Amigos de Verano || Rosinante x Luffy || One-shot || Fiction Rated: K

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  1. Aleister Lawton
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    Pensé que no llegaba más, pero lo he logrado, después de tanto tiempo sin escribir en el fandom de One Piece ♥
    Este one-shot participa en el tercer concurso del Fan Club One Piece en Mundo Yaoi, únanse, hay gente muy sensual y nadie muerde, por ahora(?)


    Título: Amigos de Verano
    Pareja: Donquixote Rosinante x Monkey D. Luffy
    Fiction Rated: K (Apto para todo publico)
    Género: Angust, Humor, What If...?
    Tipo de fanfic: One-shot.
    Palabras: 2.363
    Resumen: Solía pasar los veranos en solitario cuando aun residía en el East Blue, un día como los demás, conoció a una persona que se volvió parte importante en él. Hoy, trece años después, Monkey D. Luffy, vuelve a encontrarse con ese alguien, en un verano idéntico como aquel.

    Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, todos ellos son de su respectivo autor.



    tC4DJRyA





    El sol estaba en su punto más alto y sus rayos demasiado fuertes, escuchándose a las chicharras en los alrededores. Algo muy habitual en aquella isla donde habían alrededor de 18 horas de luz y solo 6 de oscuridad, provocando que las temperaturas fuesen siempre de lo más altas, casi hasta el punto de tornarse insoportables en ciertos días.


    Aunque bueno, no era lo único insoportable en esa isla en este mismo instante, al menos, eso pensaba nuestro querido “Cirujano de la Muerte” Trafalgar D. Water Law, quien, nuevamente, se estaba preguntando así mismo como demonios había acabado en este lugar junto al resto de la tripulación del Sombrero de Paja.


    —¡Hey! ¡Torao! —Gritó en una voz animada el capitán, sacándolo en un instante de sus pensamientos—¡Ven a jugar con nosotros! —Exclamaba con su característica emoción, sacudiendo de un lado a otro una pelota de playa de una forma frenética que, hasta parecía que iba a caérsele en cualquier momento. Mientras, por detrás, Usopp y Chopper saltaban con la misma euforia, entusiasmados por jugar; sin embargo, Law no parecía prestarle atención, lo que provocó que Luffy inflase sus mochetes, casi como un puchero—¡HEY! —Gritó con más fuerza, buscando llamar su atención.

    —Que no quiero. —Le respondió fastidiado, recostando sus brazos en el barandal del Thousand Sunny y sobre sus manos su cabeza, sin dejar de observar el berrinche de Monkey D. Luffy, en serio, ¿este era aquel que quería ser el Rey de los Piratas? ¡Sí parece un niño!

    «Él sí que no tiene cura.» Pensó cerrando sus ojos, disfrutando de la brisa cálida que removía de forma grácil sus mechones de flequillo, aunque la tranquilidad no le duró mucho, pues ahora le interrumpieron no los gritos del pelinegro, sino más bien, regaños severos de parte del cocinero hacia él. Abrió un ojo observando la escena, Sanji le había dado una patada en la testa a su capitán, luego de que este derramara a la arena las bebidas que había servido para sus dulces señoritas. «Y lo reitero, no la tiene.» Negó con su cabeza.

    Luego de que un malhumorado rubio regresará a la cocina –ignorando de paso, los insultos de un Caesar Clown que pedía a gritos que le quitaran las cadenas o mínimo que lo alejaran de los rayos del sol– Luffy se sentó en la arena y se frotó el chichón que le había salido entre quejas por lo bajo, las cuales, se hicieron más sonoras cuando el pequeño reno de nariz azul le palmeó allí, revisando que no fuera nada grave, aunque era obvio que no lo era, juzgando las numerosas veces que el capitán recibió golpes de parte de Sanji o de otro miembro de la tripulación.

    —¡Au! ¡Au! ¡Au! ¡Duele! —Cerraba un ojo ante cada palmadita que hacía el médico, provocando una risa suave en Nico Robin que estaba sentada junto con la navegante observándolos no muy de lejos.

    —Oigan, ¿A dónde fue la pelota? —Preguntó Usopp sacándose los lentes de sol, para mirar a sus alrededores totalmente extrañado, juraba que después de lo ocurrido hace un momento, la bola no se había ido para nada lejos de ellos—¡Oye Franky! ¡¿Has visto la pelota?! —Miró al carpintero que revisaba al barco, cerciorándose que estuviese todo en orden.


    —No, no lo he visto. —Comentó sin quitar la vista en lo que hacía.


    —Mmm, ¡Oye Zoro tú lo has—! —Se volteó para verle, no obstante—No, ya veo que no…—Arqueó una ceja al ver que el espadachín se hallaba bajo una palmera roncando profundamente dormido, como era de esperarse de él—¿Dónde se habrá metido? —Volvió la cabeza a sus dos amigos, mientras se acariciaba el pelo totalmente confundido, no tenía sentido que la pelota se fuera así como así.


    —Tal vez haya rebotado hasta dentro de la selva o el viento la arrastró allí. —Señaló con su pezuña Tony Tony Chopper en dirección a la jungla que cubría casi toda la extensión de la isla, mientras que, con la otra pezuña, se abanicaba su cara—Hace demasiado calor…—Sacó su lengua afuera, totalmente fatigado, el llevar pelaje ya era un punto en contra para él—Demasiado calor. —Se quejó otra vez y cayó agotado a la arena, bueno, casi todo su cuerpo, puesto a que el flotador naranja que llevaba puesto en su cadera, provocaba que mantuviera la misma un poco levantada.


    El francotirador enseguida tomó al pequeño en sus brazos y miró su capitán—Luffy, ve a buscar la pelota, después de todo ¡fue tu culpa dejar que se te fuera! —Dijo en un ceño fruncido, aunque era más bien una excusa para no entrar en aquella extensa y misteriosa selva.



    Y a regañadientes, el pelinegro comenzó a caminar hacia donde señaló el pequeño reno.



    Law se quedó observando como “Sombrero de Paja” se internaba dentro de esa espesa jungla en busca de la dichosa pelota y, cuando perdió de vista su silueta, captó como caía de forma suave a la arena una especie de pluma negra, llamándole poderosísimamente la atención por tan familiar que le resultaba, aunque, por dentro, sabía que era totalmente imposible.



    Monkey D. Luffy caminaba como si nada por entre los altos árboles, pateando cada dos por tres, una pequeña roca que se le cruzó en un principio por su camino. Jadeaba totalmente acalorado como un perro, la humedad era insoportable como si se encontrará dentro de un desagradable sauna; aun así, estaba empecinado en encontrar el balón de playa.



    Le recordaba viejos días de su niñez en el East Blue.





    Se frenó en seco cuando notó en el paso de la roca, una pluma negra, la misma que había visto Trafalgar hacía tan solo unos minutos atrás; sin embargo, más que adoptar la actitud del susodicho, solo hizo un rápido análisis de cinco segundos: Era una pluma, si, definitivamente lo era. Las plumas pertenecen a los pájaros, eso quiere decir que hay pájaros en el lugar donde se encontraba y si hay pájaros significa que hay carne, lo que da como resultado comida.


    No pudo evitar sonreír y a hacérsele agua la boca con tan solo imaginar en comer carne, se olvidó del calor y del sofoco en un parpadeo y tomó enseguida la pluma para echar a correr en dirección recta, dejando una pequeña estela de tierra flotando en el aire; con suerte, tal vez, su futura cena se haya llevado la bola, por lo que daba por hecho que regresaría con sus nakamas, con el balón y con comida.


    «¡Por el tamaño de la pluma debe ser un gran pájaro!» Exclamó totalmente emocionado el pelinegro, tomando otra pluma que encontró metros más adelante «¡Lo que significa que será delicioso!»



    Siguiendo el rastro de la supuesta ave, el capitán pirata se metió cada vez más y más, deteniéndose cuando llegó exactamente al centro de la jungla, donde los rayos del sol iluminaban exactamente hacía una pequeña peña y, bajo de ella, ¡allí estaba su añorada pelota!



    Aunque no lo tenía exactamente un ave bajo su pie.



    La expresión de sombrero de paja cambió a una algo desconcertada, un hombre alto, cubierto por un manto de aquellas plumas oscuras y un extraño gorrito de estilo chullo, en el que resaltaban uno que otro rizo rubio de su flequillo, se hallaba fumando en un sepulcral silencio con la mirada puesta en el suelo.



    Por alguna razón, Luffy sintió que le calaban los huesos y el pecho le hacía una extraña, pero horrible presión.






    Frunció un poco el entrecejo y lentamente se comenzó a acercar al sujeto, manteniéndose alerta a todo momento si se le ocurría atacarle, si bien, no parecía tener intenciones ni tan siquiera de mirarlo, no se confiaba.


    —¡Oye! ¡viejo! —Dijo Luffy, tan irrespetuoso como siempre—¡Quita tu pie de mi pelota!


    Cuando notó la mirada del hombre en él, su cuerpo se quedó totalmente paralizado y se sintió quedar sin aliento, como si hubiese visto al espíritu de su hermano Ace frente a él y junto con ello como una muy vieja herida se abría por dentro.



    Fue incapaz de decir una palabra y, en vez de avanzar, retrocedió, manteniendo un nudo en su garganta, mientras aquellos dos ojos marrones lo miraban fijamente como aquella vez, cuando tan solo era un chiquillo y se pasaba los largos veranos de East Blue totalmente solo, al menos eso recordaba hasta ahora, pues vagas imágenes de sus cinco años inundaron su mente.



    Una tarde muy agobiante como la de hoy.

    Un menor sentado solo como todos los días, aburrido, en espera de su amigo pelirrojo.

    Un comandante de la marina que se acercó cautelosa, pero amigablemente a él.

    Una pelota de playa como una muestra afectuosa.

    Y el nombre que quedó resguardado en lo más recóndito de su cerebro, Rosinante.




    «Rosinante…» El nombre resonó en su cabeza, causándole seguidamente una horrorosa migraña, todas aquellas sensaciones que había tenido cuando, el ahora almirante en flota, Akainu había asesinado a sangre fría a Portgas D. Ace y este había muerto en sus brazos; dolor, angustia y una enorme tristeza que lo embargaba.


    El menor de los Donquixote, se levantó de la peña tomando de paso la bola y, a pasos calmados, se acercó a Monkey D. Luffy, que se encontraba inmóvil en su lugar, aturdido por sus sentimientos y por los recuerdos.


    Aquel verano había sido el mejor cuando conoció al comandante de la marina.





    Un frío recorrió el pelo del abrumado joven, seguido del tacto suave del rubio cerca de su nuca y su frente pálida pegada a la suya; aun así, no reaccionaba, sino que mantenía la vista perdida hacía la tierra húmeda.



    Sin embargo, no pasó ni una semana para que se convirtiese en el peor, con tan solo leer aquella noticia proveniente de la Isla Minion.




    Rosinante mantenía su vista puesta en él, observando, con una silenciosa atención, cada facción de su rostro. Como le recordaba aquellas facciones a Trafalgar Law aquel trágico día cuando este era solo un pequeño niño.



    Al parecer, Law no fue el único que quedó abatido tras su marcha.





    El joven pirata volvió a reaccionar, había perdido totalmente la cuenta de cuánto tiempo se había quedado extraviado en aquel limbo, todo eso gracias a que la mano de aquel ex-comandante, apodado por la Familia Donquixote como “Corazón”, acercó a sus manos la pelota devolviéndosela, luego de haberse separado un poco del cuerpo del Sombrero de Paja.

    —Lo has cuidado muy bien…—Mencionó en un susurro suave, regresando su vista al balón, sí que es específicamente a eso se refería, sea como fuere, el pirata cayó en cuenta en ese instante que él lo había estado observando y Rosinante no iba a negarlo por completo, bueno, en parte si, solo para ocultar la torpeza, digna de él, al tropezarse por todo el camino dejando el rastro de plumas tras él.



    Ha sido demasiada casualidad para llamarla como tal.





    —¡¡LUFFY!! —El grito de su tripulación lo sacó de sus pensamientos, seguramente se estaba tardando demasiado y ya sus nakamas parecían haberse preocupado. Luffy regresó la mirada hacia el de ojos marrones, quien solo le devolvió una típica sonrisa en esos labios de color negro, indicando que regresase con sus amigos.


    —Sigue cuidándolo como siempre niño. —Dijo pasando la fría mano en su mejilla de forma afectuosa.


    A partir de ese entonces, Luffy sintió simplemente un cálido roce en sus labios para luego darse cuenta que se había quedado completamente solo en la selva, con el viento veraniego alborotando los mechones de su pelo.


    Se sintió demasiado real para solo ser una alucinación.



    —¡Luffy-san! —Dijo alegremente el músico de la tripulación pirata Brook, al ver como regresaba en un paso tranquilo, aunque su rostro era totalmente inexpresivo, cosa que los extraño a todos—¿Luffy-san? —Preguntó en un tono quedo al ver la cara que tenía.



    —¿Luffy que pasó? —Se acercó ahora Usopp a él, notando que su actitud no era la común en su capitán—¿Acaso pasó algo allí? —Todos los demás que se encontraban sentados, se levantaron enseguida, preparados a cualquier orden que proviniera de Luffy, quien los miró a todos y cada uno de ellos como esperaban que tan siquiera dijera algo.


    —Encontré un pájaro feo, que se había robado la pelota. —Automáticamente hizo una expresión de puchero, ocultando todo lo que había pasado minutos atrás—Intenté robarle unos huevos, pero me persiguió por todos lados picoteándome la cabeza. —Se quejó en una voz infantil, tranquilizando a todos que se hallaban preocupados.



    —Eres un idiota. —Negó con su cabeza la pelirroja al igual que Sanji, regresándose a sentar en su lugar junto con Robin, quien claro, no le creyó ni una sola palabra a su capitán, pero prefirió guardar silencio y solo reír por lo bajo.



    —¡Bieeen~! ¡Vamos a jugar! —Gritó emocionado el del sombrero de paja, corriendo casi a trompicones por los pies que se hundían en la arena y que de paso se quemaban.


    Todo había regresado a su estado normal, justo en el momento exacto en que habían arribado a Karibukai.



    —¡Torao juguemos! —Exactamente todo regresó como antes.



    —Si te digo que si ¡¿me vas a dejar en paz?! —Gritó totalmente harto, era increíble como nuevamente volvió a lo mismo luego de desaparecerse por casi dos horas.



    —Claro, shishishiRió triunfal, al ver que por fin había logrado convencer al cirujano que se uniera al juego junto con Chopper y Usopp.



    Law totalmente resignado bajó del Thousand –Ignorando él también, al pobre Caesar que ya estaba hasta postrado en el suelo totalmente insolado del calor– y se unió a jugar con tan infantil pirata, que, cada dos por tres, lo reprochaba por los pelotazos que recibía en su cabeza por culpa del mismo.



    «Sí que han crecido mucho …» Pensó Rosinante observándolos desde la rama de uno de los grandes árboles totalmente conmovido por la escena y, de forma repentina, se cayó de la rama del árbol, aterrizando en un charco de lodo.



    —Demonios…—Murmuró todo embarrado; aun así, disfrutaba del sonido de las risas de Luffy y los gritos de molestia de Law de fondo, quedándose allí por un largo rato.




    Este verano, fue mejor que los demás.






    Edited by Aleister Lawton - 9/9/2016, 02:24
     
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