37.º Reto Literario "I Need a Hero "|| Original || La tranquilidad que necesitaba

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    Los personajes usados en esta historia me pertenecen completamente.

    Pareja: Maximilian Rider x Hazel Magnolia.

    Advertencia: Lenguaje vulgar y mención de suicidio.

    ~~~~~~~





    ~La tranquilidad que necesitaba~



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    Los Healers eran humanos que tenían el don de curar o sanar a las personas, ya sea física o emocionalmente. Por lo regular eran personas con un alma bondadosa y bastantes solitarias. Uno de cada cien bebés nacía con ese poder dado por los Dioses. Pero todo regalo era un costo y la mayoría de las veces los Healers eran usados hasta la muerte, al ser personas tan sensibles, absorbían todo lo desagradable del mundo y no duraban más allá de los 27 años.

    A lo largo de su vida, Maximilian Rider había odiado su don a muerte, por una parte, era demasiado incomodo estar en un lugar lleno de gente y recibir tantas emociones juntas. Por otro lado, era bastante evidente que muchos buscaban su don solo para sanarse.

    Nunca había tenido un verdadero amigo o una pareja que lo amara por lo que era en realidad y no por su don. Las primeras decepciones fueron duras, pero al pasar los años entendió que pasaría el resto de su vida completamente solo.


    ~~~~~




    Las personas debiluchas eran lo peor de todo para Max y su don, ya que siempre lograban verse tan miserables y necesitadas que era casi imposible negarles la ayuda.

    Frente a sus ojos se encontraba un chico de más o menos su edad, estatura media, todo en él emanaba calidez: su piel bronceada, su cabello castaño oscuro, así como sus ojos, sin embargo, estos tenían cierto toque rojizo bastante peculiar.

    Aquel chico se encontraba rodeado por otros tipos mucho más grandes y fornidos que él, era seguro que tenía un boleto para una buena paliza, tal vez simplemente por existir. Así es esto, el más fuerte abusando del más débil. Max suspiró pesadamente mientras cerraba sus ojos verdes para meditar. “Si me meto el que se va a llevar la paliza seré yo”, una voz interior sonó dentro de su cabeza “ayúdalo”.

    —No me voy a meter en problemas por un estúpido desconocido. —Murmuró para sí mismo antes de seguir su camino.

    Sin embargo, apenas dio un par de pasos cuando escuchó perfectamente un golpe bastante peculiar, seguramente el del puño del idiota contra la mejilla del idiota más pequeño. Se giró para confirmar lo que había escuchado, pero, lo que le sorprendió fue ver al chico castaño observar con una inmensa tranquilidad a su bully mientras su mejilla comenzaba a hincharse por el impacto.

    —Te dije que me dieras todo tu dinero, chico nuevo. Eres idiota ¿O qué?

    —A veces. —Soltó el castaño con tranquilidad para después sonreír. —A veces soy tan idiota que confundo algunas cosas, como tu rostro, no sé si estoy viendo a una persona o un a un pendejo.

    “Oh, es temerario” pensó Max mientras sonreía por el comentario del chico más débil. “Está acabado”.

    — ¡Eres un hijo de…!

    El cuerpo de Max de movió solo. Antes de que el más grande impactara su puño en la mejilla hinchada del más chico, el chico de cabellos negros se las había arreglado para moverse rápidamente y parar el impacto contra el castaño. “¿¡Qué había pasado?!” otra vez su maldito instinto de Healer había actuado por él.

    —Vaya, ha llegado Rider a salvar el día. —El más grande retrocedió. — ¿Qué harás? ¿Ponerte a llorar por un mapache muerto como el año pasado? No te creas tanto por ser un estúpido Healer.

    —No puedes tocarme, Mike. Deja al chico en paz y vete. —Se sintió ofendido por las palabras del bully. En primer lugar, no había sido su culpa derrumbarse en medio del campus al sentir el dolor pulsante del mapache envenado que estaba en el bote de basura. La sensibilidad de los Healders no se puede controlar, a veces pueden sentir cuando no quieren sentir. En segundo lugar, Max ni siquiera quería meterse en el conflicto de esos tontos, tenia cosas más importantes que hacer que jugar a ser un héroe.

    Mike simplemente lo observó con impotencia mientras escupía cerca de su zapato. Herir a un Healder era un crimen del mismo grado que matar a una persona, estos eran tan importantes para el gobierno que estaban más protegidos que mismo presidente. El pelinegro observo el tumulto de saliva cerca de su tenis y simplemente subió el rostro hacia el chico sintiendo una pulsada de soberbia.

    — ¿Entonces?…

    —Tengo demasiados problemas como para meterme en uno más, quédate con el idiota.

    Aquella banda de gigantones comenzó a alejarse de la escena mientras Max suspiraba cansado.

    —Escucha, —comenzó el pelinegro con el discurso que siempre tenia cuando ayudaba a cualquier persona que se cruzaba en su camino, —no tienes que agradecerme yo…

    Cuando giró su mirada notó que el chico estaba ocupado levantando sus cosas, parecía que desde hace unos minutos había estado ignorando la situación.

    —Oye, te estoy diciendo que no tienes que agradecerme…

    —Humju, te escuché.

    Fue lo único que soltó el castaño mientras se levantaba ya con sus cosas dentro de la mochila. Por primera vez en su vida, a Max no se le estaban arrojando encima mientras le agradecían por algo que había hecho con su don. Por primera vez había un chico que lo miraba sin ninguna emoción más que la tranquilidad en su rostro, no había excitación, no había felicidad, no había agradecimiento.

    —No te pedí que me salvaras. —Dijo el chico con tranquilidad mientras comenzaba a caminar.

    Eso rompió algo dentro de Max, algo llamado ego. “Debí dejar que le partieran la cara” pensó por unos instantes.



    Después de aquel encuentro. Maximilian Rider se había encargado de buscar todo acerca del chico nuevo, quería saber por qué demonios actuaba así, como si no le importara nada. Terminó obteniendo la información usando sus beneficios como Healer y fue cuando se enteró quién era ese chico castaño: Hazel Magnolia de 19 años, estudiaba la carrera de literatura en el campus; fue cambiado de universidad debido a una mudanza, al parecer sus padres habían encontrado un mejor trabajo en la ciudad. No había nada de su vida mal, ninguna muerte cercana o trauma que lo hiciera ser así de…callado e irrespetuoso.

    Ese tal Hazel debía tener un punto débil escondido y Max se aseguraría de encontrarlo.



    Al siguiente día estaba parado en la entrada de la universidad, esperando a una persona en especial. Una vez que reconoció a su objetivo, se acercó a él y comenzó a caminar junto a él.

    —Hola, ¿cómo estás? —Max sonrió de la manera más amable que pudo fingir.

    Hazel lo miró extrañado mientras seguía caminando, por lo que decidió ignorarlo y comenzar a caminar mucho más rápido.

    —Hey, ¿qué estás haciendo? Te estoy saludando, por lo menos responde.

    —Huyo de un rarito. —Hazel no se detuvo en ningún momento.

    Max sentía su interior arder de furia. Nunca nadie le había hablado así, siempre había estado rodeado de elogios y agradecimientos, y el hecho de que un tipo todo random le dijera esas palabras lo hacían enfurecer como nunca. Sim embargo, tenía que encontrar el punto débil de este chico, así que tragándose la furia solo sonrío y siguió caminando a su lado.

    —Ay, que divertido eres, —Trató de calmar su voz aunque no funcionó ya que aquel tono que usó para decir esas palabras, sonó bastante sarcástico.

    —No digas eso, ayer me caíste muy bien y sé que eres nuevo, así que permíteme mostrarte el campus.
    Hazel se quedó pensando en unos momentos sin dejar de caminar. “Por lo menos detente, cabrón” pensó Max sin dejar de seguirle el paso, por un momento la imagen de un perro siguiendo a su dueño pasó por su cabeza, eso hizo que su ego saliera aún más lastimado. Después de unos cuantos pasos más el castaño se dignó a responder.

    —Está bien.

    Maximilian sonrió triunfante, este era el inicio de su plan o el inicio de una extraña amistad.



    ~~~~




    La presencia de Hazel en su día a día comenzó a ser un problema para Max.

    El que de pronto se viera rodeado de una persona que no le importaba en lo más mínimo su condición especial era sumamente extraño, no confiaba en Hazel Magnolia. Además, su “amistad” si se podía llamar así era bastante peculiar ya que casi no hablaban; sólo comentaban ciertas cosas de sus carreras, las obras de Poe o los métodos para saber vacunar a un perro; también hablaban de su rutina diaria; de la antigua vida de Hazel o de la comida que más les gustaba. A veces simplemente se quedan callados, pero al contrario de sentirse incomodo, Max disfrutaba la presencia del castaño, ya que era agradable, tranquila y relajante. El de ojos verdes ya no se sentía solo a pesar de la extraña forma de ser de Hazel. Por primera vez, Max se sentía muy cómodo, tanto que comenzó a olvidar el objetivo principal de encontrar el punto débil del castaño.

    Lo que ya no comenzó a agradarle por completo de la compañía de su “amigo” fue el sentir esa necesidad de estar junto a él todo el tiempo. Se estaba tornando enfermiza.

    Cuando se separaban al final del día sentía un ligero hueco en su pecho que duraba sólo hasta el día siguiente en el que volvía a verlo, y ni hablar de los fines de semana, era una completa tortura. Sentía que por alguna razón cuando Hazel volvía a estar cerca, aquel horrible hueco se llenaba mágicamente. Esa sensación comenzaba a molestarle, y como era su costumbre decidió callarlo hasta que se le olvidara. Pero, no contó con que las madres siempre saben cuándo algo les sucede a sus hijos.

    Lucy Rider sabía que algo le sucedía al mayor de sus hijos, ya no se quejaba tanto como antes ni se la pasaba maldiciendo a cada segundo, estaba más callado y pensativo.

    —Te veo más tranquilo. —Soltó Lucy con voz suave mientras recogía los trastes de la cena, Max le estaba ayudando, algo bastante raro. Eso sólo significaba una cosa. — ¿Ha pasado algo últimamente?

    —Nada.

    La mujer sonrío y comenzó a contar en su cabeza, pasando diez segundos en la cocina se volvió a escuchar la voz de su hijo.

    —Bueno… ¿Recuerdas al chico nuevo del que te conté?

    Lucy sonrió y asintió para comenzar a escuchar a su hijo.



    —Es molesto, desde que comencé a sentir esa comodidad con él todo se ha vuelto más raro, es casi como si fuera una necesidad estar con él, todo esto es demasiado nuevo y desconocido para mí. El que su presencia sea tan importante es irritante, porque eso me hace sentir débil, y eso me da…

    —Miedo. —Finalizó la mujer mientras miraba los ojos preocupados de su hijo. Lucy se quedó pensando unos segundos antes de decirle la posible respuesta a la necesidad de su hijo. — ¿No has pensado que ese chico es tu Bow?

    Maximilian abrió los ojos horrorizado. En el mundo de los Healers, un Bow era básicamente la razón por la que ellos tenían aquella habilidad esencial, era la razón de su existencia; en pocas palabras eran la persona a la cual debían curar y proteger. Estos lazos se hacían por los Dioses antes de nacer, eran parecidos al hilo rojo del destino de las leyendas asiáticas, solo que mucho más fuerte y menos bonito. El Healer estaba destinado para serle de utilidad a su Bow, vivían y morían sólo por esa persona. Y para alguien tan orgulloso como Max, eso era lo peor que le podría pasarle.

    —Eso no puede ser…

    —Hijo, por lo que me has explicado es la razón más probable por la que te sientas así. —Lucy trató de calmar a su hijo. —Piensa que es bueno, ya has encontrado a esa persona.

    Max no pudo más con su furia y salió de la cocina dejando consternada a su madre para ir a su habitación y comenzar a golpear su almohada. La mujer no pudo hacer nada más que rogar a los Dioses por que ayudaran a su hijo a entender esta importante situación.


    ~~~~




    Enamoramiento, eso seguía después de saber que alguien es tu Bow. Esos sentimientos eran algo que Max no quería volver a sufrir, básicamente el enamorarse de una persona te vuelve completamente vulnerable, y aún más, si estas destinado a ser la persona que cure cada una de sus heridas. Para cuidarse de estos sentimientos innecesarios, Maximilian optó por alejarse de su “amigo”, algo que el castaño notó de inmediato, pues el chico de cabellos negros dejó de perseguirlo como perro para comenzar a comportarse de una manera más fría con él.
    Cansado del comportamiento extraño del pelinegro, Hazel decidió enfrentarlo.



    Al finalizar las clases siempre se encontraban en la explanada principal del campus para ir a comer algo antes de que cada uno regresara a casa. Hazel miró a Max fijamente, y el pelinegro comenzó a incomodarse por ello.

    —¿Qué?

    —Quiero preguntarte algo.

    Max se removió incómodo. Antes de que Hazel pudiera decir algo comenzaron a escucharse gritos en la distancia, parecía que un profesor de edad avanzada estaba reprendiendo a Mike por alguna fechoría. Parecía que había sido algo grave porque la cara de aquel hombre estaba roja. Sin embargo, algo comenzó a disgustarle a Max de esa situación, ya que el rostro de ese hombre comenzaba a tornarse morado.

    —Hazel, vámonos de aquí.

    —Tengo que preguntarte algo, yo…

    —¡Hazel. Vámonos. De. Aquí! Ese hombre va a…

    Y así comenzó un dolor pulsante para Maximilian, el cual comenzó a encogerse tocándose el pecho al mismo tiempo que el hombre frente a Mike.

    —¿Qué te pasa? —Hazel estaba impactado mientras veía a su amigo tirarse al suelo mientras se retorcía de dolor, fue entonces que notó los gritos a lo lejos y observo al profesor hacer los mismos movimientos que su amigo. —¡¿Qué mierdas pasa?!

    —Sácame…de…aquí...o no…le harán…caso…al…profesor…

    Murmuró Max entre pulsadas de dolor que sentía su corazón. Era como si choques eléctricos de una gran cantidad de voltaje recorrieran su cuerpo, mientras que una ligera capa de sudor frio comenzaba a cubrir su piel. Hazel aun con la sorpresa en su rostro tomó a su amigo y se lo llevó lejos del caos.



    Se encontraban detrás de un edificio, en un jardín escondido que habían encontrado mientras Max le mostraba el campus. El pelinegro se encontraba más tranquilo, los pinchazos en el pecho estaban desapareciendo poco a poco y el sudor comenzaba a secarse.

    —¿Qué fue eso? —Hazel tenía en su rostro una notoria preocupación por su compañero, el cual sonrió levemente al notar que su “amigo” si tenía más expresiones además de su cara de poke. —¿De qué te ríes, idiota?

    —Esto es la “bendición” de ser un Healer. —Interrumpió el pelinegro a Hazel antes de que vinieran más insultos. —A veces tienes que sentir cosas que no quieres.

    —¿Y no puedes evitarlo? —El castaño volvió a hablarle suavemente.

    —A veces puedes, a veces no. —Dijo el peli negro mientras negaba con la cabeza. —Entre fracturas, infartos, y envenenamientos, no sé qué es peor…

    —Eso es tan…

    —¿Horrible? Si. —Max respiró profundamente mientras se recuperaba. —No tienes idea lo que es sentir más que los demás y guardarlo todo, porque tienes que ser fuerte. En ti ven una salvación, una cura y para todos es tu deber estar completamente bien. No puedes quejarte, ni negarte a dar ayuda porque es tu deber como Healder, si eres malo, serás castigado y no serás digno del apoyo del gobierno o del nombramiento de los Dioses. Entonces uno debe fingir estar bien y ayudar aunque no quiera. No se puede ser malditamente egoísta porque tu deber no te lo permite. —Max comenzó a temblar tratando de aguantar sus lágrimas. —Dime Hazel, ¿acaso es esta una bendición? ¡Dímelo! Yo…

    Max se quedó callado mientras unos brazos lo rodeaban de una manera tan cuidadosa y cálida. Trató de entender qué sentía Hazel con su don, pero no había nada más que tranquilidad en ese castaño. Eso era lo que necesitaba, tal vez eso era lo que lo mantenía a lado de Hazel, ese chico no tenía un millón de líos dentro de sí, sólo era tranquilidad. Max necesitaba esa tranquilidad.

    —Yo estoy aquí. —Murmuró Hazel suavemente para él y fue así que Max comenzó a llorar desconsoladamente, como si fuera un niño que no había llorado por mucho, mucho tiempo. —No sé absolutamente nada de lo que sienten los Healers, —el castaño apretó más al pelinegro contra su cuerpo,— hace años tuve una amiga que sufría al igual que tú por ser una de ellos, nunca pude hacer nada por ella ni siquiera cuando se suicidó. —El de ojos castaños abrazó al de ojos verdes como si fuera a mantenerlo a salvo en sus brazos, como si fuera esa persona que perdió hace mucho tiempo. —Por lo que me prometí estar siempre tranquilo para no ser una molestia para ustedes. Me siento feliz que todo el esfuerzo que estoy haciendo por mantenerme así esté dando resultados, porque ahora puedo ayudarte. Quiero ayudarte, Max. No quiero ser una molestia para ti, sólo quiero ayudarte, por todo lo que haces por nosotros.

    Hazel guardó silencio y sólo se dedicó a acariciar el cabello de Max, así como transmitirle esa tranquilidad al pelinegro.

    Finalmente Max había encontrado lo que necesitaba.


    ~~~~




    Después de aquel momento tan íntimo entre los dos, Max volvió a acercarse a su amigo, incluso de una manera mucho más cercana que antes. Si las emociones de los demás lo sobrepasaban, le pedía ayuda a Hazel para controlarlas. Por otro lado, el castaño comenzó a compartir las técnicas de meditación que usaba para tranquilizarse, aquellas técnicas fueron de mucha ayuda para Max. Poco a poco comenzaron a volverse un equipo, ambos se apoyaban el uno al otro ya que Max tampoco dejaba que Hazel cargara con toda la responsabilidad.

    Hazel lo supo la primera vez que vio a Max. Así que se esforzaría por ser un excelente compañero y no dejar que el Hearle lo salvara todo el tiempo.

    Sin darse cuenta, fortalecieron su lazo y comenzaron a amarse a su manera, comenzando con la relación más bella entre un Healer y su Bow.

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