¿Novio o Novia? Lo que tú quieras que sea (EXTRA) (FIC FINALIZADO)

Kai x Chiaki (omegaverse)

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  1. Tem-chan
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    Capítulo 8


    Pasaron unos días después del incidente con Noah. Kai había ido al médico para pedir las medicinas para el celo, ahora que le había llegado el primero tendría que tomar ciertas pastillas para evitar algún desastre. No se podía evitar, cuando se era omega se tenía que ir con mucho cuidado con el tema, pasarse con el medicamento era malo para salud. Y no tomarlo hacía que los Alpha quisieran atacarte, al menor síntoma de celo. Kai pensaba que todo eso era un rollo, tener que recordar el tiempo de tomar las pastillas y el tener que estar siempre preocupado por si el celo le llegaría o no. No sabía si tendría un celo regular o no.
    ―Paso de preocuparme, la cosa es llevar las pastillas y el collar a mano por si pasa algo usarlos rápidamente ―se dijo a si mismo decidido.
    Se había comprado una riñonera para poder poner las cuatro cosas esenciales. De paso aprovechaba para llevar el móvil, la cartera y las llaves. No cabía mucho más en ella, aparte del collar y las pastillas. Era lo suficientemente grande para llevar eso, pero lo suficientemente cómodo para que no le molestase y para que pudiese encontrar las cosas rápidamente. El médico le había asegurado, que mientras no viese a su persona predestinada, las pastillas tendrían el celo a ralla y que no tendría demasiados problemas para llevar una vida normal. También le había dicho que si no era así, solo tenía que regresar y buscarían un medicamento más adecuado o unas dosis diferentes.
    ―Mama, voy a ir a ver a Chiaki ―le comentó a la mujer que lo había acompañado al médico.
    ―Está bien, pero no te olvides de tomar el medicamento.
    ―He puesto una alarma en el móvil, cada día a la misma hora. Cuando me llegue el celo ya veré como lo hacemos para las otras pastillas.
    ―Bien, nos vemos más tarde.
    ―Sí.
    Dicho esto el moreno tocó el timbre de la puerta de al lado de la suya. El castaño le abrió la puerta y le sonrió en cuanto le vio. Le dejó pasar y fueron a la habitación, después de saludar a los padres de este. Kai le explicó lo que le había contado el médico tanto de las pastillas como de la persona destinada. Era un tema que en estos momentos sí que les interesaba un poco. Después de ser conscientes de la reacción de ambos durante el celo del moreno, habían tenido dudas.
    ―El doctor me ha dicho que no tiene nada que ver con ser destinados, que si lo fuésemos mi celo no habría tardado tanto en llegar.
    ―¿En serio?
    ―Sí, pero también ha dicho que cuando amas a alguien su celo te afecta más. Porque aparte de las feromonas, la parte física de la ecuación, también influye el amor, la parte emocional.
    ―En terminología de gamer, sería un x2 ―constató Chiaki, al escuchar la explicación de Kai.
    ―Correcto. Tú sueles ser más resistente al celo de los otros omega, porque me amas a mí. Digamos que ese sentimiento bloquea un poco tu reacción, aunque no tu instinto físico.
    ―Tengo la reacción física, pero mi mente lo bloquea por qué no eres tú, entonces podría ser un x0,5.
    ―Sí.
    ―No sabía que el amor podía influir tanto en las reacciones del celo.
    ―Al parecer es un estudio que se ha hecho recientemente y aún no se explica en las escuelas ―ambos se quedaron un poco pensativos y Kai aprovechó eso para añadir― también le he preguntado porque solo pensaba en ti durante el celo y me ha dicho que es por lo mismo. Que mi cuerpo deseaba un Alpha, como omega en celo, pero que mi mente solo quería que fueses tú porque te amo.
    ―Al parecer no somos destinados, pero tampoco es necesario.
    ―Eso parece. Nuestro amor podría rivalizar con el de los destinados y ganar ―convino Kai orgulloso de ello―así que puedes morderme sin más porqué vamos a estar juntos para siempre.
    ―K-Kai…
    ―¿Aún tienes dudas?
    ―No, pero… aún somos muy jóvenes, quiero esperar un poco más.
    ―Es algo que debemos hacer cuando ambos estemos preparados, esperaré a que lo estés.
    ―Gracias y perdona.
    ―No te preocupes, tonto, todo está bien.
    ―Sí.
    Kai besó a Chiaki para darle un poco de ánimos. No lo había hecho con esa intención, pero con sus palabras había presionado a su Alpha. El castaño respondió al beso de Kai, dejando que este marcara el ritmo. Como siempre se sentía una carga para el moreno. Siempre era él quien tenía dudas, quien lo hacía esperar y quien recibía más atenciones por parte de su novio. Este era tan amable, que nunca se enfadaba con él. Siempre esperaba a que él estuviese preparado y se adaptaba a su ritmo. Quizás el moreno lo estaba malcriando demasiado, pero era algo que agradecía enormemente.
    A pesar de todo Chiaki quería que su novio fuese feliz, y si eso implicaba forzarse un poco a mejorar, lo haría. Por él estaba haciendo los cambios. Porque él le daba fuerzas con su apoyo incondicional. Porque sabía que era lo mejor para el moreno, estaba sacando su valor para decirle al mundo quien era en realidad. Y le estaba costando. A pesar de todo, los cambios no eran fáciles, y estaba haciendo esperar a Kai. Como de costumbre, él no se quejaba y solo estaba junto a él, ayudándolo.
    ―Te quiero, Kai.
    ―Yo también te quiero.
    ―Esto… siento hacerte esperar… pero necesito más tiempo, para poder cambiar y ser un Alpha digno de ti.
    ―No entiendo el significado de “un Alpha digno de mí”. Porque para mí eres perfecto tal y como eres.
    ―No es cierto. Soy muy lento, siempre tengo dudas y miedos. No puedo apoyarte como tú lo haces conmigo y ni siquiera sé si podré serte de ayuda en un futuro.
    ―Creo que te exiges demasiado. Está bien ser lento, porqué significa que no haces las cosas porqué sí o porqué te dejas influenciar. A mí no me molesta esperar. A parte, aunque sea lento vas avanzando y te esfuerzas. Yo he visto como has ido cambiando estos días. Te vistes de chico más a menudo y no estás tan nervioso, te comportas más como tú mismo. Se nota que haces tu mejor esfuerzo en ello. Y aunque seas lento, lo importante es el querer esforzarse y eso lo haces.
    Chiaki escuchaba las palabras de su novio, las cuales, como siempre, conseguían salvarle. No sabía cómo lo hacía, pero siempre sabía que decir para que él se sintiera mejor. No podía imaginar su vida sin el moreno. Se abrazó a su novio y escondió su rostro en su cuello. Estaba sonrojado y algo lloroso. No sabía si era por ese sentimiento de inferioridad o si por las palabras de su novio, pero en esos momentos no podía estar en un mejor sitio que allí.
    ―No entiendo como hemos llegado a esto, si solo venía a contarte mi visita al médico ―comentó Kai mientras abrazaba al castaño.
    ―Yo tampoco lo sé.
    ―Creo que aún queda un rato antes de la cena, ¿quieres que juguemos un poco?
    ―¿A qué? ―preguntó Chiaki separándose de él.
    ―A ver… vamos a ver los juegos de la play que tienes, a ver cuál nos apetece a ambos.
    ―Bien.
    Mientras jugaban entró el padre de Chiaki a la habitación y les informó de que era mejor que dejasen de jugar para ir a cenar y dormir. Al ver la hora ambos chicos se extrañaron. Era muy pronto, aún. El padre les explicó que irían a la montaña al día siguiente. Habían acordado eso con los padres de Kai, y que para llegar a una buena hora tendrían que madrugar. Eso sorprendió a los chicos.
    ―Entonces, acabamos esta pantalla y me iré.
    ―De acuerdo.
    Y sonó la alarma del móvil de Kai, la cual asustó a los presentes. Incluido al moreno. Se levantó y fue a la cocina a buscar un vaso de agua. Era la hora de la pastilla. Sólo era el primer día y ya se le estaba haciendo algo pesado. Después de lavar el vaso regresó junto a Chiaki. Ambos terminaron con el juego y se despidieron con un beso.
    Al día siguiente, se levantaron realmente pronto. A las 5 de la madrugada los padres los levantaron y los hicieron poner en pie. Sin más se vistieron y cogieron el coche. Ambos se durmieron en el coche durante el viaje. Al cabo de unas horas los despertaron para desayunar. Habían parado en un pueblo que había de camino y habían encontrado un sitio donde tomar el desayuno y algún café que otro. Estaban todos bastante somnolientos, y los que conducían debían de evitar dormirse al volante.
    A partir de ese momento el trayecto fue más animado. Entre cantar y hablar, se notaba que todo el mundo estaba más despierto. No era nada raro que sus padres planearan mínimo una visita a la playa y otra a la montaña, pero normalmente no iban a una tan lejana. Ambos chicos estaban un poco sorprendidos y tenían algo de curiosidad.
    ―¿Dónde vamos?
    ―A la montaña, esta vez hemos decidido ir a una más alta.
    ―Pero… ¿porque tan lejos? ―insistió Kai.
    ―Estuvimos mirando y esta nos pareció interesante.
    ―Es una montaña… todas son parecidas.
    ―Esta tiene algo especial, ya lo veréis.
    Los chicos se miraron pensando que eso era algo extraño, pero no le dieron más vueltas. Siguieron su viaje hablando y cantando como antes, hasta que finalmente llegaron al aparcamiento del pie del camino de la montaña. Allí se repartieron las mochilas y empezaron a subir por el camino. Kai a parte de la mochila llevaba su riñonera con sus pastillas, mejor tenerlas a mano por si acaso.
    El camino fue tranquilo, sin contratiempos. Con momentos de subida y otros más llanos. Algunos disfrutaban más la subida y el paisaje que otros, pero al final todos llegaron a la cima del camino. Kai siempre se preguntaba que tenía de bueno hacer estas excursiones tan agotadoras. Era una costumbre de cada año, y a pesar de todo no se acostumbraba.
    Cuando por fin se fijó en el lugar, se dio cuenta de que había un pequeño templo. No se le veía muy popular, estaba algo descuidado aunque tampoco parecía que tuviese que derrumbarse. Se veía baste nuevo, en realidad. Se acercaron y leyeron la nota informativa.

    Templo en honor a Hinata,
    la Diosa del Amor Homosexual
    y las relaciones intergenero.
    Quién haga una ofrenda aquí,
    conseguirá la bendición
    para un amor eterno y feliz.


    Ambos se miraron después de leer esto. ¿De verdad sus padres los habían traído a un lugar como este? Miraron a los cuatro adultos y estos sonreían, entre divertidos y traviesos. Después volvieron a mirarse y sonrieron. Ya que estaban no perdían nada por hacer una ofrenda y un rezo a esta Diosa desconocida. Kai no creía que fuese necesario eso, porqué su amor eterno y feliz ya estaba más que demostrado, pero no estaba de más tener la bendición de una Diosa.
    Al acabar de rezar regresaron con sus padres que esperaban a cierta distancia. Suponían que tendrían que darles las gracias. Se habían preocupado por ellos y los habían llevado para darles más seguridad. Ellos también habían vivido esos momentos algo turbulentos de su relación. De algún modo les afectaban estas cosas como padres y madres de ambos chicos. Y también habían querido dar su ayuda y apoyo de algún modo. Los chicos se sintieron agradecidos por ello, quizás más Chiaki, quien se sentía más inseguro de los dos.
    ―Muchas gracias por esto ―les agradeció el castaño con una sonrisa.
    ―Gracias ―fue el agradecimiento de Kai― realmente me ha sorprendido encontrar este templo.
    ―Es una Diosa poco conocida y su templo ha sido construido hace poco, pero espero que os dé su bendición ―explicó el padre de Kai acariciando la cabeza de su hijo.
    ―Ya soy mayorcito, padre… ―se quejó este.
    ―Somos conscientes de todas las dudas que habéis tenido estos días, por el cambio de Chiaki y el celo de Kai, y queríamos ayudar de alguna forma ―la madre de Kai se acercó para abrazar a su hijo.
    ―Mama, tu también…
    Chiaki se rió por las quejas de Kai, y se puso a llorar de la alegría de saber que tanto sus padres como los de Kai aprobaban su relación. Siempre había dudado sobre eso y pensaba que los mayores eran algo reticentes, pero al parecer ya no era así, y ahora se sentía mucho más seguro. Se acercó a su madre y se abrazó a ella entre lágrimas de alivio y felicidad.
    ―Chiaki tiene tu misma edad y no le importa.
    ―Pero él es así, yo soy diferente.
    ―Sí, Chiaki es más dulce que tu ―le dijo su madre al moreno.
    ―¿Y que con eso? A mi me gusta que lo sea, pero yo no puedo ser como él.
    ―K-Kai…
    Los padres de ambos rieron por la escena, y decidieron dejar de tomarles el pelo a los niños para iniciar un paseo por el lugar y buscar un sitio donde comer antes de regresar. Se habían levantado pronto porqué era excursión larga y tendrían que darse prisa si querían llegar a casa no muy tarde. A pesar de todo había valido la pena porque los niños estaban más animados y era el objetivo de la salida.
    Después de la comida emprendieron el camino de regreso hacia el coche. Había sido la mejor salida a la montaña en años, según Kai. Aunque a él no le gustaba mucho ir a la montaña. No le veía el punto a cansarse para nada. Él era más de ir a dar una vuelta, y a la playa. Al menos allí podía refrescarse en el mar cuando tenía mucho calor. Y recordar la última salida le hacía sonreír. Sobre todo por el juego que había mantenido con Chiaki.
    ―¿Porque sonríes, Kai? ―le preguntó su novio viéndolo con curiosidad.
    ―Pensaba en el día de la playa, y en que por primera vez me ha gustado una salida a la montaña.
    ―Me alegro de que lo hayas pasado bien el día de hoy ―Chiaki después de decir esto le sonrió alegremente.
    Cuando por fin llegaron a casa se sentían realmente cansados. Había sido un día cansado, pero también lleno de emociones que les hacían sentir felices. Sus padres se preocupaban por ellos, por su relación y su futuro. Los querían y los animaban a seguir con sus sentimientos y sus sueños. No podían desear más. Además, estaban seguros de que su relación duraría para siempre, con marca o sin marca. No era esencial que Chiaki mordiese a Kai. Y tampoco había prisa, tenían muchos años más por delante. Con esos pensamientos ambos se fueron a dormir, cada uno en su casa.
    Continuará...
     
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