35.º Reto Literario "A Slight Miscalculation" - "Blood-thirsty machine"

| ORIGINAL - Cissatlas

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    come on, machine,

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    Blood-drunk machine de › petrov.
    Written for the 35avo. Reto Literario: "A Slight Miscalculation".

    ❥ Pairing y fandom
    ORIGINAL (rp) » Cissatlas. x ULTRAKILL

    ❥ [ONE-SHOT] 1.720 palabras.

    ❥ Terminado.

    ❥ Rating & Advertencias.
    ? ; Menciones de herida, breve descripción de violencia.

    ❥ Comentarios del autor.
      Woohoo, otro fic al filo de la fecha. perdón Juu.

    ❥ ¡Buena lectura!

    Blood-thirsty machine





    IDENTIFICACIÓN: ATLAS
    UBICACIÓN: INFIERNO
    OBJETIVO: SOBREVIVIR




    La humanidad ya estaba extinta cuando su sistema volvió a estar completamente operacional.

    Alrededor de las tres de la tarde con seis minutos la unidad ATLAS volvió a ver la luz del día después de la catástrofe. Suspendido entre otros similares, el prototipo se sacude los cables que lo unen a la matriz central, intentando quitarse los cables que serpentean hasta el suelo mucho más debajo de lo que cree, sin embargo, la presencia de otras unidades ATLAS a medio construir le dificulta el proceso. A pesar de que eventualmente logra desenredarse, a esas alturas asume que la matriz ha muerto porque no respondió las cuarenta y cinco solicitudes de estado.

    La máquina duda, revisando si su programa empezó por la matriz o porque estaba programado para hacerlo, pero solamente el silencio responde su curiosidad. Imitando los gestos de un humano, se encoge de hombros antes de proceder con el resto de la secuencia.

    Después de seguir las instrucciones de fábrica para desconectarse de la matriz, la máquina se halló buscando rastro de un creador capaz de instruirle una serie de comandos para satisfacer la compulsión de ser útil bien arraigada en su código, pero, a medida que explotaba los restos chamuscados que pintaban un paisaje lúgubre en el atardecer eterno, doblando inmensos edificios y rascacielos hacia un inmenso cráter sin fondo del cual emanaba el olor distintivo a sangre fresca cayó en cuenta que posiblemente era lo último que quedaba allí.

    A falta de órdenes directas, la máquina se limitó a satisfacer las necesidades para mantenerse en funcionamiento, es decir, lanzándose al vacío sangriento sin pensarlo dos veces.

    En su descenso a las primeras capas del infierno, la unidad se halló desprovista del código necesario para comenzar un combate armado, además, sorprendido por una abrumadora cantidad de criaturas casi cayó aplastado entre los pistones de la entrada al infierno. Eventualmente se hizo de un revólver modificado con una batería en el martillo, arrancado de las manos de una criatura de cráneo pálido, que al inspeccionar el número de serie adivina que es otra máquina no consciente hecha antes de su modelo. Ahora estaba armado, pero seguía igual de inútil que antes. No era su culpa, el modelo tiene mejor capacidad de procesamiento y un hardware pensado para los tiempos de paz, pero, a falta de órdenes que se lo impidiesen aprendió lo necesario para salir vivo de las emboscadas.

    No obstante, en una de las capas menores vio una máquina de lo más peculiar: poco más alta que él, cabeza prismática, una espada en su mano derecha y una escopeta modificada en la otra. Quizá no tanto la máquina, pero la espada llamó más su atención. ATLAS no lo pensó mucho antes de lanzarse a perseguir al espadachín metálico, nadando entre el fuego enemigo para no quedarse atrás y perderlo de vista, tanto así que ni siquiera se cuestionó el impulso violento de desarmar a la otra máquina una vez que lo encerró en una habitación recluida del resto de criaturas.

    Esa fue su primera vez en la que se emborrachó de sangre, por mucho que la otra máquina intentase cortarlo o abrirle los cables con balas no era suficiente para que le importase, todo mientras que sus disparos o manos sintiesen sangre y ésta se derramase hacia los depósitos de absorción, saciando así su sed de sangre.

    ¿Después de eso? Silencio. Oscuridad. El sistema forzó su apagado para reparar los daños. Tras un tiempo indefinido, programado quizá.

    La unidad ya estaba extinta cuando su sistema volvió a estar completamente operacional, pero la máquina estaba libre.

    Despertó con sangre seca en su armadura y una espada en sus manos. Los restos sangrientos de otra máquina cuelgan del techo y lo envuelven como una serpiente. A parte de un pequeño hormigueo en sus dedos, ATLAS puede levantarse y arrastrar el filo de la espada como una muleta, cortando una línea recta al siguiente vórtice sangriento. Cuando se para al frente cierra los ojos, sintiendo que el olor a sangre lo llama. Sus piernas ceden y cae rendido al vacío.

    Una cama de pasto y flores lo recibe en su caída, coronándolo con el cantar de pájaros artificiales. Pestañea lentamente, un ojo y después el otro. La sensibilidad parece estar bien. Su diestra busca instintivamente el mango de la espada antes de volver a pararse.

    Para suerte de ATLAS el limbo no se caracteriza por alojar a las criaturas más fuertes, así que bastó con pulular por sus largos corredores para tomarle gusto a enzarzarse en la batalla frenética por la sangre de un demonio y otra máquina desesperada. A su paso encontró otros tipos de pistolas, pero hizo caso omiso, contentándose con la espada robada.

    Se abrió camino directo hacia las capas de la lujuria y gula, encontrándose con una vista morbosa: ya habían sido arrasadas por otra máquina, delatada por el camino eficiente de los agujeros por bala y la línea de cadáveres, dejando como testamento su habilidad, asimismo, el paso de otra también estaba allí, aunque más sutil, cortes delgados pero profundos en cuerpos decapitados. A esas alturas, el prototipo ya no es la misma máquina que entró al infierno quizá cuantos días o meses atrás, así que la emoción de encontrarse con un adversario de tal calibre sólo le causó un escalofrío y la necesidad de darles caza.

    La primera impresión de la capa de la envidia fue hastío. El calor no lo ayuda y ralentiza sus procesos, por tanto, cuando ATLAS vio un brillo blanco y rojo zumbando sobre su cabeza fue demasiado rápido para ver qué era una vez que subió la vista. Si hubiese sido otra máquina ya estarían intercambiando golpes, aunque le parece raro de todas maneras, pero no de vida o muerte. Así pensó antes de adentrarse más en la capa de la envidia, abofeteado por la arena incandescente y el sol que quema al otro lado de la pirámide.

    Movido por la necesidad de sangre, el prototipo se lanza hacia la sombra de la pirámide, cortando a todo tipo de criaturas para guarecerse dentro de lo que parece ser un templo. El espadachín fue zumbando por la arquitectura del infierno, la sed de sangre aún fresca en la garganta, despachando a cualquier enemigo que se acerque demasiado, sin embargo, los gritos no dejan de hacer eco en la oscuridad.

    Una de esas máquinas debe de estar cerca. ATLAS se sonríe, adentrándose en la oscuridad que lo recibe más adelante.

    Atraviesa los corredores sin cuidado, deslizándose por la piedra seca y aguzando el oído para que no lo tomen por sorpresa, mas, todo está demasiado tranquilo para su gusto. Aprieta la mandíbula, casi seguro de que algo lo está siguiendo, aunque también muy orgulloso como para parar en seco y enfrentarse como un imbécil contra la máquina capaz de dejar un camino de cuerpos a su paso.

    Sin embargo, su plan no va como lo esperado. Una de las cámaras a las que entra no es más que un inmenso pasillo con un vacío sin fin a cada lado, coronado también por una seguidilla de columnas de dioses y humanos destrozados por el tiempo.

    Desde allí una voz artificial hace eco: —¿A dónde crees que vas? Este es mi territorio.

    Un escalofrío agradable se esparce por su espalda y lo hace estremecerse con un tirón de corriente en su cabeza. ATLAS para en seco y busca el dueño de esa voz entre la oscuridad, mirando de un lado a otro sin resultados. Entorna los ojos, pero aun así no encuentra nada.

    —Mmh, ¿quieres verme? — ronronea la voz y él se estremece de nuevo. — ¡Entonces mírame bien!

    Una máquina extraña salta de la oscuridad, extendiendo una mano tan peculiar que se extiende como un latigazo y lo acerca a la batalla. El amor está en el aire. Bailan alrededor del otro, evitando el silbido de un arma y la violencia que causa el apetito por la sangre de otra máquina, ninguno cediendo espacio para que su adversario pueda relajarse, mandando a volar partes y piezas cuando inevitablemente uno de los cortes conecta y zafa grandes placas metálicas, desarmando a ambas máquinas hasta que apenas queda lo necesario para que funcionen.

    El modelo de la otra máquina se hace evidente una vez que está con medio circuito al aire, a un respiro de desconectarse y caer derrotado como un montón de basura.

    ATLAS intenta llamarlo por el nombre escrito en los cables, pero ahí recuerda que es un prototipo.

    —¡Ni siquiera tienes cómo sintetizar tu voz! — tose CISSEUS, temblando sobre su pierna herida. — ¡Toma mi sangre, desármame y hazte más fuerte! Ya deberías saber eso si has llegado hasta acá, ¡vamos!

    ATLAS entrecierra un ojo y después el otro, recalibrando sus opciones. Cada uno de los procesadores que reposan en sus sienes parecen prenderse fuego, corriendo un proceso detrás de otro como una gran carrera, corrigiendo un pequeño error de cálculo y otro mayor en su comportamiento. Su adversario apenas se sostiene, aunque orgullosamente apunta la lanza improvisada de todas maneras, pero decide que no quiere ninguna de sus partes. El prototipo baja su espada y la hostilidad se derrama de sus brazos.

    La otra máquina se sacude, pero se hace a la idea de que no es por el daño de conexiones.

    CISSEUS, notoriamente furioso, bufa: —¡¿Qué estás haciendo?!

    Perro que ladra no muerde. ATLAS se acerca y éste no retrocede, aunque tampoco baja la lanza ni por si acaso. Una de sus manos libres se remueve en su nuca, buscando una extensión y apenas la tiene en mano hace un gesto simple. Apunta a CISSEUS, luego al cable y después al receptor que tiene en su boca. Si no quiere morir, que se una a él.

    Tras un largo silencio, la otra máquina parece considerarlo.

    —¿Seguro? — ATLAS asiente. — Rrgh, bien, pero no por mucho.

    CISSEUS baja la guardia y recibe el cable entre sus labios, como si dudase en conectarlo o no al puerto detrás de sus dientes, pero eventualmente lo hace, convirtiéndolos en una sola máquina. ATLAS sonríe.

    —¿Seguro? — Habla con el cuerpo de CISSEUS, sorprendiendo al mismo. — Yo voy a decidir cuándo te separes de mí.

    La expresión horrorizada de la otra máquina vale toda la pena y agradece su pequeño error de cálculo.
     
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