33° Reto Literario "San Valenkink" – Detroit: Become Human, «(severa) inestabilidad del software»

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    Por la gracia de Soraya Montenegro, yo te invoco Ñeh
    SPOILER (click to view)
    JA. Esto no te lo viste venir así de rápido, ¿eh? Sinceramente, yo tampoco. Yo daba ya por perdido y enterrado mi kinktober, pero diosito me quiere y dijo “mira, ten otra oportunidad”, ¡heme aquí llenando el forito de perversiones en nombre del señor! (tengo billete de primera clase dirección el infierno, lo sé) 🔥
    En fin, ¿qué te digo a estas alturas? A leer y disfrutar, y siento haber tardado meses en dar forma a esto, wow, batiendo récords aquí. 🐌✨

    También te digo que escribía el fic tal que así, imagina pues lo que ocurre en él. 🙈
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    QUOTE
    Título: (severa) inestabilidad del software
    Fandom: Detroit: Become Human
    Pareja: RK900 (Conrad) / Gavin Reed — REED900
    Concepto usado: húndeme (8)
    Género: cochinada, romance turbio (de los que nos gustan)
    Advertencias: PISSPLAY no podías haber pedido otra cosa, no, ella quería fluidos extraños en boca ajena. Diosito te está juzgando, que lo sepas 🙏✨
    Advertencias (2): lenguaje soez, Gavin es el narrador y ya sabemos todos cómo habla.
    Longitud: 1675 palabras

    Disclaimer: los personajes no son míos, pero prometo tratarlos con todo el amor que se merecen~

    —————



    (SEVERA) INESTABILIDAD DEL SOFTWARE
    Es mi androide. Todo el puto mundo insiste en que Conrad —o el «modelo RK900», como dicen fichas y papeles— es mi puto androide. Y no sólo es mi androide, resulta que también es mi compañero, ¡ésa sí que es buena! Mi compañero es un pedazo de plástico. La persona —porque los compañeros deberían ser eso: personas de carne y hueso, no putos androides— con la que me juego la vida en cada misión, con la que tendría que conectar de sólo una mirada, con la que pasaría horas enteras, y días enteros, y meses, e incluso años de mi vida… ¡esa persona es un puto androide!
    Venga ya, hay límites para las bromas.

    En fin, que desde hace unas semanas tengo un perrito guardián conmigo. Y vuelva a la hora que vuelva a casa, ¿quién está siempre aquí en la puerta esperando? Conrad, ¿cómo no? Siempre está ahí: ¡siempre! Ojalá pudiera denunciarle por acoso, porque no me deja ni a sol ni a sombra, ¿tengo que salir a comprar? Él viene conmigo, pero no carga ni una sola bolsa. ¿Ir al gimnasio? También se apunta y se queda bien lejos de cualquier aparato. ¿Me apetece comer fuera? Por supuesto que también viene, a mirarme comer en la mesa, claro. Gracias a CyberLife por darle la capacidad de ocultar su sensor, cuando no lleva el uniforme de la compañía parece un hombre normal. Un hombre con un palo metido por el culo de lo insoportable que es, pero un hombre al fin y al cabo, no una máquina. No muero de la vergüenza cuando voy con él, es un punto de lo más positivo.

    Esta noche volví tarde a casa y sí, admito que tomé un par de copas de más en el bar. ¡Pero no es mi culpa! La noche de Margaritas es eso: noche de Margaritas, ¿cómo iba a decir que no? Con cada trago regalan otro, y por una vez Conrad me dejó algo de intimidad, prefirió esperar en casa o qué sé yo, no me importa, que haga lo que quiera.

    —Gavin, tu nivel de alcohol en sangre es anormalmente alto. —Es la bienvenida que tengo, hace que me duela más la cabeza mientras busco mis llaves—. Triplicas la tasa permitida, ¿has vuelto conduciendo? Gavin, eso ha sido una imprudencia terrible: eres policía.

    —¿No me digas? —Quiero cerrarle la puerta en las narices, pero no le cuesta mucho sujetarla con la mano, detener el portazo y entrar detrás de mí—. Lárgate. Déjame en paz.

    —No me pienso ir, estás borracho. Susceptible a cometer alguna imprudencia que me gustaría evitar.

    —No estoy borracho. —No del todo, quiero decir. Todavía puedo hablar. De hecho, venía hablando con el taxista, aquí el señor «soy el androide perfecto» se ha equivocado, ¿cómo voy a conducir así? No quiero perder el trabajo. Se supone que los policías debemos dar ejemplo, ¿no?

    Llego a la cama entre tambaleos, caminar mientras me quito la ropa no fue una tarea fácil, y me dejo caer como un tronco recién talado. Quiero dormir lo que queda de noche, y rezar, sí, rezar para que la resaca mañana no me destroce.
    Voy a tener que rezar una barbaridad.

    El plan de dormir la mona hasta la mañana iba bien pero, para mi sorpresa, el que lo arruinó no fue Conrad (como suele ocurrir), sino mi propio cuerpo, maldito traidor. Me habré dormido unos minutos —creo, no lo sé con certeza— y despierto con la vejiga demasiado llena. Un baño. Necesito un baño o me mearé encima.

    —Gavin, ¿qué ocurre? —Por supuesto, aquí está el omnipresente Conrad, mirándome desde su sitio, o sea, de pie a pocos pasos de la cama. Ni loco le dejo dormir conmigo, aunque no tengo claro que un androide duerma. Bah, ¿qué más da?—. No refunfuñes y contéstame, ¿estás bien?

    —Tengo ganas de mear y estoy demasiado lejos del baño. —Consigo sentarme y tengo que llevarme las dos manos a la cabeza, todo me da vueltas. El viaje al baño va a ser más duro de lo esperado. No sé si seré capaz de hacerlo sin caerme.

    —Puedo llevarte.

    —Ni se te ocurra cogerme en brazos. Vomitaré. —Tengo que advertirle porque se ha acercado, le ha debido faltar muy poco para tocarme.

    —Entonces hazlo aquí.

    No lo entiendo, ¿por qué se pone ahora de rodillas? Y justo delante de mí, separa mis piernas, abre la boca de par en par y se la señala. Oh dios, esto es excitante. No, espera: ¡es Conrad! ¡Joder! Es el puto pedazo de plástico. Y está ahí, de rodillas con la boca abierta, esperando por mí.
    De acuerdo, toca admitir que esto es demasiado y yo no soy de piedra, ¿vale?

    —Estás sonriendo, Gavin. ¿Quizás esto te gusta? —Y el muy hijo de puta se acerca aún más, deja las manos en mis rodillas y ahora hasta saca la lengua.

    —¿Y quizá tú quieras cerrar la puta boca antes de que te la parta de un puñetazo?

    —Sabes muy bien que no quieres que cierre la boca ahora, Gavin.

    Tengo que hacer un gran esfuerzo para no cerrar de golpe mis piernas y ahogarle entre mis muslos. Mierda, me gusta esa imagen, es sexy. ¿Pero con Conrad? Joder, ¿pero cuánto bebí en el bar? ¿Tanto me afecta el alcohol últimamente?

    Me calmo, tengo que calmarme, y me bajo un poco los calzoncillos. El resto de la ropa está desperdigada por la habitación. No, no la veo por ningún lado, ¿acaso Conrad la recogió? Bien, al fin hace algo útil como androide, uno doméstico. Sí, ese lugar le pega, lo que debería hacer es servirme como un fiel mayordomo, no darme jaquecas.

    Tengo que ponerme de pie, no puedo mear sentado, y cómo me duele admitir que si Conrad no me hubiera sujetado las piernas me hubiera caído. Estoy peor de lo que pensaba. Bajo la mirada para encontrarme con sus ojos, sí, también voy a admitir que son bonitos, ¿cómo no van a serlo? Están hechos en una fábrica, por supuesto que van a elegir el color más bonito que tienen disponible.

    —Me estás analizando. —Y es que veo cómo brilla su sensor, por no decir que se ha olvidado de parpadear.

    —Te analizo casi continuamente, Gavin. Podría decirse es parte de mi rutina.

    Ha admitido que me acosa, ¿verdad? Escalofriante. Esa frase da miedo, entonces, ¿por qué cojones me río? ¿Qué me pasa?

    Céntrate, Gavin. La prioridad no es mirar a Conrad, es usarle como un nuevo váter que responde cuando le llamo por el nombre. Dejo una mano en su cabeza, le tiro del pelo, no se queja. Le acaricio media mejilla (qué fácil es tener la piel perfecta cuando es sintética) y llego a su oreja, la pellizco y tampoco se queja. Podría meterle la polla entera en la boca y no se quejaría, ¿verdad? Ha pasado de androide doméstico a uno sexual, esto es interesante.

    Céntrate, Gavin. Céntrate.

    —¿Estás preparado? —Él asiente con un sonido parecido a un «uhum».

    Ni siquiera tengo que apuntar, vuelvo a tirarle del pelo y al fin puedo mear, ¡gloria divina! El alcohol debe afectar también a mi memoria, no recuerdo otra vez en la que una meada me pareciera tan satisfactoria. Noto mi cabeza caer hacia atrás, suspiro y relajo todo el cuerpo, caen mis manos a los lados. Es una sensación magnífica, no tan buena como el primer sorbo de café por las mañanas, pero es muy buena sensación de principio a fin, no consigo pensar en nada.

    Conrad se encarga de sacudir y recoger las últimas gotas. Joder, está lamiendo. Hijo de puta, ¿lo hace a propósito? Vuelvo a suspirar con los movimientos de su lengua, ¿cómo no? Y cuando se aparta me empuja para dejarme echado en la cama. Me desnuda y me preocupa no poder resistirme a esto, ¿estoy sonriendo? No lo sé, me abriga con algo, ¿la manta? ¿El edredón? No sabría decirlo, me dormí antes de darme cuenta.

    Cuando vuelvo a parpadear veo que ya es de día y, sorpresa, estoy vestido. A medias, eso sí, sólo llevo el pantalón del pijama. Ahora sé que sonrío, toda mi habitación huele a café, Conrad está en la cocina.

    —Buenos días, Gavin. —Tan educado desde buena mañana, no lo soporto—. Parece que has dormido bien, lo celebro. —Ah, buen androide, Conrad, me acerca una taza de café sin tener que decirle nada—. Me tomé la libertad de analizar tu orina, ¿te interesan los resultados? Son todos muy positivos, como me esperaba. Llevas una vida saludable, a excepción del café.

    —¿Qué eres ahora? ¿Mi médico?

    —Soy tu compañero, Gavin.

    —Los compañeros no hacen lo que nosotros hemos hecho. —Es incómodo hablar de esto, no me gusta, pero la mirada de Conrad se clava en la mía, no va a cambiar de tema. Bien, prefiero hablarlo aquí no en comisaría—. ¿Se ha dañado alguno de tus componentes?

    —Es orina, Gavin, no ácido sulfúrico. —Y sonríe el muy cabrón como si no pasara nada, como si no fuera nada importante—. Mientras dormías vomité todo el líquido, no me ha dañado, no tienes que preocuparte por eso. —Como si yo estuviera preocupado por él, ni de broma—. Gavin. —¿Qué quiere ahora? Quiero terminarme el café en paz—. Estoy listo si quieres volver a usarme. —No, no puedo con esta conversación desde tan temprano. Cuento hasta diez, dejo la taza en la encimera y le estampo la mano en la cara esperando que se calle, pero el muy capullo atrapa mi muñeca, no doy crédito cuando empieza a lamerme los dedos.

    —¿Qué crees que haces?

    —Saborearte.

    —¿Eres un puto caníbal ahora o qué te pasa? Suéltame. —Intento apartarme, juro que lo intento, pero en CyberLife fueron generosos dándole fuerza a los músculos de su nuevo androide—. Para ya, Conrad. No tiene gracia.

    —Claro que no la tiene, no estoy bromeando, Gavin. Cualquier día acabaré devorándote entero de arriba a abajo.

    Aterrador. Es aterrador, ¿verdad? Entonces, ¿por qué cojones estoy volviendo a sonreír?

    —————



    SPOILER (click to view)
    Permíteme que insista en el meme de Bob Esponja, porque lo que me ha gustado escribir esto es que no es ni medio normal. Venga, que me voy yendo ya a lo más hondo del infierno de las goloserías, te envío un souvenir desde que pueda~~ 👋👋👋


    Edited by Flamingori. - 16/2/2022, 20:41
     
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