Baby Blue.

Breaking Bad. [WalterxJesse]

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Lover. Loner. Loser.
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    15,178
    Location
    Shadow Realm~

    Status
    Anonymous

    One shot.



    Advertencias: spoilers.
    **

    Se aproximaba el final. Walter lo sabía, lo intuía y lo sentía en sus venas, en su corazón débil, en sus desgastados pulmones. Estaba acabado.

    Y cuando su propio hijo lo despreció por teléfono. Cuando perdió su última oportunidad para tratar de darle sentido y valor a sus acciones, se sintió colapsar, como un edificio al ser dinamitado sin piedad.

    Por un momento, un ínfimo instante, tan breve como el aleteo de una mariposa, recordó cómo había sido su vida antes de que decidiera tomar ese camino de la fabricación de drogas.

    Su familia reunida. Su esposa amandolo incondicionalmente, su hijo idolatrandolo como si fuera su héroe. Recordó las reuniones de fines de semana, con sus risueños cuñados y la familia disfrutando de una buena parrillada en el patio, junto a la piscina.

    Risas a montones, conversaciones de todo tipo.

    Y su trabajo. Sus monótonos empleos. Primero como profesor de química y después lavando autos.

    La molesta tos aquejandolo en todo momento. Luego los mareos y los desmayos.

    Hasta entonces todo había estado relativamente bien.

    Pero se sentía arrinconado. Infeliz, atrapado. Se había sentido así desde que perdió la oportunidad de triunfar junto a sus colegas. Elliot y Gretchen gozaban actualmente de la creación conjunta de la empresa farmacéutica que habían fundado.

    Ganaban millones. Nada les faltaba, eran famosos, reconocidos y felices.

    En cambio Walter estaba fuera de todo aquello. Y todo por su maldita inseguridad, por no haber creído en sus propias ideas.

    ¿Acaso no tenía lo que se merecía ahora?

    Al mirar atrás a esa época y pensar en todos esos errores, en todas sus malas decisiones, en el arrepentimiento que lo había perseguido desde entonces y que lo había conducido a donde estaba actualmente, no podía menos que sentirse miserable.

    Así habría sido el resto de su vida, de no ser porque, por primera vez, decidió seguir su instinto.

    Jamás, por nada del mundo, le pediría caridad a quienes le habían robado su porcentaje de Gray Matter Tecnologies. Elliot y Gretchen podían quedarse su asqueroso dinero, porque Walter no aceptaría un céntimo.

    Le podía más su orgullo y su ego.

    Le pudieron al grado de llevarlo al negocio de la metanfetamina.

    El cáncer había marcado un antes y un después en su estilo de vida, en su ética y moral, en sus creencias. Lo había puesto a prueba.

    Y a pesar de saber que se estaba muriendo, la vida comenzó a tener sentido cuando empezó a cocinar junto a Jesse Pinkman.

    La adrenalina pura de conseguir la pseudoefedrina, los cristales de yodo, el fósforo rojo.

    Esos largos días en la casa rodante, bajo el abrasador sol del desierto, con sus mascarillas y guantes puestos y los magníficos tanques de decantación con las medidas precisas.

    Y despues ver todo ese material fluyendo, destilandose, cocinandose, procesandose como una auténtica receta de calidad.

    ¿No había sido esa la vida?

    Ver su hermosa creación dentro de una bandeja, como un hielo azulado que debía trozarse y pesarse y, por cuya ración, pagaban más de lo que ganaría Walter en casi medio año, aun si dividía el tiempo entre sus dos antiguos trabajos.

    Su vida se extinguía rauda como la cera de una vela bajo la llama. Y mientras sus pulmones dejaban de funcionar y habiendo llegado a la conclusión de que no había nada ya a lo que aferrarse en la vida, Walter elaboró su último complejo mecanismo en la cajuela de su coche con una ametralladora M60 con municiones de 7x51 mm.

    Su anillo de bodas pendía de un trozo de nylon alrededor de su cuello. Pero Walter decidió que no merecía llevarlo más. Skyler sería libre en breve. Lo que tenían se había roto desde que Walter se había enterado de su infidelidad.

    No importaba mucho en realidad. Su familia, a quienes había querido dejar un buen sustento y a quienes tenía por encima de toda ley moral, estaba rota y le odiaban.

    Skyler le temía y lo repudiaba.

    Walter Junior lo odiaba.

    Hank había deseado que se pudriera en la cárcel.

    Marie lo detestaba tanto que quería asesinarlo ella misma.

    Jesse no quería ni verlo.

    Y todos ellos tenían algo dos cosas en común. La primera, todos ellos (incluido Jesse) eran parte de su familia, eran sus seres queridos, con quienes más convivía y a quienes más quería y respetaba.

    Segundo. Todos ellos lo querían muerto.

    Skyler había estado contado los días para que le regresara el cáncer.

    Marie le había sugerido suicidarse.

    Flynn añoraba no saber más de su existencia.

    Hank había fantaseado con presenciar una muerte violenta cuando Walter estuviera rodeado de reos dentro de prisión.

    Jesse anhelaba verlo sufrir y tener su merecido.

    En contrapartida, ¿De qué le servía el dinero ahora?

    Todas esas enormes pilas de fajos verdes. El dinero sangriento que había ganado a costa de tantas vidas inocentes, de largos períodos de tiempo y un arduo esfuerzo dual.

    Walter se había repetido incesantemente que el dinero lo era todo, que sus acciones eran justificables una vez que consiguiera dejar a su familia lo suficiente para que subsistieran sin problema alguno cuando él faltara.

    Pero no era la familia por quienes había llegado a obrar como lo hizo. Había hecho más que suficiente con las primeras tandas, pero su ambición pudo más, sus ganas de formar un imperio y ser reconocido por algo, por dar un significado menos trivial a su vida.

    En pocos minutos llegó a su destino y estacionó en el lugar exacto, entró tras ser cuidadosamente cateado a la casa.

    Entonces pensó en Jesse, desde antes de que lo llevarán recordó la fuerte alianza que habían formado juntos. Con Jesse, Walter se había sentido más vivo de lo que alguna vez se sintió, aún en ausencia del cáncer.

    Jesse y su imperio de metanfetaminas lo habían sido todo para él. Tenía que admitirlo, debía reconocer que el amargado moralista de Walter White había sucumbido ante la letal tiranía y brutalidad de la doble vida de Heisenberg.

    Quizá dejó de ser él mismo cuando cometió sus primeros asesinatos. O puede que ocurriera después.

    El cambio que se había producido en él era irreversible.

    Y no había sido, ni de lejos "por la familia"

    Había sido por Jesse.

    Siempre era Jesse quien lo hacía ir más allá de sus propias capacidades.

    Con sus bien orquestadas tácticas psicológicas había podido subvertir las desiciones de Jesse para controlarlo . Ya fuera sugestionandolo o persuadiendolo.

    Otra vida más que había arruinado.

    Eran demasiadas para contarlas. Y era demasiado tarde para arrepentirse por ello.

    Cuando el tío de Todd le acercó a un demacrado Jesse, Walter contuvo apenas las ganas por hablarle, por pedirle perdón una vez más.

    Había tanto por decirle, pero ya lo había intentado antes. Como hizo con Skyler, o con Hank, o con su propio hijo.

    ¿Alguien lo había escuchado?

    ¿Alguien había comprendido?

    Walter había perdido su propósito de todo eso.

    Él mismo sabía tiempo atrás en lo que se había convertido. En lo que había dejado de ser.

    Que su propia familia le temiera y le odiara había sido un duro golpe, solo uno de tantos.

    El peor sin duda había sido saberse traicionado por Jesse. Por su protegido, su ex alumno, su socio y a quien había tratado de cuidar y tener de su lado.

    Porque lo quería.

    Porque sentía que Jesse le pertenecía, y él le pertenecía a Jesse. Aún si las cosas se habían arruinado entre ellos. Y pese a llegar tan bajo para querer deshacerse de él.

    Aun en su condición, Walter sintió pena al ver el estado físico en que se encontraba Jesse.

    Golpeado, sucio, encadenado.

    Otra bella pieza arruinada por su causa.

    No esperó mucho para derribarlo y ensarzarse con él en una lucha falsa que pareció divertir inmensamente a los presentes, quienes estallaron en carcajadas.

    Pero sus risas se tornaron en ahogados gorjeos cuando Walter activó la alarma del coche que había aparcado junto a la casa.

    La lluvia de disparos voló la tapicería de los muebles en pedazos, destrozó paredes y objetos, impactó directo contra cada individuo a la redonda que estaba de pie.

    Fue como si un enjambre de avispas hubiera irrumpido en el domicilio. Avispas de plomo, de 7×51 mm, acabando con todo a su paso.

    Jesse lo comprendió casi al instante, dejó de resistirse bajo el cuerpo de Walter, el cual se sacudió ante la inminente picadura en su costado.

    Cuando todo acabó, Walter hizo un esfuerzo por levantarse y tras acabar del todo el trabajo y ver a Jesse asfixiar a Todd con las esposas, le entregó una de las armas para que lo liberara al fin de su sufrimiento, de su maldito ego, de su toxico narcisismo, de su asfixiante egoísmo, de la nube de arrepentimiento que venía persiguiendolo cada noche.

    Estaba seguro de que Jesse lo haría. Lo había forzado al inicio a colaborar con él en ese turbio negocio. Lo involucró hasta que ambos tuvieron problemas, enemigos y amenazas de muerte. Una tras otra.

    Le arrebató a Jane para que no interfiriera en su trabajo. Lo obligó a matar a un inocente para que Gus no lo sacara del negocio y lo asesinara.

    Envenenó a Brook para que Jesse estuviera de su lado.

    Juntos.

    Ahora Walter lo entendía mejor al verlo a sus tristes ojos azules.

    Habría dado cada condenado fajo de dinero si con ello conseguía su perdón.

    El dinero tenía tanto valor ahora como un puñado de arena en el desierto.

    Pero se había sentido tan bien, los días habían dejado de ser tan largos y miserables. La creación de la droga había sido en si la droga que había mantenido a Walter andando, luchando, viviendo.

    -Hazlo- pidió, levantando los brazos, aguardando el disparo definitivo. Sin embargo, Jesse vio aquel capullo escarlata floreciendo a través de la camisa y se negó a hacerlo.

    No habría podido disparar el arma de todos modos.

    Aun si Walter era un criminal despiadado que lo había manipulado y usado en su beneficio.

    Jesse se rehusó a seguir la última orden. Por el bien de ambos. Salió de la casa directo a uno de los coches, pero no acabó de subir cuando Walter salió tras él, haciendo su última llamada en el corto trayecto.

    Ya había vertido demasiada sangre y lágrimas cuando empezó a cocinar los famosos y codiciados cristales azules.

    Jesse se giró a mirarlo. Desde que se había enterado de la muerte de Mike y el envenenamiento de Brook, había visto a Walter diferente. Lo había odiado con cada fibra de su ser.

    Pero ahora mismo, al verlo moribundo, frágil y a punto de marchitarse, no pudo seguir guardandole rencor.

    El señor White le había arrebatado una y otra vez la felicidad usando todos los medios a su alcance, pero hubo un tiempo antes de la tormenta en que ambos fueron felices. En que Jesse se sintió valorado, respetado y querido.

    Walter hizo una leve inclinación a modo de despedida antes de volver a entrar a la casa.

    Jesse había subido al auto. Por nada quería volver al lugar en que había estado cautivo con los neonazis.

    Sin embargo, le temblaban tanto las manos y le dolía tanto el pecho, que no fue capaz de encender el motor.

    ¿Así iba a acabar esto?

    Había sido una larga trayectoria juntos.

    "Cobarde"

    Y aquella vez Walter había tenido razón al insultarlo por haber contribuido con la DEA para que lo atraparan.

    Solo... no había pensado bien las cosas.

    Pero Walter lo había salvado.

    Había ido hasta allá a sacrificar su vida por su libertad.

    No podía dejarlo.

    No quería.

    -Señor White- entró a la casa a su pesar.

    Lo vio tocando uno de los tanques de decantacion, dejando una huella sangrienta sobre el aluminio antes de que su cuerpo por fin cediera.

    Jesse corrió, pero no lo suficientemente rápido como habría querido.

    De espaldas en el suelo y con la mirada vidriosa y media sonrisa, Walter había muerto.

    Los hombros de Jesse se agitaron violentamente en tanto se cubría la boca. Un hilillo de lágrimas escurrió hasta su barbilla.

    De no ser tan impulsivo, habría salido corriendo al oír las sirenas de la policía a lo lejos, pero aún así se arriesgó.

    La mirada fija de Walter se cubrió de una sombra azul, producto del reflejo de las pupilas de Jesse. El tono proyectado le hizo pensar a Jesse que Walter habría pensado en su imperio de metanfetamina azul, aún en sus últimos momentos de vida.

    "Es tan azul como tus ojos, muchacho"

    Lo imaginó decir aquello mientras le cerraba con cuidado los párpados con ayuda de su mano.

    -Descanse, señor White- se despidió-. Lamento haber sido un cobarde. Gracias por haber estado para mí. Por ser mi mentor y por creer en mi cuando nadie más lo hizo.

    "Lo quiero"

    Con los labios temblando, Jesse salió corriendo para subirse al vehículo y salir de una buena vez.

    Quería huir, escapar.

    No solo de la policía o de su vida pasada.

    También necesitaba escapar del recuerdo de Walter White/Heisenberg.

    La persona que había amado y odiado a la vez.

    Aunque Jesse sabía, que aquello sería imposible.

    Llorando y conduciendo, se llevó al puño a la boca y gritó de frustración, de dolor, de pena por no haber llegado a tiempo y haberle ofrecido un último consuelo a su socio.

    Ojalá cuando le llegara la hora, se reunieran en el mismo lugar.

    Aunque Jesse estaba seguro de que así sería.
     
    Top
    .
0 replies since 4/6/2023, 06:06   21 views
  Share  
.