Novios | oneshot | TAITO

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    De verdad que no me acabo de creer que haya podido escribir esto en tan poquito rato. Vengo de un bloqueo bastante intenso que no me dejaba casi ni mirar el Word, así que estoy más que feliz (¡y orgullosa!) de haberlo dejado atrás.~ Ay, y encima escribiendo cosas bonitas de una pareja que me gusta mucho. <3
    Me sigue doliendo el final de Kizuna, así que me puse a escribir una cosita tierna y dulce, con el "dos idiotas enamorados" como tema principal. Ése ha sido el único motivo de este fic.

    QUOTE
    Título: Novios
    Fandom: Digimon
    Pareja: Yagami Taichi/Ishida Yamato | TAITO
    Género: humor, escolar, romance
    Advertencias: ¡menores de edad! ¡Adolescentes! ¡Hormonas descontroladas!
    Longitud: 2209 palabras
    Notas: NO hay spoilers, pero se ambienta en la época de tri (o sea, tienen 16/17 años)
    Una canción para este fic: Boom Clap; Charli XCX

    Disclaimer: los personajes no son míos, pero prometo tratarlos con todo el amor que se merecen~

    ——————



    NOVIOS
    Era un día de primavera como cualquier otro, el sol no brillaba más de lo normal, las nubes no parecían más esponjosas que de costumbre y el instituto mantenía el mismo ritmo de siempre, con estudiantes yendo a sus aulas o saliendo de ellas. Lo que se veía diferente este día era el propio Taichi, que caminaba con una sonrisa radiante en el rostro. Sora le alcanzó y estuvo obligada a preguntar qué pasaba.

    —No puedo decírtelo —le respondió Taichi sin dejar de sonreír—. Aunque me muero de ganas, la verdad. Quiero gritarlo alto y claro, ¡que todo el mundo se entere de lo que ha pasado! —Y alzó los brazos al cielo—. Hoy soy un hombre nuevo, Sora.

    —Taichi. —Ella se acercó y le dejó la mano en el hombro, su preocupación no era fingida—. ¿Estás bien?

    —¡Perfectamente! —Se apartó dando un saltito hacia atrás—. Estoy mejor que nunca, ¿no se me nota?

    —Vaya, alguien está de buen humor. —La voz cantarina de Mimi se unió a la conversación—. Nunca te había visto tan feliz por ir a clase. —Le estampó la mano en la frente y luego la dejó en la suya, midiendo la temperatura—. Y no parece que tengas fiebre, qué raro. ¿De verdad eres Taichi?

    —Es «un hombre nuevo». —Bromeó Sora imitando su voz—. No sé qué le pasa.

    —Pasa que llegamos tarde, ¡vamos, vamos! ¡Cuánto antes empecemos el día, antes acabará y podremos volver a casa!

    Taichi se echó a correr sin perder la sonrisa, Sora se cruzó de brazos intentando dar con una explicación. Quien sí la dio fue Mimi, que repitió que aquél no era el verdadero Taichi, sino su hermano gemelo del que nunca había hablado; pensaba discutir su teoría con todo el que se cruzara por el pasillo, así que los rumores sobre la exagerada alegría de Taichi un martes por la mañana no tardarían mucho en expandirse por casi medio instituto.

    En ese momento, y ajeno al misterio que comenzaba a formarse alrededor de Taichi, Yamato soltaba un largo bostezo despertando en su cama. Dos cabecillas curiosas le miraban desde la puerta, preguntándose si entrar o no al dormitorio. Yamato reconoció al instante la mirada tímida de Gabumon y los ojos todavía adormilados de Agumon.

    —Agumon, ¿no desayunaste con Taichi antes de venir? —El rugido de tripas respondió por él, aunque conociendo a Agumon, seguramente sí había comido. Su apetito era sorprendente, siempre tenía hambre—. De acuerdo, prepararé el desayuno, dadme un momento.

    Se levantó escuchando el «¡comida, comida!» de Agumon corriendo al salón, y aprovechó que había quedado a solas para acercarse al espejo de su dormitorio y explorar las muchas marcas que tenía por la piel. Recordó los labios de quien le había llenado de besos, el sonido de su voz, las palabras picantes que le susurró al oído… Lo recordó todo y sintió sus mejillas estallar de la vergüenza. Claro que todo fue a más cuando recordó cómo se había enfadado con Taichi cuando se fue apenas habían terminado de abrazarse. A pesar de que le había prometido una noche entera de mimos, a Yamato le tocó dormir solo. Entendía que a la señora Yagami la habían avisado a última hora del ingreso de su padre en el hospital, y también entendía que Taichi tenía un complejo de hermano demasiado grande como para dejar a Hikari sola en casa toda una noche, poco importaba que Hikari fuera más que capaz de cuidarse ella solita (aunque no estaba tan sola estando Gatomon con ella) y seguramente fuera ella la que tuviera que calmar las quejas de su hermano al saber que su abuelo no tenía nada grave, sólo un antiguo esguince mal curado que todavía le daba guerra de cuando en cuando.

    El caso es que Yamato supo todo esto, y se sintió tan avergonzado por cómo le había gritado a Taichi antes de irse que le costó un esfuerzo extra responder sus mensajes, no se atrevió a devolverle la llamada, nunca se le habían dado del todo bien las disculpas. Prefirió dejarse arrastrar por el ritmo frenético de Taichi, que volvió esta mañana a su casa, le dio todos los besos que habían dejado a medias por la noche y se despidió dejando a Agumon bajo su cuidado, prometiendo que vendría lo antes posible cuando terminaran las clases.

    Yamato volvió al presente mientras batía los huevos para la tortilla. Eran las diez de la mañana, se dijo que ya había dormido suficiente y se centró en preparar los desayunos y servirlos. Estaba demasiado acostumbrado a la calma de Gabumon, que comía en silencio imitando sus modales a la mesa, así que el terremoto que era Agumon comiendo estuvo muy cerca de crisparle los nervios de diez maneras distintas. Se recordó que era el compañero de Taichi y apretó los dientes al notar que de sólo recordarle había esbozado una sonrisa algo tímida. Cuando sonó su teléfono le fue del todo imposible borrar la curva en sus labios.

    «¿Estás despierto?», le preguntaba Taichi. Yamato, en lugar de escribir, le envió una foto del par de glotones que tenía sentado enfrente. Ya habían terminado la comida y bebían el zumo alegando que si no lo hacían pronto, se le irían las vitaminas.

    «Las chicas preguntan por ti». Yamato lo sabía, Sora le había llamado al no verle por los pasillos. Agradecía la preocupación de su amiga pero, en este caso, había tenido que mentir y contarle una milonga sobre que se había levantado con un poco de fiebre. No se sentía cómodo mintiendo, pero todavía no estaba preparado para ir contando por ahí el paso que había dado con Taichi.

    No era como si mantuvieran su relación en secreto, el anuncio no pilló a nadie desprevenido y, después de alguna broma inofensiva de Takeru («¿Y dónde está la sorpresa? Os queréis. Esto lo sabíamos todos desde hace años»), la situación siguió como de costumbre, no hubo ni una sola risa nerviosa y mucho menos miradas de incomprensión, si acaso, Yamato se encontró con lo contrario.

    Ahora, una cosa era confesar a sus amigos una relación, otra cosa muy distinta era confesar que dicha relación había dado un paso muy importante en la intimidad. Esto era un asunto privado que no quería compartir con nadie, ya le daba el suficiente apuro hablarlo con Taichi, que se trataba de nada menos que la otra parte en la pareja. Qué difícil era para Yamato compartir intimidades, incluso con su novio.

    Novio. La palabra le sacudió con fuerza el estómago, haciéndole toser.

    —Yamato, ¿estás bien? —Le preguntó un preocupado Gabumon. Él asintió con un gesto de cabeza.

    Y no mentía, estaba estupendamente.
    Se había preparado para pasar la primera noche con Taichi, había leído muchos consejos y guías por internet; no encontró el valor para ir a una biblioteca para informarse de este tema, prefirió la privacidad que daba el modo incógnito del navegador de su teléfono. También había obligado a Taichi a informarse, y pasaron más de una tarde simplemente leyendo artículos y opiniones por distintos foros. Si esto era el estudio, pues el examen final ocurrió la pasada noche, que decidieron ver un vídeo de cualquier web pornográfica. Se habían convencido de que aquélla sería la manera más rápida de comprobar si las opiniones de la gente eran ciertas o no, pero el vídeo resultó ser un absoluto fracaso: Taichi no consiguió entender qué podía tener de erótico un baño público, y Yamato encontró ese encuentro uno muy frío, casi mecánico, dos cuerpos moviéndose no en sintonía sino como dos máquinas siguiendo un patrón marcado. No, su primera vez con Taichi no podía parecerse a esto.

    Así mismo se lo dijo a Taichi, que asintió con sus mejillas encendidas, Yamato le daba carta blanca a hacer lo que quisiera, siempre y cuando no doliera. Y quizá sí dolió algo al principio, pero ya fuera cosa del lubricante, la lluvia de besos de Taichi —cómo le gustaban sus besos, ¿se lo había dicho? Tenía que decírselo— o la torpeza compartida entre los dos, fuese lo que fuese, el dolor pasó a un segundo plano, dando paso a una noche inolvidable.

    —Yamato, estás rojo. —La voz de Agumon le hizo salir de sus pensamientos, también ayudó tener las garras en sus mejillas, intentaba el Digimon refrescarle con esto—. Puede ser fiebre. Es peligroso —le dijo mirando directamente a Gabumon, que hacía su mejor esfuerzo por no dejarse llevar por el pánico y romper a llorar.

    —Estoy bien, de verdad. —Yamato se levantó acariciando entre las orejas de su compañero, miró luego a Agumon y también le acarició la cabeza, le pareció lo más justo—. ¿Qué os parece si vamos a por Taichi?

    Entonces los ojos de Agumon brillaron tanto que a Yamato le pareció ver una cascada de estrellas dentro de ellos, más que dispuestas a salir disparadas y golpearle. Fue a su habitación, tanto para ponerse a salvo del golpe de unas estrellas imaginarias como para poder cambiarse de ropa.

    Volvió al pasillo poniéndose una gorra que le protegería del sol, se calzó y se reunió con Agumon y Gabumon junto a la puerta. Le esperaban impacientes, Agumon casi llorando de alegría por la promesa de ver a su compañero tan pronto, Gabumon simplemente entusiasmado por la idea de dar un paseo por la ciudad.

    Yamato se acercó la puerta pensando en qué decirle a Taichi para hacerle salir del instituto, ¿de verdad iba a hacerlo? ¿Le obligaría a dejar las clases para poder verse antes de lo que habían acordado? Él podía permitirse ese lujo con sus buenas notas, pero Taichi, precisamente Taichi, necesitaba todas las clases posibles para terminar el instituto con una media decente. Una parte de él sabía que no era una buena idea, pero la otra parte se moría de ganas de ver a Taichi y, la verdad, no le fue difícil elegir la parte vencedora, abriendo la puerta con una sonrisa que no se vio capaz de borrar.

    La sorpresa fue enorme cuando vio a Taichi justo en frente de la puerta, parado como una estatua y con el brazo estirado con la clara intención de tocar el timbre. No tuvo tiempo de saludarle, Agumon gritó, lloró y saltó, todo a la vez, con tanta fuerza que Taichi acabó en el suelo del golpe.

    —¿Taichi? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Yamato intentando recuperarse de la sorpresa. Sus dedos seguían sujetando el picaporte.

    —¿En el suelo, dices?

    Yamato arqueó las cejas negando con la cabeza, no iba a reírse de una broma tan pésima como ésa. No iba a darle ese gusto. Taichi sí se rio, apretujó a Agumon en un abrazo y se puso en pie sin soltarlo.

    —¿Ibais a salir? —preguntó mirando a Yamato volviendo a entrar en la casa, quitándose los zapatos—. Puedo acompañaros, ¿a dónde ibais?

    —Íbamos a buscarte, Taichi. —Le respondió Agumon volviendo al suelo con otro pequeño salto—. Te echábamos de menos.

    —¿Todos? ¿Todos me echabais de menos? —Acarició la cabeza de su compañero, también saludó a Gabumon y los vio irse correteando al salón. Miró a Yamato con una sonrisa de tintes más traviesos—. Yamato —le llamó—, ¿tú también me echabas de menos?

    —¿Quién sabe? —Respondió su pregunta con otra, negándose a responder directamente.

    —No te preocupes, se acabaron tus horas de soledad. —Se llevó una mano al pecho en un gesto de lo más orgulloso—. Que tu querido novio se fugó de clases para venir a verte.

    —Oh no, no me hagas a mí responsable del desastre que son tus notas.

    —Me esperaba un reencuentro más cálido, ¿sabes?

    —Y lo estamos teniendo, hoy hace mucho calor —le dijo abanicándose con la gorra—. Parece que estamos en mitad de agosto.

    —¡Yamato!

    El berrinche de Taichi en mitad del pasillo le pareció adorable, aunque no sabría decir muy bien por qué; últimamente muchas de las cosas que hacía Taichi le parecían adorables. Se acercó a él dejando una expresión neutra, disfrutando de la mirada de Taichi, cada vez más confundido al no saber lo que iba a hacer a continuación.

    La confusión en sus ojos creció cuando, de pronto, Yamato le besó. Un roce de labios tras otro que se convirtió en una lluvia de besos totalmente inesperada.

    —Me gustan muchísimo tus besos.

    Taichi se tiñó entero de rojo, tan rápido y con tanta violencia que hasta le resultó doloroso, teniendo que cubrirse la cara con las manos y agachándose hasta quedar de cuclillas. Siempre le había gustado oír la risa de Yamato, pero ahora mismo no le estaba ayudando a calmarse, como tampoco ayudó que le pusiera la gorra en la cabeza al pasar por su lado.

    Empezaba a creer que no podría acostumbrarse nunca al lado cariñoso de alguien tan frío como podía ser Yamato, pero sonrió al escuchar que le llamaba desde la cocina, pidiendo refuerzos para calmar a un pequeño dinosaurio que pedía comida a gritos.

    Puede que Taichi no estuviera acostumbrado a este ambiente agradable y doméstico que comenzaba a crearse alrededor de Yamato, pero tenía mucho tiempo para acostumbrarse a todo esto. Sí, lo tenía.

    Tenía toda la vida por delante para conocer cada gesto de su novio.

    🧡💙

     
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    TehX
    Estoy siendo curiosa y me he encontrado con este lindo escrito que me sacó una sonrisa y me hizo regresar a aquellos tiempos en los que me desvelaba viendo Digimon Tri y amando cada segundo que ellos dos [Tai y Matt] compartían escena. A-DO-RA-BLES.

    No puedo decir que Agumon estaría haciendo demasiadas preguntas con respecto a Yamato poniéndose rojito y recordando esa linda noche. Es que, de verdad que Tri me hizo pensar que estos dos tenían algo entre manos, jajsadf. Nosierto x'd

    Pero, ¿ese capítulo donde sus amigos los dejan arreglar sus problemas en la ruda de la fortuna? Increíble. JAJSDF. Y es que me sí me imagino así su relación: Tai, el extrovertido que le dice al Yamato: ¿en serio hay lubricante sabor fresa?, y Yamato, el tímido que respondería con un: dice la internet que sabe extrañamente peculiar, y no admitiría que le encantaría probar, jajdf.

    En fin, me encantó mucho el escrito. Me alegro de haber estado de chismosa en la sección de fics, porque si no, me hubiese perdido de este lindo escrito< 3

     
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