☾:. 𝕾𝖊𝖈𝖗𝖊𝖙𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆 𝔂 𝖊𝖑 𝖘𝖔𝖑 .:☽

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Fichas.
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Aurelius tosió ruidosamente, su nariz arrugándose un poco debido al húmedo aire que invadía sus fosas nasales al escalar el monte por las desgastadas escaleras de piedra que ya se encontraban siendo consumidas por el pasto y alguna que otra raíz de los arboles alrededor. E ruido provoco que uno de los jovenes se acercara corriendo mientras anunciaba temprano por la mañana - ¡Hey, ah llegado el hermano Aurelius!

- Tan temprano como siempre... - Aurelius susurro con una pequeña sonrisa en su rostro ante la familiar cara que lo recibió al final de la escalera, el aire otoñal notándose en el ambiente y en la ropa que la mayoría de las personas que ya se encontraban arriba usaban. Saludo a todos con total normalidad como siempre hacía, charlaron un poco y luego de un rato Aurelius se encargo de acomodar las arcaicas sillas al interior de la iglesia de piedra, la cual estaba bellamente decorada por enredaderas que ya empezaban a tomar un color marrón anaranjado debido a la estación. Luego de un rato se relajo en uno de los asientos mientras se dejaba abrazar por el ambiente rustico del lugar, los pasos y las instrucciones de los demás ajenos a él mientras cerraba los ojos y dejaba que el sol le diera en la cara un poco a través de los vitrales coloridos.

No paso mucho tiempo cuando decidió retirarse por el momento cuando se percato de que varios de los pueblerinos hicieron presencia.

- Eh, hermano Aurelius, ¿No te vas a quedar? - pregunto el chico de antes, mirándolo con curiosidad desde la gran puerta de madera mientras el pelinegro salía del lugar.

- Me gustaría quedarme, pero tengo otras cosas que atender en tanto afuera, no te preocupes... - agito su mano, su rostro denotando algo de cansancio.

El otro chico asintió y no insistió más con una pequeña sonrisa en su rostro de igual forma - entiendo... oye y si... - iba a hacer otra sugerencia pero pronto ambos se vieron interrumpidos ante la caída de un niño que había llegado corriendo con su madre justo detrás de él. El joven de pelo marrón salto rápidamente de su sitio y se acerco a considerable velocidad a ayudar al pequeño que se encontraba a punto de llorar - No, no, esta bien, solo fue una pequeña caída, no pasa nada, tu eres fuerte, ¿a que si?... - dijo con una serenidad contagiosa mientras lo ayudaba a ponerse de pie. El pequeño asintió con los ojos algo llorosos pero se abstuvo de hacer un escandalo, la mujer pronto logrando llegar a su lado y tomarlo de la mano con una sonrisa un poco avergonzada a manera de gracias. El pequeño se había hecho un raspón, no era mucho, pero estaba seguro que el otro hombre iba a poder tratarlo en nada... el problema era que sangre había brotado de la herida, y aunque era poca, Aurelius casi entro en pánico en ese momento. Rápidamente se cubrió la boca con la túnica negra que llevaba al sentir que sus colmillos empezaban a brotar lentamente debido a la esencia. El otro hombre pareció notar que Aurelius se cubrió, alzando una ceja y comentando - ¿Tan rápido te entró el frio?...

- Si, lo lamento, estoy algo sensible estos días, ya oíste como tosí de camino aquí... - era una excusa, claramente, Aurelius simplemente había tosido por que el olor a humedad había sido un poco intenso, pero nada de lo que preocuparse.

- Ya veo. Bueno, llevare al niño a una de las recamaras para curarle la pierna, espero que para la próxima, si es que te desocupas, puedas pasar el día con nosotros, ya ah pasado tiempo, pero tu ayuda siempre es bien recibida.

- Si, lo tendré en cuenta y te hare saber cuando pueda... nos vemos... - Aurelius se retiro de una manera un tanto nerviosa del lugar, lo que hizo que el otro joven mantuviera su ceja alzada por unos momentos.

- Solo podrías haber dicho que no te gusta pasar tiempo en las misas... por el Dios Vania, este hombre... - suspiro el de cabello marrón sonriendo y riendo un poco, creyendo firmemente que se trataba de eso.

Aurelius consiguió escabullirse hasta una de las muchas bodegas que tenían a los alrededores, finalmente bajando su túnica una vez que se aseguro de que nadie le siguió - Por un demonio, lo que me faltaba... - maldijo bajo su aliento mientras sacaba un pequeño frasco de vidrio de un pequeño bolso que tenía oculto y enganchado a un cinturón bajo su túnica, lo destapo y bebió el liquido, y al cabo de unos segundos sus grandes colmillos se encogieron lo suficiente, su nerviosismo desvaneciéndose al cabo de unos minutos. Luego de comprobar un par de veces que efectivamente estos ya no eran notorios, guardo el frasco vacío en el pequeño bolso de cuero y suspiro - Bueno, hora de terminar lo que tengo que terminar... y a esperar que no me vuelva a suceder... no tengo muchos frascos de sangre de animal hoy después de todo... - se levanto de su sitio y pronto se encamino a ayudar a los otros hermanos.

El tiempo, los minutos y las horas pasaron, y ya cuando había anochecido, Aurelius suspiro aliviado, su jornada había terminado; usualmente no tomaba tanto tiempo el encargarse de ciertos asuntos, pero este día había sido genuinamente un caos, sin embargo, estaba alegre de encaminarse a su pequeño y reconfortante hogar. Se despidió de todos como era usual, y se encamino al pueblo por las mismas y familiares escaleras de piedra.

En el camino de piedra, Aurelius iba pensando profundamente si comprar algo en alguna de las pocas tiendas que seguían abiertas a esas horas, aunque era imposible para él sentirse satisfecho con la comida común y corriente, disfrutaba la sensación de la corteza del pan en su boca, o la textura de la carne jugosa... es más, lo segundo era una opción tentadora considerando que, para en la mayoría de las veces, venir con sangre de animal en una pequeña cantidad, era mejor que nada si se trataba de saciarlo aunque fuese un poco. Sus pasos se encontraron interrumpidos sin embargo cuando sintió un aroma en particular, uno bastante fuerte y agradable, pero había un ligero problema... no parecía ser el olor a comida, y venía de un callejón en donde se escucharon algunos murmullos por momentos que lo hicieron mantenerse alerta en medio de la vacío camino.

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Aurelius no pudo evitar sentir que un frio le recorría la espalda cuando logro dilucidar de que es lo que estaban hablando al quedarse quieto abruptamente y en silencio, aunque se tomo un poco más de tiempo de lo esperado hasta que escucho el grito. En ese momento una fuerza se apodero de él y rápidamente apresuro el paso en dirección a la zona en donde sentía el aroma y las voces. No pudo ocultar su rostro de sorpresa al ver como otros dos hombres intentaban retener al más bajo.

Un gruñido casi inaudible le subió por la garganta, pero quedo en eso, por que la rabia hizo que se le anudara la zona durante unos instantes. Su mano se alzo tan rápido como pudo, y sin medir la fuerza de sus brazos ni manos, tomo a ambos hombres por el pescuezo, licitando un par de alaridos de ambos cuando los empujo con fuerza contra el muro cercano, ahí fue cuando sus palabras finalmente encontraron la salida - ¿Qué creen que están haciendo? - su voz sonaba amenazante y ronca, en eso, los dos delincuentes soltaron los brazos del más bajo, y debido a la fuerza del agarre de Aurelius, pronto dejaron de pelear - Atrévanse a pedir que el Dios Vania los perdone, por que no creo que eso los vaya a salvar del predicamento en el que están ahora aunque quisieran. - Aurelius pronto bajo un par de escalones y aflojo el agarre en sus cuellos, la mirada de miedo y sorpresa encima de él provocando que se diera cuenta de que a lo mejor se le estaba pasando un poco la mano - Mi padre sabrá de esto - añadió luego de suspirar - Por que aun si quisiera castigarlos yo mismo no puedo... pero, no hay manera de que salgan impunes, no me importa la excusas que pongan por que lo vi claro y lo escuche claro con mis oídos. - finalizó. Los retuvo unos momentos más hasta soltarlos, pero obedientemente se quedaron en su sitio mientras Aurelius esperaba que alguno de los otros hermanos que bajaron casi a la par con el llegaran al lugar para poder escoltarlos fuera inmediatamente.

En tanto miro a Erin, pronto percatándose de que ese aroma tan extraño pero agradable provenía precisamente de él. Limpio su garganta y pensó sus palabras antes de continuar - ¿Estas bien?... Te escoltare a tu vivienda, no te preocupes, ¿Alguien que te este esperando allá? - al final decidió sencillamente ser directo, a pesar de que su mirada danzo ante la apariencia peculiar del chico justo detrás de él, deteniéndose en detalles como las prendas y su pelo largo además de su aroma, teniendo sus oídos pendientes a los otros dos que se encontraban sentados como dos críos malcriados en el suelo; debían haberse percatado que si él se enojaba y se dejaba llevar podría acabar muy mal, además de no servirles de nada pelear de vuelta, para Aurelius no se vería bien que les rompiera la cara siendo que, a pesar de no ser muy devoto el mismo, aun representaba en cierta parte a la iglesia y a los templos regados por el pequeño pueblo.

Luego de un pequeño rato de espera, el chico de pelo marrón corto apareció entre las sombras al notar que había gente en un callejón, casi dando un grito de alarma pero conteniéndose - Aurelius... que mierda...

- Lo intentaron violar... - dijo volteando al sentir su voz, no le dio muchas vueltas, era claramente lo que hubiera pasado si llegaba un momento más tarde, o si no hubiera puesto atención en lo absoluto - Por favor, llévense a estos dos canallas... - observo como otros hermanos aparecieron curiosos ante el shock del otro hombre.

El chico de pelo marrón tardo en reaccionar, pero asintió rápidamente - Por él santísimo Vania... - suspiro - Esta bien, ¡Ya escucharon! ¡Reténganlos y nos vamos pero a las de ya! - los demás que llegaron se encargaron de hacer que los perpetradores se pusieran de pie a la fuerza, y estos no se relajaron en lo más mínimo hasta que se alejaron de Aurelius, quien sin ser realmente consciente, los observo con una mirada penetrante hasta que se perdieron de su vista en el camino, volviendo lentamente a enfocarse en Erin para cuando esto sucedió, relajando su cuerpo y suspirando nuevamente para calmar la ansiedad del momento, no era alguien que estaba acostumbrado a reaccionar así de violento, pero tanto como a Erin, era algo que le disgustaba inmensamente.

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Aurelius no pudo evitar quedarse en silencio un rato mientras su mirada aun se paseaba por la figura del hombre, hasta que paso el suficiente tiempo para que se percatase, tosiera, y volviera a girar la cabeza al otro lado con algo de vergüenza, pero el chico parecía centrado en otra cosa en tanto, al volver a mirar, se percato de que iba con una cacerola entre las manos, y la mitad del contenido se había derramado al suelo. Se pregunto internamente por que venía con esa cacerola a tan altas horas de la noche, pero pronto recordó algo; se trataba del chico que solo podía salir en las noches, recordaba también que tenía algún problema relacionado a la vista y que además, vendía comida como parte de su trabajo, aunque como era de esperarse, ninguno se había cruzado con el otro hasta el momento.

Aurelius agitó la cabeza, negando suavemente - No hay de que y... no soy un señor, pero... bueno... uhm... ¿Tu eres el que vende comida por las noches, cierto? ...Acabo de notar que ibas con eso entre las manos - apunto a la cacerola con uno de sus dedos, volteándose esta vez a mirarlo de frente, el olor que desprendía el joven era tal que Aurelius arrugo la nariz un poco debido a su intensidad - Insisto, puedo comprarte lo que queda si quieres, y... - pensó lo siguiente con algo de precaución, no quería parecer raro a sus ojos por mencionar tal cosa o que se diera una mala idea de él - también puedo acompañarte hasta tu vivienda, en serio... si te faltan ingredientes o alguna cosa debido a los acontecimientos recientes, también me puedes preguntar, mi vivienda esta cerca, por ese camino de allí... - señalo brevemente el camino, poniéndose rígido de un momento a otro, ya lo había dicho y se había tratado de preparar para cualquier tipo de reacción mentalmente - No es ningún problema, en serio...

Honestamente le hubiera gustado poder ser directo e invitar al chico a pasar la noche en su vivienda, total, el pocas veces dormía por las noches como tal y podía mantener cierta guardia por si, por alguna razón, llegaban a liberar a los otros dos malnacidos. Lo que más le molestaba a cerca del caso es que además eran rostros conocidos, no en el sentido de que el pueblo era pequeño y que todos se conocían, si no en el sentido de que ellos visitaban la iglesia cada cierto tiempo, pero era bastante seguido, y no quería creer que hubiera una posibilidad de que salieran del aprieto si de verdad se arrepentían, pero estaba ahí y eso era un hecho, aunque las probabilidades fueran demasiado ínfimas.

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Aurelius lo pensó un poco nuevamente, tanto como el insistía en acompañarlo al menos hasta la puerta de su vivienda, el chico insistía en que no era necesario por que ya con haberlo ayudado inicialmente era suficiente. Suspiro y luego volvió a ofrecer - Puedo acompañarte hasta la puerta de tu casa entonces, no sería necesario que vinieras a la mía en ese caso - debido a lo que el otro muchacho había mencionado, era posible mantenerle un ojo en la distancia de todas maneras, volvió a suspirar y agrego - La oferta de darte comida y especias sigue en pie de todas maneras si es que gustas en algún otro momento, después de todo no como muchas cosas y la mayoría pasan sin utilizarse en las despensas... aunque no vayas a pensar en alimentos perecibles por favor, no me refiero a esos, me refiero más a hierbas y especias, no soy tan descuidado como para dejar carnes o similares sentándose ahí por días...

Dicho esto se acerco a Erin - ¿Necesitas ayuda con esa cacerola? Puedo llevarla por ti hasta que llegues a tu destino, sigo insistiendo, no es nada, debo asegurarme de que al menos llegues bien luego de lo ocurrido como mínimo - se encogió brevemente de hombros y acercándose, suavemente tomo la cacerola para levantarla, tan pronto como el otro la dejo ir, probablemente por el cansancio, asumió, comenzó a caminar fuera del callejón.

Aurelius se preguntaba si aquel chico se encontraba bien de ánimos, lo parecía pero, no había manera de meterse en su cabeza, cualquier persona hubiera estado increíblemente asustada de salir de aquel lugar luego del desafortunado evento, pero parecía tranquilo, al menos por fuera, haciéndole pensar a su vez que a lo mejor ya le había pasado antes, lo que lo hacía sentir inseguro a él también, y más en un pueblo tan pequeño como ese metido entre montañas y naturaleza.

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SPOILER (click to view)

Es que el nene se va a sentir mal si se lo lleva a la fuerza y yo también KJAKJAKA

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- No, no eh comido... - rio suavemente Aurelius mientras llevaba la pesada cacerola entre las manos, tratando de no resbalarse o caerse por el camino rocoso que les esperaba - Es más, ya te dije, te pagare por la ración de manera justa... o... ¿Qué tal completa? Lo que se ah caído también... - ofreció Aurelius, mirando momentáneamente como el más bajo le seguía el paso por detrás.

Paso entre unas ramas y algunos arboles, en el camino, pero afortunadamente no se tropezo con ninguna; incluso empezó a pensar que ya debían podar aunque fuese un poco el camino, pero lo haría cuando tuviera un poco más de tiempo libre para dedicarse a eso.

Aurelius llego cerca de la vivienda que era la suya, y se volteo a mirar a Erin antes de preguntar - Bueno, ¿Cuál es la tuya de todas las que están por aquí?... - luego, el dialogo de Erin haciéndolo casi saltar de la sorpresa; este se acerco con una mirada un poco preocupada en su rostro, quizás era por que Erin tenia distintos valores a los que a él le habían enseñado, a lo que él agito la cabeza - Por que no debería haberte ayudado es la pregunta en realidad... No quiero parecer un bruto al decir esto, pero, ¿No es lo normal?... - aun no podía ocultar su preocupación ante sus palabras, ¿Por que nadie lo ayudaría en primer lugar?, ¿Por que los demás no lo veían bien según las mismas palabras de Erin?

- Mira... - reanudo su monologo en cuanto dejo de pensar en esas preguntas, ya las respondería el otro a su debido tiempo así que evito también emitir comentarios a cerca de lo ultimo, lo primero era asegurarle que con sus hermanos alrededor no iba a pasarle nada, aun así fuera pobre o muy rico, para Aurelius y los demás, al menos, no había absolutamente ninguna diferencia - Mi padre me enseño que sencillamente ayude a los necesitados sin esperar algún favor de vuelta... - se encogió de hombros con una pequeña sonrisa en el rostro, tratando de apaciguar un poco la preocupación tanto suya como la del otro que no comprendía su gestos de amabilidad - Ya sea por que no pueden o sencillamente no quieren, no puedo obligar a nadie a darme el mismo gesto que yo doy, por que es algo que debe nacer inherentemente de uno mismo... gracias a esa manera de pensar vivo más sereno, por que el saber que ya eh ayudado a alguien es suficiente para mi, no necesitas pagarme con nada... es más, yo estoy ofreciéndote soluciones ahora mismo, después de todo perdiste parte importante de la mercancía, y en serio, la comida es suficiente si aun insistes, no necesito nada más... me asegurare también de traerte el pago completo. - a Aurelius le costaba tratar de comprender como es que la mente de Erin funcionaba, pero al mismo tiempo no sabía nada de su vida ni de los eventos más relevantes de la misma, suponía que él actuaba como actuaba por las ocurrencias de antes, lo que era una pena si lo pensaba muy a fondo, y no podía evitar compadecerse del más bajo.

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- Y yo digo que esta bien, que no importa... tengo tanto dinero que no se en que ocuparlo... - volvió a contraatacar luego de oírlo, pero luego se se encogió de hombros y termino por aceptar lo que le pedía - Bien, bien, si así lo quieres así lo hago entonces, te traeré lo justo de a cuerdo a lo que que queda en la cacerola para dejar de ir ida y vuelta con esta pequeña discusión... - Aurelius no pudo evitar reír un poco, pero luego volvió a su compostura habitual mientras miraba al chico acercarse a la que era su vivienda. Aurelius no tenía idea de que el más bajo vivía tan cerca de él, pero como era de esperarse, debía ser por que él solo salía de noche y él de día por unas cuantas horas, lo que les imposibilitaba verse en absoluto a no ser que coincidieran como ahora, aunque no como le hubiera gustado la verdad...

Aurelius acomodo un poco sus hombros debido al peso y agito la cabeza - Me lo imaginaba... por otro lado igualmente estoy teniendo un poco de dificultades al comprenderte pero debes tener tus razones... solo quiero que sepas que nadie en este mundo sufrir... -dijo Aurelius en una voz muy suave y tranquila, luego asintió a lo que el otro chico le decía y agrego - esta bien, llamare a la puerta cuando haya terminado para devolverte la cacerola entonces, si es que estamos de suerte y el sol no termina golpeando la zona mucho mañana, pero con los arboles... si, quizás por la tarde con las especias y todo, tengo cosas que hacer en la mañana pero no salgo muy tarde usualmente... - sonrió y se volteo para ir de una vez por todas a su vivienda, pero se detuvo en medio del camino en seco y volteo su cabeza - Por cierto... ¿Cuál es tu nombre? No recuerdo que te hubieras presentado y Dios... donde están mis modales, yo tampoco lo eh hecho, perdón... - Aurelius a veces era un poco despistado, por lo que tenía que asegurarse cada que sospechaba que algo se le había pasado por alto - Mi nombre es Aurelius, si necesitas ayuda en algo puedes venir a preguntarme sin ningún problema... - Tenía una sonrisa un poco avergonzada en el rostro cuando menciono lo ultimo.

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- Erin... - repitió Aurelius - Mucho gusto Erin, nos vemos... - con eso el hombre volvió a voltearse para dirigirse a su vivienda, su nariz y su olfat7o relajándose en cuanto el más bajo desapareció por la puerta de la suya propia, aunque no era exactamente consciente de lo que significaba aun, su mente rondando en otras ideas como para preocuparse de eso.

Alzo la cacerola y la coloco encima de la mesa de madera a unos pasos de la puerta antes de regresar y cerrarla suavemente. Al acercarse de nuevo a la mesa, el aroma de la comida invadió su nariz, aunque honestamente no olía tan deliciosa debido a su leve incapacidad para percibir los aromas de la misma correctamente, calentarla como había dicho Erin podría ser el truco, de todas maneras Aurelius también era algo incapaz de sentir ciertos sabores, por lo que la comida común y corriente no era suficiente para saciarlo, pero sorprendentemente pequeñas dosis de sangre animal si lograban su cometido y era mucho más económico, razón por la que Aurelius solo compraba comida y especias por capricho y para mantener apariencias; razón por la cual igualmente terminaba con mucho dinero que no utilizaba para nada en particular a no ser que algo en su vivienda necesitara cambios, reparación, o en general la renta que no era demasiado elevada.

Tomo unos leños que se encontraban cerca de una fogata posicionada en el suelo, rodeada por rocas y creando una cavidad en donde posiciono los mismos. Como era de costumbre tomo unos palos y unas hojas para iniciar un fuego, y mientras eso ocurría, se levanto del suelo para ir hasta la mesa, tomar la cacerola y verter los contenidos dentro de la olla que se encontraba suspendida en el aire sobre la pequeña cocina con un par de metales firmemente incrustados en el suelo. Pronto empezó a notarse la diferencia, la comida que antes se encontraba fría tomo un color mucho más agradable y para su sorpresa, el aroma era un poco más notorio. Una vez que paso el tiempo se sirvió un poco en un cuenco y se sentó a una considerable distancia de la cocina; suavemente soplo el exceso de vapor proveniente del cuenco antes de tomar un poco con el cucharon en mano. Se sorprendió mucho ante la textura más que nada, las papas estaban bien cocidas, las especias le daban una sensación curiosa y los pequeños trozos de carne también estaban hechos a la perfección... parecía que Erin era realmente bueno en lo que hacía, independientemente de si no podía sentir los sabores del todo o no, Aurelius estaba seguro de que en su vida había probado algo que le resultara tan agradable pese a sus circunstancias.

Terminadas varias porciones del estofado, el hombre dejo una porción para el día siguiente antes de tomar de su pequeña bolsa de cuero un frasquito con una pequeña dosis de sangre animal antes de desvestirse e irse a su cama.

El día se asomo sin mucha pena ni gloria al día siguiente, Aurelius, mientras que con los ojos cerrados, se sentía extrañado por la intensidad de los rayos del sol que entraban por la ventana. Para cuando por fin alzo la vista, se dio cuenta de que era algo tarde, lo que hizo que se alarmara y se pusiera de pie lo antes posible, buscando sus prendas y tomándolas para luego colocárselas de manera apresurada. A Aurelius no le sucedía para nada el quedarse dormido hasta tales horas, y a pesar de que el sol no estaba tan fuerte como en verano, el semi vampiro se acostumbro a identificar los tiempos del día de a cuerdo a la posición de los rayos del sol e incluso el clima, por lo que sabía que debían haber pasado como mínimo 2 horas desde que tenía que estar presente allí arriba. Realmente no estaba tan preocupado por lo de Erin al momento, entre más tarde pudiera presentarse mejor, considerando que el mas bajo no podía salir al sol; así que salió apresuradamente de su vivienda, y cerrando la puerta con algo de torpeza, se dirigió a la iglesia a paso rápido.

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El tiempo paso, recibió algunas pequeñas burlas amistosas por quedarse dormido, y ya tarde, en medio de la bajada del sol, regreso a su vivienda, preparo lo poco que había quedado del estofado del día anterior, antes de salir a lavar la cacerola en la reserva de agua que tenía localizada afuera para aquellas cosas, la seco, volvió a su vivienda a sacar las especias y se dirigió a la puerta del otro chico. Estaba bastante silencioso, solo el sonido de las hojas amarillentas bajo la brisa y algunos pájaros, el sol a penas llegando entre medio de las mismas, pero era algo bueno al fin y al cabo. Puso la cacerola en una de las rocas cerca a la casa para no tener que dejarla en el suelo y que se ensuciara de nuevo y toco la puerta un par de veces, al menos para asegurarse de que el más bajo le escuchara.

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Aurelius espero hasta que el más bajo aviso que iba en camino a abrir la puerta, y una vez cerca de ella, su nariz se volvió a arrugar un poco debido al aroma del más bajo, lo cual aun le resultaba un poco extraño pues, su olfato no era demasiado bueno captando muchos aromas nada más que muy específicos, y era la primera vez que captaba el aroma de alguna persona de esta manera.

Lentamente entro al lugar que estaba brevemente alumbrado por las velas, teniendo la cacerola firme entre sus manos hasta que logro colocarla en la mesa más cercana que tuviera. Observo como el más bajo tomaba las especias para luego distraerse con la apariencia general del hogar. Las velas le daban un toque un tanto sombrío pero al mismo tiempo también algo acogedor... a Aurelius le evocaban recuerdos de su infancia, por lo que inevitablemente dejo de estar tan tenso como había entrado. Sus ojos se habían paseado por algunas de sus telas igualmente, y la menuda figura del más bajo mientras estaba en lo suyo, haciéndolo inclinar la cabeza un poco.

- No hay de que... - comento Aurelius con una pequeña sonrisa en el rostro - ¡Por cierto! - dijo luego de un breve momento de silencio - Sabía que habían personas que decían que tus comidas eran muy buenas, pero no espere que tanto, realmente disfrute lo que quedo de la cacerola ayer y hoy - Aurelius se abstuvo de comentar cosas que sonasen demasiado extrañas, como comentar a cerca de la textura de la comida, o incluso el sabor cuando realmente no estaba seguro; después de todo su olfato y su sentido del gusto estaban conectados y sencillamente tenía miedo de no sonar honesto, o que incluso sospechara de algo, aunque en su mente igualmente era sospechoso que alguien evitara comentar a cerca de muchas cosas, creyó que no sonaría demasiado obvio si lo decía de aquella manera, evidentemente queriendo entablar una conversación para conocer al más bajo mejor.

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