36.º Reto Literario "San Valenkink Vol II" – Death note, (Better than you)

[MelloxNear]

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    8. El menú está servido || Los personajes disfrutan de juegos con comida sobre sus cuerpos.
    ...


    Near era un idiota, enano, cabezón, infantil y presumido.

    Por supuesto que lo era. Y cualquiera que no fuera el albino insuflado de grandeza con toc mal camuflado se daría cuenta.

    Llegar hasta el núcleo del departamento de inteligencia resultó sumamente sencillo para Mello.

    Abrirse paso entre el personal altamente calificado, guardaespaldas y vigilantes encargados de monitorear el edificio de la SPK, fue como transitar por la avenida. Sin mayores obstáculos, más allá del molesto tumulto de vígias aglomerados en los ventanales.

    Rester y Lidner se habían dejado llevar por el estallido estentóreo del molotov que Mello había implantado horas antes en el estacionamiento subterráneo. Habían salido corriendo con sus resplandecientes armas de corto alcance en lo alto.

    "Idiotas".

    El pandemónium orilló a varios uniformados a dispersarse de sus puestos para cubrir un mayor rango de movimiento en los primeros pisos.

    Y mientras el barullo tenía lugar, Mello subió tranquilamente por las escaleras de incendios apostadas junto a los ascensores. Llevaba gafas oscuras, mascarilla, una ajustada remera negra complementada por los ceñidos pantalones oscuros de cuero y guantes del mismo material.

    Despreocupado, Mihael Keehl llegó al piso indicado. Su fusil M16 con cerrojo rotativo asomaba por la funda del costado de su cinto. De forma premeditada, adhirió su espalda a la pared y se quitó las gafas para emplearlas de mirilla.

    Estaba en el sector tres. Al final del pasillo, orientada a la izquierda, había una puerta blindada enmarcada con el número 14, cuya letra N en calígrafía gótica se izaba cual bandera de guerra. Stephen Gevanni, custodio de la puerta, usaba un sobrio uniforme a juego con el tapiz de los muros. Al igual que el resto del inepto equipo de seguridad, portaba un heckler semiautomático de retroceso corto.

    Sin titubeos de por medio, Mello retiró el anillo de metal y lanzó la bomba de gas somnífero que rodó exitosamente hasta los pies del agente.

    La gruesa pantalla de humo se levantó como una oscura ola terrosa.

    Mihael se sonrió con autosuficiencia bajo la mascarilla al pasar por encima del estorbo tras haberle quitado el gafete con la llave de acceso.

    En menos tiempo del que le tomó subir las escaleras, se encontraba ya dentro de la oficina.

    Se aseguró de cerrar la puerta y fue directo al pórtatil sobre el escritorio para accionar el sistema de resguardo del sector. Cada entrada y salida se bloquearían. Las puertas acorazadas de 12 pasadores con anclaje de muro constituirían una barrera, si bien temporal, impenetrable. Eso bastaría para mantener a raya a esas molestas alimañas.

    —Me extraña el grado de impulsividad al que te someten tus actos, Mello.

    Con media sonrisa cínica, Mello se apartó del ordenador y se recostó de lado en el mueble frente a la afelpada alfombrilla circular en que se hallaba Near, sentado, con las rodillas juntas y un rebelde mechón blanco enroscado en su dedo índice.

    —¿Asustado porque dejé fuera de combate a tus niñeros?— se mofó Mello mientras apoyaba la cabeza en su mano enguantada y el codo sobre el apoyabrazos.

    Pese a la afrenta, Near se mantuvo impasible, sin variar su postura y sin siquiera alzar la mirada de las figurillas acomodadas a su alrededor. Tres trenes de plástico, cinco robots de batería con piezas intercambiables, un gigantesco rompecabezas récien empezado y unos muñecos de cerámica.

    —Mat demoró tres segundos y cuatro milésimas en desactivar el circuito de grabación de las cámaras de seguridad, apoderándose de la base de datos del sistema y recurriendo a un puntero láser para cegar la lente— aseveró Near con marcada indiferencia en el tono. Tan sereno estaba que, Mello apenas si pudo controlar un estallido de furia.

    —¿Y qué con eso?— gruñó—. Desarmé a cuatro imbéciles en el estacionamiento. Engañé a Rester, Lidner y el resto de miembros del personal de seguridad. Hasta el estúpido de Gevanni cayó en mi trampa.

    Por primera vez, Near dejó de retorcerse el cabello para levantar la mirada hacia el sofá.

    —Sabía que se trataba de ti desde que detonaste el explosivo, ¿vienes a exponer un prélegomeno?

    —Estas colmando mi paciencia, enano de pacotilla— tensando los puños, Mello hizo amago de levantarse, pero se detuvo al adivinar el juego del otro. Quería hacerlo salir de sus casillas. Razonaba peor cuando se dejaba influenciar por sus emociones, pero el temple de hielo de Near le crispaba los nervios.

    —Ha sido por causa mía que pudiste acceder aquí, no por tu histrionismo— admitió Near, tomando la figura cuyo parecido con Mello saltaba a la vista. Lo movió unos centímetros al frente y siguió colocando piezas del puzzle ante la mirada atónita del rubio.

    —Entonces doy por hecho que sabes la razón de que me encuentre en tu presencia— farfulló Mello. Hurgó a prisa junto a la funda de su arma, enormemente satisfecho al notar de refilón como Near, si bien casi de manera imperceptible, se tensaba un poco—. Recibí tu estúpido correo, y mi respuesta es no, no pienso ayudarte un carajo en la captura de Kira. Me ocuparé personalmente de ese asesino en masa de cuarta por mi cuenta.

    Relajando los hombros al oír la envoltura de chocolate ser rasgada por los dientes, Near deslizó el robot junto a la réplica del muñeco de Mello.

    —Posees un ideal elevado. Las probabilidades de que triunfes por tu cuenta son incluso menores a las mías— claudicó—. Ni tu ni yo estamos a la altura del ingenio de Kira.

    —No me subestimes, Nate.

    Strike uno. Llamar al enano engreído por su nombre real no solo constituía una falta grave, sino que, encima, ponía en evidencia lo cabreado que se sentía.

    —Tampoco deberías sobrestimar tus habilidades, Mihael— paladeó con frialdad el nombre, confrontando a la distancia los ojos azules cual estanques.

    Más y más cabreado, Mello bufó. Dio una furiosa mordida a su barra a medio derretir de chocolate amargo. Tenía el maldito estómago vacío desde el día anterior. No había tenido tiempo de hacer ni una sola parada para comer en su empeño por llegar temprano a la SPK.

    Según el reporte del espía que había enviado días atrás, se registraba menor actividad dentro del cuartel entre las cuatro y seis de la mañana. Eran las cinco y cuarto.

    —Solo digo— siguió jactandose Near, haciendo una inclinación de cabeza tan imprevista e inocente que no le dio tiempo a Mello a mentalizarse para un nuevo embate ofensivo—. Que los perdedores se dejan llevar por sus emociones. Por consiguiente éstas deberían quedar descartadas en todo momento.

    —¿Cómo?— rechinó Mello los dientes—. ¡No soy un jodido robot, Near!— debatió, abandonando la comodidad del sofá para enfrentar a aquella atrevida alimaña albina—. Y me apuesto todo mi cargamento de chocolate a que tu tampoco— la perfidia se ensanchó en su gesto socarrón—. Estoy hambriento, Near. Tengo el maldito estómago vacío y mi cabeza empieza a doler por estar escuchando tus estupideces.

    —Tus acciones se contradicen demasiado— objetó Near a media voz—. Quieres irte, pero has sido tu quien activó la alarma de seguridad para mantenernos cautivos.

    —Lo hice para poder volarte la cabeza sin molestas interrupciones— mascó Mello, levantando de a poco su arma, dejando entrever el cañon para, al menos, poder degustar la zozobra de aquel niñato robot.

    Nada.

    Near ni siquiera pestañeó al ver el arma.

    —Nadie te impide disparar— le hizo ver, devolviendo su atención al rompecabezas, como si la amenaza no tuviera lugar.

    Fue el límite para Mello, quien, harto y ofuscado por haber perdido autoridad desde su ingreso a la habitación, decidió ponerle fin a tan rídicula parafernalia.

    Dejó que el enojo menguara un poco y luego se acercó a la alfombra, poniéndose en cuclillas frente al albino de tez nívea como perla y rasgos singularmente androginos.

    —Sé que pretendías meterme en tu juego de atrapar a Kira— susurró contra su oído, dejando que su cálido aliento entrara en contacto con el lóbulo para después descender con suavidad por el cuello nacarado—. No seré tu herramienta, enano de pacotilla— rozó con sus labios el costado del cuello de Near. Sus dedos enguantados se apresuraron a liberar los botones de los ojales para abrir la holgada camisa blanca del pijama, dejando al descubierto la piel inmacula y tersa.

    Finalmente la primera reacción humana se manifestó. La respiración de Near se había acelerado, casi de manera imperceptible, pero ahí estaba.

    —Tengo hambre y solo tengo media barra de chocolate...y a ti— arguyó, enredando sus manos con las de Near, forzandolo a tumbarse boca arriba, debajo de su cuerpo para iniciar inmediatamente un sinuoso recorrido de besos.

    Near no puso la menor resistencia y, en cambio, le observó, preso de una confusión sin precedentes. No entendía por qué un acto tan pueril le estaba proporcionando una cálidez tan grata y abrumadora.

    —Mello— nombró, sin saber exactamente la razón. Al poco rato, el susodicho se apartó para traer algo del sofá. No le dio tiempo a Near de incorporarse cuando las manos intrusas bajaron su pantalón y su ropa interior.

    Mello se sonrió complacido al notar el miembro de Near endurecerse rápidamente dentro de su mano. El mocoso con ínfulas de superioridad había vuelto el rostro en la dirección opuesta, pero Mello había alcanzado a notar el inusual tono rojizo de sus mejillas.

    —Desde el orfanato, siempre me pusiste en rídiculo— le reprochó, retirando el resto de la envolura de aluminio. La barra sólida se había ablandado en su recorrido hasta la SPK. Ahora el caramelo era suave y fácil de untar.

    Lleno de regocijo, Mello deslizó el dulce por la pálida piel, trazando la letra M en el estomágo y dibujando tres líneas verticales en el miembro despierto.

    —Siempre te creíste mejor en todo. No te pude vencer una sola vez. Y al salir de Wammy's House vuelves a atravesarte en mi camino— hizo una pausa. Near volvió el rostro hacia él. Sus ojos plomizos seguían siendo de hielo, si bien su frío temple empezaba a bambolear—. Te tengo noticias, Near. No eres mejor en todo.

    Dicho esto, se inclinó para lamer con audacia su propia creación. Se entretuvo primero con los bordes de su inicial, notando como el cosquilleo hacía estremecer a Near de pies a cabeza.

    —¿Ya no dices nada?— lo retó Mello, confrontando los grandes ojos grisáceos nublados de turbación y deseo.

    —Considero inconveniente adular tu ego por conseguir alterar mi físico más allá del entendimiento lógico.

    —Jodete, Near— lo insultó, cortando un pequeño trozo del chocolate para introducirlo en el ombligo del albino. Acercó su rostro allí y dejó que su húmeda lengua hiciera el resto.

    Una y otra vez Mello lamió con vigorosa vehemencia. Su lengua yendo hasta el fondo.

    El goce que provocó aquello en Near fue desbordante. Tanto asi que Near ancló los dedos en la alfombra como si de clavos se tratarán. Sus pies se retorcían ansiosos y su respiración se tornó tan errática que ya era inverosímil aparentarlo.

    —¿Te gusta, mocoso pervertido?— eufórico al verlo retorcerse mientras trataba de contener su respiración, Mello se aseguró de dejar bien limpio el orificio antes de ponerse a masajear orbicularmente el pene, embadurnando la base de chocolate.

    Near, que había optado por cerrar los ojos al no saber hacer frente a las placenteras corrientes en su cuerpo, se atrevió a abrir uno de sus párpados.

    Era rídiculo preguntar. Cuando Mello se metió el miembro a la boca, Near jaló aire, miró avergonzado en derredor, pero cuando la placentera succión tuvo lugar, no hubo poder alguno que le ayudara a racionalizar como normalmente hacía.

    Su mente se había desenchufado ante la portentosa felación de Mello.

    Y se sentía tan bien que, le era imposible recurrir a algún vilipendio, ofensa o pensar en alguna forma de pisotear su desmesurado orgullo.

    ¿Cómo habían llegado a esto?

    Se suponía que Mello accedería a ayudarle en el caso de Kira. Que deberían buscar una segunda libreta.

    Y sin embargo todo dejó de importarle cuando Mello intercaló la succión de su boca usando la lengua, con un bajar y subir a lamer el glande ocasionalmente.

    Irremediablemente Near se sintió caer nuevamente de espalda. Sus manos buscaban ansiosas el cabello rubio revuelto de Mello, quería que siguiera haciendolo. No le importaba si era réprobo, impúdico, inmoral o insalubre. Le gustaba, lo agitaba, lo envolvía en una vorágine de emociones desconocidas hasta entonces.

    Con los ojos cerrados y los labios entreabiertos Near sintió su ingle tensarse, un estertor cálido descendiendo por su vientre y, segundos más tarde, el líquido viscoso se liberaba en la boca de Mello

    Con la respiración acelerada y el rostro ardiendo Near perdió todo decoro y se animó a ver al rubio pasarse su semen de una sola vez.

    El impulsivo, emocional y violento sujeto de ojos azul mar sacó la lengua para jactarse de haberse tragado hasta la última gota.

    —El desayuno está completo— murmuró Mello para si—. Bastará en lo que llego a un restaurante de paso.

    Aunque la verguenza no figuraba en el corto historial de emociones de Near, un gesto apenado afloró en su rostro pálido al acomodarse debidamente el pijama.

    —Y como decía— alegó Mello, ajustándose los guantes antes de dirigirse al pórtatil—. No seré tu herramienta o juguete. Atraparé a Kira y volveras a perder contra mi, Near. Dos derrotas, grabatelo.

    Trémulo y sensible por el orgasmo, Near tomó un mechón de su cabello blanco y lo retorció con calma, tratando de recuperar el dominio de su mente y cuerpo, rogando en su fuero interno que Mello nunca se enterara de lo mucho que le gustaba, desde que asistían al orfanato. De lo contrario, su narcisismo no tendría límites.

    —Estoy un noventa y dos por ciento seguro de que nos volveremos a ver, Mello— musitó.

    Mello se detuvo al llegar a la puerta. Sonrió burlesco al mirar por encima de su hombro.

    —Eso lo veremos, Near. De momento, sigo siendo mejor que tú.

    Sus intensas miradas se cruzaron por ínfimos instantes antes de que el rubio siguiera su camino.

    Pensativo, Near movió la figurilla de Mello, posionandola sobre un tren.

    Calculaba treinta y seis horas exactas antes de que Mello volviera a la contienda, haciendo algo estúpido para volverse blanco de Kira.

    El secuestro del presidente, quizá.

    Con absoluta tranquilidad, Near abrió la puertecilla de la esquina del cuarto que ocultaba un frigobar con el desayuno del día que Halle le había llevado.

    En parte se alegraba de que Mello no lo hubiera encontrado o no habría podido experimentar aquello tan gratificantemente extraño.

    Si, había ocasiones en las que uno debía sincerarse consigo mismo, y este era uno de esos casos. Tarde comprendió que también él estaba sujeto, como cualquier persona, a esas condiciones biológicas e incomprensibles.

    Por primera vez en mucho tiempo, comparando las habilidades de Mihael, Near se sentía....como un perdedor.
     
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    Llevaba tanto tiempo sin leer nada de estos dos, ¡ha sido toda una sorpresa descubrirlos en este reto! Me he llevado una alegría nostálgica (?) que sienta muy bien~ 😌
    ¿Qué decir? A un personaje como Mello le pegan mucho esos jueguecitos con el chocolate (🔥) ¡Me encantó e s a escena!

    ¡Gracias por escribir la historia! <3
    y sin quererlo coincidir en gustos con una parejita que me gusta mucho x'd
     
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    Entré al foro y vi tu comentario y quedé como:

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    Me dio mucha, muchísima emoción porque me encanta como escribes. Bueno, no he leído muchos de tus escritos, pero los que si son fenomenales con letra mayúscula y si no fuera tan vergonzoso los habría comentado. Como uno que leí de tu autoría hace un tiempo del juego del calamar, o un puppyshipping tan bien elaborado que me lo imaginaba todo, e incluso llegué a leer alguno de ErwinxLevi de desafíos pasados. No, en verdad no sabes lo feliz que me hizo leerte porque lo que es Dol, tú y Blut, son mis, mis...dioses de la escritura (? No se ni cómo expresarlo, pero escriben, con perdón de la palabra, de puta madre.

    Si, aprovecho para soltar todo esto porque insisto en que soy algo vergonzoso. Y estoy convencido de que tus historias son de las mejores que he leído en el foro.

    Ahora que, hablando del Meronia. Es genial coincidir en esa shipp! Se que es vieja y antes me gustaba mucho. Y pues, gracias a ti por haberlo leído. Siento que me puse muy feliz e hiperactivo en estas líneas pero es inevitable cuando te comenta una grandisima escritora. Saludos y que tengas lindo día!
     
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2 replies since 12/2/2023, 07:05   114 views
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