Yaoizando
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Disclamer: Los personajes no me pertenecen son de Shungiku Nakamura.
La fiesta de grado de preparatoria de Shinobu fue un acontecimiento, los Takatsuki habían hecho del evento una espectacular forma de presentarlo en sociedad.
El chico sonreía forzadamente desde una de las esquinas del salón, seguía detestando a pesar de haber crecido en ese ambiente, todas las estupideces de la clase social a la que pertenecía. Con una copa en la mano, observaba el espectáculo montado por sus padres. Para él esa reunión era dar su grito de independencia, su padre le había ofrecido ayudarlo con el arriendo del apartamento al que se quería mudar, con picardía sonrió detrás del cristal, era una sorpresa reservada para su vecino.
Dejando el residuo del licor en una de las charolas, siguió su camino hacia el jardín de la casa, trato de sonreír ante los halagos de los invitados, evadiendo cualquier intención de detenerlo a conversar. Hasta la hipocresía tenía un límite.
Una vez fuera, se recostó en la pared quedando oculto por la poca luz del sector. Buscó entre la chaqueta algo con que encender el cigarrillo que había sacado de la caja de Miyagi. Como si lo hubiese invocado, su excuñado retiro el pitillo de sus labios y procedió a encenderlo para sí. Por alguna razón siempre que quería fumar a escondidas, él aparecía. Se quedó a su lado. Pensó cuantas veces habían repetido la misma situación.
Para su familia, el hombre a su lado era simplemente el exmarido de su hermana, pero desde hacía unos meses, ellos dos compartían un secreto, uno que podía dañar por completo la reputación del profesor y mandarlo incluso a la cárcel. Sin embargo, la idea de dejarlo, hacía que su cuerpo perdiera fuerza, ¿qué tan dependiente era de él?
- ¿Qué estudiaras? - preguntó casi como un susurro.
- Derecho - respondió apoyando la cabeza a la pared, quería que lo admirara por sus decisiones, muy en su interior sabía que lo seguía viendo como un niño pequeño, como el hermano de Risako. Además, después del discurso sobre que debía ser más independiente y estudiar por razones sinceras y no egoístas, tuvo que reorganizar sus prioridades, y pensó que la única manera de crecer ante sus ojos, era elegir algo que de verdad le gustara, así no fuera a su lado... - Iré a la universidad T...lejos de ti... acaso... ¿no era eso lo que querías?
El profesor sonrió. Shinobu tenía ese carácter impredecible que lo hacía sentirse en una montaña rusa. Apago el cigarrillo separándose del lugar donde se encontraba reclinado, los ojos del chico lo siguieron demostrando en su gesto disgusto por sus acciones. Por una vez se dejó llevar, sin pensar lo besó.
Por instinto, el menor se apartó alzando su mano para darle un puño. En el mismo reflejo Miyagi lo detuvo, si algo había aprendido era a leer el lenguaje de su pareja, tomó con su mano libre la cara del joven Takatsuki para nuevamente besarlo, pero esta vez con ansias.
El rubio no se opuso más, pasó sus brazos por la nuca del hombre, acentuando la unión. Miyagi lo recostó en la pared, ya los besos habían bajado al cuello, el temblor y la voz de Shinobu hicieron que se sintiera complacido, era demasiado el tiempo que habían estado sin tocarse.
- Maldito mocoso, no sabes cuánto te deseo. – A sus treinta y cinco años sentía la necesidad de marcar su territorio, de recordarle a ese chico que él era el único que podía tocarlo y hacerlo sentir así...
Arrastrado en la misma locura, Shinobu dejo de lado cualquier tabú para buscar ansioso tocar a su pareja, fue así como introdujo su mano dentro del pantalón del pelinegro procurando complacerlo. El hombre apoyó la frente en la pared mientras su compañero le proporcionaba atenciones a su parte intima, pero Miyagi quería más, por eso en un rápido movimiento lo subió dejándolo acaballado en su cintura. Yoh nunca fue impulsivo, pero ese chico había roto casi todas sus barreras... quizás, como tanto lo gritaba, él era su destino. Salió de sus pensamientos cuando sintió los dientes en su hombro.
Volvió a besarlo, murmurando en su oído que se relajara, no lo había preparado, era lógico el dolor que debía estar sintiendo, pero antes de poder escuchar alguna queja, comenzó a moverse de forma suave, tratando de acompasar su respiración con la del muchacho que estaba en sus brazos. El deseo de sentir más del estrecho contacto, lo enloquecía, y en respuesta Shinobu temblaba.
Miyagi acelero el ritmo de las embestidas, el cuerpo de su pareja respondía aumentando el placer...
- ¡Mírame Shinobu-chin! – sus ojos grises se perdieron en los negros, Yoh los disfruto, en ninguna de sus antiguas parejas femeninas había visto esa postración producida por el goce y el amor incondicional. Sin poder evitarlo volvió a tomar su boca.
El menor de los Takatsuki en medio del beso se liberó en busca de aire, echando su cabeza hacia atrás, hundió las uñas en la espalda de quien le sostenía, provocando que el ritmo se acelerara y que el golpeteo en ese punto que lo quebraba por completo le hiciera gemir con fuerza. Antes de poder avisar, de retomar el dominio de su cuerpo, sintió como sus músculos apresaban con brusquedad el miembro que lo llenaba... la sensación húmeda en su interior y en su estómago, le hizo entrar en el letargo propio del orgasmo.
Miyagi nuevamente lo abrazo, su respiración era jadeante, salió de él, procurando que los rastros de lo acontecido fueran lo menos visibles...acomodo sus ropas, y le aconsejo subir a cambiarse, el menor asintió dirigiendo por otra de las puertas al interior de la casa.
Al volver a la sala, su hermana abrazaba a su exmarido y él lo permitía riendo ante los susurros que eran dichos a su oído, Shinobu apretó los puños, se sintió completamente usado.
Sin pensarlo se encamino hacia la pareja, en la medida que caminaba noto que el escenario iba cambiando, por alguna razón los vio en el día de su boda, Risako lucía un vestido blanco y un velo, deteniéndose al frente de la mesa sintió un mareo, sus ojos estaban borrosos, otra sensación... su cabeza le dolía, algo humedecía su cuello... llevó su mano a donde provenía el dolor, al verla noto que había sangre.
De pronto estaba en ese callejón y dos hombres que lo amenazaban. Uno lo tomo del cuello golpeando su craneo fuertemente contra la pared, sin amedrentarse procuro volver a insultarlos con el fin de que lo dejaran, él tenía ese día que ir al Teito Hotel, conocería al prometido de su hermana, sintió como alguien lo sacudía, oyó los gritos y las amenazas... pero su voz no salía, por más que gritara nada percibía, todo se convirtió en difusas imágenes y allí por encima de todo, la figura del hombre de la biblioteca... un hospital, sus padres, Risako y a su lado él, su amor no correspondido respondía al nombre de Miyagi... finalmente una completa sensación de vacío y soledad...
Tres años de ver al chico que era su cuñado conectado a cables y máquinas. De alguna forma se sentía responsable por no haber podido hacer más. Aunque Risako y sus suegros le habían dicho que no era culpable, y más de una vez agradecieron porque al menos su hijo había quedado con vida, pero él no entendía que tipo de vida era esa. Por tal motivo, aunque no estaba de acuerdo con la decisión que habían tomado, Miyagi supo que era, sino la mejor, si la más humana.
Las enfermeras le dieron unos minutos para que se despidiera, con el pasar de los días su rutina se había visto alterada por ese muchachito que escasamente recordaba de las tardes en la biblioteca pública. De verdad era una situación ridícula en la que se hallaba; por alguna razón el resultado de haberlo conocido en ese asalto, fue descubrir que podía nuevamente enamorarse.
Antes de que llegarán sus parientes, hablo con Shinobu deseando que despertara, sin embargo, sabía que todo era inútil. Aproximándose beso su frente para despedirse, bajo la cabeza con un sentimiento similar al día que su sensei murió... La voz de Risako le evito llegar a un espectáculo mayor.
- Miyagi... ya es hora... - y sin quererlo, Yoh lloro, hoy se iría su pequeño acosador.
- Donde estés...descansa en paz Shinobu-chin.
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que triste 
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