Pureza|| AU (Varias parejas)

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  1. ~Akemi~
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    Hola. ¿cómo han estado? ¿hay alguien aquí todavía?

    Sé que deben odiarme por desaparecer tanto tiempo. La escuela apenas me deja respirar y me quitaba todas las ganas de escribir. Se suponía que regresaría a este proyecto en cuando saliera de vacaciones y lo estoy retomando justo a una semana de volver a la escuela. Uhg a veces me enojo tanto conmigo misma.

    Pero en fín, aquí les dejo el primer capítulo, no es la gran cosa pero es una apertura para lo que le sigue.
    Esta vez prometo hacerme un espacio entre clases para responder, pero no tengo idea de con cuanta frecuencia estaré subiendo los capítulos.


    —❤—
    La pureza ideal del amor juvenil coexiste con un deseo ardiente, imperativo.

    large

    Flores





    En muchos lugares y mentes había fronteras, fronteras que dividían, que cegaban, que separaban lo bueno de lo malo. Todos pensaban que las fronteras debían derrumbarse, para ver el sol que cubre todo lo que hay del otro lado de ellas, pero a veces estas no hacen más que proteger las criaturas hermosas que habitan fuera, protegiéndolos del mundo de adentro donde todo parece derrumbarse, dejándolas esconderse entre ríos y pastizales, regalándoles hermosas flores multicolores y alejándolas de la agitada vida de adentro, del dolor y de la masacre de la que nadie, encerrado entre eses paredes, puede escapar.

    Cuando el sol estaba por ocultarse y dejaba de castigar duramente la tierra, Hiroki salió de su casa, mirando solamente por unos instantes hacia atrás. Su hogar era pequeño, apenas construido con madera y algunas palmas entrelazadas como techo, pero no tenía nada de que quejarse, después de todo vivía a las afueras de la ciudad, donde las paredes que rodeaban ese agitado mundo se habían caído hacía mucho tiempo, mezclándose con el pasto y las flores y elevando su polvo hasta el cielo.

    Su familia era pequeña, sólo contaba con su madre quien siempre estaba enferma y su padre, que trabajaba muy duro con sus ovejas saliendo con los primeros rayos de sol y regresando cuando de nuevo las estrellas brillaban en el cielo.

    Hiroki llevaba en las manos una cesta, que esperaba llenar de flores para llevarlas al día siguiente a la ciudad, donde podría venderlas a un precio alto y quien sabe, tal vez dejar unas cuantas en el templo para pedir por la salud de su madre. Le gustaba recolectar especialmente unas flores rojas que crecían lejos de su casa y que cubrían las ruinas de lo que alguna vez fue una gran muralla.

    Pero no sólo le gustaba recolectar esas flores por su color o su aroma, sino porque era una pequeña oportunidad para alejarse de su casa y que la brisa impregnada por fragancias de la primavera, se llevara lejos todos sus problemas. También era una excusa perfecta para encontrarse con alguien especial, con aquel que con sus besos y caricias podía levantar cualquier carga de sus hombros.

    Esperó pacientemente mientras recolectaba con delicadeza las flores, tratando de que no se dañaran demasiado, pues aún necesitaba que estuvieran lindas al día siguiente. Esperó con las mejillas encendidas y las manos ansiosas, pero cuando una brisa fría chocó con su piel comenzó a desesperanzarse, tal vez no podría ver a Nowaki esa tarde.

    La luna estaba por caer cuando lo vio a lo lejos. Hiroki dejó la canasta sobre el pasto y esperó a que Nowaki se acercará a él. Siempre lo esperaba de la misma manera, con los ojos brillantes y manteniéndose quieto mientras él le besaba con suavidad los labios, la frente y las mejillas.
    —Has tardado — Le reprendió con un suave puchero en los ojos a lo que Nowaki sólo respondió juntando sus rostros, dejando que sus narices se rosaran.
    —Lo siento. No me he dado cuenta de en qué momento ha atardecido.
    —En realidad no importa —Le interrumpió para volver a tomar sus labios.

    Hiroki notaba que acababa de trabajar. Su cuerpo todavía estaba caliente por el horno en el cual hacía cerámica y su cabello se encontraba revuelto y desordenado, al igual que su ropa. Nowaki hacía cerámica, desde grandes vasijas donde se llevaban litros de agua y vino hasta pequeños recipientes donde se guardaban ungüentos y perfumes. Tal vez por eso siempre tenía las manos cálidas.

    Se recostaron en el césped mientras hablaban de su día. O más bien Nowaki hablaba de su día, ya que Hiroki permanecía en su pecho, más atento a las nubes que se teñían de rosa que a la conversación con Nowaki. Él en realidad no tenía nada que decir. Se pasaba toda la tarde cuidando de su madre y esperando pacientemente a que su padre regresara a su hogar. Además, hablar de su familia no le apetecía especialmente. No cuando su madre se veía cada vez más enferma y pálida.

    —Creo que será mejor que te lleve a tu casa — Sugirió Nowaki cuando notó su mirada perdida y la palidez en su bello rostro. Pero Hiroki negó.
    —Quiero estar un momento más contigo.

    Hiroki se aferró a su pecho, besando con suavidad el hombro de Nowaki, ya sin prestarle atención al firmamento ni a lo que pasaba a su alrededor.

    Suspiró con su cálido aliento chocando en la piel de Nowaki, se dejó envolver por su olor, fresco y agradable mientras metía sus manos entre sus ropas, sintiendo la piel suave y firme contra sus palmas. Hasta que Nowaki tomó sus muñecas, apartándolo con suavidad.

    —Buscas cosas con las que no puedes lidiar, pequeño muchacho. —Había un pequeño reproche que Hiroki ignoró, más aún cuando se fijó en su amado. Tenía carbón en el cabello, y flores silvestres sobre sus mejillas y coloreadas en sus labios, así como todo el firmamento nocturno en los ojos.

    Mi chico con ojos de cielo. Se quedó pensando Hiroki al tiempo que se tomaban de la mano con las estrellas como único testigo.

    —¡Las estrellas! — Hiroki salió de su ensoñación. Levantándose de su lecho de hierba. —Ya es terriblemente tarde, mi padre debe de estar por llegar. — Besó a Nowaki en los labios y se despidió fugazmente de él, prometido que lo buscaría en cuanto regresara de la ciudad.

    Para su fortuna, su padre aún no estaba en casa cuando llegó a su hogar y su madre aún dormía. Colocó las flores en un jarrón lleno de agua y se encargó de cuidar a su madre hasta que su padre llegó a su hogar. En cuanto lo vio Hiroki fue a recibirlo, lo notaba cansado como ya era habitual en él, sin embrago su padre siempre le sonreía y revolvía su cabello con amor.

    —❤—


    Antes del amanecer Hiroki y su padre ya partían en una enorme carreta que iba cargada con flores silvestres y varios kilos de lana, que el padre de Hiroki esperaba vender en la ciudad. Habían dejado a su madre al cuidado de una de sus vecinas pues no esperaban llegar esa misma noche.

    Sonrió cuando el cielo comenzó a teñirse de rojo y ellos cada vez se acercaban más a la ciudad. Hiroki estiró sus brazos dejando que el viento cálido le despeinara el cabello. Algunos pétalos de flores volaron entre sus dedos, haciéndolo sentir feliz y libre.
     
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10 replies since 1/5/2017, 04:46   327 views
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