36.º Reto Literario "San Valenkink Vol II" – Arcana Twilight [Demasiada energía] || Arcturus x Vega

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    —Serie/Juego: Arcana Twilight.

    —Pareja: Arcturus x Vega.

    —Prompt elegido: 27. Un mañanero || Sexo a primera hora de la mañana.

    —Disclaimer: ninguno de los personajes son de mi propiedad.
    Spoilers del capítulo tres de la historia principal del juego.

    [Demasiada energía]


    Tres días habían pasado desde los desafortunados eventos del banquete organizado por Fili Pfeper. Solamente tres días.

    Cabe decir que aquel era tiempo más que suficiente para que Arcturus, todavía convaleciente en la enfermería, estuviera impaciente por volver a la acción. Con lo activo que él era, no podía permitirse quedarse un solo día en cama, ya fuera para recuperarse de haber estado prácticamente al borde del colapso. Pero, ¿tres días?

    Producto de la acumulación de energía e incluso algún efecto restante de la sobredosis de mana, se encontró con que cada vez le costaba más dormir. Eso causaba que se pasara la mayor parte de la noche en vela. No obstante, sí que hacía por cerrar los ojos de vez en cuando para descansar brevemente, y en esos momentos, juraría que alguna cabezada sí que se había llegado a echar.

    Esa noche en particular, hizo lo mismo que venía haciendo las dos noches anteriores. Antes de que se diera cuenta, comenzó a cabecear. Y es que, al abrir los ojos, pudo ver que apenas estaba amaneciendo. La habitación se encontraba todavía en penumbra… ¿serían las seis de la mañana? ¿Quizá las siete?

    Lo siguiente que hizo fue ladear la cabeza, como de costumbre, para dirigirle un rápido vistazo a la puerta que se tenía a mano izquierda, que se esperaba ver abierta.

    Y al contrario de lo que supuso, se la encontró cerrada. Aquello disparó sus sospechas y le obligó a ponerse alerta, si bien todavía no había terminado de despertarse por completo: aunque no tendría que preocuparse por eso mucho más, cuando al lado de la puerta pudo distinguir una sombra alta y esbelta que se cernía sobre él.

    En cuestión de instantes se incorporó, pegando la espalda a la pared con los ojos abiertos como platos. Su respiración se volvió irregular, e instintivamente adoptó una postura de defensa, notándose incapaz de gritar por ayuda.

    ¿¡Dónde había dejado su varita!? ¡Podría defenderse con ella fácilmente si la tuviera a mano!... Pero hizo un barrido de sus alrededores con la mirada, y no pudo hallarla. Seguro que Spica la estaba custodiando mientras él seguía en la enfermería.

    La sombra reaccionó ante la sorpresa del joven malherido, y se apresuró a hacer lo que parecían aspavientos un tanto extraños, dando con tiento un paso hacia delante para revelar su identidad: era Vega.

    Aun así, Arcturus tardó en responder. Tanto, que hasta su compañero de albinos cabellos pensó que quizá estuviera a punto de desmayarse.

    El joven destensó los hombros, los cuales dejó caer hacia abajo mientras se deslizaba progresivamente, casi sin fuerzas de nuevo, hasta quedar tumbado en la cama. Con el entrecejo arrugado, largó un hondo suspiro de alivio.

    —Por todas las estrellas, Vega, ¡me has dado un susto tremendo! —regañó en la voz más baja que pudo al otro joven, quien, a pesar de ser un poco difícil de discernir visualmente debido a la oscuridad, parecía poner cara de sorpresa y arrepentimiento a partes iguales.

    —No era mi intención causar una reacción de pánico en ti, Hechicero Arcturus. —se excusó, no sabiendo muy bien qué había hecho mal, habiéndose quedado en silencio junto al otro joven mientras este dormía. —Simplemente estaba esperando a que despertaras.

    —¡Pero podrías haberme avisado de tu llegada al menos! Yo qué sé, darme un toquecito en el hombro o algo. No esperar a que me despertara y te viera en tu forma fantasmagórica. —Se siguió quejando. A pesar de ello, no tardó en hacerse a un lado, dejando algo de hueco en la cama para que se sentara su compañero. Incluso dio un par de palmadas suaves en el colchón, indicándole de forma más directa que tomara asiento.

    Algo cohibido, Vega obedeció.

    —Sería desatinado de mi parte no dejarte descansar mientras estás en la enfermería convaleciente. —Compartió su punto de vista, aun sin dar su brazo a torcer.

    —Bueno, eso lo entiendo… —Y por su parte, el tono de voz de Arcturus ya iba retornando a uno un poco más típico de él, más risueño. La sonrisa que siempre lucía no tardó en aparecer en sus labios tampoco. —Pero, ¿por qué venir tan pronto por la mañana a verme? Si hubieras querido hacerme una visita, sería mejor cuando ya sea de día.

    —…No podía dormir.


    —Oh, ¿tan preocupado estabas por mí? —El chico se alegró de manera genuina, tanto, que hasta terminó tomando las manos del otro joven entre las suyas para lograr algo de cercanía con él.

    —¡N-no exactamente, Hechicero Arcturus! —Contestó, avergonzado, mientras elevaba su tono de voz, que demostraba ser un tanto nervioso.

    Como contrapartida, obtuvo un breve “Shhhh” por parte del otro chico, que posicionó el dedo índice de su mano derecha sobre sus labios para indicar que bajara la voz. A continuación, vio cómo se encogía de hombros, jugando con sus manos mientras comenzaba a deshacerse de sus guantes.

    —Es muy temprano. No levantes así la voz, o nos meteremos en problemas. —Indicó con calma, bajando la mirada para poder realizar con más tiento la tarea de despojar al otro joven de los guantes. —Tampoco me llames Hechicero Arcturus. Te lo he dicho muchas veces, ¿no?... Arcturus a secas suena mejor. O, incluso, Arcky. Además, estamos los dos solos, no entiendo por qué tanta formalidad.

    —Pero-

    —Nada de peros, Vega. ¿Acaso no somos compañeros en el comité? Y mucho más que eso… ¿amigos?

    —¿Amigos? —
    Repitió con cierta desazón, deshaciéndose de las manos ajenas una vez estas lograron su cometido de exponer a la penumbra sus pálidas manos. El contacto con las cálidas manos del otro hechicero le hizo reaccionar y retirarse por impulso. —Yo no diría…

    —Sé que te preocupas mucho por mí, aunque no quieras admitirlo. Y muy en el fondo quiero creer que el aprecio que me tienes es al menos el que tendrías por un amigo. —Comentó, volviendo a agarrar al otro chico. Esta vez, por sus antebrazos. Tiró un poco de su uniforme, obligándole a que le prestara mayor atención y a que lo mirara a los ojos por primera vez desde que estaba allí. —Tampoco es que te vaya a obligar a que me des la razón, pero de vez en cuando me gustaría escuchar de ti qué es lo que sientes de verdad.

    A lo que Vega se mantuvo en silencio momentáneamente. Arcturus fue la primera persona con la que se topó al llegar a aquel extraño lugar, y su reencuentro en su primer banquete no fue el mejor de todos desde su punto de vista. No obstante, desde ese momento, el risueño hechicero no se había apartado de su lado por mucho que él hubiera protestado.

    Internamente, estaba agradecido con él. Pero, al igual que Arcturus acarreaba consigo la culpa de no haberle podido ayudar a volver a su mundo, Vega sentía algo similar al ver cómo el otro chico se desvivía por él, y por mucho que lo intentara no podía encontrar el valor de darle siquiera las gracias.

    Siempre había admirado el carácter resuelto de Arcturus, y antes de darse cuenta de ello, comenzó a sentir mariposas en el estómago acompañadas de una pequeña cantidad de nervios cada vez que interactuaban. Al contrario de lo que se hubiera podido esperar del impasible Vega, reconoció para sí mismo de manera bastante fácil que quizá se había enamorado del otro hechicero… Solo quizá.

    Y este, por su parte, no es que no sospechara lo que pensaba Vega de él, sino que jamás se imaginaría que alguien tan frío y distante pudiera siquiera albergar sentimientos románticos, y mucho menos hacia él.

    Arcturus solo quería romper las barreras que el otro chico ponía para acercarse a él y ser más cercanos, dado que sentía una fuerte responsabilidad de cuidarlo. Por ello es que no dudaría a la hora de agarrarse a medidas más desesperadas si es que aquella visita resultaba ser la oportunidad de estrechar su lazo con el joven albino.

    Al final, Vega desvió la mirada, culpable por no haber podido permanecer más que unos pocos instantes perdiéndose en los profundos ojos de color ámbar del otro chico.

    —Está bien. —Accedió a la propuesta ajena. Trataría de ser un poco más comunicativo. Se lo debía a Arcturus por haber ido a visitarle a una hora tan intempestiva. Así que tomó aire y se preparó para ser sincero: —Llevo… unas cuantas noches en vela. Por mucho que quiera, no soy capaz de dejar de darle vueltas a todo lo que ha pasado. Se podría decir que estoy un poco preocupado. Hace un rato estaba pensando que me gustaría asegurarme de que estabas bien… y cuando me quise dar cuenta, mis pasos me habían llevado hasta aquí. No iba a darme media vuelta si ya había hecho todo el camino hasta la enfermería.

    —¿Entonces…? —animó al otro joven a continuar con su relato para que concluyera diciendo cuáles eran sus intenciones, mientras que se daba cuenta de que poco a poco, Vega se había ido inclinando hacia delante, cerrando la distancia que había entre ambos. Apenas tenía su rostro a un palmo de distancia.

    El haberse dado cuenta de ello se materializó en forma de una pequeña risita. Arcturus lo encontró adorable, pero rápidamente se preocupó de que Vega pensara que se estaba burlando de él.

    Vega carraspeó, ignorando aquello, y siguió hablando.

    —Entonces me preguntaba si, ya que estoy aquí, puedo serte de ayuda en algo. Considéralo un favor esporádico. —Se sentía raro siendo tan abierto con sus pensamientos, pero, por primera vez en mucho tiempo, no le dio miedo ser tan directo. Tal vez fuera por el agarre del otro chico en torno a sus antebrazos, pero de alguna manera se sentía apoyado a expresarse sinceramente.

    No obstante, por la cabeza de Arcturus empezaron a pasar millones de ideas. Pensaba aprovechar la oportunidad para acercarse al otro chico, aún si solo fuera para aumentar el nivel de confianza mutua. Y no se le ocurrió otra cosa que apostar todo a una sola baza:

    —¡Eso es muy amable de tu parte!... Me alegro de que hayas decidido venir a hacerme compañía, a pesar de las horas. —Y su sonrisa se ensanchó. Soltó por primera vez al otro chico, llevándose una mano al mentón, en actitud pensativa. —Pero a estas horas, poco hay que puedas hacer por mí, la verdad… —fingió darle vueltas al asunto, cuando ya sabía de sobra qué era lo que le iba a pedir al otro chico. —Ah, bueno… sí que podría haber algo.

    —¿Qué es? —Cuestionó, aparentemente sin demasiada curiosidad. Su rostro, aunque impertérrito, no demostraba su intriga por la pregunta ajena (que totalmente sentía).

    —Resulta que como no puedo moverme demasiado aquí en la enfermería, estoy acumulando mucha energía, y como resultado, me cuesta mucho encontrar el sueño por las noches.

    —Mucha energía… ¿se trata de mana, otra vez? —Interrumpió rápidamente, ahora sí, notándose algo más de preocupación en su voz.

    —¡No, no! Solo energía, a secas. Nada que ver con el mana. —Tranquilizó al otro chico y procedió a encogerse de hombros, enterrando la mirada en las sábanas y agarrando estas con algo de fuerza. —Bueno… El caso es que estoy que me subo por las paredes. No puedo hacer nada: ni ir a clases, ni pasarme por la sala del comité… Y por no hablar de lo mucho que echo de menos echar una mano a los compañeros de la academia.

    —¿Y qué pinto yo en todo eso? —Quiso saber, algo desorientado con la explicación ajena.

    —Pues… estaba pensando que a lo mejor podrías ayudarme a deshacerme de algo de esa energía.

    Con la penumbra desapareciendo por momentos, el amanecer llegaba según los chicos conversaban.

    Vega dirigió la mirada hacia el otro hechicero, que había propuesto aquello de una manera un tanto insegura. No era propia de Arcturus una actitud tan dubitativa.

    —Bueno. Pero, ¿cómo? Tienes vetado el ejercicio, y aunque cada mañana haga mis entrenamientos, no pienso llevarte conmigo. —Sonó bastante autoritario con esa respuesta, dejando en claro que no haría excepciones.

    El de cabellos naranjas asintió con la cabeza, esperándose una respuesta de aquel estilo. No tenía mucha esperanza de apelar al lado más irresponsable de Vega, si es que el otro chico siquiera tenía uno. Por lo que no le quedó otra que proseguir con su plan original.

    —Lo cierto es que hay una manera de liberar energía sin que tenga que moverme necesariamente de la cama… —Sugirió, haciendo un recorrido con la mirada de la distancia que le separaba del otro joven, prácticamente a su lado, y yendo a parar a los labios ajenos. No podía dejar de observarlos de manera un tanto descarada.

    Sin pensárselo demasiado actuó, inclinándose hacia él mientras sostenía el cuello de su camisa para obligarle a mirarlo a los ojos. Así sabría si aquella era una buena idea o no.

    —¿Lo pillas, Vega? —Susurró sobre sus labios, casi rozándolos con los suyos propios. Le dio una última oportunidad de sobreentender sus intenciones, de modo que no tuviera que decirlo a viva voz.

    Como respuesta, las mejillas del joven de hielo se sonrosaron por primera vez. El objeto de su adoración estaba más próximo que nunca, y además diciéndole algo fácilmente malinterpretable. ¿Debería picar el anzuelo y exponerse a la vergüenza de una posible equivocación?

    —Sé claro, Arcturus. —Finalmente exigió en un tono que denotaba no quedarle demasiada paciencia, pero lo cierto es que no se atrevía siquiera a esperar que lo que pensaba era a lo que se estaba refiriendo el otro joven.

    —Mira que eres denso. —Se quejó, a medio camino de hacer un mohín.

    Pero la paciencia que se acabó primero fue la del chico risueño, quien dio un tirón seco del cuello de la camisa ajena, obligando a Vega a echarse hacia delante. En esos instantes, fue Arcturus quien rompió la distancia que separaba a ambos sin ningún otro reparo.

    Y así fue como Vega sintió los carnosos labios del hechicero al que llevaba deseando en secreto bastante tiempo. Ni que decir tiene que, pese a la sorpresa, se aferró a su cuello tan pronto tuvo la oportunidad de responder. Podía avergonzarse con facilidad y mostrarse distante, pero no podría mantener su usual fachada cuando algo así estaba sucediendo.

    No pensaba perder su oportunidad, que le había caído prácticamente del cielo.

    —¿Ve-vega? —Arcturus se sorprendió, esperándose un rechazo de buenas a primeras. Después de todo, ellos nunca habían sido cercanos en términos de afecto físico. Pero, contrario a sus pensamientos, este hacía todo lo posible por engancharse a él y no soltarle.

    El beso que en principio inició el chico de cabellos anaranjados ahora estaba siendo profundizado con mucha más desesperación por parte de su compañero. Este se apresuró, cerrando los ojos con fuerza mientras hacía por introducir su lengua en la cavidad ajena, deleitándose con un amplio recorrido por ella.

    La tensión y los nervios por ambas partes se notaban, sobre todo cuando Arcturus tuvo que agarrar firmemente la cintura del otro joven, que había termino por echársele encima. Ni que decir tiene que jamás habría esperado una respuesta a tal nivel, pero se sintió feliz de ver las pocas ganas que el albino tenía de separarse de él.

    Si bien su intención inicial había sido intercambiar unos cuantos besos para lograr una mayor cercanía, el hechicero de Fili Pfeper cambió rápidamente de planes.

    A la par que sentía su lengua entrelazarse con la ajena, el calor del cuerpo de Vega sobre el suyo, y su expresión de desesperación mientras rogaba por no acabar el contacto, pudo notar que se le sumaba algo de excitación por su parte. No pensó que llegaría a sentirse así con alguien como el hechicero de Lyra, pero entendió que su cuerpo le estaba pidiendo descargar la totalidad de la energía que llevaba acumulada con él.

    Pese a que pareciera que aquello no iba a tener fin, Vega fue quien comenzó a retirarse lentamente al sentir la prominente falta de aire, que ya no podía ignorar ni por un instante más. Con la respiración pesada, daba cortas y rápidas bocanadas de aire, a la par que sentía sus labios rozar suavemente los del otro chico. No podía alzar la mirada, así que simplemente la mantuvo en las mantas que había bajo ellos.

    —Eso… ¡eso ha sido muy intenso! —Exclamó jovialmente el de cabellos anaranjados, limpiando con cuidado un pequeño hilo de saliva que descendía por la comisura de los labios del otro joven.

    Ante aquello, Vega no respondió. Siendo consciente poco a poco de haber actuado por instinto, se avergonzó de haber querido prácticamente devorar los labios ajenos. Se había emocionado demasiado, y ahora lo pagaba con la vergüenza.

    —Vega… respóndeme, mírame a los ojos. —Pidió el chico, que buscaba algún tipo de reacción para saber si aquello había estado bien o no. —¿Por favor? —Por lo que terminó agachando un poco el rostro, dejando sin escapatoria al hechicero de Lyra.

    —¿Qué quieres que te diga? —Contestó, dejando entrever su vergüenza mientras agarraba los hombros ajenos, usándolos para impulsarse hacia detrás y mediar distancia con Arcturus. El verse reflejado en los grandes ojos del otro chico no hacía sino aumentar el ritmo del latido de su corazón, y sabía que aquello no sería demasiado bueno para él si quería mantener la serenidad.

    —¿Querías besarme?

    —Pues claro que quería besarte… —En un hilo de voz, dijo esto en el tono más bajo del que era capaz. Incluso a Arcturus se le complicó un poco escucharle, a pesar de que estuviera tan cerca.

    —¿Desde hace cuánto tiempo?

    —Ya he perdido la cuenta de los años que llevo pensando en ello.

    Aquella confesión hizo que, por alguna extraña razón, el corazón de Arcturus se acelerara de manera súbita. Quizá tendría que comenzar a plantearse nuevamente sus sentimientos con respecto al otro chico.

    —¿Y estarías dispuesto a hacer algo más? —No sabía si romper todas las barreras que le separaban de Vega de una manera tan directa sería la mejor idea, pero ya que un simple beso los había llevado a estar uno encima del otro…

    —¿Algo como qué? —Se mostró ligeramente interesado, siendo capaz de dirigir la vista de nuevo de reojo al rostro ajeno. En contraste con su sonrojo y su expresión apenada, las mejillas de Arcturus también estaban bañadas por el color carmín, pero en sus labios había una sonrisa enorme.

    —Lo que sea para descargar un poco de energía. Tocarnos, e… ¿ir un poco más allá? —sugirió en tono cantarín, sintiendo una ligera vergüenza al proponer aquello. Sabía que estaba en deuda con Vega, así que no lo forzaría si realmente no quería.

    Los instantes pasaron y la respuesta por parte del albino no llegó. Este se mantenía como con un aire de concentración, clavando la mirada en lo que quiera que hubiera a aquellas horas al otro lado de la ventana.

    Arcturus se impacientó, y terminó negando suavemente con la cabeza, dando un par de palmadas en las manos que el otro hechicero tenía apoyadas sobre sus hombros.

    —¿Eso quiere decir que no? —Asumió, con un deje un poco más triste.

    Ante sus palabras, Vega terminó de darle vueltas a la situación en su cabeza, y finalmente determinó que se trataba de un todo o nada. Y llegado a aquel momento, él estaba dispuesto a jugársela.

    Entonces, giró la cabeza, arrimándose nuevamente al otro chico. Procurando acomodarse sobre sus piernas, le preocupó estar descargando todo el peso sobre estas. Mientras, Arcturus lo observaba un poco confundido.

    —Continuemos. —Dictaminó con firmeza, si bien el sonrojo en sus pálidas mejillas era delator de sus nervios persistentes. Mostrando que iba en serio, volvió a dejarse caer sobre el rostro del otro chico, sobre el que repartió suaves besos incitando de nuevo a la acción.

    Una vez en su mejilla, no pudo evitar morderla suavemente, degustándose con la suavidad de la piel ajena. Arcturus rio, y tomó el rostro del hechicero de Lyra entre sus manos.

    —No soy comestible, Vega. —le dijo divertido, obteniendo como respuesta el resoplar del otro joven. Y volvió a reír. —Aunque si te gusta mordisquearme, hay otras zonas en las que preferiría que te centraras… —con aquella sugerencia, comenzó a desabotonarse la camisa del pijama, dejando a la vista su torso, e indicándole que prefería ir bajando poco a poco. Su cuerpo entero estaba comenzando a clamar por la atención del otro hechicero.

    Este asintió tímidamente, dejando un hilo de besos, lamidas y mordiscos que comenzaron desde el mentón del otro chico hasta casi su vientre.

    En esos momentos, además de contenerse algún que otro jadeo de la excitación, Arcturus se entretuvo delineando la esbelta figura de Vega. A sus ojos, siempre le había parecido muy delgado, pero entonces se dio cuenta de que era más musculoso de lo que parecía.

    Allá por donde pasaba, terminaba dejando algún que otro pellizco travieso. Con aquello, logró despojar al otro joven de su camisa, llegando incluso a lograr que sus pezones terminaran sonrosados y erectos.

    Deleitado con su recorrido, llegó a cierta zona que hizo reaccionar el cuerpo del otro hechicero, que dio un pequeño bote de la sorpresa. Se dio cuenta de que, al agarrarle el trasero, este alzó la vista, apenado, como queriendo preguntar qué pretendía.

    —Perdón, yo… parece que estoy más sensible… —Se excusó Vega, quien ya llevaba un rato intentando esconder su creciente erección. Pero cuando las manos de Arcturus se dirigieron a su parte delantera, ya no había más escapatoria. —Ah…

    —No te avergüences, Vega. —Le animó el joven, haciendo que este se apoyara en su pecho desnudo para alzar ligeramente sus caderas. En ese momento fue que hizo contacto con la parte baja del otro hechicero, sintiendo bajo él otra erección más. —¿Ves? Estamos iguales. —A pesar de que él mismo sintiera algo de reparo al tener al otro chico sobre él, se encontró con el suficiente valor de tomar la iniciativa. Besó nuevamente al otro chico, con la intención de que no se encontrara tan tenso.

    —Ngh… entonces…

    —¿Puedo…? —La pregunta que comenzó a formular quedó a medias, cuando un suave gemido proveniente de Vega entrecortó sus palabras, al notar una mano intrusa comenzar a masajear la zona.

    Arcturus no estaba pidiendo permiso precisamente para eso, pero decidió mantenerse en silencio mientras el otro gemía prácticamente en su oído. Habiéndole desabrochado los pantalones y aún por encima de la tela, se aseguró de comenzar a estimular al otro chico.

    —Como decía… ¿Puedo meterla? —Terminó al fin aquella pregunta, sintiéndose algo más impaciente que al principio. Puede que el albino estuviera aliviándose momentáneamente gracias a su tacto, pero a él no había nadie en ese momento que le bajara el calentón como lo necesitaba. Por ello, decidió apremiar e ir directamente a lo que más estaba esperando.

    Vega se encogió en los brazos del otro hechicero, moviendo por inercia las caderas para frotarse con el miembro ajeno en cuanto tuvo oportunidad. Abrazándose del cuello ajeno, asintió con la cabeza, aun si Arcturus no lo pudiera ver.

    —Sí, hazlo.

    Y con esa luz verde por parte del hechicero de Lyra, procedió a preparar su entrada para que este pudiera moverse cuando correspondiera.

    Vega sabía que iba a tener que esforzarse el doble por los dos, dado que en sus condiciones no dejaría que el otro chico se moviera demasiado, lo cual este había previsto de antemano. Sabía qué era lo que tenía que hacer.

    Primero hubo una pequeña prueba por parte del de cabellos anaranjados, retirándose momentáneamente para asegurarse de que Vega estaba dispuesto.

    —¿Todo bien? —Le preguntó suavemente, acompañando aquello de unas caricias en su espalda. Dentro de la poca paciencia que le quedaba, no quería asustarle.

    Pero esta vez, en lugar de una respuesta o la falta de ella, el albino habló mediante sus acciones: deshizo su abrazo en torno al cuello ajeno, y con una mano, fue quien se aseguró de introducir la totalidad de la extensión del otro hechicero en su interior.

    Dejando salir un pequeño gruñido por la molestia inicial, Vega terminó acomodándose sobre Arcturus. Se sentía muy extraño, teniendo algo de tal tamaño en su interior. Nunca se había imaginado siendo quien recibiría a otro hombre en su interior, pero ahí estaba. Ya se había excitado lo suficiente cuando notó los delgados dedos del otro joven en su interior, pero aquello no se le comparaba.

    —Es… raro. —Expresó lo que sentía, animándose a hacer un pequeño movimiento con el otro chico bajo él. Apenas un roce en su interior hizo que una corriente lo recorriera de arriba abajo. Cerrando los ojos, procedió a comenzar a moverse.

    Siendo él quien dictaminaba el ritmo, se encontró penetrándose con el miembro ajeno con bastante desesperación con el pasar de los instantes. Recordando cómo fue su primer beso, encontró unos cuantos paralelismos con la situación actual. No parando de dar botes sobre el otro joven que no hacía sino rogar más entre susurros, se decidió a dejar el pudor de lado.

    Tumbando a Arcturus en vez de tenerlo recostado en el cabecero de la cama, se encontró con una mayor amplitud de movimientos, que agradeció casi al instante. Pudiendo sentir cómo se penetraba por completo, le fue más fácil llevar a cabo el acto.

    Mientras notaba las manos del otro chico empujando sus caderas, pudo sentir cómo sus uñas se iban enterrando en su piel, poniendo de manifiesto que no lo iba a soltar fácilmente.

    Al final, Arcturus terminó por caer en la tentación de colaborar con aquello, siendo que la vista que le ofrecía Vega era suficiente como para querer penetrarlo por sí mismo.

    Desde su posición de agarre, tumbó al otro chico sobre su espalda, comenzando a embestirlo desde arriba.

    —¡A-arcturus! —Exclamó con sorpresa y preocupación a partes iguales el hechicero de Lyra. Sabía que le regañaría en cuanto tuviera ocasión por haber hecho tal esfuerzo, pero en ese momento no podía atender a razones.

    —Lo siento, pero… Tenemos que darnos un pelín de prisa. Ya ha amanecido, y lo que más odiaría es que nos interrumpieran. —Se explicó el chico, con una sonrisa un tanto apenada en el rostro, mientras no dejaba de moverse. No era propio de él una actitud tan dominante, pero sentía la urgencia que el despertar del resto de estudiantes le provocaba.

    Así continuó, incluso subiendo el ritmo un poco más a la par que se compenetraba con las caderas del otro chico para buscar el contacto más profundo posible.

    Y fue en ese momento en el que los gemidos se sucedieron de manera bastante poco disimulada por parte de Vega. En cuanto el de cabellos naranjas dio con su punto más sensible, perdió la razón por completo.

    Con el creciente volumen de los gemidos, incluso Arcturus se sintió un poco apenado a la hora de pensar en pedirle bajar la voz. Pero viendo el rostro del otro joven, que poco hacía por contener el hilo de saliva que estaba dejando deslizarse a un costado de su boca abierta, comprendió que aquella no era una petición que pudiera hacer en ese momento.

    En vez de aquello, se inclinó más todavía sobre el otro chico, haciendo que este se abrazara a él.

    Por un instante, Vega captó la señal. Podría haber sido eso, o que el tener tan a mano al otro hechicero hizo que sus ganas por darle un buen mordisco incrementaran.

    Sea como fuere, para callar su voz, terminó clavando sus dientes en el hombro de Arcturus, esperando a que finalizara, a la vez que secretamente deseaba que aquello nunca acabara.

    ★ ★ ★


    Una mano traviesa se deslizó por el pálido torso de Vega. Este la pilló en seguida, agarrándola casi al vuelo.

    —¡Arcturus! —Regañó al joven, quien se encontraba tumbado a su lado en la cama, riendo con inocencia mientras intentaba iniciar una nueva sesión de besos y caricias.

    —Supongo que me has pillado. —El chico rio de manera un tanto más estridente, siendo esta vez callado por los labios del hechicero de Lyra. —¿Otra vez? —Pidió, enamorado del sabor dulce de los labios ajenos.

    —Ni hablar. Ya es de día, no me extrañaría que el personal médico empiece a rondar por aquí. —Contestó, haciendo un mohín mientras se abotonaba la camisa. Sobre su hombro reposaba su corbata, que el joven de cabellos anaranjados se animó a empezar a colocar desde detrás. —Además… El resto de los miembros del comité aparecerán pronto. Todo el mundo quiere ver cómo estás y hacerte compañía. Yo debería irme… —terminó replicando, con demasiada poca credibilidad.

    —No parece que estés siendo muy sincero, ¿eh? —Canturreó, abrazando al otro chico. Pasando sus brazos sobre sus hombros, se esmeró por atarle la corbata lo mejor que pudo, incluso desde una posición tan difícil como aquella.

    —Cállate… —y con timidez, incluso se atrevió a inclinarse nuevamente hacia Arcturus, indicándole que apreciaría bastante un último beso. —Solo me quedaré cinco minutos más. ¿Estamos?

    Y este le dio el beso que pedía, volviendo a reír de manera risueña en cuanto se separaron. Estaba comenzando a sentir ciertas mariposas revoloteando en su estómago cuando hacía aquello, lo que le ponía de muy buen humor.

    —¿Crees que has podido deshacerte de toda esa energía de la que me hablabas?

    —¡Por supuesto!... Aunque no me negaría a que me vinieras a hacer compañía de nuevo durante la noche, si tus horarios te lo permiten. Tiene pinta de que todavía me queda recuperación para rato... y volveré a acumular más energía en un abrir y cerrar de ojos. —se quejó el joven, algo triste por volver a pensar en que no podría salir de la enfermería en unos cuantos días.

    Vega resopló, algo nervioso ante la premisa de repetir lo de aquella mañana. Al recorrer el cuerpo ajeno con la mirada, sus ojos se clavaron de manera irremediable en una prominente marca de mordisco que ahora adornaba el hombro derecho de Arcturus. Llevando su dedo índice a la marca, lo pasó por encima, siquiera rozando su piel.

    Y por primera vez en mucho tiempo, sonrió levemente.

    —Está bien. Me lo pensaré.

    Edited by Chéri - 13/3/2023, 00:16
     
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