Anywhere (Two-Shot) FINALIZADO

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  1. ~Akemi~
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    Hola
    Primero que nada gracias por sus comentarios.
    Ari-XRSK:Me alegra que te haya gustado el lemon. A decir verdad estaba un poco preocupada pues los escribí con prisa y pensaba que no había quedado bien.
    melyoanMe algrea que te haya gustado tanto este capítulo. Yo también tenia pensado que cuando Nowaki regresara le contara a Hiroki lo que pasaba en el reino, sin embargo pense que ya había demasiado drama y por eso borre esa parte ademas de que el capitulo ya era muy lago.
    Mikeio Kamijou:Desde que vi a Hiroki por primera vez en el anime siempre pense que era una ardilla (¿por que sera? :=nuse:) En cuanto a mi fic pendiente El FINAL. ya estoy escribiéndolo de nuevo, pero aun no puedo hallar la inspiración. (gracias por desearme suerte en mis examenes)
    Katekyo:gracias por dejar tu comentario. Los egoístas también son mis favoritos. espero que disfrutes la conti.

    Quería preguntarles ¿Ya vieron la tercera temporada? A mi personalmente me gusto mucho el nuevo diseño, solo espero que haya más capítulos dedicados a los egoístas que en las otras dos temporadas (No me agradan los románticos)

    En fin espero que les guste este capitulo.
    Bye bye


    —❤—
    “Un ruiseñor preso en la red de un cazador cantó con más dulzura que nunca, como si la fugaz melodía pudiera volar y apartar la red. Al anochecer, el cazador cogió su presa. El ruiseñor jamás su libertad. Todas las aves y todos los hombres deben morir y morirán, pero las canciones eternamente vivirán.”

    large

    Capítulo dos


    El invierno llegó más rápido que en años pasados, y con él algo que Nowaki no se esperaba.

    Hiroki enfermó apenas comenzó el invierno. Empezó con sentirse cansado y no acompañar a Nowaki en sus días de caza, para quedarse dormido casi todo el día. Luego poco a poco había dejado de comer, alegando que no tenía hambre. Y ahora tenía una fiebre que no podía bajar con nada.

    Nowaki le ponía paños impregnados de esencia de rosa, pero Hiroki casi deliraba por la fiebre. Hacia unos días había hecho un trato con un proscrito, sabía que no eran personas de fiar pero no tenía otra opción. Había mandado una carta en dirección al palacio, pero eso tenía casi cuatro días y aún no había respuesta.

    -Nowaki, tengo mucho frio- Había empezado a nevar, y Hiroki tiritaba de frio a pesar de que la chimenea estaba encendida y daba calor a toda la casa. Se recostó junto a Hiroki, su piel estaba hirviendo a pesar de que sudaba frio. Se quedó a su lado, hasta que el castaño se sumió en un sueño inquieto y pesado.

    Nowaki se sentía desesperado, no sabía que hacer por Hiroki. En ese momento llamaron a la perta y el azabache se sintió esperanzado. Dejo a Hiroki recostado y se dirigió a la puerta de la cabaña y casi lloro de alivio al ver una cara conocida.

    -Pasa por favor- se hizo a un lado, dejando pasar a la menuda mujer, después entrego algunas monedas a un proscrito que se perdió en la obscuridad de la noche.
    -¿Qué te preocupa tanto que contrataste a un proscrito para buscarme?- preguntó un tanto enfadada la mujer sin embargo al ver el rostro pálido y ojeroso del azabache sospechó que algo malo había pasado.
    -Hace unos meses encontré a alguien en el bosque, y recientemente ha caído enfermo, no sé qué hacer Bessie, estoy tan desesperado.- Nowaki guio a la mujer a su habitación

    Se podía escuchar una respiración pesada.

    -¿Cuáles son los síntomas de tu amigo?- preguntó despreocupada, conocía a Nowaki y a veces exageraba con algunas cosas. Sin embargo cuando se acercó a la cama y quito las sabanas del cuerpo que estaba ahí sus ojos mostraron una gran sorpresa. Al principio no creía lo que veía, pero poco a poco lo reconoció.

    -Hiroki- se acercó a la cama, para comprobar que sus ojos no la engañaban-¡Hiroki!- cuando pudo reconocerlo lo abrazó sin importarlo qué, el castaño despertó con un estremecimiento y los ojos desorbitados.
    -Bessie ¿Qué haces aquí?- apenas susurró, antes de que las fuerzas lo abandonaran y cerrara los ojos de nuevo.

    Nowaki la miraba sorprendido al otro lado de la habitación- ¿Ustedes dos se conocen?
    -¿No sabes quién es él? ¿No te lo ha dicho?- Nowaki negó con la cabeza, y entonces Bessie suspiró, sin saber qué hacer.
    -Él es el príncipe.

    —❤—


    Nowaki había estado en la sala hasta que el sol comenzó a salir. Bessie se quedó con Hiroki toda la noche tratando de bajar su fiebre. Y cuando amaneció finalmente lo logró.

    Bessie salió de la habitación y se sentó junto Nowaki que en ese momento tenía la mirada perdida.

    -Hiroki quiere verte.-Nowaki no dijo nada, ni siquiera la miró.- Sabe que hizo mal al no contarte, pero tenía sus razones Nowaki. Vamos, no lo hagas esperar.- El azabache se levantó del sillón, pero antes de que caminara Bessie tomó su manga y Nowaki se obligó a verla.- No seas duro con él, está delicado. Además, te necesita.- Nowaki asintió, pero no parecía haber ninguna expresión en sus ojos.

    Caminó hasta la habitación, ahí estaba Hiroki, tenía varias almohadas en la espalda que lo hacían permanecer sentado. Jugaba con sus dedos cuando Nowaki entró, entonces levanto la vista tratando de encontrar los ojos azules de Nowaki, sin embargo el azabache bajaba la mirada.

    -Gracias por traer a Bessie aquí- fue lo primero que le dijo, sin embargo Nowaki le respondió con voz tajante.
    -No sabía que era tu nodriza, ni que tú eras el príncipe.- Hiroki agacho la cabeza arrepentido- ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Sabes cuanta gente está sufriendo por todo el reino?

    -Lo sé - la voz de Hiroki estaba apagada y su mirada mostraba arrepentimiento- Pero estaban vendiéndome como si fuera un pedazo de pan, mis padres necesitaban de ese matrimonio para que el reino sobreviviera en la guerra, el rey necesita de nuestro ejército y nosotros de una fuerte alianza para permanecer a salvo. Pero ¿luego qué? ¿Qué pasaría cuando la guerra terminara? Yo terminaría olvidado en alguna parte del castillo, casado con un hombre al que no amo… no podía hacer eso.- La voz de Hiroki estaba quebrada, pero mostraba una fuerza que Nowaki no se esperó.- Siempre he servido al reino lo mejor que he podido, siempre viendo por todos antes de por mí mismo. Solo quería ser egoísta por una vez en mi vida.

    -Hiroki…
    -Me iré de aquí si así lo deseas, solo no le digas a nadie que me has visto…-Nowaki lo silenció con un beso, Hiroki no se lo espero, pero tampoco lo desprecio, presiono aún más esos dulces labios contra los suyos. Cuando se separaron Nowaki lo veía con un brillo especial en los ojos, y Hiroki se sintió profundamente aliviado.

    -¿Cómo puedo dejarte cuando me has enamorado de esta manera Hiroki?- El castaño no dijo nada más y abrazó a Nowaki como si esos fuertes brazos pudieran romper los miedos que había en su corazón.

    En ese momento llamaron a la puerta, rompiendo la burbuja donde Nowaki y Hiroki se habían quedado atrapados.

    -Adelante- detrás de la puerta apareció Bessie con un desayuno ligero para Hiroki. Sin embargo parecía seria.
    -Voy a hacerles unas preguntas, y necesito que me contesten con la verdad ¿entendido?- ambos asintieron ante al tono serio de la mujer.-Son una pareja ¿no es cierto?- ambos se miraron, pero luego asintieron despacio.- Bien ahora ¿desde cuándo duermen juntos?- a Hiroki los colores se le subieron al rostro, pero fue él quien contesto.

    -Desde que comenzó el otoño…-
    -Entonces no puedo estar equivocada- susurro más para sí misma.
    -¿Pasa algo malo Bessie?-Nowaki parecía preocupado, sin embargo la mujer les sonrió por primera vez a ambos y negó con la cabeza. Hiroki pudo ver un brillo especial en la mirada de su nodriza y de pronto sus palabras fueron procesadas, el rostro se le puso pálido y observo fijamente a Bessie.
    -¿No me dirás que…
    -Es lo más lógico Hiroki, además estoy segura, te estuve revisando mientras dormías y no hay la menor duda.
    -¿Qué es lo que pasa aquí?- Nowaki parecía ser el único que no entendía, y tenía razones para hacerlo. Hiroki lo miro con unos ojos enormes colmados de lágrimas, pero Bessie fue la que hablo.

    -Hiroki esta embarazado, solo tiene algunas semanas.-Nowaki los miro a ambos profundamente sorprendidos, claro que sabía que existían donceles, no era poco común encontrarlos en la ciudad, pero no se esperaba que Hiroki fuera uno de ellos. De pronto todo encajaba; la boda, los síntomas raros.

    -Nowaki. – El castaño esperaba ansioso la reacción de Nowaki quien al principio sonrió nervioso, pero luego lo tomó entre sus brazos y lo besó con más dulzura de la que Hiroki recordaba.

    Cuando lo soltó Bessie los miraba con cariño, pero también con un poco de tristeza.

    -¿Y qué vas a hacer Hiroki?- El castaño no había pensado en ello, acarició como reflejo su vientre, solo tenía una cosa clara; no podía regresar al castillo.

    Nowaki hablo por él
    – ¿No es obvió? Se va a quedar aquí

    —❤—


    Bessie abandonó la cabaña unos días después, en cuanto se aseguró de que Hiroki estuviera bien y prometió que regresaría unas semanas después.

    Después de eso la pareja se encerró en una esfera de cristal, Nowaki mimaba a Hiroki y ambos estaban encantados con la noticia de su nuevo bebé. Actuaron como si nada pudiera dañarlos, como si aquello fuera perfecto y nada pudiera salir mal, bajaron la guardia… y eso los hizo caer en su perdición.

    —❤—


    Los primeros meses habían sido los peores para Hiroki, pues los síntomas del embarazo no lo dejaban en paz ni un solo momento, agradeció las visitas de Bessie más que nunca en esas épocas, pues Nowaki tampoco sabía cómo lidiar con él.

    Poco a poco su embarazo se había estabilizado, aún tenía muy claro en su mente la primera vez que él bebé se había movido dentro de él hacía solo semanas. Hiroki casi lloro de felicidad y Nowaki había estado ahí tan emocionado como Hiroki.

    Ahora Hiroki tenía seis meses, la brisa de verano revoloteaba pos sus cabellos. Estaba con Bessie en el pórtico de la cabaña, hablaba con ella mientras le quitaba delicadamente la piel a un conejo para hacer una manta cuando su bebé naciera.

    -¿Dónde está Nowaki?- le pregunto la mujer.
    -Salió por un poco de miel, no debería tardar demasiado.
    -No crees que estas abusando un poco de él.- le dijo Bessie a modo de broma y al castaño se le subieron los colores al rostro.

    Se olvidó un momento de Bessie al escuchar el ruido que hacían las ramas al romperse, volteo en dirección del ruido, los arbustos se movieron un poco, pero no logro ver a nadie.

    Hiroki siguió alerta, pero después de eso no logro ver ni escuchar nada sospechoso, tal vez solo había sido algún animal que merodeaba por ahí. Minutos después llego Nowaki con un tarro de miel, afortunadamente no tenía ninguna picadura.

    Bessie se fue cuando apenas empezaba el atardecer, ambos habían insistido en que se quedara, pero ella se negó, no quería contarles, pero habían empezado a notar que desaparecía del castillo.

    Hiroki vio a lo lejos como su nodriza se alejaba montada en un pequeño caballo, algo le decía que las cosas iban mal, otra vez el ruido de las ramas crujiendo venía a sus oídos, Nowaki parecía no notarlo, sin embargo su corazón latía inquieto.

    —❤—


    El sol se ocultaba lentamente, como si no quisiera abandonar ese lugar en el que reinaban las flores.

    Hiroki y Nowaki se encontraban en un pequeño prado a unos metros de su cabaña. A Hiroki ese lugar lo relajaba después de un día difícil con su bebé, quien era especialmente inquieto. No dejaba de moverse ni un minuto y esto agotaba a Hiroki.

    Nowaki acariciaba suavemente el crecido vientre mientras besaba a Hiroki. Hiroki estaba sentado frente a Nowaki y tenía que voltear un poco la cabeza para que el azabache lo besara. Poco a poco el beso se fue haciendo más intenso, las manos de Nowaki subieron al pecho de Hiroki, éste jadeo por el contacto y trató de detenerlo aunque con pocas fuerzas; las manos de Nowaki volvieron a bajar, pero esta vez más abajo del vientre, fue cuando Hiroki se separó jadeante del beso.

    - Nowaki, hoy no.
    -¿Por qué?- el azabache hablaba con fingida molestia mientras miraba divertido a Hiroki.
    -El bebé no dejo de moverse en toda la tarde, y si lo despiertas ahora no me dejara dormir en la noche.-Nowaki besaba el cuello de Hiroki, ignorando lo que éste le decía- Es en serio Nowaki, para.- Hiroki intentó desprenderse de los brazos del azabache, pero terminó acostado sobre las flores, con Nowaki sobre él.

    -Si te despierta, estaré contigo hasta que puedas dormir. Te lo prometo.
    -Siempre prometes lo mismo- le dijo con tono molesto, sin embargo término enredando sus brazos alrededor del cuello de Nowaki y correspondiendo su beso.

    Sin embargo Nowaki se apartó rápidamente de él, agudizo el oído y se quedó quieto aun sobre Hiroki, pero con la cabeza levantada mirando a todas direcciones, Hiroki no entendía que pasaba, hasta que el sonido se fue aclarando. Parecía un pequeño ejército a caballo, tal vez una docena y se acercaban a gran velocidad. A Hiroki se le heló la sangre y por un momento se vio incapaz de moverse.

    Nowaki se levantó rápidamente del suelo, y luego tomó a Hiroki para que hiciera lo mismo. Corrieron por un pequeño tramo del bosque, hasta unos arbustos que estaban bastante crecidos. Nowaki escondió al castaño detrás de ellos.

    -No salgas por nada del mundo ¿Comprendes Hiroki?- Hiroki asintió muerto de miedo y más cuando Nowaki intento alejarse de él.
    -No te vayas- Hiroki tomó una de sus mangas y el azabache se detuvo.
    -No nos podemos esconder los dos aquí. Pero no te preocupes, yo estaré bien.- Besó delicadamente su frente y se alejó.

    Hiroki podía escuchar cada vez más alto al ejército. Se estaba acercando.

    -Aquí está la cabaña. ¡Búsquenlo, no debe de estar lejos!- reconoció la voz de su padre ¿pero que hacia ahí? Era obvio que lo estaba buscando. ¿Quién le había dicho dónde estaba?

    Pudo ver como varios soldados se dispersaban por todas partes. Su padre iba montado sobre un gran caballo de guerra. Su madre estaba a un lado y perecía furiosa.

    Hiroki se encogió asustado, la noche estaba cayendo, pero los soldados llevaban antorchas que iluminaban su búsqueda.

    Pronto se su cara se vio iluminada por el fuego, un soldado lo reconoció. Estaba a punto de avisar a los demás cuando una larga flecha se enterró en la espalda del hombre y éste se desplomo delante de él, estuvo a punto de lanzar un grito de terror, pero se contuvo. Los soldados se dirigieron al lugar de donde venía la flecha y Hiroki pudo ver a Nowaki correr entre los árboles.

    Por un momento se sintió seguro, pero pronto los soldados alcanzaron al azabache. Nowaki trato de luchar con fiereza sin embargo eran demasiados y no podía con todos.

    Hiroki lo miraba escondido detrás de los arbustos, quería correr hasta él y rogar a los soldados que se detuvieran. Un chillido escapo de sus labios cuando un soldado le dio un puntapié a Nowaki, el castaño llevo una de sus manos a su boca, como si eso pudiera detener el sonido que ya había lanzado.

    Un hombre logró verlo; clavo sus ojos en los de Hiroki y por un momento este temió por su vida y por la de su bebé. Llevaba una gran capa y la cerró cuando el soldado se acercó a él, no había forma de escapar y lo sabía.

    El soldado lo descubrió detrás de los arbustos y lo tomó duramente por un brazo, Hiroki ni siquiera se resistió. El soldado lo llevo en presencia del rey, que en ese momento estaba delante de la cabaña en la que tan feliz había sido esos meses.

    Lo obligaron a arrodillarse en su presencia, pero Hiroki pudo ver todo a su alrededor. Su padre lo miraba desde arriba montado en su gran caballo. Su madre estaba a un lado, montada en un palafrén y está lo miraba con odio. Hiroki se encogió ante esa mirada, de pronto volvía a ser el príncipe asustado que vivía encerrado en su castillo.

    Miró alrededor y vio algo que lo sorprendió aún más. Bessie estaba en una carreta, enjaulada como si fuera alguna clase de animal, no parecía estar herida, pero lo miraba con lastima. Era la misma mirada que le había dirigido el día de su compromiso.

    -Fue difícil dar contigo, pero por fin, aquí estas.-La voz de su madre resonó por todo el lugar, perecía cargada de burla y rencor.

    -¿Te das cuenta de los que has hecho Hiroki? Estamos a punto de venirnos abajo por tu culpa. Ahora iremos al palacio, y te casaras con el rey así te llevemos encadenado.- Hiroki se agito nervioso, sin embargo levanto la vista y observo fijamente a su padre con los ojos chispeantes; llenos de determinación.

    -No iré. ¡No pueden tratarme como si fuera una simple mercancía, como si yo no importara!

    Todo se quedó en silencio. Su madre lo observaba de arriba abajo, como si lo estuviera inspeccionando, de pronto sus ojos se hicieron más grandes y Hiroki pudo ver el miedo en ellos. La reina arrebató una antorcha de las manos de un soldado, se acercó más a Hiroki y casi le arranco la capa, dejando ver su crecido vientre. Hiroki no trato de detenerla, pero la verdad es que estaba aterrado.

    Todos los presentes estaban consternados, nadie sabía que el príncipe estaba embarazado.

    -¿Dónde está el padre?- la voz de la reina era cruda y fría. Hiroki agacho la mirada mientras contenía las lágrimas negándose a hablar. Pero pronto varios soldados llegaron. El castaño alzo la vista y pudo ver como dos de ellos tomaban a Nowaki por los brazos, el azabache estaba malherido y parecía inconsciente.

    Ahogó un sollozo entre sus manos y quiso correr en dirección del azabache, sin embargo lo tenían sujeto. La reina sonrió con malicia y mando a que al azabache lo encerraran junto a Bessie. Tomaron el caballo de Nowaki y obligaron a Hiroki a montarlo, él tampoco se resistió, no podía quedarse mientras tuvieran a Nowaki cautivo, y su madre sabia eso.

    —❤—


    Entraron al castillo por una puerta que estaba oculta en el muro y que daba directo al jardín del palacio. Ahí se separó de Bessie y Nowaki quien apenas había despertado durante el viaje, y cuando lo hacia Bessie se encargaba de hacerlo dormir de nuevo.

    Apenas llegaron sus padres lo encerraron en una habitación oscura y solitaria, alejada de las zonas más concurridas del castillo. Llamó desesperadamente para que lo dejaran salir, pero conforme pasaba el tiempo poco a poco sus exigencias se habían convertido en suplicas. El tono de su voz fue bajando hasta convertirse en un susurro.

    Su único consuelo fue acariciar su vientre y descubrir que su bebé seguía a salvo.

    —❤—


    Al día siguiente de su regreso Hiroki fue trasladado a su habitación original, conforme avanzaba por los pasillos veía menos sirvientes de lo que recordaba, no podía escapar pues unos soldados lo vigilaban de cerca. Cuando llegaron a su habitación ni siquiera pudo protestar, se sentía agotado. Quería ver a Nowaki y asegurarse de que Bessie se encontrara bien, pero no sabía ni siquiera en donde estaban. Se recostó en su cama, sin ánimos de nada. Ni siquiera en su cama podía ya soñar.

    A medio día lo visitaron un sirviente y un médico. Hiroki conocía al sirviente, se llamaba Keiichi y solían llevarse bien, al médico no lo conocía. Reparo en que ambos parecían asustados. Keiichi se quedó a unos metros de la cama, mientras el medico lo revisaba, Hiroki solo se quedó recostado con la mirada vacía.

    -Su bebé esta excelente, Su Alteza, tiene aproximadamente siete meses, si no me equivoco. -Hiroki asintió, pero no dijo nada más. El médico y Keiichi estaban por irse hasta que Hiroki hablo.

    -Keiichi, quédate.- Tal vez era porque necesitaba información, o simplemente porque no quería estar solo que lo llamo. El chico miro con esperanza la puerta, como si no deseara quedarse ahí sin embargo obedeció, Hiroki se incorporó en la cama y lo invito a sentarse a un lado- ¿Dónde está Bessie? ¿Qué está pasando en el castillo? ¿Qué fue del prisionero que trajeron a noche?- Keiichi le hizo un señal para que hablara más bajo, supuso que sus padres habían puesto una guardia fuera de su puerta.

    -Bessie esta desaparecida. Logró escapar en la noche, sin embargo la buscan. Despidieron a muchos sirvientes cuando llegaron, y los que todavía permanecen aquí están sobornados o amenazados. En cuanto al prisionero lo más seguro es que lo tengan en el calabozo- Hiroki asintió, de cierta manera le alegraba que Bessie estuviera a salvo, pero le aterraba y entristecía la idea de Nowaki encerrado en el calabozo.

    -¿Qué pasó mientras yo no estuve? ¿Cómo descubrieron que estaba en el bosque?- Hiroki no había querido hablar de eso con Bessie, y ahora se arrepentía.

    -Cuando se fue todos quedamos muy consternados, sobre todo el rey, se sentía ultrajado, pero su padre le aseguró que usted regresaría y se casarían. Lo buscaron por todas partes, todas las casas de la ciudad y aldeas vecinas fueron inspeccionadas y los condes fueron juzgados, pero no lograron encontrarlo, luego ofrecieron recompensas, pero eso tampoco funciono. En cuanto a como lo encontraron, todos comenzamos a notar que Bessie se ausentaba algunos días, sobre todo su madre, entonces mando un soldado a seguirla hace unas semanas.- Hiroki perdió el color por unos momentos, pero luego miro de frente a Keiichi e hizo las ultimas preguntas de las que dependería su futuro.

    -¿Sabes que piensan hacer conmigo, o con el prisionero?-Pudo ver la lastima en los ojos de Keiichi, sin embargo esté no le mintió.

    - Pretenden esconder su embarazo, por eso han despedido a varios sirvientes, no lo dejaran salir hasta que todo haya acabado y luego lo casaran con el rey, no estoy seguro de que planean hacer con el bebé, pero la más seguro es que no lo dejen estar aquí. En cuanto al prisionero lo juzgarán y luego lo mataran.

    —❤—


    De pronto nada lo mantenía atado a ese lugar. Solo comía cuando recordaba que debía hacerlo, a veces lo visitaba el médico, recordándole que tenía que cuidarse, pero parecía que ni siquiera su hijo podía darle la fuerza suficiente para levantarse. Vivía en una clase de sueño del que no quería despertar, en el que era feliz en el bosque con su ángel de ojos azules como el cielo.

    No supo cuánto tiempo había pasado, cuando un día lo visito Keiichi, él estaba recostado, con la mirada en alguna parte del techo, cuando Keiichi lo tomo de los hombros.

    -¿Cuánto tiempo piensas quedarte así?- Keiichi hablaba con dureza, ni siquiera se dirigía a él como príncipe, pero a Hiroki poco le importaba ya- Mañana juzgaran a Nowaki y luego lo ejecutaran, ya estás de ocho meses y cuando nazca el bebé lo dejaran en el bosque a merced de los lobos. ¿En realidad piensas quedarte ahí recostado sin hacer nada?- Las palabras fueron crudas, pero parecieron hacer eco en Hiroki y despertarlo de su sueño.

    Su vida ya no era perfecta.
    Nowaki iba a morir igual que su bebé.
    Él viviría encerrado por el resto de su vida en un castillo con un hombre al que no amaba.
    Necesitaba hacer algo para que aquello no ocurriera.

    —❤—


    Deambulaba por el jardín buscando alguna idea. Sus padres ya no mandaban a ningún soldado con él, sabían que Hiroki estaba muy cansado como para escapar.

    El castaño trataba de conservar la calma, mientras veía el sol ponerse, no sabía que es lo que iba a hacer, solo podía pensar en Nowaki encerrado en alguna parte.

    Caminó por una parte del jardín que no solía frecuentar pues ahí solo crecían malas hierbas sin embargo algo le llamo la atención.

    Había un arbusto con pequeñas bayas rojas que desprendían un dulce aroma.

    —❤—


    Hiroki había estado muy pocas veces en el calabozo que se encontraba debajo del castillo. Ahí no se encontraban muchos guardias pues tampoco habían prisioneros, normalmente estos iban a la cárcel de la ciudad, pero Nowaki de seguro estaría ahí.

    El calabozo estaba oscuro, apenas era iluminado por una cuantas antorchas, sin embargó Hiroki caminaba con determinación. Había sobornado a algunos guardias para que le dijeran donde estaba Nowaki. Sin embargo cuando se acercó a la celda donde le aseguraban que estaba el azabache se topó con dos guardias, claro que no esperaba que la celda se encontrara sin ninguna vigilancia, pero no conocía a ninguno de los dos soldados y cuando estos notaron su presencia se mostraron cautelosos.

    Hiroki se mostró decidido y caminó con paso firme en dirección a los soldados, que le cerraron el paso al verlo acercarse.

    -¿Qué hace aquí nuestro principito? ¿No deberías estar acompañado de algún guardia?- El hombre que le hablaba tenía un tono burlo en su voz y el otro mostraba una sonrisa estúpida en el rostro. Pero contrario a lo que se esperaban Hiroki los miro a ambos intensamente con el ceño fruncido.

    -En primer lugar no deberías hablarle así a tu príncipe, o mandare a que te azoten- La voz de Hiroki era amenazadora, pero también tranquila, una mezcla extraña propia de un líder.- En segundo lugar, el rey está muy disgustado pues salió hace unos minutos al centro de la ciudad, varios soldados se reunieron y ustedes no estuvieron ahí, si no quieren que algo malo les pase más les vale que alcancen al rey- Era una mentira que acababa de inventar, pero su voz sonaba tan segura que casi logro engañar a los guardias.

    -¿Y cómo sabemos que dice la verdad?
    -Por mi pueden quedarse aquí, yo solo vine a transmitir el mensaje- Dio media vuelta y antes de salir ambos soldados salieron presurosos; había logrado engañarlos, pero no sabía si lo descubrirían, así que en cuanto los soldados desaparecieron de su vista corrió en dirección a la celda. Su bebé se movió ansioso en su vientre, como si supiera lo que estaba a punto de pasar.

    Tomo una antorcha antes de entrar a la celda y después de semanas, ahí vio a Nowaki. Estaba terriblemente delgado y tenía heridas por todo el cuerpo. Nowaki se agito cuando oyó la puerta de la celda abrirse, pero al instante se le iluminaron los ojos cuando vio a Hiroki.

    El castaño corrió a él y antes de que Nowaki pudiera hacer nada Hiroki lo besó, sin embargo se separó rápidamente, sacó una llave de uno de sus bolsillos y se dispuso a liberar a Nowaki de sus cadenas.

    -¿Están bien?- el tono de Nowaki parecía preocupado y a Hiroki se le rompió el corazón.
    -Estamos perfectos- le respondió mientras lo liberaba y al momento Nowaki lo abrazó apretándolo fuertemente contra su cuerpo.
    -Te extrañe tanto Hiroki.
    -Y yo a ti, pero ahora necesitamos salir de aquí.

    Hiroki guió a Nowaki por una serie de pasillos, no podían salir por la puerta principal pues merodeaban varios guardias. De manera sorprendente lograron salir por el jardín del palacio. Ahí estaba la puerta secreta por la que habían entrado cuando llegaron ahí.

    Les esperaba un escudero muerto de miedo que miraba a todos lados nervioso. Les entrego el caballo de Nowaki que pareció alegrarse al ver a su dueño, y también les entrego una capa, Hiroki recompenso al joven con una moneda de oro, y pronto esté desapareció al interior del castillo.

    Hiroki puso sobre los hombros de Nowaki la capa.

    -Tienes comida para cuatro días.- Le decía Hiroki mientras Nowaki acariciaba al caballo para relajarlo.
    -¿Tu no vendrás conmigo?
    -No puedo, perdona.
    -Entonces yo tampoco me iré.
    -Por favor Nowaki…-Los ojos de Hiroki se llenaron de lágrimas, pero Nowaki no pensaba irse.
    -No voy a dejarlos aquí.- Hiroki lo besó haciéndolo callar y lo miró a los ojos.
    -Ve al bosque, te prometo que te alcanzare, si te quedas aquí te mataran.
    -Y es posible que a ti también.-A Hiroki lo frustro la terquedad de Nowaki, estaba desesperado y en cualquier momento podrían descubrirlos.

    -No pueden hacerme nada, me necesitan. Pronto todo esto acabara y te alcanzare en el bosque, si te quedas aquí te mataran y si yo me voy contigo notarían mi ausencia de inmediato y me buscarían.- Nowaki pareció comprenderlo, sin embargo no quería dejar a Hiroki.- Por favor vete, nosotros estaremos bien.

    Nowaki lo besó por última vez mientras acariciaba su vientre. Cuando se separaron los ojos de Hiroki estaba repletos de lágrimas. Nowaki monto su caballo y Hiroki abrió la puerta secreta. Hiroki se despidió agitando su mano mientras Nowaki se adentraba en el bosque.

    ¿Acaso Hiroki tenía las manos manchadas de rojo?

    —❤—


    Era poco más de media noche cuando Hiroki se dirigió al salón principal. Ahí era donde sus padres se reunían con condes y caballeros cuando tenían asuntos urgentes que tratar. A pesar de la hora varios condes estaban ahí.

    Entró a la sala llevándose varias miradas curiosas; no se suponía que el príncipe estuviera ahí. Hiroki sabía que estaban hablando de él y el rey con el que aún tenían esperanzas de casarlo.

    Llevaba una bandeja con dos copas de vino especiado en las manos. Su padre lo miraba atónito sentado en un sillón frente a la chimenea, su madre lo miraba furiosa a su lado.

    -¿Serían tan amables de salir caballeros? Necesito hablar con mis padres- No fue una pregunta en sí, fue más una orden. Todos los condes lo miraron con el ceño fruncido, no estaban acostumbrados a que el príncipe les diera órdenes, sin embargo los reyes no replicaron así que salieron haciendo una reverencia.

    Cuando se cerró la puerta Hiroki avanzó con paso decidido hacia el frente, dejó la bandeja en una mesa pequeña en medio de los dos sillones donde sus padres estaban sentados. Él se puso enfrente de ambos, su padre se llevó rápidamente la copa a los labios, sin embargo su madre lo miraba con ojos penetrantes, esperando a que hablara.

    -Me comunicaron que mañana será el juicio de Nowaki, y que piensan ejecutarlo en la plaza pública.
    -Así es.
    -¿Y de que planean acusarlo, madre?
    -Es un proscrito, una asesino, y un traidor al tenerte retenido en el bosque…
    -He interfiere en tus planes de hacerme infeliz.- Su madre iba a replicar sin embargo Hiroki no la dejó.- Vengo a proponerles un trato.

    -¿Qué clase de trato?- quiso saber su padre.
    -Primero tengo que saber que harán con mi hijo cuando nazca.
    -Lo echaremos a los lobos, por supuesto- Su madre tenía una mirada malévola y Hiroki se estremeció ante la idea, sin embargo trato de mostrarse sereno.
    -Bien. En primer lugar no pienso casarme con el rey. Podrán encadenarme y llevarme a la iglesia, pero no pronunciare mis votos, y aun si no me prestaran atención y fuera ignorado, en nuestra noche de bodas en rey se daría cuenta que no soy virgen y yo mismo le contaría lo que sucedió en el bosque, y lo que ustedes hicieron con el padre de mi hijo.-Su madre tenía el rostro encendido por la furia y su padre igual. Estaban a punto de gritarle, sin embargo Hiroki hablo en un tono suave y casi suplicante.

    -En cambio, si perdonan a Nowaki y lo envían a un reino lejos de aquí en un navío, y dejan a mi hijo vivir, entonces yo mismo caminare a la iglesia y me casare con el rey, nadie en el reino aparte de los que ya lo saben se enterara de donde estuve estos meses.
    El rey parecía a punto de aceptar sin embargo la reina se levantó de su asiento.

    -¡¿Quién te crees que eres para hablarle así a tus padres mocoso insolente? Tu eres el príncipe y harás lo que le convenga al reino, no lo que sea tu voluntad!
    -Querrás decir lo que te convenga a ti, madre.- La sala se quedó en silencio y Hiroki salió apresurado con lágrimas en los ojos. La reina volvió a sentarse y observo como las ascuas ardían con menos intensidad.

    Probó el vino que Hiroki les había llevado. Estaba demasiado dulce.

    —❤—


    A la mañana siguiente se encontró a los reyes muertos en su alcoba.

    La noticia fue repentina. Muchos sospechaban de Hiroki, pero nadie pudo comprobar nada, además era difícil imaginarse al dulce príncipe hacer algo como aquello.

    Por todo el reino hubo silencio varios días. El funeral fue algo magnifico, a pesar de que se acercaba el otoño había flores por todos lados, muchos se lamentaban las muertes de los reyes, otros las agradecían. El príncipe parecía mostrarse frio, pero nadie dijo nada.

    —❤—


    Unos días después varios condes se encontraban en el salón del trono, que era donde el rey y la reina se mostraban públicamente en ocasiones especiales. Muchos de los condes eran hijos bastardos de los difuntos reyes y todos parecían querer quedarse con la corona ya que Hiroki no podía heredar el reino.

    Para su sorpresa la pesada puerta se abrió y detrás de ella apareció el castaño hermosamente vestido. Tal vez era lo hermoso que se veía ese día o la mirada chispeante en sus ojos que todos lo observaron mientras entraba y no pudieron soltar una palabra. Caminó hasta el trono que le había pertenecido a su madre, y a otras reinas y donceles antes que él. Lo acarició como si estuviera a punto de romperse y luego se sentó en él observando a todos los que estaban ahí.

    — ¿Qué están haciendo aquí? Hasta donde recuerdo no solicite su presencia- Hiroki parecía cansado, pero también mostraba una gran autoridad. Uno de los condes con más edad lo observo con despecho y Hiroki pudo ver la misma mirada de su madre.

    - Esta claro que venimos a reclamar el trono.
    -No veo porque habrían de hacerlo, es obvio que mi esposo y yo tomaremos control del reino.
    -Tú no tienes esposo, y después de que el rey vea al bastardo que llevas en el vientre no querrá casarse contigo.

    -Yo no dije que me casaría con el rey- Hubo un murmullo en el salón, pero a Hiroki poco le importo, se levantó de su trono y miro a todos ahí, repasando sus caras.-El padre de mi hijo no ha muerto y en ningún escrito dice que el príncipe deba casarse con alguien de noble cuna. Tan pronto como mi hijo nazca me casare con su padre, y el será su nuevo rey, y gobernada con mano firme y justa como el antiguo rey no pudo hacer.
    -No sabes lo que dices, solo eres un niño, no sabes cómo gobernar. Sin este matrimonio nuestro reino…

    -Sé lo que pasara, pero pronto la guerra terminara. Mis padres querían casarme con el rey porque es alguien poderoso en esta guerra y nos ayudaría en el comercio, para que a nuestro reino no le faltara nada. Sin embargo necesita nuestro ejército. Por el momento nuestro reino solo está en medio de la guerra, si me caso con él entraremos de lleno, nos atacaran, incendiaran nuestras tierras, nos saquearan y tomaran a nuestros habitantes como esclavos; eso fue en lo que no pensaron mis padres, con buenas cosechas y un gobierno justo sobreviviremos a esta guerra sin necesidad de una alianza he incluso saldremos mejor librados que otros reinos.

    Los condes no pudieron decir nada ante sus palabras, incluso los que se mostraban más altaneros lo miraban con una extraña mezcla de admiración y envidia.

    Detrás de la puerta entró Keiichi rompiendo la tensión que se había generado. Parecía agitado y avanzó en dirección a Hiroki sin importarle apartar a algunos condes de su camino.

    -El rey viene. Tiene un gran número de soldados.- Todos parecieron agitarse, sin embargo Hiroki parecía calmado.
    -Cuando llegue, dile que venga aquí a verme. Y asegúrate que sus soldados coman y beben algo.
    -Pero…
    -Obedece a tu príncipe Keiichi- Habló con voz firme y Keiichi hizo una reverencia cuando salía.

    Los condes seguían ahí cuando el rey entro algunos minutos después. Vestía una capa escarlata que resaltaban su blanca piel y sus ojos oscuros y misteriosos. Se fijó en Hiroki quien hizo una pequeña reverencia, para después ser imitado por los condes y condesas que estaba reunidos ahí.

    -Nos honra con su visita rey Haruiko. – El rey lo miraba de arriba abajo pero Hiroki no mostro expresión alguna.-Señores ¿Podrían retirarse? El rey y yo tenemos algunas cosas que hablar. –todos se retiraron en silencio. Cuando se quedaron solos Hiroki observo al rey con una mirada avergonzada.- Lamento la deshonra que le he causado, yo…- El rey le puso un dedo sobre los tibios labios haciéndolo callar. Y se quedaron en silencio un rato.

    -¿Le amabas?
    -Le amo; aun vive.- El rey asintió. De pronto sus facciones duras se ablandaron. Puso una mano sobre el vientre de Hiroki, sintiendo como emanaba el calor de esa parte, Hiroki no se apartó hasta que él quito su mano.

    De uno de sus bolsillos obtuvo un pequeño saquito de seda azul y se lo entrego. El rey lo miro con curiosidad. Abrió el saco y de el salió un fino anillo dorado.

    -Lo lamento- Dijo Hiroki haciendo una reverencia. El rey salió por la puerta principal, y unos minutos después se oyeron los cascos de los jinetes alejándose de la ciudad.

    —❤—


    Después de unos días, cuando el reino parecía estar en calma, Hiroki tomo uno de sus mejores caballos y se alejó del castillo, con dirección al bosque. Cabalgo sin detenerse, casi llego a olvidar el camino, y de repente una cabaña apareció ante él. En el establo estaba el caballo de Nowaki por lo que no tardo en desmontar su caballo.

    -¡Nowaki!- gritó apenas había entrado. Sin embargo ahí en la sala estaba Bessie. Una sonrisa apareció en su rostro y se levantó presurosa para abrazarlo.- ¿Dónde está Nowaki Bessie? Necesito verlo.
    -Pero mi niño, estas pálido, siéntate un momento- Hiroki se removió en sus brazos, hasta que la puerta de la habitación se abrió. Detrás de ella estaba Nowaki. Había ganado un poco del peso que perdió, y la mayoría de sus heridas habían sanado.

    Corrió hacia él y enrosco sus brazos alrededor de su cuello, dándole un beso desesperado que Nowaki no rechazó. Cálidas lágrimas se deslizaban por sus sonrojadas mejillas mientras Nowaki lo atraía aún más hacia si.

    -Te he extrañado tanto, pensé que ya no vendrías. Estaba volviéndome loco sin ti.
    -Las cosas se complicaron un poco, pero por fin todo acabo…-La voz de Hiroki se distorsionó por el dolor y se recargo en Nowaki, entonces el azabache pudo ver el sudor que recorría su frente y lo pálido que estaba el castaño. Bessie se acercó a él y notó como Hiroki respiraba entre jadeos. Nowaki no espero más, lo llevó a su habitación y lo recostó en su cama.

    -¡Hiroki! ¿Estás bien? ¿Qué es lo que pasa?- Nowaki estaba realmente preocupado, sin embargo Hiroki le regaló una débil sonrisa y un beso en la mejilla.
    -El bebé, ya viene.

    —❤—


    Cinco años después…

    Hiroki estaba en el balcón del magnífico castillo que ahora era suyo. Mecía suavemente al bebé de apenas unos días de nacido que tenía en sus brazos. Tenía una piel sonrosada y suave y unos cuantos cabellos castaños, aun no abría los ojos, pero Hiroki no perdía la esperanza en que fueran azules como el cielo.

    Observo a su derecha donde estaba la ciudad, las personas aún seguían trabajando, aprovechando los últimos minutos de sol, a lo lejos podía ver las construcciones del nuevo orfanato y un hospital, proyectos que era el inicio de grandes cambios y no solo en esa ciudad, sino en todo el reino.

    Escuchó una risa angelical acercarse a su alcoba, acompañada de una más grave, que a Hiroki le encantaba. Se volteó para ver como entraban por la puerta sus dos amores. Nowaki tenía un elegante traje y una capa de un deslumbrante color zafiro que resaltaba sus ojos, y cargaba a una niña de cinco años que reía y jugaba con su padre.

    Como había predicho la guerra acabó unos meses después de que él y Nowaki fueran proclamados reyes. Ahora todo el reino estaba en calma, era totalmente diferente a cuando sus padres gobernaban. Las personas no morían de hambre, los huérfanos y viudas tenían un techo donde dormir, no había tantas injusticias, los campos siempre tenían grano; y él era feliz.

    Nowaki se acercó a él y le dio un dulce beso al igual que al pequeño bebé que estaba en su brazos.

    -Por fin la capturaste.
    -Casi no la alcanzaba, es muy veloz- Hiroki sonrió, su pequeña princesa a la que le habían puesto Natalia era más inquieta de lo que Hiroki y Nowaki habían esperado, siempre la veían corriendo por todo el castillo, sobre todo cuando era hora de dormir.

    Nowaki tomó al pequeño bebé con su brazo libre, esté ya estaba dormido y acerco a la niña para que se despidiera de Hiroki. La niña le dio un suave beso y se despidió de él.

    Nowaki caminó hasta la habitación que compartían ambos hermanos. Bessie estaba ahí preparando las camas para los príncipes, en cuanto Nowaki entró Bessie se despidió de los niños y le sonrió a Nowaki.

    El azabache primero acostó al bebé en su cuna y luego a su pequeña princesa en su cama que estaba a un lado. La princesa tenía el ceño fruncido, acción que a Nowaki le causaba gracia; siempre era lo mismo cuando la iba a acostar.

    -Aun no tengo sueño, todavía hay sol afuera.- se quejó la niña.
    -Estas levantada antes que todos, corres por todas partes ¿y aun así no estas cansada?- La pequeña negó con la cabeza y Nowaki acarició sus suaves cabellos castaños; eso siempre funcionaba para hacer dormir a su princesa caprichuda. Poco a poco y aunque la princesa no lo quisiera sus ojos azules se fueron cerrando, hasta que su respiración se hizo suave y acompasada.

    Nowaki sonrió y salió de la alcoba para entrar a la habitación que compartía con Hiroki. El castaño estaba en el balcón, parecía como si no se hubiera percatado de la presencia de Nowaki. Observaba la ciudad y todo su reino extenderse a su derecha. La gente prendía fuegos y velas para alumbrar la noche, las tabernas y posadas abrían sus puertas a los viajeros cansados y a los hombres que regresaban de un día de duro trabajo. Y a su izquierda estaba el bosque, tranquilo y misterioso, los lobos merodearían en la noche mientras los conejos y liebres buscaban refugios. Como si nunca en su vida fuera consciente de ello, le sorprendió.

    Nowaki se acercó a él y puso su capa sobre los hombros de Hiroki.
    -Deberías entrar, está empezando a hacer frio.- Nowaki lo rodeo son sus brazos, pero Hiroki tenía la mirada perdida en alguna parte del bosque.
    -¿No lo extrañas Nowaki? Estar en el bosque, vivir sin la obligación de dirigir un reino, cazar cuando tienes hambre y dormir cuando lo deseas. Tú me dijiste que no te gustaban las ciudades con mucha gente y calles ruidosas.- Nowaki no comprendía las palabras de Hiroki, hasta que esté hablo en tono más bajo.- Siento como si te hubiera quitado un pedazo de tu vida.

    -¿Quitar un pedazo de mi vida cuando me has dado dos hermosos hijos?- La pregunta sorprendió a Hiroki que de soltó del abrazo del azabache, para verlo a los ojos que ahora resplandecían como un cielo cubierto de estrellas.

    -Al principio pensaba que era la ciudad la que no me gustaba, la monotonía del día a día. Pero luego me di cuenta de que en realidad mi vida estaba vacía. En el bosque la sensación del vacío fue perdiéndose al sentirme más independiente, pero no se fue del todo; no hasta que llegaste tú. Cuando te encontré me pareciste la criatura más tierna y hermosa que había visto en toda mi vida, no podía quitarte los ojos de encima, sin embargo tus ojos parecían tristes, como si llevaras toda una vida sufriendo. Me encantaba tu voz, siempre dispuesta a cantar o a reír, pero temerosa de hacerlo. –Nowaki lo miraba con tanta intensidad que Hiroki casi perdió el aliento- Entonces le diste un sentido a mi vida. Quería que fueras plenamente feliz y que rieras y cantaras para mí. Quería que me pertenecieras, pero no quería forzarte, sino que tú mismo vinieras a mis brazos; y cuando lo hiciste me di cuenta que no importaba si estábamos en el bosque, en la ciudad o en el fin del mundo. Me di cuenta que mientras estuviéramos juntos, en cualquier lugar seriamos felices.

    Nota: Quiero hacer una fic mas largo, pero no lo haré por ahora y como solo es una idea no prometo nada.

    Edited by ~Akemi~ - 28/12/2017, 20:41
     
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