Dos miradas diferentes (Misaki Takahashi x Shinobu Takatsuki)

Gracias a un proyecto escolar, Misaki encuentra a un amigo que poco a poco despierta una atrevida curiosidad.

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  1. RyanAngel98
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    Yaoizando
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    ¡Saludos, queridos lectores! Quiero agradecerles el que se hayan tomado un momento para echarle un vistazo a esta pareja que no se ve a menudo. Pronto subiré el próximo pedazo. Apreciaría cualquier comentario que tengan. Los dejo con el fic y espero que nos leamos pronto.

    ---

    ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me gustó alguien de tal forma? No tengo ni la más mínima idea. De hecho, me han atraído algunas personas desde que cambié de universidades hace casi dos años atrás, pero nunca me aventuré a contarles lo que sentía. Cómo es que habría de decirles que sólo me gustaban y que tenía curiosidad intentar algo con ellos si me otorgaban esa clase de permiso. No hay cómo saberlo, supongo. Al menos, eso es lo que cre-

    —Misaki, ¿entendiste? —me llegó la notificación del teléfono.

    —Oh… sí, sí. Sí, ahí estaré.

    Finalmente le respondí después de haberme perdido en mis pensamientos por casi cinco minutos. Para ser honesto, no me había sentido igual de perdido como ahora. Tengo veintidós años y aún no he experimentado lo que es tener una relación seria. Posiblemente porque busco vínculos serios sin el jugueteo que los demás quieren.

    —Misaki, ¿te apetece carne asada para la cena?

    —¿Como a qué hora?

    —¿Vas a salir? —saqué la bolsita de regalo más pequeña que tenía desde esa vez que mi hermano me regaló un reloj de mano hace tres años atrás—. ¿Es Shinobu?

    —Quizá… —apreté un poco la bolsita.

    A veces me pregunto cómo es que esa vez pude haberle pedido a Takahiro que responda una llamada de mi teléfono. De no haber estado ocupado ese día, mi hermano no se hubiera metido en la cabeza que tengo un posible interés por este amigo.

    —Vale, entonces no llegues tan tarde para comer todos juntos.

    ***



    Conocí a este amigo en una de mis clases en la universidad. Cuando lo vi por primera vez, algo en él causaba cierta intriga en mí. No sabía si era la forma en que su tenue voz apenas se oía o si era la forma en que siempre se vestía medio formal. La cuestión es que un día la profesora quiso que la clase haga parejas para analizar un texto y arreglar los errores que la máquina había efectuado sin darse cuenta. Justo ese día me había sentado en la fila delantera del salón y él estaba apenas unos asientos a mi izquierda.

    —Misaki, Shinobu y tú trabajarán juntos.

    Y sin más antelación, aquel chico de aura intrigante se sentó a mi lado.

    —Hola. Soy…

    —Shinobu, ¿verdad?

    —Misaki.

    Ambos estrechamos las manos e intercambiamos una tímida sonrisa entre nosotros. Al menos, yo creo que era tímida de mi parte. No es como si nunca antes lo hubiese visto sonreír así que no puedo decir si esa fue una sonrisa tímida o no. Lo que sí no puedo negar es que desde hace días estudio la forma en que hablaba, se expresaba y escribía en su cuaderno. Algunas veces casi me atrapaba en el acto así que sólo me quedaba pretender que estaba mirando a la puerta o a la pared. Y ahora lo tenía a mi lado y no sabía cómo entablar una conversación manteniendo contacto visual en aquel salón con varios ordenadores en frente de nosotros.

    —Creo que es mejor reemplazar este término de aquí por el de aquí, ¿no crees?

    Él pronunció mientras yo miraba entre el papel, la pantalla apagada del ordenador y la forma en que sus dedos se desplazaban sobre la lisa superficie del escritorio.

    —Sí, y para mejor resultado debemos usar el diminutivo —intentaba hablar sin dejar notar tanto la forma en que mis mejillas empezaban a enrojecerse —así tendremos una oración más efectiva con este contexto.

    El resto de la clase prosiguió mientras él y yo discutíamos el texto. Al menos, mi mente intentaba concentrarse en lo que él decía, pero mis ojos miraban entre el papel y la pantalla del ordenador en frente de él. En diez minutos juntos, ya había notado el gris de sus ojos, el rubio medio oscuro de su cabello y la forma en que su expresión se mantenía sería. Entre ratos se le escapaba una pequeña sonrisa que según yo calificaría como tímida. Ver su sonrisa me hacía sonreír un poco mas no lo hacía al mismo tiempo que de reojo miraba a la pantalla o él se hubiese dado cuenta.

    —Terminen el trabajo antes de la otra clase, ¿entendido?

    Esa era la penúltima clase del día para mí. No sabía si era la última para él, pero debía encontrar una forma para mantenernos comunicados y terminar el trabajo para la próxima clase. Me quedaban siete minutos para poder llegar al otro salón, así que rápidamente empecé a escribir mi número en un pedazo de papel. Después de haber pensado excesivamente si darle mi correo electrónico iba a sonar muy formal o si darle mi número iba a sonarle muy directo, decidí dejarle el papelito cerca de su mano izquierda y salí a la carrera del salón.

    En toda la hora no dejé de pensar en el tono de su cabello o en el gris que se ocultaba en su mirada. Revisaba mi teléfono a ver si me había enviado algún mensaje o por si me llamaba. Aunque también llegué a pensar que quizá él consideró raro el hecho de que salí corriendo de tal forma después de haberle dejado mi número. No me dio tiempo a decirle que tenía cuatro clases ese día y que tenía una más después de la nuestra. Y así fue como después de que terminara la hora, empaqué mis cosas y bajé las escaleras para entrar a la estación del tren y subirme al mío para ir a casa. No recibí mensaje de él ni en la primera, segunda, tercera o… ni siquiera conté cuántas paradas habían pasado en las que me ponía a revisar si me había escrito. Justo antes de la penúltima parada me llegó el mensaje que tanto había esperado.

    —Misaki, ya te agregué a mis contactos —es lo que pude leer en la ventana de notificación y no pude evitar sonreír de lo más feliz. Empezamos a escribirnos todo el rato después de ese mensaje y luego compartimos nuestra red social preferida para comunicarnos con más comodidad. No sé cuánto tiempo había pasado en el que platicamos de muchísimas cosas. Me parecía que ya lo conocía desde hace meses.

    —Eres el primer amigo que he hecho en esa clase…

    —Tú también lo eres para mí, Shinobu.

    Fue así como me enteré de que Shinobu Takatsuki, de diecinueve años de edad, apenas tenía amigos en esa universidad. En mi caso, yo llegaba a considerar amigos a ciertos conocidos y terminaba un poco decepcionado cuando desaparecían con el tiempo. Shinobu me contó que él nunca se desesperaba en conocer a otras personas ya que la gente indicada siempre llega a la vida de uno sin importar cuánto tiempo pase. Yo en cambio tomaba la iniciativa para entablar conversaciones y darme a conocer con aquellos que parecían ser candidatos para una buena amistad.

    La primera noche conversamos un montón. La segunda no me escribió y creo que tenía que ver con su trabajo ya que él trabajaba a jornada completa y veía una o dos clases cada vez, ya que vivía con un compañero en un apartamento y ambos debían dividirse las cuentas. De igual le había contado que fui becado al empezar en esa universidad y que, debido al contrato de la beca, tenía que ver cuatro asignaturas cada semestre. No sólo eso, pero también trabajaba a media jornada y tenía otras responsabilidades fuera de lo académico. Así que me esperé al tercer día y ambos volvimos a chatear un montón toda la noche. Terminamos el pequeño proyecto de la clase y luego seguimos conociéndonos. Definitivamente había hecho un buen amigo y algo me decía que él pensaba lo mismo de mí. En cada clase nos sentábamos juntos y compartíamos risas e historias de las perspectivas que cada uno tenía. Disfrutaba la compañía de él y se me hizo un hábito lo de observarlo de reojo por la pantalla del ordenador. Estaba tan agradecido de que aquel salón tenía un ordenador para cada estudiante y cómo casi no usábamos el ordenador y se mantenía apagado, se me facilitaba el poder estudiar un poco más sus rasgos faciales. Algo en mí me decía que él ya sabía que lo observaba entre ratos, pero como nunca decía nada yo seguía haciéndolo.

    Hasta que un día la profesora asignó una pequeña presentación. Debíamos investigar el uso del lenguaje llano en cualquier sitio que encontremos de la ciudad y que lo comparemos con otro. También podíamos recurrir a los sitios web de otros países ya que la clase estaba compuesta por gente de otros lugares también. No era algo difícil, pero para Shinobu sí parecía ser algo un poco tedioso. Tanto le disgustó la idea que él decidió no asistir ese día.

    —¿Qué tal estuvo todo? —él me escribió.

    —Un poco aburrido.

    —Creí que a ambos nos gustaba esta clase.

    —No fue lo mismo hoy —le expliqué que cada uno presentó desde su asiento y la profesora podía proyectar lo que teníamos en nuestras pantallas y así todos podían ver sin tener que levantarse de donde estaban. Aun así, él sentía algo de molestia lo de querer presentar algo para los demás ya que debía proyectar su voz para todo el salón.

    —Me sentí un poco desanimado.

    Él me preguntó la razón, pero ni yo mismo sabía por qué me sentí así en la clase. Una parte de mí quiso decirle que ver su silla vacía a mi lado me había hecho sentir cierta tristeza. Algo en mí quiso decirle que me hizo falta. Algo en mí quiso hacerle saber que imaginaba su sonrisa que había perdido timidez después de unos meses, y que imaginaba sus preciosos ojos grises que hacían perderme cada que los observaba por la pantalla. Y aunque apenas habían pasado unos meses, podía sentir un antiguo sentimiento surgir en mi alma.
     
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3 replies since 12/7/2020, 06:39   106 views
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