[28avo. Reto Literario "La belleza del momento"] Kingsman || Armadura de papel.

|| HartWin | K+ ||

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    Disclaimer: Kingsman © Matthew Vaughn/Jane Goldman – The Secret Service © Mark Millar/Dave Gibbons.
    Pareja: HartWin (Harry Hart x Gary “Eggsy” Unwin)
    Género: Angst con final feliz.
    Rating: K+
    Notas:
    SPOILER (click to view)
    Hace algunos días volví a ver las pelis de Kingsman y, en conjunto al lanzamiento del reto, he conseguido mi excusa perfecta para escribir algo de este par.

    Tengo que decir, también, que el fic que procederán a leer no tiene otro objetivo que poner en evidencia dos cosas: 1) lo poco que me gusta la pareja de Tilde y Eggsy, y 2) lo mucho que necesito que el muchacho se quede con Harry y lo haga feliz. Por favor. Harry NECESITA ser feliz. Me va a doler toda la vida este personaje, aiuda.

    Recuento de palabras: 2041
    Canción recomendada: Armor | Landon Austin.
    Resumen: La rutina perfecta, de un perfecto caballero, es lo más imperfecto que alguna vez se ha visto.


    Armadura de papel.



    La rutina de un Kingsman era, probablemente, lo más alejado a rutinario que pudiese encontrarse.

    La rutina de un caballero, en cambio, podía preciarse de tener todo calculado y previsto al milímetro: desde el té de la mañana, hasta el Martini de la tarde-noche. Todo perfecto, todo impecable.

    Y, por supuesto, ambos conceptos se entremezclaban para formar la amalgama perfecta (al menos en Inglaterra. Por allá por Estados Unidos el asunto… en fin, cambiaba un poco), pero en la esencia más pura las diferencias resultaban inexcusables.

    Harry sabía muy bien eso, demasiado bien a decir verdad, y por lo mismo decidía ignorar a consciencia esa inflexión interfiriendo en el equilibrio perfecto.

    Algo que no hacía notar, algo que nadie sospecharía jamás, pues los años le habían enseñado a ser un estupendo actor (y porque dejar que los problemas personales interfiriesen en el trabajo era un pecado mortal), pero que le mantenía despierto durante las noches más oscuras y solitarias.

    De aquellas que tenía muchísimas, de un tiempo a esta parte.

    O hace más que un tiempo, si se demandaban precisiones (y siempre se demandaban, en la vida que Galahad senior llevaba). Y es que tal vez su vida se había condenado a sí misma a la soledad más absoluta desde hacía años. Muchos años, para lo que llevaba en cuenta.

    Antes de ser verdaderamente consciente de ello, se estaba poniendo viejo. Estaba observando los días, las semanas, los meses, los años, pasando como si fuesen el fragmento de una película empolvada.

    Todo se desdibujaba en proyecciones irreales, ajenas. Todo se movía a su alrededor como si él no fuese más que un simple espectador. Alguien tras una pantalla, incapaz de una acción no programada por un libreto minuciosamente planeado.

    ¿Tal vez había sido un error dejar atrás los sueños de Lepidopterología? ¿Tal vez no fue la mejor alternativa entrar al ejército?

    Podría haber pensado en ello, negando con total convencimiento luego de un rato, de no ser por cierta seguidilla de acontecimientos que le hicieron replantearse su historia. O la inexistencia de esta.

    La llegada de Eggsy a la organización, si bien no fue propiciada por un contexto exactamente ameno, decidió instalarse como el hito que le haría empezar a cuestionarse muchísimas cosas. Desde las más simples, como los horarios más adecuados, hasta las más complejas, como…

    En fin.

    Había sido una fortuna que la rutina, esta vez con su ajetreo, hubiese llegado a salvar el día. De lo contrario Harry no tenía muy claro hacia dónde le hubiesen llevado estos nuevos hilos mentales que estaba descubriendo. Porque, desde luego, siempre estaba bien dispuesto a aprender algo novedoso, su trabajo se basaba en la capacidad de reinventar técnicas y estrategias, pero aquel parecía ser un terreno demasiado peligroso.

    Peor que echarse a correr por un campo minado.

    Y no. No estaba intentando ser exagerado.

    Para los Kingsman, y esta era una regla subentendida sin necesidad de proclamación a los cuatro vientos, estaba prohibido tener relaciones que pudiesen considerarse cercanas.

    Los lazos, en términos generales, representaban debilidad. La debilidad derivaba en distracción, y la distracción en el más absoluto e inexcusable fracaso.

    Algo imperdonable, ¡inconcebible!, y ante lo cual, de nuevo, Galahad había conseguido un dominio excepcional, envidiable al punto en que le llenaba de orgullo ser un agente ejemplar, imperturbable.

    Le llenaba de orgullo no tener a absolutamente nadie en su vida. Le llenaba de orgullo ser un robot.

    Realmente estaba jodido.

    De hecho, si hacía el ejercicio de detenerse a pensar un poco en el asunto, probablemente desde su perro, el señor Pickle, que no se permitía realmente abrir su corazón hacia otro ser vivo.

    Desde que la pancreatitis se lo llevase, ya viejo, parecía haberse olvidado conscientemente de lo que era experimentar el afecto, demostrarlo, vivirlo.

    Y por eso aquel muchacho, con sus mil y una formas de atraer al desastre más absoluto, cogió un mazo y empezó a aporrear todos los muros que con tanto esfuerzo y dedicación había estado construyendo.

    Harry Hart, que tras el caballero arturiano se había construido una armadura perfecta, empezaba a fisurar su fachada cuando de vez en cuando se le escapaba una sonrisa complacida al ver los progresos de su pupilo. O cuando sin querer se le quedaba mirando más de la cuenta en algún momento.

    Cuando Valentine le disparó fuera de la iglesia, es cierto, hizo un repaso mental para darse cuenta de que estaba solo, pero en una cosa mintió al contar su experiencia tiempo más tarde: a pesar de darse cuenta de que había desperdiciado su vida confiándose en el aislamiento emocional, siempre estuvo presente en su mente una imagen, una vívida imagen, hasta que su cerebro desconectó por completo de la realidad.

    Mientras la consciencia se desvanecía de sus sinapsis, cada vez más lentas y torpes, sólo podía pensar en Eggsy, y en lo mucho que lamentaba tener que despedirse de esa forma, sin siquiera haber mediado una despedida.

    En lo mucho que lamentaba no haber fisurado su armadura muchísimo antes, para dejarle entrar, acercarse, orbitar a su alrededor hasta que se le contagiaran esas risas, esa curiosidad por todo cuanto le rodeaba, esa picardía encantadora.

    Mientras el vacío más absoluto hacía eco en su cabeza, sólo de eso se arrepentía.

    Y sólo eso agradeció poder remediar, si bien el proceso hubiese tomado muchísimo más tiempo del que hubiese querido.

    Pero es que todo el tiempo era demasiado cuando un corazón estaba despertando de tan prolongado letargo.

    ┉┅┄┄┈•◦ೋ•◦❥•◦ೋ•



    — ¿Estás seguro de que no me veo como un estúpido?

    Esa pregunta amenazó con hacerle reír, pero la sensación fue rápidamente reemplazada por una punzada suave, pero presente, en el centro de su pecho: Eggsy no lucía estúpido, lucía maravilloso.

    Marravillo y lejano.

    — Mírate al espejo — tomó una ligera bocanada de aire mientras el contrario se posicionaba frente a la enorme estructura que destacaba en el cuarto — ¿Qué es lo que ves?

    Un silencio breve, brevísimo, pero que le torturó como ninguna tortura había podido hacer antes. Y como ninguna haría jamás, estaba seguro.

    — Alguien que no se puede creer lo que está pasando.

    Sus miradas se encontraron por un segundo tras esa respuesta, un segundo que Harry hubiese deseado durase para siempre pues en el instante en que desapareciese tendrían que volver a la realidad. Y la realidad decía que en apenas tiempo el Unwin se iba a casar. Con la princesa.

    Oh. Cómo había fantaseado, en más de alguna ocasión luego de haber controlado el caos desatado por Poppy, con impedir aquella boda. Cuánto pensó en el famoso yo me opongo, tan popular en películas de comedia romántica.

    Y cuánto lamentó, de nuevo, ser tan cobarde como para ponerlo en práctica.

    En el momento en que sus labios se curvaron en una moción casi invisible, supo que si no iba a ser capaz de dar el paso necesario para en ese momento besar esos estúpidos labios perfectos, al menos diría lo que sentía… sin necesidad de decírselo exactamente.

    — Yo veo a un hombre honorable, valiente, leal, que ha alcanzado su máximo potencial — se tomó dos segundos para, en fin, para segur prolongando lo inevitable, básicamente —. Un hombre que ha hecho algo bueno con su vida. — Algo que él, él menos que nadie, tenía derecho a romper.

    Se sintió el peor de los farsantes cuando Eggsy le dijo que todo se lo debía a él, el corazón le dolió con aquel gracias, pues a cualquiera le duele que le agradezcan un te amo, y por lo mismo se apresuró en cambiar de tema para regresar al asunto importante de aquel día: la tan ansiada ceremonia.

    — ¿Estás listo? — No supo cómo maniobró para esbozar una sonrisa, pero le sorprendió el silencio calmo que se apoderó del ambiente cuando sus labios se cerraron.

    Esperaba que el contrario siguiese con la respuesta evidente, que asintiese o demostrase algún tipo de nerviosismo (en cuyo caso procedería a infundirle ánimos lo mejor que pudiese), pero en lugar de eso se quedó callado mientras le miraba fijamente.

    Sólo eso, sin mediación de absolutamente nada más. Como si estuviese ocurriendo algo que no necesitase explicación, a pesar de que a Harry se le estuviese escapando completamente el tópico en cuestión.

    No estaba entendiendo, nunca había sido particularmente bueno en eso de leer a los demás, por lo que le hizo falta intervenir (o intentarlo), para que las piezas comenzasen a ordenarse en su sitio.

    Sus labios se separaron, se prepararon para cuestionar, pero antes de poder decir nada fueron frenados por un ataque no verbal, que llegó a traición, como una puñalada en la espalda.

    ¿Una puñalada en los labios? Vale, bien, Harry pasaba de los discursos poéticos cuando estaba siendo besado.

    Sus ojos se abrieron un poco más de lo habitual, máxima expresión de sorpresa en el siempre controlado Galahad, mientras intentaba procesar 1) qué estaba ocurriendo y 2) cómo seguir pensando en el punto primero, con la lengua ajena queriendo hacer cosas indebidas antes de una boda.

    Cuando se separaron, algún rato más tarde (¿minutos? ¿Horas? ¿Qué era el tiempo?), una sola gran pregunta se dibujaba en las facciones del mayor y una risa fue toda la respuesta que recibió, al menos mientras su contraparte recuperaba el aliento.

    — ¿Listo? Para una huida de película sí, por supuesto. — Y le sonrió, enseñando los dientes.

    Al parecer Eggsy era fan de las comedias románticas, después de todo.

    ┉┅┄┄┈•◦ೋ•◦❥•◦ೋ•



    — ¿Qué tal estuvo la misión? — La pregunta caía, con tono cantarín, mientras una humeante taza era puesta delante de un hombre con cara de sólo querer estamparse contra la cama por mil años. Muchas gracias.

    Sólo un encogimiento de hombros vago llegó como respuesta, mientras el recién llegado se soltaba un poco el nudo de la corbata.

    A pesar de que juntos hacían un equipo imbatible (incluso a pesar de la confusión entre el Galahad senior y junior), no eran pocas las veces en que debían partir caminos y encontrarse luego de algunos días en los pocos, y por tanto valiosísimos, momentos de pura cotidianeidad que podían compartir en casa.

    En su casa.

    — Vamos. Bébete el té y luego a la cama, necesitas descansar. — Un beso sonó suavemente contra su mejilla, casi adivinando la sonrisa que se estampaba contra la piel ligeramente rasposa por la falta de un afeitado.

    — Lo que necesito es una ducha, Eggsy. Y urgente.

    La nariz de Harry se arrugó en una moción que hizo reír al más joven, mientras se erguía del todo de nuevo y le palmeaba el hombro con cariño.

    — Tonterías. Si apestas a algo, eso es a perfume, Harry. Y no del barato. — Y otra risa más acompañó a la afirmación, mientras el emisor de esta se alejaba por el pasillo — Date prisa, te estaré esperando.

    El hombre que, ahora, llevaba un parche en el ojo como cualquier otro accesorio de su atuendo, no pudo sino sonreír mientras observaba aquella silueta, envuelta en ropa de dudoso estilo, escapar de su campo de visión.

    Siempre había creído tener la rutina perfecta, el equilibrio perfecto, la vida perfecta. Y ahora, disfrutando del aroma del té recién preparado mientras su corazón se derretía como el terrón de azúcar al fondo de la taza, se repetía una vez más lo equivocado que estaba.

    Pero, sin duda lo mejor del asunto era comprobar, de la mano de aquello, que eso no era el final del camino, la última página del cuento. Aunque, si tenía que ponerle tal vez un nombre o denominación a ese momento, y ese lugar, en ese día y a esa hora, eso seguramente sería el final del principio.

    Tenían mucho todavía por vivir. Muchas aventuras nuevas les aguardaban, de eso se encargarían los Kingsman, y estaba ansioso por poder vivir todas y cada una de ellas.

    Estaba ansioso por asentar su día a día en un nuevo ritmo, en una nueva habitualidad, que le hiciese sonreír tanto como en esos momentos.

    Y estaba ansioso, también, por ver la colección de mariposas que habían empezado a armar desde hacía un tiempo como “pasatiempo de pareja”.

    — ¡Te alcanzo en un minuto!

    La vida era dulce, sorpresivamente dulce, ahora que había roto sus barreras y se había cubierto el corazón con una armadura de papel.
     
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    ❀ Wʜᴏ's ᴛʜᴇ ɴᴇᴡ ɢᴜʏ? ❀

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    Te dije que muy pronto me tendrías aquí~



    Primero que nada, sweetie, esto es una maravilla. Me pasé todo el rato haciendo soniditos raros, porque en un inicio me sentí muy mal por mi pobre Harry y luego me derretí de ternura cuando el fluff llegó ♡ terminé ahí con un par de lagrimitas escurriendo...
    Tienes toda la razón, el hombre merece ser feliz y todos sabemos que su felicidad está al lado de Eggsy. No hay más.

    Toda la narrativa desde el punto de vista de Harry se sintió perfecta y normal, encajó de 10 con el personaje y su personalidad. Si te soy sincera, esa es una de las cosas que más me gusta de tus fics, como logras meterte en la cabeza del personaje hasta el punto en que todo se siente uno con el canon. No sé como lo haces, pero lo amo mucho ♡

    De ahora en adelante, esta va a ser mi versión de como terminó la película. No Tilde, y mis dos bebés siendo felices en los brazos del otro.

    Es que no sé que más decirte, ay. Solo que amo mucho tu manera de escribir, y te agradezco mucho que hayas creado una cosa tan bonita ;u; ♡
     
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1 replies since 5/8/2020, 05:38   63 views
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