Invicto | Sidon x Link | The Legend of Zelda

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    ɪ ᴡᴀɴᴛ ʏᴏᴜ ᴛᴏ ʜᴜʀᴛ ʟɪᴋᴇ ʏᴏᴜ ʜᴜʀᴛ ᴍᴇ ᴛᴏᴅᴀʏ

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    Nombre: Invicto.
    Pareja: Príncipe Sidon / Link
    Fandom: The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
    Rating: M +18.
    Cantidad de palabras: 2,364.
    Disclaimer: Evidentemente soy dueña de los personajes ni de la franquicia. Ya quisiera yo, pero los derechos me los está guardando Nintendo para cuando sea rica y pueda ir comprarlos. Also, lamento mucho si se me escapó algún detalle o si metí un error garrafal en cuanto a los personajes. Llevo años sin jugar Zelda y el título más reciente que tuve en mi poder fue el Wind Waker. Lamento mucho si mutilé a los personajes de esta presentación más reciente.

    Este fic está dedicado a la personita que por meses me ha animado incondicionalmente, aun en mis días grises. ¡Así es! Madre , esto es para ti. ¡Lo hice! ¡Lo hice, mamá! ¡Logré vencer finalmente mi bloqueo de más de un año y conseguí cerrar una historia. Lamento que no haya podido tenerla lista para tu San Valenkink, pero aquí está: una cochinada entre el tiburón de Bad Bunny y nuestra rubia temeraria. Sé que no se me da muy bien escribir porno, pero cruzo los dedos para que esto no sea lo peor que hayas leído (Y sí lo llega a ser, pues prometo que vamos a seguir practicando hasta encontrar la receta ideal). Gracias por las risas que nunca dejas que falten y por hacerte cargo de alegrar la vida de dos fatalistas.

    Invicto


    Han transcurrido más de tres semanas desde el día en que perdí el rastro de mi hyliano favorito. No he recibido una sola carta ni oído nuevos rumores del Héroe de lo Salvaje habitualmente provenientes de los pobladores de río arriba. De nuestro último encuentro siempre vuelven a mí las mismas imágenes: él buscaba apresurado su mapa olvidado en algún rincón de mi despacho y yo me ofuscaba detrás de una pila de documentos por atender. Él hablaba sobre sus asuntos al sur de Ciudad Goron y yo le deseé la mejor de las suertes en sus próximas noches sin compañía, al menos de mi conocimiento, en El gormilón.

    Por supuesto, Link siendo el impaciente de siempre apenas prestó atención a mis chistes mientras se calzaba las botas y no se acercó a mi silla hasta llegada la hora de su inminente partida. Nos despedimos de una manera un tanto melosa para mi gusto, frotando apenas nuestras narices y con un simple intercambio de un par de besos que yo catalogaría de tímidos. No podría decir que me hayan hecho feliz, pero a veces los picos eran la única alternativa a sus nervios susceptibles.

    Sí, Link aún se alteraba ante la cercanía entre su rostro y mis múltiples hileras de dientes.

    Tampoco lo culpo por ello, ambos somos primerizos en lo que respecta al mundo sentimental. Transgredir el espacio personal, ceder ante caricias bajo la armadura, compartir la cama; todo se ha ido relevando como un área de exploración completamente desconocida. Lo importante ahora es recordar que estamos trabajando juntos en esta pequeña aventura.

    Pero volviendo a la fecha actual, hoy por fin pude admitirme a mí mismo lo mucho que hubiese querido idear una excusa para haber conseguido prolongar su estadía al menos unas horas más. El problema fue que no lo hice. No me atreví. Le animé con mi mejor arenga y le prometí esperar. Y esperar se ha vuelto buena parte de la rutina.

    Siempre tuve en claro que no existe cosa que Link ame más que perseguir aventuras, aunque la mayor parte del tiempo sean las aventuras las que lo persiguan a él. Yo tampoco soy quién para exigir un cambio a su vocación. Cuando estamos juntos busco la manera de que las risas sean suficientes para olvidarnos de los males que aguardan allá afuera, de que nuestra única preocupación seamos nosotros. Nada de lo que yo intente podrá apartarlo nunca de su destino, Link ha sido y será siempre el campeón hyleano, nuestra más brillante estrella en el firmamento. Sin embargo, hasta donde yo sé, incluso los héroes de tiempo completo encuentran espacios en su agenda para relajarse de vez en cuando.

    Por eso mismo, luego de semanas sin noticias suyas, no me extraña recibir de parte de un curioso mensajero un sobre hecho casi pedazos por el contacto con el agua. Su contenido no es precisamente impresionante, no era más que un pedacito de papel con una citación a una zona no lejos de mis dominios, más precisamente la bahía de Lanayru. De más está decir que no hacía falta ser un genio para deducir quién sería su remitente. Su formato rudimentario y las escuetas palabras eran más que suficientes. La invitación implicaba abandonar por unas horas mi reino, pero la paz ha estado con nosotros desde hace un tiempo y sé que Link no solicitaría mi presencia de no ser absolutamente necesaria.

    Puede que requiera de mi ayuda o quizás sepa de alguien que la esté necesitando. Cualquiera sea el caso, decido ponerme en marcha lo más pronto posible. Sin embargo, iniciada mi aventura, mis inquietudes no terminan por relacionarse a la travesía, sino más bien al motivo que me convocó hasta ella. ¿Por qué citarme a un punto en medio de la nada? Probablemente haya sido culpa de la temperatura del agua o quizás del hecho de que el acceso a la cueva que terminó presentándose como mi destino fuese casi media cabeza más chico en comparación a mi tamaño, pero mi instinto me advirtió que algo no anda bien.

    Si Link esperaba por mí ahí dentro, entonces esto no prometía volverse un cálido reencuentro. Me encorvé lo más posible, pero ni así fui capaz de hacer pasar mi aleta entera. Las rocas raspaban y la anatomía de mi cuerpo tampoco hacía el trabajo más sencillo. Tras varios intentos fallidos, me vi obligado a probar suerte doblando mi espalda hacia atrás como si se tratase de limbo hasta que conseguí mi cometido.

    Para mi suerte, al menos el interior de la cueva ofrecía espacio suficiente como para caminar sin tanta dificultad. El lugar no parecía distinto al interior de otras cuevas. El olor a humedad era tan notorio como el musgo en sus paredes y cada cinco pasos mis pies se hundían dentro de un nuevo charquito. Avancé a tientas, con un brazo extendido a la altura de mi nariz y el otro sobre la empuñadora de mi espada y así me hice camino hasta ubicar la única luz al final del estrecho túnel.

    Efectivamente, en ese lugar una antorcha esperaba por mí, pero esta no me sería del todo necesaria. El recorrido terminaba allí. Al lado derecho, el único camino no cortado por más rocas, se revelaba una estructura iluminada no solo por una hoguera que ardía a unos metros, sino también gracias a la luna que ingresaba su luz a través de la cavidad abierta a varios metros sobre mi cabeza. La cueva… No, la gruta tenía una vista espectácular.

    —¿Link? —llamé juntando las manos para concentrar el sonido. El eco recorrió el lugar, pero nada pareció cambiar.— ¿Estás aquí?

    Caminé hasta la orilla y hundí los pies en el agua. Al menos eso me brindó cierta seguridad familiar. Entonces zambullí mi cuerpo intentando encontrar mis respuestas no en la superficie, sino en las profundidades. Nada parecía fuera de lugar, pero al menos el agua consiguió despegar mis ideas lo suficiente y disipó mis miedos.

    Al volver a la superficie me hallé sin embargo con un detalle que había pasado por alto de aquel sitio: un pequeño campamento montado en la orilla opuesta a la cual había ingresado. Una lámpara de aceite brillaba al costado de lo que parecía la entrada única a una carpa hecha con varias capas de telas de colores, la cual no me pude resistir a inspeccionar.

    —¿Link? —pregunté antes de remover la cortina de tela que me obstruía la vista de su interior.

    Ahí estaba. Mi lindo objeto de deseo, mi campeón hyleano, mi Link.

    Sin embargo nuestro encuentro no estaba ni cerca de ser como lo imaginé. Link no aguardaba por mí con restos de pescado frito y preparado para contarme una aventura. No. Al interior de esa carpa Link me esperaba bañado en una fragancia a incienso quemado y…

    —¿De dónde has sacado esto?

    Me refiero a no otra cosa que al atuendo tradicional de las mujeres de Gerudo, con un velo sobre su rostro y pedrería que adornaba las ya brillantes telas de colores turquesas y verdes, entre otras casi transparentes. El velo, la pechera, los pantaloncillos cortos. Todo indica que el cometido de ese traje cumplía satisfactoriamente su función, con él Link podría ingresar tranquilamente cualquier día a la Ciudadela como una mujer.

    Repentinamente mis preocupaciones habían pasado a ser otras. ¿Había tenido Link siempre una cintura tan pequeña? ¿O era parte de la ilusión que creaban el conjunto, los aromas en el aire y la lámpara colgando sobre el techo? Y, ¿eran esos los pendientes de ópalo que que lo vi comprar en el mercado la otra vez? Había estado seguro de que serían parte de algún regalo. Bueno, técnicamente parece estar siendo mi regalo.

    —¿Otra de tus visitas a la tribu? —pregunté mientras comenzaba a sacarme las insignias de encima para dejarlas olvidadas en algún rincón donde pronto acabarán también esa diadema en su cabeza y probablemente también sus pantalones.

    Link no contestó inmediatamente. Se le veía nervioso debajo de esas capas de ropas coloridas. Por un momento pareció incluso arrepentido de su pequeño plan.

    En mi interior brotó un desmesurado deseo por tirarme encima suyo, meterme entre sus piernas y sacudirlo hasta hacerle sonar como un monedero con todas esas alhajas que llevaba encima. Pero si Link, la segunda persona más ocupada que conozco después de la princesa Zelda, se tomó el tiempo de levantar este campamentoo, entonces lo mínimo que puedo hacer es apreciar su esfuerzo unos minutos más.

    —¿No vas a saludarme? —pregunté relamiendo mis dientes.

    No puedo ver su boca, pero pude imaginarla bastante abierta debido la cercanía de nuestros rostros. Link estaba temblando.

    —¿Puedo besar a la novia?

    Esta vez conseguí un asentimiento con la cabeza. Pude sentir mis branquias abriéndose y cerrándose de la pura excitación. Y algo entre mis piernas también había comenzado despertar. Me fui acercando hasta él y extendí el brazo hasta que mi mano tuvo a su alcance el rostro que tantos días había extrañado ver sobre mi almohada. El filo de mi uña cortó en un instante el cordón que mantenía arriba el velo y, de inmediato, la única barrera entre su boca y la mía terminó en el piso, tal y como predije.

    —¡Llevas los labios pintados! —señalé entonces sin caber en mi propia sorpresa.

    —¡Es solo bálsamo! —me corrigió, rompiendo así finalmente su silencio.

    Oh, ¡mi héroe del tiempo! Esos labios carnosos se me antojaban de tal manera que no pude contenerme un solo segundo. Sin importarme sus protestas, reclamé la boca de Link como mi patrimonio e hice de nuestro beso lo que me dio la gana: un mezcla entre amor y salvajismo que en momentos así se me daban de manera natural.

    Los gemidos de mi muchacho me animaron a proceder con mi accionar. Mi siguiente blanco fue su pechera, la cual levanté lo suficiente para dejar a la vista ese par de tetillas endurecidas que no tardé en deveorar también. En un arranque de pura excitación, dejé que mis dientes se hundieran de a poco sobre su piel. No mucho, por supuesto, solo lo suficiente como para dejar una marca color rosa con la impresión de mi mordida.

    Pronto, dejé de ser el único con cuerpo caliente. Link había comenzado a respirar a un nuevo ritmo y era incapaz de cerrar su boca. Sus manos detrás de mi cabeza prácticamente me incitan a seguir bajando, aun cuando sus dedos me pellizcaban como castigo por no medir mi fuerza.

    —¿No es gracioso que pueda verte así tenso de vez en cuando? —pregunté ya habiendo llegado con mi lengua a la zona baja de su ombligo.

    La dureza entre sus pantalones ahora era visible y yo con gusto coloqué ahí mi mano y apreté la carne entre mis dedos. Link soltó un quejido que, aunque de dolor, me resultó el sonido más sensual que pude haber escuchado.

    Bajé sus pantalones de un tirón y me encontré con una diminuta prenda que apenas cumplía la función de proteger de la vista sus genitales. La tela era tan fina al punto que una pequeña mancha oscura había comenzado a formarse en cierto punto específico. Estuve por tirarla abajo también, pero entonces un meneo sensual iniciado por mi amante me detuvo en seco. Link había comenzado a mover sus caderas y con ello habían sonado los adornos en su cintura. Claramente era señal de que quería que viera algo. La pregunta era, ¿qué? La respuesta no fue clara hasta que mi muchacho abrió sus piernas de par en par y dejó ver por completo la confección de aquel pedazo de tela que, desde este nuevo ángulo, desaparecía entre un dos montículos carnosos unido a ese par de piernas largas.

    —¿Una tanga? —alcancé a formular casi estupefacto.

    Sus labios se torcieron en una media sonrisa y otra vez movió su cabeza en señal de afirmación.

    —No quería que te quedaras de verla —me contestó con cierto tono burlón.

    Nunca me canso de comparar el prominente tamaño de mis erecciones con su diminuto abdomen. Recordar las formas que adopta su vientre cuando es forzado a recibir en tan poco espacio un miembro, o dos, de semejantes dimensiones logra hacer que mis escamas se crispen.

    Quiero llenarlo. Romperlo. Marcarlo. Borrar de ese rostro esa sonrisita socarrona que lo hace sentir invencible. Quiero hacer contigo lo innombrable.

    A partir de aquí no consigo recordar cómo logré preparar a mi amante ni los minutos que debieron consumirse entre jadeos e intentos fallidos por penetrar su interior. Hacerme camino en su interior siempre es difícil tras espacios de tan prolongados de noches sin estar juntos. El furor del momento no nos permite pensar con claridad y más de una vez es esa misma impaciencia la tarea que dificulta las cosas.

    Lo importante aquí es que una vez estuve dentro nada pudo detenerme. Mis caderas se movieron por sí solas y yo solo debí concentrarme en no propasar mis fuerzas. Mis tareas son específicas: prestar atención para no partirle una costilla o rebanarlo con mis garras. Eso y eyacular muy dentro de él.

    Link se puso en cuatro, una de las posiciones que más repudia por lo humillante de su naturaleza, pero esa noche no pareció importarle. Las alhajas en su cintura suenan como cascabeles y un torrente de maldiciones y palabrotas no deja de escapar su boca.

    Yo no encuentro el momento en que finalmente pueda liberarme en su interior. Mis embestidas continúan y mi segunda erección aprovecha la estrechez de sus muslos para encontrar su propio alivio.

    El orgasmo nos llegó con tal violencia que Link terminó perdiendo las fuerzas de sus rodillas y se estrelló contra el piso. Sus puños se abrieron para liberar las mantas que había tironeado todo el rato. Al girarlo, finalmente me encontré con su rostro atravesado por una expresión de éxtasis y penoso hilito de baba que iba desde su boca hasta su barbilla. Me tumbé finalmente a su lado y solo entonces me acerqué para darle un beso más apropiado para un reencuentro. Un beso cariñoso y libre de malicia que nos dejó a los dos preparados para disfrutar de nuestro habitual silencio posterior al coito. Ese momento en que ninguno de los dos buscaba responder al por qué de nuestros sentimientos o las circunstancias de nuestros actos.

    —Pensé que acordamos que no lo usarías salvo para misiones —dije refiriéndose a su disfraz.

    —Hoy tenía la misión de entretener unas cuantas horas a su majestad. ¿Acaso no lo conseguí?

    —Afirmativo. Misión cumplida.

    Mi héroe hyliano se llevó el puño a su pecho en señal de victoria. Había acumulado otro triunfo a su historial como el héroe número uno, manteniéndose invicto una vez más.

     
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    Superada la crisis de las etiquetas imposibles (😒 te miro a ti, forumfree, sí), ¡aquí me tienes leyendo y comentando!

    Lo primero: es muy refrescante leer algo en primera persona. A mí me cuesta muchísimo escribir en este estilo, tanto que prefiero no hacerlo, así que siempre se agradece este soplo de aire fresco(?) ¡y más si es Sidon el que narra! Ojalá todo el juego fuera sobre él, yo es que le daba todo mi dinero (el cual no es mucho) a Nintendo por un juego con Sidon como protagonista. 🦈😍

    Hablando ahora del ¿uniforme? de las Gerudo, que alguien se pasó todo el juego llevando a Link con esa ropa y no voy a decir quién soy. 🙄🙄🙄

    Otro apunte, porque no se nota que no hayas tocado el juego, ¡tiene todos los detalles! Los nombres de los lugares, las descripciones de la ropa, ¡que has mirado hasta el material de las joyas! De verdad que vas leyendo y te sientes de nuevo en Hyrule. No sé si te has documentado o has venido a casa a robarme el juego, pero vamos, mis dieces al esfuerzo investigador xd

    QUOTE
    Sí, Link aún se alteraba ante la cercanía entre su rostro y mis múltiples hileras de dientes.

    A VER no le culpo. Cualquiera tendría sus reparos con esto, llámanos locos por querer seguir con vida después de un beso o mordisquito demasiado cariñoso xd

    Yendo al tema golosería 🔞🔞🔞
    La imaginación es que se dispara pensando en Sidon y sus muchas posibilidades. Ya no es sólo la diferencia de altura y cuerpos, que también, es que son dos "cositas" y un solo agujero donde meterse. 🙈 Te ha quedado muy sexy la escena, con una mezcla tiernísima en Sidon entre "quiero un reencuentro bonito con mi marido" y un "voy a hacerle un hijo me da igual lo que digan las leyes de la biología"

    Fui a Google de curiosa, Sidon mide 2'96m.(fuente)

    (sobre Link) "Sus características físicas varían un poco de un juego a otro, aunque por lo general es un adolescente de baja estatura (...) En Breath of the Wild, Link mide 147cm. En los videojuegos de Hyrule Warriors, su estatura es la misma que la de Zelda". (fuente)

    Repito: Link 1'47m y Sidon 2'96m.
    MÁS DE UN METRO ENTRE LOS DOS
    SPOILER (click to view)
    ECTQUiSW4AE2JTm

    *me prende, y también me hace preguntarme cosas sobre mi salud mental xd


    Bien, como ya te comenté (e intentando reconducir el comentario para parecer mujer decente) ¡muchas gracias por el fic! 😭😭😭💕✨ Yo de verdad que no me esperaba esto, ha sido una sorpresa superagradable~ 🥺🥺🥺🥺🥺
    ¡Gracias otra vez! Me releeré esta historia más de una vez, lo veo venir~ 👀👀👀

    <3
     
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1 replies since 25/4/2022, 08:56   613 views
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