34.º Reto Literario "Fluff vs Angst" – Naruto, "Feria de Cohetes", Narusasu.

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    Me la pensé demasiado en si hacer o no un escrito sobre estos dos pendejos, hasta que me decidí (y mi mente) a escribirla.

    Ya tenía planeada la historia (casi desde hace una semana), pero jamás me aventuré, porque pensaba que la iba a cagar, PERO NO FUE ASÍ, la cagué más de lo que esperaba. Como diría aquel meme: Charlie, hoy vengo inspirada.jpg

    El fuerte mío no es lo fluff, ni lo tierno, ni lo romanticón, no, no. Una vez saliendo de la zona de confort, mira, todo fluye aunque la cagues, ¿no? Y este escrito salió de todo esto.

    Ya, luego de casi un año de verme todo Naruto y Naruto Shippuden, tenía que hacerle el honor a mis desveladas viendo cómo Naruto sigue ocultando el Te amo, Sasuke con un Eres mi amigo, al chile, desmiéntanme si no es cierto, jasjda. Toda esa tensión sexual entre ellos en Shippuden es gloriosa, majestuosa, divina, UFF.

    PD: el Sasuke sonríe más cuando está con su solecito< 3 HASTA EN BORUTO, PTM (y eso que sólo me vi la película mas no el anime, x'd)

    El título de esta historia la tomé de un juego (de Naruto) que ando jugando, tons... sí. Este título queda a la perfección. Puro blablabla, y nada de PUM, CUCHAU.

    Pareja: Uzumaki Naruto/Uchiha Sasuke
    Contenido: Rated T.
    Advertencias: Palabras malsonantes.
    Género: Romance. Fluff. Como le quieran llamar.
    Tipo: One-shot.
    Palabras: 2,631.
    Disclaimer: Los personajes son creación de Masashi Kishimoto, yo sólo los estoy ocupando para crear esa bella historia.

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    F E R I A D E C O H E T E S


    _________________________


    Sol. Calor. Personas corriendo con bolsas en mano. Bullicio de la gente platicar en los restaurantes de comida de la zona.

    Era una época especial. Cada año, desde hace ya 100 años, se festeja una fiesta de cohetes, le llaman “Feria de Cohetes”, y cada año las personas van y vienen de distintas aldeas de los diferentes países para admirar la belleza de los fuegos artificiales de Konoha.

    Esta vez, no fue la excepción. Junio o julio comenzaban los preparativos, a partir de agosto comenzaba el desfile. Día único, no te lo podías perder. Colores deslumbrando el cielo nocturno, mientras te acompañaba esa persona especial a tu lado. Realmente era un día especial y algunos se atreverían a decir que era un día mágico en su totalidad.

    Luego de tres años, luego de haber acabado con la Cuarta Guerra Ninja, era momento de seguir con la tradición.

    —Vaya, las personas están emocionadas, ¿no crees? —pregunta aquel chico soñador, aquel chico de 19 años rubio.

    —¡Será emocionante! Luego de años pesados, necesitábamos este descanso —responde la chica que camina al lado de aquel joven rubio. Una sonrisa se podía notar en sus labios finos.

    —Espero que él venga. Hace semanas no responde ninguna de mis cartas —se nota cabizbajo, soltando un leve suspiro que nota su amiga.

    —Seguro que vendrá, Naruto. No sean tan pesimista, han pasado ya tres años desde la última vez que lo vimos, creo que es momento de que regrese a casa —su amiga no puede contener una risita y levanta su mirada al cielo. —¡Anímate! Todavía faltan un par de semanas para que empiece la feria.

    Aunque su amiga lo trataba de animar, el joven rubio no pensaba de la misma manera que Sakura. Tal vez, sólo tal vez regrese a casa luego de tanto tiempo.

    La tarde pasó con total normalidad, entre ellos dos compraron un par de cosas para decorar las calles de la aldea, ayudando a las personas —aunque más de parte de Naruto, gracias a su jutsu de clones de sombra, pudieron decorar más de la cuenta.

    Los días pasaban, las personas corrían más, el bullicio acrecentó gracias a que las demás personas de las demás aldeas comenzaron a llegar y a abarrotar los “hoteles” de Konoha. Más personas caminaban por las calles, se veían entusiasmadas, se les notaba la tranquilidad al platicar. Claro que esto no lo pasó desapercibido Naruto, a donde iba, los aldeanos extranjeros le hacían reverencia y lo saludaban con entusiasmo. Aunque todavía no se acostumbraba a ese tipo de trato, con pena y un ligero sonrojo en sus mejillas les regresaba la reverencia y, tímidamente, les decía un “no fue nada”.

    Nada mal para un héroe, ¿cierto?

    —Te agradecemos mucho, por ti podemos disfrutar de esta feria —le comentaron una tarde una familia de tres personas.

    El más pequeño de la familia, el hijo, le dio un abrazo en su pierna antes de darle las gracias y decir un “¡cuando sea grande, quisiera ser como tú!”

    —Uhm —aclaró su garganta. —Con esfuerzo lo lograrás —una sonrisa sincera se dibujó en sus labios y alborotó un poco el cabello castaño del pequeño.

    La familia, haciendo una última reverencia, se retiró del lugar. Estaban en un parquecito, donde Naruto siempre iba a relajarse un poco del bullicio de la aldea, a pesar de que le traía recuerdos dolorosos aquel lugar, con una sonrisa melancólica recordaba aquellos momentos.

    Se sentó en uno de los columpios y admiró el cielo naranja por unos instantes antes de percibir aquel chakra. Una sonrisa enorme, más brillante que el mismo sol, apareció.

    —Qué hijo de perra —dijo ante el silencio total del parque. —No respondes a mis cartas y apareces de la nada.

    Al levantarse del columpio, ahí estaba. Parado, justo detrás de él, estaba aquella persona que persiguió por más de 3 años. Por inercia tocó su brazo derecho.

    —También es bueno verte, usuratonkachi —cabellos negros bailaban por su rostro, el aire hacía su magia.

    Naruto, sin esperar algún segundo más, abrazó a aquella persona como si su vida dependiera de eso. Cuando lo veía, cuando lo tocaba, se sentía completo, tal como si su otra mitad estuviera con él —y esto no es del todo mentira.

    Entre el silencio que se cimentó entre ellos, un rugido se escuchó. Naruto, quien no resistió en soltar una pequeña risita, negó su cabeza y dio unos ligeros golpes a la espalda de su amigo.

    —Viaje largo, ¿eh, Sasuke?

    —No he comido algo decente en horas —Sasuke desvía la mirada del joven rubio y un ligero tono rosado acorrala sus mejillas, algo que no pasó desapercibido por los ojos azules de Naruto.

    —¡Te llevaré a Ichiraku! Chst —cierra sus ojos y, con su dedo índice, mueve su dedo de un lado a otro. —Nunca le has dado la oportunidad. Te encantará.

    —Oi, Naru- —antes de poder replicar, su mejor amigo lo toma de la muñeca para llevarlo a su restaurante favorito.

    No sabía si estaba bien que estuviera en la aldea, luego de habérselo planteado durante días e incluso meses, decidió que era tiempo de volver, aunque esa incomodidad de antes, de las miradas desaprobatorias de los aldeanos, se disipó con el pasar de los años.

    Las cartas que su amigo le enviaba cada semana le enternecían el corazón. Naruto, su mitad, su sol. Siempre se imaginaba la sonrisa de su amigo cada que leía una de sus cartas, aunque su letra alborotada, a Sasuke le hacía sentir que estaba en casa. Se sentía cálido por cada palabra que leía.

    Cuando su mejor amigo lo tomó de la muñeca, aunque fuera un simple roce, su corazón hizo ligeros brinquitos de entusiasmo. “Es por el tiempo que no lo vi”, pensó.

    Al llegar al centro de la aldea, las miradas de las personas, los cuchicheos y los grititos de algunas kunoichi no esperaron. Al parecer Naruto tenía también su fama, pues Sasuke ya no era el centro de atención como cuando eran niños.

    Naruto hablaba sin parar, sonriendo e iluminando el camino del joven con el Rinnegan.

    —Verás que te encantará. Siempre como más de 5 platos. Teuchi siempre sabe hacer a mi estómago feliz.

    Habían llegado, la mente de Sasuke estaba en otro lado que no se percató de aquel percance.

    Tomaron unos asientos. El restaurante seguía igual de como recordaba, aunque con la distinción de que ahora había un par de mesas en el exterior.

    La tarde había desaparecido, en cambio, la luz de la luna empezaba a iluminar las calles. No se encontraban aldeanos en las calles, quizá por el cansancio del entusiasmo de la fiesta. Las calles adornadas, preparativos en todos lados, anuncios de descuentos en diferentes tiendas. Realmente era una festividad.

    —¡Oh, joven Naruto! —Teuchi, el dueño del restaurante se acerca a la barra donde ambos chicos de 19 años estaban sentados. –¿Lo mismo de siempre?

    —¡Claro! Y también para mi amigo —le da un ligero golpe en el hombro a Sasuke.

    En menos de 5 minutos, ya tenían sus platos servidos. El aroma de pasta, de cominos, de verduras recién picadas, llenaba el lugar.

    —Me alegra que hayas venido, Sasuke —un sorbido despertó al mencionado. —Esta aldea se notaba aburrida sin ti… creo que esta será una de las mejores pijamadas que haya tenido jamás.

    Cuando Sasuke estaba ensimismado en sus pensamientos, Naruto acordó que él, el joven Uchiha, se quedaría a dormir con él, en casa de Naruto –Sasuke nunca se rehusó a ello, algo que en, desmedida, emocionaba al rubio.

    —Hm.

    Una risa resuena en el lugar. Se notaba que su amigo no había cambiado en nada.

    Y, una vez más, el corazón de Sasuke da un brinquito de alegría al escuchar aquel sonido. Una pequeña sonrisa comienza a formarse en los labios de Sasuke, sus músculos lo hacían por inercia… No. Más bien, porque se sentía bien al lado de Naruto.

    —¿Oh?

    Todo quedó en silencio. Las miradas de ambos chicos se conectaron por breves segundos antes de que una mano vendada se acercara al rostro de Sasuke.

    —No había notado que te creció el cabello —Naruto, quien seguía con su mano en el rostro de Sasuke, negó con su cabeza. Hace una mueca, entrecierra los ojos y… —Está mejor así. Nunca escondas tus ojos.

    Había tomado el flequillo de Sasuke y lo puso por detrás de su oreja, quedando al descubierto tanto su Rinnegan como su rostro completo. Aquella simple acción hizo que las mejillas de Sasuke ardieran por completo y desviara la mirada de Naruto quien lo miraba encantado.

    Este pequeño incidente —aunque Naruto no pensó que fuera un incidente— conllevó a simples roces entre sus manos cuando caminaban juntos por la aldea para ayudar a las personas a decorar, o que uno se quedara embobado admirando al otro mientras ayudaba a las personas.

    El festival estaba a punto de comenzar. Un día más y podrían admirar los fuegos artificiales.

    —¿Y bien? —la joven de cabellos rosados pregunta sin indiscreción alguna.

    Naruto y ella, Sakura, estaban terminando de decorar la oficina de Kakashi-sensei (sexto hokage). Sasuke, por su parte, salió a las afueras de la aldea –según, en sus palabras, seguía sintiéndose incómodo estando en la aldea, aunque la verdad era porque no podía ver a Naruto sin poder sonrojarse.

    —¿Bien qué? —se voltea a ver a su amiga con una ceja levantada.

    —Tú y Sasuke —cruza sus brazos y sonríe de lado. –No me digas que no lo has notado.

    —¿Notar qué? Sakura… Sasuke y yo somos amigos.

    —Sonríes más y Sasuke… bueno, nunca lo vi tan tranquilo.

    —Bueno, simplemente lo extrañé, me hace feliz verlo en la aldea –Naruto se voltea nuevamente y comienza a entretenerse con las decoraciones que estaban encima del escritorio.

    —En ocasiones me sorprende cómo nunca te das cuenta de lo que le haces a las personas sentimentalmente —suelta un suspiro. —Mañana comienza la Feria de Cohetes, la inauguración será por la noche. Yo que tú, Naruto, lo invitaba, si no terminaré haciéndolo yo —Sakura, antes de darse media vuelta, saca su lengua a su amigo y sale de la oficina sin permitir que Naruto reclame nada.

    La idea de invitar a su mejor amigo a un evento era algo que no esperaba escuchar de parte de Sakura; ante tal idea surgir nuevamente, le dio un vuelco a su estómago, ese vacío que te hace emocionar.

    La noche cayó de inmediato, Naruto no había visto a Sasuke durante todo el día, algo que entristeció un poco al joven jinchuriki. Desde que Sasuke llegó a la aldea, se había quedado con Naruto. Cuando el rubio llegaba y tocaba almohada, se quedaba dormido y no había manera de poder despertarlo, en cambio Sasuke… Naruto podía jurar que no dormía, siempre veía la cama acomodada —una pequeña discusión que terminó en Sasuke en la cama de Naruto y Naruto en el pequeño sillón de la sala.

    La luz de la luna comenzaba a entrar por las ventanas de la casa de Naruto, se quedó sentado en la cama con piernas cruzadas y a cada sonido que llegaba a escuchar, su corazón palpitaba emocionado.

    Transcurrieron al menos dos horas luego de que el sueño casi venciera a Naruto, cuando se escuchó la puerta abrirse y, cuan gato levantando sus orejas ante un ruido inesperado, abrió sus ojos y su corazón comenzó a palpitar más rápido, sintiendo sus propios latidos en sus orejas.

    —¿Por qué el motivo del desvelo, usuratonkachi? —como pudo, se quita su abrigo y lo deja encima de la cama.

    —Bueno… —Naruto, por su parte, rasca una de sus mejillas, nervioso por lo que dirá a continuación.

    —Escúpelo.

    —Lo que ocurre es que… bueno, yo estoy aquí, esperándote —traga con algo de dificultad la saliva. —Y luego Sakura dijo que- Es que viene la Feria de Cohetes y es mejor ver la inauguración con alguien…

    “Me estás avergonzando, mocoso”, probablemente es lo que escuchó de parte de Kurama, ya que sus palpitaciones no lo dejaban escuchar con claridad.

    —El sueño te está-

    —¡¿Quisieras ir conmigo a la inauguración del festival?! —lo grita como si su vida dependiera de ello.

    —Eres un tonto, ¿lo sabías?

    —¿Eh? —al levantar su cabeza se encuentra con una vista que pensó que sus ojos alucinaban.

    Sasuke estaba sonrojado, no un sonrojado donde te dicen un simple cumplido, este sonrojo era uno vivo. Naruto jamás llegó a imaginar que Sasuke pudiera ser tan…

    —Lindo —susurra desde sus pensamientos.

    —¿Qué, Naruto? —aún sin ver directamente al rubio, pregunta.

    —¡Nada! ¡Buenas noches!

    Aunque no sabía si Sasuke había aceptado ir con él a la inauguración del festival, durmió con una sonrisa en sus labios. Y su otra mitad, sin decir a nadie, soltó una risita que logró ahogar con la almohada cuando se acostó. Luego de días sin haber dormido en aquella cama por temor a sentirse más cómodo, sus ojos vencieron y su cuerpo se fue relajando cada vez más, dejándose llevar por el sueño.

    La mañana siguiente, fue una mañana como cualquier otra. Los aldeanos se vestían con kimonos o montsuki de colores vivos, con diferentes estampados. Sombrillas de colores decoraban las calles de Konoha, los niños riendo y jugando de un lado a otro. Realmente esto era un día festivo, no como cualquier otro.

    Entre los puestos de comida, la gente disfrutando del día, el momento esperado casi estaba por comenzar, Naruto no estaba ni de cerca de estar arreglado —un jalón de oreja de Sakura lo hizo entrar en sí.

    Al volver a casa, justo cuando abrió la puerta, encontró a Sasuke cambiado a su montsuki. Era simple, algo demasiado formal en el pensamiento de Naruto. Colores oscuros que hacían resaltar el perfil del joven Uchiha. En su espalda llevaba el símbolo de su clan.

    —¡Naruto!

    —¡Sasuke! Pensé que no estarías… aquí.

    —Bueno, debía prepararme, ya casi empieza la inauguración. Deberías hacer lo mismo —mira a su amigo de arriba-abajo. —A sabiendas que no podrás hacerlo tú solo, me quedaré a ayudarte.

    Aunque pasaron casi dos horas intentando que Naruto pudiera vestirse adecuadamente —nunca se había vestido con un montsuki— al menos llegaron justo a tiempo para ver la inauguración.

    La gente estaba sentada en el pasto, otros tantos estaban recargados en los troncos de los árboles, y los sensei y otras personas importantes se encontraban en el puente, mirando el cielo estrellado y esperando a que iniciara el espectáculo.

    —Sasuke —el primero en hablar, fue Naruto.

    Ambos estaban bajo un árbol. La sombra de este los tapaba, la noche podía tener sus ventajas, pensó Sasuke.

    —Gracias por hacerme sentir en casa… y feliz. Antes, al llegar a casa, estaba en total silencio, y a pesar de que no estabas cuando yo llegaba, sentía tu presencia y eso se sentía… cálido —su sonrisa acrecentaba a cada palabra que salía de su boca. —¿Quién pensaría que…?

    Los aldeanos gritaron, los aplausos comenzaron y el cielo comenzó a iluminarse de diferentes colores. “Wow”, “¡qué hermoso!”, salían de las bocas de las personas que estaban a un costado de ambos chicos, de ambos héroes. Lo que no pudieron percatarse, es que un beso se había presentado justo cuando empezaron a lanzar cohetes.

    Era un beso primerizo, tímido, aunque lleno de bastantes sentimientos, algo que con palabras no se podía decir —al menos palabras que ellos no podían decir por miedo.

    Al abrir cada uno sus ojos, entre las luces de los fuegos artificiales, pudieron notar el sonrojo del otro.

    ¿Quién diría que los labios de un hombre podían ser tan suaves?

    —Bienvenido a casa, Sasuke —Naruto acaricia una de las mejillas rosadas del mencionado.

    —Calla, usuratonkachi. Hablas demasiado.

    Y una risita escapó de los labios de Naruto. Sakura tenía razón, debía agradecérselo, pero ahorita quería disfrutar del cielo de colores.

    Claramente, el sol y la luna nunca podrán estar separados.
    _________________________
    Si cometí OOC, pido perdón):

    Esperando que lo haya leído, jasjda. Digo, son 2,7k palabras, ¿quién leerá esto?, owts.


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    The Noble House of Black

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    Este me lo leí mientras desayunaba, me dio mucha ternura y risas. Gracias por el fic

    P.D. ¿el ramen lleva comino?
     
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