TRES

Una subasta de solteros. La más inesperada de las propuesta y un resultado jamás pensado. Advertencia +18

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    Yaoizando
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    Hola a todas/os! ¿Cómo están? Una vez más aquí, después de tanto tiempo. Esto es solo un relato un pequeño relato sobre algo que escribí para ver si podía (cuando lo lean entenderan en donde radican la dificultad) y creo que me excedí un poco -bastante-. Solo me gustaría aclarar que esto no es una continuación de mi historia anterior ya que los personajes originales NUNCA harían algo como lo que se describe.

    Sin más que decir
    les dejo un saludo sin contacto y la historia


    Tres.

    No, no estaba borracho, ni mucho menos drogado pero si, en cierta forma, estaba intoxicado. Intoxicado por el placer, intoxicado de lujuria y sobre todo, más que todo; intoxicado por el calor de sus cuerpos que le nublaban la mente. Misaki en esos momentos era poco más que un esclavo. Un sumiso esclavo de los dos pares de ojos que lo miraban con deseo. Amatistas, profundos y deseosos, los unos; oscuros y anhelantes, los otros. Ellos se inclinaban sobre él, y él les devolvía la mirada desde las profundidades de la cama, esperando su siguiente movimiento. Kyö se inclinó para besarlo apasionadamente, Akihiko lo masturbó levemente. Entre los dos lo incorporaron para dejarlo sentado en el centro de la cama de hotel, en aquella habitación iluminada con luz tenue. Luego se unieron a él en la cama y el castaño quedó en medio de dos cuerpos, expectante a su siguiente movimiento, allí donde lo dejaron, allí donde estaba siendo reclamado. Primero uno y luego el otro. Ellos se batían en un duelo personal para complacerlo con sus besos y caricias. Misaki esperaba poder complacerlos a los dos.
    En el momento en la lengua de Ijuuin-sensei intentaba abrirse paso en su boca una mano fría lo sujetó por la barbilla obligándolo a girar el rostro. Miró a Usagi-san, él lo besó rápido, sin darle tiempo a respirar y sin pedir permiso, el autor coló su lengua en la boca del más joven.
    Kyö no se quedó quieto, abrazó la cintura del castaño quietándolo del dominio del escritor y recostó la pequeña espalda en su pecho. Una de sus manos acarició el vientre y la otra giró el rostro de Misaki por encima de su hombro y volvió a besarlo sin pudor de mostrar cuanto lo provocaba ese chico de ojos verdes a su amante oficial. El peli-plata había tenido su turno y ahora le tocaba a él. Misaki abrió su boquita y él aprovechó su oportunidad para adentrarse en esa cavidad que tanto lo atraía. Esa tal vez fuera la única posibilidad que tendría para probarla y no la desaprovecharía.
    Mientras Misaki sentía la lengua del dibujante aventurarse dentro de su boca y recorrer cada rincón, trató de recordar cómo había terminado en la más extraña situación de toda su vida… ¡ah sí claro! todo había empezado con esa absurda “subasta de solteros de la Editorial Marukawa.” Una pésima broma de su presidente Isaka-san.

    Era una fiesta larga y arduamente publicitada. Un evento social al que ninguna personalidad o figura pública podía faltar. La editorial Marukawa patrocinaba una fiesta de caridad a favor del orfanato en el prestigioso Hotel Teiton de Tokio y, como nota divertida, y forma de recaudar fondos, casi al cerrar el evento se realizaría una subasta de solteros en la que participarían varios de los trabajadores de la editorial quienes fueron “cordialmente invitados” a cooperar por el presidente en persona.
    La subasta se llevaría a cabo en el escenario principal del salón de la fiesta y el subastador sería el mismísimo Ryouchiru Isaka-san. La idea era que la persona que compara cualquiera de los productos podría disponer de sus servicios durante todo el fin de semana que empezaba en la misma noche de la fiesta más el feriado que le seguía.
    El evento se llevó a cabo sin problemas: autores, intelectuales, empresarios, figuras de la farándula, el deporte y el arte e incluso políticos disfrutaron de una agradable velada con bebidas refinadas, comida gourmet y charlas amenas. Hasta que una voz en el altavoz anunció que los empleados que participarían de la subasta debían presentarse detrás del escenario.
    Misaki, que hasta ese entonces se había esforzado al máximo para cumplir adecuadamente su nuevo rol como editor atendiendo autores se vio obligado a caminar hacia su destino final, presintiendo la ira de cierto autor al que también se había esforzado en evitar. No era como si a él le gustara o le divirtiera. Los empleados elegidos eran obligados por Isaka-san y, a pesar de todas las leyes laborales existentes, no tenían opción. Para cuando le tocó el turno de subir al escenario ya varios de sus colegas se habían ido a buenos precios, incluyendo el editor en jefe del equipo Esmeral que, extrañamente fue comprado por uno de sus subordinados quien a fuerza de dinero se lo ganó a varia mujeres enloquecidas.
    -¡Siguiente lote!- grito el rematador. Misaki subió tímido y sintió el calor de varias luces enfocándolo- Aquí damas y caballeros- dijo Isaka-san representado encantado su papel- tenemos a este joven editor novato Takahashi Misaki de 23 años
    Tal y como se lo habían ordenado Misaki hizo una reverencia al público que lo aplaudió.
    -Como todos ustedes pueden ver tiene una cara adorable y sedoso cabello castaño 100% natural, junto con grandes ojos verdes- continuó Isaka- este muchacho es excelente con las tareas domésticas. Sus fuertes son la cocina y la limpieza. Su cuerpo es menudo pero fuerte y resistente puede realizar cualquier pedido. Además es estupendo escuchando y resolviendo problemas, le encanta cumplir caprichos ¡y la oferta comienza en10000!
    ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! ¡QUE VERGÜENZA! ¿Por qué tenían que exponerlo y ofrecerlo así como así? Se sentía como un esclavo a merced de un traficante de personas. De seguro Isaka-san fue uno en su vida anterior Misaki sentía su cara arder, lucho para no salir a esconderse por ahí pero…¿Eh? ¿Nadie ofrecía nada?
    Usami Akihiko, en su versión maligna, se divertía a lo grande con el silencio de la sala. Él se opuso rotundamente a esa estúpida idea desde el principio pero Misaki insistió en que era su obligación que y él tampoco estaba feliz. Sin embargo, si era realmente así ¿Por qué justamente hoy decidió vestir ese traje tan ajustado que lo hacía verse tan sensual? Había discutido con Misaki esa misma tarde e incluso llegó a hablar con Isaka-san pero ese demoniaco hombre lo desarmó con una sola frase.
    -Está bien sacaré a Chibi-tan de la subasta, pero…¿Qué pensará cuando sepa que interviniste?
    Irritado, se tragó su odio y se vio obligado a aceptar la participación de Misaki, pues si el castaño se enteraba de su intervención se pondría furioso y empezaría de decir cosas como que no quería que los otros empleados pensaran que se estaba aprovechando de sus conexiones. Asique Akihiko tuvo que masticar y tragar su ira y por si fuera poco asistir a la dichosa fiesta para asegurarse de que el castaño estuviera a salvo.
    Por lo que ahora se regocijaba en los largos minutos de silencio que pasaban sin que nadie ofreciera
    -¿Nadie?- preguntó Isaka mientras Misaki se ponía más y más rojo y visiblemente nervios- les aseguro que no se arrepentirán señores…
    -10000- se escuchó la vos de una divertida pelirroja. ¿Por qué Aikawa tuvo que abrir la boca? Ahora tendría que ofrecer.
    -12000
    -Muy bien tengo 12000 ¿alguien ofrece 15000? Les aseguro que es un excelente precio por este muchacho.
    -50000- de improviso una voz cansada y agitada los dejó a todos boquiabiertos.
    -¡Excelente! Tengo 50000 de Ijuuin-sensei ¿alguien ofrece 60000 por este lindo castaño?
    ¡¿Qué diablos hacia ahí ese tipo?! Si se suponía que tenía una fecha límite en dos días.
    -70000- esperaba cerrarle la boca.
    -80000- dijo de inmediato el dibujante.
    A eso se le llama ser obstinado, pero él también lo era.
    -85000
    -Usami-sensei da 85000 ¿Ijuuin- sensei ofrece 9000?
    -90000
    -95000
    -100000
    -Es de nunca acabar- se burló Isaka-san- ¿alguien ofrece más? Tengo 100000 de Ijuuin-sensei. 100000 a la una…100000 a las dos…
    -120000
    -Muy bien 120000 de Usami…
    -130000
    -Entonces…
    -¡150000!
    -¡150000!
    Las voces se confundieron en el mismo instante
    -Es un empate- se rio Isaka- ¡Vendido a Usami-sensei e Ijuuin-sensei por 150000!- el martillo del rematador calló implacable, dando por terminada la operación - Chibi-tan ya verás cómo los complaces a los dos.
    El pequeño castaño en el escenario quedó estupefacto ¿era un broma, cierto? Era mentira ¿no? ¡Él no podía estar en el medio de una pelea entre esos dos!
    Misaki no era, ciertamente, el único impactado. Mientras el pequeño castaño era arrastrado por Asahina-san fuera del escenario e Isaka-san presentaba el siguiente soltero, dos autores se debatían entre la más absoluta furia y la incredulidad ¿empate? ¿Qué diablos significaba eso? El idiota de Isaka sin duda lo consideraba gracioso.
    Akihiko no lo aceptaría
    Ijuuin no estaba dispuesto a ceder en esta ocasión.
    Casi a empujones entre los presentes que todavía se divertía en esa maldita fiesta y olvidado por completo la máscara de perfección que solía mostrar, el escritor se abrió paso. En definitiva la situación tenía una solución muy sencilla.
    -Usami-sensei- el dibujante lo recibió con una sonrisita odiosa- creo que es mejor que hablemos en privado.
    El tipo estaba sin afeitar y mal arreglado, su estado general era muy malo, Akihiko lo siguió a un pasillo sin gente, lejos de la fiesta.
    -Te daré tu dinero- Akihiko ya estaba sacando su billetera, cuando la insoportable risita del hombre lo interrumpió.
    -No me interesa el dinero Usami-sensei.
    -Te conviene aceptar ¿acaso crees que te dejaré a Misaki el fin de semana para que te aproveches de él?
    ¡Agr! esperaba que la aversión del hombre por las fiestas y la gente en general lo ayudara y que finalmente no se presentara al evento. Un tonto error de cálculo de su parte. Si por Ijuuin fuera tampoco dejaría a Misaki solo ni a sol ni a sombra y superaría cualquier cosa para protegerlo asique entendía ese sentimiento. Negociaría.
    -Entiendo sus sentimientos Usami-san. Solo le pido que lo piense…¿aceptaría el dinero si estuviera en mi lugar?
    -Es diferente. Él es mío.
    -Por tres días, también es mío
    La estúpida sonrisa que le mostraba con aire arrogante y esa absurdas palabras terminaron de colmar la paciencia de Usami. En un parpadeo el dibujante estaba contra la pared y el peli-plata lo tomaba por las solapas del saco color claro que portaba.
    -No me provoques- le advirtió por única y última vez.
    -No tengo intención de provocarte- respondió perdiendo la formalidad mas no lo sonrisa-. Hay una forma de solucionar nuestro problema. Tengo una habitación en este hotel, podemos pasar un agradable fin de semana… los tres.
    -¿Cómo si fuera a aceptar algo así?- dijo con una helada ira consumiéndolo y golpeando el cuerpo del dibujante contra el muro.
    -¿Estás seguro? Isaka-san nos lo cedió a las dos.
    -Eso no te da derecho a nada.
    -Puede ser, pero como ha sido él quien declaró un empate puedo ir a buscarlo ahora mismo esta situación por nosotros. Te lo advierto desde ahora, no estoy dispuesto a retroceder ni un paso.
    ¡Maldito sea Isaka! Todo ese problema era a causa de su retorcida cabeza. Lo último que quería era más de sus ideas depravadas.
    Bien. El silencio del escritor le daba ventaja. Kyö supo que podía avanzar. Aunque a él tampoco lo complacía la perspectiva estaba dispuesto a tolerarlo.
    -Esta podría ser una gran oportunidad para que Misaki experimente cosas nuevas. Además estaría ahí para controlarlo todo.
    Asique ese tipo planeaba seducir a su Misaki después de todo y se lo decía sin tapujos. La primera reacción fue la natural ¡Por supuesto que no! junto con una inmensa cólera. Sin embargo, apenas un instante después, un extraño pensamiento le llegó quien sabe de dónde ¿Por qué no? jugar era divertido, Misaki no lo engañaría y él estaría ahí para vigilarlo todo. El dibujante de quinta estaba lejos de ser su tipo pero por lo menos su aspecto no era desagradable, podía tolerarlo.
    -También tengo una reserva aquí para el fin de semana. Será en mi suite y no en otro lugar. Yo estaré con Misaki todo el tiempo- Akihiko impuso las reglas soltando al dibujante-. Por sobre cualquier cosa dependerá de que Misaki quiera, si en algún momento se niega, eso será todo, fin de la discusión. Debes ser cuidadoso, si lo lastimas en lo más mínimo, date por muerto y hablo literalmente. Se hará a su ritmo aunque él acepte al principio si en algún momento se asusta o no puede seguir todo estará terminado. Por ultimo Misaki duerme conmigo.
    Con la victoria en sus manos Kyö sonrió, asintió y se atrevió a negociar un poco más.
    -Bien, nunca lastimaría a Misaki. Sin embargo, no creo que acepte así nada más, será necesario persuadirlo.
    -Aun la “persuasión” debe ser gentil.
    -Por supuesto. Me gustaría agregar algo. No me agrada la idea de solo irme después de terminar, la cama es grande, seguramente cabemos bien los tres ¿podemos extender nuestro trato a la mañana siguiente? ¿Qué tal un beso de buenos días?
    -No tengo intención de hacerte sentir bien. Creme que me importa poco si la idea de irte te guste o no.
    -Creme a mí también me importa poco el que te guste o no que me quede, pero piensa: Misaki probablemente se sentirá mal si solo me levanto y me voy. Él es un niño muy lindo y necesita de constantes demostraciones de cariño para sentirse amado.
    Cierto, el castaño pensaría sin duda alguna que fue usado si el mangaka de quinta simplemente se fuera después de tener sexo con él.
    -Seré el primero en darle el beso de buenos días. Después te iras.
    -Me levantaré de la cama querrás decir, tengo derecho a todo un fin de semana. Desayunaremos en el restaurante de hotel.
    -En mi habitación.
    -Muy bien.

    Misaki trataba de camuflarse entre la gente que esa altura de la noche seguía charlando y bebiendo alegremente, ignorantes del drama en él estaba metido y los peligros que corría su pequeña existencia. Se acercaba a un grupo o a otro intentando unirse a la conversación aunque no entendiera nada, hasta que el grupo perdía miembros y dejaba de ser seguro, entonces se escondía en algún rincón poco iluminado. Todo con tal de escapar a su destino fatal.
    Después de que fuera comprado y que Asahina lo sacara arrastrando del brazo alguien tuvo que darle un vaso de agua azucarada para que recuperara los colores. Se quedó sentando en un rincón de la sala detrás del escenario y en algún momento Isaka lo sacó a empujones diciendo algo como que tenía que ir a complacer a sus amos.
    Él, en verdad…¡en verdad! ¡EN VERDAD! No quería encontrarlos. Conociendo las personalidades de los dos, seguramente estarían peleando a muerte. El pobre oji-verde se sentía como un ratoncito en medio de una tormenta. Asique a más de una hora de haber sido vendido, se escondía.
    Ahora asomaba la cabeza precavidamente del pasillo en el que estaba para ir a otro o camuflarse en un grupo.
    -¡Misaki!- la vos de Ijuuin Kyö sonó peligrosamente alegre-. Por fin te encuentro. Hemos estado buscándote por todas partes- hizo una pausa- Usami-san, lo encontré- dijo al celular que sostenía en una de sus manos, aparentemente hablaba con Usagi-san. Alzo una mano agitándola en el aire como quien saluda alegremente a un amigo.
    En efecto, Akihiko apareció casi al instante, muy tranquilo, además.
    -Bien hecho- dijo al mangaka.
    ¿Eh?
    De todos los escenarios posibles, de todas la escenas probables, la que tenía enfrente era solo la que hubiera esperado en la más alocada dimensión paralela. Misaki vio a los hombres hablarse sin tensiones ni insultos.
    -U…Usagi-san… ¿Qué…?
    -Misaki- habló tiernamente el peli-plata mirándolo- mi pequeño, sabes que te amo ¿no es así? Jamás haría algo que te lastimara aunque fuera en lo más mínimo.
    -Usagi-san ¡Ijuuin- sensei está aquí!- le advirtió avergonzado y aterrado
    La risa suave del dibujante sonó en respuesta.
    -No hace falta avergonzarse conmigo, Misaki. Incluso aunque no los diga, los sentimientos de Usami-sensei son obvios- se acercó- Por otro lado quiero agregar algo que es obvio también: al igual que él te amo y nunca te lastimaría
    -¿eh?
    La coherencia, el sentido común, el significado, la capacidad de razonar, el discernimiento y toda capacidad mental útil se esfumaron por completo de la cabecita castaña. Él se quedó viéndolos, estupefacto.
    -¿Qué hacemos ahora?- preguntó Kyö
    -Es temprano- respondió Akihiko- podemos comer o tomar algo, hasta que Misaki se relaje.
    El dibujante asintió
    -¿Yo? ¿Qué?
    -Tú te quedarás con nosotros- aclaró el peli-plata- por el momento disfrutaremos de la fiesta.
    -Come y bebe todo lo que quieras- animó el dibujante abrazándolo sutilmente por la cintura a lo que Usagi-san, lógicamente hizo… ¿nada? ¿Qué demonios estaba pasando?
    Nervioso, confuso, semiconsciente de que su trabajo especial ya había comenzado Misaki trató de integrarse a la fiesta. No obstante al poco de estar, un problema se presentó. Los dos poderosos y atractivos hombres que lo escoltaba eran el centro de atención de todo el mundo. Si cada uno por su lado atraían a las personas, juntos el efecto se comparaba con un agujero negro atrapando la atención todo a su alrededor. Muy pronto fue dolorosamente claro para el castaño que todos los que lo rodeaba ignoraban monumentalmente su pobre existencia y, disimuladamente fueron empujándolo hasta separarlo por completo de los hombres. Ijuuin sensei y Usagi-san hablaban con periodistas, personalidades, actores y actrices que los bombardeaban con preguntas y sonrisas odiosas.
    Misaki se quedó parado como un poste que nadie nota hasta que las dos actrices del momento, rivales acérrimas por el título de la más linda y sensual se abrieron paso entre el grupo que rodeaba a los hombres. Fue todo, era doloroso ser ignorado de esa forma, el castaño se alejó presa de una gran tristeza, mesclada con un poco de enojo.
    Había dos mujeres que se les habían plantado delante, sonriéndoles sin disimular sus intenciones y les hablaban quién sabe de qué. Akihiko notó que el dibujante también se sentía fastidiado. Ellos trataban se ser amables y respondían fingiendo notar las insinuaciones pero los minutos corrían y ellas insistían. Cada vez que disimuladamente trataban de irse ellas los detenían. Fue hasta que una de ella mencionó que sería bueno ir a tomar algo que de pronto Usagi lo percibió, Misaki no estaba. Tan molesto estaba que no sabía en qué momento había dejado de sentir la presencia del menor. Miró a su compañero alarmado y entonces Kyö también se dio cuenta de la ausencia. Trataron de verlo volteando a un lado y otro aprovechando su altura superior pero no pudieron hacerlo. Al unísono intentaron alejarse para buscarlo, pero las mujeres no se movieron y por si fuera poco empezaron a tocarlos melosamente.
    -Es tarde- decía una de ellas- estoy segura que deben tener hambre o por lo menos sed, conozco un lugar…
    En el momento en que Akihiko estaba por abandonar sus modales y Kyö por inventar una excusa para irse, una pequeña y ágil figura apareció entre la multitud..
    -Usa…mi-san, Ijuuin-sensei- dijo su salvador castaño- como pidieron encontré una mesa para que estén cómodos, si vienen conmigo los guiaré
    -Agradezco la invitación- hablo Usagi a las mujeres recuperando el buen humor- pero como ven, no podemos acompañarlas.
    -Si nos disculpan- terminó Ijuuin
    Entonces simplemente se fueron dejando al grupo que les hablaba con la palabra en la boca, todo con tal de ir con él.
    Los enemigos suelen tener puntos en común y la satisfacción que sintieron ante el dulce y seductor gesto, fue idéntica. Lo mismo que las sonrisas que se les pintaron en el rostro. Felices, siguieron los pasos del castaño hasta una mesa apartada que era custodiada por un mesero y en la que estaba dispuesta una botella de vino, dos copas además de varios bocadillos. Aparentemente Misaki había preparado todo con tal de complacerlo ¡y vaya que lo logró!
    Los tres tomaron asiento, con Misaki en el centro y el mesero se retiró. Para deleite de los dos autores fue el propio castaño quien llenó sus copas.
    Todo iba de maravilla.
    -Esto está muy rico- decía Kyö mientras probaba lo que Misaki había seleccionado para él, que, por cierto era diferente a lo que Usami comía.
    -Cierto- agregó Akihiko- aunque prefiero la comida que Misaki prepara por encima de la de cualquier chef.
    -Misaki es muy bueno en la cocina. Todavía recuerdo las galletas que horneó para mí.
    -También recibí mi parte aquella vez.
    -¡Oh…! Ya veo. Tengo que admitir que estoy celoso, puedes comer lo que Misaki prepara a diario.
    -Si hablamos con el gerente, seguro dejaran que Misaki use la cocina, así podrá cocinar para nosotros
    -Sería maravilloso…
    Ijuuin acarició el cabello, despejando los ojos verdes e hizo que lo miraran. Usagi-san lo tomó de la barbilla para que sus miradas se encontraran. Le sonrió enigmáticamente.
    -Creo que es un buen momento.
    -Perfecto.
    Como si por un segundo despertara de la posesión de un demonio Misaki parpadeó y lo que vio fue que el piso se abría bajo sus pies y estaba a punto de tragárselo ¿Por qué había hecho todo eso? Simplemente no le gustó como toda esa gente lo apartaba ni mucho menos como esas actrices les coqueteaban tratando de alejar la atención de los dos hombres de su persona. Ahora ellos se veían peligrosamente felices.
    Los autores vaciaron sus copas y se levantaron
    -Vamos- hablaron al mismo tiempo, tendiéndole sus manos con un aura brillante rodeándolos.
    El hechizo volvió. Hipnotizado por sus deslumbrantes presencias Misaki extendió sus manos ellos, las sujetaron lo ayudaron a ponerse de pie. Lo flanquearon a lo largo de un oscuro y solitario pasillo hasta un elevador, dejando atrás la fiesta y el resto del mundo.
    -Hoy te ves particularmente atractivo Misaki- alabó Usagi-san abrazando su cintura. Le hablaba al oído de esa forma especial que lo ponía a temblar.
    Juntos entraron al ascensor
    -La ropa ajustada- añadió Kyö sumándose al contacto y también en su oído- la ropa ajustada resalta tu figura y el negro hace que tus ojos brillen.
    -Te ves un poco más maduro, algo rebelde… y muy sensual- completó Usagi dejando un besito en el cuello.
    -¿Qué…?
    No pudo terminar la pregunta en ese momento el elevador se detuvo y los autores lo sacaron sin soltarlo ni alejarse un poco.
    -¿Por…por qué estamos en la habitación de Usagi-san?
    Quiso saber, debía haber una buena razón para que los tres estuvieran ahora en la sala de la habitación que le había sido dada al peli-plata por el fin de semana.
    -Misaki…- de pronto lo llamó con vos profunda. Lo tomó de los hombros inmovilizándolo. Atrapó los ojos verdes en lo profundo del amatista y por espacio de un minuto el autor no dijo nada, se quedó hablando el idioma que solo ellos dos entendían sosteniendo sus mejillas con ternura.
    Como activado por un interruptor invisible y silencioso Akihiko fue pegándose a la figura del castaño, atrapándola desde la cintura hasta que pudo estrecharla y entonces se entregó a los labios rosados que tanto adoraba.
    El castaño fue su víctima, una primera ola de calor lo atacó dejándolo indefenso, cuando el beso de Usagi-san le robó el aliento de una sola vez. Por el momento olvidó la presencia del dibujante a sus espaldas y dejó que Akihiko entrara en su boca y jugara con su lengua. El deseo que el mayor le transmita era tal que Misaki tuvo que agarrarse fuerte del cuello del escritor para que este disfrutara cuando quisiera de su ser.
    Ijuuin Kyö miró sin decir una palabra. Asique ese era el nivel de cercanía entre ellos. Fijó sus ojos en Misaki, en cómo se ponía de puntitas con tal de lograr abrazar al escritor; era muy tierno, muy dulce. Él también quería probar esa dulzura, quería sentir la ternura de esos labios, pero tendría que esperar. En cierto punto percibió un cambio en el ambiente, Misaki parecía aferrarse al hombre que lo besaba, solo podía significar una cosa, el pequeño comenzaba a excitarse.
    Kyö, ya no resistía la distancia, se acercó sigiloso hasta casi pegarse al castaño por la espalda. Su calor…
    -Confía en mí, Misaki- dijo Usagui cuando por fin se dio por satisfecho- nunca haré nada que te lastime, te asuste o te incomode.
    -¿Que dices?
    -Será una experiencia nueva para ti, pequeño Misaki- la vos ligeramente alterada del dibujante en su oído derecho, el cuerpo que se pegaba al de él desde la espalda le recordó que no estaban solos
    -¿Eh? ¿Ijuuin-sensei?
    - Eres muy preciado para mí- agregó el mangaka que se aventuró a oler el perfume de los cabellos chocolate- ya te lo dije ¿no? yo tampoco te lastimaría
    Un escalofrío el recorrió la espalda y miro confundido a Usagi-san que tampoco se apartaba de él. Intentó hablar mas no le salieron las palabras
    -Ijuuin-sensei y yo te mostraremos una nueva forma de placer- aclaró Akihiko como si le leyera la mente.
    -Está bien si no quieres- dijo Kyö. dejó un lento beso en la mejilla del castaño. La piel suave y tibia era maravillosa
    Usagi-san estrechó más la pequeña cintura, hizo que sus entrepiernas se rosaran entre sí. Ijuuin no se quedó quieto se apegó a Misaki para que sintiera por primera vez lo que provocaba en él.
    -No lo pienses- dijo Usagi al castaño- solo déjate llevar.
    -Nosotros te guiaremos.
    Algo raro pasaba esa noche al oji-esmeralda. Él no sabía si era por el beso de Usagi-san, o por el calor extraño que sentía en la espalda, o que Usagi rozara insinuantemente su entrepierna, o que Ijuuin-sensei aplastara su parte baja con el cuerpo, o los ojos violetas que no lo dejaban ir, o el aliento cálido que el acariciaba el cuello erizando su piel pero su mente estaba definitivamente rara.
    Asintió.
    -Ven- dijo su amante sonriéndole
    Recién entonces Usagi lo soltó y Kyö se separó para que el castaño pudiera caminar. El peli-plata tomó una mano, el mangaka la otra. Juntos enfilaron sus pasos al dormitorio, ahí estarían mucho más cómodos.
    Las luces fueron encendidas y Misaki se encontró de pie frente a una gigantesca cama ¿de verdad lo iban a hacer?
    ¿Qué hacer? O mejor dicho ¿Cómo empezar? Akihiko deseaba que su Misaki gozara de principio a fin. El inicio debía, por lo tanto, ser suave y al mismo tiempo incitante para que el pequeño no se asustara ni se arrepintiera. De pronto, cayó en la cuenta, Misaki estaba allí, sin moverse. Lo miraba con ojos expectantes, curiosos e inocentes. El brillo esmeralda, esperando por él.
    Instinto, esa era su respuesta.
    Akihiko se acercó a Misaki y con un brazo rodeó la cintura que tanto le gustaba, y con el rostro giro el rostro a la izquierda, hacia él. Lo besó.
    Esos labios… ¡Dios conocía el deleite de probarlos! Y por dios que jamás se cansaría de tomarlos. Misaki le respondía como quería, lo dejaba hacer, le mostraba su amor, su total confianza.
    Misaki estaba acostumbrado a responder los besos de Usagi-san, estaba acostumbrado a hacerlo, a dejarse guiar. Usagi-san le contaba su amor, le decía sus sentimientos cada vez que se besaban y Misaki los entendía sin problemas ¿Cómo no responder a algo tan hermoso si él se sentía igual? Sus labios se movían, tocaban y eran tocados. Entonces una mano una mano firme y gentil giró el rostro sonrojado a la derecha.
    Ijuuin no estaba dispuesto a esperar ni un segundo más, ni tampoco se limitaría a solo mirar. Esos dos estaban muy habituados a meterse en su pequeño universo y si él no actuaba nunca llegaría tener lo que anhelaba.
    Con gentileza movió la barbilla del delicado rostro y por una fracción de segundo Kyö logró captar un brillo único en los ojos verdes. Sin dudarlo, incapaz de resistir lo besó. Besó a Misaki.
    La primera impresión que tuvo se definía con una palabra: encanto. Los labios de su fan número 1 eran muy suaves, más incluso de lo que había imaginado en sus fantasías y también eran dulces. Tuvo que pasar por alto que estaban húmedos por el beso que el pequeño recibió del escritor se convenció a sí mismo que solo el embriagador néctar de Misaki el probaba. Inevitablemente la felicidad lo tocó, al fin ¡Por fin tenia a Misaki! el chico al que amaba. Sin embargo el menor dudaba, lo percibía. Kyö no se rindió llegaría a él.
    El castaño se sentía desorientado, en un momento estaba siendo besado por Usagi-san pero antes de que el contacto alcanzara su máximo fue apartado del escritor y ahora era una boca desconocida quien lo tomaba. Era raro, Usagi-san estaba ahí justo detrás de él, no podía…
    -Déjate llevar mi amor- habló una vos ronca en su oído- por hoy está bien.
    Era la primera vez que Usagi-san lo llamaba de esa forma: “mi amor” se sentía muy cálido en el pecho y si él decía que estaba bien, entonces estaba bien.
    Tímidamente el castaño intentó corresponder el beso de Ijuuin, de adaptar sus movimientos a los del dibujante. Era distinto, la textura, el calor, la forma en que lo hacía. Ijuuin-sensei también le decía cosas con su beso. El castaño podía imaginar qué le decía: que lo quería, que lo deseaba. Muy parecido a lo decía Usagi pero diferente.
    Cuando el lindo castaño al que besaba empezó a corresponderle Kyö deseó con todas sus fuerzas tenerlo solo para sí aunque fuera por un breve momento. Arrebató el cuerpito de los brazos del escritor y lo rodeó con los propios, lo apegó a su cuerpo. Desesperado de pronto, acarició la espalda que se estremeció, hundió los dedos en las hebras castañas, finas, suaves y rebeldes, sujetándolo, apresándolo con fuerza para que no escapara ni se fuera de él.
    Misaki no escapó ni se alejó, por el contrario, abrió su boquita para dejar que la lengua de su ídolo entrara.
    Fue increíble la sensación cuando su lengua tocó la del castaño y esta se movió tímidamente como dándole la bienvenida dulcemente, lindamente.
    Otra vez el contacto terminó antes de que alcanzara su pico. Ahora fueron los fuertes brazos del novelista los que se enredaron en el agitado pecho del menor para separarlo del cuerpo del dibujante.
    -La cama- ordenó Usami.
    Lo sentaron en el borde de la cama y con suavidad lo recostaron. Desde su distancia lo observaron. Aquel dulce e inocente ángel esperando por ellos. Los veía, primero uno y luego al otro como su alma pura aun intentara entender lo que estaba pasando en realidad. Ellos no tenían defensa contra el brillo de sus ojos, no contra la sensualidad que emanaba del pequeño cuerpo, invitándolos al pecado.
    Akihiko y Kyö pronto acompañaron al pequeño en la cama. Cada uno por su lado se inclinó y analizaron sus labios. Fue el dibujante quien los tomó antes, giró la cabecita y retomó lo que tenía pendiente.
    Ijuuin-sensei también era muy bueno besando, tenía que admitir, cuando la lengua del hombre entró por segunda vez en su boca Misaki ya no se sintió tímido, ni notó miedo en el mangaka. Misaki la recibió, la acarició con su lengua y se mimaron entre sí y juntas jugaron un juego pícaro y bailaron una danza que era diferente a la que el castaño conocía pero que también le gustó.
    Las manos, sus manos, que todos los días trazaban línea a línea su manga tenían ahora el privilegio de tocar el pecho del niño que tanto amaba su trabajo. Por encima de la ropa, la camisa, y el saco el calor del chico. Kyö acarició la zona, sintió el palpitar del corazón mientras su boca se negaba a soltar los labios por más que su cuerpo necesitara el oxígeno y pensó que llegaría a morir.
    Akihiko tenía una vista que no se volvería a repetir. Misaki era besado y tocado por otro hombre justo frente a sus ojos, podía apreciar el gesto de su niño desde un ángulo que no había visto antes. Misaki era hermoso. Lo vio agitarse cuando el mangaka acarició su pecho, lo vio seguir el ritmo del beso, vio como otro le revolvía los cabellos y eso en lugar de enojarlo lo excitó.
    El escritor decidió que aumentaría el placer, en lo que Ijuuin y Misaki se besaban deslizó su mano por el vientre de pequeño y la dejó caer en la entrepierna del más joven.
    Justo cuando Misaki se quedaba sin aliento un frio toque se coló en su parte más sensible. Un incitantemente sutil masaje lo hizo estremecer y desear más contacto. Para su fortuna sensei también se negaba a soltarlo. El castaño enredó sus brazos en el cuello del hombre que lo besaba y le exigió lo que deseaba. El tacto de los dos era tan placentero como perturbador.
    Kyö lo notó, de pronto Misaki cambio el tono de su beso, demandado más: él no se negaría, no cuando el castaño se le aferraba de esa manera. Se sumergió en sus labios, devorándolos hasta que en sus pulmones no quedó una gota de aire.
    -Ah…- Misaki, gimió y jadeó para ellos, ahora se sentía intoxicado de placer
    Ellos se incorporaron para poder contemplarlo nuevamente. Entre los dos lo incorporaron también y uniéndose a él en la cama lo dejaron sentado en centro con ellos a los lados.
    Akihiko hizo que lo mirara. Los ojos amatistas con brillo de deseo y placer. Lo besó. Le recordó su toque y Misaki lo reconoció, era el toque que amaba, que lo hacía delirar. A pesar de que no recuperó del todo el aliento, sumiso, se dejó hacer. Dejó que la lengua del novelista entrara en su boca y que sus manos de dedos fríos le despeinaran el cabello y gozó de eso.
    Otras manos lo tocaron también. Aprovechando que el pequeño le daba la espalda, el mangaka afirmó sus manos en la cintura y de allí casi con disimulo fue bajando. La entrepierna de su niño amado ya estaba algo endurecida, se notaba incluso por encima del pantalón. Sus dedos se deslizaron acariciando sutilmente. La forma en que ese dulce cuerpecito se estremeció ante su toque le hizo saber al dibujante que al chico no le desagradaban sus manos. De alguna forma el saberlo lo alentó a apretar el bulto y masajearlo, siendo como su propio deseo crecía.
    Akihiko sintió que Misaki gemía dentro del beso que compartían, sin duda alguna el mangaka lo tocaba. No le importó, cuando Misaki se excitaba más entregado se ponía y él disfrutó como el castaño se le apegaba buscando su calor y como intentaba robarle el aliento devorando sus labios.
    ¡Ah…! esas manos eran de Ijuuin-sensei ¿cierto? El oji-verde conocía lo suficientemente bien las manos de Usagi-san como para reconocerlas por encima de cualquier otras en todo el mundo. Ijuuin también era bueno en eso, la forma en que lo masajeaba, la intensidad con la que Usagi-san lo besaba, comenzaban a maréalo.
    Cuando el peli-plata lo soltó, Misaki recibió otro beso del dibujante. Ellos parecían estar compitiendo.
    -Podría besarte por siempre- habló Kyö sobre los labios del castaño.
    -Pero ya es hora de algo más- la firme y excitada vos de Usagi-san se escuchó poniéndole fin a la competencia de besos
    Kyö fue el encargado de volver a recostar al pequeño dejándolo otra vez expuesto como un cordero ante dos lobos hambrientos. Misaki obedeció al toque de las manos del dibujante en su pecho, manos que se desplazaron hacia abajo para terminar en un delicado apretón en el bulto entre sus piernas que se eleva cada vez más.
    -Relájate mi Misaki- Usagi-san con un rápido movimiento retiró la corbata del castaño, él se encargaría de desvestir esa parte de su amado y con un mirada se lo advirtió al mangaka
    El escritor desprendió los botones del saco y lo abrió. La camisa que ya acaloraba al pequeño fue lo siguiente.
    Ijuuin Kyö miró expectante como uno a uno los botones de la camisa clara que vestía Misaki se desprendían y como poco a poco la piel blanca se dejaba ver. Perfecta, así le pareció perfecta, blanca, tersa y suave. Lentamente el pecho que subía y bajaba algo agitado quedó a la vista. Kyö no pudo dejar de fijarse en los dos pequeños puntos rosados que lo invitaban a morderlos y lamerlos sin control. El dibujante luchó para contenerse para no abalanzarse sobre Misaki, se moría de ganas por probar el pecho del castaño, besarlo, llenarlo de marcas pero si li hacia todo se arruinaría. Se mordió el labio inferior. Tener a la vista el pecho del niño que lo enloquecía lo deleitaba y lo torturaba al mismo tiempo. Ya pronto… ya pronto.
    Akihiko terminó de desprender los botones y abrió la camisa, dando una vista completa de la parte superior del cuerpo del castaño. Escuchó al mangaka tragar en seco y grueso y, por extraño que sonara él lo entendía. Él también sabia lo es caer bajo el hechizo de la sensualidad de Misaki. Él también sabia lo es amarlo. Lo sentía, en su cuerpo, en su alma, en lo más profundo de su ser. El escritor completó el pecho deseando morder lo lindos pezones, se excitaba con solo rememorar la sensación de atraparlos con sus dientes.
    -Misaki- dijo el escritor hablándole a Kyö- debe sentirse incomodo con esa ropa apretándolo, sería bueno que se la quitaras sensei.
    -Yo…yo…
    -Ijuuin-sensei…- la vos suave de Misaki fue todo lo que necesitó.
    Tenía que admitirlo, nunca se esperó tal gesto de parte del escritor, y el que Misaki lo aceptara era lo mejor que podía pasar. Se acercó a la hebilla del cinturón y lo abrió. Tratando de disimular sus nervios y ansiedad, Kyö desprendió también el botón del pantalón, bajó el cierre. No podía creerlo ya pronto lo vería desnudo y él mismo era encargado de la maravillosa tarea.
    Cuando el cierre se deslizó un bulto cubierto por una tela gris se insinuó. Kyö no lo resistió y en un movimiento tiró de los pantalones dejando expuesta la bella figura. Las piernas bien torneadas y firmes, la piel tersa y blanca, la forma en que esa tela gris marcaba la cadera, la cintura estrecha; todo lo cautivaba. Ijuuin Kyö jamás esperó que la vista de otro hombre pudiera llevarlo a donde estaba ahora, pero así era.
    Entonces una mano blanca apareció en escena, acariciando el vientre plano que él deseaba tocar. Usami Akihiko se desplazó suavemente hasta el bulto de lo boxers grises y Misaki respingó.
    -Ah…Usagi-san- su amante lo tocaba como solo él sabía hacerlo.
    El primer deleite. El gesto de agónico placer que se dibujaba en el rostro de su niño cuando era acariciado, los sutiles gemidos y jadeos que la boquita dejaba escapar que tan bien conocía: eran la perdición de cualquiera. Le mostraría al mangaka su deleite, solo por una noche compartiría su privilegio.
    Kyö estaba atónito con la vista que tenía, más cuando el inocente castaño abrió un poco las piernas para darle a quien lo tocaba mayor espacio, le pareció obsceno y excitante. La vocecita que le llegaba y la mueca de placer era… era…
    Imágenes, lo suyo siempre fueron las imágenes, deseo un caballete, un lienzo y un pincel para plasmar esa imagen. La grabó en su mente se juró que la retrataría. El problema era que sus ojos no se decidían si mirar ese gesto con la boquita abierta y apetecibles labios, mejillas enrojecidas y ojos brillantes o los largos dedos que capturaba el miembro escondido detrás de la ropa interior estimulándolo y la cadera que se elevaba en busca de mayor contacto.
    -Misaki- llamó de pronto Usagi-san- parece que Ijuuin sensei es algo tímido y si no lo invitas, no hará nada.
    No era tímido, solo se sentía en shock, tan absorto en la belleza y sensualidad de Misaki que no podía moverse.
    -Se…sensei ¡Ah!
    Misaki lo llamaba y él no se negaría. Apoyando una mano a cada lado del cuerpo del joven se inclinó sobe él. Como si la blancura de esa piel se presentara cual deliciosa fruta ante alguien que muera de hambre Kyö acercó sus labios al fino y largo cuello, dio un hambriento y prolongado beso, succionado con fuerza la delicada blancura.
    -Ahh…sensei
    Ese gemido en el nombraba era solo para él, lo llenó de regocijo, lo animó a ir más lejos. Terminó mordiéndolo, dejando la zona visiblemente enrojecida. Misaki respingó y volvió a emitir un lindo sonido para él. Se sentía maravilloso.
    -Hueles delicioso- hablo Kyö con vos suave en el oído del castaño.
    Después lamió el largo cuello hasta el hombro, deslizándose con lentitud, gozando de los pequeños espasmos que sacudían el cuerpito ¡cómo le hubiera gustado tenderse por completo sobre él! Poder sentirlo con todo su cuerpo, porque sabía que en esos momentos el escritor no se mantenía quieto. No, tocaba y estimulaba la zona baja del menor. Ijuuin trató de restarle importancia, disfrutó de la parte que le tocaba por ahora, ya llegaría su turno de regocijarse con esa porción del castaño.
    Otra vez arriba para volcar su aliento en su oído y respirar su cabello. El mangaka volvió a besar delimitando el cuello y la mandíbula con la lengua. Era tan suave. Él había imaginado algo así pero no esperaba encontrarse con tal exquisitez. Poder tocarlo era un privilegio. De pronto el saber que ese escritor podía hacerlo cuando quisiera lo llenó de celos. Como deseando dejar una marca que perdurara por siempre enterró sus dientes con fuerza entre el cuello y el hombro una vez más.
    -¡Ahh!
    Misaki gimió alto, Kyö lo tomó de la barbilla, obligándolo a mirarlo. Era tan fácil perderse en ese rostro. Esos ojos verdes profundos y hermosos, esos labios tiernos entreabiertos, esas mejillas tiernamente sonrojadas. Misaki lo miró y él lo besó con furia, quería que algo de él quedara en el pequeño, aunque más no fuera un pequeño granito del inmenso amor que le sentía.
    El chico le respondió con la ternura y la sinceridad que lo habían enamorado y cuando terminaron el verde mirar se quedó prendido de su rostro ¡quería tomarlo ya! Sin embargo no podía, había muchas cosas sobre el castaño que le daban curiosidad. Preguntas que esa noche tendría respuesta.
    Después de juntar sus labios con gentileza Kyö bajó hasta el pecho que se agitaba. Lo contempló plano. Sin duda alguna de un hombre joven, no existía probabilidad alguna de confundirlo con una mujer. Pero había algo que lo atraía más de lo que cualquier mujer podría: en esa extensión de piel suave y perfecta dos pequeñas islas rosadas ¿Qué sabor tendrían?
    Se atrevió a tocar uno de los pezones con sus labios. La primera impresión que lo sorprendió fue su calor, lo tibio que era, luego una textura única que Ijuuin anhelaba probar por siempre. Lo lamió pasando su lengua desde abajo una y otra vez, para su deleite el pequeño botoncito se endureció para él, elevándose, como buscando su contacto.
    Kyö mordió y Misaki dejó escuchar su vos y se retorció por el placer que lo atormentaba.
    Akihiko no solo miraba, por supuesto. Sus largos y hábiles dedos no habían dejado de masajear el miembro de Misaki, estimulándolo lentamente, recordándole su presencia. Cierto, había escuchado la dulce vos de su amado llamando al mangaka y gimiendo, posiblemente lo había mordido y eso le gustaba a su castaño de vez en cuando. No se molestó, por el contrario lo permitió porque las acciones del dibujante repercutían en la zona que él disfrutaba y colaboraba a que Misaki sintiera mayor deleite.
    Usagi separó las piernas de su castaño tanto como puedo, y se acomodó entre ellas. Sus manos palparon la entrepierna del uke, buscando los testículos, encontrándolos calientes. Casi con malicia los acarició y gozó del estremecimiento que lo recorrió cuando el castaño respondió a su toque con dulce sonido, haciéndole saber lo que sentía.
    Uno de sus dedos bajó en el aquel lugar secreto de su amante, en busca de la pequeña entrada por sobre la ropa interior. La encontró. Pensó seriamente la idea de jugar allí. Masajeó sutilmente sin entrar, lucho con las ganas de hacerlo, para ser sincero se estaba muriendo de deseo por adentrarse ya en él, pero era muy pronto. Todavía no
    -U…Usagi-san.
    Dulce recompensa. El peli-plata abandonó “ese” lugar antes de que fuera muy tarde para detenerse. Se dedicó a consentir los muslos del pequeño, casi nunca les prestaba atención, le bastaba con que abrazaran sus cadera o se enredaran en su cuerpo, eran firmes y suaves. Recordando las mucha veces que lo apresaron, los acaricio mientras aspiraba el perfume de la intimidad de su amado. El deleite era tal que sentía como su necesidad crecía más y más.
    Cualquiera en su lugar se sentiría usado, como un mero juguete de placer que esos hombres explotaban como más les complacía. De hecho por un breve momento él también llego a créelo. Tendido en la cama de un hotel, totalmente entregado a la voluntad de esos hombres, cualquiera se sentiría como un mero objeto para sus deseos. No era así, y Misaki lo sabía; antes que usado el castaño se sentía adorado por ellos. Ellos tocaban su cuerpo con delicadeza y deseo; con entrega y anhelo, jamás en otro sentido y él nunca antes sintió algo como lo que experimentaba ahora.
    Por un lado Ijuuin-sensei, su ídolo, besaba su pecho, estimulaba sus pezones; fuerte, luego suave, mordía, lamia y luego volvía a besar. El cabello oscuro del hombre le hacía cosquillas pero su contacto se sentía sedoso, le gustaba.
    Por otro lado Usagi-san, su amante, masajeaba sus piernas como buscando relajarlo y excitarlo al mismo tiempo. De cuando en cuando la nariz del escritor tocaba su miembro y aspiraba profundamente, le dejaba su respiración y, dando un ligero besito mandaba poderosas descargas de eléctrico placer a sacudir su cuerpo. Él solo sabía dejar que de su boca escaparan sonidos vergonzosos y húmedos
    Fue en uno de esos traviesos toques que Akihiko notó que la paciencia de Misaki se acababa. Cuando sus labios se posaron sobre el bulto endurecido las caderas del joven se precipitaron hacia arriba.
    -¿Se siente bien?- preguntó el escritor.
    -Ah…no…no preguntes esas cosas.
    Kyö rio, Misaki era muy lindo. Mordió con fuerza el dulce botoncito y la suave vos que lo excitaba se escuchó clara.
    -Creo que si- dijo y de reojo espió como la vergüenza coloreaba las mejillas con encantador carmesí.
    Akihiko se deshizo al fin de la prenda interior del joven y miró con gusto como el miembro se elevaba deseoso. Sus dedos se cerraron alrededor del pene y bombeó arriba y abajo, mientras el dibujante se dedicaba a su deleite entre el cuello y el pecho del castaño.
    Caliente, endurecido. Akihiko disfrutaba tanto del tacto que tuvo que contenerse para no abalanzarse y arruinar la noche.
    -Cambio- habló a su cómplice de esa noche.
    Usagi dejo de masturbar a su amante, Misaki estaba por terminar y él aún no había probado una parte del castaño. No le importaba que el mangaka fuera quien tuviera la primera esencia del oji-verde esa noche, él la hubiera tenido hace mucho. Seria generoso. Así también vería que tan enserio iba ese tipo, una cosa era creer amar a alguien a pesar del género y otra muy distinta es encontrarse con la realidad.
    Ijuuin la estaba pasando muy bien, repartiendo besos a placer aquí y allá cuando escucho la vos del escritor, por un segundo no lo asimiló, mas cuando logró hacerlo sus ojos se abrieron con genuina sorpresa. Si por algo valía la pena dejar de consentir el pecho y el cuello del castaño, quizás fuera por eso.
    Akihiko abandonó su cómodo lugar entre las piernas del menor y se desplazó hacia arriba. Kyö hizo el camino inverso. El chico esperó curioso.
    -¿Usagi-san?- habló el castaño como descreyendo del simple hecho de ver al peli-plata.
    -Misaki…- dijo con tono íntimo y le sonrió con picardía y perversión.
    Desde el limbo de placer en que se encontraba Misaki miro a su novio con ojos de ensueño. Su cabello plateado, su mirada enigmática. Ese traje se le veía muy bien. La masculinidad que emanaba de cada poro de su ser.
    A un lado del cuerpo que lo enloquecía, indefenso a los ojos verdes que se mantenían en él, Akihiko se dejó llevar. Miro la camisa humedecida que aun portaba su amante, era una sensual vista pero mucho mejor si no tenía nada, tomando en torso entre sus brazos la quieto y el pequeño por alguna razón soltó una risita. ¿Misaki tenía cosquillas? Lo investigaría otro día. Por el momento entregó su mente a darle placer al castaño. Mirando el pecho desnudo por completo se sorprendió al notar las extrañas marcas que portaba. Bien, él también dejaría las suyas y solo el castaño sabría diferenciarlas.
    Despacio. A Usagi le gustaba iniciar tocando esa parte de cuerpo de su amado muy despacio. Deslizó sus manos frías por el vientre para que uno solo de sus dedos terminara posándose sobre el botoncito derecho. Ya estaba erecto y caliente, el mangaka había puesto esfuerzo en atenderlo sin duda, pero eso no significaba que no pudiera mimarlo un poco más. Le apeteció apretarlo con movimientos circulares, sin despegar su dedo en ningún momento.
    -Hmm…- él conocía los gustos y puntos débiles del Misaki, y usaría ese conocimiento, todo con tal de complacerlo.
    -Eres tan maravillosamente sensible Misaki
    El castaño se apenó e intentó mirar al escritor con reproche pero la forma en que su boca se abrió en un gemido mudo cuando el hombre dio un tironcito en su pecho negó cualquier displacer.
    Kyö se encontraba en el sitio que el novelista le había cedido. Fue un gusto ver las piernas tan abiertas y dispuestas, poder acomodarse en ese espacio era increíble. También había otra cosa, Misaki estaba completamente desnudo, no sabía en donde posar sus ojos, si en aquella parte que se erguía como ansiosa, o en el misterio que se perdía entre las nalgas y que lo invitaba a hundirse entre ellas hasta desfallecer.
    El cuerpecito saltó en su lugar, el escritor tocaba al castaño como si estuviera torturándolo, entonces cayó en la cuenta que él no estaba haciendo nada. No se quedaría atrás.
    Era la primera vez en toda su vida que sentía eso, que deseaba tocar el miembro de otro hombre, Kyö nunca imaginó tener semejante deseo, pero esta vez era especial porque el pene que se elevaba era el de Misaki, el niño que amaba y él sería el encargado de darle placer. Quería tocarlo, sentirlo, ver como el oji-esmeralda reaccionaba a su toque.
    Algo inseguro Ijuuin acercó su mano al miembro erecto, envolviéndolo con sus dedos, lo encontró endurecido, caliente y algo húmedo, se podía percibir la sangre circulando con fuerza. El castaño reaccionó a sus manos con un espasmo, al parecer esa noche descubriría muchas cosas, entre ellas algo sobre él mismo porque se encontró disfrutando de dar ese masaje y excitándose por ello
    Akihiko verificó que el dibujante por fin estuviera actuando y entonces se dedicó a mirar las reacciones de placer que iban apareciendo en la dulce e inocente carita de Misaki como destellos de luz, mientras él castigaba y gozaba de los pezones.
    Era la primera vez que alguien que no fuera Usagi-san lo tocaba. La mano de Ijuuin-sensei también era grande y tomaba su miembro con facilidad en sus dedos; eran más delgados y calientes que los del escritor. La sensación era diferente. Los ojos verdes espiaron al hombre de cabellos oscuros que mantenía la vista en esa parte de su cuerpo. El movimiento era el mismo, arriba y abajo, pero se sentía distinto. El hombre parecía inseguro. Arriba y se sentía como si dudara si lo estaba haciendo bien, abajo en todo la extensión de su falo hasta la base y aun así vacilaba; debía alentarlo.
    -Ah…Ijuuin-sensei.
    La simple pronunciación de su nombre con esa vos excitada y necesitada logró que su entrepierna punzara. Apretó el miembro que sostenía lo agitó y se movió hacia arriba. Misaki gimió alto y su cuerpo se sacudió. Kyö jugueteo con la punta del pene antes de bajar. De pronto el mangaka sintió ganas de probar lo que sus manos acariciaban, se inclinó sin soltarlo y dejó un beso en la punta. Sus deseos no se saciaron pero no se atrevió a más. En lugar de esos se deslizó despacio y luego rápido intercalado el orden disfrutando, sin pensar.
    Akihiko gozaba, ciertamente, del gesto lleno de lujuria de su pequeño al conocer otro toque no fuera el suyo. La forma en que se esforzaba por contener algunos de los sonidos que clamaban por salir de su boca, la forma en que era incapaz de contenerlos, la forma en sus ojos de cuando en cuando buscaban los suyos y le hablaban en palabras tiernas mientras él se entretenía en su pecho. Ya había tenido suficiente con solo tocarlo con sus dedos ahora quería probarlos. Usagi se inclinó sobre el cuerpo de su amante, que se estremecía y temblaba por el toque ajeno dispuesto a besarlo. Misaki le dio la bienvenida aferrándose a sus cabeza como prohibiéndole que se alejara como si todo ese tiempo hubiera deseado que se acercara.
    Misaki gritó, Akihiko mordió con fuerza y Kyö se conformó con besar ligeramente esa punta deseando probarla.
    -¡Ah! Usagi-san… no tan fuerte-
    El peli-plata oyó y sonriendo dio un besito de consuelo al pedacito de piel, aunque no estaba dispuesto a ser mucho más suave de lo que ya era. Era vital que sus marcas adornaran la blanca superficie. Además le resultaba casi imposible controlarse. El aroma afrodisíaco que Misaki emanaba en ese momento, su calor, sus gestos, su vos y probar todo mientras era llevado al placer le nublaban el pensamiento. Se estaba excitando más de lo que imaginó.
    Dejando el pecho Akihiko subió con besos por el cuello y los hombros, acariciando cuanto encontraba al alcance de sus labios sedientos. Intoxicándose con el dulce aroma, dejándose llevar la vos del castaño que llenaba la habitación y, como un hipnotizador canto de sirena lo guiaba a la perdición ¿Qué tanto poder tenia Misaki sobre él?
    El pequeño se retorció. No dejaba de abrazar la cabeza plateada con un brazo, hundiendo sus dedos en los finos hilos de seda, pero sintió la necesidad de aferrarse a las sabanas con la mano libre, o el pobre autor se quedaría calvo. Ahora que Usagi-san e Ijuuin-sensei habían cambiado de lugares todo se sentía diferente. Usagi-san tocaba su vientre y retorcía cruelmente sus pezones para después acariciarlos con dulzura y al mismo tiempo besaba su cuello, mordía su oreja y le dejaba sentir su aliento abrazándole la piel. Él era su amante, él sabía doblegarlo, él conocía hasta el último y más privado rincón de su cuerpo. Lo acariciaba con demandante pasión, con infinito amor. Ijuuin- sensei lo masturban, con sus oscuros ojos fijos en la parte de su parte de su cuerpo en la que concentraba sus caricias. Él lo tocaba con la expectativa de la primera vez con deleite casi inseguro. El castaño podía sentir su nerviosismo en los movimientos de su muñeca en el toque sutil que recibía la punta su pene de cuento en cuando. Kyö se esforzaba por darle placer y él lo recibía incapaz de controlarse.
    -Misaki…- hablo el escritor en el oído del más joven- me tienes totalmente excitado. Quiero ir tan profundo en ti- lamió el cuello y mordió la piel descargando parte de ese deseo y, por si fuera poco Kyö apretó con fuerza.
    -Ah… ¡Ah!
    Los dos lo notaron, su pequeña adoración no resistiría mucho más. Akihiko lo beso casi con furia y pasión, él recibiría el éxtasis de Misaki con sus labios. Kyö aceleró sus movimientos, él recibiría la esencia de Misaki justo delante de sus ojos. El escritor entró en la boca del castaño sin pedir permiso, reclamándolo todo para sí. El dibujante se movía con fuerza gozando de como la pequeña cadera se elevaba buscando más contacto, y como palpitaba en su palma. Bombeaba sin apartarse demasiado, ansioso.
    -¡Mhmm! ¡Mh! – el oji-esmerada gemía con sus labios sellados por los del escritor..
    De pronto todo su cuerpo se contrajo, arqueándose. Tiró con fuerza del cabello que sostenía entre sus dedos. Una llama lo atravesó.
    -¡Ah!
    El dibujante no podía creer lo que sus ojos le mostraban. Escurriéndose entre sus dedos, manchando el vientre plano la semilla de Misaki se presentaba ante él. Sin pensar en lo que hacía lo lamió, primero sus dedos, saboreándolos uno a uno, luego las gotas que habían caído en el vientre, finalmente… ya sin pudores se sumergió en la entrepierna para limpiar todo rastro.
    Akihiko soltó a Misaki justo a tiempo para escucharlo terminar y lo contempló de cerca mientras el efecto del orgasmo moría. Misaki lucia tan provocador como un ángel corrompido.
    Los hombres se apartaron para poder verlo, gozando del dulce sabor de lo prohibido. Lo vieron jadeando, en sus ojos un brillo oscuro que los incitaba. Exquisito, realmente irresistible.
    Se tomaron unos minutos para que el pequeño se recuperara. Nadie en ese cuarto estaba satisfecho, a cada instante la bruma del éxtasis los envolvía.
    Misaki desde la cama notó como los hombres lo rodeaban de nuevo, y lo acariciaba tenuemente, Usagi-san a su izquierda, Ijuuin- sensei a la derecha. Ellos lo veían profundamente, sonriendo. Había tantas cosas en sus sonrisas, en sus ojos, cosas distintas, cosas similares. El pequeño creía poder entender ni la mitad de lo que mudamente le decían. Usagi-san con gesto lascivo, pícaro, pervertido y amoroso, cálido, tan amable y protector como abrumador. Ijuuin con el misterio envolviéndolo, con anhelo, con dulzura, con deseo y gentileza.
    Los mayores intercambiaron miradas fugaces, aunque tanto uno como otro preferían mirar a Misaki, era necesario mantener un mínimo de comunicación entre ellos.
    El escritor notó algo y se dio cuenta que lo que se pegaba molestamente a su cuerpo era su camisa, la que aún no se había sacado. Los efecto de Misaki en él eran impresionantes, ponerlo a sudar cuando todavía no empezaba la mejor parte, eso nunca pasó con nadie más. Se deshizo del saco y la corbata, entonces los ojos verdes se enfocaron en él. Con deleite, con malicia, lentamente fue desprendiendo los botones de su camisa, para que Misaki fuera viéndolo poco a poco.
    El castaño seguía los movimientos del novelista, disfrutando de como paso a paso el cuerpo del peli-plata se revelaba. La piel tan blanca como la nieve más pura, sin defectos, como la nieve que decora la cima de la montañas más alta e imponente de todas, el pecho amplio, fuerte, firme y varonil, capaz de cobijarlo para protegerlo de todo. Su imponente figura como la cumbre inalcanzable la que todos ambicionan llegar. La figura que deseaba tocar. Cuando Usagi-san terminó de desprender la prenda y se deshizo de ella arrojándola lejos, no pudo evitar morder su labio inferior como tratando de contener sus pensamientos.
    -Misaki- la mano gentil del mangaka apartaba el cabello castaño despejando los ojos y giraba la cabecita reclamando su atención.
    Kyö también quería mostrarse, que el pequeño lo viera y se excitara. Rápido se despojó del saco, con un solo movimiento jaló de la corbata y entonces sin apartar la vista del verdor del pequeño empezó a desnudarse para él. Estaba nervioso, de hecho Ijuuin Kyö no recordaba haberse sentido tan nervioso y expuesto y aun así desear hacerlo. Miraba esos hermosos ojos y como encantado iba soltando los botones de su camisa.
    Asique ese era el cuerpo de Ijuuin-sensei, el castaño, curioso vio asomarse la figura del pecho del dibujante. Sensei también era fuerte, su pecho también era amplio, lo suficiente como para recostarse en él. La piel poseían un tono sutil como si le agregaras un poco de leche al té dulce de la mañana. Cuando la camisa se deslizó por los hombros y Misaki notó lo firmes que eran deseo tocarlos también.
    Su cuerpo reaccionó delante de los dos hombres.
    Akihiko esperó pacientemente a que el mangaka descubriera la parte superior de su cuerpo y Misaki lo viera. Entonces el niño volteó hacia él y lo miró también.
    El escritor tomó delicadamente al muchacho por los hombros y lo incorporó dejándolo sentado entre su compañero y él.
    -Misaki- hablo el escritor despacio- anda explora cuanto quieras.
    -Estamos aquí para ti-aseguro el dibujante- Nosotros también lo haremos
    Era tan extraño ¿de verdad podía tocarlos a ambos? ¿En serio ellos también lo tocarían? El pequeño de mirar esmeralda podría descubrir varias cosas esa noche y llevado por la curiosidad lo haría.
    Primero Usagi-san, él siempre estaría antes que nadie. Lentamente se giró a la izquierda y llevó sus manos al pecho del escritor, ya lo había tocado antes, pero hacerlo a su ritmo y gusto era nuevo, además tocar, aunque solo fuera un roce en esa blanquísima y tibia piel siempre sería su deleite. Esta vez paseó sus manos, dibujando los pectorales, y por sobre los pezones con los que jugaría algún día. Desde el pecho, una a una las costillas, bajando hasta cintura.
    Akihiko disfrutaba, no se privó de emitir un suspiro al sentir las caricias de su ángel. Era maravilloso. Cerró los ojos y se concentró en las manitos que se paseaban de un lado a otro de su cuerpo como jugando. El calor del cuerpo desnudo se acercó a él rodeándolo. Un beso, un dulce aliento quemándolo y una vocecita.
    -Usagi-san…
    Antes de que el novelista pudiera tumbarlo para hacerle el amor por horas, las manitos se apartaron y el cuerpo se alejó de él.
    Kyö había sentido envidia del escritor, vio entonces la figura de su amado volverse a él. Su cara enrojecida, su cuerpo mostrándose libremente. Las pequeñas manos de su fan número uno se posaron en su hombros y apretaron como dando un sensual y tierno masaje; una de ellas subió por el cuello, detrás de la oreja y cepilló los oscuros cabellos. Después bajó suavemente por los brazos, los pequeños dedos hundiéndose en sus músculos, cayendo hasta terminar acariciando sus manos. Cuando la punta de sus dedos se desconectaron de los de él, el pequeño castaño tocó su pecho haciendo líneas caprichosas. Con cada toque el afamado dibujante se estremecía. Ahora entendía la actitud casi sumisa que había notado en el escritor, Misaki podía tenerlo en la palma de su mano con un simple toque.
    La manito se detuvo allí donde los latido de su corazón sonaban frenéticamente, los ojos verdes se clavaron en los suyos con expresión curiosa. Kyö no resistió, tenía que probar esos labios rojos y alimentarse de su néctar. Besó a su amado Misaki con desesperación tratando de reclamar con sus labios y su lengua la boca ajena para sí. El pequeño le respondió, los movimientos de la lengüita acompañaban los suyos y como regalo seguía acariciando lindamente su pecho.
    Antes que el mangaka terminara de satisfacerse de la boca de Misaki le fue arrebatado por el escritor. Akihiko no iba a permitir que el dibujante recibiera más que él. También anhelaba caricias y mimos, también deseaba con todo su ser al dulce castaño. Casi con violencia lo volteó y Misaki recibió una descomunal declaración de amor. Fue pasional y excitante Misaki correspondía sin acobardarse por la intensidad del novelista, abrumando sus sentidos.
    A Kyö la idea de turnarse dejó de agradarle, quería tocar al castaño y quería tocarlo ahora. Se ubicó detrás del cuerpo desnudo, tocó la espalda acariciando la columna de arriba abajo.
    Misaki suspiró en los labios de Akihiko.
    El escritor no pensaba soltarlo. Estaba disfrutando tanto, con sus manos sujetó el rostro y se inclinó sobre él profundizando el beso.
    Kyö posó sus labios en los hombros, besó subiendo hasta el cuello para inhalar el perfume de las hebras castañas.
    La temperatura empezó a subir de nuevo.
    Ijuuin mordía y besaba la tersa piel del cuello y los hombros. ¡Ah! olía muy bien, se sentía genial, pensó que en verdad lo que quería era devorar ese cuerpo por completo, hasta la última gota: tomarlo y hacerlo suyo hasta el más mínimo rincón. Abrazó el pecho del más joven y con sus manos buscó esas pequeñas islas de color rosa, las acarició y tiró de ellas una y otra vez, sin piedad.
    El escritor solo soltaba a su dulce amor para que respirara para poder seguir sirviéndose a sus anchas del exquisito néctar que adoraba. Como pudo acarició los muslos de Misaki dejando sus manos tentadoramente cerca de la intimidad del castaño.
    Misaki llevaba un buen rato fuera de sí. Akihiko lo besaba y acariciaba su pierna, haciéndolo desear sus caricias en otra zona que estaba erguida y necesitada. Kyö mordía su cuello y torturaba sus pezones. Esos dos hombres otra vez se confabulaban en su contra. Lo que sentía solo podía se descrito como “avasallador.” Su cuerpo estaba sufriendo un alud de sensaciones, todas locamente placenteras y de todas quería más y más.
    Kyö buscó el respaldo de la cama, se recargó y estiró las piernas. Se llevó a Misaki con él, lo recostó en su pecho, acomodándolo de tal manera que su ingle quedara justo debajo de la parte más privada del castaño para que el pequeño pudiera sentir su deseo alzándose entre sus piernas.
    Usagi vio el cuerpo de su amante recostado sobre otro hombre, pero existía una ventaja el delicioso miembro que ya moría por probar estaba dispuesto solo para él. Abrió las largas piernas y volvió a acomodarse entre ellas. Primero un toque sutil, un beso casi inocente y tierno, después se dedicó a lamerlo y consentirlo con esmero.
    -Ah…
    Los suspiros del más joven escapaban de su boquita cereza y se quedaba flotando en el aire de la habitación para placer de los oyentes.
    Akihiko se llevó el miembro completa a la boca
    -¡Usagi-san!
    Kyö escondido en el largo y fino cuello, tiró con fuerza de los pedacitos de piel que tocaba.
    -¡Sensei!
    Misaki suspiraba y gemía jadeante. Si alguna vez se llamó a sí mismo “un saludable muchacho japonés” de ese título ya no quedaba nada. Lo había perdido mientras recibía las atenciones de dos hombres que lo amaban. No se arrepentía. Ellos lo colmaban de sensaciones que sacudían su ser como una pobre barca atrapada entre dos feroces tormentas.
    Las acciones de Usagi-san era expertas, el hombre de cabellos plateado que se sumergía entre sus piernas devorando su virilidad podía hacerlo terminar en el momento en que lo quisiera y sin embargo lo mantenía en un limbo de dulces deleites.
    Las caricias de Ijuuin-sensei eran demandantes y casi desesperadas. El hombre no soltaba su pecho impidiéndole escapar y besaba su cuello como si quisiera comérselo. Y estaba esa otra cosa. Misaki sentía una incomodidad en la parte más baja de su cuerpo, sin duda alguna proveniente de la intimidad del sensei.
    Akihiko se sentía frenético. Aunque siempre sentía gozo al darle placer a Misaki esta ocasión existía un condimento especial. Los encantadores sonidos que ya conocía que salían de la linda boquita de su castaño se mesclaban con matices y tonalidades que no había escuchado antes. Sin duda un descubrimiento fascinante.
    Ijuuin se debatía entre el placer y la agonía. No solo tenía a su disposición ese largo y exquisito cuello, el pecho con sus pezones encantadoramente endurecidos, su pene sufría la presión de la molesta ropa que le impedía entrar en aquel lugar que de cuando en cuando saltaba y se balanceaba sobre él presionándolo más. ¡Se estaba volviendo loco!
    La boca de Usagi-san succionaba y acariciaba. La respiración del castaño era errática. Sus jadeos altos y eróticos.
    -Usagi-san…yo
    Entonces, extrañamente, el escritor hizo caso de una de sus advertencias. La lengua dejó de humedecer todo el largo del miembro del menor, paró de succionar y la boca se alejó.
    Antes de que pudiera protestar Akihiko tomó delicadamente al castaño y lo alzo para recargar su cuerpo en de él. El escritor se sentó en sus tobillo y descanso la linda cabecita en uno de los firmes hombros. Lo abrazó con cariño al tiempo que le lanzaba una mirada al dibujante para indicarle que no se moviera. Las manos grandes acariciaron todo a su paso mientras caían por la espalda en busca de la zona más secreta. Allí se detuvieron. Un instante después los largos dedos, casi por voluntad propia, se sumergieron en busca de la entrada.
    Kyö había sido interrumpido en la cúspide de su gozo. Justo cuando de la boquita cereza se escuchaban dulces sonidos que anunciaban el inevitable final, ese novelista lo alejaba de calor del cuerpo del castaño y para colmo su cara decía que no podía acercarse para nada.
    Aun así no dejaba de haber ventajas sus ojos se centraron en la estupenda vista: esas redondas, firmes y perfectas nalgas. El deseo de hundirse en ellas hasta el cansancio era tal que el dibujante tuvo que morderse fuertemente el labio inferior para no arrebatar a Misaki de los brazos del otro hombre y hacerlo suyo sin importar qué. No quería arruinar la noche.
    Lo siguiente que pasó llevo al dibujante hasta el borde del infarto. No era un secreto que quería ser el que se encargara de ese trabajo. Aun si fue él quien propuso el juego debía acertar las reglas del peli-plata. Tratando de ignorar lo demás, Kyö se imaginó que los dedos que adentraban entre los glúteos eran los suyos y no los de otro hombre. Los vio entrar y salir, ahora despacio y con cuidado, ahora más veloces, los vio moverse preparando al pequeño para lo que vendría.
    Entonces la parte más retorcida de su ser, -quizás la que uso su desesperación para llevarlo a proponer ese juego- se encontró disfrutando el espectáculo. Su corazón y su miembro temblaron de anticipación al ver los ligeros espasmos que recorrían el cuerpo del castaño mientras era estimulado por el escritor.
    Ah…el cuerpo de Usagi-san era tan cálido, su pecho amplio y reconfortante, descansar en su hombro era tan cómodo, allí siempre estaría seguro.. Uno podría dormir ahí por horas. Podría hacerlo claro, si no te estuvieran preparando para…
    Misaki sentía el mansaje mucho más gentil de lo habitual. Los tres dedos que tenía en su interior entraban, salían, se abrían con delicadeza, muy despacio con cuidado. Curiosamente, semejante delicadeza en lugar de calmarlo lo ponía más deseoso.
    El castaño suspiraba en el oído de su amante y a Akihiko no había nada que lo complaciera más. Cuando ellos dos se conectaban por completo no existía nada. Justo como ahora cuando el calor de ese cuerpecito temblaba entre sus brazos y lo envolvía ninguna otra cosa importaba. En ese momento no importaba que el mangaka estuviera mirando la manera en que sus dedos profanaban la intimidad de su Misaki, porque justo en ese instante sentía los latidos del pequeño golpeando en su pecho. Cuando sus cuerpos se juntaban Akihiko estaba completo, entonces ¿Por qué hacía algo como esto? ¿Qué ganaba? ¿Por qué iba a soportar que alguien más viera lo que era suyo, y aun mas que lo tocara? La respuesta no era simple y se vinculaba con la parte más oscura de su ser y también con su profundo amor. Quería que Misaki experimentara cosas nuevas, que conociera otros puntos de vista, que viera algo de todo lo él vivió pero el pequeño no, también deseaba ampliar el horizonte. Abrir la puerta al lado travieso de su lindo oji-verde, así los dos jugarían y disfrutarían mucho haciéndolo. El no creía que ser traviesos tener ganas de hacer algo “sucio” estuviera prohibido solo por estar tan profundamente enamorados como ellos estaban, todo lo contrario. Ellos se amaban por lo tanto no había nada de malo el divertirse juntos.
    -¡Agh! Ugh…
    El gemido que emitió la dulce boquita del castaño fue más una protesta. Un reclamo que sonó fuerte y claro.
    Akihiko sabía que estaba siendo cruel en cierto punto. Sabía que Misaki necesitaba liberarse, pero si lo hacía jamás aceptaría lo que estaba por venir. Eso sería lo más difícil para los dos.
    Kyö era incapaz de apartar la vista del espectáculo que tenía delante. Era lo más erótico y lo más obsceno que hubiera visto. Su miembro punzaba de dolor, tanto que llego a considerar en aliviarse manualmente pero se contuvo. Masturbarse no estaba en sus planes esa noche, resistió. Lucho con todas sus fuerzas también, para no arrebatar a Misaki, se recordó una y otra vez debía aceptar las reglas del escrito. Miró. Mientras mordía su propio labio hasta casi hacerlo sangrar y el sudor le bajaba por la espalda.
    -Misaki…- hablo Usagi en tono intimo- ahora es cuando debes confiar en mi ¿de acuerdo?
    Con un gesto de la cabeza el peli-plata indicó al dibujante que podía acercarse, dando el permiso que nunca pensó que daría. Libero el abrazo del cuerpo desnudo
    Unas manos delicadas y cálidas tomaron al castaño por la cadera. Misaki recobró algo del sentido común ¿Qué estaba por pasar? Por más que su cuerpo y su corazón sintieran curiosidad, ni en el final de sus días lastimaría a su amado y tampoco estaba bien con Ijuuin
    -Usagi…san- hablo tembloroso mirando al escritor- ¿esto está bien?
    Akihiko le devolvió una mirada dulce y comprensiva
    -Por hoy está bien -dijo- siempre que Misaki quiera, está bien
    Akihiko se apartó y los brazos del mangaka se envolvieron alrededor de su cuerpo.
    -Sensei yo…
    -Me das el cariño que puedes darme- afirmó el hombre- y yo soy feliz con eso.
    Kyö se aferró a la pequeña cintura y sostuvo el cuerpo del pequeño de rodillas en la cama. Desnudo y expuesto delante del novelista. Uno de los brazos atravesó el pecho del joven y volvió a aspirar el aroma de los cabellos chocolates.
    Misaki echó la cabeza hacia atrás y espió al mangaka con sus brillantes ojos verdes
    -Ijuuin…sensei…
    A Kyö se le aceleró el corazón, esa vos dulce pecaba al ser tan seductora. Sus manos se movieran por sí solas, recorriendo la suave y tibia piel del pecho, bajando por su vientre. Disfrutando palmo a palmo, hasta que sin notarlo fueron a dar con aquello que se elevaba pidiendo atención.
    El temblor que sacudió a Misaki, el gemido que escapo de sus labios humedecidos lograron vencer todas las barreras, el dibujante se dispuso a consentirlo tanto como el pequeño quisiera.
    Un poco más seguro que antes tomó el miembro del castaño con sus dedos y deslizó su mano hacia abajo. El estar tocado a ese chico, él era su más grande fan, al que había deseado hasta el límite de la desesperación, es pequeño que lo enamoró con una frase y una mirada.
    Acaricio guiado por el instinto, por lo que como hombre sabía se sentía bien pero ¿Cómo lo prefería el castaño? ¿Más rápido? ¿Más fuerte? ¿Más gentil?
    La mirada febril que acompañaba el brillo castaño, los gemidos de casi delirio que resonaban en sus oídos fueron demasiado para el afamado dibujante.
    -Te amo Misaki- dijo en un susurro bajo para que el castaño y solo él lo escuchara
    -Yo…
    -Sh…no tienes que contestar, yo lo sé- era cierto, conocía los sentimientos del castaño con eso estaba bien, besó el lóbulo de la oreja. – Solo quería decirlo- soltó el miembro del menor- y como te amo nunca te lastimaré
    Ijuuin empujó suavemente la espada del chico para que se inclinara y él obedeció.
    Akihiko vio desde la distancia como Misaki era puesto en cuatro. La parte más oscura de su ser había disfrutado del espectáculo. El castaño siendo masturbado por otro hombre, la expresión de su dulce carita disfrutando de las manos del dibujante, sus hermosos ojos que de cuando en cuando lo miraba como preguntando si estaba bien sentir placer.
    Kyö abrió sus pantalones, no había podido superar sus nervios del todo. Se sentía temeroso de lastimarlo, de no hacerlo bien. De pronto había algo que le decía que estaba profanado algo sagrado al tomar así al chico que amaba. Sin embargo contempló la figura del castaño en esa sugestiva posición, esperando, y todas sus dudas se disiparon.
    Akihiko apretó los puños y la mandíbula, acallando los gritos de su personalidad posesiva.
    Kyö deslizó sus manos a lo largo de la espalda hasta llegar a las nalgas del más joven, eran firmes como se veía y más suaves de lo que imaginó. Se detuvo varios minutos en disfrutarlas y hasta se dio el lujo de pellizcarlas mientras los suspiros que escapaba de la boquita lo deleitaba, hasta que no soportó más.
    Tratando de dominarse Kyö acercó su pene a la dilatada entrada y entonces, por fin, se empujó hacia adentro. Tragó grueso mientras veía como su miembro se adentraba ¡Por dios! Había soñado con eso, tantas, tantas veces
    -Ah… ¡Ah!- Misaki elevó sus vos y su espalda se arqueó echando la cabeza hacia atrás, y sus cabellos chocolates se sacudieron con violencia.
    No es que fuera un experto en el tema, pero Misaki lo sentía diferente al de Usagi-san. Percibía la excitación del dibujante; estaba caliente, pero también había algo de duda y ternura.
    Ijuuin reprimió un gruñido a medida que se adentraba en el interior del castaño y la electricidad le subía por el cuerpo. Era delicioso, era glorioso, era caliente, era estrecho, era…era… Misaki. Misaki al fin. Liberó un suspiro cuando estuvo completamente dentro
    -Se…sensei.
    El castaño se agarraba fuertemente de las finas sabanas que vestían la gigantesca cama en la que estaban, mientras las manos del dibujante se hundían en la carne de su cadera y él trataba de adaptarse a la intromisión del miembro palpitante en su cuerpo. Pensó que hasta el placer tiene matices. Había oído hablar del placer meramente carnal como algo no tan bueno. Misaki no sabía nada de eso porque desde su primera vez solo hizo el amor con Usagi- san, pero ahora estaba con Ijuuin Kyö sensei, un hombre al que admiraba mas no amaba y… y sin embargo no lo sentía como algo vacío.
    Por un segundo se sintió muy culpable, porque Misaki conocía los sentimiento de Ijuuin sensei, el dibujante en ese momento le entregaba su amor y él se estaba aprovechando de eso. Fue hasta que el dibujante se empujó aún más fuerte en su interior como tratando de alcanzar algo muy dentro de él y un gemido sutil escapo de sus labios que ese fue sentimiento se esfumó. Tal vez no podía darle su amor al sensei pero le entregaría su cariño sincero a cambio. Se movió haciéndole saber al hombre que lo tomaba que era libre de actuar.
    Kyö era feliz, Misaki lo aceptaba, aceptaba su amor aunque no pudiera corresponderle. Sujetando firmemente las caderas comenzó a moverse. Se desplazó despacio y con un movimiento brusco se volvió a hundir en el interior cálido que lo envolvía tierna y eróticamente. Respiró con dificultad mientras el movimiento de sus caderas lo llevaba por sensaciones nunca antes vividas. No sabía si continuar lentamente hasta la eternidad o si dejar que su cuerpo se saciara tan salvajemente como su instinto deseaba
    -Se…sen- Misaki gemía ahora más suave, ahora más alto, en ocasiones se mordía el labio inferior tratando de acallarse y aun así un sonido entrecortado se le escapaba a medida que el mangaka golpeaba su interior.
    Deseaba que el castaño lo nombrara, que lo llamara; él acudiría sin duda.
    -Misaki…- dijo volviendo a embestir el cuerpecito- di mi nombre por favor
    -Ah…Ijuuin-sensei- concedió el castaño
    La corriente eléctrica que atormentaba llevó al mangaka a perder el control de su cuerpo, se movió más rápido, casi con furia mientras el cuerpo de Misaki se sacudía hacia delante y atrás y los gemidos que esos tentadores labios entonaban lo enloquecían y lo complacían por igual.
    “Es el momento” pensó Akihiko. Por un buen rato había dejado al dibujante disfrutar a solas mientras los eróticos sonidos que salían de la dulce y húmeda boquita con labios color cereza llenaban su mente de fantasías ¿Por qué dejó que el mangaka penetrara primero a su castaño? Muy simple, él había tenido el honor en ser el primero años atrás; ahora pretendía otra cosa.
    Lentamente se acercó a Misaki, tomó el mentón y elevó la carita, corriendo los cabellos castaños hizo que sus ojos verdes lo miraran.
    ¡Ah…! esa expresión nunca antes la había visto. Aun en la perdición del placer Misaki conserva la inocencia en lo más profundo del esmeralda ¿Cómo era posible? Quizás ese misterio no se revelaría jamás.
    En lo que Kyö se empeñaba en penetrar más y más al castaño Akihiko abrió su pantalón y sacó su pene palpitante y excitado.
    -Misaki…con esa linda boquita tuya ocúpate de esto- dijo muriendo de curiosidad y expectación por el siguiente movimiento del menor.
    ¿De verdad Usagi-san quería “eso”? de haber podido el oji-esmeralda se habría sonrojado más de lo que estaba. Él no sabía cómo hacerlo. Le-le daba mucha vergüenza y…
    -Mi lindo Misaki- hablo el escritor como leyendo sus pensamientos- ¿crees que es malo disfrutar con la persona que amas y te ama?- le acarició la mejilla como suplicando
    -¡Ah!- Kyö empujó fuerte y certero haciendo que Misaki gritara.
    Como la mayoría de las veces Usagi-san tenía razón, era justo que él participara de alguna manera. Solo recibir no estaba bien. A él le correspondía darles gozo a los dos hombres que tanto lo amaban.
    Haciendo equilibrio como pudo Misaki sujetó tímidamente el hinchado pene del escritor, abriendo su boca sacó la lengua para acariciar con ella el miembro.
    -Ah…- el escritor fue incapaz de contener el gemido que brotó del fondo de su garganta.
    Akihiko de pronto se sintió perdido. La inexperiencia de Misaki era muy obvia, pero que aquel dulce ángel al que amaba con todo su corazón y su alma y a quien le pertenecía su ser completo le estuviera dando aquel tipo de servicio era más estimulo de lo necesario.
    Misaki lamió como pudo, tratando de imitar lo que tantas veces había sentido y, tratando también de no gritar por causa de las sensaciones que recibía de parte del dibujante. En un acto de valentía y deseo que él mismo no entendía se llevó el miembro a la boca intentando succionarlo.
    Akihiko que entre suspiros y espasmos de su cuerpo, recibió una a una las caricias de la dulce lengua. Desde abajo a arriba, de una lado al otro, de cuando en cuando incluso la punta. Ahora luchaba por controlarse mientras veía maravillado a niño tomar su pene en su boca. Misaki había avanzado mucho y Akihiko no le importaba esperar hasta que lo hiciera mejor. Él se tomaría el trabajo de enseñarle paso a paso. Quería enseñarle lento y esperaba que el castaño aprendiera despacio. Repetiría la lección una y otra vez. Estaba seguro de que cada vez le sería tan tierna y erótica como ahora. Tomando la cabecita castaña en sus manos el escritor comenzó a guiar sus movimientos.
    Misaki no sabía cómo describir o nombrar lo que su cuerpo sentía justo en ese momento. Más bien, ni siquiera se molestaba en pensar en eso o en ninguna otra cosa.
    Ijuuin-sensei lo embestía con fuerza y por cada estocada que recibía el placer y el gozo le recorría el cuerpo, lo hacían estremecer. Quería retorcerse, para liberar a su cuerpo del dulce tormento pero el mangaka lo tenía bien sujeto, su cuerpo era empujado atrás y adelante según el hombre deseaba, su espalda se erizaba y él no podía hacer nada.
    Quería gemir y gritar pero su boca estaba ocupada.
    Misaki se esforzaba también en aquello, deseaba en lo profundo que Usagi-san se sintiera bien, temía decepcionarlo. Cuando los largos dedos se metieron entre sus cabellos supo que no había nada de qué preocuparse, su amante lo guiaría gentilmente, él solo le tocaba seguirlo. El miembro de Usagi-san…de solo pensarlo le daba escalofríos. Él lo había tenido en su interior muchas veces y estaba consciente de sus proporciones, pero tenerlo en la boca y sentirlo palpitar en su paladar, entrar hasta casi tocar la garganta, era una sensación distinta y muy extraña. Sabía que se suponía debía succionar, más un lado curioso despertó en su interior y comenzó a tocarlo con la lengua. Siempre creyó que el escritor exageraba al hacer eso, ahora por fin entendía cómo se sentía. Tuvo su recompensa cuando un fuerte estremecimiento sacudió a su novio, inclusos sus grandes manos temblaron. No era humillante ni sucio darle placer a quien amas
    Kyö por su parte no se detenía, entraba y salía del cuerpo de su amado deslizándose entre sus glúteos. Su cálido interior era tan suave y delicioso. Era una pena que no pudiera disfrutar de sus gemidos pero no importaba. No importaba. Justo ahora en esa cama de hotel Misaki era suyo. No recordaba haberse sentido así antes. Definitivamente nunca en su vida experimentó algo como eso. Misaki recibía, sinceramente sin tapujos ni engaños lo que él le ofrecía.
    Fuego. El dibujante creyó estar siendo consumido por las llamas. Olvidando sus restricciones comenzó a gemir y jadear.
    -Ah…Misaki- Kyö descubrió que todo se multiplicaba si decía su nombre mientras lo penetraba- Misaki…- con cada estocada lo nombraba
    El castaño escuchó su nombre en la vos del dibujante, le respondió moviendo sus caderas, haciéndole saber que se sentía bien, que disfrutaba del placer que le entregaba.
    Los dedos del escritor guiaban los movimientos de la cabeza, hundiéndola en la entrepierna del hombre mientras la acariciaba.
    -Así Misaki- dijo ronco y excitado- sigue así mi amor.
    -¡Ah! muy estrecho- se quejó con deleite el dibujante.
    Entonces esos dos hombres le dedicaron dulces y húmedos sonido en sus voces profundas mientras lo tenían en sus brazos.
    Misaki escuchó ¿ellos en serio se sentían bien? ¿De verdad los hacia felices?
    Mientras recibía las embestidas de Kyö y su boca era atacada por Usagi-san se dejó llevar por las sensaciones. Era como si una poderosa ola lo tomara desde una playa tranquila y lo arrastrara a lo más profundo del océano. Una, dos, tres…mil sensaciones placenteras se presentaron en su pequeño ser confundiéndolo, mareándolo, llevándolo a lugares no había imaginado antes.
    Indescriptible. Su cuerpo se fragmentaba en dos. Kyö lo penetraba con fuerza, sujetando sus caderas, rápido, profundo; él jadeaba y repetía su nombre con adoración.
    Usagi-san movía sus pelvis también, sus gentiles manos le indicaban el ritmo que debía seguir. Él mantenía el cabello castaño hacia atrás despajando sus ojos verdes. Sus aterciopelados gemidos se le escapaban de la garganta cada vez que la lengua del más joven tocaba su miembro. Misaki, a través de una pocas lagrimas distinguía muy bien al escritor que volteaba su cabeza como mirando al techo y como su cuerpo fornido se estremecía por las caricias.
    La frágil figura se contraía cada vez que las sensaciones que los dos hombres le daban se encontraban y chocaban con fuerza descomunal, explotaban envolviendo su ser entero un calor ardiente y abrazador, en tibieza gentil. Misaki deseo que ellos sintieran algo parecido.

    Akihiko, ciertamente, ya estaba recorriendo el camino de la perdición. Hacía tiempo que no recibía ese tipo de atención y lo estaba disfrutando al máximo. Por supuesto esa no era la razón por la que gozaba tanto. La inocencia de su amado lo estaba enloqueciendo. La forma tierna en que su lengua intentaba estimular su miembro, el que pusiera todo su esfuerzo para complacerlo lo volvía loco de amor, porque los sentimientos que Misaki le mostraba eran palpables, reales, sinceros y fuertes. Justo en ese momento le estaba costando no moverse violentamente en esa boquita tan linda. Se contendría, disfrutando de su dulce agonía.
    Kyö se sentía afiebrado, su cuerpo casi no obedecía sus órdenes y solo le pedía más y más de la adictiva sensación que recibía a cada movimiento de sus caderas. Desde que se decidió a comenzar todo aquello una parte de él no había dejado de decirle que hacer semejante locura solo le daría dolor, que solo serviría para confirmar lo que ya sabía y no había lugar para él en el intimo mundo que esos dos compartían, que solo acabaría con el corazón roto, que solo tendría placer carnal, pasajero y vacío, pero quizás fuera solo su imaginación nuevamente pero sentía, empezaba a sentir que el castaño le transmitía un cálido sentimiento, tierno e inocente, puro. No era lo que Kyö anhelaba era solo lo que Misaki podía darle, y él estaba feliz de aceptarlo.
    El dibujante acaricio la firmeza de las nalgas y se aferró a ellas como si temiera que el castaño escapara, lo penetró al límite de sus fuerzas gritando su nombre
    El escritor deliraba de éxtasis, sentía que podía seguir así toda la noche. Sin ser capaz de evitarlo se hundió en la boca y sujetó la cabeza con fuerza impidiendo que se alejara. Se arqueó y gimió sin pudor.
    Su ser, su cuerpo, su alma se quebraron en dos y se reconstruyeron en un instante. En la cima del placer Misaki dejó salir su escencia violentamente, manchando las finas sábanas del hotel. Mientras en la cúspide de su orgasmo dos cosas distintas e idénticas pasaban. Cálido, abrumador; la semilla de dos hombres estallando en su interior. La del dibujante quedó retenida por un odioso trozo de látex (otra condición del escritor), mas eso no impidió que Misaki la sintiera. La de Usagi-san le llenó la boca y él, Takahashi Misaki, se esforzó por tragarla.

    Tan pronto como el novelista y el dibujante dejaron su cuerpo, el castaño se desplomó en la cama, tratando de recuperar el aliento y el sentido.
    Los hombres lo miraron con amor, se acercaron a él y se recostaron rodeándolo mientras ellos también se reponían. Lo acomodaron boca arriba y se dedicaron a mimarlo dulcemente.
    Akihiko arreglo el cabello castaño cepillándolo con sus dedos. En lo que lo miraba y se dejaba enamorar por él, iba dando pequeños besos en la mejilla.
    Kyö enredó una de sus piernas con la del pequeño solo para sentirlo más cerca, acarició su pecho y se escondió en su cuello.
    Ellos solo disfrutaron dulcemente, en el silencio, del calor de sus cuerpos.
    “Pureza” de pronto parecía una palabra tan extraña y sin razón. Si bien en el inicio de su relación con Usagi-san sintió el peso de la ética social ahora no encontraba significado en eso. Misaki no lograba saber cuál era el lado impuro o sucio en lo que ellos tres estaban haciendo. El rostro de los dos de pronto entró en su campo visual eclipsándolo todo. En sus miradas, en lo profundo de sus pupilas Misaki no halló nada más que sentimientos puros.
    -Misaki, mi amor ¿te encuentras bien?
    El castaño no respondió y adoró la forma en que su escritor lo llamaba esa noche “mi amor” lo hacía sentir tan bien, tenía tanto significado para él.
    -Misaki…
    Miró a uno y luego a otro y asintió sonriendo casi en ensueño.
    -Lo nuevo, lo que ya conoces- dijo el escritor delineando la mejilla y el mentón, tocando los labios- todo puedes descubrirlo de nuevo si así lo deseas.
    -Se hará lo que Misaki desee- completó el dibujante tomando la otro mejilla.
    El calor les llegó a los hombres desde la suave piel que acariciaban, el castaño se había sonrojado. Por supuesto el pequeño que amaban jamás lo diría, sin embargo les dedicaba una mirada febril.
    -Eres tan lindo.
    -Eres tan tierno.
    Coordinando sus movimientos, cada uno por su lado, fueron dejando la carita del castaño hasta el pecho. Ninguno había tenido suficiente todavía debían saciar el placer que sus cuerpos les demandaban. El peli-plata por el perfil izquierdo, pues el corazón del oji-esmeralda le pertenecía. El mangaka por el perfil derecho, sin protestar.
    Acariciaron en pecho y bajaron, el vientre, aún más abajo. Sus manos recorrieron la piel que ambos amaban ¿Quién tenía los sentimiento más fuertes? No importaba, no ahora.
    Kyö tocó despacio la figura desnuda del niño que reposaba mansamente en la cama. En un punto casi no podía creerlo se deleitó con la vista. Sus ojos trataron de memorizar curvas y líneas. Era hermoso. Tal vez en un futuro no muy lejano tendría el valor de dibujarlo recreando en un lienzo toda esa belleza inocente y erótica. Por ahora se contentaba con mirar y tocar. Su vista se topó de pronto con la intimidad semi-erecta del castaño. Por alguna razón volvió a sentirse atraído y deseoso de tocarlo. Lo había tocado, lo había estimulado sí, pero ese primer contacto no fue suficiente solo le quedaba asumir que, independientemente de lo que se ego pensaba, recibió también un extraño y novedosos placer al tener entre sus manos la hombría del castaño que lo alentaba con suspiros y jadeos.
    Akihiko observó todo. Ese dibujante ya podía dejar de comportarse como un principiante. Lo dejó en lo suyo mientras él se acercó al oído de su pequeño y le susurró palabras que solo ellos dos compartían mientras el otro se sonrojaba. Después tuvo ganas de jugar. Masajeando los muslos llegó hasta uno de los pies. Lo tomó con las dos manos y con devoción lo besó. Misaki suspiró. Akihiko lamió el pie y la risa infantil del castaño sonó clara y limpia.
    -Usagi-san me haces cosquillas- se quejó risueño. Fue tan tierno que le derritió el corazón
    Kyö que se todavía se encontraba perdido en sus cavilaciones reaccionó al escucharla. Lo miró sonriendo y entonces el pequeño le devolvió una mirada chispeante como las que tanto le fascinaban. Era tan tonto intentar resistirse a tocarlo después de todo nada lo detenía. Decidido tomó el miembro nuevamente
    -Ah…- ¿era muy pronto para volver a recibir atenciones ahí? ¿Había tardado en hacerlo? Misaki no lo sabía, se dejó llevar por las primeras estimulaciones. Sus ojos verdes viajaron como buscando algo en la habitación.- Sensei…
    No eran las expertas manos de su amante las que sentía pero los dedos del dibujante alrededor de su pene subiendo y bajando se sentían muy bien. De pronto se encontró con una profunda mirada amatista. Él no se había movido desde que Kyö comenzó a masturbarlo. Misaki entre suspiros se permitió perderse en el mar violáceo. Akihiko era el hombre más apuesto sobre la faz de la tierra, su rostro varonil era la perdición de cualquiera que se atreviera a mirarlo. Misaki levantó su manito en dirección al hombre, llamándolo y él entendió el mensaje. Posicionándose a la altura de su pelvis el escritor acarició la cadera dejando caer su mano delineando su ingle ¡Por fin volvía a tocarlo!
    El escritor también deseaba ese placer. Desea, lo mismo que el dibujante, sentir el miembro endurecerse bajo su palma y responder a la presión de sus dedos. Se quedó un momento mirando los gestos del castaño en lo que otro hombre lo estimulaba mas no iba dejar que disfrutara solo.
    -Usagi-san…- Misaki también lo quería, lo invitaba a que participara, le decía que no se alejara; disfrutaba del placer del dibujante pero también reclamaba el suyo.
    Sin dudarlo tomó el pene que se estremecía en poder del mangaka. Kyö aceptó el cambio momentáneo.
    -Ah…- todo era distinto la temperatura, el ritmo, la sensación que su cuerpo recibía. Mientras su cuerpo se calentaba y sus latidos se aceleraban lo mismo que su respiración Misaki se negó a hacer comparaciones. Un dulce de fresas, un dulce de chocolate ¿Cuál era mejor? Eran cosas distintas no podía compararlas entre sí, los dos eran deliciosos.
    Akihiko aumentó el ritmo. Le gustaba esa parte aunque el contacto de su cuerpo no era total se excitaban e incitaban mutuamente. El castaño se arqueó, levantó las caderas como buscando mayor contacto. Él le respondió apretando un poco el pene y como pudo se inclinó dejando un beso en la punta.
    La vos Misaki sonó como una protesta disfrazada, el escritor sabía lo que el castaño quería mas no se lo daría, en lugar se ese volvió a subir el ritmo, tirando del miembro, lo que hizo que su dulce amante se removiera sujetando las sabanas.
    Kyö miró, contempló los gestos de agónico placer de Misaki. Decidido, reclamó el derecho sobre esa parte del oji-verde, el escritor lo cedió. Era impresionante, estaba tan endurecido y caliente. Cuanto lo sacudió el pequeño se estremeció y volteando sus rosto a un lado con los ojos fuertemente cerrados y con la mandíbula apretada reprimió lo que hubiera sido una hermoso gemido. No lo iba a permitir, le gustaba su vos y quería escucharla, volvió a sacudirlo, a estimularlo; abajo y arriba.
    El escritor que había captado las intenciones del mangaka también las compartía, por lo cubrió la parte superior del cuerpo que reposaba en la cama con el suyo y acercándose al oído del castaño, le habló con vos ronca.
    -No sientas pena- le dijo- ¡Vamos grita! – mordió con fuerza el hombro
    Misaki pronto se aferró a la fuerte espada del peli-plata que era mucho mejor que las sabanas para sujetarse, enterrando sus dedos los músculos para no dejarlo ir. Akihiko no se resistió, si bien sus planes habían cambiado, la forma en que Misaki lo sostenía lo excitaba. Complacido, besó, lamió y mordió la sensual y tibia piel sin limitarse.
    Misaki se estremecía, gemía, su dulce vocecita resonado en la habitación deleitaba a los hombres que lo estimulaban. Kyö bombeaba su miembro, Usagi-san lo consentía y lo castiga por igual. Sintió que una poderosa electricidad le subió por la espalda.
    Gritó fuerte y claro víctima del nuevo orgasmo al que esos hombres lo había orillado. Su esencia escurría en las manos del dibujante. Las marcas de sus dedos quedaron rojizas en la espalda del escritor.
    Aun confundido, antes de que el frio lo atacara, Misaki sintió a los dos hombres recostarse a su lado. Aún entre jadeos el oji-esmeralda fue mimado dulcemente. Akihiko le rodeo el pecho con un brazo y se dedicó a dejar besito tras besito en la mejilla enrojecida. Sabía que a Misaki le gustaba eso, ser tratado con dulzura después de que alcanzara el clímax,y a él no había nada que le gustara más que complacerlo.
    Kyö presenció aquello y no le pareció mala idea imitarlo. Besó con ternura la mejilla una y otra vez. Abrazó el pequeño pecho sin que su brazo estorbara al del escritor, encontrando en eso un tibio encanto.
    Misaki respiraba, ya un poco más calmado, en lo que los dos hombres se dedicaban a acariciarlo. A eso se le llamaba ser consentido ¿no? el que ellos le dedicaran tantas atenciones, que estuvieran tan al pendiente de él. Ellos podían volverlo un caprichoso y por más que le gustaba mucho ser tratado así no podía dejar de pensar que estaba siendo egoísta. Quería, deseaba, darles algo a cambio y que se sintieran tan bien como él.
    Juntando todo el valor que tenía giró su rostro en dirección al escritor que estaba por besarlo en la mejilla y levantándose un poco logró robarle un beso a su amante y él le respondió.
    Akihiko abrió la boca dejando que el más joven entrara, explorara, jugara y recorriera tanto como quisiera. Realmente amaba que hiciera eso. Él podía convertirse en su esclavo solo para recibir uno de eso tiernos y dulces besos y perderse para siempre en sus labios.
    -Usagi-san…- susurró sonriéndole satisfecho con su travesura.
    Misaki giró para mirar al dibujante y en silencio lo invitó a acercarse, cuando lo tuvo cerca repitió su hazaña. De improviso se adueñó de la boca del hombre.
    Ijuuin que había sentido celos del beso que el escritor recibió, disfrutó al máximo del suyo y se sorprendió al notar que el lindo pequeño no era del todo inexperto, lograría ser muy bueno con el tiempo. Dejando todo de lado se dejó guiar, tratando de grabar en su memoria cada detalle y sensación. Recibir un beso de los labios del castaño era maravilloso.
    -Ijuuin-sensei…- musito el pequeño separándose lentamente y sonriéndole con inocente picardía.
    -Misaki, mi amor-dijo ronco Akihiko jugando con el duro pezón de su amante- todavía no terminamos. Estoy muy deseoso de ti mi lindo Misaki, ese beso que me diste logró volverme loco. Ya no resisto.
    Dicho esto deslizó sus dedo a largo del cuerpo hasta que se topó con el pene semi-erecto y sus dudarlo comenzó a acariciarlo sutilmente.
    -También quiero seguir jugando. Hay algo que todavía quiero probar- se atrevió a decir el dibujante acariciando el pecho y el vientre de un Misaki dispuesto a darlo todo.
    La mano del mangaka se coló entre las piernas del chico que dócilmente se dejó consentir. Se sumó al escritor para estimular la parte más íntima del joven.
    -¿Qué… qué quieren que haga? – preguntó entre sutiles jadeos
    Akihiko se incorporó en la cama
    -Apóyate en tus rodillas, mi amor, de espaldas a mí y con las piernas abiertas
    Misaki obedeció y entonces Kyö se recostó con la cabeza prácticamente debajo de la intimidad del castaño
    -Inclínate sobre mí- agregó el dibujante
    El joven obedeció una vez más y con su cuerpo cubrió la visión del mangaka. En cuanto a la vista que tenía delante…¿Qué podía decir? Su erección estaba justo debajo de la linda boquita cereza y él no sabía que sentir al respecto. No podía ser otra cosa más que deseo, si a alguien le parecía mal no le importaba en ese momento.
    Akihiko se acercó y su miembro prácticamente se posicionó solo en la entrada de Misaki.
    A Usagi le encantaba el momento previo a la penetración, jugar y torturarse un poco; frotar su pene rosando la entrada, moverse entre los glúteo, sabía que a Misaki también, asique apretó las nalgas con las dos manos y se movió insinuante.
    -Usagi-san…
    Kyö tenia que reconocerlo: la vista lo excitaba. La masturbación no fue suficiente, por lo tanto ahora cumpliría con aquello que antes no se atrevió, tomó el miembro que el escritor había dejado despierto y besó la punta
    -Sensei…
    Misaki se sentía al borde de un abismo profundo y repleto de placer. Usagi-san se movía pero sin entrar en él. Ijuuin apenas lo rosaba con sus labios. Ninguno de los dos le daba lo que quería. Decidido, Misaki movió sus caderas como desafiando al escritor y tomo el pene del dibujante entre sus dedos
    Misaki ya no podía esperar. Perfecto, porque ellos tampoco. Akihiko dejando de lado sus juegos entró de una sola estocada, Kyö no dudo en engullir el miembro del pequeño
    -¡Ahh!
    -¡Ah, Misaki!- estar dentro por fin era maravilloso ¡cuán cálido, cuan estrecho su amado castaño podía llegar a ser! En el primer instante Akihiko siempre experimentaba un fuerte estremecimiento, temblaba por dentro. Nunca se cansaría de hacerle el amor a Misaki ni en toda una vida, ni en toda la eternidad. Solo con Misaki Akihiko conoció el verdadero placer. Sin embargo lo sabía y muy bien si gozaba tanto era porque los dos compartían una conexión mucho más fuerte y profunda que la física. Los estaban unidos por el mismo sentimiento. Con Misaki lo que vibraba era su alma.
    Kyö también tembló, era como un sueño en el que Misaki le regalaba semejante servicio, era coronar un deseo cumplido. Aquellos delgados dedos rodeando su miembro, él no pudo ser más consciente de eso. Su sentido del tacto amplificado por el calor y el deseo lo sacudía enviándole sensaciones indescriptibles, dejándolo a merced de cualquier estimulo, vulnerable ante Misaki. Pero por más que la dulce sensación lo abrumara no olvidó que también deseaba darle placer al castaño que tanto amaba.
    Misaki intentaba por todos los medios que su cuerpo se controlara. Esta vez era diferente a la anterior, tenía la boca libre y eso era bueno porque de verdad necesitaba gritar, por otro lado las corrientes de fuego que lo sacudían eran también mayores a vez anterior y eso lo dejaba con pocas posibilidades de moverse. Usagi-san lo penetraba, Ijuuin-sensei le daba placer con la boca y él trataría de corresponderles lo mejor que pudiera. Era tan irreal como sentir que te desprendes de tu cuerpo y al mismo tiempo ser consiente de cada parte de él.
    Akihiko esperó. Estar dentro de Misaki era ya de por si complicado porque sabía que su pequeño podría llegar a sentir dolor si él no hacia las cosas bien y además esta vez su pequeño no la tendría nada fácil, podía imaginar lo que el dibujante hacia allí abajo y Misaki necesitaría un momento para respirar y adaptarse. Sin embargo era difícil controlarse. Lo amaba, lo amaba tanto que su pecho dolí de felicidad y amor. Acaricio suavemente la espalda, recorriendo la piel tersa, tibia y humedecida, llenándose de la sugerente imagen hasta que no resistió más
    -Voy a moverme ahora- dijo y se deslizó con cuidado, alejándose de la tibieza de su pequeño.
    -S…si- jadeando dio su consentimiento para que Usagi-san lo tomara como él deseara
    Kyö no se quedaría atrás, con cariño volvió a besar la punta del miembro y luego lamió por los lados rodeando el tronco con la lengua. Estaba en la entrepierna de Misaki y casi no podía creerlo, la incomodidad era lo de menos, lo disfrutaría al máximo.
    -Ah…ah…
    Usagi-san lo embistió, Ijuuin-sensei acarició con la legua y después se llevó su miembro a la boca, él apretó lo que tenía en su manita y movió sus caderas
    Akihiko jadeaba escuchando los gemidos de su castaño. Eran tan eróticos, siempre lo enloquecían llevándolo al límite y cuando creía que no podía más redoblaba la apuesta. Tomando la cadera con ambos manos y con tanta fuerza que sus lagos dedos se marcaron en la blanca piel embistió el cuerpo que tenía delante que se estremeció con él. Primero deslizarse y luego aumentar el ritmo hasta perder el control
    Kyö se esforzaba, trababa de enfocarse en su tarea sin perderse de las corrientes eléctricas que su miembro recibía. Succionaba, acariciando el pene de Misaki y se preguntaba si lo estaba haciendo bien.
    -Mh…sensei
    Mientras esa manito se deslizaba por su endurecido miembro haciéndolo estremecer, podía imaginar a la perfección esos blancos dedos rodeándolo, recorriéndolo esa dulce e inocente carita tan cerca de su intimidad gimiendo y jadeando.
    El oji-verde también duda si lo hacía bien en ese momento aunque si se esforzaba al máximo. Movía sus caderas para acompañar el ritmo de las penetraciones de Usagi-san pero en ese momento su pene entraba más en la boca de Ijuuin-sensei, esperaba que eso no le molestara. Para compensarlo trataba de deslizar su mano arriba y abajo sin aflojar la presión en el tronco del miembro del mangaka, sin darse cuenta lo hacía cada vez más rápido.
    Tenia que admitir que se sentía delicioso. Cuando Usagi-san se movían en busca de sus caderas, él las movía hacia arriba y entonces chocaban y podía sentir al escritor muy dentro de él, pero al mismo tiempo su miembro casi salía de la boca del dibujante y Misaki desplazaba sus manos abajo. Luego cuando Usagi-san amenazaba con salir de su interior él deslizaba sus caderas adelante y abajo y entonces su pene entraba por completo en la boca del dibujante para ser víctima de succiones y caricias pero al mismo tiempo el movía sus mano hacia arriba en la erección de Kyö.
    De alguna forma parecía que estaban coordinados y mientras tanto el castaño gemía sin importar que tan alto se escuchara.
    Akihiko se hundía con fuerza en su pequeño y a cambio se llenaba con esos deliciosos sonidos de gozo mientras su hombría era apresada con creciente presión. Conocía tan bien el rictus de placer extremo que pintaba la cara de su amante cuando hacia esos sonidos que podía verlo claramente si cerraba los ojos. La mirada verde esmeralda con el ceño ligeramente fruncido hacia arriba, su linda boquita rosada abierta y de ella escapando gemidos dulces y húmedos.
    -¡Misaki…!
    -Usagi-san ¡Ah! Si…
    Él no podía sentirse más completo. ¿Qué tan cerca se puede estar uno del otro? ¿Qué tanto duele la separación de los cuerpos? Hacía tiempo que había dejado de preguntárselo. Estaba seguro que sus almas estaban enlazadas y en momentos como ese lo sentía más que nunca. Cada vez que se hundía en él su alma se regocijaba y su cuerpo ardía de placer. Solo que ahora había un matiz diferente los movimientos de Misaki eran más atrevidos y sus dulces gemidos tenían una nota obscena tanto que podían excitar a cualquiera, hombre o mujer homosexual o no.
    No pensaba que fuera algo malo, jugar así disfrutar del placer que el cuerpo puede dar con una persona que te ama y respeta no mancillaría nunca la pureza del amor que ellos se tenían porque sus sentimientos era fuertes, porque su amor era el más fuerte.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡OHH!
    Los fuertes sonidos, casi gritos le indicaron que el momento se acercaba. Aferrándose con fuerza a la cadera de su Misaki arremetió con fuerza contra ellas hasta llegar a lo más profundo. Su corazón bombeando a todo galope. Su cuerpo incontrolable.
    Kyö estaba perdido y mareado, si alguien le preguntaba su nombre no lo recordaría, ya no recordaba nada y nada importaba. Solo el ahora y las sensaciones que abrumaban todos sus sentidos. Cada fibra sensitiva estaba en alerta y siendo estimulada al máximo, pero por sobre todo había una calidez que era casi dolorosa en el pecho. Escuchaba los gemidos del oji-verde que pensó que era un canto de sirena que lo llamaba a su perdición. Seguiría ese canto con gusto. Sintió que la electricidad lo recorría y tuvo ganas de gritar pero en lugar de eso se ocupó de darle a Misaki la más fantástica de las experiencias.
    -Se…sensei ¡AH!
    El castaño se sacudía y se arqueaba, se estremecía y retorcía, se erizaba y suspiraba. Sus caderas jugaban en un vaivén entre Usagi-san e Ijuuin-sensei. La estimulación en los dos lugares a la vez era demasiado para él. La situación era parecida a la de antes pero diferente a la vez. Si antes había sentido que su ser era despedazado y recreado en un instante ahora podía decir que sentía la fuerza de lo incorpóreo mezclándose con lo corpóreo. Lo extrasensorial y lo sensorial sacudiendo su cuerpo en múltiples descargas.
    -AH ¡sí! ¡MAS! ¡MAS!
    Sucedió lo impensado y es que no había forma de evitarlo Usagi-san lo embestía frenéticamente Kyö le succionaba y acariciaba la hombría con sus labios, con su lengua. El placer era demasiado exquisito para negarlo o restringirlo.
    Ellos escucharon los gritos demandantes de quien les daba semejante gozo y estremeciéndose no pudieron sino complacerlo.
    Con un gruñido ronco Akihiko se entregó a Misaki embistiendo con potencia abrumadora, Kyö se aferró al miembro como si no quisiera soltarlo. El pequeño cuerpo fue canal de las energías que confluyeron en él, a través de él.
    -¡AHHH! –Misaki grito alto y claro porque Akihiko empujó fuerte y tan profundo como nunca antes.
    Akihiko apretó la mandíbula solo escucharlo mientras el cálido interior la apretaba y succionaba para no dejarlo ir. Sintiéndose completamente suyo, la esencia del escritor estallo en el interior del castaño.
    ¡Ah! ¡AH! ¡AHHHH!- justo cuando el pene del escritor estimulaba el punto mas recóndito de su ser sintió el calor llenarlo por dentro y se liberó en la boca del dibujante.
    Kyö se sacudió, recibiendo gustoso la esencia del lindo castaño, a cambio los dedos lo apretaron, bombeando con fuerza, mientras la vos resonaba alto y el aliento de Misaki le quemaba la piel. El calor y la electricidad lo arrasaron obligándolo a terminar con fuerza entre los dedos de aquel dulce castaño
    Placer fue todo lo que quedó en ellos. Arrojados a las estrellas y vueltos a la tierra. Abrazados por una llama ardiente hasta que de todos se redujo a cenizas, arrastrados por una tormenta que los llevaron al punto máximo de éxtasis, solo pudieron sucumbir.
    Cuando todo terminó los ecos de los jadeos y los suspiros aún resonaban en el aire suspendido de aquella habitación de hotel. Sus cuerpos poco a poco trataban de relajarse, recuperar un poco de normalidad después del esfuerzo. Akihiko fue el primero en moverse. Despacio y con mucho cuidado salió del interior del castaño, entonces vio que le temblaba las piernas y los brazos. Lo tomó suavemente por la cintura para que no se cayera alzando el cuerpecito tibio y húmedo hacia él.
    Kyö, todavía abrumado por el segundo mejor orgasmos que había tenido en su vida–pues el primero lo había tenido en el interior del castaño- notó que el chico era apartado de él se incorporó para ver a Misaki en los brazos del escritor, como si fuera arrullado por este con una tierna y cautivadora expresión adormilada.
    El oji-verde estaba agotado, sintió los brazos de Usagi-san y como lo recostaba en su pecho. Lo encontró muy cómodo, mirándolo se encontró con los ojos amatistas que le devolvían un brillo hechizante. Una mano, cuyo tacto había conocido esa misma noche le acarició la mejilla y mirándolo descubrió que él le sonreía con gentiliza.
    -Tengo mucho sueño- dijo simplemente.
    Akihiko rió suavemente, él era tan tierno que una simple frase podía derretirle el corazón, justo como ahora.
    -Entonces vamos a dormir-
    -Debes estar cansado- concordó el dibujante que se dejó invadir por el mismo sentimiento que el escritor tenia.
    Kyö se levantó mientras Akihiko retenía el cuerpito para darle calor mientras él acomodaba la cama que había quedado desecha. Cuando estuvo lista el escritor acomodó a Misaki en el centro. El castaño se dejó hacer demasiado cansado y relajado para quejarse o pensar, entonces Usagi se acomodó a su izquierda mientras que sensei se acostó a la derecha
    -Buenas noches Usagi-san- habló en un susurro
    -Buenas noches, amor mío- le respondió regalándole un dulce beso en sus rosados labios
    -Buenas noches Ijuuin-sensei- dijo girando la cabeza para míralo
    -Ten dulces sueños, Misaki- le respondió y no se privó de besarlo
    Misaki no supo más, cayó en un profundo y plácido sueño mientras era abrazado por los hombres a su lado. Ellos por su parte compartieron un último pensamiento antes de dormir ¿Qué tan dulces seria aquellos tres días?
     
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