Un enamorado detractor (Original)

Un joven que desprecia al amor se verá envuelto en las garras de sus propios sentimientos.

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    Título: Un enamorado detractor.
    Advertencia: Nada, solo escaso vocabulario (?).
    N/A: Hola (?) hace mucho que no escribo y esto no se acerca mucho a lo "bueno" pero es para experimentar con el tema de los fanfics originales :3. Y nada, ojalá dejen sus críticas♥ que me sirven mucho uwu.



    CAPÍTULO 1.

    Aquella tarde en el cine había sido la más aburrida de todas. Ya había visto películas románticas con su mejor amiga anteriormente, pero nunca antes le había tocado ver una tan tediosa y melosa como aquella. Prácticamente bostezó en cada escena, y Maria estaba demasiado ocupada suspirando cada vez que los protagonistas se dedicaban poesía básica. Cuando salieron perezosamente de la sala de cine, Henry estaba aturdido de tanto que se tocaba la cien. La chica a su lado lo miró curiosa y le preguntó, sarcásticamente:

    —¿Te gustó la película?

    El chico de cabello cafecino y ojos avellana arrugó el gesto y, hastiado, le fulminó con la mirada.

    —Sabes que odio todo lo romántico y meloso, es tan asqueroso —dijo, haciendo una mueca de asco ante lo último.

    Henry Moore era un chico bastante normal. Tenía veintitrés años y era un oficinista. Eso podía explicar el semblante aburrido que él desprendía de sí, aunque en realidad podía llegar a ser bastante extrovertido. Claro no era un adonis, pues sus características físicas eran usuales: cabello café y ojos del mismo color. O eso decía él, pero específicamente su cabello era castaño rojizo y sus ojos avellana. Aunque, ¿a quién le importaba? Nadie lo notaba cuando estaba con su mejor amiga Maria. Ella era una belleza, pues era alta por naturaleza (incluso más que Henry), su cabello era largo, liso y de oro, poseía unos hoyuelos hechos a la medida al lado de su resplandeciente sonrisa de perlas, unos labios medianos y siempre rojizos, pero nada de eso llegaba a la altura de sus ojos, verdes como un césped recién regado en las mañanas, con un brillo único. Su rostro era un poema y para qué decir de su cuerpo.
    No se hable más, pues dejaríamos en vergüenza a nuestro amigo Henry, quien siempre rodaba los ojos cuando escuchaba a los chicos hambrientos decir que alguien como él no merecía una novia tan linda. Pero no podían estar más equivocados, pues él era homosexual. De clóset, claro. Pero homosexual al fin y al cabo. Maria lo sabía y lo aceptada, más de lo normal de hecho, hasta el punto de pasársela siempre buscando pretendientes para Moore.

    Maria influenciaba a Henry de distintas formas, diciéndole que si seguía con eso de no ser romántico, no conseguiría a nadie que quisiese ser su novio, y aunque eso no era cierto el chico lo creía, pero no se molestaba en cambiar. Él era joven pero no era un príncipe enloquecido, detestaba las películas románticas, las parejas visiblemente enamoradas en el tren subterráneo, las poesías, canciones o libros melosos (a pesar de que era fanático de la literatura) y, en general, todo lo que fuera sensiblero, rosado y esponjoso. Todo lo contrario a Maria.

    La chica de cabello extenso miraba el cielo ya anochecido, con sus brazos detrás de la cintura, silbando. Obviamente ocultaba algo, y Henry suspiró cansado. Sabía de antemano que tramaba la chica, seguramente le presentaría a otro chico con el cual salir, pero se apresuró en preguntar. La chica no aguantó más y riendo traviesamente cual niña de cinco años al ver una piruleta, lo rodeó con su brazo y comenzó a cantar felizmente mientras caminaban en dirección a la casa de Maria. El oficinista sonrió al ver la felicidad de la contraria, quizá era una buena noticia y no otra propuesta. La chica de rasgos finos sonrió ahora más ampliamente y una brisa fresca le despeinó los mechones.

    —Por fin encontré el chico ideal para ti —sentenció con expresión infantil.

    La sonrisa de Henry desapareció con una velocidad maravillosa.

    —Es una broma, ¿verdad? —exclamó arqueando una ceja, mirándole desde abajo. Otra cosa que odiaba era ser más bajo que ella.

    —Claro que no tontito —decía Maria sin quebrarse. De pronto lo tomó de los hombros y lo sacudió algo violento—. Si no es ahora nunca lo será, créeme, él es perfecto para ti. Ahora apresúrate que está esperándonos en mi casa.

    Henry quiso huir, pero el brazo desnudo de su amiga lo atrapó como si se tratase de una correa. Ahora él se sentía como un perro siendo llevado a la fuerza a la veterinaria. No quería, no le gustaba para nada que Maria le presentara chicos, porque le hacía sentirse incapaz de entablar él una relación, y le ponía terriblemene nervioso hablar con un hombre desconocido. En el fondo le agradecía, pues sus habilidades de comunicación habían mejorado bastante desde que ella comenzó a mostrarles "posibles novios", o sea, desde secundaria. Obviamente el poco romanticismo y coquetería que tenía el de cabello corto espantaba a los pretendientes. Él decía que no importaba y que no estaba interesado, a pesar de que hace muy poco Henry estaba de verdad poniendo esfuerzo por complacer a algún chico, más porque Maria comenzaba a traer chicos que visualmente le atraían bastante. Nunca lo reconocería por temas obvios. Era orgulloso.

    Llegaron a la casa de Maria, Henry le daba mil y una escusas de porqué debía volver a su casa pronto porque sino su gato moriría de hambre o cosas así, pero silenció al instante cuando la puerta se abrió de par en par. Maria anunció la llegada con un "estoy en casa" y se escuchó el ruido de un sofá desde la sala de estar. Henry entró en pánico y un escalofrío le recorrió toda la espalda. Se sobresaltó y se sonrojó antes de ver al muchacho, ¿a quién habría traído Maria esta vez? Era un misterio que aclararía en breves segundos.

    —Cada vez que vas a ver a un chico te comportas tan pasiva —comentó por lo bajo entrando a la sala de estar, riéndose. —David, amigo.

    Maria entró eufórica y saludó al chico nuevo.
    —Buenas, Maria.

    Henry, desde más atrás, observó cuidadosamente al que era su pretendiente, y antes de juzgarlo lo examinó detalladamente y..., a quién vamos a engañar, fue precisamente eso lo que no hizo. El sonrojo que antes de verlo se apoderó de sus mejillas persistió y todavía más ahora. David era alto, más que Maria, poseía el pelo negro intenso como la noche más tenebrosa, su figura era delgada y su rostro fino con pestañas largas, y sus ojos eran celestes como el cielo. Tenía un brillo igual o más cegador que los ojos de Maria, estaba seguro que no había visto antes ojos tan bonitos. Henry pareció murmurar algo como un saludo y David se acercó a él, ya que el menor no lo hizo.

    —Hola —saludó amable, Henry contestó de igual manera.

    —Vamos a la cocina chicos, tengo masa para hacer pizza. —Maria habló ahora hacia la cocina, seguida por ambos chicos.

    La noche fue bastante divertida, primero comieron pizza y otras cosas agradables al gusto para condimentar el anochecer, jugaron juegos de mesa, pero bastante interesantes, obviamente no jugarían esos más "subidos de tono" por la situación, pero Maria tenía de todo. Hablaron por horas y Henry parecía soltarse cada vez que bromeaban y Maria le daba una oportunidad para hablar más intensamente con David. Estaba aún tenso pero no tanto como antes. Por último vieron una película, romántica. Henry bufó pero no podía evitar reír por la situación, y terminó viendo la película completa de dos jovenes que se enamoraron al caerse al mismo tiempo en los pasillos de la escuela, una idea bastante original para una cinta. Al final las cosas terminaron bien, David se retiró a su casa primero y, seguido de él, Henry.

    —Qué día... —comentaba para sí mismo el chico de cabello rojizo, recordando la cara de David e inconscientemente suspiró.

    Cuando había llegado a su departamento se desplomó sobre su cama blanda como plumas y se quedó dormido enseguida, sin darle vueltas a todo el asunto de David, pues pensaba que sería nada más que eso, un pretendiente. Y ya estaba.
    Se durmió sin asimilar el fuerte impacto que tendría aquél chico en su vida personal.


    QUOTE
    Y ya más nada, adiós —huye—.



    Edited by SheepJr - 9/1/2016, 01:28
     
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  2. HackIgnis
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    Me encanta como narras. Y el ritmo de la historia va muy bien, creí yo :D
    Aunque ha sido interesante creo que no ha pasado nada que sea, por así decirlo, "emocionante". Así que lo estaré esperando entre los próximos capítulos :D
     
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    Capítulo 2.

    El tiempo había pasado increíblemente rápido y Henry se había dejado llevar por él. En pocas semanas habían pasado muchas cosas. Cosas que en medio año no habían intervenido en la vida del chico de cabellos medio rojizo. Había salido como desquiciado, abandonando su hogar cada fin de semana –y de vez en cuando en medio de la semana–, saliendo temprano y llegando tarde, bebiendo como nunca lo había hecho. Cada sábado o cada domingo despertaba con resaca y se prometía a sí mismo no volver a beber tanto, y solo quedaba en eso, promesas que no cumpliría. Hasta llegó a sentirse hastiado de sí mismo y del ambiente, pero, ¿cómo había permitido que su tranquila y aburrida vida se viera envuelta en eso? Era culpa de él. Simplemente de él y de nadie más. Aquél chico que había conocido “por accidente”, David, no paraba de acercarse. Lo invitaba a bares, a comer, al cine, el teatro, lo que fuera; pero siempre terminaría bebiendo aunque fuera solo una gota. Y sí, aquella vez que fueron a donar dinero a la casa de ancianos también terminó en alcohol. Henry se estaba arrepintiendo de haber aceptado todas esas propuestas, pero simplemente no podía decirle que no a esos ojos celestes cual cielo. No podía rechazar una cara tan bonita. Sí, era débil.

    Un día después del trabajo, invitó a María a comer fuera. Quería comentarle todas esas cosas que había hecho con David, y encararle por traerle un pretendiente tan fuera de sí.

    — ¿De qué hablas? David nunca fue un pretendiente.
    María comentó tomando de inmediato un sorbo de café con leche, su favorito. Lo había dicho tan calmada, sin inmutarse ni por si acaso.
    La expresión del chico era fantástica.

    —Eh… ¿Qué dices? ¡Si me lo presentaste en tu casa!

    —Eso fue pura coincidencia, no estaba en mis planes presentarte a David por el hecho de que, bueno, te habrás dado cuenta que está completamente loco —comentaba entre risas pausadas—, y ya que a ti te gusta la tranquilidad —María levantó los hombros con expresión despreocupada—. Aunque te lo has pasado bastante bien, eh, campeón.

    María guiñó un ojo.

    ¿Cómo? Henry siempre pensó que David era un simple pretendiente, y siempre lo había tratado como tal, hasta intentó actuar “coquetamente” pues pensó que el objetivo de haberlo conocido era llegar a algo más. Y ahora resultaba que siempre fue “el amigo de su amiga”. Se sonrojó un poco al pensar en aquellas veces en las que actúo cursi contra su voluntad. Se tuvo que haber visto como un pervertido.

    —No necesitas contarme que han hecho, tu cara ya dice mucho —dijo María con una sonrisa bastante grande y una sonrisa insinuadora.

    Esa chica era tan delirante. Igual que David. Ahora comprendía por qué eran amigos, si era como la versión masculina de la chica, y eso, lamentablemente, incluía el lado “romántico”, porque no solo bastaba con la mujer de rizos largos, sino que ahora tenía a un hombre que rogaba ver obras románticas. Pero eso era un detalle, seguía siendo un hombre y le encantaba. No cortaría lazos con él, nada de eso.
    Henry miró su reloj de muñeca, y se dio cuenta que iba tarde a su “cita” con David.

    —Lo siento, María, debo irme. Le prometí a David ir al cine. Quería ver el estreno de una película con un nombre raro, creo que era francesa y-
    —Cómo mareas chico, solo ve, no quiero detalles de tu cita —sonrió maliciosa.
    —Ah… no-no es una cita —replicó queriendo parecer enojado, pero solo lograba verse como un chihuahua.
    —Como digas —María rodó los ojos—. Ya, ve…

    Henry asintió y salió a un ritmo acelerado en dirección al cine. Estaba un poco ansioso, hace un buen tiempo que no salía a disfrutar de un filme.
    Al final llegó y vio, entre la multitud, unos mechones negros y brillantes, era el cabello más obscuro que pasaba por ahí. Además lo notó por la altura, claro. Henry esbozó una sonrisa casta y caminó hacía él, el contrario había comprado los boletos y el pop corn. Solo faltaba entrar a la sala, y el menor así lo hizo confiando en que sería una gran película. Grave error.

    —Debes estar bromeando —comentó por lo bajo cuando las escenas románticas se hicieron presentes e inundaron la sala.

    —Shh, se está poniendo bueno —dijo David sospechosamente emocionado, un deje de ansiedad saltó de su boca.

    Henry intentó tranquilizarse y darse apoyo moral a sí mismo “Tú puedes soportarlo”, pero perdió completamente la cordura cuando las escenas empezaban a subir de tono. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¡Era una cinta pornográfica!

    —¡Debes estar bromeando! —repitió más fuerte, contrayéndose contra su asiento reclinable.

    Por el rabillo del ojo pudo notar la mirada de David. Era espeluznante, parecía un pervertido. Aunque ese chico le había invitado a ver una película erótica…, probablemente sí era un pervertido.
    Empezaba a alterarse, ahora sí que no quería estar ahí, hasta pensó en irse pero no podía, no quería dejar plantado a David, ¿pero tendría que soportar ver aquella cinta? Un escalofrío le recorrió toda la espalda. Salió de su ensoñación cuando llegaron a sus oídos los sutiles gemidos de la actriz, que llenaba la sala y resonaba de forma inevitable. Henry esquivó la mirada hacia sus piernas, miraría cualquier cosa, menos la gran pantalla que ocupaba su vista completa. Se sonrojó intensamente cuando los sonidos llegaban fuertemente. En parte quería levantar la vista, pero no podía. De vez en cuando miraba al frente, pero se arrepentía al instante.
    Cuando la película por fin había terminado, los chicos se detuvieron en la salida del cine. El menor no quiso dirigirle la mirada al más alto.

    —Bueno… adiós.

    —Espera, Henry —le llamó levemente— ¿Qué te pareció la película? —comentó tranquilamente, su tranquilidad ponía de los nervios al contrario.

    —David, me trajiste a ver una película porno, claro que no me gustó.

    El mayor sonrió.
    —Sabía que no te iba a gustar, de hecho ni siquiera miraste la pantalla.

    —Te-Te diste cuenta…

    —Por supuesto, era bastante obvio —Henry enrojeció—, pero… ¿te excitaste? —preguntó con descaro.

    — ¿P-Perdón?

    David se acercó peligrosamente, haciendo que el contrario retrocediera unos cuantos pasos y, cerca de su oído, preguntó:
    — ¿Quieres repetir lo que vimos?


    QUOTE
    Gracias HackIgnis, me alagas:/3. De verdad, muchísimas gracias por tu comentario!
    —vuelve a huir—.

     
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  4. Mc-19051
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    Y esto es lo que pasa cuando piensas cosas que no son y sales a citas con alguien bien... ¿Unico? ''¿Quieres repetir lo que vimos?'' Es el seugndo capitulo D': !! Espero lemmon jard 7u7
    Buena historia, espero puedas continuarla pronto <3
     
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3 replies since 8/1/2016, 23:42   42 views
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