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Mona x Sacarosa | Drabble

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    Shut your mouth and let me speak

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    Disclaimer: los personajes no me pertecen mí, sino a Mihoyo
    Pareja: Mona x Sacarosa
    Género: Romance/Erótico
    Palabras: 500
    Rating: +18
    Conceptos usados: 11. Me gusta que me miren || Sexo en público, o donde los personajes pueden ser vistos.

    Callejón



    Es increíble lo mucho que puedes descubrir de una persona cuando empiezas a conocerla capa a capa. Después de meses saliendo juntas, la timidez de Sacarosa se había esfumado.

    —Mona.
    —¿Qué pasa?

    Me besó con ternura en los labios delante de la herrería de Mondstadt. Entonces fue cuando se notó más la desfachatez que había aprendido a mostrar. Me señaló con la cabeza un callejón cercano a mi casa. Estaba bastante a la vista, aunque tenía algunas cajas bloqueando una parte. Sacarosa sonreía con toda la inocencia del mundo, pero yo sabía exactamente qué me estaba pidiendo.

    —Eres incorregible -suspiré con falsedad. Me encantaba cuando se excitaba en plena calle. Era cuando más gemía, mi melodía favorita.

    Me llevó de la mano hasta el callejón y me mostró esa sonrisa de pervertida que adoraba.

    —Te lo has estado imaginando ya, ¿eh? —me acerqué a su oreja—. Eres una exhibicionista.
    —Para ti soy lo que sea, Mona. ¿No vas a tocarme?

    Fingí sorpresa, por lo descarada que estaba siendo, y la arrinconé con un brazo y una mirada de cazadora. Le encantaba. Entonces me di yo el placer: deslicé una mano por debajo de su falda y palpé su ropa interior. Estaba empapada.

    —¿Ya estás así? Impaciente -dije con una risita.
    —No me hace falta nada elaborado, pero quiero que…

    La empujé con la mano que tenía libre contra la pared mientras juntaba los dedos de mi otra mano, presionando su ingle. Ella soltó un gemidito ahogado.

    —¿Cómo te atreves a darme órdenes? Suplícamelo.

    Su excitación estaba a la par que la mía, pero yo no me sentía frustrada por no estar siendo complacida. Fue aún más placentero para mí cuando intentó frotarse con las piernas y protestó porque metí la rodilla para evitarlo.

    —Suplícamelo, zorrita rebelde —repetí. Tuve que controlarme, por el enorme cosquilleo que me dio pronunciar esas palabras.

    Sacarosa se apoyó en mí y se rindió:

    —Por favor, Mona, tócame, mastúrbame, haz que gima.
    —Así me gusta.

    Mi pareja sonrió de inmediato y puso una cara de lascivia total cuando empecé a tocarla rápidamente. Por los Siete, cómo me ponía ver lo desinhibida que era. Así que escogí su forma favorita de hacerse un dedo: uno tocando el clítoris sin compasión y otro asomando por la entrada de la vagina. Sacarosa adoraba sentir que podía ser penetrada en cualquier momento por mí. Y los gemidos no tardaron en llegar.

    —Sshh, zorrita, no queremos que nos escuchen.

    Le tapé la boca con una mano, pero la muy guarra empezó a lamérmela para distraerme. Suerte que no pudo seguir, porque empezó a temblar y llegó al orgasmo. Pensaba que perdería la compostura.

    —Ha sido una pasada… —dijo.

    La abracé con ternura. Me encantaba mimarla después de terminar, siendo ella tan cariñosa siempre. Sacarosa me miró preguntando por mí, pero le dije:

    —No te preocupes, yo ya tengo todo lo que quería.

    Y le lamí la mejilla con dominancia. De repente, ya caminábamos hacia mi casa, para la segunda parte.
     
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