[Oneshot] Eufemismos || Supernatural.

|| Destiel | R: M ||

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    Disclaimer: Supernatural © Eric Kripke.
    Pareja: Destiel (Dean Winchester x Castiel)
    Serie/caricatura/cómic/etc: Supernatural.
    Género: Smut.
    Rating: M.
    Aclaraciones: Esto no está puesto en contexto de ninguna temporada de la serie en particular, de hecho el escenario es bastante común, así que no se preocupen, no hay spoilers.
    Advertencias: Escenas explícitas y un ángel atribulado.
    Recuento de palabras: 3399
    Canción recomendada: I touch myself ||Divinyls.
    Resumen: Es muy complejo, Dean. ¿Por qué alguien querría tocarse al pensar en otra persona?




    Eufemismos.



    Castiel cada vez se acoplaba más al mundo humano.

    Al principio le había costado horrores, quebraderos de cabeza que no quería repetir, pero ahora le parecía que cada día conseguía algo nuevo que sumar a sus conocimientos y, no iba a mentir, empezaba a gustarle mucho la idea.

    Y en función de lo mismo, aquel día no había sido la excepción a las adiciones en su base de datos; Estaba aprendiendo de música.

    Luego de haber escuchado un par de veces aquel aparato al que llamaban radio, la curiosidad sumada al tiempo habían ganado terreno suficiente como para tenerle queriendo saber más al respecto, experimentar, entender. Porque se había topado con sonidos que le generaban bienestar, otros que le hacían querer mover los pies o soltar una risa y algunos que apretaban su pecho por quien sabe qué misterioso motivo.

    Era curioso, cuando menos. Como si el juntar unas cuantas notas resultase en algo similar a un encantamiento. Uno potente, de esos que colaban dentro su magia sin pedir permiso y, peor aún, sin que siquiera quisieras oponerles resistencia.

    Los mortales tenían magia en muchas más cosas de las que siquiera eran conscientes. Ese pensamiento asaltaba constantemente al castaño y a la par, de algún modo, le hacía pillarle más sentido al motivo por el que Dean siempre tuviese la radio encendida cuando se lanzaba a la carretera en lomos de su fiel corcel. Es decir…de su auto.

    Pero el apellido Winchester a un lado, de momento.

    Con el paso de los días Castiel había desarrollado lo más parecido a la dependencia, en torno a la música. La intriga le hacía gastar horas que no contaba en saltar de artista en artista, de género en género, incluso de un idioma a otro. Y aunque para cualquier ente medio racional sería un trabajo imposible el pretender llegar a escuchar absolutamente toda pieza musical en existencia, él quería conseguir eso.

    No le importaba si a corto o largo plazo o que le dijeran que era un caso perdido. Lo quería y punto.

    Por ese motivo se encontraba con un par de auriculares y el ceño ligeramente fruncido en aquellos instantes, tratando de darle un sentido a lo que se colaba melodiosamente por sus oídos, sin tener mucho éxito en su empresa (A lo que no ayudaba que no supiera tomarse las cosas de una forma no literal, claro). Lo que el ángel no tenía en conocimiento, a pesar de su exhaustivo trabajo durante las últimas jornadas, era que muchas de las canciones traían trasfondos y líricas que decían mucho en poco o escondían un mensaje en palabras diferentes, siendo precisamente dichos detalles los que le tenían perdido completamente.

    ¿Por qué alguien querría tocarse al pensar en otra persona? Y, más todavía, ¿Tocarse el qué?, ¿La cara?, ¿Los brazos? No tenía ningún sentido.

    Justo cuando creía que Divinyls le contaba la historia de una persona enamorada, saltaba ese verso para plantarle un gigante signo de interrogación en el azulado de sus orbes y es que, por supuesto, para su mente recién mimetizada con los eufemismos tan bien utilizados por los humanos, no había secuencia lógica que respondiera sus interrogantes haciendo que, por lo contrario, cada tentativa a ese hilo de pensamiento le plantease delante más preguntas que respuestas.

    Soltó un bufido pequeñito, teniendo que reproducir nuevamente la pieza. No quería quedarse con dudas o de nuevo ser el único que no había entendido la referencia. Aunque pudiera parecer tiempo perdido o un esfuerzo estúpido, estaba poniendo empeño en entender. Quería entender. Pero era difícil, claro que lo era.

    Luego de infructuosos intentos, empezó a echar mano a su memoria. Trató de conectar las palabras con algo que hubiese visto u oído en sus visitas a la tierra, pero a lo único más o menos lógico que llegó fue a relacionar el asunto con ese extraño juego en que se perseguían unos con otros (¿O era uno el que perseguía a los demás? Todavía no lo tenía completamente claro) con el fin de tocarse en los hombros o espalda y luego salir huyendo. Parecía una entretención popular entre los niños, en todo caso, a juzgar por las veces que había visto estampas similares en los parques.

    Pero si la canción hablaba de eso, ¿Por qué habría solo un jugador? No le veía lo divertido a lo que pudiese tener, cuando el chiste parecía residir precisamente en la cantidad de participantes. Mientras más se sumasen a la persecución, más risas se escuchaban. Además, se le añadía otro punto confuso y era que no calzaba en su esquema mental el mezclar lo aludido con una aparente declaración de sentimientos.

    En resumidas cuentas, el ángel aquel se encontraba vuelto un total y completo lío en esos momentos, lo cual no era para nada grato. Ni un poco.

    Suspiró largamente, presionando el botón de pausa. Quizá le haría bien tomar un receso de la faena. Había escuchado que era saludable darse descansos en el trabajo y tal vez sería buen plan darle uso a esa cápsula de autocuidado, al menos por un rato.

    Esa había sido su idea inicial al menos pero, era predecible, no le duró mucho. En menos de diez minutos se encontraba de vuelta a la carga, pues le pesaban más las ganas de desenredar esa maraña de palabras que despejarse para pensar mejor. Y tan abstraído se encontraba en ello, que no sintió la puerta abrirse a su espalda ni la voz del Winchester mayor saludándole.

    Ante esto el recién llegado alzó una ceja, observándole mientras avanzaba los pasos que les separaban, al tiempo que se echaba al bolsillo las llaves de la habitación. No le sorprendió encontrarse con el ojiazul allí, pues desde que empezase con esta fijación por la música él le había estado facilitando sus más exclusivas listas de reproducción y mix tapes (Para aprovechar de hacer hincapié en su excelentísimo gusto musical, por supuesto) y, por suerte para su corazón, ya se había relativamente acostumbrado a la idea de verle aparecer de la nada con preguntas al respecto.

    Lo que sí le sorprendió fue verlo tan aparentemente concentrado, a tal punto de no estar pendiente de nada alrededor. Eso sí era raro viniendo del mayor.

    ― ¡Eh, Cas! ― Rodeó la cama, en dirección de este último, notando el deje atribulado en su expresión y siguiendo con la mirada el camino que le indicaba que estaba con auriculares puestos, al parecer a un volumen altísimo ―

    Dean se le quedó mirando un rato, en silencio, solo apreciando la concentración en sus facciones, sin poder evitar que una sonrisa pequeñita se le colara en los labios antes de inclinarse y liberar una de las orejas ajenas del encantamiento al que parecían estar sometidas.

    ― He dicho ¡Eh, Cas! ― Repitió, ahora sí recibiendo una respuesta en forma de sobresalto. Se rió entre dientes ― Quedas destituido de tus funciones como guardián. Esto no está funcionando ― Negó repetidamente con la cabeza, a la par de un suspiro ―

    ― No me has contratado para nada, Dean ― Respondió, confundido, volviendo a pausar la música y ganándose esa mirada de no tienes caso, por parte del recién llegado, quien decidió dejar ese infructuoso tema por la paz ―

    A este punto, claro, su contrario ya había tenido tiempo suficiente para captar de qué se trataba. Había escuchado esa canción demasiadas veces en el pasado, como para no reconocerla de inmediato, por lo que no pudo evitar una sonrisa ladina mientras se sentaba a su lado.

    ― En fin ― Volteó en su dirección ― ¿Qué hacías tan concentrado? ― Pudo notar una leve estela de duda en la profunda mirada ajena, durante los segundos que antecedieron a su respuesta, lo cual avivó su extrañeza y curiosidad ―

    ― Es muy complejo, Dean ― Hizo una pausa, arrugando las cejas ― ¿Por qué alguien querría tocarse al pensar en otra persona? ― Lo soltó así, como si nada, como si fuese lo más natural preguntar a otro hombre por motivos para masturbarse ―

    Y ante escenarios así al cazador le saltaban dudas, a quién no, pero descontando las que apuntaban a la sanidad mental de su compañero, en esos momentos una predominaba con insistencia; ¿Realmente Castiel no entendía en la conversación en que estaba entrando?

    A veces sentía el ojiverde que aquel ángel era demasiado…angelical, valga la redundancia, pero otras no podía evitar la espinita de duda que le decía que quizá solo pretendía ser así, para molestarle un rato.

    ¡Es que nadie podía ser tan inocente! Joder.

    Se mordió el labio inferior como acto reflejo, mientras su mente rumeaba las palabras recién recibidas, quizá por más tiempo del estrictamente necesario (No era su culpa en todo caso. No cuando esos ojos se le clavaban con mil interrogantes y otras cosas que no era capaz de describir en palabras, pero que le enviaban una corriente por la espalda inmediatamente). Al final dejó escapar el aire de sus pulmones con resignación.

    Sin decir nada se levantó de su sitio, caminando hacia la puerta para echarle llave. Era claro que una cerradura no detendría a algún visitante inesperado (No al menos a los que solían frecuentarle a él y su hermano), pero de todos modos la acción le generaba cierto aire de más intimidad y, por qué no decirlo, le daba un tiempo fuera para que su cerebro terminara de ordenar lo que estaba a punto de hacer e infundirse seguridad porque, demonios, ¿Estaba seguro de lo que estaba a punto de hacer?

    Pasó algo de saliva, sintiendo la mirada ajena clavada en la nuca, y con la llave suspendida en el aire tuvo su última oportunidad para echar un pie atrás, pero no lo hizo. Dean no juego para ese equipo Winchester, sabía en el fondo que su teatro de súper macho heterosexual era, pues eso, un teatro.

    Tal vez en el pasado lo había sospechado, pero sin duda alguna la aparición del ángel del señor en su rutina, le había terminado de convencer; Jugaba para ese equipo. Jugaba para ambos, en realidad.

    Quiso reírse de sus propias cavilaciones, pero al final solo tomó un poco de aire y volteó encarando al de la gabardina.

    Sus miradas se encontraron y aunque podía leer en su contraparte que no le estaba captando la indirecta en lo más mínimo, también percibía un chispazo, un brillo singular, que le decía que de cualquier forma le seguiría el ritmo. O al menos lo intentaría.

    Porque ahí había un detalle particular de esos dos. Podían no decir mucho, a veces incluso nada, pero en esos silencios que tenían todo menos incomodidad, se establecía una comunicación infinitamente más compleja y auténtica que las palabras. Esa misma comunicación que le había terminado de afianzar la confianza en su plan.

    ― Supongo que la mejor forma de explicártelo será que repasemos la letra ― Dijo, con un encogimiento de hombros, regresando los pasos a la cama. No obstante esta vez tomó un atajo por sobre el colchón, quedando directamente a espaldas del contrario ―

    Sin pedir permiso tomó el auricular en desuso y lo introdujo en su oído. Acto seguido indicó a Castiel que volviese a poner la canción desde el principio, comenzando en breve a reproducirse de forma gradual la melodía.

    Notando que el mencionado todavía le miraba por sobre el hombro, una de sus manos subió sin prisas hasta apoyarse en el firme ángulo de su mentón, empujando suavemente hasta que consiguió que mirase otra vez hacia el frente.

    Según tenía entendido, los ángeles no funcionaban igual que un humano (Aun cuando sus recipientes lo fueran), pero de todos modos pudo jurar que los latidos del otro se habían acelerado en el momento en que apoyó el pecho contra su espalda.

    O quizá había sido su propio corazón, que a este punto lo iba sintiendo en los oídos y en cada puto rincón del cuerpo. A saber.

    Pero de cualquier modo esa no era precisamente la instancia en que gastaría tiempo analizando más de la cuenta las cosas y para el momento en que la voz cantante hizo acto de presencia, echó a un lado todo pensamiento improcedente mientras se dedicaba a repetir verso a verso, en un tono calmo, casi en un susurro, al tiempo que sus dedos deslizaban fuera la gabardina y su nariz se enterraba entre los mechones de peinado inexplicable.

    Aspiró profundamente, llenándose en breve sus fosas nasales de ese aroma que no era perfume, ni remanente de Jimmy, ni nada realmente relacionable a algo o alguien que no fuese aquel ser celestial. Eso que jugaba a aturdirle los sentidos era simple y llanamente la esencia del ángel.

    Sonrió contra su nuca, sus manos a cargo de buscar el borde inferior de la camisa, y para cuando volvió a la carga con su voz, un respingo sutil le llegó desde el cuerpo frente suyo; Había soltado su aliento deliberadamente contra el nacimiento de su cuello y sus dedos habían alcanzado a rozar un poco contra el firme abdomen.

    Poco a poco los botones comenzaban a quedar fuera de combate, ascendiendo hasta encontrarse con el nudo de la corbata. Por supuesto no perdió un segundo en aquel obstáculo, deshaciéndole sin mucha dificultad para terminar su trabajo.

    Una vez satisfecho con la apertura que le ofrecía aquella prenda de color blanco, coló las manos por completo bajo la tela y sus palmas recorrieron en una caricia hacia arriba todo el torso de su buen amigo, deleitándose con el jadeo que se ahogaba contra su respiración.

    El más bajo podía no entender muchas cosas todavía, pero incluso para él era imposible negar ese magnetismo que parecía surgir cada vez que estaban cerca.

    Se trataba de algo especial, algo más allá del lazo que tenían. Cuando su mirada se anclaba a esos orbes esmeralda sentía algo que no alcanzaba a experimentar con nadie más. Un cosquilleo gracioso que le calentaba el pecho y descendía, de acuerdo al tiempo que se mantuviese el contacto invisible, hasta burbujearle bajo el estómago.

    Todavía no le tenía un nombre a lo descrito, pero era eso mismo lo que le hacía entender lo agradable que le resultaba el tacto ajeno contra su cuerpo.

    ― Dean… ― Le llamó, casi con necesidad de asegurarse de aquella presencia en su espalda, saber que era real, antes de intentar voltear nuevamente solo para encontrarse con un par de dedos en el ángulo del mentón, impidiéndole el movimiento ―

    ― Concéntrate en la música ― Le escuchó, en un tono rasposo y sensual, que le hizo sentirse como una gelatina bajo aquellos movimientos expertos ― Cierra los ojos, Cas, y concéntrate ― Un beso se imprimió contra su mejilla, tras oír eso último, atendiendo a la sugerencia sin poner mucha resistencia, a decir verdad ―

    Y fue en ese momento en que la voz de Chrissy Amphlett dejó de ser un sonido incoherente en el fondo, para pasar a tener significado. Mucho más significado del que le hubiese podido atribuir en las horas previas.

    Al ser su vista cubierta por los párpados, se permitió dejar a sus ideas confluir en una conclusión al unísono otorgada ahora por las palabras; Cerrando los ojos, dejando que sus sentidos se agudizaran en torno al contrario, llegaba a pensar en que le gustaría alguna vez cantarle aquello a Dean, porque le parecía que todo encajaba perfectamente respecto a lo que le pasaba cuando lo tenía alrededor.

    ¿Cómo no lo había notado antes? Se había devanado los sesos tanto para entender la floritura, que se había olvidado de lo realmente importante.

    Pero, de nuevo, parecía no ser el momento para analizar demasiado las cosas y el antes mencionado se encargó de reafirmarle aquello con una sincronía impresionante, cuando sintió la intromisión de aquellos dedos deslizándosele ahora dentro del pantalón.

    No fue consciente de cuándo se había deshecho del cinturón o el broche, pero tampoco se iba a parar a preguntar tonterías. No cuando los dígitos ajenos se paseaban con una lentitud desesperante sobre su abultada entrepierna.

    ― Joder, Cas ― Escuchó en un suspiro, antes de que el perezoso movimiento se convirtiera en la mano completa estimulando su despierto miembro. Aparentemente el Winchester había perdido ya el hilo de su explicación científica y ahora se encontraba simplemente reducido a las sensaciones y el calor que aumentaba, exponencialmente, con cada segundo que se deslizaba por el reloj ―

    No pasó mucho rato antes de que este último se introdujera de lleno dentro de la ropa interior, no queriendo esperar más a lo cual el ángel se sintió profundamente agradecido, envolviéndose alrededor de su longitud y comenzando un vaivén que le cortocircuitó el cuerpo entero en un segundo.

    Le fue imposible contener ese traicionero gemido de sus labios temblorosos, el cual generó un estremecimiento simultáneo en su contrario, y en la medida en que el ir y venir adoptaba estabilidad le importó bien poco que le hubiese sido dicho, de forma inherente, que no podía voltear.

    Su rostro volvió a girarse buscando, necesitando, a Dean y esta vez no recibió ese tope que le decía que volviese al frente, en lo absoluto. En ese instante consiguió su cometido y fue recibido por un par de labios mullidos y suaves que le atraparon la boca en un beso intenso, desesperado, con ganas contenidas quién sabe desde hacía cuanto.

    Más pronto que tarde lenguas se enredaron, dientes apretaron y respiraciones se acompasaron hasta que sus posiciones fueron acomodándose sobre la cama, dejando al ojiazul ahora sobre el cuerpo del otro.

    Un suspiro intermedió un ligero cese en las acciones, pero antes de que pudieran extrañar el contacto siquiera, habían vuelto a la carga.

    Castiel se había mimetizado con el ambiente de la habitación, no tardando sus manos en deshacer la barrera de los vaqueros ajenos, imitando los movimientos como si su cuerpo supiera de antemano qué hacer y cómo.

    De tal modo pasó el tiempo, sin que nadie se preocupase de nimiedad semejante como contarlo, hasta que la mortalidad se tiñó de necesidad y sus labios tuvieron que dejar de devorarse para dar un acceso de aire.

    Dean jadeó con fuerza, sintiendo la boca arder y la carne pulsar. A su compañero aquella visión se le figuró la más idílica de lo que llevaba existiendo, que no era precisamente decir poco y llegó a sonreír suavemente antes de que sus frentes se apoyasen entre respiraciones atolondradas.

    En ningún momento sus manos dejaron lo que hacían entretanto, aumentando incluso el ritmo impuesto mientras los masajes se deslizaban de arriba abajo y viceversa, paseando libremente por la extensión, deteniéndose por instantes a dibujar círculos acariciados en la cabeza, en donde el preseminal se esparcía en su viscosa transparencia, y llegando incluso más abajo a cada tanto, para atender también debidamente la base y testículos.

    Todo se había convertido en una vorágine de chispazos sensoriales que les tenían abstraídos por completo en el contrario, como si nada más existiera y se encontrasen en otro plano de la realidad.

    Y así, jadeando y gimiendo, el calor aumentó en el bajo vientre del más bajo. Sintió sus músculos contraerse, mientras destellos se dibujaban tras sus ojos cerrados, no pasando mucho más antes de alcanzar el orgasmo al tiempo que gritaba el nombre de su amante en un espasmo que imprimió su blanquecina marca en la mano del contrario.

    No mucho después, y deleitándose con la exquisita vista de aquel ángel con el cabello alborotado, gotitas de sudor perlándole la frente y una expresión que no podía definirse de otra forma que no fuese puro éxtasis, alcanzó el climax sintiendo que en cualquier momento se le saldría el corazón del pecho.

    Le tomó un rato reajustarse a la realidad y que sus sentidos dejasen de cosquillear, pero para cuando pudo volver a enfocar se encontró con una curva pequeñita, pero significativa, en los enrojecidos labios de Castiel.

    Sin mediar palabra alguna, porque no era necesario en lo absoluto, subió una mano a posarse en el calor de aquella mejilla medio rasposa por el leve rastro de barba, devolviéndole la sonrisa antes de besarle de nueva cuenta. Esta vez, eso sí, de forma suave, incluso con mimo, dejando que la atmósfera volviese a la calma sin prisas de ningún tipo.

    El mayor había entendido perfectamente por qué alguien se tocaría pensando en otra persona. No obstante empezaba a sospechar que era más provechoso el asunto con esa otra persona cerca. Y si esa persona era Dean Winchester, la combinación era simple y sencillamente perfecta.



    Edited by Looseferns. - 9/8/2018, 02:00
     
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    Adoro que los de Supernatural tengan gifs para todo.

    Ay, estoy tan emocionada que no sé ni por dónde empezar. ¡Has escrito Destiel! <3333333 *Heart eyes, motherfucker* Además, has tocado uno de los temas que más me gusta ver en esta parejita: la inocencia de Castiel con respecto a los dobles sentidos y sus problemas para comprender ciertas dinámicas propias de los humanos. <3 Es muy interesante, porque muchos escritores plantean la cuestión desde tu misma óptica, es decir, partiendo desde el desconocimiento de Cas, y sin embargo otros crean un Cas mucho más sagaz y sabio escudándose en el argumento de que lleva milenios observando a los humanos y debería conocer bien sus peculiaridades.

    Entonces tenemos fics como el tuyo, en los que no puedes evitar morirte de amor por lo adorable e ingenuo que es el angelito, y luego tenemos fics en el que Cas es Castiel, el ángel del Señor que le puede romper el culo a Dean Winchester sin ningún tipo de piedad. Yyyyy... me encantan ambas perspectivas. xD

    Centrándome en tu escrito, me ha gustado mucho que durante el sexo no hubiera apenas comunicación verbal entre ambos y que la canción fuera la encargada de hacer entender a Cas con palabras lo que Dean le estaba explicando con acciones. Esta es una idea que compartimos muchos fans, ya que Dean es un hombre emocionalmente reprimido que se ve en muchas ocasiones incapaz de verbalizar lo que siente. Por eso, en muchos fics el Winchester habla poco o nada en sus momentos más íntimos y lo expresa todo a través de las miradas, las caricias y los besos. Además, el hecho de que él y Cas comparten largos silencios y se comprenden sin decirse nada es canon y eso no se puede obviar. <3

    También me ha encantado que hayas ido creando una atmósfera más y más íntima a medida que iban avanzando en el sexo hasta llegar al punto de sólo están ellos dos y el resto del mundo ha desaparecido. Misha dijo una vez en una convención que Cas a veces sentía que Dean era el único ser al que realmente se sentía unido, y tal y como se ha ido desarrollando su personaje a lo largo del tiempo hay que darle la razón. Dean es el primer amigo al que llama cuando lo necesita, el humano con el que más experiencias ha compartido, el hombre gracias al cual ha ganado fe en la humanidad, y bueno, es el tipo al que sacó del infierno y recompuso célula a célula. Además de otras cosas que no voy a mencionar para no hacerte spoiler, muajaja. Es innegable que Dean es su humano preferido, y que hay algo especial entre ambos que tiene que reflejarse en los fics.

    En fin, me voy callando ya, que tengo otro bonito fic tuyo que leer. Ha sido un placer leerte de nuevo, Blut. Un abrazote. <333


    SPOILER (click to view)
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