Roto, UsaMex RusMex fanfic [Original]

Estados Unidos cambia radicalmente su forma de ser con Alejandro con quien tenía ya, años de ser una pareja ¿Qué le estará sucediendo? Advertencias: No, quizá haya lemmon después 7w7r

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  1. Graci FernandeZz
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    Hola queridas lectoras! :D hace mucho tiempo que no escribía en este foro, lo siento mucho :'v pero ya me aplicaré con este nuevo fic.
    DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor.

    Un día muy descabellado.




    Era una lluviosa mañana en la ciudad de México, nublada y fría. Las multitudes se movían —aún así — de allá para acá con mucha rapidez, ignorando todo a su paso.

    Hay un chico cubierto apenas con un sweater delgado. Él parece ajeno a todo el movimiento de la ciudad; caminaba a paso lento, con la cabeza baja y las manos dentro de los bolcillos del pantalón de mezclilla. Su cabello mojado se pegaba a su rostro.

    Acababa de salir del aeropuerto y ahora iba de camino a donde sea, en realidad no le importaba el lugar, sólo quería caminar y caminar.

    Las palabras dichas hace unas horas estaban frescas en su memoria:

    — No quiero que te vuelvas a aparecer por aquí. El pensar que un indio ronda por mi territorio me da nauseas.

    — ¿Qué dices?

    — Lo que oíste Alex, no quiero que sigamos juntos. Esta farsa se acabó.

    — Pe-pero, entonces…

    — Sólo estaba contigo por conveniencia ¿Algo más que quieras saber?

    — ¡No tiene sentido lo que estás diciendo! ¿Te estás dando cuenta? Pensé que estabas un poco deschavetado, pero, para llegar a esto.

    — Acéptalo.

    — ¿Aceptarlo? Acepta tú lo que sientes. Apenas hace una semana tuvimos la mejor noche de nuestras vidas y a no ser que esté sordo, bien escuché cómo a cada segundo decías que me amabas.

    — Sólo era actuación Alex, en verdad que eres ingenuo.

    — ¡Y tú eres un maldito traicionero doble cara!... ¿Sabes qué? Yo tampoco quiero volver a verte rondado por mi territorio. Es más, en ninguna circunstancia vuelvas a pedir mi ayuda si quiera ¡Me largo de aquí! ¡Toma tu maldita rosa y tus malditos chocolates! —. Arrojó los regalos que traía para él, después se volteó, tomó el jarrón que estaba más cerca y lo aventó al suelo rompiéndose en pedazos—. Mándame la chingada cuenta por correo.


    Sabía que recordar todo eso no le traía nada más que un inmenso hoyo en el estómago imposible de llenar, doliendo.

    Siguió caminando hasta que la lluvia paró y sólo entonces se metió a un supermercado. Era muy tonto aquello pues ya estaba mojado.

    Se paseó sin ganas entre los pasillos del comercio. La gente seguía sin verlo para su suerte. Veía cada una de las cosas y lo único que le llamó la atención fueron unas botellas de licor. Sobre todo un buen tequila.

    — ¿Qué hace esto aquí? —. Se preguntó al ver una botella de vodka importada. Tenía una nueva marca, por ello no lo reconocía. Entonces recordó haber tenido una junta de estados con ‘su jefecito’, Iván y su presidente hace poco tiempo. Tomó también la botella de al lado.

    Siguió recorriendo los pasillos encontrándose con un mini-carrito, lo tomó y recobró la marcha. Echó en él las dos botellas, unos antiácidos y unas frituras.

    Afuera tomó un taxi.

    — ¿Podría cambiarle de estación, amigo? —. Le preguntó al chofer, que era muy joven por cierto. Y estaba escuchando rock en inglés.

    — ¿No se siente de ánimos, eh? —. Dijo simplemente y le cambió a una estación de música instrumental. No mejoraba su ánimo, pero era mejor que estar recordando aquel momento al más mínimo descuido.

    Durante el camino miró hacia afuera, todo parecía tan tranquilo que era casi insultador. Él con un infierno dentro de sí y al mundo no le importaba. A nadie le importaba.

    — Gracias, compa’ —. Cerró la puerta del taxi y se dirigió adentro del edificio que parecía estar vacío, casi lúgubre. Se encaminó hasta su apartamento y se adentró a él. Dejó las bolsas en una mesa frente al televisor, mientras iba directo a ducharse.

    El agua caliente relajaba sus músculos, y sus pensamientos eran interrumpidos por el mismo repiquetear del agua. Se enrolló una toalla a la cintura y salió. Ya en su habitación se puso un pantalón y una camiseta seca.

    Abrió las botellas y puso un caballito en la mesa. Prendió el televisor y se dejó llevar tomando intercalados uno a uno: un caballito de tequila y otro de vodka, uno de tequila y otra vez vodka. Hasta que al final ya no estaba consciente de cuantos había ingerido.


    *Tock, tock, tock*

    Su cabeza daba vueltas y dolía a horrores ¡Y ese maldito sonido! ¡Ese maldito sonido le taladraba los oídos!

    — Chingada madre ¡¿Ahora qué?! —. Se levantó con torpeza del sillón y una cara que espantaría hasta al mismísimo diablo —. Mande usted.

    — ¡Oh, mon dieu ¿Qué te pasó?! —. Quien había llegado era nada más y nada menos que su ‘tío’ de visita.

    — Nada importante, Francis. Ahora, si me dejas descansar… —. El francés hizo caso omiso entrando al apartamento así como así. Puso su abrigo doblado en el sofá y una bolsa enorme de papel en la barra del comedor. Después se dirigió de nuevo a su ‘sobrino’ que cerraba la puerta.

    — ¡Ve a bañarte, cepíllate los dientes y tómate algo para la resaca! Allez, allez! [¡Ve, ve!]

    — Ya voy, ya voy…—. Le dijo resignado.

    Mientras, en la cocina, Francis preparaba crema de champiñones, un chocolate a la francesa y unas ‘tostadas’.

    Alejandro parecía estar mejor y haberse recuperado considerablemente del día anterior. Se cambió con ropa más abrigadora porque parecía estar helando esa mañana.

    Venez là et asseyez vous s’il vous plaît [Ven aquí y sientate por favor] —. El mexicano arrastró los pies hasta la mesa de la cocina, no tenía ganas de nada. Se sentó con mucha pesadez mientras su tío le servía lo que había preparado para los dos.

    La atmósfera se sentía pesada y su cuerpo también, a pesar de haber tomado ya una aspirina.

    — Gracias, Francis —. Tragó un trozo de tostada casi sin masticar. Francis mientras lo veía con compasión. Algo grave debió pasarle para hacerle beber de esa manera.

    — Muchacho ahora dime qué te paso… te ves muy mal.

    — Ah ¿En serio? —. Siguió comiendo sin darle mucha importancia.

    — Sabes que puedes confiar en mí. Y si está en mi posibilidad ayudarte, lo haré —. Francis levantó su mano hacia el hombro de Alejandro, dándole una mirada cariñosa.

    — Gracias, pero… en verdad me gustaría desayunar tranquilo sin pensar en ello. Ça va? [¿Está bien’] —. En ese mismo instante recordó la parte de un bolero que decía de la siguiente manera:

    Olvídame, yo sé bien que no puedes volver a querer,

    ¡Olvidame! Aléjate no le digas a nadie,

    que tú me quisiste y yo re adoré.


    Oui, Ça va… [Si, está bien…]—. Se limitó a desayunar en silencio.
    Pronto se fue, pues se veía que Alejandro no estaba de humor para nada. Pero ya después se las arreglaría para saber qué fue lo que sucedió.


    *Time Skip*


    Los días pasaron y su ánimo mejoró considerablemente. Incluso ya tenía ganas de pelearse con Argentina y sus demás hermanos.

    Estaba de buen humor a pesar de haber sido arrastrado hasta una sala de juntas en los Estados Unidos, con el motivo de conocer a su nuevo presidente. Obviamente irían varios países para querer establecer relaciones amistosas con el nuevo líder de la mayor potencia mundial.

    Desde un principio le había dicho a su jefecito que había tenido problemas con el rubio y que éste le había prohibido desde un principio acercarse a sus territorios, pero pareció no importarle y de todos modos lo obligó a ir.

    Se entretuvo de mientras paseándose por los pasillos aledaños a la sala de juntas para no toparse con el rubio, que desde luego sabía que estaba ya en la sala. Sólo estaba haciendo tiempo para que estuviera de entrada por salida.

    Privet, Alejandro. Kak dela? [Hola, Alejandro ¿Cómo estás?] —. Escuchó detrás de él mientras caminaba con las manos en los bolsillos.

    — ¡Iván, que gusto! Ahorita he estado medio ‘achicopalado’, pero de salud bien, el trabajo pesado y de la familia pus’ que te cuento sigue igual de disfuncional que siempre —. Le hacía feliz verlo de nuevo, pues era el único con el que podía hablar sin ‘pelos en la lengua’ y sabía escuchar —. ¿Cómo te ha ido, Iván?

    — Nada interesante. Sigo viviendo solo y el invierno ha sido muy largo y frío, sigo tratando de lidiar con las visitas de mi hermana y las tensiones con el cerdo capitalista —. Si hay algo que siempre le había gustado a Alejandro de Iván, era la forma tan sincera y tan optimista de contar las cosas. Aunque los demás interpretaran la sonrisa del ruso como un ‘muérete’ bien sabía que esa era su forma de sonreír, y le gustaba, no tenía problema con ello pues era sincero.

    — ¿Te trajeron a la fuerza también, verdad? —. Le sonrió de lado con un rostro de ‘ya ni modo’ —. Al menos tu presidente no es un idiota que viene a lamerle las botas al oxigenado ese.

    El ruso rió profundamente encantador, y le puso una mano en el hombro a Alejandro —. Vamos, creo que ya llegaron todos. Conversaremos después… ¡Tengo una idea! Vete conmigo después de la junta. Vayamos a Moscú, comamos Pirozhki y Pelmeni y bebamos vodka. Da?

    — ¡Vamos entonces! —. Se adentraron a la sala de juntas, y como era de esperarse Alfred volteo a verlos de manera casi asesina. Pero ellos ni se percataron de eso y siguieron su camino hasta sus asientos demasiado tranquilos para el gusto del oxigenado.

    Empezaron la junta y esta vez por estar sus jefes era mucho más seria. Nadie peleo, todos expresaron opiniones e inquietudes con claridad y calma. Trataron temas sobre todo económicos y cosas como la pertenencia de Estados Unidos a los tratados de comercio que tenía con América del Norte y los países de la Unión Europea. Todos trataron de persuadirlo a que no los dejara y a que no disolviera ninguno de estos, pero parecían estar muy seguros de que hacían. Sin embargo no era fácil debido a varias clausulas dentro de los documentos, así que si quería deslindarse tardaría tiempo, mucho más del que creían.

    Al terminar la junta se acercaron uno por uno a darle sus felicitaciones al nuevo presidente de los Estados Unidos. Alejandro fue de mala gana. Sólo le dio la mano lo más tranquilo que pudo mientras Alfred lo veía con molestia, pero lo peor era su presidente, él sí lo veía como escoria.

    Al apartarse se fue con su jefecito a la entrada y ahí lo dejó dentro de la limosina que lo llevaría al aeropuerto.

    — Lo siento copetitos pero yo ya hice planes, buen viaje—. Cerró la puerta mientras el hombre seguía reclamando a través del cristal de la puerta. Se giró sonriente hacia Iván —. Y bien ¿Decías algo sobre Moscú, comer Pirozhki y beber vodka?

    — Da! —. Sonrió y se encaminaron hacia la limosina con los banderines rusos.

    QUOTE
    Espero que les haya gustado pequeños habitantes de Andrómeda ¡Nos leemos pronto, Graci-chan cambio y fuera! :D NOTAS: El pirozhki es una empanada frita u horneada que lleva principalmente carne de cerdo. Y el Pelmeni son bolitas de masa rellenas de carne.


    Edited by Graci FernandeZz - 4/8/2017, 17:52
     
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  2. neko 777
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    me encanto la historia .. espero mas de este contenido
     
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  3. Graci FernandeZz
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    Hola queridos habitantes de Andrómeda! :D Aquí de nuevo, Graci-chan con la conty de este fic. Quiero -antes que nada- mencionar que al hablar de los 'jefes' de los países -en este caso los presidentes de cada uno- no lo estoy haciendo por estar a favor de uno o de otro. Tampoco quiero que lo tomen como una burla hacia dichos mandatarios... En fin. DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, con propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei, el OC de México tampoco es mío, derecho a sus respectivos autores. Ahora si ¡Que lo disfruten!

    Un sueño que lo cambiará todo.




    — ¡Asopotamadre, que frío! —. Dijo Alejandro tiritando. Llevaba puestos pantalones de mezclilla, botas, una chamarra y una gorra tejida que le tapaba las orejas.

    — Vamos a mi casa ¿Da? Ahí está más cálido.

    — Va-va-vamos —. Le respondió. No estaba nevando, pero el país latinoamericano tenía un clima mucho más ‘tropical’ y no estaba acostumbrado a climas tan helados como el de Rusia.

    — Espero que estés más cómodo aquí, Alejandro —. El mexicano se sintió nacer de nuevo por la temperatura de la casa de Iván. Entró cauteloso dejando sus zapatos en la entrada. Y ya en la sala de estar se quitó la gorra y la chamarra que le hacían lucir como un oso.
    La calefacción hizo su trabajo sin necesitar tanto tiempo.

    — Ten, es vodka —. Puso una botella en la mesita de enfrente de los sofás y dos caballitos –cortesía de México de su última visita- vertiendo el líquido en ellos.

    — ¡Salud! —. México se empujó apresurado el caballito para entrar en calor. El ruso mientras lo vio un poco divertido, entonces tomó el caballito y también lo bebió de un solo trago.

    Después de eso se fue a la cocina a preparar su famoso Pirozhky y regresó pronto para hacerle compañía a Alejandro con otra ronda de vodka.


    *Mientras, en otra parte del mundo*


    Alfred estaba encerrado en su habitación dentro de la casa blanca. No quería escuchar a nadie, mucho menos a su nuevo jefe.
    Estaba ‘enjaulado’ casi literalmente. Su nuevo presidente le había cortado relaciones con casi todo el mundo. Sobre todo la relación sentimental que mantenía con su querido Alex.

    No quería admitirlo, pero dependían mucho el uno del otro ¿Cómo vivirían de ahora en adelante? Estando tan cerca pero sin poder hablarse si quiera.
    Lo que más le dolía es que le había hecho daño a Alejandro y era irreparable. Aún podía sentir las dolidas palabras del mexicano clavándose en su pecho.

    — ¡Y tú eres un maldito traicionero doble cara!

    Si, había sido de esa forma en el pasado. Pero darse cuenta de ello y arrepentirse por sus actos le había permitido dar paso a una hermosa relación con él.

    Otra de las cosas que le dolieron es que debía seguir actuando para ‘el bien de sus ciudadanos’ según su nuevo presidente… Debía mantener una interacción limitada.

    Por primera vez sentía impotencia; con un nudo en la garganta que no le dejaba respirar con tranquilidad, que le humedecía los ojos y que le estrujaba el pecho.

    Y lo peor de todo era saber que Rusia también quería a Alejandro y que obviamente no desaprovecharía una oportunidad como esta.

    Quería escapar y ver a su querido Alex, decirle toda la verdad que lo amaba aún más que ayer. Que esa cara de molestia que tenía era por sus estúpidos celos y no porque no quisiera verlo ahí.

    Se echó a la cama de un salto, hundiendo su rosto en la almohada. Extrañaba tanto a sus anteriores jefes. Ellos eran como una familia para él.

    Se dejó llevar por el cansancio de los últimos días y se sumió en profundo sueño.


    De un momento al otro se vio sentado en la lujosa limosina donde tantas veces había viajado. Solo. No estaba nadie con él y se sentía intranquilo.

    — Señor, ya llegamos —. La limosina paró y un agente de seguridad —encargado de manejar aquel vehículo tan grande— le abrió la puerta.

    — Gracias —. Algo confundido salió de ahí y el hombre le ofreció una bolsa blanca de papel lustroso con algunas botellas de agua y una manzana.

    — No hay tiempo. Apresúrese —. Alfred se había distraído tanto con el contenido de la bolsa que no se dio cuenta de que había ido a parar a un tipo de hangar con una avioneta pequeña esperándole.

    ¿Por qué iba solo? No tenía sentido utilizar ese tipo de transporte si iba solo. Además ¿Por qué en un hangar tan grande había sólo una avioneta en buen estado? Las demás estaban hechas casi un cacharro… Bueno, era un sueño después de todo.

    Siguió al agente, adentrándose como copiloto a la avioneta que se elevó por los aires en cuestión de segundos.

    No entendía muy bien qué hacía viajando tan clandestinamente. Pero sentía en el pecho, que debía moverse con rapidez hacia donde quiera que estuviera yendo.

    — ¿Podemos ir más rápido? —. Preguntó intranquilo.

    — Señor, vamos tan rápido como podemos. La frontera no se moverá de lugar, no hay necesidad de arriesgarnos a algún percance con el motor —. Alfred estaba cada vez más confuso, algo estaba mal. Parecía escapar de algo.

    Una hora más y se aproximaban a su destino —. Señor, ahí es.

    Alfred vio con la pequeña ventana la frontera… Su querido Alejandro debía estar del otro lado. Pero definitivamente algo estaba mal, el muro que los dividía estaba más que alto y podía casi jurar que se extendía desde el Océano Pacífico hasta el Golfo. El río para él era más que suficiente ¿Por qué estaría eso ahí? Lo peor es que veía una masa de gente tratando de pasar de su lado hacia México. Pocos lograban pasar la aduana en sus automóviles.

    El miedo estaba carcomiendo su estómago. El sonido de la avioneta parecía intensificarse y un pitido en sus oídos lo hizo volver a la realidad…



    AH, FUCK!! —. Se levantó de golpe, sudoroso, los ojos parecían saltarse de sus cuencas. Su corazón estaba palpitando a mil por segundo y no sabía qué hacer para poder calmarlo.

    Le tomó un tiempo acordarse de que estaba a salvo, en su habitación, en la casa blanca. Tal parecía que todo a su alrededor daba vueltas, incitándolo a querer vomitar.

    What was that?[¿Qué fue eso?]—. Se preguntó, pasando una mano por la cabeza, acomodando su cabello. Volteó hacia todos lados buscando sus anteojos. Los encontró en el suelo y los levantó para ponérselos de nuevo. Observó por la ventana, ya era noche y eso significaba que tendría insomnio…

    Seguía sintiendo que su corazón tenía un tipo de arritmia que le hacía estar intranquilo, y su estomago no le ayudaba, tenía en él un gran nudo.

    Hecho un fiasco corrió hasta la habitación de su nuevo jefe y entró sin tocar, encontrándose a su siempre anegada esposa con una mascarilla en la cara y él a su lado sin poner atención a su plática.

    — ¿No te han enseñado a tocar la puerta antes de entrar? —. Su jefe lo miró mal, pero claro que no tenía el tiempo ni la paciencia para pelearse con él, debido a que, de todos modos necesitaba su ayuda.

    — Disculpe, tío. Lo que pasa es que tuve un mal sueño —. Se adentró a la habitación así como así y se sentó en la orilla de la cama junto a la primera dama, no sin antes saludarla —. Good night, aunt [Buenas noches, tía]

    — ¿Y eso a mí qué? —. Le respondió áspero. Alfred —como era su costumbre— hizo un puchero y después habló.

    — Debería importarle mucho. Mis padres en algún momento me dijeron que los sueños son presagios y-

    — Tú ni siquiera conociste a tus padres, Alfred.

    — ¡Claro que los conocí! Lo que pasa es que no recuerdo la gran cosa de ellos…—. Dijo con tristeza. Quizá su jefe si era algo rudo con él. Aún era joven y obviamente tenía un alma sensible, como un niño —. ¡Pero si recuerdo cosas importantes como esa!

    — ¿Qué soñaste, Alfred? —. Le respondió ‘su tía’, sino con dulzura, al menos con respeto. Algo en el tono de Alfred le hizo interesarse por lo que tenía que decirles.

    — Soñé que viajaba en una avioneta. Solo, hasta la frontera de Alex. Mucha de nuestra gente quería pasar pero no podían, todo estaba completamente cerrado por un enorme muro como de cincuenta metros. Le juro que todos estaban desesperados por pasar… ¡Todas nuestras avionetas estaban hechas ruinas! ¡Era peor que un apocalipsis zombie, tía!

    — Comiste muchos dulces, Alfred.

    — ¡Juro que era muy lúcido lo que soñé! —. Los miró Alfred alterado.

    — Alfred, vete a tu habitación, no quiero oír más estupideces. Quiero dormir —. Le respondió su jefe tomándolo por los hombros para sacarlo de ahí.

    — ¡Pero es cierto! Necesitamos hacer algo antes de que suceda. Al menos desista de romper mis relaciones diplomáticas con México. Así, si llega a pasar algo nuestros ciudadanos tendrán el apoyo del pueblo mexicano y estarán seguros —. Alfred hablaba frenéticamente. Su preocupación era demasiada.

    Fuck, Alfred. Get out here! Now! [Joder, Alfred ¡Sal de aquí! ¡Ahora!] —. El hombre de mediana edad se llevó las manos a la cara, restregándola en un ataque de frustración.

    — No. No voy a irme de aquí. No hasta que me escuche —. El semblante de Alfred cambió. De un momento al otro parecía estar hablando de algo de vida o muerte —. Usted es el presidente electo de los Estados Unidos de América, y como tal debe escuchar a su nación. Por algo existo, no puedo ser ignorado ¿Entiende?

    — Pues tu existencia es una molestia. Eres peor que mis hijos cuando quieren algo para Navidad.

    — Estoy hablando en serio señor presidente.

    — Yo también estoy hablando en serio, América. Quiero irme a dormir—. Alfred lo miró por un momento en silencio, suspiró: era imposible razonar con una piedra.

    — Está bien señor presidente, lo dejaré dormir. Pero cuando algo suceda, no olvide que se lo advertí.

    Vaya… en serio que extrañaba a su anterior jefe.
     
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    Oh vaya, esto ya se puso bueno, desde el primer capitulo. Si que me gusto mucho esperare el siguiente capitulo.
     
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    Se ve interesante la historia, ojala y la continúes pronto se ve que se pondrá mejor :3
     
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  6. Graci FernandeZz
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    Hola mis queridos lectores! :D Hoy les traigo la continuación del fanfic. Diculpen que haya tardado siiiiiglos para actualizar. Apenas empecé la Universidad y ya sabrán, es muy complicado. Pero ya basta de hablar de eso y comencemos con el fanfic. De antemano muchas gracias por sus comentarios que me alientan a seguir escribiendo ¡Son los mejores! DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor. NOTA: Los nombres de los presidentes de los países los omití para no ofender a nadie, porque obviamente, este fic está escrito sólo por simple recreación y no para defender (o destruír la imagen) alguna postura, partido o nación.

    Y el mundo, de repente se detuvo.




    Un frío que cala los huesos golpeaba el amanecer en Rusia. Afuera las personas empezaban el día enfundados en sus gruesos abrigos tomando un café de camino al trabajo. Otros aún estaban dentro de sus hogares y muchos más regresaban después de un largo turno de trabajo por la noche. El tiempo seguía su curso.

    En una casa bastante grande a las afueras de Moscú, los débiles rayos del sol al amanecer se colaban entre los pequeños espacios entre cortina y cortina. Las ventanas se encontraban empañadas y la cama era tan cálida que no daban ganas de levantarse.

    — Alejandro, levantate. Tengo café y pan marmolado para desayunar — el mexicano se revolvió bajo las sábanas al oir a Iván hablando desde el otro lado de la puerta. La cama que Iván le había preparado era demasiado grande, suave, cálida y cómoda.

    — ¡Ay, no quiero! ¡Otro siglo más! — Iván rió ante el comentario de Alejandro. Sentía que esa persona era especial para él porque le traía un poco de vida a su mundo gélido.

    — Estaré abajo para cuando quieras desayunar — se alejó del lugar. Iván estaba mucho más sonriente que otros días, las visitas de Alejandro siempre le caían de maravilla.

    — ¡Gracias! — gritó desde adentro con pereza, vaya que no quería levantarse tan pronto.

    A como pudo, con brazos adormilados, retiró la sábana de su cara y después de su pecho. Bostezó gravemente. El cabello castaño estaba hecho marañas, por la comisura de su boca recorría un hilo de saliva seca, sus ojos entreabiertos tenían pequeñas lagrimillas.

    — Ah… que hueva — dijo al pasarse las manos por la cara tratando de despertarse como era debido. Después se dirigió hasta donde estaba la ventana para abrir las cortinas y ver al exterior; éste era extrañamente tranquilo, incluso los pájaros que estaban posados en el alfeizar de las casas alejadas y los cables de luz no cantaban, los perros no ladraban, el viento no corría. Pareciera como si el mundo se hubiera detenido de un momento al otro en un solo respirar.

    De repente, México sintió un hueco en su estómago con un dolor agudo que lo hizo caer al suelo. Tan grande era el dolor que sentía que no podía articular ni una sola palabra y no podía apartar sus manos de su estómago.

    Desde abajo, Iván escuchó un golpe en la madera del piso de arriba. Se sintió extrañado de aquel ruido, volteó a ver hacia arriba inútilmente volviendo a escuchar otro sonido casi similar.

    — ¿Alejandro? — Iván dejó en la barra del comedor la bandeja de comida para ir subiendo las escaleras con lentitud. Al llegar frente a la habitación tocó suavemente — ¿Pasa algo, Alejandro? ¿Puedo pasar?

    Iván comenzaba a preocuparse por no haber recibido una respuesta. Tras esperar unos cuantos minutos se decidió a girar el pomo.

    — ¡Alejandro! — A paso veloz llegó hasta él arrodillándose a su lado. Pasó su grande y fría mano sobre el cuello del moreno para sentir el pulso de la carótida el cual era débil. Al darse cuenta de esto bajó apresurado hasta el teléfono y justo antes de que la bocina terminara de timbrar sintió su visión borrosa.


    “Señor presidente, Alejandro está…”

    “¿Qué sucede, Iván? ¿Qué le pasó a Alejandro?” Contestó el jefe de Alejandro con calma y esto desesperaba a Iván pues a cada segundo iba debilitándose más y más.

    “Ne-necesitamos ayuda” Logró contestar antes de colapsar sobre el suelo.

    La bocina del teléfono colgaba dando vueltas sobre su propio eje, con una voz desesperada saliendo de ella, y debajo de ésta Iván yacía inconsciente sobre el suelo frío de madera.

    Entonces, en ese mismo instante surgió una noticia que estaba conmocionando a todos los mandatarios del mundo; los teléfonos de las oficinas de los presidentes, reinas, emperadores e incluso de los dictadores empezaron a sonar frenéticamente cortando en algunas ocasiones las líneas telefónicas. Las llamadas eran de carácter ultraprivado entre aquellos gobiernos y no debía difundirse entre los civiles hasta el último momento.

    Algunos países se encontraban despertando de un repentino desmayo y otros —a quienes les aplicaron grandísimas dosis de morfina por su naturaleza— estaban aliviándose de un terrible dolor que los había atacado unas horas atrás.

    Iván estaba en su cama y Alejandro en la misma habitación sobre una camilla al lado, ambos siendo atendidos por un enorme equipo conformado por médicos, geólogos y científicos. Al igual que los otros países en sus respectivas tierras.

    El ruso entreabría los ojos alcanzando a ver apenas las caras de los científicos tomando lecturas de un aparato de al lado derecho. Oía muchas voces resonar en la habitación, personas apuradas yendo de aquí para allá, los respiradores también. Y lo que más hizo que se alarmara, fue divisar entre su casi nula capacidad de visión a Alejandro, también rodeado por un equipo de científicos y su cuerpo conectado a varios cables como lo estaba él. Trató de levantarse de su cama y quitarse la mascarilla pero de repente lo tomaron de los brazos para recostarlo.

    — Señor no se mueva — escuchaba de todas las enfermeras concentradas a su alrededor. Hizo caso y no se movió de la cama para dejar que el personal hiciera su trabajo.

    Alejandro despertó unos minutos después demasiado desorientado, con la boca seca, un poco mareado pero al menos sin ese dolor penetrante en su estómago. Pidió un poco de agua, después de beberla volteo al otro lado de la habitación descubriendo que Iván también lo estaba mirando.
    Iván le sonrió a pesar de los malestares y de la misma forma respondió Alejandro. Como diciendo que todo iba a estar bien.

    Incluso, al otro lado del globo terráqueo, se encontraba Alfred en la misma situación. Conectado a varias máquinas, sediento apenas despertando de un desmayo que sufrió ese día por la tarde. Volteó hacia todos lados y lo único que encontró fue a sus médicos y científicos de confianza, pero no a sus ‘tíos’ ni a sus ‘primos’. No sabía si sentirse mal porque nadie se preocupara por él o sentirse aliviado de que no estuvieran ahí regañándolo por descuidar su salud.

    Al pasar la hora le quitaron la mascarilla y la mayoría de los cables sujetos a su cuerpo, le dieron un vaso de agua para calmar su sed y por fin le dejaron sentarse sobre su cama.

    — ¿Qué me pasó? ¿Le sucedió algo malo a mi territorio o mis ciudadanos? — casi en el instante se le vino a la cabeza que si se había desmayado no era porque sí, sino que debía hacer alguna causa. Por ello, le preguntó al último científico que estaba por retirarse de su habitación.

    — Aún seguimos investigando eso. Por lo que sabemos los demás países también están pasando por lo mismo y la situación se está guardando en absoluto secreto de los ciudadanos. Sólo países y sus mandatarios están al tanto. Con su permiso señor Jones, debo entregarle esto al señor presidente. Toque el botón de pánico si necesita algo, hasta luego— el científico respondió rápidamente para no perder el tiempo. Después, se retiró inmediatamente con una tabla llena de garabatos que sólo él podía entender.

    Alfred se quedó viendo la puerta algo confundo. No entendía del todo que ocurría, pero si era algo que debía mantenerse en sentido estrictamente confidencial entonces debía ser algo grave. Terminó su vaso de agua y lo dejó al lado.

    Aún se sentía muy débil, su cuerpo reclamaba descansar más, pero había una preocupación que no lo dejaba en paz. Tal problema significaba entonces, que Alejandro estaba bajo las mismas circunstancias. Estaba pensando en contactarlo por teléfono pero bien sabía que su querido tío le había bloqueado las llamadas a esa línea y al del presidente de México. Trató de mover sus piernas para levantarse por su computadora pero éstas no le respondían y significaba un dolor inaguantable para él, así que no le quedaba de otra más que descansar hasta poder obtener respuestas.



    QUOTE
    Espero que les haya gustado tanto como me gustó escribir esto. Un saludo eeeenorme para ustedes que le dedican al menos un poquito de su tiempo a leer este fic. Hablando de la Universidad, les deseo mucho exito a lo que se estén dedicando; sea estudiar, sea trabajar, ambas cosas o ser hasta "la ama de casa" no importa que sea, espero que les vaya bien... Yo me despido no sin antes decirles que los adoro de aquí hasta Andrómeda :D Graci-chan cambio y fuera!
     
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    Llegue temprano, que raro :0

    Raios el ship peligra ;-; no se que esta pasando solo queda esperar y ver que pasa, ni mo ;u;

    Gracias pro escribir bye ^u^
     
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    Oh valla,que es lo que pasara se esta poniendo muy bueno ya quiero saber pero solo me queda esperar.
     
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  9. Graci FernandeZz
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    Hola! Holaaaa! :D un gusto leernos de nuevo. Hoy les traigo otra conty. Espero que les guste DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor.

    Al rededor del mundo




    Un día después de tal suceso las naciones de todo el mundo aún se encontraban en mal estado, apenas pudiendo levantarse para caminar unos pasos. Nadie afuera sabía aún que lo que estaba por ocurrir sería catastrófico.

    Alejandro estaba tratando de levantarse apoyándose del tubo de donde colgaba el suero conectado a la vena de su antebrazo. Se sentía débil. Con las piernas temblorosas logró enderezarse y arrastrar unos cuantos pasos hasta la cama de Iván; estaba durmiendo tranquilamente, su cabello estaba hecho marañas y su semblante era tan pacífico que provocaba querer tocar su rostro.

    El mexicano se sentó a la orilla de la cama del rubio sonriendo levemente. Alargó su mano hasta el cabello de Rusia y lo acarició con dulzura, éste se removió por el toque cálido que le era dado. Abrió los ojos lentamente.

    — Alejandro— lo llamó, con una sonrisa casi angelical en sus labios. Fue incorporándose con lentitud sobre su cama hasta alcanzar la altura de Alejandro — ¿Cómo estás?

    — Me duelen las piernas ¿Y tú?

    — Siento dolor en el estómago ¿Qué crees que nos haya pasado? — De repente, el semblante de Iván se volvió un poco seco. Quería aprovechar cada amanecer que tuviera con Alejandro, pero esta situación necesitaba seriedad, más que había afectado a su amado mexicano.

    — No lo sé, pero estoy casi seguro que fue algo grave… Ni siquiera el terremoto del 85 me hizo desmayar de esta forma.

    — Ni a mí la separación de mi familia* — ambos se quedaron viendo a la nada, tratando de recordar situaciones similares, y sólo les vino a la mente cosas como guerras o hambrunas. Pero sus ciudadanos días antes se encontraban, a lo que respecta, medianamente bien y no había conflictos internos que afectaran su salud.

    Interrumpiendo su silencio, una enfermera tocó la puerta — Señor Rusia, señor México ¿Puedo pasar?

    — ¡Pasa! — gritó Alejandro. La enfermera —un tanto joven— giró el pomo de la puerta. Al ver que ambos hombres estaban incorporados y no en reposo entró rápidamente.

    — ¡Señores, recuéstense por favor! ¡Aún necesitan reposo! — ambos rieron por la preocupación de la joven enfermera que los atendía. Aunque por su uniforme se veía que era una enfermera militar parecía no tener tanta experiencia —. No se rían por favor, esto es serio.

    — Tranquila damita que nosotros no’más estamos cotorreando ¿Qué no Iván? — el antes mencionado se confundió. A veces no entendía el leguaje tan florido que el mexicano utilizaba cotidianamente.

    — Veo que se siente mejor señor Fernández. Por favor regrese a su cama y siéntese. Les traje el desayuno.

    — ¿Qué es, dévochka?- preguntó Iván con curiosidad. Si bien el estómago le dolía, quizá podía mejorar con un buen desayuno.

    — Té, un sándwich de queso asado y gelatina… Y para usted señor Alejandro, me comentaron que es muy delicado con su comida, así que el desayuno que le preparó el chef fue unos chilaquiles sin picante y una rebanada de queso asado con gelatina y agua simple.

    — ¡Padrino! — sonrió con gusto casi corriendo a sentarse a su cama.

    La enfermera salió y entró, ahora con un carrito de comida, dejando una respectiva bandeja a cada quien. Pero también un folder con unos cuantos documentos a ambos.

    — Éstos, señores, son documentos que les explicarán que es lo que está pasando. Léanlo después de comer — Se despidió de ellos, sacando el carrito de comida y cerrando la puerta.

    Comieron tranquilamente, hablaron de cosas sin importancia hasta que por fin hicieron de lado su bandeja, mirando los folders.

    — ¿No tienes miedo, Iván? Algo me dice que esto son muy malas noticias — Dijo Alejandro levantando su folder. En verdad algo no olía bien ¿Y si era algo sin remedio? ¿Qué harían entonces? — ¿Crees que… que el oxigenado tenga algo que ver? — frunció el seño. Lo mismo hizo Iván.

    — No lo sé. Pero si tiene que ver algo con él lo voy a destrozar. Kol, kol, kol — Comentó con una sonrisa aterradora.

    — Abrámoslo — Alejandro tragó fuerte y abrió el folder al mismo tiempo que Iván. Sus ojos se movían rápidamente sobre cada línea del informe, cada párrafo y cada hoja. El asombro no cabía en él, tampoco la preocupación. Un hoyo se abría en su estómago. Sentía su corazón acelerarse. Nunca en su larga, eterna vida había imaginado que esto podría suceder. Mucho menos tan pronto. Por su cabeza pasaban cada vez mil y una opciones —todas absurdas— de qué podría hacer para solucionar la situación. Tanta fue su preocupación que no se había dado cuenta de que Iván lo había estado llamando.

    — Alejandro ¿Estás bien?

    — Yo, yo sólo necesito algo de… — se levantó de la cama, dando unos cuantos pasos hasta la ventana que daba afuera e hiperventiló al abrirla. Iván lo siguió y puso ambas manos en sus hombros.

    — Tranquilo, podremos salir de esta situación — acarició la espalda de su querido moreno.

    En la cama de Alejandro yacía el folder abierto. Y si alguien hubiera pasado por ese lugar, dando una hojeada solamente se habría dado cuenta en un instante de lo que ocurría.


    Pozos drenados a toda su capacidad.

    Refinerías sin materia prima.

    Reservas para cinco días.

    Sólo plantas nucleoeléctricas, eólicas, solares e hidroeléctricas funcionando.

    Transporte de alimentos obstaculizado.

    Países petroleros sufren la misma situación.


    Todos los países del mundo dependían al menos en una pequeña cantidad de los combustibles y plásticos extraídos del petróleo. Ahora sin él, estaban más que preocupados… Miles de empleos se perderían, los alimentos no llegarían a los lugares más urbanizados, los apagones eran sólo el comienzo del problema.

    En fin, tuvieron que descansar lo que quedaba del día. Aún no se sentían muy bien; durante la mañana se dispusieron a estar simplemente sentados hablando de cualquier cosa. En la tarde, después de que les fuera llevada la comida, movieron las camas para que estuvieran una junto a la otra, aunque la camilla de Alejandro estuviera un tanto más baja que la cama de Iván. Por último, cuando apenas estaba oscureciendo después de cenar, Iván le ofreció descansar en su cómodo colchón — que era un kingsize—. De repente se reusó, pero al llegar la hora de apagar las luces para dormir, el rubio platinado lo empujó delicadamente a acostarse en su lugar y alzando las sábanas se acomodó junto a él. El lugar era cómodo, amplio, cálido, Iván se sentía de maravilla percibiendo el calor de su amado latino al lado —ya que siempre, aún por más que pusiera la calefacción y un montón de edredones, sentía frío—. Él siempre había sido un hombre de piel fría; no le incomodaba para nada dormir sólo, porque con el paso de las décadas se había acostumbrado a amanecer con el dolor típico del frío calando sobre sus músculos. Pero ahora… ahora era casi un milagro conmovedor para Iván poder dormir al lado de la persona que más quería, dándose calor mutuamente. Alejandro, entre las sábanas movió mano hasta hallar la de Iván, la tomó con firmeza.

    — Te quiero— Se oyó la voz del latino entre la penumbra de la noche. Iván volteó a verlo inútilmente, sólo distinguiendo los relieves de su rostro, sobre todo de sus labios entreabiertos. Con su mano desocupada acarició su mejilla.

    — Yo también te quiero, Alejandro — le sonrió de vuelta con mucha ternura. Se acomodó con mucho cuidado de aplastar al latino, se inclinó para besarlo. Fue apenas un rose, pero fue el contacto más placentero que pudo haber sentido en los últimos 100 años.

    — Tenemos que dormir, no nos recuperaremos si no descansamos — rió Alejandro con picardía en su voz. Aún con sus manos entrelazadas, Iván se volvió a mover para quedar como estaban.

    — Descansa.

    — Descansa, Iván.


    QUOTE
    Bien, hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo. NOTAS: *El comentario de Rusia se refiere a la disolución de la URSS. Dévochka es una forma de referirse a las chicas jóvenes


    Edited by Graci FernandeZz - 27/10/2017, 20:49
     
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    Oh vaya aunque es algo preocupante lo que les esta pasando, literalmente grite como niña chiquita en la parte final pero no pude evitarlo me gusto mucho.
     
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    Hay que decir, a pesar del escenario tipo post-apocalíptico futuro me gusta como se va desarrollando diferente la historia, ademas de un mirada un hecho real futuro a pesar de que sea triste ;-;

    Ojala la continúes me encanto la temática ;u;
     
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  12. Graci FernandeZz
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    Hola queridos lectores. Como tengo un poco de tiempo libre me dediqué a escribir otra conty de este fic, espero que les guste :) DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor. La imagen tampoco es mía (y sólo la pongo para hacer referencia, no quiere decir que sea México o algún lugar mencionado en el fic) derechos a su autor. Sin más que empiece el fic! :D

    Si tan sólo supiera escuchar




    wbgettyimages-171411283_full_landscape



    Octubre, 20XX


    Un mes había pasado con mucha rapidez, más de lo que hubieran imaginado. El problema era mucho más visible ahora; las calles estaban vacías, la gente iba en bicicleta al centro de la ciudad a hacer compras de pánico. El alimento se pudría por toneladas en los almacenes y ya no quedaba combustible de reserva para poner en marcha por lo menos transportes de emergencia… Los cuerpos de emergencia fueron los más afectados, e incluso los hospitales. La energía eléctrica fallaba con frecuencia.

    Alejandro tuvo que irse en uno de los vuelos de emergencia hacia México, quería quedarse con Iván, pero su gente lo necesitaba y eso siempre fue de primera importancia para él. Se encontró con la sorpresa de que todo se estaba manejando mucho mejor de lo que hubiera imaginado; muchas de sus carreteras —que habían sido construidas recientemente— conectaban con más rapidez muchas partes de su tierra. Pusieron en marcha incluso a animales de carga. Todo lugar en su territorio era fértil, por lo que fue más simple dar solución a la escasez de alimentos. Después de todo, sus queridos ciudadanos habían vuelto a sus raíces y no tenía por qué preocuparse tanto por ellos, sabían qué hacer. A pesar de ser, en la mayoría del tiempo ciudadanos que se preocupaban sólo por ellos mismos como seres individuales, cuando había un problema siempre se unían para ayudarse. Eso le daba gusto.

    Se puso a trabajar en varios proyectos y eso fueron las plantas hidroeléctricas y eólicas.

    Podía decirse que la mayoría de países “tercermundistas” estaban manejando mejor la situación. No les fue tan difícil.

    Hoy específicamente se estaba dedicando a ver la televisión con la poca programación que se tenía ahora. Con un poco de tristeza desde su corazón veía, tanto a Rusia como Estados Unidos, haciéndose cargo por su cuenta de tantos problemas. Por ser países más grandes les estaba siendo más difícil controlar la situación. Y él, aunque lo había sabido resolver el problema medianamente bien, todavía no estaba al cien por cien para ayudar a los demás… Incluso al güero oxigenado.


    Noviembre 20XX


    El tiempo estaba caminando a pasos agigantados. Los proyectos —al menos de México y Latinoamérica— rendían frutos. Mientras que, los otros países apenas se acoplaban con su nueva vida. Y aunque los latinos quisieran ayudar aún no tenía el combustible suficiente para transportar materia prima para nuevas plantas de electricidad. Tenía muy buena fe, pero debían planear la ayuda con calma.

    Las potencias mundiales estaban tratando de conseguir combustible alternativo, extraído de varias plantas como las algas, el maíz o caña de azúcar. Cosas que se daban mejor en climas tropicales, del que por supuesto ellos carecían. Pero un intento, era un intento, y si era por el bien de sus habitantes lo harían todo por ellos.

    Con mucha lástima Alejandro supo que se acercaba el invierno y Alfred seguía perdido en el problema, dando vueltas y vueltas sin ver nada más. Sus habitantes estaban aún inmersos en la fabricación de combustibles con químicos caseros con lo cual los accidentes aumentaban. Algunos otros con un poco más de calma buscaron una pequeña producción de petróleo con algas… quizá faltaba poco para que se diera cuenta de cómo avanzar rápidamente.

    De repente, Alejandro recordó las bellas canciones, cuentos y leyendas que su padre le contaba; la actual época de Nahui-Ollin, es decir, el quinto sol, el quinto hombre creado sobre la tierra. A ese hombre se le había dado vida con viejos huesos y la sangre de Quetzalcóatl. Uno de los dioses, el más noble, humilde y valiente se había lanzado al fuego siendo convertido en Tonatiuh, el sol. Otro, el más buen mozo, pero más cobarde, se lanzó después y se convirtió en la luna. Los demás dioses les brindaron movimiento y de alimento el maíz.

    Recordó que su población indígena, especialmente los ancianos, todavía contaban aquellas historias para enseñarles a los jóvenes la importancia del maíz como una base de su cultura y de ellos mismos… ¡Qué acertados eran aquellos ancianos! Ahora el maíz era necesitado en todas partes del mundo incluso para hacer combustible, como alimento también era indispensable. Comprendió con mucho gusto que era en verdad afortunado a pesar de los problemas económicos. Porque sus dioses le habían dado la oportunidad a su gente de nacer en una tierra fértil que todo les daba.


    Diciembre 20XX


    El invierno había llegado, y con eso los problemas para los países ubicados hacia el norte del trópico de Cáncer. Alfred se sentía desesperado, su gente estaba desesperada. Hacía frío, la calefacción no servía, prender las chimeneas era una opción pero no había suficiente madera para todo el invierno. La comida era cada vez más escaza en invierno.

    — Señor presidente ¡Por favor entienda! ¡Hay mejores posibilidades para nuestros ciudadanos en el sur! — Alfred puso ambas manos en el escritorio para que le hiciera caso, tal parecía que el hombre estaba sordo.

    —Alfred, tenemos muchos problemas con la embajada canadiense— el hombre siguió con la mirada sobre los documentos, leyendo algunas de las peticiones de su país vecino del norte para que sus ciudadanos migraran temporalmente por el invierno a sus tierras.

    — Tendremos más problemas sino vemos por nuestros ciudadanos ¿Qué nos cuesta si quiera intentarlo? Mi pueblo está tratando de cruzar y no puede, el muro está cerrado por la migración masiva. Si tan sólo comprendiera…

    — Tienen más posibilidades de ser asaltados o secuestrados en México. El frío no es nada. Basta con que se muevan a Florida o California, Arizona es lo mejor.

    — ¡Pero nuestra población es enorme y! — el hombre, colérico se levantó de su asiento.

    — Ya me hartaste Alfred ¡Sal de mi oficina, ahora! — Alfred, tan cual un niño pequeño, pisó muy fuerte el suelo y se giró para salir de ahí. Pero antes de irse le dijo unas palabras cortantes.

    — Aquella vez se lo advertí, pudimos hacer algo y no me escuchó. Haré entonces las cosas a mi manera. Buen día, señor presidente.

    — ¡Ni se te ocurra hacer una estupidez, Alfred! — El país se encontraba dándole un portazo. Pero el presidente se levantó de su escritorio para seguirlo por los pasillos de la casa blanca hasta la salida —. ¡No te atrevas a subir a ese vehículo! ¡Es una orden Alfred F. Jones!
    Los agentes y empleados que se encontraban en la entrada miraban curiosos la escena, todos menos el agente que estaba encendiendo la limosina para que la nación entrara en ella.

    — Prosiga, no le haga caso — Alfred se veía completamente seguro de lo que hacía. Y es que no tenía otra opción, o dejaba que su población muriera por las decisiones de su orgulloso jefe o por lo menos intentaba obtener ayuda.

    — Pero, señor Alfred, no puedo hacer eso, el señor presidente va a…

    — Yo soy Estados Unidos de Norte América. Mis órdenes superan las de él. Avanza. — El rubio abrió por sí mismo la puerta y la cerró con determinación. No había vuelta atrás.

    — Si señor — el agente en segundos ya estaba avanzando hacia la calle ¿Cómo es que ellos tenían combustible para eso? Se podría decir que la mayoría del petróleo de reserva se había guardado para los usos del orgulloso señor presidente.

    — ¡Si cruzas la frontera considérate exiliado! — El presidente volvió refunfuñando a la casa blanca con molestia.

    Mientras tanto, el vehículo donde estaba Alfred avanzaba por las calles de Washington bajo las miradas atónitas de sus habitantes, que pensaban que toda reserva de combustibles se había agotado hace tiempo.

    — Lléveme al hangar presidencial por favor.

    — En seguida señor.


    QUOTE
    Disculpen por dejarlos con la intriga. Espero que esta conty les haya gustado. Los quiero mucho queridos habitantes de Andrómeda.
    Graci-chan cambio y fuera! :D


    Edited by Graci FernandeZz - 31/10/2017, 21:47
     
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  13. Graci FernandeZz
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    Hola! :D ¿Cómo están? ¡Qué tal les ha ido? Yo estuve escribiendo la conty del fic. Espero que lo disfruten. DISCLAIMER: Los personajes que aquí aparecen no son míos, son propiedad de Hidekaz Himaruya-sensei. El OC de México tampoco es mío, derechos a su respectivo autor.

    Heridas




    Mientras tanto, el vehículo donde estaba Alfred avanzaba por las calles de Washington bajo las miradas atónitas de sus habitantes, que pensaban que toda reserva de combustibles se había agotado hace tiempo.

    — Lléveme al hangar presidencial por favor.

    — En seguida señor.

    Todo lo que había soñado aquel día se hacía realidad, cada mínimo detalle. Incluso lo del hangar lleno de chatarra apenas oxidándose. Le daba miedo, mucho miedo de lo que estaba pasando e incluso de lo que podía pasar en un futuro. Y fue aún más aterrador ver a su población arremolinándose frente al muro, sólo cerró los ojos con fuerza para evitar llorar o sucumbir ante la desesperación. Sólo esperaba poder encontrar a Alejandro y que éste aceptara por lo menos hablar con él.

    Cerca de las costas de Guerrero, en una de las plantas de energía eólica* recientemente construida, estaban tanto Iván como Alejandro verificando números y haciendo anotaciones. Muchos otros empleados estaban haciendo su trabajo para que la electricidad fuera correctamente enviada a la zona centro del país y estaba siendo un éxito.

    Iván había viajado a México un día antes con la excusa de poder llevar nuevas ideas para la producción de energía a su población. Bueno, en sí no era una mentira, necesitaba investigar primero antes de tomar cartas sobre el asunto. De mientras se las estaba arreglando con combustible destilado de la cebada, por eso pudo ir a visitar a su querido latino y ver cómo le estaba yendo. Y para que le dejaran quedarse un par de semanas o hasta que pudiera conseguir un vuelo o viaje en barco, debía mandar información por medio de una extraña computadora-portafolio que servía con una batería casi inacabable.

    — ¡Alejandro, tu producción de energía es excelente! ¿En cuánto más de tu territorio te hace falta restablecer electricidad?

    — Ya en ninguna parte — desde que había llegado Iván, Alejandro no paraba de sonreír como en esta ocasión —. Bueno, las zonas rurales nunca han tenido una muy buena conexión de luz eléctrica. Pero los programas para llevarla esta las zonas más remotas siguen en pie.

    — Me sorprendes, muchos de nosotros en Europa estamos tardando demasiado en restablecer la energía — Alejandro sólo palmeó espalda, como diciéndole que todo pronto estaría bien.

    — Creo que ya trabajamos mucho por hoy ¿Me acompañas a tomar algo? Tenemos cafetería aquí — Iván no podía resistirse a tan tentadora idea, y mucho menos a la sonrisa de Alejandro que seguía haciéndolo sentir una extraña y placentera calidez en su pecho.

    Pronto, dentro de las oficinas de la planta llegaron a la cafetería, quizá era pequeña pero no tanto como para no tener nada bueno.

    — Un café negro por favor.

    — Yo lo mismo — dijo Iván al camarero.

    — ¿Cómo te la has estado pasando? Lamento no poder haberme comunicado contigo, Iván.

    — Pues, no muy bien. Como sabes, yo era el mayor productor de petróleo y sin él es como si no pudiera beber café o vodka. Siento un agujero en el estómago todo los días. Pero eso no tiene importancia ¿Tú cómo estás? — Iván alargo su mano por debajo de la mesa y tomó firmemente la mano de Alejandro, cálida como siempre.

    — Pues, nosotros obteníamos una gran parte de ganancias por venta de crudo y turismo… Ya sabes, sin crudo no hay combustible, sin combustible no se mueven los aviones ni los autobuses, y sin transporte no hay turismo. Me siento un poco vacío también, pero no es la gran cosa. He pasado peores — en ese momento llegó el camarero interrumpiendo sólo para poner las tazas sobre la mesa y se marchó. Los trabajadores hacían bullicio, reían y hablaban como si nada hubiera pasado.

    — Me sorprende que tu población esté de tan buen humor aún en esta situación ¿Cómo lo hacen? — Alejandro rió ante el comentario, que hasta cierto punto le pareció inocente.

    — Te puedo decir que yo tampoco sé… Así somos los mexicanos, siempre nos tachan de huevones y valemadristas. Pero es mejor estar riendo que llorando ¿No crees? — Esta vez Iván rió con una profunda carcajada. Deslizó su mano por arriba de la mesa y con ambas tomó la taza de café para darle un sorbo.

    — Da, tienes razón.

    Entonces sólo se dedicaron a beber café y de vez en cuando sólo interrumpían para hacer cualquier comentario, sobre el café, sobre el lugar o cualquier cosa que se les viniera a la mente. Y si había algo extraño es que, mientras estaban uno en la compañía del otro no sentían ese vacío en el estomago que les era tan molesto y detestable.

    — Disculpe señor. Un hombre lo busca afuera. Dice que se llama Alfred F. Jones — se acercó el camarero hasta la mesa. Con ese sólo nombre el ambiente creado entre el moreno y el rubio platinado se había venido abajo ¿Qué es lo que querría en estos momentos? ¿Y por qué justo ahora que se sentía tan bien en compañía del ruso?

    — Si lo deseas, puedo ir yo a decirle que se vaya, Alejandro — Iván estaba manteniendo muy bien la compostura. Pero no eran sus asuntos, eso era algo que el mismo Alejandro debía atender.

    — Regresaré en un minuto. Te avisaré si necesito tu ayuda — Alejandro se levantó de la mesa, después se dirigió hasta la entrada y desde ahí pudo ver a Alfred parado a lejos empezando el bosque. Se acercó con lentitud. No quería admitirlo, pero a cada paso que daba su corazón iba acelerándose haciendo que se sintiera cada vez más torpe y sus piernas más débiles. Por ello al llegar en frente de él se tropezó, él rubio lo tomó del brazo para que no cayera.

    — Ten cuidado, Alex. Se ve que te todo esto te ha afectado mucho.

    — Sácate a la verga. Estoy bien — se soltó de su agarre. Su cara reflejaba todo el enojo que en algún momento no pudo sacar.

    Aunque su corazón fuera terco y quisiera aún al estadounidense a su lado estaba muy herido. Recordaba vívidamente cada una de las palabras que le dijo el día que se separaron y no permitiría que le hiciera daño otra vez.

    —Si a lo único que vienes es a decirme que tan acabado estoy, mejor ahuecando el ala ¿No? Además te recuerdo que deje las cosas muy en claro. No tienes porqué venir aquí. Si quieres pedirme algo mejor date la vuelta.

    — Alejandro please, listen up, please, please, please — Alejandro relajó su semblante, pidiéndose a sí mismo que tuviera paciencia, que Alfred siempre había sido un poco más lento para entender lo que las personas le decían —. Mi gente necesita encarecidamente que los dejes pasar a tu territorio. Los hospitales no están funcionando como deberían, las enfermedades se propagan, los alimentos no llegan a las partes más necesitadas… Así que por favor, si no fuera estrictamente necesario no habría venido en busca de tu ayuda.

    Alejandro se mantuvo un rato en silencio mirando al horizonte. Después volteó a ver a Alfred con toda la seriedad y calma que cabía en su persona y habló —. ¿Lo haces por ti o por tu gente?

    Alfred se quedó mudo, no sabía que responder. Obviamente lo hacía por su gente, pero bien era sabido que sin ellos él no lograría subsistir. Le daba miedo saber que podía desaparecer de un momento al otro.

    — Ya me lo suponía. No puedo creer que sigas decepcionándome — Alejandro dio la media vuelta emprendiendo el camino de nuevo hacia la planta. Alfred se interpuso en su camino saliendo de su ensoñación.

    — Por favor. En verdad… en verdad lo hago por mi gente — El moreno lo vio sin emoción alguna impresa en su rostro.

    — Deja de hacerle a la chillona y mejor ocúpate del problema por tu cuenta.

    — ¿Qué te sucedió, Alejandro? Fue… fue por la influencia del comunista que ahora eres tan frío. A-antes habrías tendido tu mano a todos sin pensarlo — Alfred miró al suelo y sonrió con algo de nostalgia —. Aún estando en las peores situaciones…

    — ¿Quieres ponerte a recordar el pasado? — Alejandro le sonrió con sarcasmo —. Pues recordemos el pasado — puso sus pulgares dentro de sus bolsillos dejando caer el peso de sus brazos y hombros y alzó su mirada por arriba de Alfred, a pesar de ser más pequeño que él —. La última crisis económica. Fui a pedirte ayuda para que mis paisanos pudieran ir a trabajar en tus campos, sus familias tenían hambre y sus mujeres y niños tenían las manos cada vez más callosas de trabajar en los petroleros. Ni siquiera te estaba pidiendo regalado, sólo unos cuantos permisos a cambio de fuerza de trabajo ¿Y tú que me dijiste?

    — Alejandro, yo… — Alfred se dirigió a él con voz temblorosa, ojos humedecidos y el corazón desquebrajándosele a cada sílaba.

    — ¿Qué me dijiste? — Le preguntó firmemente, con las manos hechas puños, con dolor y coraje dentro de sí aflorando por cada poro de su piel.

    — Por favor, discúlpame— Alfred empezaba a derramar lágrimas y éstas surcaban por sus mejillas quemándole el alma.

    — Me dijiste: Sorry Alex, but I looking for my people first, now left. [Disculpa Alex, pero estoy viendo por mi gente primero, ahora vete] Ni siquiera tuviste la sutileza con la que se debe negar la ayuda. Yo de tonto creí que en verdad no podías ayudarme ¡¿Y qué pasó después?! — gritó, riéndose con ironía, tratando de dejar su dolor adentro —. ¡Me encontré con un maldito documental en internet que decía que por lo menos el 60% de tus campos no se habían cultivado! ¡Ah! ¡¿Qué puedes tú decir al respecto?!... Lo peor de todo es que lo dejé pasar y seguí amándote. Pero ya no más, desde hace tiempo que dejaste de ser alguien por quien me preocupe.

    —En verdad lo siento, Alejandro… No volveré a molestarte — Con el corazón hecho trizas y una angustia horrible que le carcomía el pecho se marchó lentamente, llorando bajo para que nadie se diera cuenta de que había ocurrido.

    Edited by Graci FernandeZz - 5/1/2018, 20:38
     
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  14. miss Rebeca
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    Me encantó porfavor continualo ~TuT~
     
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    Oh vaya si que me gusto mucho la continuación, hasta a mi me dieron ganas de llorar, ya quiero ver lo que pasa.
     
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