i n s a n e || Todos los ukes de J.R || One Shot

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    Caminaban por las calles jugando y riendo.

    Aún no había atardecido y ellos ya se encontraban añorando la noche y toda la diversión que vendría con ella. Sin embargo, en ese momento tenían que esperar, así que decidieron entrar a una pizzería que tenía grandes y llamativos letreros.

    Hiroki y Misaki son los que se acercan a la registradora para que les entreguen sus pedidos. Una pizza grande, cuatro refrescos de durazno y cuatro malteadas de galleta con crema batida. Hiroki le guiña un ojo al cajero cuando ve que este se sonroja al chocar sus manos.

    —¿Siempre tienes que hacer eso? — Le reprende Misaki, aunque no es en serio. Hiroki se encoge de hombros, sonriendo y mostrando una hilera de dientes blancos detrás de sus labios rosados. En la mesa los esperaban Ryu y Shinobu que ya han hecho un desastre con las servilletas de papel.

    —¿Qué les han dicho a sus padres? —Shinobu parece nervioso y es comprensible, es el más joven de esa mesa, además es su primera fiesta, la primera vez que sus amigos lo integran al mundo de adultos.

    También es su cumpleaños.

    —Hiroki dijo que estaría en mi casa y yo dije que iba a la suya— Ryu estaba repartiendo la comida, asegurándose de que a todos le tocara la cantidad de pizza que pidieron y también organizando el dinero que ocuparan esa noche.

    —Yo sólo le dejé una nota a mi hermano, aunque creo que no volverá del trabajo esta noche, así que no hay problema. Espero que hayas inventado una buena excusa Shinobu. — Misaki ya le ha arrebatado la comida a Ryu, peleando por la rebanada con más carne y menos vegetales.

    —La verdad es que sólo me han dado permiso hasta las ocho— Todos ven sus celulares, apenas son las seis y media.

    —No puedes hacernos esto Shinobu, es tu cumpleaños— Misaki ya está sobre él, pero es Hiroki quien lo toma por un hombro y lo tranquiliza,

    —Shinoda está por llegar, seguro que nos ayuda

    Todos miran a Hiroki con la disconformidad pintando en sus lindas caras, sin embargo cuando el castaño no los mira ni hace ningún comentario al respecto saben que es un batalla perdida y se concentran en sus alimentos. Toman lo que será su cena sin quejarse. Revuelven su malteada y beben del refresco que les deja un sabor dulce en la garganta. El local en lugar de llenarse parece estar quedándose más solitario, es en ese momento cuando Ryu toma las sodas a medio tomar de sus amigos saca de su mochila media botella de Vodka y vierte en alcohol hasta que los vasos vuelven a estar llenos de un líquido rosa y burbujeante.

    —¿Dónde la conseguiste? — Hiroki pregunta con la diversión en su boca mientras bebe hasta saciarse.

    —Parece que mi madre las colecciona, no se dará cuenta si falta una botella o dos— Sin embargo, eso no les bastará para toda la noche, y lo saben.

    Como caído del cielo un hombre rubio ingresa al local, tiene el cabello bien recortado y su chaqueta de cuero parece estar hecha a la medida, pues se ajusta perfectamente a sus hombros anchos y varoniles. No obstante, su voz es desagradable.

    —Hola niños— Todos ponen los ojos en blanco por el apodo, pero no pueden decir nada, después de todo ellos sólo tienen diecisiete años y aquel hombre veintitrés, sin embargo, eso no le impide besar a Hiroki y gozar de su labial transparente con olor a fresas —Hola pequeño— Con Hiroki es suave y dulce. Eso hace sonreír al castaño que no sabe nada del amor.

    Shinoda roba la rebanada de pizza de las manos de Hiroki y no se toma el tiempo para sentarse en las cómodas sillas del local.

    —¿Nos vamos?

    Ahora los cuatro estan en el auto de Shinoda. Hiroki en el asiento del copiloto y sus amigos detrás, todos murmurando, riendo de comentarios sin sentido, con la emoción burbujeando en sus vientres.

    —Shinoda —Hiroki usa esa voz cristalina y adorable mientras mira a Shinoda a través de su flequillo, entonces le extiende él celular de Shinobu —¿Podrías…

    Hiroki no acaba su pregunta y no lo necesita pues el mayor ya le está marcando a los padres de Shinobu, fingiendo ser el hermano de Misaki y prometiendo que ambos llevaran a su querido hijo a casa por la mañana. Shinobu habla unos minutos con ellos y luego cuelga con una sonrisa enorme en los labios, una sonrisa que a Hiroki le cuesta un beso apasionado con Shinoda y que este lleve sus manos sobre uno de sus muslos todo el camino hasta el supermercado.

    Shinoda y Hiroki se han perdido por el supermercado por lo que es tarea de Misaki, Shinobu y Ryu el de abastecerse para esa noche. Compran cigarrillos, whisky y zumo de arándanos. Deciden esperar cerca de las cajas mientras ven sus celulares. La fiesta ya ha comenzado y tanto sus compañeros como sus amigos del instituto han comenzado a subir fotografías y vídeos a sus redes sociales, aún parecen sobrios así que asumen que no se han perdido de nada.

    Unos minutos después aparecen Hiroki y Shinoda. Hiroki lleva los labios carmesís e inflamados además tiene los ojos llorosos, pero cuando los ve les sonríe y toma del brazo a Shinoda quién es el que presta su identificación para sacar todas las cosas del local.

    Shinoda los deja en la fiesta. Él por supuesto que no se quedara, no cuando tiene cosas más interesantes que hacer que quedarse a una reunión con niños seis años menores que él.

    La fiesta es en un pequeño salón que sus compañeros han alquilado, alejado de las carreteras, de cualquier adulto que pueda arruinar su diversión, demasiado lejos de las estrellas, donde se escucha la música a todo volumen y la luz es demasiado tenue para distinguir con claridad a las personas.

    Con seguridad se adentran a ese mundo de desconocidos.

    Pasan demasiadas horas sin que ninguno de los cuatro se de cuenta, pues para ellos parecen apenas segundos, con el sabor del vodka y los cigarrillos en los labios, con el calor de manos extrañas sobre sus caderas y cinturas.

    —Hay demasiada gente aquí— Ryu se queja y no es para menos, ya tiene el cabello húmedo en su nuca y muchas personas pasan a su lado medio borrachas, tropezando y maldiciendo. Hiroki nota la incomodidad de su amigo buscando cualquier cosa para apaciguarlo.

    —He visto un ventilador en alguna parte— Hiroki se para sobre las puntas de sus pies y ve el ventilador en una de las esquinas de la gran sala, justo donde muchas personas se juntan para besarse y fumar— Ahí está ¿quieres que vayamos? — Ryu asiente y se despiden momentáneamente de Misaki y de Shinobu a quienes no les queda más remedio que quedarse atrapados en medio de aquel mar de gente.

    Ryu suspira cuando siente el aire fresco en su frente aclarando sus pensamientos, es entonces cuando nota que Hiroki ya está quizá demasiado borracho para pensar con claridad porque lo ve recargándose en la pared y cerrar los ojos. Nunca lo había visto con tanto detenimiento como en ese momento, notando por primera vez las ojeras bajo sus ojos, con el rubor falso de sus mejillas desvaneciéndose y ahí, con el humo de cigarrillos cubriendo su rostro como un velo luce… agotado.

    —¿Estás bien? —Le pregunta en voz baja cuando Hiroki agacha la cabeza y ya no puede ver sus ojos.
    Hiroki se encoge de hombros queriendo restarle importancia a su estado de ánimo, pero al final su voz se rompe y suelta un sollozo —No.

    No sabe exactamente que es lo que lo hace llorar, sólo sabe que no puede detenerse y que por alguna razón su corazón no parece funcionar, tal vez porque ha estado roto desde hace mucho tiempo. Su corazón ya estaba tan acostumbrado a Akihiko, tan melancólico y frío, con los ojos siempre distantes, como si no lo viera frente a él, como si no tuviera interés por nadie, ni siquiera por Hiroki que siempre ha estado ahí para él desde que eran pequeños. Ya estaba tan acostumbrado a su silencio cuando trataba de concentrarse y escribir algo nuevo, de hecho lo amaba, amaba esa frialdad en él, amaba quedarse a su lado viéndolo mientras escribía porque entonces Akihiko no se sentía tan distante.

    Y luego había llegado Nowaki a arruinarlo todo. Nowaki era el presidente del consejo académico, siempre estaba sonriendo a todo el mundo, con los ojos llenos de brillo y energía, siempre dispuesto a ayudar a los demás alegrándoles el día. Él no había caído por Hiroki como lo habían hecho los demás chicos, besándolo a escondidas en el patio trasero de la escuela, o metiendo las manos entre sus ropas, Nowaki lo había perseguido por toda la escuela como un acosador, buscándolo en sus clases y sentándose a su lado cuando coincidían en alguna. Hablaba de sus “hermanos” en el orfanato que eran la razón por la que siempre llevaba caramelos en la mochila, leía poemas antiguos para él y en las clases más aburridas siempre dibujaba en su libreta o enredaba sus dedos en su cabello.

    Y Hiroki ahora mismo se siente tan perdido y confundido porque, aunque el amor que Nowaki le ofrece es tan puro y dulce él cree no merecerlo, una de las razones es que no puede apartarse de Akihiko. Otra, porque ya está acostumbrado al amor a medias que le dan sus amantes.

    Odia a los chicos que ponen sus manos sobre él. Odia a Akihiko por rechazar sus sentimientos. Y odia a Nowaki por confundirlo de esa manera con sus pacíficos ojos.

    —Detesto a esos bastardos— Murmura contra los labios de Ryu rompiendo a llorar, pero Ryu lo calma con besos dulces y que saben zumo de arándanos, hasta que Hiroki lo está tomando desesperado de la cintura, acercando lo a él con sus manos moviéndose por el cabello fino y suave. Mucho antes de que se den cuenta están atacando sus cuellos con besos salvajes y húmedos que los hacen gemir y jadear. Ryu es el primero en reaccionar, tomando el cabello de Hiroki haciendo que los labios maltratados y rojos de su amigo se separen de su piel.

    —Mierda. Ya entiendo por qué tienes a tantos chicos a tus pies. — Es el comentario más estúpido que puede hacer Isaka, sin embargo, hace que Hiroki se olvide de su tristeza y ría a carcajadas, con lágrimas secas sobre sus pestañas.

    —Parece que esos dos se están divirtiendo— Misaki no sabe de lo que habla Shinobu hasta que al voltear un poco su cabeza a la derecha ve a Ryu y a Hiroki riendo, con los labios hinchados y brillantes de saliva —Nosotros también deberíamos divertirnos ¿Por qué no buscamos un guapo chico que quiera besarte? — Shinobu ya arrastra las palabras e intenta llevarlo a través de la marea de personas que se aman y bailan en medio del salón. Misaki lo detiene a tiempo antes de que choquen con alguien.

    —Prefiero quedarme aquí hasta que Ryu y Hiroki regresen— Shinobu lo ve con lo que parece pena en su expresión y mira a su alrededor. Misaki ha sido el único que ha rechazado a cuantos chicos lo han invitado a bailar, a fumar un cigarrillo o beber alcohol de sus labios.

    —¿Esto es por Akihiko? — Misaki quiere decir directamente que no, que simplemente no está de humor para besar a nadie, pero se muerde los labios antes de tomar un trago de la bebida en su vaso.

    —¿Qué te hace pensar eso? — Shinobu luce un rictus enojado que lo hace lucir adorable, sin embargo, atemoriza a Misaki, porque sabe que su amigo sólo le recordará la horrible verdad. Akihito lo ama… y Misaki a él.

    —¿Cuándo le dirás a Hiroki que Akihiko te invito a una cita? —Misaki juega con su vaso lleno de un amargo liquido, sin atreverse a mirar a los ojos a su amigo, porque si lo hace se descubrirá por completo ante él. Porque si lo hace sabe que reflejara que está muriendo de pasión por alguien que no debería atesorar de esa manera.

    —Hiroki lo ama desde que son niños. Además se supone que nosotros somos amigos. No podría herirlo de ese modo.

    —Hiroki no necesita de tu ayuda para herirse a sí mismo— Misaki sabe que Shinobu tiene razón sin embargo cuando Hiroki se acerca, con las mejillas sonrojadas y el cabello alborotado algo le dice que nunca logrará ser como él. Hiroki es una criatura etérea, descarada e indomable que no le teme a nada. No les teme a los chicos mayores que se acercan a coquetearle, ni le teme a la oscuridad cuando está en la habitación de un desconocido, no les teme a los autos a toda velocidad ni a caminar sobre el barandal de un puente con los brazos extendidos, como si fueran alas que pronto lo elevaran a las alturas.

    Se aleja de sus amigos pues de pronto le falta el aire. Va a los baños y trata de refrescar su cara frente al espejo roto del lugar, cuando levanta el rostro se ve ruborizado y parece que está a punto de llorar. Se seca el agua de la cara con movimientos furiosos hasta que oye la puerta abrirse. A través del espejo distingue a la persona que entró, un chico un par de años mayor que solía asistir a su escuela. Tiene la apariencia de un chico peligroso y Misaki quiere ser valiente por primera vez en su vida, así que cuando el chico lo sube a los lavabos y acaricia sus muslos él se deja hacer, deja que bese sus labios y que apriete su piel a través de la entallada ropa, deja que tire de su cabello y bese su garganta hasta que se encuentra a si mismo gimiendo, acercándose con necesidad a ese desconocido.

    Sin embargo, sus labios no saben bien y los succiona con tanta fuerza que Misaki los siente resecos, no le gusta como sus manos se pasean por su cuerpo sin ninguna sutileza, simplemente siendo rudas sobre él. Entonces se arrepiente y pone una mano sobre el pecho fuerte para alejarlo.

    —No— Se le escapa el aliento cuando aquellos labios vuelven a los suyos, esta vez con más fuerza, castigándolo —No— repite hasta que se le va la voz, sintiendo el pánico apoderarse de él, cierra los ojos con la esperanza de que lo que sea que pase acabe pronto.

    —¡Hey! — y cuando abre los ojos ahí está, frente a él, Hiroki tienen los brazos cruzados y mira al desconocido con molestia —Mi amigo te ha dicho que no, así que más te vale soltarlo.

    Hiroki es mucho más bajo que el chico que lo sujeta con fuerza contra los lavabos, sin embargo, la determinación en su voz, así como su postura hacen que el agarre sobre su cuerpo se afloje. El chico suelta maldiciones y palabras molestas que Misaki no escucha hasta que azota la puerta haciendo que el vidrio a su espalda tiemble y los cristales sueltos caigan sobre él como pequeñas gotas de lluvia en una tarde de verano, pero no es viento fresco lo que sopla, no es el sabor a helado de chocolate lo que hay en sus labios, ni agua lo de deja heridas en sus manos y no son lágrimas de felicidad lo que se desliza por sus mejillas

    —¡Oh Misaki!— Hiroki lo tiene entre sus brazos, presionando los cristales contra su piel, pero Misaki no se aparta, sino que se aferra a su delgada playera sintiendo por primera el pulso débil y la sangre corriendo por las venas de Hiroki, a tan corta distancia puede ver el universo que es la piel de Hiroki con pequeñas estrellas repartidas en su piel que dan paso a galaxias de todos los colores, formando arco iris morados y remolinos verdes y rojizos. Cuando Hiroki lo hace apartarse Misaki puede verlo a través de la precaria luz, entonces se da cuenta de la verdad, y es doloroso. ¿Si no hay esperanzas para Hroki que hace pensar a Misaki que las hay para él?—Nunca permitas que te ocurra algo malo ¿de acuerdo?

    Misaki sin razón alguna se encuentra a si mismo recordando su clase de Física, cuando su profesor hablaba de temas que vendráin en su examen final, pero él estaba demasiado ocupado mandando mensajes a Ryu que estaba del otro lado del salón. Hablaba del universo, pero ese día a Misaki le interesaba más saber si su amigo le prestaría dinero para el almuerzo. Contaba como la luz de las estrellas se desplazaba a través del espacio hasta hacerse visible en la Tierra. Esa noche Misaki entendió que incluso las estrellas más brillantes terminan por apagarse.Que lo que vemos en la Tierra son en realidad restos de lo que alguna vez estuvo caliente y vivo y ahora permanecía frío y muerto. Tal vez veían los cadáveres más hermosos de todo el universo.

    Cuando regresan al centro de la fiesta Ryu y Shinobu ya tienen sus chaquetas encima.

    —Es tiempo de nuestra segunda parada —Todos están emocionados cuando Ryu los guía afuera y ya hay un par de chicos esperándolos en un auto. Tienen la música a todo volumen cuando conducen por las carreteras iluminadas y desiertas hasta detenerse en un antiguo motel. Los chicos son primos de Ryu quien les ha pagado para que los dejen ahí, no sin antes advertirles que tienen que regresar al amanecer, para lo cual no falta mucho.

    Cuando los cuatro entran la recepcionista los ve sorprendida, pero rápidamente adopta una actitud formal, aunque sigue dudosa de por que el dueño de ese lugar está ahí, medio alcoholizado y con tres chicos acompañándolo.

    —Ryu sama. No lo esperábamos esta noche ¿Debería llamar a su madre?
    —Si consigues despertarla, adelante— Ryu sabe que su madre está demasiado ahogada en antidepresivos y somníferos para despertar a las cuatro de la mañana, así que recibe de mala gana las llaves de las manos de la chica y rápidamente se escabullen los cuatro a una de las habitaciones..

    Sus amigos y él entran a la diminuta habitación, dejando sus pertenecías regadas en el piso, sacando las botellas medio vacías de alcohol junto a sus cigarrillos a medio fumar. Shinobu y Misaki se recuestan en la cama para compartir un cigarrillo y Hiroki entra al baño para darse una ducha y quitarse la suciedad de esa noche.

    Ryu sale al balcón con la vista de la solitaria carretera por delante. Mira la botella en su mano y la deja en el suelo mientras el sube por el barandal hasta quedar de pie, con el viento casi haciendo que pierda el equilibrio.

    Cierra los ojos, pues las estrellas lo marean y lo hacen pararse en la realidad. Reflexiona que en ese momento preferiría que estuviera nevando, le gustaría sentir los pequeños copos de nieve derretirse sobre su cabello, le gustaría sentir las manos de su madre abrochando su suéter y el tibio aliento de su padre calentar sus manos.

    Pero Ryu sabe que eso no pasara.

    El invierno pasado su padre había muerto cuando perdió el control de su auto que había patinado en el hielo de la carretera. Desde entonces todo el peso ha caído sobre él.

    Tuvo que ser duro cuando sus parientes intentaron robar las empresas en las que su padre tenia acciones invertidas. Tuvo que ser fuerte para su madre que no había abandonado su hogar desde la muerte de su padre, que apenas comía o se levantaba de la cama. Y claro, tenía que ser responsable por sus amigos, que eran tan pequeños e ingenuos, casi inocentes. Y todo eso hace que se esté cayendo a pedazos, que se le oprima el pecho y que apenas pueda respirar. Últimamente ha sentido que se ahoga todo el maldito tiempo.

    —Ryu — Hiroki lo sostiene por su pantalón haciendo que Ryu abra los ojos— Vas a quedarte dormido ahí arriba, y todavía tenemos muchas cosas que hacer — Hiroki tienen el cabello mojado y le sonríe con dulzura, una dulzura que basta para que a Ryu se le hinche el corazón de ternura y recobre el aliento.

    —¿Y qué estamos esperando? — Hiroki le ofrece su apoyo para hacerlo bajar. Cuando entran a la habitación ven a Misaki y a Shinobu pelear con las almohadas de la cama, esparciendo las plumas por toda la habitación. Entonces Ryu le hace una señal a Misaki que es repentinamente derribado por Shinobu.

    —Creo que yo gano, Misaki— Ambos ríen, antes de que se pongan de pie pues han caído al suelo con las sabanas revueltas entre sus cuerpos.

    —Misaki y yo bajaremos. Creo que ya se han tardado bastante con nuestra comida. —Hiroki toma a Misaki del brazo y antes de que Shinobu pueda contestar ambos salen de la habitación.

    —¿No deberíamos ir con ellos?— Propone Shinobu, pues sabe que aunque sea pequeño, el motel tiene demasiados pasillos por los que es fácil perderse.

    —Hiroki sabe llegar a la cocina. Creo que conoce mejor este lugar que yo— Ryu se sienta a su lado, quitando las plumas de su cabello, aunque el viento hace que vuelvan ahí de todos modos— ¿Te gustó la fiesta?

    —Fue fabuloso. Bailé con un par de chicos, incluso con una chica. También conseguí muchos números, aunque no creo que nadie se acuerde de mi mañana.

    —Y será mejor que sea así. Una vez besé a un chico, era tan guapo que fuimos a un baño y luego… bueno— Shinobu notó el rubor furioso en el rostro de Ryu y rió a carcajadas al ver a su amigo tan avergonzado, a Ryu no le quedó más que cubrir su rostro demasiado apenado para verlo— Como sea, el caso es que pensé que no volvería a verlo, pero unos días después lo encontré en mi clase de pintura y al profesor le pareció una idea genial el sentarnos juntos. Ahora sabes porque ya no tomo esa clase.

    Shinobu rió un momento más molestando a Ryu hasta que este finalmente se unió a su risa. Terminaron recostados en la cama, con sus vientres adoloridos. Entonces se quedaron en silencio, notando las manchas en las paredes y la dureza de las sabanas.

    —Ryu— Ryu volteó a verlo, con sus oscuros ojos brillantes y curiosos— ¿Por qué nunca me habían llevado con ustedes? —Ryu se sentó en la cama, esta vez serio y tratando de buscar las mejores palabras para explicárselo. — Siempre les había rogado que me llevaran, pero ustedes decían que no, que no podían pasar por mí, o que me verían otro día. ¿Por qué?

    —Porque no queríamos que nada te hiriera. —Ryu lo ve con sinceridad, y eso remueve algo en el corazón de Shinobu, pero no sabe si lo hace sentir bien o mal — Aún eres un niño Shinobu.

    Shinobu trata de renegar, de mostrarse en total desacuerdo, pero entonces la puerta se abre dejando ver a Hiroki y a Misaki, con algo en sus manos. Es un pastel de chocolate, deforme y con algunas partes quemadas, pero con unas velas grandes y brillantes que marcan el número diecisiete.

    —En nuestra defensa debemos confesarte que Ryu hizo el pastel él sólo, aun cuando Misaki y yo le dijimos que debería pedir nuestra ayuda— Sus amigos discuten entre bromas, pero Shinobu no les presta atención. Sigue reflexionando en las últimas palabras de Ryu que suenas muy parecidas a las de su padre.

    Siempre había sido muy poco para su padre. Había nacido mucho después que su hermana, la cual siempre fue la princesa de la casa, la que sacaba buenas notas en el colegio, la que estaba por empezar su doctorado, elegante y correcta. En cambio, Shinobu siempre había sido el hijo pequeño, el niño enfermizo que nunca ponía atención en la escuela, él que cuando intentaba ayudar en casa siempre terminaba empeorando las cosas.

    Por eso Miyagi siempre habia sido lo más preciado para él.

    Actualmente trabaja en su escuela, repartiendo la clase de Literatura, además es el ex esposo de su hermana. Y lo más importante; le pertenece. Se recuerda a si mismo unos años atrás, sentándose a su lado en las cenas familiares, metiendo su mano por debajo de la mesa, tocando la pierna de Miyagi debajo del mantel y sobre los finos pantalones de sus elegantes trajes. Miyagi siempre había intentado tenerlo, tomando su minúscula mano para apartarla de su piel. Le había dicho en innumerables ocasiones que estaba mal, que él era un adulto y Shinobu solamente un niño, pero entonces y tras muchos fallos Shinobu terminaba besando sus labios, torpe y suavemente.

    Entonces cuando su hermana y Miyagi se divorciaron mientras Risako lloraba en el regazo de su padre, Shinobu visitaba el departamento de Miyagi y sigue haciéndolo después de tantos meses. Por lo general las noches que visitaba a Miyagi este dormía en el sofá, pero últimamente ha dormido a su lado en la misma cama y cuando apagan las luces, quedando totalmente a oscuras, Miyagi ha besado sus labios, sus parpados, sus nudillos y la delgada estructura de su garganta. En esos momentos Shinobu se siente tan emocionado y tan querido que ha terminado llorando como un estúpido niño pequeño frente a él y lo ha asustado.

    Y justo ahora hace lo mismo cuando sus amigos ponen un pastel frente a él y las luces de las velas se vuelven borrosas ante sus ojos.

    —Vamos Shinobu, no nos ha quedado tan mal — Bromea Ryu quien también es el primero en abrazarlo. Después de él siguen Hiroki y Misaki, que lo estrechan entre sus brazos, haciéndolo sentir cálido y seguro.

    —Tienes que apagar las velas Shinobu. — Hiroki limpia sus mejillas y besa su frente, sonriendo.

    —Y pedir un deseo super especial, no todos los días cumples diecisiete. —Misaki parece un niño pequeño animándolo. Entonces cuando siente las parpados cerrarse pide un deseo.

    Deseaba dejar ser un niño, y que el cambio no doliera.

    —¿Qué deseaste? — Todos preguntaron, con sus ojos puestos en él.
    —Aprender a cocinar tan bien como Misaki y que Ryu no vuelva a hornear un pastel en su vida— Todos excepto Ryu rieron.

    —¿Ya vieron que hora es? —Exclama Hiroki. Son las cinco y media, por lo que tienen que darse prisa. Misaki carga con el pastel y los demás con mantas y las almohadas medio rellenas. Salen del cuarto y caminan por los pasillos hasta llegar al pie de una escalera vieja que hace ruido cuando ellos suben hasta el techo del motel. Esperan recostados y con migajas en los labios la salida del sol.

    La luz matutina los baña, borrando sus pecados. Los vuelve limpios y puros haciendo que el peso de sus almas y corazones desaparezca. Se sienten renovados, listos para enfrentar sus problemas, sus miedos, para reparar sus corazones rotos.


    QUOTE
    ¡Hey!

    Espero que les haya gustado mucho esta pequeña historia, la verdad es que he estado trabajando en ella en estas últimas semanas siempre que tenia algún tiempo libre y apenas hoy he conseguido terminarla. Me emociona mucho esta pequeña historia porque combina algunas de mis cosas favoritas del momento.

    No sé si alguien aquí ya vio SKAM (la versión noruega por favor porque, no sé como estén las demás versiones, pero hasta el momento la versión italiana casi hace que se derritan mis ojos de lo horrenda que es) pero definitivamente se ha convertido en una de mis series favoritas entonces yo quise hacer mi pequeña versión de este mundo adolescente. Además últimamente no dejo de escuchar a Lana del Rey así que si pueden escuchar This Is What Makes Us Girls y Carmen les aseguro que disfrutaran muchísimo más la lectura, les dejo una pequeña combinación de ambas cosas por aquí

    Esta vez traté de no hacer a Hiroki mi personaje principal, pero definitivamente creo que no lo logré, es que no sé que tiene ese personaje que siempre tengo que hacer que todo gire en torno a él cuando no debería, estoy trabajando en eso, pero hasta el momento no lo he logrado :c


    Edited by ~Akemi~ - 24/11/2019, 02:10
     
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    Me ha encantado el OS. Me has dejado con más ganas de leer más.
    Adoro tú manera de escribir y de describir las escenas.
    Esperaré con ansias las conti de tus otros trabajos.
     
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  3. Arwen09
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    Es que Hiroki...es el demonio Kamijou, se te mete en el corazón. Es adorable, que puedo decir.
    Problemas amorosos, que difícil cuando suceden y más a esa edad donde uno no sabe que dirección tomar.
    Un excelente trabajo como siempre, te quedan ganas de seguir leyendo, de acompañar a estos jóvenes en ese duro y maravilloso camino en el que se convierte la vida.
     
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    Woow Akemi chi te luciste con este oneshot, en serio te quedó hermoso!!!

    Amo que hayas puesto a Hiroki así, adoro que sea toda una diva *w* pero me entristece que aún así siga sufriendo por Bakahiko

    Pero que buen cumple tuvo Shinobu, sus amigo si que lo aprecian

    Gracias por compartir esta pequeña historia Akemi chi, cuídate mucho, hasta pronto!!!
     
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3 replies since 30/4/2018, 18:50   155 views
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