35.º Reto Literario "A Slight Miscalculation" || Original Yuri || Failed Gardening

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  1. ~Yun~
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    Los personajes usados en esta historia me pertenecen completamente.

    Pareja: Hazel Langdon x Carmen Rodríguez.

    Notitas de autora traviesa: Esta historia está basada en un universo del que ya he escrito anteriormente. De hecho, en el antiguo reto escribí de él, por si los lectores reconocen a algunos personajes o por si no describo más características sobre ellos jeje.
    También quiero decir que pensé muchísimo en publicar esta historia ya que a mi parecer era una idea bastante fumada (como dirían en mi país), pero no jajaja mi imaginación es así sin necesidad de estar bajo los efectos de algo XD. Igual me animé gracias a mi BFF (gracias Hikari ❤ ), así que aquí dejo la historia :3

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    ~Failed Gardening~






    ¿Qué había hecho?

    No, una mejor pregunta era ¿Qué demonios había pasado?

    Hazel se encontraba sosteniendo la enorme puerta de madera de un viejo invernadero, dentro de éste había más de cien monstruitos de flores que ella había creado. Todos eso cuerpecitos golpeaban con fuerza la puerta para poder salir.

    —¡Ayuda, no puedo sostenerla más!

    Kana y Aspen también habían quedado atrapados en el problema, bueno, uno de ellos había sido el causante principal.

    —Ya te lo dije, Langdon. Puedo matar a estos monstruos, pero no quedaría nada de tu regalo… —El chico de rubios cabellos simplemente miró a la chica con preocupación y algo de pena.


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    Todo había comenzado por el hecho que Hazel quería hacerle un regalo especial a cierta personita de orígenes latinos, porque sí, a pesar de que a la chica de rojos cabellos le costara aceptarlo, tenía un gusto romántico por la drama queen del instituto. Carmen podría llegar a ser demasiado exagerada en muchas cosas y también algo escandalosa, pero, no negaba que tenía una amabilidad, empatía y un humor agradable. Hablar con ella cuando estaban solas podía llegar a ser demasiado cómodo para Hazel; estaba segura de que podía confiarle un montón de cosas y Carmen no la juzgaría. Le gustaba esa pequeña burbuja que surgía entre las dos cada que estaban juntas, un espacio bastante seguro para ambas.

    También amaba molestarla y hacerla enojar con el tema de Eidan Magnolia, ya que Carmen había estado enamorada de él por mucho tiempo, pero nunca hubo oportunidad para ella, porque el corazón de Magnolia le pertenecía a otra persona. Según Hazel, el molestarla con eso era la única manera de tratar de llamar su atención, algo así como: "Oye, mira aquí estoy. Te quiero tanto que estaré dispuesta a sanar las heridas de aquel amor fallido si me das oportunidad y amarte como se debe" pero admitía que era una forma bastante idiota para dar a entender sus sentimientos.

    Es por eso que una idea había surgido para que Carmen la tomara más enserio. No importaba si tenía que romper unas cuantas reglas, lo haría para hacerle un regalo maravilloso a la chica de cabellos negros.


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    Cempuozuchi —Trató de leer en español aquel paquete de semillas que había conseguido en el pequeño mercado de la ciudad en su salida del fin de semana. Se supone que los estudiantes del instituto podían salir todos los sábados y domingos fuera de aquel viejo edificio, para que vieran todo lo que había en el mundo exterior, o por lo menos aquello que podía ofrecerles aquella isla en medio de la nada; la única regla es que no podían regresar con nada de lo que había afuera al instituto: aparatos electrónicos, utensilios extraños, plantas, libros, etc.

    Hazel se las había arreglado haciendo un trato con un hombre del mercado para que le consiguiera aquellas semillas en particular, conseguir dinero no fue fácil, incluso tuvo que gastar parte de lo que su padre le mandaba y quedarse sin comer las delicias frutales que compraba cada fin de semana, pero todo valía para ver a Carmen sonreír. “Las estupideces que hago por amor” llegó a pensar.

    Volvió a mirar el paquete de semillas con nombre extraño. Aquella flor era de la que tanto hablaba la pelinegra cuando le contaba sobre las cosas que había en el lugar de donde venía. Una flor que usaban en una tradición llamada "Día de Muertos" y que según su amiga era de lo más bonito que había en su país. A Hazel le pareció una festividad bastante alegre, a pesar de que se tratara de festejar a personas que ya no estaban, la gente del país de Carmen lo veía de una manera bastante alegre y colorida. Tras escuchar las historias de su amiga sobre aquella celebración y el hecho de que se le iluminaran los ojos cuando hablaba sobre ellos hizo que la peliroja tomara su decisión.

    Se las arregló para traer de contrabando la semillas y tratar de plantarlas en un invernadero viejo que había encontrado en los jardines secretos del instituto, hizo sus cuentas y confío en que las tendría antes noviembre, que era cuando se celebraba aquella festividad. Sin embargo, no conto con el hecho de que cuidar flores no eran tan fácil. Llevaba más de dos meses y las flores seguían sin brotar, incluso llegó a pensar que había matado a las semillas con tanta agua. Y a la única persona que podía pedirle ayuda era a Kana, sí, una niña de ocho años.

    —Encontré un libro de hechizos para plantas en la biblioteca, seguramente te podría ayudar bastante. —Comentó la niña mientras le sonreía con una emoción extraña.

    Muy en el fondo Hazel sabía que esta niña era fanática de la magia y cuentos de hadas, Kana solamente quería utilizarla como conejillo de indias. Hazel tenía sangre de bruja y su don iba relacionado a ello, sin embargo, aún no aprendía a usarlo por lo que lanzar algún hechizo sería muy peligroso. Aun así, estaba a un mes de la celebración del Día de Muertos y las flores estaban más muertas que sus esperanzas de que Carmen la notara. Así que simplemente aceptó la idea de Kana.


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    El hechizo era fácil de decir, así que simplemente extendió la mano hacia el pequeño invernadero y lo dijo:

    Odi et amo. Quare id faciam fortasse requiris
    nescio, sed fieri sentio et excrucior.*



    Casi enseguida hubo un destello morado que rodeó a cada una de las flores y así poco a poco brotaron llenas de vida. Aquel seco huerto se llenó de colores naranjas y amarillos, además de un peculiar aroma que era agradable al olfato. Kana observó maravillada el bonito paisaje que se había creado, nunca en su joven vida había visto algo igual, eran como rosas naranjas pero más esponjositas. Ambas chicas estaban emocionadas a más no poder al ver florecer cada una de las plantas.

    —¡Lo lograste! ¡De verdad eres una bruja! —Gritaba Kana emocionada.

    Hazel se sintió orgullosa y segura de su don, pero, notó que las flores crecían un poco más de lo que había imaginado y no sólo eso, ya que a las flores les comenzaron a salir patitas y pequeños ojos oscuros.

    —Kana… ¿Qué clase de hechizo me diste? —Preguntó Hazel llena de extrañeza por lo que pasaba ante sus ojos.

    —No lo sé, bueno, leí que era para dar vida como dijiste que tus flores estaban muertas. —La niña estaba igual o peor que la peliroja.

    —Dije dar vida en un sentido figurado.

    —¿Qué es sentido figurado?

    Fue allí que Hazel entendió que no se debe confiar en los niños de ocho años.

    Cuando los monstruos comenzaron a desprenderse del tallo para ir hacia ellas de una forma bastante agresiva, ambas salieron corriendo del invernadero y lo cerraron. Los monstruos cempasúchil comenzaron a amontonarse contra la puerta para intentar salir del pequeño lugar. Hazel puso su cuerpo contra las puertas para evitar que el caos se desatara, si estos monstruos salían, el instituto correría peligro y además se ganaría un horrible castigo por traer cosas del exterior.

    —¡Kana, ve por ayuda! –Hazel gritó desesperada. Mientras la niña estaba congelada. —¡¡Kana, muévete!!

    La niña que seguía en shock ante lo que habían visto sus ojos simplemente reaccionó por el grito de su amiga.

    —Voy, voy, resiste un poco, Hazel.

    Kana comezón a correr fuera del jardín para ir por ayuda. Pensó en su hermano, pero sabía que era mala idea, si bien podría ayudar a acabar con esos monstruos, era capaz de acusar a Hazel con la directora para quedar bien ante el instituto y así llamar la atención de Carmen. “Nicolás bobo” pensó la niña al recordar lo obsesionado que estaba su hermano por conquistar a la chica latina a pesar de que ya había sido rechazado miles de veces. La pequeña rubia siguió corriendo y pensando en más opciones, pero se estaba frustrando al no saber en quien confiar. Poco a poco comenzó a llorar mientras corría por el instituto; era su culpa de que Hazel estuviera tratando de contener a esos monstruos, todo porque quería verla hacer magia.

    Sus pensamientos y su llanto se interrumpieron al chocar con alguien. Soltó un pequeño gritito al sentir que iba a caer al suelo, pero una mano suave la sostuvo, así que abrió los ojos para encontrarse con el extraño bonito que conoció en el comedor hace algunos años.

    —Ten más cuidado, no corras así porque podrías lastimarte. —Dijo con suavidad aquel rubio de ojos azules que a Kana le parecía todo un caballero de cuento de hadas. Se sonrojó levemente por la maravillosa presencia de aquel chico.

    —Yo… — Su timidez desapareció por completo cuando recordó lo que había pasado. Tal vez podría confiar en él, — necesito tu ayuda, por favor no digas nada y sígueme.

    Así la niña lo llevo hasta donde estaba aquel gran problema.


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    Hazel se encontraba resistiendo a pesar de que las flores mutantes eran fuertes había usado un pequeño hechizo de fuerza mientras su amiguita conseguía ayuda, sin embargo, se estaba debilitando y los golpes contra la puerta también estaban lastimando su cuerpo.

    —¡Hazel!

    Kana llegó con Aspen Dalh. No tenia en mente que él los ayudara, pero ya no había más tiempo. La niña le explicó toda la situación al rubio, el cual no dudó en ayudarlas, después de todo su don era controlar el agua del ambiente y convertirla en hielo, el frío era el principal enemigo de las plantas, así que podría acabar con todos esos monstruos sin problemas.


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    Es así como se llegó a esta situación. Hazel tenía que sacrificar el regalo por el que tanto había trabajado para salvar el instituto y salvarse a ella misma. Con mucha tristeza aceptó, a lo que Aspen solamente se disculpó antes de comenzar con el plan.

    —Abran las puertas. Sólo serán unos segundos — El chico se posicionó frente al invernadero con una sonrisa confiada. Tanto Hazel como Kana tomaron una puerta cada una y casi al mismo tiempo las abrieron completamente. Sólo bastó una gran luz azulada que las hizo cerrar los ojos por unos segundos. Cuando ambas se recuperaron del destello simplemente observaron las flores marchitas que quedaron en el suelo.

    Hazel se dejó caer al suelo por ver hecho añicos todo el dinero y esfuerzo que había puesto para hacer su regalo. Aspen y Kana se acercaron a ella para consolarla.


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    —Así que… ¿Querías traer parte de mi tradición al instituto? —Una chica de largo cabello negro, piel morena y ojos café oscuro se encontraba en medio de lo que parecía haber sido un campo de batalla contra flores.

    Hazel se había sincerado con Carmen, no en cuanto a sus sentimientos, pero si en lo que se refería a su regalo. Tal vez la pelinegra era capaz de salvar alguna planta con el don de la naturaleza que tenía, al menos así podría dar vida a todo el caos que Hazel había creado, por eso la había traído solo a ella al lugar del desastre.

    —Si, algo así.

    —Que tonta. —Hazel se sintió ofendida sin embargo al ver la hermosa sonrisa de Carmen no supo cómo tomar ese comentario. —La flor de cempasúchil necesita un clima ideal, una tierra de siembra especial y varios meses de cuidado. No va a crecer de la noche a la mañana.
    La latina se acercó a Hazel, tomo su mano y depositó la única semilla que había quedado en ella.

    —Si vas a hacer las cosas, hazlas bien. Yo te enseñaré a cuidarla para que no vuelvas a hacer un sacrificio tan horrible de unas pobres plantas.

    —Lo siento.

    Casi por sorpresa Carmen abrazó fuertemente a Hazel de una manera en la que ambas sintieron sus corazones latir al unísono.

    —Muchas gracias, Hazel. Es lo más bonito que alguien ha hecho por mí “te quiero” —Las ultimas palabras las dijo en español, algo que Hazel no entendió completamente ¿Eso era un “te amo”?

    —Yo también te amo —Soltó sin dudar. A lo que simplemente sintió como el cuerpo de Carmen temblaba suavemente y después escuchó su hermosa risa.

    Al final, había ganado más de lo que esperaba.

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    Notitas finales:

    Imagínense que los monstruos cempasúchil son algo así pero más terroríficos. No soy muy buena dibujando y sólo me salen puras cosas chibis ;-;

    SPOILER (click to view)
    oGYtduw



    *Poema Carmen LXXXV sacado de los textos de Catulo. En español es:

    "La odio y la amo. Me preguntas ¿cómo puede ser?
    Yo no lo sé, pero siento que ocurre y sufro".



    No tiene nada que ver con el contexto en el que se dice, pero soy de las personas todas tristes que piensa que cualquier cosa que se diga en latín parace un hechizo :'v. Agradezco a Hikari por la recomendación ❤

    Aquí hay más poesía latina por si les interesa: https://circulodepoesia.com/2012/07/safo-y...-la-antiguedad/

    Saludos :3


    Edited by ~Yun~ - 10/25/2022, 08:39 PM
     
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