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  1. •Shena Uchiha•
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    SPOILER (click to view)
    B~ He pensado que las pistas mejor las iré dejando cuando estén en el bar usando al compañero
    He preferido dejarlo hasta aquí, pero si prefieres que ponga toda la acción dímelo y edito n.n


    Una vez todo limpio y con un terrible dolor de caderas, y lo que no eran las caderas, tuve que volver a cambiarme de ropa, unos vaqueros desgastados y una camisa de cuadros rosas bastante holgada y atada hasta arriba, las marcas de los mordiscos y chupetones aun permanecían allí, y no me hacía ninguna gracia que se viesen, nadie tenía por qué saber lo que pasaba con mi vida privada, y aquello lo delataba... Aunque seguramente lo que pensara la gente al verlas distara bastante de la realidad, y no porque lo que pensaran fuera peor, no, al contrario... sería bastante mejor. Hice unas cuantas llamadas, para que mientras yo no estuviese trajesen varios electrodomésticos, así tendría una excusa para 'lo que había hecho durante el día'. Cogí mis cosas y salí por la puerta, dispuesto a irme directo a comisaría, cuando me encontré con un post it pegado en la puerta... No hacía falta ser demasiado listo para saber de quien era, más que nada porque ningún vecino más me conocía, y porque era imposible que aquel psicópata conociese mi identidad... no tan pronto, y menos sin haber dado mis datos reales a nadie. Lo leí, deteniéndome a pensármelo un momento... quizás aquel sería el momento perfecto para cortar todo lazo que, extrañamente, nos uniese... o para empeorar aun más las cosas, una de dos.

    Salí del edificio, tomando un taxi hasta comisaría, donde, según entrar, me cambié, poniéndome el uniforme... Tras unas horas de dar declaración por lo del día anterior y redactar un informe llegó un nuevo paquete a comisaría. -Oh dios mío...-Me tuve que cubrir la bocä al verlo, un nuevo CD, rodeado de 6 dedos... Con solo el primer vistazo ya sabía de qué se trataba y quién lo enviaba. Lo saqué con cuidado tras que los dedos hubiesen sido retirados y se les hacía un análisis de ADN para investigar la identidad de la víctima y así ver las posibles relaciones con las demás y, si de paso, había alguna huella, por leve que fuese, del que se había encargado de cortarlos. Inserté el DVD en el lector del ordenador, observando la grabación con mi máxima atención nunto al resto del cuerpo "Pedazo de hijo de puta caprichoso..."Pensaba, viendo varias veces la grabación para fijarme hasta en el último detalle. El cambio se máscara era de lo más común, posiblemente la anterior estaría hecha cenizas o en algún lugar remoto, la víctima atada denotaba que al asesino le gustaba llevar el control, el jueguito de los dedos no era más que eso, un juego, a parte de una forma más de hacer sufrir a la víctima... El segundo tanque posiblemente tendría cualquier tipo de carnívoro acuático y, por si acaso, un bloque de cemento que lo aplastaría hasta el fondo. El tono de piel y el color de labios del pobre chico me hacía pensar que, aun si todo lo demás no funcionaba, sufriría una grave hipotermia... posiblemente el agua estaría por debajo de los 0ºC. Pero lo que más llamó mi atención fue la música de fondo, justo la que mi vecino había puesto la noche anterior, pero eso no podía ser utilizado, ya que él mismo lo había dicho, ese tipo de música tranquilizaba a la gente, y a alguien con un desequilibrio mental como un psicópata debería encantarle... Además, ayer mi vecino había estado con su amigo, aunque... ¿Debería pedirle que me presentase a aquel amigo suyo? Aunque según él se habían enfadado y, además, si pensaba cortar relaciones no podía andar pidiéndole que me presentase gente. No, definitivamente era imposible que mi vecino fuese el psicópata y, además, no tenía ninguna prueba fiable. Para colmo aquella última frase me sonó muy parecida... como si hubiese visto algo parecido hace muy poco, pero no caí en qué. Aunque ahora lo principal era adivinar cual de las piscifactorías era, no podía dejar morir a la segunda víctima en mi estancia allí.

    "Tranquilo Iago, esta vez tienes tiempo"Me animé a mí mismo, pero en lugar de ir buscando una por una, me fijé en la de la grabación y fui buscando las posibles piscifactorías por Internet, al final me quedé entre dos, y tenía el tiempo justo para llegar a las 6 a la correcta. Como la vez anterior me puse una mascarilla, esta vez blanca, unas gafas de sol de espejo comunes y la capucha antes de salir con un coche patrulla hasta las localizaciones de ambas piscifactorías... la primera era errónea, pero la segunda no... Y llegué justo a tempo. "Esta vez no podrás pavonearte"

    Entré, era extraño que no hubiese nadie más, así que supuse que él mismo se habría encargado de 'quitar de enmedio'Al personal... Observé el escenario... Al parecer tenía ganas de hacerme hacer ejercicio, y mi cuerpo no estaba en las mejores condiciones para hacerlo -Buenas tardes, esta vez no he llegado tarde, ¿Eh?-Hablé con pura ironía, para después ponerme serio, olvidando forzar la voz ronca... Observé el tiempo, no me dejaba mucho margen... pero debía salvar a aquel pobre chico, no me podía permitir otra muerte, ya era personal. -No me lo has puesto demasiado fácil esta vez...- "Capullo" Miré a ambos lados, buscándolo con la vista... Sabía que aquello no se limitaría solo a la palanca, era demasiado simple para una mente tan retorcida -¿Dónde está el truco?-Inquirí, seco, sin demasiadas esperanzas de respuesta.
     
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    No hace falta que cambies nada ;)


    -Me alegro de que tanto la policía como usted, mi buen agente de la ley, empiecen a hacer bien su trabajo de una vez por todas. Mike también se alegra de verle. ¿Verdad, Mike? – El joven no dijo nada; tenía la piel blanca, los labios amoratados y los dedos tanto de las manos como los que le quedaban en los pies ennegrecidos, mientras que el pelo, las cejas y la barba estaban recubiertos de hielo. Claramente sufría un caso de hipotermia agudo y si no salía de allí rápido, moriría por congelación – Aquí, estoy aquí arriba, agente – dije adivinando sus intenciones y saludándole con la mano cordialmente. Yo ya estaba en la otra mitad de la pasarela, esperándole a que subiera, y acompañado por mi cinturón de cuchillos y una Magnum del calibre cuarenta y cinco – “Aquella voz ya la he oído antes, pero ¿cuándo? ¿dónde? ¿a quién?” – me pregunté, pensativo, y guardando silencio con la intención de que continuase hablando, lástima que se hubiera dado cuenta y la hubiese vuelto a cambiar a tiempo para que no pudiese reconocerlo. Aquello no me hacía ni puta gracia, al principio pensé que eran paranoias mías, pero ahora estaba casi seguro que mi buen agente de policía y yo nos conocíamos de tiempo atrás. ¿Se habría percatado él también de todo aquello? – Vaya, parece que Mike está enfadado, lleva un buen rato callado, pero no se lo tome como algo personal, conmigo lleva así desde el principio. No sé lo que le puede pasar – bromeé, apoyándome en la barandilla con los codos, mientras lo escuchaba hablar con atención.

    -¿Fácil? Las cosas fáciles son para los débiles. No se atreva a menospreciar mi trabajo con ese tipo de comentarios, por favor – respondí, casi ofendido – Pero bueno, ¿qué clase de héroe es usted, agente? Hay que darle emoción al espectáculo, sino todo esto sería muy aburrido; la gente espera que el buen agente de la ley llegue, venza y triunfe contra el malvado asesino. Y, aunque le cueste creerlo, yo también. Recuerde; cuanto mayor sea el reto, mayor será su gloria… si consigue salir de esta con vida. Oh, vamos, no ponga esa cara, yo no quiero que muera… todavía – bromeé con sarcasmo, para segundos después ponerme serio – De todas formas todo esto es culpa suya; si hubiese llegado a la hora y hubiese seguido al pie de la letra mis normas, no tendría que castigarle de esta forma – yo me tomaba muy en serio esto de los castigos, porque mi padre se encargaba de recordármelo todos los días a base de palos y correazos, mientras podía dejarme encerrado durante más de una semana en aquel sótano – ¿El truco? ¿Qué truco? – me hice el sorprendido, encogiéndome de hombros – No pensará que se lo voy a decir así como así por las buenas ¿verdad? No, no me corresponde a mí solucionar el rompecabezas que le tengo preparado, yo ya le facilito bastante el trabajo diciéndole la hora y la ubicación exacta de mi próximo asesinato; esfuércese un poco, sé que puede hacerlo, demuéstreme que no le han regalado esa placa que lleva colgada en el pecho. Pero, para que vea que tan grande puede ser mi generosidad para con usted, ya que en realidad quiero ayudarle, le diré que; “aunque el agua llegue por encima de su cabeza, ese será el menor de sus problemas”

    -Por cierto, me muero de curiosidad por saber quien se esconde tras esa capucha y gafas suyas, oh, sí, no sabe cuánto me excita, de hecho ni si quiera se hace una idea del último espectáculo que le tengo reservado especialmente para usted; voy romper esa careta suya y a despojarle de toda la dignidad que le queda, mientras lo violo y suplica por su vida. Pero usted es demasiado obstinado, no, no lo hará, aunque me encargaré de que sufra hasta que se le salten las lágrimas – dije haciendo una declaración de intenciones – Por eso mismo me he tomado la libertad de hacerle una visita al registro civil del ayuntamiento de estas últimas semanas. No, no, no se preocupe, todavía no sé quién es usted porque obviamente sigue con vida, pero tengo que decirle que he tomado prestado de la base de datos la lista de nombres y apellidos de las últimas actividades recientes. Pongámonos a pensar; usted se mudó a Londres hace relativamente poco, eso quiere decir que todavía se estará empadronando y como está en el programa de protección especial debe de estar utilizando un nombre falso. Tengo diez candidatos con nombres, apellidos y dirección y ahora sólo me queda descartar a todos aquellos que no pertenezcan al cuerpo de policía y hacerles una visita al resto. Vaya, pues si que me ha dado faena esta semana… y pensar en las personas que van a morir por no querer revelarme su verdadera identidad, todas esas muertes serán responsabilidad suya. Pero, ¿quién sabe? Quizás usted sea el primero en mi lista y tenga por seguro que tarde o temprano terminaré por encontrarle.

    -En fin, ya han pasado más de diez minutos desde que ha llegado y toda esta palabrería empieza a aburrirme, yo que usted no perdería más tiempo y me pondría a cumplir con mi trabajo, antes de que cambie de opinión y decida acabar con la vida de Mike a mi antojo – de hecho, me acerqué caminando lentamente por la pasarela de metal hasta llegar al contador que tenía colgado en la pared, para luego adelantar el tiempo cinco minutos más; de modo que a mi buen agente de policía apenas le quedaban cinco minutos para deshacerse de mí e intentar salvar la vida de mi víctima – Primera regla, agente, se lo recuerdo porque yo también fui policía una vez; lo primero siempre ha sido, y será, la misión, nunca caiga ante las provocaciones del asesino o le enseñaré como puede acabar la víctima de un momento a otro… – dije dirigiéndome en dirección a la palanca roja con la intención de abrir las compuertas del tanque de agua de arriba, donde se encontraban las más de cien pirañas hambrientas. ¿Qué si jugaba sucio? Sí, y me daba exactamente igual – Vamos, no se quede ahí parado, ahora es cuando empieza a correr – le sugerí con sorna, entre risas.
     
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  3. •Shena Uchiha•
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    -Creo que deberías sacarle a que tome el sol, está un poco congelado-Comenté con ironía, observando el deplorable estado del pobre chico: piel tan blanca que parecía más de muerto que de vivo, labios amoratados y, los dedos de las manos y los que le quedaban de los pies, completamente ennegrecidos; por otro lado pelo, cejas y barba, incluso las pestañas, ya estaban recubiertos de hielo. Como lo había pensado, aunque consiguiese salvarle probablemente moriría congelado, aunque debía intentarlo, ya no solo por joder a aquel psicótico y por salvar una vida, sino por cuestión de orgullo... esto ya se había vuelto personal. Alcé el rostro en la dirección en la que su voz me llamaba, entonces algo llamó mi atención de nuevo, aquella voz... cada vez se me hacía más conocida, pero ¿De quién era? Ojalá tuviese esa respuesta... Entonces me percaté de mi propio fallo con el tono de voz, que rápidamente corregí. Sonreí, molesto, al ver su 'alegre' saludo, que ganas de meterle un tiro entre ceja y ceja, pero entonces la víctima moriría y no tendría el placer de torturarlo en un interrogatorio. -Feliz de verme, al parecer-Comenté con sarcasmo, volviendo a forzar el tono ronco y bastante más grave que el mío original "Al igual que yo creo reconocerle estoy seguro de que él a mí también, sino no habría guardado tanto silencio"Pensaba, tenso al pensar que habría podido reconocerme, al ver que volvía a hablar aquella duda se diapersó -¿Callado, contigo? Me pregunto por qué, aunque supongo que en su situación tú estarías igual... ¿O no?-Mientras hablaba planeaba una estrategia para poder acercarme con rapidez y sin recibir un disparo o un cuchillo atravesando mi espalda mientras tanto.

    Escuché sus palabras, riendo -¿Esto es a lo que llamas trabajo? No, amigo... Esto es una atrocidad, algo enfermo, al igual que tu cerebro... Aunque claro, como no va a ser así, solo eres un psicópata más en la historia, que antes o después morirrá, al igual que yo... Como uno más-Burlé mientras continuaba escuchando sus burlas y bromas de mal gusto -Oh, y te estás equivocando en algo más... Yo no soy ningún héroe, y esto no es divertido ni ningún tipo de espectáculo... Esto es la escena de un crimen, y, al contrario que tú, yo si tengo un trabajo y es atraparte y encerrarte en una mazmorra hasta que te pudras... Esa será mi verdadera gloria-Hablaba, casi con rabia -Gracias por no querer matarme aun, que sepas que es recíproco-Añadí, teniendo que callarme la boca con lo siguiente, porque en parte era cierto, pero lo que no me hizo ninguna gracia era que se hiciese el tonto conmigo, aunque luego volvió hablar "Así que si hay truco"Pensaba, enarcando levemente el labio superior en muestra de molestia... Ahora sabía que debía tener mucho cuidado. Escuché con atención sus palabras, o tenía que ver con el segundo tanque, o había algo más... seguramente habría algo más, siempre había algo más con esta gente. Sonreí, divertido ante sus palabras.

    -Lo siento, pero eso no va a ser posible, mi capucha y gafas van a continuar ahí, al igual que mi dignidad y mi careta... Además, no soy hombre de lágrimas y mucho menos virgen...-Sus amenazas no me importaron, pero lo del registro civil si, tarde o temprano acabaría encontrándome... de eso no había duda. Pero si tenía algo claro: no pensaba morir sin descubrirle. -¿Sabes? Lástima que no me de miedo perder la vida, sino ahora mismo estaría temblando. Pero ten algo en claro, para cuando tú me encuentres a mí, yo ya te habré descubierto a ti, y estaré preparado para matarte en cuanto vengas, porque no te pienso dejar vivo, no, ni hablar... Alguien como tú merece pagar por sus 'errores', aunque más que errores lo tuyo son masacres en toda regla... Y ya sabes la condena que reciben las masacres... ¿Verdad? Aunque lo que más me interesa antes de matarte es meterme en esa mente retorcida tuya y hacerte cantar todos y cada uno de tus crímenes, y sobretodo en tu pasado... Investigaré toda tu vida y, ¿Sabes para qué? Para hacerte daño, quizás no llegue a ser ni un cuarto de la mitad de fuerte del que les haces a tus víctimas, pero juro que pienso joderte a tal punto que ruegues por que te maten, y sin necesidad de violarte, antes de hacer algo así prefiero cortármela-

    Mis ojos se abrieron al máximo al momento en que anunció el tiempo, miré hacia el contador, era verdad... ¿Tanto tiempo había pasado? Ni siquiera me había percatado. -Tsk...-Le miré con puro odio, el muy hijo de puta habia adelantado el tiempo cinco minutos más... sin seguir escuchándole comencé a correr, teniendo que tirarme al agua hasta conseguir subir a la paralela, mi corazón se aceleraba por segundos ante la presión de perder una nueva víctima por volver a llegar tarde, no podía permitirlo, subí a la pasarela, que, como no, había partido para hacerme perder aun más tiempo, perl no podía volver a tirarme al agua, perdería demasiado tiempo.. retrocedí un poco y, aun con el agua que me llegaba hasta los tobillos, salté hasta el otro lado, sinceramente no se como pude llegar.

    -Hijo.. de puta..-Jadeé, a penas me quedaban tres minutos, me abalancé sobre él, queriendo evitar que pulsase la palanca roja, dándole un fuerte puñetazo en el estómago que conseguiría doblar a cualquiera y una patada para conseguir que se alejase de la palanca, claro que para entonces yo ya había recibido más de una hostia que casi consigue que se me saltasen las gafas, pero las paré a tiempo... Y, hablando de tiempo, con la pelea había perdido bastante, solo quedaba un minuto -¡Mierda!-Exclamé, exasperado corriendo hacia la otra palanca , pero algo salió mal; por segunda vez, el destino había ido en mi contra... No solo no conseguí pulsar la palanca, sino que me pasé de largo, y no por mi culpa, sino por el agua que me impedía tener el control completo sobre mis pies, y en aquel momento estaba a punto de caer al tanque junto al pobre chico que ya estaba en un estado crítico.

    "¿Hasta aquí he llegado?"
     
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    Mientras escribía, se me ha ocurrido meter al padre de por medio, te cuento; la noche como habíamos acordado y por la mañana cuando iago descubra la verdad, que lo haga a través del padre (yo haré de él xD) y tiene que decirle algo, una pista para que tu pj caiga en la cuenta de quien es (aunque yo había pensado que el padre conociese demasiado bn a su hijo para saber q iago está viviendo puerta con puerta con el asesino xD) ¿qué te parece? jaja P.D; borra mensajes! xD


    Mi buen agente de policía me había roto la careta en uno de los puñetazos que recibí en la cara; de manera que la mitad de mi boca y buena par de la mandíbula quedaban expuestas a la vista de cualquiera. Y, en cuestión de unos pocos segundos, el agente y yo nos habíamos enredado en una pelea; recibí golpes y patadas de la misma forma que las paraba e intentaba devolverlas. Lo cierto es que la disputa estaba muy igualada hasta que, de pronto, un buen empujón me hizo retroceder hasta la mitad de la pasarela y nos separarnos guardando una distancia prudencial entre ambos; momento que él aprovechó para correr en pos de la palanca con el fin de desactivar la trampa y yo en dirección de la otra para activarla, antes de que él llegara. La diferencia es que yo si alcancé la mía y abrí la compuerta para liberar así a las más de cien pirañas hambrientas, pero lo que mi buen agente de policía no sabía era que aunque hubiese alcanzado la otra palanca no hubiera servido de nada, porque yo ya me había encargado de romperla. Pero eso nunca lo sabría, al no ser que yo se lo dijera ¿de verdad había pensado que tenía una mínima posibilidad de salvarle la vida? – “Iluso” – pensé, mientras sonreía con ironía y me daba la vuelta con el cuchillo en la mano para ver su cara de enojo y retomar nuestra pelea. Pero entonces ocurrió algo inesperado que hizo que mi sonrisa se deshiciera en mi boca; de pronto vi como el agente se tambaleó peligrosamente en el aire con medio cuerpo dentro y el otro fuera, a punto de caer en el tanque de agua. El tiempo pareció detenerse, incluso las manecillas del reloj iban más despacio hasta que se detuvieron por completo. Recuerdo como mi corazón empezó a bombear rápidamente y como de un momento a otro se me cortó la respiración, mientras se me secaba la boca y mis ojos se abrían hasta el infinito. Sin pensármelo dos veces corrí por la pasarela en su dirección y estiré el brazo para sujetarlo por la camisa milagrosamente a tiempo, antes de estampándolo contra mi pecho del esfuerzo cometido, al igual que pasó con mi vecino, Carlos, de manera que parecía que ahora mismo lo estaba abrazando.

    -¿A dónde cree que va? – no sé ni cómo me salió aquella pregunta de lo nervioso que me había puesto con tan sólo imaginar lo que le podría haber pasado; no, mi buen agente de policía no podía morir en un tanque de agua, si, debía morir, pero de una forma más cruel y dramática – No tenga tanta prisa en acabar con su vida, para usted he reservado el número especial – dije antes de darle la vuelta con brusquedad y pasar el cuchillo que llevaba en la mano por debajo de su garganta, de manera que nuestros cuerpos estaban pegados el uno con el otro, pecho contra espalda – Si se te pasa por la cabeza intentar algo o haces cualquier movimiento brusco, te degüello aquí mismo ¿queda claro? – le susurré al oído, tuteándolo. Llevé mi mano libre a su cara y me deshice de sus gafas, antes de tirarlas al suelo y chafarlas bajo el peso de mi bota cuero negro – Mira ¡quiero que mires bien! – le cogí por la barbilla, para que no pudiese apartar la mirada. Los gritos desgarradores de Mike se oían por toda la sala de la piscifactoría y mucho más allá, mientras se retorcía de dolor y sufrimiento para intentar liberarse de las cadenas. Yo empecé a reírme por lo bajo porque sabía que aún venía lo mejor, mientras las pirañas le devoraban lentamente la piel a bocados – ¿Sabe? Las pirañas son parecidas a los tiburones; son pacíficas hasta que huelen la sangre – de pronto un charco de color rojo empezó a aparecer alrededor de Mike, hasta que crear un surco de un buen tamaño – Deben de estar hambrientas, ¿por qué no les damos un buen festín? – dije antes de pulsar la palanca; fue entonces cuando el bloque de cemento se hundió para abajo y a través del cristal, se podía ver como aquellos animales nadaban rápidamente en círculos mientras se disputaban los trozos de la víctima que ahora también luchaba por respirar… hasta que finalmente murió devorado y ahogado.

    Ante toda la rista de comentarios absurdos, no pude hacer otra cosa si no reírme a carcajadas, mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Aunque a decir verdad hubo dos cosas que me molestaron; una cuando habló de mi trabajo como un error y, dos, cuando habló de mi pasado – Usted intenta desprestigiar mi trabajo llamándolo error, pero déjeme decirle una cosa; yo al menos no he tenido ningún fallo y he completado mi misión. ¿Puede usted decir lo mismo, agente? – le pregunté con sarcasmo, burlándome ahora yo de su craso error – Vera; sólo hay dos cosas seguras en esta vida una es la estupidez humana y la otra la muerte. Todos moriremos algún día y puede que yo sólo sea un psicópata más en la historia, como usted dice, pero en este momento puedo elegir el cómo, cuándo y dónde acabar con la vida de muchas personas, incluido la suya por si no se ha dado cuenta todavía. Usted no tiene miedo a morir, pero… tiene miedo a que muera más gente – de pronto mi cuerpo se tensó tras él, nervioso; retiré la cabeza de su hombro y durante unos segundos me quedé pensando en las palizas que me propinaba mi padre en aquel sótano. Ahora estaba realmente asustado; mis ojos se movían muy deprisa y tenía la respiración agitada. De hecho tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para recuperar el control de mi mismo; con mi mano libre saqué del bolsillo el bote de pastillas y abrí la tapa con el pulgar, antes de llevarme dos a la boca. Un par de minutos después ya me había serenado y estaba más tranquilo, ¿habría notado mi leve temblor? – Pero agente, si quiere hacerme daño ¿cómo es que no ha ido a visitar ya a mi padre a la prisión? Él sabía muy bien cómo hacérmelo ¿no se lo han dicho? ¡pero si está pudriéndose de asco en su misma cárcel! vaya a visitarlo y dele saludos de mi parte…

    -Por cierto, cambiando de tema, ahora que estamos los dos solos, porque la verdad es que soy un poco vergonzoso, yo siempre me alegro de volver a verle aquí, conmigo – bromeé, apretándolo contra mi cuerpo – Pero si prefiere cortársela, sólo tiene que pedírmelo – bajé el cuchillo hasta su entrepierna, cortándole el primer botón sin dejar a un lado mi sonrisa – Mi querido agente, debería pensar las cosas antes de hablar de amputar miembros conmigo, ¿no cree? Como sea, yo quiero tenerle de una pieza. Oh, casi se me olvida, venga conmigo, quiero enseñarle algo – lo empujé a seguir caminando por la pasarela en dirección hacia otro tanque de agua, aparentemente normal – Usted me preguntó al principio por el truco, ¿no? Bien pues aquí lo tiene. ¿Ve esas pinzas unidas al tanque? Los cables están conectados a la corriente eléctrica de este establecimiento. Una persona media puede soportar un máximo de hasta 50 voltios, sintiendo dolor, así que imagínese que podría pasarle a su cuerpo, si le dan una descarga de más de 3000 voltios, agente. Mi idea, por si se le ha pasado por la cabeza avisar a la policía, es romper este tanque y desbordar toda el agua por el suelo, acabando así con las patéticas vidas de sus compañeros. ¿Se está divirtiendo, agente? Porque yo lo estoy disfrutando – activé la corriente eléctrica con la palanca y el agua comenzó a agitarse; chispas de color azul y amarillo se movían por encima de la superficie, como si tuvieran vida propia – Agente, ¿soy yo? ¿o aquí hace un poco de calor? – Después lo empujé contra el tanque de agua, aunque por supuesto antes me dio tiempo a apagar la corriente eléctrica – No lo olvide, mi padre se llama Peter Black – dije despidiéndome de él.

    Edited by † Miss Skull † - 9/7/2014, 12:38
     
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    Mi corazón parecía haberse detenido y, a cada milímetro que me desplazaba, parecía que lo estrujabam más y más, mi respiración se ralentizaba y mi cuerpo se dejana llevar por la inercia, con un nudo en la garganta que me impedía gritar... Según caía pude ver las compuertas del segundo tanque abrirse "¿Pirañas?"Pensaba, cerrando los ojos en espera del contacto con el agua y los mordiscos de aquellos animales acuáticos a mi cuerpo, en espera de mi muerte... pero aquello nunca llegó, ni siquiera llegué a caerme al agua. De golpe un fuerte brazo agarró mi camisa, jalando de mí de nuevo hacia la pasarela y, por segunda vez en a penas tiempo, me vi abrazado contra el pecho de otra persona mientras mi corazón iba retomando su ritmo normal y, después, se aceleraba el doble... Aunque lo peor no era ser abrazado, y es que esta vez no lo estaba siendo por el pervertido de mi vecino Erich, sino por un jodido psicópata que se supone que debería haberme dejado morir... ¿Por qué salvarme la vida ahora si luego pensaba matarme? Ni lo sabía ni lo quería saber.

    Comencé a jadear, lo había pasado realmente mal durante aquellos terribles segundos en los que por poco no me fui al otro barrio, aunque dejé de pensar en todo eso al comenzar a escuchar los gritos del pobre chico... Observé de reojo al asesino, que me mantenía contra él, escuchando sus palabras "Era de suponerse"Pensaba, suspirando, cuando de golpe me dio la vuelta... poniédome el cuchillo al cuello. "¿No se suponía que no pensaba matarme?"Pensaba, tenso, sintiendo su cuerpo apegado a mí contra mi espalda ... -Clarísimo...-Gruñí, asqueado al tener su aliento rozando mi piel... Lo que no me esperaba es que me quitara las gafas, dejando mis ojos al descubierto mientras se encargabs de romperlas -N-no..-Mi voz se ahogó al ser forzado a ver aquella terrible escena, los gritos de Mike inundaban el lugar mientras las pirañas se alimentaban de su carne... Quería mirar hacia otro lado, pero la mano de aquel desgraciado agarrando mi barbilla me lo impedía, así que opté por cerrarlos, escuchando sus risas en mi oído, pero al escuchar un estruendo mayor los abrí de golpe, solo alcanzando a ver el charco de sangre que se había formado para luego bajar la mieada, observando como los animales nadaban alrededor, acabando con lo que quedaba de él... Esto era demasiado.

    -Cabrón..-Murmuré con rabia al escucharle reír, esta vez a carcajadas, mientras se defendía de lo que anteriormente le había dicho... Yo solo bajé la cabeza, sin nada que decir, pues esta vez, aunque muy a mi pesar, él tenía la razón. Continué escuchándole, soltando una leve risita -Siento decirte, que a mí lo único que me da miedo es que tú mueras sin haber pisado la cárcel-Volteé al sentir la tensión en su cuerpo, viendo con cierta curiosidad el nuevo estado en el que se encontraba, por los agujeros de la máscara pude notar sus ojos moviéndose de un lado a otro, inquietos, y su respiración se había acelerado. Arrugué la nariz al ver el bote de pastillas, yo lo había visto antes pero... ¿Dónde? Me distraje al escuchar sus palabras "¡¿Su padre?! Nadie me ha informado de que lo tuviese"Pensaba, confuso -Gracias por la información-Comenté con cierto recelo, no sabía si era mentira o no; pero como fuese cierto alguien me iba a oir.

    El que se tensó fui yo con aquella especie de 'broma' cuando me apretó más contra él, no me había hecho ni la más mínima gracia -Lástima que me haga falta para otras cosas, sino, te dejaría encantado-Comenté con cierta ironía, aunque sin dejar de atender los movimientos de su cuchillo que cortó el botón, haciendo que se deslizase un poco por mis caderas... Luego me llevó a empujones hasta un segundo tanque "¿Así que ese era el truco"Pensaba, escuchando sus palabras -Oh si... es muy divertido, pero ¿Cómo pensaban salir ileso de esto? Porque el agua aquí está por todos lados, y con que te salpicase un poco sería suficiente para que te electrocutases tú también-Comenté, observando el agua agitarse y las chispas saltar... De pronto me empujó hacia el tanque, y pensé que esa era la 'función' que me tenía preparada, pero para cuando entré el contacto con el agua la corriente se había detenido... claro que antes de hundirme disparé un par de veces sin demasiado exito, porque ni siquiera le rocé "Joder..."Pensaba, nadando hacia la superficie de nuevo... con la tontería me habíahundido un par de metros y, para cuando conseguí salir él ya se había largado. Salí del tanque con cierta dificultad, chorreando agua y con el doble de dolores de los que había venido-Cabrón-Reí sin ganas, ya no tenía sentirdo intentar perseguirle... Llamé a mis compañeros para informar de lo ocurrido para después ir de regreso a comisaría, habiendo tenido que quitarme el uniforme y yendo solo con los pantalones y los zapatos; que ridículo.

    Tras acaparar más de alguna mirada que no me gustó fui a cambiarme, secándome el pelo lo mejor que pude, aunque aun se quedó algo mojado... creo que ya no me hacía falta ducharme "Y encima tengo que ir a aguantar a ese idiota"Pensaba, cabreado conmigo mismo, desde que había llegado a aquella ciudad absolutamente nada me había salido bien, ni mi trabajo ni la relación con los vecinos, a los que no debería ver y, sin embargo, había acabado siendo violado por uno de ellos. -Que estúpido he sido..-Susurraba mientras me ponía la ropa con la que habia ido, teniendo cuidado de cubrir las marcas que ya me había visto media comisaría, no me apetecía exibirlas más, aunque tenía el tiempo justo para llegar hasta aquel bar por lo que no pude entretenerme mucho. "Mañana me encargaré de lo de Black" Salí de comisaría, pidiendo un taxi para que me condujese hasta aquel bar y, cuanto más cerca estaba, más me tensaba.

    No sabía bien como actuar y tampoco sabía como actuaría él, posiblemente haríamos como si nada pasara pero... ¿Y si no era así? ¿Y si quería algo más o repetir lo de anoche? No podía permitirlo, no una segunda vez... Salí del taxi, pagándole al conductor, y entrando al bar a la hora justa a la que habíamos quedado, mirando hacia ambos laspdos en busca de aquella cabellera pelirroja. Para no ser tan tarde ya había mucha gente, y aquello no me agradaba mucho "Como no esté me voy para casa"Pensaba, comenzando a ponerme nervioso según iba pasando entre la gente.
     
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    -¡Iago! ¡Iago! – llamó Jack, un compañero de trabajo del susodicho; era un hombre alto, de piel morena, pelo negro y ojos marrones que vestía con una camisa blanca, unos vaqueros azules, un cinturón de cuero marrón y zapatos negros de charol. Era un hombre atractivo con un encanto sureño – Vaya, no esperaba encontrarte aquí después de… bueno, ya sabes – Jack desvió la mirada a un lado, sonrojado; al recordar como su compañero de trabajo había entrado en el retén sin el uniforme y empapado de la cabeza a los pies – No te culpes por ello ¿De acuerdo? No fue culpa tuya, hiciste lo que pudiste y creo que nadie podría haberlo hecho mejor que tú dadas las circunstancias – le pasó una mano por encima de su hombro, a modo de ánimo – Estoy seguro que la próxima vez atraparás a ese hijo de puta tú sólo, Iago, confío en ti, puedes hacerlo. Pero ahora olvidémonos un rato del trabajo ¿Has venido sólo o acompañado? ¿Sabes? Me da igual, ven conmigo, vamos a bailar un poco y luego te invito a beber algo – y sin esperar una respuesta por parte del otro lo tomó de la mano y lo sacó a la pista de baile entre todo el tumulto de gente que había a su alrededor. Jack ya llevaba unas copas de más, estaba seguro de ello o en mi opinión tenía mucho valor para acercarse a Carlos de aquel modo e intentar deslizar sus manos por su cintura para atraerlo hacia sí mismo – Iago yo…

    El local estaba a foro completo; había más de cinco barman sirviendo en la barra y la música sonaba muy fuerte, mientras que la pista de baile estaba a rebosar y la zona del billar y los dardos era una zona más tranquila para relajarte en los sofás. Entendiendo por relajarte, enrollarte con alguien. Me quedé estático durante unos segundos en el sitio mirándolos sin ningún tipo de expresión en mi rostro, mientras todo el mundo bailaba a mí alrededor. Sentí como la adrenalina corría a través de mis venas rápidamente, al igual que cuando me disponía a torturar a alguien; ahora mismo se me ocurrían mil y una formas distintas de matar a ese otro hombre que le estaba poniendo las manos encima a mi vecino como si tuvieran una relación especial. ¿De qué se conocían? O ¿Lo había conocido mientras bailaba? Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas. No sabría describir con palabras lo que sentí en aquel momento, pero estaba incómodo, ciertamente molesto y quizás ¿celoso? al ver a Carlos bailando con otro que no fuera yo. Había tantos sentimientos que mi vecino despertaba en mi interior, que nunca me daba tiempo de clasificarlos todos – “Aparta tus sucias manos de encima, escoria, antes de que te arranque las uñas una por una y luego haga lo mismo con tus dedos y tus manos” – pensé, abriéndome paso entre el tumulto de gente en dirección hacia ellos. Y, cuando llegué a su altura, no se me ocurrió otra idea mejor que tirar de Carlos por el hombro hacia atrás para despegarlo de aquella… alimaña.

    -Siento el retraso, Carlos, mi trabajo me ha tenido muy ocupado hoy – me disculpé, sin apartar la mano de su hombro y haciendo una leve presión por si se le ocurría la brillante idea de volver a los brazos del otro. Su compañero me dirigió una mirada cargada de asco y desprecio infinito, claramente le había jodido los planes de esta noche. Y no pude evitar sonreír de oreja a oreja con sarcasmo – ¿Carlos? – preguntó, sorprendido – Vaya, no sabía que tenías dos nombres, Iago – mi sonrisa se deshizo en mis labios y miré a mi vecino fijamente con suspicacia – ¿Y tú eres…? – ante su pregunta desvié la mirada y volví a mirarlo – Me llamo Erich, soy el vecino de… Iago – para poder hablar mejor, nos dirigimos a la zona de juegos y me senté en un lado del sofá, mientras que el otro se había sentado en el opuesto extremo; de modo que mi vecino tenía que sentarse en medio de ambos – ¿Sólo Erich? – me preguntó esperando que le dijera el apellido – Para ti, sí. ¿Y tú quien eres? – pregunté, desviando el tema de conversación – Soy Jack Thompson, compañero de trabajo de Iago – yo me hice el sorprendido – ¿De veras? Debe de ser agotador trabajar con mi vecino – bromeé con la intención de sonsacarle más información – Agotador no lo sé, pero el trabajo de policía siempre es arriesgado – yo asentí con la cabeza, mirando a mi vecino – Ya veo… ¿Así que policía, eh, Iago? – después sonreí sin alegría, mientras por dentro pensaba en los cientos de problemas que podrían venírseme encima si me descubría y porque no si él era mi querido agente de policía. Porque no lo era, ¿verdad? No quería matar a Carlos, no creo que podría hacerlo o ¿sí?

    -Oye, vamos a dejarnos de rodeos, me estás molestando y quiero estar a solas con Iago así que; ¿por qué no te pierdes por ahí un rato? – me sugirió amablemente su compañero de trabajo, a lo que yo respondí ampliando aún más mi sonrisa – Verás, lo haría gustosamente, pero creo que ahora mismo tengo un calambre en la pierna y no puedo levantarme del sofá – bromeé, consiguiendo enfurecer más a ese tal Jack – Te propongo un trato; ¿por qué no decidimos quien se queda con él esta noche con una partida a los dardos? – yo me encogí de hombros, antes de aceptar el reto. Por supuesto Jack Thompson como policía que era tenía muy buena puntería y disparó los tres dardos dando siempre en la diana del centro. Se acercó hasta mí y me dio los dardos en la mano, mientras apoyaba la suya en mi hombro y me susurraba al oído – No tienes nada que hacer – yo me quedé mirando aquella mano que había tocado mi hombro sin mi permiso con cara de asco y me dispuse a ponerme en posición de tiro. Pero cuando vi como el susodicho apoyaba una mano en la pared, mientras que con la otra volvía a dejarla caer sobre mi vecino; se me ocurrió una idea mejor. Y disparé el primero y el segundo dardo fuera a propósito y el tercero le di de lleno en la palma de la mano, atravesándole la carne – ¡Vaya cuanto lo siento! Pues sí que tienes razón, no tengo nada que hacer; pero que mala puntería tengo y que malo soy en estos juegos – no me eché a reír, pero poco me faltaba – ¡Serás hijo de puta! – se dirigió cara a mí dispuesto a iniciar una pelea, pero entonces los de seguridad lo echaron fuera del local y supongo que luego se fue directo en dirección al hospital más cercano para que le curaran esa mano suya.

    Cuando me quedé a solas con Carlos o Iago, ya no sabía porque nombre llamarlo, volví a sentarme a su lado – Oh, Carlos, siento mucho lo de tu compañero. Discúlpame, no era mi intención atravesarle la mano con el dardo para que quitase sus sucias manos de lo que es mío – no era una disculpa y ni si quiera me tomé la molestia en fingir una. Estaba enojado; no sólo había encontrado a mí vecino bailando con otro, sino que además había descubierto cosas de Carlos que nunca antes me había contado. Y que podría poner en peligro nuestra amistad por llamarlo de alguna forma, además de su vida si descubría que él era el policía que andaba buscando o me descubría él a mi primero como psicópata que la ley tenía intención de llevar a la silla eléctrica – Así que al final has venido y por lo visto muy bien acompañado, ¿no? – estaba bromeando mientras sonreía, pero obviamente mi voz había cobrado un matiz cargado de ironía – Dime, Carlos ¿o es Iago? ¿Cuándo pensabas decirme que eras policía? Porque, si me lo hubieras dicho antes, podríamos haber utilizado tus esposas – dije acercándome peligrosamente hacia él y susurrándole al oído, antes de ponerme en pie de repente – ¿Sabes? Se me acaba de ocurrir una idea.

    Tomé a Iago de la muñeca con fuerza y conduje entre la multitud hasta el baño, donde una vez dentro encontré lo que de costumbre; tíos enrollándose entre ellos, unos metiéndose coca por las narices y otros directamente consumiéndola a través de los porros. Motivo por el cual ninguno de ellos nos prestó la menor atención cuando lo conduje sin demasiada delicadeza dentro del lavabo y cerré la puerta tras de mí con pestillo – Iago, me gusta más ese nombre, sí – dije antes de empujarlo contra el retrete, obligándole a sentarse, antes de acercar mi rostro al suyo – Estoy enfadado contigo, ¿Lo sabes, verdad? – pero ni mi voz ni mi rostro mostraban dicha expresión – Habías quedado conmigo y te pones a bailar con el otro. ¿Por qué? ¿Acaso… acaso tú pretendes darme celos? – solté una risa traviesa, antes de cogerle del pelo y tirar de él hacia atrás – Porque si esa era tu intención, enhorabueno, lo has conseguido – dije antes de besarle violentamente.
     
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  7. •Shena Uchiha•
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    -Joder... lo que me faltaba-Me quejé al ver al inconfundible moreno llamándome a lo lejos por mi verdadero nombre , ¿Cómo se pdía ser tan idiota e incompetente? Aunque no era culpa del chico, no, era culpa de la formación que le habían dado en ese país... Además de alto, era un hombre muy atractivo, así que llamaba mucho la atención, y aun más dando esos gritos... ¿Qué haría si mi vecino estaba por allí? Mi ceño se frunció con su nuevo comprtamiento -¿Después de qué?-Inquirí mientra veía al chico enrojecer... No sabía si el extraño era yo, o realmente aquella gente tenía un modo bastante extraño de expresarse y reaccionar. Suspiré con pesadez tras sus palabras de 'apoyo' -No trates de defender lo indefendible... Fue un error imperdonable-Observé con mala cara su mano sobre mis hombros, no me gustaba ser tocado, ya había tenido bastantes 'roces' aquel día -Estaba buscando a..-Sin poder acabar de hablar siquiera me tomó de la mano, llevándome hasta la pista de baile entre toda la gente -¿Qué cojones estás haciendo?-Traté de separarme en cuanto sus manos bajaron a mi cintura, intentando apegarme a su cuerpo... mi cuerpo tembló por un momento, recordando como aquellos hombres me trataban de igual modo en el burdel, era asqueroso... por muy atractivo que fuese aquel chico, me daba demasiado asco. -Jack ya basta... esto es ridículo, y para de llamarme por mi nombre-Me quejaba, tratando de librarme de sus fuertes brazos mientras él trataba de decir no se qué...

    De golpe otra mano se atrevió a colocarse sobre mi cuerpo, jalando de mí hacia atrás, volteé cabreado, no sabía de quien se trataba esta vez, pero me estaba empezando a cansar... Mis ojos se abrieron al máximo y mi labio inferior titubeó al reconocer al hombre que tanto me había hecho gritar la noche anterior... Mi vecino había llegado, con no demasiada buena cara al encontrarse con la situación... Lo peor es que yo no había tenido nada que ver... Escuché sus disculpas "Su voz... ¿A la de quién se me parece?"Pensaba, tenso, aunque en aquel momento tenía problemas mucho peores que el tema de su voz... Su mano ejerció presión sobre mi hombro, al parecer por si trataba de irme de nuevo con Jack, el cual no tardó en cagarla... "¿Acaso no tienes cerebro o tanto has bebido?"Pensaba, aun así me mantuve tranquilo bajo la mirada de mi vecino, que ya se había dado cuenta de lejos de mi engaño... Por una vez Jack hizo bien y desvió su atención de mí, pero no tardó en volver a cagarla al ir hasta la zona ded juegos... "Tengo que largarme de aquí"Pensaba al verme en medio de andos, dándole disimuladas miradas venenosas a Jack, que le dio toda la información que quiso a 'Erich', del cual cada vez me fiaba menos. -Si...-Volteé a ver a Erich con una sonrisa tranquila... claro que la situación no tardó en empeorar entre la borrachera del uno y la mala personalidad del otro.

    -No soy ningún juguete para que me sorteéis de esta forma...-Hablé sin poder ocultar mi molestia... y es que no pensaba irme con el uno ni con el otro. Como buen policía Jack las acertó todas (al parecer era para lo único que servía) y, tras tirar los tres dardos y decirle algo a mi vecino que no conseguí escuchar volvió hacia donde yo estaba, apoyándose en la pared con una mano mientras la otra volvía a ponerla sobre mis hombros, y, por mucho que intenté deshacerme de ella disimuladamente él la mantenía firme en su sitio... En cuanto Erich lanzó el segundo dardo me di cuenta de sus intenciones, pero aun así no dije nada, quizás así el idiota de Jack me quitase la mano de encima... aunque lo que si que no me esoeraba era que el pelirrojo tirase tan fuerte como para poder perforarle la palma de la mano -¿¡Estás loco!?-Exclamé, poniéndome en pie con la intención de detener la pelea, mas los de seguridad se encargaron en mi lugar, aunque en vez de llevarse a Erich fueron y se llevaron al moreno "Inútiles"Pensaba, cubriéndome la cara, y es que prefería mil veces que aquello hubiese sucedido al revés pues al menos sabía que Jack no era capaz de violarme, o al menos eso creía... Miré mal a mi vecino tras su comentario -¿Tuyo?-Casi hablé con asco, yo no era de nadie, y mucho menos suyo "Sucio violador"Pensaba, escuchándole -No vine con él, venía solo y me lo encontré...-Me defendí, comenzando a enfadarme en serio -Nunca me preguntaste en qué trabajaba específicamente- Repliqué, tratando de ignorar lo de las esposas mientras iba retrocediendo según se iba acercando, susurrando en mi oído que tenía una idea -¡No!-Grité sin poder evitsrlo, tratando de evitar que me llevase a rastras hasta el baño, pero ni siqiuera tenía fuerza... este era el peor día ed mi vida.

    Al entrar había más de un tío enrollándose con otro u otros, algún que otro yonki esnifándose o fumando porros... yo miré hacia otro lado, avergonzado por mi situación, mientras era empujado de golpe a uno de los lavabos, acabando estampado contra la pared para después ser forzado a sentarme, escuchándole hablar. Tragué saliva manteniéndome en silencio y echándome para atrás todo lo que pude; no quería acabar como ayer... y mucho menos en un lugar como este. -Ngh-Me tiró del pelo, consiguiendo que echase la cabeza hacia atrás para después besarme sin ninguna delizadeza, era tan asqueroso y a la vez tan atrayente; como lo detestaba... Al igual que la noche anterior le mordí, golpeando su espalda sin conseguir reunir la fuerza necesaria para hacer un daño importante, estaba demasiado cansado como para poder defenderme correctamente.

    Agarré su nuca, empujándole más como mi rostro, ya que no podía hacer nada, esta vez al menos no actuaría como un gallina... Le agarré del pelo y jalé hacia atrás tal y como había hecho él conmigo, consiguiendo que se separase unos centímetros de mi boca -Enfádate...-Hablé en un gruñido ronco por la falta de aire momentánea, tomando esta vez yo la iniciativa de un nuevo beso aun más agresivo y hambriento que el anterior; ni siquiera sabía exactamente por qué actuaba así... supongo que simplemente quería acabar con aquello cuanto antes. Con la mano libre abrí su camisa con la única intención de clavar mis uñas en su pecho... Quería hacerle daño, quería que sufriese al igual que yo ayer.
     
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    De pronto Iago hizo algo que me dejó completamente anonadado, definitivamente no estaba preparado para lo que iba a ver o a sentir a continuación; primero me mordió los labios y noté como sus dientes se hundía en mi piel hasta que sentí una mezcla de dolor y placer al mismo tiempo que me dejó extasiado. Después golpeó mi espalda con sus manos y si lo que pretendía era hacerme daño estaba muy lejos de conseguirlo, de hecho me gustaba mucho y conseguía excitarme hasta límites insospechados. Luego me dejé hacer cuando me cogió por la nuca y me empujó hacia atrás, mientras me cogía del pelo con fuerza y rompía el beso para susurrarme algo sobre mi boca que me dejó sin palabras – No, es mejor para los dos que… – pero no pude continuar hablando porque mi vecino me besó con tanta rudeza o más que yo, mientras me desabrochaba la camisa con los dedos y me arañaba el pecho con sus uñas hasta dejarme marcas de color rojo de arriba abajo. Yo abrí los ojos como platos sorprendido y sonreí con malicia cuando comprendí lo que estaba pasando, no hice nada por detenerlo y le dejé hacer hasta que llegó mi turno… pues no podía consentir que tuviera la situación bajo control – Se te acabó el tiempo – le avisé, antes de cambiar las posiciones; lo cogí en volandas, de manera que sus piernas ahora rodeaban mi cintura, y me senté en el baño, mientras sentía su entrepierna muy cerca de la mía… eso no hacía sino excitarme aún más de lo que ya estaba. Iago no podía tener queja de mí al respecto; lo dejaba tocarme cómo y cuando él quería, a diferencia de mis víctimas que acababan todas torturadas y generalmente descuartizas antes de acabar muertas – Iago, ¿Quieres que te cuente un secreto? Me gusta cuando me haces daño – mis manos se deslizaron por su trasero y lo apreté más contra mi cuerpo para que viera que no le estaba mintiendo y sintiera mi creciente erección.

    Tan sólo fue una fracción de segundos; pero me vi reflejado a mí mismo en el pomo de metal de la puerta y la mirada que me devolvió aquella cara me puso los pelos de punta – “No, no, no, ahora no” – recuerdo que pensé, antes de apartar la vista de la manivela a toda prisa. Intenté no darle importancia y continué con la faena; yo no me detuve a desabrochar ningún botón y le rompí la camisa de un tirón para dejar al descubierto cuello y pecho, antes de darle pequeños mordiscos y besos empezando por el mentón y continuando por su cuello en dirección hacia su pecho. Cuando, de pronto, volví a escuchar aquella voz dentro de mi cabeza – “¿¡Qué estás haciendo!? ¡Mátalo!” – me dijo, claramente enojado. Y fue en aquel momento cuando me detuve durante una fracción de segundos y supe que tenía que tomarme rápidamente la medicación – “¡Déjame en paz! ¡No quiero hacerlo!” – tenía el pulso acelerado y mi corazón latía muy rápido; claro que mi vecino no tenía ni idea de lo que estaba pasando y sólo esperaba que lo hubiese confundido con los mismos síntomas que tenía uno cuando estaba excitado – “¡Mátalo” – volvió a repetirme con insistencia y esta vez mis labios se movieron por si solos formulando en silencio aquella palabra – “¡No!” – negué con la cabeza y, de repente… pasó la peor de todas las desgracias – “Entonces déjame hacerlo a mí” – yo cerré los ojos un momento y volví a abrirlos muy despacio; primero miré al susodicho que tenía en mi regazo quien al parecer me tenía sujeto del pelo y me estaba arañando el pecho. Después alejé mis labios de su cuerpo y me quedé mirando aquel camino de besos y mordiscos que acababa de hacerle apenas unos segundos… antes de sonreír con malicia como lo haría Ramsay Black.

    -¿Te estás divirtiendo, agente? Porque yo lo estoy disfrutando – luego lo estampé violentamente contra la puerta y le di la vuelta, mientras mis manos se deslizaban por sus pantalones y le desabrochaban rápidamente tanto la cremallera como los botones. No tenía la más mínima intención de desnudarle, yo no era amable. A continuación hice exactamente lo mismo con los míos y con una mano le agarré del pelo, mientras que con la otra agarraba con fuerza su cuello. Iba a hacerlo gritar de dolor, para deleite de mis oídos – ¿No querías verme enfadado? – pregunté con sarcasmo pegado a su oído – Pues aquí estoy – dije antes de abrirle las nalgas y penetrarle con violencia. Cuando, de pronto, volví a recuperar el control de mí mismo y me vi metido en aquella situación. Inmediatamente aflojé el agarre tanto del pelo como del cuello y me quedé muy quieto. No sé qué es lo que me hizo continuar; pero empecé a besarle el cuello con mis labios, mientras que con una mano jugaba con sus pezones y la otra la llevaba a su miembro para masturbarlo de arriba abajo. Me estaba esforzando en hacerle sentir bien porque sabía que muy probablemente le hubiera hecho daño y por mucho que yo disfrutase con el dolor… me daba mucho asco cuando perdía el control de mismo. Pasados unos minutos y cuando creí que estaba listo empecé a mover las caderas despacio para luego ir cogiendo velocidad poco a poco. Y, sin saber muy bien porque, subí la mano del pecho hasta su cuello y le giré la cara para besarlo. Fue un beso normal; ni violento ni tímido, para intentar ahogar sus gemidos.

    Yo quería acabar ya cuanto antes, porque temía que volviera a sucederme lo mismo de hace apenas unos segundos y acabara así con la vida de Iago. Así que mientras lo embestía y lo masturbaba con la mano esperé pacientemente a que se corriera y, unos minutos después, yo hice lo mismo con un gruñido gutural que salió desde lo más profundo de mi garganta. Estaba empapado en sudor, la camisa se pegaba a mi cuerpo, y tenía la respiración agitada, mientras mi pecho subía y bajaba a un ritmo vertiginoso. Salí fuera de su interior, antes de subirme la ropa interior y los pantalones y abrocharme nuevamente la camisa… antes de sentarme en el baño. Allí me llevé las manos a la cara y me escondí tras ellas, después pasé mis dedos por mi pelo y me hice un ovillo – “Iago… quiero irme a casa” – susurré a media voz. Pero entonces ocurrió algo inesperado; cuando alcé la mirada la cara de mi vecino se transformó en una de las tantas víctimas que había violando, torturado y asesinado sin ningún remordimiento, tenía el rostro salpicado de sangre y me sonreía maliciosamente – “Mátame” – me dijo, antes de volver a recuperar la cara de Iago. Yo lo miré horrorizado, como si hubiera visto al mismísimo diablo; estaba tan asustado, como no lo estaba desde que era un niño - ¿Puedo... Puedo dormir esta noche contigo?

    Edited by † Miss Skull † - 18/7/2014, 02:45
     
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  9. •Shena Uchiha•
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    Aquel hijo de puta estaba disfrutando de lo lindo con mis intentos de hacerle daño , y eso no hacía más que cabrearme y excitarme más a mí, no sabía que coño era lo que me pasaba, yo siempre había odiado aquello pero... Aunque me muriera de asco, continuaba pareciéndome excitante... quizás debería ir a un psicólogo pero lo extraño era que solo me pasaba con él, pues a Jack por ganas le habría dado una paliza solo por haberme llevado a bailar, lástima que fuese mi compañero y mis autolimitaciones me lo prohibían, pero, si no, lo habría hecho sin dudarlo. Poco después de quedar satisfecho de arañarle él decidió por su cuenta que 'mi tiempo se había acabado' -N-no... espera-Mis palabras no sirvieron para nada pues, sin haber acabado la frase, ya había cambiado las posiciones. Mis piernas rodearon su cintura obedientemente en cuanto me alzó y, conmigo sobre él, se sentó... -Ya.. me he dado cuenta-Respondí tras su confesión, sintiendo todo mi cuerpo erizarse al agarrarme el trasero, apegándome más a su cuerpo... No tardé en sentir su miembro endurecerse contra mis nalgas "Asqueroso"Eso era lo que pensaba mientras por la otra parte mi cuerpo reaccionaba a su favor, hundiendo mis manos entre sus cabellos y dando leves tirones, mientras aun arañaba su cuerpo en lugares lo más visibles posible, quería marcarle.

    Poco después de nuevo comenzó a comportarse de manera extraña, ni siquiera me miraba a mí, por alguna razón miraba hacia la puerta y su cuerpo se tensaba bajo el mío "¿Qué cojones...?"Pensaba, confuso, para poco después verle tratando de disimularlo y continuar, cargándose mi camisa y comenzando a mordisquear y besar mi mentón, para luego pasar a mi cuello, consiguiendo que liberase algún que otro suspiro de placer y, cuando iba a llegar a mi pecho volvió a detenerse... "Este chico... no está bien"Pensaba mientras él sacudía la cabeza... segundos después alzó el rostro y me miró con una sonrisa malicisa, nada que ver con su personalidad anterior, y me habló tal y como haría aquel psicópata "¿Él... puede ser que sea...?"Ni siquiera pude reaccionar antes de ser estampado contra la puerta del cubículo. Se levantó, dándome la vuelta y poniéndome contra la pared mientras me desabrochaba los pantalones, que cayeron hasta mis pies -¡Agh!-Me quejé cuando agarró mi cuello con tanta fuerza, al igual que mi pelo... -N-no... no lo hagas- Me tensé al escuchar sus palabras en mi oído, sabiendo lo que pasaría, pero aunque lo supiera y aunque le pedí que no lo hiciese cuando pasó no sirvió de nada. -¡Hijo de puta!-Exclamé en un grito ronco al tener su mano apretando fuertemente mi cuello, sintiendo mi interior desgarrarse. Había agarrado mis nalgas y, tras separarlas, me había penetrado con toda su fuerza... Tanta que me empotré aun más contra la puerta la cual arañaba con desesperación, que tembló al igual que lo estaban haciendo mis piernas del puto dolor que sentía. Mi interior,que ya bastante mal había quedado la vez anterior, ahora estaba rematado, y juraría que estaba sangrando de nuevo por deducción al sentir un líquido bajar lentamente desde mi entrada hasta mis muslos, porque si eso fuese semen no iría exactamente para afuera... Tras forzarme por segunda vez se quedó quieto y aflojó ambos agarres mientras yo aguantaba las lágrimas, no le daría el gusto de ponerme a llorar... Pero es que dolía demasiado.

    Después, como queriendo tratar de arreglarlo, comenzó a besarme el cuello mientras con una mano endurecía y jugueteaba con mis pezones y con la otra manoseaba mi entrepierna. Inevitablemente los gemidos comenzaron a escaparse de entre mis labios, gemidos tanto de dolor como de placer, no solo por las caricias, sino también por el daño recibido... Y es que estúpida,ente aquella forma abrupta de violarme no había hecho más que excitarme, dándome asco a mí mismo. "Soy estúpido"Pensaba, sintiendo como, minutos después, comenzaba a embestirme, intensificando mucho más el dolor que en ningún momento había incrementado y para colmo cada vez iba más rápido... aunque poco a poco con el tiempo comencé a acostumbrarme a ello. Después la mano que mantenía en mis pezones fue subiendo hasta tomar mi cara, haciéndome girarla para besarme y así acallar mis gemidos. Así continuó un tiempo, follándome y masturbándome al mismo tiempo hasta que no pude más y, muy a mi pesar, acabé corriéndome... Minutos después él me imitó, solo que en mi interior.

    Jadeé, agotado, sin saber como aun podía mantenerme en pie; mi cuerpo estaba empapado con mi propio sudor y, en cierta zona, con mi propia sangre y con fluidos del que ahora mismo se estaba saliendo de mi... Caí de rodillas, recargándome en la puerta mientras el sube-y-baja de mi pecho y mi corazón se relajaban "¿Por qué... tengo que acabar siempre así? Quizás nunca debí salir del burdel... allí al menos me pagaban por esto... y daba el mismo asco"Pensaba, echando mi flequillo hacia atrás y limpiando el sudor de mi frente mientras me subía la ropa interior y me ponía en pie para poder hacer lo mismo con mis pantalones, tratando de cubrir mi torso como podía con lo que quedaba de mi camisa y, sin saber por que, me di la vuelta para poder verle; acabando más confuso que antes.

    Estaba sentado sobre el retrete, cubriendose la cara y en posición fetal, diciendo en un susurro que quería irse a casa, como un niño asustado "Soy yo quien debería estar así"Pensaba, recibiendo una mirada como si hubiese visto en mí al demonio, completamente aterrorizado y pidiéndome dormir conmigo; yo por mi parte suspiré -Vamos casa, anda, dormiré contigo...-Le hablé con más amabilidad de la que yo mismo esperaba, acariciándole el cabello por un segundo, ayudándole a ponerse en pie y saliendo del baño, tratando de taparme como podía, teniendo que ir apretando las nalgas durante todo el trayecto hasta la calle pues ni siquiera había podido sacarme su semen, teniendo que ignorar bastantes miradas por culpa de las pintas que llevaba. Llamé a un taxi y le hice subir, no sabía si él había venido con un coche propio, pero si era así ya iría a recogerlo al día siguiente. Al llegar a la edificcaxión le pagué al taxista y bajé con dificultad, sin pronunciar palabra y subiendo malamente todas aquellas escaleras, teniendo que apoyarme en las paredes y llevar una mano a mis caderas en las que el dolor sufrido ambos días se acumulaba, al igual que en mi culo, el cual me hacía sufrir el doble... Sinceramente no se como llegué hasta el piso correspondiente. Me detuve frente a su puerta, después de todo le había dicho que dormiría con él y eso era lo que pensaba hacer.
     
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    Saqué las llaves a toda prisa del bolsillo interno de mi pantalón, mis manos estaban temblando, y abrí la puerta después de varios intentos, antes de dirigirme a paso ligero hasta el cuarto de baño – “No, no es posible” – pensé, mientras sacudía el bote de pastillas hacia abajo, nervioso, y descubría en ese mismo momento que se me había terminado la medicación con horror. Cuando, de repente, empecé a tener alucinaciones; primero escuché voces provenientes de no se sabe dónde y luego empecé a ver a través del espejo a cada una de mis víctimas antes de darles muerte –“Mátalo, mátalo, mátalo, mátalo…” – me susurraban al oído, cuando en realidad era yo quien estaba hablando sólo, mientras mis labios se movían de arriba abajo y me tapaba los tímpanos con las manos. Entonces una voz grave se alzó por encima de todas las demás, haciéndolas callar; yo la reconocí al momento, porque era mi propia voz – “Mátalo, sabes que quieres hacerlo” – y fue en ese momento cuando di un grito, desesperado; y todas las voces callaron al mismo tiempo y todos los cuerpos mutilados desparecieron tal y como habían aparecido, antes de volver a quedarme sólo en el cuarto baño y pensando únicamente en mi vecino, Iago. Mi cuerpo estaba empapado de sudor; tenía los ojos bien abiertos y mis manos ahora cubrían mi rostro, mientras mi pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado y sentía como empezaba a recuperar el control de mi mismo poco a poco. Pero aún así mi aspecto físico había cambiado; tenía el rostro más pálido y desmejorado, mientras dos bolsas de ojeras se habían instalado debajo de mis ojos y mi sonrisa se asemejaba mucho a la de cualquier maniático.

    Necesitaba darme un baño y rápido; de modo que abrí el grifo del cuarto de baño y esperé a que la bañera se llenara del todo. Fui a buscar a mi vecino y decidí hacer como si nada hubiera pasado; si, era lo mejor para los dos, así que seguí actuando como lo haría cualquier persona normal en su pleno juicio – Supongo que querrás darte un baño, no te importará que lo tomemos juntos, ¿no? – me acerqué hasta él sin esperar ninguna respuesta por su parte, antes de empezar a desvestirle. Yo no podía apartar mi vista de su cuerpo tan maravillado por las vistas que me ofrecía como conmocionado y fue en aquel preciso momento cuando fui consciente de las marcas que le había dejado; tenía marcas de arañazos y mordiscos por hombros, pecho y muslos, pero lo que más me acongojó fue ver la marca de mis dedos alrededor de su cuello – “¿Qué he hecho”? – me pregunté, sorprendido, y sin poder apartar la mirada de su maltrecho cuerpo. Tragué saliva antes de llevar mi mano hasta Iago y acariciar con la punta de mis dedos por todas aquellas imperfecciones que le había dejado movido por un acto impulsivo. Después desvié la mirada, avergonzado de lo que había hecho, y le permití el paso, mientras yo empezaba a desvestirme por mí solo – Iago, siento mucho si te he hecho daño… déjame compensarte de algún modo – dije rompiendo aquel incómodo silencio, una vez dentro. La bañera no era muy grande, por lo que el espacio escaseaba; de manera que yo me coloqué detrás, a su espalda, y llevé mis manos a sus hombros con la intención de darle un masaje y hacerle sentir bien. Enjaboné mis manos con aceite de coco y empecé a presionar sus músculos suavemente sin apretar demasiado, para luego descender por los costados de la columna vertebral y evitando todo contacto físico innecesario.

    Yo estaba concentrado dándole el masaje cuando, sin poder evitarlo, me acerqué a él por detrás hasta que nuestros cuerpos estuvieron pegados; apoyé mi barbilla sobre su hombro y le rodeé la cintura con mis brazos – Iago, me gustaría hacerte sentir bien, pero no sé exactamente cómo hacerlo. ¿Puedes ayudarme? – le pregunté, mientras mis manos descendían peligrosamente hasta su entrepierna, escondidas entre la espuma del jabón y el agua. Y justo en el momento en que empezaba a masturbarlo y dejaba un camino de besos por su cuello, abrí los ojos un momento para ver como el agua de la bañera se había convertido en sangre y ahora los miembros amputados de una de mis víctimas flotaban a nuestro alrededor. Me tensé durante apenas unos segundos, repitiéndome mentalmente a mí mismo que sólo era una alucinación, de modo que cerré los ojos de nuevo y continué dándole placer hasta que lo sentí correrse en mi mano. Y, para cuando volví a abrir los ojos, todo había vuelto a la normalidad. A continuación nos duchamos y conduje a mi vecino hasta el dormitorio, dónde me recosté a su lado y rodeé su cintura con mis brazos, mientras escondía mi cara en su pecho, ataviado únicamente con una toalla de color blanco – Iago, hay algo que quiero contarte y que nunca antes se lo había dicho a nadie.

    -Siendo un bebé recién nacido mi madre me abandonó, dejándome al cuidado del alcohólico de mi padre que me dejaba encerrado durante semanas en el sótano y que no dudaba en darme cada paliza que por aquel entonces pensé que acabaría conmigo – hice una pausa para recuperar el aliento, reviviendo el miedo y el dolor que sentí cuando era todavía un crío – La policía me rescató de aquel infierno –“pero no lo hizo a tiempo y por eso mismo disfruto violando, torturando y matando a mis víctimas para dejarlos en ridículo, antes de acabar con ellos” – y fui dado a un centro de adopción unas cuantas veces… – “¿y ahora qué se suponía que iba a decirle? Me adoptaron varias familias; pero cuando el médico me diagnosticó que sufría principios de psicopatía todas ellas renegaron de mí y me devolvieron al centro, por cierto maté a un perro y al final fui adoptado por un verdadero psicópata que me enseñó todo lo que sé a día de hoy… antes de matarlo” –…pero tuve una serie de complicaciones y traumas infantiles que me dejaron marcado y por eso mismo necesito tomarme mi medicación, pero se me ha acabado – “pastillas para esquizofrénicos para no volverme loco, antes de que me dé un brote psicótico que me haga acabar con tu vida ahora mismo… como hago con todas mis víctimas, mientras disfruto viéndolas morir de las formas más horrendas” – Y me vuelvo algo violento, por eso mismo comprendo si quieres irte a dormir a tu apartamento… sólo quiero estar contigo, así, durante un rato – me apreté más a su cuerpo y cogí el mando de la televisión.

    Y, nada más encenderla, salió mi noticia; los policías había llegado a la piscifactoría y estaban sacando lo que quedaba del cadáver de Mike que las pirañas no habían conseguido devorar, después de acordonar la zona y mientras la prensa especulaba acerca del psicópata que tenía aterrorizada a toda la ciudad – “Genial” – recuerdo que pensé, estuve tentado de quitarlo, pero eso no haría sino levantar sospechas en mi vecino, de modo que desde que supe que era policía decidí actuar como cualquier persona normal y dejarlo. Pero, cuando sacaron el cadáver hinchado y comido de Mike, no pude evitar desviar toda mi atención hacia la pantalla para contemplar mi obra de arte. Una pequeña risa casi imperceptible se dibujó en mi boca, mientras luchaba por no estallar en carcajadas – Iago, ahora que recuerdo, tú eres policía, ¿verdad? Por casualidad, ¿no estarás metido en todo este embrollo? – dije mirándolo fijamente a los ojos, quería ver su reacción – O eso, ¿es información confidencial? – en otras palabras; dime que sí, y te mataré ahora, dime que no, y sabré que me estás mintiendo. Desvié un momento la mirada hacia la cómoda para luego volver a fijar la vista en mi vecino, vaya, que estúpido, se me había olvidado guardar uno de los cuchillos en el cinturón que estaba en uno de los cajones semi abierto. Aunque siempre podría alegar que era uno para cortar la carne del trabajo.
     
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  11. •Shena Uchiha•
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    Sacó las llaves de su pantalón con cierta dificultad, incluso yo desde donde estaba podía ver sus manos temblar... Definitivamente no estaba bien. Abrió la puerta tras tener que intentarlo varias veces y, según lo consiguió, entró directo al baño sin siquiera dirigirme la palabra ni una jodida mirada. Pasé, cerrando la puerta tras de mí y sin poder hacer otra cosa que ir a sentarme al sofá, a la espera de que saliese... Como otras veces comenzó a gritar él solo... Cubrí mi rostro con ambas manos, recargando mi espalda en el respaldo del mueble "No puedo más..."Fue lo único que pude pensar, estaba agotado... quería cerrar los ojos y olvidarme de todo para volverme a Japón ahora mismo y así no volver a ver a nadie. Creo que realmente el estar en Europa era lo que me causaba los problemas, porque cada vez que ponía el pie allí todo se me torcía... Como mi adolorida espalda ahora mismo, por ejemplo. Y, aun estando sentado, ni siquiera podía relajarme, no solo por el daño sufrido, sino por lo que aun llevaba adentro y la sensación de suciedad.

    Después de su grito y del tenso silencio que lo precedió, escuché el agua correr "Yo también necesito una ducha..."Pensaba, cerrando los ojos y teniendo que volver a abrirlos poco después al escuchar pasos acercarse... Era mi queridísimo vecino violador, aunque bueno, no sabía si era correcto llamarle así cuando hoy le había incitado, aunque solo fuese por acabar antes. Escuché su pregunta y le iba a responder positivamente antes de que mi cabeza comenzase a cavilar lo que podría pasar, o volver a pasar; mas cuando quise abrir la boca ya estaba siendo desvestido... Miré hacia otro lado, sintiendo mis mejillas arder bajo su mirada, cubrí mis partes íntimas, aunque aquello no tenía demasiado sentido porque ya me lo había visto todo. Mi cuerpo se tensó por completo en cuanto me tocó, reconociendo la mano que tanto lo había dañado y, para mi sorpresa, se disculpó; mas no le respondí, no podía perdonarle, no podía olvidar lo que había hecho conmigo y lo que me había hecho recordar. Tras que él se desvistiera nos metimos en la bañera, muy a mi pesar teniendo que colocarme entre sus piernas, de espaldas a su pecho mientras que él tenía la espalda directamente contra la bañera. "¿Por qué haces esto?"Pensaba, tratando de imaginar que no estaba tocándome directamente con sus manos, cosa difícil al estar dándome un masaje en la bañera que no era tan amplia como yo quisiera, aunque no estaba tan mal, gracias al aceite sus manos se sentían aun más suaves, consiguiendo relajarme... Hasta que se apegó a mi cuerpo. -E-espera, n-no es necesario-Tartamudeé, sintiendo sus brazos rodear mi cintura y su barbilla en mi hombro... podía sentir a la perfección su cuerpo contra mí, incluidas sus partes bajas, que eran las que más tenso me tenían. -Haa...-Gimoteé, cerrando los ojos y sin poder revolverme siquiera. Aun recuerdo como mi cuerpo se estremecía y mi espalda se arqueaba a cada caricia propinada, no tardando en excitarme y, con el paso de los minutos, acabé corriéndome en su mano. Después de aquello me duché, frotando con más fuerza de la necesaria mi piel y, aun así, no consiguiendo sentirme limpio.

    Una vez fuera me llevó hasta su dormitorio, donde caí rendido en la cama en la que anteriormente había sido violado; él se recostó a mi lado, estrechando mi cintura entre sus brazos y ocultando su rostro en mi pecho. Yo por mi parte me mantuve inmóvil, pasando un brazo sobre su espalda, correspondiendo el acercamiento a mi manera mientras escuchaba con atención lo que me decía y, además, esta versión no tenía nada que ver con la que me había dado cuando nos conocimos... ¿No trabajaba en la carnicería de su padre? Aun así, lo dejé pasar, aunque ahora sabía que no me podía fiar para nada de él -Vaya, lo siento mucho... Pues no creo que haya ninguna farmacia abierta a estas horas, así que solo puedo decirte que intentes dormir tranquilo-"Así que por eso son las pastillas"Pensé, con la impresión de que había algo que no me contaba... pero preguntarlo sería demasiado imprudente. -Ya te he dicho que me quedaré así que...-Suspiré, ni siquiera podía moverme, así que no podía irme a casa y, si se ponía 'violento' podría defenderme a duras penas.

    Se me aferró más y luego encendió la televisión "No me jodas"Pensaba al ver la noticia que emitían... Mis compañeros estaban en la piscifactoría, salvando lo que quedaba del pobre chico, tuve que cubrirme la boca, aquello era algo bastante impresionable; mas mi vecino parecía de lo más tranquilo viéndolo... Por alguna razón no quise darle más vueltas a la cabeza y simplemente supuse que era por sus propios traumas; creo que estaba demasiado cansado. Le miré tras su pregunta, manteniendo mi tranquilidad y semblante impasible en todo momento, en momentos como aquel mi inexpresividad era bastante útil -No debería decírtelo, la verdad es que es algo de lo que tengo prohibido hablar...-Suspiré, solo por hacerlo más realista -Pero tampoco creo que vayas a ir corriendo a decírselo al asesino, así que..-Sonreí tras la pequeña 'broma', aunque atento a sus reacciones -No, yo aun soy un novato para un tema así-Respondí -Además, si lo estuviera... ¿No crees que debería estar ahí con ellos?-Y debería estar, pero después de ser violado y tener que ocuparme de llevar a casa a mi vecino no había podido... miré hacia donde él miró , notando el cuchillo sobre la cómoda -Creo que se te quedó uno de los cuchillos de la carnicería afuera...-Giré a verle con un tono de voz desenfadado... Aunque sabía perfectamente que un cuchillo no encajaba para nada en una cómoda de una habitación... Bostecé, aunque eso si que había sido real. -Lo siento, pero estoy muy cansado-"Tú ya sabes por qué... o más bien, por quién"Acallé mis pensamientos, acurrucándome en la cama, aun sabiendo que podía morir allí en uno de sus brotes psicóticos -Buenas noches, Erich-Cerré los ojos, no queriendo saber nada más del resto del mundo y quedándome allí, durmiéndome al instante.

    A la mañana siguiente, al igual que la otra vez, me desperté muy temprano, lo suficientemente temprano para que él no se despertase... Me levanté, yendo a por mi ropa para vestirme y luego ir casi corriendo a mi casa, cambiándome y desayunando cualquier tontería; tenía unas agujetas terribles y, por ganas, habría seguido durmiendo, pero tenía algo importante que hacer y no podía retrasarlo más... No solo mi vida estaba en juego, sino que la de los habitantes de la ciudad y de las ciudades y pueblos de al lado también. Algo más espebilado y, tras refrescarme la cara fui directo al trabajo, donde con el primero que me encontré fue con Jack, llevaba una venda en la mano y no tardó en acercarse. -¿Estás bien? ¿Ese gilipollas te hizo algo?-Preguntaba, preocupado... Yo suspiré -Estamos en el trabajo-Le miré, serio -Y no, no me hizo nada, olvídalo por favor...-Acabé mintiendo... Sino aquel descerebrado iría directo a por mi vecino y, aunque fuese un idiota, no quería que le pasase nada. Cuando por fin me libré de él me cambié, pidiendo que llevaran al tal Black a la sala de interrogatorios y, mientras tanto, me senté a revisar la información que había sobre el caso y, de paso, sobre el caso de aquel otro hombre... Había varias fotografías, incluso unas de un niño atado al que al parecer tenía maltratado "Un momento... este niño... Se parece un poco a Erich..."Me tensé, era mucho más joven, con el pelo de otro color y sus rasgos eran más aniñados, pero eran los mismos. Entonces recordé la historia que este me había contado la noche anterior, ahora si que estaba casi seguro de lo que pasaba allí... La voz, la historia, el perfil de desequilibrio mental y ahora la apariencia, todo concordaba... solo me quedaba confirmarlo.

    Me levanté ráoidamente en cuanto me dijeron que ya estaba todo preoarado, entrando a la sala de interrogatorios con el semblante más frío y más serio que nunca. -Buenos días, señor Black-Mi tono no era nada amable -Verá, no voy a andarme por las ramas, y esoero que usted tampoco-Le miré fijamente -Al parecer está condenado por el... 'amor' que le tenía a su hijito-Saqué una carpeta con las imágenes que había encontrado y que habia imprimido antes de entrar, sacándolas para que las viese -No tema, no he venido para reprochárselo; después de todo ya está condenado-Añadí -Quiero ayudarle, pero para eso me tiene que ayudar usted a mí también-Le miré fijamente -Voy a atrapar a su hijo aunque me muera en el intento, señor Black, y estoy seguro de que usted sabe muchas cosas sobre él... Después de todo es su querido hijito. Si me ayuda no solo lo meteré entre rejas para que lo condenen a muerte... sino que quizás pueda mover algunos hilos para que tenga más comodidades aquí metido, o interferir para que le rebajen la condena unos cuantos años, y, cuanto más me ayude... mejores recompensas obtendrá ¿Qué me dice, señor Black, colaborará?-
     
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    La sala de interrogatorios era un lugar pequeño y pintado de color blanco con un espejo al fondo que a la vez servía de pared para cubrir el rostro de los inspectores que observaban con atención el interrogatorio. La decoración se componía básicamente de dos sillas metalizadas, a la que Peter Black estaba atado a una de ellas por los tobillos, y una mesa del mismo material, donde el prisionero tenía las muñecas inmovilizadas con esposas para que no hiciese ningún movimiento brusco que pudiese poner en peligro la seguridad de los agentes de policía. También había una lámpara colgada del techo que iluminaba únicamente al recluso y una cámara de seguridad que se ocupaba de grabar todo lo que sucedía en el interrogatorio. Mi padre, Peter Black, sonrió con malicia, antes de echarse a reír a carcajadas hasta que se le saltaron las lágrimas – Es mejor para usted, agente, que le diga a sus amigos que se marchen a otra parte… – dijo desviando la mirada hacia el espejo –… y desconecte inmediatamente la cámara de seguridad o tenga por seguro que no pienso brindarle mi ayuda – y sólo cuando cumplió con todos sus requisitos, estuvo dispuesto a ayudarlo… a su modo – Así que ya ha conocido a mi hijo, ¿no? – una risita cínica escapó de su boca – y además se ha ocupado de conocerlo bien a fondo por lo que veo – dijo haciendo un juego de palabras.

    -Agente, déjeme hacerle una pregunta personal; ¿qué clase de amante tiene en la cama? Oh, vamos, no ponga esa cara; no lleva ningún anillo de compromiso en el dedo y usted es hombro demasiado ocupado para mantener una relación, ¿me equivoco? – hizo una pausa para medir sus reacciones, mientras se burlaba de él – Por cierto, ¿esas marcas que lleva por en el cuello y que intenta esconder contra todo pronóstico se las ha hecho porque es amante del sadomasoquismo o mientras follaba con mi hijo? – la sonrisa de Peter Black se hizo más amplia, entretanto que observaba a Iago con curiosidad – He seguido todos sus crímenes a través de las noticias; de verdad, ¿nunca se ha preguntado por qué sigue con vida? O ¿por qué su identidad secreta y su persona real parecen librarse siempre de la muerte por casualidad? Le gusta y por eso mismo su vida corre el doble de peligro que cualquier otra persona normal. ¿Lo entiende, agente? Mi hijo intenta protegerle de sí mismo negando sus instintos, de modo que cuanto más tiempo los reprime más daño quiere hacerle sentir. Tenga mucho cuidado; los psicópatas carecen de emociones como nosotros y sólo encuentran placer en el dolor y sufrimiento ajeno. En otras palabras; su única forma de hacerle sentir bien es haciéndole daño, ya que es la única emoción que puede experimentar como cualquier otro. La pregunta es; ¿por qué? Y ¿con que fin? – explicó con claridad, recostándose en la silla – Vaya, vaya… esto sí que es toda una sorpresa; creo que mi hijo no se ha dado cuenta todavía de que usted es el agente de policía que intenta matar, aunque estoy casi seguro de que lo intuye y por eso mismo lo mantiene con vida para su número final. Pero… ¿qué tiene usted de especial que no tengan los demás? No se lo tome como algo personal, pero no entiendo porque sigue con vida; mi hijo se ha fijado en usted por alguna razón que escapa de mi comprensión y que guarda relación con el día en que se conocieron, por mi experiencia puedo decirle a ciencia cierta que no es nada bueno y que no le espera un final feliz después de todo esto. Tenga esta frase muy presente la próxima vez que vuelva a verle; el amor duele – dicho esto un agente de policía entró en la habitación, anunciando que se había acabado el tiempo; pero el preso lo ignoró por completo y continuó hablando – Ahora mismo se estará preguntando; ¿por qué le cuento todo esto? Bien, porque quiero que me prometa aquí y ahora que acabará lo que yo empecé años atrás; no quiero que lo meta entre rejas, quiero que le meta una bala entre ceja y ceja. Prométalo, agente, me lo debe y lo sabe – y antes de que un agente de policía volviera para llevarlo a su celda, el prisionero se dio la vuelta – ¡Ah, una última cosa más! yo que usted elegiría la próxima vez a mejores compañeros de cama… y no se olvide de cambiar la cerradura de su casa.

    Mientras tanto en el apartamento, yo ya me había despertado. Extendí la mano por la cama buscando a Iago, mientras mis ojos aún permanecían cerrados… pero no lo encontré por ningún lado y supe que se había marchado. Me levanté de la cama y me deshice de la toalla para vestirme con uno pantalones piratas y una camiseta blanca – “¿Qué puedo hacer para complacer a Iago sin hacerle daño”? – me puse a pensar, entretanto que me paseaba por el apartamento arriba y abajo, y observaba a mi pitbull destrozando a mordiscos a otro de sus muñecos – ¡No! – le reñí a mi perro por primer vez arrebatándole el juguete al momento y desechando rápidamente su idea de matarlo. Mi perro me gruñó y me enseñó los dientes, a lo que yo me quedé mirándolo fijamente a los ojos hasta que terminó agachando las orejas y escondiendo el rabo entre las piernas – Buen perro – entonces tuve una idea; le prepararía la comida. De manera que bajé hasta la portería y le pedí prestado las llaves de su apartamento al portero explicándole que era para darle una sorpresa. Puse la mesa; un mantel blanco, servilletas de tela, dos vasos de cristal y vajilla de porcelana. Y me puse a cocinar; de primer plato hice salmón ahumado y de segundo una ensalada vegetal acompañada de un Rioja, y como postre metí en la nevera dos copas de chocolate y nata para mantenerlos frescos – “Si, perfecto” – pensé, cerrando la puerta de su apartamento.

    -“Y ahora a trabajar…” – pensé, mientras entraba de nuevo en mi piso – “Esta tarde iré al psiquiatra a que me recete las pastillas…” – una vez dentro de mi habitación abrí un cajón del escritorio y saqué el papeleo que había robado del ayuntamiento con los nombres y apellidos, además de la dirección, de todos los agentes de policía del condado. Me senté en el sofá y me puse a leer detenidamente… no quería empezar por el primero, así que empecé por el último y cuál fue mi sorpresa al leer el nombre de mi vecino – “No, no, no, no, esto tiene que ser un error… Él me dijo que no estaba trabajando en este caso…” – dejé a un lado el fajo de papeles restantes y me quedé únicamente con el historial de Iago en la mano. Mis ojos se abrieron al máximo y sentí como se me aceleraba el corazón, mientras sentía como me faltaba el aliento y leía detenidamente el documento – “Iago Zanetti, 22 años, calle paseo del rey…”– me llevé una mano a la cara y peiné mi pelo hacia atrás, mientras gotas de sudor resbalaban por mi frente y se escurrían por mis sienes y morían finalmente por mi barbilla. De pronto sentí como mis ojos empezaban a escocerme y parpadeé varias veces cuando sentí como un líquido se escurría a través de mis ojos y mancharon el papel que sostenía entre las manos. ¿Estaba… llorando? Entonces sentí como algo en mi interior gritaba y se retorcía de dolor… sin obtener ninguna clase de placer al hacerlo. ¿Estaba… sufriendo? – “…su madre la abandonó y fue a parar a un orfanato. Según las propias declaraciones del susodicho; un hombre al que sirvió como empleado del hogar lo violó repetidas veces siendo todavía un adolescente… acabó en la calle… entonces acabó prostituyéndose en Italia… y viajó a Japón donde se instaló… para después acabar sus estudios como agente de policía…” – tiré con rabia al suelo los papeles y le pegó una patada desperdigándolos por toda la habitación. Mi semblante había cambiado por uno más sombrío y poco a poco llegué a tener ningún tipo de expresión en mi rostro, antes de sonreír con locura y dejar caerme en el sofá; recordando las veces que había estado a punto de matar a su querido agente de policía, Iago, todas aquellas veces que habían estado juntos, en la cama, o sencillamente la cena que acababa de prepararle en el apartamento, le resultaba todo ahora mismo irónico.

    -“De acuerdo, lo entiendo, sí, sí; tengo que matar a Iago” – comprendí sin dejar de sonreír, había esperado tanto tiempo este momento que ahora que lo saboreaba entre los labios me dejaba un regusto agridulce. Ni si quiera había tenido tiempo de pensar en cómo matarlo, pero hasta las dos que volvía del trabajo todavía podía hacerlo. La sola idea de acabar con su vida me excitaba; quería violarlo, quería hacerle daño y matarlo lentamente para que la policía pagara de una vez por todas por su error – “Sí, tengo que hacerlo, tengo que matarlo” – de modo que me fui hasta mi dormitorio y me abroché al cuerpo el cinturón de cuero marrón con los cuchillos a los costados y una pistola con silenciador. Por supuesto me puse una chaqueta por encima para no llamar la atención y que no los pudiese ver a simple vista. Después volví a su apartamento y me senté en una de las sillas a esperarlo. Unas horas después apareció por la puerta y mi sonrisa se extendió de oreja a oreja, aunque carecía de todo tipo de alegría – Llegas pronto, Iago – poco a poco mi sonrisa fue deshaciéndose en mis labios – Sorpresa – dije señalándole la comida que me había molestado en preparar – ¿Por qué no te sientas y comemos un poco…? – dije clavando el cuchillo en el salón y dejándolo ahí clavado en un movimiento brusco. Por más que intentara que mi voz sonara amable, era una voz neutra y carente de algún tipo de expresividad. Moví la cabeza a un lado sin dejar de mirarle a los ojos y en aquel momento supe que él también se había dado cuenta de quién era yo.
     
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  13. •Shena Uchiha•
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    Observé con frialdad a aquel hombre, que aun a pesar de su situación y de que podía pegarle una paliza si me apetecía, se reía a carcajadas en mi puta cara al punto en que le saltaron las lágrimas "De tal palo tal astilla..."Resoplé, atendiendo a las exigencias del preso. Sin decir nada me puse en pie, yendo hacia donde estaban mis compañeros y pidiéndoles que saliesen para después ir a la sala de controles a pedirle al encargado de vigilar lo que registraban las cámaras que apagase las de la sala de interrogatorios correspondiente para después regresar, sentándome de nuevo frente a aquel criminal que pareció confiar en que se había dicho lo que había pedido y comenzó a hablar. Atendí con cierta curiosidad sus palabras -Así es...-Respondí, teniendo que aguantar sus risas de nuevo y un comentario que no me hizo ni la más mínima gracia, pero decidí ignorarlo... Mis ojos se abrieron algo más de lo que acostumbraba en signo de sorpresa según iba escuchando, aunque después volví a mi inexpresividad -No tengo amante, ¿Y qué le hace asegurar que no estoy comprometido? Podría llevar el anillo guardado para, tal y como usted ha hecho, conseguir que se suponga que no tengo ningún tipo de lazo con nadie-Respondí sin intención de dar respuestas directas y diciendo la verdad en parte "Los amantes mantienen un acuerdo entre ellos para mantener relaciones sexuales, yo he sido violado sin tener oportunidad de rehusarme"; era un hombre muy inteligente y con una gran capacidad de deducción, eso se sabía con solo verle... después de todo, ese era el tipo de persona que era. La siguiente pregunta me cabreó y a la vez me hizo darme cuenta de que mis sospechas eran ciertas, ese hombre era capaz de reconocer las marcas que haría su hijo y este no me las había hecho precisamente actuando como psicópata... Aun así tampoco se lo quise admitir en voz alta -Me repito, ¿Quién le dice que hayan sido producidas porque sea un 'amante del sadomasoquismo' o 'follando con su hijo' en lugar de en una pelea con alquien que no tendría nada que ver?-Inquirí, ya me había dado cuenta de lo que necesitaba así que ahora mismo ese hombre ahora me importaba una mierda, pero contnué escucchándole solo para no levantar sospechas de lo que me ocurría... Necesitaba ocuparme de aquel caso en solitario, no pensaba arriesgar la vida de ningún agente más y, en caso de que muriese se descubriría y otro se haría cargo del caso; aunque debería pensar en esto más tarde.

    Dejé de pensar en ello para centrarme en el prisionero, atendiendo, aunque realmente no me estaba diciendo nada nuevo, una vez que había abierto los ojos a la realidad me era muy fácil deducir cosas como aquella... aunque aquello solo era porque el psicópata no sabía quien era yo "Y ha tenido muchas ocasiones para descubrirlo"... Continué escuchándole, cuanto más hablaba más daba en el clavo "¿Persona como nosotros? Tú no eres diferente de tu hijo, hijo de puta... Si tu hijo es un psicópata, a parte de las probabilidades de nacer así tus palizas ayudaron a desarrollar el problema con creces..."Pensaba, no expresándolo en alto únicamente porque no me convenía. -Permítame iluminarle, señor Black... eso es simplemente porque soy su vecino, y no me ha matado aun simplemente porque, a parte de no saber quien soy, eso levantaría sospechas... aunque puede que haya algo más, después de todo no puedo meterme en su mente, así que la otra u otras razones están fuera de mi comprensión-Hablé sin miedo, después de todo él era un preso cuyas palabras no tenían crédito a los ojos de la policía y la cámara estaba desconectada... -Y por lo que veo al parecer no le gusta mucho la idea de que yo sea su yerno-Reí con sarcasmo, admitiéndole lo que anteriormente había evitado, solo por ver si así me decía algo más... Luego mi mirada se volvió aun más fría -No me importa mi final, yo solo quiero a su hijo muerto ahora que ha confirmado mis sospechas... No siento ningún tipo de aprecio hacia él, y mucho menos algo ocmo el amor-Cerré los ojos, suspirando, escuchando su exigencia mientras un agente entraba para ddcir que el tiempo había acabado, aun así el viejo no se calló. -Claro se lo prometo, señor Black... Su hijo morirá en mis manos, si no es que muero yo antes y, en ese caso, otro se ocupará de acabar con él-Respondí.. no pudiendo evitar sonreír levemente con su último comentario antes de que se lo llevasen -Oh por supuesto... La próxima vez se lo propondré a usted-Reí, y aunque lo de la cerradura no era mala idea, me parece que a partir de hoy no me haría falta.

    En cuanto salí de allí no tardaron en acercárseme varios policías, preguntándome qué era lo que el hombre me había contado -No tengo obligación de contarles nada, después de todo ustedes me han ocultado información muy valiosa, como la existencia de este hombre...-Eso fue lo único que contesté al respecto, yendo a paso rápido hacia el baño, donde me lavé la cara y me miré al espejo, comenzando a darme cuenta de la situación real en la que estaba. En unas horas tendría que regresar a casa y enfrentarme completamente solo a mi vecino... aquel psicópata que había pisoteado mi trabajo y, sin darse cuenta de quien era, también mi cuerpo y mi orgullo que tanto me había costado recuperar después de mi primera década y media de vida... -¿Cómo... he podido estar tan ciego?-Murmureba en voz alta, cerrando los ojos y golpeando el espejo con la palma de la mano , aunque sin llegar a romperlo. Todas las señales habían estado ahí: su voz; sus cambios de personalidad; las pastillas; la foto que destrozaba su perro y que acababa de darme cuenta de que eran la mujer asesinada en la trituradora industrial con él; incluso las mentiras y lagunas en su historia y el cuchillo que no pintaba nada en la cómoda... incluso las violaciones ¿Quién sino violaría a su vecino el día que lo había conocido sino un desequilibrado de aquel tipo? Y yo había sido tan estúpido, tan extremadamente gilipollas de autoconvencerme de que no era posible, de que él no podía ser el asesino por el simple hecho de ser mi vecíno. Que iluso, que inútil había sido... Poco a poco me fui dejando caer de rodillas, cubriéndome la cara y llorando con todas mis ganas en un pulcro silencio... Lágrimas de rabia e impotencia y una tremenda angustia que nunca pude llegar a comprender. "¿Por qué él? ¿Por qué siempre acabo cayendo? ¿Por qué no puedo acercarme a nadie que sea realmente honesto?"Eso era lo único que podía pensar... pues mi vida había estado llena de sinvergüenzas, vacíos, y dolor de todo tipo; parecía el eterno tonto al que engañar. ¿Pero como había podido hacerme aquello? "Se acabó"

    Me puse en pie, ya no me quedaban más lágrimas y mis ojos estaban rojos y algo hinchados; me lavé la cara y me dispuse a salir, chocando con un preocupado Jack que parecía haber estado en la puerta todo el rato y que no entendía lo que sucedía. Yo por mi parte en un principio le miré con desdén y, después, por algún motivo en el Universo le agarré de la camisa del uniforme y le acerqué a mí, besándole con suavidad, completamente al contrario de como lo hacía con el recién descubierto psicópata. Puede que inconscientemente estuviese actuando por despecho ante una traición; ni lo sabía, ni lo quería saber... -Cuídate-Eso fue lo único que le susurré antes de largarme a cambiarme, aun quedaban unos cuantos minutos para que acabase mi turno, pero yo ya no podía esperar. Me puse mi ropa, pero debajo un chaleco antibalas que tuve cierta dificultad para coger sin que nadie se diese cuenta y una pistola con silenciador entre varias armas más. Una vez listo y lo más tranquilo posible volví a la urbanización en taxi, como siempre. Me quedé paralizado en la acera, me había quedado completamente en blanco... Era la primera vez que dudaba de mí mismo de aquel modo. Solo había dos opciones en lo que iba a pasar a continuación: me había descubierto y ahora mismo me estaba esperando cuchillo en mano y uno de los dos acababa muerto; o no me había descubierto y se iba a enterar ahora que iba a ir a por él.

    Comencé a subir las escaleras, a cada una que subía mi corazón se desbocaba aun más, para colmo mis ojos escocían de nuevo, pero no pensaba llorar. Finalmente llegué a mi piso, y ahí estaba él... Sentado en una silla, esperándome con la mesa arreglada, posiblemente aquello lo hubiese preparado antes de darse cuenta... Eso o la comida estaba envenenada. Le observé con frialdad, como nunca antes lo había hecho antes de romper a reír; no debería haber venido, en este momento mi mente aun no había sido capaz de asimilarlo, a pesar de que había tratado de forzarme a mí mismo a hacerlo. -No sabía que a parte de carnicero eras cocinero... Por cierto, ¿Quién te había puesto a trabajar en la carnicería? Se me ha olvidado...-Hablaba, sarcástico -¿Salmón? Deberías probar piraña, tiene muy buen sabor... ¿Has pasado los restos por la trituradora?-Continué, sintiendo las lágrimas arremolinarse en mis ojos, pero no las dejé salir; antes muerto. Observé como clavaba el cuchillo y fue entonces cuando saqué la pistola, apuntando a su cabeza, pero me temblaba el pulso. -¿Ya has ido a por las pastillas o te acompaño?-Sonreí sin ganas antes de cambiar la trayectoria y dispararle a un hombro, llegando solo a rozarle, no le quería matar aun, no hasta que me respondiese a algo... -Dime, ¿Cuánto pensabas seguir así? ¿Cuánto pensabas continuar follándome sin decir nada antes de matarme? ¡Contesta!-El sarcasmo se fue a la mierda y volví a disparar, esta vez a su piernas, causando otro simple roce "¿Por qué no consigo acertar de lleno? Qué me está pasando... "Pensaba, confundido, sin ser capaz de controlarme a mí mismo. -Contesta Erich, ¿o debería decir Ramsay Black?-Utilicé el nombre que había visto en el expediente de su padre, sin despegar la mirada de él.
     
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    -Ramsay… hacia tanto tiempo que nadie me llamaba así… que casi olvido quien soy – sentí la fría mirada de mi vecino sobre mí con el mismo dolor que produciría una puñalada certera, pero sin lugar a dudas lo que más daño me hizo fue su risa cargada de dolor cuando se echó a reír a carcajadas. Este juego había dejado de ser divertido y no le encontraba ningún tipo de satisfacción; ¿por qué ahora la frialdad enmascaraba la traición? ¿por qué su risa trataba de disimular el tormento? Yo era incapaz de reaccionar, estaba ausente; lo observé sin mediar palabra y sin ningún tipo de expresión en mi cara. No contesté a ninguna de sus preguntas y le dejé hablar hasta que se cansó, mientras yo agachaba la cabeza y mis ojos se movían muy deprisa de un lado para otro. Un titubeo en su voz me hizo alzar la mirada para mirarlo y cuando lo hice allí estaban las lágrimas a punto de estallar en sus ojos, mientras luchaba por mantenerlas dentro y no romper en llanto delante mío. Delante de su vecino, su amigo, su amante y ahora también su enemigo. Me levanté de mi asiento y traté de llegar a su lado, quería… quería abrazarlo y decirle cuanto sentía haberlo metido en aquella situación – Iago… yo… – callé, sin saber muy bien qué decir o que hacer en aquellas condiciones. Entonces lo vi desenfundar su arma y apuntarme con ella a la cabeza, aunque después no sé porque desvió la trayectoria de la bala y me hizo un pequeño corte en el hombro sin importancia. Lo mismo que hizo cuando disparó a mis piernas, volviendo a hacerme otra herida superficial, y aunque no era una herida falta, me escocía a rabiar. ¿Qué le pasaba? ¿por qué no conseguía atinar sin dejar de temblar? O peor aún ¿por qué yo no conseguía reaccionar? ¿por qué no había desenfundado ya mis armas? Sus disparos me habían desgarrado ropa y piel, y yo me llevé una mano primero al hombro y luego al muslo más sorprendido que dolorido – No… no lo sé… – admití, muy a mi pesar.

    De pronto su retahíla de preguntas seguidas me puso tan nervioso que me llevé las manos a los oídos, no quería seguir escuchándolo, y fue justo en ese mismo momento cuando acabé explotando, agobiado por la cantidad de sentimientos contradictorios que Iago despertaba en mi interior – ¡CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! – grité, alterado. Estuve tentando de apuñalarlo para verlo desangrarse por el suelo, pero en vez de eso acabé pagando mi malhumor con la silla donde estaba sentado, antes de estamparla contra un armario y terminar caminando de arriba abajo por el comedor a paso ligero como si fuera un animal enjaulado – ¿¡Crees que me gusta esta situación!? ¡Pues estás muy equivocado! – me pasé ambas manos por el pelo, peinándolo hacia atrás, y entrelazando mis dedos por detrás de mi nuca, antes de volver a dejarlas caer en su sitio. En realidad estaba angustiado; sentía una leve presión en el pecho y como mi pulso se aceleraba sin control – ¿¡Por qué…!? ¿¡por qué tenías que ser tú!? ¿¡por qué tenías que meter las narices donde no te llaman!? ¡He intentado ser una buena persona! ¡Te he tratado con amabilidad! ¡Incluso te he preparado la comida! – hice una pausa, tenía la respiración agitada; mi pecho subía y bajaba a toda prisa, mientras sentía como mi corazón se aceleraba – ¡Joder! ¿¡por qué duele tanto!? ¡Maldito seas, Iago! ¿¡qué has hecho conmigo!?– me llevé una mano al pecho, concretamente al corazón – Lo sabía, sabía que me traerías problemas… tenía la certeza de que tú… y, aún sabiéndolo, me negué a creerlo – de pronto mi voz se apagó en un murmuro.

    “De pronto recordé una de las primeras visitas que hice al psiquiatra con tan solo ocho años de edad, mientras me hacía mirar una imagen de una persona muerta – ¿Qué ves? – me preguntó con curiosidad – un cadáver – respondí con voz neutra – ¿Y qué sientes? – yo desvié la mirada hacia mi médico y sin ningún tipo de emoción en mi voz contesté – Estoy triste… – el hombre asintió con la cabeza, satisfecho con mi respuesta –… no puedo creer que haya tanto incompetente – el doctor me miró con el ceño fruncido, confundido – ¿Qué quieres decir? – yo le miré fijamente a los ojos – ¿Es que acaso no lo ve? Esa mujer murió sonriendo, no sintió ningún dolor” – de pronto una tímida sonrisa apareció en mi boca, antes de echarme a reír a carcajadas con locura, mientras me llevaba una mano a la cara y mi brazo rodeaba mi estómago para no partirme de risa – Iago, mi más querido agente… tengo que matarte, ¿lo sabías? – me deshice de la chaqueta, dejando al descubierto la pistola y el cinturón de cuchillos que llevaba atado alrededor de la cintura, antes de recoger el que había dejado clavado en el salmón ahumado y tomar uno nuevo con la otra mano – ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Hay cosas que creo que deberías saber, antes de morir. La primera vez que te quedaste en mi apartamento a dormir un violador se coló en mi casa e intentó forzarte, pero no te preocupes por nada porque le partí el cuello mientras no parabas de hablar de ese viejo verde en sueños y me vi en la obligación de besarte para no darte explicaciones de porque tu ropa no estaba en su sitio – hice una pausa, para medir sus reacciones – El segundo encuentro no fue tan divertido para mí cuando te vi junto a ese tal Jack bailando y tan apegados, lo cierto es que me pusiste celoso y no tuve más remedio que apartarlo de en medio – luego señalé a la mesa – y sin duda el tercer encuentro fue el más irónico cuando pensé que podría hacerte sentir bien y prepararte esta comida, incluso pensé que podría dejar de matar y…y… – negué con la cabeza – No, no, eso ahora ya da igual, basta de cháchara.

    Y sin previo aviso lancé uno de los cuchillos contar el cañón del arma para inutilizarla y que no pudiese dispararme otra vez, mientras me acercaba rápidamente hacia él y lo derribaba de un empujón contra el suelo para quedar encima suya – No hagas movimientos bruscos, Iago, no estoy bromeando – dije colocando el único cuchillo que llevaba en la mano bajo su cuello, mientras que con mi mano libre la apoyaba contra el parqué para no descargar todo mi peso sobre él – ¿Sabes lo que es estar encerrado en un sótano durante días sin comida y sin agua? ¿sabes el dolor que produce una correa de cuero sobre la piel lacerada y en carne viva? No, no tienes ni puta idea ¿Sabes que es lo más gracioso de todo? ¿quieres saber por qué hago todo esto? Por vuestra culpa. Deberías haber visto la cara de satisfacción personal que llevaban, mientras la policía hablaba a las cámaras por su proeza heroica; no les importé una puta mierda, eran unos bien queda. Ellos no me rescataron de ningún infierno, sólo lo liberaron; mi padre tenía razón, tendrían que haberme matado cuando aún tenían la oportunidad de hacerlo. Los odié, Iago, os odié mucho; las heridas físicas curan rápido, las mentales en cambio no. Desde entonces no puedo dormir en una habitación a oscuras o volver a mirar a mi padre sin mearme encima, tampoco puedo dejar a un lado estas ansias de matar y de hecho tú eres la primera persona que me ha puesto la mano encima. Luego me llevaron a un centro de acogida; pasé por tantas familias que perdí la cuenta y todo por la incompetencia de la policía que no supo traer a un puto psicólogo que me ayudara a superar este trauma. Primero me entretuve matando pequeños insectos en el patio, luego a un perro y finalmente al psicópata que supongo que me adoptó como pupilo. Estuve en tratamiento durante varios años y los muy imbéciles de los médicos me dieron el alta como si estuviese rehabilitado; me inflaron a pastillas y me dijeron que me las tomara cada dos horas… pero yo sentía las mismas ganas de matar y cada vez fantaseaba con nuevas formas distintas de hacer sufrir a las personas…

    …hasta que las puse en práctica.




    -Bien, yo he respondido a todas tus preguntas, ahora es tu turno de responder a las mías; sin mentiras, quiero saber toda la verdad. ¿Quién era ese hombre? ¿cómo acabaste en la calle? ¿por qué tuviste que prostituirte en aquel burdel? – de pronto el teléfono empezó a sonar y cuando saltó el contestador automático la voz de Jack se escuchó al otro lado de la línea – Iago, soy Jack; no he podido dejar de pensar en el beso que me has dado antes de irte y quería saber si estabas bien. Mañana podríamos quedar después del trabajo y… podrías venir a mi apartamento. Piénsalo, ¿de acuerdo? – y se cortó el mensaje. Yo desvié la mirada al teléfono y luego muy despacio hacia Iago, en aquel momento pensé en rebanarle el cuello, aunque me detuve a tiempo – ¿Así que Jack, eh? – apreté un poco más el cuchillo contra su cuello inconscientemente, pero sin llegar a cortarle ni un ápice de piel – Ya veo que rápido me sustituyes por otro… – lo que al principio mi cara no mostraba ninguna expresión, fue deformándose lentamente hasta que me eché a reír; yo todavía no controlaba bien estos sentimientos y me costaba mucho mostrarlo en el momento indicado. Aunque pronto la risa se apagó y me puse serio, aunque a decir verdad estaba más celoso que enojado – Te diré lo que voy a hacer; voy a matar a Jack de la forma más retorcida que se me ocurra y te dejaré vivir para que lo veas. ¿Te parece un buen plan? O mejor; voy a follarte aquí y ahora para que no olvides porque no deberías haber hecho eso. ¿Estás de acuerdo? – pero lo que hice a continuación, no podía estar más lejos de lo que le había propuesto. Cogí una de sus manos y le di mi cuchillo, luego lo llevé yo a mi cuello y me acerqué peligrosamente a su rostro antes de soltarlo a su libre albedrio – Voy a matar a Jack y cuando acabe con él te mataré a ti también – le aseguré, mi aliento rozaba ahora su piel – Así que mátame, ahora que puedes; es fácil, no me defenderé – nuestros rostros estaban tan cerca el uno del otro que mis labios rozaban los suyos – ¡Hazlo! – le insté, con rabia, antes de capturar sus labios con los míos y besarlo con pasión.
     
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  15. •Shena Uchiha•
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    Observé como llevaba sus manos a los lugares heridos, mis manos seguían temblando y ese mismo temblor parecía querer pasarse a mis piernas también "Debo... matarle..."Trataba de autoconvencerme, pero aun así no era capaz de hacer un movimiento certero, ni siquiera fui capaz de alejarme al ver que se levantaba para intentar acercarse... No entendía por qué se veía tan confundido, no entendía por qué actuaba como si en realidad todo aquello le importase... ¿Por qué no me había matado aun? Era obvio que iba armado. Su respuesta solo empeoró mi estado, una simple risa sarcástica antes de que mi labio inferior comenzase a tirubear también y miraba en diferentes direcciones, tratando de contener las lágrimas acumuladas... Aunque la popca resistencia que me quedaba se disipó tras su grito, que me hizo quedarme toralmente paralizado, con los labios entreabiertos, jadeando, y los ojos como platos mientras un sudor frío recorría mi espalda... Poco a poco fui capaz de mover los brazos, abrazándome a mí mismo mientras él continuaba gritándome, estampando la silla contra uno de los armarios, yendo de acá para allá. "Basta..."Bajë la cabeza, sintiendo mi pulso ir acelerándose "Deja de mentirme..."Me mordí el labio -Yo ya no puedo creerte...-Murmuré -Confié en ti... confié en ti como nunca había confiado en nadie...-Me abracé más fuerte mientras fragmentos de mi infancia se cruzaban por mi mente -Me engañé a mí mismo para no tener que hacer esto... No quier hacer esto...-Le miraba, pero no le veía -Incluso me forcé a mí mismo a abrirme a ti, tantas veces... Tantas veces podría haberte dado una paliza por lo que me hiciste y aun así te traté bien... Te traje a casa y dormí contigo a pesar de haber visto el cuchillo. Y tú callabas mientras te reías en mi cara y reabrías mis heridas cada vez que me tocabas...-Sus carcajadas llenas de locura retumbaron en el piso, haciéndome reaccionar y así darme cuenta de que estaba hablando de más.

    Le miré fijamente a los ojos tras sus palabras, tratando de controlar mi pulso y volver a dispararle mientras él se quitaba la chaqueta y recuperaba el cuchillo faltante, pero fui incapaz... Mis ojos se abrieron en su máximo con tras sus confesiones, en especial con la primera. Miré mi cuerpo, sintiendo el nudo establecerse en mi garganta y el tremendo asco revolver mi estómago ¿Por qué todo aquello me pasaba a mí? Reí, sin fuerza ni ganas; una risa vacía y silenciosa -Ni siquiera había querido bailar con él... El momento en el que llegarte fue justo cuando me había arrastrado a la pista de baile... Pero lo que yo te diga nunca importará... -Me cubrí la cara por un momento con la mano, estaba en mi límite "Que irónico... dejar de matar cuando eso es lo que piensas hacerme a mí..."

    Sin poder hacer nada al repecto inutilizó mi pistola al arrojarle un cuchillo, cortando el cañón... Yo la dejé caer poco antes de sorprenderme a mí mismo al estar cayendo con él encima. Me quedé completamente quieto, observando el techo sin expresión alguna, sintiendo el frío y punzante metal presionarse contra mi cuello mientras escuchaba la parte de su historia que no me había contado pero que ya había visto en comisaría, no había duda de que lo que habían hecho con él era injusto, pero los policías eran humanos y los humanos eran así; egoístas y estúpidos. Posiblemente si se hubiesen preocupado un poco más en ayudarle su vida sería completamente distinta y nadie habría muerto, así tampoco le habría conocido y nunca tendría que haberme visto en esa situación; pero cada uno se ocupaba únicamente de sus propios problemas... eso era lo que hacían los humanos. Yo me mantuve en silencio, pensando, no me veía capaz de hablar y tampoco tenía nada que decir, después de todo, él ya había desarrollado esas ideas y no tenía sentido que intentase hacerle cambiar de opinión, además, en parte tenía la razón... En aquel momento solo quería morirme rápidamente y no saber nada más de nadie, pero sus preguntas me hicieron espabilar-Tú... ¿Cómo lo sabes?-Mi voz tembló, algo ronca y ahogada, viendo al hombre encima de mí y, poco después, lo único que veía eran manchones borrosos. Estaba llorando, pero no por él, sino por los dolorosos recuerdos que habían desencadenado sus preguntas. En ese mismo instante los pitidos del teléfono perforaron mis tímpanos y, poco después, saltó el contestador. "Esto... tiene que ser una broma"Y es que el que llamaba no era otro que Jack, en una reacción común ante mi extraño comportamiento en comisaría, no podía culparle. Ramsay miró en dirección al teléfono y después giró lentamente la cara hacia mí, claramente cabreado, incluso estaba presionando el cuchillo con más fuerza contra mi cuello, pero sin llegar a cortarme; después me habló como si de verdad estuviese celoso y después se echó a reír... Miré hacia otro lado, dando una risita cansada -Como si te importase...-Murmuré, aunque realmente no me hacía ninguna gracia. Cuando paró de reír comenzó a amenazar, consiguiendo que frunciese el ceño y volviese a mirarle -Soy yo quien le besó, debo ser yo a quien mates-Espeté, ignorando la parte de 'follarme', pues estaba seguro de que lo haría de todas formas, no quería que aquel chico muriese por un jodido arrebato mío cuya naturaleza ni yo mismo sería capaz de definir. Y, de nuevo, con lo que hizo a continuación me desencajó por completo.

    Había tomado una de mis manos, haciéndome agarrar su cuchillo y llevándolo él mismo hasta su cuello, diciéndome que pensaba matarnos a ambos al parecer para provocarme, pero su cada vez aliento conseguía que mi piel se erizase me alejaba más y más de lo que me estaba diciendo que hiciese. Yo solo podía mirar mi mano temblorosa que a penas podía aguantar el cuchillo una vez dejó mi mano a su bola. Me estremecí tras su grito, espantándome y, sin poder controlar mis actos haciéndole un pequeño corte en el cuello -N-no puedo...-Susurré con un hilito de voz antes de recibir aquel beso, que fue el detonante para dejar caer el cuchillo al suelo antes de cruzar mis brazos alrededor de su cuello, correspondiendo con la misma pasión o más que él y con cierta... ¿Desesperación? Al señararme cubrí mis ojos, las lágrimas parecían no querer cesar y cada vez iba a peor -¿Por qué?-Sollocé -¿Por qué no puedo matarte? ¿Qué es lo que me haces? Se supone que solo eras un criminal más y sin embargo no solo no soy capaz de matarte, sino que incluso me engañé a mí mismo para convencerme de que el asesino no eras tú aun sabiendo perfectamente que era así. Incluso después de haber visto el cuchillo en la cómoda seguí como si nada...-Sonreí sin ganas -Nunca en toda mi vida me he anierto a alguien como lo hice contigo... Podría haberte golpeado y así librarme de tí tantas veces, incluso me acostumbré a que me tocaras, incluso accedí a tu deseo de dormir contigo aun sabiendo que no habías tomado las pastillas y, para colmo, la única razón por la que besé a Jack fuiste tú, ni siquiera sabía por qué lo hacía cuando ya lo había hecho... Incluso llegué a pensar que podría confiar en ti y ahora solo estoy esperando a que acabes conmigo-Miré hacia el techo, sintiendo como si mi corazón estuviese siendo fuertemente estrujado. -¿Quieres que responda a tus preguntas? Bien, lo haré...-

    -Como ya debes saber no conozco a mis padres, lo que te conté cuando nos conocimos solo era en parte la vida que me gustaría haber vivido. Mi madre posiblemente se quedó embarazada por error y, para no tener que hacerse cargo me dejó tirado en un callejón y me dejó a mi suerte. Allí me encontraron y fui llevado a un orfanato en el que crecí sin relacionarme a penas con nadie, nunca nadie tuvo intención de adoptarme, después de todo yo no era un niño demasiado alegre. Era tímido y solía apartarme de los demás, no puedo recordarlo bie, pero era posible que más de uno se metiese conmigo. Salí de allí a los 15 años,directo a la calle; tuve que arreglármelas para poder robar algo de comida un par de veces a la semana para conseguir llevarme algo a la boca, aunque la mayoría de las veces en lugar de comida me llevaba palizas. En primavera y verano era más o menos soportable, pero al llegar los meses fríos más de una vez llegué a pensar que moriría; ¿Que por qué no buscaba trabajo? Porque ni siquiera sabía escribir. Nadie quería contratar a un niño callejero e inculto que ni siquiera tenía fuerza física y estaba en los huesos. Para mi suerte o desgracia si que hubo alguien, y ese no fue otro que el hombre por el que me preguntaste-Mi mirada se llenaba de miedo, odio y asco al hablar de él -Al principio él fue como la salvación para mí, me enseñó a hablar correctamente, también a escribir, me daba de comer y podía asearme correctamente solo a cambio de cosas básicas como limpiar un poco y hacer la comida. Todo fue muy bonito las primeras semanas, pero luego comenzaron los manoseos...-Se notaba que cuanto más avanzaba en la historia más me costaba contarla -Yo no le daba importancia, después de todo solo era un niño, no me daba cuenta de lo que me hacía ni para qué, después de todo cada vez que le preguntaba se excusaba diciendo que era porque estaba 'revisando que no perdiese peso', así que me lo creía y se lo permitía. La primera humillación fue la primera vez que me llevó a la playa, yo estaba emocionado, nunca había ido, con lo que no contaba yo era que era una playa nudista. Cuando le pregunté que por qué las personas iban sin ropa me dijo que era para que no se les quedase la marca del bañador y que yo debía hacer lo mismo... Creo que no hubo rincón de mi cuerpo que no tocó al ponerme la crema solar. Yo estaba muerto de la vergüenza, no estoy seguro de si era cosa mía o no, pero por lo menos yo sentía todas las miradas sobre mí, claro que no fue hasta más tarde que entendí el por qué. Cuando estábamos en el agua y yo trataba de aprender a nadar me llevó a un lugar más apartado, yo no quería, pero tampoco es como si pudiese huir... ¿A dónde iría? En cuanto se aseguró de que nadie mirase me forzó a chupársela, cuanto asco me dio. Después volvimos a casa y, para el día siguiente, las cosas estaban mucho peor. Tuve que hacerle tantas pajas que perdí la cuenta; ya no se esforzaba en darme una razón para hacerlo, solo me decía que, si no le obedecía, me echaría a la calle de nuevo. Un día, mientras limpiaba cuando estando él fuera, volvió, y ya no se esforzó en pedir que se la chupara... Me bajó los pantalones y me folló hasta que se cansó sin prepararme ni avisarme. Yo solo pude gritar como un poseso, llevándome más de un golpe por ello, por si había molestado a los vecinos. Ese día perdí la virginidad, la inocencia y el poco valor que me quedaba...Así fue el resto del tiempo que pasé junto a él, no quería huir por miedo a morirme de hambre en la calle o a encontrarme a alguien peor que él... Pero por otro lado si continuaba con él iba a acabar conmigo. Incluso me hacía vestir trajes para viejos verdes como él, el muy hijo de puta...-Me limpié la cara -Cuantos más días pasaban más dolor se me acumulaba y menos podía aguantar sus perversiones y sus palizas cada vez que trataba de negarme, así que era morir mientras abusaba de mí o morirme de hambre...-Me limpié la cara -Un día que salió con sus amigos aproveché a coger algo de comida, todo el dinero que pude encontrar y huí a Roma con ese dinero... Él no se esforzó en buscarme, puede que por miedo a que le denunciase o porque ya se había cansado de destrozarme el culo. Fui a la capital con la esperanza de encontrar un trabajo con más facilidad, pero lo único que encontré fue más pobreza y más hombres tratando de aprovecharse de mí ahora que no estaba en la delgadez extrema y me había desarrollado. Al ver que posiblemente acabaría siendo violado de nuevo y muriendo en algún callejón acabé metiéndome en el burdel, sufriendo aun más humillaciones y palizas sin venir a cuento que con el viejo... Algunas veces me drogaban, otras me emborrachaban y me hacían vestirme de mujer, otros simplemente iban a lo que iban... Otros me golpeaban y luego me violaban. No me recuperaba de uno cuando ya tenía que ocuparme de otro, a veces tenía que ocuparme de varios a la vez... eso era sin duda lo peor, pero ganaba mucho dinero. En cuanto reuní lo suficiente para poder sobrevivir durante un tiempo me largué a Japón lo más rápido posible... ¿Alguna pregunta más?-Me cubrí la cara, cada recuerdo era como una puñalada, no podía soportarlos... Para ser sincero no sabía como me había podido mantener cuerdo todo aquel tiempo sin haber pasado por un psiquiatra, supongo que el trabajo como policía me ayudaba, aunque en esta ocasión había sido mi trabajo el que me estaba haciendo recordarlo todo. Agarré el cuchillo y se lo puse en el cuello de nuevo, cerrando los ojos con fuerza en un intento estúpido de hacerme el fuerte y es que las lágrimas no paraban de caer por mis mejillas -¿Crees que es fácil vivir con eso? Es un milagro que no me haya vuelto loco, la única persona que me ha ayudado en toda mi vida está muerta... Tu vida no es la única difícil y, aun así... no soy capaz de hacerte nada, aun cuando cada vez que me tocas me haces recordar mi martirio-Reí, llevando el cuchillo a mi pecho -Que fácil sería acabar con el sufrimiento, ¿Verdad? Pero no tengo cojones ni para eso...-Le miré a los ojos y acaricié su mejilla -No se si te odio... No se si te quiero o es simplemente que me atraes... Me provocas cosas que no puedo entender, y eso me duele...-Mordí mi labio inferior, estaba hablando más de lo que debía -Si vas a acabar conmigo hazlo ya-.
     
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