Demons. [Finalizado]

ItachixNaruto/KakashixNaruto

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    Todo comenzó cuando Naruto despertó en medio de los movimientos bruscos que se suscitaban a su alrededor. Al principio lo relacionó con un mal sueño, de esos que son tan nítidos que te cuesta diferenciarlos de la realidad. Pero tras un impacto más fuerte que los anteriores, supo que no estaba dormido.

    A Naruto le costó bastante poder diferenciar que no era el mismo lugar en el que lo mantenían aislado desde hacía unos meses. Vio que un poco de luz se filtraba por la pequeña rendija y prestó más atención a lo que estaba pasando, pese a que fuera un reto mantenerse despierto con toda esa droga que le administraban a esas horas de la noche.

    Quiso moverse, pensó en levantarse y en un arranque de desesperación tal vez abrir la puerta y saltar del camión en el que lo llevaban. No tenía idea de lo que estaba pasando pero supuso que nada bueno lo esperaba al finalizar el trayecto. Su ritmo cardiaco estaba fuera de control, el efecto de los somníferos se estaba disipando rápidamente, permitiéndole pensar con más claridad, fue entonces que se dio cuenta que aun llevaba puesta la camisa de fuerza, y su cuerpo se tambaleaba de un lado al otro entre la irregularidad del camino.

    No había nada más que hacer.

    Solo le quedaba esperar.

    Pero no se percató de ello enseguida, no sin antes patalear y gritar tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron. Tras varios intentos se dio por vencido, sintiendo la garganta lastimada y gruesas gotas de sudor recorriéndole el rostro, consecuencia de su ansiedad, del terrible bajón de aquella adrenalina que anteriormente lo mantenía durmiendo, o al menos en un estado similar al del sueño.

    Boqueó varias veces para contrarrestar la sensación de ahogo y vértigo que estaba experimentando, no era la primera vez que sucedía pero si la primera que se presentaba con tanta fuerza. Naruto trató de rememorar lo sucedido momentos antes de despertar allí pero su mente seguía bloqueada de algún modo. Había hecho cuanto le dijeron, obedeció a todo...excepto a la dosis, a la toma diaria del medicamento nocturno que, como tantas otras veces, había hecho notar a sus médicos, no soportaba aquella medicina, esas píldoras lo sedaban, le irritaban el estómago y además, le quitaban las sensaciones.

    Fueron al menos cinco ocasiones en las que Naruto sufrió algún percance por aquellas píldoras. Desafortunadamente su mente y sus recuerdos también lo abandonaban con el paso de los días. La primera vez que las tomó, se había quedado dormido cerca de la fuente, según palabras de la enfermera, había estado a nada de ahogarse.

    Las veces siguientes despertaba en lugares desconocidos, bajo la cama, cerca del baño. Tenía moretones en diversas partes de su cuerpo, desde los hombros hasta las piernas, cardenales que no reconocía, de los cuales no tenía idea de su origen. De pronto le dolía el cuerpo al despertar, de repente ya no quería hacerlo...

    Que ganas de poder salir a respirar aire fresco, de ser el mismo de vuelta y no aquel zombie en el que lo habían convertido.

    Pero ellos tenían razón ¿cierto? El estaba trastornado, él había matado. No, él no...fue Kyuubi, su alter ego lo incitó a cometer cosas de las que ni siquiera quería acordarse. Sabía que había perdido el control varias veces, que había lastimado a uno de los psiquiatras que mas veían por él, uno que no lo cuestionaba tanto ni hacia que le doliera la cabeza con preguntas absurdas.

    Jiraiya, Ero Sennin como le había apodado, al igual que había hecho con el resto del personal. Naruto recordaba como aquella fría noche, tan similar a esa, le habían administrado un medicamento diferente, uno más potente, uno que no debían haberle dado porque ni siquiera eran píldoras.

    Una inyección y su mente se había quedado totalmente en blanco. Cuando despertó, Jiraiya estaba mal herido, él lo había apuñalado con el rompe cartas del escritorio, un corte transversal, largo, que abarcaba desde el pecho hasta su costado.

    Había sangre, todo un manantial del líquido carmesí con aroma metálico cubriendo el ambiente, empapando el suelo...

    En ese momento Naruto se había mirado las manos, solo para darse cuenta que, efectivamente, el monstruo seguía dentro de él, el demonio interno que lo hostigaba por horas, no respetaba horarios, no tenía en consideración cómo se sentía o qué era lo que realmente quería.

    Solo se apoderaba de él, de su cuerpo, de su mente, lo oía susurrar momentos antes de que recobrara el conocimiento, cuando la atrocidad había sido perpetrada por él.

    Ese día lloró hasta que sus ojos se quedaron secos, hasta que tuvieron que ponerle otro sedante para tranquilizarlo. Por la noche lo ataron a una camilla con cuatro cintos, dos en las piernas y dos en las manos. Se sentía a sofocar, mareado, desorientado, y solo esa vez, Naruto deseó con todas sus fuerzas que Kyuubi se presentara, que tomara poder de su cuerpo, que lo liberara para poder escapar de ahí.

    Pero no lo hizo...

    Y a punto estuvo de perder la cordura cuando le devolvieron las salidas vespertinas a los jardines del centro psiquiátrico. Porque si estaba loco, tenía que estarlo para que lo mantuvieran aislado ahí. Tenía que ver con Kyuubi, con...como ellos lo denominaban "esquizofrenia".

    Naruto cayó de costado cuando el vehículo frenó de golpe, sin previo aviso, no había disminuido la velocidad en ningún momento, por el contrario.

    -Hemos llegado, Naruto- suspiró alguien afuera del camión, una voz que para Naruto fue lejana e inexistente. La luz lunar le dio de lleno en el rostro y Naruto solo atinó a cerrar con fuerza los ojos para aminorar la irritación en ellos.

    Por momentos sentía cosquilleos pasajeros en las piernas, en los brazos, después la sensibilidad desaparecía por completo, haciéndole preguntarse si realmente seguía vivo. Y agradecía estar inmovilizado o de lo contrario trataría de averiguarlo haciéndose daño, hasta que la sangre fluyera y le indicara que seguía vivo, que no era un sueño ni una pesadilla.

    -Se que estas confundido, muchacho, pero lo hago por tu propio bien. Los médicos somos egoístas cuando nos lo proponemos- Jiraiya rió sin un ápice de alegría, denotando más bien amargura, dolor. Naruto lo notó en su mirada, su psiquiatra ya era un hombre de edad avanzada pero le tenía mucho cariño, tanto que le costaba volver a mirarlo a los ojos después de aquel horrible incidente en el que casi le arrebata la vida.

    -¿Dónde estamos?- parpadeó una y otra vez hasta lograr habituarse a la fuerte luz de luna. Olía a maíz, a hierba y a tierra húmeda.

    Naruto aceptó la ayuda que se le daba para poder bajar del camión, se recorrió hasta la orilla y permitió que el adulto lo tomara de la cintura para ponerlo con cuidado en el piso, como si tuviera miedo que se rompiera, cuando la realidad era otra.

    -Esto es...un campo de cultivo. Hay una granja en donde te darán asilo hasta que pueda llevarte a un lugar más seguro.

    -¿Puede quitármelo ahora?- tuvo miedo de preguntar pero los brazos le hormigueaban y tenía un poco de comezón. Vio a Jiraiya dudar unos segundos para finalmente acceder a su petición.

    Naruto hiperventiló al hallarse al aire libre y como un pequeño, dio vueltas y vueltas hasta marearse y caer de espaldas en el barro. Una suave risa escapó de sus labios, gesto que arrancó varias lágrimas al peliblanco.

    -Realmente estoy libre, Ero Sennin- el rubio dejó de sonreír para alzar su mano libre hacia la intensa luz de aquel majestuoso astro que solo podía contemplar dentro de la pequeña ventana llena de barrotes.

    -Lo estás, eres libre...- Jiraiya le dio la espalda para secarse las lagrimas, todavía sin poder asimilar lo que había hecho, el crimen que acababa de cometer al llevar a Naruto lejos, sin embargo era algo que tenía que hacer, tarde o temprano lo matarían con las altas dosis que le suministraban a la fuerza. Un conejillo de indias, eso era Naruto ahora. Y a sus escasos dieciséis años, él quería que viviera más, cuanto le fuera posible.

    Ni médicos ni agencias gubernamentales tenían el derecho a algo tan valioso como la vida de Naruto, así fuera un criminal y padeciera de algunos trastornos, aun con todo, se arrepentiría si no lo ayudaba ahora que podía.

    -Te quedarás con unos amigos, pero debes hacerme un favor antes.

    -¿Qué es?- preguntó curioso Naruto, dejando de simular que realmente tocaba la luna. Se giró hacia el anciano y lo oyó suspirar largamente.

    -No ingieras una sola pastilla. Nada, Naruto.

    -¿De veras?- se levantó de un brinco, sintiendo irreal el paisaje, el aire fresco y no el olor a antiséptico que se respiraba en el centro psiquiátrico. No había cojines a su alrededor, no más cuartos blancos y acolchados, tampoco inyecciones, él odiaba las inyecciones, Jiraiya lo sabia.

    -Haz caso a lo que te digan y no te acerques a los objetos filos...- no terminó de hablar cuando Naruto se abalanzó sobre él para abrazarlo con todas sus fuerzas, evidenciando lo feliz y agradecido que se sentía con él. -Pórtate bien, vendré en un par de semanas.

    Al ver la diminuta sonrisa que le regalaba el mayor, Naruto solo pudo asentir. Se dejó guiar hasta lo que parecía ser una cabaña, rodeada del espeso cultivo, hectáreas de maizales y calabazas.

    -¿Vendrás por mi?- se aferró de la manga de Jiraiya cuando este comenzó a golpear insistentemente la puerta.

    -Te dije que lo haré, no soy ningun mentiroso, renacuajo.

    -Bueno, es que...

    "Aun creo que estoy soñando..."

    -Nada- negó Naruto, impulsándose de atrás hacia adelante con ambos pies. La puerta se abrió y un hombre de larga cabellera oscura salió a recibirlos.

    -Jiraiya, creí que no vendrías esta noche.

    -Sabes que es urgente.

    Naruto intercaló su mirada entre ambos, sin ser totalmente consciente del acuerdo entre ellos.

    -De no saberlo, no te habría ofrecido ayuda- siseó el hombre de los ojos miel. Jiraiya forzó un gesto similar a una sonrisa.

    -Solo serán unas semanas, necesito despistarlos. Diré que escapó y días después lo darán por muerto.

    Naruto contuvo el aliento, cubriéndose a tiempo la boca para retener el respingo de sorpresa ante su muerte ficticia.

    -No olvides el cadáver- añadió Orochimaru. - Puedes tomar alguno de la morgue, estoy seguro de que Tsunade te ayudara con eso. Que sea uno fresco de preferencia, podrías incinerarlo un poco y decir...

    -Es suficiente- lo silenció Jiraiya, endureciendo la mirada al notar lo tenso que estaba Naruto con todo lo que estaba pasando, eran demasiadas cosas, demasiadas situaciones que tenía que digerir poco a poco para que comprendiera que solo querían ayudarlo a escapar. En el mejor de los casos, darle una nueva identidad y trasladarlo a un lugar similar al que estaban varados actualmente.

    -Lo siento, pequeño ¿te asuste?

    Naruto negó, algo confundido de que lo trataran como a un niño, sin embargo, no le molestó, podría decirse que, en comparación con ellos dos, si que era un niño.

    -Le asigné una cama cómoda en el cobertizo. Tendrá comida y agua, lo cuidaré y me encargaré de que no se aleje mucho de los campos de cultivo.

    -Por favor- exhaló Jiraiya, estrechando la mano de su compañero. Naruto miró en todas direcciones, buscando a los demás habitantes de esa casa, Ero Sennin había dicho que eran más.

    Decidió echar un vistazo y subió sigilosamente los escalones para encontrarse con varias recámaras.

    Apenas logró rozar la perilla de una de las puertas cuando el agarre sobre su hombro lo hizo retroceder de golpe.

    -Lo siento- se disculpó torpemente, haciendo una fugaz reverencia al saberse descubierto. El mayor sonrió por toda respuesta y movió su mano para que bajara nuevamente.

    -No nos hemos presentado formalmente- habló mientras lo acompañaba al comedor. -Mi nombre es Orochimaru y como te habrás enterado, soy amigo de Jiraiya. Trabajo en algunos experimentos, la mayoría son peligrosos, manejo sustancias tóxicas y no quiero que llegues a aspirar alguna por error. Me disculpo si fui muy brusco pero me preocupé de que pudiera pasarte algo.

    -No lo sabía, prometo no entrar ahí- Naruto tomó asiento y sonrió mas relajado por la hospitalidad de Orochimaru. En el hospital eran muy diferentes con él, apenas si le dirigían la palabra antes de saturarlo de medicina. Por primera vez se sintió despejado, sensible, y fresco.

    -No quiero que te sientas incómodo al estar aquí encerrado todo el día. Puedes caminar cerca del maizal por las mañanas pero no te adentres a él, te perderías mas rápido de lo que te tomara darte cuenta cuán grande es.

    -Entendido- Naruto movió los pies bajo la mesa, luchando contra la fármaco dependencia en la que mantenían atado a diario su cuerpo.

    -Por favor, come un poco y descansa en el sofá. Más tarde te mostraré el cobertizo para que te instales.

    Lo que aparentaba ser el recibidor, estaba, al igual que el resto de la casa, impecable. Naruto se sorprendió de que un científico pudiera vivir en esas condiciones pero después recordó las recámaras y supuso que el desorden debía estar allí.

    Por unas horas, Naruto dejó de torturarse mentalmente. Dejó que su mente siguiera en blanco, sin reparar en los abusos que sufrió anteriormente, solo dejándose absorber por el sueño que le había inducido la deliciosa comida casera, hacía tanto que no probaba algo tan rico que incluso repitió plato dos veces.

    Nunca se imaginó que la faceta de amabilidad que había presenciado horas antes, desaparecería al día siguiente.

    Al despertar, se encontró solo en la enorme casa, pero lejos de querer inspeccionar lo que no le concernía, Naruto se dedicó a aceptar la sugerencia de caminar un poco. Ahora el sol brillaba como nunca, bañándolo con su calidez, iluminando el cultivo que se extendía frente a él.

    En menos de una hora, ya había recorrido la extensión, y sintió deseos de adentrarse un poco. Desobedecer seguía siendo su fuerte después de todo.

    Naruto miró hacia ambos lados antes de dar otro paso hacia el cultivo, anduvo caminando un par de metros, sin pretender alejarse demasiado de la casa. El problema era que las hierbas altas le impedían mirar en cualquier dirección, haciéndole más difícil la caminata y sobre todas las cosas, la orientación del lugar.

    Vaciló un instante y finalmente se detuvo para tratar de regresar con el único detalle de que...no tenía idea de dónde se encontraba.

    Se giró hacia un lado y después al otro, dando saltos reiteradamente para poder visualizar la casa pero todo lo que sus ojos encontraron fue el vasto cielo.

    -Rayos...- se mordió las uñas al cabo de varios minutos, considerando la idea de pedir ayuda, de gritar, aunque sabía que molestaría a Orochimaru con ello, le había advertido claramente que no se adentrara en el cultivo. -¿Cómo salgo?- sus labios sangraron sin que se percatara de la intensidad de su propia mordida. Comenzaba a frustrarse.

    Y de repente, un fuerte graznido rompió el sepulcral silencio. Naruto se sobresaltó pero cuando el cuervo aterrizó cerca de él, se alivió un poco.

    Luego se molestó al escucharlo nuevamente.

    -Vete- tomó una piedrecilla y la arrojó sin éxito alguno, el cuervo la esquivó y sus penetrantes ojos escarlata lo atravesaron como una daga.

    Naruto se dejó caer de rodillas al sentir que el aire le faltaba. Vestigios de su pasado se hicieron presentes en él, como si se tratara de alguna película difusa e inconexa.

    Sintió miles de cuchillas incrustándose en su cuerpo, pero no vio a nadie más junto a él.

    "Ha pasado mucho tiempo, Naruto"

    Unas manos invisibles se situaron en su cuello, apretando con fuerza, amenazando con asfixiarlo. Naruto aspiró por la boca, enterrando los dedos en la tierra, incapaz de hablar y de alejarse, atrapado en una...ilusión.

    No...

    Creyó que escucharía a Kyuubi de nuevo, pero en cambio, los vagos recuerdos volvieron.

    "Confié en ti, Naruto. Me decepcionaste"

    Manos aprisionando su cuello, cortándole la respiración, ahogándolo.

    "Aumenten la dosis y amárrenlo"

    Solo quería escapar, reaccionar...

    Gruesas gotas salinas bajaron por sus mejillas, dejando un rastro húmedo en ellas hasta evaporarse en la tierra.

    Y todo desapareció.

    Naruto inhaló y exhaló varias veces, palpándose el cuello con suavidad.

    Miró hacia su derecha y el cuervo ladeó la cabeza, como burlándose de él, o quizás asustado por lo que acaba de presenciar. Naruto no estuvo seguro de qué veía en esos rasgados y enigmáticos ojos. Por un segundo llegó a culpar al cuervo de lo que le había pasado. Había perdido el control de sí cuando lo vio, tal vez por la ansiedad que le generaba toparse con un animal así en medio del cultivo.

    Se irguió lentamente, sosteniéndole la mirada al misterioso cuervo de oscuro plumaje. En otras circunstancias lo encontraría hermoso, pero había algo en él que provocaba un miedo indescriptible en Naruto.

    Pasó saliva y se maldijo por lo estúpido que estaba siendo al dejarse atormentar por un cuervo.

    -¡Dije que te largaras!- se exasperó y tomó una piedra más grande para arrojársela pero se arrepintió a último momento y en cambio, se dejó caer de sentón al suelo, acalorado y sediento.

    Se recostó boca arriba para tranquilizarse y retomar la caminata, ansiando que el rocío de la hierba se escurriera por las hojas y cayera en su boca. Pero lo que Naruto sintió y lo obligó a levantarse, fue la sensación de asfixia. Esta vez no sentía la opresión por fuera, sino por dentro, no eran manos invisibles, era un gran bulto obstruyéndole la respiración.

    Tosió una y otra vez para aclararse la garganta, pero el objeto seguía ahí, volviéndose más grande, más rasposo.

    Varias plumas escaparon en el nuevo acceso de tos. Naruto abrió desmesuradamente los ojos al percatarse de que no había escupido nada, al contrario, se había tragado algo.

    Y las oscuras plumas lo hicieron estremecer, dando por sentado que se había comido al cuervo.

    Asustado, lo buscó a su alrededor, añorando estar soñando, despertar en el mullido sofá y que Jiraiya regresara por él. Pero solo encontró más plumas a su alrededor.

    Realmente perdió el control otra vez. ¿Acaso Kyuubi empezaba a materializarse en él, sin avisarle previamente?

    Naruto no había escuchado susurros ni nada por el estilo. Solo el graznido repitiéndose en su mente, cada vez más fuerte y amedrentador.

    -No me lo comí- balbuceó, tocándose la garganta, convencido de que, aun sumido en el delirio y la inconsciencia, era imposible que un cuervo de ese tamaño entrara por su boca. -No me lo comí...- repitió en voz baja, abrazándose las rodillas

    Edited by [Ray] - 25/7/2021, 03:28
     
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    II



    Inquieto, picoteó los vegetales, sin atreverse a probarlos. La verdad era que no tenía mucho apetito esta vez, habían pasado dos días desde el incidente en el cultivo y tenía miedo de comprobar que todo había sido real.

    En el fondo seguía esperando que solo se tratara de un sueño. Al menos el tiempo se estaba acortando, lentamente pero transcurría, solo era cuestión de esperar a que Jiraiya volviera por él.

    -Te noto algo incomodo- comentó Orochimaru, llevándose una cucharada de sopa a los labios. Naruto apretó más la cuchara, aun ensimismado y nervioso de decir lo que le había ocurrido. Quizá el amigo de Jiraiya ya lo supiera, pero sino, solo estaría estropeando su única posibilidad de escapar de una vez del centro psiquiátrico, era un tema que había estado evadiendo y no quería atormentarse al pensar en su retorno en caso de que Orochimaru se arrepintiera de tener viviendo a un asesino bajo su techo. Solo necesitaba autocontrol, nada más. Kyuubi no le haría daño, esta vez se aseguraría de controlarse, de no perder el conocimiento nunca más, debía estar más atento que nunca y sobretodo evitar ingerir píldoras de cualquier tipo.

    -Lo siento, no tengo hambre- hizo una rápida reverencia y apartó el plato, apenado consigo mismo por ser tan obvio. Lo mejor sería mantenerse distraído, aun podía entretenerse cerca del cultivo, solo debía permanecer cerca de la casa. –Saldré a caminar un poco- anunció al hallarse junto a la puerta. Los labios de Orochimaru delinearon una mueca extraña que Naruto atribuyó a una sonrisa.

    -Ten cuidado y no te alejes demasiado.

    Naruto asintió y salió de la casa, más tranquilo de saber que llevaba dos días en el mismo estado. No había vuelto a alterarse, tampoco experimentó ansiedad como cuando le administraban todos esos medicamentos. Realmente se sentía bien, exceptuando lo del cuervo, estaba mejor que nunca. El aire se respiraba fresco ahí, la comida era deliciosa y la vista impresionante. Incluso le habían asignado su propia recámara en el cobertizo. Pero sin duda alguna, lo mejor era poder moverse a su antojo, ser libre físicamente y en pensamientos. Sin que nadie le recriminara nada ni amenazara con los impulsos eléctricos en caso de no obedecer determinadas reglas que, él consideraba innecesarias.

    Era ridículo tener que adaptarse a un horario como el del hospital psiquiátrico. Tenías que despertar muy temprano por las mañanas, asearte, tomarte los medicamentos y salir a los fríos jardines por al menos dos horas antes del desayuno, posteriormente subseguían mas medicamentos, alguna conversación con uno de los psicólogos y de vuelta a la habitación hasta que los talleres estuvieran listos para impartir las clases.

    También manejaban un poco de política y religión, pero Naruto no estaba interesado en nada de ello. Él prefería no tener que preocuparse por temas como esos, pero ahí dentro no tenía más opciones. Era como estar encerrado en una prisión, puede que incluso peor.

    La brisa matutina se le antojó reconfortante al impactar contra su rostro. Naruto quiso ir mas allá de los altos cipreses laterales que se interponían en el cultivo. Hasta ese momento no había ido mas allá de unos cuantos metros. Siguió avanzando horizontalmente, sin ganas de entrar en el cultivo de maíz, quería encontrar el final del plantío, alguna brecha que le permitiera disfrutar mejor el paisaje rural que se le ofrecía.

    Sin embargo y al cabo de unos minutos, se dio cuenta que la franja seguía y seguía indeterminadamente. Cuando se cansó de caminar, se sentó sobre una gran roca varada cerca de uno de los arboles. Tomó una de las ramas sueltas y comenzó a dibujar en la tierra, trazando garabatos sin sentido, era una manía que había tomado de las tantas terapias impartidas. Naruto recordaba nítidamente los dibujos en tinta que solían presentarle mediante algunos carteles, tenía que interpretarlos, darles algún significado, absolutamente todo era anotado o grabado en un fonógrafo, cualquier palabra que saliera de su boca quedaba registrada en dicho aparato.

    Por eso tenía que irse con cuidado últimamente, en una de las sesiones le habían mostrado un dibujo similar a un zorro, las fauces abiertas y listo para atacar, así lo veía Naruto, ese era Kyuubi, pero nadie más lo entendía, ni siquiera Jiraiya llegaba a comprenderlo, ni él mismo lo hacía.

    Dibujó el contorno de un ave, y hasta ese momento, Naruto se percató de estar haciendo al cuervo que anteriormente se había comido.

    Dejó la rama a un lado y se levantó algo nervioso al rememorar lo sucedido. Miró en derredor una vez más, sin saber si ya tendría que regresar o podría permanecer otro poco ahí, alejado de cualquier cosa que pudiera hacerle daño o viceversa.

    Cerró ambas manos alrededor de sus ojos al divisar lo que parecía ser una cabaña. Momentos después, una estela de humo ascendió al cielo, corroborando el hecho de que había alguien ahí.

    Naruto no supo si emocionarse o preocuparse por la humareda, por fin tendría la oportunidad de conocer a más personas, quizá habrían chicos de su edad con los cuales relacionarse, le hacía mucha falta volver a integrarse socialmente, rodearse de amigos y pasar tiempo con ellos, tal vez así podría recuperarse mas rápido.

    Sin pensarlo ni un segundo, corrió en esa dirección abriéndose paso entre algunas ramas y arbustos que le bloqueaban el paso.

    Al llegar, tuvo que detenerse, para sujetarse las rodillas mientras intentaba regular su agitada respiración.

    Naruto forzó una sonrisa y dio un paso hacia la portezuela de madera que, extrañamente, estaba entreabierta.

    -¡Hola!- saludó a la nada, esperando ser oído en caso de que hubiera alguien dentro, no quería que lo tomaran por ladrón.

    Lentamente recorrió con la mirada la tétrica cabaña, sumida en las penumbras, sus pies resonaban bajo algunas tablas sueltas que crujían con cada paso que daba. Reparó en la ausencia de cuadros y artículos personales pero no quiso adentrarse más y en cambio, empezó a retroceder, más que dispuesto a irse para alertar a Orochimaru sobre el incendio que fácilmente podía propagarse.

    Dio un paso pero, una voz a sus espaldas, hizo que Naruto se frenara en seco.

    - ¿Tú eres…?

    -Naruto- respondió antes de darse vuelta. –Naruto Uzumaki- completó mas aliviado al observar al anciano que se acercaba lentamente hacia él, carraspeando de vez en cuando.

    -¿Pariente de Orochimaru?, hace tiempo que no veía caras nuevas por aquí y menos de un muchachito tan simpático.

    Naruto se mordió la lengua antes de hablar esta vez, desconocía el vínculo que pudiera tener ese anciano con Orochimaru pero lo apropiado sería seguirle la corriente hasta hablarlo con él a solas.

    -Si, Orochimaru es mí…ah…tío- agregó inseguro. -¿Cuál es tu nombre, abuelo?- quiso saber, mirando fijamente los apagados ojos del anciano.

    -Hiruzen- respondió seriamente. –Sarutobi Hiruzen, y no deberías estar rondando estos lugares tu solo, muchacho, podrías perderte o peor…

    -¿Peor?- inquirió Naruto con un sutil pestañeo. Hasta ese momento no se le ocurrió pensar en las consecuencias de dejarse llevar por la aventura de explorar un lugar desconocido.

    -Hay animales rastreros, nunca sabes que podrás encontrarte. Quizá una víbora o algún otro animal ponzoñoso.

    Sarutobi Hiruzen parecía ser un anciano agradable, Naruto lo notó en el tono de amabilidad y la mirada compasiva que le dedicaba.

    -Regresaré pronto a casa- afirmó estrechando su mano. –Solo quería averiguar sobre el humo que hay afuera, a un costado de su cabaña, pensé que había un incendio, es por eso que vine.

    Y era cierto, al menos una parte de su interés había sido captado por la humareda.

    El anciano lo meditó unos momentos antes de volver a hablar.

    -¿De qué humo hablas?- cuestionó.

    Desconcertado, Naruto señaló hacia afuera. Estaba seguro de que Hiruzen estaba al tanto de la humareda, incluso lo escuchó toser, ¿es que no se daba cuenta?

    Ambos salieron tras unos segundos de silencio. Naruto rodeó la cabaña y su seguridad se vino abajo al no encontrar vestigio de humo por ningún lado, absolutamente nada, ni siquiera había trozos de hierba quemada o algún indicio de que el humo se hubiera consumido por sí solo. Tampoco encontró una fogata u alguna botella plástica que pudiera incendiarse, todo estaba en perfecto estado.

    Sus pensamientos se desestabilizaron ante lo que tenía, o más bien, no tenía frente a sus ojos. Naruto se llevó ambas manos a la cabeza, tratando de reflexionar en lo ocurrido momentos antes de que llegara, quizá había alucinado, puede que imaginara el humo pero no tenía lógica porque estaba despierto y la cabaña estaba ahí.

    -Yo…creo que me equivoqué- fue todo lo que atinó a decir cuando el anciano le pidió una explicación por el comentario. Naruto se despidió con una sutil sonrisa y se dirigió sin miramiento alguno hasta la casa de Orochimaru, pensando que lo prudente sería tomar una siesta y evitar salir por las tardes, cuando el sol afectaba su vista.

    Ya en casa, no se sorprendió al no ver a Orochimaru, el amigo de Jiraiya solía ausentarse a menudo tanto por las mañanas como por las tardes, enfrascándose en todo tipo de actividades, desde recolectar plantas medicinales hasta buscar especies entre el sembradío para analizar. Naruto sabía que fácilmente soportaría los días que tenía por delante, solo tenía que enfrentarse al aburrimiento y a las malas jugadas que le hacía de vez en cuando su mente.

    Inclusive llegó a cuestionarse si realmente había visto a aquel cuervo la primera vez.

    Tal vez si que necesitaba tranquilizarse, al menos ahora tenía otro lugar al que acudir cuando quisiera. Sarutobi conocía a Orochimaru así que debía ser algún amigo suyo.

    Subió lentamente los peldaños al reparar en la diminuta luz proveniente de la rendija de una de las puertas superiores.

    Sabía que debía mantenerse alejado, que no le concernían esos asuntos y que su salud estaba en riesgo, pero por más que lo intentaba, Naruto no podía descartar la idea de echar un vistazo, por lo menos para saciar su enorme curiosidad hacia lo desconocido.

    Quería saber qué clase de científico era Orochimaru, a qué dedicaba las incontables horas diarias en las que permanecía encerrado en esas recámaras. ¿Había encontrado la cura a algún virus?, ¿quizá descubierto alguna nueva especie animal o vegetal?

    Eran demasiadas preguntas sin respuesta y tenía la ventaja de que Orochimaru no regresaría hasta más tarde, podría mirar rápidamente y después tomar una siesta como se había prometido a sí mismo.

    Con mucha cautela, abrió una de las puertas, optando por la segunda en lugar de la primera o la tercera que era la que estaba iluminada.

    Naruto entró despacio, cubriéndose el rostro con parte de su camisa, conteniendo la respiración lo más que le era posible.

    El cuarto estaba oscuro y sumido en un perpetuo silencio. Palpó ansioso la pared hasta dar con el apagador, el cual oprimió velozmente.

    Lejos de asombrarse, Naruto dejó escapar un respingo de decepción al dar por sentado que se trataba de una biblioteca.

    Habían varios estantes repletos de libros con coloridas pastas y diversos grosores. Una mesa circular yacía en medio de la recámara, junto a una silla y una pequeña lámpara.

    Naruto se paseó por la amplia habitación, ya sin cubrirse la nariz, estornudó un par de veces al deslizar su dedo sobre las superficies de los libros y levantar inconscientemente el polvo.

    Había telarañas por doquier pero no quería que todo fuera en vano, se había arriesgado mucho al entrar ahí para salir con las manos vacías.

    -Naruto…- la voz de Orochimaru lo hizo petrificarse. Tomó rápidamente uno de los libros, ocultándolo tras de su espalda, bajo la playera, pensando en leerlo más tarde para averiguar de qué iban los experimentos de un sujeto tan extraño como lo era el amigo de Jiraiya.

    Naruto cerró los ojos y apagó la luz, apoyando la espalda contra la pared poco después.

    Escuchó el rechinido de los escalones y su respiración se aceleró a niveles inimaginables. Trató de tranquilizarse, recordándose que no sabía que había vuelto de su caminata y su preocupación se redujo mucho más al escuchar la puerta de al lado cerrarse.

    Sigiloso, abrió la puerta para salir, asegurándose de girar la perilla para evitar hacer cualquier ruido al volver a cerrarla.

    Bajar las escaleras fue el menor de sus problemas. Uno a uno y de puntillas los fue bajando hasta hallarse en la planta baja. Naruto agradeció que Orochimaru no hubiera cerrado la puerta y sin pensarlo dos veces, salió para aminorar un poco las sospechas en torno a su ausencia. Caminaría otro poco y después regresaría como si nada hubiera ocurrido.

    Recordó a medio camino lo que había extraído, y se adentró unos pasos en el cultivo para evitar ser visto por alguien.

    Había escogido un tomo delgado y polvoriento. Naruto hizo un mohín al limpiar con la manga de la camisa las primeras páginas. Había palabras indescifrables, dibujos extraños que se remontaban al pasado, jeroglíficos y una retahíla de frases que fue incapaz de comprender.

    Pero justo a la mitad del libro, empezaban las traducciones, solo unas cuantas y que, Naruto dedujo, habría hecho Orochimaru, quizá con ayuda de alguien más.

    Leyó en voz baja las frases traducidas que, a pesar de todo, no tenían ningun significado, al menos para él.

    -Qué extraño- suspiró cerrando el libro, reparando en su idiotez por haber sacado ese libro a escondidas y que muy seguramente Orochimaru buscaría después, al menos notaría su ausencia en caso de que entrara a la recámara.

    Dejó pasar unos minutos antes de dignarse a volver, temiendo que oscureciera y no pudiera regresar.

    Empezó a cabecear sin darse cuenta, el agarre sobre el libro se aminoró y Naruto se detuvo por completo al oír perfectamente pasos a su derecha.

    -¿Hola?- musitó nervioso, esperando que Hiruzen le respondiera, o tal vez Orochimaru había salido a buscarlo al ver prolongada su ausencia.

    Al no escuchar respuesta alguna, decidió continuar, acelerando esta vez el ritmo de la caminata, sin llegar a correr pero manteniendo una velocidad mayor a la inicial.

    Los mismos sonidos se repitieron a su costado, la hierba hundiéndose bajo los pasos de algún animal, pero aun si fuera eso, debía ser uno grande porque el sonido podía confundirse fácilmente con pisadas.

    Naruto sintió su cuerpo temblar y optó por cerrar los ojos al dar por sentado que casi llegaba. Extrañamente la casa se visualizaba cada vez más lejana cuando se animaba a abrir un poco los ojos.

    No quería gritar por temor a que el animal lo ubicara más fácilmente y le saltara encima. Por otro lado, sus cuerdas vocales parecían estar adheridas porque por más que Naruto lo intentaba, no salía una sola palabra de su boca.

    -Detente.

    Se cubrió la boca con ambas manos cuando el desconocido se planto delante de él.

    -¿Quién es, qué quiere?- balbuceó, inhalando y exhalando deprisa. Definitivamente la voz no pertenecía a Orochimaru ni a Hiruzen.

    Lentamente y al no obtener respuesta, Naruto alzó la mirada, encontrándose con un adulto joven de desgarbados cabellos platinados, trató de enfocar sus facciones, pero la máscara negra le impedía ver mas allá de medio rostro.

    Una fina cicatriz recorría desde su ceja hasta debajo del ojo izquierdo. Naruto aspiró más hondo al sopesar el hecho de que no estaba en peligro cuando el individuo esbozó una sonrisa que se evidenció bajo los pliegues de la tela oscura.

    -Kakashi Hatake- se presentó, extendiendo su mano hacia Naruto, quien, aliviado, la tomó enseguida.

    -Me llamo Naruto Uzumaki y…- Naruto se tambaleó cuando el repentino mareo se apoderó de su cuerpo, lo último que supo fue que Kakashi lo había sujetado en brazos y le preguntaba cosas inentendibles.
     
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    III



    No entendía lo que estaba pasando, mucho menos lo que estaba sintiendo. Su mente se encontraba en un estado de semiinconsciencia, donde lo único que podía asimilar eran los roncos jadeos de alguien más, sus propios labios proferían palabras inentendibles a la par que enterraba con más fuerza los dedos sobre la espalda del extraño.

    Su cuerpo experimentaba sensaciones contradictorias que, por momentos, lo instaban a que abriera los ojos. Pero no lo hizo. Tampoco le sorprendía demasiado hallarse sumido en un semi letargo como tantas otras veces sucedía, ocasiones en que Kyuubi se presentaba, entonces todo se tornaba oscuro, justo como en ese instante cargado de adrenalina.

    Permitía que su mente quedara en blanco para no atosigarse de cosas que él mismo no era capaz de comprender. Completamente inútil el esforzarse a hallar algún sentido a esa parálisis que solía suscitarse a menudo durante sus sueños.

    Era cuando sus terminaciones nerviosas no estaban del todo sincronizadas con su psiquis. Eso le habían dicho los médicos (A quienes Naruto temía y rehuía por temor a ser encerrado de nuevo), le asustaba imaginarse qué clase de medicamento le sería administrado esta vez y sobre todas las cosas, cuáles serían los efectos secundarios. De cualquier manera la parálisis era pasajera, su cuerpo se sumía en un pleno estado de reposo pero su mente le exigía despertar, estaba atento a cuánto sucedía en derredor, inclusive en ese momento le pareció sentir leves sacudidas bajo su cuerpo. La presencia sobre él era poco menos que una ilusión creada por él mismo.

    Todo terminaría cuando despertara, una vez que lograra equilibrar sus pensamientos y dejara de sentirse ansioso, podría hacerlo.

    Mientras tanto se dejó hacer, pese a que el sudor perlara ya su frente y descendiera por sus mejillas, la húmeda sensación lo alentaba a quedarse quieto, sabía que su sueño estaba por finalizar, pero las sensaciones se volvían más fuertes minuto a minuto.

    Por un segundo creyó que otros labios se posaban sobre los de él con cierta brusquedad y desespero. Naruto los separó casi por inercia y el húmedo musculo se coló en su boca. Su piel desnuda rozaba con la ajena, pero eso no le importó y lentamente fue cediendo a los exquisitos estremecimientos en su cuerpo. Cedió al dolor y se entregó al placer.

    Tampoco le sorprendió de pronto despertar en su propio sueño y visualizar de reojo como la luz de la luna se colaba entre los ventanales rotos a su costado. Tras la parálisis del sueño siempre sobrevenía el sueño lúcido, aquel en el que no puedes diferenciar realidad y fantasía. Eso le ocurría a Naruto en ese momento, pero de igual forma, había dejado de preocuparse por ello.

    Curiosamente las necesidades de su cuerpo no compaginaban con sus pensamientos, sentía una inconmensurable excitación, una arrolladora sensación de pasión y de lujuria, de frío y de calor.

    La sábana tinta sobre su cuerpo evidenciaba al responsable de todas esas magníficas sensaciones, pero él no estaba dispuesto a terminar con ese sueño. Por primera vez se sentía atraído hacia lo desconocido. Pese a resultarle familiar el desgarbado cabello platinado que sobresalía de la tela.

    En un impulso de curiosidad, Naruto tiró de la manta, entonces pudo verlo mejor, pero no logró identificarlo, no consiguió darle nombre a ese ser tan increíblemente atractivo. Lo veía moverse de atrás hacia adelante, impulsándose sobre sus propios brazos, los cuales yacían fijos a los costados de su cabeza. Y en cada arremetida sus labios se movían ligeramente, pronunciando quizás un murmullo carente de significado o algún mensaje que no pudo leer dadas las corrientes que lo sacudían de pies a cabeza.

    Naruto notó la cicatriz en su ojo izquierdo, era delgada, apenas perceptible. Trató de tocarla pero se limitó a rozar parte de su mejilla, hasta donde se extendía, después se sujetó de los brazos del desconocido, sintiendo las embestidas más duras y rápidas.

    Desorientado, ladeó la cabeza. Aquel hombre se agachó un poco para besarle el cuello, un gesto tan repentino e inesperado que forzó a Naruto a mirarlo nuevamente.

    Su níveo rostro parecía perderse entre la claridad de las hebras de su cabello, y de haber estado más consciente, Naruto lo habría adjudicado con un ángel, pero eso era llanamente imposible.

    Sus labios se entreabrieron un poco, la agitación trastornaba más sus sentidos, la placentera dicha de ser penetrado una y otra vez, lo mantenía en una posición de total sumisión de la que no quería deslindarse.

    Naruto empujó al extraño de los hombros, apartándolo para poder incorporarse. Le pareció escuchar una réplica pero no le tomó importancia y en cambio se posicionó sobre el regazo del apuesto hombre, desgarrándose un poco pero sin dejarse consumir por el efímero dolor.

    Las manos ajenas lo tomaron de las caderas mientras Naruto hacía punto de apoyo en los pectorales del joven. Permitió que la erección ingresara de lleno antes de levantarse un poco y repetir el movimiento de dejar caer con suavidad las caderas.

    Sus labios quedaron prensados por los del joven en un descuido. Naruto solo atinó a corresponder sin saber realmente cómo debía hacerlo. Las manos frías viajaban desde su nuca hasta su cintura, deteniéndose por breves instantes en su espalda baja antes de ascender en una atrevida caricia que recorría desde su abdomen hasta su mejilla.

    Quedos gemidos eran ahogados en la garganta de ambos. Naruto notó que la sonrisa se ensanchó en los labios ajenos cuando inconscientemente dejó de moverse, ambas actividades le exigían atención y no podía concentrarse en una sola. Ansiaba besarlo y ser besado pero al mismo tiempo quería seguir sintiendo esa deliciosa sensación de ser penetrado por alguien mayor que él, alguien experto cuyo intenso mirar escondía secretos mediante una tranquilidad inhóspita, digna de un desconocido que le ofrecía placer a cambio de lo mismo.

    -Eres perfecto- murmuró el joven, acariciando el cabello rubio, sosteniéndole la mirada antes de ser él mismo quien se diera vuelta sobre el colchón para quedar nuevamente sobre el delgado cuerpo.

    Naruto aceptó lo que pretendía pasar por un halago, lo sintió hundirse con fuerza dentro de él, arrebatándole un sonoro gemido que casi le desgarra la garganta. Ese hombre lo hipnotizaba, lo hacía desear más de él con apenas una súbita caricia a su cuerpo. Sus ojos azules se cubrieron de diminutas lágrimas que el extraño se encargó de limpiar con el pulgar, dirigiéndole una mirada fogosa a la vez que confiada, trasmitiéndole todo y nada con su pacifico semblante que denotaba sabiduría, experiencia. La auténtica expresión de un joven adulto cuando es dominado por el deseo.

    Bastó solo eso para que Naruto dejara de tensar su cuerpo. El joven le separó mas los muslos y una profunda arremetida casi fue suficiente para hacerlo terminar, eso habría culminado de no ser porque su miembro estaba siendo apresado por la mano del joven de cabellos platinados, los dedos oprimiendo con suavidad la punta, impidiéndole terminar.

    -Aun no, déjame saciarme más de ti- susurró en su oído, mordiendo ligeramente el lóbulo. Naruto se estremeció, pero no objetó nada al respecto, ni siquiera porque al verlo más de cerca casi pudo confirmar conocer a ese hombre. Quizá en otro sueño, tal vez en una tórrida fantasía enfermiza de la que no estaba plenamente consciente.

    Fuera como fuera, ese individuo lo tenía sometido y Naruto no quería que se detuviera, necesitaba concretar su sueño, era la única forma de poder despertar. Además, lo estaba disfrutando, era maravilloso sentirse deseado por alguien y que ese alguien fuera tan apuesto, galante y seguro de sí mismo.

    Los gemidos volvieron a tomar lugar dentro de las cuatro paredes que mantenían oculto un idilio meramente pasional. Un desenfreno que se suscitaba en ambos cuerpos, en los amantes que intercambiaban de vez en cuando miradas, de vez en cuando caricias.

    Besos hambrientos, roces intencionales y un íntimo contacto que los envolvía a ambos en medio de la vorágine de placentero arrebato y correspondencia mutua.

    Naruto sintió como gradualmente su voz se apagaba, el extraño joven se abría paso una y otra vez dentro de él, invirtiendo de vez en cuando posiciones, permitiéndole acomodarse mejor para impedir que sus piernas se entumecieran.

    Sus caderas dolían, pero la depravación, la lujuria, la lascivia y pasión que acompañaban cada arremetida, lo tenían hechizado de algún modo. Su erección dolía más que antes y la ansia de no poder terminar se convirtió en un martirio en cuestión de segundos.

    Situó lentamente su mano sobre la mano del joven, obteniendo a cambio un fugaz beso en los labios que lo dejó sin aliento. Naruto optó entonces por disuadirlo, separando más las piernas, incorporándose un poco para acariciar la sudorosa espalda y susurrar provocaciones que a él mismo lo desconcertaron.

    Finalmente el joven lo soltó para envolverlo en un posesivo abrazo sobre su cintura. Naruto lo escuchó gemir roncamente antes de que el semen se derramara en su interior, haciéndolo sucumbir al mismo tiempo ante semejante sensación de delirio.

    Había sido un sueño bastante prolongado pero igualmente placentero, uno que, a Naruto no le molestaría repetir, siempre y cuando estuviera al tanto de lo que ocurría, tal como había sucedido esta vez.

    -¿Cómo te llamas?- quiso saber al reponerse un poco de las convulsiones de placer que habían hecho vibrar cada fibra de su ser. Con una sonrisa extraña, el joven lo miró detenidamente.

    Naruto supo que miraba sus labios y esta vez no consiguió disipar el fuerte sonrojo en su rostro.

    -¿Acabamos de tener relaciones y me preguntas mi nombre?

    No estuvo seguro de qué contestar a ello. Naruto se sorprendió de saberse manteniendo un diálogo con un desconocido, el cansancio corporal seguía presente y las caderas le dolían como nunca. Su expresión palideció al darse cuenta de lo que le pasó desapercibido hasta ahora. Tal como suponía, ya lo había visto antes, pero no en un sueño.

    "Kakashi Hatake"

    Recordó haberlo observado cuando se dirigía a la casa de Orochimaru, chispeantes vestigios de temor y desconcierto lo habían invadido en ese momento, justo como ocurría ahora.

    -No lo hagas- musitó la ronca voz, y Naruto se vio obligado a reprimir las lágrimas al saberse desnudo y en la cama de un extraño. Era real todo, no se trataba de ningún sueño. Acababa de entregarse a él y ya no había vuelta atrás. –Mejor piensa en lo que me vas a pedir.

    El líquido salino le empañó la mirada, pero no se desbordó de sus ojos. Un parpadeo y las gotas desaparecieron, Naruto se cubrió medio cuerpo con las sábanas y sus cejas se contrajeron un poco ante semejante atrevimiento. ¿Con quién se había acostado?, ¿quería que le pagara acaso o viceversa?

    -No quiero nada de ti- dijo, e inmediatamente después salió de la cama, siendo sacudido por un severo mareo que lo hizo trastabillar de vuelta al colchón.

    -Primero descansa- bostezó el joven. - Me es indispensable tomar parte de tu energía vital… No te lo tomes a mal- sonrió ligeramente ante la expresión confusa del chico. –Después de todo, fuiste tú quien me llamaste. Puedes obtener algún beneficio de todo esto, aún si no fue intencional.

    -Yo no te llamé- Naruto frunció el entrecejo pero su enojo perdió credibilidad al ser besado nuevamente, solo una caricia labial que lo silenció por breves instantes. –Ni siquiera sé…dónde estoy- entrecerró los ojos y prestó atención al entorno, a la pequeña habitación sumida en las penumbras, ahora comprendía esa sensación de frío, provenía de esa misma recámara aunada a los cristales rotos que permitían el ingreso de la ventisca nocturna.

    -No te toques…

    Pasó una fracción de segundo antes de que Naruto lograra asimilar lo dicho, deteniendo el espontáneo movimiento en el aire. Su mano quedó suspendida cerca de su cuello, le ardía pero no entendía la razón.

    -¿Cómo lo supiste?- preguntó sumamente intrigado, tensándose entre los brazos del atractivo joven. -¿Cómo supiste que iba a tocarme antes de que lo hiciera?

    -Dime de qué va tu deseo y nos evitamos una valiosa pérdida de tiempo- la voz a espaldas de Naruto se tornó lacónica en cuestión de segundos. Sin duda el joven se había ofendido por la pregunta, pero no tenía motivos para hacerlo, simplemente quería saber cómo lo supo, quizás era demasiado predecible…

    -Ya le dije que no quiero…- dejó de hablar al levantarse y aproximarse a la ventana. Hizo un amplio círculo con ambas manos para mirar afuera. El sembradío se sacudía de un lado al otro por la ventisca y la luna se izaba en el oscuro manto. -¿Me acompañarías a casa?- carraspeó incómodo al preguntar. Realmente no tenía muchas opciones, se había metido en tremendo lío y su problema se complicaría si Orochimaru le comentaba a Jiraiya sobre su repentina ausencia. Seguramente lo castigarían de algún modo, tal vez hasta alargarían su estadía en ese lugar, y definitivamente Naruto no deseaba eso.

    -Dinero, amor, salud y tú me pides algo tan insípido. Como quieras, es tu elección.

    -Gracias- suspiró Naruto, mirando ahora el suelo para buscar su ropa, ignorando deliberadamente lo comentado por el joven, adjudicándolo con alguna clase de broma.

    El soplo del viento lo hacía castañear de vez en cuando los dientes, pero Naruto se negó rotundamente a aceptar cualquier prenda que el misterioso hombre le ofrecía. Primeramente porque no quería estar en deuda con él, ni siquiera tenía intenciones de verlo nuevamente y aquello crearía la excusa perfecta para un nuevo encuentro. Todavía no terminaba de asimilar que se había acostado con él.

    Su acompañante le pareció aun más surrealista bajo la luz de la luna. Ahí de pie, con gesto de indiferencia y medio rostro cubierto por una bufanda oscura. Su grisáceo cabello meciéndose constantemente por la brisa. Naruto se ruborizó al ser descubierto observándolo detenidamente, apartó la mirada e hizo amago de empezar a caminar, sin cambiar su opinión respecto a la galanura de aquel individuo. Aun así, se había precipitado demasiado, ni siquiera lo conocía, no sabía nada de él y ya habían intimado e incluso le había pedido que lo acompañara de regreso. Si su mente no le fallara tanto, creándole falsas alucinaciones, entonces todo sería diferente, podría haber entablado alguna amistad con él, pero daría lo mismo, porque en poco tiempo se marcharía de ahí.

    -Te lo agradezco mucho- hizo una sutil reverencia al visualizar la cabaña a lo lejos. Kakashi le dio unas suaves palmadas sobre la cabeza y lo alentó a continuar.

    -Nos veremos luego- comentó con tal seguridad que Naruto detuvo sus pasos para volver a mirarlo.

    -No lo creo, yo…

    -Aun tienes que pensar en lo que quieres- lo interrumpió prontamente Kakashi.

    Naruto separó los labios pero ninguna palabra salió de ellos, regurgitó una pequeña pelusa negra y se cubrió la boca aterrado al descubrir a sus pies una pluma.

    La dirección del viento cambió repentinamente, siendo sustituida por murmullos, decenas de voces a la lejanía. Naruto se devolvió sobre sus pasos y se aferró con fuerza al cuerpo de Kakashi, buscando protección y alivio, necesitaba saber si aquello era real o no. Aunque en el fondo sabía que no lo era, que todo formaba parte de sus alucinaciones sin sentido.

    Sin embargo su semblante reflejó duda al alzar la mirada y notar el imperceptible enojo en el rostro de Kakashi, quien, atento, miraba a sus espaldas.

    Naruto dejó de respirar al escuchar un paso seguido de otro. Alguien o algo, se estaba acercando…
     
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    IV



    Sintió la respiración en su cuello, aquel cálido aliento que lo hizo estremecer, cerrar los ojos con todas sus fuerzas y aferrarse aun más a Kakashi. Sin intención de voltear, no quería saber qué o quién era, solo sabía que algo estaba mal. Y su cuerpo no resistió mucho el exceso de adrenalina al que estaba siendo sometido. Su respiración se entrecortó, comenzó a hiperventilar y entonces…nada.

    Despertó inhalando una gran bocanada de aire. La sensación de asfixia se había ido. Fue cuando Naruto miró en todas direcciones, percatándose de encontrarse nuevamente en la casa de Orochimaru, dentro del diván destinado para él.

    Su frente estaba perlada en sudor y le ardía la garganta. Naruto pasó saliva y lentamente se dejo caer, relajando cada fibra de su sensible cuerpo. Movió lentamente su muñeca y un descubrimiento lo hizo volver a levantarse.

    Naruto notó confundido como unas cicatrices le recorrían el antebrazo. Palpó con su dedo índice las heridas, pero no hubo sensación alguna de dolor, solo la aspereza en su piel era perceptible ante la súbita caricia. Cerró los ojos y forzó a su memoria a recordar lo sucedido.

    Aquello debía ser…

    No. No.

    Sacudió rápidamente la cabeza y se agitó al verse a sí mismo, siendo sujetado por varios hombres de bata blanca y gruesos anteojos, todos ellos tratando de retenerlo, evitando que escapara, que continuara corriendo por el pasillo rumbo a la salida, a su libertad.

    Y entonces…nudos, correas en sus brazos y piernas.

    Lentamente abrió los párpados, y afligido, salió de la cama. Lo primero que hizo Naruto al encontrarse totalmente espabilado, fue ducharse. Disfrutó de un baño caliente como no había hecho en meses. Casi una hora duró contemplando aquellas marcas permanentes en su brazo.

    Después de secarse y vestirse, se dirigió al comedor. Orochimaru lo esperaba sentado a la mesa, picoteando con un tenedor lo que parecían ser waffles. Naruto contuvo el saludo cuando el dulce aroma se filtró en sus fosas nasales. Tenía hambre, y mucha.

    -Buen día- saludó Orochimaru, sin retirar la vista de su plato. Naruto devolvió el saludo, un poco más cohibido ante la seriedad del hombre. -¿Has dormido bien?- la pregunta provocó un momentáneo silencio cuando Naruto creyó reconocer cierto dejo de burla en el tono. Quizá estaba paranoico.

    -Yo...eh- se rascó la mejilla con nerviosismo, sin saber si decir lo que había presenciado el día anterior. Tenía miedo de que todo fuera una farsa de nuevo y quedar como un demente frente a Orochimaru. –Sí, gracias- se mordió la lengua para no agregar nada más.

    -Me alegra- comentó Orochimaru, poniéndose de pie para lavar su plato. –Por favor siéntate, enseguida te sirvo el desayuno.

    -No es necesario- se negó Naruto, yendo él mismo a la cocina. –Yo puedo hacerlo, de veras.

    -Siéntate.

    Ante la orden, Naruto solo atinó a parpadear. De pronto sentía que el ambiente hogareño se había esfumado, dejando cierta hostilidad en su lugar. No entendía la razón del agravio, ¿había hecho algo malo?

    Jugueteó ansioso con los dedos al hallarse frente a la mesa y su impaciencia se acrecentó cuando Orochimaru habló nuevamente.

    -Creí haberte pedido no entrar a las habitaciones superiores.

    Una punzada de dolor en la cabeza y Naruto recordó vagamente lo ocurrido. El libro, su desobediencia. Todo había sido real, ¿y él?, ¿Kakashi?

    -Ah, realmente entiendo tu curiosidad. Pero tengo que recordarte que estás en casa ajena.

    -Lo siento mucho. No volverá a ocurrir, lo prometo- agachó la cabeza a modo de disculpa y una porción con tres panes y miel de colmena le fue colocado delante.

    -A veces las promesas son inválidas- siseó Orochimaru en su oído. Naruto permaneció inmóvil, sintiendo rígidos los músculos de su cuerpo. –Sin embargo, he dicho que te comprendía. Después de todo yo también tuve tu edad. La ansia de conocimiento…disfruta tu comida- concluyó apartándose de la mesa.

    -Ero Sennin- musitó Naruto, tomando el tenedor junto al plato. -¿Vendrá pronto, cierto?- preguntó más inquieto que antes, mirando detenidamente el delicioso pan esponjoso. Orochimaru suspiró contrariado y Naruto temió lo peor.

    -No quería agobiarte tan pronto pero no me gustan las mentiras.

    -¿Vendrá?- insistió Naruto, resistiendo el impulso de levantarse. Se lo había prometido, había dicho que solo unas semanas…

    -Por supuesto que vendrá- afirmó Orochimaru, apoyándose en el barandal de las escaleras. Una sonrisa viperina surcó sus labios. –No obstante, demorara un par de semanas más. Me ha comentado en una llamada los múltiples problemas que se han suscitado tras tu salida de…- calló cuando Naruto bajó la mirada, dolido por aquella afirmación que prolongaría su ausencia en ese lugar. –Esta es tu casa por lo pronto, Naruto kun.

    -Gracias- dio un pequeño mordisco pero le costó pasar el alimento. Su garganta se había obstruido por un nudo imaginario. Realmente quería irse de ahí pronto. -¿Puedo llamarlo?

    -Me temo que no será posible- negó Orochimaru, dejando de sonreír de forma repentina. –Veras, me ha pedido explícitamente que no realice ninguna llamada que no sea de emergencia. Las cosas marchan tensas en el hospital, tenemos que evitar pormenores o sospechas. Me ha dado su palabra de llamar dentro de unos días, cuando eso ocurra, me aseguraré de pasarte la llamada.

    Naruto asintió, entre aliviado y frustrado de tener que permanecer más tiempo a la deriva, en medio de la nada. Se sentía retenido nuevamente, por momentos experimentaba unas ganas enormes de salir corriendo, perderse, quizá buscar alguna salida…pero no lo haría, se lo había prometido a Ero Sennin. Él se había arriesgado para sacarlo de aquel horrible lugar, no podía hacerle eso, no podía simplemente desaparecer y darle más preocupaciones a la única persona que había visto por él en ese tiempo.

    -Oh, ahora que lo recuerdo- la voz de Orochimaru atrajo nuevamente su atención. Naruto lo observó sacar un par de gruesos libros de la portezuela junto a la escalinata, después sacó una libreta y un par de bolígrafos. –Puesto que te quedaras más tiempo, sería apropiado que te inculcaras un poco, ¿Qué opinas?

    La idea en sí no le agradaba a Naruto en lo mas mínimo, pero sabía que no tenía muchas alternativas en ese lugar, si no quería morir de aburrimiento o desesperación, debería empezar a adaptarse a una rutina.

    -¿Usted me enseñara?- quiso saber. Sin embargo y para su sorpresa, Orochimaru negó con la cabeza.

    -Me temo que no soy un buen instructor. Ah, pero Kakashi Hatake, él nos proporcionara ese favor. Da clases en una aldea no muy lejana de aquí. Por supuesto no podemos exponerte de ese modo. Así que le pediré personalmente que sea tu profesor particular. Un par de horas diarias ayudaran.

    Cuando Orochimaru terminó de hablar, Naruto aun continuaba ensimismado, aferrando el mantel de la mesa con sus manos, sus facciones se tensaron al reparar en el nombre y sobre todas las cosas, en un hecho en particular…no había soñado, todo había sido real. Tuvo relaciones con un profesor desconocido y además volvería a verlo ¿Cuánto más podían empeorar las cosas?

    -Un momento,…él, ¿vive cerca?- se aventuró preguntar.

    -Un par de metros cruzando el pastizal lateral. Te llevaré para evitar que te pierdas.
    **

    El resplandeciente sol lo recibió al salir de la casa. Naruto extendió los brazos y permitió que los rayos solares le dieran de lleno, transmitiéndole esa sensación de calidez que tanto adoraba. Dio un par de vueltas en esa posición y dejó de hacerlo cuando visualizó a Orochimaru cerca.

    Naruto entrecerró los ojos y uso su brazo para cubrirse del sol y poder mirar mejor a la lejanía. Desde ahí era complicado ver la casa de Hiruzen.

    -Ayer conocí a alguien- comentó con una sutil sonrisa. Orochimaru lo miró extrañado antes de devolverle el gesto.

    -Ah sí, ¿a quién? No se ve gente a menudo por esta ruta.

    -Pero está cerca de aquí- lo contradijo Naruto, señalando hacia el frondoso árbol que le impedía ver mas allá. –Hiruzen, ¿ustedes son amigos, no es así?

    Naruto se arrepintió poco después de haberlo dicho. El semblante de Orochimaru se contrajo en una mueca indescifrable, y la palidez se incrementó en su rostro, casi horrorizado de escucharlo decir aquello.

    -Se hace tarde- pasaron varios segundos antes de que Orochimaru volviera a decir algo. Naruto se balanceó nervioso sobre sus talones, sintiéndose extraño por el brusco cambio de tema. Había dicho algo indebido y apenas se daba cuenta de ello, tal vez no eran amigos como pensaba, y de ser así, acababa de cometer un error.

    Siguió en silencio a Orochimaru entre la hierba alta que se extendía indeterminadamente. Naruto se quejó por lo bajo cuando unas espinas le rozaron el rostro. Algunas gotas de sangre se deslizaron por su mejilla. La piel le palpitó de dolor pero se forzó a no detenerse o de lo contrario, en realidad se perdería.

    -He recordado que tengo un asunto pendiente- masculló Orochimaru fríamente, deteniéndose de repente. Naruto lo imitó y se dio cuenta que faltaban solo unos pasos para salir del pastizal. –A partir de aquí es fácil llegar. Sigue derecho. Volveré por ti más tarde, si se rehúsa, seré yo tu mentor.

    Por alguna razón, Naruto se incomodó por el cambio de actitud en el amigo de Jiraiya. Orochimaru ni siquiera lo miró al adentrarse nuevamente en el pastizal.

    -De acuerdo.

    Todo sucedió tan rápido que Naruto apenas si tuvo tiempo de asimilarlo. Cerró los ojos fuertemente al sentir la lamida del desconocido que acababa de darle alcance.

    -Es tibia…

    Naruto dio varios traspiés antes de caer de espaldas sobre la hierba. Retrocedió con ayuda de sus piernas, internándose en la maleza y sujetándose la mejilla, su corazón latía desenfrenadamente, pero se negaba a levantar la mirada.

    Pronto la tela oscura apareció en su campo de visión. Naruto apenas miró un poco hacia arriba para corroborar que se trataba de una capa, no negra en su totalidad sino con un extraño estampado de nubes rojizas. Siguió recorriendo con la mirada al desconocido, ascendiendo con temor otro poco.

    Miró entonces las uñas pintadas de negro. El dedo anular de la mano derecha portaba un anillo.

    "Depravado" pensó al rememorar la atrevida lamida en su mejilla.

    -¿Es temor acaso lo que te impide mirarme a los ojos?- inquirió la voz grave del sujeto. Naruto hincó las uñas en la tierra, sabía que podía correr y adentrarse en la maleza pero su sentido de la orientación no estaba funcionando muy bien. Se perdería irremediablemente y todo sería peor. Podía pedir ayuda pero era poco probable que alguien lo escuchara a esa distancia.

    ¿Qué quería aquel extraño?, ¿Por qué los había seguido hasta ahí?

    -¿Quién eres?- la voz le tembló al preguntar. Contrario a la respuesta verbal que Naruto esperaba, el níveo brazo se alargó hacia él cuando el desconocido se puso de cuclillas para ayudarlo a levantarse.

    Las oscuras pupilas lo miraron fijamente. Dos abismos carentes de emoción alguna. Naruto pestañeó abrumado, la resistencia que trató de poner, flaqueó de inmediato. Como si estuviera siendo atraído de algún modo al peligro. Estúpidamente aceptó la ayuda y se levantó con tanta lentitud que, le dio tiempo de analizar detenidamente cada rasgo del joven. Alto, de nívea piel, sus largas pestañas y el oscuro cabello atado en una coleta baja. Indiscutiblemente era apuesto.

    -¿No escuchaste cuando te llame anoche?

    Las pupilas azules se dilataron cuando el vestigio de un recuerdo se hizo presente, cual relámpago en medio de la llovizna. Un recuerdo que no estaba ahí pero que ahora había aparecido, haciendo dudar de la veracidad de esas imágenes fugaces que se le presentaban. Era él mismo recostado en la cama, durmiendo. Antes de que los insistentes ruidos en la ventana lo despertaran. Era como el aleteo de un animal que, Naruto adjudicó con alguna rama chocando contra el cristal.

    -¿Qué eres?- cambió su pregunta, retrocediendo otro paso. Se arañó con fuerza la mejilla para verificar que no estuviera soñando pero el dolor agudo que experimentó fue tan real como el quejido que profirió al mismo tiempo.

    -Itachi… Uchiha.

    Cuando Naruto quiso darse cuenta de lo que pretendía el muchacho al aproximarse hacia él, ya era tarde. Sus labios sintieron la frialdad de los ajenos. Mantuvo los ojos bien abiertos y trató de alejarse del beso forzado, pero Itachi lo mantenía firmemente sujeto de los brazos, obligándolo a quedarse en esa posición, quería que le correspondiera.

    Un par de gotas salinas se deslizaron por su mejilla, dejando el húmedo recorrido en ellas y un ardor apenas perceptible. Naruto temía, pero al mismo tiempo una fuerza misteriosa lo instaba a corresponder, a hacer lo que Itachi Uchiha quería, sucumbir momentáneamente a sus deseos para no salir herido.

    Naruto imitó despacio los movimientos labiales del atractivo muchacho. Cada vez que quería comprender algo, le resultaba aun más imposible hacerlo. Sentía las piernas temblarle, pero sabía que no iba a caer por el firme agarre en que lo tenía.

    Orochimaru… ¿Por qué se había ido? ¿Por qué lo dejo solo? …eso no estaría pasando de estar él presente.

    Aun reacio a cooperar, Naruto apretó los labios, impidiéndole el paso a la lengua de Itachi. Su poca fuerza de voluntad aún estaba presente, se desvanecía, pero seguía ahí, y se valdría de ella.

    Las uñas del joven se hincaron en sus hombros con fuerza, un gesto de dolor se extendió por sus facciones. Eran como dagas atravesándole la piel, hiriéndolo, cada vez le era más difícil mantenerse así.

    Lentamente fue cediendo, separando de a poco los labios, furioso consigo mismo por la poca resistencia al dolor que poseía. Naruto abrió la boca para dejar escapar un gemido de dolor, el agarre en sus hombros finalmente se esfumó. Los brazos se enredaron esta vez en su nuca y le lengua entró de golpe hasta el fondo, sin darle tiempo a intentar cualquier cosa.

    Naruto sintió la lengua restregarse sobre la suya, masajeándola con bruscos movimientos, instándole a corresponder de nuevo.

    ¿Por qué era tan débil?, ¿Por qué no podía oponerse a él?

    ¿Por qué de pronto le gustaba el beso?

    Las preguntas seguían suscitándose una tras otra pero Naruto no se movió un ápice, ni buscó la respuesta, solamente se planteó las interrogantes y supuso que tendría que empezar a pedir ayuda de algún modo. Su lengua se unió a la ajena en aquel juego por el dominio del beso.

    Contrario a los movimientos bruscos de Itachi, los de Naruto eran lentos, suaves, forzados, pese a estarlo disfrutando.

    -¿Ocurre algo?, me pareció oír ruidos- la voz de Kakashi hizo que Naruto se petrificara. Abrió los ojos de golpe, e Itachi finalmente lo soltó, profiriendo un monosílabo de disgusto al hacerlo.
     
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    V



    -¿Y?, ¿está todo bien?

    Ante la pregunta, Naruto negó en ademan y corrió hacia Kakashi. Por alguna razón se sentía protegido con él. No importaba si no existía la confianza entre ellos, e incluso debería odiarlo por desconocer el motivo de haber terminado sosteniendo relaciones sexuales con él. Probablemente lo había forzado.

    El último pensamiento, lo hizo reconsiderar mejor la situación. No conocía a ninguno, y ninguno lo conocía a él. Optó por retroceder, mirándolos alternadamente, temiendo que fueran a atacarlo al verlo solo e indefenso.

    -Vaya, inclusive a ti te considera una potencial amenaza- comentó Itachi con frialdad. Sin reflejar emoción alguna en sus facciones. Kakashi en cambio endureció la mirada, volvió a centrarse en Naruto y la actitud cohibida que ahora demostraba.

    Naruto no sabía que pensar al respecto. Por un lado no estaba seguro de si aquel encuentro con Kakashi había sido real o solo alucinaciones. No tenía duda de que se habían encontrado, pero al perder el conocimiento le costaba hilar las escenas de lo acontecido después. Con el otro joven no podía bajar tampoco la guardia, lo había forzado a que lo besara y de no haber llegado Kakashi, las cosas posiblemente habrían avanzado para peor.

    -Orochimaru-san...- murmuró y dio otro paso hacia atrás al ver que los dos muchachos avanzaban en su dirección. - ¡Orochimaru...mmh!- miró con temor al de cabello plateado que acababa de cubrirle la boca con una de sus manos. Naruto supo entonces que se encontraba en peligro. Cerró fuertemente los ojos, esperando afrontar el destino incierto que lo aguardaba.

    -Asustaras a mis cachorros- le aclaró Kakashi, retirando poco a poco su mano. Naruto lo miró sumamente confundido al ser liberado. Momentos después los ladridos cobraron intensidad.

    Una multitud de perros de caza se posicionaron delante de su amo, agitando la cola en señal de expectativa.

    Itachi alzó una ceja inquisitivamente cuando dos de los perros más grandes comenzaron a ladrarle de manera amenazante.

    -Saben reconocer a un enemigo a kilómetros de distancia- murmuró Kakashi, ensanchando la sonrisa, apenas un sutil pliegue bajo la oscura mascara. Naruto aguardó temeroso, viendo como la situación empeoraba cada vez más.

    Fue un impulso el que lo llevo a interponerse entre los furibundos perros y su objetivo. De brazos extendidos se posicionó frente a Itachi.

    -¿Qué haces?- lo cuestionó Kakashi, molesto, sin comprender el motivo de que el chico defendiera a quien había atentado contra su integridad física momentos antes.

    -Podemos solucionar las cosas hablando, de veras- más que petición, era una súplica. Los perros mantenían la mandíbula fuertemente apretada, esperando la más mínima señal de su dueño para arrojarse sobre los intrusos.

    Suspirando, Kakashi hizo sonar sus dedos. La jauría de perros corrió hacia él, sentándose a su lado, quietos y sumisos. Naruto miró la escena atónito. Asumiendo que aquel entrenamiento debió haberle tomado años.

    -Eres mi protegido y sin embargo eres tú quien intenta protegerme a mí. Eres verdaderamente impredecible- ante las palabras de Itachi, Naruto solo atinó a sonrojarse. Ni él mismo entendía su propio comportamiento. Solamente sabía que no quería que se suscitara una disputa por su culpa. Usualmente buscaba soluciones que no implicaran la violencia de por medio, aun si era él quien terminaba herido. Lo hacía sentir bien de alguna extraña manera.

    Un momento... ¿había dicho protegido?, ¿a que se refería con eso?

    Volteó y ladeó ligeramente la cabeza hacia un lado, presenciando al apuesto joven confrontándose visualmente con Kakashi. Ambos sosteniéndose la mirada, diciéndose todo sin necesidad de palabras. El odio era perceptible y la sensación de incomodidad también.

    -¿No van a lastimarme?- Naruto decidió terminar con aquel fatídico intercambio de miradas.

    -No de la manera en que piensas- fue la escueta respuesta de Kakashi. Las pupilas azules tintinearon temerosas por la confusa contestación. Sin preverlo, Itachi lo tomó de los hombros para susurrarle algo en el oído.

    El cuerpo de Naruto se petrificó al escucharlo. Aun después de que Itachi se hubo alejado nuevamente para adentrarse en el cultivo, el rubio permaneció inmóvil, en aparente estado de shock.

    Kakashi no dudó en acercarse al chico para llevarlo sobre su espalda hasta su residencia, y Naruto no se opuso en lo mas mínimo. Se sentía incapacitado para caminar, y sobre todas las cosas, escéptico por lo que había escuchado de aquel muchacho.

    Desechó la idea de inmediato y cuando se supo a salvo, bajó de la espalda de Kakashi para mirar a su alrededor. La casa lucía acogedora, elegante, ordenada. Era mucho más grande que la casa de Orochimaru pero notó que no había cuadros ni fotografías en la recámara a la que había sido llevado. Solo artículos personales y muebles de estilo rústico. Se sintió más confortable en ese lugar, pero al mismo tiempo dedujo que ya había estado allí al reparar en los ventanales rotos.

    Su cuerpo se tensó al dar por sentado que su sueño no había sido como tal. Kakashi y él habían sostenido relaciones sexuales, y aunque no había estado consciente al principio, había ido cediendo lentamente.

    Naruto se vio a sí mismo jadeando el nombre del joven de cabello plateado, asiéndose a su espalda al tiempo que era penetrado con ímpetu bajo las delgadas sábanas.

    -¿Estás bien?- se mordió los labios con fuerza y se vio obligado a asentir, temiendo que la situación se complicara si le hacía ver que estaba al tanto de todo. Solo debía prestar atención al más mínimo detalle y retirarse en cuanto le fuera posible. -Forasteros como él no se ven a menudo. Pero te estaría mintiendo si te dijera que no lo he visto antes- añadió Kakashi dubitativo. Naruto se sentó a la orilla de la cama, mareado. Kakashi optó por acercarse y al colocar el dorso de su mano sobre la frente del rubio, corroboró lo obvio. -Tienes fiebre.

    La mirada pérdida de Naruto se lo dejó más en claro.

    -Espera aquí- musitó antes de retirarse a otra de las habitaciones. Naruto se dobló un poco al escuchar el sonido emitido por su estómago, no había tenido tiempo de comer bien y se había expuesto mucho al sol, además de la caminata que se había prolongado por su ignorancia. Tenía muchísima hambre, pero ya no se sentía seguro en ningún lugar. Era muy probable que se encontrara nuevamente con aquel joven de piel lozana que se hacía llamar Itachi Uchiha. Orochimaru en cambio, había estado actuando muy extraño, pero Naruto sabía que no debía desconfiar tanto de él, era el amigo de Jiraiya después de todo. Tenía que acatar sus peticiones y no había hecho más que desobedecer desde que llegó.

    Pensó en el libro extraño que había extraído, no conocía cuál había sido su destino, pero supuso que Orochimaru lo habría encontrado, después de todo, lo había reprendido por ello.

    -Mmm...sabes que me ha molestado tu actitud de hace rato, ¿cierto?- inquirió Kakashi entrando de nueva cuenta a la habitación. Naruto encogió las piernas sobre la cama, desconfiado. -Pides ayuda pero manejas la situación a tu antojo- se acercó a la cama y le entregó a Naruto un vaso con agua y dos pequeñas píldoras que, el rubio miró intrigado. -Son para la fiebre.

    -No puedo tomar pastillas- negó Naruto con la cabeza. Odiaba el medicamento de todo tipo. En el hospital siempre lo hacían tomarlas y le irritaban el estómago. Además, había tenido una mala experiencia con ellas cuando atacó sin pensar a Jiraiya. No quería depender de las píldoras nunca más, y estaba dispuesto a tener que lidiar con cualquier enfermedad con tal de cumplir su palabra.

    -¿No puedes o no quieres?- lo cuestionó Kakashi, sentándose a su lado. Naruto mantenía los labios ligeramente entreabiertos, se le dificultaba respirar por la nariz y sus mejillas estaban coloreadas por la temperatura que iba en aumento.

    -Viéndote así...me dan ganas...- despacio, Kakashi acarició los cabellos rubios. El agua dentro del vaso se agitó por el repentino toque. Naruto alzó la mirada, nervioso.

    -No se atreva a tocarme- le advirtió, tratando infructuosamente de ocultar su miedo.

    Sin embargo sus palabras no tuvieron ningún efecto en Kakashi, quien, complacido por la reticencia del chico, le quitó el vaso de las manos para ponerlo sobre el buró junto a la cama. Posteriormente empujó a Naruto de los hombros, forzándolo a recostarse.

    Las pestañas de Naruto temblaron cuando cerró con fuerza los ojos. La respiración sobre su cuello se intensificó antes de que una serie de besos ascendieran hasta su clavícula.

    -No...- se preparó para forcejear pero ni bien dijo la frase, Kakashi se retiró enseguida.

    -No estás en condiciones de cualquier manera- comentó lacónico, levantándose del colchón para ir hasta la ventana. Naruto frunció el entrecejo, a sabiendas de que ese encuentro ya había tenido lugar antes.

    -Usted...- no supo si referirse de ese modo. Después de todo, Kakashi parecía bastante joven, aunque mayor que él definitivamente. -Y yo tuvimos...- se ruborizó mas y miró hacia otro lado, apenado por concluir la frase.

    -¿Sexo?- concluyó Kakashi, dándose vuelta. Su mirada profunda denotó diversión y lujuria a partes iguales. Naruto asintió, espetándose mentalmente que, de estar Kakashi a su lado, lo habría abofeteado por decirlo de ese modo. Como si hubiera sido un juego. -Creí que no lo recordarías.

    -En primer lugar, yo no pedí su ayuda- habló Naruto, poniéndose de pie, más que dispuesto a irse. -Pensé en hacerlo pero no pude porque Itachi me estaba...

    -Oh, a él lo llamas por su nombre y a mí en cambio me tratas con formalismos- una suave y fingida risa escapó de los labios de Kakashi.

    Naruto parpadeó por la recriminación. ¿Estaba celoso?

    -No trate de engañarme, ¿abusó de mi?- lo apuntó con el índice, pero su determinación flaqueó a cada paso de Kakashi. Finalmente Naruto bajó la mirada al tenerlo a escasos centímetros frente a él. Kakashi se inclinó un poco, permitiendo que las narices de ambos se rozaran.

    -¿Es abuso cuando la relación es consentida?

    Naruto negó rápidamente. Maldiciéndose poco después de haberlo hecho. Ahí estaba su respuesta.

    -¿Me dirás a qué viniste o lo tengo que averiguar?- el nerviosismo volvió a hacer estragos en Naruto cuando Kakashi le sostuvo firmemente la mirada, en busca de una respuesta.

    -Orochimaru san dijo que dabas clases- articuló, inseguro.

    -Así es- sonrió Kakashi, alborotándole el cabello. Naruto lo miró con reproche por aquel exceso de confianza. Aunque no debería sorprenderle, ya habían intimado y él lo permitió. -¿Serás mi alumno?

    Indeciso, Naruto asintió. Sopesando vagamente la idea de desobedecer por segunda ocasión, pero descartando inmediatamente la idea. No quería meterse en más líos por no acatar las peticiones de Orochimaru. Además, le haría bien. Necesitaba distraerse hasta que Jiraiya regresara por él.

    -Irremediable. El revoltoso rubio cabeza hueca será mi estudiante.

    -No me llame así- pidió Naruto, torciendo levemente los labios en un mohín de disgusto.

    -Cierto- arguyó Kakashi, robándole un corto beso que provocó que Naruto enrojeciera aun mas. -Tener desórdenes mentales no te convierte en un cabeza hueca.
    **

    Afortunadamente la fiebre había descendido bastante. Naruto sabía que eso en parte se debía a la ayuda de Kakashi y el efectivo remedio casero de emplear compresas con agua fría y darle a beber agua cada cierto tiempo. Se sentía indudablemente mejor pero tenía tantas dudas al respecto que, no sabía cómo exponerlas.

    Kakashi, su ahora Sensei, sabía lo que él padecía. Se había enterado de algún modo y la única conclusión que sacó Naruto, fue que, mediante sueños, al estar dormido quizá, se había delatado. Y se apenaba, le daba vergüenza el simple hecho de que Kakashi conociera esa faceta suya que tanto deseaba erradicar. Si estaba o no trastornado, era algo que prefería reservarse, y de ser posible, olvidarse totalmente de ello. Antes pudo estar enfermo pero ahora se sentía mejor que nunca, más lucido de lo que alguna vez estuvo bajo vigilancia médica.

    Mientras tanto se esforzaría por continuar del mismo modo.

    Terminó de leer el párrafo y situó su mirada en la siguiente página.

    -Suéltalo- Naruto hizo caso omiso a la voz de Kakashi y continuó con la lectura, era la primera vez que se interesaba con algo ajeno a lo que implicaba su rutina, y extrañamente le gustaba. Quería aprender más, sumergirse en lo que le ofrecían aquellos libros repletos de información, plagados de fantasía, mundos imaginarios que lo trasladaban a lugares místicos en cuestión de minutos. Acababa de encontrar una salida a su dolor...y le gustaba.

    -Debes olvidar eso- prosiguió Kakashi, soltando un sonoro suspiro. Naruto continuó enfrascado en la lectura. -Créeme, he conocido a muchos que se han sentido como tú. En serio, los que siguen ese sendero... nunca terminan bien. Al final no lograras nada, solo un enorme vacío.

    -¿De qué habla?- viéndose interrumpido una vez más, Naruto dejó el libro a un lado. Estaba por replicar de nueva cuenta cuando los labios de Kakashi le robaron el aliento de golpe. Se había quitado la máscara en su descuido.

    La suave piel rozaba su mentón con insistencia. Naruto fue cediendo poco a poco. Se asió del cuello de Kakashi con un brazo y dejó que sus labios se fundieran en un demandante beso.

    No sabía por qué pero el cosquilleo en su estómago le agradaba. De repente no le importaba estar haciendo mal por seguir esos impulsos. Pronto se sorprendió a sí mismo correspondiendo a los bruscos movimientos de lengua, y se odió por eso.

    Por disfrutar tanto un contacto labial con quien ahora se suponía sería su profesor. Entre beso y beso, los labios terminaron ardiéndole. Naruto tomó aire por última vez, entregándose a la habilidad labial de su Sensei, sucumbiendo a la lujuria hasta que se percató del tiempo.

    -Tengo que...irme- musitó entre ambas bocas. Sus labios se habían enrojecido un poco. Pero a pesar de la petición, Kakashi volvió a besarlo, silenciándolo y entrelazando los dedos de ambos. Naruto tembló bajo el cuerpo del mayor, fue una descarga placentera la que le recorrió el bajo vientre y lo forzó a apartase de manera definitiva, por más desorientado que se sintiera. -Es en mmh...serio- forzosamente se puso de pie. Kakashi lo imitó poco después, volviendo a colocarse la máscara, sin estar del todo de acuerdo con aquella decisión tan precipitada.

    Le encantaba la contradicción del chico.

    -He saldado contigo la deuda que teníamos pendiente- le informó en tono lacónico. Naruto lo observó fijamente. -Me has llamado y acudí. Si necesitas otro favor, y no dudo que sea pronto...

    -No lo diga- lo interrumpió Naruto, limpiándose los labios, irritado por la frialdad del joven para hablar de eso como si se tratara de un común acuerdo entre ellos en base a favores sexuales. -No le estoy pidiendo nada y tampoco hay nada entre nosotros, solo fue...

    -¿Un desliz?- preguntó Kakashi con ironía. Naruto asintió y con un breve ademan se despidió, partiendo nuevamente hacia la casa de Orochimaru.

    Se sintió aliviado al llegar, principalmente porque ninguna amenaza se presentó en el trayecto. Ya estaba lo suficientemente desorientado para lidiar con más inconvenientes. Aún se recriminaba una y otra vez el porqué de su actuar. Se había besado con quien sería su Sensei, la misma persona con la que tuvo relaciones.

    Y el otro muchacho, el que lo besó a la fuerza, ¿Por qué lo había defendido?

    No se entendía él mismo y se frustraba con mucha facilidad. Se presionó la cabeza con ambas manos y entró lentamente a la vivienda, ya había oscurecido y no quería molestar a Orochimaru.

    Naruto notó al caminar por el pasillo hacia el diván, que la puerta de otra de las recamaras se encontraba entreabierta. Nuevamente la curiosidad hizo estragos en él. Naruto se mordió los labios y empujó suavemente la puerta, creyendo que se encontraría con Orochimaru, pero la habitación estaba solitaria cuando encendió la luz.

    Entró con mucha cautela y observó una carpeta amarilla sobre el escritorio, el único mueble de la habitación.

    Dentro de la carpeta, Naruto extrajo una hoja y la leyó rápidamente.

    "Paciente: Naruto Uzumaki

    Edad: 15 años

    Antecedentes médicos: trastorno de identidad disociativo

    Avances:..."

    Naruto aferró la hoja contra su pecho, sus ojos se cristalizaron rápidamente. Sabía que debía haber una razón para que Orochimaru tuviera su expediente en su poder. Incluso Jiraiya pudo habérselo proporcionado, sin embargo, eso no impidió que la tristeza lo embargara al saberse afectado por una enfermedad que ni siquiera conocía, una de la que no estaba al tanto.

    Dejó los papeles en su lugar y al dirigirse al diván, se permitió sollozar otro poco, abrazando las rodillas sobre su pecho. Ignorando su entorno hasta que oyó un suave ruido en uno de los rincones.

    -¿Orochimaru san?

    Levantó la mirada y enfocó una sombra que lentamente se alargaba. Naruto se levantó de inmediato al no recibir respuesta. Encendió la luz y se quedo estático al ver al muchacho que se aproximaba silencioso hacia él.

    -¿Itachi?- pronunció en voz baja, temeroso de que su mente le estuviera haciendo una mala jugada. Tal vez solo estaba soñando. Pero la realidad se hizo más evidente cuando Naruto observó la ventana abierta.

    -Eres obstinado- murmuró Itachi, terminando con toda distancia entre ellos, tomando a Naruto del mentón para que lo mirara a los ojos. -Te pedí que te alejaras de él. No lo tolero.

    Naruto pestañeó un par de veces antes de sentir la firme presión en sus labios.
     
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    VI



    Naruto se había quedado completamente inmóvil ante el atrevimiento de aquel apuesto joven. Estaba confundido, sin animarse a seguir el lascivo gesto que le exigía inmediata correspondencia.

    Lentamente empezó a ceder, pensando en lo que sucedería si llegaba a poner resistencia. Lo cierto era que no había visto a Orochimaru al llegar, y además la conducta extraña del amigo de Jiraiya, lo hacía meditar dos veces antes de querer pedir su ayuda.

    ¿Por qué?

    No lo sabía, no entendía a que se debía esa desconfianza de su parte.

    -Ah, ¡no…!- exclamó al ser arrojado boca abajo sobre la cama. El colchón pronto cedió bajo el peso de ambos, y algunos resortes tintinearon entre sí cuando el muchacho de oscura y vacía mirada se acomodó mejor sobre el cuerpo de Naruto, sujetándole las muñecas tras la espalda con una sola mano y empleando la otra para ladearle el rostro, forzándolo a que lo mirara.

    -He esperado demasiado- farfulló. Naruto se removió incómodo, tratando de liberarse de su agarre, molesto por el despotismo del muchacho pero al mismo tiempo, sintiéndose intimidado. Era un cúmulo de emociones que no era capaz de controlar. Temía, pero a la vez no tenía la fuerza de voluntad para quitárselo de encima. Al cabo de unos segundos, dejó de forcejear, los músculos de su cuerpo se relajaron completamente, induciéndolo a un estado de tranquilidad.

    Hundió la mejilla entre las sábanas, aun sabiéndose sometido por Itachi.

    Naruto no comprendía el por qué su cuerpo no le obedecía, se sentía extrañamente desorientado pero no en peligro, no como aquella vez en que descubrió al joven y su cuerpo se había paralizado por el miedo. Tampoco sentía deseos de gritar, simplemente cerró los ojos y disfrutó del suave ascenso de los fríos labios de Itachi sobre su nuca. Una y otra vez, Itachi lo besó en esa zona, como si tratara de tranquilizarlo, de hacerle saber que no le haría daño a pesar de su actitud desenfadada y altiva.

    Pronto, Naruto pudo mover nuevamente las muñecas, Itachi lo había soltado para tomarlo esta vez del abdomen, alzando un poco sus caderas.

    -Te deseo- susurró con inhóspita sensualidad, haciendo estremecer a Naruto por el significado de aquellas simples palabras. –Y se que tú a mi.

    -Y…Yo- Naruto contuvo el aliento al ser despojado con suma destreza de sus pantalones. La mano del joven se coló por su ropa interior, y Naruto arqueó completamente la espalda al sentir la palma cerrarse sobre su hombría. Los movimientos suaves lo hicieron estremecer ante el contacto. Itachi había comenzado a besarle el cuello al tiempo que lo masturbaba lentamente, como si gozara con su desesperación. Naruto cerró los ojos y se concentró en las múltiples sensaciones en su bajo vientre, gemidos quedos y entrecortados escapaban de su garganta a cada segundo. Y lo peor de todo era que…lo estaba disfrutando.

    Le gustaba ese fuerte cosquilleo que experimentaba por los expertos movimientos del muchacho. Naruto no recordaba haber sentido nada similar antes. Se mordió los labios y descendió su mano hasta posarla sobre la de Itachi, quien, satisfecho y con media sonrisa surcando sus labios, acató el silente pedido y aceleró los movimientos de su mano, subiéndola y bajándola a un ritmo irregular, provocando que Naruto se arqueara una y otra vez, tratando en vano de acallar sus propios gemidos.

    -Ya….no puedo- su cuerpo cedió ante el súbito orgasmo, haciéndolo caer de bruces sobre el colchón, con su respiración agitada y la sensación de humedad en dos zonas diferentes de su cuerpo. Los besos de Itachi le quemaban la piel pero habían sido tan placenteros, tan llenos de lujuria.

    De prisa, Naruto trató de incorporarse, más sin embargo, el muchacho de oscuro mirar lo tomó firmemente del tobillo y tiró hacia atrás de él. Naruto se dio la vuelta, incorporándose sobre sus codos.

    -¡Ah…!- inmediatamente después se dejó caer de espaldas, el sonido de su propio gemido hizo eco por varios segundos, aturdiéndolo. Naruto se aferró de las gruesas sábanas, sintiendo los dedos del muchacho penetrándolo a fondo, dilatándolo. Y extrañamente, no dolía, le incomodaba hasta cierto punto pero su propio cuerpo lo delataba, sus pequeños gemidos cargados de placer lo dejaban totalmente al descubierto.

    Tenía dos alternativas. Sucumbir a las sensaciones y disfrutarlo, u oponerse y atenerse a las consecuencias.

    ¿Qué era peor?

    La mente de Naruto quedó en blanco cuando los movimientos dentro de su cuerpo se volvieron más bruscos y rápidos. Sus pestañas se empañaron de lágrimas sin que pudiera evitarlo, la vorágine de emociones se hacía cada vez más intensa. Naruto solo respondía a los estímulos, dejándose arrastrar a los límites de lo prohibido, de lo indecoroso y placentero. Separó más las piernas y sintió a Itachi acomodarse entre ellas.

    Naruto solo atinó a abrir los labios, no pudo articular palabra cuando Itachi lo penetró de una sola vez. Su espalda se arqueó con fuerza. Tensó la mandíbula pero el dolor solo fue imaginario.

    Sus caderas se movían al mismo compás impuesto por Itachi, la gruesa erección lo desgarraba lentamente, abriéndose pasó entre sus paredes internas, rozándolas, humedeciéndolas con el líquido pre seminal.

    Naruto mantenía la mirada fija en el techo, pero pronto el hermoso rostro del joven entró en su campo de visión. Itachi lo sujetó con ambas manos de la espalda, ayudándolo a incorporarse a medias, sin dejar de moverse en ningún momento.

    Besó los urgidos labios de Naruto, primero despacio, rozándolos una y otra vez con los suyos, hasta que fue Naruto quien lo alentó a proseguir, seduciéndolo con la mirada, dándole la aprobación a que continuara profanando su cuerpo.

    Lo embistió con fuerza, sintiendo como los brazos de Naruto se aferraban firmemente a su cuello. Itachi rodeó la cintura del rubio con ambos brazos y disminuyó progresivamente las penetraciones, volviéndolas cada vez más lentas y profundas, hundiéndose hasta el fondo de las estrechas y cálidas paredes, ahogando sus propios jadeos en la boca de Naruto, quien, fuertemente ruborizado, movía las caderas despacio, acoplándose al nuevo ritmo, sintiendo el éxtasis recorrer cada fibra de su ser, envolviéndolo en un mar de sensaciones, haciéndolo clamar por más.

    Gimió fuertemente cuando Itachi salió de él para penetrarlo nuevamente de golpe, repitiendo el mismo procedimiento una y otra vez. Sin poderlo prever, Naruto se corrió entre ambos por segunda ocasión. Su piel ardía constantemente y podía sentir el miembro de Itachi palpitar en su interior entre cada firme embestida.

    Naruto se mordió los labios con desmedida fuerza cuando Itachi eyaculó dentro de él. Su cuerpo se abandonó al cansancio, sus pupilas se habían dilatado levemente a causa del orgasmo y su pecho subía y bajaba con rapidez.

    Con un firme movimiento circular, Itachi salió de él. Se agachó lentamente hasta que los ojos azules quedaron a escasos centímetros de los propios. Con suavidad y paciencia, se deshizo de la última prenda de Naruto y se dispuso a besar sus hombros, disfrutando del estremecimiento y los espasmos tardíos que recién se presentaban en el rubio.

    Naruto abrió un poco más los ojos, acarició la espalda de Itachi para corroborar que aquello no se tratara de un sueño, de alguna falsa ilusión. Sin embargo la suave piel del muchacho le demostró lo contrario. Convencido de la verdad, Naruto se relajó completamente, observó la larga y oscura cabellera de Itachi, comparándolo con el fino plumaje de un cuervo. Con ese último y llano pensamiento, se quedó profundamente dormido.

    Bostezó largamente y estiró los brazos para espabilarse. Su cuerpo resintió cada movimiento al intentar ponerse de pie. Naruto se frotó los párpados con ambas manos y reparó en que estaba desnudo, su ropa rezagada en el suelo de madera del desván. Rápidamente recordó los acontecimientos de la noche anterior, el cómo había cedido ante los encantos del arrebatador joven de piel lozana.

    -Itachi- murmuró sintiendo su rostro enrojecer en vergüenza. ¿Cómo es que había permitido aquello?

    -¡Naruto kun!

    El aludido recogió rápidamente las prendas para proceder a vestirse. Primero se puso la camisa, seguida de la ropa interior. Sus pantalones estaban más alejados de la cama. Naruto corrió hacia ellos, reprimiendo una mueca de dolor al hacerlo. Se agachó para tomarlos, escuchando cada vez más cerca las pisadas de Orochimaru.

    Torpemente logró ponérselos pero entonces vio algo más en su improvisada recámara, lo que parecía un objeto se volvió más nítido al acercarse. Naruto se puso de cuclillas y tomó entre sus dedos la delgada pluma negra. La hizo rodar entre sus dedos un par de veces, tratando de asimilar la situación, más no le dio tiempo de hacerlo cuando Orochimaru golpeó suavemente con el puño sobre el marco de la puerta.

    -¿Puedo entrar?

    Naruto miró en dirección de la ventana, recobró el aliento al ver que estaba cerrada. Itachi debió hacerlo antes de marcharse.

    -Si- respondió aliviado, recorriendo la habitación con la mirada, inspeccionando que no hubiera nada fuera de lo común, alguna prenda olvidada u otra cosa.

    Orochimaru entró con una sonrisa enmarcando su pálido rostro. Fijó la mirada en Naruto y se aproximó hacia él.

    -Lamento la irrupción pero me resultó extraño que no bajaras a desayunar, ya es tarde.

    -No quise preocuparlo, de verás- Naruto se rascó la nuca, apenado al reparar en la razon que lo había hecho quedarse dormido hasta tarde.

    -¿Y?- curioso, Orochimaru alzó una ceja. -¿Llegaste a algún acuerdo con Kakashi?

    Naruto asintió firmemente, bajó la mirada poco después, tratando de encubrir su propia vergüenza ante la simple mención del nombre.

    -Prometió enseñarme, aunque…- se llevo el índice a la barbilla, pensativo. –No le pregunté el horario, supongo que será igual que ayer.

    -Me parece excelente- siseó Orochimaru. Sus ojos ámbar brillaron. Naruto se sintió algo cohibido de preguntar.

    -¿Conoce a alguien llamado Itachi Uchiha?

    Rápidamente las facciones viperinas de Orochimaru se retrajeron en una mueca de incertidumbre. Naruto lo observó fijamente a los ojos, Orochimaru lo tomó con fuerza de los hombros, hincando las uñas sobre su camisa, lacerándolo.

    -¡¿En donde lo viste?!, ¿Cuándo fue eso?- Naruto separó los labios, sin atreverse a pronunciar palabra. Orochimaru lo sacudía una y otra vez, exigiéndole una respuesta a cambio, parecía asustado, no, aterrado.

    -El primer día que llegué- respondió, consternado por la reacción del hombre. En cuestión de segundos, Orochimaru relajó el gesto.

    -Perdona mi comportamiento- masculló seriamente, apartándose de Naruto. Este asintió, temeroso y se tocó el hombro derecho, sintiendo una leve punzada de dolor. –No quise asustarte, es solo que...

    -¿Qué?- preguntó Naruto cuando el silencio se instaló entre ellos.

    -¿Estás seguro de que era él?, ¿te dijo su nombre?, ¿pudiste verlo de cerca?

    Ante las múltiples interrogantes, Naruto solo atinó a asentir. Cada vez más y más confundido por la reacción de Orochimaru, un deje de temor se percibía en sus ambarinas pupilas. Nervioso, Naruto se rascó el talón con su otro pie.

    -Es peligroso- tajó Orochimaru, aproximándose hacia la ventana para mirar a través de ella. Naruto lo imitó, contempló el sembradío amarillento, pronto se marchitaría. Asimiló lentamente las palabras de Orochimaru pero no tuvo tiempo de preguntar antes de que el mayor agregara. –Existen diversos rumores acerca de ese jovencito. Algunos lo adjudican como un criminal, los más escépticos dicen que pertenece a alguna secta.

    Los ojos azules vibraron al recordar la oscura y larga capa que portaba Itachi.

    -¿Por qué dicen eso?, ¿Quién lo dice?- quiso saber, palpándose con lentitud el cuello, donde los besos de Itachi habían quedado grabados.

    -Anteriormente esta zona era una aldea pero los habitantes se marcharon debido a ciertos sucesos inexplicables- Naruto lo escuchaba con suma atención, ignorando el suave gruñido de su estómago, tenía hambre pero la curiosidad le podía mas. –Todos ellos vinculados a ese joven Itachi Uchiha.

    -¿Qué ocurrió?, ¿qué fue lo que él hizo?- Naruto sintió un nudo obstruyéndole la garganta, realmente no quería enterarse que había estado con un criminal. Itachi le había inspirado inicialmente miedo y desconfianza pero esos sentimientos quedaron a un lado la noche anterior en que estuvieron juntos, no podía haberse equivocado.

    -No lo sé con exactitud- suspiró Orochimaru, pasando los pestillos a las ventanas. –Algunos chicos empezaron a desaparecer sin dejar rastro. Esto sucedió con la llegada de ese joven. Además, se cree que…el mató a sus padres.

    -Pero él….- Naruto pestañeó asustado cuando escuchó la voz grave proveniente de la planta baja. Inconscientemente cerró los puños.

    -¡¿Puedo pasar?!- preguntó el recién llegado. Orochimaru se apartó del vitral, sonrió y miró a Naruto de soslayo.

    El rubio se sonrojó ligeramente sin poder evitarlo. Sentía como si Orochimaru pudiera ver a través de él, como si supiera lo que había pasado entre ellos, pero a la vez estaba consciente de que no era así.

    -¡Adelante!- exclamó Orochimaru. Naruto esperó a que el hombre estuviera abajo, se acercó a la puerta para tratar de escuchar la conversación entre ellos. Ya no sabía en quien confiar. –Ah, Hatake, que grata sorpresa. Aprovecho para agradecerte por aceptar la solicitud de mi huésped. Prometo pagarte bien por ello.

    -No es necesario- respondió la voz lacónica. Naruto arrugó ligeramente la nariz, suponiendo lo que aquel depravado estaría pensando. Seguramente en cobrarse de "otra" manera. –Precisamente a eso vine. Saldré esta tarde así que pensé que sería adecuado que Naruto repasara algunos de los temas de ayer. Claro, si no hay inconveniente.

    -No lo creo, ¡Naruto-kun!

    Naruto se ocultó detrás de la puerta, sintiendo los salvajes latidos contra su pecho. Lo último que quería en ese momento era ver a Kakashi, ¿y si se enteraba de lo que había hecho con Itachi?

    Sus ojos ensombrecieron al recordar lo sucedido… ¿en realidad Itachi era esa clase de persona?

    -¿Podrías bajar un momento?

    Naruto no respondió y en cambio, se apresuró a bajar, conteniendo la vergüenza que le provocaba el simple hecho de mirar a los ojos de su Sensei.

    Se dirigió hacia él, haciendo una leve reverencia a modo de agradecimiento, intentando no verse demasiado obvio, tampoco quería que Orochimaru sospechara el exceso de confianza entre ellos. Tenía que aparentar.

    -Pequeño revoltoso- sonrió Kakashi, alborotándole el cabello. Naruto frunció los labios con enfado, aun más cuando Kakashi le pasó el brazo por encima de los hombros, incomodándolo. Posiblemente a propósito. -¿Nos vamos?

    El rostro de Naruto enrojeció brutalmente al sentir la atrevida caricia descender por su espalda. Cerró los ojos y asintió forzadamente para no evidenciarse.

    -Quería ducharme antes y aún no desayuno- murmuró antes de seguir a Kakashi rumbo a la salida. Quería hacer más tiempo, necesitaba borrar las marcas de su cuerpo, además, tenía mucha hambre.

    -No veo ningun problema con que lo hagas en mi casa- comentó Kakashi, tomándolo de la mano. Naruto miró de reojo a Orochimaru, este asintió, otorgándole el permiso, aunque en el fondo Naruto sabía que no solo eso, acababa de entregarlo a él. Y se preguntaba si lo había hecho conscientemente.
     
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    VII



    Nuevamente estaba cansado, sentía su cuerpo dolorido pero al mismo tiempo una sensación de relajación se extendía por todo su ser. Y es que a pesar de todo, Naruto no podía negarlo. Aquello representaba un buen método para aliviar la tensión acumulada en el transcurso de esos días. Según la cuenta que llevaba, faltaban escasos días para que Jiraiya viniera por él. Estaba ansioso por volver a verlo, pero al mismo tiempo comenzaba a adaptarse a ese sitio.

    No, no era precisamente el lugar el que lo reconfortaba de algún modo, sino ellos.

    Lo contempló atentamente cuando la puerta lateral se abrió y una nube de vapor acompañó a la delgada pero musculosa silueta de su… ¿Sensei?, ¿amante?

    Ni siquiera sabía de qué forma llamarlo. Lo cierto era que había dejado de poner resistencia a sus infalibles métodos se seducción. Necesitaba más que nunca a alguien a su lado, se sentía demasiado solo en aquel lugar, no tenía amigos, no habían más casas en los alrededores, y tampoco pensaba exponerse a buscar por temor a toparse con algún espejismo similar al que vio varios días antes. Tenía que ser un espejismo, su imaginación sin duda le había hecho una mala jugada cuando conoció a Hiruzen. Según palabras de Kakashi, no conocía a ningun individuo con dicho nombre, además, no podía preguntárselo directamente a Orochimaru, ya se había alterado una vez cuando se lo dijo, actuó tan extraño que Naruto había asimilado su conducta como alguna clase de advertencia silente. No debía indagar más de lo debido.

    Y no lo haría. Estaba bien así, casi lo conseguía, algunos días mas y sería libre definitivamente. Libre al fin.

    Alzó la muñeca frente a su rostro, abriéndola y cerrándola. Su cuerpo desnudo se estremeció por la corriente de aire proveniente del cuarto de baño pero no le dio importancia. Se sentía inquieto al corroborar que las marcas en sus muñecas no estaban más. Ningun vestigio de ellas yacían en su cuerpo, las únicas marcas perceptibles ahora eran las de ellos. Ni huellas de ataduras ni moretones.

    La pregunta que se hacía a diario consistía en si realmente aquellas huellas habían estado en su cuerpo alguna vez. Tendía a dudar de sí mismo más que antes. Pero si algo había aprendido al permanecer esos meses aislado en una institución psiquiátrica, fue a no decir lo que verdaderamente veía. No se confiaría nunca más en nadie, ni siquiera había pensado decírselo a Jiraiya. Lo que él veía y sentía tenía que quedarse solo en él. Nadie más podía saberlo o de lo contrario, volvería a ese frío lugar. A esas estrechas paredes blancas que lo mantenían cautivo.

    No, nunca regresaría ahí. Sin importar cuántas dudas tuviera sobre sí mismo. Prefería reservarselas.

    -Luces cansado, ¿ha sido por mi?

    Naruto alzó lentamente la mirada hasta su interlocutor. Su cuerpo todavía estaba húmedo, vio como de sus pectorales descendían diminutas gotas de agua. Llevaba una toalla en las caderas y con otra más pequeña se acicalaba el enmarañado cabello grisáceo. Naruto se cubrió con las sábanas al sentir el pudor apoderarse de él rápidamente.

    No entendía qué era lo que le atraía tanto de Kakashi pero era complicado deslindarse de ese sentimiento tan extraño que lo embargaba cada vez que se encontraba cerca. Tampoco podía compararlo con Itachi, y la situación lo confundía en demasía. Nunca su actuar había sido tan contrariado hasta ese momento.

    O al menos que recordara.

    -Ya debería irme- anunció para convencerse a sí mismo de ello.

    Esbozando una sonrisa apenas perceptible, Kakashi se acercó a él, tomándolo del mentón. Naruto contuvo la respiración cuando el rostro de su Sensei se halló a escasos centímetros de distancia. Ya había tenido la oportunidad de verlo anteriormente sin su máscara y le parecía indescriptiblemente hermoso. Era un hombre atractivo, maduro.

    Y aunque ansiaba preguntarle por aquella delgada cicatriz en su ojo izquierdo que abarcaba hasta su mejilla, no se atrevía. Aun no se sentía en confianza para interrogarlo, sobre todo por las respuestas tan confusas que él le daba y que, seguramente lo hacía con el afán de evadirse de ellas. Seguro no le gustaban los cuestionamientos personales.

    Extrañamente lo comprendía. Él tampoco se sentiría muy cómodo si algún desconocido quisiera indagar sobre su pasado. Ni él mismo estaba al tanto de varias cosas.

    El rostro circunspecto se mantuvo inmóvil, mirándolo fijo, como analizando su expresión de desconcierto en ese momento.

    -Yo…- de a poco, Naruto ladeó el rostro, viéndose incapaz de seguir sosteniendo el fuerte contacto visual con el joven.

    -¿Filosofía, arte o historia?- inquirió el peliplata con seriedad.

    -¿Ah?

    El rostro de Naruto se tornó en confusión por la súbita pregunta. Pero entonces recordó que no había estudiado nada ese día. Usualmente solía repasar las lecturas que Kakashi le encomendaba y después debía efectuar un resumen para posteriormente pasar a las preguntas. Sin embargo ese día había sido diferente. Desde que se despertó lo había sido.

    Aún recordaba la expresión de dolo en Itachi cuando estuvieron juntos la noche anterior. Tan solo le había pedido nuevamente que le explicara la situación o no podría seguir frecuentándolo. No quería verse involucrado con un criminal, en caso de que lo fuera. Los primeros días, Naruto había intentado indagar despacio, iniciando con el comentario de Orochimaru en torno a tener conocimiento sobre él, le había mentido diciéndole que lo único que el amigo de Jiraiya le había pedido y dicho era, tener mucho cuidado de él.

    Por supuesto Itachi se había mantenido neutral en todo momento. Evadiendo la pregunta, excusándose con que esos temas no eran de su incumbencia. Naruto se había decepcionado de aquella respuesta tan seca y escueta, misma que corroboraba la veracidad de las palabras de Orochimaru. No había querido creerlo pero si Itachi insistía en ocultarlo, era porque debía ser verdad.

    Y le dolía. De algún modo se sentía herido de que Itachi no confiara en él cuando en cambio, Naruto le había demostrado interés. Con Kakashi era distinto porque el muchacho era mucho más abierto con él, bastante extrovertido, no parecía ocultar nada de gravedad.

    -Historia- respondió, apartando la mirada cuando Kakashi procedió a desanudarse la toalla. –Ah, Sensei…- nombró, jugando con el borde del edredón.

    -¿Sí?

    -¿Hace mucho que conoce a Orochimaru-san?- quiso saber.

    -Mmh- entrecerrando los ojos, Kakashi meditó su respuesta. –No realmente.

    Naruto lo miró curioso, tratando de no pensar en lo sucedido con Itachi la noche anterior. Comenzaba a sentirse culpable.

    -De cualquier manera, eso no es de tu incumbencia- contestó tajantemente, yendo hasta el ropero junto a la cama para tomar un cambio de ropa.

    Los labios de Naruto se torcieron levemente en una mueca de disgusto. Había pensado que Kakashi sería más sincero con él de lo que había sido Itachi, pero nuevamente se equivocaba. Los dos ocultaban algo, cosas importantes que él necesitaba saber. Ya había permanecido mucho tiempo en la ignorancia.

    -Auch- se quejó cuando una repentina punzada le atravesó la piel. Naruto apretó fuertemente los labios, contrayendo ligeramente el cuerpo.

    -¿Estás bien?- ni bien terminó de abrocharse los pantalones, Kakashi fue hasta el extremo opuesto del colchón. Rápidamente Naruto asintió, relajó las facciones y se miró el hombro. Un diminuto punto rojizo era visible justo en la zona que le había producido dolor. –Parece que te pinchaste con algo- ratificó Kakashi, observando de cerca la piel irritada. Naruto se mordió los labios, en parte feliz de comprobar que esta vez no había imaginado aquello, su Sensei también podía verlo, no sería como las marcas anteriores que se habían desvanecido de su cuerpo. Más ahora se cuestionaba la razón de ese pinchazo, ni siquiera se había movido cuando lo sintió.

    Ardía…

    -Por hoy lo dejaremos así. Vístete y te llevaré de vuelta.

    Sin objetar nada más, Naruto obedeció a lo dicho. Tomó sus prendas y se vistió velozmente.

    -¡Ya llegué!- anunció en voz alta al entrar a la casa, esperando que Orochimaru lo escuchara. Sin embargo no obtuvo contestación alguna en respuesta. Naruto suspiró, a sabiendas de que no se encontraría. Seguía sin entender qué era lo que mantenía tanto tiempo al científico a las afueras de su casa. Usualmente Orochimaru salía desde temprano y regresaba muy noche, en ocasiones ni siquiera se percataba de su llegada. Era por ello que no había tenido ningun inconveniente en que Itachi entrara a la casa.

    Naruto solo dejaba los pestillos de las ventanas abiertos, se recostaba y cuando lograba conciliar el sueño, él ya estaba ahí, junto a él, acariciándole el rostro, observándole con sus profundos ojos negros que adquirían matices escarlatas bajo los haces plateados de luna que se colaban por la abertura de los cristales.

    Su corazón se alborotaba al tenerlo tan cerca, al saberlo junto a él. En esos momentos a Naruto no le importaba nada, se entregaba del mismo modo que lo hacía con Kakashi, sin reparos, sin dudas y sin cuestionamientos nimios entre ellos. Cedían a la pasión por varias horas. Entonces Itachi lo besaba con frenesí, asegurándole que no se iría de su lado.

    Naruto tamborileó los dedos sobre la pared, pensando seriamente en salir a caminar o simplemente encerrarse en su recámara. No había muchas actividades que pudiera realizar ahí. Y sabía que, de permanecer más tiempo dentro mientras Orochimaru estaba ausente, terminaría sucumbiendo a la curiosidad de explorar el resto de las recámaras destinadas para las investigaciones del extraño hombre.

    Decidió aventurarse solo un tramo esta vez. Salió de la casa y se quedó mirando por largo tiempo el marchito sembradío que se extendía a lo largo y ancho del camino. Ensimismado, volvió a mirarse el hombro. Se alzó la manga de la camisa y observó que el punto rojizo que le había producido tanto dolor, comenzaba a desvanecerse.

    -Ero Sennin- murmuró a la nada, deseando que se encontrara ahí con él, y lo llevara lejos como había prometido, quizá a un lugar apartado donde pudiera ir a la escuela y hacer nuevos amigos.

    Una fuerte ráfaga de aire le alborotó el cabello. Naruto observó las densas nubes grises cerniéndose sobre él. Pronto llovería.

    -¿Es eso lo que deseas?- preguntó una voz a sus espaldas. Las pupilas azules se dilataron ligeramente al reconocer el frío tono de su interlocutor.

    -¿Itachi?- se giró rápidamente. El muchacho yacía ahora vestido más informal que antes. No llevaba puesta la oscura túnica con estampados de nubes rojizas en ella. En cambio ahora vestía un pantalón oscuro y una playera azul marino. Naruto dudó en acercarse a él, oyó un fuerte graznido a la lejanía pero no le tomó importancia.

    Dio dos pasos e Itachi lo miró indiferente. Naruto bajó la mirada al recordar la petición que le había hecho la noche anterior y de la cual se había arrepentido rápidamente. No comprendía qué era lo que sentía por Itachi pero suponía que debía ser algo fuerte para haberse sentido tan herido por la decisión del muchacho, quien firmemente le aseguró no le diría nada de su pasado y tampoco permitiría que lo cuestionara.

    Naruto le había advertido que no podrían seguirse frecuentando de ser esa su decisión hermética.

    -¿Quieres alejarte de aquí?, ¿Por qué no se lo has pedido entonces?

    -No sé de que hablas- suspiró Naruto, rindiéndose a la confusión. Le dolía la cabeza cada vez que le hablaban como si él ya estuviera enterado del asunto. Kakashi había hecho lo mismo la primera semana, hasta que le pidió que dejara de hacerlo. No entendía por qué le preguntaba constantemente cual era su deseo. Se había sentido ofendido por eso, creyendo que se trataba de una clase de favores sexuales. Quería que Kakashi supiera que no lo hacía por eso. –Ero Sennin vendrá por mi pronto.

    -No es verdad y lo sabes- tajó Itachi, permitiendo que sus rígidos labios esbozaran una sonrisa astuta. Naruto se petrificó por el comentario.

    -Tú no lo conoces. El me lo prometió, vendrá.

    -¿Podrías dejar de ser tan testarudo?, ¿hasta cuándo te darás cuenta, Naruto?

    El aludido retrocedió, trastabillando con algunas ramas a medida que Itachi se acercaba a él con intenciones desconocidas.

    -¿Darme cuenta de qué?- parpadeó al ser estrechado por los brazos de Itachi en un sobre protector abrazo.

    -¿Por qué juegas conmigo?

    Los ojos azules tintinearon ante la repentina pregunta.

    -¿Por qué me hieres de este modo?- insistió Itachi, aspirando el aroma del cabello rubio. Naruto permaneció estático, analizando la interrogante.

    -Yo no sé…- calló y se giró un poco para confrontar las brillantes orbes oscuras del mayor. Itachi sonrió con amargura, sin aflojar el agarre en la cintura de Naruto.

    -No dejaras de verlo aunque te lo pida, ¿cierto?

    -Es mi Sensei, tengo que verlo- respondió rápidamente, apartándose del abrazo, extrañado por la conducta del muchacho. –El me…me ayuda con los estudios, de verás.

    No lo entendía pero era como si Itachi estuviera al tanto de todo, de lo que hacían él y Kakashi, aún cuando eso no fuera posible.

    Naruto sintió una fuerte opresión en el pecho, sintió que sus latidos se debilitaban sin causa aparente. Profundamente aturdido, se llevo la mano al pecho.

    -Dejaré que seas tú quien lo descubra- masculló Itachi, pasando de largo junto al chico.

    Naruto tardó relativamente poco en girarse, estuvo convencido de ello. Sin embargo, lo que vio al darse la vuelta no fue a Itachi adentrándose en el cultivo, sino a un cuervo emprender el vuelo.

    Se sentía mareado de repente. La temperatura había descendido en el ambiente. Y aún en su confusión, trató de escarbar entre las confusas palabras de Itachi.

    Tensó la mandíbula, dándose cuenta de que se hacía tarde. Pronto debería volver a la casa. Y por primera vez tuvo la incertidumbre de si Itachi se presentaría o no.

    Sin ser consciente de ello y guiado únicamente por el temor de no volverlo a ver, Naruto levantó la mirada al cielo.

    -Desearía…
     
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    VIII



    La tenue luminiscencia se acrecentaba a medida que Naruto empujaba suavemente la puerta, empleando apenas las yemas de los dedos, los cuales previamente había apoyado sobre la superficie de madera. El ligero rechinido de los goznes cesó una vez que la abertura fue lo suficientemente amplia para permitirle a Naruto entrar mientras miraba por última vez a sus espaldas.

    Por suerte, Orochimaru no se encontraba en casa, había partido desde el amanecer. Era la oportunidad perfecta para averiguar algo al respecto, lo que fuera.

    Cerró la puerta a sus espaldas para así evitar levantar sospechas en caso de que el científico regresara antes de lo previsto. De cualquier forma ya estaba todo dispuesto. Seguramente a esas horas Kakashi aun estaría esperándolo para enseñarle una nueva lección de historia o geografía. No importaba, lo único de lo que Naruto estaba totalmente seguro era de que no podía confiar en nadie a su alrededor. Tendría que averiguar por sus propios medios quién era el peligro inminente, si Kakashi o…Itachi.

    Se dirigió al polvoriento librero y paseó la mirada por los gruesos volúmenes acomodados por orden alfabético. Naruto infló los mofletes al dar por sentado que no encontraría nada de utilidad ahí.

    Fue hasta uno de los muebles laterales y se posicionó en cuclillas para revisar una a una las oxidadas gavetas. Estaba harto de esperar, harto de que la respuesta a sus dudas no llegara. Ese día se cumplía el plazo de su estadía en ese lugar y, pese a las palabras pesimistas de Itachi, Naruto estaba convencido de que el viejo iría por él. Se lo había prometido y Jiraiya no era una persona que rompiera promesas porque si.

    Si consiguió sacarlo de aquella horrible institución a base de engaños, bien podía terminar lo que había empezado. Iría por él y lo llevaría, tal como se lo aseguró, a un lugar mejor, más cómodo y adecuado para que Naruto pudiera establecerse de nuevo. Rehacer su vida iniciando desde cero, olvidando lo que su mente se rehusaba a recordar, no importaba si para ello tenía que forjarse una nueva identidad, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de alejarse de esa sensación de agobio que día a día lo atormentaba.

    Al menos Kyuubi no había aparecido. Eso lo aliviaba muchísimo, el simple hecho de saber que había logrado controlarse durante esas semanas ahí, representaba para él una oportunidad valiosa, una esperanza ligada a un nuevo comienzo.

    -Debe haber algo- musitó, sintiendo el nerviosismo golpear contra su garganta. Temía que el amigo de Jiraiya volviera pronto y lo descubriera hurgando entre sus cosas. Ya se lo había advertido dos veces consecutivas, pero era necesario investigar. Si nadie le daba respuestas, él mismo las buscaría.

    Lamentablemente Naruto no era paciente. Rápidamente se desesperó y lo que comenzó como una minuciosa investigación terminó en cajones rezagados por doquier, libros abiertos en distintas páginas y…un objeto extraño junto a un viejo diario.

    Naruto se puso de pie y fijó su mirada en ambos artículos que yacían aun sobre el librero. Tomó primero el viejo periódico y después de sacudirlo un poco para retirar el exceso de polvo, se dispuso a leer a toda prisa.

    Para su infortunio aquello no señalaba nada importante. Eran noticias ocurridas tres años atrás, según especificaba la fecha. Las primicias apuntaban a varios niños y adolescentes desaparecidos en las proximidades del bosque de… ¿Konohagakure?

    Naruto chasqueó la lengua y entrecerró los ojos. Aquel nombre lo había escuchado en algún lado pero aunque intentó forzar a su memoria, solo consiguió desesperarse aun más. Las ansias ascendían en su organismo como espuma. No entendía nada y sabía que estaba lejos de hacerlo. Necesitaba alguien que lo instruyera, que le dijera qué significaba aquello.

    Aferró el grisáceo papel al rememorar lo dicho por Orochimaru. Se rehusaba a creerlo, aun si Itachi no quería decirle nada, él no podía considerarlo un criminal, secuestrador, asesino o lo que fuera.

    No parecía ser esa clase de persona. Y en caso de que lo fuera, Itachi ya había tenido varias oportunidades para acabar con su vida o infringirle cualquier otro tipo de daño, ¿Por qué no lo hacía entonces?, ¿a que esperaba?

    No.

    Sacudió la cabeza y dejó el diario en su respectivo lugar. Itachi no era una mala persona. Tenía secretos pero… ¿realmente serían lo suficientemente oscuros?

    Lo dudaba.

    Así como dudaba de las intenciones de Kakashi. Su ahora Sensei no parecía ser una amenaza ni estar interesado en lastimarlo. Tampoco lo había hecho, sino todo lo contrario. Por otro lado…

    Naruto contuvo el aliento al oír la puerta de la planta baja cerrarse. Reparó en el revoltijo a su alrededor y sintió su desenfrenado ritmo cardiaco, elevándose cual montaña rusa.

    Sus hombros se tensaron rápidamente al igual que sus rígidos labios. Sus pies se negaban a moverse, estaba paralizado.

    Hasta que ocurrió de nuevo.

    -Ah…- Naruto cerró los ojos y se sujetó el brazo, experimentando otro pinchazo de dolor traspasarle la piel. Se dijo a sí mismo que no era nada, que, al igual que antes, el dolor pasaría pronto, no habrían marcas y si las había, se desvanecerían, todo quedaría en el olvido, al igual que su pasado.

    Se dio la vuelta velozmente y una suave ráfaga sacudió su rubio cabello. Naruto se quedó estático, esperando que alguna presencia entrara por la puerta, sin embargo nadie lo hizo.

    Pronto su cuerpo se relajó, su mano dejo de sujetar el otro brazo para caer libremente al costado de su cuerpo. Entonces pudo respirar tranquilamente, y al hacerlo, todo a su alrededor se volvió negro…
    **

    Sus párpados vibraron un par de veces. Naruto se sentó de golpe y lo primero que entró en su campo de visión fue el pálido rostro del hombre que debía cuidar de él desde su llegada ahí.

    -Dos horas- comentó Orochimaru, desviando la mirada hacia el reloj de pared. –Empezaba a angustiarme.

    Naruto se quitó la húmeda tela de la frente y un escalofrío lo recorrió entero al fijar la mirada en la escalinata junto al sofá donde él yacía recostado actualmente.

    Lo había descubierto…

    -¿Qué sucedió?- decidió irse por la tangente, simular lo más que le fuera posible. Además no era mentira que no recordara lo último que había pasado antes de perder el conocimiento.

    -Te caíste de las escaleras. Eso paso- le aclaró Orochimaru, endureciendo un poco la mirada. Su semblante se tornó serio en cuestión de segundos pero a pesar de todo, parecía preocupado. Naruto se desconcertó ante ese hecho en particular pero no dijo nada y en cambio, se mordió los labios con frustración. -¿Se puede saber que estabas haciendo para terminar de esa manera?- siseó. –Cuando llegué, te encontré inconsciente al pie de las escaleras. Tuviste suerte de no abrirte la cabeza.

    A pesar de la afirmación, Naruto pensaba lo opuesto. La suerte no estaba de su lado, definitivamente.

    -En fin- suspiró el adulto de viperina mirada. –Dejemos las cosas así. Ve a comer y preséntate a la casa de Hatake. De ser posible explícale lo que sucedió.

    -Pero…- Naruto bajó el dedo cuando Orochimaru comenzó a alejarse con rumbo a las escaleras. No entendía por qué no lo había reprendido por el tiradero de la recámara, y dudaba que no se hubiera dado cuenta. Además, ¿Por qué no mencionaba nada sobre Jiraiya?, ¿se habría olvidado que ese día iría por él?

    -¿Si, Naruto-kun?

    El aludido tragó pesado, temía irritarlo esta vez.

    -Ero Sennin vendrá por mi hoy… ¿cierto?- preguntó lo último en voz apenas audible. Albergaba sus esperanzas en recibir una respuesta afirmativa para así desmentir lo dicho por Itachi.

    -No te impacientes, Naruto-kun- masculló Orochimaru, reprimiendo un suspiro de indignación. –Aun queda una semana.

    -¡¿Qué?!- se exaltó Naruto. -¿Otra semana más?...pero...

    -No hay una semana más. Me parece que estas algo confundido con la fecha. Prueba con el calendario.

    No era posible. Lo había consultado toda la semana. Incluso esa mañana rectificó que se cumplieran las dos semanas restantes. Apretando los puños, Naruto corrió hacia la cocina.

    Su cuerpo amenazó con desestabilizarse al corroborar el comentario de Orochimaru. Buscó alguna trampa, un detalle que le estuviera pasando desapercibido, pero…no encontró nada.

    El calendario era el mismo de siempre. Tenía la misma rasgadura en la parte superior y una diminuta mancha de mostaza que él había impreso deliberadamente unos días atrás.

    Quizá…si se había confundido.

    La cabeza le daba vueltas, todo a su alrededor giraba, el tiempo no se detenía y él era incapaz de discernir qué era lo que estaba pasando.

    Así que optó por obedecer esta vez, sin cuestionamientos y sin mediar palabra alguna, Naruto se sentó para tomar la merienda. Podía soportar una semana más. Sería sencillo, lo sería aún más si contaba con la compañía de Itachi y su Sensei. Ambos hacían más llevadera su estancia, los dos lo complacían a su manera. Pensó en lo pésimo que sería irse así nada más, sin despedirse. Lo cierto era que comenzaba a afectarle más su indecisión y futuro incierto que permanecer más tiempo en ese lugar.

    Fácilmente podría sobrellevarlo, lo que no quería era terminar enamorándose de alguno de los dos…entonces en verdad dolería cuando tuviera que irse.

    Naruto contempló los panqueques de su plato. Comió uno y envolvió el otro en una servilleta para llevárselo a su Sensei a modo de disculpa por el retraso. Con Itachi tendría tiempo para conversar esa noche, le pediría una vez más que le explicara lo que sabía, y si no resultaba…

    Podría investigar una vez más.

    -Llegas tarde- informó Kakashi en tono lacónico, sosteniendo en alto un pequeño artefacto que Naruto identificó de inmediato.

    -Lo siento- se rascó la nuca con nerviosismo y esbozó una sutil sonrisa forzada. El perro junto a Kakashi abandonó su lugar para ir hacia Naruto y comenzar a olfatear sus pantalones. –Ah ¿Qué hace?

    Kakashi arqueó una ceja cuando el perro ladró.

    -¿Llevas comida contigo?

    El rostro de Naruto dejó de reflejar duda ante el cuestionamiento. Rápidamente sacó el panecillo y se lo entregó al mayor mientras se balanceaba sobre sus talones.

    -¿Y esto es…?- Kakashi miró atentamente el esponjoso pan en su mano.

    -Lo preparo Orochimaru-san, y decidí traerle uno, están muy ricos.

    -Me refiero a que…no, olvídalo- tajó Kakashi, restándole importancia con un ademan. El can siguió ladrando y el peliplata se vio obligado a trozar el pan para darle un poco. –Comenzaba a preocuparme.

    Naruto pestañeó incrédulo por lo que acababa de escuchar, no creía que su tardanza repercutiera en eso, pero de cierta forma lo reconfortaba saber que posiblemente estuviera equivocado. Que en realidad solo estaba algo paranoico. No había peligro, ni amenazas, no había de que preocuparse.

    -Gracias- murmuró, acortando la distancia con el apuesto joven que, confundido, le sostuvo la mirada. –Por preocuparte por mí- se puso de puntillas y a punto de besarlo, trastabilló inseguro.

    -¿Estás bien?- preguntó Kakashi, acercándose hacia él. Naruto abrió desmesuradamente los ojos. Confundido, alargó la mano hasta el rostro de Kakashi, solo para palpar el rastro de sangre que brotaba de la cicatriz que recorría su ojo, y el cual, en un parpadeo, había desaparecido. –Tal vez deberías acostarte, te ves algo pálido.

    -¿Cómo te hiciste esa cicatriz?- titubeó Naruto, negándose a moverse un solo centímetro. El semblante del mayor ensombreció repentinamente.
     
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    IX



    Haces de luces doradas se filtraron por los cristales, y la densa sensación de calidez, se hizo presente en su rostro. Buscó a tientas la manta, pero no la encontró. En cambio, su mano acarició la espalda desnuda del joven a su lado. Naruto abrió los ojos de golpe y tras sentarse, miró al individuo junto a él.

    Los desperdigados cabellos oscuros caían libremente sobre la almohada. Naruto acercó despacio la mano hacia el níveo hombro del muchacho, dejándola suspendida a escasos centímetros. Ni bien miró alrededor, se percató de dónde se hallaba.

    Dio un brinco fuera de la cama y comenzó a vestirse tan rápido como sus alterados nervios se lo permitieron.

    -Itachi- susurró, sumamente ansioso, deslizando la prenda por sus piernas mientras trataba de despertar al muchacho.

    Su ritmo cardíaco estaba a tope, bombeando sangre con desmedida fuerza y velocidad a todo su cuerpo. Como si hubiera emprendido una carrera recientemente, cuando la realidad era otra.

    Al no obtener respuesta, Naruto procedió a llamarlo una vez más, poniéndose en esta ocasión la camiseta. No tenía idea de la hora, pero tampoco quería corroborar si Orochimaru estaba presente. De cualquier forma no iba a arriesgarse a que viera a Itachi. Así que, con la misma velocidad de antaño, se calzó los zapatos y corrió hasta la cama para encontrarse con el lugar vacío.

    Sus labios se separaron un poco. Asimismo, la estática se apoderó de su cuerpo. Naruto miró en todas direcciones, tratando de encontrar una respuesta para la repentina ausencia del joven, pero sin hallar nada más que un par de plumas negras bajo la cama. Ni siquiera la ropa de Itachi estaba en la recámara.

    Se dirigió velozmente hacia la ventana, asegurándose de que los pestillos siguieran puestos. La sorpresa fue inmensa al darse cuenta de que así era. Todo estaba en orden, todo menos sus pensamientos.

    ¿Era acaso otra laguna mental?

    La brisa del exterior le acarició el rostro, instandolo a observar detenidamente el lado frontal de la habitación. Una vez más, Naruto se sentó de golpe.

    Esta vez sí estaba solo. Bajó poco a poco la vista hacia su torso oculto bajo las frescas sábanas de tono ahumado, cerciorandose poco después de que...también estaba desnudo.

    Se sujetó fuertemente la cabeza en un intento por rememorar lo sucedido la noche anterior. Difusas imágenes se tornaban cada vez más borrosas e inciertas a medida que trataba de averiguar lo que estaba pasando.

    Se negó a salir de la cama hasta no saber que realmente estuviera despierto, hasta que aquellas visiones oscuras desaparecieran por completo, dejandolo tranquilo y a merced de su desconcierto.

    Naruto se abrazó las piernas y, volviendo la vista hacia el buró junto a la cama, se animó a estirar el brazo para hurgar en el interior del único cajón.

    Un suave pinchazo lo forzó a desistir al comienzo, pero esta vez, le restó importancia a lo que, sabía de sobra, no la tenía.

    El dolor era meramente mental, tenía que serlo si no había marca alguna que evidenciara lo contrario.

    Decidió asentar ese pensamiento. Se levantó con cuidado y vació el cajón.

    Los artículos que había extraído de otra de las habitaciones seguían ahí, dándole a entender que eso no había sido un sueño. Realmente había regresado a la segunda recamara que, al igual que la primera, no ocultaba más que libros viejos y algunos recortes de periódicos.

    Naruto conservó uno, así como guardó también un pequeño cúter, cuya punta oxidada indicaba que tenía buen tiempo oculta. Había cubierto perfectamente las piezas con unos puñados de hojas secas del maizal y una playera sobre estas.

    Regresó rápidamente todo a su lugar, excepto la pieza azulada. Deslizó con dificultad la navaja y, apoyando la mitad del metal oxidado bajo el cajón, hizo presión para trozarlo, dejando únicamente la parte que le era de utilidad.

    La brillante hoja resplandeció aún más al colocarla sobre su antebrazo.

    Naruto inhaló profundo y cerró los ojos. La navaja le rasgó apenas unos milímetros de piel, la suficiente para permitir que el tibio líquido carmesí brotara y, la sensación del corte se propagara por su sistema. El dolor lo forzaría a recordar ese momento, aún si su subconsciente se rehusaba.

    Vio el hilillo de sangre resbalar hasta su codo. La diminuta cicatriz transversal se quedaría ahí cuando no tuviera consciencia de lo que sucedía de nuevo, cuando todo se tornara aún más confuso de lo que ya era.

    Forzaba a su memoria a permanecer fresca con el dolor.

    Optó por vestirse, sin estar seguro si esa era la primera o segunda vez que lo hacía. Poco importaba si el recuerdo de lo ocurrido no estaba presente. Indudablemente había estado con Itachi, incluso lo había soñado. O eso creía...

    Después de limpiar con cuidado la herida y desinfectarla con un poco del licor que Orochimaru guardaba en la nevera, Naruto salió de la casa, palpando una y otra vez los bolsillos del panpantalón, asegurándose de que los objetos siguieran ahí. Entonces se encaminó hacia el opaco sembradío, evadiendo algunas espigas trozadas y espinas en el trayecto.

    Uno de los perros guardianes lo recibió agitando alegre la cola de un lado al otro. Naruto sonrió al reparar en el animal, le acarició el pelaje grisáceo.

    -Hola, Pakkun.

    Kakashi lo recibió, apoyado contra el marco de la puerta, mirándolo con altivez y esbozando una tenue sonrisa.

    Naruto se sorprendió gratamente al veo con el rostro descubierto esta vez. Corrió el resto del camino para abrazarlo pero se contuvo al recordar a Itachi. De igual forma fue Kakashi quien en concretó el eufórico gesto que Naruto había dejado a medias. Naruto se permitió disfrutar del cálido momento.

    -Es muy temprano, ¿No te parece?- comento Kakashi al apartarse de él, abriendo aún más la puerta para invitarlo a pasar. Naruto accedió de inmediato, tomó asiento, omitiendo el cuestionamiento del joven. Si se detenía a pensar un solo segundo más sobre cualquier trivialidad, seguramente terminaría olvidando el motivo que tenía para estar ahí.

    Rápidamente sacó los recortes de su pantalón y los leyó detenidamente, centrándose en un párrafo en especifico.

    -Sensei, tengo dos preguntas que hacerte- vociferó con seguridad, doblando el primer recorte y centrándose en el segundo. Kakashi se sentó junto a él y murmuró un monosílabo a modo de contestación. -Dijiste que podía desear algo y lo cumplirías ¿Verdad?

    Otro monosílabo por respuesta. Naruto tomó aire y se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.

    -¿Hace cuánto nos conocimos?

    Atónito, Kakashi alzó una ceja. En ningún momento Naruto le apartó la mirada de encima.

    -Eres verdaderamente impredecible- soltó el mayor, en medio de un sonoro suspiro. -Si te interesa saber- Naruto asintió presuroso. -Hoy justamente se completa el mes.

    -Entonces es hoy- masculló Naruto, mirando fijamente el recorte del calendario. La fecha del día había sido marcada previamente con mostaza.

    -Hoy Ero Sennin vendrá por mi- aseguró aliviado, liberando toda su frustración en un sibilante suspiro. Kakashi lo miró sin comprender.

    -Quien me trajo- le aclaró Naruto, guardando cuidadosamente la hoja en su bolsillo.-El amigo de Orochimaru san.

    -Ah, comprendo- asintió Kakashi, sin ápice alguno de emoción o seguridad.

    Naruto se mordió el labio inferior con fuerza, dudando en sí mostrar o no el segundo recorte. Decidió no hacerlo y en cambio, prefirió hacer la pregunta correspondiente.

    -Konoha...- ni bien dijo la palabra, Kakashi se volvió hacia él con renovado interés, hecho que no pasó desapercibido para Naruto. -Es un bosque ¿Cierto?

    -¿Esa es tu segunda pregunta?- inquirió Kakashi a su vez. Naruto no dudó en asentir a la interrogante. No había nada más que pudiera cuestionarle a Kakashi, al menos nada de lo que verdaderamente pudiera obtener información verídica. Si Kakashi no quería hablar de su vida privada, lo entendía. Porque el tampoco estaba dispuesto a admitir que, comenzaba a perder la cordura.

    -Si. Lo es. Konoha es un bosque.

    -Muchas gracias- Naruto hizo una ligera inclinación con la cabeza al ponerse de pie.

    -De modo que ¿Te irás hoy?

    El semblante de Naruto entristeció al repasar mentalmente la pregunta. Mentiría si negara no haberse encariñado de Kakashi, tanto a él como a Itachi les guardaba un sentimiento que, en ese momento, no era capaz de reconocer. Estaba demasiado confundido para dar por sentado lo lógico. Y dadas las circunstancias, prefería dejar las cosas así. De cualquier forma sabía que eso sucedería llegado el momento.

    -Me gustaría quedarme otro poco, pero...- Naruto parpadeó al tener el dedo del mayor sobre sus labios, impidiéndole articular palabra alguna.

    -Si realmente lo quieres, podrías pedírmelo.

    Nervioso, Naruto sonrió.

    Definitivamente no esperaba que notara tan rápido la mentira. Lo cierto es que quería salir de ahí cuando antes, restablecerse en otro sitio y aclarar su saturada mente, entonces quizá, cuando estuviera bien, podría...

    -Quiero regresar- se corrigió, abrazando una vez más al joven. En esta ocasión, Kakashi no correspondió al gesto.

    **

    Todo un mes.

    Resultaba tan irreal creerlo, pero era cierto. Lo supo al arremangarse un poco la chamarra para poder admirar el corte de ese día. La piel se desprendía ligeramente del borde y, el centro de la cicatriz aún conservaba el tinte rojizo característico de la sangre. Sin embargo, ya no dolía tanto.

    Cuando terminó de acercarse, no supo si sentirse aliviado o intranquilo. El viejo roble seguía de pie en su sitio, más no así la cabaña que había visualizado anteriormente. Hiruzen formaba parte de sus espejismos vespertinos y nada más. Los únicos tres individuos de quienes tenía total certeza de su existencia eran: Itachi, Kakashi y Orochimaru. Pero le angustiaba pensar que, de quién menos sabía, era de Itachi.

    El extraño muchacho que le había alertado sobre algo...¿Qué era?

    Tal vez una despedida, quizá a Itachi también le dolía saber que pronto iban a distanciarse. Por ello se negaba a aceptarlo.

    Antes de que cayera la noche y, con el apetito al máximo, Naruto se volvió sobre sus pasos hacia la casa de Orochimaru.

    Ya dentro, se preparó unas tostadas con miel y esperó pacientemente a la mesa, a que Orochimaru regresara.

    Pasadas dos horas, Naruto de inquietó.

    Abandonó la mesa y optó por ignorar el reciente mareo que amenazaba con sumirlo en la inconsciencia. No de nuevo, no ese día. Jiraiya volvería por él, se lo prometió, y el siempre cumplía.

    "Fuiste tú"

    El quedo susurró lo inmovilizó de inmediato. Naruto se quedó de pie junto a las escaleras, sacudiendo una y otra vez la cabeza para alejar esas voces inexistentes, esos murmullos que solo lo confundían más.

    Siguió adelante en su afán por encontrar un teléfono. Cualquier medio que le permitiera comunicarse estaba bien. Jiraiya tenía que saber que lo estaba esperando, que ya no soportaba la espera y que la confusión no lo dejaba tranquilo un solo momento.

    A medida que recorría las recámaras, la conocida voz seguía repitiéndose dentro de su cabeza.

    -Ero Sennin dijo que no tomara nada- se recordó a sí mismo al encontrar unas píldoras dentro de la alacena.

    "Tú la hiciste, Naruto"

    Sacudió enérgicamente la cabeza y revolvió entre los cajones. No encontraba un solo teléfono dentro de la casa pero su mente se negaba a procesarlo. Los nervios lo carcomían cada vez más rápido. Todo a su alrededor daba vueltas de un momento para otro.

    Entonces, la voz de Kakashi se volvió más nítida.

    "Tú me hiciste está cicatriz"

    -¡No!- respondió a la nada, sin poder contener las calientes lágrimas que se desbordaron de sus empañados ojos. Aquella conversación si había tenido lugar. Naruto la recordaba. Su propio cuestionamiento y la respuesta escueta que le dio Kakashi.

    -¿Todo bien?

    Su cuerpo se paralizó al sentir el agarre sobre su hombro. Naruto dejó de sujetarse la cabeza para mirar al recién llegado. Y no dudó un instante en arrojarse a sus brazos. Necesitaba respuestas y solo él podría dárselas.

    -No. Nada está bien, Itachi- contestó con voz quebrada.
     
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    Un ruido ensordecedor le laceraba los oídos. Sentía los parpados pesados y el cuerpo rígido, entumecido. Tenía los labios resecos y la mente aturdida. Y cada vez que intentaba recordar cualquier cosa, el incesante martilleo mental se repetía hasta que Naruto se veía forzado a abandonar el intento.

    Aquello era, sin duda alguna, como dar vueltas en un laberinto sin salida. Quizá se topara con algún espejismo que le proyectara una puerta falsa, la respuesta a sus interrogantes estaba cerca. Y sin embargo, cuando Naruto intentaba tocarla, cuando estaba cerca de rozarla con los dedos, desaparecía, sin más.

    Alrededor no había nada, pero no estuvo seguro de estar solo, así que decidió forzarse otro poco. Lentamente separó los párpados, sus pupilas se dilataron por breves instantes. No hubo pinchazo, pero el dolor de sus muñecas lo obligó a levantarse de golpe para inspeccionarlas mejor. La improvisada alcoba se encontraba tal como había estado el primer día que Naruto llegó ahí. Sabía que, si se asomaba a la ventana, vería el sembradío a punto de marchitarse. Las hojas amarillentas estaban próximas a desprenderse de las raíces que las mantenían fijas en la tierra. Naruto hizo un esfuerzo más por salir de la cama, resintiendo hasta el mínimo movimiento de sus articulaciones.

    Al estar de pie junto a la ventana, pudo mirarse mejor las muñecas. Casi al instante, perdió el aliento. Desde la coyuntura de las muñecas hasta el reverso del codo, había profundas cicatrices enmarcando su piel, unas más pequeñas que otras, pero todas denotaban el rojizo tono de irritación. Naruto recordaba vagamente haberse rascado mientras dormía.

    Se preguntó al mirar por la ventana, si había sido él quien lo hizo. La respuesta fue casi instantánea.

    Recorrió la hilera de cicatrices con la yema del dedo índice, sintiendo la aspereza y un leve ardor que se extendía por debajo de la maltratada dermis. Alzó de nuevo la mirada, adaptándose a la tibieza de los haces solares que se intensificaban con el paso de los minutos, reflejándose en su rostro como diminutas esferas de luz.

    Naruto aspiró el aire exterior y cerró los ojos. Más allá del sembradío se encontraba la casa de Kakashi. Podría ir con él, pero... ¿realmente quería hacerlo, o era acaso la desesperación por ver a alguien la que lo motivaba a querer salir de su encierro?

    Decidió bajar. Caminó resueltamente con la piyama aun puesta y los pies descalzos. No quiso detenerse a comer nada, tampoco se detuvo a mirar el calendario. La misma rutina venía repitiéndose por demasiado tiempo como para tropezar en los mismos errores de antaño. Por primera vez tomó la decisión de seguir sus impulsos, tal como Itachi le recomendara anteriormente.

    No podía seguir siendo tan ignorante. Ahora comprendía mejor que quizá Itachi tuviera razón acerca de Jiraiya. Las primeras semanas le había pasado desapercibido pero actualmente no podía. No existía ningun motivo para creer que Ero Sennin volvería por él. Ni siquiera lo había llamado, sabía en donde estaba y aun así no iba a visitarlo, a decirle que todo estaba bien o, caso contrario, que surgió algún incidente y por ello no había tenido tiempo de informarle nada. Sin embargo era demasiado tiempo ya para que cualquier justificación fuera valida. La pregunta era si Orochimaru se había enterado de eso, puede que fuera igual de ignorante que Naruto, que tuviera la esperanza de volver a ver a su amigo y siguiera esperándolo. No había más razones para que el amigo de Jiraiya aun lo aceptara en su casa y continuara tratándolo como a un huésped, preparando sus alimentos y asegurándose de que llegara temprano a dormir. Porque Orochimaru estaba atento a sus acciones, siempre lo estaba. Al menos las últimas semanas lo había demostrado al estar pendiente de sus comidas y horas de llegada.

    Era ridículo porque Naruto ni siquiera se aventuraba a ir más allá de la casa de Kakashi. Del lado opuesto del sembradío, solo había avanzado hasta el robusto roble que proyectaba una placentera sombra vespertina. Junto a ese árbol, Naruto había creído ver una casa, sus lagunas mentales fueron las responsables de ello. No existía tal cosa, así como tampoco debía existir el supuesto anciano que creyó ver. Todo lo había dejado en el pasado, junto a la necesidad de que alguien lo rescatara.

    Finalmente la realidad lo azotaba con fuerza. No había nadie ahí para él. Estaba solo. Itachi y Kakashi podían brindarle compañía, atención y todo lo que un amante es capaz de otorgar. Pero no podían devolverle sus recuerdos, no se sincerarían con él, y tampoco esperaban que Naruto lo hiciera. Ellos no podían ayudarlo, y él no pensaba seguir insistiendo.

    Abrió la puerta a medias y escuchó un ruido proveniente del segundo piso. Naruto se mantuvo inmóvil en su lugar, sosteniendo la puerta y agudizando más el oído. El débil gemido volvió a escucharse, tan claro como el suave graznido que resonó afuera de la casa. Entrecerrando los ojos, y sin ser capaz de creer en sus propios sentidos, salió y se adentró un poco en el maizal.

    Decenas de voces murmuraban incansablemente dentro de su cabeza, todas diferentes pero todas ellas repitiendo lo mismo. Era como un mantra, un pedido que Naruto no podía identificar por más que se esforzara. Estaba consciente de que terminaría con dolor de cabeza si se tomaba la molestia de escucharlas. Alguna de ellas debía ser la de Kyuubi, seguramente le diría que era un inútil y que lo dejara tomar su lugar.

    Jamás, se dijo Naruto al cruzar el último tramo de hojas secas.

    El fuerte ladrido de un perro lo hizo sonreír ligeramente. El animal corrió en su dirección, y Naruto le palmeó la cabeza varias veces. Dándose cuenta después de que el resto de canes venían en su dirección, estaban todos menos uno.

    La sonrisa se acentuó en los labios de Naruto al contemplar al mayor recargado en la vetusta puerta de su vivienda, sosteniendo un cilindro entre los dedos, permitiendo que la espiral de humo ascendiera sobre él.

    -Hola- Naruto no resistió el impulso de correr hacia él para abrazarlo con todas sus fuerzas, siendo recibido al instante con la misma efusividad que él proclamaba. –Mentiría si te dijera que no te esperaba- vociferó Kakashi, hundiendo la colilla del cigarrillo en la tierra. Naruto lo miró fijamente, esperando el mismo reproche que le hiciera Itachi días antes. Estaba enterado de que ellos dos tenían cierta rivalidad pero no podía evitarlo. Los necesitaba a ambos.

    -Vienes a estudiar historia o...- Kakashi le sostuvo la barbilla entre el dedo índice y pulgar, forzándolo a levantar aun más la mirada. -¿Prefieres fisonomía?- Naruto cerró los ojos cuando la inminente cercanía de los labios se hizo presente. Se perdió por breves segundos en la dulzura y aclamante lascivia que le proveía aquel lujurioso beso. Rodeó el cuello de Kakashi con ambos brazos y se sintió ser sujetado de la cintura con ansias desbordantes.

    A tropezones, Kakashi lo condujo al interior del apartamento, pero Naruto logró apartarse a tiempo, momentos antes de prever las intenciones del joven por tumbarlo en el sofá. Un suspiro de frustración brotó de los labios de Kakashi.

    Naruto se arrepintió por haberse dejado llevar de esa manera. Sentía que tenía algo que hacer ahí pero no recordaba que era, ni siquiera estaba seguro de saberlo antes. Era una simple corazonada la que lo había llevado a ese lugar. Ciertamente quería ver a Kakashi pero también había una duda al respecto ¿Qué era lo que no se atrevía a preguntar?

    Y entonces lo recordó, con la misma rapidez con la que un relámpago atraviesa la inmensidad del cielo en medio de la llovizna. Lo supo al ver inconscientemente la cicatriz que recorría el párpado del mayor. Su corazón se desbocó y, Naruto dejó de respirar durante algunos segundos. Temeroso de preguntar, se dejóo caer en el sofá y juntó ambas manos sobre las rodillas.

    -Veo que me he apresurado- comentó Kakashi, sin desear disculparse por ello. No se arrepentía, aunque parecía que Naruto si.

    -No es eso- negó rápidamente, y exhaló profundo, como si tratara de convencerse de lo que iba a decir después. –Sensei- el aludido lo observó con detenimiento. -¿Quién te hizo esa cicatriz?- Naruto pasó saliva con pesadez al terminar la oración. No sabía si aquello había sido un sueño o no pero si estaba seguro de querer averiguarlo cuanto antes. No podía seguirlo prolongando.

    La pérfida sonrisa de Kakashi, le dio a entender que ya esperaba que se lo preguntara, y que, posiblemente, creía que se había tardado en hacerlo.

    -¿Realmente necesitas saberlo?

    Naruto dudó en responder. Kakashi no había dicho "quieres" sino "necesitas" y la verdad era que Naruto no necesitaba saberlo. Si había sido él, no lo recordaba y era muy improbable que lo hiciera si Kakashi se lo confirmaba, solo terminaría odiándose más, pero, por otro lado, era algo que quería saber, al menos esa pregunta quería que la respondiera. Por eso no pensó en responder esta vez.

    -Si.

    Sin estar convencido de la escueta respuesta, Kakashi se sentó a su lado. El cuerpo de Naruto se estremeció cuando el mayor le deslizó la mano por la rodilla, dejándola reposar ahí.

    -Te responderé si me dices que son esas cicatrices en tus muñecas- farfulló.

    Los labios de Naruto se curvearon ligeramente hacia abajo, un bosquejo de tristeza e incertidumbre. No lo sabía, quería saberlo pero le dolía recordar. No era algo que él controlara, simplemente no podía hacerlo, de lo contrario, no estaría en ese lio.

    -Yo...no lo sé.

    -No lo sabes... ¿o no me lo quieres decir?

    -Supongo que yo las hice- respondió Naruto con mayor firmeza. Si quería obtener esa respuesta, tenía que demostrar seguridad, tanto en lo que decía como en lo que cuestionaba. Después de todo, Kakashi ya estaba al tanto de sus problemas psicológicos, al menos parecía intuirlo.

    Por un momento, esperó oír algún tipo de reclamo, quizá que Kakashi lo reprendiera por semejante estupidez. Sin embargo y contra todo pronóstico, no dijo nada. Se quedó en silencio, mirándolo con atención, como si fuera de lo más interesante y, después, soltó la respuesta.

    -Fue un accidente- aclaró Kakashi. –Sabes que no se debe conducir estando ebrio, ¿no?- un tanto confundido por el evidente sarcasmo, Naruto asintió, esperando que Kakashi le contara un poco más al respecto, sintió un alivio irreal invadirlo de lleno. Naruto sonrió conforme con la respuesta, sobre todo por saber que no estaba implicado.

    ¡Por supuesto que no lo estaba!, aquello era una locura. Ni siquiera conocía a Kakashi hasta después que el viejo lo llevo ahí. El alivio resplandeció mediante una suave risa.

    -Gracias, Sensei- Naruto lo abrazó al levantarse. No recibió correspondencia inmediata pero si un firme beso en los labios que lo tomó desprevenido. –Ah, ¿y Pakkun?

    Ante la nueva pregunta, Kakashi vaciló. Tras un minuto de silencio, Naruto creyó que no le respondería. De todos modos tendría que ir regresando a merendar. Caminó hasta la puerta y el suave susurro lo detuvo.

    -Murió.

    -¿Murió?- Naruto parpadeó estático desde el alfeizar de la puerta. No se atrevió a mirar a Kakashi, un vago temor lo inundó repentinamente, había sido una imprudencia preguntar, pero por otro lado no comprendía aquello.

    -Lo veré más tarde- sin animarse a cuestionar nada mas, Naruto hizo una sutil reverencia, se dio la vuelta y corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron.

    Otra vez oyó voces, pero esta vez si podía identificarlas, eran nítidas, claras.

    "No te atrevas a odiarte por esto, renacuajo"

    Jiraiya. La voz fue tan clara y cercana que Naruto frenó su carrera. Un grito de dolor se atascó en su garganta segundos después de recibir el terrible pinchazo. En esta ocasión no fue en el brazo. Naruto renqueó hasta donde la hierba se encontraba al nivel del suelo. Se sentó sobre la húmeda tierra y se ladeó con cuidado el pie. Hilos de sangre resbalaron hasta impregnar la hierba de un tono carmesí y oscuro. Naruto cerró los dedos índice y pulgar sobre la punta de la gruesa espina y la fue retirando lo más despacio que le fue posible, maldiciéndose una y otra vez por no haberse puesto los zapatos. Su rostro se relajó inmediatamente al tener la espina en sus manos, no debía medir más de tres centímetros pero era indispensable desinfectar la herida, por mas insignificante que esta fuera.

    Renqueó el tramo faltante, centrando la mirada únicamente en su pierna, levantándola de vez en cuando de la tela del pantalón para evitar pisar completamente. El recorrido debió durar el triple de tiempo, pero Naruto no lo resintió tanto como el dolor que se propagaba por la planta de su pie. Las voces habían desaparecido por fin. Se detuvo frente a la puerta y reprimió un gesto de dolor al pisar una diminuta piedrecilla.

    Entró a la casa y miró en derredor. Orochimaru nunca estaba por las mañanas así que no se molestó en llamarlo. Tenía que buscar el botiquín de primeros auxilios. Subir le tomó más tiempo del que pensaba pero, una vez tuvo el botiquín en sus manos, Naruto se dispuso a atender la herida. Se sentó a la orilla de la cama y humedeció un trozo de algodón con alcohol, después enroscó una de sus playeras para posteriormente morderla, mientras tanto deslizaba con delicadeza el algodón sobre la irritada piel rojiza

    Nuevamente creyó oír algo fuera. Dejó a un lado el botiquín y salió renqueando de la recamara. Tan solo siete metros lo separaban de aquella habitación. Naruto entornó la mirada, repitiéndose que seria estúpido seguir sus impulsos esta vez, su mente le estaba haciendo una mala jugada, y él, como todo buen idiota, quería descubrirla, aun si las consecuencias eran mayores.

    Arrastró el pie lastimado con mucho cuidado, apoyando una mano contra la pared a medida que avanzaba por el pasillo. Casi lamentó que Orochimaru no estuviera presente para reprenderlo y dejarle en claro cuál era su lugar en la casa. Las reglas por encima de la curiosidad.

    Se detuvo a medio pasillo para verificar el repentino ardor en sus muñecas. Casi cae de espaldas al girar el brazo. Nada, no había cicatrices, pero si las marcas de cuerdas.

    No es real, se dijo para tranquilizarse. Un pinchazo subsiguió al primero. Resintió el dolor y se sujetó el hombro, dejando de sostenerse de la pared pero sin querer renunciar a su recorrido.

    El quedo gemido se repitió de nuevo. Las piernas de Naruto fallaron al hallarse a solo un metro de la puerta. Cayó de bruces en la madera, de pronto el cuerpo no le respondía, de repente no sentía nada...

    Siguió arrastrándose, usando esta vez los dedos como apoyo, hincándolos en las ranuras de las tablas e impulsándose con las piernas, cuidando de no apoyar demasiado el pie izquierdo.

    La luz del interior de la recámaraara que se filtraba por debajo de la puerta, lo cegó momentáneamente. Naruto inhaló profundo, el gemido se repitió. Su cuerpo se estremeció.

    Empujó la puerta, estaba abierta...

    Imposibilitado para levantarse, Naruto se apoyó sobre los codos y levantó la mirada. Su cuerpo se paralizó al instante, su semblante se desencajó al verse a sí mismo atado de manos en la cabecera de la cama.

    Sus piernas temblaban. Naruto sintió las lagrimyas calientes correrle por el rostro pero no se atrevió a apartar la mirada por temor a que todo se desvaneciera de nuevo.

    -Duele- musitaba el cuerpo sobre la cama. De pronto Naruto vio una silueta mas, una sombra que no debería estar ahí. Se impulsó por completo para arrodillarse, atento a lo que el individuo hacía.

    -Será rápido, Naruto-kun- la jeringuilla se hundió en su brazo momentos después de la advertencia. –Solo una más.

    Naruto dejó de mirar la escena, experimentando el mismo pinchazo que tantas veces atrás había resentido. Se apartó la manga y vio el diminuto punto rojizo debajo de su hombro. Los irises ámbar parecían inyectados en sangre bajo el reflector de la mortecina lámpara.

    Los labios de Naruto se movieron, pero no logró articular nada. Viró el cuerpo, sin saber si había sido visto o no, sin estar consciente de ser él o alguien más. No era posible que él estuviera en dos lugares a la vez, pero su mente se había desconectado para intentar hilar la mínima coherencia al respecto.

    Avanzó tambaleante hasta el barandal, donde se sostuvo con pesadez. Permaneció ahí unos minutos, rogándole a su cuerpo reaccionar pronto. La sensación de estar sedado desapareció poco después, permitiéndole a Naruto bajar uno a uno los peldaños.

    "Un poco más" se decía cuando sentía que el cuerpo le fallaba, que las piernas flaqueaban y que todo en derredor se volvía borroso. Cuando finalmente estuvo en la puerta, tenía en claro lo que haría, el lugar al que iría.

    Pero todo eso desapareció cuando Naruto vio frente a él la inmensa arboleda. Cientos de arboles se extendían alrededor de la casa. Árboles, arbustos, hierba, matorrales. Su mirada perpleja denotó más curiosidad que miedo. Donde antes había estado un maizal marchito, ahora yacía una vegetación totalmente diferente.

    Pronto se dio cuenta de donde estaba, y aquel era el lugar en el que había estado desde el comienzo. No se trataba de una granja, y el paisaje que reinaba no era el del sembradío, sino un bosque.

    Estaba en Konoha...
     
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    XI



    Tenía la boca reseca. Una especie de estertor entrecortado le subía por la garganta, con gusto a medicina y a...

    La retina de sus ojos se contrajo cuando Naruto encontró nombre para el sabor agridulce esparcido en sus papilas gustativas. El dulce se debía a la miel. Era miel de colmena, la misma que había estado comiendo todos los días desde su llegada a ese lugar. En veces acompañada de panqueques, otras tantas en licuados. Pero el sabor siempre le pasó desapercibido, jamás notó una diferencia en el sabor dulzón que le impregnaba la boca...hasta ese instante.

    La respiración se le entrecortaba por momentos. Las piernas le temblaban, amenazando con hacerlo caer. Fue por eso que se sujetó del frondoso abeto a sus espaldas, con una mano cubriéndose la boca y la otra fija en los vetustos pliegues que se expandían a lo largo del viejo árbol cuyas raíces enmohecidas se le enredaban en los pies. Naruto hizo un esfuerzo por no gritar para evitar delatarse. No estaba a salvo, nunca lo estuvo. Sin embargo su mente se rehusó a afrontar la realidad, todo el tiempo limitándose a evadirla, a fingir que todo estaba bien cuando claramente no lo estaba.

    Había tantas señales, tantas respuestas. La mayoría surgidas desde su primera irrupción a una de las recamaras que tenía prohibidas. Lo supo al encontrarse con aquel polvoriento diario. Las imágenes lo azotaron tal como las decenas de espinas se incrustaban en su rostro a medida que Naruto se abría paso entre los altos matorrales.

    Fue entonces que comprendió por qué su mente se rehusaba a rememorar los sucesos. Los mantenía sellados en su memoria, bloqueados tras la oscuridad de la ignorancia. Tal vez porque era demasiado para ser soportado por él, quizá su mente se habría fragmentado de haberlo recordado antes. Y quizá, Naruto no estaría ahí en ese momento, sino muerto. Pero ¿no lo estaba ya?...



    Esa mañana era particularmente fría y gris. Ante sus ojos, no había objeto alguno que brillara, cualquiera que fuera su naturaleza. Parecía que una neblina se cerniera sobre sus ojos, impidiéndole disfrutar de la armonía y comodidad que le brindaría a un individuo el hallarse sentado en medio de tanta arboleda. Una fuente borboteaba gruesas cascadas de agua a pocos metros de donde se encontraba él. Naruto había acudido una sola vez a mirar lo que tan celosamente ocultaba la pieza de marmolina. Se trataban de pequeñas tortugas, todas ellas nadando en círculos, tal como él se sentía ahí dentro. No importaba el rumbo que Naruto tomara, siempre terminaría su recorrido en un perfecto circulo porque, no había escapatoria.

    El centro estaba rigurosamente custodiado, cada eje y cada esquina gozaba de su propio vigilante. Algunos terminarían cabeceando pero gradualmente volverían a estar alertas, sin darle tiempo a escapar, sin brindarle a él la más mínima posibilidad de escape.

    Ese día no iba a ser diferente, se dijo al levantarse de la fría banca de metal, impregnada con el sutil rocío de la mañana. El silencio en la institución resultaba en veces reconfortante, en veces perturbador. En ese momento a Naruto se le antojó mas como lo segundo. No había niños corriendo esta vez, no era día de visitas, los pacientes esperarían a lo sumo dos horas en el patio, posteriormente regresarían a la merienda, tras una buena dosis de píldoras muy bien disfrazadas, los enviarían a descansar un rato. A Naruto le sorprendía la capacidad que tenían algunos pacientes para identificar la más inverosímil anomalía en los alimentos. El mismo había aprendido gracias a otro de los pacientes cuyo nombre no recordaba. Ahí era mejor ser indiferente con todos o terminabas enloqueciendo junto a ellos. Había oído varias historias desde su llegada, pero ninguna tan angustiante como la suya. Estaba consciente de la muerte de sus padres, pero cuando se supo vinculado a ello, su mente se desconectó de la realidad. Dejándolo a merced de desconocidos que decían querer ayudarle.

    Naruto había aprendido a identificar el sabor amargo de las comidas, adjudicándolo con los medicamentos. En ocasiones las píldoras no se disolvían bien dentro del vaso de jugo, otras tantas prefería ignorar el hecho debido al hambre. Pero ese día, decidió que no comería nada. Ya estaba cansado de estar todo el tiempo ausente, desconectado de los sucesos a su alrededor, era una persona, no un zombie. Tenía derecho a estar al tanto de lo que sucedía, a experimentar por cuenta propia lo que le deparaba cada sesión con los médicos, cada conversación nimia cuya finalidad retornaba a su pasado. Necesitaba saber, quería curarse. Por vez primera sintió enormes deseos de recuperarse.

    Por eso, cuando recibió la bandeja con los alimentos del día, se aisló del resto para fingir que comía. Cuando en realidad, vertió el jugo de naranja detrás de una de las macetas con helechos. Tuvo que desmoronar el pan en pequeños trozos y dárselo a las palomas que recién bajaban al suelo en busca de alimento. Con la carne fue más complicado pero optó por botarlo dentro del cubo de basura al estar fuera de la vista de sus cuidadores. Al terminar, devolvió la bandeja limpia, se unió al grupo de "zombies" que circulaban por el patio, errantes, sin rumbo aparente que no fueran sus habitaciones. Esas pequeñas secciones que apenas contaban con una cama individual, un buró, y un baño.

    A Naruto no le había sentado muy bien la estrechez de su recamara. Los primeros días durante la noche, sentía que se asfixiaba, había experimentado un terrible ataque de claustrofobia. Cuanto y más al mirar las ventanas cubiertas con barrotes. Le habían cambiado las cintas de las zapatillas deportivas por trozos de plástico. Según Jiraiya, era por su propio bien. Al menos veinte casos de suicidio se habían suscitado dentro de la institución. De ahí también derivaba la ausencia de cristales. Naruto había soportado la rutina en la que lo habían sumergido por aproximadamente dos meses, a partir de la décima semana, dejó de contar los días, viendo lejanas sus probabilidades por salir de ahí. Ansiaba salir, respirar el aire fresco y no el mismo aroma de rocío y tierra mojada por las mañanas, le urgía sentirse libre. Libre y lejos de todo.

    Pero eso no iba a pasar. Estaba consciente de ello.

    No tuvo prisa en volver a su recámara pero quizá fuera ese su fatídico error, el que modificaría su usual rutina, el que terminaría por flaquear con su estabilidad mental, el que lo arrastraría al borde de un abismo tan oscuro como la presencia que se alojaba dentro de él.

    -Naruto, necesito que me acompañes un momento- la voz de Jiraiya sonó lejana, pero Naruto la diferenció muy bien en medio del desolado pasillo. Frenó sus pasos, sintiéndose extraño. De repente una diminuta chispa de esperanza se encendía en algún sitio de su racionalidad efímera. Jiraiya era el único en quien confiaba, el que le decía las cosas sin miramientos, pero procurando no herirlo demasiado. Fue él quien le aclaró que una personalidad ajena a Naruto (pero que formaba parte de sí mismo) había acabado con la vida de sus padres. Naruto tenía consciencia de la existencia de Kyuubi pero solo le había confiado ese secreto a Jiraiya. Al viejo pervertido que solía llevar revistas de extraña índole consigo, argumentando que un poco de placer matutino no le hacía mal a nadie. Naruto le había tomado simpatía rápidamente, quizá porque fue el único medico que no lo juzgó desde su llegada, porque mas allá de diagnosticarlo y medicarlo, procuró entablar una amistad con él, una sincera, franca y sin favoritismos de por medio. Jiraiya seguía al pie con las estrictas normas del hospital, pero, de vez en cuando, le comentaba a Naruto situaciones de relevancia. Cosas tales como las horas en las que el patio se encontraba vacío, desprovisto de guardias en el interior pero no en el exterior. Naruto podría salir a caminar si así lo quería, pero no podría escaparse aunque lo quisiera.

    Aun así, le reconfortaba tener actividades por realizar que no siguieran ninguna clase de lineamiento. Fue Jiraiya también quien le comentó sobre el reciente interés de un joven que tenía parentesco con uno de los pacientes. Un familiar suyo se había suicidado hace poco, y él había tenido que presentarse para firmar las cartas que deslindaban al hospital por el fatídico hecho. Sasuke Uchiha no se encontraba catalogado en los casos simples que incluían ausencias o lagunas mentales, no padecía de trastornos de personalidad o episodios de paranoia. No, Sasuke Uchiha era un sociópata que se había perdido dentro de sí mismo.

    Hasta que no lo soportó más, le había dicho Jiraiya. El recluido muchacho había reunido las medicaciones de dos semanas enteras. Un coctel mortífero que había consumido llegada la madrugada del sábado.

    Ningún familiar más se presentó, solamente su hermano. Un joven extraño, reservado y amable. Pero destrozado por la pérdida de ese ser querido. Fue en una de las visitas que Itachi Uchiha hizo al hospital que, Jiraiya se lo dijo. El susodicho Uchiha pretendía recoger el resto de pertenencias de su hermano menor, en una de esas incidencias se topó accidentalmente con Naruto, fue un día en el que a Naruto no le importó consumir los alimentos debido al hambre, en el que supo de antemano que vagaría errante como un zombie, o en el mejor de los casos, dormiría hasta entrado el amanecer. Por ello no se dio por aludido, por ello lo ignoró y siguió de largo. Pero Jiraiya no lo hizo, él le comentó a Itachi que Naruto era otro paciente más, pero eso no detuvo la curiosidad de Itachi, por el contrario. Dijo querer conocerlo, querer dialogar con él.

    Un encuentro fortuito llevo a otro, y para cuando Naruto quiso darse cuenta, Itachi ya formaba parte de su estilo de vida. Ese apuesto muchacho quería evitar que él cometiera un error tal como hizo su hermano. Quería, salvarlo de sí mismo.

    Y a Naruto no le molestaba escucharlo. Tampoco le irritaban sus consejos, Itachi era diferente a los médicos que pretendían seguir un protocolo, Itachi realmente quería ayudarlo. Fue irremediable quererlo, fue inevitable quedar prendado de él, así como también lo fue guardar sus distancias.

    -Por favor siéntate.

    Naruto acató el pedido, cada vez más confundido por la seriedad impresa en el rostro demacrado de Jiraiya. El viejo pervertido solía ser espontáneo con él, bromeaba de vez en cuando para sacarle una sonrisa, aunque esta fuera forzada. Pero en ese momento, en ese preciso instante, no había alegría de ningún tipo en sus labios rígidos. Naruto se removió inquieto en el banquillo, sintiéndose de pronto cautivo, como en una de esas "entrevistas" que le hacían los médicos para determinar su avance o retroceso en el ámbito psicológico.

    -Así que, Naruto-kun- la voz a sus espaldas lo obligó a girarse en redondo. Pronto Naruto estuvo bajo el atento escrutinio de un hombre de edad madura que, pese a su edad, no presentaba evidentes signos de adultez, no como Jiraiya. El largo cabello oscuro le caía sobre los hombros como en una discreta cascada. Sus penetrantes ojos ambarinos se posaron en los de él, esperando alguna reacción a cambio. A Naruto le costó un poco dar por sentada la sexualidad de aquel hombre, lo hizo gracias a sus toscas facciones y a que el maquillaje en su rostro, lejos de aminorar sus rasgos, parecía resaltarlos aun más.

    Por instinto, retrocedió, enfrentando esta vez la mirada de Jiraiya, esperando una explicación a cambio, misma que no tardó en llegar.

    -El es Orochimaru, un antiguo amigo mío.

    -Mucho gusto- siseó el aludido, su voz no denotó enfado a pesar de haber sido ignorado. Naruto se forzó a estrecharle la mano, sintió su piel áspera al tacto, como...

    "Como una serpiente"

    -He visto tu expediente- espetó Orochimaru, ampliando la sonrisa. Naruto contuvo la respiración al escucharlo, el golpe de absoluta traición a su secreto lo hirió peor que una daga. Inmediatamente se volvió hacia Jiraiya, quien, circunspecto, le sostenía la mirada.

    -Se lo dijo- murmuró, apretando los puños. Como si se diera cuenta de su error, Orochimaru borró la sonrisa de sus labios, sustituyéndola por un gesto más formal y distante. –Le dijo de...

    -En efecto- sentenció Jiraiya, abriendo la gaveta del escritorio para extraer una carpeta. –Él lo sabe. Pero es un médico, tiene experiencia Naruto, solo quiere ayudarte.

    ¿Cuántas veces no había oído eso Naruto?, todos querían ayudarlo, supuestamente todos querían. Pero hasta el momento el único que lo estaba ayudando realmente era Itachi.

    -Cree que si te administramos cierto tipo de medicamentos, lograremos controlar...

    -¡No!- lo interrumpió Naruto, dando un golpe seco sobre el escritorio con el puño, conteniendo la furia en sus facciones. No entendía porque ahora Jiraiya se contradecía a sí mismo de esa manera. Él, que le había pedido no ingerir todos los medicamentos por temor a un recaída, él que le pidió paciencia para que las cosas mejoraran, y al final terminaba entregándolo a un médico más, deslindándose de sus responsabilidades para con él. Como si fuera un...

    -¿Estorbo?- preguntó Orochimaru, dando un paso en dirección a la puerta. Jiraiya lo detuvo con un gesto de mano, instándolo a que se quedara en lo que pretendía ser un arrebato meramente emocional del adolescente. Orochimaru accedió, tomando asiento a la distancia, observando fijamente las cálidas lágrimas en las mejillas de Naruto, ansiando poder lamerlas...

    Lo cierto era que no se trataba de la primera vez que lo veía. Había estado al pendiente del muchacho desde hacía un mes completo. Siempre oculto tras el oscuro vitral que simulaba parte de uno de los muros, y que en realidad lo era, al encender las luces, pero al apagarlas, se podía vislumbrar claramente la luminiscencia proveniente de la antecámara conectada a ella. El siempre analizaba la conducta de Naruto, sus conversaciones fluidas y cargadas de entusiasmo cuando no ingería píldora alguna. Lo oía hablar sobre sus paseos vespertinos junto a un tal Itachi. Si Orochimaru hubiera sabido de quien se trataba, habría actuado mucho más rápido y sin contemplación alguna. Pero esas cosas llevaban su tiempo, y tal como a él le costó ocultar su reputación como médico, así como los decesos que se le adjudicaban, (empleando algunas intervenciones medicas en su rostro), también le tomó tiempo convencer a Jiraiya de los nuevos fármacos a su alcance, y los cuales, inhibían la presencia de episodios tales como los que presentaba Naruto.

    Si, el chico parecía sano, pero no lo estaba. Jiraiya se lo había dicho en una de sus tantas conversaciones pasadas. Naruto solía alterarse durante el sueño, en veces despertaba a los pacientes de los cuartos aledaños, parecía perder el sentido de la realidad llegada cierta hora en específico. Entonces su segunda personalidad salía a la luz. Era cuando lo ataban de pies y manos a la cama para contener cualquier intento de ataque. Hasta ese momento, él no había presenciado ningún cuadro psicótico ni de cualquier otra índole. Pero sabía que tarde o temprano sucedería, tenía que acelerar un poco las cosas. Cuando lo hiciera, la segunda personalidad de Naruto saldría nuevamente a la luz.

    Eran ese tipo de pacientes los que le interesaban a Orochimaru. Los que parecían mas vulnerables, pero ocultaban en su interior un poder fuera de la comprensión médica, un poder con el que quería experimentar, uno que lo cautivaba y del cual añoraba tener más conocimiento.

    Esperó paciente desde su lugar, vislumbrando el altercado que se estaba llevando a cabo. Naruto espetaba algo referente a un secreto que no existía más, mientras que Jiraiya sostenía que lo había hecho por su bienestar. Realmente, a Orochimaru no le importaba de qué iba la discusión.

    Extrajo la diminuta caja metálica de su pantalón y golpeó un par de veces el líquido dentro de la ampolleta. Lo sorbió con ayuda de una jeringa, no más de tres milímetros, se cercioró de que fuera la cantidad apropiada, la buena dosis de adrenalina que necesitaba el alter ego de Naruto.

    Se encaminó hacia él con movimientos metódicos. Jiraiya asintió detrás del escritorio, sin prever el engaño, sin estar consciente de que el medicamento ni siquiera tenía patente, de que solo se trataba de un experimento más en su repertorio. Enfrascado en la conversación, Naruto no vio llegar el pinchazo hasta que la aguja le perforó la piel del hombro.

    Sintió el líquido traspasando la dermis, acompañado de un ardor que lo inmovilizó por varios segundos. Jiraiya se levantó sumamente exaltado, perplejo al ver como el cuerpo de Naruto caía de bruces sobre el escritorio, inerte y después presentando ligeros movimientos esporádicos.

    -¡¿Qué hiciste?!- exclamó alterado, arrebatándole a Orochimaru la jeringa de las manos. Miró a Naruto y se llevó las manos al rostro, suponiendo lo peor.

    - ¡¿Qué diablos has hecho?!

    -Qué extraño- musitó Orochimaru, mas para sí mismo que para Jiraiya, esperaba cualquier reacción menos esa. Creyó que algún arrebato de ira se apoderaría de Naruto. Pero los sucesos no transcurrieron así.

    Fue hasta que Jiraiya se disponía a efectuar una llamada, que Naruto volvió en sí. Lo hizo lentamente y con la mirada pérdida, costaba creer que estuviera despierto, sus irises estaban ligeramente contraídos y los labios fuertemente apretados, sus caninos sobresalían un poco mas debido al exceso de fuerza aplicada en las comisuras de sus labios. Parecían diminutos colmillos, como los de un lobo, o algún otro animal salvaje.

    "Un zorro"- pensó Orochimaru después de reparar en el movimiento astuto de Naruto para tomar el abrecartas del escritorio. Inmediatamente, Orochimaru se refugió en el interior de la antecámara, presenciando poco después como el filoso objeto se introducía de un solo golpe en la garganta del viejo, abriendo una firme herida horizontal. La sangre se esparció sobre el pecho de Jiraiya, a través de suaves gorgoteos. Se tambaleó aun con el teléfono en las manos, los ojos fijos en el techo y una expresión de clara incertidumbre por el inesperado suceso. Tras un par de convulsiones, palabras inarticuladas y un sutil gorjeo, el cuerpo de Jiraiya dejó de moverse. La bocina del teléfono cayó con un golpe sordo. Del otro lado de la línea, una voz aguda preguntó.

    -Seguridad, ¿en qué puedo ayudarle?

    Orochimaru se relamió los labios, sintiendo la emoción correr por su sangre. Vio a Naruto empuñar de nueva cuenta el abrecartas, sus ojos empezaban a desprenderse de aquella bruma a la que había sido inducido, aun así el chico no logró hablar, sintió un poderoso mareo momentos antes de desplomarse junto al cadáver.

    -Ero...Sennin- jadeó entrecortado, las lágrimasas le corrían libremente por el rostro. En ese momento, oyó un sonido junto al escritorio. Orochimaru colgó de vuelta la bocina en su lugar, rodeó el cuerpo inerte de Jiraiya como si se tratara de basura. Sacó la soga que reposaba detrás de su cinto y se aseguró de atar bien a Naruto para evitar exponerse demasiado en caso de que Naruto sufriera otro episodio de esa índole.

    Horas más tarde, Naruto despertaría en el interior de un vehículo en movimiento, su mente bloquearía los acontecimientos y cuando el vehículo se detuviera, él no repararía en las cuerdas que mantenían sus muñecas y piernas fijas, tampoco distinguiría el rostro viperino de quien abriera la portezuela trasera del vehículo. Tan solo lo vería a él, a Jiraiya, recitándole palabras de aliento como solía hacer. Repitiéndole incesantemente que todo estaría bien, que solo permanecería algunos días alojado en la casa de un amigo.

    Naruto sonreía para apaciguar el dolor incomprensible, giraba sobre su propio eje, con los brazos extendidos, diciéndose que pronto esa sensación de libertad le pertenecería para...siempre.

    -¡Naruto-kun!

    Naruto dejó de temblar al oír el llamado. Se apoyó contra el árbol y descendió el cuerpo hasta los arbustos, esperando quedar oculto a la vista de Orochimaru. Lo oía cerca, demasiado. El crujir de las hojas evidenciaban su ubicación exacta. Naruto sollozó contra su palma, se miró el pie herido, agradeciendo ese hecho en particular. De no haber sido por la espina que se había incrustado esa misma mañana en que no tomó la merienda, no habría podido salir de la ensoñación que los fármacos le producían. Habría continuado viviendo una falacia, cual ignorante. El dolor lo había hecho despertar en aquel cuarto (donde había estado encerrado todo este tiempo) se había visto a si mismo en la cama, y había conseguido escapar.

    No temió mirar sus muñecas esta vez. Y tal como lo supuso, no había cortes en ellas, pero si marcas de las cuerdas. Se acarició la curvatura del hombro, suponiendo que Orochimaru se había limitado a esa parte de su cuerpo para las inyecciones. Había elegido esa zona en específico porque sabía que Naruto no repararía en los diminutos puntos rojizos, prueba fehaciente de la introducción de calmantes.

    -Itachi- Naruto apretó con fuerza los párpados, deseando por primera vez estar en el hospital, al menos allí tenía a Itachi, él lo protegía.

    -¿Te gusta, Naruto?- aun podía recordar con nitidez la sonrisa leve en los labios del mayor al anudarle el dije. Naruto había sonreído al acariciar el genuino brillo procedente de la imagen de un cuervo de plata. Itachi le había comentado una vez lo mucho que le gustaban los cuervos. Por eso lo había estado vinculando con uno todo el tiempo, por eso...

    "Por eso creí haberlo visto"

    Pero entonces surgió otra duda. Una que lo inmovilizó en el momento exacto en que una mano le apretó el hombro para llamar su atención. Naruto se petrificó, palideció al instante, sabiendo que no podría correr más, lo había estado haciendo por más de una hora, aun con el pie herido, la maleza lo ocultaba pero a la vez le revelaba secretos que había ignorado hasta ese momento.

    No hubo grito, en su lugar, Naruto sintió un reconfortante alivio al verlo a él ahí, justamente en él estaba pensando.

    Alzó la mirada hacia el rostro de Kakashi, pero este último, de cuclillas junto a él, le hizo una muda seña con el dedo para que guardara silencio. Naruto pestañeó confundido al verlo usando aquel pulcro uniforme que nada tenía que ver con los atuendos casuales que vestía Kakashi anteriormente.

    Vio la brillante placa pendiendo de su pecho. Entonces lo comprendió.

    Kakashi era un oficial.
     
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    XII



    Pulsó el botón situado en el extremo izquierdo del móvil, la pantalla se encendió de inmediato, dejándole ver la fecha y hora de ese nuevo día, uno más transcurrido. Se masajeó las sienes con los dedos índice y medio, repasando mentalmente las palabras que le citara nuevamente uno de los agentes encargados de la búsqueda de Naruto.

    "Ha pasado casi un mes desde su desaparición. Generalmente las probabilidades disminuyen después de la segunda semana. No tenemos datos acerca de él, nadie de aquí dice haberlo visto y tampoco hay indicios de que haya salido de la ciudad, al menos no bajo su nombre de pila..."

    Dio un sorbo a la taza de café у miró hacia un lado. Dentro de la fuente, un grupo de pequeñas tortugas nadaban en círculos. Itachi recordaba haber oído un comentario de Naruto en lo referente al movimiento repetitivo de esas especies. Decía que le disgustaba verlas ahí todo el tiempo.

    "Están atrapadas, Itachi. Como lo estoy yo..."

    El grueso nudo en la garganta le impidió tragar el líquido que ya mantenía en la boca. Itachi escupió hacia un lado, sintiéndose decaído una vez más. Sabía que las probabilidades de encontrar a Naruto eran cada vez más escasas. Había muchísimas irregularidades ligadas a ello.

    Desde la ausencia de cámaras de seguridad en la oficina de Jiraiya, hasta el hecho de no aparecer ningun nombre ajeno a los pacientes y responsables del
    manejo del centro de psiquiatría.

    Tenía que haber algo más, algo que estaban pasando de largo.

    Pero... ¿Qué era?

    Itachi estaba convencido de que tuvo que estar alguien más en esa habitación cuando ocurrió el incidente. Si bien, todo apuntaba a que Naruto había empleado el abrecartas para (casi) degollar a su tutor, las piezas restantes no encajaban. Se había registrado una llamada realizada desde esa misma habitación, sin lugar a dudas fue Jiraiya quien la hizo.

    Lo incoherente de todo ello era que, si Jiraiya hubiera notado alguna anomalía en la conducta de Naruto, se habría comunicado de inmediato con otro de los médicos encargados de administrar los sedantes. En última instancia, y al hallarse herido, pudo llamar a sus asistentes o a la sección de enfermería. Sin embargo, Jiraiya no intentó contactar con ninguno de ellos, sino que telefoneó directamente al sector de seguridad del centro. Lo que significaba que había una amenaza en esa habitación, una ajena a Naruto. Itachi estaba consciente además de que Naruto no se atrevería a actuar de aquella manera, lo había visto e incluso convivió con él, el tiempo suficiente para intuir lo mucho que el chico apreciaba a Jiraiya.

    Por supuesto, el resto de los investigadores ignoraban todo eso. Porque no había "pruebas" alegaban que sus palabras valían poco, y nada podían contribuir para resolver el misterio y sobre todas las cosas, aclarar de una vez por todas el paradero de Naruto. Inclusive uno de ellos había tenido el atrevimiento de sugerir un suicidio debido al remordimiento.

    Era una tontería. Naruto tuvo que haber sido forzado a tomar aquella decisión de arrebatarle la vida a Jiraiya, de otra forma no lo haría. No existía manera ni lógica alguna detrás de ese insólito hecho.

    Suspirando, Itachi palpó el bolsillo interno de la chaqueta marina, de inmediato sacó el dije de plata que pendía de un trozo de cuero sintético. Le había obsequiado ese cuervo de plata a Naruto en una de sus tantas visitas, y fue lo único que se encontró en la oficina de Jiraiya, junto al cadáver y el abrecartas impregnado en sangre coagulada.

    ¿Sería que estaría equivocado?,

    ¿Realmente Naruto había pérdido la cordura completamente?

    "Debe usted recordar en qué sitio se encontraba el muchacho antes de llevar a cabo el crimen. Esta es una institución de índole mental y por lo tanto, el chico estaba enfermo, pudo haber presentado una recaída sin que su tutor lo notara"

    Itachi negó una y otra vez, tratando de convencerse de cuál era la verdad, y sobre todo, si Naruto se encontraría bien. El mismo había estado padeciendo pesadillas constantes en torno al paradero de Naruto.

    En veces se aparecía en sus sueños llorando y pidiendo ayuda, repitiéndole lo perdido que se sentía y lo mucho que lo necesitaba. No podía defraudarlo. En ese mismo instante, Naruto podría estar en cualquier parte de la ciudad, librando una batalla con su subconsciente para orientarse, quizá al cuidado de alguien más...

    Y quizá esa persona era quien había estado en la misma oficina de Jiraiya aquella mañana.

    Mas decidido, se incorporó de la banca y devolvió el dije de metal a la chaqueta.

    Si las investigaciones eran inconsistentes, él debería tomar el asunto en sus manos, puede que aun no supiera cómo guiarse para encontrar pistas más concretas que lo llevaran al paradero de Naruto, pero cualquier cosa que Itachi hiciera estaba mil veces mejor que permanecer a la expectativa y con la incertidumbre del estado de Naruto. Prometió ayudarlo después de todo, lo hizo aquella mañana en que se dio cuenta de que...

    -¡Itachi!- la voz de su primo lo devolvió a la realidad. Itachi se devolvió en la dirección de donde provenía aquella voz grave. A lo lejos, su primo acudía corriendo a su encuentro, acompañado por dos oficiales. Itachi sintió que su corazón daba un vuelco, pero no sabía si debía alegrarse o derrumbarse, había posibilidades de que Naruto hubiera muerto.

    -Tenemos un nombre- jadeó Shisui, alzando una carpeta. Itachi se la arrebató en un parpadeo. -Uno de los encargados de repartir la comida dice que vio a Naruto salir en los brazos de un hombre. Lo dieron de baja el mismo día que desapareció Naruto, por eso los investigadores no pudieron contactarlo hasta ahora que se dio a conocer la lista de los responsables de mantenimiento y el resto de las secciones.

    -¿Orochimaru?- las pupilas de Itachi se contrajeron un poco.

    Shisui asintió reiteradamente.

    -También dijo haberlo visto antes. Preguntó qué alimentos tomaba Naruto, le ofreció dinero para que le diera las recetas de las meriendas y después se marchó- Shisui hizo una breve pausa para buscar el objeto entre sus bolsillos. -Se le cayó esto, y él lo guardó- Itachi alzó la mirada para encontrarse con una billetera forrada en piel de víbora.

    Shisui la abrió un poco para dejar al descubierto un viejo carnet medico.

    E Itachi no tuvo más dudas al respecto.

    Ese hombre...

    "Fue horrible, Itachi. No quiero ver a ningun médico nunca más, ¿me oíste?"

    La voz de Sasuke se entremezcló en su memoria. Itachi aferró la billetera, experimentando un cúmulo de emociones.

    Orochimaru era el médico que atendió a Sasuke en el pasado.

    Edited by [Ray] - 27/4/2021, 07:57
     
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    XIII



    Aspiró por última vez mientras guiaba a Naruto por la espesura de la hierba. Naruto tropezaba de vez en cuando, pero seguía rehusándose a que él lo llevara en brazos. Aparentemente seguía sin confiar en él.

    ¡Vaya ironía!

    Había supuesto que después de intimar la primera vez juntos, Naruto se olvidaría de aquella manía, pero actualmente parecía más pérdido que nunca. Su mirada parecía desconectarse en ocasiones de la realidad, sus facciones se tensaban cada cierto tiempo, y en otras tantas se le veía totalmente relajado. Y hasta...ilusionado.

    Fue precisamente ese último sentimiento que contempló en sus pupilas el que lo llevó a dudar de la situación una vez más. Kakashi Hatake solía investigar bajo sus propias normas, basándose más en la intuición que en teoremas estúpidos que no llevaban a ningun lado.

    El mutismo de Naruto prevaleció aun después de que cruzaron el umbral de la puerta. Temblaba y tenía varios cortes en el rostro, producto de los roces con las espinas, hiedra y quizá algunas ramas.

    -Tan imprudente- comentó, tomándolo de los hombros, forzándolo a que tomara asiento en el mullido sofá rojo. Naruto quiso oponerse pero su fuerza flaqueó en una milésima de segundo, estaba exhausto, tanto física como emocionalmente. Kakashi había notado el persistente cojeo del rubio a lo largo del trayecto. No se molestó en preguntárselo. Fue hasta su recámara para buscar el botiquín de primeros auxilios y procedió a desinfectar cada una de las heridas diminutas en su precioso rostro de adolescente. Naruto se quejaba de vez en cuando pero sin exteriorizar verbalmente su dolor, eran simples gemidos inaudibles acompañados de un firme apretón en la tela desgastada de sus pantalones.

    Kakashi no recordaba haberlo visto tan descuidado hasta ese momento. Naruto despertaba en él un sentimiento de sobreprotección que él mismo dudó poseer anteriormente.

    Curó la última herida y vertió un chorro de alcohol en la planta de su pie. Esta vez Naruto gritó y se asió a su cuerpo con fuerza. Kakashi lo vendó y no se resistió a besarlo. Se veía tan vulnerable y necesitado de alguna muestra de afecto que, no dudó un solo segundo en hacerlo, ni siquiera temió alguna clase de rechazo. Naruto le correspondió despacio, muy lentamente fue cediendo al movimiento insistente y volátil de sus labios, entregándose en un apasionado beso que estaba muy lejos de demostrar simple afecto u agradecimiento.

    Lo tomó de los hombros y lo hizo caer de espaldas en el sofá. Naruto le rodeó el cuello con ambos brazos, terriblemente ansioso y asustado para querer abandonar ese momento. Sabía que si trataba de recordar algo más, seguramente se haría pedazos. Necesitaba aferrarse a algo más tangible, algo que no le indujera miedo, temor o confusión. Creía en Kakashi, pero dudaba de sí mismo.

    -Quiero que me lo expliques primero- sentenció Kakashi, apartándose de sus labios, dándole la merecida prioridad al asunto. Naruto se agitó pero consiguió incorporarse por su cuenta. Miró fijamente a Kakashi, centrándose una vez más en el uniforme que vestía, en aquella placa que lo acreditaba como un oficial y el rango que poseía. Exhaló agobiado, mirando en derredor, la casa no había cambiado en lo más mínimo, seguía igual que las veces que la visitó anteriormente. Lo único que había cambiado era el exterior, las espigas ahora eran maleza, las hojas secas, habían sido reemplazadas por una gruesa alfombra verde que contrastaba con el resto del prado. Estaba en un bosque, en Konoha. Lo sabía, recordaba haber leído el letrero en algún lugar, pero ¿en dónde?

    -¿Me conoces, Sensei?- quiso empezar con la duda inicial. Por un segundo, Naruto contempló un deje de decepción en la mirada de Kakashi.

    -Claro que te conozco- respondió, disponiéndose a relatar el resto en un hilo de voz apagada.

    La vida le había presentado demasiadas dificultades a Kakashi. Tantas en el mismo año. Un infortunio del que no era capaz de deslindarse. Perdiendo a sus mejores amigos en un accidente automovilístico en el que estuvo presente. Fue el único sobreviviente y cada día de su vida se recriminó por ello. Llegó al grado de no saber qué rumbo elegir en su vida. Pasó de ser maestro, a ausentarse de cualquier actividad y encerrarse en un mutismo casi perpetuo. Se odiaba y culpaba cada día por la muerte de las únicas personas importantes para él.

    Hasta que decidió poner fin a ese pateticismo en el que se hubo enclaustrado durante casi un año de su vida. Su padre lo había inscrito en diferentes disciplinas durante su adolescencia, destacando Kakashi en el área policial. Eligió ese sector para comenzar, sin tener mayores conocimientos. Logró conseguir empleo ese mismo año en una institución del gobierno. Era una área que no le gustaba en lo mas mínimo, lo habían ubicado en un centro de psiquiatría como guardia de seguridad. Tenía que fungir como vigilante por las noches, custodiar una de las puertas de entrada para evitar algún escape nocturno. Los primeros días fueron los más aburridos de su vida, nunca ocurría nada porque en las noches los pacientes tenían prohibido abandonar sus habitaciones. Kakashi decidió que no era el trabajo adecuado para él, lo último que quería era tener tiempo para pensar, y en ese lugar lo tenía de sobra.

    Fue una noche cuando la rutina no siguió el mismo protocolo de antaño, cuando vio a un chiquillo no mayor de veinte años caminando por los alrededores, siempre con la mirada baja y las manos enfundadas en los bolsillos. Se le veía triste y solitario.

    Como él...

    Kakashi supuso que el chico intentaría escapar, pero no fue así. La zona iluminada del parque le permitió observarlo mejor cuando el muchacho se disponía a tomar asiento en una de las bancas. Tenía el cabello rubio desaliñado y una mirada preciosa pero melancólica. Su piel ligeramente bronceada y una sonrisa enmarcando sus labios. Enseguida quiso hacerle compañía, pero supo que no sería posible. Estaría infringiendo las normas si lo hacía. Por eso optó por llamarlo.

    Fue al segundo llamado que el despistado chico dejó de mirarse las manos para posar su mirada celeste en él. Kakashi hizo una seña para que se acercara, pensando que el chico lo ignoraría y terminaría volviendo a su dormitorio. Pero nuevamente se equivocó en sus conjeturas. El chico se acercó vacilante en su dirección. Algo en su cuello brilló bajo los rayos de la luz de la luna. Kakashi vio entonces el dije de un ave pendiendo sobre su playera holgada.

    -¿No se supone que deberías estar durmiendo?- preguntó con curiosidad latente. El chico lo miró, inclinando ligeramente la cabeza ante el regaño.

    -No tengo sueño, de veras- y luego sonrió, pero esta vez su gesto fue auténtico, sin matices de hipocresía surcando su faz. Kakashi se maravilló ante un hecho tan nimio como ese. Enseguida se preguntó qué clase de problemas sufriría para estar recluido en un lugar así, pero se abstuvo de preguntárselo para no invadir su privacidad, además, había escuchado de otro de los guardias que "esa" clase de pacientes solían ser en extremo volátiles, en un momento te saludaban y al siguiente te insultaban. Pero ese muchacho no parecía ser así.

    -¿Cómo te llamas?

    -Na...- el chico tomó el dije entre sus dedos, le dio una vuelta para acomodarlo mejor al ver que estaba al revés. Kakashi notó la brillante figura de un cuervo. –Naruto.

    -Mi nombre es Kakashi Hatake- le extendió la mano a modo de saludo. Naruto no dudó en estrechársela, después se frotó las manos y situó su mirada en el cielo.

    -Hace mucho frio- comentó, castañeando los dientes. Kakashi estaba por ofrecerle su sobretodo cuando el chico regresó corriendo a la banca para tomar un objeto más. –Ten. Tienes la nariz roja, de veras.

    Kakashi se tocó la nariz con los dedos, notándola entumecida al tacto. Entonces Naruto extendió los brazos en su dirección, sosteniendo una bufanda oscura en ellos.

    -Me la regalaron, pero nunca la uso- dijo Naruto, poniéndose de puntillas para enrollársela en el cuello, tomando uno de los extremos para cubrirle la boca y la nariz. –Listo- sacudió las palmas y lo miró extrañado. –Tienes una cicatriz.

    A Kakashi no le sentó tan mal el comentario como había pensado. El recuerdo del accidente se atenuó en su memoria, disipándose a un segundo plano. Se dijo en ese momento que si ese chico podía ser feliz, aun en su situación, no era imposible que él volviera a hacerlo.

    -Si- contestó, acariciando la bufanda, preguntándose a qué se debía el exceso de confianza en ese chico. –Fue un accidente.

    -No lo creo- negó Naruto, soplándose las manos. Kakashi alzó una ceja, interrogante. –No creo que los accidentes sucedan. Pienso que las cosas pasan por alguna razón. Ero Sennin dice que son pruebas que debemos afrontar. El que se da por vencido, pierde.

    -¿Piensas que perdí?- preguntó Kakashi en voz queda, dando por sentado el grado de madurez tras el pacifico y aniñado semblante. Naruto le devolvió una sonrisa tenue.

    -Nadie se da por vencido tan fácil.

    Desde ese día, Kakashi comenzó a frecuentarlo, a desear verlo a menudo y a regocijarse con las solitarias y frías noches destinadas para ambos. Solían charlar hasta muy tarde, pero él nunca invadía la privacidad de Naruto, procuraba ser neutral ante la situación, sabiendo en el fondo que Naruto...


    **

    Le gustaba.

    Itachi lo supo desde el primer momento en que lo vio. Su expresión distante le recordó a Sasuke de inmediato, fue como ver un reflejo de su hermano menor, con la diferencia de que ese chico no tenía a nadie más que se preocupara por él. Estaba solo, e Itachi se sorprendió de verlo nuevamente solo en pleno día de visitas. En el patio, el personal organizaba un día de convivio con los familiares o allegados de cada paciente. Él mismo se había presentado en uno de esos días para retirar las pertenencias de Sasuke. Fue entonces cuando lo vio, deambulando cabizbajo, triste, apartándose del panorama de alegría y convivio entre los pacientes y sus familiares. Intuyó de inmediato que sus familiares no se habían presentado, por eso optó por preguntárselo a uno de los médicos en turno y precisamente el psicólogo encargado de Naruto, Jiraiya. Este le explicó brevemente el cómo habían encontrado a Naruto de pie junto a los cadáveres de sus padres, con la mirada ausente y expresión sombría.

    Los había asesinado con un cuchillo de cocina mientras dormían, después permaneció sumido en un mutismo que perduró por más de una semana. Cuando habló, no mencionó nada al respecto, nunca dio indicios de recordar lo sucedido. La institución se hizo cargo de él a partir de ese momento, cuando dieron por sentado que Naruto no tenía más familiares a los cuales acudir para informar acerca de su estado. Los archivos hallados en el domicilio de sus padres, lo acreditaban como menor de edad, por lo tanto, y debido a su trastorno, Naruto no sería llevado a prisión.

    Naruto padecía trastorno de personalidad disociativo, y Jiraiya fue de los primeros en enterarse. Anexó registros en el historial médico de Naruto, vinculando algunas recaídas durante las noches y tomando notas esporádicas sobre aquella personalidad que Naruto se empeñaba en ocultar. Kyuubi era la segunda personalidad ligada a Naruto, una siniestra y la que lo alentó a arrebatarles la vida a sus padres. Por supuesto Naruto nunca estuvo plenamente consciente de ello, fueron varias las sesiones y medicamentos empleados para que Naruto lograra derribar la barrera mental formada tras la muerte de sus padres.

    Desde ese instante, Itachi se prometió a si mismo ayudarlo, ser un soporte emocional para él y brindarle el apoyo que necesitaba. Con Sasuke había fracasado pero algo dentro de él lo alentaba a intentarlo una vez más, sin ser consciente de que terminaría enamorándose de Naruto en el proceso. Cuestión que facilitó su labor. De repente no se sentía obligado a tratar de ayudar, sino que lo hacía con gusto, y a la espera de que Naruto le correspondiera algún día...

    **

    Y ese día fue mas rápido de lo que Kakashi hubiera creído. Enamorarse estaba fuera de sus planes, mucho menos se imaginó hacerlo de un adolecente, varón y encima de todo, paciente de una institución psiquiátrica.

    Pero así eran las cosas y él habría perdido más tiempo tratando de convencerse a sí mismo de lo contrario que aceptar la realidad de las cosas. Naruto le gustaba, y hasta ese momento Kakashi no había amado a nadie con la misma intensidad con la que amaba a Naruto.

    El día que Naruto desapareció y se dieron las alarmas para rastrearlo, acreditándolo como un potencial psicópata, sus ánimos se derrumbaron, incluidas sus esperanzas por confesarse finalmente. Ese día Kakashi pretendía invitarlo a una cita, aunque, como era de esperarse, tendría que ser dentro de los límites de la institución. Podían usar la cafetería, (solitaria a esas horas de la noche), cualquier lugar estaba bien. Ni siquiera se replanteó la situación, nunca ahondó más de lo necesario en la diferencia de edades, pero estaba plenamente convencido de que podría cuidar de Naruto, tomaría los dos turnos de ser necesario para estar con él más tiempo, se aseguraría de brindarle un apoyo más estable y cuando Naruto estuviera recuperado, sería el primero en celebrar dicho logro.

    Pero esa mañana, su día libre en que se presentó para ver a Naruto, se dio cuenta del caos reinante, y supo dentro de él que aquella fatalidad tenía que estar vinculada a Naruto. Desde el amanecer se sentía insoportablemente ansioso por verlo, y ahí estaba, parado frente a un sinfín de oficiales que custodiaban el área. La ambulancia se había retirado momentos antes de que Kakashi llegara, pero se enteró de la situación al acercarse al módulo para preguntar por esa persona en especifico.

    Fácilmente pudo unirse a las unidades de rastreo y quizá habría sido de más utilidad. Sin embargo, la corazonada de salir por sí mismo a buscarlo hizo estragos en él. Kakashi había partido del hospital minutos después de enterarse de la desaparición de Naruto. Lo buscó en los alrededores en una vetusta motocicleta y regalo de su fallecido padre. Al menos cuatro caminos posibles y Kakashi eligió ese...

    Acortó camino por una intersección que, estuvo seguro, lo llevaría directamente al domicilio que le habían proporcionado, la antigua vivienda de los padres de Naruto. Supuso que si Naruto estaba fuera de sí, era probable que volviera ahí, quizá para convencerse de los hechos pasados o para buscar el mínimo indicio de los mismos. No obstante, se equivocó, dio una vuelta errónea y terminó a escasos centímetros de impactar contra una camioneta que le salió al paso. Indudablemente el otro vehículo iba a exceso de velocidad. Kakashi pudo frenar aun bajo el inminente estrés de lo sucedido. Viró el rostro hacia el conductor, percibiendo apenas una bata blanca y una melena oscura que cubría el rostro de quien supuso una chica.

    Miles de conjeturas le vinieron a la mente, algunas tan extravagantes e inverosímiles como el hecho de que aquella mujer...

    No, no estaba seguro. Las posibilidades eran escasas pero Kakashi advirtió nuevamente en la autopista de la que había salido el vehículo, se trataba, ni más ni menos, de la misma que el había tomado después de salir del hospital...

    Un impulso lo forzó a seguir aquellas difusas placas, atravesando un camino empedrado que se salía de la autovía principal. Cuando Kakashi reparó en la arboleda, estuvo a punto de regresar. Y lo habría hecho de no ver que la camioneta por fin se detenía...

    **

    Naruto ahogó un sollozo al ver nuevamente a Kakashi. Los recuerdos habían acudido a él mediante el relato, y no podía sentirse más vulnerable en esos momentos. Kakashi era aquel guardia que le hacía compañía durante las noches, él mismo le había obsequiado la bufanda. Gruesas lágrimas se aglomeraron en sus ojos.

    Kakashi continuó con el relato.

    -Me instalé en una de las cabañas aledañas y decidí esperar. Lo hice durante dos días. Incluso adopté un cachorro de las cercanías y lo llamé Pakkun...

    Al tercer día, la desesperación fue más fuerte. Kakashi trataba de convencerse a sí mismo de que perdía el tiempo en ese lugar, sin embargo, marcharse estaba fuera de discusión. No lo haría hasta cerciorarse, ya había desperdiciado dos días enteros ahí después de todo.

    Ese día, su rutina se vio brutalmente alterada de nuevo. Como de costumbre, salió a recorrer los alrededores, había adquirido algunos atuendos informales el día anterior con la finalidad de acercarse al propietario de la otra cabaña. Fue cuando lo vio, y por un segundo se olvidó de respirar.

    Naruto sonreía en medio del prado y daba vueltas con los brazos extendidos. Kakashi se ocultó tras los matorrales y lo escuchó reír, nunca antes había oído a Naruto reír. Repasó los hechos con mucho cuidado, no parecía estar en peligro sino todo lo contrario. A la mente le vino una posible estratagema.

    Mantuvo la distancia muy a su pesar. Y al día siguiente se presentó directamente con el hombre que se hacía llamar Orochimaru. Le dijo que era maestro y que había visto a un chico por las cercanías, por supuesto las clases no tenían costo alguno. La primera impresión que le dio Orochimaru fue la de un potencial criminal. Sin embargo no tenía pruebas. Cuando Orochimaru le comentó en una de sus conversaciones escuetas acerca de una amistad con Jiraiya, Kakashi descartó sus dudas. Llegó a pensar que Orochimaru había sacado a Naruto para ayudarlo a escapar de lo que le depararía permanecer en la institución ahora que su tutor estaba muerto. Era por demás seguro que lo mantendrían sedado y aislado todo el tiempo.

    Contra su egoísmo, pensó que era mejor que Naruto estuviera alejado de todo eso. Mientras tanto él se mantendría cerca, vigilándolo, cuidando de él. Y lo hizo, a pesar de que la primera vez que se encontró con Naruto, este último no lo reconoció.

    Fue una noche en que Pakkun no dejaba de ladrar. Kakashi despertó, se vistió y se adentró en el prado. Vio a Naruto correr en dirección opuesta y decidió seguirlo, temiendo que algo malo le pasara. Estaba muy oscuro y a pesar de que llevaba una linterna, le costó seguirle el paso.

    Naruto había tropezado metros más adelante, cuando Kakashi se acercó para auxiliarlo, notó una irregularidad en la tierra. Había una losa a unos cuantos centímetros de las raíces del árbol. Una simple piedra blanca y lisa en cuya superficie yacía una fotografía adherida de un hombre adulto, bajo ella se leía un corto epitafio, nombre y fecha de defunción. El nombre de aquel individuo era...

    Hiruzen Sarutobi.

    Cuando Naruto se estabilizó, Kakashi trató de interrogarlo. Naruto se mostró desconfiado con él, mantenía firme el pensamiento de no conocerlo. Y aunque a Kakashi le dolía, prefería que Naruto lo ignorara. Le sería más difícil decirle la verdad de todo y el cómo mató a su médico y tutor. Orochimaru, el amigo de Jiraiya, lo había llevado a ese lugar para hacerse cargo de él mientras se apaciguaban los hechos. Kakashi así lo dio por sentado cuando Naruto le comentó que pronto se marcharía de ese lugar, que alguien más vendría por él.

    Sin embargo no era así. Y él no sospechó hasta que...

    Estuvieron juntos.

    "¿Me...?"

    **

    "¿Amas, Itachi?"

    Itachi había respondido que si, con un firme asentimiento de cabeza. Decir que lo amaba era efímero, Naruto lo era todo para él. Pero entendía que, al ser su primera vez juntos, Naruto conservara esa duda.

    -Muchísimo- le reiteró besándole el dorso de las manos. Naruto volvió a besarlo mientras Itachi procedía a penetrarlo despacio, tomándose el tiempo necesario para evitar lastimarlo. Afortunadamente la mayoría de los encargados de custodiar esa ala del instituto, se habían ausentado a una junta general, el resto estaban presentes en el patio, donde se suponía debían estar todos los pacientes, conviviendo con sus familiares. Hasta hacía unos minutos, él y Naruto estaban ahí, besándose y comentando trivialidades. Una cosa llevó a la otra, y Naruto le había asegurado que no habría nadie custodiando el piso superior de las habitaciones. Y así era.

    -Ah...Itachi- lo tomó de la cadera y lo embistió lenta y profundamente, sintiendo su miembro ser apresado en las calientes paredes internas. Se mordió el labio y fijó su mirada en Naruto. Este último abrió un ojo, le acarició la mejilla y lo besó dulcemente en los labios, incentivándolo a que continuara. Itachi lo penetró sobre la cama, lo hizo hasta desfallecer, hasta que la regularidad de sus arremetidas le produjo el certero orgasmo que culminó con ambos tendidos sobre el colchón, con la vista fija en el otro.

    Hasta que...

    **

    Hasta que Naruto se incorporó de la cama, diciendo sentir un extraño dolor en la nuca. Kakashi encendió la luz de la recámara, miró atentamente la zona y reparó en los diminutos puntos rojizos. Ese día, Naruto había traído varios panecillos consigo. Dándole uno a Pakkun.

    El perro se convulsionó al anochecer, murió al día siguiente con espuma en la boca, agitando la cola hasta el último momento, como si no estuviera consciente de lo que le pasaba. Como si estuviera...sedado.

    Kakashi se había abstenido de contactar con nadie más por temor a lo que le sucedería a Naruto cuando lo encontraran. Sabía lo que el destino le deparaba después de ese trágico incidente, pero las suposiciones de que Naruto se hallaba mejor con Orochimaru, se hicieron añicos ese día...
     
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    XIV



    Rodeó la antigua cabaña con simulada premura, una inexistente. Necesitaba mantener las apariencias, aun si prácticamente estaban varados en medio de la nada. Aun no tenía la absoluta certeza de que no hubiera algún citadino por las cercanías.

    Estaba cerca, Naruto tenía que estar cerca. No era ni remotamente posible que consiguiera desplazarse más de cincuenta metros sin ayuda. Por supuesto que no, y eso Orochimaru lo sabía a la perfección. El Rivotril tendría que estar surtiendo efecto todavía a esas horas.

    Se relamió los labios al pensar en la imprudencia que acababa de presentarse. Ni siquiera comprendía cómo o por qué Naruto pudo levantarse esa mañana. La noche anterior había recurrido a uno de los sedantes más potentes con la finalidad de que durmiese hasta muy tarde. Sin embargo, la situación cambiaba de rumbo. Para bien o para mal, el chico ya estaba consciente de al menos un cuarenta por ciento de sus intenciones para con él.

    Se detuvo a observar detenidamente la cabaña anexa más cercana. Había sospechado inevitablemente de aquel sujeto desde la primera vez que lo vio allí. Tan serio y distante. En un comienzo incluso había llegado a pensar que se trataría de algún citadino, mas ahora no podía estar tan convencido de ello.

    Fuera ese quizá el único obstáculo que le impedía llevar a cabo sus experimentos tranquilamente. La presencia de aquel hombre de desgarbada cabellera platinada le infundía un vago temor de que sus planes se frustraran por completo. Fue por eso que durante las mañanas reducía progresivamente la dosis, de modo que Naruto estuviera consciente de lo que pasaba en el entorno.

    Claramente existían efectos secundarios, pérdida de memoria, alucinaciones, desorientación, migrañas, nada de verdadera relevancia. Al menos había bastado para que Naruto olvidara el incidente acaecido semanas atrás.


    Extrañamente Naruto se veía más lúcido y alegre que de costumbre. Seguía argumentando que Jiraiya volvería por él, que no podía esperar a ese momento. Simples y llanas nimiedades de un adolescente que alberga vanas esperanzas. Orochimaru contuvo una amarga sonrisa cuando lo vio comer los panqueques de la mesa.

    Desafortunadamente Naruto solo había tomado dos, y ello equivalía a la mitad de la dosis suministrada diariamente, una no letal, pero lo suficientemente fuerte para dejarlo a la deriva de un torbellino de espejismos que, muy seguramente, no sería capaz de vincular a nada, salvo a pesadillas... tal vez.

    Todo se complicó al caer la noche. Orochimaru sabía que después de la cena, Naruto no podría moverse un ápice de su recámara...error.

    El medicamento escaseaba debido a un fallo en la caducidad. El efecto de los sedantes se veía reducido a la mitad y lo último que necesitaba era levantar sospechas al internarse de nueva cuenta en la ciudad para adquirir fármacos de cualquier índole. Pocos conocían su identidad autentica y no el sustituto que había estado usando los últimos diez años, desde la muerte del viejo entrometido. Sarutobi Hiruzen había sido un camarada que se volvió en su contra cuando descubrió sus propósitos de experimentar con niños y adolescentes sobre una amplia gama de trastornos y enfermedades. El buscaba curas, si, pero también necesitaba crear varias mutaciones en los genes de los enfermos para poder diversificar, y clasificar debidamente cada virus o afectación nerviosa que padecieran. Aunque para ello, (y al ser sus primeras experimentos de ese tipo), la mayoría...morían.

    Él mismo le dio muerte a Hiruzen. Ocurrió poco antes de que Konoha fuera deshabitada en su totalidad. Fue la última muerte que precedió a varias decenas más. De ahí que tomara la resolución de fabricar por si mismo algunos calmantes con las hierbas a su disposición. Konoha poseía una extensa vegetación mortífera si se sabía buscar en las zonas adecuadas.

    Lo que le inquietó de sobremanera sucedió al regresar cerca de la madrugada, convencido de que Naruto seguiría durmiendo. Más al entrar nuevamente a la cabaña y reparar en la puerta entreabierta de la planta alta, aceptó su error.

    Naruto había salido, y no solo eso. Cuando Orochimaru ingresó a la habitación que tenía designada como oficina, le resultó perturbadoramente sencillo saber qué ejemplar se había llevado Naruto consigo. Pero no fue necesario buscarlo. Kakashi Hatake se tomó la molestia de presentarse en ese instante, terminando de corroborar sus sospechas en torno a las intenciones de Hatake. Estaba ahí por Naruto...


    **

    Trató una y otra vez de mantener su respiración estable, todo en vano. Seguía agitándose cada cierto tiempo al rememorar la situación... Lo que Kakashi le había relatado. Y mientras más transcurría el tiempo, su mente comenzaba a aclararse. Ya no estaba desconcertado, pero se sentía terriblemente vulnerable. Solo había servido como conejillo de indias para un médico mas, uno peor que el resto. Orochimaru no era amigo de Jiraiya, sino enemigo. Pretendía acercarse a él pero sus fines eran diferentes a los de Jiraiya.

    Sollozó bajo las mantas, deseando que pronto llegara la ayuda que había solicitado Kakashi. Demorarían al menos una hora más, y Naruto sentía que las manecillas del reloj no avanzaban normalmente. Para nada pensaba dormir, no sabiendo que Orochimaru estaría buscándolo, no tardaría en presentarse ahí y entonces...

    -Deja de temblar- el suave susurro lo reconfortó unos instantes. Apenas los suficientes para darse cuenta de que, efectivamente, estaba temblando a causa de los escalofríos de su pasado incierto ¿Quién era él?, ¿Qué hacía en ese lugar?, y lo más importante ¿Qué pensaba hacer al respecto?

    -Kakashi Sensei- de a poco, se incorporó del sofá. El aludido lo miró expectante, apartándose de la ventana unos pasos. Impaciente de que sus colegas se presentaran, pero al mismo tiempo dudoso del destino incierto que le esperaba a Naruto. Jamás dejaría que nadie lo lastimara, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de mantenerlo a salvo. Y había sido tan ingenuo que, ni la idea de pedir disculpas por su ignorancia, era suficiente para alivianar la pesada carga que implicaba el no haber reaccionado a tiempo. Tantas señales y no las notó.

    -Naruto, yo...

    -Si era verdad...- lo interrumpió Naruto, apartando la mirada, incapaz de sostenérsela al reparar en sus propias acciones. Kakashi merecía a alguien mejor, él no merecía estar con nadie. El debía estar solo, porque era peligroso, porque su identidad parecía desvanecerse a cada segundo. Pronto no sería más que una sombra pérdida en la inmensidad de la oscuridad. Pero ¿Qué importaba?, él había causado mucho daño, al igual que Orochimaru. –Lo del diario- musitó, recordando vagamente las imágenes de niños desaparecidos. Las cifras daban vueltas en su cabeza, mareándolo, aturdiéndolo. Y entonces, un temor más fuerte se apoderó de él.

    ¿Y si Orochimaru escapaba de nuevo?, ¿Qué pasaría si no lograban encontrarlo luego?, ¿volvería a matar?

    "Tengo que detenerlo"

    **

    -¿Y bien?- inquirió Itachi, sosteniéndose con dificultad las rodillas. Shisui agachó la mirada, terminando con ese gesto de disipar el ánimo del otro.

    -Ya analizaron gran parte de la zona urbana y no hay rastro siquiera. Nadie conoce o sabe quién es Orochimaru. Intenté con la fotografía de Naruto pero no ha habido resultados.

    Itachi suspiró con pesadez. Ya habían entregado panfletos, adherido cartelones y exhibido un sinnúmero de anuncios vía internet. El esfuerzo no valía nada. Porque aquel canalla era indudablemente astuto. Un ser sin escrúpulos que había orillado a su hermano menor al suicidio.

    Lo hirió una vez. Y la herida seguía intacta. Ahora que estaba con Naruto, había encontrado una razón más para no darse por vencido. Decidió deliberadamente deshacerse de los pensamientos pesimistas que lo rodeaban.

    Y solo por eso, no iba a dejar que lo hiriera de nuevo. Naruto no tenía porque estar pasando por todo ese alboroto. Ya había sufrido demasiado. Cerró los ojos, y trató de concentrarse en un lugar más factible en el que, el falso médico, pudiera encontrarse. Analizó probabilidades, descartó los sitios que ya habían buscado.

    El único lugar congruente que no encajaba con sus conjeturas era...

    "Ya analizaron gran parte de la zona urbana"

    ¡La zona rural!

    -Voy a...

    **

    -...Encontrarlo- tajó Naruto, dándose ánimos para abandonar la seguridad de la casa. Si Orochimaru creía que había escapado, era más que probable que él también lo hiciera, por temor a que lo encontraran a él.

    -Naruto, ¿Qué haces?- Kakashi corrió en su dirección, bloqueándole el paso. –No te arriesgues de esta manera. Falta poco para que lleguen...

    -¿Y si él se va antes?- las pupilas azules dejaron entrever un deje de desesperación y miedo. Naruto sacudió ligeramente la cabeza cuando otro de los recuerdos lo abordó de manera inclemente. Se trataba de la lapida con la que se había golpeado la cabeza. Aquella vez en que casi descubrió la verdad, había leído uno de los tantos diarios que guardaba Orochimaru en la repisa. El periódico polvoriento que enmarcaba en la portada la fotografía de Hiruzen Sarutobi y un anuncio de desaparición repentina. De ahí había surgido aquella laguna mental. Cuando creyó verlo en medio del claro, en la cabaña. –Yo...no pienso volver a ese lugar- alzó la mirada, enfrentando esta vez la de Kakashi. Podía leer perfectamente lo que le decía sin necesidad de palabras "no lo hagas". –No voy a volver al hospital. Estoy harto de las medicaciones- sonrió, sin necesidad de forzar el gesto. Realmente le había sentado de maravilla conocer a alguien como Kakashi, también atesoraba los recuerdos junto a Itachi, aunque no pudiera despedirse de él. –Además...- su voz se quebró por unos instantes, provocando que Kakashi tensara aun más las facciones, presa de la incertidumbre y el dolo. –Yo maté a mis padres...

    **

    Habían situaciones predecibles y otras, difíciles de anticipar. No obstante, Orochimaru había aprendido a calibrar correctamente las estadísticas a su favor. Era demasiado tarde para que alguien intentara dormir, pero, demasiado pronto para que alguien despertara. La hora intermedia del amanecer y el anochecer. Las posibilidades de que Naruto consiguiera llegar a algún lado, aun con ayuda, eran casi nulas.

    Tendría que esperar al amanecer, o, en el mejor de los casos, esperar por ayuda. De cualquier modo era imposible que saliera del bosque. Orochimaru sabía perfectamente su ubicación, pero no era un imbécil. Estaría en desventaja si pretendía buscarlo tan descaradamente hasta la cabaña aledaña.

    Lo más prudente y lógico era esperar por su presa. Naruto volvería ahí. Ya fuera para obtener la información que nadie más le proporcionaría, o quizá...

    El estrépito de la puerta al ser azotada no le sorprendió un ápice. Fuera cual fuera el motivo, Naruto iría hasta él acompañado. Pero estaba bien, a Orochimaru le gustaban las visitas, y más cuando no eran deseadas.

    -Orochimaru- Naruto encendió la luz, apagó la lámpara en su mano y viró el rostro en todas direcciones. Nunca se lo perdonaría si se enteraba que había escapado. El silencio sepulcral le daba a entender que, en efecto, se había marchado. Detrás de él, Kakashi mantenía la boquilla del arma apuntando el suelo. Vio las intenciones de Naruto por subir las escaleras y de inmediato le bloqueó el paso, haciéndole una sutil seña con el brazo libre para que lo siguiera a él. No pensaba renunciar a su promesa de protegerlo, mas sin embargo respetaba la decisión de Naruto por enfrentar a quien lo mantuvo cautivo por varias semanas consecutivas, haciéndole creer una vil falacia y obnubilando su mente con la misma.

    Dio un paso a la vez, oyendo el suave crujido proveniente de los escalones. Naruto afirmó el único objeto del que disponía en sus bolsillos. No quería implicar a Kakashi pero no le había dado más alternativas. De otro modo lo seguiría a sus espaldas y eso sería peor.

    Desde su escondite, Orochimaru podía oírlos, deslizándose como roedores por los peldaños. Tan ingenuos que...era irónico.

    Ahora se recriminaba por no haber terminado con la patética existencia del Uzumaki. Debió haberlo matado cuando le nombró a una de las pocas personas con vida que conocían su identidad. Por algún motivo en particular, Orochimaru no quería verse ligado a sus víctimas del pasado, y mucho menos a familiares de las mismas. Itachi Uchiha poseía una mirada retadora que había conseguido intimidarlo en determinado momento. Poseía la frialdad característica de su apellido, tan rencoroso y apático como su hermano menor.

    Había sido un gusto enorme trabajar en él y su personalidad asocial. Pero era demasiado, tantos enigmas que solo podía equipararlo con Uzumaki. Los dos eran similares en ese aspecto, por eso se interesó en Naruto. Si Sasuke hubiera soportado otro poco, tal vez habrían congeniado de maravilla. Pero eso no importaba ya.

    El silencioso proyectil se incrustó en la pared frontal, justo por encima del bulto de sábanas que yacían acomodadas sobre la única silla de la pieza. Orochimaru había tensado la mandíbula al escuchar el arma, e incluso temió haberse equivocado. Por un segundo intuyó que la policía había llegado ahí, y entonces estaría pérdido.

    Sin embargo no pasó. Esperó paciente a que el individuo cruzara el umbral. Un movimiento metódico con el brazo fue suficiente para que la aguja traspasara la arteria carótida externa. Presionó con fuerza para vaciar el contenido de la jeringa. Dos segundos y el cuerpo se tambaleó de un lado al otro, perdiendo el equilibrio rápidamente.

    Naruto gritó aterrado al ver como Kakashi se desplomaba en el suelo.

    No volvió a moverse...

    **

    -¡¿Estás loco?!- exclamaba un angustiado Shisui, contemplando al conductor del vehículo que parecía no estar consciente de las leyes de tránsito. Salvo por el hecho de que si lo estaba. Y fuera tal vez la persona más racional y responsable que había conocido en su corta vida. Sin embargo a Itachi no parecía importarle nada mas, su única preocupación era llegar pronto. –Itachi, no hará la diferencia el que llegues hoy o mañana. Si Naruto esta...

    La gélida mirada que le dirigió Itachi por una fracción de segundo, bastó para que Shisui se silenciara nuevamente. Había metido la pata al dar por sentada la muerte de Naruto pero tampoco quería que Itachi se ilusionara demasiado. Situaciones similares ocurrían diariamente. Al final Naruto solo sería un caso más. Aun si estaba vivo, tenían pruebas de que él había matado a Jiraiya. No le esperaba nada bueno a su regreso. Eso si es que aún vivía...

    **

    Se petrificó sin siquiera ser consciente de que sus reflejos se habían visto afectados por tan horrible escena. Kakashi estaba...

    El...

    -Me has traído muchos problemas, Naruto-kun- Orochimaru sonrió con altanería, posándose detrás de Naruto para inmovilizarlo de los brazos. Naruto ni siquiera forcejeó, se encontraba en shock, incapaz de asimilar lo sucedido. Todo había sido tan...rápido. –Sumaste una muerte mas a mi lista, harás que me sienta culpable- siseó, asomando su lengua bífida entre los labios, más divertido que mortificado. Le encantaba someter a sus pacientes rápido y sin necesidad de medicamento, pero Naruto era caso aparte. Uno perdido, irremediable. Al principio le pareció un buen ejemplar para indagar en el ámbito especulativo. Pero no había obtenido de él lo que quería, lo que...necesitaba saber.

    Naruto, en ningún momento de su estadía en Konoha, presentó el mismo descontrol que Orochimaru había presenciado en la oficina de Jiraiya. Uso las mismas drogas, mismos sedantes, en diversas dosis para despertar aquella personalidad oculta, y a pesar de todo, no tuvo el éxito esperado. Naruto Uzumaki ya no le era de utilidad, sino todo lo contrario.

    De pronto, Naruto se agitó. Un estertor le subió por la garganta. Hizo amago de vomitar pero nada salió de su boca. La imagen de Kakashi seguía tan nítida, y él seguía atrapado en el fatídico momento. Se estaba desmoronando, sentía que se hundía a pesar de estar tocando el suelo con los pies. Todo se volvía lejano, tan distante.

    -Será rápido y el dolor mínimo. Deberías estar agradecido.

    Naruto apretó la mandíbula, su cuerpo se tensaba, sus articulaciones se contraían deliberadamente a causa de la adrenalina. Apenas si pudo sentir el pinchazo y después, el ardor que acompañaba la sustancia que le traspasó la dermis del brazo derecho. Cuando Orochimaru lo soltó, Naruto ni siquiera sintió el golpe en el suelo, su mirada se tornaba vidriosa, las sienes le palpitaban, estaba siendo absorbido, se estaba...hundiendo en la oscuridad.

    Orochimaru dejó caer la jeringa, dando por sentado su triunfo. Se dio la vuelta y un zarpazo de dolor lo mandó al suelo en cuestión de segundos. La sangre caliente le corría a borbotones de la nuca, deslizándose a través de la bata blanca, tiñéndola de carmesí al instante. Un destello de dolor lo cegó momentáneamente, y se repitió hasta que su mente se quedó en blanco, hasta que el débil gemido de dolo dejo de rasgar el aire. Hasta que ya no sintió nada y un último pensamiento acudió a su mente antes de que todo se tornara oscuro...

    "Naruto perdía el control en situaciones que llevaban al extremo sus emociones"

    **

    -¡Itachi!...espera...¡Itachi!...- gritaba Shisui una y otra vez a medida que se adentraba en la maleza, cubriéndose el rostro con el antebrazo para evitar que las ramas le rasparan. La oscuridad apenas si le permitía distinguir las raíces a sus pies, la linterna se agitaba a cada paso zigzagueante. Itachi era tan impulsivo y precavido a la vez que, se arriesgaba de ese modo tan ridículo. Pero Shisui lo sabía, Itachi no quería mas apoyo de las autoridades porque Naruto sufriría las consecuencias de sus actos. Lo aislarían en alguna de las piezas alejadas del pabellón, quizá hasta le colocaran una camisa de fuerza. ¿Qué clase de vida podría tener un chico al estar encerrado todo el tiempo?, solo...

    La pregunta se disipó al estrellarse metros más adelante con la espalda de Itachi. Este alzó más la linterna, apuntando directamente la luz hacia una cabaña aparentemente abandonada. Solo había un detalle.

    **

    -No, no, no... ¡déjame en paz!- sus extremidades temblaban, los tendones de su cuello se tensaban y comprimían de manera cadenciosa. Oía voces entremezclándose con sus propios pensamientos. Su respiración se hacía cada vez más agitada, entrecortada. Los efectos de la droga lo estaban afectando, dentro de su subconsciente luchaba contra sus acciones, su pasado, sus demonios...

    El mismo...

    Trataba de aferrar algo con sus manos pero la neblina de oscuridad no le permitía ver más allá de su propio sufrimiento. Esa horrible sensación de estar siendo manipulado, su mente guiada a límites insospechados, su psiquis fragmentándose.

    Y cuando creyó ahogarse, cuando el aire por fin dejó de oxigenar sus pulmones, un líquido helado le empapó el rostro, devolviéndolo a la realidad. Ofuscado, Naruto abrió los ojos, cada recoveco de su cuerpo se estremecía a causa del frío. Sus dientes castañeaban. Y Naruto solo atinó a abrazarse a sí mismo, viendo su cordura cada vez más lejana al reparar en el sujeto que yacía arrodillado a su lado, comprimiendo una toalla sobre su cuello.

    -¿Kakashi Sen...sei?- preguntó escéptico ante lo que sus ojos veían. El interpelado entornó la mirada y después la suavizó al saberse identificado.

    Naruto se palpó mecánicamente la ropa, sintiendo la humedad recorrerle todo el cuerpo. Estaba seguro de que el líquido arrojado en su rostro no había llegado a abarcar su playera y mucho menos sus pantalones. Cuando bajó la mirada, pudo apreciar junto a él la pequeña navaja. El color de la plata era irreconocible bajo la gruesa capa de sangre espesa y coagulada. Los ojos de Naruto se abrieron desmesuradamente al virar el rostro en dirección al camino de sangre que se extendía hasta otro de los extremos de la pared.

    De inmediato se cubrió la boca con ambas manos.

    -Todo está bien ahora- jadeó Kakashi, tratando de normalizar su ritmo cardiaco. Sabía que tenía que apresurarse, acudir a un hospital antes de que se desangrara. Había perdido el conocimiento por varios minutos en los cuales se sintió sofocado. El veneno le impedía moverse libremente pero aun con todo, pudo arrastrarse fuera de la recámara para contemplar como Naruto perdía el control, incrustando una y otra vez la navaja sobre el cuerpo de Orochimaru, aun después de que dejó de retorcerse y el olor a sangre impregnó todo el lugar.

    En su momento temió que Naruto también lo atacara, pero se arriesgó a acercarse cuando el chico cayó de bruces en el suelo. Kakashi había tomado la navaja para hacerse un corte preciso, pasados unos minutos pudo moverse para llenar un pequeño cuenco con agua fría.

    -¿Cómo te...sientes?- articuló con dificultad. Naruto lo observaba con desconfianza.

    "No de nuevo, por favor. No me olvides ahora..."

    -¿Naruto?- la voz de Itachi traspasó el momentáneo silencio instalado entre ambos. Naruto se abrazó las rodillas y cerró los ojos.

    -¡Oh por Dios!- exclamó Shisui al subir el último peldaño. Bajó enseguida las escaleras para devolver el estomago ante la escabrosa imagen que acababa de presenciar.
     
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    XV



    -...aruto...Naruto- se vio inmerso en una absoluta oscuridad que lentamente se desvanecía. Sentía el cuerpo rígido y los sentidos adormilados, tenía ganas de gritar. Pero... ¿a quién?

    ¿Quién estaría dispuesto a salvarlo de ese lugar tan frío y lejano en el cual se encontraba? ¿A quién le importaría sacarlo de ahí?

    -¡Naruto!

    Y entonces lo supo. Cuando la voz se volvió más nítida, más coherente y firme. La reconoció enseguida. Itachi.

    Sus pupilas se contrajeron nuevamente. Un dolor punzante de cabeza lo hizo vacilar al intentar enfocar el blanquecino techo. Todo a su alrededor daba vueltas, todo giraba una y otra vez, como un remolino sin fin. Un sabor amargo le subió por la garganta, quemándola. Su cuerpo se agitó al intentar levantarse con apoyo de ambas manos. No resultó, cayó estrepitosamente sobre el linóleo. Apenas consiguió incorporarse un poco sobre los codos para devolver una sustancia semiamarillenta y espesa. Y su cuerpo colapsó de nuevo.

    -¿Itachi?- preguntó, un tanto dudoso cuando los brazos lo sujetaron por la espalda para ayudarle a incorporarse, solo lo suficiente para quedar sentado frente a un gran recipiente.

    La mano continuó acariciándole la espalda, instándole a devolver una vez el poco alimento que conservaba en el estomago. Con la excepción de que no se trataba de comida, sino de aquel mismo líquido amarillento y espeso. Naruto respiró con dificultad, cerró los ojos. Estaba mareado, desorientado, hueco...

    -Ya todo está bien. Ahora bebe un poco- cual autómata, Naruto asintió, separó los labios, sintiendo el borde de cristal del vaso entre ellos. El líquido lo refrescó de inmediato, una sensación gratificante que alivió su irritada garganta y terminó por eliminar cualquier vestigio de amargura dentro de su boca. Jadeó al terminar de beber. La cabeza seguía doliéndole un poco, la luz de la habitación lastimaba sus retinas pero, poco a poco logró acostumbrarse a la luminosidad del sitio.

    -¿Itachi?- volvió a preguntar, girándose despacio para mirar al individuo que estaba a sus espaldas, conteniéndolo.

    -Si, Naruto- el rostro de Itachi entró en su campo de visión, tan irreal, tan utópico y a la vez tan tangible. Era él, realmente se trataba de Itachi.

    Gruesas lágrimas bajaron por sus mejillas al sentir las cálidas manos del muchacho sobre ellas, forzándolo a que lo mirara. Pero Naruto no quería hacerlo, no se sentía capaz de sostenerle la mirada, algo estaba mal. Había hecho algo malo, pero no lograba recordarlo. Sin embargo la presencia de Itachi avivaba en demasía la sensación de culpabilidad, remordimiento, tristeza.

    -Itachi...- sollozó, abrazándolo con fuerza y recargando el mentón sobre el hombro del aludido, el cual rápidamente se impregnó del líquido salino proveniente de los ojos de Naruto.

    Definitivamente era él. No se trataba de un sueño o alguna laguna mental. Absolutamente no era un espejismo, ni una alucinación efímera. Sus sentidos se lo reafirmaban así. Podía percibir la fragancia de Itachi, así como sus brazos lo rodeaban para corresponder el afectuoso gesto. Lo había escuchado hablar y también lo vio. Pero...a pesar de todo no podía evitar dudar un poco. Sentía que un deja vú estaba suscitándose. Era como estar atrapado en un suceso determinado, sin posibilidad de escape. Entre más descubría, más retrocedía, hasta llegar nuevamente al punto de partida, donde tenía que comenzar de nuevo a desvelar información, secretos, acciones pasadas.

    -¿En dónde estoy?- se aventuró a preguntar, apartándose un poco y limpiando sus ojos con el antebrazo. Estaba asustado y su mente ausente no le ayudaba en lo más mínimo a esclarecer lo que sucedía.

    -Conmigo- contestó Itachi, dulcificando suavemente el gesto. Naruto lo miró confundido y ensimismado, como si tratara de ver a través de él, como si se tratara de un objeto o un simple fantasma que terminaría por desvanecerse. –Eso es lo que importa.

    Naruto asintió con la cabeza, sin estar del todo conforme con la respuesta. Quería saber más, necesitaba esclarecer todas sus dudas, pero, al mismo tiempo, le aterraba enterarse de la verdad, le atemorizaba el hecho de pensar que no sería capaz de soportar aquella realidad que tanto lo abrumaba.

    -Iré a buscar algo en la cocina- carraspeó Shisui desde el resquicio de la puerta. Naruto alternó la mirada en su dirección, tensándose rápidamente ante la presencia de un segundo individuo. Pero la sensación de incomodidad se aminoró cuando Shisui abandonó el cuarto.

    -¿Quién es él?- quiso saber, sus ojos recorrían atentamente la faz indiferente del muchacho. Este esbozó una sonrisa ladina, volvió a tomarlo del brazo para atraerlo en su dirección, ansiando tener contacto con él, uno más firme y duradero. Naruto permaneció inmóvil entre sus brazos, sus ojos tintineaban en incertidumbre. El velo de la amnesia seguía nublándole el juicio, si tan solo supiera qué hacía en ese lugar.

    -Es un amigo- su voz franca, firme. –Escucha, Naruto-kun...- el rubio se removió un poco, temiendo lo que iba a decir Itachi a continuación. –Aquí estaremos a salvo unos meses. Nos quedaremos por tiempo indefinido pero no será más de un año. Después podemos marcharnos de vuelta a la ciudad, cuando todo se haya...

    -¿Interrumpo?- tosió Kakashi al entrar. Su expresión denotaba arrogancia, duda, ambas dirigidas única y exclusivamente al moreno que yacía sentado junto a Naruto, tomándo a este en brazos y susurrándole al oído. Como si...

    "Quisiera persuadirlo de algo"

    Itachi entornó la mirada con molestia, su semblante rápidamente se transformó, evidenciando fastidio y apatía por el recién llegado.

    -¿Kakashi Sensei?- Itachi estaba por hacer un comentario cuando Naruto se tambaleó en su lugar, tratando de levantarse con cierta torpeza de por medio. Cuando lo consiguió, se acercó de manera pausada al joven. Por unos segundos, su voz se había quebrado, ya fuera por la tristeza o el miedo. Itachi aun desconocía esa cuestión pero se aseguraría de desvelarla pronto.

    Por toda respuesta, Kakashi sonrió. La cicatriz que enmarcaba parte de su rostro lo hacía verse vulnerable, sin embargo Itachi sabía que no era así. La breve conversación que habían mantenido, le había corroborado lo contrario. Por ello aun desconfiaba de él.



    -¿Qué...?- los ojos de Itachi se abrieron en completo asombro y escepticismo al ver el cuerpo inerte que yacía apoyado contra uno de los muros inferiores. Había sangre por doquier, en las paredes, en el suelo, en una de las puertas laterales. Su corazón se detuvo por una fracción de segundo al descender un poco más la mirada hacia su izquierda, donde se encontraba Naruto cabizbajo, abrazando sus rodillas y meciéndose con ligereza, su mirada ausente y sus facciones tensas. Su atavío salpicado de sangre. Itachi lo comprendió al instante, pero le resultó complicado reconocer la identidad del cadáver al aproximarse con cautela en su dirección. Sabía de quien se trataba, y la descripción firme en su memoria le ayudó a vincular las escasas pruebas infalibles. El cabello largo y antes oscuro, ahora se perdía entre la densa capa del fluido carmesí. Sin embargo fue suficiente para que Itachi lo acreditara por quien era en realidad, desechando inmediatamente la idea de que se tratara de alguien más.

    -Se encuentra en estado de shock- farfulló una segunda voz proveniente del cuarto de baño. Itachi se puso a la defensiva al contemplar al individuo que, portando un cuenco con agua, se dirigía zigzagueante hacia Naruto.

    -No se acerque- le advirtió, dando un paso hacia el rubio, interponiéndose entre él y aquel desconocido que había hablado con tanta seguridad que, Itachi no pudo menos que dudar de él al instante, adjudicándolo con algún ayudante del supuesto médico.

    Todo era verdad, su mente recién estaba asimilando los hechos. Ratificando sus sospechas antes inestables de que Naruto se encontrara en algún lugar, vivo, y a manos de Orochimaru.

    La expresión altiva de Kakashi se desmoronó cuando un nuevo mareo lo hizo perder el equilibrio, dio traspiés hasta lograr sujetarse de la pared, su respiración se volvía entrecortada por momentos, pero estaba convencido de haber sacado todo el sedante, el problema ahora radicaba en la pérdida de sangre. Necesitaba descansar para reponerse pero no lo haría hasta saber quiénes eran los recién llegados. No eran oficiales pero si conocidos de Naruto puesto que el joven de ojos negros se había referido por su nombre, además de haberlo reconocido al momento. Probablemente se tratara de familiares pero...

    Viró su fatigado rostro hacia el chico que acababa de sumirse en la inconsciencia, cerrando los ojos al tiempo que su espalda impactaba contra la madera.

    -¡Naruto kun!- se alarmó Itachi, arrodillándose junto al rubio, mirando alarmado cada zona de su cuerpo, sin poder dilucidar si él también había sido herido por Orochimaru.

    -¿Qué eres de Naruto?- todavía no lograba ubicar ninguna herida de gravedad cuando la lacónica voz del peliplateado lo distrajo momentáneamente de su labor. Asegurándose de que estuviera respirando adecuadamente, Itachi se apartó del chico, tomándolo esta vez en brazos, deslizando con suavidad y premura el cuerpo de Naruto y sujetándolo por debajo de las rodillas. Varios mechones rubios fueron apartados de la frente de Naruto ante la inminente fuerza de gravedad. Su cabeza ligeramente echa hacia atrás y su respiración sibilante. Itachi lo observó unos segundos. Abajo, oyó a Shisui devolver el estomago.

    Mordiéndose el labio inferior y obviando una firme desconfianza en el sujeto, se dignó a responder.

    -Eso no te incumbe...- no alcanzó a decir nada más al verse interrumpido por el peliplata, el cual se limitó a negar reiteradamente en ademan, restándole validez a lo dicho.

    Le importaba, por supuesto que así era. Él tenía la responsabilidad de proteger a Naruto, pensaba ayudarlo, además, no había tenido oportunidad de expresarle lo que sentía. Hasta ese momento la situación los había superado en creces.

    Recuperando la movilidad, Kakashi se encaminó a pasos cortos hacia Itachi. No era un enemigo, de eso estaba seguro, pero tampoco debía fiarse, no volvería a cometer ese error de nuevo.

    -Te equivocas- masculló, posando la mirada en el cuerpo del rubio. Su semblante tan sereno y frágil le impedía dilucidar nuevamente en lo acontecido minutos antes. De no haber estado presente, tomaría por falacia el hecho del asesinato perpetrado por él. Sin embargo estaba justificado, lo había hecho en defensa propia. ¿Ellos lo creerían así?, ¿acusarían de asesino a Naruto aun después de estar enterados del secuestro?

    -Lo llevaré al hospital- tajó Itachi, dando por finalizada la conversación. No podía seguir exponiéndose de esa manera, arriesgándose a que alguien más llegara.

    -Ah sí, ¿y qué piensas decir al respecto?- la mirada de Kakashi se endureció, su expresión volvió a recobrar la gelidez de antaño. Sin embargo y pese a la inminente amenaza que representaba aquel individuo, Itachi no se sintió intimidado en lo más mínimo. Comprendía a lo que se refería, y, aunque irritado, sabía que tenía razón. Sería imprudente y estúpido llevar a Naruto a un hospital, a cualquier sitio de dominio público en realidad. Sobre todo ahora que la búsqueda se había intensificado. Y es que, en su afán por encontrar pronto a Naruto, había cometido uno de los errores más grandes que podía permitirse. Después de todo y a pesar de su condición, Naruto seguiría siendo señalado como un asesino, cuanto y más ahora.

    Por tanto, llevarlo a un hospital estaba fuera de discusión. Y aquel hecho no hizo más que desesperar a Itachi, quien frustrado, bajó sutilmente la mirada hasta el rostro trigueño del chico en sus brazos. Parecía tan vulnerable de aquella manera. No podía exponerlo de ningun modo. Además, Naruto no querría...

    -...volver al hospital.

    Le tomó unos segundos percatarse que aquella nimia frase iba dirigida a él. Se había olvidado momentáneamente de la presencia de aquel sujeto a causa de sus propias dudas, temores e inseguridades en lo referente a Naruto.

    Pidió explicaciones con una mirada silente que rayaba en lo calculador. Kakashi recuperó poco a poco la compostura. Seguía sintiéndose débil, mareado, pero de cualquier forma tampoco pensaba abandonar a Naruto.

    -El me lo dijo- informó, desviando la mirada hacia el acompañante del muchacho de pronunciadas ojeras. A juzgar por la apariencia de ambos, casi podía asegurar que se trataban de familiares. A diferencia del porte sombrío del sujeto que cargaba a Naruto en brazos, el segundo muchacho se veía más accesible y conciliador, evidentemente ajeno a lo que estaba pasando. "Mejor así" pensó, sin ser capaz de dar un paso más. –Naruto no quiere regresar al hospital, e incluso estuvo dispuesto a arriesgarse para atrapar a Orochimaru. No quería dejarle marchar.

    -¿Por qué?- Itachi reservó la retahíla de cuestionamientos y los redujo a uno solo, posiblemente el más importante de todas aquellas dudas que revoloteaban como mariposas en su mente. -¿Por qué Naruto se expondría de esa manera?- no tenía lógica alguna. Conocía a Naruto lo suficiente para afirmarlo.

    -Porque...- Kakashi se sujetó el puente de la nariz, tratando de esclarecer un poco sus pensamientos. La mirada incipiente de Itachi seguía exigiéndole una respuesta inmediata. –A diferencia de ti, él sabía de lo que Orochimaru es capaz.

    Los ojos ónix se entornaron en escepticismo.

    -¿De qué era capaz?- lo retó Itachi, impacientándose por la falta de respuestas. Ansiaba marcharse cuanto antes. Kakashi simplemente se encogió de hombros, pensando en todo lo que Naruto le había relatado antes de que él tomara la firme determinación de acompañarlo. La visión que tuvo cerca de uno de los arboles en aquella helada noche que lo encontró inconsciente, los recortes de diarios que alertaban sobre la desaparición de niños y adolescentes, pruebas irrefutables sobre las acciones ilícitas que aquel hombre estaba llevando a cabo.

    -De todo- afirmó. Los párpados de Itachi se entrecerraron ligeramente antes de que se diera media vuelta para alejarse. Pero apenas consiguió descender algunos peldaños cuando lo volvió escuchar hablar.

    -¿Qué harás con Naruto?- los pasos de Kakashi se detuvieron apenas un par de escalones de diferencia de donde se encontraba Itachi. Shisui ya había llegado a la planta baja, sumido en un mutismo y apesadumbrado por lo que acababa de ver, refregando insistentemente sus manos sobre su rostro.

    Itachi dudó en responder.

    -Lo llevaré a un lugar seguro.

    -Iré contigo- Itachi miró incrédulo por encima de su hombro. El peliplata se veía enfermo, débil, cansado. Sin embargo aun no estaba seguro de que no se tratara de una amenaza. No lo corroboraría hasta que Naruto despertara, mientras tanto no pensaba arriesgarse.

    -¿Qué hacías con Naruto?, ¿Por qué no pediste ayuda si estabas enterado de su situación?- Itachi no pensaba admitir en voz alta que la segunda interrogante lo embargaba de cierto alivio. Si ese sujeto hubiera alertado a las autoridades, probablemente Naruto estaría encerrado en el pabellón. Pero, por otro lado, pudo morir, y eso sin lugar a dudas era mucho peor.

    Kakashi inspiró profundo antes de sintetizar la información que Itachi le pedía. A partir de ese momento, Itachi había demostrado creerle al menos un cincuenta por ciento del relato, accediendo a que los acompañara. Además, sabía que no debía perderlo de vista, al menos no todavía. Ese hombre estaba enterado de muchas cosas y si estaba mintiendo, no dudaría un solo minuto en ir con la policía y dar su propia versión de los hechos, que si bien eran verídicos, hundirían aun mas a Naruto.

    Inconcebible...


    **

    Naruto dejó de abrazarlo para secarse las lágrimas, por un segundo pudo observar un matiz de duda en los ojos de Kakashi, pero no se atrevía a preguntar. Sin embargo, al sentir los brazos de Itachi cerniéndose sobre su espalda, dándole calor y consuelo al mismo tiempo, decidió que era correcto hacerlo. Tenía que saber qué había sucedido o de lo contrario su mente eclipsaría una vez más.

    -¿Qué ocurrió con...?- vaciló al sentir el agarre de Itachi volverse más firme, como si tratara de detenerlo, como si intentara evitar que concluyera con esa pregunta dañina que lo estaba carcomiendo por dentro. Naruto cerró los labios, perdiéndose en la figura desaliñada del joven de cabello plateado.

    -Todo está bien ahora, Naruto- le aclaró Kakashi, apartando la mirada hacia el frente, incapaz de preguntarle sobre su relación con aquel muchacho. Era más que obvio para él lo que significaba, debían estar juntos. La cuestión era ¿desde cuándo?

    De pronto sentía sus esperanzas desvanecerse ante él. Irónicamente la persona que lo había salvado aquella vez, la única que logró arrancarlo por completo de su perpetuo estado de depresión y culpa, era ahora quien volvía a adentrarlo en aquellas emociones negativas y frustrantes.

    Un halo de tristeza de cernió sobre él, oscuro y hueco como su corazón. Vacío y carente de significado.

    Naruto supo al instante lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo no saberlo si fue él quien desencadenó tal situación?

    Un revoltijo en el estómago lo hizo caer de rodillas en el suelo. Su cuerpo se estremeció ante la repentina oleada de escalofríos. Estaba muriendo.

    Tenía que estar muriendo para sentirse de esa forma tan nauseabunda.

    -¡Na-Naruto!- Itachi se arrodilló detrás de él, sosteniéndolo de los brazos. Kakashi no tardó en acercarse, repeliendo sus pensamientos anteriores y centrándose únicamente en lo importante.

    -Lo siento...- musitó Naruto, arrepentido de sus acciones, de no tener control sobre sí mismo, sobre sus emociones. No quería lastimar a ninguno, nunca había pretendido jugar con sus sentimientos y tampoco estuvo al tanto de haberlo hecho ya. Para él se trataba de un simple bucle más que terminaría por absorberlo hasta que no quedara nada de él. Hasta que su estadía en ese plano se redujera a la nada misma. Porque su mente estaba demasiado dañada.

    -¿De qué hablas?, ¿Por... qué te disculpas?

    -¡Shisui!

    Itachi gritó a su amigo al dar por sentado que Naruto se desvanecería nuevamente. Kakashi silenció su propio llanto, acalló su dolor en lo más profundo de él, rogando porque Naruto pudiera recuperarse pronto. Después de todo...aun lo amaba.
     
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