Experiencias prohibidas (Kidou x Fudou) (Terminado) (1/20)

Había caído la tarde en la pequeña ciudad, un chico con las manos en los bolsillos paseaba por una de las calles del centro intentando aclarar su mente

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  1. xlarazondeser
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    Nombre: Experiencias prohibidas
    Pareja: Kidou x Fudou
    Serie: Inazuma Eleven
    Historia/Edición: xlarazondeser
    Capítulos: 9
    Descarga directa: En blanco y negro 1/20
    Los personajes aquí presentados no me pertenecen, todos son propiedad de Level 5


    Experiencias Prohibidas
    (Kidou Yuuto x Fudou Akio)





    Capitulo 1: Todavía lo recuerdo
    SPOILER (click to view)
    Había caído la tarde en la pequeña ciudad, un chico con las manos en los bolsillos paseaba por una de las calles del centro intentando, de a poco, aclarar su mente; el tiempo pasaba y aún no lo conseguía, pero ¿Por qué? La respuesta a aquello era una tan simple, fuentes muy confiables le habían informado que un viejo compañero de la escuela llegaría pronto a la ciudad, ciertamente cuando escuchó aquello no dio crédito, las ideas comenzaron a ir de un lado a otro, revolviéndose sin piedad alguna.

    Recordaba ese lugar, demasiado bien para ser exactos, se cansó de contar todas las veces que estuvo ahí, se sentó en una pequeña banca dentro de aquel parque, todo le hacía recordar esa época, la adolescencia, misma que le había marcado para siempre, y es que ¿Qué hubiera sido de él sin ese chico? Quizá, a sus veintidós, nunca hubiera podido conocer aquellas cosas que tan grabadas tenía en la memoria, tantos recuerdos que corrían en tan solo unos segundos, tan nítidos que cualquiera aseguraría que no habría pasado tanto tiempo entre ellos y el presente.

    El aire le recorría con delicadeza, sus vagas memorias encontraban de apoco una en específica, el primer día, ese mismo en donde sus miradas se cruzaron por primera vez, lo recordaba bien, era de mañana y él se preparaba para ir a la escuela, sus pasos comenzaron a recorrer el típico camino que desde pequeño había aprendido de memoria, Kidou Yuuto era, sin duda, un chico distinto a los otros, no solo por el hecho de que sus notas eran impecables sino porque a comparación de sus compañeros la madures intelectual que mostraba era muy superior, era un chico centrado, eso nadie se lo discutía. El timbre anunciaba el inicio de clases, aquellos pasos fueron interrumpidos por un saludo amistoso de su, siempre fiel, amigo Sakuma Jirou, varios maestros aguardaban en la entrada de la institución para dar la bienvenida, como siempre, cada año era lo mismo.

    ― ¡Vaya! Pero que pesado fue este día, y eso que apenas fue el primero, no quiero ni imaginarme como serán los demás, necesito otras vacaciones―Se quejaba a más no poder su mejor amigo

    ―No seas exagerado, Sakuma, si hemos pasado casi todo el día escuchando a los profesores, quéjate cuando comiencen a dejarnos tareas

    ―Tienes razón―suspiró―eso será realmente horrible

    Ambos detuvieron el paso, no muy lejos comenzaba una pelea, chicos de tercer grado ¡Como no imaginarlo! Siempre buscando problemas desde el primer día, se veía venir, sería un caos.

    ― ¡Oigan, ustedes! ¿Qué hacen? ―preguntaba Yuuto mientras se acercaba a ellos, parecía decidido, cosa extraña en él, normalmente siempre evitaba ese tipo de situaciones

    ―Kidou, no puedes, espera, ellos…―su amigo intentó detenerlo, pero todo aquello era inútil

    ― ¿Y quién te crees tú como para preguntar eso? ―Habló el más alto de todos― ¿Quién eres tú, niño?

    La lógica lo decía muchos metros antes, claro que iba a pasar eso ¿Qué esperaba? Aun así, hizo caso omiso a las advertencias, en ese momento ya no le importaba, después de todo, ya estaba hasta el cuello, no tendría manera de salir del lio en el que se había metido.

    ―Déjenlo en paz―se escuchó tras ellos― ¿No creen que ya fue suficiente? Paren ya de jugar y váyanse, dejen a los niños tranquilos

    Un pequeño silencio antes que lo chicos prosiguieran con su camino, no sin antes soltar al viento una amenaza, el atacado se echó a correr, se había salvado por la mínima, pero estuvo muy cerca, el rostro de Kidou mostraba algo distinto al agradecimiento parecía molesto, algo no andaba bien.

    ―No tenías por qué hacer eso, estaba todo controlado―se quejó mientras buscaba su mirada

    ― ¿Todo controlado? Iban a golpearte, niño―respondió aun sin creer que no le diera las gracias

    ―No me digas niño, yo no necesito a nadie que me esté defendiendo

    Sí, eso había pasado hace mucho tiempo, pero a cara de Sakuma, aun en el recuerdo, le hacía soltar algunas carcajadas, sin duda aquel suceso marcaría por mucho su vida, no podía saberlo en ese momento, pero estaba más que claro. Yuuto se levantó de aquella banca del parque, suspiró sin quererlo, ese pequeño incidente le había hecho fijarse en él, tan solo un instante, algo sin importancia. Lentamente comenzó su camino, una vez más el frío corría despacio, el recordar siempre le calmaba y esta vez fue tan inconscientemente, pareciera como si la memoria le jugara una mala pasada, llegó a las afueras de su antigua escuela, quizá no le haría mal recordar algunas anécdotas, después de todo ya había comenzado.

    ―Que gusto verte, Kidou―le saludaba una voz más que conocida

    ―Lo mismo digo, profesor―respondió dándose la vuelta― ¿Cómo ha estado?

    ¿Cómo olvidar a su profesor de química? No se dio cuenta de en qué momento pasó, en que parte del camino esa persona se convirtió en una más de aquellos que siempre le apoyaba, le aconsejaba, su profesor siempre estuvo a su lado, se había ganado su confianza por completo y él le había correspondido con todo su apoyo.

    ―Yo he estado muy bien, parece que tú también, ¡Hace tanto tiempo! Pero dime ¿Qué haces aquí?

    ―Supongo que reviviendo viejos recuerdos―se rascó la cabeza―es algo complicado, ni yo mismo lo sé

    ―Supe que estudias en una muy buena universidad ¿Cómo vas con eso?

    ―Bien, es complicado, pero bien, aunque es bastante pesada

    ―Es el precio por ser tan inteligente―dijo burlón el profesor mientras revisaba de reojo unos papeles

    Siempre era así, lo recordaba bien, tantas clases que había tenido que pasar para darse cuenta, pero aquello no era lo único que le venía a la memoria, miró por la ventana, el patio vacío y unas leves risas a lo lejos, sus antiguas clases de educación física pasaban como viejas películas, nunca le gustaron, no había profesor ni alumno que no supiera tal afirmación.

    ―Vaya, esto sí que es aburrido―decía mientras bajaba las escaleras rumbo al patio cuando fue interrumpido por el sonido de alguna discusión cercana

    Alzó la mirada para toparse con la suya, era ese chico otra vez, discutía con otro sujeto, Kidou intentó acercarse, pero los gritos de su compañero anunciándole que era tarde interrumpieron por completo la acción, tan solo pudo dedicarle una mirada más antes de salir corriendo para evitar el castigo por llegar tarde, después de todo, la clase de química siempre fue una de sus preferidas.

    ―Kidou, quería pedirte un favor―decía el profesor mientras platicaba con él cerca de su escritorio― en unos días comenzaré a dar un curso de regularización de esta materia y quería pedir tu ayuda después de clases, será aquí mismo, en el laboratorio, solo dos horas

    ―No creo que eso sea para mí, sabe, yo no estoy muy seguro de eso

    ―No me respondas ahora, piénsalo y me lo dices después, ¿De acuerdo?

    El decirle que no a su profesor “favorito” sería complicado, su insistencia le terminaría matando, estaba consciente de todo eso, en ese momento tenía tanto en la cabeza no podía permitirse preocuparse por algo más, el tiempo pasaba lento, entre formulas y dictados, entre cuchicheos y demás, su mirada se perdía por momentos, mismos que eran interrumpidos cada vez que el profesor borraba la pizarra, ¿Cuántas veces habían sido ya? Tres, quizá cuatro, no lo sabía con certeza, el timbre anunciaba el receso, tomo sus cosas sin prisa, se dispuso a salir, siempre con las manos en los bolsillos, como si nada le importara en aquel momento, su caminar era lento, pasaba por la dirección, el profesor había salido tan rápido que no le había dado tiempo de hablar con él, se sentó en una silla cercana, deseó que no demorara tanto, suspiró y sin saber cómo lo miró, ahí estaba, a unos metros de él, ¿Cómo no se dio cuenta en el momento en el que entró?

    ―Sí que tienes problemas―Interrumpió el silencio, el de rastas se levantó, quería mirarlo más de cerca

    ―Eres observador

    ― ¿Puedo saber quién ganó? ―preguntó riéndose un poco ante la mirada fija del chico

    ―Puedes ir a preguntarle a la enfermería, aún sigue ahí, no creo que ni tan siquiera pueda hablarte

    Era más que claro lo que había hecho, al parecer el meterse en problemas no parecía importarle mucho, quizá hasta lo hacía a propósito, suponía que se lo había ganado, algo realmente malo debía hacer aquel otro chico para merecerse tremenda paliza, sin duda le hubiera gustado quedarse a ver, era un lastima, aunque, con lo problemático que parecía, estaba seguro de que esa no sería la única pelea que tendría.

    ―bien―interrumpía el profesor pasando rápidamente entre ellos―parece que estarás castigado al menos tres semanas, vas a tener que limpiar este laboratorio después de clases, yo voy a impartir un curso aquí así que te vigilaré de cerca

    ― ¿Por qué? ¿No puede solamente suspenderme y ya?

    ―Estamos comenzando el curso, Fudou, además el mandarte a casa sería más un premio que un castigo, no creas que no conozco las intenciones de alumnos como tú, así que eso es lo que harás

    ― ¿Puedo irme ya? ―preguntó con un aire de resignación el chico, quien parecía más que enojado

    El ruido retumbó en la sala cuando azotó la puerta tras su salida, eso suponía un aumento a su castigo, aunque el profesor decidió dejarlo por la paz, había tratado ya con alumnos como él y no era para nada sencillo, un suspiro salió de su boca antes que una pequeña sonrisa, apenas si podía creer que fuera testigo de todo aquello, sin duda demasiados problemas.

    ―Lamento que vieras eso, Kidou―se disculpó el profesor tomando, por fin, asiento― ¿Necesitabas algo?

    ―vine a confirmarle que le ayudaré en el laboratorio―sonrió el de rastas―supongo que nos veremos el lunes, profesor

    Yuuto salió de sus recuerdos por un momento, ese fue el momento exacto donde todo comenzó, con esa propuesta por el mismo profesor que ahora tenía en frente, aquel impulsivo “si” que salió de su boca sin pensar, no sabía en aquel momento por qué lo había hecho, es más, aun no lo sabía, todo había sido tan … ¿Rápido? Quien sabe, lo que si sabía era que tendría el tiempo necesario para averiguar aquella respuesta, aunque nunca la encontró, tan solo una cosa llevó a la otra, todo era tan lejano, pero en la memoria del de rastas aún estaba tan presente y le estaba gustando recordar.


    Capítulo 2: Una extraña amistad
    SPOILER (click to view)
    ― ¿Y qué ha pasado en tu vida? Por favor, cuéntame―habló de repente su profesor sacándolo de cualquier pensamiento

    ―Pues digamos que lo normal―se dispuso a tomar asiento―las clases de la universidad, amigos y he estado emprendiendo algún negocio―miró a su al rededor―veo que sigue dando clases

    ―Pues ya ves, así es la vida de un profesor, muy aburrida debo de reconocer

    ― ¿Aún sigue dando aquellos cursos de regularización?

    ―Todavía los imparto, aunque cada año el estudiante que me ayuda es más malo―confesó divertido―he tenido que arreglármelas solo varias veces

    Kidou sonrió de repente, controlar a tantos alumnos fue una experiencia que él tuvo que vivir carne propia, su tiempo invertido en aquellos cursos era una de las experiencias que más le agradaba recordar, aunque la verdadera razón no era el ayudar a sus compañeros, incluso al profesor, la verdadera razón estaba cada día después de clases frente a él, limpiando con cuidado el material utilizado y acomodando con extrema cautela los tubos de ensayo.

    ―Mira nada más, ¿A quién tenemos aquí? Al problemático cumpliendo su castigo―dijo burlón dándose cuenta de que solo ellos dos estaban en el aula

    ―muy gracioso, niño―respondió mientras ponía de lado algunos recipientes que se disponía a limpiar― ¿Qué haces aquí? Vienes a burlarte, seguro; o quizá necesites las clases de regularización

    ―en realidad―tomó uno de los recipientes con cuidado―yo le ayudo al profesor, pero eso no importa, dejemos algo claro, no me gusta que me digas niño; tengo nombre, Kidou Yuuto, para servirte, el tuyo es Fudou ¿No es así?

    ―En efecto, Akio Fudou―le brindó una sonrisa―diría que es un gusto conocerte, pero la verdad es que no, y realmente no creo que vaya a recordar tu nombre

    La entrada del profesor con unos cuantos alumnos interrumpía una vez más su conversación, le dio una última sonrisa antes de ir a su lugar cerca del escritorio, los minutos pasaban lentos esperando a que todos los alumnos estuvieran en sus respectivos lugares, Kidou miraba aburrido tan escena, su compañero problemático estaba por terminar sus deberes, se le veía tan serio y dedicado, cualquiera apostaría que si nadie supiera lo del castigo hasta parecería uno de los mejores estudiantes.

    ― ¿Ya puedo irme? ―aquella pregunta le sacaba de sus pensamientos, Fudou había acomodado ya todo en los pequeños estantes a los costados del laboratorio, había limpiado enérgicamente las superficies y hasta se había tomado un tiempo para dar limpieza a unas cuantas franelas que estratégicamente acomodó cerca de la ventana

    ―Por supuesto que no―respondió el profesor mirándolo de reojo―los alumnos no pueden salir hasta una hora determinada, tendrás que quedarte aquí hasta que termine la clase

    ―Eso no es justo, yo no quiero quedarme aquí, ¿No podría quedarme en la dirección o algo así? Ya es suficiente con las aburridas clases obligatorias como para todavía escuchar esta―alegaba aquel chico con el corte mohicano, le daba igual un profesor que un alumno, él tan solo sabía discutir

    ―dije que se va a quedar aquí hasta que yo diga ¿Entendió o quiere que se lo repita? ―alzó la voz―véalo por el lado bueno, joven, puede que usted también necesite regularización en este curso y si no es el caso por lo menos ya lo aprendió bien ¿No cree?

    La clase transcurría tranquila, Yuuto le observaba de vez en cuando para ver sus divertidos gestos y en algunos momentos hasta intercambiaban señas y pequeñas risas que eran interrumpidas por el profesor que con ahínco pedía silencio mientras apuntaba infinidad de fórmulas en el pizarrón color blanco, el aburrimiento pasaba inadvertido para el chico de rastas, la presencia del otro le alegra, era extraño, después de todo apenas si lo conocía.

    ―Bien, jóvenes, ya pueden retirarse―anunciaba el profesor mientras recogía unos libros de la mesa

    ―Al fin―gritó aliviado el mohicano

    ―menos usted, joven

    ― ¿Qué? Pero ¿Por qué? ¿Qué hice ahora? ―cuestionaba mientras el de rastas tan solo reía

    ―Tranquilícese, debo de entregarle esta hoja al director en donde confirma que usted estuvo aquí, cuando él la selle ya se puede retirar

    La puerta se abría dejando salir al profesor quien todavía se tomó el tiempo de responder una llamada telefónica, los dos chicos una vez más quedaban solos dentro del aula, sus miradas en el silencio se encontraron, una sonora risa salió de los labios del de rastas.

    ―Vamos a ver si así se te quita esa manía tuya de siempre meterte en problemas

    ―Tampoco es que los tenga todo el tiempo―sonrió―pero no pensaba dejar todo así, se lo ha ganado y yo podré estar castigado, pero sin duda a él le fue peor, niño

    ―Te he dicho ya que no me gusta que me digas niño―reclamó Yuuto

    El mohicano se echó a reír, el chico que tenía frente a él le parecía bastante extraño, diferente a su tipo de amigo, todo aquello parecía tan complicado en un principio, pero poco a poco parecía caerle bien, aunque muy a su peculiar manera. Conforme las semanas pasaban las pláticas se hacían cada vez más amenas, una amistad extraña comenzó a surgir siempre conversando esperando la interrupción que parecía obligada del profesor entrando al laboratorio con una pila de libros, las miradas y las risas, se entendían, era más que obvio y al parecer estaban muy a gusto con ello.

    Eran las 6:45 de la mañana, Yuuto tomó sin ganas su chamarra echando una última mirada a su cuarto, tomó sus llaves, su cartera, y por supuesto, su mochila, sus paso comenzaron a ser más rápidos conforme avanzaba, no era tarde, o no lo sabía, en aquella última mirada se había olvidado de tomar su viejo reloj, estaba perdido conforme a la hora, aunque eso no le preocupaba en demasía, él siempre salía temprano de casa. Así comenzaba otro día, aburrido, como siempre, aunque aquella vez se sentía algo distinto en el aire, no supo a ciencia cierta que era aquello, su mirada buscaba ansiosa la respuesta en cada parte del camino sin encontrarla en varias calles, apenas una antes de llegar a la escuela se dio cuenta, Fudou se encontraba a lo lejos, sus pasos, sin saber bien el por qué, se hicieron cada vez más rápidos para poder alcanzarlo.

    ―Hola, niño―saludo alegremente el mohicano en cuanto lo vio― ¿Cómo estás?

    ―Se ve que jamás me vas a decir por mi nombre ¿Verdad?

    ―Te advertí cuando nos conocimos, no me culpes a mí, culpa a mi mala memoria, por cierto ¿Tienes algo importante que hacer hoy en la escuela?

    ―estudiar, supongo―respondió algo indiferente el de rastas― ¿Por qué preguntas?

    ―pensé que podríamos ir a algún otro lado, ¿No te gustaría?

    ― ¿Otro lugar? ―preguntó confundido, Kidou no sabía exactamente cómo interpretar aquella invitación

    ―No me malinterpretes―le dio un pequeño golpecito en el hombro―simplemente pensé que podíamos dar un pequeño paseo o algo así, no tengas miedo, no voy a secuestrarte o algo por el estilo

    Saltarse clases era algo que no le gustaba a Yuuto, el término “irse de pinta” era algo que aún no conocía, lo pensó por un momento mientras veía de reojo a varios alumnos que se apresuraban a llegar a la escuela, era tarde y debía tomar una decisión rápido, notó la mirada de su compañero, sabía que no le estaba obligando, él no haría algo así, pero ¿Qué podía hacer?

    Caminaba nervioso, mirando una y otra vez a su alrededor como si le estuvieran persiguiendo, las palabras: “Ya te dije que no pasará nada” recorrían de un lado a otro por su cabeza, intentaba creerlo, confiaba en él, pero su inexperiencia le costaba una mala jugada, intentaba ocultarlo por momentos, pero por otro parecía hasta paranoico, Fudou tan solo reía por lo bajito, le hacía tanta gracia que se esmeraba aún más por intentar calmarle, toda aquella escena parecía tan divertida para él que el tiempo comenzó a pasar sin ser percibido.

    ―se ve que eres un niño bueno, siempre sacando buenas notas y un ejemplo de conducta, es increíble que estés haciendo esto

    La aparente desesperación de Yuuto había desaparecido de un momento a otro, su mirada ahora se mantenía fija en el piso, quizá para evitar que su acompañante viera un tono rojo en sus mejillas, quizá por pena o tal vez por sentirse halagado con aquellas palabras.

    ―aunque no me creas yo también soy un buen estudiante―comenzó a narrar―aunque a veces es bueno no tomarse la escuela tan en serio, para todo hay que darse tiempo para la diversión, salir con los amigos, enamorarse, cuidando los estudios, eso sí, pero sin olvidar que hay más cosas ahí a fuera

    ―tienes razón―suspiró despacio―a veces le he dado tanta importancia a cosas que, por supuesto me han servido, pero no lo eran todo, perdí muchas oportunidades de cosas tan solo pensando en estudiar

    ―eso es lo peor―confesó el mohicano―el perder tiempo nos costará más adelante tantos arrepentimientos, el “hubiera” se va a quedar marcado en nuestra memoria y ya no podremos hacer nada al respecto, tampoco te digo que hay que vivir como si nos fuéramos a morir mañana con todo a tope, pero tenemos que aprender a vivir aprovechando eso que nunca volveremos a tener

    ― ¡Vaya! Pareces la voz de la razón absoluta

    ―No te burles―sonrió―pero a todo esto ¿Te gustan los juegos mecánicos?

    “No es miedo es precaución” era la frase que siempre usaba para librarse de esos juegos del mal como salía referirse a ellos, pero esta vez era diferente, no quería parecer todo un cobarde frente a Fudou, tal vez era esa la razón por la cual estaba haciendo todo eso, cerró las manos con fuerza, como intentando contenerse a sí mismo de contradecirse, asintió ante la sonrisa del mohicano, iba a lamentar tanto esa decisión, pero en ese momento tan solo intentaba no parecer un niño pequeño.

    ―oye, espera―exclamaba nervioso el de rastas al verse arrastrado por aquel chico hacía tan peligroso juego― ¿No crees que eso es demasiado? Si se cae nos vamos a matar y será tan feo que nadie va a reconocer nuestros cuerpos

    ―deja de poner excusas tan desesperadas e imaginativas, es solo un juego, nos vamos a divertir

    Por alguna razón el chico no podía decir que no, no le quedaba de otra más que acercarse de lleno a su muerte, de todos los juegos que pudo elegir se había decidido por el más grande y aterrador, si algo fallaba era una muerte segura, no estaba exagerando, los conocimientos adquiridos tras mirar la tercera parte de “Destino final” no tenían discusión alguna, aún con todo aquello su compañía le tranquilizaba, si tuviera que enfrentar aquello solo, ni tan siquiera se hubiera atrevido a comprar el boleto, pero ahí estaba sintiendo como el corazón latía con más fuerza, tenía que confiar una vez más en él.

    ― ¿Ves? Te dije que no pasaría nada malo―decía el mohicano mientras tomaba la mochila del suelo

    ―Sí, claro―tomó sus cosas― ¿Por qué no eres como los otros chicos y vamos a los videojuegos?

    ―Eso es muy aburrido―se quejó―pero vamos, anda, hay muchas cosas por hacer, es temprano

    ¿Cómo no perder la noción del tiempo estando a su lado? El tiempo pasaba y ambos se divertían, después de no morir ¡Nada malo podía pasar! O al menos eso es lo que grabó en su mente el de rastas. Se hacía tarde, debían regresar a la escuela para poder pedir las notas y entregar tareas al día siguiente: nunca pensé que diría algo como esto pero me la he pasado muy bien contigo; esas habían sido las palabras de Akio antes de partir para alcanzar a sus amigos, Kidou se quedó como pasmado, él también se lo había pasado muy bien después de todo, un adiós con la mano terminaba con aquella experiencia, le costaba admitirlo pero aquel chico era distinto al resto, le gustaba su compañía, después de conocerlo mejor estaba claro que su primera impresión hacía él estaba errónea, un tipo como él era muy difícil de encontrar.


    Capítulo 3: ¿Quién es él?
    SPOILER (click to view)
    ―te gustaban mucho esos cursos ¿No? ―preguntó con una sonrisa

    ― ¿Por qué lo dice? ―preguntó extrañado Kidou mientras apartaba sus pensamientos un poco

    ―Ustedes, los estudiantes, creen que los maestros somos tontos, vemos todo lo que pasa dentro del salón de clases solo que a veces nos hacemos los ciegos, son jóvenes, hay que entenderlos un poco, yo sé de qué hablo cuando digo que se gustaban

    ―Supongo que a usted no se lo puedo negar―sonrió

    Yuuto miró al suelo una vez más, había pasado sus tres años en la escuela ayudando a su profesor de química a dar aquellos cursos, pero solo el primer año fue realmente agradable, era todo gracias a él, la única persona que hacía que verdaderamente disfrutara aquellas tardes después de clases.

    ―oye―se escuchó de la voz de su amigo Sakuma, quien corría para alcanzarlo por los pasillos― ¿Por qué no asististe ayer a clase?

    ―tuve algo importante que hacer―se limitó a responder el de rastas

    ―supongo, los vi cuando se fueron―aquellas palabras retumbaron en la cabeza de Yuuto dejándolo sin palabras― ¿Desde cuando salen juntos?

    ― ¿Qué? Nadie dijo que estábamos saliendo, estás mal interpretando todo

    ― ¡Oye! Tranquilo, no me refería a ese tipo de salir, ¡Cielos! ¿Qué clase de anormal eres?

    Aún faltaba algo de tiempo para que las clases comenzaran, las preguntas de Jirou comenzaban a incomodarle de a poco, no había hecho nada malo, bueno, quitando el hecho de que había faltado deliberadamente a la escuela el día anterior.

    ―fue algo que se dio ¿Si? Yo venía rumbo a la escuela cuando me lo encontré, ya se iba y me invitó a seguirlo, yo estaba aburrido así que accedí, terminamos caminando por ahí y después fuimos a un parque de diversiones, algo tranquilo

    ― ¿Tú en un parque de diversiones? ―el de parche sonrió―no puedo creerte nada, pero, en fin, tuvieron suerte de que no los atraparan

    ―Por supuesto que no fue suerte, yo sé bien lo que hago, ¿No es verdad, Kidou? ―interrumpió el mohicano aquella conversación

    ―Claro―respondió el mencionado―pero no es momento de estar haciendo preguntas, Sakuma, debemos ir a clase

    ―está bien, mamá, te veo en el salón, espero que no te tardes

    ― ¿Sabes? Tu amigo es algo…

    ―Chismoso, molesto―interrumpió el de rastas― a veces, pero no te preocupes, él no va a decir nada

    ―No me preocupaba por eso―le sonrió―tan solo esperaba que no estuvieran platicando cosas malas sobre mí

    ―yo jamás haría algo como eso―alegó―soy un caballero y lo sabes, por cierto, te agradezco que esta vez hayas recordado mi nombre, de verdad

    ―no es para tanto―lo miró―recuerda lo que te dije, no soy yo, es mi mala memoria

    ―pues parece que le estoy cayendo mejor a tu mala memoria―exclamó el de rastas antes de que su compañero continuara su camino

    Las clases parecían pasar con tranquilidad, más aburrimiento que tranquilidad, debía decir, pero aún con todo el reloj seguía su curso y eso era lo que importaba. El timbre anunciaba la hora de deportes, como cada jueves tenían que ir al patio en donde, para su mala suerte, siempre hacía un calor insoportable, grande fue su sorpresa al ver que otro grupo ya invadía la cancha de fútbol.

    ―Y ellos ¿Quiénes son? ―preguntaba la mayoría de los alumnos de la clase

    El profesor se acercaría más temprano que tarde a aclarar las dudas, por esa única ocasión tendrían que compartir el patio, después de todo la escuela no es que fuera tan grande, las instrucciones de aquel hombre de silbato fueron claras; correr diez vueltas contadas por la honestidad de cada quien, y después podrían tomar la clase como libre, él tenía que irse así que todo lo dejaba a su criterio, ¡Vaya tontería! Nadie haría tal cosa, ni tan siquiera el profesor de educación física en sus mejores años.

    ―lo único que tienes que hacer es explicar esa parte de la exposición, yo me encargaré de lo demás y tu contestarás algunas preguntas ¿Te parece?, oye, Sakuma, ¡Oye! ¿Me estás escuchando?

    ― ¿Ya viste lo lindas que son las chicas de enfrente?

    ―Sí, ya las vi, ahora por favor concéntrate en esto que es para mañana

    ―Parece que tienes una admiradora, ¿Ya viste como te mira? Aquella, la del medio

    ― ¡Concéntrate, Jirou?

    ―Ya sé, pero ¿Qué acaso nunca piensas tener una novia? Mira, para que veas que soy buen amigo, hablaré por ti, ven, vamos a saludarlas

    ―No puedes ir y solo saludarlas, ni tan siquiera las conoces ¿Qué carajos les vas a decir?

    ―Kidou, Kidou ¿Cómo piensas hacer amigos entonces? Deja de ser un llorón y acompáñame

    No le quedó de otra más que acompañarlo, cuando algo se le metía en la cabeza a su amigo no había manera de quitársela ni de convencerlo absolutamente de nada, de cualquier forma, Kidou solo cumpliría con lo que dijo su amigo, saludar, eso era todo.

    ―Hola, chicas ¿Cómo están? ―comenzó su amigo―mi nombre es Sakuma, y este de aquí, es Kidou Yuuto, las vimos de ahí enfrente y quisimos venir a saludar y a conocerlas un poco mejor

    Vaya que su amigo no tenía pudor alguno, no sabía cómo había logrado hacer eso sin siquiera tartamudear, esa era una de las muchas razones por las cuales a Kidou le costaba demasiado socializar, aunque así lo quisiera, en fin, entre las típicas preguntas se iban los minutos; nombre, edad, grado, salón, música favorita e infinidad más que de apoco el de parche se sacaba de la manga. Al de rastas no le desagradaba del todo aquella conversación, después de todo no era malo intentar conocer gente nueva, lo que lo hacía un poco confuso era la incesante mirada de una chica que no se le apartaba ni un momento, parecía que quería conocer su vida entera en tan corta conversación, todo eso le agobiaba.

    ― ¿Dónde se supone que está el profesor? ―se quejaba Akio mientras se hacía hacia atrás con una silla

    ―deja de hacer eso, hombre, te vas a caer―advertía el de rastas quien revisaba cuidadosamente un cuaderno de notas olvidado―es extraño verte a ti impaciente por comenzar una clase ¿Qué te ha dado?

    ―de verdad que nadie podría entenderte, Kidou, si no quiero estudiar está mal y sí si quiero también estoy mal, decídete de una vez, por favor

    Al día siguiente comenzaría el fin de semana largo y todos lo que ya querían era irse, la puerta se abrió de pronto para dejar entrar al profesor con unos documentos en la mano, se veía preocupado, estresado sería la palabra más correcta, aunque era difícil saberlo.

    ―señores, les tengo una mala noticia―comenzó a hablar recogiendo aún más documentos de su escritorio―me acaban de informar que debo ir a una junta, según el director debe haber alguien a cargo del grupo así que hoy no habrá curso, pero el lunes los quiero puntuales, ¿Está bien?

    Un descarado festejo se escuchó en cuanto cerró la puerta, todos salían corriendo como manada de animales a punto de ser atacada, definitivamente aquella escuela era un desastre, incluso Yuuto había tomado sus cosas a toda prisa para salir con rumbo a su casa, o eso pensaba hasta que fue alcanzado por el mohicano.

    ―Oye, ¿Qué harás este fin de semana?

    ―Aun no lo sé, supongo que nada―sonrió el de rastas― ¿Por qué preguntas?

    ―pues…estaba pensando en que quizá podríamos salir a pasear un rato, no sé, algo que hacer

    ―Esa me parece una excelente idea, nos vemos mañana, a las cuatro ¿Está bien? En el parque, no vayas a llegar tarde, sabes que no tengo paciencia para estar esperando

    El mohicano asintió sonriendo, un paseo de amigos, así como los que habían tenido antes, entonces ¿Por qué se sentía tan diferente? Kidou aún no lo sabía, una torpe sonrisa se dibujó en su rostro al pensar que algo como lo que rondaba en su mente podría pasarle a él, estaba claro que de un tiempo para acá todas esas vagas idea habían estado dando vueltas y más vueltas, algo tenía que estar muy mal con todo aquello, pero aun así no podía evitarlo, no había nada que pudiera hacer.


    Capítulo 4: Una cita
    SPOILER (click to view)
    ― ¿Cuál era su nombre? No lo recuerdo bien―esas breves palabras dichas por su antiguo profesor le desconcertaban

    ― ¿De quién habla? ―preguntó el de rastas mientras intentaba mirarlo fijamente

    ―del chico que te gustaba, por supuesto, bueno, se gustaban porque lo que si recuerdo bien es que después de terminar su castigo aquel chico se inscribió al curso, tan solo para seguirte viendo

    Aquella declaración era más que verídica, los meses habían pasado, entre salidas a parques o simplemente caminando por las calles de la ciudad a las siete de la mañana, alejados de aquella prisa y algarabía que parecía inundar las grandes avenidas, Yuuto parecía disfrutar en demasía el tiempo de convivencia con el chico, se divertía, sabía que si faltaba a clases podría meterse en problemas, pero eso ya no importaba, las risas, las bromas, aquellas travesuras, todo eso valía más que un premio a la asistencia perfecta.

    ―Entonces ¿A qué hora pasarás por mí? ―preguntaba ya de camino a casa el mohicano

    ―a las ocho―respondió el de rastas resignado― ¿Estás seguro de que quieres que vaya? Sabes de sobra que yo no encajo en ese tipo de lugares

    ―es una fiesta, no una cárcel, tranquilo, estarás bien, yo te cuidaré, nos divertiremos

    Kidou permanecía sentado en el lugar acordado, Akio lo había convencido de asistir a una fiesta, el chico se negó varias veces, pero su poca resistencia sumada a la insistencia del mohicano terminó derrumbando su negativa, ese era un terreno que no conocía, le daba miedo el tan solo pensar en que tan agobiante podría ser estar rodeado de tanta gente, música a todo volumen, y por supuesto, todo el alcohol que pudieras tomas. Al de rastas no le quedó de otra más que cumplir con su palabra, ya se había subido al juego mecánico más peligroso que se pudiera imaginar, el asistir a tal reunión no le mataría.

    En cuanto la puerta de aquella casa se abrió deseo con todo su corazón que de verdad pudiera matarlo, ni dos minutos y ya se había topado con tres grandes problemas, el número uno y más importante, no conocía absolutamente a nadie en ese lugar, la segunda, Fudou lo había dejado solo y aunque muchas chicas se habían acercado a platicar con él e intentar convencerlo de salir a bailar venía la tercera razón; el de rastas no sabía bailar, razón por la cual ahora recordaba el por qué no le gustaban las fiestas, su padre siempre le había pedido encarecidamente que tomara lecciones con la motivación de que le serviría para conquistar a las chicas, pero el chico jamás accedió a algo que consideraba más que aburrido.

    El mohicano lo miró de lejos, estaba sentado en un sillón y junto a él se encontraban dos chicas de universidad que había sido invitadas por el anfitrión, su insistencia era por ir a otro lugar y pasarlo bien, al de rastas no le agradaba la idea y su incomodidad era visible a kilómetros, Akio aceleró el paso al ver que una de ellas le había jalado el brazo para levantarlo, no sabía por qué estaba tan molesto con esta acción, fue instinto quizá, tomó al chico de la mano y se lo llevó lejos, Yuuto estaba boquiabierto, pasó saliva lentamente, tuvo que acercarse lo suficiente al mohicano para decirle al oído que ya quería irse, el otro solo sonrió: Puedes quedarte tú si quieres, fueron las últimas palabras del de rastas ante de que el otro le tomara más fuerte la mano.

    ―No te voy a dejar solo―susurró el mohicano antes de salir del lugar

    La noche era fría, el viento corría con algo de fuerza, el parque libre de gente y las calles que parecían abandonadas, nadie quería enfermarse en esa época del año, algún coche pasaba por ahí y el conductor con cara de sorpresa los miraba: “pensará que estamos locos por estar aquí afuera” eran las palabras al mismo tiempo que salían de sus labios, ambos sonrieron, no sabían exactamente como habían terminado hasta allí.

    ― ¿Te pasa algo? ―preguntó el mohicano al ver que su compañero se levantaba de la banca

    ―para nada―intentó sonreír―es solo que…todo eso fue algo vergonzoso

    ―no te preocupes, ya no pienses en eso, no debí haberte obligado a venir, sé que no te gustan las fiestas

    ―yo quería acompañarte, es solo que entré en pánico, creo que fueron más los nervios de no saber bailar o quizá el volumen de la música, hasta la luz puedo causar eso, para nada es tu culpa―se sinceró el de rastas

    ―te preocupas demasiado por no saber bailar, pareces un niño pequeño―le tomó del brazo el mohicano―ven, te enseñaré a bailar para que dejes de quejarte

    Yuuto se negó varias veces, en todas ellas falló, tuvo más poder la insistencia de Akio quien lo tomó de la mano y del hombro, una canción lenta sonaba desde el celular del mohicano quien sonreía al sentir los torpes movimientos del otro, Kidou estaba sonrojado, la vergüenza había sobrepasado su límite.

    ― ¿Qué es lo que tienes?

    ―nervios, demasiados, yo diría

    ― ¿Por qué?

    ―no estoy seguro, no lo sé

    Pequeñas miradas entre ambos, una broma, quizá fueron dos, sonrisas que se escapaban sin permiso alguno, los nervios comenzaron a irse así como el viento frío que parecía ya no pegar con tanta fuerza, Akio deslizó la mano que tenía en el hombro del chico hacía su cabeza para acercarse más, el de rastas parecía asustado, pero más que eso, nervioso. El tiempo pareció detenerse en el momento en que rosó sus labios, fueron unos segundos apenas, pero era innegable que no querían que terminara, una mirada clavada en sus ojos después de tal acción, nadie se atrevió a decir nada, tan solo seguían al mismo ritmo de la música, como si nada más existiera.

    Uno tras otro, así fueron pasando los besos, se hacía tarde pero no importaba, estaban juntos y en ese momento lo demás estaba en otro termino, las palabras faltaban, pero las miradas lo decían completamente todo, aquello que siempre callaron y que en ese momento ya no se podía ocultar, algún curioso que pasaba por ahí lanzaba alguna mirada de juez, ya no les importaba, una breve risa después de uno de los muchos besos y un: “Quizá es tiempo de irnos”, se escuchaba en el silencio de la noche. Kidou asintió, siguiendo el mismo camino que les había llevado ahí, ¿Cómo había pasado todo? Era algo que apenas si importaba, lo verdaderamente importante era que había sucedido y no había marcha atrás.


    Capítulo 5: No es una buena idea
    SPOILER (click to view)
    ―Me enteré de todo lo que pasó con aquel chico―interrumpió todo pensamiento el profesor

    ― ¿De qué se enteró exactamente?

    ―de muchas cosas, pero una de ellas fue que tuviste una pelea fuerte por su culpa

    ―no fue por él

    ―yo estaba presente, no creo que puedas negar algo como eso

    En eso tenía razón, aquello no podía ocultarlo, tampoco mentirle, aquella tarde lo miraba de lejos, el mohicano se enfrascaba en una acalorada discusión con un tipo, a primera vista, mucho mayor que él, su mirada no se movió ni un milímetro, la conversación pasaba de un momento a otro a un intento frustrado de un abrazo, pero ¿Qué rayos estaba pasando? El de rastas tomó aire, estaba…celoso, enojado, no sabía lo que hacía y sin darse cuenta se acercó para tomarlo del brazo con fuerza y llevárselo de ahí.

    ―lo siento, niño, ¿Qué no ves que estamos ocupados? Esfúmate que esto es cosa de dos

    Lo vio venir, esa ira dentro que escapaba de repente, un puñetazo, otro y otro más, los gritos de aquellos que se acercaban, la voz de Fudou quien le gritaba a todo pulmón que se detuviera, su mano se manchaba de sangre, el ruido se alejaba, todo estaba fuera de control, intentaban detenerlo, el otro intentaba defenderse, el de rastas recibió unos cuantos golpes en el rostro debido a la desesperación del otro chico, alguien se interpuso entre ellos, solo así terminaba la exhibición de locura y estupidez, esta vez si que se había metido en un lio enorme.

    ―eres un idiota―esas fueron las palabras del mohicano antes de que al otro lo llevaran a la dirección

    ¿Había hecho algo malo? Por supuesto que sí, se había ido a los golpes, tan como lo hacían los salvajes, a Kidou no le gustaba ser violento, pero cuando debía estaba dispuesto a hacerlo, respiraba con dificultad aun cansado de tanto alboroto, le sangraba el labio, la nariz y la ceja, el otro no había tenido tanta suerte, la pequeña enfermería de la escuela no había sido capaz de atenderlo en forma y lo habían trasladado al hospital más cercano; el problema era más grande de lo que se imaginaba.

    ―bien―habló la directora― ¿Pueden decirme qué pasó aquí?

    ―no lo sé―el de rastas agachó la cabeza―no lo sé

    Fue mucho el tiempo, Akio perdió la cuenta, tan solo se limitaba a pasear de un lado a otro por el pasillo esperando que la puerta de la oficina principal se abriera, miró con preocupación el suelo, no podía más, necesitaba saber que era lo que estaba pasando, ya había esperado demasiado, sus ansias se desvanecieron al escuchar el ruido de la puerta, lentamente se abría para dar paso al de rastas, cabizbajo, cansado, harto de tantas explicaciones.

    ― ¿Qué pasó, Kidou?

    ―me han suspendido y han puesto un gran reporte en mi expediente, mi padre va a matarme
    La enfermera limpiaba despacio la ceja de Yuuto con un algodón, el dolor comenzaba a recorrerle de a poco, por lo menos era mejor de lo que el otro estaría sintiendo, se miró las manos por un momento, rojas, cubiertas de sangre, con poca movilidad, en aquellos golpes no se había dado el mínimo tiempo para medir su fuerza, ahora dolía, pero lo preocupante eran las ideas que iban de un lado a otro sin parar, buscando las verdaderas razones por las cuales había hecho tremenda tontería.

    ―fue una completa estupidez

    ―eso era lo que estaba pensando―alegó el herido mientras la enfermera salía de la habitación

    ― ¿Cómo pudiste hacer algo como eso? Pudieron expulsarte y entonces si tu padre te hubiera matado

    ―lo sé, pero…yo lo hice por ti―dijo por lo bajito mientras miraba el vendaje de su mano―fue puro instinto, me sentí tan…

    ― ¿Celoso? ―preguntó con interés el mohicano

    ―demasiado―rio por lo bajito―cuanto intentó acercarse contigo yo no pude contenerme

    Akio se quedó mirándolo por un momento, era raro todo aquello que estaba sintiendo, él era mucho más maduro en muchos sentidos y tenía una actitud tan despreocupada y seria que le volvía loco, no se explicaba cómo había sucedido, como en tan poco tiempo una amistad había pasado a ser lo que era ahora, un suspiro ambientaba aquella habitación, no pensó dos veces el acercarse para rosar suavemente los labios del otro, un pequeño sonido de dolor salió de la boca del de rastas, entre risas el otro se separó.

    ―me gusta cuando haces eso―le dijo Yuuto mientras sonreía

    ―A mí me gustó que me defendieras, fuiste muy lindo―se rio por lo bajito―estoy sonando muy cursi, lo siento, pero es que…

    Esta vez fue el de rastas quien tomó la iniciativa para silenciar al otro, sus labios no sentían dolor, tan solo quedaba aquella tibia sensación que tanto le gustaba, ese no sé qué que le sacaba más de una sonrisa, ese latir tan rápido que no podía evitar, no podía y no lo quería, estar a su lado significaba más que un simple sentimiento de un momento, era algo que permanecía junto a él a cada momento. Tanto que ni siquiera desapareció esa tarde al ser regañado por más de tres horas por su padre, el sermón fue más largo aun tomándose todo el fin de semana para ello, lo sabía, jamás le dejaría olvidarlo a pesar de tener un historial más que limpio y un excelente promedio, no, nada eso valía para su padre quien de delincuente no podía bajarlo, pero eso no importaba, lo que había hecho lo había hecho por él y con eso bastaba.

    ― ¿Cómo te fue? ―fue la pregunta obligada al ver que se acercaba apenas a unas calles de la escuela

    ―supongo que no tan mal―alegó el de rastas―mi papá se puso histérico pero nada que no se pudiera solucionar, se le va a pasar pronto

    ―por lo menos no te castigó

    ―de hecho sí, pero él no está en toda la tarde así que no pasará nada si vengo a verte los días que no me dejarán pasar
    ―Siento que estoy siendo una pésima influencia―se quejó Fudou―antes eras un niño bueno

    La recompensa fue un paseo en el parque, uno como muchos otros que habían tenido ya, aunque esta vez se respiraba un aire diferente, kidou no sabía por qué aunque intentaba no pensar mucho en ello, para Akio su compañía le bastaba, estar con él le tranquilizaba, después de todo no podría verlo en algunos días, no hasta que terminara su castigo.

    ―te dije que era lindo―habló el de rastas mientras lo abrazaba

    ― ¡Bastante! Nunca había venido aquí, tiene una gran vista, gracias por traerme aquí

    ―De hecho…te traje por una razón―bajó un poco la cabeza―aquel día todo fue tan rápido, no pudimos hablar de lo que pasó, yo no había querido arruinar el momento, aunque creo que ya llegó la hora

    ―te entiendo―interrumpió Fudou―es complicado empezar―se rio por lo bajito

    ―yo quiero que seas mi novio

    Las palabras de Yuuto parecieron hacer eco en aquel parque, el otro se quedó quieto intentando asimilarlo antes dicho, sus manos temblaban y su mirada parecía por momentos perderse entre la vista que otorgaba aquella tarde, intentó pronunciar palabra, no funcionó del todo, algo malo pasaba, de eso estaba más que seguro.

    ―no creo que esa sea una buena idea―por fin pudo pronunciar el mohicano―tendría problemas con todo el mundo si lo hago, mis padres jamás me lo perdonarían

    ― ¿Por qué deberían molestarse? Soy un excelente partido―bromeó Yuuto

    ―No es por eso y tú lo sabes, ellos me matarían, no puedo hacerlo ahora

    ―Y entonces ¿Por qué actúas así conmigo?

    ―No lo sé―alegó el mohicano―no sé qué me has hecho, yo no puedo pensar en otra cosa que no seas tú, no sé cómo le haces, tú me gustas mucho, pero no creo ser capaz de estar contigo e ir contra todo, en verdad lo siento mucho, nunca fue mi intención jugar con tus sentimientos, nunca quise hacerte daño

    La tarde caía y la gente llenaba de a poco las calles, el ruido de los pájaros y unos cuantos coches a lo lejos interrumpían el silencio que desde hacía un rato había invadido el ambiente, ahora todo parecía tan raro, con esa impotencia que no le dejaba pronunciar palabra alguna, con esa sensación de no saber qué hacer, con ese no sé qué que se desvanecía de a poco, justo frente a él.


    Capítulo 6: Quédate conmigo
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    Kidou se recostó en el pasto para intentar calmarse, la vista lo relajaría aunque sea un poco. Una risa nerviosa salió sin querer, aun no podía creer lo que todo lo que había escuchado, tan solo le quedaba una última pregunta.

    ― ¿Por qué te gusto? ¿Por qué yo?

    ― ¿Qué clase de pregunta es esa? ―alegó el mohicano mientras tomaba asiento junto a él― ¿Por qué te preocupan esas cosas?

    ―Tan solo quiero saber, tú mismo has dicho que yo era un niño bueno, te tomó demasiado tiempo aprenderte mi nombre, soy un Don nadie, no sé qué fue lo que hizo que te fijaras en mí

    ―eres muy lindo e inteligente, no sé, tienes muchas cualidades, me gusta que seas tan serio en las cosas que…fue extraño el mirarte sin sentir nada, comencé siendo tu amigo, pero sabía que eso no iba a durar mucho, me gustabas y no pude evitarlo

    ―Entonces todo esto es tu culpa, si tú no te hubieras acercado a mí no habría tenido por qué pasar todo esto, ahora no estaríamos en esta situación

    ― ¿Mi culpa? ―preguntó Fudou un tanto ofendido―tú también fuiste culpable, si tú no hubieras permitido que me acercara tampoco hubiera pasado nada, pero jamás me detuviste, me correspondías, tú también me besaste, yo no soy el único culpable aquí

    ― ¡Pero qué dices! Tú me provocaste desde un principio―dijo el de rasta mientras empujaba al otro hasta ponerse arriba de él―si tu no me hubieras provocado, así como lo hiciste, no sé, yo no me hubiera enamorado de ti

    El aire golpeaba con fuerza, varios se alejaban ante las hojas que iban de un lado a otro sin saber exactamente a donde iban a parar, sus miradas se cruzaron, no podían evitarlo, un leve rose de labios dio paso a un beso más intenso, nadie observaba, no había testigos de lo que pasaba, de aquellos verdaderos sentimientos que brotaban sin necesidad de ninguna palabra, una mirada impropia, quizá fueron dos, el de rastas optó por levantarse, pero el otro no se lo permitió.

    ―no te vayas, quédate así conmigo

    ―tú fuiste el que dijo que no quería nada conmigo, eres un idiota ¿Lo sabes? Un jodido idiota

    ―Soy un idiota muy guapo y eso no puedes negarlo―respondió de inmediato el mohicano―sé que esto que siento por ti es demasiado, no podría ocultarlo aunque quisiera

    ― ¿Qué quieres decir con eso?

    ―yo te quiero, a la buena, de eso estoy seguro, esto…es en serio aunque no me siento capaz de enfrentar a todos ahora, terminaría cayendo y haciéndote daño, lo que menos quiero es eso, no podría ser tan valiente por los dos

    ―no tienes por qué serlo―le interrumpió el de rastas―podemos serlo los dos, si no quieres que nada de esto llegue a oídos de tus padres por mí está bien, no podemos negarnos algo así, no sé si tú quieras…

    ― ¡Claro que quiero! Yo no te quiero dejar, yo quiero estar contigo todo el tiempo, no paro de pensar en ti, a cada momento, no dejo de imaginar cómo sería el que todo fuera más sencillo

    La oscuridad les rodeaba sin saber exactamente en qué momento había pasado, su respiración se escuchaba lenta al término de cada beso, sus miradas una y otra vez cruzándose con aquel brillo en los ojos que tan solo estando juntos se podía conseguir, uno tras otro, así pasaban los segundos que ya ni se contaban, con pequeñas sonrisas, de esas inexplicables que se contagian una y otra vez, tal acto guardaba entre besos su secreto, no había manera en la cual pudieran separarlos ahora, tan solo debían hacerlo para ellos, sin nadie más que pudiera llegar a juzgar, solo ellos dos.

    Y así pasaron las semanas que parecían desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos, con sus constantes pláticas sobre la vida y quizás algunas de tan poca importancia que solo se recordaba la risa, las tardes en parque o en cualquier otro lugar, las miradas de complicidad por los pasillos de la escuela y esas sonrisas inevitables al escuchar su típico “hola” cada mañana, así pasaba el tiempo, como si no importara lo demás y la certeza de estar juntos fuera más fuerte que cualquier cosa, les bastaba con algo tan simple como eso.

    ― ¿Qué harás esta tarde? ―preguntaba el de rastas mientras salían de la penúltima clase

    ―No lo sé―suspiró―mi familia irá a visitar a una tía y la verdad no estoy de ánimo para ir con ellos

    ―podrías quedarte en la mía si quieres, mi papá salió de viaje por negocios y a mí no me entusiasma mucho la idea de quedarme solo ¿Qué te parece, Fudou?

    Una sonrisa nerviosa tras un “¡Claro! ¿Por qué no?” se hacía presente, el camino hacia la casa del de rastas comenzaba a ser más cortos, Fudou caminaba despacio mirando de reojo aquel vecindario, todas aquellas casas que parecían sacadas de alguna película extranjera le inquietaban de más, un suspiro al viento y el camino continuaba, Kidou se preparaba con algo de prisa para recibir a la visita, un vistazo más por la ventana antes de verle acercarse hasta la puerta, las manos le temblaban y los nervios le recorrieron en un abrir y cerrar de ojos el cuerpo entero, era tonto, él lo sabía, se sentía como en aquellas telenovelas que tanto miraban las chicas de su grupo, pero aun con eso lo aceptó, abrió la puerta casi al mismo tiempo en el que el timbre retumbaba en el salón, una sonrisa de bienvenida y un abrazo antes de cerrarla, así comenzaba la noche del viernes en la residencia de los Kidou, la primera vez que se quedaban juntos, nadie sabía exactamente como asimilarlo ni que esperar.

    Una película de terror, unas palomitas y algunos refrescos, así se pasaba el tiempo de manera rápida entre risas y burlas de quien no soportaba los momentos de tensión de la cinta, fue en un instante en el que sus miradas se encontraron, entre la oscuridad interrumpida por las pequeñas luces provenientes de la pantalla, entre el ruido distante sus manos se encontraron, descubriéndose poco a poco hasta estar lo suficientemente cerca, torpemente sus labios chocaron, como esperando no incomodar al otro, no hubo reclamo alguno de ninguno de los lados, tan solo un torpe movimiento que hacía de aquel beso algo más íntimo. El camino a la habitación se olvidaba de la memoria a cada paso que daban, entre choques y risas lograron abrir la puerta para recostarse lentamente en la cama, la noche pasaba entre besos y caricias en algo que el de rastas nunca pudo describir, ni tan siquiera después de tantos años.

    ―jamás te vi actuar así con nadie―su ex profesor volvió a interrumpir sus pensamientos, esta vez con una frase que Yuuto no podía discutir

    ―tal vez aprendí la lección

    ―No creo que haya sido eso, nadie te preocupó más que él, siempre lo defendiste, de cualquier cosa, frente a toda la gente, nunca hiciste eso por alguien más

    ―Quizá lo está mal interpretando, yo…

    ―Como te dije, no intentes engañarme, te conozco muy bien

    ―sea lo que sea, todo esa ya ha quedado muy en el pasado―alegó Kidou mientras se ponía de pie―pero bueno, eso ya no importa ahora

    ―no creo que exista un pero lo bastante convincente como para darse por vencido, aunque allá tú, si esa fue tu decisión no creo que pueda disuadirte


    Capítulo 7: Culpa
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    Desde aquella noche Kidou no veía la hora de llegar a la escuela y verlo, siempre esperándolo en el mismo lugar una calle antes de llegar a la escuela por si decidían no entrar a clase, a él se le veía ansioso de verle y al de rastas se le notaba nervioso cada vez que su mirada se topaba con la suya, desde aquel día siempre fue así, juntos en cada momento libre que tenían, riendo, platicando una y otra vez de cosas que podrían considerarse insignificantes, pero para ellos era más que eso, llegaron a conocerse tan bien y aun así encontrar cada día una razón más para seguir charlando.

    Los días en lo que las clases pasaban a segundo término eran pasados en parques, museos o simplemente sentados en una banca frente al lago, las cosas eran tan simples en ese momento que la felicidad parecía no terminar nunca, aquellas tardes en casa de Yuuto tan solo abrazados en el sofá o estudiando para algún tedioso examen del profesor de geografía. Fue una tarde cualquiera, así como muchas otras en las que el tiempo se pasaba entre páginas en la sala del de rastas, Akio se quejaba una y otra vez de la magnitud del trabajo de investigación mientras que Kidou reía de medio lado.

    ― ¿Puedo decirte algo? ―interrumpió el de rastas después de uno de los muchos malos chistes del otro

    ―Lo que tú quieras, ya sabes que yo soy todo oídos

    ―Me encanta estar contigo―confesó apenado

    ―Te estás empezando a poner sentimental y todo eso ¿Verdad? ―dijo el mohicano mientras reía

    ―No te rías, es en serio, nunca había sentido algo como esto, sé que te vas a burlar, pero…te quiero

    ―Yo también te quiero―le sonrió―nunca me burlaría de lo que sientes, eres una persona muy especial para mí, te quiero de verdad, Kidou

    El reloj seguía su curso mientras las bromas se hacían presentes, un beso y luego muchos más fueron los que comenzaron todo aquello, los libros regados por la sala, el impulso les había llevado a recostarse en la alfombra, sus manos recorrían con cuidado su abdomen después de haberle quitado la camisa, el otro intentó hacer lo mismo aunque con algo de torpeza, sus besos les dejaban sin aire por un momento, el poco autocontrol que aún tenían se desvanecía poco a poco, tan solo el sonido de la puerta abriéndose fue lo que les hizo separarse de golpe.

    ― ¡Pero qué está pasando aquí! ―fue la frase que detuvo todo acto― ¿Qué creen que hacen?

    Fue en un instante el que les tomó separarse, tan de golpe que no se lo hubieran creído, sus miradas fijas en la persona que había cruzado la puerta, las palabras no querían salir de su boca, Akio permanecía frío, ahí parado intentando a toda prisa el ponerse la camisa, sus manos temblaban y el torpe movimiento de los dedos hacían que los botones no concordaran como deberían, tenía miedo, eso estaba claro.

    ―Supongo que nadie va a contestarme ― el padre de Yuuto se encontraba aun parado cerca de la puerta que ahora permanecía cerrada― ¿Quién diablos es él?

    ―es un compañero de la escuela―la voz del de rastas se escuchaba entre cortada

    ―es un maldito maricón―alegó furioso su padre ― ¿Qué está haciendo aquí?

    ―yo lo traje―está vez Yuuto se escuchaba más seguro de sí mismo, parecía ser que el miedo se había ido poco a poco con el pasar de los segundos

    ―Ahora resulta que te volteaste de lado, eso no lo voy a permitir, no en mi casa, él seguro que tuvo la culpa, tú jamás fuiste así

    ―Claro que no, él no tiene nada que ver en esto, me gusta y eso es todo, él no me obligó a nada, deja de tratarme como si fuera un estúpido, yo quiero esto y tú no puedes cambiarlo

    Akio seguía luchando contra los botones de su camisa, su mirada parecía estar perdida entre los gritos a su alrededor, notó en un momento que se dirigían a él, veía como si de cámara lenta se tratara la cara de cólera del dueño de la casa, las palabras no salían, mucho menos el moverse lo suficientemente rápido para evitar el primero de muchos golpes que llegaron, apoyo su rostro en la alfombra cubriéndolo con su mano, sus costillas eran ahora las más afectadas por los golpes de aquel hombre mientras que su hijo intentaba detenerlo, Fudou no reaccionaba, todo lo veía tan lejano hasta que sus ojos se cerraron despacio; ya no se movía, pero eso no impedía que los golpes se detuvieran.

    ―vas a matarlo―eran las palabras dichas casi a gritos de su hijo que no lograba que su padre se separara―hay que llevarlo al hospital, está muy mal

    El hombre no tuvo piedad alguna y siguió con aquella masacre, Yuuto se tiró al suelo para intentar parar los golpes, ¿Resultado? Graves heridas en el rostro y quizá dos costillas rotas, para el de rastas ahora no importaba, logró llamar a emergencias antes de desmayarse, los gritos de su padre al escuchar las sirenas fue lo último que logró escuchar antes de desmayarse, todo aquello había sido un verdadero infierno.

    ― ¿Cómo te encuentras? ―preguntaba aquella enfermera frente a él

    ― ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ―preguntó Yuuto mientras intentaba ponerse en pie, parecía más que desorientado― ¿Dónde está Fudou?

    ―Tranquilo, no hace falta que te levantes, te desmayaste, estás en hospital, tu amigo está bien, ahora debes descansar, no es bueno que te esfuerces, cuando estés mejor yo misma te llevaré a verlo ¿Está bien?

    Las horas que parecían eternas fueron una completa tortura, los pensamientos en un ir y venir que no se detenía no le dejaban descansar, todo aquello había sido su culpa, de eso no había duda, tan solo quería ver dónde estaba, si estaba bien, poder hablarle y disculparse, que le perdonara por todo, él no debía estar ahí por su culpa, el querer enfrentar a su padre había sido la peor estupidez que había cometido en toda su vida, de eso estaba seguro.

    ―todo esto es por mi culpa, Fudou, tú no tenías por qué haber pasado por todo esto

    ―no seas estúpido―alegó con una voz débil―todo esto me lo he ganado yo

    Esas habían sido las únicas palabras que cruzaron durante su estancia en el hospital, el color blanco, el frío, todos aquellos que hablaban en voz baja intentando ocultar lo que había pasado, era un secreto a voces, todo se silenciaba al pagar la cuenta del hospital, los padres de Akio habían llegado para llevárselo, estaban más que enojados, nadie les culpaba, aun así nadie se atrevió a decirles lo que había pasado, Yuuto pudo llegar a tiempo para verlo irse, serio, con la mirada y cabeza baja, ¿Enojado, triste? No lo sabía, lo único que pasaba por su mente era el hecho de que lejos estaría mejor.


    Capítulo 8: Se fue
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    Era jueves y las clases estaban por terminar, habían pasado dos meses ya desde aquel incidente, Yuuto caminaba a paso lento por los pasillos de la escuela, las heridas habían sanado ya, pero el dolor mental y ese golpecito en el corazón no le dejaba en paz, desde aquella tarde no había vuelto a saber del mohicano, el incesante “¿Se encontrará bien?” que siempre se preguntaba le había llevado a una constante depresión, el de rastas aún no podía perdonarse todo lo que había pasado, que el otro chico hubiera salido herido de tal manera no le dejaba pensar en nada más.

    ― ¿Quieres que te acompañe a casa?

    Aquella pregunta le sacaba de todo pensamiento, giró la cabeza con dirección a aquella voz, hacía tanto que entre ellos no habían tenido una verdadera conversación, de esas que les llevaron a ser los mejores amigos, ahora el de rastas se encontraba siempre distante, sin ganas de nada, ni siquiera de pasar tiempo juntos, tonteando como siempre, ni siquiera estudiando, todo había cambiado

    ―No es necesario―respondió amablemente―yo puedo ir solo, Sakuma, quiero ir al parque a distraerme un poco, necesito dejar de pensar

    ―déjame acompañarte, casi no hemos hablado, necesito decirte algo

    Caminando por el parque, mirando correr a los niños de un lado a otro tras un pequeño balón, se sentaron en una de las muchas bancas, pasaron algunos segundos antes de que uno de los dos rompiera aquel tenso silencio que les había invadido desde que salieron de la escuela, un comentario al aire sobre lo bueno que era el clima en esas épocas parecía funcionar para comenzar una conversación.

    ―me he enterado de lo que pasó, estuvo mal que no dijeras que el culpable de lo que pasó fue tu padre

    ―ganas no me faltaron, hubiera sido bueno que pagara por lo que hizo, pero estaba tan cansado, harto de tantas preguntas que opté por dejarlo como estaba, falta poco para que sea mayor de edad, después de eso no quiero volver a saber nada de él

    ― ¿Piensas irte de tu casa?

    ―Lo que sea para no volver a verlo―alegó el de rastas―cómo quisiera que nada de esto hubiera pasado

    ― ¿Por qué no me contaste lo que estaba pasando?

    Esa era una excelente pregunta, Kidou jamás se había atrevido a platicarle su “extraña” relación con Fudou, no es que no confiara en el que fue su amigo desde el primer año sino que había optado por respetar los deseos del mohicano de que nadie se enterara, Sakuma no sería un traidor si le confiaba el secreto, pero aun con eso no se atrevió.

    ― ¿Dónde está él? ―preguntó Sakuma después de un rato

    ―no lo sé, no he vuelto a verlo desde aquel día en el hospital, no sé ni tan siquiera como está, me siento tan culpable que…

    ―se fue a vivir a otro estado―interrumpió―eso fue lo que escuché, le dijo a sus padres que una pandilla lo había golpeado, era conocido por ser un chico problema así que no hicieron muchas preguntas, se lo llevaron para alejarlo del peligro, se fueron hace unas semanas

    La brisa una vez más les recorría, ambos se quedaron en silencio tan solo escuchando aquellas risas lejanas de niños pequeños que jugaban por el parque, su mirada permanecía clavada en el pasto que parecía estar recién cortado, Yuuto intentaba encontrar las palabras correctas, lo intentaba pero en su cabeza no había manera, las palabras de su amigo retumbaban de un lado a otro, aun no podía creerlo, todo eso era demasiado.

    ―de verdad siento no haberme enterado antes, Kidou, pude decirte…pudiste hacer algo

    ¿Hacer algo? Pero… ¿Qué podía hacer? Si el mohicano había tomado su decisión estaba claro que las palabras del hijo del tipo que casi lo mata no iban a cambiar nada. No le culpaba, todo había sido una horrible pesadilla de la cual el de rastas aún no podía despertar, entendía que él quisiera irse, después de todo el daño que recibió no le quedaba ninguna razón para quedarse, lo que le inquietaba era la versión que había dado sobre lo que había pasado.

    ―Pudo hundir a mi padre, llevarlo a la cárcel―se quejó mientras se levantaba de aquella banca―y no lo hizo porque tenía miedo a que todos lo supieran, esa era la condición, él estaba conmigo con la condición de no decirle a nadie, todo esto que pasó, lo que hizo, no fue para ayudarme, él huyó, yo no podía hacer nada, nunca pude…

    Eso era todo, aquella explosión de emociones era lo último que iba a aguantar, su enojo le hacía apretar las manos, sus pasos rápidos sin mirar atrás, su amigo permanecía sentado tan solo mirándole irse, no podía ir tras él, suponía que necesitaba estar solo, después de todo lo que había pasado no sabía bien como volver a ganarse aquella confianza que con el tiempo se había perdido. Llegó a su cuarto a encerrarse como siempre, su padre nunca estaba y con todo el lio que se había creado ahora menos se le veía por casa, la música en sus audífonos a todo volumen, su mirada fija en el techo y unas cuantas lagrimas que se deslizaban por sus mejillas, el enojo había pasado a ser tristeza y no sabía exactamente en qué momento.

    ―te extraño

    Sus palabras se perdían entre la música, los recuerdos una y otra vez llegaban de golpe, proyectados en el techo de color blanco, como si de película triste se tratara, así pasarían sus tardes, entre la culpa y la desesperación, a Yuuto no le quedaba más remedio que esperar a que todo terminara, hasta el momento en que las clases concluyeran y pudiera irse de ahí, así como lo hizo él.


    Capítulo 9: Reencuentro
    SPOILER (click to view)
    Las puertas de la escuela se cerraban a sus espaldas, la conversación con su viejo profesor había ocupado la gran mayoría de su día, era bueno para Yuuto el volver a ver a viejos conocidos, el estar tanto tiempo en la universidad le había quitado algunos de esos pequeños privilegios, un apretón de manos y una última frase sellaba aquel tan afortunado encuentro, era de noche y el de rastas intentó seguir su camino, inmerso en sus pensamientos daba pequeños pasos con las manos en los bolsillos, un pequeño suspiro que dejaba rastros atribuidos al frio, estaba cansado, no del paseo, sino de tanto pensar.

    ― ¿Cómo es que todo esto pasó? ¿Cómo es que llegué hasta aquí?

    Recordaba la graduación, todas esas promesas y amistades que se dejaban atrás, algunos lloraban otros se alegraban, aun con eso lo único que se le pasaba por la mente era como estaba él, suponía que estaría graduándose también, quizá y con suerte pensaría en todo aquello que habían vivido, ¡Tanto tiempo y aun con esos recuerdos!

    Había logrado un lugar en una de las más prestigiosas universidades del país, no faltó a su palabra y justo un día después de la graduación tomó sus cosas y salió de aquella casa en donde la figura de su padre ya no era soportada, nada le hizo volver, ni las muchas promesas de ser el heredero de la gran empresa de los Kidou; comenzó clases y luchó desde abajo, logró terminar con gran promedio y consiguió un lugar para especializarse en lo que siempre le había gustado, su vida no podía ir mejor, pero aun no le olvidaba.

    ―Sabía que estarías aquí

    Una voz tras él le hizo voltear de inmediato, reconoció a su ex compañero, una sonrisa se dibujó de inmediato en su rostro, ¡Vaya que lo conocía bien! Fue precisamente él quien le había informado que alguien conocido llegaría a la ciudad. Aquella mañana habían tenido una conversación por teléfono, después del saludo y una tonta conversación había salido el tema de la llegada de Fudou a la ciudad.

    ―Sí que me conoces bien, Sakuma

    ―Nos conocemos desde hace mucho, Kidou, era obvio que estarías por aquí, sé que quieres verlo

    Todo aquel paseo lo había llevado hasta allí, no muy lejos se encontraba el paradero de autobuses, sí, lo había pensado todo el día, inconscientemente su deseo de volver a mirarlo tenía ganado el duelo, sus ojos intentaron mirar hacia otro lado, era inútil teniendo a su mejor amigo delante suyo, su mente aun dudaba, no estaba completamente seguro de que intentar revivir los viejos recuerdos entre ambos fuera una buena idea, todo lo que había tenido que pasar para poder recuperarse de tan duro golpe, siempre se culpaba, una mala costumbre que a pesar del tiempo aún conservaba, ¿Le recordaría? Era una de las preguntas que más se hacía durante aquellas noches en las cuales no podía dormir, se respondía a si mismo diciéndose que seguramente lo odiaría, no le culparía por ello, pero en esta ocasión tenía la oportunidad de saberlo de su propia boca.

    ―No pierdes nada si vas―alegó su amigo tomando asiento en una pequeña barda cerca de ahí―si no le interesas te lo dirá y tu sufrimiento poco a poco encontrará su fin, si es que aún hay manera de solucionar aunque sea un poco entonces será mejor para ti

    ―No lo sé, Sakuma, creo que lo que tengo es miedo―respondió después de soltar un pequeño suspiro―lo he imaginado tantas veces, pero jamás pensé que tendría la oportunidad de volver a verlo, me acostumbré a responderme mis propias preguntas que no sé si quiero escuchar las verdaderas

    ―créeme, no serán peor que las tuyas, tú sí que eres dramático

    No podía negarlo, todos las escenarios imaginados por el de rastas terminaban terriblemente mal, de alguna u otra manera siempre lograba hacerse el mayor daño posible, nunca se imaginó uno en donde el mohicano le interesara estar nuevamente con él, bueno, si lo hizo, pero hacía muchos años ya de eso, las esperanzas se habían acabado con el paso de los días, meses y años.

    ―puede que ya no tengas otra oportunidad

    En eso tenía mucha razón, no tendría una segunda oportunidad, debía verlo aquella noche o sería todo. Sus pasos apresurados en medio de aquella sala, el largo pasillo color gris reflejaba la luz de las lámparas, el reloj que marcaba la llegada del último autobús, su mirada, también con prisa, buscaba entre la gente, ¡Pero qué tontería! Probablemente no lo reconocería después de tanto tiempo, aun con eso no perdía la esperanza, miraba con cuidado mientras intentaba reconocer aquellos ojos que tantos suspiros le habían robado. Aquella sala se vaciaba poco a poco, “probablemente ya se haya ido” eso era en lo único que podía pensar mientras que el tiempo seguía su curso, sus esperanzas se acababan al verse casi solo en aquella estación.

    ―Definitivamente esta no fue una buena idea

    El autobús daba la vuelta, su lugar de estacionamiento le esperaba y las pocas personas que quedaban ya tomaban sus cosas dispuestos a irse, Yuuto decidió dar la vuelta, cabizbajo comenzó su camino, a lo mejor y de último momento se había arrepentido, a lo mejor la fuente de su amigo Sakuma no eran tan confiable después de todo, quién sabe, a lo mejor todo eso no fue más que una tonta ilusión que le hizo darse cuenta de que aún no lo había olvidado del todo, ¡Después de tanto tiempo! Era increíble.

    ― ¿Estás aquí para recogerme?

    Esa voz, lo recordaba, ¿Cómo podría olvidarla? La escuchaba a diario en todos sus sueños, en sus pensamientos, era algo que se había quedado tan dentro que sin importar cuanto lo intentara no podía sacar de su memoria, se giró de inmediato sin saber exactamente en qué momento, aquella necesidad de verlo una vez más le había ganado, no hizo ningún intento de detenerlo, era tarde, tan solo quería poder mirarlo. Y parecía que no había pasado el tiempo, la misma mirada, esa que tantas veces le hizo soñar despierto, era más alto, quizá era la emoción de verlo, no sabía que decir, se quedó ahí, inmóvil.

    ― ¿Eso es un no? ―preguntó mientras sonreía un tanto nervioso

    ―Estás más guapo de lo que recordaba

    ― ¡Vaya que eres directo! ―se rio por lo bajito―entonces ¿Estás aquí por mí?

    ―Hace mucho que no te veía, después de todo lo que pasó, yo…

    ―Kidou, realmente lo siento, el irme así fue una estupidez, mis padres me obligaron a hacerlo, tuvieron miedo de que volvieran a golpearme, fue una larga historia la que tuve que contarles, no pude despedirme y en serio que lo lamento tanto

    ―Nunca dejé de pensar en ti, Fudou, todos los días, en mi mente, ahí estabas tú, no sabes cuánto te extrañé, todo el tiempo

    ―yo también te extrañé mucho, tengo muchas cosas que contarte, quiero que de ahora en adelante estés conmigo

    ― ¿Has venido aquí por mí?

    ―Mi querido Kidou, creo que esa pregunta yo te la he hecho primero, y hasta ahora, no me has respondido

    El mismo tono de voz, las mismas risas, las mismas miradas de años atrás, ese brillo en los ojos, ese latir del corazón, los suspiros sin explicación, todos aquellos momentos perdidos, quizá era momento de recuperarlos. Yuuto miró de reojo la pantalla de su teléfono celular, sus pasos con rumbo a la salida, esa sensación que les acompañaba desde el momento en que sus miradas volvieron a cruzarse, caminando juntos por las mismas calles de siempre, tantos años y parecía como si hubiera sido ayer, como el primer momento, ese en el que la certeza de estar juntos para siempre nació, ahora ya nada importaba, todo lo malo pasaba página y tan solo quedaba un futuro que ninguno de sus padres podría arruinar, ahora tan solo estaban los dos y a pesar del tiempo perdido ya todo estaría bien.


    FIN
     
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