La promesa | Sanji x Luffy [One Piece] | Oneshot

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  1. ×~Akari Etsu~×
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    La promesa | Sanji x Luffy [One Piece] | Oneshot

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    Este oneshot participa en el “III Concurso del Fan Club One Piece” del fc One Piece (Mundo Yaoi).
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    Disclaimer: Los personajes del oneshot son del derecho de su creador, Eiichiro Oda, yo solo hago una versión a mi estilo, sin ánimo de lucro. A su vez, la imagen anterior tampoco es de mi propiedad.

    Título: La promesa.

    Géneros: Romance & Humor.

    Pareja: Sanji x Luffy. (Leve Franky x Robin). (Leve Zoro x Usopp).

    Resumen: "Usualmente diría que no se juega con la comida, pero haré una excepción por ser tú, mi capitán [...]", ¿qué pretende el joven cocinero?

    Advertencias: Leve Lenguaje Vulgar & Sobredosis de Dulzura.

    Clasificación: Fiction Rated T (+13).

    Inspiración: La promesa, Melendi.

    Palabras: 3016.

    Nota: En este lugar es donde se enfoca la historia, os invito a darle una ojeada antes de empezar el escrito (^^)

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    ¡Robin-swaaaan!

    Una morena y alta mujer, con caminar seductor, se acercó hasta el rubio.

    ¡Nami-swaaaan! —La joven, se aproximó, levantando sus gafas de sol—. ¡Ya está preparado! ¡Aquí tenéis vuestra merienda especial! ¡Está llena de nutrientes que os dará toda esa energía que necesitáis!

    El rubio hizo su clásico diálogo que consistía en el alabamiento de ambas mujeres, mostrando una vez más su amor por ellas. Su condicional amor por esas bellezas de diminutas cinturas, de estiradas y alargadas piernas y voluptuosos y perfectos pechos ya rozaba la adicción y la enfermedad; hecho que había preocupado centenares de veces al doctor del grupo.

    Ya, ya, ya, Sanji…

    La chica de anaranjados cabellos solamente pudo reprimir un suspiro, y, después, se ajustó los pantalones y, con un sensual meneo de cadera (las cuales eran acentuadas por ese amarillo bikini comprado en la anterior isla del Nuevo Mundo, donde pararon para repostar víveres), se avanzó hacia el destino: esa atractiva y misteriosa montaña, emprendiendo así la excursión hacia las ruinas mayas.

    Muchas gracias, cocinero —Robin extendió una media sonrisa y se dirigió hacia el monumento, junto a su compañera, cogiendo la bolsa con la comida—. Tulum, el nombre del lugar, significa en maya “muralla” o “muro” —Empezó a explicar a Brook, a Chopper y a un emocionado Franky (quizá por escuchar a Robin hablar, hubiera puntualizado cualquier persona algo observadora; cosa que no pasó desapercibido por una atenta Nami, pensó que quizá algún día podría sacar provecho de ello)—. Está rodeada de vestigios que al parecer eran murallas que protegían a la ciudad, ese es el lugar por el cual deberíamos empezar nuestra expedición... es asombroso como estas ruinas puedan albergar tanta historia, la de desdichados e infaustos hechos habrán tenido que presenciar... ¿No lo encontráis de lo más excitante? —Su tono reflejaba exaltación, pero sus compañeros solamente sintieron el terror recorrer por sus venas; ¿Robin hablaba en serio o era una de sus tantas bromas?—. Ya quiero descubrir qué secretos esconde.

    Robin llevaba un traje de arqueóloga ceñido al cuerpo, remarcando su sensual figura; ella estaba totalmente dispuesta a descubrir todos aquellos misterios que escondían los mayas, una civilización antigua extinguida, que tiempo atrás había poblado la zona de México.

    El cocinero, se acercó al cybord y le entregó una bolsa azul (a conjunto con su super cabello, pensó Franky con una sonrisa) donde halló algunas colas.

    Cuida de las chicas, te lo encargo —El cocinero sabía que yendo a un lugar desconocido, siempre habría algún problema (y más conociendo a su intrépido y aventurero capitán) por lo que la salud de sus señoritas estaría en juego, así que Franky era un buen recurso—. Habrá el doble si están bien en mi ausencia —e hizo un gesto hacia Nami y Robin.

    Supeeeeeeer~ ¡Confía en mí! —Extendió el dedo pulgar y una sonrisa cómplice, dando una afirmación.

    Tú, cocinero de mierda —un hombre de anchos hombros y cicatriz obstaculizándole su visión, se hizo visible a través de unas frondosas palmeras; cualquiera que le hubiera visto en esos momentos, hubiera señalado que su malhumor estaba más palpable que nunca (quizá porque ese estruendo le había despertado de su siesta)—, ¿dónde está mi merienda?

    El mencionado cambió su ánimo jovial a uno más tenso y desagradable.

    ¿Con merienda te refieres a una bolsa con un par de botellas de sake?

    Zoro le observó fijamente.

    Está bien, está bien —se las entregó, con pesadez—, ahora desaparece de mi vista marimo idiota, antes de que me arrepienta.

    No esperes un agradecimiento por mi parte, pervertido.

    Lo hago porque soy el cocinero, no más. —Sus dientes chirriaron—. ¡Como si fueras mi amigo o algo!

    Chicos, ¿es que incluso en vacaciones no os podéis llevar bien? —Usopp se frotaba la barbilla, sufriendo por el estado de la isla; ¿es que nunca serían compatibles sus personalidades?—. Por cierto, Sanji… eh..., ¿tienes lo que te pedí?

    El cocinero (aún sin salir de la improvisada cocina) buscó un par de cosas entre las ollas y sartenes, encontrando al final su objetivo. Se acercó a Usopp, el cual estaba al lado de Zoro, y Sanji le entregó su pedido y el hombre de nariz larga se fue cogiendo del brazo de Zoro no sin que antes este fulminara con la mirada a Sanji por la atención que había obtenido por parte de su otro nakama.

    Sanji se sacudió la cabeza, notando como el sudor bajaba por su sien.

    Qué calor.

    La pequeña casita que Franky había fabricado (con algunas palmeras y un par de clavos, ¡realmente ese cyborg era un genio!), era una gozada, pequeña pero espaciosa (aún así, no tenía nada que envidiar a la cocina que el Thousand Sunny albergaba), cuando salía de ella, el calor corroía por todo su cuerpo, aunque... una vez sumergido entre esas paredes, sentía la tranquilidad, el fresco y se le hacía hermoso contemplar la playa y sus señoritas mientras cocinaba. ¡Sin duda, Franky había hecho un excelente trabajo diseñándola! Pensó que debería agradecerle de nuevo.

    Suspiró.

    Realmente le apetecía ir y estar con sus dulces damas, ¡cuando se concentran haciendo aquello que les gusta, las mujeres se ven simplemente bellas (más de lo que son normalmente, ¿puede ser eso verdad?)! La sonrisa de Robin al leer los códigos ocultos escritos en diferentes lenguas y los ojos brillosos de Nami al encontrar un gran tesoro oculto… Sí, querría ir, pero tenía que recoger las cosas y luego tener la cena preparada cuando el resto de sus nakamas llegaran. Él era el cocinero, era su obligación alimentar los exigentes estómagos de sus compañeros.

    Lo bueno es que tendría un tiempo para descansar. No más Zoro para luchar; no más Luffy para golpear porque le quitaba toda la comida (¡incluso si estaba cruda!), su capitán era tan niño en ese sentido... sonrió ante ello, por mucho que quisiera, nunca podría enfadarse, era el orgullo de todo cocinero; no más Usopp y sus ridículos chistes e historias; no más señoritas y halagos; no más Chopper y sus insistentes tratamientos para su mejora de salud (¡a costa de no fantasear con damas! ¡Antes la muerte!); no más Franky y perversiones; no más Brook y sus constantes insinuaciones a las señoritas... solo él y la inmensa playa.

    Taradeó la famosa cancioncilla de Sake de binks mientras recogía el lugar, con una sonrisa entre labios: sería un necio si lo admitiera, pero no había pasado ni cinco minutos y ya los extrañaba. Sin duda, algo andaba mal en él. Dejó salir un largo suspiro cuando se dio finalizada su actividad y llevó su mano a la frente, percibiendo el sudor contenido: debía darse un refrescante chapuzón. Se quitó el polo amarillo (lo dejó en la barra) y se quedó solamente con un oscuro bañador, que realzaba su figura, marcando el tonificado (y no exagerado) pecho.

    ¡AHHHHHHHH! ¡Libertad!

    Corrió veloz hasta el océano, sintiendo el alivio por todo su cuerpo cuando por fin se sumergió en esa masa acuática. Esa sensación hizo que se desprendiera del asfixiante calor que los fogones generaban en su cuerpo. Tranquilidad. Entreabrió los ojos y pudo apreciar algunos peces nadando bajo sus pies. ¿Sería así el All Blue? Si ese océano ya era hermoso, ¿cómo era posible que el All Blue aún lo fuera más?

    ¿Luffy?

    Se sorprendió. Sentado en la orilla, estaba recostado su capitán con una expresión nostálgica, triste.

    ¿Qué haces aquí…? —Se aproximó, notando como las olas le ayudaban a llegar hasta él—. Es decir, yo pensé que irías con el resto de aventura… —Soltó una risita nerviosa, era curioso que no hubiera reparado en él hasta ahora.

    Ya, yo también… —Su mirada estaba en el mar, Sanji pensó que incluso el tono de Luffy lucía desilusionado.

    Las gotas caían por la piel de Luffy, la cual se había tornado de un color algo tostado.

    Estoy disgustado, ¡esto es tan injusto...!

    El cocinero no sabía de qué se trataba, y agradeció que de un modo u otro, Luffy le hubiera dicho que no se encontraba bien; sino, seguramente no sabía si hubiera podido preguntarle. Se aventuró a sentarse al lado derecho del joven, se encendió con lentitud un cigarrillo y esperó unos segundos, hasta decidirse en romper aquel silencio.

    ¿Qué ocurre, capitán? —Su tono fue más grave de lo que pensó en un principio (imaginó que su garganta ya estaría sobrecargada de tanto tabaco) pero eso no pareció inquietar al otro.

    Quiero agua.

    Sanji se sorprendió por lo que parecía (a simple vista) la preocupación de su capitán. Si su capitán lo que quería era agua: él se la podía ofrecer con gusto. Por unos momentos el cigarro del rubio se balanceó en sus labios, sin comprender el problema.

    Voy a por un vaso de agua —Se colocó bien el cigarro—. Espera aquí, estoy de vuelta en un momento.

    ¡Rayos, Sanji! —La voz furiosa de Luffy hizo que sus huesos se tensaran—. No es eso… Es solo que… Esto es un lugar realmente hermoso... Y yo, yo… ¡Os envidio tanto!

    La confesión le dejó sin palabras, y si minutos antes ya estaba extrañado, ahora ya nada tenía sentido. Pudo apreciar que, en ese momento, solo se escuchaba el choque de las olas contra las piedras, y quedó poseído por ese sonido hasta que Luffy prosiguió.

    Envidio el hecho de que, gente como tú, pueda mojarse, refrescarse. ¡Desde que me comí la Gomu Gomu No Mi no he vuelto a tomar un baño correctamente! Siempre pierdo la fuerza… —intentó controlar los nervios, Sanji podía notar su disgusto—, sin embargo, es algo que necesito para convertirme en el rey de los piratas, y yo… yo…

    El cocinero cada vez se estaba sorprendiendo más acerca de su capitán. Nunca pensó que, por esa mente tan infantil e ingenua, viajaran pensamientos tan profundos.

    Así que es eso... —Se levantó—. Haberlo dicho antes, imbécil —Extendió una sonrisilla—. Sígueme, ¿vale? Creo que tengo una solución —rió y Luffy le miró de lado, mostrando perplejidad, sin entender a su cocinero—, quizá no puedas nadar, pero yo haré que se te pase el calor.

    A Luffy le costó reaccionar, de hecho, Sanji tuvo que dar varios pasos y separarse unos metros para que este entendiera que debía seguirle. Se levantó, después se expulsó la arena que se había depositado por algunos sitios (algo indecentes, hubiera señalado Sanji si de una mujer se tratase) y fue tras su cocinero.

    Sanji preparó una limonada, algo refrescante y sin alcohol (sabía que Luffy no aguantaría con ningún tipo de licor, su organismo era inmune a los excesos de comida sin embargo le era imposible acostumbrarse al alcohol). Preparó la bebida y la colocó en un vaso alargado vidrioso con una pajita y de decoración depositó una rodaja de limón. Contempló por unos instantes la obra, complacido de su rápida y perfecta creación.

    Luffy se bebió el contenido (a pesar de que para Sanji se hizo tortuoso; no podía parar de mirar cómo esa garganta dejaba que se deslizase todo ese líquido, quería lo antes posible una aprobación por parte de su capitán).

    ¿Puedo tomar otra? —Preguntó Luffy, al momento que extendía una de sus tiernas sonrisas y con ello el joven cocinero tuvo suficiente—. ¿Sanji?

    Sanji tardó unos segundos en reaccionar. Titubeó un poco para después coger el vaso vacío y ofrecerle otra limonada a su glotón capitán.

    La limonada está riquísima, como todos tus platos, pero… no sé… siento que esta calor aún no se va…

    Silencio. Silencio el cual Sanji se mantuvo distante. Le dio otro vaso y este (por asombroso que fuese) lo terminó con mayor velocidad.

    Luffy —el nombrado le miró, dubitativo, algo de la esencia de Sanji había cambiado; pero el joven capitán no supo apreciar el qué—, nunca hay que desperdiciar nada.

    ¿Eh?

    Nunca dejes comida en un plato; o, este caso, en el vaso.

    Pero si ya no queda más bebida, solo algunos hielos…

    Se volvió a escuchar solamente las olas romperse, repetidamente. Una suave melodía procedente de algún tipo de pájaro (ambos creyeron que sería una especie exótica por su graznido), les desconcertó varios segundos.

    Usualmente diría que no se juega con la comida —dió una última calada al cigarro y siguió—, pero haré una excepción —miró a Luffy, con un deje que no supo apreciar a qué se debía— por ser tú, mi capitán.

    El vaso era alargado, de forma cilíndrica y algo estrecho en el extremo; cosa que el cocinero agradeció porque así pudo deslizar sus dedos hasta el fondo, donde aún residían los tres hielos. Cogió dos de ellos.

    Luffy no sabía qué sucedería, pero la pausada respiración del rubio le decía que algo estaba tramando. Algo que, precisamente, no sería benévolo.

    Intuitivamente el capitán de los mugiwara dio un paso hacia atrás, dándose cuenta que no tenía dónde ir: la barra de esa casita hecha de palmera le obstaculizaba el paso y, con el agotamiento (tanto mental como físico) se le hacía imposible estirar sus extremidades.
    Sanji acercó uno de los hielos por la clavícula del otro, lentamente, dejando que ese pedazo de agua congelada se derritiese por el contando directo con el cuerpo caliente de su capitán. Se derritió con su suma facilidad, ¿cómo era posible que hiciera tantísimo calor?

    Ah… D-Duele…

    ¿No sientes alivio?

    Luffy tragó saliva, antes de atreverse a responder.

    Se siente extraño…

    En poco tiempo, ese hielo quedó consumido y solamente aquella parte quedó ensuciada (había rastros de limonada que se había impregnado en el hielo y, ahora, en el cuerpo de Luffy). Sanji al no quedar satisfecho con el resultado, volvió a deposar su mano en el vaso y salió de ella con otro pedazo de hielo. De los hombros fue bajando hasta la clavícula y de allí, llegó con una falsa calma hasta los pezones.

    Sanji... ¿Por...qué...hac-haces esto...?

    Bajó hasta el pezón derecho y removió el hielo por todo el lugar, divirtiéndose durante el proceso.

    Capitán —su tono volvía a sonar fuerte, cargado de grandeza—, te prometo que yo seré quien cuide tus sueños —le clavó la mirada— y cuando tú estés despierto, el que te ayude a tenerlos —movió el hielo al otro lado—, así que, si tu sueño es ser el rey de los piratas y no puedes refrescarte, yo haré lo que sea para ayudarte. Siempre —recalcó bien esa palabra—, siempre.

    Luffy tuvo que ahogar un leve gemido, esa reacción con la ayuda de las palabras y la voz segura de Sanji produjo en su cuerpo una extraña emoción.

    S-Sanji... —Susurró el nombre del rubio, quizá dándole la aprobación al cocinero para que continuara.

    El joven cocinero quedó encantado por aquella visión; el tórax ajeno cada vez alcanzaba un nivel más elevado y su respiración incrementaba, en más de una pelea había podido ver a Luffy en ese estado, pero esa era la primera vez que era causado por él. Y parecía que le gustaba, esa agua dulce era de lo más interesante. Sus manos subían y bajaban por el torso del joven, recorriendo aquella carne, degustando del tacto. Luffy era suave, casi tanto como una dulce mujer de grandes pechos que...

    Cesó.

    Luffy no se trataba de una mujer. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Remojar a su capitán... de una forma romántica, incluso, perversa? Si no fuera porque era un pervertido (de hecho, Sanji pensaba que el pervertido del grupo era Brook, por eso debía estar alerta cuando sus huesos se acercaban a cualquier fémina), juraría que estaba pervirtiendo a su joven capitán.

    Lo siento —Apartó sus manos del pecho ajeno—. Creo que de poco te sirvió mi remedio, al final acabaste más caluroso...

    Otra vez silencio, pero esta vez sí que fue incómodo para ambos.

    El fuerte graznido había parado, parecía que incluso la isla colaboraba para que hablaran y así romper ese molesto momento.

    Oye, Sanji.

    El cocinero se giró, dispuesto a prepararse otro cigarro, más que nunca necesitaba (y le urgía) llevarse algo a la boca.

    ¿Iba en serio la promesa?

    Su mano tambaleó, hasta que por fin hizo contacto visual con Luffy.

    Más en serio que el hecho de que el All Blue no es un mito y pienso encontrarlo estando bajo tus órdenes, capitán.

    Escuchó en la lejanía el barullo de su grupo acercarse (¡era inconfundible! ¿Cómo podía no reconocerles?) y se propuso ir hacia ellos y preguntar a sus adoradas señoritas si había habido éxito con sus objetivos. Aunque, cuando se disponía a ello, fue agarrado de los hombros por unas manos suaves, cálidas, que le dejaron sin escapatoria. Lo siguiente ocurrió muy rápido para el joven cocinero (o así le pareció a él). Sus labios fueron aprisionados con suma facilidad, tocados con devoción y sumergidos en un mar húmedo. Disfrutó del beso y no perdió el tiempo de corresponderlo; lo requería; le urgía saber que Luffy no le guardaba rencor al haber tocado su cuerpo sin su aprobación verbal.

    De pronto, la calor volvió por todo su cuerpo, causándole un hormigueo por todo el organismo. No sabía exactamente en qué momento, pero se vio a sí mismo con los ojos cerrados. Los abrió de nuevo, para apreciar a Luffy. Junto a sus labios. Muy juntos.

    La separación fue casi inmediata, momento en que Luffy otorgó una de sus tantas sonrisas puras y, muy a su pesar, aunque creía que era inmune a los hombres y solo un buen par de pechos podían arrancarle más de un suspiro, solo pudo sonrojarse y sacar la sartén para preparar la cena. La vergüenza era palpable. ¡Había besado a un hombre! ¡Y ese hombre había sido Luffy!

    Wow, Sanji… ¡Tu cara se ve increíblemente roja! —Se quedó pensativo unos instantes—. ¿Ahora eres tú el que tiene calor? ¿Quieres que coja hielo?

    ¡Cállate!

    Y como tantas otras veces (ni muchos menos sería la última en su larga travesía), una fuerte patada fue impactada en la cabeza del futuro Rey de los Piratas.

    Yo te prometo que yo
    Seré quien cuide tus sueños
    Y cuando tú estés despierto
    El que te ayude a tenerlos
    La promesa, Melendi.



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    Voy con la soga en el cuello para poder traer a tiempo este oneshot c: No es para ser excusista ¿inventando palabras?(?, pero entre que es vacaciones (sí, la excusa de ser vaga ahora es más fuerte que nunca), las salidas (una debe aprovechar que curró duro todo el año y no le quedó ninguna), el trabajo y que estuve de viaje, no me daba el suficiente tiempo como para sentarme frente al pc y plasmar en palabras todas las ideas que circulaban por mi mente (porque eso sí, mi cerebro es una máquina sin frenos).

    A pesar de que no soy nada buena desarrollando esta pareja, creo que quedó bastante bien; no sé si en algunos aspectos quedó muy alterada la personalidad de ambos personales, pero bueno, se hizo lo que se pudo <3 Además que quería salir de mi canon de SanZo / ZoSan, así que... solo confesar que AMO cuando a Sanji se ve bisexual, pienso que esto da demasiado juego y ayyy<3 Y el lado inocente y tierno de Luffy siempre me parece de lo mejorcito ajdshfdsa.

    Y aw, la imagen del inicio es como (casi) se cierra el relato, me enamoro ajshdajsdhaf <333

    Espero que hayáis podido disfrutar de la lectura (^^)

    ¡Besitos super dulces!

    Akari Etsu.


    Edited by ×~Akari Etsu~× - 15/9/2016, 17:35
     
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  2. Ismeny Ricardez
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    Kyaaaaaaaaa que hermoso muy hermoso
     
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    owwwwww, apenas lei la frase ¨yo te prometo que yo, seré quien cuide tus sueños y cuando tu estés despierto, el que te ayude a tenerlos¨me acorde enseguida de melendi xDD, y en mi mente empezó a sonar la canción
     
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2 replies since 7/9/2016, 22:51   501 views
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