención.
    -¿Me extrañaste tanto que te excitaste con solo pensar en mí?
    -¡Como si fuera posible! ¡Pervertido Usagui!
    -Estabas escuchando después de todo- le dijo un poco divertido- estás muy callado últimamente, me preocupo por ti.
    -N-no es necesario que te preocupes por mí, estoy bien.
    -Quiero hacerlo, entonces ¿cómo estuvo el trabajo? ¿La reacción con tu instructor sigue siendo mala?
    -Em…pues la verdad creo que él es así.
    -¿Es así? Mañana en la mañana te llevaré, tal vez debería ver a Isaka y hablarle del tema.
    -Usagui-san necesito resuelvas mis problemas por mi como si fuera un niño- reclamó el chico.
    -Pero te está afectando, ¿cierto? Hay algo que te tiene nervioso.
    Misaki sabía que tenía que decirlo y que ya no podía aplazarlo más pero la verdad no quería hacerlo, pensaba esperar una semana o dos pero si Usagui-san lo llevaría al día siguiente se enteraría, además era mejor que se lo dijera él mismo antes que lo escuchara de alguien más como Isaka-san o Aikawa-san.
    -Pues… la verdad, sobre eso- dijo muy bajito- este…yo…yo no estaré yendo a la editorial por varios días.
    -¿Por qué? –se preocupó el escritor- ¿hay algún problema?
    -No…- Misaki jugaba con sus manos debajo de la mesa y comenzó a sudar frio- mi instructor cree que tengo que ver cómo se hace un manga desde el principio, por eso…- juntó aire- por eso estaré yendo a casa de Ijuuin sensei estos días.
    Akihiko no dijo nada pero su expresión lo hizo por él.
    -No estaremos a solas- se apresuró el castaño- Shizuku-san y otros asistentes estarán también.
    El hombre de ojos violetas guardó silencio, apretó la mandíbula para no decir nada fuera de lugar. Ahí estaba la maldita piedra en el zapato que tanto odiaba.

    Misaki suspiró sonoramente y levantó la vista de sus rodillas para mirar por la ventana del deportivo rojo en el que viajaba. Para ser hora pico no había tanto tránsito en las calles. Debía darse por satisfecho, iba camino al trabajo en lugar de estar encerrado bajo siete llaves como temió, aunque sabía muy bien que el escritor lo dejaría justo en la puerta del dibujante y haría todo lo posible para que este los viera llegar juntos, es más posiblemente lo acompañaría hasta la puerta misma. No necesitaba que lo trataran como un niño de kínder al que su padre llevaba de la mano y lo esperaba a la salida ¡Por favor que no se le ocurriera! Ya le había tomado bastante esfuerzo que aceptara que le gustara o no, no podía simplemente renunciar.
    -No puedes ir- había dicho tajante la noche anterior.
    -¿Eh? ¿Por qué no?
    - Porque yo lo prohíbo. De ninguna manera tienes permitido ir por tanto tiempo a la casa de ese tipo.
    -¡¿Qué?! Bueno no es como estuviera pidiendo tu permiso.
    -No necesitas ir su casa y estar a solas con él ¡es peligroso!
    -No, no lo es Usagui-san, Shizuku-san y otras personas estarán también ¡ya te lo dije!
    -Eso no es importante ¿Por qué tiene que ser su casa? ¿Por qué tiene que ser ese tipo?
    -La persona que me enseña es el editor de Ijuuin-sensei, es normal que vaya.
    -Tú no eres su editor ¡Tú no tienes que ir!
    -Shizuku-san insiste en que tiene que supervisarme.
    -Si tiene que ser así ¿Por qué no va ese mangaka a la editorial?- para Akihiko era obvio que el mangaka de quinta trataba de llevar a Misaki a su casa para tenerlo cerca, hacer su jugada y seducirlo. El astuto hombre usaba trucos sucios, tomaba ventaja de su posición como jefe y se aprovechaba del inocente castaño. Akihiko sabía que Ijuuin buscaría cualquier excusa para estar a solas con SU Misaki.
    -¿Cómo un importante autor se tendría que mover para la comodidad de un simple aprendiz como yo? Marukawa nunca permitiría eso. Además Aikawa-san también viene a tu casa, incluso tiene una copia de la llave. Es normal.
    -Eso es distinto, no permitiré que…
    -¡Es mi trabajo Usagui-san!
    -No es como cuando Aikawa viene. Sabes bien que ese tipo va de tras de ti ¿eres tan idiota que no ves lo peligroso que es?
    -¡Solo es mi trabajo!- le había repetido- Además ya rechacé al sensei- no podía creer que después de que lo vio con sus propios ojos Usagui se pusiera celoso con la sola mención de Ijuuin. Pero conociendo la personalidad de escritor el chico entendía que podía sentirse inseguro y en cierta medida le resultara doloroso saber que de repente él estuviera trabajando todos los días con el mangaka. Era una gran prueba para el escritor- ¿Cuántas veces voy a tener que pedirte que confíes en mí?
    Él de verdad creía que habían superado ese punto.
    Akihiko se esforzó por no seguir discutiendo. Cierto ya había escucha las mismas palabras hacia no mucho. Aunque a Misaki le gustara que se pusiera un poco celoso, había pasado el límite intentando prohibirle el salir a trabajar. Sumando que se estaría alejado de su objetivo de no dejar que sus celos opacaran su felicidad.
    Todavía sin abrir la boca el novelista había rodeado la mesa para sentarse junto al castaño y abrazarlo con fuerza. “No dejaré que nadie te aparte de mí” fuero su pensamientos y luego dejó un beso en la mejilla coloreada de rosa.
    -Usagui-san suéltame- había dicho Misaki con el puchero que hacia cuando se enojaba y movió los hombros para que lo soltara- y no me beses.
    Pese a las protesta Akihiko se aferró más y buscó desesperadamente los labios del contrario. Todo aquello había terminado con los dos semi-desnudos en el sofá hasta la madrugada.
    ¿Por qué aceptaba ser llevado como si fuera a la escuela? La respuesta era muy simple, todo pasó en el desayudo de esa misma mañana.
    Los dos hombres se encontraban comiendo y Misaki no se atrevía decir lo emocionado que se sentía porque vería con sus propios ojos como nace un manga, no le importaba quién lo dibujara, él deseaba verlo desde cero hasta que era llevado a la imprenta. Sirvió café al hombre vestido de traje sentado delante de él y se dispuso a marcharse.
    -Usagui-san ya me tengo que ir.
    -No,- por un momento Misaki temió una nueva escena de celos- dije que hoy te llevaría al trabajo y así será.
    -¿Pero no tienes una reunión? La casa de Ijuuin-sensei no queda cerca de la editorial.
    -Te llevaré- había sentenciado sin dejar lugar a replicas- por lo que termina tu desayuno, no hay necesidad de correr ¿Quién es el que siempre inste sobre la importancia de alimentarse bien?
    Viendo al peli-plata entrar a un estado de máxima tensión y muy cerca del límite de sus nervios Misaki se sirvió una porción de vegetales al vapor y comió despacio.

    Y ahí estaban por fin en la vivienda del famoso dibujante donde Misaki estaría aprendiendo de un mangaka profesional sobre el trabajo de editor bajo la atenta mirada y supervisión de Shizuku-san. El elegante auto se detuvo, tal y como había previsto el chico, justo enfrente de la puerta del edificio.
    Misaki miró a su novio sin saber muy bien qué decir.
    -Esteee… no-nos vemos en la tarde Usagui-san- salió del auto antes de arrepentirse.
    -Misaki- al escuchar su nombre en un tono especial el castaño se quedó estático, se asomó por la ventanilla de auto. El impacto que recibió fue terrible al toparse con el rostro del escritor. Sus ojos apagados con el entrecejo contraído como si estuviera a punto de… ¡NO, era imposible!- ten cuidado.
    Su vos siempre firme y varonil se escuchó tan preocupada y cargada de emociones que el chico no pudo sino conmoverse.
    -Si- le respondió muy bajito, se dio media vuelta y caminó a la entrada. Si llegaba a quedarse un minuto más sedería a esa cara y terminaría ausentándose de su trabajo.
    Un paso después de otro, oyó el inconfundible sonido del potente motor arrancar e irse. No necesitaba ponerse a pensar para entender lo difícil que era para el autor de cabellos de plata dejarlo ahí precisamente, teniendo en cuenta lo celoso y posesivo de su personalidad. Sumando a su tendencia a crear enemigos imaginarios, debía ser muy duro para el escritor saber que se quedaría por horas en el hogar de quien consideraba su mayor rival. No se daba cuenta que en realidad nunca lo fue, porque Misaki ni por un segundo vio al mangaka de esa forma asique no era algo de que lo cual preocuparse. La culpa era de Usagui-san ¡él se preocupada de todo! Lo hacía preocuparse a él porque estaba preocupado. Ya se lo había dicho no una sino muchas veces ¿Qué podía hacer para que dejara de sentirse así?
    Por otro lado Usagui-san seguía valorándolo como siempre, y hasta exagerando era un exagera decir que en cualquier momento alguien podría atacarlo porque después de todo el escritor era el mayor atractivo ¡y por mucho! Además, no fuera como si le importara pero ¿Quién tenía a una chica que lo miraba son corazones metida en la casa todos los días? Lo hacía sentirse especial el que siempre estuviera al pendiente de él.
    Eso era raro, definitivamente raro.
    No tuvo tiempo de seguir pensado era hora de trabajar y poner su mejor esfuerzo, ya había tocado el timbre y una vos familiar le decía que podía pasar.

    Akihiko no podía soportarlo, cuando lo vio darle la espada y caminar a la puerta fue como si lo viera caminar directo a la boca de un volcán del que pensaba a saltar. Faltó poco para que saliera corriendo para meterlo al auto y llevarlo lejos donde ni ese pobre intento de dibujante ni ningún otro pudiera intentar arrebatárselo, su único y más grande tesoro. Apretó con la dos manos el volante, cerró con fuerza lo ojos, juntó todo su fuerza de voluntad, intentó no pensar y arrancó lo más rápido que pudo para salir de allí antes que su debilidad lo venciera. De no haber sido tan buen conductor como era hubiera chocado con un automóvil blanco pero no le importó, tenía mayor temor de lo que le llegara a pasar al castaño. “Estará bien” quería pensar, sin embargo por más que lo intentaba a su mente no dejaba de llegar oscuras imágenes donde su pequeño era acosado por ese tipo y él no estaba para ayudarlo. De solo pensar que otro que no fuera él podía llegar a tocar a Misaki o peor besarlo su sangre hervía de ira. Tenía deseos de dar la vuelta en ese instante e ir a sacarlo de la cueva del lobo. No soportaba siquiera imaginar que algo como eso llegara a pasar ¡No podía tolerarlo! ¡No le daría oportunidad! ¡MISAKI ERA SUYO!
    Se encontraba detenido en un semáforo, bastaba con dar la vuelta, no estaba lejos, era algo muy simple. No quería que nadie más lo tocara, no porque pensara que el cuerpo de Misaki fuera una especie de templo que quedara impuro si otra persona lo rosaba. La causa era su propia debilidad porque ¿Qué pasaría si Misaki decidiera que le gustaba más que él? Si fuera así estaría perdido por completo y no sabría cómo seguir adelante o si tendría fuerzas para hacerlo. No. No podía continuar así. Misaki lo amaba, se lo demostraba e incluso tuvo el privilegio de escucharlo de sus labios.
    El grosero ruido de un claxon lo sacó de sus cavilaciones. Siguió adelante. “Estará bien” se dijo “estaremos bien.” Era doloroso pero el único camino era empezar a creer en su relación. Tener fe en el amor que se profesaban, que era fuerte. Debía hacerlo.

    -Llegas tarde Takahashi- fue lo que Misaki recibió como saludo de parte de su instructor, Shizuku-san.
    -¡Lo siento!- le respondió algo asustado y reverenciando al moreno- no se volverá a repetir.
    -No sea tan estricto con él, Shizuku- dijo una vos tranquila al tiempo que Ijuuin llegaba al recibidor- apenas fueron cinco minutos, Misaki-kun vive lejos de aquí- miró al chico dedicándole una sonrisa gentil- ¡Buenos días Misaki!
    -Buenos días sensei- le respondió bastante apenado- siento llegar tarde, realmente siento que hayan tenido que esperar por mí.
    -No te preocupes Shizuku siempre llega antes de tiempo y yo vivo aquí asique, te repito apenas fueron cinco minutos, no te sientas mal ¿ya desayunaste?- le dijo mientras con un gesto de la mano lo invitaba a pasar.
    -Pero sensei, realmente siento que todo el equipa haya esperado solo por mi culpa.
    -En realidad- aclaró el editor- como apenas estamos empezando solo estaremos nosotros.
    ¡¿Qué?! ¿Eso quería decir que no habría otros asistentes? Misaki se alteró un poco. Bueno de cualquier manera Ishi-san estaba también por no tenía por qué asustarse.
    Llegaron a la sala donde esperaba servido un suculento desayuno para tres, sobre todo cosas dulces como pastelillos y tostadas todavía humeantes listas para ser generosamente untadas con alguna de las mermeladas junto con tres tasas, dos de ellas una al lado de la otra y la tercera en la esquina de la mesa.
    -Como ya desayunaste espero que no te importe que Shizuku y yo tomemos el nuestro.
    -¡Por supuesto que no sensei!-estaba muy apenado incluso lo esperaban para desayunar y él se retrasaba. Sin duda una total falta de consideración y educación de su parte, aunque él no sabía nada sobre eso- disculpe que haya…
    -Deja de disculparte- dijo el hombre un poco divertido- voy a traer el café.
    Misaki se quedó parado, no sabía muy bien dónde sentarse para no molestar.
    -Takahashi- llamó el chico moreno- siéntate ahí- dijo señalando la esquina y Misaki obedeció, cuando los dos estuvieron sentados con Misaki en la esquina y el editor en uno de los laterales de la mesa a su lado, el chico continuó- Ahora sensei y yo discutiremos sobre el siguiente número del manga, en esta clase de reunión se realiza la proyección de todo lo que pasará en la historia y el rumbo que tomará en el futuro. Es la etapa de creación. Guarda silencio y presta atención a todo lo que se diga y sobre todo no interrumpas. Hoy solo estás aquí para escuchar.
    El castaño asintió con la cabeza aterrado de abrir la boca por el tono y la mirada fría del joven editor. Trataría de hacerse chiquito en su lugar para no llamar la atención.
    El dibujante apareció entonces con una jarra en una mano y un blog de notas junto con un lápiz en la otra.
    -Ishi-kun creo que deberías cambiar de lugar con Misaki para que pueda escuchar y ver todo.
    El pelinegro se levantó de su lugar no sin hacer una mueca y rodar los ojos y fue a cambiar de lugar para que el sensei quedara en medio de los dos menores.
    -Bien- comenzó el mangaka tomando su lugar y sirviendo en las tasas- tengo la sensación de que el arco de cocina en hoteles en realidad debería durar por tres o cuatro números más en lugar de terminar solo en dos como estaba previsto.
    -¿Cuántos serian 3 o 4?- preguntó serio mientras disolvía el azúcar que para empezar no había puesto en su café.
    -Pues… no estoy seguro. Me sentiría más cómodo con 4, podría explayarme mejor que con tres pero si hago eso puede que se vuelva aburrido- hizo una pausa para llevarse un pastelillo a la boca y disfrutarlo.
    -¿Por qué no dos?- se comió una tostada sin nada.
    -Porque si lo terminamos ahora quedarían algunos puntos sin resolver y no se entendería del todo.
    -No es necesario explicarlo todo, un poco de misterio también ayuda a atraer lectores.
    -Mh…- Ijuuin masticaba con cuidado el segundo bocado del pastelillo que se había servido- eso siempre es un problema para mí. Misaki tu leíste el ultimo numero ¿cierto? ¿Qué piensas?
    La verdad hasta el momento el castaño había escuchado muy poco como para que le consultaran por alguna cosa y se preguntaba cómo podrían llegar a un resultado si venían hablando sobre una sensación que tenía el dibujante. Además, su instructor le había advertido muy bien que guardara silencio y, justo en ese momento, le lanzada un puñal con un nota que decía “cuidado con lo que vas a decir.”
    -Emm…pues- no quería ofender a nadie- la verdad a mí me quedaron muchas dudas del numero anterior.
    -¿Ves? Ahí tienes la opinión del público.
    -¡Ah! Pero eso puede que sea porque no soy muy inteligente como para deducir quien está detrás de los sabotajes. No soy bueno para esas cosas ¡Jaja!- esperaba que así estuviera bien.
    -Una sola persona no es un estudio de mercado- refutó el editor a lo último dicho por Ijuuin, ignorando olímpicamente lo acotado por Misaki.
    -¿No me digas que pretendes resolver todo en un numero?
    -Por supuesto que no- negó con un gesto de la mano- pero no hay tiempo de discutir o de ir y hacer una pequeña encuesta telefónica- hizo una pequeña pausa y al castaño le pareció que se ponía inquieto- la fecha de publicación ha sido adelantada dos días.
    -¡¿Qué?!- el hombre golpeó la mesa con su tasa de café derramando un poco del líquido- NO- sentenció rotundamente, su ojos eran amenazantes, era la primera vez que Misaki lo veía enojado, daba un poco de miedo- ¡no lo haré!
    -La junta directiva lo decidió a propuesta del departamento de ventas.
    -Me importa poco lo que la junta decida. ¡No tienen derecho a decidir por mí! ¿Cómo espera que logre algo de calidad n tan poco tiempo? De ninguna manera lo haré. Soy el autor ¡es mi obra! Y no pueden tomar decisiones sobre ella sin consultarme.
    -Fue acordado en la última reunión a la que usted se negó a ir- aclaró el editor en tono tranquilo a pesar del estado de nervios del otro.
    -Y sacaron provecho de mi ausencia para hacer y deshacer a su antojo ¿y tú Ishi-kun tampoco estabas presente?
    -Estaba.
    -Entonces ¿Qué pasó? ¡Tú debiste defenderme!
    -Lo hice- afirmó Shizuku con su tono monocorde.- Al parecer otra editorial lanza un nuevo y prometedor manga por esa fecha y quieren que The Kan lo deje fuera de competencia antes de empezar.
    -¡Me importa un bledo! ¡Que busquen a otro para que se encargue de la competencia! ¿Quién piensan que soy? ¿un novato para hacer de mi obra lo que les plazca?
    -Al contrario sensei, si usted lo ve de otro modo, se daría cuenta que los altos ejecutivo confían en su trabajo como para encargarle esto por sobre nadie más. Marukawa quiere que su mejor manga elimine cualquier peligro para no tener que preocuparse después.
    -¿Y piensas que esa es suficiente excusa para no defenderme ni a The Kan?- había un fuerte decepción y reproche en la vos del mangaka. Entonces Misaki vio algo que no había visto hasta la fecha, vio Ishi-san encogerse, lo vio mostrar una expresión en sus ojos, arrepentimiento, tal vez.
    -En cualquier caso no se puede hacer nada, hoy se lanza la publicidad con el anuncio.
    -¡Detenla!
    -No puedo hacer eso sensei y yo…
    -¡Nada!- como recordando la presencia del castaño se giró hacia él.- ¿Misaki tu qué piensas de este asunto? ¿Tengo razón al enfadarme, verdad?
    Misaki no sabía qué decir, la verdad lo que le hacían a sensei era muy injusto y él no tenía idea de cómo se decidían cosas como la fecha de publicación pero no podía responder eso. Con un poco de miedo a meter la pata habló.
    -Bueno… si no se puede detener la publicidad entonces no se pude hacer nada ¿no? Creo que es mejor dejarlo pasar por esta vez.
    -Por esta vez- repitió el mangaka.
    Los chicos lo vieron irse y unos segundos después escucharon los gritos coléricos del hombre que, obvio, hablaba con la editorial.
    Mientras tanto Misaki soportaba todo el peso de la mirada asesina del editor pero ¿Por qué? Parecía que buscaba algo en su cara, además, no era por presumir pero él lo había ayudado ¿no? Cuando no lo soportó más se pudo a mirar la mesa como si la encontrara muy interesante y se comió un pastelillo solo para pasar el mal trago.
    Ijuuin volvió unos cuantos –y eternos- minutos después, se lo notaba más tranquilo ocupó su lugar y suspiró.
    -Todo arreglado- dijo aunque no aclaró nada, se volvió ala castaño para hablarle en tono amable que siempre le dirigía –lo siento y pensar que te muestro partes vergonzosas de mí una y otra vez.
    -¡No! Es decir, sensei no tiene por qué disculparse es natural reaccionar así.
    Le tocaba enfrentar otra de mirada difícil de soportar aunque muy distinta a la que recibió de Ishi-san intensa sí, pero que le provocó sonrojarse, sentirse avergonzado y desviar los ojos.
    -Sensei- llamó el de cabellos negros- si es así ¿podemos seguir?
    -Si- afirmó Ijuuin y se dedicó a terminar su bebida y en comer.
    -En cuanto a la continuación del arco no creo que sea necesario ir más allá de lo previsto.
    -No, se extenderá, ya está decido, lo único que todavía no resuelvo es si serán 3 o 4 números.
    A Shizuku no se le cruzó por la cabeza a idea de replicar, era claro que la libertad de extender o no los números del arco de cocina en hoteles se le dio al dibujante como una compensación por parte de Isaka-san para que aceptara adelantar el lanzamiento de si siguiente publicación.
    Pasó casi toda la mañana y tanto editor como mangaka parecían no poder llegar a un punto de acuerdo, Misaki prestaba toda la atención posible aunque no alcanzaba a entender a fondo, solo dejó de escuchar cuando se levantó para lavar los platos del desayuno algo a lo que se había ofrecido con tal de que los otros dos no se distrajeran. Finalmente se acordó que el arco en cuestión se terminaría en tres números más en lugar de dos, pero que el sensei podría extenderse en hasta 4 en la cantidad de hojas en cada número.
    Ya pasado el mediodía Ijuuin se despidió de Shizuku y de Misaki en la entrada de su casa, ellos llegarían a la editorial con los minutos contados para que el castaño no se retrasara, cosa que agradecía. Mientras tanto Kyo avanzaría en los primeros delineamientos del siguiente manga.
    -Takahashi- hablo después de un largo tiempo el editor cortando el tenso silencio entre los dos- estar siempre del lado del autor no es bueno, sino eres capaz de negarte a los caprichos y a las escusas nunca te convertirás en editor.
    -S-si lo entiendo- habló tembloroso el castaño aceptando la enseñanza por más que creía que en esa situación en particular lo que dijo no estaba mal.
    -Aunque- continuo el instructor de Misaki- en esta ocasión sensei tenía razón habrá veces en las que te encontrarás en una posición difícil, justo como ahora, entre el autor y la empresa y es tu deber cuidar de las dos cosa. Piensa en un editor como en un puente o un mediador entre dos partes que no siempre estarán en los mejores términos.
    ¡Wow! Ishi-san sonaba realmente sabio, Misaki tuvo la impresión de haber recibido la primera lección real para convertirse en editor. Tonó nota mental de aquello que parecía ser tan importante. Se preguntó si él tendría la misma fuerza y sabiduría que su instructor como para decirle que no a su futuro autor y al mismo tiempo podría defender sus posturas cuando fuera necesario, saber cuándo ceder y cuando no era algo realmente difícil.
    Esa misma tarde Misaki resentía que el autor de su manga favorito viviera tan lejos de Marukawa, más específica y sinceramente su estómago vacío lo resentía y le reclamaba sonoramente que lo alimentara, con el viaje no hizo a tiempo de almorzar, a Ishi-san el comer no parecía importarle porque paso directo a su escritorio sin decirle otra palabra más que lo esperaba al dio siguiente y que, llegara a tiempo. Sin un segundo de sobra se presentó a su puesto vespertino.
    -¡Kimura-san buenas tardes!- saludó el castaño.
    -¡Takahashi buenas tardes! -saludó el chico de cabellos claros que se notaba extrañamente alegre- buenas noticias hoy ¿no te enteraste? Nuestros salarios ya están depositados.
    Cierto unos días atrás le llegó una tarjeta que tuvo que habilitar y cuando empezó ese mes un empleado de administración le pidió su datos ¡Wow! Eso quería decir que ya podía usar esa tarjeta para extraer su primer sueldo como un trabajador formal, realmente logró llegar hasta allí.

    Misaki corría a la máxima velocidad que le permitían sus piernas, no quería ser regañado por su instructor, una vez fue perdonado pero dos era mucho pedir. El metro se había retrasado como solía suceder en horas pico por lo que tenía que correr desde la estación hasta el domicilio de Ijuuin sensei y jadeante tocó el timbre, no estaba para nada en forma atlética.
    -¡B-buenos días sensei! ¡Buenos días Shizuku-san!
    -Buenos días Misaki ¿viniste corriendo?- dijo el mangaka con una suave risita.
    -S-s-solo desde la estación- jadeo apoyándose en sus rodillas.
    -Eso no era necesario. Veo que eres un buen discípulo, te estas esforzando mucho, bien hecho. Pero Shizuku eres demasiado estricto.
    -Si yo llego a tiempo creo que puedo exigir que mi subordinado lo haga también.
    -Eso es cierto sensei- apoyo el castaño.
    -Bueno en cuanto te recuperes pasa ¿hoy si vas a desayunar con nosotros?
    -Es que no quisiera retrasar el trabajo.
    -No te preocupes, nosotros tenemos la costumbre se desayunar juntos al menos los primeros días mientras acordamos sobre el trabajo asique no es una pérdida de tiempo.
    De nueva cuenta los tres ocuparon la mesa la sala del dibujante pero en esta ocasión el editor fue directamente enviado a una de las esquinas y Misaki en el lado más largo junto con el mangaka. Se sirvió un poco de café para no ser grosero y aceptó la orden silenciosa de su supervisor de no interrumpir por nada.
    -Como ayer no pudimos avanzar gran cosa- decía Ijuuin alcanzado una galleta- y contamos con tiempo escaso me adelanté y trazando el storyboard- acercó unas hojas en las que veían una serie de cuadros alineados con un dibujo simple y un cuadro más pequeño con una nota en cada uno de ellos.
    Misaki se interesó en ello por lo que agudizó la mirada y el oído.
    -Este es un primer enfoque del manga y la secuencia que va a seguir la historia- explicó Kyo acercando su trabajo castaño para que lo viera. Tal vez fue solo su imaginación sentir que el hombre volcaba su cuerpo hacia él más de lo necesario, ya tenía su cuerpo pegado al suyo pero el otro solo habló como si nada- ¿ves? En este punto ya dejo en claro lo que va suceder y así cuando se haga el boceto solo hay que seguir esto como una guía.
    Ijuuin señalaba uno a uno los recuadros, Misaki miró, se notaba que el hombre no hacía muchos trabajos manuales además de dibujar y parecía que buscaba la forma de apegarse más. Ignorando todo el castaño se concentró en entender su futuro trabajo, leyendo las notas que decían cosas simples como “aquí se debe ver oscuro” o “el primer plano es para los utensilios manchados” o también “aquí pondré solo los pensamientos” acompañando los trazos sencillos pero precisos de un personaje o una cosa que aparecería en esa escena.
    Misaki pensó que aunque el strybaord sirviera de guía sería imposible hacer el manga sin un talentoso autor que entendiera todo lo que estaba resumido allí de manera aparentemente sencilla.
    -Sensei- se escuchó de pronto la vos de Shizuku- déjeme ver eso.
    -Claro, solo le explicaba a Misaki para que no se sintiera perdido en lo que hacemos- sonrió y le acercó los papeles.
    El editor examinó todo con una mirada seria y expresión concentrada mientras tanto Misaki y el autor tomaban café y lo veían con expectación. El chico se tomaba su tiempo.
    -¿Sabes?- susurró Ijuuin al castaño muy cerca de su oído- él siempre pone esa cara cuando lee, incluso el manga terminado y nunca se ríe por nada del mundo. Me hace dudar si las bromas son realmente buenas o no ¡Parece que estuviera leyendo la factura de un impuesto costoso! O que los extraterrestres le operaron el cerebro y le quitaron la capacidad de reír. Yo creo que es en parte robot.
    El castaño tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada por la última frase, cuando el impulso de reírse pasó volvió a mirar al profesional. Ishi-san se encontraba absorto en su lectura, con expresión grave. Parecía que fuera el juez en un juicio que no podía decir si colgara al acusado o no.
    -Takahashi- saltó por la sorpresa- ¿podrías despejar la mesa? Así trabajaremos mejor
    -¡Sí!
    -Solo deja todo en la cocina, para que no te pierdas nada.
    El chico se apresuró a hacer lo que le pidieron para que estuvieran cómodos mientras hablaban, se tomó la libertad de lavar los platos solo porque nunca soportó que las cosas quedaran sucias.
    Al volver a la sala el castaño se encontró al mangaka y su editor hablando animadamente. Ocupó su lugar junto al mayor y escuchó. Discutían sobre una escena en particular, si era correcto o no expresarla del modo que uno de ellos quería o si eso llegaría a arruinar el final. El oji-verde ya había presenciado situaciones similares entre Usagui-san y Aikawa-san aunque, a diferencia de ahora, no les prestaba mucha atención.
    Sensei e Ishi-san discutían en base a sensaciones, impresiones o intuición. No parecía que en esa charla hubiera nada seguro o totalmente cierto sobre cómo lo tomaría el público o acerca del efecto que produciría una frase al ser leída y la diferencia que podía marcar el mero orden de las palabras, el omitir una o agregar otra. Era increíble, mucho considerarían eso como algo sin importancia pero él ahora se daba cuenta que no lo era, las palabras que sensei eligiera significarían mucho para muchas personas Misaki incluido. Pensó que también existían personas para quienes los libros de Usagui-san eran muy importantes. Usagui hacia una selección de palabras mayor que Ijuuin y lo hacia todo prácticamente solo, la principal tarea de la pelirroja consistía en obligar al autor a trabajar más que ayudarlo en sus creaciones. Claro una novela y un manga son diferentes.
    Tanto dibujante como editor continuaron con su conversación y Misaki intentó seguirlos lo mejor que pudo, no obstante no llegaba a entender la mitad. Quería preguntar pero le era imposible, los otros se veían tan enfrascados que no parecían notar su presencia.
    Así pasó otra mañana en la que Misaki no hizo otra cosa más que sentarse, guardar silencio y escuchar. Salió de la lujosa residencia con tiempo apenas para llegar a la editorial. No podría almorzar pero estaba bien con eso sorprendentemente, se sentía un poco culpable de que le pagaran sin que hiciera algo en realidad. Su estómago vacío, por otro lado, no pensaba lo mismo y se hizo saber varias veces quejándose en vos alta. Misaki de pronto extrañó los días en que solo asistía a la universidad y un trabajo de medio tiempo cuando podía volver a casa, comer y después salir tranquilamente. De pronto entendió las palabras que Toudou dijo alguna vez.
    Aunque por más que volviera en ese momento tampoco podría comer porque recordaba haber visto el refrigerador vacío la noche anterior, pero todavía le hubiera gustado pasar un momento a la casa.
    “La casa…” pensaba mientras viajaba en el metro con la silenciosa figura del editor a su lado, ese lujoso pent house era legalmente suyo en parte, pero no importaba las vez que se repitiera “mi casa” en su mente todavía se sentía avergonzado de haber aceptado. Más bien se diría que no la sentí como propia y no solamente porque no le costó un centavo sino porque ahora no hacía nada para ganarse el derecho de estar allí, Usagui-san pagaba todo desde los servicios hasta la comida. Antes, cuando era un inquilino, por lo menos se encargaba de los quehaceres y la limpieza ¡Pero ya ni siquiera eso podía hacer! ¡Maldito Usagui! ¡Idiota Usagui! Siempre gastando dinero en cosas innecesarias. Si la casa era de verdad de los dos ¿no se suponía que él ayudara en algo? Cuando dos personas viven juntas como… como…pa…re…ja según Misaki entendía hacían cosa como compartir los gastos, él no podría pagar la cosa porque era un simple trabajador ¡claro su sueldo estaba sin tocar! Debería haber algo que pudiera hacer.
    El gruñido de su estómago resonó fuerte en el vagón y más de una persona volteó a verlo; sino se daban cuenta por si solo de quién provino el involuntario y vergonzoso sonido su cara roja se encargaría de delatarlo como para que todos lo supieran. Le habría gustado esconderse detrás de Ishi-san pero él también lo miraba de forma extraña.
    -L-lo siento
    -Otra vez salimos tarde de la casa de sensei, le pediré a tu supervisor que te dé unos minutos para comer.
    -¡Gracias!- diablos no debía sonar tan infantil.
    El joven de cabellos oscuros no dijo nada volvió a mirar por la ventana como ignorando su presencia ¡Maldito estomago delatarlo así delante de tanta gente! Un momento… ¡eso era! Ya sabía qué hacer con su primer sueldo, surtiría la despensa y el refrigerador. No era mucho pero era todo lo que podía permitirse por el momento y era un primer paso ¿no? De a poco la brecha se achicaría ¡Ya no sería un niño que solo es mantenido por Usagui-san! Ya no se sentirá como una sanguijuela ¡Sip! A veces pensaba como todo un genio.

    -Sensei…sensei… ¡sensei! ¿Está escuchando?
    -¿Eh? – la estridente vos de la su editora lo sorprendió un poco, ella llevaba ya un rato moviendo la boca delate de él pero lo que decía no podía importarle menos. Era más tarde de lo habitual y el castaño no llegaba ¿estaría aun con ese tipo? Prácticamente era de noche ¿Qué tanto tenía que hacer? Los últimos días fueron difíciles para él, especialmente ese día, se sentía cansado y ansioso por ver a Misaki cuanto antes. Cinco minutos, cinco minutos más era todo lo que estaba dispuesto a esperar, después iría por él en donde estuviera y lo sacaría arrastrando de la casa del mangaka de quinta si era necesario.
    -¿Por qué no llega?- pensó en un murmullo angustiado.
    Eri soló un suspiro cargado de resignación, era claro que el sensei no oyó ni una sola palabra de sus imbatibles argumentos para que tonara un proyecto nuevo y tendría que repetirlos cuando estuviera prestando atención.
    -En la editorial siempre hay mucho trabajo- intentó tranquilizarlo.
    -Pero él está con…
    -No sensei, recuerde, Misaki-kun cumple tareas en Marukawa por la tarde.
    El hombre por fin le dedicó una mirada como descubriendo que ella estaba ahí.
    -Bueno decía que nos tenemos que centrar…bla…bla…
    Entonces ¿Dónde se habría metido hasta esta hora? ¿Qué estaría haciendo? Si salía a buscarlo ¿por dónde tenía que comenzar?
    Akihiko se encontraba tan concentrado en su pequeño que escuchó claramente el sonido de la puerta cuando se abrió ¡al fin! De un salto se paró de su silla y bajó a recibirlo, quería verlo para que su angustia se aliviara, pero grande su sorpresa cuando lo vio entrar con una enorme sonrisa satisfecha en el rostro arrastrando unas enorme bolsa de supermercado. Ignorando su sufrimiento.
    -¡Misaki!- le gritó furioso.
    -¡Ah Usagui-san! Ayúdame con esto, hay que poner los lácteos en el refrigerador.
    -¿Qué es todo esto?
    -Idiota, por supuesto que las compras del supermercado, la despensa y la heladera estaba casi vacías- le dijo mientras arrastraba otra de las bolsas desde el pasillo.
    -Pero…- Akihiko estaba confundido hasta el día de la fecha él se hacía cargo de los gastos, no veía la necesidad de que Misaki gastara su dinero en cosas como esas- ¿De dónde sacaste el dinero para esto?
    -Me pagaron ayer- aclaró- como hoy salí temprano fui al supermercado ¡no te quedes ahí parado!
    “Si saliste temprano ¿Por qué no viniste rápido a mí?”
    -Sensei ¿Qué tanto hace?- la presencia de la pelirroja se volvió más que insoportable para el escritor.
    -Vete Aikawa, mañana hablaremos.
    -Sensei es importante que…
    -Vete.
    La mujer frustrada se rindió por el momento, tomó sus cosas y se dispuso a irse no sin antes advertirle al novelista que no habría escapatoria al día siguiente.
    En lo que Akihiko se deshacía de la mujer el castaño ya iba a medio camino de la cocina.
    -¿Misaki por qué gastaste tu sueldo en esto?
    -Porque hacían falta víveres.
    -Es tu salario, el primero, no hacía falta que compraras esto ¿Por qué no lo usaste para algo que te guste? No lo acepto. Dime cuánto costó, te daré el dinero.
    -Para nada, no es necesario que lo hagas Usagui-san- el castaño se apresuraba a ordenar en el refrigerador la leche, manteca y demás alimentos que necesitaba frio.
    -No entiendo por qué lo hiciste.- ¿Por qué actuaba como si nada pasara?
    -Ya te lo dije- respondió resoplando- son cosas ne-ce-sa-rias. En este tipo de cosas gasta la gente su dinero, deberías aprender.
    -Pero es tu salario- repitió, había trabajado tanto por el dinero ¿Por qué no compró algo que lo hiciera feliz? Además se supone que tu primer sueldo se usa para comprar regalos para los seres queridos. Llegaba a casa agotado cada noche y gastaba el fruto de su esfuerzo en cosas banales como alimentos. Cosas que él mismo podía comprar sin que el castaño se viera afectado.- Yo puedo pagar eso sin problemas.
    Misaki lo miró entonces con un poco de enojo, pero el único con derecho a enojarse era él.
    -Apenas comienzas a trabajar, deberías ahorrar el dinero o al menos gastarlo en algo realmente importante.
    El castaño enfrentó a escritor ya habiendo perdido su buen humor ¿ahora el príncipe derrochador le decía cómo gastar su dinero?
    -No lo gasté todo Usagui-san, además…
    -No me hagas repetir las cosas, dime cuanto gastaste, yo pagaré todo.
    -Es mi dinero.
    -¡No insistas! La próxima vez que falte algo solo dime iremos juntos a hacer las compras no necesitas tardar de más y gastar tu energías en cosas sin importancia
    -¡¿Que se supone que haga?! – estalló el castaño- Usagui-san me dejas hacer las tareas de la casa ¡piensas que soy un inútil! ¿No? Ahora ni siquiera puedo pagar los gastos ¡de los dos! no puedo estar tranquilo solo recibiendo de ti ¡YO NO SOY UN PARACITO! ¡QUIERO COLABORAR CONTIGO! ya…ya sé que es poco en comparación pero…pero ¿Cómo puedo pesar en esta casa como algo de los dos sino? Al menos…
    Akihiko se quedó mudo, no esperaba esa respuesta. Toda la tarde se la pasó atormentándose con sus celos sin sentido sintiéndose angustiado, imaginando cosas que nunca pasaron, se enojó inútilmente al preguntarse el porqué del retraso del castaño, sintiéndose desplazado por la compras cuando la realidad era una muy diferente. Su tierno niño de ojos esmeralda intenta acercarse, estrecha la brecha, afianzar su relación. Idiota.
    El peli-plata volvió a la entrada, cargó las bolsas que faltaba y le fue pasando los productos al castaño para que las acomodara.
    -¿Por qué lo hiciste Usagui-san?- preguntó Misaki de la nada cuando trepado a un banco acomodaba las cosas que el autor le alcanzaba- ¿Por qué pusiste a esas personas a trabajar aquí? ¿Acaso hice algo mal? ¿O es que piensas que en verdad soy un inútil por no poder con todo?
    Para Misaki era muy difícil confesarle que aquella situación le molestaba por estúpido que sonara y que seguramente Usagui-san se estuviera riendo de él porque hasta cierta forma también se podía decir que se sentía herido pero así era.
    Los ojos violetas voltearon violentamente a la sonrojada carita del oji-verde. Tan tierno y lindo. Misaki le mostraba sus verdaderos sentimientos y Akihiko se lo agradecía. Misaki sin saberlo actuaba exactamente como el esperaba que lo hiciera, reclamando los derechos de una esposa herida en su orgullo.
    Camino los pocos pasos que lo distanciaban de su pequeño y alzándolo desde la cintura lo bajó del banquito en donde estaba, sintió deseo de girar con él pero se contuvo, no era el momento. Lo puso en el suelo abrazándolo con fuerza.
    -Lo siento- empezó el peli-plateado- debí explicarlo desde el principio. No creo que seas un inútil como tú dices, por el contrario, tampoco estaba desconforme con tu manera de hacer las cosas, solo que trabajo como editor puede llegar a ser agotador y no quería que te debilitaras y enfermaras.
    -Yo puedo hace todo- interrumpió desde el confort de los brazos que lo sostenían.
    -También soy consciente de eso. Misaki te quiero solo para mí el mayor tiempo posible y no estoy dispuesto a dejar que algo tan trivial como los quehaceres domésticos nos prive de nuestro precioso tiempo juntos. Misaki consiguió un trabajo formal por lo que ya no estará tanto en casa, por eso pensé en algo que al menos te deje libre todo el tiempo aquí. Pero tienes razón en algo, debí consultarte primero de ahora en adelante todo lo relacionado con la casa será decisión de los dos. Tienes que saber que no hay necesidad de que hagas cosas como la limpieza o que compres cosas o pagues esto o aquello, todo esto es tuyo por derecho. Como te dije eres el alma de este hogar, sin ti seria solo un lugar frio y gris.
    -Si es como dices déjame te ayude en alguna cosa. Es poco en comparación a lo que Usagui-san hace pero… pero es un lugar por dónde empezar y yo ¡quiero hacerlo!
    Esas sencillas palabras ¿Cómo lo conmovían hasta el punto de tener que reprimir las lágrimas? El puro amor de Misaki siempre tocaba en lo más profundo del corazón de Akihiko. Apretó más el cuero menudo del mero contra el suyo, hundió el rostro en la cabellera castaña dejándose intoxicar por su aroma dulce.
    -Misaki…- dijo en un susurro intimo- yo… no ahora, pero te prometo que algún día te contaré todo mi pasado antes de conocerte.
    El chico no entendía por qué de repente Usagui-san le decía semejante cosa, por qué lo abrazaba de esa manera sin dar muestras de querer soltarlo, solo sabía que de repente sentía ganas de llorar y que su corazón latía muy fuerte y muy rápido y creía sentir a través del estrecho contacto el corazón de Usagui golpeando de igual manera en su pecho.
     
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  15. Patty Unnie
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    Hola linda

    Aayy se me paso de leer el capi anterior y quizás fue bueno pq leí dos de un hilo y me encantan tus contis pq son largas <3
    La historia me sigue cautivando, me gusta como narras todo y te tomas el tiempo para que cada detalle, sensación y emoción quede lo mejor plasmada posible
    Me parece buena idea que Akihiko sea honesto sobre su pasado con Misaki ya que después de todo él sabe más sobre la vida del otro, tengo muchas ganas de saber qué giro dará la historia cuando él abra su corazón por completo

    Te agradezco que sigas con la historia, disfruto mucho leyendo lo que tu imaginación crea <3

    Ojala no tardes en poner conti, prometo estar más atenta :P
    Un abrazo
     
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58 replies since 16/7/2016, 04:28   2419 views
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