One-Shot: A mal tiempo, buena cara (Sousuke x Makoto)

Ansioso de querer tener una buena tarde con su amigo de colegio, los planes de Makoto Tachibana terminan siendo estropeados por una terrible fortuna.

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    Yaoizando
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    Saludos cordiales a ustedes que me están leyendo. Anteriormente, publiqué este one-shot aquí pero por una cuestión técnica y otras cosas, fue eliminado así que me dijeron que podía volver a ponerlo de nuevo. Este fue un proyecto que me pidieron. Sin más, los dejo leer.


    A mal tiempo, buena cara



    –Verás que tienes cuidado –el castaño guardaba las llaves en su bolsillo, poniéndose el gorro y la bufanda alrededor del cuello. Tenía planes de almorzar fuera por un rato y no debía tardar ya que el tren los sábados demoraba demasiado a esa hora.
    –Sí, mamá –la mujer le miraba desde su escritorio, escribiendo un informe– no te preocupes por nada.
    –Es cuando más me preocupo –sacó dinero de su cartera y lo puso encima de la mesa– lleva en todo caso.
    – ¿Segura? –ella asiente y su hijo se acerca para tomarlo mientras los más pequeños de la casa salieron a abrazar su hermano, diciéndole ‘trae esas golosinas del otro día’ en unísono. El mayor sonríe y los despide, cerrando la puerta. Y, en un segundo, corre a la salida.
    En la estación del tren, a las 4:30 pm. Miró al reloj, desapareciendo en un instante del edificio.

    ***



    Cierto ojiazul miraba la gente entrar y salir del tren. Eran ya las 4:54 pm. Estaba tarde para su cita y esto que había salido bastante temprano de su apartamento.
    –El tren está siendo inspeccionado por el guía conductor, agradecemos su paciencia –dijo el conductor a través del altavoz.
    –Seguramente ya debió haberse ido –se decía a sí mismo una y otra vez, chequeándose el reloj de mano. Lo peor de todo es que se impacientaba más cuando sabía que no podía llamar o mensajear ya que estaba bajo tierra y la señal no llegaba hasta allí. Después de dos minutos, el tren retoma su camino y consiguió apresurar el paso. Apenas se abrieron las puertas, salió y rápidamente buscó por la salida pero al ser esta una estación bastante ‘transitada’, gente de todos lados subían, bajaban y andaban en las escaleras así que salir era un poco costoso. Y, llegando al último escalón, se hace a un lado, gira para chequear su teléfono y de la nada, alguien golpea su brazo
    – ¡Lo siento de verdad!... –el opuesto se detiene y mira con quién ha tropezado. Se lleva una mano a la cara, avergonzado. El ojiazul le observa y sonríe.
    Ambos salen de la estación y el castaño empieza a excusarse –lo siento, el tren tuvo retraso y...
    –Yo estaba en el mismo tren –le dice tranquilamente, observando la cara de asombro en el chico. Es decir, ni él mismo lo sabía pero se dio cuenta ya que ambos llegaron casi al mismo tiempo. Caminaron un buen tramo hasta llegar al destino. El plan, de Makoto, era visitar un restaurante recomendado por Rin cerca del parque de la ciudad.

    Sin embargo, cuando llegaron, no había mesa alguna y había una gran cola esperando ser atendida.
    – ¿Quieres llevar la comida y comer otro lado? –el ojiazul mira al castaño y éste asiente. Debió haber seguido el consejo de hacer una reservación mas no podía volver atrás en el tiempo. Ordenaron y quedaron de acuerdo que comer en el parque sería buena idea. Caminaron cerca del gran lago central y se acomodaron en uno de los árboles y vegetación. Necesitaban sombra y un poco de soledad.
    Destaparon los contenedores y empezaron a comer lentamente, el uno al lado del otro. Las hojas danzaban al son del viento. Los pocos caminantes y ciclistas pasaban sin notar a los chicos en su espacio. El sorber de los fideos era tan silencioso que incluso se lograba oír el abrir y cerrar de los palillos entre los dedos de ambos.
    – ¿Hiciste el proyecto de cálculo? –el ojiverde miraba a su último takoyaki* en el plato mientras hablaba, no queriendo mantener tanto silencio
    –Lo haré más tarde –el ojiazul se llevó un pedazo de carne a la boca
    –Yo empecé las dos primeras partes –mordió la mitad del bocado– está un poco complicado –ingirió y luego fue por el último pedazo. La situación retomó su estado actual y la segunda parte del plan debía seguir.

    Después de haber almorzado, tomaron pie a su segundo destino. Y es que estaban rodeados de chocolate. Era una tienda de bombones pero a diferencia a una normal, vendían todo relacionado con ese dulce específicamente: juguetes, cuadernos, llaveros, ropa y sobre todo chocolate. El castaño lo llevó al segundo piso donde un juego se encontraba
    – ¿Atínale al dulce? –el pelinegro alzó una ceja en confusión. Era uno de esos entretenimientos donde te dan un martillo y si le das bastante fuerte hasta llegar a la campanilla, te daban un premio. Pero este, en este la campanilla tenía forma de bombón gigante. Su compañero desapareció y alrededor de cuatro minutos regresó con un mazo. Sonriéndole, le entrega la herramienta a lo que el ojiazul se dispuso a tratar en su primera vez.
    –Ocho y medio –dice mientras observa a la bola caer de vuelta a la base. Era el turno del ojiverde. Determinado a ganar el premio mayor, tomó con todas sus fuerzas el mazo y, alzándole alto, le da a la bola y ésta llega a seis. Suspiró pesado. Quizá para la próxima. Sin darse cuenta, se voltea y en el proceso, la parte dura del mazo golpea el codo izquierdo de su compañero “¡agh!”. Arrepentido de no haber sido cuidadoso, le da la herramienta a la encargada e intenta masajear la parte afectada, pidiendo disculpas una y otra vez.

    Después de aquel incidente, se retiraron de la tienda. Como ocho y medio calificaba para uno de los premios, se llevaron una canastita de bombones. Cruzaron la calle, admirando un grupo de turistas los cuales se tomaban fotos con una estatua viviente. Justo en esa parte, estaba una pantalla gigante la cual capta imágenes de personas que andan en el área y cuando captura dos en específico, pone la frase: “how ‘bout a kiss?*”. Y, por una milésima de segundo, el castaño se puso a observarla detenidamente. ¿Qué sería si nos enfocasen...?
    Tan perdido iba que no vio a un hombre con prisa, el cual lo empuja bruscamente, haciendo que caiga encima de un sorprendido pelinegro
    – ¡Abre los ojos, idiota! –el hombre le gritó desde lejos, perdiéndose en el camino. El ojiverde se levanta rápidamente y ayuda a su aturdido amigo del suelo, disculpándose una vez más.

    Después de la caída, pararon en un almacén de ropa. Ambos encontraron tres prendas que les encantaron; el mayor escogió una camisa rosado pálido con finas rayas verticales de botones mientras el menor un conjunto de camisa blanca de botones con una corbata verde de finas rayas plateadas diagonales y un pantalón jean. Estaban en frente de la caja. Mientras la encargada facturaba la ropa, un desesperado castaño se miraba los bolsillos en busca de su billetera
    –Ponga todo en esta tarjeta –el ojiazul le entrega el pago– ¿dónde la perdiste?
    –Creo que... en el parque –se llevó una mano a la cabeza. El dinero para volver a casa estaba ahí y su identificación escolar, más otros documentos. Solo escuchó las palabras ‘ya regreso’ y vio cómo su compañero corrió del lugar. La chica empacó las cosas y las entrega al único parado en frente de ella: un avergonzado Makoto.

    ***



    Había pasado alrededor de trece minutos. La tarde se estaba poniendo oscura con grisáceas nubes cubriendo el sol. El mayor aún no regresaba. Como dentro de la caja de bombones había un globo color blanco, lo infló y lo amarró con cuidado. Consiguió un pedazo de cuerda pequeña y lo ató a la canastita. Aunque había algo que le molestaba: el globo se veía un poco pequeño. Lo desanudó y volvió a inflarlo. Una vez que satisfecho estuvo con la forma perfecta, comenzó laborando el nudo y, casi terminando, el globo de un lado parecía desinflarse.
    Su única y última manera. No podía ser posible. Debía haber otro método. Sacó su teléfono y buscó una tienda de novedades, la más cercana. La única que había, estaba a cuatro cuadras más abajo y, como tenía un billete del cambio del pasaje en la mañana, le alcanzaba suficiente para un globo con helio. Sí. Con helio estaría bien.
    Caminó lo más rápido posible. No quería sudar ni verse mal. Al menos ya que estaba por irse a casa. Después de tanto mal rato que estaba pasando. Escogió otro globo de color blanco y lo hizo inflar. Miró a su reloj y se había tomado cinco minutos adicionales en haber cruzado las calles y buscar el globo. Apresuró al que atendía, le pagó y salió a la carrera. Ya a mitad de llegar a la última calle, notó que alguien le esperaba, arrimado a un lado de la pared.

    Un torpe como yo....

    Corrió como nunca, con la luz verde del semáforo activa y los carros a punto de pasar, cruzando al otro lado, agitado. Una vez encontrándole, tomó un instante para respirar. El ojiazul le miraba desconcertado.
    –Estaba entre los arbustos –le pasó la billetera. Tomó el globo que le ofrecían, agradecido y caminaron de vuelta a la estación a petición del menor. En el trayecto, fueron un poco más tranquilos ya que ambos debían descansar. Mas no quiso el tiempo complacerlos; estrepitosa lluvia empezó a caer sobre ellos. Tenían que correr.

    ...decidió en el peor día...

    Se metieron bajo un gran árbol cerca del parque de dónde almorzaron. La estación se encontraba dos cuadras de allí. Decidieron parar a tomar aire. Sus ropas mojadas, el globo incluido, todo. Las piernas de ambos las sintieron aporreadas. Diez minutos desde aquel almacén al parque eran algo. El ojiazul se sienta en las raíces que brotaban del árbol. Él era el que más necesitaba descansar de los dos. Había venido de una extenuante carrera desde ese mismo lugar hasta el almacén y luego correr de vuelta por la lluvia; imposible. Levanta el brazo y le entrega el globo por un rato al castaño, quien en un descuido, intenta tomar la cuerda pero esta se zafa y se eleva hasta lo más alto del árbol donde entre las ramas y la caída agresiva de la lluvia, revienta.
    –¡¡No!! –se lleva una mano a la cara, se voltea, y maldiciendo su amarga suerte, empieza a llorar, silenciosamente.

    ...decirte que...

    –Te amo –leyó un pedazo de papel que cayó de aquella ‘muerte’ del globo, cerca de sus pies. El llanto del menor se detuvo momentáneamente. Supo que el mensaje había llegado, aunque de la manera que no tenía planeado. Fue entonces en ese momento que el pelinegro se levantó y caminó hacia su compañero.
    –Makoto... –el castaño sollozó. No se atrevía a mirarle a la cara–. Makoto –le volvió a llamar pero no respondió. La lluvia y su caída imposibilitaban el sonido para el mayor oír el llorar del menor pero entendía lo que estaba ocurriendo
    –No quise que esto sucediera así... –su voz quebrada se mezclaba con su sollozar. Quiso huir pero repentinamente, dos brazos lo sujetaron fuertemente haciendo que se apegue al cuerpo de su compañero. No lograba comprender que estaba ocurriendo. Su último gemido de tristeza se disolvió cuando una mano, suavemente, volteó su rostro de lado y tomándole el mentón, le guio para encontrar los labios de cierto ojiazul.
    La fría brisa pasaba y rozaba las pieles de aquellos que conectados inmersos estaban. Poco a poco, frenaba el curso de la lluvia. ¿Acaso la mala fortuna remordimiento le dio y un momento juntos les concedió?
    –Sousuke... –se volteó completamente para ser recibido con otro cálido abrazo
    – ¿Me amas? –acarició el empapado semblante del chico
    –Sí –dijo, hundiendo el rostro en el pecho del mayor, aliviado. Por un momento se arrepintió de haber mencionado éste como el peor día. Estiró su mano y haló suavemente el rostro del ojiazul para besarle, una vez más “te amo” conectaron sus labios de nuevo, brevemente
    –También te amo –permanecieron abrazados un poco más.
    Eran ellos. Sólo ellos y las pocas gotas que caían del cielo. Ellos juntos con la calidez del momento.

    Mini glosario
    *Takoyaki: Comida japonesa; bolitas de harina de trigo rellenas de pedazos de pulpo. Las bolitas son ligeramente bañadas con salsa worcester.
    *How 'bout a kiss?: ¿Qué tal un beso?
     
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    Estoy más muerta que el Rubelangel esté 2017

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    Una mente llena de sentimientos ahora vacios

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    Gracias por volverlo a subir :=BIENODOE: yo había intentado que no lo borrarán :=enfermo: pero ya que lo volviste a subir muchas gracias :=DFSDFSD: lo amo :=uuhuhuhus: tu fanfic esta hermoso
    Bye-bye :=WIJIS: :=PAMDAXX:
     
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  3. Harukam
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    ¡Hermosisimo! :=DFSDFSD:
    ¡Me encanto!. Que linda manera Makoto de decirse lo, waaaa Sousake que cool dbvoidwvbowe :=DFSDFSD: :=SHOROO: .Me encanto.
     
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2 replies since 21/7/2016, 06:26   298 views
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