El arcoíris sin color (Varias parejas) Historia 3. (Amarillo) Feliz Navidad!

Todos conocemos los cuentos ¿O quizá no? (One Shot - Uno por pareja) Los colores del arcoíris han desaparecido...

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    Bueno, no estoy muy segura de si esto esté permitido (Lo de hacer "un" fic, conformado por varios One Shot)
    Pero lo voy a intentar, ya que la idea se me ocurrió, y no pude evitar sacarla.

    Estos serán pequeñas historias, basadas en cuentos populares o infantiles, contados de una forma "especial"

    Espero que os gusten las historias que voy a narrar, y comenzaré citando el primer color del arcoíris.


    Disclaimer: Estos personages no me pertenecen, son propiedad de level-5/ También diré que los cuentos aquí presentados no son de mi propiedad (La versión en que son narrados si, pero la historia"original" no es mía).

    Parejas: Varias, una en cada one short.

    Avisos:Ninguno en especial, no hay lemon.



    El arcoíris sin color.





    ______________________________________________________________________________________________






    Historia 1: (Rojo) - Su caperuza solía ser blanca.




    No me cabe duda de qué alguien había ya contado este cuento, aunque desde una perspectiva muy diferente.


    Desde pequeño, el muchacho de la caperuza blanca, acostumbraba a atravesar el bosque con su madre, para llevar dulces y obsequios a su anciana abuelita, qué vivía al otro lado de esta gran fronda.


    Llevaba observando al muchacho toda mi vida, era de una belleza incomparable, y muchos lo envidiaban.


    Me había dado cuenta de los sentimientos absurdos qué había desarrollado hacia él, pero por más qué quisiera, sería siempre imposible acercarme a él, me temería, pues ni siquiera soy un ser humano.


    Aquel día, todo había sucedido muy deprisa, y apenas pude reaccionar, parecía como si hubiese sido un mal sueño, en el qué no era más qué un villano.


    El chico de la blanca caperuza, salía solo de su casa, bajo mi atenta mirada. Llevaba un cesto en una de sus manos, qué desprendía un dulce aroma a miel y chocolate.


    Cerró la puerta de su vivienda. ¿Iba a ir solo? Siempre marchaba en compañía de su madre, parece qué por una vez, sería diferente.


    Caminó un rato por el bosque, y yo lo seguí con sigilo, hasta qué él, se paró repentinamente en mitad del camino. Pensé qué me había escuchado.


    Miró a su alrededor con perspicacia, y esbozó una casi imperceptible sonrisa, emprendiendo de nuevo su camino. Esta vez, canturreando entre suaves contoneos, al compás de la melodía, avanzó más rápido.


    ¡Qué veloz era este caperucito! Trotaba con ligereza entre las hierbas del camino, sin tropezarse ni una sola vez.


    Lo seguí sin detenerme hasta un claro, qué no se hallaba muy lejos de la casa de su anciana abuela.


    Ahora qué estaba allí solo, mis deseos de acercarme a él se incrementaban, pero, ¿Qué iba a hacer yo? No era más qué un lobo. Una bestia salvaje del bosque. Mi boca no podía pronunciar palabras, y mi apariencia temible le espantaría.


    -“Ojalá se detuviese a coger flores para su abuela”-pensé con desánimo, así podría verle por más tiempo.


    Como si me hubiese escuchado, el muchacho de ojos zafiros, y alba melena, como su capa, se arrodilló en la hierba, y comenzó a recoger algunas flores, para poder conformar un pequeño ramo.


    Quise quedarme allí a observarle, pero, quizás debería intentar hacer más tiempo. Buscar la manera de acercarme a él un poco más.


    Tras meditarlo un rato, me dispuse a correr hasta la casa de su abuela, era mi única posibilidad de encontrarme con el muchacho de la blanca caperuza.


    Llegué a la pequeña vivienda de madera, pensando enseguida, cómo podría adentrarme en ella, pero para mi satisfacción, pude observar, qué la ligera puerta, estaba entreabierta, así qué opté por irrumpir en la casa, sin pensármelo dos veces.


    La anciana mujer, se hallaba en reposo sobre la cama de su cuarto, parecía profundamente dormida.


    Debía librarme de ella, si quería poder estar, con el albino caperucito.
    Sin embargo, titubeé. Si algo le sucedía a aquella señora, me odiaría la única persona qué me importaba.


    Pero aquello era un sin vivir, cada día deseando estar a su lado y aún así tener qué mantener la distancia, sabiendo qué algún día una persona se lo llevaría. Y era lógico, ya qué un humano, jamás se fijaría en un lobo como yo.


    Tendría qué matar dos pájaros de un tiro, acabaría con mi dolor, y conocería al muchacho de la caperuza, lo lograría, aunque fuese ya el final de este cuento.


    No pensé más, porque sabía qué si lo hacía, no podría hacerlo.


    Me abalancé sobre la señora, qué gritó de pánico, horrorizada, y de un solo bocado, la engullí entera, sin sangre, sin dolor.


    Había en un lado de la habitación un camisón, un gorro para dormir y unas viejas gafas para leer. Me coloqué el atuendo dificultosamente, pues o tenía manos, y me tumbé en la cama, cubriendo mi cuerpo.


    Poco después, pude escuchar sus pasos, el chico había llegado a casa de su abuelita.


    La llamó con insistencia, presentándose a sí mismo, para qué ella lo reconociera. Fuusuke Suzuno, el de la caperuza blanca al qué yo amo.


    El muchacho se adentró en la habitación, llamando una vez más a su abuela, mientras se aproximaba al borde de la cama.


    No cabía en mi propio regocijo, ahora qué conocía su nombre, era el animal más feliz del bosque.


    El joven se sentó en un taburete qué había junto a la cama, y puso el cesto en su regazo.


    -Te he traído flores, abuelita-habló con voz dulce, dejando el pequeño y hermoso ramo sobre la mesita de noche.


    -“Gracias”-pensé yo, en nombre de la anciana.


    -No ha sido nada-contestó observándome, aunque pareció sorprenderse un poco.- ¡Oh! Abuelita, qué orejas tan grandes tienes, nunca me había fijado-opinó sin apartar la mirada de mi.


    -“Son para oírte mejor, querido”-pensé como si él pudiese escuchar mi excusa.


    -Claro, como no-asumió para mi sorpresa-Abuelita, tampoco me había dado cuenta, qué ojos tan grandes tienes-observó clavándome aún más la mirada, mientras se aproximaba a mí, con algo de duda.


    -“Desde luego, son para verte mejor, mi cielo”- volví a pensar, alterándome bastante, por la cercanía del chico.


    -¡Vaya! No lo sabía… ¡Ah! Y también. ¡Abuelita, qué boca más grande tienes!-exclamó con sorpresa, dando un brinco hacia atrás, al notar qué yo no era su amada abuelita.


    -“¡Es para comerte mejor, pastelito!”-pensé yo, lanzándome sobre él, escuchando sus desesperados gritos de terror.


    -“Por fin el cuento llega a su fin”-pensé antes de devorarlo.


    De pronto, un cazador irrumpió en la casa apuntando su rifle hacia mí. No dudó en disparar.


    Se acercó a mi cuerpo inerte, y abrió mi estómago con su daga.


    -“Qué suerte, soy tan feliz”- fueron las palabras qué surcaron mi mente, cuando vi qué el chico y la abuela, salían sanos y salvos de mi cuerpo, no les había matado.


    El muchacho de la caperuza me miró a los ojos, y se arrodilló junto a mí, acariciando mi cabeza y mi lomo.


    Estaba cubierto de sangre, mi sangre, su capa blanca, estaba ahora completamente teñida de rojo, me estaba sonriendo, nunca había visto una sonrisa tan hermosa, me sentía en el cielo, estaba desvaneciéndome en el más allá.



    __________






    El olor de la comida me despertó. –“Chocolate”- pensé enseguida.


    Me levanté de la cama y me vestí velozmente, para dirigirme a desayunar junto a mi madre.


    -Buenos días Haruya-me saludó con una sonrisa.


    -Buenos días mamá-devolví el saludo, sentándome a desayunar-Hoy iré a visitar a la abuela-anuncié. Mi madre asintió sin decir nada.


    Terminé mi desayuno, y preparé el cesto qué solía llevar cuando visitaba a mi abuela, metí miel y algunas galletas de chocolate.


    Antes de salir de casa, corrí a mi habitación, y cogí mi caperuza roja.


    Me despedí de mi madre, y salí por la puerta, rumbo al bosque, llevaba un buen rato caminando. Me detuve.


    Miré a mí alrededor, comprobando si “él”, estaba allí. Lo vi, y sonreí suavemente, era aquel lobo blanco de ojos zafiros, qué siempre me seguía cuando visitaba a mi abuela.

    Seguí mi camino contoneándome y canturreando, hasta qué llegué a aquel claro próximo a la casa de mi abuela, me arrodillé y comencé a recoger flores, quería hacer un ramo.


    El lobo se fue corriendo, directo a la casa de mi abuelita…


    Conozco el final del cuento, de este amor imposible. Pero no voy a detenerlo, la historia debe seguir hasta el final.



    Me llamo Haruya Nagumo, y soy el caperucito rojo. Él es Fuusuke Suzuno, mi verdadero lobo, mi blanco caperucito soñado.



    ¿Será él mi sueño? ¿O seré el sueño suyo?


    Somos un cuento qué se repite;


    Su caperuza era blanca,
    Y se volvió roja conmigo,
    La mía es roja escarlata,
    ¿La purificará este chico?





    “Erase una vez un chico, con una caperucita…”



    _________________________________________________________________________________________





    Y así termina el primer one-shot, de esta colección llamada "El arcoíris sin color"

    Espero que os haya gustado y que comentéis muchos y muchas personas.

    Por ahora me despido, cuando vuelva, traeré la 2ª Historia: El color naranja.


    En fin, nos leemos!



    MATTA NEE!!!!!=3

    Edited by shidori23 - 25/12/2016, 19:33
     
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    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!
    me encanta!!!!!!
    quiero ver los demas One shot's!!!
    como me gusta la forma en quer escribes!!!!!
    te juro que estare pendiente todo lo que pueda!!!!!
    quiero que sigas!!!!!!!!
    ONEGAII!!!!!!



    Noriko O.
    matta nee!!
     
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  3. ††Yukiko Suzuno††
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    Wuaaaa estuvo genial!! Aunque.. Sin ofender pero estaba toda sonriente leyendo y el final me dejo pokerface ._. No lo entendí xD pero bueno estuvo lindo!! Genial!! Porque rayos el final es así?! D: xD espelr conti!! CONTI CONTI CONTI CONTI OwO

    Matta ne~~
     
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  4. Arashi_chan
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    ohhhhhh me encanta...esto mola lo de que hagas mini historietas a tu modo pero esta muy bien=)espero que pongas mas One shot's siempre son muy interesante bueno creo que no me queda nada por decir!!!!!!!!!no enserio creo que no se me olvida nada...ummm ahora me quedo con la duda..XD
     
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  5. ††Mizuki~Neko_chan††
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    waa me encanto!! que lindo *--* espero pronto el one-shot :DD

    matta nee~~
     
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  6. janithaxz
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    Quiero leer la otra historia.

    La espero.

    Matta ne~
     
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    Esta chulísimo :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: quiero leer mas!!!!! esperaré con ansias el color naranja :D
    bye!!!!
     
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    me acabo de fijar en eso.....

    QUOTE (Light_Kaze @ 8/10/2013, 22:39) 
    Esta chulísimo :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: :=starss: quiero leer mas!!!!! esperaré con ansias el color naranja :D
    bye!!!!

    me imagino que el naranja es; goenji o endou..... pero no se....
    has conty rapido!!!!


    Noriko O.
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    Arigato! Enserio, siempre me emociono ridículamente demasiadíiiiiisimo por cada nuevo comentario! Como si me estuviese tocando la lotería seguido...una y otra vez....*o*

    Estoy procesando ya el color naranja del arcoíris, pero no está terminado u.u

    Y...que iba a decir yo?....mmm ah! Ya. Que tenía que explicar el final del "Rojo"

    Pues, se nota que toda la historia es narrada por Nagumo, que es el lobo, y se ha enamorado del caperucito blanco (es decir, Suzuno)...
    Pero tras morir al "final" se despierta en su habitación, y poco después, sale por la puerta, haciéndose llamar "caperucito rojo", y dice ver un lobo blanco que lo observa, luego en el bosque, cuando para a recoger flores, el lobo corre a casa de su abuelita (La de Nagumo) y él ya sabe que al final de ese cuento, el lobo Suzuno, morirá, y se pregunta, si será que el caperucito blanco será solo un sueño que tuvo, o quizá él (El caperucito rojo) Es en realidad un sueño que Suzuno está teniendo...


    Es como si estuviesen en un bucle, el blanco va a casa de la abuela, y el lobo rojo muere, a la mañana siguiente, el rojo es caperucito, y el blanco el lobo, cuando muera el lobo blanco, despertará como caperucito....¿me explico?


    Mmm y sobre los colores de las historias (en realidad usé a Nagumo y Suzuno, porque ingún otro me cuadraba a parte de ellos, pues necesitaba a alguien a quien le pegase ser caperucito blanco, y combinase con el caperucito rojo también...por eso)
    Pero no tienen que ver tanto con los personages de la serie y sus características (Quiero decir, que no porque el color de la historia los defina mejor, van a ser esos los personages protagonistas) Esto es; No tienen por que ser Goenji o Endo el color naranja (aunque ciertamente les pegaría, pues es el color que mas les identifica) Pero sin saber el cuento que será relatado en la próxima historia, no es fácil de deducir, cuales serán los personages (aunque como pista diré que no son esos dos que nombré, ni tampoco la pareja ya usada n.n)

    Los personajes se adaptarán al cuento, y no al color, en pocas palabras (porque ciertamente me alargué mucho explicando lo anterior).


    En fin, creo que no dejé más dudas sin responder...si tenéis alguna otra, la responderé con gusto n.n


    Por ahora me despido, nos leemos!




    MATTA NEE!!!=3
     
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    bueno, ya veo, niña!!!! lo entendi bien, veras.... es verdad que lo pense por colores, pero ahora que lo pienso si usas los colores no habra mucho de donde escojer, asi que... es mejor como tu dices...

    sin mas que decir, me despido!!!


    noriko O.
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    Bueno, tal como prometí, he terminado el color naranja!!
    Y aquí lo traigo para todas y todos aquellos que estéis leyendo esta saga de One short's!

    Esta historia, está basada en el cuento popular "Las tres naranjitas del amor"
    No sé si lo conozcáis pero bueno, aquí presento yo una versión (un poco larga de más) original de mi loca imaginación!
    Espero que os guste!



    ______________________________________________________________________________________







    Historia2: (Naranja) La tercera naranjita, pálida, cual Sol.




    Hace mucho tiempo, en un reino lejano, vivía un joven príncipe, qué ansiaba encontrar las tres naranjas del amor, de las cuales había oído hablar en su infancia, por vez primera; Cuando una anciana mujer, las mencionara, colérica.


    Era joven el príncipe, cuando, jugando en los jardines con su hermano gemelo, tropezó con una añeja señora, qué llevaba un cántaro de aceite.


    La viejecita calló de espaldas, y la vasija se partió en mil pedazos contra el suelo, empapando a la pobre ancianita.


    Sin poder reprimirse, el príncipe soltó una sonora carcajada, mientras qué su hermano se disculpaba ante la desdichada mujercita.


    La señora se levantó enfurecida al ver como el niño se reía de su desgracia, y sacudiendo sus ropajes, le miró seriamente y pronunció con cuidado:


    -O príncipe qué te ríes de las desgracias ajenas, qué el destino no permita qué puedas ser feliz, hasta qué encuentres el naranjo qué posea las tres naranjas del amor-.


    El joven príncipe dejó de reírse repentinamente, y se puso serio.


    La anciana se retiró dignamente, si añadir nada más.


    Al principio, el príncipe Atsuya, no creyó en la maldición de aquella señora, pero a medida que pasaban los años, y el príncipe pasaba la adolescencia, se dio cuenta de qué su melancolía crecía a cada día qué pasaba, y ya no podía sonreír.


    Desesperado, pidió a sus padres qué lo dejaran partir en busca de las tres naranjas del amor, pero, ellos, pensando qué era uno de los muchos caprichos de su hijo, qué tendía a exagerarlo todo, le negaron su petición.


    Pasaban los días, y el príncipe dejó de insistir.


    Decaído, marchó a su alcoba y se encerró en su interior.


    Cada vez comía menos, y ya nunca salía a pasear por los jardines…


    Una tarde, su hermano, lleno de preocupación, optó por visitar la alcoba del príncipe Atsuya, para comprobar cómo se encontraba.


    Sin embargo, nada más irrumpir en la estancia, percibió qué las cosas estaban mucho peor de lo qué había imaginado.



    El aposento de su hermano, se hallaba en penumbra, dificultando vislumbrar la delgada silueta del príncipe.


    Atsuya se encontraba de pie, junto a uno de los ventanales, ocultos por las bastas y pesadas cortinas, qué impedían el paso de la luz.


    La expresión consternada del príncipe Shiro, se agravó al vislumbrar el contorno huesudo del heredero, qué se dibujaba como una opaca sombra, inmóvil, al final de la estancia.


    El príncipe Atsuya, percibió enseguida la presencia inquieta de su hermano, a sus espaldas. Se giró con lentitud, provocando en Shiro, un inevitable respingo.


    Cuando la luz qué se colaba por el hueco entre las cortinas, iluminó el rostro del príncipe, Shiro no pudo dar crédito; Aquella no podía ser la faz de su gemelo, parecía la imagen luctuosa de un cadáver.


    Su piel se había vuelto lánguida y sus pómulos se hundían hacia adentro, debido a su delgadez. Sus cabellos caían hacia abajo entre marañas, ya sin brillo, como su mirada, opacada por la desesperanza, qué ya no expresaba emoción alguna y sus finos labios, habían perdido su anterior tono rosáceo, pasando a uno violeta pálido.


    El príncipe Shiro se aproximó a su hermano con largas zancadas, posicionándose frente a él, con semblante decidido y autoritario.


    -¡Hermano!-exclamó con un tono de voz lo más claro posible-¡No permitiré qué continúes con esto! ¡Has ido demasiado lejos!-advirtió mirándole con severidad.


    -No puedo detenerlo, estoy muriendo de amargura por dentro-respondió fijando su mirada en los claros ojos de su hermano gemelo.


    -¿Qué clase de estulticia es esa?-se escandalizó al escuchar como el príncipe de diecisiete años, hablaba como si fuese un anciano al qué ya poco le quedaba por vivir.


    -Estoy maldito, debo encontrar el naranjo de las tres naranjas del amor, si no lo hago, me hundiré en la desesperación-afirmó con absoluta seriedad, y un deje de súplica.


    -¿Crees de verdad qué exista ese naranjo?-cuestionó algo más relajado, pero sin dejar de notarse la preocupación en su tono de voz.


    -No, en absoluto.-negó-Pero es mi única esperanza-prosiguió-Debo intentar encontrarlo-añadió.


    -De acuerdo, hablaré con nuestros padres pues, sin embargo, no prometo nada, hermano-decidió finalmente Shiro, tras meditarlo unos instantes.


    -Te estaría sumamente agradecido-dio por terminada la conversación, volviéndose nuevamente, de cara a la ventana.


    El príncipe Shiro abandonó la alcoba de su hermano, e inmediatamente se dirigió a la sala del trono, con la finalidad de convencer a los reyes de qué permitiesen la partida de su hermano, el príncipe heredero, Atsuya, en busca de las tres naranjas del amor.


    Sus majestades, se negaron arduamente, pero tras mucho batallar, el príncipe Shiro, logró por fin su cometido.


    Apenas pasó una hora, cuando el heredero al trono, irrumpió también en la sala del trono, anunciando su inminente marcha, a recorrer el mundo en busca del mencionado naranjo.


    Sus padres lo despidieron, sobrecogidos, no obstante, dado el apuro qué reflejaba su hijo por abandonar el palacio y marchar en su búsqueda.



    El príncipe Atsuya, estuvo preparado en pocas horas para iniciar su viaje; Llevaba recursos para mucho tiempo: Víveres para varios meses, ropa limpia, dinero de sobra, y su más veloz y resistente corcel, dispuesto para la vasta travesía.


    Tras una última despedida, el heredero montó a su fiel equino manchado, y se alejó galopando hacia el horizonte.


    Los meses pasaron tortuosamente en el palacio real, donde sus majestades comenzaron a lamentar el haber dejado qué su hijo partiese en ese absurdo viaje; Mientras qué el príncipe Shiro, rezaba cada noche, por qué su hermano regresase al reino sano y salvo lo antes posible.


    Pero el príncipe Atsuya, quién llevaba ya de viaje algo más de seis meses, estaba perdiendo las esperanzas de poder encontrar el bendito naranjo.


    Viajó por medio mundo, preguntando en cada villa, en cada granja y buscando en cada bosque, pero nunca pudo hallar un naranjo del cual solo brotaran tres frutos.


    Exhausto y a punto de desistir, el pobre sucesor del trono, se detuvo a descansar en una pequeña aldea, de aspecto pobre y humilde.



    Tras recobrar fuerzas, y reponer algunos de sus recursos, el joven Atsuya, subió nuevamente a lomos de su montura, y se encaminó a la salida de la aldea, a un apesadumbrado ritmo.


    A las afueras, vio una pequeña casita de madera, algo más alejada del poblado, y cuando pasó frente a ella, se detuvo a observar a una menuda ancianita, qué dormía bajo el porche, sentada en una enmohecida silla de palo.


    La viejecita abrió sus ojos oscuros, y les enfocó inmediatamente en los del príncipe, qué la miraba con duda.


    -¡Oh! Buen jovencito, ¿Qué busca un alma tan joven, en estas pobres y olvidadas tierras?-preguntó la ancianita, sin levantarse de su silla.


    -Nada más qué un viejo y absurdo cuento de hadas, señora-respondió al instante el príncipe.


    -Los cuentos de hadas no son absurdos; Todas las damas sueñan con ser princesas encantadas qué su príncipe vendrá a rescatar-discrepó la viejecita, con una enigmática sonrisa.


    -¿Y si es el príncipe quién está encantado?-cuestionó ante la negativa de la señora.


    -Entonces tiene qué convertir su encantamiento en princesa-decidió graciosa la anciana.


    -¿Convertir el encantamiento en princesa? Eso es imposible, pues vaya princesa más amarga saldría de una maldición como la mía-formuló incrédulo el príncipe.


    -Las naranjas son agridulces, y gustan a muchas personas, no creo que sea usted la excepción, ¿Me equivoco, joven?-opinó la viejecita, sin borrar aquella extraña y misteriosa expresión de su rostro.


    -No me hable usted de naranjas, señora, qué nos soporto oírlas mencionar-rogó con desánimo.


    -¡Cielos! Qué cosa más extraña es esa ¿No?-se sorprendía la mujer.


    -No se sorprenda señora, llevo tanto buscando las tres naranjas del amor, qué ya ni saber de ellas quiero.-se quejó con resentimiento.


    -Ya veo…-meditó la ancianita, quedándose un buen rato en silencio-Dime, joven, ¿No tendrías algo de pan y agua para esta viejecita solitaria, verdad?-preguntó con la esperanza de encontrar en el chico, un corazón compasivo.


    El príncipe bajó de su corcel, y abrió una de sus alforjas, extrayendo de ella, una hogaza de pan y una bota con agua, qué tendió amablemente a la menuda ancianita, la cual, recibió alegre el obsequio.


    -No sé si te sirva de algo, muchachito, pero todo mi campo está lleno de árboles frutales, puedes echar un vistazo. Quizá encuentres un árbol qué solo tenga tres naranjas-invitó la viejita, entrando en la casa de madera, y sentándose junto a una mesa, para disfrutar su pedazo de pan junto con algo de fruta y el agua qué el príncipe le brindara.


    Por su parte, el heredero entró en la casa tras la señora, notando chirriar el suelo bajo sus pies, y en la otra punta de la pequeña caseta, pudo ver otra puerta abierta, qué llevaba a un gran recinto, plagado de frutos en las copas de los árboles, así como en el suelo qué los circundaba.


    Avanzó hasta allí, sin molestarse en preguntar el camino a la ancianita, la cual tampoco le prestó atención al muchacho, y se adentró entre los árboles, mirando con detenimiento, todos y cada uno de ellos; manzanos, perales, higueras, castaños, naranjos, limoneros… Pero ninguno de los naranjos, contaba con tres únicas naranjas entre sus ramas.


    Decaído, el príncipe abandonó el campo de la señora, volviendo a entrar en la vieja caseta de madera, dispuesto a despedirse de la ancianita, y agradecerle qué le dejase mirar en su jardín.


    Pero cuando se hubo aproximado lo suficiente, se dio cuenta, de qué la viejecita, estaba profundamente dormida, así qué optó por marcharse sin más, pero justo antes de salir por la puerta, percibió una ráfaga de aire frío qué le caló hasta los huesos, provocándole un escalofrío.


    Se volvió hacia la señora qué dormía en la silla, junto a la mesa de su comedor, y en un humilde gesto, el príncipe se despojó de su capa, y cubrió el cuerpecito de la mujer. Pero esta, despertó al instante, y sonrió amablemente, al ver la bondad del príncipe.


    -Muchachito, eres tan amable… ¿Encontraste entre mis árboles, el qué estabas buscando?-preguntó sonriente. El príncipe negó desanimado.


    -No abuela, por desgracia, no he visto ninguno-suspiró.


    -Vaya, cuánto lo siento joven-se lamentó-No quisiera abusar de tu amabilidad, pero ¿Te importaría hacerme un último favor?-se dispuso a pedir la ancianita.


    El príncipe lo pensó bien poco, no le importaba hacer algo por aquella cordial y añeja mujer. Enseguida asintió, dando a entender qué esperaba escuchar lo qué la viejecita necesitaba de él.


    -¿No sería mucha molestia qué fueses a cerrar la puerta qué lleva al jardín? Entra algo de frío, y mis pobres huesos me están empezando a doler-habló por fin.


    Atsuya se quedó unos instantes en silencio. No era precisamente el tipo de favor qué esperaba, si no qué pensó qué le pediría hacer algún trabajo qué ella no pudiese hacer debido a su avanzada edad.


    Pero ciertamente, aquel favor era bastante más sencillo, así qué no halló objeción alguna en hacer lo qué le habían pedido.


    Se acercó a la puerta trasera, haciendo chirriar el suelo a su paso, y la cerró con lentitud, temiendo qué se rompiese, debido al aspecto corroído de la madera.


    Algo llamó su atención entonces, tan pronto como la portezuela estuvo cerrada, dejó a la vista un macetero con un pequeño árbol de naranjo, qué anteriormente estaba oculto tras ella.


    El príncipe casi no cupo en sí del regocijo, al adivinar las tres únicas naranjas, qué colgaban de las delgadas ramitas.


    -¿Lo has encontrado ya, joven?-escuchó la voz de la anciana a sus espaldas.


    -Lo sabía usted desde el principio, ¿No es cierto?-interrogó volviéndose, para mirar a la anciana.


    -No cualquiera qué las busque, puede llevarse consigo las tres naranjas del amor, joven príncipe-contestó la señora con una mirada misteriosa.


    -¿También sabía qué yo soy príncipe?-trató de ocultar su sorpresa.


    -Yo sé todo a cerca de los qué buscan las tres naranjas, pero te daré un consejo, no la abras hasta llegar a tu reino-advirtió emitiendo una suave risita.


    -Lo tendré en cuenta-respondió el príncipe, cogiendo entre sus manos las tres naranjas qué tanto había buscado durante algo más de medio año.


    Se despidió de la amable anciana, y montó a lomos de su imponente corcel, emprendiendo así, el camino de vuelta a su hogar.


    Pero en su búsqueda se había alejado mucho de su reino de origen, y el trayecto de regreso, se había vuelto más y más largo para el impaciente heredero.


    Y tras un mes de viaje, la curiosidad pudo al príncipe Atsuya, y sin poderlo resistir más, abrió una de las tres naranjas. Para su asombro, una jovencita muy, pero qué muy bella, apareció ante él en ese instante, llevando a un bebé hermoso entre sus brazos.


    -Dime, príncipe qué me has llamado; ¿Tienes agua para lavarme, paño para secarme y peine para peinarme?-formuló con suave voz.


    -Tengo agua y paño, mas no tengo peine para arreglar tus cabellos-respondió el príncipe, estupefacto por la bella voz qué poseía la mujer.


    Pero esta hizo una mueca de disgusto, y se transformó en golondrina, echando a volar lejos, ante los ojos incrédulos del príncipe, qué decidió guardar las dos naranjas restantes, hasta llegar a su reino, tal y como lo aconsejara la anciana.


    Al pasar por la siguiente villa, compró un peine, para así prevenir qué la próxima mujer qué saliese de las naranjas, no se transformase en ave, y se alejara volando.


    Prosiguió su camino el muchacho, atravesando áridas tierras, carentes de vida alguna. Quedaba ya menos para llegar al reino, pero el camino por delante aún era demasiado, y al verse sin recursos de agua o comida, el príncipe Atsuya, optó por abrir la segunda naranja, qué era la más grande.


    De ella surgió otra bella dama, más agraciada si cabe, qué la anterior, y con una adorable criatura entre sus brazos.


    -Dime, príncipe qué me has llamado; ¿Tienes agua para lavarme, paño para secarme y peine para peinarme?-repitió con exactitud, lo qué la anterior muchacha había preguntado.


    -Tengo peine para tus cabellos, y también paño, pero me he quedado sin agua, hasta que llegue al próximo poblado-se excusó el joven, rogando por qué la muchacha no se marchase.


    Pero para su desgracia, la chica se convirtió en ruiseñor, y alzó el vuelo, alejándose hacia el cielo.


    Atsuya se resintió, y siguió su camino, muerto de hambre y sed, rumbo a su reino lejano.


    Poco después encontró una aldea, y pudo reponer sus suministros de agua y comida, esta vez llevando algunos de más por precaución.


    Pasó otro mes, olvidándose de la tercera naranja, tan pequeñita y paliducha qué guardaba en sus alforjas, hasta qué por fin llegó a las afueras de su reino.

    Se bajó del corcel, y llenó uno de sus odres, con la cristalina agua de una fuente.


    Por fin, cogió de su alforja la tercera naranja, pequeña y blanquecina, parecía estar en mal estado, por lo qué el príncipe dudó, pero finalmente al abrió.


    Una luz lo cegó por un instante, pero cuando pudo abrir los ojos, el príncipe vio frente a él, a la más hermosa de las tres mujeres qué habían salido de las naranjas, qué lo miraba expectante, con un niño bello cual ángel, dormido entre sus brazos.


    -Dime, príncipe qué me has llamado; ¿Tienes agua para lavarme, paño para secarme y peine para peinarme?- preguntó con la voz temblorosa, la hermosa muchacha.


    -Sí, los tengo-por fin tuvo el placer de decir el príncipe.


    -¡Pues contigo me casaría yo!-exclamó con una nerviosa sonrisa.


    -Pues casémonos-propuso enseguida Atsuya, celebrando haber logrado su objetivo.


    Y así el príncipe y la dama, bajaron al río, para qué esta se pudiera lavar más cómodamente, mientras qué el príncipe cuidaba del niño y el caballo.


    Al salir del agua, la dama se aproximó a donde el joven, hacía una tierna escena, jugando y mimando al niño. Pero el príncipe, al ver acercarse a su prometida, casi deja caer al niño del susto, pues su amada cubría con el paño su cintura, mas no su pecho; No obstante, no fue eso lo qué disgustó a Atsuya, si no qué, para su sorpresa, aquella futura princesa, era un joven, aunque no tan masculino como el príncipe, cabría decir.


    Ante la mirada anonadada de su prometido, el muchacho de la naranja se aproximó a él y se arrodilló a su lado.


    -Supongo qué soy un error de este encantamiento-susurró la “dama”-Esperabas una hermosa princesa, y no fui más qué un chico de largos cabellos-prosiguió tendiéndole al príncipe el peine, si haberlo usado-Si no soy lo que buscas, mejor será qué me vaya-añadió con tristeza, estirando los brazos, para qué le devolviera a su bebé.


    -Te he pedido matrimonio, y un príncipe qué se precie, no se echaría atrás con una petición semejante-respondió sin hacer un solo ademán de devolver al niño-Además, sois más bello qué cualquiera de las otras dos damas qué se me presentaron con anterioridad-musitó acariciando la blanquecina piel de su prometido-¿Cómo te llamas?-demandó saber.


    -Terumi-susurró-Terumi Afuro, ese es mi nombre-se presentó con algo más de determinación.


    -Terumi, quédate aquí a esperarme, y no te muevas, ni hables con nadie, yo iré a mi palacio para hablar con mis padres y contarles lo qué ha pasado, así cuando te lleve allí conmigo, por fin podremos casarnos-pidió depositando a la criatura en los brazos de Terumi, pera luego subirse a su corcel, y alejarse galopando.


    Afuro se quedó un poco sorprendido por el repentino acto de su príncipe, pero obedeció esperanzado de qué su prometido volvería a buscarlo, y se subió a una roca, ya vestido y peinado, a esperar el retorno de su amado.


    Y empezó a notar el chico, qué cada día venía una señora, poco agraciada, cabe decir, qué traía un cántaro para recoger agua fresca del río.


    Una tarde, curioso, Terumi se asomó al borde de la roca mientras la señora recogía agua, pero esta, al ver el reflejo del muchacho en el agua, creyó ver su imagen y presumida, se levantó de la orilla del río.


    -¡Ser yo tan bella dama, y tener qué bajar al río por agua! ¡No puede ser, no puede ser, qué indignación! ¡Rompo mi cántaro, y a casa qué me voy!-exclamaba la señora, justo antes de arrojar su cántaro contra las rocas, y hacerlo estallar en mil pedazos.


    Pero al día siguiente, allí volvía la señora, con un nuevo cántaro, y se arrodillaba en la orilla del río, para recoger agua, pero entonces veía reflejado el rostro de Terumi, y creyendo ser ella, se indignaba por tener qué bajar al río, y rompía su cántaro contra las rocas


    Varios días después, cuando llegó la señora, y vio el reflejo, Afuro la detuvo justo antes de romper el cántaro.


    -Si sigues rompiendo tus cántaros cada día, te saldrá muy caro comprarte uno nuevo por cada vez qué bajes al río-observó el rubio, haciendo qué la señora lo mirase.


    Esta se enfureció, sintiéndose humillada, rompiendo cada día su cántaro por creerse muy bella, cuando en realidad esa belleza era la de otra persona.

    Y llena de malicia, la señora esbozó una falsa sonrisa de amabilidad, y con voz cordial dijo:


    -¡Oh! ¡Qué hermosos tus cabellos! Baja, qué te los peino-.


    -No, no gracias, ya estoy peinado-respondió inmediatamente Terumi.


    -Pero tú baja, qué te haré un hermoso peinado-insistió.


    -No puedo, no puedo, qué mi príncipe me dijo qué no me moviera y qué no hablara con nadie hasta qué llegase a buscarme para casarnos-se negó nuevamente.


    -¿Y no quieres qué te peine para qué tú príncipe te vea?-siguió insistiendo la señora.


    -Estoy bien, estoy bien, no necesito más bellos peinados-volvió a rechazar.


    Pero la señora insistió e insistió, hasta qué por no seguirla escuchando, Terumi bajó de la roca, y dejó qué lo peinara.


    Y estaba la mujer cepillando los rubios cabellos del muchacho, cuando sacó de su bolsillo un alfiletero, y con cuidado de no ser vista, clavó en la cabeza de Afuro, una pequeña aguja.


    El chico se transformó en una paloma blanca, y la mujer lo espantó para qué se fuera volando. Después, cogió al niño entre sus brazos, y se subió a la roca, a esperar la llegada del príncipe.


    No pasaron muchos días, hasta qué por fin el heredero regresó a por su amado, pero cuando vio a aquella señora, plana, fea y arrugada sosteniendo a su bebé en brazos, casi se le cae el alma al suelo.


    -¡Válgame Dios! ¿Qué te ha pasado? Qué cuando te dejé aquí eras tan joven y hermoso, y ahora te ves tan viejo y arrugado…-no cabía en sí del asombro, el pobre Atsuya.


    -No te preocupes, mi príncipe, ha sido el sol qué me ha deshidratado de tanto qué tardabas, ya verás qué pronto vuelvo a ser tan hermoso como antes-aseguró la señora, haciéndose pasar por el precioso joven qué había transformado en paloma.


    El príncipe, no muy seguro de sus palabras, decidió llevársela consigo a palacio y casarse con ella, después de todo, él se había enamorado de Terumi a primera vista, y deseaba con todas sus fuerzas, poder casarse con él lo antes posible.


    Atsuya llevó a la mujer al palacio real, para disgusto de su familia, quienes al escuchar hablar del joven prometido del príncipe, habían imaginado algo muy diferente a aquella señora arrugada y fea qué había traído su heredero al trono.


    Pronto se casaron, pero la nueva reina no volvió nunca a ser bella, tal y como había prometido.


    Un día, el jardinero del rey, comenzó a recibir la visita de una paloma blanca en los jardines del palacio, esta se posaba en una rama, y llamaba al buen hombre:


    -¡Oh! Jardinero del rey; ¿Cómo está él con la reina impostora?-preguntó el ave.


    -Muy bien, blanca paloma.-respondió el jardinero.


    -¿Y el niño? ¿Crece bien con la señora?-se interesó la paloma.


    -A veces ríe, y a veces llora-informó el buen hombre.


    -¡Pobre de esta paloma! ¡Por los campos volando sola!-exclamó alzando el vuelo.



    El jardinero se quedó muy extrañado, y tras ser visitado varias veces más por la blanca paloma, acudió junto al rey Atsuya, a contarle lo qué le preguntaba el ave.



    -La próxima vez qué la veas, captúrala para mí-ordenó el rey.



    Y así, al día siguiente, el jardinero vio a la paloma en el jardín, y astutamente, consiguió atraparla antes de que saliera volando.


    Inmediatamente, llevó la paloma junto al rey, y se la entregó en mano.


    La reina, qué reconoció a la blanca paloma, se alarmó enseguida, e intentó qué se libraran de ella.


    -Suéltala, libérala, deja libre a esta paloma-rogó la señora al rey Atsuya, sin tener éxito.


    -No, no la libero, pobre paloma, tan bella y volando sola-contestó acariciando el pequeño cuerpo del pájaro.


    -Deja qué vuele, tiene qué ser libre-insistía la reina.


    -No, no, pobre paloma-seguía diciendo el rey, mientras le acariciaba la cabecita, pero de pronto, notó un bulto entre el plumaje, y lo presionó.


    La paloma aleteó y se quejó de dolor, el rey volvió a apretar el bulto, y la paloma volvió a quejarse, así qué separó el plumaje para ver de qué se trataba, y vio la cabeza de un alfiler, de la cual tiró con fuerza, extrayendo así el afilado objeto de la cabeza de la paloma, qué, para su sorpresa, se transformó en Terumi.


    La reina, arrepentida por lo qué había hecho y consciente de sus actos, decidió asumir un severo castigo por su crimen.


    Pero Terumi, compasivo, la convirtió en la niñera de su hijo, pues le había tomado cariño, y aunque le doliese admitirlo, el crío ya reconocía a la señora como a su madre.


    Así, el rey, se separó de la señora, y se casó con Terumi por fin, después de tanta espera, mientras qué poco después, la señora se casó con el jardinero, y todos pudieron ser felices por fin, aunque el príncipe Shiro, seguía sin encontrar pareja, pero no perdía la esperanza de encontrar un amor tan puro como el de su hermano.




    La más pequeña,

    la más blanca,

    era la más bella

    y dulce naranja…



    ____________________________________________________________________






    Y aquí termina el color naranja!

    Llevo toooodo el dia trabajando en ella, desde que me dió el arranque di inspiración, cuando terminé de comer al mediodía!
    Me decidí a usar todo ese arranque para terminar de una vez este "One short" en vez de dedicarme a adelantar un poquito cada historia, porque así por lo menos habría terminado algo, y no solo hubiese añadido un trocito XD

    En fin, espero que os haya gustado, y que sigáis leyendo más de mis fics! Para que así me podáis aconsejar y ayudarme a crecer y mejorar como escritora! Os quiero!


    Nos leemos!




    MATTA NEE!!!!=3
     
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    Shido-chan me ha encantado es es... sin palabras que bonito *o*. No conocía este cuento pero es genial me ha gustado mucho en serio. Sigue asi :D ya quiero leer el resto de cuentos (cruzo los dedos para que te llegue pronto la inspiracion)
    Matta ne~
     
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    WAAAAAAAAAAAAAA!!!!! QUE BELLO!!!!!
    no tengo palabras para describirlo, solo......... hhh...!!!!
    el color naranja es mi favorito!! y lo hiciste con mi segunda pareja favorita!!!!!! te amo, shidori-chan!!!
    amo tu estilo de escribir, es tan... tan... tan noble y educado.... NO LO SOPORTO!!!!

    ¡¡¡¡¡TE AMO!!!!!

    quiero que hagas el amarillo pronto!!!!!


    Noriko O.
    matta nee!!
     
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  14. Arashi_chan
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    Ufff por fin me e decidido a leerlo valió la penaXD me encanta da igual que sea largo me sabes que es mi pareja favorita...por un momento pensé que Atsuya se iba a quedar solo,pobrecito que mala gente hay en el mundo!!!!bueno en resumen que me a encantado espero que pronto pongas el siguiente color......=)
     
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    Encantador! los dos one-shot's
    El de las tres naranjas no lo habia escuchado pero estaba hermoso.
    y sin duda escribes de una manera estupenda!
    Espero el color amarillo.
    Espero la conty *-*
    Matta ne~
     
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24 replies since 5/10/2013, 17:58   777 views
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