Kid (Madasasu)

Advertencias: diferencia de edad, menores, escenas sexuales, consentimiento dudoso, doncel.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1.     +1   -1
     
    .
    Avatar

                 I love you ototo             

    Group
    Member
    Posts
    8
    Location
    🏆un plano astral🏆

    Status
    Offline
    Capítulo 1

    Madara caminaba despacio, un día largo de trabajo hacía que sus pies anduviesen lento, pero a pesar de todo esto amaba su trabajo, lo amaba. Escuchar las risas de los niños, sus quejas y reclamos, que aunque a veces lo sacaban de quicio definitivamente lo hacían muy feliz. Planeaba llegar a su casa, darse un baño relajante y descansar en la comodidad de su casa, sí, eso haría.

    Se recostó en el bus en lo que llegaba a casa, para su buena suerte no estaba tan lleno de pasajeros. Madara odiaba ser aplastado y sentir invadido su espacio personal por la gran cantidad de desconocidos con los que tenía que compartir el transporte público. Por supuesto sabía que no tenía otra opción, o bueno, si la tenía pero no quería tomarla, no le hacía bien a su bolsillo.

    A este punto del camino podía ver la tienda cerca de su casa. Como todo en la actualidad, con el afán de ser muy eficiente y cuidando mas cantidad que calidad, daba la impresión de ser un esfuerzo mediocre de distribuidora de alimentos, a Madara esto lo tenía sin cuidado pues llevaba un estilo de vida relajado y no le importaba mucho aquello.

    Sacó de su bolsillo un cigarrillo y con su otra mano fue encendiéndolo mientras caminaba. No hacía frío aún, podía sentir el sol todavía sobre su cabeza, aunque ya se sentían pequeños atisbos del anochecer.

    Saludó al portero del conjunto y se apresuró a subir las escaleras del edificio donde vivía, sus pies se sentían pesados, de todos los pisos posibles el último no parecía el indicado. Decidió reposar un poco en el piso seis, el último antes de llegar a su destino y se asomó por la ventana para terminar de fumar su cigarrillo.

    Los hilos de humo iban desapareciendo en el aire mientras Madara miraba hacia el cielo. Levantó su zapato y alineó la parte delantera del cigarrillo buscando apagar los residuos. Luego abrió el bolsillo delantero de su maleta y echó dentro el sobrante.

    Ya sintiéndose mas animado subió los últimos escalones que quedaban para llegar a su apartamento, metió las manos en el bolsillo de su chaqueta y sacó sus llaves, las acercó a la cerradura para al fin poder entrar, pero cuando estaba por quitar sus zapatos escuchó una voz.

    Sonaba aniñada, como pequeña, mas bien un poco asustada.

    —¿Señor Madara?

    Madara se dio la vuelta expectante de que era lo que podía encontrar. En el respaldo de la ventana del pasillo, apoyado en la parte contraria a su apartamento había un pequeño sentado. Estaba bien peinado y parecía recién bañado, con el único detalle de que traía consigo cinco maletas, que al parecer contenían todas sus cosas. La mas grande de todas tenía ruedas y una manija cuadrada, las otras dos maletas eran dos morrales medianos y la última se trataba de una tula deportiva.

    Dudoso acerca de que responder Madara se limitó a preguntarle al niño que hacía allí.

    —¿Necesitas que llame a tus padres? —fue lo siguiente que dijo después de eso.

    Madara ignoraba el detalle mas importante de todos, el cual era que aquel niño había dicho su nombre con tanta familiaridad que parecía esperar algo de un desconocido, él, y que para su mala suerte Madara no tenía idea quien era el pequeño.

    —Mamá se fue de viaje, me trajo hasta aquí y dijo que Madara debía encargarse de mí.

    —¿Madara? Pero Madara soy yo —contestó señalándose a sí mismo.

    El niño pareció escuchar algún cantar celestial y sonrió levantándose de forma veloz.

    —¿Tú eres papá?

    Madara entró en un estado de estupor momentáneo donde mientras el niño agarraba su mano y se dirigía adentro del apartamento, los estímulos pasaban por su cabeza sin saber que hacer, que decir, simplemente no procesaba ninguna de estas vivencias que mas adelante se convertirían en un verdadero circo de emociones nunca antes vividas.

    Si bien aún no sabía que hacer con el niño, tampoco podía dejarlo afuera, teniendo esto en mente le ayudó a entrar sus maletas al apartamento y decidió sacar su celular. ¿Pero qué estaba pasando? Según lo que él recuerda, nunca tuvo un hijo.

    Edited by LovelyIncest - 7/1/2023, 20:17
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

                 I love you ototo             

    Group
    Member
    Posts
    8
    Location
    🏆un plano astral🏆

    Status
    Offline
    Capítulo 2

    —No entiendo a que te refieres con eso —la voz confundida de Madara se hacía notar entre el silencio casi absoluto del apartamento, a pocos metros, el niño observaba expectante la conversación por teléfono, con mañas un poco inapropiadas para su edad mantenía el dedo pulgar en la boca.

    —Tal como lo oyes, Madara —la persona al otro lado suspiró— Ese niño es tuyo.

    —Eso no puede ser, escúchame ¿Izuna? ¡Izuna! —acercó mas su boca al dispositivo en intento inútil de hacerse escuchar, sin embargo la llamada se había dado por finalizada.

    Madara refunfuñó en voz baja y volteó a ver al niño quien lo miraba con ojos grandes. Ninguno de los dos dijo nada por los próximos treinta segundos, hasta que el pequeño se quejó.

    —Tengo hambre.

    Madara asintió en señal de comprensión y se dirigió con esperanzas de encontrar algo que darle al niño. Aunque bueno, claramente él sabía muy bien que en su nevera solo había latas de cerveza, queso y carnes frías, pero prefirió confirmarlo de nuevo para decepcionarse frente a su nevera. Mal, muy mal, un niño de esa edad necesita mas que salchichón y cerveza para vivir.

    —¿Puedo tomar cerveza?

    Madara lo miró en señal de incomprensión mientras era víctima de un ataque de estrés.

    —¡Claro que no! Aleja tus manos de ahí niño travieso —junto a otro suspiro desesperanzador decidió completar su frase— ¿Qué se supone que haga contigo, hmm?

    El niño arrugó su rostro en una muestra de preocupación y se arrodilló a los pies de Madara.

    —¡Por favor, no dejes que ellos me lleven! Mamá es mala —suplicó, acentuando fuertemente lo último.

    Madara rascó su cabeza y dio una pequeña sonrisa.

    —Izuna no es malo, agh, solo un maldito irresponsable —dejó escapar algunas risas de incredulidad— ¿Cómo se le ocurre? Yo trabajo con niños todos los días, por favor, sé lo complicado que es esto. ¿No te dijo Izuna cuando va volver?

    El niño se empinó sobre sus pies, haciendo y deshaciendo el gesto varias veces. Jugó un poco con sus dedos y luego de pensarlo un poco, respondió.

    —Mamá dijo que volvería para Navidad —soltó despreocupadamente.

    —¡Navidad! Maldito Izuna, espera que regrese.

    El niño se encogió un poco en su lugar al escucharlo gritar. Madara dándose cuenta bajó el tono de su voz y recordó tener mas cuidado a la hora de hablar.

    —Bien, supongo que estaremos aquí durante un largo tiempo, tendrás que acostumbrarte —empezó a caminar de lado a lado, la ansiedad lo consumía— ¿Qué quieres comer?

    —¡Helado!

    Madara dio otro suspiro.

    —No creo que cenar helado sea un buena idea —respondió.

    —¿Por qué no? —contestó desanimado el niño, mientras se disponía a hacer un escándalo, abandonando la actitud sumisa y obediente que había tenido hasta ahora— ¡Quiero helado! ¡Quiero helado! —gritó tirándose al suelo dando pequeños lloriqueos.

    Sus quejidos y llantos levantaron a gritos la silenciosa vivienda de Madara. Este, quien laboraba en un centro de menores, tenía que lidiar con estas rabietas diariamente. Tomó al niño y contra su voluntad lo levantó, no de forma brusca, trató de ser lo mas cuidadoso posible. Dejó que llorara apoyado en su cuerpo mientras intentaba pensar que hacer a continuación. Un poco después el niño fue regulando su respiración, ya no parecía tan alterado, sin embargo aún daba pequeños manotazos en el hombro de Madara.

    —Quiero helado —susurró, su voz sonaba algo lastimada debido a los gritos que había dado antes.

    —Bien, hmm, con que quieres helado. ¿Si te pido una hamburguesa y un helado prometes comer todo?

    El niño hizo una mueca de asco, pero sus ojos brillaron un poco al escuchar la propuesta.

    —Odio la hamburguesa, prefiero la pizza —fue bajándose lentamente del regazo de Madara— ¿Quién en su sano juicio come hamburguesas?

    Madara tomó su celular para hacer la orden.

    —Entonces, una pizza y un helado ¿De acuerdo?

    —¡De acuerdo! —contestó de forma animada el niño, al parecer ahora se sentía muy enérgico ya que saltar sobre los sillones de Madara le parecía una idea excelente.

    —Oye no hagas-

    —Madara es un buen padre, mamá es mala. No quiero volver con mamá ¿Puedo quedarme con Madara?

    A Madara eso le había sonado como un montón de ideas inconexas que no comprendía. Niños, creen que porque no les das lo que ellos quieren en el momento que lo pìden eres mal padre. Él recordaba a Izuna, habían tenido un noviazgo largo, pero al final sus caminos se separaron. Claramente ese niño no era suyo, de haberlo sido él lo sabría. Izuna era muy irresponsable con todo, la relación que tenían, su trabajo, sus estudios. Esa actitud despreocupada había terminado por cansar a Madara y esto mismo lo llevó a decidir terminar las cosas, pero claro, puede ver perfectamente que Izuna sigue siendo el mismo despreocupado de siempre.

    —Papá Madara.

    La voz del niño lo sacó de sus pensamientos.

    —No quiero ser grosero pero no me gusta dormir solo, mamá Izuna me acostumbró a dormir con él —su voz se hizo mas chillona dando una disculpa disimulada— ¿Estoy castigado?

    Madara sonrió, a su manera claro.

    —No, pero si te portas mal de nuevo sí estarás castigado —dijo a modo de broma, simulando una voz enojada en la última parte de su oración.

    Pero, al niño no le parecía tan gracioso.

    ¿Castigado?

    Mamá Izuna lo castigaba feo, no le gustaba. ¿Acaso papá Madara lo castigaría igual? ¿No, verdad? Papá Madara es un buen hombre.

    Edited by LovelyIncest - 7/1/2023, 15:36
     
    Top
    .
  3.     +1   -1
     
    .
    Avatar

                 I love you ototo             

    Group
    Member
    Posts
    8
    Location
    🏆un plano astral🏆

    Status
    Offline
    Capítulo 3

    —Sasuke, que mal chico ¿Hmm? Una pena que nadie quiera un mocoso tan desagradable y mal portado como tú.

    No, ¿Mamá Izuna?

    Algo no estaba bien, el niño lo sabía. Sus respiraciones eran largas y pesadas, como si no consiguiese sobrellevar su propio cuerpo. Sus pies y manos se encontraban entumecidos. Sudaba, su calor corporal era alto y podía sentir las manos pegajosas. En sí no veía bien a su alrededor, pero tenía la tintineante voz de Izuna. Sasuke, Sasuke, oía. No se detenía, su tono no era amable de modo que lo hacía querer correr.

    De pronto escuchó un llamado, sonaba diferente, parecía fuera de su burbuja.

    —¡Niño! —escuchó de nuevo.

    Lentamente todo se fue haciendo mas borroso, las cosas parecían volar y desvanecerse con el aire.

    Se encontró a sí mismo respirando agitadamente y bañado en sudor. Al frente suyo estaba Madara, parecía preocupado pero no se atrevía a tocarlo, sin embargo cuando lo vio despertar se apresuró a acercarse.

    —¿Niño? —preguntó queriéndose asegurar de que estaba consciente.

    El niño tomó una bocanada de aire y se incorporó en su lugar para poder respirar mejor. Instintivamente, en un ánimo de calmar la sensación de la presencia de Izuna se llevó el dedo pulgar a la boca. Quería sentirse reconfortado, pero no podía, no estaba funcionando. Sus ojos llenos de pánico se encontraron con los de Madara quien no dudó en abrazarlo, susurraba algo, no sabía que era pero lo hacía sentir mejor. Poco a poco ya no se sentía tan perdido y las memorias del sueño se iban desvaneciendo, hasta quedar un solo nombre, Izuna.

    —¿Te sientes mejor? —podía sentir la preocupación en la voz de Madara— Tu temperatura está muy elevada, traeré el termómetro.

    —No, no, estoy bien —respondió el niño, lo siguiente que hizo fue colocarse en pie— Creo que necesito un baño, me siento todo pegajoso —dijo con una mueca de desagrado.

    Madara no esperaba que el niño levantara sus brazos y se quedara esperando por él. Había notado algo muy particular en el chico y era que pese a su edad no era tan independiente como se esperaría, pero quién era él para juzgar, lo mejor sería apoyarlo hasta que lo consiguiera, después de todo no era una regla universal qué se debía hacer en cada edad y cómo se debía comportar cada persona.

    Decidió actuar como si esto fuera lo común, no quería hacer sentir mal al niño. Tendría que idear un plan para darle mas independencia, pero bueno, eso lo tenía pensado para mas adelante, ahora debía hacerlo sentir cómodo.

    Le ayudó a retirar la ropa, por razones circunstanciales obvias el pequeño aún no tenía una pijama propia, puesto que había aparecido de la nada frente al apartamento de Madara. Estaba sudado en exceso, anotó mentalmente hablar con el niño acerca de la pesadilla, parecía algo incómodo de hacer pero era necesario. Cuando se encontraba en ropa interior, pudo detallar algunos moretones y marcas en la piel del chico. Lógicamente debía preguntar.

    —¿Esas marcas de qué so-

    —Colegio —contestó como si hubiese ensayado la respuesta muchas veces— Hay niños malos que me molestan —añadió haciendo un puchero.

    Madara sabía que había tocado un punto importante de lo que el niño simplemente no quería hablar ahora, bien, en algún punto podrían sentarse a hablar seriamente. Primero debía darle una toalla al chico para que no tuviese frío.

    Dejó al niño en la cama mientras buscaba en los cajones de su habitación. Todas sus toallas le quedarían inmensamente grandes, pero no tenía más, era eso o una toalla de cocina.

    El niño se encontraba absorto en sus pensamientos, completamente.

    —Niño —dijo en un tono un poco fuerte para atraer su atención— Toma.

    El niño lo miró confundido, sin comprender nada le devolvió la toalla a Madara.

    —Vamos a bañarnos, papá Madara.

    Esta vez Madara no pudo ocultar su sorpresa ¿Bañarnos? Era mas de lo que él pensaba, ese chico no se bañaba solo. Bueno, Madara no pudo hacer mucho, simplemente seguirlo hasta el baño. Cuando entró el chico se arrodilló frente a él y dijo algo que lo dejó todavía mas impactado que lo anterior.

    —Papá Madara, como muestra de agradecimiento retiraré su ropa.

    Madara retrocedió, eso no lo esperaba y no lo veía necesario, puesto que él mismo podía hacerlo. Es mas, pensaba dejar que el niño se bañara y acompañarlo con su presencia, pero no meterse en la misma bañera que él, de ninguna manera. Eso le parecía un poco exagerado, después de todo el chico no iba resbalar en la bañera por meterse solo.

    —Oye chico, deja es-

    —¡Déjeme señor Madara, por favor! Usted no es como mamá.

    Madara no entendía a que se refería en términos de "usted no es como mamá", ya lo había mencionado varias veces y cada vez que lo hacía, al principio no había pensado mal, pero después de ver esos moretones las cosas se estaban poniendo un poco oscuras en la mente de Madara. ¿Podría ser que Izuna?

    No, no podía ser. Izuna es un buen tipo, se repitió a sí mismo.

    Dándose por vencido dejó que el chico le retirara la ropa, bueno tal vez aquello lo hacía sentir confortable y cómodo, tal como en casa. Después de todo su madre lo había dejado botado frente al apartamento de una vieja ex pareja, sin razón alguna aparente.

    —¡Al agua! —chilló emocionado— Vamos, papá.

    La familiaridad con la que lo trataba lo confundía, de hecho no era normal. Es como si las palabras "papá" y "mamá" acostumbraran a salir de su boca demasiado seguido.

    Madara se metió lentamente en el agua y tomó una distancia prudente con el niño. Este al verlo tan lejos hizo un puchero de tristeza y decidió acortar la distancia. Se subió en el regazo de madara, su piel desnuda rozaba la piel del mayor.

    Madara entró en un estado de nerviosismo, intentaba hablar pero las palabras no le salían, solo podía ver al niño.

    Este tomó el silencio de Madara como una aceptación silenciosa a su propuesta y continuó acercándose. Su rostro subió de modo que podía sentir la respiración de Madara junto a la suya. Ya estando casi completamente posado sobre los labios del mayor, sintiendo la calidez de su cuerpo y su fija mirada, se animó a decir lo que pensaba.

    —Me pregunto a qué sabrá papá Madara — susurró decidiéndose a acortar lo poco que quedaba de distancia, no sin antes sentirse empujado bruscamente hacia el lado contrario.

    Madara tenía una expresión entre triste, molesta y sorprendida en el rostro. Sus ojos levemente llorosos contrastaban con su dura mirada, aquello llamado decepción estaba plasmado en su cara.

    —¡Aléjate, niño malo! —gritó perdiendo los estribos.

    Edited by LovelyIncest - 7/1/2023, 15:36
     
    Top
    .
  4.     +1   -1
     
    .
    Avatar

                 I love you ototo             

    Group
    Member
    Posts
    8
    Location
    🏆un plano astral🏆

    Status
    Offline
    Capítulo 4

    —¿Niño?

    Después del incidente del baño el chico llevaba horas encerrado en la fría habitación que estaba al lado de la suya. Esta habitación él la usaba para guardar cosas, era un especie de depósito, pero en ella no había nada que pudiese ser considerado cómodo o cálido. Simplemente estaba siendo ocupada por muchos objetos, en su mayoría innecesarios.

    El chico no respondía. Lo intentó de nuevo en lo que sería la onceava vez.

    —Lo siento —la disculpa salió de su interior, sabiendo que esto era lo que esperaba escuchar el chico.

    Una disculpa, pero no cualquiera, que fuese sincera y lo eximiera de la culpa. Después de todo él sabía muy bien que cualquier tipo de comportamiento extraño en niños no había sido propiciado por estos mismos, siempre había un responsable. El problema era que el único responsable que se lo ocurría en ese instante era Izuna, pero eso no tenía sentido en su cabeza ¿Por qué lo enviaría con él si quería seguir abusando al chico? No lo entendía.

    —Chico, sal. Quiero hablar contigo —propuso Madara— Prometo que no habrán mas gritos —dijo a modo de disculpa.

    Después de esas últimas palabras la puerta de la habitación se abrió despacio. El niño se asomó por esta con lentitud. Tenía los ojos rojos e hinchados, producto del llanto, el dedo que siempre usaba para consolarse a sí mismo se encontraba mordido de tal forma que era visible la piel rojiza de su pulgar y la otra mano la tenía rasguñada, de lo que Madara consideraba una forma agresiva. Sin embargo a pesar de su presencia no hubo palabra alguna, simplemente su cuerpo reposando.

    Madara se agachó de forma que quedó a la altura del niño y procuró hacer contacto visual con este, era ligeramente complicado puesto que hasta un desconocido que cruzara la puerta en ese instante podría notar lo ausente que se encontraba el chico.

    —Lamento lo ocurrido —dijo sosteniendo su rostro— Es enserio —reafirmó tratando de encontrarse con la mirada perdida del niño.

    A pesar de todo, no obtuvo respuesta alguna.

    —¿Tienes hambre? —preguntó gentilmente.

    El niño tampoco respondió, antes bien movió su cabeza para quitar las manos de Madara de su rostro y se quedó casi completamente quieto.

    Madara no sabía que hacer, esta situación era mas complicada de lo que esperaba, es decir, sí claro, él acostumbra a trabajar con niños, pero en general los problemas que debía resolver en su día a día eran menores comparados con esta nueva situación.

    Bien, supongo que llamaré a Hashirama, pensó para sí. Hashirama era el director de la institución donde trabajaba, era conocido por ser una persona alegre y despreocupada, en contraste con su responsabilidad y trabajo duro. Tenía varios estudios en pedagogía y psicología relacionados con menores, sumado a eso también contaba con una gran creatividad a la hora de resolver problemas y un buen sentido del humor.

    Madara y hashirama, él y su compañero eran conocidos por ser un muy buen dúo.

    Madara no perdió mas tiempo y fue caminando hacia la pequeña sala de su apartamento. No veía al niño por ninguna parte, supuso que se había quedado en la misma posición que antes, o tal vez simplemente había vuelto a encerrarse, lo que lo incentivaba a resolver la situación lo antes posible.

    Al otro lado de la línea la voz de Hashirama le contestó alegre, como siempre, sin siquiera un reclamo por ir casi veinte minutos tarde al trabajo.

    —¿En qué te puede ayudar este inútil? —contestó tras una risa.

    Madara volteó los ojos, que estúpido podía ser Hashirama a veces, aunque a pesar de eso siempre le sacaba una sonrisa.

    —Necesito que vengas a mi apartamento —dijo sin mas.

    Obviamente Madara estaba en otra tónica, digamos preocupado, ya que definitivamente no sabía que hacer con el niño; pero como era de esperarse lo que obtuvo por respuesta fue una risotada gigante de Hashirama.

    —¿Qué estás diciendo Uchiha Madada? ¿Estamos volviendo a los viejos tiempos? —preguntó a penas terminó su jornada de risas.

    —¡Escúchame imbécil, esto es serio! Tengo un niño en mi apartamento y una situación complicada —la frustración de Madara era evidente en su voz.

    El ambiente no fue el mismo luego de que Madara desahogara su situación por teléfono.

    —Oh Madara, espérame dejaré a Tobirama a cargo, voy para allá —dijo Hashirama y después sin esperar respuesta, colgó.

    Madara decidió buscar al niño de nuevo. Para su sorpresa esta vez estaba en la habitación principal, se las había arreglado para envolverse hasta la cabeza con las cobijas, de modo que a simple vista parecía no haber nadie en la cama.

    Madara se sentó en la parte inferior de la cama y simplemente se quedó en silencio, podía escuchar la respiración del chico, era leve y lenta, lo que le indicaba que había una gran posibilidad de que se encontrara dormido.

    Errado, el chico se encontraba despierto, simplemente se sentía agotado después de haber llorado y había caído en un estado de somnolencia, pero aún se podía permitir hablar.

    —¿Soy malo? —preguntó con un hilo de voz.

    —No, no eres malo —contestó rápidamente el mayor— Es solo que-

    —No le creo señor Madara, no le creo nada —dijo con una triste voz.

    —Chico lo sien-

    Sin embargo, no pudo terminar antes de ser interrumpido por la voz furiosa del niño.

    —¡Deje de decir que lo siente, usted también piensa que tiene el derecho de castigarme! —gritó— ¡Usted tampoco me quiere!

    —Niño yo-

    —¡No quiero escuchar mas palabras vacías, me regreso con Izuna! Aunque es un maldito, al menos no es un hipócrita —después de decir esto se levantó bruscamente, siendo detenido por Madara quien lo sostuvo en sus brazos cuando rompió a llorar de nuevo.

    —No quiero volver con Izuna, por favor no me regrese con él —suplicó— Prometo no volver a mostrarle cariño.

    Madara simplemente escuchaba acariciando la cabeza del mas joven, no sabía que responder, lo que sí tenía claro era que debía hablar con Izuna y esta vez no iba permitir que le colgara.

    —A pesar de lo poco que nos conocemos, realmente te quiero niño —dijo, sentía que el chico necesitaba escucharlo.

    Esto tuvo un efecto instantáneo en el niño, quien aunque había dejado de llorar aún hipaba. Estando sobre el pecho del mayor subió su cabeza. Madara observaba cada movimiento, aún acariciando su cabeza. El niño no dio tiempo al mayor de reaccionar, simplemente juntó sus respiraciones rozando la boca del mayor con lentitud, pegó su cuerpo a la comodidad de Madara, quien se encontraba completamente quieto en ese momento. Siguió moviendo su boca, aunque sentía que sus movimientos no eran correspondidos creía que era cuestión de tiempo, por lo que siguió besándolo, tocando sus cálidos labios. Posó sus piernas alrededor de las caderas del mayor e inició un leve vaivén que se fue incrementando con el pasar de los segundos, sintiendo despertar la parte baja de Madara. Queriendo más aumentó la profundidad del beso, metiendo su lengua con movimientos parsimoniosos y delicados en una lucha con la cavidad cerrada del mayor, frotando más su cuerpo.

    Es en ese momento cuando Madara con la respiración agitada y las mejillas sonrojadas, se alejó.

    —Niño —dijo regulando su respiración— No hagas eso.

    —¿Usted no me quiere? —preguntó sin comprender.

    Madara se alejó lo mas que pudo, a pesar del shock y el estrés que sentía por la situación procuró no subir la voz.

    —Ese no el asunto —contestó, agarrando su cabeza a punto de reventar. La culpabilidad lo consumía, ese sentimiento moral que no abandonaría su ser por un largo tiempo.

    —¡Entonces, venga y béseme! —pidió a punto de llorar nuevamente.

    Pero Madara no estaba escuchando, estaba siendo torturado por sus propios demonios interiores.

    —Soy un ser humano repugnante —dijo creyendo que era un simple pensamiento, sin ser completamente consciente de que aquello lo había dicho en voz alta.

    En ese justo instante el sonido del timbre resonó por toda la casa.

    Edited by LovelyIncest - 7/1/2023, 18:03
     
    Top
    .
3 replies since 5/1/2023, 20:20   159 views
  Share  
.