Cicatrices de un joven corazón 3: "Regreso" [Cap 8.9,10] [Act. 15/03/2020]

Para Dario Rivero la vida continuaba normalmente, eso hasta que de repente situaciones hacen que todo se vuelva un caos, el regreso del amor, pero tal vez sea demasiado tarde.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. yamamoto_takafumi18
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 1







    Para Darío Rivero empezar el día consistía en hacer inhalaciones y exhalaciones profundas como desde hace mucho acostumbraba. Eso le ayudaba a calmar un poco el punzón de su pecho con el cual siempre se despertaba desde que era un niño, solo que al pasar el tiempo el chico simplemente lo tomó como un hábito.

    — Bien, es hora de empezar... — Dijo rápidamente, su reloj marcaba las 6:30am. Su rutina diaria era levantarse para entrar a bañarse y no durar más de 15 minutos. Después de eso se cambiaba y se arreglaba, 7:05 am el joven de cabellera oscura se encontraba saliendo de su habitación dirigiéndose a la cocina a preparar un desayuno rápido, pero lo más importante era tener listo el café para su roomie.

    — Buenos días Darío. — Dijo una voz grave entrando a la cocina, acariciando los cabellos del joven como saludo como era ya de costumbre. Fabián Morales era el Roomie de Darío y así ha sido durante varios meses. El hombre vestido en traje tomó una taza para servirse un poco de café caliente, dando un pequeño trago se acercó a la barra comedor donde el chico comía una pieza de pan con un café.

    — ¿A qué horas tienes clases hoy?

    — 9am — Dijo rápido, viendo en su celular la hora, eran las 7:25am.

    — ¿Y tú? ¿Tienes reunión? Es raro que estés así vestido a estas horas tan temprano.

    — Si. Tenemos un juicio y ayer Beltrán se quedó hasta tarde investigando y preparando la defensa por lo que hoy me toca ir a presentarme al juez. — Dijo un poco desganado el hombre, tomando al café y dejando la taza de nuevo sobre la barra.

    — Beltrán y tú hacen un buen equipo.

    — Somos hermanos, debemos ser un buen equipo. — Aunque el abogado mostraba seriedad ante todo para Darío ya era lo más normal tratar con la forma de ser de su compañero de departamento.

    El joven aún no se creía que estuviera viviendo en un departamento así de elegante y sofisticado como en el cual vivía. No paso mucho después de que llegaron a vivir aquí, simplemente ambos se acoplaron a vivir juntos, a tal grado que sabían cosas del otro en su forma de vivir.

    — Por cierto ¿A qué horas vas a estar en Luna de café? — Preguntó el hombre.

    — Como a las 4 de la tarde. Después de mis prácticas profesionales en la universidad. — Estaba en la recta final, a las 9 era solo una clase a la que asistió Darío, después de esa clase iba a sus prácticas profesionales las cuales estaba presentando con un doctor de la facultad dentro de las instalaciones haciendo pruebas y experimentos con maquinaria eléctrica y paneles electrónicos que el mismo doctor estaba creando. Saliendo regresaba a trabajar a luna café hasta la noche.

    Fabián se quedó pensando unos minutos, algunas muecas y parpadeos hicieron extrañarse al chico quien le dio el último trago a su taza de café. — Pasaré a comer como a las 4:30.

    — ¿Y por qué me avisas? — Dijo Darío.

    — Simple, es muy incómodo que tu socio me atienda y se me quede mirando enojado. — El joven solo sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, empezando a reír nerviosamente. — Hasta cuando se dará cuenta que entre tú y yo no ocurre nada.

    — Bueno, no puedes culparlo... Ten en cuenta que lo rechacé y unos días después me estaba mudando contigo.

    — Pues ya va siendo hora de que se cuenta que no hay nada entre nosotros, tú no me gustas... — Dijo el abogado con una mueca y una mirada pensativa. — Eres demasiado feo y niño para mí.

    — ¿Excuse me? Para que te lo sepas además de Julián, tengo más pretendientes. — Con orgullo y una sonrisa segura Darío enfrentaba las palabras de Fabián.

    — Si, eso lo dice el mocoso que sigue viendo las fotos de mi hermano en su celular — Con una pequeña sonrisa el hombre vio su compañero de departamento se puso todo rojo como si se tratara de un tomate.

    — ¡No es cierto!

    — Admítelo, lo extrañas... Desde que hablaron se movió todo dentro de ti. — Fabián daba en el clavo siempre, pero Darío no podía admitirlo, desde que hablo con Damián hace tiempo ha pensado en él... Aunque durante los dos años si lo recordaba ahora sus pensamientos eran más comunes, aquellos recuerdos solo hacían que el joven volviera a ver las fotografías que tenía guardadas y que se negaba a borrar... Pero no era demasiado vergonzoso admitirlo en frente de Fabián.

    — Hey lo que tú digas. — Dijo haciendo un puchero ligero mientras seguía comiendo su desayuno. Por su parte el hombre de traje solo se echó a reír ante la expresión de su compañero de departamento.

    — Mientras tú sigues negándolo, yo iré por la basura, así que pasaré a tu cuarto.

    — Mi bote está cerca de mi buró... — Dijo el chico viendo como desaparecía el hombre.

    Fabián seguía sonriente tras ver la clara expresión del chico, desde hace tiempo sabía que Darío extrañaba a su hermano Damián desde un día que llego temprano y vio como el chico estaba viendo una foto en su celular, sus ojos estaban iluminados y una sonrisa sincera que reflejaba un sentimiento especial.

    El hombre en traje entro a la habitación de Darío, allí vio una sencilla habitación solo adornado con algunas figuras e imágenes de caricaturas. Cuando Fabián tomó la bolsa llena del cesto, su mirada se fijó en una caja de manera con una tapa en donde estaba dibujada una mariposa azul. Fabián nunca le había dado importancia, pero la curiosidad se apoderó de él, aunque tampoco era tan descortés como para husmear. Con una respiración fuerte el hombre salió del cuarto con la bolsa de sus manos para después pasar a su cuarto y sacar otra bolsa.

    — Darío ¿Puedo preguntarte algo? — Dijo el hombre viendo al chico como dejaba su plato y vaso en el lavabo.

    — ¿Qué pasa? — Preguntó el chico mirándolo extrañado.

    — Esa caja con la mariposa arriba... ¿Qué tiene adentro? — La mirada de Darío se abrió impresionado por la pregunta cosa que le causó más curiosidad al mayor. — Siempre la había ignorado pero hoy me entró la curiosidad.

    — Bueno eso es... — Una sonrisa melancólica nació del rostro del joven, sus ojos mostraban un brillo de tristeza cosa que dejo al mayor preocupado.

    — Mejor así déjalo, perdona por preguntar.

    — No, simplemente me trae recuerdos... Allí se encuentras cosas, son regalos de Damián y recuerdos de Esteban. Allí se encuentran algunos collares y el anillo de linterna verde que me regalo tu hermano, también una concha de la vez que fuimos a la playa jejeje, y de Esteban, tengo unas fotos y unos anillos de él y... una carta.

    — ¿Una carta? — Preguntó el mayor.

    — Si jejeje, la escribió para mi antes de fallecer pero aun no me siento listo para leerla. — La cara y su sonrisa denotaban tristeza y melancolía, Fabián pudo ver que aquello aun afectaba al joven, pero solo Fabián tenía aquella frialdad para decirle lo que muchos querían decir pero no se atrevían.

    — ¿No va siendo hora que lo superes?

    — ¿Eh?

    — Ya pasaron más de dos años... Sé que es importante en tu vida, pero para mi punto de vista solo fue alguien que te sirvió de guía, yo no creo que a estas alturas tu debas seguirte lamentándote por su muerte... Ni por separarte de Damián, mejor vive el hoy y piensa en el mañana...

    — Lo sé pero... — Darío suspiro recordando aquellos días, en el hospital, como lloró todas las noches después de que Damián se fue, como estuvo deprimido al sentirse completamente solo.

    — Yo sé que es difícil, pero el reloj seguirá corriendo y tú no puedes lamentar todo lo malo de tu vida para siempre. Solo piénsalo.
    El chico se quedó en silencio en frente del hombre, pensando en sus palabras y así fue hasta que salió de la clase...

    — Huy que cara amiga, parece que te paso algo malo... ¿Tu roomie te hizo algo? — Javier, el amigo de Darío lo abrazaba de los hombros.

    — Fabián me hizo dar cuenta que tal vez ya va siendo la hora de superar a Damián y Esteban. ¿Tú crees que ya es bueno enterrar todo eso? — Preguntó el joven a su amigo que con una sonrisa nerviosa alzo sus hombros.

    — La verdad yo creo que eso debió ocurrir hace ya tiempo. — Al escuchar eso Darío suspiró. — Es que amigo, debes de admitir que por esos recuerdos has dejado pasar cosas y oportunidades, ¿O Julián no era buen partido? — Darío solo fijo la mirada al suelo triste, pero de repente una voz detrás de ambos hicieron que voltearan.

    — Par de locas espérenme... — Era Teo quien venía con una carga de libros inmensa y no era para menos.

    — ¡Teo! ¡Pero mira cuantos libros! ¿La tesis te está matando señor graduado? — Sonreía burdamente Javier quien solo veía como el chico de sonrisa grande llegaba cayéndose unos libros los cuales Darío rápidamente levantó.

    — Te ayudo con estos.

    — Gracias Darío. Esto de la tesis me tiene leyendo como loco pero todo esto terminara al fin en Julio. — Dijo el chico acomodándose la mochila que se le estaba cayendo. Los tres continuaron caminando de cosas, todo se dirigían al auditorio donde el director de la facultad les iba a dar anuncios importantes que debían escuchar el alumnado.

    — ¿Qué vas hacer después de la tesis? — Preguntó Darío tomando asiento en el auditorio donde seria los anunciamientos.

    — No lo sé, mi padre dice que tal vez debería irme al rancho de mi padrino una temporada y ayudarle en lo que pudiera en todo lo de ventas, mercados y contabilidad... Pero no creo que lo haga, yo ya no soy de rancho... — El chico miro al suelo un poco triste como si un recuerdo triste viniera a su mente pero para eso estaba Javier quien alejó ese pensamientos rápidamente.

    — Pues te verías sexy como vaquero... Yiijaaa...

    — ¿Podrían callarse los dos? El director ya llego. — Darío les dio un golpe a sus dos amigos en la frente para que pusieran atención ya que el director de su universidad había llegado y no estaba solo. Varios profesores iban detrás de él pero uno en especial llamó la atención del todo el alumnado ya que era un perfecto y guapo desconocido.

    — Huy... ¿Quién es ese hombre tan hot? — Preguntó Javier sacando su celular y poniendo la cámara con una sonrisa pícara.

    — Ni idea, lo seguro es que no es mexicano. — Teo mostro una cara bastante curiosa.

    — Shhh, ¿Qué les acabo de decir? — Darío les dio un golpe en la frente a sus dos amigos. Las noticias por parte del director de la universidad seguían fue de repente que ante la atención de todos aquel hombre de galanura se levantó caminando a lado del director quien dio la noticia a todo el alumnado.

    — Se han de preguntar, quien es este hombre de lado de mí. Lo presentaré, su nombre es Anthony Deligiannis. Estará con nosotros durante varias semanas dando algunas clases de economía y negocio emprendedor y también dará pláticas de autoestima y superación personal y laboral.

    Todos comenzaron a murmurar cuando aquel hombre sonrió para todos, era galante que no solo mujeres también hombres quería acercársele para cuando termino todo, después de unas palabras donde agradecía a la universidad por aceptarlo, con un español perfecto, una gran multitud de jóvenes lo rodeaban. El trio de amigos se quedó viendo a lo lejos como aquel hombre platicaba con los alumnos que pudieron acercarse.

    — Todos están con la mira en él, Ahora, ¿Cómo voy a seducirlo? — Dijo Javier con cierto desánimo.

    — Oh no, no volveré a pasar por lo mismo como ocurrió con Villalpando. — Dijo Teo temblando recordar ese vergonzoso momento.

    Mientras ellos dos siguieron platicando y discutiendo, Darío se quedó mirando otros momentos más, pensando que podría ser buena idea tomar uno de esos talleres de Superación personal. Dado que estaba en el dilema de dar vuelta a la hoja con todo lo que fueron estos últimos años y meses. Dando media vuelta comenzó a caminar pensando que talvez ese hombre llamado Anthony Deligiannis pudiera ayudarlo, el chico volteó hacia atrás viendo que era seguido por sus amigos que continuaban discutiendo por varias cosas. Pero de repente el tema cambió drásticamente.

    — ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños? — Preguntó Teo postrándose en frente de su amigo distraído.

    — ¿Regalo? ¿A qué viene eso de repente? — Javier arqueo su ceja no creyendo lo que escuchaba y Teo solo movió la cabeza de un lado a otro cubriéndose sus ojos con una mano.

    — Amiga, tu cumpleaños será pasado mañana, hoy es 16.

    — ¿Que? No es cierto... — El joven sacó rápido su celular viendo en la pantalla que era verdad, estaban a 16 de abril y su cumpleaños era el 18. Darío no lo podía creer en verdad estaba a punto de olvidar su propio cumpleaños. — Wow, he estado muy distraído, además con lo de la cafetería y mi vida con Fabián... No pensé en mi cumpleaños, aunque nunca he sido fanático en festejarlo.

    — Si, lo sabemos. Hay amigo creo que tienes que despejar tu mente de muchas cosas. — Teo abrazó a su amigo por el cuello mientras Javier lo tomó del brazo.

    — Admítelo, ¿Qué harías sin nosotras tus comadres...? — Darío sonrió al ver a sus amigos.

    — No lo sé... Je, los quiero par de idiotas. — Darío rio algo apena siguiendo con su paso con los demás. Después de eso cada uno fue a la clase que le correspondía, para después verse entre clase unos minutos y después cada quien se iba a su respetivo trabajo y deberes ya que Teo estaba a punto de acabar su tesis y tenía que quedarse más tiempo en la escuela. Javier iba a trabajar a una empresa donde estaba dando sus prácticas profesionales, a cargo de los servidores y programación de armadoras.

    Por su parte Darío después de hacer sus horas respectivas de prácticas con el doctor que lo recibió en una investigación. Regresaba a su ciudad a trabajar en su cafetería, donde después de saludar y trabajar un rato un ambiente tenso se vivía en ese lugar llamado "Luna Café"

    *
    *
    *
    *
    *
    *
    *

    Capítulo 2




    Por su parte Darío después de hacer sus horas respectivas de prácticas con el doctor que lo recibió en una investigación. Regresaba a su ciudad a trabajar en su cafetería, donde después de saludar y trabajar un rato un ambiente tenso se vivía en ese lugar llamado "Luna Café"

    — No me agrada que venga a comer aquí. — Dijo Julián cruzado de brazos y con una mirada penetrante sobre un hombre de traje que comía algo incómodo un plato con una pieza de carne en salsa de champiñón acompañado de salsa, ensalada y un capuchino frio.

    — Entiende que Fabián es un cliente, y no puedes hacerle malas caras a los clientes. — Darío encaraba a su socio, defendiendo a su roomie, detrás del universitario un hombre de sonrisa burlona y mirada atrevida se acercó sentados en un banco que estaba al lado de Darío.

    — Veo que están de nuevo peleando por el serio pero honrado Licenciado Morales Ponce de León. Pobre hombre ni siquiera puede comer a gusto. Yo creo que es por falta de sexo que están así de malhumorados últimamente... ¿Qué les parece si organizamos una horchata y...?

    — ¡Mateo, cierra el pico! — Gritaron los dos mientras el hombre solo abrió su boca ofendido.

    — Te lo mereces amorcito, por hablar de más. — De la cocina salió el chef Alex quien traía en sus manos dos pasteles y detrás de él venía Josué quien era el gemelo de Julián, también venía con pasteles en sus manos.

    — Podrían dejar de discutir. Julián, Darío tiene razón, independientemente lo que haya pasado hace meses, debes de darte cuenta que quiera o no, Fabián Morales es un cliente y uno bueno, ha traído más licenciados y amistades las cuales se han hecho clientes... No traigas tus celos al trabajo... — Dijo dejando los pasteles y dejando el mandil que tenía colgando de la cintura. — Bien, me iré a preparar para mi entrevista de trabajo. Y no quiero que sigan pelando, ahuyenta a los clientes.

    Josué sin decir más salió del local dejando a los demás mirándolo irse. Desde hace varias semanas el hermano de Julián ha estado buscando empleo ya que no se siente muy cómodo trabajar y depender de sus padres y su hermano. Por lo cual estaba buscando un trabajo donde pudiera tener tiempo para convivir con su hijo, todos en el café lo entendían pero de cierta forma ellos se sentían como una familia donde jamás creyeron que uno pudiera irse.

    — Será mejor continuar trabajando. — Dijo Darío dirigiéndose a donde se encontraban los clientes. Viendo que nos les faltaba nada a unos y tomando ordenes de otros, el joven se acercó al licenciado quien estaba en ese momento acabando su comida.

    — Siento causarte molestias. Si quieres puedo dejar de venir.

    — Claro que no. Si tú quieres seguir viniendo eres bienvenido Fabián. — El abogado sonrió levemente. Para después sacar el dinero para pagar. — Por cierto, tu chef me dijo que pasado mañana cumples años. ¿Quieres algo en especial?

    — ¿Qué? No. No tienes que gastar en mí.

    — Pero si yo quiero regalarte algo, después de todo somos amigos. — Fabián le entro el dinero a Darío quien seguía moviendo su cabeza en señal de que no debía darle nada.

    — En serio no tienes que regalarme nada, además no soy muy fan de mi cumpleaños. Solo quiero que sea un día tranquilo. — El chico empezó a recordar sus otros cumpleaños, para él su cumpleaños no era nada en especial que celebrar, ya que nunca se festejaba con su padres, desde prepa hasta ahorita la universidad muchos les daban la opinión de organizarse una fiesta de cumpleaños, pero simplemente Darío anulaba esa idea ya que sentía que si hacia algo e invitaba gente, sentía que nadie iría porque para el chico nunca ha sentido que fuera querido por los demás, simplemente eran compañeros más no amigos, a excepción de Teo y Javier.

    — Entonces pasado mañana preparé la cena para ti y lavare los platos. ¿Trato? — Darío sonrió dándole la mano al abogado.

    — Hecho.

    A Julián no le gustaba pero tenía que aguantarse, Alex y Mateo solo reían de lo que ocurría en la cafetería, ya que todos apostaban a que por cómo se llevaban, Darío y Fabián si tenían algo entre ellos, ya que se llevaban tan bien después de los antecedentes de cómo se conocieron.

    La mañana siguiente Darío se encontraba en la universidad, Javier y Teo se encontraba cada quien en su clase de turno pero el joven se saltó la suya ya que debía de hablar con alguien. Se acercó a la puerta y de manera fuerte tocó a la puerta de aquel cubículo.

    — ¡Pase! — Gritó la persona de adentro, dándole permiso a Darío de entrar. Cuando este entró vio un cubículo ordenado bastante colorido y con varias fotografías colgadas. — ¿En qué le puedo ayudar joven? — Dijo sonriente el hombre mirando detenidamente al chico con sus ojos verdes.

    — Buen día, profesor Deligiannis. Vine a inscribirme a su taller de superación personal y autoestima.

    — Pues eso me pone muy feliz joven, porque usted es el primero. — La sonrisa sincera del mayor puso un poco nervioso a Darío ya que nunca había visto una sonrisa así de deslumbrante. — Si puedes anotarte en esta lista y ponerme los datos que te pido.

    — Si. — Dijo el chico tomando asiento y empezando a llenar la hoja. — Usted habla muy bien español.

    — Fue mi preparación, una tortura, Jajajaja. Tuve que aprender además alemán, francés y portugués, súmale eso que yo ya sabía greco.

    — Wow, tanto idiomas. ¿Su apellido es de Grecia verdad? — Ambos hombres se vieron sonrientes.

    — Acertó. Mi abuelo era de Grecia.

    — Wow. — Continuó escribiendo hasta que acabó con todos los datos. — Listo acabé. — Darío le entro la hoja al profesor donde revisó todo con detalle y aun con su sonrisa.

    — Muy bien Joven Rivero. En el caso de que usted sea el único inscrito en el taller creo que podremos tener las sesiones aquí en el cubículo o en cualquier lugar que usted prefiera ya que no creo que me presten el auditorio para tener una plática con un solo alumno.

    — ¿En serio nadie ha venido a inscribirse como yo?

    — No, y se me hace raro, ayer eran muchos alumnos me preguntaban muchas cosas acerca de mis talleres y hoy simplemente nadie ha venido. — Hombre le dio otra mirada a los datos de Darío quien básicamente sonreía como tonto y eso le incomodo un poco a chico. — Sabe joven Rivero, usted me recuerda a alguien, un jovenzuelo bastante problemático.

    — ¿En serio? — Preguntó con una sonrisa nerviosa.

    — Si, su nombre es Max... Espero que usted no sea igual de travieso como él. — Anthony guiñó el ojo con gracia.

    Darío rio pero simplemente se sintió un poco incómodo con esa última charla, despidiéndose con un apretón de manos, el joven salió de aquel cubículo suspirando y rezando para que alguien más se inscribiera en aquel taller. Mientras iba caminando por los pasillos un ligero mareo aturdió al chico deteniéndose un momento para cerrar sus ojos y poder calmar un poco su mareo, también se empezó a sentir un poco agitado pero haciendo respiraciones profundas y calmadas solo pasaron unos cuantos minutos para que todo volviera a la normalidad.

    — Diablos, esto me pasa por no comer bien. Fabián y Alex me van a regañar. — Darío siguió su días sin más para después llegar al trabajo donde algo rato le pareció. Todo estaba muy calmado para ser la hora donde todo mundo llegaba. Eso era más extraño ya que Mateo y Josué ya debían de estar molestando, sobre todo Mateo.

    Darío miraba a todos lado, viendo como Julián atendía algunas mesas y Alex estaba sacando las órdenes que debía de entregar. Para el chico se le hacía bastante raro eso más porque era la víspera de su cumpleaños, y en ese momento recordó que tampoco ese día había visto a Teo y Javier.

    — Alex... No quiero nada de fiestas sorpresas. — Dijo con el ceño fruncido al chef quien movió la cabeza confundida.

    — ¿De qué hablas? — Preguntó Alex.

    — Mateo, ni Josué están aquí, Teo y Javier tampoco me mostraron la cara en todo el día, es completamente extraño eso cuando maña cumplo 25.

    — Pues no te emociones mucho, Mateo salió fueras de la ciudad a concentrar un negocio que tenía programado desde hace un mes, Josué fue a una entrevista de trabajo, tus amigos si me mandaron mensaje de ir a comer pero solo eso. — Serio le respondió el chef al joven. — Julián nos dijo que no eres de festejar tus cumpleaños por eso mejor decidimos no hacerte nada ya que no queremos incomodarte.

    — Auch... — Darío mostro una cara de tristeza mientras se tocaba el pecho.

    — Pues ¿Quién te entiende? — Reclamó Alex.

    — A veces ni siquiera yo me entiendo... — Susurró.

    Y el día pasó sin mucho movimiento, cosa que fue aburrida para Darío como mirar a la ventana cuando estaba clase. La pesadez cuando llego al departamento era demasiada necesitaba recostarse y rápido. Cuando entro miró todo en silencio.

    — ¿Fabián? — Preguntó en voz alta mirando por todos lados, era algo tarde por lo que el abogado ya debía de estar en casa, pero ninguna respuesta se escuchó. El chico de mirada triste, solo suspiró mientras caminaba a su habitación pensando que tal vez su roomie ya estaba dormido. Pero entrar a su habitación miró a al gran hombre de barba mirarlo con una sonrisa.

    — Buenas noches... — Saludó.

    — ¿Q-Que haces? — Miró Darío temblando al ver la escena, Fabián se encontraba sentado en su escritorio en pijama con helado en la mano y en frente de su portátil.

    — Leyendo... ¿Quiero preguntarte algo? ¿Uriel es igual a Damián?

    — ¡AAHHHHH! — Gritó el chico corriendo apresuradamente a cerrar su portátil. — ¡¿Cómo pudiste leerlo?! ¡¿Cómo sabes mi contraseña?!

    — ¡Hay! Aun no acabó de leer... — Recriminó el mayor cruzando los brazos y haciendo un leve puchero. — Eres un malo.

    — ¡Responde lo que te pregunté! — Volvió a gritar el chico.

    — Fácil... — Fabián hizo una mueca y girando los ojos respondió. — Tu pones la misma contraseña en todos lados, tu signo zodiacal más tu día de nacimiento, más tu segundo nombre que casi nadie conoce, mas tu año de nacimiento, más tu caballero del zodiaco favorito. Es decir... "Aries18Zuriel1993AioriadeLeo" — Darío se le quedo viendo extrañado más de la cuenta al escuchar todo eso, fue en ese momento que el mayor se dio cuenta que el chico aun no entendía como había conseguido aquella información. — Venia en el reporte de papá.

    — ¡¿Tu padre consiguió también mis contraseñas?!

    — Veo que no leíste el reporte completo. — Dijo serio el hombre. — Pero ya responde a mi duda, ¿Uriel igual a Damián? — Sonrió el hombre.

    — ¿Hasta qué parte leíste? — Preguntó el chico asustado, al terminar el hombre movió un poco sus ojos para después tomar aire profundamente y cerrar sus ojos.

    "Las hojas caían en el gran jardín de mi casa, pero siempre en ese árbol, en el mismo árbol de manzanas... Se encontraba él, leyendo un libro mirando a veces al cielo como si algo recordara... Aunque más bien su mirar era de extrañar algo, alguien... Cuanto desearía que fuera yo aquella persona en la que tanto piensa, sería un sueño realidad que él se fijara en mi como alguien a quien poder amar, en vez de ser solo su alimento de cada noche, su plato de segunda mesa, sus ojos solo me ven como una herramienta para que él no muera... "

    — Lo... Lo memorizaste. — El miedo recorría todo el cuerpo de Darío a ver a Fabián con una sonrisa y comer una cucharada de helado de chocolate.

    — Tengo muy buena memoria, casi fotográfica.

    — Pues bien por ti... Ahora largo... y olvida todo lo que leíste. — Dijo el chico señalando la puerta.

    — ¿Por qué? Tu historia es buena, ¿Quién dirá que plasmarías así los sentimientos de Damián y de Esteban?

    — No quiero escuchar tu opinión así que mejor salte. — El chico corrió con su equipo en mano para abrir la puerta, Fabián gruño levemente y chistando salió del cuarto, cuando la puerta se cerró Darío abrazó su lap con una cara de tristeza y vergüenza, aquello que había leído Fabián era una historia que el joven había hecho para él y leerlo. Una historia de fantasía y sobrenatural en el siglo XVIII, escribiendo pudo desahogar varias cosas que se tenía guardadas. Lentamente Darío se acercó otra vez a su escritorio dejándose caer en la silla para pensar mejor las cosas, dejo su laptop en la mesa y vio la cajita que estaba a lado, rápidamente la tomó y saco de ella un collar con una placa negra mirándola con tristeza.

    — Me e te. Relexio alterum. Je, se escucha como un hechizo de Harry portter, pero ciertamente con lo poco que te conocí creo que esto muy de ti. — Se rio levemente para dejar el collar y después tomar un anillo de linterna verde y ponerlo en su dedo índice derecho, su mirada no se despegaba del accesorio.

    — Siempre me querías regalar anillos y collares que eran costosos y a la vez tu sustento. Todo un cabeza dura, pero muy lindo.

    Después de haber dejado el anillo, la mirada de Darío se convirtió en una cara seria al tomar de la caja un sobre de papel algo polveado, mirando las letras de enfrente con la fase "Mi pequeño Darío" Pasaron varios minutos en que se le quedo mirado al pedazo de papel, de repente un suspiro pesado salió de la boca volviendo a colocar la carta en el buzón.

    — Aun no puedo... Realmente a veces me desespero yo mismo. — Dijo para levantarse e irse a tirar a cama, sin muchas ganas saco su celular de su pantalón mirando la hora en la pantalla, eran las 12.01am del 18 de abril. — Feliz cumpleaños para mi... — Por alguna razón varias lagrimas cayeron de sus ojos



    Continuará...

    Edited by yamamoto_takafumi18 - 15/3/2020, 17:03
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Que ilusión ver que has continuado con esta historia. Estoy muy enganchada.
    Me han gustado mucho los dos capítulos.
    Con mucha ganas de ver si Damián se presentará delante de Darío y como reaccionará este.
    Esperaré con ansias la conti.
     
    Top
    .
  3. yamamoto_takafumi18
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 3



    Desde "Feliz cumpleaños, pásatela de lo mejor." Hasta "Wey, saca la peda y vamos por putas que es tu cumple" Fueron las felicitaciones que anduvo recibiendo Darío desde la mañana, ya sea por mensaje o llamada, hasta en persona siendo sus compañeros de universidad.

    — Feliz cumpleaños pinche putita... — Sonriente Javier abrazó a su amigo. Quien se veía de muchas maneras menos entusiasmo.

    — De todas mis felicitaciones, la tuya es la menos original.

    — ¿Qué? Has herido mis sentimientos. — Dijo tocándose el pecho el joven. Haciendo sentir mal al cumpleañero quien suspiro desganado.

    — Lo siento Javier, es que ya sabes que no soy de los que se sienten muy cómodo con recibir afecto. — Dijo mientras acomodaba su mochila sobre su hombro.

    — Si, eso dices ahora, pero cuando estabas con Damián eras una bola de cursilería.

    — Cállate, maldita loca.

    — ¡Darío, feliz cumpleaños! — Se escuchó el grito de un grupo de compañeros que venía desde arriba, Darío y Javier levantaron la mirada viendo a varios alzando sus manos con alegría y diciendo cosas como fiesta, alcohol, embriagar, putas y demás.

    Darío Rivero era un poco popular en la universidad a nivel estatal, ya que hace tiempo hizo una especie de revolución al defender a su amigo de burlas y acoso cuando se reveló su orientación sexual, todo esto cuando recién el chico había pasado por el duelo de la perdida de Esteban y el termino de su relación con Damián.

    Después de que se volviera viral, la pelea y el reclamo de Darío a todos, el joven fue premiado por su valor de alzar la voz por los derechos de las personas con distintos gustos sexuales, casi fue nombrado Rey Gay del estado, cosa que no acepto ni de broma aun con las burlas de Teo y Javier.
    La cosa era que no había nadie en la facultad quien no conociera a Darío. Por lo cual estos últimos años, la cantidad de abrazos y felicitaciones que recibía eran demasiadas.

    — Por cierto, Teo me mando mensaje. Dice que lo esperemos para ir al café y celebrar tu cumpleaños mínimo con un café ya que no quieres fiesta.

    — Ok. No hay problema si es así algo pequeño... Lo acepto.

    — Bien, entonces te veo en un rato más cumpleañero. — Guiñó el joven Javier alejándose a prisa. Para Darío Rivero siempre ha sido un poco incómodo su cumpleaños, nunca lo ha festejado como otras personas que hacen fiestas de toda la noche.

    Ni siquiera hacia fiesta que se acabaran temprano simplemente dejaba que el día transcurriera de manera normal. Teniendo una hora libre para comer, Darío fue a la cafetería de la facultad a comer un poco, ya que necesitaba comer mejor si no quería marearse otra vez como ayer. Haciendo respiraciones profundas para calmarse un poco, el chico tomo siento en una de las mensas, en frente de él se encontraba un plato con una pieza de carne de pollo empanizada, verduras cocidas y pasta en con crema. Toda una comida balanceada junto al agua de Fresa que estaba también ahí.

    — Tal vez necesite hacer dieta. — Se dijo a sí mismo.

    — Pues yo digo que usted está muy bien como esta. — El chico se volteo sorprendido viendo la mirada verde y la sonrisa del nuevo docente.

    — Pro-Profesor Deligiannis.

    — No me acostumbro que me traten tan formal... Mejor dígame por mi nombre, simplemente Anthony. — El hombre sonrió extendiendo sus brazos. — Ahora levántese para abrazarlo por su cumpleaños.

    — ¿Eh? ¿Cómo lo sabe? — Preguntó el chico poniéndose de pie.

    — Que despistado es, jejeje, en la hoja que llenó ayer pedía fecha de nacimiento... Además hace rato me di cuenta que un grupo de chicos le mando saludos desde el tercer piso. — Darío rio nervioso al recordar, pero mejor también extendió sus brazos aceptando el abrazo del mayor, el cual fue bastante fuerte, cuando se separaron ambos vieron como varias miradas los veían atentos, para después voltearse y seguir platicando.

    — Feliz cumpleaños, joven Rivero... — Dijo sonriente el profesor.

    — También puedes llamarme por mi nombre. — el joven tomó de nuevo asiento señalando la silla junto a él para el mayor.

    — Gracias. — Anthony se sentó dejando su maleta aun lado de la silla. — Si, podría llamarte por tu nombre, pero prefiero decirte "Joven Rivero" es más lindo.

    — O sea que yo puedo tutearte y decirte por tu nombre, pero tú a mí no... Eres raro. — El profesor simplemente comenzó a reír fuertemente atrayendo la mirada de muchos de los alumnos alrededor. Haciendo que Darío lo detuviera de seguir llamando la atención.

    — Soy más raro de lo que piensa Joven Rivero. Pero no soy un mal tipo. Y ahora que estamos en confianza, necesito preguntarle algo. — El joven alumno se quedó mirando desconfiadamente al profesor, ya que sentía un mal presentimiento.

    — Usted vive en la misma ciudad vecina donde rentó yo. No sé cómo se pronuncia pero usted me entiende ¿No?

    — Ósea que vive en mi ciudad, si entiendo. ¿Qué sucede? ¿Por qué no rentó una casa aquí?

    — Ya sabes cómo está aquí, el smooke producido por las empresas hace que me ardan los ojos a veces, y estornude mucho. Por eso preferí rentar una pequeña allá. Y quería preguntarle de lugares donde pudiera comer a buen precio.

    Al escuchar eso Darío literalmente se estaba resistiendo a decirle lo de su cafetería, ya que sabía que su presencia causaría problemas por su cercanía y bastante confianza que había adquirido por alguna razón de la noche a la mañana. Pero no pudo resistirse al hecho de que sería un buen cliente y que no pude ignorar una llamada de auxilio por comida.

    — Podría... Bueno, podría venir a mi cafetería.

    — ¿Cafetería? ¿Usted tiene una cafetería? — Preguntó viendo impresionado el profesor al joven alumno quien solo asintió con una risa nerviosa. — Me impresiona Joven Rivero, además de inteligente, gracioso y guapo también eres empresario. Me encantaría ir.

    — Jejeje, bueno yo me iré a las 4 de aquí. No sé si ya para esa hora esta libre.

    — Si, lo estoy. Vamos en mi auto. — Dijo con una sonrisa.
    *
    *
    *
    *
    *
    *
    *
    *

    — ¡¿Cómo le hiciste?! ¡El sexy profesor Deligiannis ira con nosotros! ¡Se me moja la concha! — Javier brincaba con alegría junto a sus dos amigos, parados a lado del Jetta de Teo quien solo miraba serio al profesor.

    — No creo que sea buena idea llevarlo. — Dijo Teo volteando a ver a Darío quien solo suspiro.

    — Ni yo, pero cuando menos reflexioné ya le había invitado... Entonces, ustedes llegan y allá los veo.

    — My Gaaa, ¿Te vas a ir con él? — Javier preguntó.

    — Pues sí, Teo se debe de llevar su carro, y no creo que él este muy cómodo contigo y viendo cómo se te cae la baba por él.

    — No puedo contra esa lógica... Te vemos allá. — Javier se subió al carro y Teo siguió serio viendo al profesor.

    — Ya dijo la loca... Allá te vemos.

    Si bien el viaje fue bastante cómodo para el cumpleañero ya que el profesor tenía mucho que contar acerca de sus aventuras por todo el mundo cuando se estacionaron vio como Teo y Javier miraban a todos lado viendo que no había nadie allí. Rápidamente Darío bajo del auto para adentrarse dentro de su negocio.

    — ¿Dónde están todos? — Preguntó mientras detrás de él llegaba Anthony mirando a todos lados con una sonrisa.

    De repente pequeñas explosiones sonaron mientras salían al iré papelitos y tiras de colores con confeti. Todos salieron detrás de la barra gritando ¡Sorpresa! Ante la impresión del joven quien vio como estaban ahí todos su amigos queridos. Romina, Vanesa, Marcela y su nueva novia, estaban también Fabián y Beltrán, además de Julián y Josué con su pequeño Rogelio y por supuesto Alex y Mateo. Siendo estos últimos los que empezaron a mostrar una cara de asombro para después gritar al mismo tiempo.

    — ¡Anthony Deligiannis! — Cuando escuchó su nombre el hombre detrás de Darío volteó viendo al chef y su novio para después lanzar una risa bastante feliz.

    — Pero si es Alex y su gorila Orfeo... — Dijo feliz acercándose a la barra. Alex se veía sorprendido pero contento, por su parte Mateo, se veía hecho una furia.

    — ¡Mi nombre es Mateo! — Gruñó.

    Rápidamente el chef y el joven cumpleañero se pusieron en medio de ambos, ya que Anthony reía pero Mateo quería golpearlo.

    — ¿De dónde se conocen? — Preguntó Darío a su profesor.

    — Di mis primeros talleres en México en la universidad del joven Alex hace un poco más de dos años. Realmente me alegro de verlos, que gran coincidencia, es el destino.

    Darío se esperaba una fiesta, pero desde el primer instante parecía ser un camino sin obstáculos al caos. Después de calmar un poco el ambiente, todos comenzaron a felicitar y abrazar a Darío quien avergonzado aceptaba cada abrazo. La cafetería cerro temprano ese día ya que era la gran ocasión.

    El joven se dio tiempo para hablar con todos, entre comer pastel, frapuccinos, las horas se fueron pasando y de cafés todos comenzaron a beber alegres. Darío miraba algo preocupado como Anthony bebía mezcal que Alex tenía guardado ya que siendo extranjero el mayor, no sabía cómo actuar con todo eso. De repente no solo era Anthony, también Beltrán, Mateo y Josué empezaron a tomar de manera apresurada, Fabián bebía whisky en las rocas y parecía algo mareado, Julián peleaba con Javier mientras Teo, Romina y Vanessa se reían. Al parecer todo estaban pasándosela bien. El joven solo sonreía y de un momento a otro suspiro para después salir de la cafetería a tomar un poco de aire.

    Darío decidió salir a dar una vuelta, alejándose del ruido y las risas de todos en la cafetería. Mientras iba caminando por ahí vio la oportunidad de fumar algo. Sentándose en una barda de un negocio el joven prendió el cigarro para darle una gran inhalada. Darío había dejado el cigarro hace tiempo, pero esa vez era un momento especial para fumarse uno como lo hacía de vez en cuando.

    Mientras fumaba de repente el joven escuchó el sonido de un auto detenerse con las mañanitas a todo volumen. El chico no le tomó importancia ya que en ese momento estaba harto de su cumpleaños. Escuchó como el sonido bajo de volumen y como una puerta se abría y se cerraba. Fue en ese momento que una voz empezó a cantar.

    —...Despierta, mi bien despierta, mira que ya amaneció... Ya los pajarillos cantan, la luna ya se metió... — Darío abrió sus ojos al escuchar esa voz detrás, imágenes llegaban en ese momento de recuerdos felices de hace más de dos años. Volteando su cuerpo, su mirada se postro en aquel hombre sonriente, su mirada brillante y tierna, llegando en un traje negro con un ramo de rosa en sus manos. — Sorpresa mi bello ángel. — Dijo sonriente.

    — Da-Damián... — Casi como un susurro sonó la voz de Darío, estaba ahí, él estaba sonriéndole como cuando estaban juntos, como cuando lo conoció. Damián estaba parado frente a él.

    — Feliz cumpleaños... Son para ti. — El abogado extendió sus manos para entregarle las rosa al chico, quien con una sonrisa nerviosa tomó el ramo de rosas viéndolas con cariño.

    — G-Gracias, pero no entiendo... Tu...

    — Hace unos días terminó mi contrato con la automotriz, decidí que era tiempo de volver. Y como tu cumpleaños quedaba cerca, decidí darte una sorpresa. Fabián me contó acerca de la fiesta y pensé que tal vez podría a pasar a darte un regalo y tu abrazo. — Sonrió el mayor mirando tiernamente al chico.

    — Cl-claro... Es una sorpresa muy grande. — Dijo avergonzado el chico. — Me alegra verte, Damián. — El mayor se acercó lentamente abrazándolo lentamente pasando sus brazos por la altura de sus hombros y riendo al sentir de nuevo sus cuerpos juntos.

    — Recuerdo que hace dos años su cabeza llegaba más debajo de mi hombro. ¿Qué hiciste para crecer tanto?

    — No lo sé. Tal vez fue comer o todas las actividades que hago. — Darío no podía ocultar el rojo de sus mejillas al sentir de nuevo la calidez del cuerpo del abogado. Esa temperatura tan abrazadora que muchas veces lo hizo sentir mejor, de nuevo estaba ahí. Se sentía como si de nuevo estuviera completo, como si aquella felicidad jamás se hubiera ido.

    — Te he extrañado... Mucho, mucho. — Susurró en el oído del chico y apretando más el abrazo entre ambos. — Mi bello ángel.

    — Yo también... Damián.

    Ninguno se quería separar y que el tiempo dijera que tenían que separarse, ambos disfrutaron de cada segundo, sus corazones latían con prisa como si se estuvieran besando pero sin contacto. Era algo tan anhelado por ambos.






    ~ Continuará... ~

     
    Top
    .
  4.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Me ha encantado el capítulo.
    Siiii por fin se han reencontrado.
    Con muchas ganas de leer más y saber que pasará entre Darío y Damián.
    Esperaré con ansias la conti.
     
    Top
    .
  5. yamamoto_takafumi18
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 4



    Ninguno se quería separar y que el tiempo dijera que tenían que separarse, ambos disfrutaron de cada segundo, sus corazones latían con prisa como si se estuvieran besando pero sin contacto. Era algo tan anhelado por ambos.

    — Ahora dime... ¿Qué haces aquí? — El mayor fue el primero en separarse deshaciendo el abrazo. — ¿No deberías de estar en tu fiesta?

    — Bueno... La verdad es que ya sabes como soy con esta fecha. — Darío levantó sus hombros algo apenado.

    — Sé que no te gusta pero deberías divertirte, ellos se esforzaron para darte unos momentos de alegría... — Sonrió el abogado para después mover su cabeza señalando el camino y extender su mano. — Ven, regresemos.

    — Pero... ¿Y tú auto? — Miró el joven el vehículo solo en la calle.

    — No te preocupes por eso. Mejor volvamos a tu fiesta, dentro de poco acabará... — Darío dudo unos segundos pero al final este solo sonrió dejándose llevar y tomando la mano de Damián. Mientras iban caminando de la mano Damián se empezó a reír un poco. — Esto me recuerda, la vez que caminamos por toda la ciudad de noche. Tenías demasiado miedo.

    — ¿Y cómo no estarlo? No sabía si íbamos a ser asaltados, secuestrados o asesinados.

    — Mi bello ángel tan asustadizo como siempre. — Rio el abogado.

    — Cállate. — Sentenció el joven soltándose de la mano del mayor para después meterla en sus bolsillos del pantalón.

    Pero el otro simplemente siguió sonriendo al igual que caminando, pasaron unos minutos cuando Darío entró con las rosas y detrás de él, le siguió Damián quien saludo de la manera más cortes que pudo. La mayoría de los presentes se quedaron sorprendidos ante la llegada del ex de Darío, a excepción de Mateo, Alex, Anthony y Josué, quien de manera rápido saludaron al recién llegado con risas y entregándole bebida. Darío se adentró a la cocina buscando algo en donde poner sus rosas cuando de repente Teo, Javier, Vanessa y Marcela entraron con una cara de seriedad.

    — Es broma ¿Verdad? Esta aquí. — Dijo Teo estando serio como pocas veces lo hacía.

    — Lo sé también fue una sorpresa para mí.

    — Darío, ¿No has vuelto con él, verdad? — Preguntó Marcela algo enojada. — Solo recuerda un poco el pasado.

    — También tengo eso en mente. — dijo mientras metía todas las rosas en dos jarrones para después llenarlos con agua. — Pero yo también tuve culpa esa vez, así que no puedo correrlo así como así. — Fue en ese entonces que Teo se dio cuenta que Vanessa y Javier se encontraban viendo desde la ventana bastante atentos.

    — ¿Qué pasa con ustedes dos?

    — Es que... No lo ven manitas... — Suspiró Javier. — Estamos en un Partenón de dioses.

    — Los atentos y caballerosos Josué y Julián, el brillante profesor Deligiannis. — También suspiró Vanessa al ver a todos afuera.

    — El buenote de Damián, el serio pero tierno de Fabián, el sensualongo mirada de demonio de Mateo y el divertido y jovial de Beltrán... Todos unos dioses en tierra de mortales... — Javier se acomodaron en la pequeña ventana viendo como todos hablaban entre ellos. Para después suspirar desganadamente. — Lastima que la mayoría a excepción de Mateo, Beltrán y Josué solo tienen sus ojos puestos en alguien... — En ese momento todos pusieron sus mirada en Darío quien estaba comiendo un baguette que había sobrado sobre la mesa.

    — ¿Que? — Preguntó con medio baguette en la boca. — Tengo hambre.

    — Más idiota no puedes ser. — Dijo Javier dándose una palmada en la frente.

    Mientras tanto afuera, los hermanos Morales se encontraban reunidos después de mucho, mientras Fabián se quedaba serio, Damián miraba a todos lados con una sonrisa, el pobre de Beltrán solo miraba a ambos preparándose para cuando la bomba explotará entre sus dos hermanos.

    — En verdad es un lugar muy bonito, no esperaba menos de mi bello ángel.

    — Pensé que regresarías hasta la siguiente semana. — Fabián comentó ignorando lo anterior que había dicho su hermano.

    — No pude contenerme, es su cumpleaños... Mejor fecha no pude decidir para regresar. — Respondió y Fabián solo suspiró negando con la cabeza.

    — ¿Tu ya sabías que iba a regresar? — Preguntó Beltrán sorprendido.

    — Si. Desde que le conté lo que hizo nuestro padre, Damián me ha pedido mantenerlo al tanto de todo lo que ocurriera con Darío. — Dijo Fabián algo indiferente.

    — ¿Entonces tu sabes que Darío y Fabián...?

    — Viven juntos, lo sé. De hecho fue mi idea desde un principio. — Sonrió el mayor de los tres a su hermano el más chico. — Después de lo que hizo papá, no podía dejar a Darío así como así, por eso convencí a Fabián para que él se estuviera al tanto de mi bello ángel, porque sabía a la perfección que él no querría aceptar mi ayuda.

    — ¡Joven Rivero! — Gritó el hombre de sonrisa alegre y ojos color verde. Acercándose al joven cumpleañero quien se encontraba de regreso con sus amigos, Anthony llegó abrazándolo con alegría. — Que bueno que me invitó a conocer su cafetería, me gusta mucho como me gusta usted.

    Eso no le cayó en gracia ni a Damián, Fabián y Julián. Quienes se quedaron viendo como el hombre abrazaba al joven.

    — ¿Quién es él? — Preguntó serio Damián a Beltrán.

    — Según me contó Mateo, es un nuevo profesor que ha trabajado por distintas parte en México y el mundo con talleres de superación y crecimiento laboral, según esto estuvo trabajando con Samuele Montesco.

    — ¿El modelo? — Damián se sorprendió.

    — Si, no sé bien porque actúa así tan confiadamente con Darío aunque teniendo en cuenta de quien hablamos, no es de sorprenderse.

    El trio de abogados se quedaron viendo la escena entre el profesor y el alumno, mientras Alex reía, Mateo no le agradaba la presencia del extranjero entre ellos. Ciertamente el empresario de mirada penetrante tenía un mal presentimiento.

    — Podrías al menos fingir ¿No crees? — Le dijo el chef a su pareja.

    — Sabes que cuando se trata de Anthony, no puedo ocultar mi enojo.

    — Ya pasaron más de dos años, supéralo.

    — Nunca lo haré, ese tipo casi me humilla de la peor manera... — Dijo con enojo el hombre mientras seguía viendo.

    Julián por su parte simplemente volteo la mirada evitando ver lo que pasaba, su hermano Josué se le acercó junto a su sobrino Rogelio.

    — Ten en cuenta que Darío es de esas personas que se rodea por demasiada gente y tiende a ser cariñosos con todos.

    — Lo sé y comprendo que solo me ve como un amigo y socio, pero es que...

    — ¿Es difícil?

    — Demasiado... — Gruñó Julián.

    *

    *

    *

    *

    *

    *

    La fiesta continuó a pesar de lo incomodo que se pudieron las cosas, poco a poco y uno por uno los invitados se fueron yendo quedando nada más que Fabián, Darío, Julián, Anthony y Damián. El chico se sentía asfixiado al tener a los 4 en el mismo lugar y mirándolo al mismo tiempo mientras acababa de recoger la basura que había quedado de la fiesta.

    — Este... ¿Pueden siquiera ayudarme un poco? — preguntó el chico ante la mirada fija de los 4 hombres quienes de repente se pararon al mismo tiempo postrándose en frente de Darío.

    — Te amo, mi bello ángel... Volví para recuperarte. — Dijo Damián arrodillándose frente al chico.

    — Nunca me voy a rendir, mi amor es solo tuyo Darío. — Julián continuó haciendo la misma acción que Damián.

    — Me he enamorado a primera vista de usted Joven Rivero... — Anthony hizo lo mismo se puso de rodillas mirando al chico con una sonrisa confiada. — Por favor, ven conmigo.

    — La verdad es que... También quiero tenerte para mí, contigo me siento completo. — Fabián siguió poniéndose de rodillas. Ante la cara atónita del joven quien empezó a dar pasos hacia atrás asustado.

    — ¡No! ¡Ustedes están locos!

    — Elígeme... — Dijeron los cuatro hombres al mismo tiempo.

    — ¿¡Pero que dicen!? ¡Yo no...! — De repente al dar un paso atrás unos brazos fríos abrazaron el cuerpo de Darío haciendo que temblara al instante. Aquella voz lo dejo paralizado al instante.

    — "Tu y yo compartimos el mismo destino, hasta la muerte... Me e te... Relexio alterum... " — EL joven trató de zafarse de aquellos brazos gritando y llorando, pero era imposible. De repente una voz le gritó por su nombre haciendo que despertara de un momento a otro.

    — ¡Darío! ¡Despierta Darío! — El chico agitado y sudado miró a Damián en frente de él.

    — Da... Damián... — Dijo el chico tratando de pasar saliva y sintiendo las lágrimas caer por su rostro.

    — Fue una pesadilla tranquilízate. — El mayor abrazó al joven tiernamente sintiendo como a respiración del chico se sentía pesada. — Ya pasó... Ya pasó... — Darío abrazó con fuerza al abogado dejando salir un poco de lo que había sentido. Pasaron varios minutos en los que la respiración del joven seguía siendo pesada pero poco a poco se fue tranquilizando. — ¿Quieres hablar de lo que soñaste? — Preguntó el mayor sintiendo la cabeza del joven moverse en señal de negación. — Mi bello ángel...

    — No quiero hablar de eso... — Dijo con un ligero temblor en su habla.

    — Nunca te había escuchado gritar así. Ni siquiera recuerdo que tuvieras una pesadilla cuando dormíamos juntos... — No recibió respuesta, haciéndolo solo suspirar. — Ese estúpido de Fabián, cayó dormido por tanto alcohol que bebió... Creo que lo mejor será que te traiga un té, ensegui...

    — ¡Por favor no! — Darío abrazó con más fuerza a Damián quien estaba dispuesto a ir a la cocina. — N-no... No te vayas.

    — Pero... — Damián vio como con fuerza el chico se aferraba a su torso como un niño pequeño. Fue entonces que recordó aquella vez sorprendido, aquella noche juntos, antes de que Darío se fuera a Puebla como el chico esa noche de repente empezó a moverse de un lado a otro para al final aferrarse al torso del mayor con lágrimas en los ojos. Fue en ese momento que el abogado se dio una idea de lo que había soñado su bello ángel.

    — Está bien, solo necesito que me hagas un poco de espacio.

    Lentamente el chico se soltó para moverse un poco, Damián vestido solo con un pantalón de franela se acostó encima de las cobijas pasando su brazo por debajo de la cabeza de Darío quien se acercó de nuevo abrazándolo, y recostando su cabeza en el pecho del abogado.

    — ¿No tienes calor debajo de la cobija? — Pregunto con una pequeña sonrisa.

    — No. Ya sabes que siempre me cobijo no importa la estación.

    Durante unos momentos ambos se quedaron en silencio, cuando la cara de mayor se mostró algo extrañada al darse cuenta de un sonido extraño.

    — ¿Siempre has respirado así? — Preguntó ligeramente.

    — ¿Así como...?

    — Tan pesadamente... Como si te costará trabajo respirar. — Recalcó el abogado. De nuevo ambos se quedaron callados unos momentos pero solo se escuchó el sonido del viento que levemente pasaba por la ventana.

    — No notó nada. — Dijo Darío acomodándose. Sacando un poco de desconcierto al abogado.

    — Bueno...

    — Gracias Damián... — Dijo tímidamente el chico.

    — No tienes nada que agradecerme mi bello ángel. Ya te fallé una vez, esta vez y siempre estaré para ti sin importar lo que ocurra entre nosotros.

    Darío levantó la mirada lentamente mirando el rostro de Damián, quien enseguida bajo su mirada viendo los ojos del chico, como esto tenían aun rastros de lágrimas las cuales limpio tiernamente descansado su mano en la mejilla del otro. De manera lenta Damián se acercó besando de manera momentánea los labios de Darío, quien suspiro al sentir como esos labios que tanto había extrañado lo besaban nuevamente, el joven no pudo resistirse y de nuevo volvieron a unir sus labios de una manera más apasionada, los brazos del abogado abrazaron con fuerza al chico quien siguió besándolo, sin pensarlo Darío se giró para quedar encima de Damián mirándolo solo sonrió para después quitarse la camiseta que cubría su cuerpo. De una manera tierna, como si se tratara de su primera vez, ambos se acariciaron esa noche como si se estuvieran volviendo a conocer en cuerpo y alma...

    Darío abrió lentamente los ojos, se dio cuenta que la mañana entraba por su ventana, lentamente giró su cuerpo encontrándose con el rostro de Damián. El chico recordó todo o que ocurrió hace unas horas, como el abogado había llegado y como había caído en un baile de caricias que no pasó de ahí.

    — Buenos días mi bello ángel.

    — Buen día. Gracias de nuevo por quedarte conmigo. — Dijo con una sonrisa. Acomodándose mejor sobre el pecho del mayor para sentir los brazos del abogado abrazarlo con fuerza.

    — No tienes que agradecer nada, fue grandioso volver a dormir contigo en mis brazos y despertar así.

    — Damián... ¿Tú regresaste...?

    — Por ti. — Dijo apretando su abrazo. — La vez que hablamos por teléfono hace meses me hizo darme cuenta que aún... Aún quiero estar contigo, por eso decidir volver a reconquistarte, conocernos nuevamente y esta vez volver a confiar más en ti. Quiero volver a intentarlo contigo, ¿Qué dices mi bello ángel? — Darío se levantó viendo la cara del mayor quién le sonreía tiernamente.

    — Desde el principio... — Dijo pensativo el chico.

    — Así es... ¿Te molesta?

    — No, de hecho me parece genial la idea, pero... ¿No crees que tuvimos un comienzo muy apresurado? Jajaja. — Darío rio haciendo que el mayor también lo hiciera para después levantarse, tomar del rostro del chico y darle un tierno beso en sus labios.

    — Podemos saltarnos algunos pasos mi bello ángel.

    Ambos sonrieron mirándose detenidamente... Después de levantarse, Darío miró su reloj viendo que era la hora exacta que preparaba el desayuno, de manera rápida se bañó y al salir miró a Damián aun acostado en su cama.

    — ¿Qué pasa? — Preguntó.

    — Nada, simplemente me quedé a dormir, tu cama es muy cómoda.

    — ¿Qué no tienes que ir a trabajar? — El chico miró con cierta confusión al hombre recostado en ella.

    — No, recuerda que ahorita soy desempleado, hasta la tarde tengo una entrevista de trabajo. — Un guiño por parte de Damián hizo que el corazón de Darío se disparara.

    — Bueno, entonces... Este... ¿Crees que puedas irte? — Preguntó. — Tengo que cambiarme. — El chico estaba mirando detenidamente a Damián que simplemente se quedó mirando serio.

    — ¿Es en serio? Creo que no importa si me quedo, después de todo conozco a la perfección tu cuerpo desnudo. — Darío se quedó callado, ya que no sabía cómo responder fue de repente que tomó la ropa que se iba a poner y entró de nuevo al baño sin decir nada.

    Cuando salió del baño ya con ropa puesta se dio cuenta que Damián no estaba allí. Suspiró algo desganado metiendo libros a su mochila, también su laptop y una caja que no necesita pero no quería que Damián la viera. Al salir a la cocina fue directamente a poner un sartén donde con poca grasa puso a freír varios huevos con jitomate, cebolla y chile serrano. Para después poner café y sacar algunas piezas de pan guardadas. Sacó tres platos y siguió moviendo al sartén mientras esperaba a los dos hermanos.

    Mientras se cocinaba el desayuno y estaba el café de la cafetera de repente la vista del chico se empezó a ser borrosa y un pequeño dolor en el pecho empezó a molestarle como si lo estuvieran abrazando con mucha fuerza, se recargó un poco en la mesa a lado de la estufa respirando con fuerza, cerrando con fuerzas en los ojos tratando de concentrarse, poco a poco el dolor fue disminuyendo y de manera rápida fue por un vaso de agua, tomándolo prisa.

    — La madre... — Dijo respirando aun con grandes inhalaciones. — Tendré que ir al doctor estos días. — Ya un poco más tranquilo apagó la estufa para después apagar la cafetera que ya casi se llenaba con el café que había puesto. Las cosas se habían calmado y fue de repente que sintió unos brazos abrazarlo y sentir la calidez de un cuerpo.

    — Huele delicioso mi bello ángel. — La voz de Damián invadía los oídos del joven, para después sentir un pequeño beso en su mejilla sorprendiéndolo con tal acción.

    — Damián, ¿Te sirvo de desayunar de una buena vez o comes después?

    — Sabes... Me quedé pensando que de no habernos separado tal vez ahorita estaríamos casados. — Sonrío el abogado al ver la cara de sorpresa del Darío. — ¿Qué pasa mi bello ángel?

    — Ca-Ca... ¡¿Casados?!

    — Por supuesto, después de todo ya podemos hacerlo en todo el país... — Empezó a reír el abogado causando un pequeño escalofrió al joven quien solo veía como poco a poco del mayor se acercaba a sus labios.

    — Lamento estropear la luna de miel, pero... ¡Comida! — Apareció Fabián acomodándose la corbata para después sentarse en el banco donde siempre lo hacía en la barra del desayuno. La seriedad de Damián se notó presente al ver a su hermano.

    — Siento que he sido saboteado.

    — Siéntete como quieras pero yo si tengo que ir a trabajar. Cosa que también deberías hacer tu ya que trabajaras con nuestro padre.

    — ¡¿Que?! — Darío se sorprendió, Damián se alteró ante la noticia soltando al chico entre sus brazos para reclamarle a su hermano.

    — Hijo de la chingada, te dije que no dijeras nada.

    — Oops. I'm so sorry. — Sonrió Fabián.

    — ¡¿No es lo que crees Darío?! — Dijo el abogado mayor mirando al chico quien solo con una mirada desconcertada se volteó. — Darío... Mi bello ángel en verdad yo...

    — No importa si trabajas con tu padre. De hecho me alegra, pero lo que me tiene así es que me pediste empezar de nuevo, conocernos y confiar más en el otro... Pero apenas me lo dijiste hoy y ya me vengo enterando que me ocultaste algo.

    — Es que... Te lo iba a decir, es en serio... Pero es que con lo que te hizo mi padre, no sabía si lo ibas a tomar bien. — Con una preocupación notable Damián explicó a Darío quien solo de nuevo lo miró ahora con un porte de ofendido.

    — Yo no le tengo rencor a tu padre. Ni me da miedo ni nada por el estilo, admito que en el momento si me causo muchos problemas, arruinó mi vida, pero he sabido reponerme de eso y me he demostrado que soy más fuerte de lo que creía, porque a pesar de que revivieron viejas heridas... pude levantarme. No soy una persona resentida o negativa deberías de saberlo.

    — Lo siento. — Dijo triste.

    — Como sea. — Gruñó Darío solo sirviendo el desayuno en dos platos. Y dos tazas de café que dejo en la barra. — Provecho. — Dijo sin más tomando su mochila de la mesa.

    — ¿No vas a desayunar? — Dijo Fabián tomando de su taza de café.

    — Se me fue el hambre.

    Darío se fue a la universidad dejando las cosas tensas entre los hermanos, ya que Damián empezó a reclamarle a su hermano.

    — ¿Por qué lo dijiste? — Preguntó enojado.

    — Él debe de saberlo. Te vuelvo a repetir lo que dijo. Acabas de pedirle empezar de nuevo, confiando y no sé qué más. Tiene razón de enojarse por ocultarle tu regreso al despacho de papá.

    Ambos se quedaron viendo fijamente para después gruñir y desviar la mirada, por otra parte después de un viaje en camión a la universidad bastante silencioso y molesto, Darío Rivero estaba tomando clase viendo su cuaderno solo recordaba lo que había ocurrido.

    — "Me enoja pero no puedo dejar de pensar en Damián y los besos y las caricias de la madrugada... ¿Cómo puedo sentir dos cosas al mismo tiempo?" — Pensaba el chico mientras empezaba a tomar apuntes. Pasó la única clase que tenía ese día, podría ir a trabajar en ese momento pero en vez de eso tuvo que pasar por el cubículo de Deligiannis.

    — Como era de esperarse, usted ha sido el único que se inscribió al taller de superación.

    — Huy, ¿Quién lo diría? — Dijo sarcásticamente provocando una risa en el profesor.

    — Detecto cierta hostilidad en ese sarcasmo. ¿Mal día? — El chico exhaló desganado volteando la mirada y haciendo muecas sin decir nada. — Bueno, si no quieres contarme esta bien. Mejor empecemos por el principio. ¿Qué te hizo inscribirte en primer lugar? ¿Qué quiere superar Darío Rivero como persona?

    — Recuerdos, heridas... Quiero herramientas para superar un hecho del pasado que me detiene en mi camino.

    — Bueno... Tenemos las dos horas que dura la sesión. Y como eres el único, tendrás una atención personalizada. — Darío bajo su mirada empezando el relato de lo que comenzó en una noche mal planeada... Las horas se fueron como agua mientras Darío seguía contando toda su historia y como su vida había cambiado muchas veces como una reacción en cadena a partir de que alguien le pidiera compartir la mesa. Anthony solo lo escuchaba atentamente viendo como el chico se tensaba en algunas ocasiones y como en otras sus lágrimas parecían resistirse en salir. Fue entonces que el silencio se apoderó del cubículo dejando a los dos con una sensación extraña.

    — Perder a una persona como te pasó a ti es cruel. Más porque al mismo tiempo te rompieron el corazón teniendo en cuenta que aun los amas a ambos mucho. Eres un chico que sus sentimientos son muy poderosos de tal forma que sientes con el alma. Eso es bueno porque habla mucho de la persona que eres... Pero a la vez es malo porque eres blanco fácil a ser herido. Y a herirte tú mismo.

    — Dime algo que me sorprenda.

    — Creo que en vez de superar u olvidar... lo que tú necesitas es aceptar.

    — ¿Aceptar? — El chico miró extrañado al mayor quien solo sonreía con un brillo en su mirada verde.

    — Si, bueno, no es el tipo de taller que iba a impartir... Pero tratándose de usted creo que puedo ayudarle, y lo que trataremos de hacer es que en vez de que te haga daño el recordar, trabajaremos en tomar todo esto y hablaremos y hablaremos para que en algún punto en vez de causarte sentimientos malos, solo sea lo que es... un recuerdo de vivencias que te trajo una enseñanza y he hizo que estés en el lugar donde estas. ¿Comprendes más o menos lo que digo?

    Darío se quedó pensando en lo que se trataría todo esto y en estar asistiendo con Deligiannis. De repente no lo vio como mala idea, más bien como otra salida, para tratar de avanzar más. Ya que era verdad, cada vez que se tocaba el tema de Esteban, el chico siempre trataba de evitar recordar o cambiaba de tema para poder pasar fuera de la tangente con eso.

    — Está bien. Lo haremos.

    — Bien, entonces demos terminado la primera sesión. ¡Vamos a Luna de Café! — Con un gran ánimo el hombre se levantó con una sonrisa tomando todas sus cosas.

    — Espera, ¡¿Qué?! — El chico empezó a correr detrás de él al saber su destino.

    Las miradas en la facultad no se hicieron esperar, Darío de nuevo salía de las instalaciones en el auto del guapo profesor Anthony, el chico simplemente tenía miedo de lo que pudieran ocurrir por los rumores que se podrían correr al involucrarse con el recién llegado.

    Las cosas en la cafetería se tornaron como siempre. Anthony comiendo y elogiando a Alex, Mateo gruñéndole a Anthony, Julián gruñéndole a Fabián, clientes que solo se quedaban viendo las situaciones, mientras Darío y Josué trataban de poner su mejor sonrisa para los clientes que entraban para degustar algo y platicar con compañía. Darío solo exhaló recargándose en la entrada para mirar hacia afuera y ver los carros pasar, no quería pensar en absolutamente en nada.

    — Todo bien Darío. — El chico volteó mirando a Josué con una sonrisa.

    — Sí, solo que... No sé ando... Pensativo.

    — ¿Se debe al regreso de tu ex? — Preguntó al pararse a un lado del joven quien de nuevo volteó su mirada hacia la calle.

    — Damián es solo una parte. Pero...

    — Pero no es lo que te tiene así... Veo en tus ojos que estás pasando por una nueva prueba. Déjame adivinar, ¿lo de hace casi 3 años?

    — ¿Tu qué piensas de que aún me duela su perdida y su recuerdo?

    — Yo digo que es normal, fue una parte importante en tu vida. Creo que yo pienso diferente a lo que los demás te dicen. Yo trataría de abrazar ese recuerdo y recordar con cariño los buenos e incluso los malos momentos. Ya que son parte de ti, tal vez tratar de negar de ello o superarlo, creo que sería negarte a ti mismo... Es solo mi opinión.

    — Aceptar... — El chico solo siguió mirando... De repente varios de los clientes que estaban pedían la atención de ambos, rápidamente se pusieron a trabajar. Se estaba llegando la noche y la gente iba llegando y llenando el lugar, los gemelos y Darío estuvieron atendiendo durante el lapso mientras servían los pedidos. Mucho trabajo era lo que había y eso hacia felices al equipo de la cafetería ya que los últimos días se había tornado un poco bajas las ventas. Durante un momento de descanso de las órdenes, Julián tenía que hablar con el joven Darío quien estaba parado en una pared tomándose un respiro... uno muy pesado.

    — ¿Estas bien? — Preguntó acercándose con prisa. Darío comenzó a toser fuerte.

    — S-si... — Siguió tosiendo, para después seguir tomando grandes bocanadas de aire.

    — No me gusta cómo se oye tu respiración. — Julián acercó su mano a la frente del chico tomando su temperatura. — No tienes fiebre.

    — No te preocupes... Solo es cansancio. Me he desacostumbrado a los días que estamos llenos. — Trató de sonreír el chico pero la tos de nuevo lo atacó.

    — No creo que sea cansancio. Traes esa tos muy seca. Mejor ve a descansar.

    — Te digo que no hay problema. No me siento tan mal. — Darío solo tomó un gran respiro de aire y se dirigió a donde estaban los clientes y volviendo al trabajo. Dejando a Julián con una mirada seria al verlo esforzarse por verse bien.

    Una hora paso y la clientela seguía igual, Anthony se había marchado no sin antes recordarle a Darío su próxima sesión. El chico solo respondió con una sonrisa, ya no se sentía tan mal como hace rato, ya podría trabajar como comúnmente hacia pero de repente la llegada de un carro le extrañó al chico al ver que de un Mercedes Benz color negro bajaba Damián vestido en traje y entrando a la cafetería con una mirada seria.

    — ¡¿Damián?! — Preguntó con asombro al ver al hombre parado cerca de la entrada mirándolo.

    Todos miraban al abogado con asombro pero el más asombrado era Darío quien no creía el cambio tan radical que veía, no era nada comparado al hombre que vio en la mañana, era una persona distinta, con un carro distinto... ¿Qué estaba pasando?

    ~ Continuará ~

     
    Top
    .
  6.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Me ha gustado mucho el capítulo.
    Espero que Darío y Damián vuelvan juntos, y que ahora que tiene otra oportunidad con Darío no la arruine.
    Espero que el malestar que siente Darío no sea nada grave.
    Lo has dejado en la mejor parte con Damián entrando así.
    Ya quiero saber porque.
    Esperaré con ansias la conti.
     
    Top
    .
  7.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Espero todo bien y pronto nos puedas traer la continuación.
     
    Top
    .
  8. yamamoto_takafumi18
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 5




    El hombre solo alzó su mano para mover los dedos en señal que le estaba llamando. Nervioso Darío miró acercándose lentamente a él pero al mismo tiempo mirándolo de pies a cabeza, un traje gris claro, zapatos negros brillantes, camisa blanca y una corbata esmeralda que combinaba perfectos.

    — ¿Cómo...? — El chico no sabía que decir. Simplemente siguió mirándolo.

    — Fui con mi padre hoy. Me dijo que tomara su carro y fuera a ver a unos clientes. — Dijo serio causando nerviosismo en el joven.

    — Oh, ya veo... Con razón, jejeje.

    — Vine para llevarte a casa, recibí una llamada de tu socio. — Darío volteo y miró a Julián atendiendo una mesa, para después volver con el abogado.

    — Le dije que no era nada... No es nada, si me he sentido mal pero no va que tome algunas pastillas para recuperarme. Ahorita ya estoy bien.

    — No es así. — Dijo el otro dueño de la cafetería acercándose detrás de Darío, quien volteo simplemente sorprendido al verlo y al ver su seriedad en frente del abogado. — Hace rato su respiración se escuchaba rara, estaba tosiendo, no tiene fiebre pero creo que es necesario que un médico le dé una revisión. Creo que lo mejor es que descanse ahorita, yo puedo arreglármelas con Josué además tengo aquí a Mateo, él puede ayudar en algo.

    — Entiendo. — Con los brazos cruzados Damián escuchó todo lo que Julián le dijo. — Bien, toma tus cosas Darío.

    — Esperen ustedes dos, no deben de tratarme como un niño. En serio estoy bien. — Dijo con un tono de molestia el chico atrayendo la atención de los hombres quienes solo lo miraron atentamente.

    — No estás bien, te vi cómo te encontrabas. Necesitas ir al que te chequen.

    — Yo sabía que tu respiración no era normal. Mañana temprano iremos a la clínica a que te revisé el médico.

    Ambos hombres lo miraban con enojo y diciéndole que hacer, el joven estaba a punto de perder el control y comenzar una guerra de grito. Todos se andaban dando cuenta del ambiente de los 3 mientras Josué, Mateo y Alex se quedaban mirando atentos por si algo ocurría.

    — ¿Qué está pasando? — Fue entonces que Darío volteo mirando entrar a Fabián y Beltrán, el primero serio al ver la escena, y el segundo preocupado al ver lo mismo.

    — Oigan, dejen al chaparro en paz. — Dijo el joven abogado. — Si vieran el susto que tuvimos al pensar que papá estaría aquí.

    — No le estamos haciendo nada, simplemente que le estamos diciendo que tiene que ir a un doctor. — Dijo Julián aún más serio mientras miraba al trio de abogados.

    — ¿Te has seguido sintiendo mal? — Dijo Fabián tomando el hombro del chico con una mirada seria.

    — Si, pero ya les dije que no es nada. Tú sabes perfectamente que los mareos siempre han estado y va y vienen. — Darío se excusó pero al ver la cara de Fabián, el joven solo se sorprendió al verlo.

    — Mañana iremos al médico, ahora ve por tus cosas, sube al auto y ve a casa con Damián. — Darío miró unos momentos a Fabián, gruñendo por debajo solo fue a la cocina por su mochila para después salir del establecimiento ante la sorpresa de Damián quien solo miró como se subió al auto el chico.

    — ¿Qué le pasó? — Preguntó el serio abogado a los otros hombres que solo miraban al auto.

    — Ha estado con la respiración agitada, fatigado, ahorita tuvo una tos notable al descansar de un poco de trabajo. — Dijo Julián.

    — Tendrá que ver con lo que me has dicho Fabián. — Beltrán comentó atrayendo la atención de los demás. Sobre todo de su hermano mayor.

    — ¿Ya sabías que estaba mal? ¿Por qué no lo llevaste a un médico antes...? — Dijo con un gruñido enojado, pero el otro se defendió.

    — Solo había notado pequeños mareos, no pensé que fuera grave, Darío es un chico que se la pasa desvelado la mayor parte de la semana, con cargas de trabajo y universidad. Pensé que solo eran secuelas de la fatiga.

    — Hey ustedes dos, tranquilos. Ahora no es importante, Damián llévate al chaparro al departamento y hazlo descansar, nosotros tenemos una cena importante para una asociación en la capital del Estado por lo que tal vez nos veas hasta mañana. Así que Damián te encargamos que lo lleves a primera hora al médico.

    — No tiene que decirme lo que tengo que hacer. Es de mi bello ángel de quien hablamos.

    Con enojo el hombre salía de la cafetería en dirección al carro Mercedes donde ya adentro se encontraba esperando Darío también enojado por lo que habían hecho los otros hombres y enviándolo a descansar como si de un niño de primaria se tratase. El auto arrancó ambos se quedaron en silencio en aquel carro fue de repente que el mayor tomó la palabra.

    — Si has estado mal desde hace varios días, ¿Por qué no dijiste nada? ¿A quién sea?

    — Porque no tengo nada. — Dijo enojado viendo a la ventana. — Yo ya soy un adulto y puedo hacerme cargo de mí mismo...

    — No, no eres un adulto... Eres un mocoso que cree que ha madurado pero no es así. — Dijo enojado. — Un adulto de verdad, hubiera ido a un médico desde el primer malestar y hubiera hablado con sus compañeros de escuela y trabajo avisando de su estado para no causar problemas.

    — Yo estoy bien. — Dijo con una seriedad, dejando en silencio todo el camino al departamento, donde ambos entraron en un ambiente tenso, mientras entraban al departamento Darío simplemente dejo sus cosas en la sala enojado, para después dirigirse a su habitación pero antes de cerrar, la puerta era detenida por el abogado quien irrumpía dentro de la habitación del chico. — Sal de mi habitación.

    — Ni creas que hemos acabado esto.

    — ¿Qué hay que acabar? — Ambos se miraron enojados. Las cosas se estaban volviendo más tensas y eso estaba a punto de explotar. — No hay nada.

    — Claro que si... Sigues teniendo esa manía de cargar todo por tu cuenta o eso pensaba.

    — ¡¿De qué hablas?! — Gritó extrañado.

    — De que sigues sin confiar en alguien para cargar con todo lo que te pasa. Ni siquiera Teo o Javier son confiables para decirles que te encontrabas mal. Pero tal parece que Fabián se está acercando a ser esa persona en la que puedes confiar. — Darío pestañó viendo con enojo, viendo como el abogado en frente de él lo miraba de la misma manera.

    — ¡¿Es en serio?! ¡Todo esto por celos! ¡Te das cuenta de lo que estás haciendo!

    — ¡Dime la verdad! ¿Te gusta Fabián?

    — Por supuesto que no.

    — ¿Y Julián? — Preguntó enojado.

    — Con Julián admito que él trato de enamorarme pero lo rechacé porque solo lo veo como un amigo. ¡Yo no he tenido nada que ver con nadie desde que terminé contigo!

    En ese momento Damián abrió sus ojos de manera atenta y sorpresiva, su corazón se disparó en ese momento al saber esa información. Pero también empezó a sentirse culpable, una culpa bastante pesada en su pecho, porque se había dado cuenta que su bello ángel no había tenido que ver con nadie, pero en cambio él... Fue entonces que de manera imprevista, como si se tratara de una acción involuntaria, Damián extendió sus brazos atrapando al joven quien no pudo decir nada de lo impactado que estaba al sentir un abrazo del abogado, o mínimo hasta reaccionar a la acción.

    — ¡¿Pero qué haces?! — El chico trató de separarse pero era inútil, el gran cuerpo del abogado se lo impidió y no podía permitir que Damián se saliera con la suya. — ¡Suéltame! ¡Damián!

    — Nunca puedo estar tranquilo contigo... Me sigue enojando que tengas a tanta gente cerca y...

    — Espera, espera... — Con fuertes empujones el joven pudo por fin separarse del mayor. — Dijiste que querías empezar otra vez, poco a poco. Además no entiendo, ¿Celoso de tu hermano? ¿Fabián?

    — Es que la forma en que ustedes se vieron. Parecen que en este tiempo que han vivido juntos se han hecho muy cercanos.

    — Y tienes razón, pero no tanto para tener algo que ver... Solo piénsalo, crees que sería el tipo de persona que andaría con el hermano de mi ex. — Darío se dejó caer sentado en su cama, mirando enojado al abogado quien solo desvió la mirada.

    — No, pero ten en cuenta que Fabián y yo... No tenemos una buena relación, de hecho me sorprende que aún no hayamos peleado desde que regresé. — El hombre se dejó también caer a la orilla de la cama. — Tan solo es que... Te sigo amando. Sabes que no puedo estar tranquilo cuando se trata de ti. — Darío escuchó atento suspirando sin dejar de mirar al suelo. De repente de nuevo un mareo sintió el joven tambaleándose y cerrando sus ojos un momento mientras su respiración se agitada.

    — ¡Darío! ¡¿De nuevo?! ¡Vámonos al hospital!

    — ¡Espera! — Dijo respirando unos segundos. — Espera... No, solo déjame... — Los brazos de Damián rodearon al chico, las manos del estudiante se aferraron a los brazos del mayor varios minutos, dejando pasar otro momento de mareo.

    — Pues ¿Qué tienes mi bello ángel?

    — No lo sé... No lo sé...

    — Lo bueno es que ya tengo una cita con el mejor médico de la ciudad...

    — ¡¿Es en serio?! ¡¿Sebastián?! — Gritó Darío viendo al sonriente doctor en frente de él.

    — ¿Se conocen? — Preguntó el abogado también observando al doctor y al estudiante.

    — Es el primo de Teo.

    — Jamás pensé en tener al mismísimo Darío Rivero en mi consultorio. ¿Qué tienes jovenzuelo?

    El hombre sonriente empezó a sacar cosas de un a gaveta. Sacando varios instrumentos. Al mismo tiempo Darío le explicaba todo lo que había estado sintiendo durante varios días, Sebastián escuchó atento cada síntoma que decía, rápidamente tomó el brazo de Darío colocando la almohadilla para tomarle la presión, dentro de la misma colocó el estetoscopio. Empezando a bombear el doctor comenzó a mirar serio.

    — ¿No sientes nada ahorita?

    — No, nada. Me encuentro... Pues normal.

    — Bien. — El hombre de bata le quito todo al joven después de checar, respirando desganado. — Por fa toma asiento.

    — ¿Solo eso? ¿Solo le vas a hacer eso? — Damián miraba enojado al doctor que se sentó detrás de su escritorio escribiendo en un pequeño papel.

    — No te ponga tensa, no le hago nada porque no soy el medico Darío debe ver. — Con una mirada restante el medico encaró al abogado para después ver al chico. — Voy al grano, tu presión esta alta y tu pulso igual, según con lo que me has dicho, no me gusta decirte mucho esto pero tal vez lo que tu tengas es un problema cardiaco, y lo sé porque mi romee en la facultad sufría del corazón y tenía lo mismo que tú.

    Darío se quedó congelado con lo que había escuchado, no solo él también Damián se quedó impresionado por lo que había dicho, simplemente era una caída fuerte.

    — Sé que es sorpresivo, pero tienes que ir con un cardiólogo a que revisé y te dé un vistazo. Puedes ir con él, es un buen médico, es algo caro pero creo que no habrá problema con ello. — Entregando al joven un papel, el medico se quitó sus lente suspirando. — Independientemente de lo que diga el cardiólogo, creo que lo que tienes que hacer después es tomarte una semana de descanso.

    — Mi... Mi corazón... ¿Esta fallando?









    Capítulo 6




    Darío no podía creer lo que estaba leyendo solo llevaba tres días con la edad de 25 años y a solo tres días estaba leyendo una receta donde tenía que tomar varias medicinas, caminar, una dieta y cuidados especiales, además de descanso y nada de tensiones. Acaba de cumplir 25 pero ya tenía una enfermedad de anciano.

    — Je, lo que me faltaba.

    — Mi bello ángel. — El abogado tenía la mirada en frente mientras conducía pero sabía que esto era un golpe duro para el joven. — Sé que es repentino, pero ten encuentra que si haces todo lo que el cardiólogo te dijo esto solo será un recuerdo amargo.

    — Que le puedo hacer. — Suspiró el chico sonriendo un poco. — Estoy tan salado.

    — No digas eso. Creo que debemos pensar positivo. — Con su mano derecha el abogado acaricio la pierna de Darío tratando de calmar un poco al chico. — ¿Te llevo a la cafetería?

    — No, creo que me tomaré el día. ¿Podrías llevarme al departamento? Por favor. — La mirada triste del joven ponía preocupado al mayor quien solo asintió dando vuelta en una esquina para tomar el camino hacia el departamento. Mientras iban en camino el teléfono del chico empezó a sonar, viendo extrañado que se trataba de un número que no conocía, pensaba no contestar pero al final lo hizo.

    — ¡Joven Rivero! ¡No vino a sesión! — Se escuchó el grito al otro lado de la línea.

    — Cierto... Diablos, lo siento. Tuve una cita con el médico, se me olvido mandarte un correo. En verdad una disculpa Anthony. — Dijo sobándose los ojos con fuerza, se sentía avergonzado de lo que estaba pasando.

    — No se preocupe joven Rivero, si es por salud entonces tómese el día. Podemos continuar con la siguiente sesión, para el día martes que viene.

    — Sí, muchas gracias Anthony, te veo después... Sí... Gracias. Nos vemos. — suspirando el joven colgó la llamada guardando de nuevo su celular en el bolsillo de su pantalón. Para después mirar a la ventana como la ciudad iba pasando.

    — Veo que te llevas bien con tu profesor. Hasta le llamas por su nombre.

    — Él me pidió que lo llamara así.

    — Pues que confianzudo. — Suspiró. — Mi bello ángel ¿Por qué debes de ser tan querido? Estoy tan celoso de todos.

    — Je, eres un idiota. — Sonrió Darío dejando su manos izquierda sobre la mano derecha del abogado, el hombre suspiro enamorado volteando su mano para entrelazar ambas manos. — Me siento... No sé...

    — Es normal, llegó de repente esto. Si tienes miedo... Yo estoy aquí.

    — Lo sé.

    El resto del camino ambos se mantuvieron en silencio con una sonrisa, cuando llegaron al departamento mientras Damián fue a la habitación donde se quedaba saliendo con un maletín y acomodándose una corbata. Mientras tanto Darío estaba en la cocina tomando la primera pastilla que debía de tomar.

    — Solo será por un tiempo. — Susurraba viendo la caja de pastillas que estaba en la mesa.

    — Mi bello ángel, ¿Estás seguro que te deje aquí solo? — Dijo tratando de acomodar su corbata, el chico simplemente empezó a reír al ver como no podía anudar su corbata.

    — Si, no hay problema. Creo que puedo adelantar un poco a la tarea. — Tomando en sus manos la tela, Darío empezó a hacer el nudo al abogado quien solo veía detenidamente. En unos segundos dando unas palmadas en el pecho, el joven dejo con un perfecto nudo al abogado acomodando su cuello y su saco. — Listo.

    Ambos se miraron, estaban cerca, poco a poco Damián fue disminuyendo aquella distancia hasta estar a nada de los labios del otros. Suavemente los labios del abogado acariciaron los labios del otro, la mano de Darío acariciaba lentamente la mejilla del otro al momento de que se separaron.

    Su respiración se escuchaba y una ligera sensación de nervios se juntaba en la estrada de su estómago, viendo todo del rostro del abogado quien de nuevo besó al chico, atrapándolo entre sus brazos y comenzando un vaivén de besos en el cual poco a poco se dejaban llevar.

    Las manos de Darío se colocaron sobre los hombros del mayor, deslizando lentamente el saco que traía puesto, así mismo Damián comenzó a desabotonar la camisa del joven sintiendo a su paso el calor de la piel desnuda, sintiendo la necesidad de hacerlo suyo. Sin hacer más el abogado, se separó pasando sus brazos y de un rápido movimiento tenia al estudiante cargado en sus brazos.

    Caminando a paso firme, Darío observó el rostro de Damián sin decir nada, para después sentir como era acomodado sobre la cama de manera suave y tierna, enseguida los besos del mayor comenzaron a marcar sus labios, su cuello, todo su cuerpo, la ropa fue cayendo, las caricias fueron aumentando la temperatura en ambos.

    — Da-Damián... — Se quejaba el chico sintiendo como el hombre irrumpía dentro de él.

    — Mi bello ángel. — Miraba con una sonrisa triunfadora empujando con fuerza dentro del cuerpo desnudo de Darío, las manos suaves del joven se aferraban fuerte a la amplia espalda del abogado, cada quien se miraba, sus cuerpos eran sinceros y demostraban como ambos se conocían a la perfección, donde acariciarse, donde besar, morder y aquel punto exacto donde empujar para sacar aquellos sonidos que tanto excitaban al mayor.

    Besándose con locura ambos soltaron todo, terminando, dejándose venir. Damián se dejó caer sobre el joven quien agitado pasaba sus dedos entre los mechones húmedos del cabello del abogado, quedándose por varios minutos hasta que de repente se escuchó una pequeña risa.

    — ¿Qué es tan gracioso mi bello ángel?

    — Me acaba de diagnosticar con fallas en el corazón y lo acabamos de hacer, jeje

    — Cierto. — El abogado se quedó impresionado dejándose caer de lado. — Lo siento, no puede controlarme... — Dijo conmocionado limpiando con su mano el sudor de su frente, pero fue de repente que Darío apareció arriba de él dándole un pequeño beso fugaz para después acomodarse en pecho del mayor.

    — No te preocupes. Tomé mis pastillas.

    — El cardiólogo dijo que debías estar tranquilo y sin agitarte, fui descuidado. — Dijo abrazándolo con fuerza. — Perdóname mi bello ángel.

    — Ya te dije que está bien. Por favor, no hablemos de mis problemas de salud.

    — Solo una última cosa... ¿Cómo se los vas a decir a los demás? — Curioso el hombre miró a su chico quien serio solo movía sus ojos pensativos.

    — Creo que los reuniré y se los diré, no es tan grave pero solo debo de cuidarme. — Darío entendía que lo que tenía era los principios de una
    Cardiomiopatía hipertrófica que es un problema del corazón que debilita el bombeo de la sangre, el cardiólogo le había comentado que este tipo de enfermedad es principalmente hereditaria y que puede llegar en cualquier edad. El joven sabía que tendría que hablar con sus hermanas ya que ellas podrían también sufrir esa enfermedad. Sentía miedo que alguien más sufriera lo mismo porque para el chico a pesar de todo amaba a su familia.

    — Todo estará bien mi bello ángel. Estoy aquí. — Ambos siguieron en la cama unos minutos más. — Te pidieron descansar. ¿Qué te parece si vamos a acampar?

    — ¿Al bosque? — Susurró.

    — Aire fresco te hará bien. ¿Desde cuándo no descansas?

    — Creo que... — Pensativo el chico pensó y simplemente abrió los ojos. — No me acuerdo.

    — Entonces está decidido. Iremos a acampar tú y yo.

    — Jeje, estás loco. — El abogado solo empezó a reír besando con ternura a Darío, era un momento meloso pero que fue interrumpido de un momento a otro por el timbre del departamento, lo cual extrañó a ambos. — ¿Esperas visitas?

    — Yo no. ¿Y tú?

    — No. — Rápidamente Damián tomó y se puso los pantalones para salir, mientras Darío fue a por un short saliendo detrás de él. Pero al momento de salir solo vestido en short escuchó el grito por parte del abogado.

    — ¡¿Mamá?!

    — Oh vaya, veo que llegué en mal momento hijo. — La señora miró avergonzada como los dos hombres solo vestían prendas posteriores, Darío solo se sonrojó lo más rojo que podía a ver a la señora Rosa entrando mientras él y el abogado estaban medios desnudos.

    Después de limpiarse y vestirse adecuadamente ambos, Darío preparaba un poco de té mientras sacaba unas tazas escuchaba la conversación.

    — Bueno, venía a ver como estaban las cosas aquí. — Dijo la mujer mayor con una sonrisa. — Pero veo que están muy bien a pesar de que tú y Fabián están bajo el mismo techo.

    — Jeje, bueno... Je, creo que ha habido un avance en nuestra relación de hermanos. — Reía nervioso. — Pero ahorita no está aquí, está trabajando con Beltrán y creo que tal vez puedas volver más tarde.

    — No importa hijo, ahorita mismo me gustaría hablar con Darío hace tiempo que no lo veo desde la última vez que fui a su cafetería. ¿Cómo has estado Darío? ¿Enfermo? — La mamá del abogado apuntó a la caja de pastillas que estaban a la vista.

    — Bueno... Ahí la llevamos señora, jeje. — Darío puso una sonrisa algo torcida mientras dejaba las tazas de té en la mesa de centro. — Nada de qué preocuparse.

    — Si tú lo dices, entonces te creo... Pero mejor díganme, ¿Ustedes volvieron?

    Damián y Darío se miraron mutuamente, ambos no sabían que contestar, porque prácticamente ninguno quería meter la pata, no sabían que nombre poner a lo que estaban haciendo apenas era un día en que se volvieron a encontrar. Darío se sentía pésimo y Damián no quería que Darío se enfadara.

    — Lo... Bueno, apenas estamos volviendo a comenzar e intentar. — Dijo Darío sentándose a un lado y sentándose en uno de los sillones. Mirando
    con una sonrisa al abogado. La madre de Damián con una sonrisa miraba como ambos conectaban con sus ojos, pero de repente aquella sonrisa se desvaneció en un instante ya que sabía que aquel amor tendría demasiados problemas por delante por más que quisiera que fueran felices.

    — Damián, ayer hablaron por teléfono a la casa. Era Carlos.

    — ¿Carlos? — Sorprendido el mayor recordó aquel joven de Querétaro, por su parte Darío se quedó mirando, pero de repente la mirada del abogado se postro de nuevo en él. — Yo habló con él después.

    — No te preocupes hijo, solo te decía porque debes de saberlo. — Dijo la señora con una sonrisa.

    — Gracias mamá.

    Darío no opinó nada porque no le convenía, ni sabía de lo que se trataba por lo que solo tomó de su té dejando de ambos hablase de sus cosas. Pero de repente de nuevo una llamada irrumpía en el ambiente.

    — Disculpe, necesito contestar. Con permiso. — Dijo rápido yendo a la cocina y observando que se trataba de Javier. — ¿Qué ocurre?

    — Hay un problema, es Teo...

    — ¿Qué hizo? ... No me digas lo que estoy pensando...

    — Volvió a sus andadas.

    — Mierda, ¿Lo llevaron donde siempre? — Preguntó el joven tocándose el ceño y tratando de mantener la calma y respirar profundo.

    — Sí, hasta se va alegra el chuchis de vernos.

    — Chingao, buen momento. Pero me va escuchar, me va escuchar. Voy para allá. — Dijo colgando su celular, para ir con prisa a la sala donde madre e hijo lo miraban. — Señora Rosa, es un gusto volver a verla, se queda en su casa.

    — ¿Sucede algo? — Dijo preocupado el abogado.

    — Nada, cosas con Teo. Tengo que salir rapido. Nos vemos. — Sin dejar que Damián dijera algo, el joven salió rapido bajando por el ascensor. Mientras tanto en la sala de estar el hombre solo miraba hacia al suelo, mientras tanto su madre tomaba asiento a lado de él poniendo su mano sobre la suya.

    — Pensé que había quedado todo claro con aquél chico y tú.

    — Si, yo le dije claramente que volvía por Darío. Él mismo me lo pidió que se lo dijera, no entiendo porque llamó a la casa.

    — Debes de decirle todo lo que ocurrió a Querétaro a Darío. — Preocupada la mujer acarició la mejilla de su hijo. — No vuelvan a cometer el mismo error.

    — Lo sé...









    Capítulo 7





    Darío bajo del taxi mirando a la entrada del cereso como lo esperaba Javier serio y cruzado de brazos, tan solo el ir ahí de nuevo después de toda las veces que fueron antes. Al llegar con su amigo ambos fueron a la entrada a registrarse con el guardia el cual reconoció a los dos al momento.

    — No me digan que volvieron a encerrarlo. — Dijo con una sonrisa. — ¿Ahora que hizo el buen chico?

    — Ha pasado tiempo señor Sergio. — Respondió Javier firmando en el cuaderno donde había puesto su nombre, seguido de Darío haciendo lo mismo.

    — Ya ve, lo mismo. Volvió a mandar a un tipo al hospital. — Regresando con una mueca la libreta ambos entraron al cereso donde al adentrarse y pasar varias oficinas encontraron al ministerio público a la que iban a ver junto a un policía, la licenciada al verlo solo suspiró tristemente mientras el policía empezó a reír.

    — Muchachos, me prometieron que no volvería a pelearse. El señor Saucedo no puede seguir así, otra visita a las rejas, óiganlo bien... Otra pelea y le mandare orden directa de formal prisión por 3 años por alterar el orden y daños al cuerpos de policía porque esta vez hasta un agente salió herido.

    — Lo sentimos mucho Licenciada, en verdad solo fue una noche que lo perdimos de vista. — Dijo bajando su cabeza un poco Javier tratando de mostrarse avergonzado pero la verdad era que estaba enojado. Pero la vista de la mujer solo se fijó en Darío quien también tenía su mirada baja.

    — Si no estuvieran bajo la protección de los hijos de la familia Morales Ponce de León su amigo ahorita mismo estaría cumpliendo su sentencia.

    — Lo siento mucho licenciada Ramírez.

    — Chuchis, por favor ve por el señor Saucedo. Y uno de ustedes vaya a pagar la multa, son 8 700 pesos. — Con voz firme dijo la licenciada dejando a los chicos hablar entre ellos.

    — Amiga tu ve a pagar la multa y toma. — Dijo entregándole unas llaves. — Traigo el auto de mi primo, espéranos en la entrada.

    — Está bien. Traigo el dinero, después hacemos cuentas. — Tomando las llaves el joven, Darío fue a la caja para pagar, al recibir el comprobante de pago rápidamente se dirigió al estacionamiento al llegar al auto y subirse recibió una llamada viendo que se trataba de Fabián, rápidamente contesto.

    — ¡Gracias! — Dijeron contestando al mismo tiempo. — Espera, ¿Por qué...? — Volvieron a hablar al mismo tiempo.

    — Tu primero. — Dijo el abogado al otro lado de la línea.

    — Teo. — Darío encendió el auto.

    — ¿Lo volvieron arrestar? No, yo no intervenir esta vez, tal vez fue Beltrán anda trabajando desde muy temprano.

    — Oh ya veo. Entonces, ¿Qué me agradeces a mí? — Preguntó curioso.

    — Acabó de saber que mi madre estuvo por el departamento hace rato, gracias por estar allí y que no se entrometiera donde se debía.

    — Bueno, tuve que salir antes de que se fuera ella debido a que me avisaron acerca de Teo y salí disparado. — Darío estaba a punto de continuar con lo que le había comentado el doctor pero le fue imposible ya que fue interrumpir antes de que pudiera cambiar el tema.

    — ¿Qué? Rayos tengo que llegar rápido al departamento. Bye

    — Fabián espe... ra... — La llamada había terminado, suspirando y guardando el joven prosiguió a conducir a donde estaban esperándolo sus dos amigos, con una cara de seriedad como un padre Darío observó a Teodoro, venia hecho basura con su camisa guanga y rota, todo lleno de polvo y algunas machas que se notaban de sangre así mismo el venía con algunos raspones, moretones y un corte en su labio inferior. Javier subió al asiento del copiloto y atrás el otro chico, quien no volteaba su mirada al frente. Darío comenzó a conducir en completo silencio.

    — ¿Qué tienes que decir en tu defensa? — Dijo Javier rompiendo el silencio.

    — Ellos empezaron. — Dijo en voz baja el joven sorbiendo de su nariz.

    — No importa quien empezó Javier, el chiste aquí es que volviste a herir gente e incluso un policía salió embarrado en tu graciosidad. — Fuerte y duro dijo Darío mientras veía hacia el frente. — Teo, el ministerio publico Ramírez ya te trae entre ojos, para la próxima ni Beltrán ni Fabián podrán hacer nada por ti.

    — Inche vieja, no es mi culpa que no le den por el culo en las noches. — Gruñó.

    — ¡Y tú no culpes al viejo de la ruca por no echársela! ¡Cabron! ¡¿Acaso tienes mierda el cerebro para no entender lo que te estamos tratando de decir?! ¡Estás a punto de acabar la carrera, tienes 24 años y por culpa de tus pinches pendejadas lo vas tirar todo a la basura! — Gritó Darío mirando el retrovisor la mirada de enojado y furaco que tenía el de atrás. — Chingao Teo, ni yo ni Javier somos tu padres para estar detrás de ti cada vez que te pelees ni vamos a estar aquí para siempre... — En ese momento la furia de Teo estalló en un grito potente.

    — ¡Bueno si es así ya muérete a la chingada Darío, vete y acompaña a tu querido Esteban cabron!

    — ¡Cállate Teo! — Gritó Javier. Pero simplemente furioso, Darío estaciono el carro a la orilla de la calle viendo a Teodoro con ojos abierto pero que demostraban sus sentimientos.

    — ¡¿Quieres que me muera?! — Puso una sonrisa chueca demostrando el sarcasmo. — ¡Pues felicidades Teodoro, no tendrás que esperar demasiado! ¡Porque me acaban de avisar que mi corazón está valiendo madre! ¡No te preocupes pronto colgaré lo tenis!

    Sin decir más el chico se salió del carro azotando la puerta, detrás de él salió rápido Javier impactado de lo les había confesado.

    — ¡¿Qué quieres decir eso?! — Preguntó sin respuesta. — ¡Darío!

    — Me he estado sintiendo mal... Fui con Sebastián y encontró un problema, me mando con un cardiólogo. Cardiomiopatía hipertrófica que es un problema del corazón que debilita el bombeo de la sangre y es lo que tengo. De no cuidarle puede complicarse hasta matarme.

    — No mames. — Javier se quedó mirando impresionado procesando todo.

    — Después te cuento todo con detalles. Lleva aquel cabrón a su casa y yo me iré a la cafetería en taxi. Sí quieres allá te veo porque también tengo que comentarles todo allá y también tengo que llamarles a mis hermanas porque al parecer es hereditario.

    — Esta bien, este... — Javier trataba de decir algo pero no podría decir más. No sabía. — Pues...

    — Mira no te preocupes, tú lleva a Teodoro.

    Negando con su cabeza bastante triste Javier se subió al carro bastante triste en el asiento del conductor para arrancar e irse con Teo quien solo mantuvo un perfil bajo. Después de un rato Darío tomó un taxi dando la dirección a la cafetería donde estaban todos trabajando.

    Allí se encontraban convenientemente Fabián y Beltrán quienes se veían disfrutando un desayuno en la barra mientras platicaban con Mateo y con Josué. Cuando llegué todos comenzaron a saludarme.

    — ¿Cómo te fue con Teodoro chaparro? — Preguntó Beltrán curioso.

    — Javier lo llevó a su casa. Gracias por ayudarle, ya el ministerio público le dio ultimátum. — Dijo con una sonrisa discreta.

    — ¿Te sucede algo? — Preguntó Alex quien salía junto a Julián ambos con pasteles recién hechos para la venta y guardándolos en la vitrina refrigerador. Darío miró a todos y simplemente asintió.

    — Si. — Contestó seco.

    — ¿Pasó algo con el medico? — Preguntó Julián acomodándose a un lado suyo. Darío se sentí nervioso por contarles a todos los que estaba ocurriendo con él, era difícil porque sabía que desde ese momento las cosas iban a cambiar en su trato con él. Tenía miedo el joven pero tenían que saberlo por si un día se da el caso de ocurrir algo.

    — La cosa es que estoy enfermo... — Todos se quedaron viendo como el joven bajaba su miraba y comenzaba a temblar y a respirar profundamente fue entonces que abrió un poco su boca diciendo todo directamente. — Estoy enfermo del corazón y tengo que cuidarme porque de caso contrario tal vez pueda morir de un paro cardiaco o cualquier otra cosa de esas que pasa en el corazón.

    Todos se quedaron impactados ante la noticia que les habían dado, un silencio paso a ser el participante principal en la rueda de ellos. Después cada uno se fue expresando de manera turbia de cómo había pasado eso, preguntando cosas y preocupándose por el chico rápidamente Darío les fue explicando todo acerca de lo que le había dicho el cardiólogo además de los cuidados y de todo lo que tendría que hacer para poder tener su corazón controlado.

    — Lo más peligroso que puede ocurrir ahorita son las arritmias. Podrían ponerme hasta un marcapasos de por vida.

    — Eso no va a ocurrir Darío. Todos aquí vamos a cuidarte y no te va a pasar nada. — Decía Julián seguro.

    — Tiene razón chaparro cuentas con nosotros andaremos todos al pendiente de ti. — Beltrán sonreía mientras Alex ponía una mano de apoyo sobre su hombro. Todos lo miraban con una sonrisa, bueno excepto Fabián. Quien solo se levantó dirigiéndose con el chico para abrazarlo con fuerza todos se sorprendieron al ver tal acto.

    — No tienes que sentirlo. — Dijo el chico al responder el abrazo, Fabián no había dicho nada. — En serio no tienes la culpa.

    — Aun así... Yo...

    — Lo sé, lo sé pero en serio no es tu culpa. Las cosas pasan por algo. Vamos, no te desanimes, el que debería estar deprimido soy yo. Jejeje. —

    Con la mirada avergonzada Fabián se separó del joven quien solo le dio una palmaditas en el hombro al hombre sonriéndole. Poco a poco las cosas se fueron volviendo a la normalidad aunque claro ahora Mateo tomó su lugar como mesero porque no podía hacer esfuerzo y ejercicios bruscos por mucho tiempo, por lo cual no estaba haciendo nada por lo que simplemente me senté en la banqueta de afuera viendo como todos los carros y personas pasaban, de repente veo a Beltrán sentarse a lado de mí.

    — Sabes eres la única persona a parte de mí que sabe lo que siente Fabián sin palabras. Jamás pensé verlo así de preocupado por alguien. — Sonrió.

    — Debe ser porque he estado viviendo con él. Tiene costumbres muy marcadas.

    — ¿No me digas que aun deja su habitación como niño chiquito? — Darío asintió con una risa baja mientras tanto el joven abogado ponía su muñeca arriba de sus ojos avergonzado. — Que vergüenza. ¿Incluso la ropa interior?

    — Lo sigue dejando tirados en su habitación. Ahora que lo pienso... Tal vez por eso quería que no dejara entrar a la señora Rosa en su habitación.

    — ¿Mamá? ¿Mi mamá fue al departamento? — Dijo impresionado el abogado.

    — Sí, fue a visitarme y hablar con Damián... Algo de que alguien le había llamado a la casa de tus padres... ¿Conoces a alguien de nombre Carlos amigo de Damián?

    — ¡Carlos! — Beltrán sabía quién era ese chico, un estudiante de abogado quien llego a ser sus prácticas a la empresa de su hermano, pero que ciertamente por lo que habían hablado entre hermanos sabía que el chico había generado sentimientos por Damián. Beltrán también sabía que durante un tiempo trataron de intentarlo fue hace cosas de meses pero fue entonces que su padre dio su golpe maestro.


    ****** Flashback ******

    — Papá, piénsalo mejor. ¡Lo que vas a hacer es una locura, lo vas a destruir! ¡Vas a provocar la furia de Damián! — Dijo Beltrán viendo a su padre tomar una carpeta ante la mirada de él y de su madre.

    — Sera una muralla menos, los padres de ese chico deben de saber la verdad. Contacté al señor Rivero hace tiempo para que me hiciera unas reparaciones. Hablé con él para conocerlo, y si es como es la impresión que tuve de él, entonces solo necesitará tiempo, porque odiar a su hijo nunca lo hará.

    — Benjamín... — La mujer veía con tristeza a su esposo quien también la miraba con el mismo sentimiento.

    — No soy el malo, no quiero serlo... Pero si se necesita uno para hacer volver a Damián y que ellos dos se vuelvan a encontrar... Entonces tomaré ese rol. — Sido arrodillándose en frente de sus esposa. Beltrán simplemente no podía creer lo que estaba pasando.

    — No, mínimo hay que decirle a Fabián.

    — Fabián no sabe mentir hijo. Mejor será que él se mantenga fuera de esto. — Dijo entregándole una carpeta a su hijo menor, quien viendo lo que contenía adentro se impresiono de toda la información que había ahí. — Cuando me enteré de la relación de Damián con Darío fue hace 4 años recién empezaban su relación, Darío en ese entonces tenía 20 años de edad, me preocupe un poco por tu hermano pero era debido ambos, inestables solo llegaría a un mismo desenlace.

    — La ruptura.

    — Beltrán, Fabián y tú irán por Darío Rivero y lo invitarán a la casa a cenar. Ahí pondremos todo esto en marcha. Porque me di cuenta que la única persona que puede hacer feliz a tu hermano es ese muchacho.


    *******************

    — ¿Beltrán? — Dijo el joven sacando al abogado del trance, solo empezó a reír. — Lo siento, estaba recordando de donde era el nombre. Este... Bueno, no puedo mentirte, Carlos es un pasante de la carrera de Derecho quien estuvo como practicante a cargo de Damián en la empresa de Querétaro. A veces llama a la casa para pedir consejos a mi padre o a mí.

    — Oh ya veo... Con razón.

    Beltrán recordaba todo lo que su padre le pidió y las verdaderas intenciones de este pero aun no era tiempo de revelar la verdad. Mientras tanto Darío sonrió viendo al cielo para después abrazar sus rodillas y ocultar su rostro en ellas.

    — ¿Es estúpido que piensa en volver con Damián? — Dijo con vergüenza. Se escuchó la risa por parte de Beltrán y Darío sintió unas pequeñas manos sobre su cabello, curioso ante tales manitas, el joven alzó su mirada viendo a una pequeña niña de piel, ojos, y cabellos claros sonreírle al acaríciale su cabello. — ¿Daniela?
     
    Top
    .
  9.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Siii has traído la conti y encima tres capítulos, muchas gracias, extrañaba mucho esta historia.
    Me han gustado los tres capítulos.
    Noooo pobre Darío, pero entre todos lo van a cuidar muy bien, sobre todo Damián.
    Espero que Darío no lo tome muy mal cuando Damián le cuente sobre Carlos, eso pasó cuando no estaban juntos.
    Ya quiero saber lo que va a pasar.
    Que ganas tengo de leer ya que van a volver a ser pareja.
    Esperaré con ansias la conti.
     
    Top
    .
  10. yamamoto_takafumi18
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted



    Capítulo 8




    — Daniela. — Respondió Darío al ver a la pequeña niña sonriente quien rápidamente lo abrazó con pequeñas risas por parte de ella. — ¿Cómo estas, pequeña?

    — Ben... — Decía la pequeña niña. Tanto Darío como Beltrán se levantaron con una sonrisa y vieron a una joven con un niño que se acercaban alegres a donde estaban.

    — Hola Darío. — Dijeron Sofía y Damián al mismo tiempo.

    La cosa con esos niños estaba así: Después de conocerlos, Darío se volvió muy cercanos a Damián y Daniela, y a muchos niños de la casa hogar, la navidad pasada durante el mes, la cafetería estuvo haciendo colecta de juguetes y dinero para los niños a cambio de un desayuno gratis. Con poco de lo que quedaban sus ahorros, el chico pudo comprarles más juguetes sencillos y pudo financiar una pequeña comida para ellos, con inflables y payaso incluido, todos ayudaron. Y todos fueron a convivir ellos y otros compañeros de la universidad quien pudo ir a apoyarlo.

    Cada que podía, Darío llevaba donación y como agradecimiento aquellos niños venían a visitarlo y agradecerle.

    — ¿Cómo han estado? — Preguntó el joven viendo a los niños. — ¿Se han portado bien? — Mientras ambos asentían.

    — Sofí e hijo que sorpresa a mí. — La pequeña niña señaló el interior de la cafetería. Darío recordó que él los había llamado hace una semana. Se estaba acercando el día. Darío se sorprendió con una sonrisa cargándola por los aires.

    — Bueno, veras... Hay un nuevo pastel que Alex hizo. Beltrán... — Señaló al abogado a la vista de la niña. — Te llevará a donde puedas comer pastel.

    — ¡Pastel! — Gritó la pequeña mientras pasaba a manos del abogado quien reía divertido.

    — Vamos por pastel.

    Quedándose el niño con los dos jóvenes adultos quien veían como se adentraban. Y si bien parecían todos alegres poco a poco sus caras se deformaron a una seriedad.

    — ¿Ya tienes todo listo? — Dijo el niño viendo a Darío. — No quiero ver a Daniela triste en su cumpleaños.

    — No te preocupes hombrecito. Tengo todo listo para su fiesta de cumpleaños, ahora ve por pastel también. Porque también tenemos que comprarte un conjunto nuevo para la fiesta y a ella un vestido. Ahora ve.

    Sin decir más el niño se fue corriendo hacia dentro de la cafetería dejando ahora a los dos jóvenes uno a lado del otro viendo con tristeza a ambos niños.

    — ¿Me has conseguido algo Sofía? — Dijo Darío preocupado.

    — La familia que quiere adoptar a Daniela es de Hidalgo. Parecen buenos, pero dicen que solo se llevaran a la niña que el niño no lo quieren por lo grande.

    — ¿Cómo se atreven a tratar de separarlos? — Enojado Darío empuñó sus manos, hace un mes Sofía llegó con la noticia que alguien estaba interesado en adoptar a Daniela, eso alertó a Darío ya que él tenía otro plan. — ¿Y mi solicitud para adoptarlos a ambos? — Sofía se entristeció negando con la cabeza.

    — No creo que pase. Debido a tu edad y tu situación socioeconómica. Es casi imposible que le den la custodia de un infante a un chico que quiere ser padre soltero, ahora con dos.

    — Mierda. — Dijo enojado.

    — Ya encontraremos un método para que puedas adoptarlos. Ten paciencia.

    — No puedo tener paciencia, no cuando hay quienes los quieran separar. — Pero enojarse no iba a lograr nada por lo que respiró profundo y viendo la hora saco su celular. — Lo siento... Ve con los niños necesito hacer una llamada urgente.

    La chica se adentró dentro mientras Darío marcaba un número en su celular, poniéndoselo en la oreja, sonaba la línea y de repente se escuchó la voz de una mujer.

    — ¿Darío?

    — Hola hermana. ¿Puedes hablar?

    — Claro ¿Qué sucede? — El joven hizo algunas muecas mientras buscaba las palabras adecuadas para ello.

    — La cosa es que fui al médico hoy y creo que lo mejor es que lleves a mis padres y tú también vayan a un cardiólogo a revisarse.

    — ¿Por qué? ¿Hay algo mal? ¿Qué tienes? — Preocupada la hermana de Darío preguntaba. — Darío.

    — Es una enfermedad del corazón, me dijeron que podría ser hereditario. Por eso te pido que los lleves con un cardiólogo, si necesitas dinero puedo depositarte algo.

    — ¡¿Pero tu estas bien?!

    — Si, ya me dieron mis medicinas y todo, solo debo de cuidarme. No te preocupes al rato hablare con Lizbeth pare decirle lo mismo y que lleve también a los changos de sus hijos. — Dijo serio. — ¿Cómo está el viejo? A mi mamá la vi hace unos días en el mercado.

    — Mi papá ha estado tranquilo, sorpresivamente parece muy en paz. De hecho... Él ha preguntado por ti. — Eso si era una sorpresa para el joven quien solo abrió los ojos con impresión.

    — ¿En serio?

    — Si, aunque solo fue una leve pregunta que si hemos hablado contigo pero por lo menos ya te menciono.

    — Lo sé. Bueno, haz lo que te dije. Tengo que irme, este... Bye.

    — Bye, cuídate Darío. Mantenme atenta de tu salud.

    — Lo mismo digo. Adiós.

    El chico colgó, para después entrar a la cafetería para poder estar un poco con los niños, todos comieron pastel se la estaban pasando bien pero de repente Darío observo algo extraño en las manos de niño.

    — ¿Qué te pasó en las manos Damián? — Dijo mirando las manos del chico las cuales estaban con cortadas y algunas ampollas ya tronadas.

    — Este... le he estado ayudando a un señor con su trabajo. Y me ha dado dinero para poder comprarle cosas a Daniela. — Dijo cabizbajo.

    — ¿Trabajo? ¿Y la escuela?

    — Él va en las tardes Darío, solo que no quiere decirnos con quien va, temiendo que podamos ir a recogerlo para que no trabaje, sabes bien como somos en la casa hogar. — Sofía salió a defender al niño, por su parte Darío miró al niño y solo exhaló.

    — Mi papá me hacia trabajar con él cuando tenía tu edad. Me decía que debía aprender cómo se debe ganar el bocado cada día para que dé grande no me confiara o malgastara a lo tonto. Me daba mi dinero y admito que gracias a eso pude valorar un poco lo que mi padre hacía por mi familia, y también me enseño a valorar el dinero... No digo que sea malo que trabajes, para mí no. Pero para otros está mal visto, ten en cuenta eso. Solo te pido que sea el trabajo que sea, ten cuidado. — Rápidamente Alex le pasó a Darío un botiquín de dónde sacó un par de gasas, agua oxigenada y unos curitas. Poco a poco fue curando, limpiando y vendando las manos del chico, ciertamente ver aquellas pequeñas manos lastimadas le hacía recordar un poco su niñez a lado de su padre. — Procura usar guantes, y no descuides tu niñez. Eres un niño, tú si tienes permiso de actuar como tal.

    El niño asintió. La noche había llegado, Beltrán se ofreció llevar a Sofía y los niños a la casa hogar, por su parte los demás anduvieron ayudando a recoger hasta que por fin cerraron, mientras iban de regreso a su departamento. Fabián le iba preguntando a Darío que como iba sintiéndose a lo largo del día...

    — Bien, las pastillas me han calmado un poco mi ritmo.

    — Si te sientes mal no dudes en avisar y rápido iremos al hospital.

    — No te preocupes, cuidándome nada de eso pasará, jejejeje.

    — Eso espero.

    Después de llegar al departamento y cenar, Fabián fue directo a su habitación, dándole las buenas noches a su compañero. Mientras tanto Darío al despedirse sacó de su mochila las pastillas que le habían recetado para después tomarse las dos que le tocaban. Su mirada de repente se postro en el reloj pegado en la pared viendo que era un poco tarde.

    — Damián no ha regresado. — susurró, trató de llamarle pero le mandaba directo al buzón. Sin mucho que esperar ya que debía de dormir bien, el joven se fue directo a su habitación donde después de colocarse un short de lana para dormir con una camiseta sin mangas, rápidamente se adentró en su cobija para dormir. No le fue difícil cerrar los ojos y quedar dormido pero lo que parecía ser unos minutos fueron horas y de repente el cuerpo del chico fue atrapado entre unos brazos que lo sostenían fuertemente.

    — Hueles a alcohol. — Dijo en un susurró el chico.

    — Bebí un poco. No me culpes, culpa a los clientes que me hicieron beber.

    — ¿Y es normal que un abogado beba con sus clientes? — Preguntó el chico sintiendo las manos del mayor.

    — No, pero no podía negarme... Darío... ¿Quiénes eran esos niños que estuvieron contigo esta tarde?

    El joven se sorprendió dándose la vuelta para ver de frente al abogado quien lo miraba serio. Al parecer debía de explicarle acerca de ellos dos.

    — Son unos niños que conocí hace unos meses, cuando me llamaste después del problema con tu papá ese día los conocí. Sus nombres son Damián y Daniela.

    — Huy, Damián... Qué bonito nombre... ¿Y esos niños...?

    — Bueno, después de eso empecé a visitarlos en la casa hogar, en navidad les llevé a todos una cena, pastel y chocolate caliente. Desde entonces he estado donando y llevando poquitas cosas, ellos comúnmente son los que vienen a agradecerme. Yo... Los quiero mucho.

    — Eres muy bueno. — Damián abrazo con fuerza a Darío — No puedo creer que me rendí contigo en ese entonces, debí haber peleado por ti.

    — ¿Damián? — Preguntó Darío sintiendo el peso del cuerpo del mayor más y más suelto.

    — Lo intenté muchas veces, lo traté... Salí con muchos, estuve con muchos... Estuve a punto de iniciar una relación con alguien. Pero siempre, siempre llegaba el momento en que algo me recordaba a ti, tu calor, tu sonrisa, el sabor de tus besos... Nunca... Pude...Olvidarte...
    Damián levantó su mirada besando los labios de Darío, aquellos labios que siempre ha deseado, no solo él, ambos se deseaban demasiado. Darío deslizó lentamente el saco sobre los hombros, mientras las manos del mayor se adentraban dentro de la ropa del chico tocando cada centímetro de su piel,

    — Te amo. Por favor, ámame... Yo... Te prometo hacerte feliz.

    — Damián yo... — Darío estaba a punto de decir algo cuando el celular del abogado comenzó a sonar. Y fue que ambos comenzaron a reír. — Contesta.

    — No, no contestare. Quiero hacerte el amor.

    — Ándale, ya contesta si no lo hare yo...

    — No deja... — Ambos comenzaron a pelear por el teléfono del abogado pero al final gracias a los brazos un poco delgados de Darío este tomó la llamada

    — ¿Hola? — Dijo sonriente.

    — Ah, hola... Se encuentra el licenciado Damián Morales. — Dijo algo nervioso.

    — Si, jeje — el chico se reía debido a los besos que el abogado le estaba besando en el cuello causando un poco de cosquillas. — ¿Quién lo busca?

    — Este... Soy Carlos. — Fue en eso que el joven se le acabo el encanto cuando escucho el nombre. Y fue de repente que le pasó el celular a su dueño.

    — Es Carlos.

    — ¿Carlos? — Dijo tomando rápido el teléfono. — Sí... ¿Qué pasa Carlos?

    Mientras Damián hablaba Darío salió de su habitación hacia la cocina, caminando lentamente el chico miró la luz encendida, al llegar encontró a Fabián tomando de una taza. Este lo miró y solo sacó una taza extra.

    — ¿Té?

    — Gracias. — Respondió con una notable tristeza en su rostro. Y Tomando en sus manos la taza de té que le habían servido.

    — ¿Problemas en el paraíso?

    — Pero que dices je... — Dijo tomando un sorbo. — Solo que... No sé... Me sentí enojado porque ese chico Carlos de nuevo habló y parece que él está tomando mucha importancia.

    — Je, Je... Eso es fácil mocoso... Tienes celos.

    — ¿Qué?

    El joven se quedó viendo la sonrisa del abogado serio de la familia Ponce. Mirando y reflexionando acerca del sentimiento que desde hace mucho no sentía. Aquella molestia que son comúnmente llamados Celos.








    Capítulo 9





    — ¿Por qué no aceptas la muerte? Siento que ese es tu mayor problema. No la aceptas. — Los ojos verdes de Anthony Deligiannis miraban a Darío Rivero quien pensante solo se quedó en silencio en las limitadas cuatro paredes que eran el cubículo del hombre. — Si tengo entendido hablar de la muerte de Esteban aun te hace mal, y eso es porque no la aceptas.

    — Es que...

    — Tienes miedo al futuro... — Con una sonrisa el hombre encaró al joven de mirada confundida. — Es normal, pensar e imaginar cómo será ese momento, la vida que podrías tener y ese preciso momento en el que tal vez tus ojos se cierren para nunca más abrirse... Causa miedo. Pero es algo que todos tenemos garantizado. La muerte es algo natural y bueno... ¿No ustedes los mexicanos son las personas que aceptan más a la muerte? Tienen esa fiesta colorida de la muerte...

    — Sí entiendo pero como... No sé... Durante estos años simplemente trataba de no tocar el tema porque pensé que tal vez en algún momento, simplemente no me iba a doler. Pero estoy equivocado porque al pensar que no fue mucho tiempo, ese hombre acabó muy dentro de mí.

    — Eres una persona que ama Darío. Tú tiendes a querer mucho a las personas que te rodean. Teniendo en cuenta que fue el primer hombre por el cual sentiste un amor verdadero, es comprensible que tú lo tengas muy presente aun con los años.

    — ¿Cómo puedo hacerle para superar esto rápido Anthony?

    — Primero que nada, no estamos tratando de hacerte olvidar. Segundo, Segundo, solo hay un camino que puedes seguir... — Dijo sonriente el hombre levantándose de su asiento para ir a lado del chico y acariciar su cabello. — Sé paciente, solo el tiempo lograra que tú mismo te des cuenta del camino que debes seguir, yo no soy tu solución, eso lo debes de encontrar tú mismo joven Rivero... Pero mientras tanto, que tal si me invita a comer a su cafetería.

    Con una pequeña risa el hombre caminó en dirección a la puerta de su cubículo donde estaba a punto de abrirla cuando de repente Darío se levantó abruptamente.

    — Me contaste que tú pasaste por algo parecido a una tortura para poder superar tu miedo y traumas... ¿Por qué no haces eso conmigo? — De repente Anthony se quedó mirando con seriedad a Darío para enseguida enfrentarlo con enojo.

    — Ni siquiera lo pienses, no haré eso contigo. Tu problema no se solucionara. Lo único que causará es que tu mente se quiebre y tengas más cuestionamientos que respuestas, esto no es lo mismo. Así que por favor, no vuelvas a pedirme eso. — Sin decir más el hombre salió enojado, caminando por los pasillos de la universidad con una cara de que nadie le podía hablar fue alcanzado por el chico quien se colocó a lado de él con una mirada cabizbaja.

    — Lo siento, pero es que... Simplemente quiero dar el siguiente paso.

    — Dar el siguiente paso no significa olvidar algo tan importante como lo fue ese hombre para ti. Dar el siguiente paso es recordarlo y aceptarlo, abrazar con cariño lo que pasaron juntos... Yo no quiero que lo olvides, yo quiero que se vuelva un bello recuerdo para ti.

    Darío se detuvo mirando con impacto a su profesor quien se detuvo también mirando serio al joven. De repente unas pequeñas lágrimas empezaron sobre sus mejillas.

    — Eres el primero que me dice algo así, y la verdad es que... tampoco quiero olvidarlo... Pero... Siento que todos los demás esperan que yo haga lo contrario. Que lo deje en el pasado y realmente no quiero porque... cuando me siento solo siempre llega él... El recuerdo de risa, de su mirar, de sus brazos abrazándome... — Las lágrimas de Darío comenzaron a caer más y más causando un llanto inconsolable que no podía detener. — No quiero causar más molestias, pero... Siento que si lo olvido así como así... Me sentiré más solo que nunca...

    El profesor escuchó cada palabra algunos alumnos pasaban mirando al chico llorar en frente de Anthony pero simplemente pasaron de largo al ver lo incomodo que sería quedarse. Lentamente Anthony se acercó a Darío con una cara de pena por ver lo que sentía el chico. Extendiendo sus brazos lo abrazó con suavidad atrayéndolo a su cuerpo.

    — Tú no estás solo Darío. Tienes a mucha gente detrás de ti apoyándote y siendo tu fuerza y respaldo. El joven Teo y el joven Javi, tus amigos y amigas, tu socio y su gemelo, tus empleados, los gorilas abogados que siempre están contigo, tus hermanas... Y también... Me tienes a mí.

    El profesor siguió abrazando al chico, todo el tiempo que fuera necesario para poder calmarlo, aunque por dentro tuviera el deseo de besarlo, él sabía a la perfección que no debía hacerlo por su relación de profesor alumno, pero tampoco podía hacerlo porque el chico en sus brazos ya tenía a alguien a quien ama.

    Después de calmarse, Darío invitó a Anthony a comer como había querido, pero el hombre cambio de opinión declinando a la invitación teniendo como escusa el libro que debía escribir durante su estancia en aquella universidad. No quería poner a prueba su control por eso su decisión de no ir a comer con Darío a su cafetería de él.

    Al llegar a la cafetería, Darío se puso a trabajar aunque claro entre Julián, Josué y Alex se encargaron de obligarlo a tomarse descansos continuamente para no se esforzara tanto debido a su problema cardiaco, había pasado más o menos dos semanas desde que Carlo llamó al celular de Damián, desde esa noche el abogado un poco distante. Darío se preocupó un poco al principio pero después enteró que estaba a cargo de un caso muy importante por lo cual debía de estudiar mucho el caso que le asignaron.

    Fue de repente que el chico se dio cuenta de lo lleno que estaba el lugar y la gente que esperaba afuera o se iba al ver la gente que había en el local. Darío pensaba que era muy pronto para abrir otro local o incluso expandí aquel local. Aun no recuperaban por completo la primera inversión por lo cual pensar en otra sucursal era imposible. Fue entonces que su mirada se desvío de nuevo a la puerta donde entró de repente Teo, quien iba siendo empujado por Javier.

    — Javier te hizo reflexionar de lo que hiciste y dijiste.

    — Lo siento. — Dijo con la mirada baja a un lado, su voz se escuchaba arrepentida. — Me pase... Simplemente aún estaba enojado y me desquité contigo.

    Darío suspiró. — En verdad no sabes cuánto me dará pena la persona que se quede contigo. Pero también esa persona hará que por lo menos una vez te pongas en mis zapatos. Teo, realmente estoy tratando de dar el siguiente paso, y para eso los necesito... Yo ya te perdone cuando calme mis humos. Así que... ¿Amigo? — Darío alzó su mano extendida en un saludo el cual Teo estrechó enseguida.

    — Gracias amigo. Yo tampoco te quiero perder.

    — ¡Ash! ¡Hasta que por fin...! ¡Dale gracias a diosito que Darío es más bueno y dulce que la miel de ser otro hubiera acabado a los golpes! — Javier tomó asiento con su semblante indignado, rápidamente Teo también lo hizo mirando a Darío con preocupación.

    — ¿Y cómo estas de tu corazón? ¿Todo bien? — Con vergüenza preguntó el joven de cabellera castaña.

    — Si, todo perfecto solo algunas dolencias leves pero gracias a la alimentación que llevo, ejercicios que hago y los medicamentos, no ha pasado de eso gracias a dios.

    — Que bien amiga, sigue así. Pero hay otra cosa, ¿No has pensando en ampliar esto? Digo, mucha gente se está yendo o esperando. — Javier miró a toda la gente que esperaba o se encontraba parada.

    — Es lo que estaba pensando ahorita, pero... No es posible, no tenemos el dinero suficiente para sustentar bien otro negocio. Ni siquiera he recuperado toda la inversión que gastamos en este mismo lugar.

    — ¿Y has pensando en un crédito? — Dijo Teo con seguridad mirando a su amigo. — Podría ayudarte a abrir un nuevo negocio y de paso creas antecedente crediticio.

    — Jamás pensé que llegaría el momento de que nosotros estuviéramos hablando de inversiones, préstamos y crédito público. ¡Por dios nos estamos volviendo esclavos de la sociedad godin! — Gritó Javier con miedo.

    — No creo que sea buena idea meterme en deudas. Sobre todo tan grandes como para abrir otra cafetería. — Darío miró a Teo serio, provocando la indignación del tercero.

    — No pos estos, se ve que se han reconciliado me vuelven a ignorar perras...

    — Javier, calmao. Esto es importante. — Replicó Teo. — Darío si lo piensas sería buena idea. Sí sería una deuda pero con lo bien que te va de seguro lo pagas rápido.

    — Aunque si así fuera, necesito un gran aval para que algún banco me preste la cantidad suficiente para otra cafetería.

    — ¿Por qué no usas a tu suegrito? — Todos voltearon a ver que de la cocina salió Mateo quien sonriente de manera hasta sínica se acercó al trio de amigos. — Disculpen, es que no pude evitar escuchar su plática un poco aburrida, pero simplemente quiero solucionarles sus problemas antes de que me duerma de aburrimiento. Darío, querido. Tan fácil es que tienes por suegro a uno de los abogados más importantes del estado como tal, habla con él y proponle un acuerdo para que te firme de aval, seguro que con el nombre de Benjamín Morales respaldándote sacaras mucho dinero de cualquier banco.

    — Si, si... Muy bonita tu idea Mateo, pero no sé si recuerdes mi situación con ese señor... Él me odia... — Dijo el chico poniendo énfasis en lo último causando un poco de reflexión en el hombre que de repente se empezó a reír.

    — je, tienes razón. Lo olvide por completo.

    — Mejor ve a ver a Alex antes de que se le junté más trabajo. — Un poco avergonzado el hombre se alejó de nuevo entrando a la cocina, Darío en verdad a veces pensaba como un chico alegre e inteligente como Alex se fijó en alguien como Mateo, sinceramente un desastre que trata de parecer tentación hecha hombre. Pero de repente Teo chasqueo sus dedos atrayendo la atención de los otro dos.

    — Tal vez la respuesta no sea Benjamín Morales, solo hay que saltarnos varias letras más.

    — ¿Qué quieres decir buchona? — Preguntó Javier con curiosidad, pero causando una mirada furia por parte de Teo.

    — Olvidaré que me acabas de decir buchona... Pero qué tal si en vez de poner a tu suegro como garantía podríamos pedirle de favor a uno de sus hijos. Cualquiera de los tres serviría. Fabián, Damián aunque el más conveniente es Beltrán, ya que es el que tiene propiedades propias y su esposa también, tal vez podríamos poner como garantía el departamento donde estás viviendo ahora.

    — No, nonononononoo, no... No haré eso, no podre propiedades o integridades que no pertenecen en juego. Nunca se sabe lo que pueda pasar. No soy un sin vergüenza que les pediría que me dieran las escrituras de algo que no es mío para mi beneficio. No, mejor así dejemos las cosas ya veremos más adelante cuanto haya juntado más dinero.

    Los chicos trataron de convencer a Darío pero fue inútil, no lo pudieron sacar de su eterna respuesta negativa, por lo cual ambos se fueron resignados. La noche llegó y Darío llegó al departamento donde al parecer nadie había llegado por lo cual encendió las luces para después de tomar un vaso de agua con sus pastillas dirigirse a su habitación, sentándose en la silla de su pequeño escritorio abrió su computadora y siguió escribiendo aquel escrito en el que trabajaba.

    *
    *
    *

    "Abrazado a Uriel, David podía sentir como un fuego se encendía en él... Aquellos brazos fuertes lo estaban tomando fuertemente mientras sus ojos se encontraban, un flujo de sentimientos se empezaron a mezclar entre ambos, algo lo atraía hacia él... David no podía explicarlo pero era como si él y Uriel ya se hubieran conocido antes.

    — David Roi du Sang divin, chico francés de 17 años, Nacido en Paris en 1833. Puedo ver todos sus sentimientos a través mis ojos, tu amor, tu culpa, tu miedo... Tus ojos muestran un destino marcado por las estrellas y el mismo dios, eres el juez. Pero a la vez eres mi enemigo... ¿Cómo es que puedo amarte y odiarte a la vez? ¿Cómo es posible que quiera matarte y dejarte vivir a la vez? A pesar desde que un principio yo te prometí hacerlo. Proteger a tus hijos aun en contra del plan de dios.

    De repente una de las manos de Uriel tapó los ojos del chico haciéndolo caer desmayado después de que una luz saliera de su palma. De repente una luz brillante se postro en una de las ramas de aquellos grandes árboles donde de repente se transformó en un hombre de mirada serena y azul como si fuera el mar. Uriel miró al hombre detrás de él con una mirada triste pero a la vez desafiante era como si el fuego y el agua se enfrentaran.

    — Es su destino. No puedes hacer nada para revocar la marca de dios en su alma. Pero tú aun sigues empeñado en ser el hijo rebelde. Tú deber estar en otro lado y no aquí con los humanos. ¿Acaso quieres sufrir el castigo de nuestro padre?

    — Mi padre no me castigará hermano... Dios no castiga el amor verdadero.
    "

    *
    *
    *

    — Mi bello ángel ¿Qué haces? — Escuchando la voz de Damián, Darío pegó el grito del susto cerrando rápidamente su computadora para después reír nerviosamente.

    — Jajaja, Damián... ¡¿Qué tal?! ¡¿Cómo te fue en el trabajo?! ¡¿A qué horas llegaste?! — Preguntó nervioso.

    — Llegué desde hace varias horas, pero me fui a dormir un poco en mi cama, desperté y te escuché teclear tu lap, tecleas fuerte. — Dijo con los ojos un poco entre cerrados y tallándoselos. — ¿Qué hacías?

    — Nada, bueno... Acabando un proyecto, jajaja. — Damián miró la computadora un momento, lentamente se acercó al chico para dejar caer su cuerpo y abrazar al chico.

    — Esta vez lo dejaré pasar solo porque estoy cansado y tuve un sueño raro.

    — ¿Un sueño raro? — Darío preguntó curioso pero jamás se pensó que la respuesta del abogado sería...

    — Soñé con Esteban... — el chico respiro profundamente de la impresión de escuchar aquella respuesta, pero Damián simplemente soltó una pequeña sonrisa. — Lo sé, es raro... Solo recuerdo que estábamos sentados tomándonos un café pero la sensación que tengo en estos momentos es como si hubiera visto a un amigo de la infancia, o un hermano. Estoy tranquilo e incluso feliz. Siento como si él me estuviera alentando a amarte más.

    — Damián. — De repente el abogado miró a su bello ángel dándole un beso en sus labios que duró varios segundos atrayéndolo suavemente a la cama. El mayor se sentó a la orilla de la cama, sentando a Darío en su pierna para darle otro beso al chico quien no entendía lo que estaba pasando. — ¿Qué ocurre Damián?

    — En aquel entonces, te prometí que iba a comprender tu relación con Esteban y no pude. Sé que es demasiado tarde, pero en ese tiempo ni siquiera me di la oportunidad de conocer su historia. Mi bello ángel, cuéntame todo. Todo lo que vivieron, todo lo que fue. Lo que pasaste en aquella semana en puebla y también lo que sentiste al regresa, incluido cuando te traicione...

    — No creo que...

    — Darío, por favor... dímelo todo. — La mano de Damián acarició la mejilla del chico quien se quedó por varios segundos mirando a los ojos del hombre, esa mirada oscura había una determinación de querer escuchar todo. Su mirada bajó bajándose de las piernas del hombre para sentarse a un lado y recargar su cabeza en el hombro del abogado. Fue entonces que en un respiro profundo Darío comenzó a hablar.

    — Lo conocí una noche en la que Marcela me dejo plantado...

    — Huy que forma de empezar, ¿Marcela plantándote? Que novedad, pff...

    — Je, cállate... — Dijo riendo Darío al escuchar el comentario sarcástico del otro. — Fue entonces que me dirigí a Moons donde entré y pedí algo saboreándome al mesero...

    — ¿El nalgón? Ese tipo es más puta que las profesionales que se juntan en la calle de Isabela católica.

    Darío reía con los comentarios de Damián eso hizo que la plática fuera menos pesada, poco a poco fue avanzado incluyendo detalles como mensajes o llamadas, todo lo que vivió cuando lo conoció, su dolor al irse y su confusión al regresar, todo lo que sintió mientras pasaba los meses al hablarse por llamadas telefónicas y mensajes sabiendo que poco a poco la enfermedad de Esteban avanzaba. Así hasta llegar aquella semana donde ocurrió sus últimos días, el funeral, las cartas, como regresó y cómo fue que todo pasó. Damián se sorprendió de lo que le llegó a contar el chico, como sus lágrimas salían de sus ojos, ambos lloraban, al acabar de contar todo después de casi una hora y hablar en el transcurso, ambos se abrazaron llorando y desahogando un poco de lo que sentía en ese momento, pero ciertamente sintiéndose un poco liberados de aquellas cadenas que tenían sobre su cuerpo acerca de Esteban. Ambos se sentían libres...








    Capítulo 10






    — Mi bello ángel... — Susurró Damián en la oscuridad de la noche, se encontraba abrazando a Darío quien se movió un poco, ambos estaban acostados. — Mi bello ángel ¿Estas dormido?

    — N-No... ¿Qué sucede?

    — Gracias por contarme todo, por compartirme un poco de tu dolor. Quiero que sepas que esta vez será diferente. Quiero estar contigo, quiero que de nuevo seas mi novio, juntos enfrentaremos a todo lo que venga, incluido mi padre y el tuyo. Nada nos separara esta vez.

    — Tan cursi como siempre. — Con una pequeña risa se expresó el chico volteando su cuerpo para ver el rostro del mayor para ver que también estaba sonriendo.

    — Es parte de mi encanto y lo sabes mi bello ángel. — Con una sonrisa en su rostro el abogado comenzó a besar al otro de manera suave pero apasionada, lentamente los besos siguieron y bajando hasta el cuello del joven, sus manos juntas sobre la cama, aquellos sonidos que se empezaban a escapar de la boca de Darío al sentir los besos de Damián sobre él... Ambos siempre conectaban en estos momentos pero fue de repente que la puerta abrió abruptamente dejando entrar a Fabián con una cara furica.

    — ¡Oh no! ¡Hoy no! ¡Damián a tu habitación!

    — ¡¿Hermano?! — Damián y Darío se quedaron mirando la cara de cansancio con ojeras teñidas incluidas, parecía que no ha dormido en varios días.

    — ¡Hoy necesito dormir y no estoy dispuesto a escuchar el soundtrack de su acto sexual como siempre! ¡Se calman o no duerme hoy aquí! ¡Vayanse a un hotel si estan en celo!

    — ¡Tranquilo, tranquilo! ¡Ya me voy!... Hasta mañana mi ángel. — Con un pequeño beso el mayor se despidió saliendo corriendo de la habitación. Dejando parado a Fabián con cara de pocos amigos.

    — Hasta mañana. — Dijo sin más cerrando la puerta de la habitación de Darío quien no más se dejó caer en la cama riéndose divertidamente de lo que había pasado. Pero de repente sintió un pequeño apretón en su pecho, rápidamente se tomó del pecho y comenzó a respirar profundamente para calmar el agudo dolor.

    — Diablos... — Dijo sin más volteándose tratando de dormir.

    *
    *
    *

    Era la tarde del día siguiente Sofía había llegado con Daniela y Damián a la casa hogar donde de repente recibieron la sorpresa, había una fiesta para la pequeña niña quien cumplía su 5to año de vida. Muchos globos, comida y pastel, no solo Darío... Fabián, Beltrán y su esposa, Alex y Mateo incluyendo Julián y Josué con su hijo Rogelio, todos estaban ahí celebrando a la niña que sonreía tiernamente al ver que ella era la festejada y al ver que había un inflable que tanto le gustaban.

    Todos en la casa hogar se alegraban cuando llegaba Darío ya que siempre llegaba con cosas deliciosas y regalos que comúnmente no tenían solo en fechas importantes.

    Se estaban divirtiendo en aquella fiesta, Beltrán y su esposa hablaban tiernamente al ver a los niños, Josué se divertía con su hijo en la orilla del inflable junto a otros niños.

    Julián y Fabián estaban hablando con las encargadas mientras Alex y Mateo corrían con más niños jugando a las escondidas. Mientras tanto Darío estaba sirviendo platos junto con Sofía cuando de repente se acercó el infante de mirada dura.

    — ¿Qué sucede Fabián? — Preguntó la mujer mientras seguía sirviendo comida en varios platos desechables.

    — Gracias... Por hacer esto por Daniela. — Dijo sin más para salir corriendo junto a la niña que estaba hasta la cima del juego inflable.

    Con una sonrisa Darío miró a ambos niños. Sofía no pudo evitar suspirar alegre al ver lo que ocurría.

    — Le agradas Darío. No con mucha gente se abre así. En verdad me gustaría que esos niños vivieran contigo.

    — A mí también. Pero todo depende de la resolución de la solicitud en unos días, para saber si puedo iniciar el proceso. — Dijo el chico serio.

    — Todo dependerá de cómo lo vea la trabajadora social que está a cargo. Darío ya no puedo retener por mucho los papeles de la pareja que quiere adoptar a Daniela. Si te rechazan tendré que hacer pasar los papeles ya que ellos son aptos completamente para adoptar.

    — Lo sé... Tengo que pasar esa muralla para tener esperanza que ellos vengan conmigo.

    — Ten esperanza de seguro todo saldrá bien.

    — Eso espero... pero mejor sigamos sirviendo, todos tendrán hambre muy pronto.

    Pero fue de repente que Darío miro un mercedes estacionarse en la entrada de la casa hogar. Parpadeando varias veces se dio cuenta de quien se trataba y rápidamente corrió para recibirlo, al salir del auto Damián junto con una gran bolsa de regalo, miró la fiesta infantil que era, pero que ciertamente se veían felices fue en ese momento que divisó al chico que venía a recibirlo y con una sonrisa comenzó a caminar en su dirección.

    — Mi bello ángel. Por fin llegué. — Dijo alzó su mano libre, Darío se postro delante de él con una sonrisa.

    — Gracias por hacer esto.

    — No tienes que agradecer, de cierta forma quería conocer a los pequeños que tienes por amiguitos, y también comprendo porque Fabián debía dormir a pesar de que no tenía mucho trabajo, así que era por esta fiesta. Me hubieras dicho antes para estar preparado.

    — Si, jejeje. Lo siento, pero después de pensarlo mucho creo que bueno que conozcas a los niños de aquí ya que todos estamos familiarizados con ellos desde hace rato.

    — Me contó un poco Beltrán de la historia. Pero mejor vamos, ya quiero conocerlos a todos y sobre todo a la cumpleañera y su hermano de bonito nombre.

    Caminando uno a lado del otro, Damián y Darío caminaron hasta que llegaron al lugar donde estaba la fiesta, al pasar por todo el jardín el abogado saludo a todos viendo como estaban divirtiéndose, fue cuando llegaron al inflable que Josué sonrió al llegar el par.

    — Hola que tal.

    — Buenas tardes Josué. ¿Cómo están tú y tu pequeño? — Preguntó Damián sonriente.

    — Bien, ha estado muy inquieto, creo que será amante de las parrandas... jajaja. ¿Buscan a Daniela? — Ambos asintieron. — Ahorita viene, subió por el otro lado enseguida caerá por aquí.

    Y como si fue una señal, la niña rubia cayó deslizándose por el vinil del inflable donde al ver a Darío fue a abrazarlo con una sonrisa, eso causó una impresión al abogado quien veía como Darío abrazaba a la pequeña niña.

    — ¿Quién eres tú? — Una voz infantil masculina lo sacó del trance viendo que frente de él estaba un niño de mirada dura cruzado de brazos. — ¿Quién es él Darío?

    — Bueno, quería presentárselo a los dos. Es un amigo muy querido mío, su nombre es Damián Morales, es hermano de Fabián y Beltrán.

    — Hola. — Dijo estrechando primero la mano del niño para después dirigirse con la niña quien miraba extrañada. — Tus debes de ser la cumpleañera, no crean que no vine con un regalo para ti. — Fue de repente que metiendo su mano a la gran bolsa el abogado sacó un gran peluche de Olaf de frozen junto con dos muñecas de la misma película. La niña rápidamente soltó a Darío para tomar sus regalos pero en para sorpresa de todos en vez de agarrar los juguetes la pequeña le dio un abrazo al abogado quien un poco temeroso con su mano libre acepto el abrazo y una sonrisa se dibujó en su rostro. — Feliz cumpleaños.

    — Gacias... — Dijo la niña tomando ahora si sus regalos y rápidamente jugar con el peluche y mostrárselos a todo. Josué se quedó mirando detenidamente la mirada del abogado y fue cuando realmente comprendió en la mirada.

    — Gracias por lo regalos de Alicia. — Dijo el niño acercándose al mayor quien solo le sonrió.

    — Nada que agradecer. Cuida mucho a tu hermanita.

    — Lo sé, por cierto... Bonito nombre. — Dijo el niño alzando los puños con alegría. El abogado choco los puños y también alegre contesto.

    — ¡Lo sé!

    Damián niño se fue corriendo detrás de la niña quien estaba de arriba para abajo con su peluches y muñecas. Mientras tanto el hombre miro y una risa por parte de Josué llamó la atención de ambos.

    — El instinto paternal solo se nota en la mirada de un hombre. — Dijo sonriente para después irse caminando con Rogelio en sus brazos. El abogado y el joven se quedaron sorprendidos mirándose ambos al escuchar eso, pero lo dejaron pasar. El tiempo pasó todos comenzaron a comer la comida que Alex y Darío habían preparado, en ese momento Damián se sentó a lado del joven quien solo miró alegre mientras comía también.

    — ¿Qué pasa Damián? Te noto serio. — Sonreía al sentarse al lado del abogado.

    — No es nada, simplemente me dolió un poco que me presentarás como tu querido amigo, mi bello ángel. Jeje.

    — Entonces... ¿Cómo quieres que te presente?

    — No lo sé... — Dijo con unas muecas y unas miradas picaras mientras trataba de no reír. — Tal vez, no sé... Me gustaría que me presentaras como tu novio. — El chico sonreía al verlo y simplemente respondía también con una sonrisa y mirada picara.

    — Tal vez... Pero dime, ¿Qué hemos sido todo el tiempo desde que regresaste el día de mi cumpleaños? — Al escuchar eso el hombre movió sus ojos de manera pensativa mientras le daba un bocado a su comida.

    — Buena pregunta, tal vez nunca lo sabremos. — Ambos se veía y se sonreían, la mano de Damián directamente fue a la mano de Darío donde la calidez del cuerpo de ambos hizo reacción al entrar en contacto. — Mi bello ángel, ¿Tu...?

    Pero antes de que pudiera continuar el ruido de los niños gritando por pastel se hizo presente mientras las encargadas trataban de controlarlos diciéndoles que después sería el pastel. Damián miró a todo y de repente algo le hizo clic en su cabeza.

    — ¿No crees que esto traerá envidia a los demás niños? — Preguntó el abogado pero enseguida Darío respondió.

    — No, esto fue idea de todos... Desde enero pasado comencé a venir cada mes haciendo algo parecido para los cumpleañeros del mes. Solo que un día Damián llegó y me comentó que todos querían planearle una fiesta a Daniela ya que es la niña más pequeña de aquí y que llegó hace dos años.

    — ¿Cómo que llego hace dos años? ¿No llego con su hermano?

    — Damián y Daniela no son hermanos de sangre. Damián fue recogido de las calles donde su padre alcohólico lo tenía trabajando para obtener dinero para alcohol y drogas. Daniela más o menos fue lo mismo, pero sus padres murieron debido a una sobredosis. El niño no pudo evitar cariñarse con la pequeña debido a sus parecidas historias así que desde el primer día ellos se han mantenido unidos a tal grado que Daniela comenzó a llamarlo hermano y él le llama hermana.

    El abogado escuchó cada palabra de la historia de aquellos niños. Y fue de repente que los miró como reían alegremente, se sorprendía de ver como ellos podían sonreír aun con todo lo que habían pasado. Era admirable.

    La fiesta continúo con diversión, después del pastel y cantarle el feliz cumpleaños a Daniela todos comenzó a recoger debido a que ya era noche. Todos se fueron con una sonrisa, al igual que Darío y Damián quienes iban en el mercedes y fue de repente que el chico se dio cuenta del camino que estaban tomando.

    — Este no es el camino al departamento.

    — Así es... No vamos al departamento, iremos a un bello lugar especial para ambos. — Después de unos minutos conduciendo con la incertidumbre a donde irían fue de repente que el auto se detuvo. Darío se sorprendió al ver la joyería de Damián ante sus ojos.

    — La joyería. — El chico miró al abogado bajarse del auto mientras sacaba unas llaves, Darío se bajó también mirando como el mayor abría los cerrojos que protegían la puerta de la cortina de metal. Cuando abrió la puerta Damián entró.

    — Vamos mi bello ángel, entra.

    Darío se adentró mirando todo el local, estaba todo como recordaba simplemente lo que cambiaba era la mercancía que estaba en los exhibidores. Tantas cosas que ocurrieron ahí, muchas buenas y otras malas. Su mirada de repente observo al abogado sentarse en la silla que estaba en la mesa de trabajo que estaba cubierta con una manta de gran tamaño, era el lugar donde siempre lo veía al llegar de la universidad, siempre atento a la pieza en la que estaba trabajando con esa sonrisa que lo enamoraba más y más cada día.

    — Que bien se siente, extraño esta silla. — Darío se acercó hasta quedar frente a frente. De repente sus labios se unieron a los de él en un beso apasionado. Las manos del abogado comenzaron a recorrer el contorno del cuerpo del chico atrayendo sus caderas haciendo que subiera encima de él. Los recuerdos llegaban como casi diario por muchos días esas paredes y joyas eran testigos de su amor, como esa silla soportaba el peso de ambos y como aquel ambiente en el lugar se sentía tan bien, era de ellos. Lentamente Darío se separó sonriendo al abogado.

    — ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Y tú profesor?

    — El profesor Torres me avisó hace unos días que dejaría la joyería debido a que realmente debido a su edad ya no puede trabajar como antes. Me pidió disculpas y me entregó las llaves, creo que... es el final de este negocio.

    — ¿Vas a quitar la joyería? — Dijo sorprendido el joven.

    —Si, al menos que consiga alguien que quiera trabajar de joyero, no veo otra forma. Yo no puedo ahorita. Por eso te traje, quería que estuvieras conmigo y viéramos por última vez este espacio.

    Darío de repente observo todo levantándose, aquellos muebles, la herramienta y las joyas que estaban. De repente su mente se llenó de recuerdos. La tristeza lo invadió y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

    — Aquí pasamos muchas cosas. — Dijo el abogado, lentamente se levantó y tomo las manos del chico acariciándolas un poco, sonriendo. — La joyería se va, pero la casa se queda, yo me voy a venir a vivir aquí. Ya que no me siento a gusto viviendo en el techo de mí hermano cuando yo tengo esta casa que es mía.

    — Ya veo, entiendo... — Darío no sabía cómo sentirse acerca de lo que le estaba diciendo Damián, quería decir algo pero algo se lo impedía. Por lo cual bajo su mirada mirando sus manos unidas.

    — Te conocí afuera, aceptaste mi pastel de agradecimiento, platicamos, nos besamos... Nos enamoramos, aquí fue donde nos volvimos novios y donde todo se fue al caño. Pero eso no quita que todas estas cuatro paredes, vieron que realmente nos amamos... Por eso se traje, para que estas misma cuatro paredes, estos muebles, las herramientas y joyas sean de nuevo testigo de este nuevo amor que nos tenemos. Porque sé que todo este tiempo que estuvimos separados tú nunca me dejaste de amar como yo tampoco y eso significa que no podemos vivir sin el otro.

    — ¡¿Damián?! — El chico no creía, como el abogado de repente se arrodillo en frente de él sonriéndole y sacando algo del bolsillo interno de su saco.

    — Darío Rivero, mi bello ángel...

    Darío no lo podía creer, sus manos sudaban, sus piernas temblaban todo de él estaba nervioso ante el acto del abogado quien solo sonreía y lo miraba con ternura. Para el joven, en verdad estaba ocurriendo... Estaba a punto de recibir la pregunta pero no podía pronunciar palabra alguna, porque él tenía la respuesta en la punta de su lengua. Pero lo que no sabía, lo que le daba miedo era responder con la respuesta equivocada...
     
    Top
    .
  11.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Me ha gustado los tres capítulos.
    Me encanta esta historia, adoro a Darío y a Damián.
    Que bueno que Damián ha cambiado y por fin sabe lo que paso Darío y como se siente.
    Darío todo celoso.
    Damián le pedirá a Darío o que se case con él o que vayan a vivir juntos sea lo que sea que Darío diga que sí y puedan adoptar a Damián y a Daniela así no lo separarán y le darán mucho amor.
    Con muchísimas ganas de leer más y saber lo que le pedirá Damián a Darío y este que le responderá.
    Esperaré con ansias la conti de este y tus otros trabajos.
     
    Top
    .
  12.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Espero todo bien y pronto nos puedas traer la continuación de este y de todos tus otros trabajos.
     
    Top
    .
  13.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Espero todo bien y pronto nos puedas traer la continuación. Extraño mucho tus historias.
     
    Top
    .
  14.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Espero todo bien y que pronto vuelvas con la continuación sería una lástima no ver el final de tan magnifico trabajo. Extraño mucho esta historia y todas tus otras historias. Vuelve por favor.
     
    Top
    .
  15.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Maestr@ en Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    5,596

    Status
    Anonymous
    Espero todo bien y pronto nos puedas traer la continuación. Extraño mucho todas tus historias. Vuelve por favor, no abandones tus historias.
     
    Top
    .
14 replies since 23/7/2019, 02:26   140 views
  Share  
.