// 34.º Reto Literario "Fluff vs Angst" // Code Lyoko // Camiseta para dos

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    Me ha dado un venazo con la serie, así, sin más. Tengo otro fic preparado y pendiente de revisión. Empezamos con los chicos, luego ya llegarán las chicas.

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    Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a Tania Palumbo y Thomas Romain
    Pareja: Ulrich Stern x Odd Della Robbia
    Serie/caricatura/cómic/etc: Code Lyoko
    Género: Romance, fluff
    Palabras: 3698
    Clasificación/Rating: +12
    Advertencias: Ninguna

    Frases escogidas: FLUFF; en este orden: 11.“Por favor, quédate” / 7.“¿Esa es mi camisa?" (Pongo camiseta porque dialecto castellano) / Frases 13, 15, 25, pero no expresadas en voz alta.

    Camiseta_para_dos

    Que vivan mis portadas simplonas



    Camiseta para dos




    Yo de adolescente era esa clase de tío. Amargado, de morros todo el tiempo. Pillado por alguien que parecía tan amargado como yo. Ser Ulrich Stern era desagradable la mayor parte del tiempo y nada me detenía para demostrarlo. Incluso tenía un diario.

    En otras palabras, era emo. La reina del drama.

    Cuando se nos acabó la aventura de ser los salvadores del mundo en las sombras, sin Lyoko y sin X.A.N.A., tuvimos que enfrentarnos a un nuevo enemigo: ser personas normales. Y lo llevamos regular.

    Aelita despegó como artista y se convirtió en una estrella adolescente. Apenas la vimos durante el primer año. Se desmadró un poco. Sin padres que le advirtieran o le pusieran freno, se dejó mucho en los estudios, acudía a todas las fiestas donde la dejaran pinchar de DJ y la prensa quiso dar la nota con cotilleos del corazón sobre ella con muchísimos tíos y tías (mentira, según nos confesó).

    —He perdido la mitad de mi vida, sola, encerrada en Lyoko —decía—. Así que quería recuperar todo ese tiempo lo antes posible. Lo único bueno que he sacado ha sido dinero para mi futuro y descubrir que también me gustan las mujeres.

    Cuando aterrizó, estaba agotada de ser el centro de atención y quería recuperar su vida normal, lo cual resultó difícil al principio, pero siguió con su pasión por la informática.

    Jeremie se cabreó tanto por perder ese espacio seguro y especial que tenía con ella que hundió aún más la cabeza en sus estudios y tenías que esperar que él, de buena gana, quisiera compartir tiempo contigo. Si le pillabas de malas era peor que un ejército de abejorros de Lyoko. Nunca dilucidamos si él y Aelita rompieron con todas las de la ley, o si simplemente ella se cansó de tenerle juzgándole a todas horas, pero sé que sigue suspirando por ella. Nunca se ha atrevido a intentar recuperar el contacto y Aelita ha perdido la esperanza de reencontrarse con un amigo.

    Yumi, Odd y yo nos quedamos juntos un tiempo, pero el año de diferencia que nos llevábamos con ella empezó a pesar muy rápido y, aunque nada había cambiado entre los tres, simplemente el tiempo fluyó de otra manera. Yumi se fue alejando poco a poco, siguiendo las expectativas de la familia. Nos veíamos por ahí, o cuando había clase de Pencak Silat, pero ya no era lo mismo.

    Supongo que eso último es culpa mía. Antes de que todo lo de Lyoko acabara decidimos ser «solo amigos». Yo perdía la cabeza por ella. Pero su decisión fue lo mejor que me podría haber pasado, pero para mí fue una ruptura y, obviamente, pasé por la parte de cabrearme sin razón alguna (sí, aún peor que antes). Yumi se alejó de mí por prudencia. Lo bueno es que ahora sí podemos decir que somos amigos.

    Pero entonces quedamos Odd y yo. Y nuestra pasmosa habilidad para suspenderlo todo. Yo estaba hundido, pero él… ¡Ahh, seguía siendo igual de histriónico! ¿Cómo era posible? Y cuando le pregunté…

    —¡Porque tengo ganas de hacer muchas cosas! Mira, Aelita dice que estará por aquí en unos días. Quiero entregarle una nueva demo y que la pase a algún productor, a ver si les gusta mi música. Es un rollo muy distinto al suyo…

    —De esos que te hacen estallar la cabeza, sí —me reía, aunque apenas se me notaba una mueca.

    —… pero sé que puede triunfar. Se me da bien el tema de vídeo, ¿sabes? Si nadie me quiere por mi música lo harán por mis clips. Además, le pediré una cita a Asra, me siento con ganas de salir con alguien.

    Entonces se me quedó mirando y me di cuenta de que era yo quien le miraba fijamente. Eché la vista al suelo, aterrado. Mi cuerpo se rebelaba contra algo, pero solo encontraba rabia y miedo tapándolo todo. Me preguntó si estaba bien, pero le oí como de lejos. Y estábamos en nuestro diminuto cuarto de la Academia Kadic. Mi cuerpo puso el piloto automático:

    Por favor, quédate.
    —¿Qué? —preguntó, algo preocupado.
    —No te vayas. No hagas como…

    No hizo falta terminar la frase. Se sentó a mi lado sin decir nada durante una hora entera, con un rostro ausente y triste. Nunca le había visto así. Varias veces me puso una mano en la espalda. Me sentí comprendido. Tardé un tiempo y alguna que otra conversación dura en entender que Odd tenía todos esos planes para tapar el hecho de que su grupo de amigos se había desintegrado de un día para otro.

    Algo cambió ese día. Nos propusimos hacer lo que el otro no se atrevía: Odd guardó espacios para digerir ese cambio, y yo me propuse ir a campeonatos de artes marciales, representando a la academia. También teníamos el plan de ser decentes en nuestros estudios. Queda como lo más maduro del mundo, pero la realidad es que teníamos cero idea de lo que hacíamos.

    Quizá simplemente nos llevábamos bien.

    Eso sí, el tío tenía una habilidad para meterse en follones y arrastrarme a mí, que telita.

    —Entonces pulsas la alarma de incendios cuando todo el mundo se fije en el escenario, saldréis todos y yo cambiaré los discos.
    —Va a salir mal…
    —¡No seas tan pesimista! ¡El productor de Aelita se irá contentísimo con un disco extra de Odd el Magnífico!

    Todo fue como la seda hasta el final. Pulsé la alarma cuando todo estaba a oscuras, me mezclé con los estudiantes que huían del lugar a pesar de los gritos de Jim y Odd le coló su obra al productor entre unos pocos discos que tenía. Supuestamente había una nota que decía que se reunieran en un punto a concretar por teléfono.

    No le llamaron.

    —Me lo esperaba, he empezado a encontrar fallos en mi disco —dijo al cabo de una semana. Estaba desanimado—. El video no está pulido. La próxima vez haré…

    Nunca he sido muy hablador, así que le sonreí con compasión mientras me contaba sus planes y modificaciones. Tenía ese brillo en la mirada de cuando se le metía algo entre ceja y ceja, y yo siempre le seguía, a pesar de mis malas caras, porque Odd es así. Es magnético.

    Empecé a darme cuenta de que había superado lo de Yumi cuando un día me encontré echando de menos a Odd en su lugar. Él estaba en una cita con una chica y yo rabié por ello, igual que cuando William le tiraba ficha a Yumi delante de mis narices. Entonces las preguntas me asaltaron y me quedé tumbado en mi cama, bloqueado, anonadado.

    —Joder, me gusta. Otra vez, soy lo peor…

    Me quedé dormido al cabo de un largo rato, antes de que Odd volviera. No me enteré de nada, y de repente eran las siete de la mañana y el despertador taladraba mi cabeza. No tuve tiempo de procesar que era bi antes de ver que mi compañero de habitación me había robado la ropa.

    Me quedé embelesado más tiempo del que querría admitir en ese momento.

    ¿Esa es mi camiseta? —pregunté al fin.

    Odd se miró y su pelo despeluchado se inclinó con él.

    —Ah, sí —dijo, como si nada—. Es que no encontré mi camiseta de pijama y lo que estaba más cerca era esta… Espero que no te importe.
    Negué deprisa, Odd me miró raro, y dije:
    —Bueno, en realidad sí. —Él alzó una ceja—. Has llegado a pillar la que apesta más a sobaco.

    Abrió los ojos, husmeó en su axila y se apartó con una mueca. Yo me desternillé de la risa.

    Hay un algo especial cuando esa persona lleva algo tuyo. Yo siempre he sido posesivo con mis cosas, incluyendo la ropa, pero en ese momento la sensación quedó totalmente opacada por lo adorable de que mi camiseta le viniera grande a Odd. Y no se la quitó hasta que nos fuimos a las duchas, lo que fue aún más impactante y bonito para mí: no le importaba mi peste.

    Ya, es raro que me resulte bonito.

    —¿Y qué tal tu cita? —pregunté de forma totalmente casual y para nada indicativo de mis intenciones.
    —Un chasco. Ana es muy divertida, pero se divierte con cosas bastante distintas a las mías. Mis chistes solo han recibido risitas de cortesía. Supongo que le gusto un poco…

    Esa última frase dolió, pero me mantuve firme, esperando a que continuara. Odd sostenía una mirada cansada con su doble en el espejo.

    —No lo entiendo, hay gente que empieza a salir por menos. ¿Qué me pasa? ¿Por qué yo no soy capaz? No es que me flipe enamorarme después de veros a vosotros meter la pata en todo, pero… Nunca llego a esa fase.
    —Ja, ja —me reí con sarcasmo por la puyita—. No sé, quizá necesitas encontrar a la persona adecuada.
    —Ya me he intentado convencer de eso. —Boqueó un par de veces sin llegar a decirme nada, y acabó—: Al final lo acabo forzando todo.

    No supe cómo contestarle. Él se preparó para meterse bajo el chorro de la ducha.

    —Bueno, siempre que lo necesites, te escucho, ¿vale? —le dije antes de que abriera el grifo.

    Odd me sonrió, pero fue de esas veces que te podrías echar a llorar por ello. Fue tremendamente agridulce.

    Pasamos unos días raros en los que, de nuevo, los papeles habituales se invirtieron. Odd estaba más negativo y yo, en cambio, estaba alegre por tenerle cerca. No negaré que causó miradas algo conflictivas, porque no me entendía. Y, en realidad, yo tampoco a él.

    Es lo que pasa cuando flotas en una nube, que dejas de percibir las señales que hay a tu alrededor. Me daba cuenta de que Odd me miraba con cara de mala leche y yo le respondía un «¿Qué pasa?» y él un «nada», pero no veía más allá. Yo estaba más preocupado por mantenerme a su lado y compartir comentarios sobre las gilipolleces que Jim nos hacía hacer en educación física que otra cosa. Estaba tranquilo, feliz, y no tenía intención alguna de romper ese equilibrio con mis tontunadas románticas.

    Pero yo no estaba solo en el mundo.

    —… Te pasaremos a buscar pasado mañana por la tarde. Y lo primero que haremos será hablar.
    —Sí, papá —respondí, mientras Odd me miraba con una ceja alzada desde el otro lado del banco.
    —¡No me hables con ese tono cansino!
    —No es ningún tono cansino…
    —Sí, claro. Al parecer tienes muchas ganas de pasar las vacaciones con tu profesora particular, porque es lo que va a suceder.

    Mi padre siempre había sido justo conmigo con lo de las notas: eran un desastre y me echaba merecidas broncas por ello. Pero al parecer no se había mirado el nuevo boletín donde dejaba claro que había pasado a tener solo dos suspensos, y eso me indignaba, porque casi todos los profesores hablaban de mi gran remontada.

    —Vale —contesté, por decir algo.
    —Nos vemos en dos días.

    Y colgó. Mi madre había protestado de fondo, pero no llegó a decirme nada.

    Me deshinché como un globo. Me tumbé boca arriba en el banco.

    —¿Te van a secuestrar otra vez? —me preguntó. Le miré a los ojos un breve y discreto segundo, para que no se notara que adoraba ver mi campo de visión reducido a su rostro, y asentí—. Qué mal. Pon una excusa. ¿La señorita Hertz? Adoraría anclarte en su clase hasta que aprobaras su asignatura.
    No quise hablar sobre el hecho de que tenía ciencias suspendidas con un 4,95.
    —No se lo van a tragar.
    —¿Di que tienes pareja?

    Le miré de nuevo, aunque no tenía razones para ello.

    —Eso le funcionaría a Yumi aquella vez, pero se trata de mi padre. Ese rancio cabreado a todas horas que quiere convertirme en una réplica de sí mismo.

    Odd fue ensanchando su sonrisa conforme hablaba y tuve algo de miedo. Se fraguaba una travesura.

    —Entonces sé más específico: di que tienes novio. —Abrí mucho los ojos—. Tú lo has dicho, ¡es tan rancio que se cagará en sus pantalones cuando se entere!
    —¡Conseguirás que me saquen de la academia!
    —¡Pero si estamos en último año de todas maneras! —se rio—. Y acabarás aprobándolo todo, ¡los dos aprobaremos! Entonces vas allí, dices que tienes novio, apelas a la comprensión de tu madre, que parece que es un ser humano normal y ¡pam! —Se alzó, brazos en alto—. Vacaciones en Kadic. ¡Es perfecto!
    —Ese plan tiene tantas fallas que los americanos podrían construir Nuevo San Francisco sobre ellas.
    —¿¿Ves?? A esto —repuso, casi juntando los dedos pulgar e índice— de aprobar ciencias estás.

    ¿Qué decía? Magnetismo. Me reí de lo lindo con su lógica aplastante y me apunté el plan en silencio, disimulando mi nerviosismo.

    Esos dos días de espera pasaron rápidos y lentos a la vez. Seguía buscando formas de subir nota en clase, pero Odd me mantenía distraído a su manera (para él, el trimestre ya había terminado). Estaba de mucho mejor humor. No dejaba de pensar que ya tenía planes para estas vacaciones y que era eso lo que le alegraba el rostro. Eso hacía que tener que enfrentarme a mis padres (y probablemente perder) se me hiciera más cuesta arriba.

    Cuando nos quedábamos solos en la habitación todo era normal excepto por las miradas que de vez en cuando nos lanzábamos sin motivo alguno. Era imposible que no se diera cuenta de mis pensamientos: «tienes unos ojos hermosos», «eres adorable cuando sonríes», «no puedo sacarte de mi cabeza»… Y me moría de ganas de decírselo en voz alta.

    Hubo una única vez que nos sostuvimos la mirada:

    —¿Qué pasa?
    —N-nada.

    Sonrió.

    —Sí, algo pasa.

    Y como para cobardica yo, encontré una mentira muy rápido:

    —Es que te he visto de mejor humor estos días y me alegro. El gruñón soy yo.

    Me tumbé boca arriba, para disimular un poco. Él contestó:

    —Eso es verdad. He decidido dejarme llevar más por mi instinto. ¡Odd el Magnífico ha vuelto!
    —Me alegro, aunque eso signifique que me enredes en todas tus locuras.
    —Cuando quieras desapuntarte de esa extraescolar no tienes más que decírmelo.

    Nos reímos un poco y el momento se desvaneció en el aire. Pero quedó el resto de la sospecha a nuestro alrededor. Era intrigante y me costó dormir esa noche.

    El domingo por la mañana, bien tempranito, mis padres ya me esperaban en la entrada de la academia. Mi padre adoraba hacerse notar con su formalidad. Se pensaba que sería el primerísimo en recoger a su hijo, pero la realidad era otra: la mitad de los alumnos habían hecho planes ya la noche anterior y se habían ido con sus familias. Odd se había quedado… dormido.

    Vamos, que la entrada estaba desierta a esa hora. Mientras me acercaba al coche cargando con un abrigo y una mochilita me sentí como en un duelo de un western, con la vista puesta en mi padre y el viento empujando pelusas del desierto de Kadic para darle dramatismo.

    —Hola —saludé.
    —Hola. Sube —ordenó mi padre. Mi madre me miraba desde dentro del coche, en silencio.

    Era hora de un plan loco.

    —Me gustaría quedarme.
    —¿Te ha subido la nota la señorita Hertz?

    Parpadeé un par de veces, sorprendido.

    —Pues en realidad sí, para 0,05 que me faltaba, le hice unas actividades extra…
    —Entonces solo te han suspendido en una, ¿verdad, cariño? —preguntó mi madre, feliz. Lo normal eran cinco o seis. Asentí—. ¡Es una muy buena noticia!
    —Pero más a mi favor para que aproveche las vacaciones con la profesora particular y se quite la última de encima antes de que acabe el curso —repuso mi padre.

    Había tenido la esperanza de que fuera comprensivo, pero me decepcionó, así que me arriesgué.

    —En realidad, me gustaría quedarme porque tengo… —«novio»— pareja.

    Mi padre apretó los labios como si quisiera implosionar desde ese punto. Lo gracioso es que tenía los ojos como platos, así que parecía como si acabara de sorber el jugo de un limón de golpe. Me costó mucho no perder la compostura y reírme en su cara de roca ahí mismo.

    Mi madre, en cambio, salió del coche y me dio un buen abrazo. Luego le dijo a mi padre:

    —Cariño, saca mejores notas, está saliendo con alguien, ¡le está yendo bien! Deja que se relaje unos días…

    Eso le sacó del estado limonero.

    —Se ha pasado muchos años relajado, créeme —escupió. Luego me miró—. ¿Y de quién se trata? No será la japonesa o la mimada hija del director, ¿verdad? No valen nada.
    —¡Cariño! —protestó mi madre.

    Y yo quería huir despavorido porque el bueno de Odd no me había hecho pensar en otra cosa que en él y no en alguna persona que a mi padre le resultara razonable y diera el pego como mentira.

    ¡Maldito Odd!

    —¡Hola, familia Stern!

    Me di la vuelta y ahí estaba. Odd della Robbia, el Magníficamente Maldito.

    —¿Y tú quién eres? —soltó mi padre. Ni se había molestado en identificar a mis amigos.
    —He oído algo de una pareja y, como compañero de habitación de Ulrich, evidentemente tengo que tomar cartas en el asunto. —Se acercó con decisión a pesar de la mirada de desprecio de mi padre y quedó a mi derecha. Me tomó de la mano con decisión, entrecruzando mis dedos con los suyos y se aclaró la voz—. Yo soy su pareja.

    Juro que pensé que me iba a dar un soponcio. Del susto de que apareciera Odd; de mi corazón acelerado por el contacto y por una frase que deseaba tanto oír; de la cara de mi padre intentando hablar y quedándose con la boca abierta (y sé que le estaba estallando el Big Bang en su cabeza).

    —Vaya, esto sí que es una sorpresa —dijo mi madre, rompiendo el silencio.
    —Para mí también, créame, señora Stern. Fue su hijo quien me propuso de salir juntos. Y es muy reciente.

    Estaba deseando gritar «Odd, por favor, ¡cállate!». Y mi madre iba a seguir de charleta con él solo para romper el hielo antártico que se había formado a nuestro alrededor, hasta que mi padre la tomó de la mano brevemente, se dio la vuelta y se metió en el coche.

    —Necesitará un tiempo para asimilarlo —le justificó mi madre con educación—. Disfrutad de las vacaciones ¡y me alegro de que podáis estar juntos!
    —Gracias, señora Stern.
    —Gracias, mamá. Os enviaré un mensaje.

    Me dio un beso en la mejilla, me revolvió el pelo, y se metió el coche. Este arrancó como si iniciara un rally.

    —Pues al final ha funcionado, ¿eh? —soltó Odd, tan alegre.
    —Siempre te sales con la tuya…

    Aún íbamos tomados de la mano. La alcé entre los dos y todo lo demás desapareció a mi alrededor. Me ardía la cara.

    —¿Te molesta? —me preguntó. Negué—. Pues vamos. Tengo que contarte algo.

    Nos desviamos del camino principal y nos metimos en el bosque de la academia. Mi corazón aminoró su velocidad un tanto cuando supe que ya nadie nos vería, y entonces aceleró de nuevo al darme cuenta de que estábamos solos entre los árboles.

    —Admito que soy un egoísta —dijo.
    —¿Eh? ¿Cómo?
    —Esto —señaló nuestras manos alzándolas—. Y la excusa que te propuse. No quería que te fueras con tus padres, porque vaya forma de malgastar unas vacaciones, pero lo he usado para averiguar algo. Y ya lo sé.

    Me soltó la mano, se sentó en la hierba y le dio dos golpecitos para que le imitara. Sonreía con una tranquilidad increíble. Yo estaba de los nervios.

    —¿Cuándo lo supiste? —preguntó.
    —Pu-pues… —balbuceé—. El día de tu última cita. Me puse celoso.

    Odd se rio un poco.

    —Típico de Ulrich Stern.
    —Oye, tampoco tanto, que solo me ha pasado una vez…

    Él asintió y se tumbó boca arriba. Yo también me tumbé, pero hacia él.

    —¿Y tú? —pregunté.
    —Hace un momento, pero tuve varias pistas. Había días que me encontraba mirándote sin razón. Y tú también me mirabas así, y parecía que estaba como soñando… Era extraño. Nunca he tenido esas sensaciones cuando salía con chicas. Me sentía obligado a ser heterosexual, y cuando las cosas no funcionaban… bueno, ya lo viste. Nunca he podido sentirme feliz con alguien de esa manera porque buscaba donde no tocaba. —Se giró hacia mí. Nos quedamos cara a cara. Ahora sí que no podía dejar de mirarle. Se me iba la vista a sus labios—. Y luego estabas tú, que de repente estabas menos gruñón, y me preguntaba por qué. ¿Tú te has visto cuando sonríes? Eres adorable. Y no sabía qué hacer con esa sensación cuando te veía así.
    Su pequeño relato me conmovió. No había sentido lo que él, pero reconocía la frustración. También sentía mucha vergüenza, pero ya conocía esa parte. Siempre hay un momento en el que no puedo sentirla con más intensidad, así que desaparece. Ese fue el momento.
    —Me gustas. Cuando te levantaste con mi camiseta me quedé… ¡alucinado! —Nos reímos. Él tenía las mejillas encendidas—. Porque te quedaba bien, y porque me parecía bonito, y somos amigos… Y no iba a estropear eso, no iba a arriesgarme. Ya era feliz con lo que tenía.
    —Y yo lo he puesto patas arriba con mi escenita —acabó.
    —Odd el Magnífico lo ha conseguido de nuevo. Estoy feliz de tenerte conmigo.
    —Entonces será mejor que te bese antes de que cambies de opinión.

    Me atrapó con sus labios antes de que pudiera decir nada e inevitablemente me olvidé de todo lo demás.

    Unas horas y muchos besos después, había dejado una de mis camisetas limpias en su cama.

    —Odd.
    —¿Sí?

    Le señalé la camiseta con la mirada y una sonrisilla. Me deleité de cada segundo de verle quitarse su ropa y ponerse la mía. Me reí mucho cuando la olió a ver si apestaba a sobaco.

    —Tenía que asegurarme —bromeó.
    —No te daría una camiseta sucia a propósito.
    —Es tuya. Eso lo cambia todo.

    La olió con ganas, aspirando mi aroma mezclado con el del detergente de la academia, y la ronda de besos volvió a empezar.

    FIN



    Edited by Mare Infinitum - 2/9/2022, 12:09
     
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    Leí la historia esta mañana tomando mi medicina (¿quién se resfría en pleno verano? Yo. Porque diosito me odia, no lo sé). Al caso, que lo leí desde esta mañana pero caí muerta en la lucha enfermedad/medicamento, y hasta ahora no logré sacar un momento para venir a comentar como se merece.

    ¡No me esperaba para nada encontrar algo de Código Lyoko! UF que esta serie trae recuerdos interesantes, me ha entrado todo el gusanillo de vérmela de nuevo y reencontrarme con mi yo adolescente. xd Ahora, a lo importante: el fic. No estoy acostumbrada a la primera persona, ni a leerla ni a escribirla, porque de normal no me gusta lo que hace el narrador con ella PERO aquí me ha pasado todo lo contrario, ¡te ha quedado una historia muy fresca! No de que hayas venido a mi casa a encenderme el ventilador (??) me refiero a que se lee muy fácil, sin vocabulario extraño ni descripciones exageradas. Me gustó mucho el resultado y por eso vengo a decírtelo. ✨

    Poco más, ¿creo? ¡Gracias por publicar tu historia, ha sido un placer de lectura! 😌💕
     
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    ¡Muchas gracias! Estoy haciendo experimentos con mis relatos y ahora tengo mono de la serie haha pronto llega otro cpn las chicas de la serie, no sé si será hoy o mañana.
     
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2 replies since 25/8/2022, 11:15   77 views
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