36.º Reto Literario "San Valenkink Vol II" – Alice in Borderland, «La habitación de la puerta cerrada»

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    socorro. Ha pasado más de un año desde que vi la serie y me siguen gustando MUCHO juntos



    “¿Sabéis la de historias que he leído donde la parejita en cuestión queda encerrada en una habitación y no pueden salir de ella hasta que follan? Pues eso”. Ésa era la idea original de esta historia, porque esa línea se remonta al año pasado, pero entonces llegó el reto de San Valentín, unos ajustes por aquí, unas ediciones por allá… ¡y tachán, nuevo fic listo para leer! 🔥
    Empecé a escribir esto hace un año (o más), así que seguramente haya diferencias en el estilo de escritura de una parte del fic a otra, ¿lo siento? Lo importante es acabar los proyectos que una se propone... aunque tardes media vida en hacerlo, ¡los caracolitos no nos rendimos!🐌

    QUOTE
    Título: La habitación de la puerta cerrada
    Fandom: Alice in Borderland (live de Netflix)
    Pareja: Suguru Niragi/Shuntaro Chishiya | NIRASHIYA
    Longitud: 4949 palabras
    Advertencias: lenguaje soez, con 0 sutilezas y 0 eufemismos
    Notas: no, no he visto (¡aún!) la segunda temporada
    Situaciones escogidas:
    1. Háblame sucio || Uso de lenguaje soez y otras provocaciones verbales.
    15. Déjame un recuerdo || Los personajes marcan indiscriminadamente el cuerpo del otro con mordidas, azotes y chupones.
    20. ¿Y si vemos una porno? || Los personajes se ven excitados gracias a una película con contenido para adultos.

    Disclaimer: los personajes no son míos, pero prometo tratarlos con todo el amor que se merecen~

    🖤



    LA HABITACIÓN DE LA PUERTA CERRADA
    A Niragi todavía le quedaban tres días para que caducara su visado, no le hacía auténtica falta jugar esta noche, pero estaba aburrido. Cómo podía aburrirse estando en uno de los peldaños más altos de la Playa era algo que se le escapaba, y quizá sí estuviera mal de la cabeza después de todo. ¿Cómo podía aburrirse de matar, violar, robar… de hacer cualquier cosa sin preocuparse de las consecuencias? Era prácticamente su sueño, no sólo codearse con los más fuertes sino convertirse en el más fuerte, ¿existía algo —cualquier cosa— que quedara fuera de alcance cuando amenazaba a punta de fusil? ¿Había alguien que no se echara a temblar al escuchar su nombre?

    Chasqueó la lengua, porque sí, sí había alguien que no se inmutaba lo más mínimo ante su presencia, así enterrara el cañón del fusil en su pecho o le amenazara de muerte cada vez que le veía: Chishiya.

    Su humor empeoró de sólo pensar en él.
    La lluvia no lo puso fácil, pero llegó al terreno de juego —Niragi agradeció que fuera bajo techo— esperando encontrarse un juego del tipo cacería, esta noche le apetecía matar. Era una manera estupenda de desfogarse y librarse de lo que fuera que sintiera cuando pensaba en Chishiya.

    Entró al edificio con el fusil apoyado en sus hombros y acariciando el gatillo como quien acaricia a su mascota. Estaba impaciente por empezar, pero no podía hacer gran cosa hasta que llegasen el resto de jugadores. Por suerte, había sillones cómodos en el recibidor, se esparramó en uno de ellos de cualquier manera, con un pie en lo alto del respaldo y el otro apoyado en la moqueta; sólo los delincuentes más jóvenes estaban cómodos en esta postura, los de mayor edad solían tener algo más de consideración con su espalda.

    El caso es que desde el sillón había una vista espléndida tanto de la entrada como de la mesita con los teléfonos adjudicados a los jugadores. Un poco más allá, un cartel antiguo con el nombre del hotel tachado. Aunque la recepción era tan pequeña y la decoración tan pasada de moda que Niragi sospechaba que se trataba más de una pensión barata que de un hotel.

    El tiempo de espera antes de cualquier juego siempre se le hacía largo, pero esta vez le pareció interminable: ¡seguía solo! Lo normal era que los jugadores fueran apareciendo, a veces de uno en uno, a veces en pequeños grupos de corderillos asustados. Pero pasaban los minutos y no aparecía nadie. Esto hacía añicos los planes de Niragi para esta noche, ¿qué iba a hacer si no se organizaba el juego? No podía convertir la Playa en una masacre sólo porque se aburría… En realidad esto sí podía hacerlo, pero era una de esas cosas que era mejor no hacer. No quería meterse en problemas con los jefazos, quizá más adelante pero no ahora. Ahora no era el momento. Ahora era el momento de jugar pero, ¿a qué? ¿Con quién? ¿Iba a jugar solo? ¿Era eso posible?

    Estaba dispuesto a averiguarlo, pero entonces escuchó a alguien silbar, quien fuera debía estar de buen humor a pesar del aguacero que caía. Se relajó en el sillón (ahora había notado Niragi que había tensado todo su cuerpo) y adoptó una postura despreocupada, como si no pasara nada. De esta forma recibió al recién llegado, sin mirarle, prestándole toda la atención a sus uñas, como si de repente fueran lo más emocionante del mundo.

    —Buenas noches, Niragi.

    Reconoció esa voz de inmediato. Era la única voz que conseguía hacerle enfadar tanto y tan rápido.

    —Parece que seremos los únicos en jugar. Tiene un toque romántico, ¿no te parece?

    Chishiya siguió hablando de lo más tranquilo. Se retiró la capucha y sacudió la cabeza para apartar las gotas de lluvia que le cayeron encima, yendo luego a por uno de los teléfonos.

    —A mí me parece que esta noche te mataré. —Amenazó Niragi yendo directo hacia él. Quiso darle una patada, un golpe con el rifle y luego dispararle en mitad de la frente, si se contuvo fue porque, no supo en qué momento, tenía una táser a muy pocos centímetros de su tripa.

    —Eres tan predecible. —Chishiya se apartó guardando el arma en uno de sus bolsillos, le dio una palmadita en el hombro y siguió su camino, curioseando los adornos en la recepción.

    Niragi apretó tanto los dientes que chirriaron. Se obligó a calmarse de cara al juego. Unos minutos más y Chishiya estaría muerto, se aseguraría de ello, pensaba gastar todas las balas de su rifle con él. Y hablaba de un AK-47, lo que equivalía a 600 disparos por minuto. Ni siquiera Chishiya, con toda su altanería y condescendencia, podría librarse de esto.

    —Saborea tus últimas horas de vida —le dijo volviendo a su lado.

    —Mis últimas horas de vida, y las tengo que pasar contigo. Qué gran honor. —Chishiya echó la cabeza a un lado, sonriendo al escuchar a Niragi, otra vez, chirriando los dientes—. A lo mejor eres tú el que muere, ¿has vivido al máximo? ¿Te queda algo por hacer?

    —¡Lo único que me queda por hacer es matarte!

    —Toda una novedad viniendo de ti.

    —Me tienes harto, Chishiya.

    —Y yo que pensaba que era tu fachada de tipo duro lo que te agotaba. Debe ser un auténtico suplicio ocultar todos tus complejos e inseguridades bajo la máscara de un asesino sin escrúpulos.

    La ira cegó a Niragi al verse descubierto, sujetó el fusil a modo de bate para usar la cabeza de Chishiya como pelota, pero una nueva interrupción se lo impidió. Una voz femenina (que se le hacía familiar a todo jugador) indicaba que la inscripción al juego había finalizado. Bajó el arma y prestó atención al teléfono, el odio a Chishiya tendría que esperar unos segundos.

    —El juego va a comenzar —anunció la voz—. Juego: la habitación de la puerta cerrada. Dificultad: ocho de tréboles.

    —No había visto esta carta. —Chishiya sabía que, en presencia de Niragi, su plan de robar las cartas no corría peligro. Es más, podía explicarle aquí y ahora toda su estrategia, no veía a Niragi capaz de seguir el hilo de sus pensamientos.

    —Regla —continuó la voz—: completa la interacción sexual con el jugador contigo en la habitación para abrir la puerta. Objetivo: salir de la habitación dentro del límite de tiempo.

    El teléfono de Niragi cayó al suelo. Sus dedos perdieron toda su fuerza, incapaces de sujetar cualquier cosa de lo mucho que temblaron de repente, ¿qué clase de juego era éste? «Interacción sexual». ¿Para seguir vivo… Tenía que follar con Chishiya? No, esto tenía que ser una broma; una broma de muy mal gusto.

    En un arranque de amabilidad, Chishiya recogió el teléfono del suelo y se lo entregó. Le divertía la cara de espanto que tenía Niragi, siguió en shock dentro del ascensor, y salió de él muy cerca del ataque de pánico. Convencido de que esto era un mal sueño, cerraba los ojos murmurando «¡despiértate, despiértate!» y los abría con la esperanza de estar de vuelta en la Playa, lejos de Chishiya. Pero por más que se esforzaba, no lo conseguía: abría los ojos y seguía aquí, con Chishiya a pocos pasos curioseando la habitación donde estaban. Parecía la habitación de un motel barato, esa clase de sitios donde van maridos y esposas con sus amantes a escondidas: una cama doble con sábanas y edredón rojos, paredes también rojas, una mesilla de noche a un lado, una cómoda sobre la que descansaba un platito lleno de preservativos, y una televisión colgada en la pared frente a la cama; en la pantalla se mostraba la cuenta atrás para el final del juego.

    Primero el sonido, luego la propia vibración chocando contra su mejilla, dejando un tacto frío en su piel. Se apartó mirando a Chishiya con un vibrador en la mano, apuntándole con él.

    —¡¿Qué cojones estás haciendo?! —Gritó fuera de sí. Buscó el fusil y entonces se dio cuenta de que lo había dejado olvidado en la recepción. Caminó hacia la puerta de la habitación, una doble hecha de metal, pero por más que la aporreó (e incluso insultó) la puerta no se inmutó. Recordó el nombre del juego: la habitación de la puerta cerrada. Por supuesto, no iba a abrirse.

    Una nueva vibración y volvió la vista a Chishiya, ahora sujetaba otro vibrador de aspecto más amenazante, no sólo por el tamaño sino por una serie de bultos (a Niragi le recordaban a verrugas) que tenía por toda su superficie.

    —Oh, éste eyacula —comentó Chishiya pulsando un botón en la base del juguete, esto abría un pequeño orificio en la punta y por ahí brotaba el lubricante de su interior.

    —Te lo estás pasando bien, ¿verdad?

    —Creo que me lo pasaré todavía mejor. —Le apuntó con el vibrador, sonriendo al ver la expresión de Niragi—. ¿Te has acostado con un hombre alguna vez, o necesitas que te enseñe?

    —¡Tú deliras! —Niragi le apartó el vibrador de un manotazo, moviendo luego la misma mano para apretar el cuello de Chishiya—. Tú deliras. —Repitió apretando los dedos, le gustó ver lo rápido que enrojecía la piel de su cuello. Quiso seguir apretando, pero el chasquido del táser le hizo alejarse de un salto.

    Chishiya tosió un poco recuperando el aliento, tardó unos segundos en decidirse a guardar el arma.

    —Tenemos algo menos de una hora —dijo señalando el televisor, tenían exactamente 56 minutos—. Así que, ¿durarán mucho más tus quejas? No nos sobra el tiempo.

    —Debe haber otra manera. —Gruñó Niragi caminando por la habitación, rodeó la cama para llegar a la pared con la única ventana en la habitación. Consiguió abrirla y se apoyó para buscar la forma de salir de aquí, no esperaba a Chishiya quedando a su lado.

    —Por favor, salta. Me ahorrarás el esfuerzo de matarte.

    —Más quisieras, puedo bajar aprovechando las cornisas.

    —Tú… —Chishiya suspiró, negó con la cabeza y volvió a por uno de los vibradores. Lo lanzó por la ventana y los ojos aterrados de Niragi vieron cómo el juguete se carbonizaba en una red eléctrica—. Sólo se puede salir de la habitación por la puerta. Y la puerta sólo se abrirá…-

    —No pienso follar contigo, Chishiya.

    Chishiya se alzó de hombros y caminó hasta la cama, poniéndose cómodo.
    —No hagas ruido. —Le pidió quitándose los zapatos—. Ya que moriremos, prefiero hacerlo en silencio y con calma.

    Niragi no quiso obedecer, porque soltó un recital de gritos e insultos al cerrar la ventana, y mantuvo el malhumor tirándose del pelo. Empezaba a comprender la situación en la que estaba y el tipo de juego a realizar, no era uno precisamente difícil, pues sólo tenía que hacer una única cosa para seguir con vida. Pero esa «cosa» que debía hacer… No, no podía, debía haber otra manera de resolver esto.

    Se acercó a la cama sin acabar de convencerse, allí estaba Chishiya toqueteando el mando del televisor, quizá buscara una película que ver. Verle tan relajado le hacía enfadar cada vez más.

    —¿No se te ocurre ninguna manera de salir de aquí?

    —Se me ocurren dos. —Respondió alzando índice y corazón—. O tú me follas a mí, o yo te follo a ti, ¿qué prefieres?

    Niragi giró la cabeza en una mueca de puro disgusto, incluso sacó la lengua como si hubiera olido una mezcla de vómitos y aguas fecales. No pudo ver los ojos de Chishiya, siempre curiosos, prestando especial atención a la pieza de metal que decoraba su lengua (aunque éste no era el único piercing que tenía).

    La cuenta atrás en el televisor siguió avanzando, ya eran 54 minutos, ¿iba a morir aquí? ¿De esta forma? ¿Teniendo la salvación al alcance de su mano? El juego no pedía algo imposible, no le pedían que volara ni que levantara en peso un autobús, sólo tenía que acostarse con otro hombre, cosa que ya había hecho un par de veces. El problema aquí era la identidad de su compañero por esta noche, Chishiya despertaba su instinto asesino, no el reproductor.

    —No voy a empalmarme —dijo volviendo a mirarle, se encontró con sus ojos y se preguntó si llevaba todo este rato mirándole—. Es imposible.

    Chishiya sonrió de aquella manera que alteraba tanto sus nervios, alzaba sus cejas, bajaba los hombros y ponía esa cara de «sé más que tú, Niragi».

    —Claro que lo harás. —Chishiya se movió un poco en la cama, lo suficiente como para separar las piernas sin dejar de mirarle—. Te mueres por dominarme. Quieres tenerme bajo tu yugo, quieres verme suplicar, quieres hacerme tuyo y, cuando lo consigas esta noche, porque lo conseguirás, tendrás una sanísima erección que regalarme. No me cabe la menor duda. —Volvió a sonreír, esta vez pulsando el PLAY en el mando a distancia. Una melodía desafinada con un fondo de cerezos componía los créditos iniciales de la película que había elegido—. Por si acaso todo eso no es suficiente, ¿qué te parece si la vemos juntos? Venga, siéntate. Todavía hay tiempo.

    Niragi quedó tan aturdido por lo que Chishiya había dicho que obedeció sin rechistar, se quitó los zapatos y se sentó a su lado. Sus ojos fijos en la televisión, pero su mente divagaba muy lejos de allí, en cuestión de segundos había descubierto que Chishiya llevaba por lo menos algo de razón en lo que dijo. Debía admitir que su fuente no era pensar las cosas con calma, Niragi era más del tipo que hace las cosas y luego las piensa. Quizás esta vez debiera hacerlo al revés, y pensar un poco antes de hacer nada. No quería morir, no podía morir teniendo tanto poder como tenía ahora mismo en la Playa, ¡era intocable! No iba a echar todo eso a perder por no saber tragarse el orgullo y superar este juego. Acostarse con Chishiya no era el fin del mundo, y una parte de él empezaba preguntarse cómo sería, sus palabras eran todas ciertas, más de una vez había pensado cómo sería Chishiya descontrolado en la intimidad, y él, Niragi, se veía capaz de hacer pedazos esos aires de soberbia que siempre llevaba consigo.

    Sí, iba a superar este juego. Tenía que conectar con su lado más salvaje y primitivo, ése que manejaba los impulsos asesinos, para lanzarse. No iba a ser complicado para Niragi, su cerebro debía conservar algo de parte animal, se veía a sí mismo como un depredador, y aunque Chishiya tuviera apariencia de inocente cervatillo, sabía bien que no lo era. Chishiya debía ser una especie de serpiente que te ahoga y asfixia, pero por esta noche no le dejaría serlo. Por esta noche se adelantaría a sus movimientos y le demostraría que no debía tomarle a la ligera.

    Se había armado de la más pura convicción para actuar, le había costado un buen esfuerzo reunir el valor y decisión, así que le pareció de lo más injusto haberse desconcentrado tan rápido. Justo cuando se giraba hacia Chishiya para encararle, lo escuchó. Un sonido tan sutil como lo era un suspiro. Chishiya había suspirado a su lado, le vio acalorado y con una mano jugando traviesa bajo sus pantalones.

    Niragi mentiría si dijera que aquello no le hizo tragar saliva.

    —El actor me recuerda a ti.

    Entonces se acordó de la película, era sorprendente que no le hubiera prestado la más mínima atención siendo que se estaba reproduciendo delante de sus narices. El actor en cuestión también tenía un piercing en la lengua y se aseguraba de mostrarlo a la cámara, por otra parte, su compañera llevaba una peluca blanca que, junto a una piel muy pálida, le recordaba toda a Chishiya. Parecía elegido todo a propósito, y supo que no era casualidad, Chishiya había elegido esta película adrede.

    —¿En serio? ¿Te parezco la clase de alumno que se follaría a su profesora?

    —Eso te hubiera gustado, pero no eras un adolescente muy popular, ¿verdad?

    —¿Qué sabrás tú de mí?

    —Eres un libro abierto, y yo un ávido lector, Niragi. Ahora que lo pienso, ¿sabes lo que significa «ávido»?

    Chishiya sonrió volviendo la vista a la película, Niragi le imitó pero sólo por un momento. Siempre le había gustado ver a una mujer medio desnuda, pero esta vez prefirió mirar a Chishiya. Le imaginó como un profesor, si él fuera su alumno quizá sí quisiera colarse en su despacho y poner alguna excusa ridícula para quedarse a solas. Sí, podrían tener una especie de romance y luego chantajear al honorable profesor Chishiya, ¿le echarían por mantener relaciones con un alumno? Por supuesto. Y él sería el causante de su desgracia.

    —Niragi.

    Se descubrió sin aliento cuando Chishiya le llamó, le señaló el televisor y se obligó a mirarlo mientras gruñía. Intentaría centrarse en la película y no en Chishiya.

    Asintió en un gesto de cabeza cuando el supuesto alumno le pidió a su supuesta profesora que se arrodillara. Acabó por sonreír viendo a la mujer bajar la cremallera de su pantalón con los dientes, sabía lo que venía ahora, ¿por qué había vuelto a mirar a Chishiya? Peor aún, ¿por qué sintió ese pinchazo de excitación bajo sus pantalones al imaginar a Chishiya haciendo lo mismo que la actriz?

    —Chishiya. —Esperó a que le mirara antes de seguir hablando, parecía enfrascado en la película—. Si vamos a hacer esto, quiero que me la chupes.

    Se esperaba quejas, gritos y mucha resistencia por su parte, se esperaba cualquier cosa, pero no que Chishiya asintiera en silencio y se moviera hasta salir de la cama. Se arrodilló entre sus piernas, las separó y con las manos le abrió los pantalones. Vio la sorpresa en sus ojos cuando bajó sus calzoncillos.

    —¿Hay alguna parte de tu cuerpo que no hayas llenado de agujeros?

    —Quiero que lo lamas y chupes. —Se refería al anillo del piercing, lo señaló—. Pero ni se te ocurra tirar de él o te arrancaré los dientes uno a uno.

    —Aterrador —dijo sonriendo, apoyó la mejilla en su muslo mientras le miraba—. ¿Alguna otra exigencia o puedo empezar de una vez?

    Niragi se encogió de hombros dándole luz verde, la segunda sorpresa que se llevó esta noche fue el siguiente movimiento de Chishiya. Nada de muecas de asco y lamidas o caricias tímidas, directamente se escupió en la mano y empezó a masturbarle a un ritmo rápido repleto de seguridad, no podía ser la primera vez que hiciera esto. Ni siquiera pudo recuperar el aliento cuando sintió su boca, al igual que su mano, mostró la misma confianza engulléndole casi por completo.

    Se mordió el labio para contener el jadeo, ni siquiera en sus fantasías más alocadas podía imaginarse a Chishiya en plena garganta profunda, ¡y lo hacía mirándole en todo momento! El brillo de arrogancia en sus ojos le hizo hervir la sangre, no se contuvo al llevar las manos a su cabello, tirando de él para impedir que se alejara mientras movía sus caderas. Si follar su boca le estaba volviendo loco, ¿qué pasaría cuando la cosa fuera a más? Sus tobillos temblaron de sólo pensarlo.

    Soltó el pelo de Chishiya tras casi un minuto de embestidas bastante violentas, y volvió a sorprenderse al ver que no se alejaba, al contrario, ahora era Chishiya el que movía la cabeza recuperando aquel ritmo salvaje. Cuando se detuvo para coger aire dejó a su lengua pasearse por una zona tan sensible como lo era el glande, trepó por la anilla del piercing para jugar también con la piel agujereada. Niragi no conseguía explicarse cómo podía Chishiya hacer todo esto sin sentir ni una arcada, ¿acaso tenía tanta experiencia? ¿Quién, en su sano juicio, podría desear a alguien como Chishiya de manera sexual y no violenta? ¿Existía gente que al ver a Chishiya quisiera darle un beso y no un puñetazo? Eran buenas preguntas que no consiguió responder, Chishiya volvió a moverse y cuánto le costó a Niragi apartarle con un nuevo tirón de pelo.

    Le gustó tanto ver su piel roja y sus ojos vidriosos que tuvo que usar todo su autocontrol para no correrse con sólo verle.

    —Eres una pequeña puta, ¿verdad? —Volvió a tirarle del pelo (empezaba a disfrutar de esto) para alzarle y prácticamente lanzarle a la cama—. Desnúdate. No quiero tener el táser cerca de mí.

    —¿Quién lo diría? Eres de los que pierden la cabeza cuando están cerca del orgasmo. —Respondió mientras se quitaba la ropa—. Por un momento, ni siquiera recordabas dónde estábamos.

    —¿Quieres callarte de una maldita vez?

    —Has estado a punto de acabar con sólo mi lengua, intenta aguantar un poco más cuando empecemos, ¿de acuerdo?

    Niragi gruñó quedando sobre él, apoyó el peso de su cuerpo en ambas manos, una a cada lado del rostro de Chishiya. Normalmente, al estar de esta manera con otra persona veía terror en sus ojos, no con Chishiya, no había ni una pizca de miedo, ni siquiera sorpresa. Lo único que veía era esa expresión llena de altanería, le borraría esa mueca aunque fuera a golpes… No, la violencia no funcionaba con Chishiya, debía probar otra cosa. Así que se inclinó hacia él para lamer su mejilla, notando su ligero temblor, ahí estaba la reacción que esperaba. Fue directamente a por su oreja, y se acomodó para poder jugar con ella un buen rato. Sabía muy bien de los estragos que causaba su piercing, el frío del metal contrastaba con el calor de su lengua, dando una sensación irresistible. Jugó con el lóbulo, trepó por el hélix, recorrió sin descanso los relieves de por allí y se detuvo sólo cuando escuchó el primer suspiro.

    —¿Orejas sensibles?

    Chishiya bufó a modo de respuesta, sintiendo la risa de Niragi tan cerca de su oído. De seguir así, perdería el control de la situación y eso sí que no podía permitirlo.

    —Necesitamos hacer algo más si queremos salir de aquí —dijo, muy orgulloso de sí mismo por haber podido controlar el temblor en su voz—. Los preservativos están en el mueble.

    —No voy a ponerme nada, pienso correrme dentro de ti. Ahora, abre la boca.

    Chishiya obedeció sin rechistar, la voz de Niragi había sonado más grave que de costumbre y no consiguió resistirse a ella. Aceptó los dedos y los lamió mirando sus ojos, convirtiendo aquello en un duelo de miradas donde ninguno parpadeó. Niragi apartó la mano y luego se lanzó a atacar su boca con toda la intención de devorarle. Sus dedos bajaron por el cuerpo de Chishiya hasta llegar a su erección, la acariciaron un par de veces antes de seguir bajando hasta sus testículos. Se divirtió al apretar y oír el quejido de Chishiya, momento que aprovechó para profundizar el beso, recorriendo hasta la parte trasera de sus dientes con el metal de su piercing. Al fin llegaron sus dedos a la zona que le interesaba, no vio por qué mostrar delicadeza a estas alturas e introdujo dos de la vez, dejando al pulgar presionando el perineo. Tanteó un poco su interior en pequeños movimientos circulares, debía estar haciendo un buen trabajo (ya fuera su pulgar, que también se movía de arriba a abajo, o su lengua casi entrelazada con la contraria) porque notaba a Chishiya relajado.

    Dio por terminados los preliminares y se apartó para quitarse la camiseta, el sudor había pegado la tela a su espalda y no le estaba gustando la sensación. Por eso mismo se quitó también pantalones y ropa interior.

    —Tenemos 40 minutos —le dijo.

    —Lo dices como si pudieras aguantar tanto tiempo. —Chishiya se echó a reír mientras hablaba, dejando que Niragi separase sus piernas. Le recorrió un escalofrío cuando le escupió, su saliva tendría que hacer las veces de lubricante—. No soy yo el que casi termina con todo antes de tan siquiera haber empezado, ¿quizás haya algo de eyaculación precoz contigo?

    Como era costumbre, Niragi prefirió actuar antes de pensar lo que hacía o debía hacer. Aprovechó la saliva antes de que se secara, y entró en él de una sola vez. Una especie de gruñido trepó sin permiso por su garganta al sentirse de pronto tan apretado. Sujetó la cintura de Chishiya con ambas manos y repitió las embestidas, casi hipnotizado por el sonido viscoso del movimiento.

    —Realmente, eres una puta —dijo deteniéndose un momento para recolocarse. Quedó de rodillas y movió las piernas de Chishiya para que cayeran a cada lado. Le penetró con calma sólo la primera vez, después prefirió ir más rápido aprovechando que Chishiya también se movía—. Te estoy follando como a una. Y lo estás disfrutando.

    —Quizá lo que me gusta es verte tan desesperado, Niragi. —Respondió con los brazos estirados en la cama, aferrado al edredón—. Ha debido pasar mucho tiempo desde la última vez que alguien quiso acostarse contigo de manera voluntaria, ¿verdad? Quiero decir, sin amenazas ni violaciones de por medio. —Se mordió la lengua, literalmente hablando, el anillo del piercing (¿sabría Niragi por qué a ese piercing se le llamaba príncipe Alberto?) estaba helado, y de alguna forma conseguía descolocarle por completo cuando Niragi decidía moverse—. Somos compatibles, ¿no te parece?

    —Me parece que hablas demasiado.

    Niragi prácticamente gruñó antes de inclinarse por sobre él, mordió su pecho sin ningún tipo de compasión y treparon sus mordiscos hasta su cuello. No se contuvo ni mordiendo ni succionando, y más de una marca quedaría en la piel tan pálida de Chishiya. Descubrió lo excitante que era dejar en él su huella, así que repitió un par de veces más.

    Parecía que Chishiya había hecho el mismo descubrimiento, pues sus manos volaron de la cama a la espalda de Niragi, enterrando en ella sus uñas y arañando todo lo que podía. Disfrutaba al oírle quejarse entre insultos.

    —Capullo, para ya con los arañazos.

    —Y tú con los mordiscos.

    No hubo acuerdo posible, y ni los dientes de Niragi dejaron de morder ni las uñas de Chishiya dejaron de arañar. Ambos causaron la sangre, pero ninguno se apartó, al contrario, se esforzaban en recorrer la mayor cantidad de piel posible. Era todo un logro conseguir morder y arañar al mismo tiempo que se movían sus caderas sin ninguna intención de aminorar el ritmo.

    En medio de aquella competición de quién marcaba más a quién les interrumpió una alarma, se detuvieron en seco mirando hacia atrás, hacia el televisor. La pantalla estaba roja y la cuenta atrás, que ya bajaba de los 30 minutos, avanzaba más rápido. Debían terminar el juego lo antes posible.

    «Una lástima», fue un pensamiento compartido que ninguno se atrevió a decir en voz alta.

    Las manos de Chishiya esta vez rodearon el cuello de Niragi, y se abrazó a él con las últimas embestidas. Pensó que se acabaría por acostumbrar al piercing, pero no fue así en absoluto, y entre el de la lengua volviendo a pasearse por su oreja y el príncipe Alberto recorriéndole una y otra vez por dentro, pues no consiguió aguantar tanto como le hubiera gustado. No iba a poder burlarse de Niragi cuando acabó antes que él, pero entonces le escuchó gemir en su oído, sintió las uñas enterrándose en sus muslos y el líquido ardiente que pareció explotar dentro de él.

    Intentó no gemir demasiado alto mientras Niragi se lanzaba a por sus labios. No podía describir el beso como uno tierno, pero sí fue uno más lento, explorando la boca ajena no con intenciones de devorarla, sino como dando un relajado paseo.

    Una nueva alarma les hizo abrir los ojos y salir del embrujo en el que estaban cayendo, pues al beso le acompañaron unas caricias igual de relajadas, sin muestras de arañazos, sólo dedos deslizándose con calma por la piel. La luz roja había desaparecido y en su lugar aparecían efectos de confeti en el televisor, ¿en qué momento había terminado la película? Ninguno le había prestado mucha atención.

    Niragi saltó de la cama como impulsado por un resorte, se vistió en todavía menos tiempo y fue decidido hacia la puerta. Suspiró del más puro alivio cuando pudo abrirla sin ningún tipo de problema. Antes de salir miró a la cama, Chishiya seguía allí desnudo y acalorado. Se mordió el labio, aquella imagen era una tentación en sí misma.

    —La próxima vez que te cruces en mi camino, te mataré.

    —Sigue engañándote a ti mismo, Niragi. —Sonrió—. Ha sido un placer jugar contigo, hasta la próxima.

    El portazo fue tan fuerte que Chishiya pensó que había roto la puerta, por suerte no fue así y él también pudo salir. Claro que lo hizo después de asearse un poco y recoger la carta, Niragi había quedado tan afectado que ni siquiera había prestado atención al premio.

    Salió del hotel agradeciendo que había dejado de llover, recorrió la calle escuchando disparos algo lejanos, quiso creer que sería Niragi, que se había reencontrado con su rifle, y siguió caminando hasta encontrarse con Kuina. Estaba de cuclillas en el suelo y se puso en pie al tenerle cerca.

    —No ha sido nada fácil espantar a los jugadores que se acercaban. Me debes una. Y de las gordas. —Kuina se fijó en su cuello lleno de marcas, no en la sonrisa que le regalaba—. Vi a Niragi salir hecho una furia, se ha liado a tiros con todo el que se le cruzaba por delante, ¿por qué sigue vivo? ¿No ibas a matarle esta noche?

    —Créeme. —Chishiya se alzó de hombros mostrándole la carta del ocho de tréboles—. He hecho algo mucho mejor.

    Kuina arrugó el rostro entero negando con manos y cabeza.
    —Definitivamente, tú no estás bien de aquí —dijo dándose un golpecito en la sien.

    Chishiya volvió a sonreír.

    SPOILER (click to view)

    8-paus


    ¿Por qué el 8 de tréboles? Pues: "Eight of clubs represents a casual relationship. (…) It is a good omen for love adventure. It is a bad omen for marriage. It’s good for sex." (fuente)
     
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