Locura

Marco x Ace. Actividad del Fan Club One Piece en Mundo Yaoi.

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  1. Fahrenheit 451'
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    Para el Tercer Concurso Organizado en el Fan Club de One Piece de Mundo Yaoi.

    Pareja:Marco x Ace
    Título:Locura
    Tipo de fanfic: One-shot.
    Palabras: 709
    Fiction Rated: M (16+)(????????)
    Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece.


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    Era por culpa de Ace, que estaba cayendo en la locura.

    Resolvió el comandante de la primera división, una mañana recargado en la cofa del Moby Dick. El verano hacia gala de su presencia, tanto mar como cielo, con brillantes celestes y las primeras brisas desprendidas de sobre las olas exaltadas en la ensenada, el aroma inconfundible del verano en la isla Banaro*, mezcla de salitre, arena y candor de sol.

    Fijo su vista hacia la cubierta, donde se encontraban sus nakamas en revuelo por la fiesta en la costa que se daría esa tarde; Busco al joven pecoso e insensato, de genuina sonrisa, causante del deterioro en su cordura, no le sorprendió encontrarlo en medio del pequeño tumulto escandaloso.

    Si, se estaba volviendo loco, no podía vivir en paz con el, pero sin el tampoco.

    Fue así desde el primer momento. Marco pensó aprovecharse de la inexperiencia del chico, de esa forma no caería en el amor, no con Ace. Sonrió para su propia burla, Ace había llegado como una cruel ignición, estrujándole el corazón; Con él había aprendido que para resurgir de las cenizas, necesitaba fundirse en el fuego, fundir sus preocupaciones, sus ratos gozosos, sus huesos, su alma.

    Sereno y con más confianza, abrió sus alas y bajo silencioso a espaldas del pelinegro, que protegía una colchoneta bajo el brazo y sostenía una acalorada pelea con Thatch.

    —¿Que pasa? yoi.—

    El muchacho, se quedo de piedra al escuchar la voz de Marco, sentía una mezcla de vergüenza, excitación y cegades; Thatch impávido, aprovecho para tomar de vuelta, su colchoneta en forma de donna y con regocijo contesto.

    —Ace ha roto su colchoneta y quiere quedarse con la mía.—

    —Es absurdo Thatch, tu sabes nadar, ¿Para que quieres el hichable? yoi.—

    Menciono tajante Marco, al tiempo que le arrebataba el hinchable a su amigo.
    Corto tiempo que Ace aprovecho para intentar huir, tan rápido como su timidez le permitiera, había empezando a sentir como su esencia y su cuerpo se desprendían y probablemente haría algo estúpido en frente de sus amigos, sentía que se rostro pasaba de un rojo a un tono azul gradualmente.

    No era común su nerviosismo con Marco, había pasado ya tiempo, desde que se sinceraron, la banda sabia que estaban liados; el problema radicaba en los sueños que había tenido tan solo hace unas horas, por mucha confianza que tuvieran, ahora mismo no seria capaz de mirarlo a los ojos sin colorearse de rojo. Debía ocuparse con algo.

    No prestando demasiada atención a la supuesta huida, Marco siguió la pequeña verborrea con su mejor amigo, con carcajadas de su padre y el resto de nakamas, el teatro finalizo con un coscorrón en la cabeza del castaño, tomando como motín del triunfo aquella colchoneta demoníaca, se la ajusto en la cintura listo para sus deberes del día a día.

    Entre charlas rápidas, vestimentas veraniegas y una que otra encomienda de su padre, la tripulación quedo más que lista para el festejo. Risas, baile, banquete y brindis, acentuaron el ocaso en Banaro.

    Más tarde que noche, se hallaron, sentados uno junto a otro. Fue cuando Ace alzo la vista que encontró la mirada apacible de Marco y un poco hipnotizado, sonriendo alcanzo a preguntar.

    —¿A que huele el Mar en verano?—

    Mientras intentaba quitar la colchoneta del torso del más alto.
    Acercándose más, aspirando el aroma del otro, con miradas cómplices, repitiendo el ritual, las palabras no tenían espacio, pasión, caricias, besos, rasguños, trastabilleos, jadeos, necesidad, manos desesperadas por el roce de la piel ajena.

    Era de madrugada, enredados en el lecho, impregnándose de la brisa que colaba desde las rendijas de la puerta, que en breves susurros contra la nuca del más joven, Marco replico.

    —Huele a sal, a paz, a sol ardiente, a amistades longevas, a amor...—

    Con el corazón tibio y anchas sonrisas, concluyeron el día.

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    Poco se imaginaba Marco que la misma apacible Isla, tiempo después seria sepulcro de la esperanza enraizada en su corazón. Abatido por su amor perdido, entendió porque amar era el comienzo de la palabra amargura, lo había perdido todo, su mejor amigo, su amado padre y el fuego donde tanto se había acostumbrado a renacer.

    Era por culpa de Ace, que estaba cayendo en la locura.



    Gracias por leer.
    Y por favor si estoy infringiendo en algo, avísenme.



    *Isla donde se enfrentaron Ace y kurohige.

    En algún momento, voy a arrepentirme de lo mal que escribo.


    Edited by Fahrenheit 451' - 7/9/2016, 23:41
     
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