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‡Gremory‡
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Saira Ficha de Kotaro SPOILER (click to view)Nombre: Kotaro
Edad:21
Orientación sexual:homosexual(pasivo).
Ocupación: Esclavo/músico
Raza: vampiro
Psicología:
¿Como ves las flores de cerezo? calmas más allá de la comprensión humana. Los ojos no ven lo que oculta la infinita belleza y cautivos que podríamos caer ante esta. No todo es lo que parece, un alma atormentada por el dolor puedes verse fuerte y estar destrozada. Kotaro es un ser así, lleva cadenas invisibles que aprisionan su corazón. No suele sonreír, su rostro no muestra expresión alguna más que la seriedad. Dentro de esos ojos solo existe un chico que hace mucho perdió la fe en las personas, es triste ver que haga lo que haga no es alguien libre que se debe a alguien más, bajar la cabeza si es necesario, sabe lo que su belleza genera en los demás, no usa eso en su favor-o eso pareciese a simple vista-ya que al ser un vampiro siente que no merece más que ser tratado con dureza, que no merece ser feliz.
Aunque aquí hay algo más. Es un ser sumamente rebelde, no por ser un esclavo significa que hará todo sin chistar. Lo que eso significa es que no goza de la libertad para decidir su destino, siempre se revelara ante sus amos, sabe que esto solo le hará sufrir castigos y derramar muchas lágrimas pero aun así se mantiene fuerte ante cada golpe o castigo pensando que esa libertad llegara algún día, que podrá gozar de eso que esta allí y que brilla como la luz del sol. La elección de ver un mundo libre sin tener que ser de otro.
Al ser un vampiro es muy intuitivo. El hambre lo convierte en una bestia sin control, no suele detenerse hasta saciar su sed. Hará lo que sea necesario por dejar de sentir esa hambre que es tan dolorosa. Luego de eso intenta estar solo, ya que al despertar de ese trance que es el alimentarse se entristece demasiado y solo desea desaparecer.
A pesar de todo es una persona sumamente inexperta en muchas cosas. No conoce el amor ni el apego por alguna persona, para el todos solo quieren usarle para hacer lo que les venga en ganas, por eso no toma a los demás en serio, no es como si fuesen a brindarle su ayuda de corazón.
Historia:
¿Cómo empezar a contar mi pasado?
Todo comenzó en un día en el cual los recuerdos no existían. Nevaba tanto ese día, miraba el atardecer desde una ciudad que estaba allí pero no podía recordar cómo estaba en ella. Roma era tan brillante y tan cautivadora para un niño sin un pasado, alguien capaz de todo por saciar su hambre incluso a perder la dignidad.
Pero claro este joven no decidió este destino de esclavitud. Todo comenzó en un día en el cual estaba completamente perdido en la oscuridad. En un barrio de mala muerte de Roma un pequeño niño de diez años sin recuerdos buscaba alimento con desesperación. Odiaba ser preso de una raza que al tener hambre le convertía en una bestia sin control. En esos instantes podemos caer ante los demás, a veces vemos un acto de ayuda como una salvación a nuestros problemas, pero ese pequeño niño no sabía que estaba vendiendo su vida por mantenerse con vida, eso se sabría más tarde.
Una cálida mano le levanto del suelo. Tomo esa mano dando una sonrisa llena de inocencia, esa que aún conservaba-¿estás solo pequeño-la voz le parecía una luz entre tanta oscuridad, el hambre envolvía su corazón, estaba entre comer o controlarse por saber más de esa hombre que ayudaba a alguien que a pesar de verse tan puro era una cruel abominación, un vampiro que a la edad de diez años despertaba a este mundo de color carmesí-¿estás dispuesto a lo que sea por saciar tu hambre?-esa pregunta era solo para él, asintió siendo sacado de ese horrible lugar, ese hombre le mostraría un mundo nuevo para sus ojos, conocería tanto el bien y el mal en esa persona. Así sin decir nada más lentamente la vida de ese niño mejoro considerablemente, pero solo el tiempo le mostraría la razón de esa mano amiga para ayudarle porque brindaba su ayuda de una manera que se veía tan desinteresada pero al mismo tiempo daba mala espina.
Ese hombre le enseño a usar las armas. La espada era su especialidad, a su lado conoció de distintos métodos de pelea, más que todo para su “entrenador” era un arte para estar en paz con su mente y cuerpo más allá que solo un método de defensa. También se enfocó en la apariencia de Kotaro, este notaba ese repentino afán de que siempre estuviese hermoso y presentable, no comprendía la razón pero ya lo haría, eso era algo tan nítido. Con los años llego a ser alguien grácil y delicado, pero tan rebelde en actitud siempre deseoso de aprender cosas nuevas. Un día al cumplir los dieciocho años todos se mostró tan claramente.
-Es tiempo de que me pagues con tu vida todo lo que he hecho por ti-esa voz ya no era bondadosa y buena, luego de eso todo se convirtió en un infierno era llevado a otro sitio mientras a ese hombre se le pagaba una gran suma de dinero por Kotaro, ya no era más libre era un esclavo vendido al mejor postor, una vida tan triste para una persona tan joven.
Los años continuaron pasando pero no por ser un esclavo seria sumiso. No, claro que no lucharía incesantemente por hallar la libertad. Nadie lo dominaría, seria fuerte el que buscase doblegar su fuerte orgullo que se olvide de eso. Por su actitud ha sufrido tanto dolor. Pero a pesar de lo triste y dolorosa que sea su existencia tiene mucho valor para continuar existiendo, a pesar de ser una cruel bestia, una raza que para él es solo una maldición.
Un oscuro mundo lleno de lágrimas y sangre. Una vida llena de dolor incesante.
Extras:
*Ama a los animales,puede pasar horas solo acariciándolos.
*Le gusta leer todo tipo de libros y escuchar música,sabe tocar el violín.
*A veces hace la voz de algunos objetos inanimados.
*Sus amos suelen llamarle Kat. Detesta eso,odia que le pongan sobrenombres.
*Detesta su raza desde lo más profundo de su corazón, por el simple hecho de que vivir a la sombra de alguien más mediante la sangre es como si hasta su raza le recordase que es un esclavo.Se siente un ser lamentable al vivir atado a ese líquido rojo.
*Al tomar sangre no puede controlarse. Muchas veces incluso ha dejado a sus presas casi al borde de la muerte.
* No lo admitirá pero en soledad canta una melodía muy dulce que no recuerda donde la escucho, habla del amor.
*Solo se alimenta de sangre una vez al mes que es el tiempo que puede soportar el hambre. Por lo demás solo soporta el alcohol es muy tolerante a este.
*Nunca ha besado a nadie. No le ve sentido a algo así.
* Odia soñar con sus padres. No los recuerda pero en ocasiones regresan imágenes de ellos que suele alejar de inmediato, se siente tan débil y eso no se deja sentir. Para el eso solo trae desdichas.
*Suele escapar a veces a explorar la ciudad. Cuando es descubierto le va muy mal pero eso vale la pena.
+Son fuertes, ágiles y capaces de moverse con una velocidad increíble. Son de las razas más rápidas.
+ Cuando bebe sangre, su velocidad, su fuerza y agilidad aumentan. Puede curar heridas con beber sangre fresca.
+ Su mordida puede causar adicción a su presa. (No a todas)
+ Su mordida puede ser muy dolorosa o placentera, dependiendo de cómo es que el vampiro desee beber de su presa.
- Es débil al fuego y al sol.
- Si no beben sangre continuamente, pueden debilitarse y caer en el "sueño" que es casi quedar petrificados e inmóviles.
-Su mordida también puede volverse adictiva para él hacia su presa.
-Para matarlo, se debe de clavar una estaca de madera de Olmo en su corazón. Otra madera no servirá.
+Gremory+ Ficha de Leandro:SPOILER (click to view)Nombre: Leandro Funes
Edad:35
Estatura:1.99
Estado: (Bisexual) Seme
Ocupación: Cazador/Caballero
Clase: Caballero
Alienación: Legal/Malvado
Raza: mitad Ángel
Idiomas: Griego, Latín, Otomano, Toscano, Eslavo
Psicología: Es un fanático religioso que tuerce las leyes divinas a su conveniencia, disfruta mucho el dolor ajeno, dándole como excusa a sus torturados que es una forma de redimir sus pecados, pero cae en el abuso de poder y el cinismo. Es un hombre culto, constantemente metido en el estudio tanto de la doctrina como la magia, es un ser engañoso, suele tergiversar sus juramentos para jamás cumplirlos como es de esperar, pero sin romperlos, obsesivo del orden y la obediencia, tiene tendencias necrofilicas.
Historia:
Su madre es una mujer de nombre Edith Funes , su padre es el arcángel Raziel, posee una espada angelical y potestad sobre las criaturas de la noche. De joven fue un niño iluminado pero rechazado por no tener padre, su madre fue emparedada viva en castigo por haberse enrollado con un hombre desconocido y él fue arrebatado de su casa y encerrado en un monasterios, donde le fue instruida la doctrina cristriana y los preceptos de la Orden de la Rosaecruz, pero no fue sinó hasta que cumplió la edad de 12 años que su padre bajó de nuevo a la tierra a presentarse y entregarle su espada; más no fué el único ser que le visitó en esos años mozos de adolescencia guiada por un fanatismo cristiano, muchos incubos trataron de apoderarse de su inocencia, descubriendo en su alma la semilla de la lascivia y su terrible poder como criatura semi divina, instruido por la noche en el arte de la mentira y el sexo, toda su inocencia fue borrada y aquél buen recuerdo de su padre fue reemplazado por una sensación de superioridad y un terrible orgullo. Fue instruido como guerrero, estratega y espía, dominando artes tales como la batalla cuerpo a cuerpo, el tiro con arco y ballesta, la montura a caballo, técnicas de reconocimiento y supervivencia; pero al ver su alta capacidad para los trabajos más difíciles, como el exorcismo, la cacería y la conquista, aunado a su bello encanto y capacidad de hacer negocios (cosa que le trajo bastante riqueza) fue nombrado Caballero de la Orden y le fue entregado un palacio en la naciente ciudad de Venecia, auge de aquellos años, junto con Florencia, En aquél palacio las pocas virtudes que le aguardaban cayeron en la inmoralidad y la perdición, sodomizando incluso a seres de las tinieblas gracias al poder que yace en su sangre, algunos le llamaron Nephilim, otros simplemente demonio, pero todas sus desviaciones jamás fueron vistas por la orden, quienes le consideraban un ser apto y admirablemente valiente que merecía respeto, a la edad de 30 años consiguió por fin uno de los puestos más altos en la orden. La mayoría de sus crímenes, cometidos con alevosía y ventaja, son hechos "en nombre de dios". Todas las noches se flagela la espalda en "penitencia" con un látigo, las heridas han sanado para la mañana siguiente, su factor curativo es asombroso, su sangre es ácida y de cierta forma era bendita, tiene una cicatriz en el ojo izquierdo, es la marca de que ha caído de la gracia divina por los terribles pecados que ha acumulado; no acepta que fue expulsado del cielo y se ha vuelto un sádico fanático de la orden.
Caballero de la AMORC (Antigua y Mística Orden de la Rosaecruz) se dedica a cazar brujas, demonios y vampiros. Sirve al Vaticano junto a los caballeros templarios, pero con asignaciones más místicas, cumple con muchas formalidades del código de la caballería.
Descripción física:
Su cuerpo es musculoso, producto de todo aquél trabajo físico, parece una mole humana con un rostro suave y bello, pero con una terrible y polémica cicatriz en el ojo izquierdo, donde su retina ha adquirido un color negro intenso que le obliga a llevarlo, la mayoría del tiempo, parchado mientras está en público, sus ojos, ambos, tienen una iris color verde esmeralda con motas de gris, su cabello es un poco largo, no llega hasta sus hombros, pero es chino como el de los antiguos griegos y de un color castaño oscuro, se deja una pequeña barba y bigote que no terminan de hacer un candado cerrado, viste con varias túnicas, togas, armaduras... pero siempre lleva una vieja capa de manta color perla, así como sus cinturones y el medallón de la orden sobre el lado izquierdo del pecho, prendido a su camisa
Código de Honor
>Nunca va a romper su palabra, un juramento es ante dios y el hombre
>Nunca va a desobedecer a la orden. El papa es iluminado por dios, su palabra es verdadera
>La voluntad de dios es la voluntad del hombre santo
>El pecado de los padres también cae en la cabeza de los hijos
>Prepararemos el camino para la segunda venida de Cristo
>Procuraremos la caída de Babilonia
>El placer es dolor y el dolor es el placer
>La libertad es la cautividad
>El albedrío es una treta de Satanás
PNJ: Todos los necesarios para rellenar los huecos de la trama~~~°°°~~~°°°~~~°°°~~~"Tutte le strade portano a Roma" ~~~°°°~~~°°°~~~°°°~~~
Todos los caminos llevan a Roma. ¿Quién no sabe eso? todo mercader que se respete llega a Roma.
Con la caída de Bizancio, con o sin el apogeo de los nacientes estados, El corpus luris civiles también decayó, aquél código que regulaba y servía para todos los hombres, junto con las enseñanzas del Gran emperador Justiniano, quien en sus mejores años se emperifollaba con las joyas de oriente que irremediablemente llegaban hasta ese país, todo decayó.
Los invasores bárbaros lo consumieron todo, los cristianos se perseguían y mataban unos a otros. No fue sinó hasta el siglo III que estas disputas menguaron. Pero el daño ya era irremediable, Roma reducida a cenizas, Bizancio saqueado y falto de gracia. El estado Islámico veía su nacimiento mientras que para los cristianos ocurría la elección de un Justo Juez Divino: El Papa.
Roma fue poblado de poco en poco, una vez más aquella bella cuna de la civilización mostraba señales de vida, vida más allá de saqueadores y malnacidos.
El final del siglo era inminente, el calendario estaba hecho un caos y roma era de nuevo un centro de comercio. Pero esta vez no era el renombrado y aclamado centro. Sino la zona roja de Occidente, donde el tráfico de esclavos y el comercio del gusano de seda era libre y barato.
Es en esa bella ciudad dónde todo comenzó para un pequeño niño sin padre, un bastardo con la belleza de un ángel.
Hoy esa ciudad le veía regresar como todo un hombre, caballero galante y fiero, de insasiable apetito y tenacidad de demonio. Montado en su pura sangre de color blanco, con su capa perla brillando bajo el sol a su espalda, prendida por el símbolo de la orden a la que pertenece, fiero caballero de la Rosaecruz, con un pergamino firmado por el papa, con el sello del vaticano en su mano y su terrorífico ojo izquierdo descubierto, un ojo con esclerótica en color negro. En las personas normales ésta es la parte blanca del ojo, pero en éste hombre tenía un color negro azabache, con una pupila verde brillante que podía parecer penetrar en lo profundo de las almas. la gente se alejaba de su paso, le huían cual peste.
Su caballo se detuvo y detrás de él un grupo de 15 hombres con la mirada nublada, bajó echando polvo a tierra, con el pergamino en la izquierda y la cimitarra en la diestra, frente a él la puerta de un burdel, nadie le puso resistencia, su paso fue libre y cuando abrió las puertas se hizo el silencio.
Un par de gemidos cortaron el aire, eran los niños que lloraban amargamente su suerte, condenados a servir los placeres carnales de cuantos hombres se acercasen, se plantó a la mitad, con la cabeza en alto parecía un poste más de los que sostenían aquella casa, su imponente estatura hacía parecer a todos simples medianos, desenrolló el pergamino y se aclaró la garganta, su voz es grave, digna de un bajo, estridente como el sonido de un fagot
-Por órdenes de inspiración divina de su excelencia, el Papa Pio V,
Os exhorto a todos vosotros,herejes pecadores,hijos descarriados de nuestro dios padre a acatar la penitencia que cae sobre vuestras almas...-
Hablaba en un latín perfecto y fluido, tan natural como ningún otro, nadie se tomó a juego sus palabras, tiró el pergamino al suelo y sus hombres empuñaron la espada, una sonrisa retorcio su rostro y en un Toscano perfecto ordenó en una sola palabra
"-Liquídenlos...-"
Los gritos de sus hombres de pieles grisaseas no se hiceron esperar, así como tampoco los de los afectados, no dejaba a uno sólo con vida, ni siquiera a los esclavos que estaban ahí. Niños, niñas, adolescentes en la flor de la edad, todos ellos atravesados por su propia cimitarra. Sus ojos se cruzaron con los de un muchacho, un pelinegro de vivos ojos, no mostraba miedo, aún cuando acababa de apuñalar al pelirrojo que estaba a su lado
-Bu...-
Dijo inclinandose sobre él antes de amenazarle con su hoja ensangrentada
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La vida esta alli entre oscura y brillante...me asusta y me seduce, deseo tocar el cielo, dejare de pensar y alcanzare las estrellas.
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“Una vida sin valor, un ser sin elecciones, un simple esclavo sin un pasado ni un futuro más allá que solo bajar la cabeza”.
Roma era un infierno. Un lugar donde la esclavitud era la orden del día. Vidas sin valor alguno, sin voz ni voto existían pero sin hacerlo realmente, perdidos en un mar de desesperación sin terminar de ahogarse del todo, las emociones eran como látigos tan dolorosos que muchas veces convencerte que no podías sentir era mejor para que nadie viese tus debilidades, era peor mostrar las lagrimas esas que estaban alli fluyendo dentro pero que por cosas de las heridas de un destino nada alentador para Kotaro se sentían como para alguien mas.
"Soy fuerte, no debo llorar...nunca llorar..."
Sus días pasaban solo estando en aquel burdel sonriendo si hacía falta, haciendo los mandatos de los amos que llegasen deseosos de un delicado joven que detestaba su oficio tanto como detestaba ser un vampiro. Sus ojos observan a los demás chicos que como el tenían este cruel destino, algunos llorosos y suplicantes por una piedad que nunca llegaría por una absolución de pecados que no poseían.
No estaba seguro como aún era virgen. Tal vez por su carácter rebelde no era ese ser sumiso que muchos buscaban para saciar sus deseos retorcidos, pero aun así sus amos eran de lastimar, le humillaban mostrándole su destino, que por muy fuerte que quisiese ser se debía a otro.
Perdido en sus pensamientos noto que alguien llegaba, un grupo de hombres que eran entre intimidantes y misteriosos parecían actuar en nombre de “dios”. Que ignorancia tan grande, lo que vino a continuación movió su interior era verdad que no tenía miedo por sentir que en su joven vida lo había visto todo solo le movía la curiosidad.
Las muertes comenzaron. No distinguían entre buenos o malos eso era tan evidente Kotaro solo observaba esa escena que para muchos seria terrorífica lleno de curiosidad no muchas veces podías ver el mal fijamente a los ojos. El hombre que suponía era el jefe acerco su espada llena de ese líquido carmesí a su rostro. Lamio su boca sintiendo como es hambre oculta por ese tentador sabor lentamente le despertaba se odiaba por caer a sus instintos primarios tan fácilmente.
Debía controlarse.
“Si he de morir no quiero ser un animal preso del hambre”
— ¿Crees que me asustas?...no le temo a la muerte… —le miraba desafiante, muchos creerían que era un loco por desafiar a ese monstruo en esta situación pero estaba tan lleno de emociones encontradas en ese instante, por un lado estaba las ansias locas por ese líquido carmesí y por el otro estaba esa rebeldía que le evitaba el bajar la cabeza por muy en el abismo que pudiese estar— si esperas que te suplique…búscate a otro…asqueroso monstruo —palabras dichas sin ningún signo de temor, sabía que lo mejor era controlar su carácter pero si se dejaba aunque fuese un poco ser débil perdería lo que le mantenía en pie, esta lucha era lo único que le mantenía cuerdo, así que se agarraría a esta rebeldía hasta el fin de sus días aunque con eso solo recibiese más dolor y lágrimas.
“No te temo, jamás escucharas una súplica de piedad de mis labios, has lo que te venga en gana, no seré ese esclavo sumiso deseoso de dolor, jamás me vencerás”.. -
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Aquellos que poseían los espíritus más competitivos eran los que más le emocionaban, poder tensar aquélla vara hasta partirla y astillarla, no conforme con ello echarla al fuego.
Los ojos del muchacho le decían que no le tenía miedo y sus palabras tan enteras y compuestas le irritaron sobremanera, notó aquella mirada a la sangre, aunque no se sorprendía de las extrañas filias que apogeaban en la época. Levantó una ceja con aire de superioridad, así como su cimitarra, la que dejó descansar sobre su hombro, miró al rededor, por igual la muerte llegaba
-¡Oh Abbadon! Has mostrado tus dones esta tarde...-
Exclamó cerrando los ojos con una sonrisa, descargó su espada para atravesar a ese chico por el estómago tras un peligroso corte de arriba abajo desde su hombro, sin piedad, pena ni gloria enterró hasta el mango aquella espada de un sólo filo
-Acepta mi última oferta para purificar las almas que han muerto aquí -
Sisea con una sonisa burlona, las palabras de un sacrificio no eran suficientes para sus oídos, menos aún gratas de atender. Arrogante como era tomó el rostro del muchacho esperando en vano que la vida escapara de sus bellos ojos. -
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SPOILER (click to view)Hola me encanta tu chico es tan malo
Ser atravesado dolía como el infierno pero no pediría piedad.
Sus ojos en los ajenos miraban que estaba realmente contra un ser que no sentía ningún tipo de amor a la vida, esas personas que decían hacer algo y hacían otra cosa eran detestable. Con todo el acopio de sus fuerzas le empujo sacándose en el proceso la espada enterrada, un fuerte jadeo salio de sus labios retrocediendo unos pasos con la mano en la herida. Esta necesitaría un rato para recuperarse al menos sabia que su muerte no seria ni rápida ni muy tranquila que digamos.
— No eres mas que un fanático religioso....aléjate ...no moriré tan fácilmente...—tose expectorando sangre, intentando calmar su respiración entrecortada, su corazón latía fuerte en sus oídos todo se hacia tan irreal como si fuese la vida de alguien mas la que estuviese al filo de la muerte.
"Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."
Sus colmillos se mostraron sin mas, estaba disidido a no morir ese día, como fuese sobreviviría y como fuese escaparía. Sus ojos fijos esperando un movimiento para atacar, sabia que era el mas débil en perspectiva por estar perdiendo tanta sangre pero a pesar de todo no se rendiría hasta que sus ojos se cerraren por ultima vez.
— Estas tan equivocado... —susurro algo débil, ¿se podia odiar a alguien que recien conoces?.. -
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Cuando su estocada fue dada le sorprendió en gran medida que aquél tuviese la fuerza para mantenerse en pie, el aroma de la sangre inundaba el lugar, no sólo la del muchacho, realmente había un río rojo, los hombres de piel grisasea esperaban con la mirada perdida en las paredes, eran simples humanos sin exposición al sol, bien alimentados pero con un pigmento deficiente.
Las palabras de aquél muchacho le hicieron reír, pero su sonrisa se borró al ver los colmillos de aquél hombre, sus ojos brillaron
-Ser un "fanatico" es mejor que ser un condenado-
Olió la sangre de su espada y lamió un poco de la misma
-Mira a tu alrededor. Hijo del diablo, tu tentación rueda al rededor de ti y tu me miras a mi como enemigo-
Claro, una mirada tan hostil no pasaba por alto,blandió su espada generando un sonido agudo al cortar el aire, tronó su cuello y la yugular saltó como un ofrecimiento, un poco más atrás la vena cava,él estaba listo, esperando que el vampiro tratara de atacar o huyera con perfil bajo, detrás del pelinegro estaban un par de guardias, guardó su espada en un movimiento, pensaba en la gloria que le sería dada si llevaba a aquél vampiro ante el Papa, la ambición brilló en sus ojos, tan terrible como siempre.. -
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Le observo con detenimiento, estaba ante un ser realmente cruel, uno que se veía que gozaba de tentar y herir. Al ver que le mostraba el cuello mordia su boca sintiendo el sabor de su sangre en el proceso no deseaba caer en tentación, algo le decía que de tomar esa sangre se volvería su esclavo en todo el sentido de la palabra.
— Eres detestable —el olor a sangre le quitaba el juicio, ¿se podía estar más destrozado? ser esclavo en todos los esquemas, pertenecerle a alguien sin poder chistar ni poder cambiar tu destino. La tentación estaba allí para enseñarle su lugar ese que detestaba con cada fibra de su ser. Muchos buscaban a diario la razón de su existencia, vivir una vida plena en un mundo que algunos veían llenos de esperanza pero esto para Kotaro perdía importancia, su razón de existencia era hallar la libertad, si pudiese ser libre solo disfrutaría de esa libertad tan solo decidiendo que haría cada día tal vez era una perspectiva sencilla de la vida pero para lo que era rutina para sus semejantes para el solo eran sueños imposibles de realizar.
Miro a sus espaldas solo por un instante notando que no tenía escapatoria— aunque perdiese la vida aquí mismo te daré pelea... ¿es divertido jugar a ser dios? —deseaba ofenderle ver si de esa forma al menos era un poco más fuerte, pero primero debía saciar el hambre— soy una bestia... —se acercó rosando el cuello ajeno con sus dedos— una que hará todo por saciar el hambre incluso odiarme a mí mismo...detén todo esto...deja de jugar a tentarme... —sus ojos en ese cuello deseosos de que le detuviese de caer bajo de esa forma la cordura regresaría y podría intentar matarle, esa hambre se hacía tan dolorosa el olor a sangre borraba todo alejándolo de lo que deseaba ser.. -
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Dejó que se le acercara, ¿Porqué lo dejó? Tal vez porque quería probar a ese muchacho, porque él había ofrecido su sangre, sabiendo que podría hacerle daño... o que lo hubiera causado en otra época. Esa mirada hacia atrás comprobando que no tenía salida, era su dulce victoria, esperaba que llegara aquél punto en que esa alma en desgracia, sus palabras le echaron a reír
-No juego pequeño, soy un dios -
Siseó agachándose, entonces dejó que esas uñas le acariciaran la piel, notaba la desesperación en su voz, aquél velo de locura causado por la sed, todó podía verlo en su triste mirada, sonrió y atrapó esas manos. Era tan delgado que pensaba que podía romperlo si jalaba ambos brazos en direcciones opuestas, esa sonrisa retorcida regresó a su rostro y para sorpresa de todos se hincó manchando sus rodillas de sangre y pegó al muchacho a su pecho, ofreciendo su cuello en un arma de doble filo. -
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Todo fue tan rápido y tan sorpresivo que en un instante estaba con su cara muy cercana al cuello ajeno. Su boca rosaba ese cuello, podía sentir ese líquido carmesí tan tentador, no estaba seguro si ese hombre que se veía a sí mismo como un dios sabía en lo que se metía. Era cierto que en comparación a el Kotaro estaba realmente debilitado pero aun así el ofrecerle sangre a un vampiro además de doloroso era como hacer un vínculo entre el vampiro y su víctima, incluso estarían más cercanos, pensar en esa cercanía hizo que entrecerrase los ojos como un acto de resistencia ante caer en tentación, pero moría de hambre ¿Que más podría pasarle? ya después de todo era lo más bajo un esclavo sin derechos ni a elegir cuando alimentarse.
Suspiro sacando sus colmillos rosando ese cuello jadeando ante esa hambre que era tan dolorosa— no puedo más...—sin más hundió sus colmillos fuerte sintiendo como su hambre se saciaba despacio, por el sabor algo le decía que no estaba ante un simple ser humano cerro los ojos tan solo dejándose llevar, esa sangre era deliciosa se odiaba por desearla tanto por ver cual sería su destino de ahora en adelante ese que se veía tan claro, cuando se sintió satisfecho lamió la herida sintiéndose tan patético...tan básico— ¿Por qué haces esto?, ¿de qué te vale? —se veía tan claro que debía parecer el juguete perfecto, un fetiche sumiso que más de uno querría darse una bestia que daría todo por sangre incluso perder la dignidad, ¿se podría estar más destrozado?.. -
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Sabía de antemano a lo que se arriesgaba al tomar a ese vampiro en sus manos, sintió su duda, al final la punzada de la mordida. Cerró los ojos, trató de leer sus sentimientos, a veces las personas dejan algo pero... mientras el pelinegro bebía no sintió absolutamente nadaz sólo el sentir su sangre correr fuera de su cuerpo, algo de pena se vislumbró en sus ojos, entendía que había perdido la luz.
En el momento en que el contrario retiró los colmillos su piel cerró de inmediato, sin marcas, sin cicatrices, apretó los dientes, suspiró pesado y cerró los ojos. Entonces su voz le dio eso, ese tono de asco, ese dolor, jaló su cabello buscando su mirada, su rostro había tomado color, sus mejillas rojas, el brillo en sus pupilas, aún tenía un poco de sangre sobre esos carnosos labios y algo despertó su instinto, algo más primitivo que el amor, el sexo. Despertó de su admiración antes de ser notorio, extendió la sonrisa y pasó esa mata de pelo lacio de su mano dominante a la recesiva, aplastó su cabeza contra el suelo, con toda la fuerza que tiene en aquél cuerpo trabajado, para desatar su puño entre el cigomatico y la mandíbula inferior, golpeando con la mitad de su fuerza, incrementando poco a poco, buscando zafar su mandíbula a base de golpes. -
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Realmente se notaba que aquel ser tan cruel quería dominarle o al menos intimidarle. Cuando estuvo en el suelo sintiendo los golpes entrecerraba los golpes ante el dolor. Algo debía hacer no sol quedarse como saco de carne sintiendo golpe tras golpe. Con todo el acopio de sus fuerzas se atrevió a empujarle de sobre él con un fuerte patada. Estaba mucho mas fuerte ahora que aquella sangre lentamente revivía su cuerpo. La patada fue tan fuerte que el hombre estaba a unos pasos de distancia de su cuerpo. Con su mano limpio su boca llena de sangre para luego limpiar los restos de esta con su lengua. Ya no se sentía ni triste ni confuso estaba tan lleno de rabia con esa persona que a cuenta de gusto deseaba usarlo de juguete para saciar sus juegos retorcidos o eso leía en esos ojos crueles.
—Déjame en paz infeliz…no soy una víctima, así que si tienes ínfulas de grandeza velas olvidando…ya se acabo el Kotaro tranquilo—todo lo dijo con desdén y molestia, no comprendió porque le dijo su nombre pero eso ya estaba hecho, como pudo se levanto del suelo algo adolorido aun pero lleno de fuerza, estaba cansado de ser tomado tan débil, desde ahora en adelante estaba mentalizado de hacerse cada vez mas fuerte aunque esto solo acabase en su temprana muerte.. -
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Disfrutó de sus expresiones en los primeros golpes, pero la falta de gritos no era habitual, la patada le llegó por sorpresa, la lucha había comenzado, él no tenía la ventaja absoluta y lo sabía, lo sabía desde el momento en que le ofreció su sangre.
Sus ojos castaños devoraban ese cuerpo desde antes de tocarlo,la fortaleza que vio en su mirada tras limpiarse la sangre, esa fuerza en su voz
-¿Tu qué me vienes a enseñar niñato? Dependes tanto de instintos tan básicos... Estarás muerto para el amanecer-
Le prometió limpiando la tierra de sus ropas, le hizo una señal con la cabeza a sus hombres y él sacó una cuerda, que bañó con agua bendita, (el si estaba o no bendita le venía valiendo, pero la humedad hacía más resistentes las fibras de la cuerda). De inmediato ambos hombres sacaron sus espadas y avanzaron contra el pelinegro, buscando atravezar sus hombros.
-¡Vamos! ¡Eres un niñato cobarde Kotaro!-
Gritó tratando de distrarlo, esperando que la ira a su persona le despistara. -
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Podía sentirse afortunado por aun mantenerse con vida ante una situación como esta. Sus ojos llenos de rabia en los contrarios lentamente la bestia en su interior comandaba en su cuerpo, estaba entre abalanzarse contra ese hombre y el instinto de supervivencia sintió los pasos de los compañeros de ese ser tan detestable sin voltear a estos. No había que ser un chico listo para entender que se proponía. Sus ojos en la soga que el otro mojaba con ese líquido que parecía agua aunque no estaba seguro que lo fuese realmente mientras no fuera agua vendita todo estaría bien, no podía matarlo pero lo volvería sumiso tanto como un lindo gatito y eso ni pensarlo, solo imaginarse atrapado por ese ser sin salida sería peor que “estar muerto al amanecer”.
—La muerte no me asusta...tu si desearas no haberte topado conmigo...al final veremos quien es el cobarde aquí...—sin más se lanzó en su contra tomándole por el cuello fuerte mientras sentía sus hombros traspasados por las armas que los otros traían consigo, de continuar así perdería mucha sangre y caería debilitado ante ese hombre—¿Qué quieres de mí?, ¿deseas una perra sumisa o solo matarme o el “señor” necesita un juguete con el cual sentirse muy fuerte? —lanzo esas preguntas apretando ese cuello algo fuerte, la adrenalina le movía en ese instante, conocía el efecto de esta que actualmente seria fuerte para luego caer ente la debilidad, acerco su rostro al ajeno aspirando su aroma, no podía negar que su olor le tentaba...le llamaba pero no por eso se doblaría ante sus retorcidos deseos además no es como si el futuro fuese prometedor.. -
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Podía ver toda la fuerza contenida en ese pequeño cuerpo, sus palabras siempre llenas de arrogancia... Estaba confiado, casi distraído, apretando la cuerda en sus manos.
Estaba por responder con arrogancia a esas necias palabras pero el haberle tomado por el cuello había sido una sorpresa, contuvo la respiración para torcer una sonrisa, jamás se mostraría débil ante una presa
-Planeaba... tsk... matarte-
Dijo con voz ahogada y con arrogancia, ¿Dejarse vencer? Jamás. Dejó que una vez más se acercara, haciéndose el débil sin dejar de apretar la cuerda en sus manos, un brillo cínico en sus ojos, los aliados retiraron las espadas, esa era la señal, su cuello estirado, delgado y bello, subió sus manos atrapando ese delgado cuello, se erigió en alto, así como sus brazos que con facilidad cargaban el peso del vampiro, cruzó las cuerdas en el aire para hacer una improvisada horca, la cuál apretó con fuerza, la cuerda mojada le permitía esa flexibilidad, aún cuando no conocía el efecto del agua bendita sobre aquél muchacho
-Pero tenerte como sumiso me gusta más-
Sentenció mirando sus ojos. -
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La vida esta alli entre oscura y brillante...me asusta y me seduce, deseo tocar el cielo, dejare de pensar y alcanzare las estrellas.
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Todo cambio tan drásticamente en un instante. Estaba nuevamente a la merced de ese retorcido ser. Al estar levantado en el aire por el cuello sus ojos se enfocaron en la cuerda frente suyo. Estaba sin palabras, no tenía miedo, al contrario estaba curioso por saber ¿si no moriría entonces sería solo un juguete al cual romper y desechar cuando estuviese completamente roto?.
— Déjame...suéltame....—movía su cuerpo intentando zafarse del agarre ajeno, por mero instinto su mano tomo la que le tomaba del cuello hundiendo sus uñas en ese lugar mientras en constantes forcejeos movía su cuerpo intentando liberarse, conocía de que aquí era débil y que si se dejaba tomar sin más estar en la situación en la que estaba antes parecería un juego de niños en comparación a lo que pasaría si era de ese monstruo.
Su corazón desbocado en su pecho parecía que deseaba salirse de su cuerpo por lo duro que latía—jamás me veras sumiso ante ti...aunque me lastimes o me uses para tus enfermos juegos “santos” jamás me veras pedirte piedad...déjame...—una voz fuerte y segura, sabía que podría resultar divertido domar a un ser que no se dejaba decaer nunca, que incluso podría ser un desafío para alguien pero aun así seguía hacia adelante por muy complicado que pudiese parecer todo.. -
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Su mirada se hacía fría de nuevo, tronó su cuello al verse libre del agarre de ese muchacho, extendió una torcida y grotesca sonrisa, mordisqueando el interior de su mejilla, aquellas uñas no le hacían el suficiente daño
-Creyó que podría ahorcarme...-
Dijo divertido apretando más su mano, agitó la cuerda con la otra y la pasó por su cuello, tres vueltas, el agua comenzó a escurrir por la piel del muchacho al apretarlo, detuvo un extremo con los dientes e hizo un apretado nudo, jalando sin mucho cuidado un poco del largo cabello ajeno, bien amarrado lo azotó contra el piso y miró al rededor
-¡¡Vamonos!! Nadie en éste lugar, ¡Ya!-
Gritó con viva voz, contento con la sangre derramada y su pequeño premio amarrado, lo jaló sin importarle, observando cualquier intención de que se soltase y lo lleva a su carro
-Vendrás conmigo o te dejaré morir al sol-.
The Vampire & The HuntsmanRol BDMS, todo lo que no te gusta |
