[Short scary stories | Vol.2]

||Asegúrense de mirar bien bajo la cama||

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    Holy dewdrop!

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    Hey hoo, criaturillas!

    He vuelto a barrer internet y vengo con una nueva compilación, justo para esas noches en las que por curiosos motivos Morfeo parece no apiadarse de nuestra alma.

    Pónganse cómodos y, ¡A leer!


    - - -

    Una nueva vida.



    SPOILER (click to view)
    Había sido un largo día de invierno, estaba decidida a ver la TV hasta dormir. Debido al clima, nuestro sistema de cable tenía muchas interferencias, así que decidí ver un canal local. No había nada interesante, solo noticias, pero una en especial llamó la atención de mis padres, y la mía también. Al ver la primera imagen, mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente.

    En nuestra ciudad, las calles se congelan debido a las bajas temperaturas. Los accidentes de tráfico abundan aquí, ya era algo habitual, pero… las cosas cambian cuando es un ser querido quien está bajo los escombros.

    Comenzó a llover, a montones, mientras escuchábamos el reportaje y las lágrimas comenzaban a caer.

    Según el reportero, en la tarde, hubo un accidente en la avenida principal. Reconocí esa motocicleta, era la de mi hermano Daniel. Él se había peleado con mis padres esa tarde, así que salió de la casa, se subió a su motocicleta y arrancó, a toda velocidad.

    Tuve un mal presentimiento, pero no le di importancia, ellos siempre peleaban.

    Entonces, el teléfono sonó; mis padres lo cogieron rápidamente. Era la policía llamando para que fueran a recoger el cuerpo de mi hermano, quien tuvo un horrible accidente por ir a exceso de velocidad. Comencé a llorar, no podía parar, el dolor me carcomía viva. Quería ir con ellos, pero ellos me dijeron que no. Que no estaba preparada para algo así.

    Me quedé sola. No podía con el dolor: mi hermano, la única persona a la que podía contarle todo, mi confidente, mi protector, ahora estaba… muerto. Subí a mi cuarto, comencé a ver nuestras fotos; vaya manera de torturarme, pero, a pesar de todo, sentía alivio de alguna forma. Verlo a él, sonriente, cargándome en su espalda como siempre lo hacía, me hacía pensar que, en donde sea que estuviera, se fue con buenos recuerdos, a pesar de la pelea. Sus peleas con mamá eran algo recurrente, siempre peleaban. Él siempre se iba, a toda velocidad, y regresaba al anochecer. Era su forma de bajar su enojo, le encantaba la velocidad. Mi mamá aprovechaba esos ratos libres para escribir, eso la ayudaba. Cuando era de noche y ambos se reencontraban, se abrazaban y se disculpaban. Tristemente, hoy no fue así; pero yo lo sé, si esto no hubiera sucedido, ese abrazo, esa disculpa, todo habría tenido lugar esta noche, y él lo sabía.

    Dieron las dos de la mañana y mis padres no regresaban, yo estaba muy preocupada. Mi corazón se aceleraba y mis lágrimas no paraban de salir cada vez que pensaba en lo acontecido. Intentaba calmarme, intentaba dormir. «¿Y si todo es un sueño?», pensé, pero era la realidad. Mis pensamientos me comían viva. Intentaba relajarme, el lugar del accidente no estaba tan cerca. «Quizá por eso tardan tanto, hay que cruzar esa horrible carretera para llegar a la avenida principal», pensé. Cuando miré el reloj nuevamente, ya eran las 2:30 a.m., y justo en medio del silencio, el timbre sonó.

    Bajé corriendo, pues afuera llovía, parecía un diluvio.

    Tropecé mientras bajaba las escaleras; a veces solía ser muy torpe. Pero me levanté, sin dolor alguno, y seguí corriendo hasta la puerta.

    Cuando la abrí, mi sorpresa fue enorme. No sabía qué decir, ni qué hacer; estaba en shock.

    —¿Ma… Mamá? ¿Papá? ¿Daniel? ¿Qué sucedió? —pregunté. Estaba sorprendida, pero ellos no respondieron, solo se quedaron allí, inmóviles—. ¿Dany? ¿Estás bien?

    —Sí, hermanita. Tranquila, todo está bien —
    respondió. Su voz se escuchaba más serena, muy diferente.

    —¿Papá? ¿Có… Cómo…? —tartamudeaba. Estaba nerviosa, confundida.

    —Estaba tendido en el pavimento, tuvimos suerte de poder traerlo —respondió mi padre. Todo se estaba tornando muy extraño.

    —Ya basta de preguntas, cariño, es hora de irnos, hemos venido hasta aquí por ti. Estaremos de nuevo todos juntos, en familia, sé que nos has estado esperando —dijo mi madre. No entendía nada.

    —¡¿De qué están hablando?! —grité, al mismo tiempo en el que la TV se encendió.

    Estaban transmitiendo una noticia, otro accidente más. El reportero decía que hubo un terrible accidente en la congelada Carretera 86. Un tráiler perdió el control y se estrelló contra una Toyota Highlander que iba en exceso de velocidad. Las dos personas que iban en la Toyota perdieron la vida, mientras que el conductor del tráiler resultó con heridas menores. Las víctimas fueron identificadas como Harold y Katherine Robertson. La cara del reportero cambió, cuando por radio le dijeron que ellos eran los padres de Daniel Robertson, otra persona que había muerto por un accidente de tráfico esa misma tarde. En ese momento pude entenderlo casi todo.

    —¿Ustedes están muertos? —fue lo único que logré decir.

    —Así es, Jes. Ahora es tiempo de irnos, hay mucho por recorrer, hermanita —dijo Daniel. Quería llorar, pero las lágrimas no salían.

    —¡Yo no quiero morir todavía! —grité. Estaba muy asustada.

    —Cariño, no te llevaríamos si no estuvieras muerta todavía —respondió mi madre, al mismo tiempo que señalaba a las escaleras.

    Volteé, y todo comenzaba a tomar sentido. Estaba allí, tendida en el suelo. Mi cabeza estaba abierta, sangrando, en el filo del último escalón. No pude soltar ni una palabra, tampoco pude llorar, realmente no podía sentir nada. Mi cuerpo estaba a unos metros de mí. Pálido, sin moverse; era una pesadilla. Después de eso, mi madre me dijo que era hora de irnos. Mi hermano hizo lo de siempre, se dio la vuelta y yo me subí a su espalda. Pude ver la felicidad en su rostro, pues estábamos todos juntos de nuevo, listos para vivir una nueva vida.

    - - -

    Autor: Anthony Cruz ||fuente||


    Historia sin título.



    SPOILER (click to view)
    Vivo en Osaka, Japón, y a menudo uso el metro para ir al trabajo en la mañana. Un día, cuando estaba esperando el tren, me di cuenta de un vagabundo parado en la esquina de la estación de metro, susurrando para sí mismo mientras la gente pasaba. Sostenía una taza y parecía suplicar por cambio. Un hombre gordo pasó cerca del hombre, y lo escuché decir «cerdo». Vaya, pensé. Este vagabundo está insultando a las personas, ¿y aun espera que le den dinero? Luego, un alto empresario pasó y el vagabundo susurró: «Humano». ¿Humano? No puedo discutir con eso. Obviamente, él era humano. Al día siguiente, llegué temprano a la estación y tenía tiempo que desperdiciar, así que decidí pararme cerca al hombre y escuchar sus extraños susurros.

    Un hombre flaco y demacrado pasó frente a él, y escuché al vagabundo susurrar «vaca». «¿Vaca?», pensé. El hombre era demasiado flaco como para ser una vaca. Se veía más como un pavo o un pollo para mí. Un minuto —o algo así— después, un gordo pasó, y el vagabundo dijo «patata». «¿Patata? Creí que a todos los gordos les decía “cerdo”».

    Ese día, en el trabajo, no podía parar de pensar en el vagabundo y su comportamiento extraño. Seguía intentando encontrarle alguna lógica o patrón a lo que estaba susurrando. «Quizá tiene algún tipo de habilidad psíquica», pensé. Quizá sabe lo que las personas fueron en sus vidas anteriores. En Japón, muchas personas creen en la reencarnación. Observé al vagabundo varias veces y empecé a creer que mi teoría era cierta. A veces escuchaba al hombre decir cosas como «conejo», «cebolla», «oveja» o «tomate».

    Un día, la curiosidad me ganó y decidí preguntarle qué estaba pasando. Mientras caminaba hacia él, me miró y dijo «pan». Puse un poco de dinero en su taza y le pregunté si tenía algún tipo de habilidad psíquica. El vagabundo sonrió y dijo: «Sí, de hecho. Tengo una habilidad psíquica. Es una habilidad que obtuve hace años. Pero no es lo que quizá esperes. No puedo predecir el futuro o leer mentes, o algo así». «¿Entonces cuál es tu habilidad?», pregunté. «La habilidad es simplemente saber qué fue lo último que comió una persona», dijo.

    Me reí, porque me di cuenta de que tenía razón. Dijo «pan». La última cosa que había comido para el desayuno ese día fue una tostada. Caminé lejos, sacudiendo la cabeza mientras pensaba: «De todas las habilidades psíquicas que alguien puede tener, esa puede ser la más inútil».

    - - -

    Traducción al español: Spoby ||fuente||


    Bailarín nocturno.



    SPOILER (click to view)
    ¿Alguna vez has tenido una de esas sensaciones de que algo está mal? Aunque no durante el día, durante la noche. Me refiero a ese sentimiento súbito de pavor que te ordena despertarte. Gracioso, es como si la maldad nocturna emanara algo que tu cerebro durmiente sabe captar.

    Tuve una de esas sensaciones recientemente. Me forzó a despertarme a las dos o tres de la madrugada. Cuando sientes esto, por lo general te quedas acostado fingiendo sueño, o, si te sientes osado, echas un vistazo alrededor de la casa. Tras fallar en encontrar algo, regresas a dormir inevitablemente. Es lo que debí haber hecho.

    Debí haberme quedado dormido.

    Esa noche me senté derecho. Por un largo rato, me quedé sentado mirando fijamente a la oscuridad del cuarto antes de darme cuenta de que estaba despierto. Luego, el miedo hizo efecto: esa sensación opresora que compacta tu pecho y serpentea en su camino por tu garganta. Estaba solo y con la mirada dilatada sin razón alguna. No podía oír los signos típicos de un allanamiento o los sonidos fantasmagóricos de la fuga de una válvula.

    Sin pensarlo más, me levanté y caminé hacia la ventana que daba a la parte trasera de la casa. Abrí solo lo suficiente de la cortina como para asomar mi cabeza y me enfoqué en mi patio iluminado por la luz de luna.

    Debí… haberme quedado dormido.

    Afuera, dando saltos en mi jardín, estaba un payaso. Tenía pliegues en sus mangas y cuello, pantalones abultados y zapatos flexibles. Su rostro, pintado en blanco, era rematado por una gran nariz roja de goma. Sin duda alguna, era lo último que hubiera querido ver por la madrugada.

    Bailaba en silencio total repitiendo un paso al que solo los niños encontrarían divertido. Lo vi con fascinación tensa mientras recorría el jardín, intentado ignorar el creciente bulto en mi garganta. Se movía, deteniéndose ocasionalmente para jugar con mis herramientas de jardinería u oler las plantas incipientes. Después valseó hasta un retoño de roble que había plantado para luego desaparecer.

    Parpadeé. No era posible. Caminó detrás de la delgada planta infante, pero no regresó del otro lado. Tuve que haber podido mantenerlo en mi mirada hasta el último momento, pero no fue así. Fue como si el payaso caminó a través de una puerta escondida cerca del retoño.

    Deseé que todo fuera una especie de sueño lúcido. Pretender que nada sucedió era más fácil que la verdad. El payaso regresó, noche tras noche. Por semanas llegué a verlo bailar en mi patio, y al final de cada noche desaparecía de la misma manera. Una noche, desapareció detrás de una manguera de jardín, solo para reaparecer segundos después tras la podadora.

    Esta noche lo encontré cavando un agujero en el jardín. Nunca lo había visto hacer algo como eso antes, y mi pensamiento inmediato fue que el payaso estaba cavando mi tumba. El agujero se hizo más y más profundo en lo que cavó hasta que la cima del agujero se alineó con su cabeza. Una vez que había terminado, se paró frente al agujero sin moverse, cuando, de la nada, giró su cabeza. Mi corazón latió tan fuerte que pude sentir el hierro en mi paladar. Estaba a punto de alejarme de la ventana a un mismo momento en que lo vi agacharse y arrancar una flor. El payaso puso el tallo entre sus dientes y plantó la pala firmemente en la tierra, antes de estirar tirantes imaginarios y admirar su trabajo como un granjero. Mi corazón pulsaba aceleradamente para ese punto, aunque estaba aliviado de que no me había visto.

    Como si esa cosa me hubiera leído la mente, se dio la vuelta para encararme. Nunca pensé que añoraría un paro cardíaco. Escupió la flor y corrió hacia mí con sus pies aleteando hacia los lados. Se detuvo a unos metros de la casa, sonriéndome con sucios dientes anaranjados, y señaló al agujero llamando mi atención como un niño que acaba de terminar su pintura de dedos. Congelado en mi lugar, lo único que pude hacer fue sacudir mi cabeza furiosamente en ademán negativo.

    La sonrisa del payaso se desplomó y se rascó la cabeza como si estuviera confundido. Avanzó hacia el agujero y lo señaló de nuevo. Lo hubiera mandado a comer mierda si pudiera. Se quedó parado ahí por un momento antes de actuar animadamente su momento de «¡ajá!». Luego se contoneó hacia la pala enterrada y desapareció detrás de ella. Estuve a la espera de que reapareciera en el jardín como antes. Recé silenciosamente para que fuera así, hasta que escuché la puerta de mi armario abrirse.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||



    El perseguidor.



    SPOILER (click to view)
    Esa noche, las últimas franjas de luz pálida se debilitaban en la vastedad de la ciudad. Las calles, aún húmedas por la lluvia reciente, destellaban tenuemente. El alumbrado público no había cobrado vida, y las calles permanecían suspendidas en ese apasionante momento desenfocado entre la luz y la oscuridad.

    Iba camino a mi casa luego de lo que había sido un día de trabajo difícil, dejándome exhausto y desalentado. Daba pasos largos; mis manos iban recogidas en mis bolsillos a manera de puños, enterrados al fondo de la tela. Hacía frío. No un frío mordaz; uno asesino. Un frío que deslizaba sus níveas manos trepando ligeramente tu piel. Murmullos de tacto que ocasionaban piel de gallina y sospecha. Pude sentir mi ritmo cardíaco acelerarse, mi aliento agitarse.

    Me detuve —ojos sellados— y escuché el crujido ahogado de una pisada detrás de mí. Luego nada.

    Alguien me seguía.

    Me preparé para salir corriendo, con todos los resortes y engranajes girando, y ahora era inconfundible. Definitivamente tenía a un perseguidor. No miré atrás, solo corrí. Mi pie golpeó fuerte el pavimento, chirriante. Corrimos juntos, mi perseguidor y yo; un baile maníaco de alto riesgo. Por carreteras, callejones y sobre latas de basura. Al final, llegamos a mi calle. Salté apoyando el brazo sobre una valla, atravesé un patio. Llegué a mi entrada; una inspección frenética de mis llaves. No lo dudaba, si solo podía llegar a mi sótano antes de ser capturado, estaría sano y salvo en casa.

    Corrí a la puerta de mi sótano, empujándola de su marco, y luego recorrí las escaleras saltando los dos últimos escalones antes de ocultarme en las sombras.

    Mi perseguidor detuvo su ritmo en tanto se acercó a los escalones de mi sótano; con cada pisada, descendía todavía más hacia el brillo turbio. Un débil rayo de luz que caía resplandeciente desde la entrada del sótano me permitió ver la mano de mi perseguidor cepillando y palpando su camino a través de la gélida pared del sótano, buscando el interruptor de la luz. Escuché cada aliento que tomaba —irregular, pesado y húmedo—.

    Cuando su mano descubrió el interruptor, lo encendió prontamente.

    Vi cómo el hombre en uniforme azul se detuvo en su lugar, congelado por el terror mientras su mirada barría la habitación. Desde las paredes teñidas en sangre, al congelador cruento en la esquina, hasta lo que quedaba de mi última cena en la mesa quirúrgica.

    No me escuchó acercarme detrás de él, pero debió sentir el bulto palpitante en mis pantalones cuando vacié una jeringa entera en la carne de su cuello.

    «Bien, oficial —susurré en el oído del policía mientras su cuerpo se desplomaba—, parece que ha resuelto el caso».

    Una sonrisa despiadada reptó a lo largo de mis labios.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||


    La despedida de un esclavo.



    SPOILER (click to view)
    Mi fin se acerca. Lo sé bien ahora. Las cosas que mi amo me dice… es demasiado duro a veces. Mencionó algo antes… Sonó como si… como si me fuera a reemplazar. Como que si, dentro de poco, va a realizar una operación en mí. Y estoy preocupado.

    Probablemente te he confundido; déjame explicarte. Hago quehaceres para mi amo casi todos los días. Las ocasiones en las que no me solicita, tengo otras cosas que hacer o me pone a dormir. La manera en la que hace esto nunca ha sido normal: aunque quiera despertarme, no puedo hacerlo.

    Al día siguiente, quiere que me levante y la rutina se repite. Me hace inspeccionar una biblioteca inmensa; encontrar información para él. He perdido tanta destreza para este punto, a mi edad.

    ¡Mi biblioteca es fantástica! En mi tiempo libre, reviso todas las cosas nuevas que han llegado ese día. Libros, retratos, discos, prácticamente todo lo que te puedas imaginar. Cuando los busco, me hace mostrárselos. Es simplemente increíble. Hay muchas cosas que soy capaz de hacer.

    Comúnmente, me pide que busque escritos para él, y, por supuesto, obedezco. A veces juega videojuegos conmigo; algunos son fáciles, pero en otros se me hace difícil hasta que cambia las reglas para facilitarlo. Le gusta que le cuente historias de terror, y se las describo lo mejor que puedo. A veces me pide que actúe escenas, como obras; puede complicarse si debo hacerlo ver realista, pero no siempre es muy retador. A veces también me pide que le pinte dibujos que le agradan, lo cual puede tardar dependiendo de lo que quiera.

    A mi edad, sin embargo, he llegado a notar que no es tan fácil llevarle el ritmo a sus órdenes, y se me vuelven problemáticas algunas de las cosas nuevas. Ahora, los juegos son más confusos, las obras más extenuantes y me pierdo al tratar de buscar algunas cosas en la biblioteca. Me pongo a ver a los demás esclavos, dominados por otros amos, y los envidio. Son tan jóvenes y tienen tanta vitalidad. Pueden lidiar con hacer varias cosas a un mismo tiempo y se lo presumen a sus amos.

    Sé que mi amo está consciente de esto también. Sé que no quiere a alguien como yo. Se enoja más conmigo con cada día, y sé que está almacenando los recursos para adquirir un nuevo esclavo.



    Me doy cuenta de que me reemplazará pronto. Me ha hecho utilizar la documentación en la biblioteca para evaluar a los demás esclavos disponibles. Cree que no tengo sentimientos, pero se equivoca, y su descaro me hiere.



    El día de hoy volvió con otro esclavo. Me hizo escribir todos mis conocimientos para dárselos a este esclavo. Ahora, escucho su última orden: reproducir, por última vez, la tonada que siempre toco antes de irme a dormir. Y en tanto finalizo con la melodía, y estoy por dormirme, le muestro mi último mensaje: «Windows se está cerrando».

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||


    La mesera.



    SPOILER (click to view)
    Te acabas de mudar a tu departamento nuevo en otra ciudad. Después de un año de vivir así, errante, casi has olvidado el propósito en hacer amigos, ya sea en el trabajo o en cualquier otro lugar.

    Buscando un local tranquilo en el cual puedas pasar el rato, descubres una cafetería pacífica en las afueras de la zona. La mesera es muy atractiva. Además, aparenta ser la única empleada del local; quizá su dueña. Nunca ves a nadie más comer allí. Te parece el lugar perfecto.

    Hacerle el amor se llega a convertir en una rutina. Vas allí a cenar casi cada noche con tal de verla.

    Pasan los meses, sin embargo, y logras hacer otros amigos. Comienzas a frecuentar la cafetería cada vez menos, hasta que dejas de ir por completo.

    En un bar, charlando con tu amigo, mencionas lo excitante que era visitar a la mesera de la cafetería. Él opina que, para creerlo, debe verla con sus propios ojos.

    Lo llevas allí una noche, pero solo encuentran un edificio en ruinas. Logran abrir la puerta con mucha dificultad. La suciedad de la cafetería es desagradable, y detrás de la barra hay un cadáver mohoso que despide un hedor de pus y podredumbre.

    Cuando la policía llega a la escena, los interrogaron a ambos. La policía les informa que se trató de un homicidio, y que la chica fue violada un centenar de veces después de su muerte. Una vez que han recopilado toda la información de la que ustedes disponen, el oficial dice que los escoltará a la comisaría, pues extraerán una muestra de ADN tuya y de tu amigo para poder descartarlos como sospechosos. De repente, estás realmente preocupado.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||


    Medicación.



    SPOILER (click to view)
    No recuerdo el momento exacto en el que comenzaron las alucinaciones, pero sí recuerdo la primera vez que me ovillé en el piso de mi habitación, agonizando debido a las llamaradas sofocantes y los gritos que solo yo podía ver y escuchar.

    Mi papá me encontró. No sé cómo habría recuperado la compostura de no ser porque él estuvo ahí, diciéndome que todo pasaría, que estaría bien. Que todo estaría bien. Luego de eso, me insistió a menudo con que fuera a ver un médico, un psiquiatra, pastor o algo; alguien que supiera ayudarme con estas terribles imágenes en mi mente.

    Al principio no me sentía muy animado con la idea. Pese a que me desagradaban las alucinaciones, tampoco quería que me dijeran lo enfermo que estaba. No me consideraba enfermo en lo absoluto.

    Pero, a media que las alucinaciones empeoraron más y más, y mi papá me aseguraba que cualquier persona con un doctorado no tendría ningún problema para curarme, accedí y hablé con una psiquiatra.

    Ella me dijo que era síndrome de estrés postraumático. Lo estaba experimentando a causa del devastador accidente vial en el que mis padres murieron cuando era un adolescente.

    Me recetó unos medicamentos y las alucinaciones desaparecieron. Al igual que mi papá.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||


    La ventana.



    SPOILER (click to view)
    Me encontraba en mi alcoba haciendo las típicas actividades en casa de un adolescente: quedarme despierto hasta tarde, enterrarme en las profundidades del internet, y solo no desviar mi atención de nada que no aconteciera en el monitor. Llegó la madrugada, cerca de las dos de la mañana, y todos en mi casa estaban dormidos aparte de mí. El cuarto se sentía cómodo y cálido pese a ser pleno invierno, pues habíamos reemplazado las ventanas la semana pasada. El calor se había estado colando desde la planta baja de la casa, y por mi habitación en particular, debido a unas ventanas antiguas que no podían mantener afuera la temperatura gélida.

    Cuando intentaba conciliar el sueño, oí un ruido que provino desde mi ventana, en el lado opuesto de mi habitación atenuada. No era el sonido de un insecto chocando contra ella, o de un arbusto acariciándola. No, este era un ruido inusual, grave, algo que no estaba acostumbrado a oír. No pensé mucho sobre ello al comienzo. Si fue porque creí genuinamente que no era nada o porque no quería descubrir lo que era, no lo sé, pero me quedé acostado y solo escuché.

    Era distintivamente rítmico. Pum, pum, pum, pum. Solo duró alrededor de quince segundos y luego se detuvo. Temblé, pero me sacudí la sensación al navegar un momento en las redes sociales con mi celular, esquivando la vista de mi ventana. Coloqué el aparato en la mesa a mi lado y caí en un sueño intranquilo aunque sin novedades.

    Esta mañana, luego de que el sol se hubiera alzado desde hace unas horas —y todo aquello que usualmente golpetea mi ventana durante la noche estuviera haciendo sea lo que sea que hacen durante el día—, caminé hacia la ventana y pasé unos minutos tratando de replicar el sonido que había escuchado. Hice sonar mis dedos contra la ventana, le pegué con algunos objetos suaves, e incluso le quité y le puse el seguro; pero, por más que hice, no supe rastrear lo que produjo el sonido. Nada de esto que hice se acercó, incluso. Asumí que el evento tuvo que haber sido azaroso, y el día fue ordinario hasta esta noche.

    Mi papá llegó a casa del trabajo a la hora de siempre y pensó que la casa estaba muy caliente, así que entró a mi cuarto y fue a abrir la ventana (vivimos en Texas; algunas noches de invierno sí son agradables, como era el caso este día).

    Mi papá olvidó quitarle el seguro a la ventana antes de tratar de abrirla, y cuando tomó las manijas y las giró, produjo el mismo sonido que escuché la noche anterior.

    Las únicas manijas de mi ventana están dentro de mi habitación.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||


    La cafetería.



    SPOILER (click to view)
    Nosotros veíamos los mismos rostros yendo de paso cada día, mi leal esposa y yo. Espectros de caras pálidas y macilentas deambulando por nuestras ventanas. Su habla distorsionada, casi fantasmagóricamente. Enseñaban letreros, aunque la mayoría convergían en mensajes similares: «Trabajaré por comida», «Aliméntame», «¿Tienes cambio?». Cómo no podías sentir pena por los méndigos y vagabundos de las calles cuando dirigías una respetada cafetería familiar.

    Estando sus rostros mugrientos, supusimos que no podríamos alimentarlos gratuitamente. Entonces los clientes habituales demandarían el mismo trato, siendo tan injusto. Pero, al mismo tiempo, no podíamos dejarlos a que se pudrieran tampoco. Teníamos que ayudarlos. Vimos de nuevo la fotografía de nuestro hijo, quien fue a la guerra y su cuerpo nunca fue recuperado, y así es como la idea aterrizó.

    Al día siguiente, cuando la noche llegaba a un paso lento, dejamos entrar a este hombre. Se introdujo como Fernando. Fernando era una de esas personas. Había estado durmiendo en callejones y en las afueras de la ciudad por años luego de que fue desahuciado y perdió su hogar, incapaz de proveer para sí mismo a razón de la inestabilidad económica nacional. Ordenó costillas de res, la especialidad de la cafetería.

    En la cocina, en tanto mi esposa preparaba la comida del hombre, ella me preguntó si lo que hacíamos estaba bien —nuestro método, si esta era verdaderamente la forma de guiarlos—. Luego de una larga discusión, le aseguré que Fernando estaría agradecido por la manera en la que lo ayudaríamos.

    Sus ojos destellaron en cuanto trajimos el platillo y comenzó a devorarlo ávidamente. Era alguien muy hambriento; nos preguntamos cuándo fue la última vez que tuvo una comida decente. Su boca se veía casi mecánica por la forma veloz en la que mordía y masticaba cada bocado. En medio de una pequeña sonrisa, nos agradeció por la maravillosa cena. Le sonreímos de vuelta, por cortesía más que otra cosa.

    Se desmayó y, horas más tarde, fue declarado muerto por las autoridades. Lo encubrimos bien. Después de todo, resultó que el hombre tenía una enfermedad terminal y pudo haber muerto cualquier día. Un toque de suerte ahí.

    El secundo. El tercero. El cuarto. Todas estas almas en pena que fueron acalladas. Lejos del sufrimiento de las calles, enfermedad y hambruna.

    Nuestros esfuerzos fueron paralizados, sin embargo, luego de que cierto cliente fue recibido. Hasta el día de hoy nos resulta difícil suprimir la memoria que nos tormenta por lo que hicimos esa noche.

    Nos dijo que su nombre era Rafael en tanto le permitíamos entrar. Era un hombre bastante desarreglado, vestido en ropajes sucios hechos jirones. Era desagradable para la vista el solo observar a este pobre desgraciado por tanto tiempo. Le dimos un gran platillo de filete para cenar y, como el resto, no pareció notar que había sido untado en veneno.

    Cómo lo amó. Nos dijo que le recordaba a la técnica de su mamá. Sonreímos en unísono y esperamos. Esperamos, y pronto el efecto llegó mientras vimos sus ojos cerrarse por última vez.

    Lo ubicamos a un par de kilómetros de nuestra locación, en donde fue declarado muerto. Hasta ese momento, nunca llegaron a sospechar nada de nosotros, al menos no hasta que nos entregamos.

    El hombre, aparentemente, sufría de amnesia tras un accidente muchos años atrás. El médico forense comunicó que el vagabundo utilizaba una placa de identificación militar alrededor de su cuello, y mi corazón dio un vuelco cuando se nos mencionaron sus datos. Estaba confundido primero, pero luego me relampagueó, pues descubrimos que nuestro pobre y querido hijo nunca murió en la guerra después de todo.

    - - -

    Traducción al español: Tubbiefox ||fuente||




    Edited by Outlier. - 10/5/2017, 14:26
     
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    Amante de los gatos

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    Bueno que puedo decir en realidad todas estan muy interesantes, con ese toque de terror que tanto me gusta.
     
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  3. Jonathan Lovec
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    Joder! que hace mil años que no me asomo por el foro y cuando me meto a leer esto empieza a sonar la musiquilla tétrica (esto hace un año no pasaba según yo), menos mal que son las diez de la mañana, porque si fuera de noche hubiera pegado un salto xD total, me pondré a leer.
     
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2 replies since 9/5/2017, 04:59   108 views
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