Una grata sorpresa (Miyagi X Shinobu)

Para sorprender a Miyagi, Shinobu ha tomado clases de cocina. El día del banquete, sufre inconvenientes y una leve discusión le desanima pero, más tarde y sin esperarlo, cumpliría su objetivo.

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  1. Selena Larrzi
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    Disclaimer: Junjou romantica y sus personajes pertenecen a Shungiku Nakamura, este escrito ha sido hecho si fines lucrativos.
    Pareja: Miyagi X Shinobu
    Clasificación: K
    Género: Romance
    Resumen: Para sorprender a Miyagi, Shinobu ha tomado clases de cocina. El día del banquete, sufre inconvenientes y una leve discusión le desanima pero, más tarde y sin esperarlo, cumpliría su objetivo.
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    Eran mediados de junio y hacía frío, el sol se ocultaba en el horizonte proyectando un ocaso esplendoroso, el cielo mutaba de naranja rojizo a violeta azulado, dando paso al oscuro manto de la noche, debajo de tal espectáculo, concentrado en sus pensamientos, caminaba un joven universitario con dos bolsas en sus manos y bajo su brazo derecho un libro de cocina.
    Parecía tener prisa, quizás había invitado a una jovencita a su casa y para impresionarle le cocinaría la cena, al menos eso pensaban las señoras que le veían pasar apresuradamente frente a ellas, no se equivocavan, no del todo, él sí quería impresionar a alguien con su cocina, pero no era a una chica.
    Sonrió cuando entró al departamento y lo halló vacío, él no estaba en casa y tal vez no llegaría hasta pasadas unas horas, si le conocía bien quizá estaría en la biblioteca después del trabajo, llenandose de conocimiento para luego compartirlo a sus alumnos, porque así era ese viejo.
    Sin más demoras puso manos a la obra, hoy pondría en práctica lo aprendido en aquellas clases de cocina a las que, secretamente, asistía hace un mes. Sacó los viveres de las bolsas, zanahorias, cebollas, berenjenas, apio, entre otras cosas estaba, por supuesto, el repollo. desenfundó el afilado cuchillo y empezó cortando las cebollas, le habían hecho llorar en el proceso, alguien le dijo que si mascaba chicle mientras lo hacía no lloraría, lo tomaría en cuenta.
    A la sinfonía de cortes se unieron el apio y las zanahorias, el repollo fue puesto a un lado pues él cerraría con broche de oro, la olla con agua burbujeaba, era hora de agregar los ingredientes de tan excelsa obra culinaria, fue a la sala para verficar que las cosas estuviesen en orden y todo estaba a pedir de boca, hasta que en un descuido, muy pequeño en su opinión, el ambiente se lleno de un olor acre y el humo visiblemente salía de la cocina.
    Uno pensaría que habiendo recibido clases, tendría en cuenta una de las principales reglas del buen cocinero: "Jamás ( enfatizando jamás) descuides la comida". lamentablemente no fue así, maldijo su suerte, le habia costado tanto y todo se había ido por el desague, no literalmente pero, sí, dentro de poco todo se iría por el desague.
    Quitó la olla de la estufa, la envolvió en tela y cuando se dirigía a tirar la nefasta mezcla, escuchó el sonido de la cerradura siendo abierta y luego el chirrido de la puerta acompañada de una voz muy entrañable.
    -Estoy en casa
    -Bienvenido- respondió con nerviosismo pues aun tenía la olla en manos- eh... oh, llegaste antes de lo que pensé, Miyagi- estaba muy nervioso, demasiado.
    El mayor miró su reloj- son las seis y treinta y cinco minutos, Shinobu, es buena hora- Miyagi reparó en el bulto envuelto que el contrario trataba de ocultar- ¿Qué es eso?- señaló el objeto en cuestión.
    -Esto... Esto es, son- Shinobu no encontraba que responder, no quería que el otro se enterase de su fallida hazaña culinaria, ¡moriría de verguenza!- Son sobras que se han dañado, voy a tirarlas- puso su más convincente expresión y salió sin esperar respuesta.
    Miyagi suspiro con desdén, casi dos años viviendo con Shinobu y aun costaba entenderle en ciertas cosas.
    -Ya está- en definitiva se hallaba aliviado de haberse deshecho de las pruebas incriminativas- ¿Qué tal te fue en el trabajo?- quizo iniciar una conversación.
    El otro sentado en el sillón y fumando un cigarrillo, respondió- ¡muy bien!, me encanta ver a las mentes jovénes interesarse por la literatura antigua- sonrió y dio otra calada- y tú Shinobu ¿Qué tal te ha ido a tí?
    Un suave bien fue su repuesta, en verdad no le fue tan bien, ese día había vivido una odisea.
    Salió de la universidad una hora más temprano para así tener tiempo de comprar y cocinar todo pero de camino, sacó su celular para verificar cuál era la ubicación de la tienda a la que iría, sin embargo, su celular resbaló y cayó, dañandosele la pantalla; sin este, tuvo que vagar por al menos una hora para encontrar su destino, La tienda de Hitsuji, ¿Por qué esa en específico? , porque allí las verduras eran de mejor calidad, o eso le habían asegurado. Compró todo lo que necesitaba, casi corrió de vuelta a casa, estaba seguro de haberse llevado por en medio a un chico de ojos verde oliva que, extrañamente, recordaba haber visto antes. Finalmente cuando se supone que prepararía un manjar digno de reyes, falló rotundamente.
    - Escucha, Shinobu- Miyagi llamó su atención- Lo que llevabas hace un rato ¿en verdad eran sobras?
    -¿Acaso no me crees, Miyagi?- de vuelta estaban los nervios
    -Ocurre que antes de irme, esta mañana, revisé la nevera y no habían sobras- explicó- ¿De donde, pues, salieron esas?-preguntó con gesto pensativo- además, no recuerdo que hubiese esa cantidad de vegetales en ella, ¿Tú los compraste?
    No recibió respuesta
    - ¿Shinobu? - se preocupó por el repentino silencio de su interlocutor.
    Cabizbajo y con voz susurrante, Shinobu respondió- yo solo quería...
    -¿Ah?
    -Nada, no fue nada, solo pense que necesitabamos más- fue su explicación
    El mayor no entendía- ¿Más? pero si ya teníamos suficiente- expusó, ligeramente fastidiado dijo- ¡ah! estos niños de ahora...
    -¡ Yo no soy un niño!- como odiaba que él lo llamase así- tengo veinte años, soy un adulto
    -Entonces aprende a tomar desiciones como tal- contraatacó- si hay mucho de algo en la nevera, no vas a la tienda y compras más, eso es despilfarro de dinero, entiendelo- amonestó
    Pobre Shinobu, primero el asunto de la comida y ahora Miyagi le regañaba y , añadiendo sal a la herida, le llamaba niño.
    -Me voy a dormir, buenas noches- con furia contenida abandonó la estancia
    El mayor solo suspiró ante la pequeña rabieta, aquel chico le volvería loco, en fin, tenía hambre, había comprado fideos instantaneos para Shinobu y para él, como el otro se había ido a dormir, comería solo.
    El reloj anunció las nueve con cuarenta, había empezado a llover, tenía frío , lo más sensato era irse a dormir, tal vez aquel terrorista estuviese en la habitación que compartían, entró, más no le halló, sería una larga y solitaria noche.
    Mientras tanto en la habitación de Shinobu también hacía frío, mucho, el pensamiento de ir y acostarse al lado de Miyagi le había asaltado en un par ocasiones, pero no, no cedería, estaba enojado y triste, sumamente frustrado, pero el día estaba por terminar y nada podía ponerse peor... Grave error el pensarlo, si que podía.
    -¡Rayos!- se fue la luz.
    No podía distingir nada, como odiaba que la luz se fuese, giró la cabeza a un costado, mala idea, allí ,puesto sobre una silla, estaba un enorme peluche de panda sonriente que, en la oscuridad iluminado por los ocasionales rayos de la tormenta, se veía especialmente tétrico.
    -Calma Shinobu, solo es un peluche- pensaba. Solo para aclarar, el que Shinobu temblara no era producto del miedo, para nada, es que en su habitación el frío le calaba en los huesos, solo eso.
    Odiaba los apagones casi tanto como detestaba las tormentas eléctricas, en la oscuridad, el más mínimo de los objetos se proyectaba como una silueta amenazante, peor aun, el sonido de los truenos no le dejarían dormir. Sería una fría y atemorizante noche.
    Miyagi estaba teniendo problemas con los indeseables mosquitos que le veían como a un banquete, estaba a poco de matar uno cuando la puerta se abrío y entró un silencioso Shinobu, sus siluetas eran apenas distinguibles para el otro, ninguno dijo nada, Miyagi se hizo a un lado y el joven entró a la cama, dandole la espalda.
    Ninguno dormía, el sonido de las gotas cayendo sobre el techo y los truenos retumbantes en la lejanía, no les dejaban y , a su vez, llenaban el silencio entre ambos.
    Entonces miyagi, cansado del estoico silencio del otro, dijo- Shinobu ¿sigues molesto?
    Un gruñido fue la respuesta que obtuvo, paciencia Miyagi, se dijo, después de todo, aun con veinte años, Shinobu aun era un niño, en comparación a él, claro está.
    -¿Shinobu?
    Silencio absoluto
    Suspiró, un precioso e incompresible niño...
    - Lo lamento- dijo sincero, le abrazo por la espalda- no quise hacerte sentir mal, Shinobu. perdoname, por favor- ese niño era capaz de sacar su lado mas blando y penoso, pero daba igual con tal de que ya no estuviese enojado porque, aunque le avergonzase decirlo en voz alta, la indiferencia del menor le dolía.
    Miyagi no sabía que era peor, si soportar el silencio de Shinobu o su llanto, pues sí, el menor había empezado a sollozar
    -Yo solo quería sorprenderte- entre sollozos apenas se entendían sus palabras.
    -¿Sorprenderme? ¿A qué te refieres?
    Shinobu secó sus lagrimas y se sentó con las manos empuñadas sobre las sábanas.
    -Quería cocinar una cena deliciosa para tí- Miyagi escuchaba atento- por eso compré más vegetales de lo debido, por si algo salía mal, pero todo salió mal, la comida se quemó y tuve que tirarla- eso explicaba aquel sospechoso bulto, pero lo que dijo a continuación sí que sorprendió al otro- de nada sirvió mi esfuerzo, ni las clases...
    ¿clases?
    -¿Qué clases, Shinobu?- eso sí que captó el interes de Miyagi.
    El de cabellos más claros calló repentinamente como quien ha hablado de más.
    Antes de que el otro preguntase de nuevo, con un sonrojo de verguenza y sin mirarle a los ojos, dijo- Clases de cocina, asistó a ellas desde hace un mes- al decirlo sintió como si un peso se le quitaba de encima y otro, mucho más agradable, tomaba su lugar, era Miyagi abrazandole.
    -Tomaste clases ¿Por mí?
    Shinobu solo asintio en respuesta, luego dijo- Quiero mejorar mi comida, para tí- admitió- en ocasiones observo la manera en que miras o elogias la comida que otros hacen y no puedo evitar desear que tu disfrutes lo que yo te preparo tanto o más de lo que disfrutas aquellas, ¡no soy un tonto, Miyagi!, sé que cocino mal y que comes mi frito de repollo casi por obligación, por eso yo...- de nuevo lagrimas desfilaban por su cara.
    -Ya Shinobu, no llores más- le dijo dulcemente, palmeando su cabeza- y la verdad tu cocina ha mejorado desde la primera vez que la probré, es más disfrutable ahora.
    -No me mientas, viejo- respondió enojado
    -No estoy mintiendo, has mejorado considerablemente, te has esforzado mucho en ser mejor y poco a poco la vas logrando- sonrió cuando Shinobu le miró a los ojos
    -¿Enserio es así?- su voz temblaba de emoción.
    Miyagi asintió y le acercó aun más a él- me resulta conmovedor el que hallas ido a clases de cocina para sorprenderme, el solo saber eso, para mí, es una grata sorpresa.
    Ver la manera en la que Shinobu sonreía ante tal respuesta, también le hizo sonreir.
    -Te quiero, Shinobu- susurró a un soplo de su rostro
    -Y yo a tí, Miyagi
    Entonces desapareció la distancia entre ellos, se besaron con dulzura, acariando los cabellos del contrario, Miyagi vivía para momentos como ese. En medio del beso, Shinobu dijo:
    - Miyagi, tengo frío-
    Miyagi sonrió y le atrajo más a sí, él haría entrar a Shinobu en calor.
    En medio de los besos apasionados, las caricias y los dulces susurros, olvidaron la fuerte tormenta que azotaba el techo y los estruendosos truenos, en ese momento daba igual que no hubiese luz o que los rayos centellaran en el cielo de manera horrorosa, estando en los brazos del otro tenían toda la luz y el calor que necesitaban.
    Durmiendo junto a Miyagi, aquellas siluetas no le infundían intranquilidad, se esfumaban al igual que sus preocupaciones, era tan dichoso.
    Al final de todo, pensó Shinobu, el día no había sido del todo malo, había logrado su proposito.

    Fin
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    ¡Gracias po leer!
     
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  2. Micaela Maldonado
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    Muy buena tú historia me encantó mucho ,es bellísimo ellos son mi pareja favorita
     
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1 replies since 1/7/2019, 07:25   152 views
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