36.º Reto Literario "San Valenkink Vol II" - Original || Mini Cooper || Flavio y Pietro.

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    Ese día todo debería haber estado relajado, su única misión era observar los movimientos de cierto grupo problemático para saber que se traían entre manos y aún esperarían varios días hasta entrar en acción. Sin embargo, una serie de catastróficas desdichas les llevó a ser descubiertos. O más bien, les llevó a caer de bruces justo frente a uno de esos criminales armados.

    Fue algo tan inesperado que el siempre hablador Pietro no tuvo nada que decir. Antes de pestañear ya tenía una pistola contra la frente, y habría tenido un desagradable agujero entre ceja y ceja de no ser por los rápidos reflejos de Flavio, que golpeó la muñeca del desconocido haciendo que el arma se separara de su compañero y el disparo cortara el aire a su lado, haciendo que por unos segundos solo pudiera escuchar un potente pitido.

    Mierda.

    —No está bien intentar estropear así una cara bonita. —Pietro recuperó la voz, con su habitual tono burlón a pesar de que ni un segundo atrás había estado a punto de morir.

    Flavio estaba convencido de que en ese mismo momento empezaría un tiroteo y ya tenía su arma preparada. Recibirían unas cuantas heridas pero sabía que podían acabar con ese grupo de imbéciles que, para su desgracia, ni siquiera estaban cerca de ser los líderes del grupo al que investigaban.
    Como ya era habitual Pietro tenía otro plan. Uno estúpido e innecesariamente peligroso que alargaría las cosas. Momentos antes de que las cosas se torcieran un mini cooper había aparcado a unos pocos metros de distancia, bajando de allí un chiquillo mientras la que probablemente fuera su madre se mantenía dentro en espera de su vuelta.

    —Mira, novato, menuda vergüenza de coche. —Había susurrado visiblemente divertido Pietro.

    —¿Ese mini? Tienes un gusto de mierda. Cuando compre un coche será uno de esos, son lo mejor.

    —Qué absurdo, para eso mejor compra un coche de juguete.

    Ya fuera porque el moreno recordara aquella conversación o por la sencilla razón de que era un imbécil, corrió la corta distancia que le separaba del auto del que la mujer había salido para fumarse un cigarrillo y, sin pararse a observar si la llave estaba en el contacto abrió la puerta del copiloto y entró. No le hizo falta decir nada pues, como siempre, Flavio le siguió en su estupidez y un segundo después ya estaba dentro del auto buscando con dedos torpes la llave.

    Fue ya con el auto en marcha que Flavio soltó el aire contenido por la tensión del momento. Aunque llevaban casi un año siendo un equipo aún no había podido acostumbrarse a las excentricidades de su compañero, lo cual no quitaba que siempre le siguiera sin dudar, más por supervivencia que por decisión propia.

    —Si esa mujer no fuera tan descuidada y hubiera llevado consigo la llave estaríamos muertos. —Le reprendió mirándolo de soslayo.

    —Pero estamos vivos, novato.

    —Por pura chiripa. —Bufó, girando hacia un callejón marcado como dirección prohibida.

    Como era de esperar sus enemigos no habían tardado en perseguirlos. Podía ver por el retrovisor un par de coches tras ellos y una moto que se acercaba a una velocidad que ese cochecito con apariencia de juguete no podía igualar.

    —Oh, pero qué dramático eres. —Le sonrió con aire juguetón y Flavio supo que si la cosa estaba mal, pronto empeoraría.

    Escuchó la ventanilla abrirse y el seguro del arma que su amigo portaba desactivarse. Un par de disparos no tardaron en escucharse y Flavio vio la moto derrapar hasta estrellarse contra el suelo.

    —¿Alguna vez te he dicho lo sexy que te ves conduciendo?

    —¿Alguna vez te he dicho lo ridículo que te ves cada vez que abres la boca? —Esa vez no le hizo falta mirar a Pietro para saber que estaba sonriendo de nuevo con ese aire juguetón que le ponía los vellos de punta.

    —Bastantes veces, pero esta mañana decías algo bien diferente, novato.

    Aunque Flavio estaba demasiado ocupado intentando escabullirse entre el tráfico para que sus perseguidores los perdieran de vista como para mirarlo, solo con notar el movimiento a su lado supo que Pietro se estaba recogiendo el cabello en un descuidado moño medio. Eso sólo podía significar una cosa.

    —Pietro, no. —Su tono exigente no causó efecto en su compañero. Nunca lo hacía.

    Flavio se inclinó sobre el asiento del conductor y sus hábiles dedos no tardaron en desabrochar la correa y bajar la cremallera del vaquera que enfundaba las largas piernas de su compañero.

    —Levanta el trasero. —Ordenó, y sabiendo que con negarse sólo conseguiría la insistencia del moreno Flavio obedeció sin rechistar.

    En un instante su pantalón le quedó por las rodillas al igual que su ropa interior lo cual era cuanto menos incómodo a la hora de conducir. Estaba seguro de que iban a acabar muertos, bien por un mal choque bien por que sus persecutores consiguieran frenar su huida e igual de seguro estaba de que a Pietro eso le importaría bien poco.

    La boca de Pietro dejó un reguero de besos y mordidas más o menos suaves en los muslos ajenos, y aunque a Flavio esa situación le molestaba y asustaba, su cuerpo reaccionaba demasiado rápido a su compañero. Había sido así desde la primera vez que sus pieles se tocaron.

    —Tiemblas como la primera vez, novato ¿Tanto miedo me tienes?

    —Mi miedo es morir por hacer caso a un gili... —Enmudeció, no por la lengua que acariciaba entre sus piernas si no por el estrépito de uno de los retrovisores destrozándose tras recibir un disparo.

    —Relájate novato, no te dejaría morir. Sería una pena no poder disfrutar de esto. —Y no dudó en llevarse lo que ya empezaba a ser una erección a la boca.

    Flavio clavó los dedos en el volante preguntándose, como hacía casi diariamente desde que trabajaba junto a Pietro, cómo había acabado en esa situación de mierda. Una mierda muy placentera, pues su compañero ya conocía el ritmo que le gustaba, la manera en la que jadeaba con el suave roce de sus dientes, cómo disfrutaba que golpeara la punta contra su mejilla... Y antes de que un segundo disparo destrozara la luna trasera, Flavio ya estaba totalmente duro dentro de la boca del moreno y éste empezaba a desabrocharse su propio pantalón.

    Sí le tomó por sorpresa el siguiente movimiento de Pietro que, tras dedicarle una última lamida desde la base hasta la punta, se apartó de su propio asiento para encaramarse en el del conductor. Entre las prendas a mitad de sus piernas, el coche a alta velocidad y el espacio reducido, fue un milagro que el moreno no se atascara con la palanca de frenos o que fuera capaz de dejar una pierna a cada lado de las de Flavio.

    Mientras Flavio intentaba no solo seguir prestando atención al tráfico que los rodeaba si no ser capaz de colarse entre los coches y tomar cambios de dirección inesperados que esperaba despistaran a sus persecutores, Pietro comenzó a mover sus caderas frotando su trabajado trasero contra la erección de su compañero, presionando sin piedad, y le entrelazó los dedos en el corto cabello.

    —¿Qué coño haces, Pietro? Esto es demasiado loco hasta para... —Esa vez lo que le obligó a callar fueron los labios del nombrado, que capturaron los suyos en un beso hambriento que respondió por instinto y le cubrió la visión frente a ellos por unos segundos.

    —Métemela. —Ordenó cuando se separó, al menos teniendo la consideración de inclinar la cabeza hacia un lado para que Flavio pudiera seguir viendo la carretera.

    —Vamos en un coche en marcha y nos están disparando. No voy a follarte.

    Y como para apoyar sus palabras, una nueva bala pasó demasiado cerca, esa vez atravesando la ya rota luna trasera e impactando donde instantes antes había estado el hombro de Pietro. Eso asustaría a cualquiera, pero a él sólo le hizo suspirar.

    —Mira que eres aburrido. —Mordió sin ningún cuidado el cuello de Flavio, que jadeó—.Abre la ventana y ve hacia allí. —Señaló hacia la derecha unas cuantas calles más alante y, mientras volvía a mover sus caderas para sentir la dureza de su compañero entre sus nalgas haciéndole jadear, sacó el brazo y parte de la cabeza por la ventanilla recién abierta. —Frena un poco. —Una nueva orden cumplida al instante. Tres rápidos disparos y el sonido de unas ruedas chirriando contra el pavimento. El estruendo reconocible de un auto estrellándose contra otro y el suspiro de Pietro.— Lo que me obligas a hacer, novato, nadie debía de morir hoy.

    Flavio, que se permitió conducir con más calma al estar seguro de que ya no tenían a nadie detrás, le dedicó una mirada claramente molesta al que lo miraba con una mezcla entre diversión y excitación. Con un nuevo bufido dio ese último giro que Pietro le había indicado, dando a parar a una calle poco transitada.

    —Bájate, tenemos que informar al jefe de este desastre. —Abrió la puerta con la obvia intención de dejar el auto allí, y Pietro se rio.

    —¿Te parece que he hecho eso para que pudiéramos irnos sin más?

    Por supuesto que no se lo parecía, pero albergaba la diminuta esperanza de que Pietro decidiera cambiar de plan. No lo hizo. Volvió al asiento del copiloto solo para terminar de bajarse el pantalón y los calzoncillos. Y Flavio podría haberse subido su ropa y salido del coche, eso habría sido suficiente para cortar aquello, pero por mucho que se quejara no podía resistirse a su compañero, aún menos cuando lo tenía medio desnudo y visiblemente excitado.

    —Bien, —Aceptó su rendición— ,trae aquí ese culo. —Aunque intentó parecer tan autoritario como Pietro, más bien sonó resignado.

    La sonrisa satisfecha de Pietro fue instantánea, y se movió para obedecer. Colocó las manos en el filo del asiento, las pasó a la puerta y después a la ventana clavando sus rodillas en el cuero de la tapicería que se le pegaba a la piel... Cada movimiento fue más incómodo que el anterior y ninguno le dejó de una manera fácil para Flavio, que se dobló buscando a Pietro con la boca pero consiguiendo solo que su costado doliera.

    —Esto es una mierda, jodido coche diminuto. —Se quejó Flavio, viendo a su compañero buscar algo a los lados del asiento.

    Encontró lo que estaba buscando, una palanca que echó el asiento hacia delante, y aunque casi tuvo que hacer contorsionismo acabó colándose en la parte trasera del coche donde había algo más de espacio. Allí apoyó sus brazos en el filo del asiento y una de sus rodillas sobre el asiento central, alzando sus caderas y dándole a Flavio una visión irresistible.

    En cuanto estuvo también atrás Flavio acarició las piernas de su compañero, apretó sus duros muslos clavando los dedos en ellos, le dio una nalgada que enseguida enrojeció la piel y entonces sí pudo permitirse llegar al palpitante agujero de su amante, ni siquiera tuvo que presionar para meter la lengua ganándose así un ronco jadeo de Pietro. A ambos les encantaba recrearse en eso, adoraban el sabor el uno del otro, pero Flavio tenía la mayor parte del cuerpo apretujado entre los asientos delantero y trasero, lo que le resultaba incómodo y doloroso además de entorpecerle.

    Volvió a separarse para sentarse, y no hicieron falta palabras para que Pietro volviera a sentarse a horcajadas sobre él, aunque esa voz no pudo moverse ni un poco ya que su pierna resbaló del filo del asiento y fue a golpearse con la puerta. Aunque era su compañero el que se había hecho daño fue Flavio el que soltó una maldición, tras lo que se intentó deslizar hacia la zona central, fracasando ya que su trasero se quedó pegado al cuero y tuvo que acabar pidiendo a Pietro que se bajara para incorporarse un poco y moverse hacia donde quería, proceso en el que el moreno tuvo que mantenerse encorvado y doblado hacia atrás, medio apoyado en el sillón delantero plegado.

    El siguiente intento pareció ir mejor, Pietro pudo acomodarse sobre su compañero y frotarse contra él con una lentitud deliberada, aunque en cuanto Flavio se impacientó y agarró su cadera instándole a alzarse un poco para poder darle lo que el propio Pietro le había pedido minutos antes, la cabeza chocó contra el techo haciéndole soltar un quejido de poco placer. Aún así eso no fue razón para parar y, con una mano en la cabeza más por sorpresa que por dolor, y la otra en la erección de su compañero para guiarla, Pietro volvió a bajar sintiendo cómo su interior se abría por completo para recibir todo de Flavio. Ambos soltaron un jadeo lleno de placer y buscaron a la vez los labios del otro, lo que les hizo sonreír mientras se besaban.

    Pietro volvió a buscar impacientar a Flavio no moviéndose, sólo apretándolo dentro de él, y sin la posibilidad de estrellarse o ser asesinado Flavio no dudó ni un instante en agarrarle las caderas volviendo a clavar los dedos en él ganándose un nuevo gemido, y usó el agarre para guiar el cuerpo contrario arriba y abajo sin ninguna delicadeza. Sabía que eso no dañaría a Pietro y de hacerlo no habría problema pues era algo que gustaba a ambos.

    —Más rápido. —Incluso en ese momento Pietro seguía ordenando y Flavio obedeciendo, esa vez con gusto.

    No tan de acuerdo pareció estar el coche, pues ni un par de embestidas después el asiento se quedó pequeño y la rodilla de Pietro, que había estado apoyada sobre el cuero, resbaló. El movimiento inesperado hizo que en un instante Flavio saliera de él y al otro volviera a entrar, o casi, ya que se dobló a medio camino dado que Pietro se había tambaleado al resbalar. Ambos gritaron de dolor, Flavio le apoyó la frente en el hombro maldiciendo de nuevo.

    —Creo que cuando uno dice eso de partirse el culo, novato, no lo dicen de forma literal. —Comentó Pietro, recolocándose y notando su trasero arder por el mal golpe volvió a frotarse contra Flavio, que tampoco vio como un inconveniente su propio dolor.

    —Cierra la boca. —Le bufó. Bufido que acabó transformándose en un nuevo gemido.

    —No querrás que lo haga cuando... —Su propio gemido le cortó la frase, y tardó unos segundos en poder seguirla, aunque con voz jadeante dado a sus rápidos movimientos que hacían a Flavio salir y volver a entrar hasta su límite— ...Cuando vayas a acabar.

    Ambos sabían que adoraba ver a Pietro arrodillado en el suelo y pidiéndole con la mirada brillante por la excitación, que se corriera en su boca abierta para recibirlo todo. La imagen mental creó el efecto esperado, las mejillas de Flavio se encendieron aún más por la excitación, y en parte por la vergüenza, lo que le llevó a aumentar el ritmo con unas embestidas que hacían temblar el coche entero, y a meter un par de dedos en la boca de su compañero, que los recibió con gusto aunque llegaron a un punto y de manera tan poco cuidadosa que le llevó a dar una arcada. Ambos estaban tan calientes que, de no ser por la incomodidad del cuero pegándose y despegándose a su piel con cada movimiento de Flavio y la concentración de Pietro en mantener las rodillas en su sitio, su espalda encorvada para no volver a chocar con el techo y las manos en alto por no tener mejor sitio donde colocarlas, abrían acabado en ese mismo instante.

    A penas empezaban a acostumbrarse a aquellas incomodidades cuando escucharon el sonido inconfundible de las sirenas policiales. Ambos intercambiaron miradas y Pietro, que aunque temerario no era un estúpido, se echó a un lado al instante, casi saltando al asiento del conductor. Giró la llave para poner de nuevo en acción el coche y cuando vio a Flavio luchar por pasar al aún plegado asiento del copiloto le hizo un gesto para que se sentara sobre sus piernas.

    —Ven aquí, yo no tengo problema con conducir mientras mi novato favorito me monta.

    Arrancó, haciendo sin pretenderlo que Flavio cayera de bruces contra su muslo manchándolo de sangre con una recién hecha herida en el labio.

    —Ni loco voy a montarte, follar en este coche tan enano es una mierda.

    —¿Oh, sí? Creí que este coche enano era de lo mejor. —La habitual sonrisa de Pietro hizo a su compañero bufar molesto.

    —Lo retiro. Tenías razón, nuestro coche será uno bien grande.

    —Nuestro. —Repitió, disfrutando de la idea de no solo un futuro juntos si no de un coche para ambos, aunque como siempre sonó como si se estuviera burlando— .Pero hasta entonces, vas a tener que arreglártelas para caber aquí. —Se señaló su propio regazo y, aunque insultándole, Flavio se movió con cuidado de no caerse por el movimiento hasta acomodarse sobre él.

    No, nunca aprendería a negarse a Pietro. Y no, jamás se compraría un jodido mini cooper.

    Edited by Ñeh - 3/8/2023, 04:29 AM
     
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