< 10 Years later. > | Zoro x Luffy

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  1. m i l k y w a y
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    Título: 10 Years later.
    Género: Romance.
    Advertencias: Smut.
    Clasificación: Fiction Rated: M. (16+)

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    RESUMEN


    Han pasado diez años desde que los sueños de todos se hicieron realidad. Desde que Luffy se volvió el Rey de los Piratas y gobernó a la gran era, desde la gran guerra de los mares que invocó al gobierno mundial, a la marina, a los revolucionarios y los piratas en un mismo escenario, y desde que por supuesto, Zoro consiguió derrotar a Mihawk en una batalla del todo y el nada. Zoro es desde entonces el mejor espadachín del mundo, y aunque se encontró el así llamado "One Piece", la aventura de los Sombrero de Paja por los mares sigue, siendo Luffy oficialmente el pirata más libre del mundo. ¿Pero qué ha pasado con los Mugiwara en todo este tiempo?

    Luffy siempre será Luffy, y aunque pasen diez o cien años, esta seguro de que siempre amará ver el entrenamiento de Zoro al ser fascinante la concentración desprendida por este último en esos momentos. Es así, que Roronoa también sabe lo afortunado que es al tener al mismísimo Rey de los Piratas solo para él durante una noche, más, pronto habría de darse cuenta que Luffy no habría llegado al gimnasio del Sunny por los motivos usuales.

    Zoro x Luffy.



    Edited by m i l k y w a y - 30/6/2018, 18:34
     
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    Me encanta!, haces que me emocione nuevamente, la verdad ya tenia un tiempo que no leía de one piece, espero los siguientes capítulos

    ~besos y saludos
     
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  3. m i l k y w a y
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    Capítulo Único


    Se volvía curioso pensar como el mundo había cambiado de forma indudable desde que un mocoso, todavía considerado un niño para muchos, con nada más que su sombrero de paja y sus sandalias, habría emprendido un viaje inocente por el ancho mar en busca de aventuras y un sueño. En cosa de un par de años su mera existencia habría sido reconocida por todos los mares y las grandes calamidades que los gobernaban, y del mismo modo, no habría demorado en convertirse en el mismísimo Rey de los Piratas en cuestión de unos pocos años más repletos de grandiosas experiencias. Los sueños de todos en la tripulación de los mugiwara se habrían cumplido a partir del momento en que finalmente hallaron el One Piece e hicieron del mundo un lugar libre de recorrer gracias a la destrucción del Grand Line y el Red Line, del mismo modo, quién sabe a cuántas personas habrían ayudado a una vida más próspera y pacífica gracias a sus múltiples intervenciones en los reinos del abolido sistema de Gobierno Mundial. Pero en realidad, el viaje seguía continuando.

    Y ahí se encontraba el actual hombre más buscado del mundo, "Mugiwara no Luffy" con una recompensa inconmensurable sentado cómodamente sobre la espalda desnuda de su espadachín. Y no cualquiera, sino el actualmente considerado "mejor del mundo" mientras que éste hacía flexiones con sus brazos afanosamente.

    Eh, Zoro. —Habló despreocupadamente el pelinegro, mirando a través de las ventanas que existían en el observatorio y también gimnasio mismo que seguía ocupando el peliverde aún después de tantos años—. ¿Cuándo dijeron que volverían los demás?

    Capitán. —Respondió éste abajo de él, relajado y ni siquiera con su respiración entorpecida ya que era mucho más exigente hacer flexiones con pesas que con su liviano capitán arriba suyo, pero claro, como había sido capricho de Luffy (y no sería la primera vez) el sentarse en su espalda en esos momentos, no había querido llevarle la contraria o entorpecer su "cómodo asiento" arruinándole el inocente pensamiento de que así estaría ayudándole a ejercitarse—. Ya sabes, todos dijeron que tenían cosas que hacer, personas a las cuales visitar así que nosotros debemos cuidar el barco hasta que vuelvan y continuemos navegando. Sería riesgoso hacerlo sin Nami, aún cuando podamos derrotar a quién se nos cruce solos tú y yo. Y ella no llegará hasta dentro de dos días.

    Mm... tienes razón. —Inclinó ligeramente su cabeza, y para la sorpresa del espadachín, Luffy se bajó de su espalda por inercia propia para ir a sentarse cerca de uno de los marcos de los ventanales, abriendo estos de par en par para que así pudiera entrar la brisa marina—. Estás viejo, Zoro.

    ¿Ah?

    Shishishi.

    El ceño fruncido y la expresión de molestia entremezclada con confusión en el espadachín causaron la risa del menor, e ignoró por completo que Roronoa estaría levantándose del suelo para ir hasta su lugar, mientras que Luffy no hacía más que ver el ancho mar en calma aún cuando se estaban anclados. Era curioso de todos modos, pues gracias a las pequeñas olas que mecían al Sunny, Luffy todavía podía sentir como si estuviera navegando.

    ¿A qué viene eso? Solo tengo 31 años, Luffy. Y tú 29. No te creas la gran cosa por un par de años, eh. —Suspiró al final el de cabellos más claros, rindiéndose antes de tiempo porque sabía después de tanto tiempo juntos que no había caso en discutir con Luffy en realidad.

    No lo decía para molestarte, Zoro. En realidad... ¡y aunque no pasa siempre! —Se aseguró de aclarar inmediatamente—. Tengo la sensación de que nuestra aventura terminará pronto, quizás, basta con que despierte una mañana y ya no habrá nada más por recorrer... ni descubrir, ni explorar, ni personas divertidas a las que conocer. Es curioso. Con el One Piece terminamos por darle la vuelta al mundo, pero todavía quedaban muchos países a los que nunca pisamos y mayoritariamente habrían sido los que no formaban parte del Gobierno Mundial debido a su pobreza y condición. Después de descubrir toda la verdad, acerca de éste mundo y del siglo vacío, me dispuse a tratar de unificar los mares y prestar la protección de nuestra banda a quienes más lo necesitaran pero... al mismo tiempo es como si nuestra aventura estuviera acabando.

    Habían pasado diez años. Doce, si contábamos aquel primer encuentro entre ambos en unas circunstancias poco comunes de un cazarrecompensas esperando su muerte y un chiquillo diciendo gilipolleces de volverse el así "Rey de los Piratas" con solo diecisiete años. Zoro había estado seguro, solo hasta ese instante, de conocer cada pequeño rasgo de su muy querido capitán; pero aquellos temores tan impropios del chico de goma nunca los habría escuchado. Para empezar, ¿desde hace cuánto los sentía? ¿Desde que encontraron Raftel hace ya una década atrás? ¿O después? ¿Habría surgido esa misma noche de la nada?

    Zoro, que estaba sentado a su lado, se levantó hasta quedar delante de su capitán y tomó sus mejillas con ambas manos para obligar al contrario a verlo. Así no pudiendo ignorar detalles que de vez en cuando, era imposible que pasara por alto sin importar cuánto tiempo habría tenido antes para admirarlos con toda la calma del mundo. Los ojos grandes de su capitán, llenos de vida y de sueños, repletos de inocencia y deseos de aventuras. La cicatriz bajo su ojo y en su estómago, únicos signos de rudeza en una figura todavía tan bien proporcionada y casi "delgada" a comparación con otros oponentes a los que habrían derrotado. Incluso consigo mismo, Luffy seguía siendo menos musculoso aunque no por ello menos fuerte. Pero si habían cambios a partir del primer momento en que se vieron.

    Desde los veinticinco años, según recordaba Roronoa, Luffy comenzó a madurar. Cuando ya hubo rescatado muchas islas de su pobreza, a muchos pueblos desde su decadencia con su infinita alegría y apoyo; el mugiwara comenzó a adoptar un aire más adulto a su alrededor. Su cabello negro tan suave al tacto, creció ligeramente por su nuca hasta hacer unas llamativas ondas cortas que hacían algo más esbelto su cuello, y gracias a un par de centímetros de estatura obtenidos, era todo un hombre su capitán. En cambio él mismo que de por sí ya habría comenzado su aventura como parte de la tripulación siendo un hombre, a estas alturas estaba hecho todo un espadachín. Sus visitas constantes a Wano y el apego a esta isla que formaría sus orígenes también, le habrían concedido algunos elementos clásicos en su vestimenta de aquel lugar, y hace ya bastante tiempo, una pequeña cola atada caía por su hombro hasta su clavícula como signo de sus años de entrenamiento posteriores a obtener el título del "espadachín más fuerte del mundo" tras vencer a Mihawk. Zoro también era todo un hombre.

    ¿Tienes miedo, Luffy? De terminar tu viaje. Nuestro viaje.

    No. No tengo miedo. —Respondió de inmediato, con una calma demasiado honesta por como lo delataba su mirada transparente—. Si me asesinaran hoy, ahora mismo, sé que podría morir con una enorme sonrisa por haber cumplido mi sueño y el de todos mis nakamas.

    Me parece bien que no tengas miedo. —Más la mirada de Zoro se habría ensombrecido. E incapaz de distinguir la expresión que estuviera poniendo, Luffy como siempre con su guardia baja ante su propia tripulación, estuvo claramente sorprendido de verse contra el suelo y con un espadachín arriba de él con una mirada tan aguda que estaba seguro de que aquella prácticamente siempre se reservaba únicamente para las batallas más intensas—. Pero sigues siendo mi capitán. Y sería una deshonra para el mejor espadachín del mundo no lograr proteger a su capitán aún cuando éste sea el mismísimo "Rey de los Piratas".

    Con las razones ya expuestas para que el mayor hubiera botado de tal modo a Luffy contra el piso, éste último ya no tenía motivos para mantener la sorpresa en su rostro y en cambio una gran sonrisa comenzó a expandirse por su boca además que una ligera vergüenza se representó en sus mejillas y en su ceño fruncido levemente apenado. Acababa de darse cuenta que quizás, lo que habría planteado como un pensamiento innecesario, habría sido demasiado estúpido; incluso para él. Y Zoro como siempre se volvió su voz de conciencia en los momentos que más le habría de necesitar.

    Lo siento, Zoro. Shishishi. —Se disculpó superficialmente, Luffy, recuperando su aire despreocupado tal y como siempre.

    No. No lo perdono, capitán.

    Habían sido tan pocas las veces en las que Zoro se habría dispuesto a negarle algo a su capitán, aunque fuera la orden o petición más pequeña y absurda, que aquello le habría sorprendido más que el haberlo arrojado al piso. Y apenas alcanzó a corresponder a la necesidad de su boca cuando el espadachín exigió un contacto con su capitán que iba mucho más allá del trato que se darían los mismos cargos en cualquier otra tripulación. Al menos, de ser "subordinados y jefes" normales. Porque claramente tras tantos años de ser pareja, ese tipo de libertades entre ellos mismos estaban más que concedidas. Ahora por lo único que Luffy estaba algo alterado en realidad, era por la intensidad que repentinamente habría adoptado Zoro al imponer su lengua con tanto ímpetu entre sus labios que se vio obligado a entreabrir su boca sin previo aviso, y lo recibió entre suaves suspiros con el calor que poco a poco comenzaba a tomar su cuerpo sin la necesidad de ninguna de sus habilidades por su fruta del diablo.

    Zoro... eh... Zoro, más despacio. —Intentó decirle entre sus acciones, pero parecía ser inútil. Apenas hubo retirado sus labios, con un deje de sabor a sake (siendo demasiado habitual), el peliverde lo tomó desde una de sus muñecas y la apartó hasta arriba de la cabeza del menor para así continuar su trayecto hacia su cuello. Depositando múltiples besos y mordidas bruscas en el lugar.

    Cállate, Luffy.

    Su rudeza no pasó por alto, y el pelinegro buscó ver el rostro de su subordinado entre la confusión aunque comprendió inmediatamente que sucedía al encontrar aquella intensidad tan conocida en los ojos de su amante. Su mirada solo dejaba ver el deseo de transmitirle seguridad de la única forma que conocía, y en realidad, no logró evitar que una fuerte corriente golpeara su cuerpo como una ola de calor que le atravesara al completo. Luffy suspiró y solo se dejó hacer por él, con caricias a sus cabellos verdosos y sus ojos apenas entreabiertos para mirar a la luna entre tanto. La noche era tranquila, apenas y si se escuchaban a algunas gaviotas gracias a un par de ventanales entreabiertos, y la lengua de Zoro acaparó toda su atención con la fuerte succión que irguió a uno de sus pezones.

    Mierda.

    No lo hagas tan fuerte...

    No lo haría si no te gustara.

    La queja vino tan rápido como llegó la respuesta, y con un intercambio de miradas traviesas, Zoro se hubo deshecho de los pantalones de Luffy y demás estorbosas prendas hasta dejarlo sin más dilación, completamente desnudo. Luffy que ya estaría adaptado a esto de todos modos conocía cuan ansioso y directo podía ser su pareja, quizás por ello tampoco dudó en asumir el mando e intercambiar los papeles antes de que Zoro en su necesidad casi animal comenzara a descubrir su ya asegurada erección bajo sus pantalones holgados.

    ¡Eh, Luffy!

    Eh. ¡Quién es el capitán aquí! —Le recordó el "Mugiwara", con una sonrisa divertida en su boca.

    ... Bien.

    Shishishi.

    Feliz a más no poder por haber ganado una larga discusión con tan simple pero infalible argumento, Luffy se otorgó a sí mismo el privilegio de ser quién descubriera la erección entre las piernas del de tez más oscura para así deleitarse con semejante miembro que ya estaba más que listo para la fuerte acción. Erguido y duro, la polla del espadachín rebosaba de un tamaño que justificaba toda muestra de orgullo y supremacía que tuviera su dueño por amplio margen. Sumado a eso, por si no fuera poco, incluso el más famoso de los "D." con su ventajosa habilidad gracias a la fruta del diablo Gomu Gomu, tenía problemas para abarcarlo al completo una vez se habría paso entre sus nalgas y es que él mismo prefería evitar cualquier impulso de hacer uso de esta posibilidad cuando no podía negar que disfrutaba de su estrechez natural también. Prefería sentir a totalidad a Zoro aún cuando esto significara no escoger el camino más fácil e indoloro.

    Luffy... —Suspiró con dificultad Roronoa, frunciendo un poco el ceño, aunque solo porque estaba demasiado concentrado en aquellas acciones del otro varón que ya sabía por donde comenzarían. Las esperaba ansioso en realidad.

    Estás bajo mis órdenes, Zoro.

    ¿Y qué ordena, mi capitán...?

    Resistir lo más que puedas.

    Bastó aquella sonrisa de total confianza del usuario de la paramecia, para que el estrecimiento del mayor abordara totalmente su espalda casi en el mismo segundo en que aquella lengua rojiza y pequeña abordara lentamente el falo completo de su necesitada virilidad. Poco a poco, lentamente, subió desde la base hasta llegar a la punta y una vez en el glande entreabrió solo un poco más sus labios para poder abarcar toda la cabeza de aquel pene en las succiones que se dispuso a hacer. Una, dos, tres... Zoro incluso se dio el tiempo de contarlas con dificultad en su mente, cerrando sus ojos en el gusto por sentirlas mejor. Y mordió su labio inferior en el preciso momento que la boca de su capitán comenzó a abarcar aquella caliente extensión hasta al menos la mitad. Longitud de por sí cómoda para empezar a realizar aquellos movimientos con su cabeza dignos de cualquier caliente felación.

    Aquella atención oral se disputaba entre sí ayudaba a aliviar el dolor causado por una erección contenida, o el alivio que provocaba el ser finalmente atendida. ¿Y la erección contenida? Zoro guardaba un secreto que solo él y Luffy conocían, aún dentro de la tripulación con la que viajaban desde hace más de una década, de que en realidad cada vez que el espadachín se da el tiempo de observar a su capitán incluso en las situaciones menos apropiadas, inevitablemente pareciera que su cuerpo reacciona en un casi insano deseo. Y Luffy de primera mano conocía lo formidable y persistente que eran las calenturas de su pareja por todas las veces que le habría tocado ayudarlo a calmarse en cualquier cuarto privado (o espacio, dependiendo del contexto) cuando ésto sucedía y tenía el tiempo de atenderlo un poco.

    ¿Cuántas veces no se habrían encontrado guardando silencio en los baños, con un Luffy empotrado contra los lavabos o una desaliñada pared, y un Zoro embistiéndole frenéticamente sin importar las consecuencias? En algún punto, de todas formas, aquel tipo de peligros se habría vuelto excitantes. Y... casi todo entraba en esa categoría cuando estaban juntos. Hasta una situación tan íntima y favorable como lo era ahora la dedicada forma de chupar el miembro contrario que tenía Luffy en ese preciso instante.

    Ya sin poderse reprimir más y obviamente poco dispuesto a esperar a que su capitán intentara llevarlo a un clímax no planeado, Zoro tomó a Luffy de su brazo y lo jaló hacia él. Separando en ese mismo instante su rostro de su pelvis, y besándolo con furia al mismo tiempo en que lo sentaba desde sus nalgas en su entrepierna y separaba estas con sus manos. ""Debe prepararme aún...", pensó Luffy, como siempre con su autoimpuesta regla de nunca usar su fruta del diablo en ese tipo de situaciones con su espadachín. Pero lejos de cualquier posible expectativa de unos dedos que intentaran relajar su tenso interior, el glande del peliverde se posicionó contra aquel tenso orificio oculto con la misma velocidad con la que sentó al buscado pirata sobre su miembro.

    ¡¡Ah...!! ¡Z-Zoro...! —Apretó sus dientes Luffy, que estúpidamente desobedeció el pensamiento más racional de su mente para solo tensarse aún más.

    Y claro, aquello lejos de molestar o herir al intrépido maestro del Santōryū, solo lograría calentarlo aún más en su necesidad de embestir aquel trasero sin piedad. Más... aún cuando el modo de follar de ambos acostumbraba a ser tan libre y pasional, nunca y ni siquiera bajo esas circunstancias, Zoro se atrevería a herir a su capitán independiente de las amenazas que pudiera soltar su boca. Zoro daría la vida por él, todas las veces que fuera necesario hacerlo.

    Luffy... relájate. Respira.

    Duele...

    Lo sé... anda, respira. —Susurró Roronoa, besando suavemente bajo la mandíbula de un tembloroso Rey.

    Sabes que es tu culpa... ah... —Rió levemente, con el dolor aún impregnado en aquellos sonidos—. Anda... ya estoy mejor... muévete.

    Una mirada, aunque sin hacerse de rogar, Zoro comprobó aquel permiso en el rostro del menor antes de empezar a embestir en su interior. Primero lentamente, moviendo su pélvis a un ritmo que el otro pudiera soportar incluso con su interior estando aún tan apretado y poco dilatado como hasta ese momento. Sin embargo, luego empezaron a sumarse a los quejidos del otro algunos gemidos, y pronto distinguió todo el placer que estaba siendo entregado y compartido cuando los brazos de Luffy se aferraron con evidente insistencia entorno a su cuello. A partir de ahí, Zoro ya no se controló más a sí mismo, y todos sus impulsos primitivos emergieron al acostar a Luffy bajo él e impulsar sus caderas en dirección hacia la misma pared.

    ¡¡Ah!!

    Múltiples choques del glande del mayor acompañaron al primero de estos en una corta cantidad de tiempo. Sus cuerpos, habrían de emanar un calor similar al ejercicio físico más duro de Zoro frente a uno de las habilidades de Luffy durante plena lucha, y todo gracias a su gran resistencia física así como el hambre insaciable que uno tenía del otro sin importar cuanto tiempo ocurriera. Era tan desesperado el acto, tan repleto de necesidad por follar y sentirse, que se comparaba mucho a la primera vez que tuvieron un encuentro de tal tipo. La única diferencia claro era que hubo un mayor temor de rechazo al comienzo cuando empezaron a desprenderse las prendas del otro, pero cuando finalmente se encontraron en el punto que estarían ahora (hace años atrás), las rondas de sexo fuerte habrían terminado y empezado sin tregua ni tiempo de descanso para ninguno de los dos.

    Ahora, diez años después, Zoro seguía necesitando del mismo modo a su capitán, y Luffy con una simple sonrisa y una mirada a su espadachín, comprendía aquellas palabras que difícilmente saldrían de su boca y a suplica constante por poner las manos sobre su cuerpo ante la más mínima oportunidad que tenía el foráneo por él. Ahora mismo... quizás follaban de un modo que rozaban lo animal y lo primitivo, sin delicadeza, sin cuidado y que muy probablemente continuaría con una serie de veces más hasta la llegada del amanecer mismo; pero Luffy comprendía a Zoro en todo eso. Y sabía que no había modo más sincero para él, de transmitirle el mismo mensaje que siempre.

    Aquel que aún le daba la fuerza de continuar.

    De seguir su aventura. Y si ésta acababa, inventar otra a base de nuevos sueños.

    Y... era él, el mejor espadachín del mundo, quién indudablemente siempre lo seguiría y estaría a su lado sin importar cual fuera aquel que se volviera el nuevo sueño a cumplir de su irremplazable capitán.

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    Fernanda Alvarez1, ¡eh, querida! Vaya. Me ha entrado la sorpresa de verte de nuevo por otro de mis FF hechos por nada más que mero impulso del momento, pero en verdad y aunque no espero recibir respuesta alguna con ellos, me hace inevitablemente feliz de que muestres esa espera y ganas por uno de mis rápidos escritos. ¡Me alegra ser el motivo por el que estés en esta sección entonces! Y de la misma forma, deseo que ésta historia te haya gustado como la anterior. Gracias por venir aquí nuevamente~..

     
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    Me gustos, es muy lindo y hot a la vez.

    -Saludos,besos
     
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    Soy nueva y he de decir que ha sido el primer fanfic de ZoLu que leo por aquí. Me ha gustado mucho ya que lo describes todo muy bien. Has hecho que sea bonito y al mismo tiempo hot.
     
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