En el borde del mundo [Kanon-x-Isaac]

(Romance, drama, angustia, Songfic)

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. FukuroHonda
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya son parte de la obra de Masami Kurumada y por lo tanto no me pertenecen así como tampoco son mías ni la letra de canción ni la traducción usadas en este fic.

    Canción: Running To The Edge Of The World
    Artista: Marilyn Manson


    _____________________________________________❇____________________________________________

    En el borde del mundo



    Se conocieron a orillas del mar, en la desolada playa, las olas habían arrastrado a ambos fuera del agua. Isaac abrió los ojos y con la vista borrosa trató de reconocer el lugar donde estaba, cerca de él no había nada, a excepción del cuerpo de uno de sus compañeros, Kanon de Dragón marino. A ese hombre lo había visto en contadas ocasiones cuando estaba en el dominio del Dios del mar, pero en todo ese tiempo jamás le dirigió palabra alguna.

    Isaac se puso de pie, luego se acercó a su compañero moviéndolo despacio –Oye, despierta– Le dijo al tiempo que movía su cuerpo inconsciente con más insistencia.

    Comenzaba a creer que su compañero estaba muerto y hubiera seguido creyéndolo de no ser porque escuchó la leve respiración del peliazul. Kanon fue abriendo los ojos, recobrada su visión se topó con un rostro “desconocido”, a diferencia de Isaac él no reconocía a sus compañeros, el hecho de que estuviera despojado de sus armaduras poco ayudaba.

    –¿Quién eres?– Le preguntó sosteniendo su cabeza, el dolor era insoportable y aún sentía como si estuviera mareado.

    –Mi nombre es Isaac, otro de los marinos del señor Poseidón– Le extendió su mano para ayudarlo a que se levantara.

    Kanon emitió una pequeña risa, ignorando por completo el gesto del peliverde y por cuenta propia se levantó, sacudió la arena de su ropa y le dirigió una mirada «según Isaac, desconcertante».

    –Deberías de estar feliz, ahora eres libre. Poseidón ha sido sellado y tú no tendrás que pelear más– Se dio la vuelta, mirando el mar.

    –¿¡Qué!?– Lo dicho sorprendió a Isaac pero no tardó mucho en comprender su situación –¿Qué hay de ti? ¿Qué harás ahora que nuestro Dios se ha ido?– Continuó después de un suspiro que no logró ser oído por Kanon.

    –¿Mi Dios?, ¿De qué hablas? Yo nunca dependí de la voluntad de Poseidón, ni siquiera me consideré su sirviente, De cualquier forma, todavía no he pensado en lo que haré a partir de ahora– Colocó su mano encima de su frente, con los ojos cerrados y alzando su cabeza en dirección al cielo –No me queda absolutamente nada– Expresó sin darse cuenta de que había dicho eso en voz alta.

    –Supongo que estamos en la misma disyuntiva, no hay ningún lugar al que pueda volver, ni tampoco tengo a alguien que esté esperándome.

    Al oírlo el peliazul se giró, viendo al chico que ahora estaba a un lado suyo –¿Qué estoy a punto de hacer?, debo de haber enloquecido– Pensó figurando una sonrisa –En vista de que ambos estamos solos, ¿Por qué no vamos juntos?

    Isaac se mantuvo pensativo durante unos segundos pero finalmente asintió. El de cabellos azules no tenía ni la más mínima idea con respecto de la dirección que debían tomar, no sabía a dónde ir, mucho menos podía dar razón a la decisión que tomó.

    ¿Recuerdas cuando te tuve en lo alto de la colina?
    Tuvimos nuestros cuchillos preparados,
    estaban tan afilados,
    como cuando estábamos enamorados.



    Caminaron juntos durante mucho tiempo, teniéndose sólo el uno al otro, la amistad entre ellos surgió al compartir un par de palabras. No había motivos para que el uno juzgara al otro, al contar sus más íntimos secretos se dieron cuenta de que eran similares; la vida había jugado con sus destinos y por sus acciones ahora podían ser considerados traidores, uno de los dioses y otro de sus seres queridos.

    Los sueños para ambos habían sido arrebatados, pero sin saberlo comenzaron a forjar uno nuevo, mientras más tiempo pasaba se iban dando cuenta de que ese sentimiento de amistad iba acompañado de algo más.

    Un día, frente al ocaso, Kanon decidió dar el primer paso, seguro de lo que sentía se paró de frente al peliverde y ahí le declaró su amor. Hubo un momento en el que no se pronunció palabra alguna, el silencio se rompió cuando Isaac dio su respuesta, siendo que compartía los mismos sentimientos que Kanon. En el momento en que se ocultó el sol se dieron un primer beso, la muestra de que permanecerían juntos por siempre.

    Al paso de unos días más un mensajero de Athena llegó ante Kanon para ofrecerle ser uno de los caballeros dorados, el peliazul no estaba seguro de que pudiera hacerlo pero al final accedió para expiar sus pecados, si él había sido la causa del comienzo de la guerra entre Athena y Poseidón, ahora remediaría todo luchando por lo que parecía ser justo.

    –Ven conmigo– Le tendió la mano al peliverde, quien lo miraba entristecido.

    –No puedo, yo traicioné a Athena al unirme al ejército de Poseidón– Negó sin mencionar que había un motivo más por el cual no quería ir.

    –Sabes que yo también la traicioné, y no sólo a ella, lo mismo hice con Poseidón. Pero Athena es bondadosa y si me perdonó a mí, te perdonará a ti– Dijo acercándole un poco más su mano –¿Debo recordarte que no iré a ningún lado sin ti? Prometimos que estaríamos juntos y así será.

    Ante esas últimas palabras Isaac no pudo volver a negarse y aun cuando no quería aceptó ir al santuario –Lo haré, sólo porque tú me lo pides– Tomó la mano del peliazul, este a su vez lo atrajo cerca de si para abrazarlo.

    –Gracias– Dijo con una sonrisa.

    Pero a veces el odio no es suficiente
    para convertirlo todo en cenizas.
    Juntos como uno solo, contra todos los demás
    rompiendo nuestras alas,
    asegurándonos de que chocaran.



    Kanon se presentó ante la diosa, Isaac estaba a un lado suyo y hasta entonces no había levantado su rostro, no quería mirar en especial a uno de los hombres que estaba ahí presente, su antiguo maestro, Camus de Acuario.

    –Kanon e Isaac son nuestros aliados, por eso les pido que los acepten como sus compañeros– Se escuchó la voz de Athena dirigiéndose a sus caballeros dorados, quienes miraban con desconfianza a los dos exmarinos.

    Sin importar lo que dijera su diosa, la mayoría no consiguió cambiar su acepción de aquellos proclamados como aliados, Kanon en especial infundía esa desconfianza, pues sin duda él había hecho cosas peores e imperdonables.

    La reunión se dio por concluida y cada caballero dorado se retiró a su templo, a Kanon se le encargó cuidar de la casa de su difunto hermano Saga, se le fue entregada la armadura de géminis junto con un voto de confianza, él por su parte se comprometió a cumplir con su labor como caballero.

    –No podré con esto– Mencionó el peliverde cuando salieron del templo de Athena.

    –No tienes que preocuparte de nada mientras que estemos juntos– Respondió el peliazul con el afán de animarlo, por un momento pareció funcionar, eso hasta que llegaron a la onceava casa.

    –Isaac– Escuchó una voz que le resultaba familiar, esperaba que fuera una simple ilusión pero no era así, Kanon por igual lo había escuchado pero ambos fingieron demencia, sólo que tuvieron que detenerse al escuchar una vez más aquella voz –Necesito hablar contigo– El caballero de Acuario estaba de pie justo atrás de ellos.

    El peliverde se dio la vuelta, asintiendo, seguido de ese gesto dirigió su mirada a Kanon, que lo tomó por el brazo negándose a soltarlo y poniendo una fuerte resistencia a dejarlo solo. El acuariano acentuó su mirada para indicarle a Kanon que él no debía quedarse pero al ver que este no lo hacía se vio en la necesidad de ser más claro.

    –¿Podrías darnos unos minutos a solas?– Le pidió al geminiano con una voz cortante.

    Para Kanon había quedado claro que no le agradaba a Camus, incluso le pareció que la mirada del acuariano se volvió más densa cuando él tomó del brazo a Isaac.

    –Te esperaré afuera– Sin más remedio Kanon soltó al peliverde y salió del templo.

    Al estar a solas, Camus pudo hablar mejor con su discípulo. No estaba enojado con él, desde un principio se lo hizo ver, su interés más bien era el conocer los motivos que lo llevaron a unirse a Poseidón y saber si realmente había abandonado esa lealtad para volver con Athena. Más de una respuesta dejó inconforme al acuariano, una en especial fue la gota que derramó el vaso: saber que Isaac estaba enamorado de Kanon, la persona que manipuló a un dios.

    –No puedes estar con él, de ninguna manera– Le reprochó –¿Has pensado en que posiblemente pretenda utilizarte así como lo hizo con Poseidón?

    –Sé que no lo haría– Desvió la mirada para no encarar a su maestro.

    –¿Qué te hace pensar eso? Trató de usar a un dios para conseguir sus deseos, te hará lo mismo.

    Quería defender a Kanon pero las palabras no salieron de su boca e incluso pareció que por un momento creyó en lo que dijo el acuariano, ¿Habría una posibilidad de que el peliazul lo hiciera, sería capaz de manipularlo a él?

    Kanon había escuchado gran parte de la conversación, cuando lo consideró prudente entró de improviso y jaló al peliverde –Vámonos, no necesitas oír más los disparates de este loco.

    –¿A dónde crees que lo llevas?– Preguntó apenas alzando una de sus cejas.

    –Lejos de ti, antes de que le llenes la cabeza de estupideces. Lo que él haga con su vida no es de tu interés– Lo miró con un creciente odio en los ojos.

    –Te equivocas, él era mi discípulo.

    –Tú lo has dicho, era, y mientras no sea tu hijo no debe darte explicaciones de nada.

    El acuariano se paró en frente de la puerta bloqueándoles el paso –No dejaré que le hagas daño, aunque no sea de mi familia yo voy a cuidar de él para evitar que vuelva a errar en su camino– Su voz mostraba decisión pero no era suficiente para intimidar al geminiano, que no dudó en pasar a un lado de él.

    –No pretendo hacerle daño, porque yo lo amo. Tú no puedes entender lo que él ha tenido que pasar, no cómo yo lo he hecho– Se giró a unos centímetros de la puerta para ver al acuariano –Y si mis palabras no te son suficiente para creerme, te lo juraré con mi vida, si llegará a lastimar a Isaac podrás cobrarlo arrebatándome la vida.

    Ahora estamos corriendo al borde del mundo,
    corriendo, huyendo.
    Estamos corriendo al borde del mundo,
    pero no sé si el mundo acabará hoy.



    La salida de la casa de acuario marcó el inició de un laberinto lleno de obstáculos, Kanon se había ganado un enemigo, uno que no podría quitarse de encima. De momento Camus era el único que sabía de la relación que existía entre Isaac y Kanon, pero eso no duraría por mucho. Cuando Milo se enteró, buscó intervenir, por el bien de Camus acabaría con aquella relación.

    –Kanon no es una persona en la que puedas confiar– El caballero de escorpión había llevado a Isaac hasta su casa para hacerlo entrar en razón –Él traicionó a más de una persona, dudo que haya cambiado su forma de ser. Te está mintiendo y si no lo dejas te arrastrara consigo a un mundo de miseria.

    El peliverde actuó como si no le importara y sin contestar nada se retiró, comenzaba a fastidiarle el escuchar las mismas palabras una y otra vez. El asunto no paró ahí, días después Hyoga llegó ante él para tratar de convencerlo de que dejara a Kanon; a nadie parecía agradarle la relación que había entre ellos. No escucharía más, él era feliz al lado de Kanon y no pensaba dejarlo.

    Mas la historia se repitió, esta vez Milo y Hyoga se acercaron al geminiano para hacer que se alejara de Isaac, pero a él le dijeron las cosas de una manera diferente, al peliazul no lo consideraban ni un amigo ni un compañero, para ellos seguía siendo un hombre capaz de traicionar y jugar con los sentimientos ajenos.

    Kanon creyó que las palabras no le afectarían pero de forma inconsciente las asimiló y se hizo ver a sí mismo que no podía continuar con su relación o terminaría lastimando a Isaac, quizá nunca había merecido el amor de nadie, porque él mismo no podía darlo…

    No tuve elección, borré la opción de nuestra familia,
    te permito decir adiós con los labios como dinamita.
    Todo el mundo nos dio la espalda
    porque sabían cuando nos abrazaríamos el uno al otro,
    que éramos algo fatal, que cayó en las manos equivocadas.



    El casco del geminiano fue a dar contra el piso luego de que recibiera un fuerte golpe en la mejilla, posó su mano en su rostro, el dolor que sentía no se comparaba con el pesó que llevaba dentro de su pecho, desde el momento en que decidió romper el juramento que le había hecho a Isaac.

    –¿Cómo puedes decirme que te deje?– Sentía en su ojo acumularse las lágrimas –¿No recuerdas nuestra promesa?– Trató de mirar al peliazul a los ojos, sin embargo, su mirada fue evadida.

    Kanon sabía que si sus miras se encontraban todo se echaría a perder, no tendría el valor suficiente para terminar su relación –No hay marcha atrás, no quiero que sigamos juntos– No ofreció explicación, tan solo buscó ser tan frío como pudo.

    –¿Es por culpa de los demás?¿Por ellos vas a terminar con lo que habíamos construido?– Su mirada se tornó seria, y su voz, molesta.

    –No es por eso, yo mismo lo he decidido, tú y yo no estábamos destinados a estar juntos…Desde un principio fue así– Se dio la vuelta, dándole la espalda –Regresa con Poseidón, no hace falta que te quedes aquí.

    –¡¿Cómo puedes hablar tan a la ligera?! Bien sabes que abandoné mi lealtad por el señor Poseidón con tal de venir contigo– Le recriminó sin poder contener más sus lágrimas.

    –No es así, tú sigues refiriéndote a él como “señor”, mentiste por mí y te lo agradezco pero ya no hace falta que continúes con esta farsa.

    –¿”Farsa” dices? Tú más que nadie deberías de saber lo que siento, no puedo renunciar a mi amor por ti, podría perder cualquier cosa menos este sentimiento– Su mano se posicionó sobre el hombro del peliazul –Kanon…– Le llamó con voz más dulce, pero que no perdió el rastro de la tristeza y la decepción.

    Esperó a que el geminiano le dijera que todo era un juego o una mala broma, esperó tanto como pudo pero el momento nunca llegó –Vete de una vez– Dijo apartando la mano del peliverde, para luego alejarse adentrándose en su templo.

    –Si así lo quieres me iré– Aspiró antes de opacar sus sollozos –Adiós, lamento haber sido tan tonto como para creer que una alimaña como tú podría sentir amor. Después de todo mi maestro y los demás tenían razón– Dicho esto se retiró del lugar, dejando a Kanon abatido.

    Las últimas palabras atravesaban todo su cuerpo como si fueran el filo de una espada –Nunca fue mi intensión lastimarte– Con sus manos cubrió su rostro y dejó libre la tristeza que había mantenido oprimida para que Isaac no se diera cuenta de que fingía.

    No busco la muerte,
    busco la destrucción.
    Hasta la muerte vemos la destrucción. ..



    Isaac fue a parar en la casa de la familia Solo, adolorido por el engaño que había sufrido, sentía su ser derrumbarse en pedazos. Caminaba distraído hasta que una voz atrajo su atención, era la voz de Sorrento, otro de sus antiguos compañeros. El chico de cabello lila recibió con los brazos abiertos a Isaac, desconocía por completo lo que el peliverde había sufrido y aunque el reflejo de la pena rondaba su rostro no le pareció buena idea preguntar.

    Sorrento habló con el heredero de la familia Solo para pedirle que dejara a Isaac quedarse en la casa, Julian aceptó sin la necesidad de que le rogara tanto puesto que su amabilidad lo orillaba a acoger a un hombre desamparado.

    En el santuario, Kanon llevaba días sin salir de su templo, algunos comenzaban a especular que había muerto. El caballero de géminis no tenía ánimos para ver a nadie y había ignorado todos los llamados por parte de Athena –No puedo vivir sin él– Pensaba tumbado encima de la incómoda cama –Necesito buscarlo– Al llegar a una conclusión, se levantó y apresurando el paso salió de su templo.

    Sin decirle a nadie dejó el santuario y fue al único lugar que se le ocurrió para encontrar a Isaac, la casa de la persona que había servido como refugio al alma del dios de los mares. Se paró frente a la puerta y tocó hasta que le abrieron, Isaac estaba frente a él, mirándolo con una expresión de confusión.

    Cuando reaccionó, el peliverde trató de cerrarle la puerta en la cara pero el geminiano se lo impidió –Espera, Isaac– Le pidió con ojos de melancolía y una muy leve sonrisa.

    –No tengo nada que hablar contigo, vete– Luchaba por conseguir cerrar la puerta, del otro lado encontró una resistencia que terminó por ganarle.

    –Ya lo sé, me equivoqué al decir que no te necesitaba…

    –Es muy tarde para que te arrepientas, vete– Lo interrumpió de súbito.

    –¿¡Es que no entiendes que todo fue mentira!?– Consiguió, al menos por un instante, captar la atención de Isaac –No nos iban a dejar en paz, fue un error mío creer que estaba bien dejarte por miedo a herirte, terminé haciendo lo que menos quería por culpa de ellos. Lo que más deseo es verte feliz pero me di cuenta de que mi felicidad se esfumaría contigo, además de que soy demasiado orgulloso como para dejarte ir. ¿Podrías perdonarme?– Temía que la respuesta fuera negativa, y sin embargo entendería si así fuera.

    Contrario a lo que esperaba, el peliverde le sonrió –Sí que eres tonto– Lo rodeó con sus brazos, ocultando su rostro y dejando caer una cuantas lágrimas sobre el pecho de Kanon.

    Estamos corriendo al borde del mundo,
    corriendo, huyendo.
    Estamos corriendo al borde del mundo,
    pero no sé si el mundo acabará hoy.



    Ambos se separaron al sentir la presencia de un tercero, que los había estado observando en silencio desde hace unos minutos.

    –¿Qué hace él aquí?– Preguntó apenas se acercó –Él traicionó a nuestro señor, no merece estar aquí– Sorrento fulminó al peliazul con la mirada –En cuanto a ti Isaac, no sé qué haya entre ustedes dos pero debo decirte que si pretendes quedarte aquí no puedes volver a verlo.

    –Yo…– Sin que pudiera decir más, Kanon intercedió.

    –Comprendo que no soy bien recibido pero no puedo prometer que me alejaré de Isaac, porque eso no lo haré nunca más– Tomó con firmeza la mano del peliverde, entrelazando su dedos.

    –Entonces tendré que matarte, lo que hiciste no se puede perdonar tan fácilmente– Sacó su flauta, la que jamás creyó volver a usar –Isaac, apártate o también te consideraré un traidor, y por ende sufrirás el mismo destino que Kanon– Advirtió llevándose la flauta cerca de los labios.

    –No me importa, puedes matarme a mí también– Se paró en frente del peliazul para protegerlo.

    –Isaac, piénsalo bien, ¿Quieres ser un traidor como él?– Al decir lo último miró de reojo al geminiano.

    –Me convertí en un traidor desde hace mucho, a estas alturas no me importa lo que me hagas.

    Faltó poco para que Sorrento tocara su flauta, el llamado de su señor lo distrajo dándole tiempo a Kanon y a Isaac para que escaparan, cuando Sorrento volvió a ver al frente esos dos ya no estaban, tras suspirar cerró la puerta y fue donde su señor.

    –¿Dónde está Isaac?– Preguntó el de cabello azul.

    –Él se ha ido– Contestó sin darle importancia al tema.

    Mientras, Isaac y Kanon corrían, justo como en un principio no tenían un rumbo fijo, tan sólo corrían por sus ganas de vivir, de seguir juntos. Pararon al estar frente a la playa, era el mismo escenario en que se conocieron.

    –¿A dónde debemos ir ahora? No podemos volver al santuario, tampoco podemos quedarnos aquí– Miró al peliazul, ambos sentados sobre la arena.

    –Desde el principio no tuvimos un lugar al cual ir, es igual en dónde estemos siempre que permanezcamos juntos– Dejó su mano reposar sobre la del peliverde.

    Las olas golpeaban contra la orilla de la playa provocando un suave sonido, que resultaba tranquilizador. Kanon se levantó y mirando hacia el cielo buscó algo dentro de su bolsillo, a pesar de lo que le había dicho a Isaac él mismo se sentía inseguro de lo que pasaría con ellos, ¿Tendrían algún futuro? Cuando encontró la respuesta supo lo que debía hacer.

    –Isaac…Te amo– Pronunció entonces, en contraste con sus palabras el tono de su voz se oía afligido, Isaac se puso de pie al notarlo y se le acercó para abrazarlo.

    –Yo también te amo– Poco después sintió un fuerte dolor en uno de sus costados –¿P-Por qué?– Miró a Kanon con desconcierto mientras ponía su mano derecha encima de la herida, sintiendo la sangre que se derramaba, unas cuantas gotas cayeron sobre la arena.

    La daga permanecía enterrada en su cuerpo, lastimándole cada vez más pero lo que no podía creer era que esa arma hubiese sido empuñada por la persona que tanto amó, quería creer que nada de eso estaba sucediendo pero la realidad no podía ser alterada.

    –Porque te amo es que hago esto, tú y yo no podremos estar juntos en esta vida, mientras que nuestra existencia siga estamos destinados a sufrir– De sus ojos brotaron las lágrimas y una tenue sonrisa apareció en sus labios.

    Con forme el filo de la daga se introducía más en el cuerpo del peliverde la herida iba creciendo, se le dificultaba mantener su equilibrio y su cuerpo no le respondía, no podía moverse.

    –Nunca olvides que mi corazón y mis sentimientos te pertenecen…Hasta siempre– Tomó entre sus brazos a Isaac, bajándolo lentamente hasta dejarlo recostado en el suelo.

    Secó las lágrimas que no le dejaban ver y agarró nuevamente la daga, sosteniéndola a la altura de su corazón –Te acompañaré a la otra vida.

    Con la poca consciencia que le quedaba, Isaac trataba de mantener los ojos abiertos –Kanon…– Susurró en un intento de detenerlo pero fue demasiado tarde, la daga atravesó el pecho del peliazul, él cayó a su lado casi al instante. Se cerraron los ojos de ambos sumiéndose en un profundo sueño, del cual no despertarían jamás pero al menos ahora podrían estar juntos, así como lo habían querido…

    Puedo ver un nuevo comienzo
    en un lugar detrás del sol
    pero nunca podremos alcanzarlo
    por muy rápido que corramos.

     
    Top
    .
  2. Sirenn
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    ¡¡¡Es increíble!!! Me gusta esa canción y el fic por igual, es momento para decir que me gusta Marilyn Manson.
    Es la primera vez que leo un fic Kanon x Isac, he visto más de Kanon x Sorrento aunque a mí me gusta más que emparejen al sirenito con Julian. Gracias a ti conozco una nueva pareja, no sé me había ocurrido juntarlos pero me gustó. Que lastima que todos estuvieran en su contra y que trataran de separarlos, Camus en especial :=SHOROO: ¿Le constaba mucho dejar que Isaac fuera feliz? solo por eso es mal padre :=¬¬: Esperaba un final triste...y cumplió con mis expectativas :=EEEE: me gustó porque los motivos de Kanon eran "buenos" o depende del punto de vista, pudo haber hecho otra cosa pero él no lo vio así
    QUOTE
    –Porque te amo es que hago esto, tú y yo no podremos estar juntos en esta vida, mientras que nuestra existencia siga estamos destinados a sufrir–

    .
    .
    QUOTE
    Se cerraron los ojos de ambos sumiéndose en un profundo sueño, del cual no despertarían jamás pero al menos ahora podrían estar juntos, así como lo habían querido…

    Y luego esas palabras :=uuum: No lloraré, esta vez no -¡Largo impulsos de estupidez!-
     
    Top
    .
  3.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Aprendiendo Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    495
    Location
    argentina

    Status
    Offline
    Exelente
     
    Top
    .
2 replies since 26/12/2016, 19:19   360 views
  Share  
.