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Yaoizando
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El ventrílocuo Miyagi Yô se marchó al camerino para empacar el muñeco, la mancha negra en donde la costura unía la cabeza con el cuello se estaba esparciendo muy rápido, pronto tendría que deshacerse de él. Lástima, había sido un buen títere, el que más había demorado.
Dentro del coche revisó el calendario de presentaciones, serían dos más y tendría unos meses de vacaciones, suficiente para hacer una nueva marioneta. La manera como el auto frenó le obligó a detallar al chico que gritaba por el daño ocasionado a su mercancía. Yô salió y le pidió disculpas pagándole. Con desconfianza el rubio aceptó sorprendiéndose por la invitación que el mayor le hizo para su próxima función.
Dos semanas después Miyagi logró su cometido, tener al ojigris sumergido dentro de la bañera con el extracto que le daría la apariencia de un muñeco de plástico, una que se mantendría sin verse afectada por los líquidos del embalsamiento. Era un pocedimiento que necesitaba paciencia, mínimo sacrificio para su muñeco perfecto.
En la espada del rubio señaló con tinta el lugar donde haría las incisiones y costuras, no deseaba dañarlo con el mecanismo para mover la boca. Trató de continuar el trabajo, pero varios de los químicos faltaban por la necesidad del mantenimiento al anterior títere.
Se quitó el delantal, vistió su ropa de calle y salió rumbo a la botica. Al regresar aseguró la puerta con candado bajando las escaleras para de repente sentir un fuerte golpe en la cabeza.
El dolor producido por la incisión en la piel de sus muslos, le despertó para encontrarse con los ojos grises de quien sería su muñeco, el muchacho puso la máscara sobre su nariz y boca, susurrando un «aún no es tiempo». Miyagi cayó nuevamente en la inconsciencia.
Shinobu pasó la aguja por la piel de los muslos que fueron rellenados con paja y papel, sumergidos en un yeso especial que evitaría se descompusieran en por lo menos cinco años. El último toque antes de vestirlo con el traje de diseñador que expondría en la vitrina del local.
El muñeco siguió con sus ojos el recorrido de quien lo arreglaba, ¿por cuánto tendría que sufrir esta condena?
El rubio revisó las costuras de la mandíbula advirtiéndole que ese día había un invitado especial, por eso lo dejaría un poco más con conciencia.
—Los ojos te miran como si quisieran hablarte —dijo Hiroki detallando la estatua de su competidor en el mundo del espectáculo.
—¿Cómo alguien con esas costuras podría estar vivo? —explicó Shinobu acompañando los últimos clientes a la salida del local, sin dudarlo el ojimiel regresó a la vitrina. Miyagi movió sus ojos para centrarlos en Hiroki.
Semioculto detrás de la estatua Shinobu llevó un dedo a la boca pidiendo silencio. El hombre asintió para marcharse con una sonrisa.
—Te lo dije, con tu muerte le hice un favor al mundo.
Señaló el rubio colocando la inyección que deshizo la humanidad de quien fue conocido como "El mejor ventrílocuo del mundo".
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Disclamer: Los personajes no me pertenecen son de Shungiku Nakamura.
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